Interacción, comunicación y regulación emocional

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CAPITULO XIV
INTERACCIÓN Y COMUNICACIÓN EMOCIONAL
Itziar Fernández
Pilar Carrera
Flor Sánchez
Darío Páez
Interacción, Comunicación y Cultura
En este capítulo analizaremos la interacción interpersonal, en particular, con
relación a la comunicación verbal y los aspectos no verbales de la expresión emocional y la
conducta. Una primera línea de estudio se ha centrado en analizar las reglas que regulan la
distancia y el ritmo de actividad, ya que estas muestran grandes diferencias culturales (Hall
y Whyte, 1979). Así, en los párrafos siguientes examinaremos sobre todo las normas
culturales de regulación de la distancia de contacto interpersonal, la regulación sociocultural del tiempo y de la rapidez de la actividad humana.
Cultura, Distancia Física, Contacto y Regulación de la Interacción
La cultura supone una forma peculiar de estructurar la distancia física y el espacio.
Comenzaremos este capítulo revisando los aspectos psicosociales de la ‘proxemia’. El
antropólogo Hall popularizó la idea de que en cada cultura existía una distancia normativa.
Según él, subsisten diferentes áreas o espacios vitales, cada uno de los cuales define una
esfera de interacción social. Por ejemplo, en el caso de la cultura de Estados Unidos las
áreas serían las siguientes: a) la zona íntima, de 0 a aproximadamente medio metro (46
cm.); b) el área personal de medio metro a 1,20 centímetros; c) el área social de 1,20 a 3,65;
y, d) el área pública: de 3,65 metros a 7,6 metros.
Las culturas definen de forma diferente las distancias normativas. Hall diferenció
las culturas de bajo y alto contacto. En las primeras, las personas interactuarían a poca
distancia y se tocarían más, ocurriendo lo contrario en las de alta distancia. Las culturas
mediterráneas (p. e., Grecia), incluyendo las árabes y del Medio Oriente, las latinas (p. e.,
Francia, Italia, Portugal, España y América Latina), los Europeos del Este, los rusos y los
judíos de estas regiones se caracterizan por un mayor contacto -aunque los contactos entre
géneros estén regulados en el caso de América Latina y Europa del Sur y exista una
segregación más marcada en el caso árabe-. En cambio, las culturas anglosajonas (p. e.,
Estados Unidos, Inglaterra) y de Europa del Norte (p. e., Escandinavia, Alemania) definen
como normativo una mayor distancia interpersonal -aunque la segregación de géneros sea
menos extrema-. Esto produce malentendidos culturales, como el del diplomático árabe que
‘persigue’ al anglosajón para ponerse en la proximidad cercana que él considera necesaria
para hablar cara a cara, mientras el último retrocede para poner entre él y su interlocutor ‘su
propia distancia’. Una antropóloga española (catalana) narraba cómo después de una larga
estancia en Estados Unidos y acostumbrada de forma inconsciente e involuntaria a las
mayores distancias anglosajonas, recién llegada a España le pidió a una señora en un
autobús en Barcelona que se separara de ella. O el caso de una psicóloga española (vasca)
que acompañando a una colega anglosajona en Estados Unidos mientras ésta hacía
fotocopias, dado la cercanía con que le hablaba y la frecuencia de contacto, fue increpada:
‘¡o te alejas o te acuso de acoso sexual!’.
Es importante destacar que, a diferencia de lo que ocurre con las normas sobre la
comunicación implícita y explícita, las cuales se asocian al colectivismo e individualismo,
existen culturas colectivistas de alto contacto (árabes, de América Latina y Europa del Sur)
y de bajo contacto (las asiáticas en general, como China, Japón, Tailandia, Indonesia,
Filipinas y Vietnam) (Andersen, 1997).
Diferentes estudios, ya sea observando a díadas de personas interactuando o
preguntando a individuos sobre sus experiencias de contacto físico o de distancia
cotidianas, han confirmado la apreciación de Hall: Árabes y latinos definen que la distancia
de interacción adecuada es menor o interactúan a menor distancia que anglosajones.
