Nació en una pequeña familia de clase baja, como muchas otras, del SubMundo. Su pasado fue parecido al de muchos niños de su estatus: fue esclavo para los vampiros, siendo explotado desde su más tierna infancia, tanto física como sexualmente por los Vampiros. Debido a sus traumáticos recuerdos carece de miedo y arrepentimiento de todo lo que hace o hizo en un pasado, cuando aún estaba vivo. A los 14 años vivía solo en los peligrosos barrios bajos del SubMundo, sobreviviendo a las penurias que la vida le regalaba despiadadamente. Entre sus peores recuerdos se encuentra la necesidad que tuvo de matar a otros humanos de edad similar para sobrevivir… Por aquella oscura y triste época, encontró a un Humano, cuyo nombre solo puede saber el propio Spicio, que lo adoptó y le enseñó tanto las bases de las peleas contra Vampiros como a utilizar armas cuerpo a cuerpo. Al cumplir los dieciséis años, el hombre al que Spicio consideraba su padre fue apresado por los Guardias del Condado y ejecutado por no pagar los altos tributos que por aquel entonces imponían los Bathory. El pequeño, curtido ya entre muerte y desgracia, destacaba por su talento como guerrero y por ello acabó seleccionado en el ejército humano de los Bathory. Durante su servicio en el mismo, fue uno de los jóvenes más talentosos, a pesar de su pequeña edad era capaz de matar y enfrentarse a rivales mucho más experimentados que él, y por esta razón sus superiores cada vez le ponían más medidas y restricciones, por miedo a que se sublevase contra ellos aquel muchacho, al que sin embargo podían explotar como hombre de armas... Su vida a partir de los veintiún años se resumió en las tabernas de los barrios bajos, donde se batió en duelos con asombrosa costumbre. Las victorias le dieron reputación entre la calaña y los bribones de aquellos ambientes. En una ocasión, en una Taberna portuaria, se encaró con uno de los canallas habituales, enfrentamiento que tuvo como resultado un evidente duelo. Spicio derrotó al hombre en la pelea, pero le perdonó la vida en última instancia, a cambio de que su rival le debería una deuda. El hombre con el que peleó resultó ser un pirata, cuya palabra vale lo mismo que la arena de la playa… Y, como era de esperar, de escaqueó de su deber. Años más tarde, con su reputación como luchador por las nubes, conoció a una gran cantidad de humanos, hartos por la subyugación humana en el Condado, que los hacía sufrir y los obligaba a contemplar cómo los Vampiros torturaban y se aprovechaban de los Humanos con total impunidad. Este ambiente, llevó a Spicio a ponerse al frente de una gran cantidad de desórdenes públicos y disturbios en el Condado, hasta el punto de que sus victorias y escaramuzas acabaron llamando la atención de los Bathory. La fama de Spicio creció tanto que acabó ganándose su apodo "Spicio de la Serpiente" (probablemente por su habilidad con la maza que solía utilizar, un mayal). Spicio vio sus esfuerzos recompensados con esa llamada de atención, por lo que continuó con sus insultos a la Raza dominante del SubMundo: bebía en cráneos de sus enemigos, bañándolos en bronce. Spicio se convirtió en una verdadera amenaza para los Bathory, pasó de ser un simple bandido a convertirse en el líder de una cuadrilla que se enfrentaba al regio e inquebrantable poder de los Vampiros. Esta situación acabó con una furiosa Elisabeth Bathory, Condesa por aquel entonces, que pidió la cabeza del Humano que la desafiaba. El poder militar de los Bathory acabó desestabilizando la balanza, demostrando que la lucha de Spicio estaba perdida desde el principio… En sus últimos días como vivo… Spicio no flaqueó en su empeño y continuó enfrentándose a la Guardia del Condado… A los treinta y cuatro años y con tan solo diez hombres humanos en su grupo, plantó cara al ejército de los furiosos dueños del Condado… Spicio fue el último en caer, llevándose a cuantos pudo en su batalla final… Hasta que un vampiro, Capitán de la Guardia del Condado Bathory, se enfrentó a un agotado y reducido Spicio, propinándole las heridas que deformaron su rostro y cortando su brazo en el combate. Spicio, caído pero con una sonrisa en el rostro y deseando continuar, fue capturado con vida y torturado… Alcanzó el fin de sus días sufriendo en sus carnes una condena muy habitual del Condado Bathory: fue empalado y abandonado, dejando el mundo cuando finalmente, su cuerpo, cayó de la pica que lo atravesaba… Alguien lo devolvió a la vida, como Regresado… Alguien que ni el propio Spicio conoce… Ahora, Spicio vaga sin rumbo ni objetivos, como No Muerto, por el mundo que lo rodea… Al menos eso piensa él… Sin embargo, el Destino siempre aguarda algo para todos… Y todo ocurre por una razón… Algo que Spicio, pronto tendrá que averiguar por sí mismo…