IDEALISMO EL IDEALISMO CONSIDERA QUE LA REALIDAD NO ES INDEPENDIENTE DEL SUJETO COGNOSCENTE O PENSANTE SINO UNA CONSECUENCIA DE SU ACTIVIDAD. Es preciso no confundir los tres sentidos siguientes de la palabra “idealismo”: • en el lenguaje corriente llamamos idealista a toda persona que cree imprescindible la realización de un ideal, que no acepta las cosas tal y como son y quiere aproximar la realidad a valores morales y políticos; • algunos autores llaman idealista a la filosofía platónica porque este autor afirmó que la auténtica realidad estaba en el mundo de las Ideas, y no en la realidad sensible que se ofrece a los sentidos; • pero en la historia de la filosofía el sentido más propio de este término no es ni el primero ni el segundo: llamamos idealista al filósofo para el cual la realidad es una consecuencia de la actividad del sujeto. Hay que tener cuidado con esta definición pues nadie niega que existen ciertas realidades que son consecuencia de la actividad del sujeto: los objetos artificiales los ha creado el hombre gracias a la intervención de su cuerpo, el artesano crea físicamente un objeto a partir del movimiento de sus manos y de la planificación de su mente; por otro lado, los objetos de la fantasía también dependen de nosotros, en este caso no de nuestro cuerpo sino de nuestra mente. Cuando se indica que para el idealismo la realidad es consecuencia de la actividad del sujeto no se quiere decir nada de lo anterior. Esa actividad no es la de los órganos corporales del sujeto, y la realidad creada de este modo no es una mera fantasía como en el caso de los productos de la imaginación. El idealismo considera que en el acto de conocimiento el sujeto que conoce influye en la realidad conocida, que la mente está sometida a unos procesos o mecanismos que determinan y construyen la realidad del objeto conocido. Un ejemplo claro de idealismo es el de la filosofía kantiana: Kant creyó que la mente impone a la realidad conocida características que son consecuencia de la propia naturaleza de la mente (el tiempo y el espacio, por ejemplo). El idealismo filosófico se contrapone al realismo filosófico. Podemos comprender qué es el idealismo si lo comparamos con el realismo, la posición filosófica opuesta: 1) para el realismo • • la realidad conocida existe aunque nosotros no la conozcamos; a la realidad conocida no le afecta para nada el hecho de que nosotros la conozcamos, su ser no queda modificado por el acto de conocimiento, por el hecho de haberla conocido o de estar ahora conociéndola; • en resumen, la cosa conocida es independiente del sujeto cognoscente; 2) sin embargo, para el idealismo • • • la realidad conocida tiene existencia sólo en la medida en que nosotros la conocemos; a la realidad conocida le afecta o influye el hecho de ser conocida por nosotros, es como es porque nosotros la conocemos; en resumen: la realidad conocida no es independiente del sujeto cognoscente. Por estas tesis, para muchos autores el idealismo no es otra cosa que una forma sofisticada de subjetivismo. El idealismo es una concepción filosófica difícil de aceptar, y ello precisamente porque parece contraria a nuestras convicciones más básicas; se suele indicar que el sentido común es realista que la actitud natural o espontánea de las personas es realista pues de forma espontánea tendemos a considerar que lo que conocemos (lo que percibimos, lo que nos enseña la ciencia) está en la realidad antes que lo conozcamos, que las cosas existen fuera de nuestro pensamiento. Se han dado distintas formas de idealismo, aunque curiosamente todas después de la filosofía cartesiana. Hasta la Edad Moderna la filosofía había sido realista, con distintas variantes y matices, pero en general realista. A partir de Descartes muchos autores han defendido el idealismo, seguramente como consecuencia del descubrimiento de la subjetividad como el ámbito de la evidencia absoluta y de la convicción cartesiana de que el objeto inmediato de nuestro conocimiento no es la realidad en sí misma sino la representación de la realidad en nuestra mente (las ideas). Las diferencias más importantes entre los sistemas filosóficos idealistas las tenemos en las dos cuestiones siguientes: • los límites en la tesis de que en el conocimiento el sujeto determina la realidad del objeto conocido: así para el idealismo de Berkeley, Dios y las otras mentes existen de modo independiente al propio pensamiento (no es idealista respecto de su realidad), pero las cosas materiales agotan su ser en ser percibidas, en ser conocidas (sí es idealista respecto de su realidad); para Kant nuestra mente influye en el objeto conocido, pero más allá de la realidad conocida hay otra realidad plena, independiente de nuestro pensamiento, incognoscible pero cierta: la cosa en sí; para el idealismo hegeliano, todo es producto del pensamiento, no existe esa supuesta realidad en sí que esté más allá de lo conocido; • el problema de identificar quién es el sujeto que realiza las distintas síntesis o actividades de conocimiento: para Berkeley el sujeto cognoscente es el hombre concreto, cada persona que percibe y piensa; para Kant el sujeto cognoscente no se puede identificar con el sujeto empírico, con el sujeto que se ofrece en la experiencia y cuya mente se da ya en el tiempo y cuyo cuerpo en el tiempo y en el espacio. Kant no aclaró adecuadamente quién o qué es el sujeto del cual se predican las categorías y el resto de estructuras aprióricas que influyen en el conocimiento y al que llamó sujeto