Estudios recientes han confirmado la categorización de las culturas de Europa del Norte y
anglosajonas como de menor contacto que las de Europa del Sur. Italianos observados en
díadas mixtas y masculinas se tocaban más que alemanes y estadounidenses. También se ha
mostrado en otro estudio que los italianos, griegos y franceses se tocaban más que los
ingleses, irlandeses y holandeses (Remland, Jones y Brinkman, 1995). Se ha encontrado que
los franceses tocan más a los niños que las personas de Estados Unidos -lo que explica en
parte según los investigadores por qué los niños franceses parecen más calmados que los
norteamericanos- (Gueguen, 2002).
Por otro lado, los mismos países árabes que proscriben el contacto entre sexos
opuestos, aceptan que los hombres se toquen y se posicionen cerca. Así, se puede ver a una
pareja de policías haciendo su ronda cogidos de la mano, o en un ascensor relativamente
vacío que un hombre se posiciones cerca de otro. A este respecto un manual para militares
de Estados Unidos en el Golfo Pérsico recomendaba tanto evitar contactos públicos entre
hombres y mujeres, como advertía que era ‘normal’ que en lugares públicos hombres
árabes se pusieran mucho más cerca de ellos. Los europeos del Sur y latino-americanos se
tocan más al hablar que los europeos del norte y estadounidenses. Esta variabilidad cultural
no se puede explicar de forma lineal por el nivel de individualismo.
Si bien en las culturas individualistas de Europa del norte es normativo un menor
contacto físico y más respeto a los espacios privados que en el colectivismo mediterráneo y
latino, los colectivistas asiáticos (incluyendo los hindúes), viviendo en condiciones de gran
densidad demográfica también excluyen el contacto físico en público entre personas cercanas
-y aún más del sexo opuesto-. En las culturas colectivistas asiáticas los contactos físicos en
público son poco frecuentes. Mientras que en las sociedades de alta distancia jerárquica, con
su énfasis en la deferencia y en la distancia de personas de alto con bajo status, se
caracterizarían por una mayor distancia física. Además, en general los sistemas de status
implican una alta distancia y una prohibición de tocar a las personas de alto status -los
monarcas y jerarcas ‘guardan sus distancias’ cuidadosamente-. La India es una cultura
jerárquica en la que el sistema de castas se basa en una fuerte distancia y una prohibición de
contacto con gentes de castas inferiores, en particular los ‘intocables’ cuyo contacto se
considera impuro. El contacto físico es muy importante entre los brahmanes, como señal de
respeto y mantenimiento de distancia social. Por ejemplo, el escritor de cultura india Naipaul
2
Psicología Social, Cultura y Educación
se molestó enormemente y estuvo una semana sin dormir porque un obrero inglés que estaba
haciendo una reparación se sentó en su cama (Andersen, 1997).
Además, al margen de la frecuencia de contacto, en las culturas colectivistas debido
a los escasos recursos socio-económicos y a la valoración del endo-grupo, estarían más
acostumbrados a la proximidad y a compartir espacios. Las personas de culturas
individualistas guardarían más la distancia y regularían más su privacidad. Confirmando
estas diferencias, inmigrantes latino-americanos en Europa percibían diferencias de regulación
social: un 50% pensaba que ‘la gente aquí mantiene la distancia física y social’ (un 22% igual
que en su país de origen) y sobre estas diferencias un 30% había hecho un esfuerzo de
adaptación. Esta diferencia de percepción era significativamente más marcada en Francia (un
72% pensaba que la gente mantenía más las distancias, frente a un 41% que lo pensaba en
España). También se encontraron diferencias entre Francia y España: el ritmo de vida se
percibía homogéneamente más rápido en Francia que en España.
