El art. 75.2 del Reglamento Penitenciario establece que el Director del centro penitenciario, bien por propia iniciativa o a solicitud del interno, podrá acordar medidas que impliquen limitaciones regimentales cuando fuere preciso para salvaguardar la vida o integridad física del recluso. Esta situación es la que se presenta en el caso contemplado. En la dirección del centro penitenciario se recibió un parte informativo, elevado por el Jefe de Servicios, en el que se relataba la información a su vez recibida por otros funcionarios procedente de una serie de internos, referente al riesgo que corría la vida de J.H.P. por amenazas de compatriotas suyos colombianos, debido a los varios asesinatos cometidos por el primero en Colombia – parece ser que 11- en alguno de los cuales había sido víctima algún familiar o persona cercana a los interno de los que aparentemente procedía la amenaza. La necesidad de proteger la vida del interno imponía, en ese momento, la aplicación de un régimen especial, siendo obligación de la Administración el velar por la seguridad e integridad de las personas que se encuentran sometidas a prisión, sin que en estos casos pueda quedar a voluntad del interno la adopción de las medidas de protección bien porque no aprecie el riesgo existente, o lo asuma o porque pretenda enfrentarse a él. En cualquier caso esas medidas, que en el presente se traducen en que el interno permanece solo en su celda saliendo al patio en horarios limitados y no menos de 4 horas diarias, sin participación en actividades colectivas o generales, han de tener un carácter provisional, revisable mensualmente. Así se ha de proceder al apreciar la situación de peligro para el interno, pero también hay que tener en cuenta que éste no puede permanecer en ese régimen de aislamiento de hecho de forma indefinida, por no adaptarse ninguna otra medida que asegure su persona. La realidad es que el recurrente está sometido a las expresadas limitaciones desde el mes de mayo del pasado año, y al menos en noviembre de 2.001 continuaba en la misma situación, es decir, un periodo mínimo de seis meses. Los hechos que motivaron la aplicación del art. 75 R.P. eran graves y justificaban esa medida de forma transitoria, pero la Administración contaba con otras posibilidades, como el traslado de centro penitenciario, para alejar al interno de aquéllos de quienes procedía la amenaza para su vida, medidas que eran preferibles a una continuada vida de semiaislamiento. Por ello el recurso se ha de estimar, no porque fuera desacertado la aplicación inicial del art. 75 R.P., sino porque cinco meses después se mantenía sin que consten medidas alternativas; la consecuencia de la estimación del recurso no es el levantamiento del régimen vigente caso de que continúe, sino la sustitución por otras medidas menos gravosas para el interno que reduzcan o supriman el riesgo observado. Auto 658/02, 8 de marzo de 2002, JVP nº1, Exp. 921/01