trascendental. Para Hegel el sujeto del pensamiento en el que se muestra y se crea la realidad no es el hombre concreto, el sujeto empírico; este filósofo habla de la Razón, la razón con mayúscula, que parece identificar con lo que ordinariamente llamamos Dios o Infinito. En algunos textos Marx parece aproximarse al idealismo al afirmar que la realidad no es independiente de la actividad humana (aunque no del espíritu sino de la suma de sus actividades productivas), pero si nos limitamos a su versión más popular, el marxismo es contrario al punto de vista idealista pues considera que la realidad no es consecuencia del espíritu sino el espíritu de la realidad (de la Naturaleza). IDEALISMO ALEMÁN MOVIMIENTO FILOSÓFICO ALEMÁN DE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XIX QUE, DESARROLLANDO ALGUNAS SUGERENCIAS DE LA FILOSOFÍA KANTIANA, CONSIDERA A LA REALIDAD COMO UN PRODUCTO DE LA RAZÓN. El idealismo alemán tiene su origen en Kant: recordemos que, según este filósofo, en la experiencia de conocimiento el sujeto cognoscente es activo, aporta en dicha experiencia las estructuras aprióricas que en él se encuentran y ordena, reúne o sintetiza el material bruto de la sensación mediante mecanismos que descansan en él mismo. El fenómeno –lo único que realmente nos cabe conocer– es una consecuencia de la actividad del Sujeto Trascendental. Sin embargo Kant creyó que podíamos postular la existencia de una realidad trascendente, no fenoménica, una realidad independiente del sujeto (la cosa en sí o noúmeno), aunque para nosotros absolutamente desconocida. Esta tesis limita la actividad de la razón humana, y es consecuencia de la concepción de dicha razón como facultad de conocimiento finita, del reconocimiento de la propia finitud. Sin embargo, los filósofos alemanes posteriores a Kant hacen una valoración más optimista de la Razón y acaban considerando a ésta como una facultad que carece de límites. Las características de este movimiento son las siguientes: 1. Rechazan la noción de noúmeno o cosa en sí: no existe nada que esté más allá de la realidad conocida, no hay distinción entre la realidad pensada y la realidad en sí misma. 2. Potencian el papel activo del sujeto: para Kant el sujeto es activo en el sentido de que influye en lo conocido a partir de sus estructuras aprióricas y de los procesos que en ellas descansan, pero creyó también que en el sujeto había una dimensión de pasividad, pasividad que se muestra en el hecho de que el sujeto elabora el fenómeno a partir de un material caótico que le viene ya dado (el material bruto de la sensación); los idealistas consideran que es preciso rechazar esa dimensión de pasividad y concluyen que absolutamente todos los aspectos de la realidad conocida son una consecuencia de la actividad del sujeto cognoscente. 3. La Razón no se identifica con ninguna razón finita particular: el sujeto cuya actividad intelectual da lugar a la realidad no es ningún hombre concreto; estos filósofos no son claros sobre este tema, pero parece –al menos en el caso de Hegel– que la identifican con lo Infinito, cuya expresión más clara en el mundo humano es Dios. 4. El proceso por el cual la Razón o Infinito da lugar a la realidad tiene lugar en el tiempo y sigue un orden, al que dieron el nombre de dialéctica. Entenderán este movimiento de autodesenvolvimiento de la Razón o dialéctica como un proceso formado por tres etapas: la tesis o afirmación, la antítesis o negación, y la síntesis o superación de los contrarios en una realidad más perfecta que integra, superándolos, los momentos precedentes. Este proceso se puede ejemplificar con la teoría hegeliana de la dialéctica: para Hegel los tres momentos básicos son el de la Idea considerada en sí misma y anterior a su revelación en el mundo finito (tesis), la Idea expresándose en el mundo finito, en el ámbito de la Naturaleza (antítesis), y, finalmente, el momento de su perfección mediante la integración de ambas dimensiones en el mundo del Espíritu (síntesis). Simplificando mucho podríamos identificar la Idea con Dios (lo realmente Infinito), la antítesis con su manifestación como realidad finita (el mundo natural), y la superación de ambas realidades con el mundo humano (mezcla de infinito y finito). La idea de la dialéctica como proceso o movimiento basado en la contradicción va a influir poderosamente en la filosofía marxista, aunque desprovista de su dimensión teológica. 5. Una consecuencia de las tesis anteriores es la clara tendencia panteísta La teología anterior (por ejemplo, Santo Tomás) defendía posiciones que se podrían incluir en el teísmo (la consideración de Dios como un ser personal, providente, creador del mundo natural e independiente de él); el idealismo alemán, sin embargo, tiene una visión más compleja de lo divino, parece considerar al teísmo como una forma de antropomorfización de lo divino, y, eliminando la radical separación entre el ámbito de las criaturas y la realidad de Dios, acaba considerando que todo participa de la infinitud: la Naturaleza es una forma particular de expresarse Dios, como otra es la que vivimos en la religión, y otra la que se ofrece en el arte y la filosofía. Las tres variantes principales del idealismo alemán son el “idealismo subjetivo” de Fichte, el “idealismo objetivo” de Schelling y el “idealismo absoluto” de Hegel. Marx toma algunos elementos importantes del idealismo alemán, en particular de Hegel (los conceptos de alienación, dialéctica,...), pero interpretándolos en un sentido materialista.