Contacto Físico e Interacción
El contacto físico no sólo varía de forma importante entre culturas, sino que también
juega un papel importante en la regulación de la interacción. El contacto físico se puede
clasificar según su objetivo en:
a) Comunicación de afecto positivo (p. e., un abrazo cariñoso). En un estudio en el que el
bibliotecario tocaba breve y discretamente la mano a estudiantes de sexo femenino, se
encontró que éstas valoraban más positivamente al empleado y a la biblioteca que las chicas
que no habían sido tocadas (Hogg y Vaughan, 2002).
b) Comunicación de afecto negativo (p. e., empujar a alguien para que se retire);
c) Comunicar humor y juego (p. e., un falso puñetazo en la barbilla a un amigo/a);
d) Búsqueda de control, como tocar a alguien para que nos atienda o nos obedezca. Estudios
han mostrado que los clientes dejan propinas mayores si su camarera les ha tocado
inadvertidamente la mano que si no lo ha hecho (Hogg y Vaughan, 2002)
e) Instrumental, como cuando una enfermera o médico ausculta a un paciente. Mostrando
cómo el contacto físico, aún en un contexto profesional, sirve de apoyo emocional, un estudio
experimental mostró que las pacientes que habían sido tocadas (o no tocadas) por enfermeras
en el preoperatorio, mostraban menos miedo y ansiedad y menor tensión sanguínea en el
post-operatorio; y,
f) Ritual (p. e., cuando damos la mano o nos frotamos la nariz para saludarnos).
Un conjunto de estudios ha confirmado que un ligero contacto físico, en particular si
proviene de una persona de estatus superior, provoca no sólo una mejor evaluación del
interlocutor, sino que también hace que las personas acepten más realizar la demanda o
petición que se les ha hecho. Un meta-análisis de 13 estudios realizados en Estados Unidos y
Europa muestra que tocar a las personas (frente a un grupo que no es tocado) tiene un efecto
sobre la aceptación de realizar una conducta que el interlocutor pide1. Esto quiere decir que
1
r = 0,19.
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
3
cuando a una persona se le pide hacer algo y además se le toca, existe un 19% de
probabilidades más de que haga la conducta, ayude o cumpla lo que se le ha pedido. Hay que
recordar que el efecto de una petición menor previa sobre la aceptación de una petición
mayor posterior (lo que se denomina el efecto de pie en la puerta) es de un 10% de mayor
obediencia o acuerdo. Es decir, que el impacto de control e instrumental del contacto físico es
superior a la de la escalada de peticiones (Gueguen, 2002).
Los hombres tocan más a las mujeres que las mujeres a los hombres y la gente tiende
más a tocar a personas del otro sexo. Las mujeres evalúan más positivamente ser tocadas que
los hombres si las personas con conocidas -aunque los hombres evalúan como más positivo
que las mujeres ser tocados por extraños del otro sexo-.
La socialización explicaría en parte estas diferencias. En la infancia las niñas serán
más tocadas que los niños y aprenderían a contactar más físicamente. Mientras las mujeres
se sentirían tranquilas en el contacto físico, los chicos evaluarían estos gestos como
amenazantes, señales de dominio del que toca o de vulnerabilidad del tocado, o signos de
ser ‘poco hombre’.
Las diferencias de género en el contacto físico en el occidente también reflejaría en
general diferencias de estatus. La gente que inicia el contacto físico se le percibe de mayor
estatus que los que reciben el gesto. Las personas de menor estatus se sitúan a mayor
distancia y tocan menos a los de mayor estatus, según han mostrado estudios que han
observado la distancia y contacto entre marinos de diferentes grados (Hogg y Vaughan,
2002).
Todas estas tendencias se han constatado en la cultura individualista occidental.
Inclusive, dentro de ella se han constatado diferencias de edad y de clase. Los niños se tocan
y aceptan distancias más cercanas que los adultos. Los niños de minorías (negros) y de clase
obrera se sientan más cerca y tocan más que los niños blancos y de clase media.
Cultura, Tiempo y Rapidez del Ritmo de Vida
Una característica central de toda cultura es la organización del tiempo, además del
espacio. En general se ha asociado el colectivismo a una percepción del tiempo como más
lento y subordinado a la actividad social, mientras que en el individualismo el tiempo se
concibe de manera lineal, que organiza la actividad social, a su vez dividida en segmentos
homogéneos.
Con respecto al primero, Hall distinguió el tiempo monocrónico del tiempo
policrónico. Denomina policrónico al sistema que consiste en hacer varias cosas a la vez y
monocrónico el sistema que consiste, por el contrario, en hacer una actividad tras otra. En
las culturas de tiempo monocrónico, el horario es un compromiso ineludible y la
puntualidad una norma de conducta. En las tiendas o en las paradas de autobús se sigue un
riguroso orden de llegada. En las culturas de tiempo policrónico, los compromisos
temporales son más flexibles y en las tiendas los vendedores pueden atender a varias
personas al mismo tiempo sin seguir necesariamente un orden de llegada. Además, las
culturas policrónicas suelen situar la realización del trabajo en una categoría especial muy
por debajo de la importancia de ser simpático, cortés, considerado, amable y sociable con
los demás seres humanos.
4
Psicología Social, Cultura y Educación
En muchas culturas tradicionales, las actividades se realizan cuando las condiciones
sociales se cumplen y no cuando lo indica el reloj. Por ejemplo, una actividad de canto se lleva
a cabo cuando se reúnen la cantidad de cantantes necesarios y estos están con el estado de
ánimo adecuado para cantar. O el autobús parte cuando se ha llenado de pasajeros (la empresa
Alsa instauró en China que el autobús partía a la hora, a diferencia de la costumbre anterior).
Los códigos occidentales industrializados relativos al tiempo, sobre todo en el medio
urbano, se asocian a normas que son muy diferentes a las existentes en las culturas
colectivistas; el ‘tiempo es oro’, se debe gastar lo mejor y más racionalmente posible
(productivamente) y el logro es lo más importante. Hay una clara división entre
tiempo-objetivos de trabajo y tiempo-objetivos de ocio.
En las culturas tradicionales, menos industrializadas, la visión del tiempo es más laxa y
lenta. De hecho, se ha encontrado que la percepción del tiempo es más ‘lenta’ entre
latinoamericanos que entre norteamericanos. Una serie de investigadores han sugerido que los
hispanos y latinoamericanos pueden considerarse orientados hacia el presente y que este valor
cultural se traduce a menudo en retrasarse en los trabajos o en la percepción errónea del
tiempo utilizado en realizar una tarea (Levine, 1997). Los hispanos (inmigrantes de Estados
Unidos originarios de Latinoamérica) tienden a tener una actitud más flexible hacia el tiempo
que los no hispanos, en particular en lo concerniente a sucesos o actividades que no reclaman
necesariamente puntualidad (p. e., ir a una fiesta o reunión social, esperar a un amigo). Esta
flexibilidad lleva a los hispanos a sentir que son puntuales si llegan 15 o 20 minutos después
de la cita (Marín, 1987). Respecto a la orientación temporal, es significativo el hecho de que
los hispanos den más valor a la calidad de las relaciones interpersonales que al tiempo en que
éstas tienen lugar (Marín y VanOss, 1991). La diferencia cultural de percepción del tiempo se
manifiesta en los siguientes comentarios (extraídos de las declaraciones de hijos de
inmigrantes portugueses y españoles en Francia en la década de los 60 del siglo XX):
’Yo quisiera irme de este país, no quiero adaptarme a este ritmo infernal [...] es
como si no vivieran [...] pero esta gente no vive, corre’ (Vásquez y Araujo, 1990).
Un tiempo dividido y segmentado, utilizado en función de la rapidez y de la
productividad, frente a un tiempo global y lento, utilizado en función de la sociabilidad,
parece oponer a culturas individualistas y colectivistas, en la medida en que éstas difieren
en su estructura productiva.
’En América Latina, por ejemplo, sería una torpeza llegar a la hora exacta para una
invitación a comer. Cuando se dice ‘venga a las ocho’, hay que interpretarlo como
‘llegue cerca de las nueve’. A nadie se le ocurriría, tampoco, interrumpir una
conversación entre amigos porque tiene que llegar puntualmente a una reunión,
porque en la escala de valores colectivistas típicos de los latinoamericanos, el que
hace una cosa así pasa por ‘frío’ y ‘cargante’. (Vásquez y Araujo, 1990).
Con respecto a las diferencias del tiempo social y de regulación social, asociadas al
mayor desarrollo socio-económico, en una muestra de inmigrantes latinos, norteafricanos y
africanos sub-saharianos en España, esta diferencia cultural se percibía con fuerza y era la
que exigía un mayor esfuerzo de adaptación. Resultados similares se encontraron con
inmigrantes latinos en Francia. Un 52% pensaba que ‘la gente anda apurada y sin tiempo’
(un 33% igual que en su país de origen) y un 42% había hecho un esfuerzo de adaptación.
Un estudio con voluntarios de cooperación norteamericanos en países menos desarrollados,
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
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también encontró que la adaptación al ritmo más lento de vida era lo que les exigía mayor
esfuerzo de adaptación.
Levine y Norenzayan (1999) midieron la rapidez del ritmo de vida en 31 países
mediante tres indicadores: la rapidez de marcha peatonal en el centro de las ciudades, la
rapidez con que los empleados de correo realizaban la tarea de envío de una carta y la
exactitud de los relojes públicos. El desarrollo económico, el clima frío y el individualismo
se vinculaban a una mayor rapidez del ritmo de vida, es decir, a una mayor exactitud de los
relojes, a una mayor rapidez peatonal y de los trabajadores de correos, aunque era el nivel
de desarrollo económico el que se asociaba específicamente a la rapidez de la vida social.
En otros términos, que es la economía más que la cultura o el clima la que determina el
ritmo de vida.
Tabla 1. Rango de Ritmo Temporal por País y Rapidez al Caminar
Países en relación con el ritmo temporal
Países con ritmo temporal rápido
Suiza
Irlanda
Alemania
Japón
Italia
Inglaterra
Suecia
Austria
Holanda
Hong Kong
Países con ritmo temporal medio
Francia
Polonia
Costa Rica
Taiwán
Singapur
Estados Unidos
Canadá
Corea del Sur
Hungría
Republica Checa
Países con ritmo temporal lento
Grecia
Kenia
China
Bulgaria
Rumania
Jordania
Siria
El Salvador
Brasil
Indonesia
Méjico
Fuente: Levine y Norenzayan (1999).
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Psicología Social, Cultura y Educación
Rango de rapidez por país
Rapidez al caminar
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
3
1
5
7
10
4
13
23
2
14
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
8
12
16
18
25
6
11
20
19
21
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
14
9
24
27
30
28
29
22
31
26
17
Como se puede constatar en la Tabla 1 el rango medio de Europa Occidental es 5,5,
el de Asia es 16,3, el de América del Norte 16,5, el de Europa Oriental 18,5, el de América
Latina 25, el de los países árabes 24,5, frente a 15 de Estados Unidos -que está en la mitad
en rapidez del ritmo temporal mundial-.
En síntesis, el desarrollo industrial aumenta la regulación del tiempo, la regulación
explícita y definida de los espacios físicos y sociales que se ocupan y la formulación escrita
de las reglas.
Comunicación y Cultura
Definiremos la comunicación como al conjunto de conductas y procesos
psicológicos que permiten recibir y transmitir la información, teniendo en cuenta que la
comunicación es un proceso interactivo bidireccional que se da en un contexto sociocultural.
Para definir el concepto de comunicación, fundamentalmente verbal, seguiremos la
propuesta de Gudykunst y Kim (1997). Estos autores destacan cinco principios básicos en
la definición de lo que es comunicación:
a) La comunicación verbal es una actividad simbólica, esto es, los significados verbales
son convencionales, construidos socialmente por los miembros de una cultura. Los
significados son por tanto compartidos, el consenso es mayor que la particularidad pero no
la anula. La especificidad por tanto no significa arbitrariedad. De la misma manera
podemos plantear que la heterogeneidad entre diferentes culturas no impiden que puedan
existir significados universales compartidos.
b) La comunicación es un proceso que incluye la transmisión e interpretación de mensajes.
Dado que dos personas pueden no compartir exactamente los mismos significados, la
transmisión e interpretación de los significados puede diferir entre emisor y receptor y
tendremos que considerar cierto grado de ruido y entropía en el proceso. Debemos subrayar
que este proceso es dinámico, transmitimos e interpretamos mensajes al mismo tiempo, lo
que va a suponer aciertos y errores en la interpretación de todas las partes implicadas.
c) La comunicación puede darse con diferentes niveles de conciencia tanto en el emisor
como en el receptor. No sólo se transmiten e interpretan significados intencionalmente,
también es posible que el receptor descodifique mensajes que no han sido enviados de
manera voluntaria (p. e., gran número de conductas no verbales).
d) En el proceso de comunicación los participantes hacen predicciones sobre los resultados
que van a producir sus mensajes, esto significa que eligen las estrategias de transmisión de
significados. Es posible, por tanto, contextualizar los estilos de comunicación teniendo en
cuenta quiénes participan en el intercambio. Veremos como en unas culturas priman los
estilos indirectos de comunicación y en otras las estrategias más directas, y que dicha
elección tiene una clara influencia sobre las relaciones interpersonales y grupales.
e) Toda comunicación contiene una dimensión que incluye el significado concreto del
mensaje y otra dimensión que podemos denominar social, entendiendo que incluye las
características de la relación social que mantienen los participantes. En la primera
incluiríamos lo que decimos y en la segunda la forma de decirlo. Ambas dimensiones son
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
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interdependientes de manera que el contenido influye en la estrategia elegida (p. e., dar una
mala noticia puede sugerirnos el uso de una estrategia de comunicación indirecta: ‘la
tormenta ha aislado el continente europeo de Gran Bretaña’) y a su vez la estrategia elegida
modifica el significado del mensaje (la noticia anterior intentaría restar importancia al
aislamiento temporal de la isla).
En esta definición del proceso comunicativo queremos destacar dos puntos que
jugarán un papel especialmente relevante en la comunicación de emociones. En primer
lugar la consideración del nivel de intencionalidad nos hará diferenciar la expresión verbal
y no verbal de las emociones. La consideración de una conducta como voluntaria e
intencional plantea el uso de reglas de expresión (“display rules”) con las que el sujeto se
define como miembro de esa comunidad cultural y manifiesta su participación en los
significados culturales. Ekman (1972) sugirió que las reglas de expresión emocional se
aprenden en cada cultura de manera que la conducta no verbal asociada a las emociones se
pudiera intensificar, desintensificar, sustituir o incluso neutralizar. También nos
encontraríamos con reglas de interpretación en cada cultura. Por ejemplo, Matsumoto y
Kudoh (1993) han encontrado que los norteamericanos más que los japoneses evalúan
positivamente a las personas que sonríen. Tsai (2003) recientemente ha encontrado cómo
las sonrisas no Duchenne, no prototípicas, asociadas a cortesía y deferencia, aparecen con
más frecuencia durante eventos emocionales positivos en norteamericanos que en asiáticos,
dado que en los primeras se valora más este tipo de experiencias, siendo la relación opuesta
en el caso de los eventos emocionales negativos, donde los asiáticos sonríen con mayor
frecuencia que los norteamericanos (Friesen, 1972).
Markus y Kitayama (1991) distinguen entre la experiencia y la expresión de
emociones y en esta distinción cabe la cultura, la cual podría; a) alentar expresar ciertas
emociones cuando se experimentan; b) desalentar a expresar ciertas emociones cuando se
experimentan; c) alentar a expresar ciertas emociones aún cuando no se experimenten; y, d)
desalentar a expresar emociones que no se experimenten. Con esta propuesta cobran
sentido las mayores comunalidades culturales encontradas entre los antecedentes y
experiencias subjetivas ligadas a las emociones y las mayores diferencias encontradas en
las conductas de expresión verbal y no verbal y en los procesos de regulación y
afrontamiento (Mesquita y Frijda, 1992). Existe mayor similitud intercultural en
antecedentes, intención y tendencia a la acción, y mayores diferencias en respuestas
subjetivas, expresión verbal y en el afrontamiento de la emoción.
También debemos destacar el papel principal que la comunicación emocional tiene
en el proceso de formación, mantenimiento y disolución de las relaciones interpersonales,
grupales e intergrupales. La cultura participa del proceso comunicativo y las emociones
serían uno de sus contenidos principales en la negociación de significados. El “self
disclosure” es precisamente una medida de comunicación interpersonal, una evaluación del
grado en que contamos a los demás nuestros sentimientos y pensamientos más personales.
Ello supone una de las medidas más relevantes utilizadas para definir el grado de intimidad
de una relación interpersonal, esto es, el significado que la relación tiene para las personas
que la integran.
8
Psicología Social, Cultura y Educación
Comunicación y Conducta no Verbal
Se define como comunicación no verbal las formas de comunicación que utilizan
otro medio que la voz. Existe la creencia de que el lenguaje del cuerpo transmite
información sin que se pueda controlar. Inclusive se afirma que la mayoría de la
información emocional y social se transmite por vía no verbal. Estas afirmaciones son
discutibles, ya que estudios comparando la inferencia de información de habla
(observadores escuchaban lo que se hablaba), de gestos y expresiones (observadores sólo
miraban lo que sucedía), han mostrado que la primera es más importante (Rimé, 1984).
Aunque la idea de un lenguaje del cuerpo es muy popular, en la actualidad se
cuestiona que exista éste con independencia del lenguaje verbal, que exista un código
transmitido culturalmente asociado a los gestos como mecanismo general. Sin embargo,
algunas conductas no verbales tienen un significado simbólico convencional. Desde luego
esto ocurre en el lenguaje por signos de los sordomudos, en el que los emblemas o gestos
corporales con un significado, como por ejemplo, mover la cabeza de arriba-abajo o de
izquierda a derecha, van a significar afirmación o negación en nuestra sociedad, aunque en
algunas culturas el significado que se le otorgue sea otro. Además, la comunicación implica
la existencia de un código de símbolos compartidos, es decir, de un conjunto de signos con
un significado atribuido por convención en una cultura dada. La mayoría de la conducta no
verbal no cumple estos requisitos, por lo que es equivocado hablar de comunicación no
verbal. La denominada comunicación no verbal se apoya en las inferencias que hace un
interlocutor a partir de los movimientos del que se dirige a él.
Los estudios de Rimé han cuestionado que los movimientos que acompañan a la
verbalización tengan una función comunicativa. Sus investigaciones han mostrado que los
movimientos corporales se realizan aunque no haya contacto visual con el interlocutor.
Comparando sujetos enfermos con diferente nivel de capacidad verbal, los sujetos de mejor
capacidad también gesticulaban -por lo que queda excluida la hipótesis que los gestos sean
una forma sustitutiva de la comunicación verbal, ya que en este caso deberían ser los sujetos
con déficit verbal los que gesticularan más-. La interpretación de Rimé et al. es que los
movimientos y expresiones corporales son formas motorico-esquemáticas de representación
que ayudan a procesar información y a elaborar la información a transmitir, pero que no
juegan ningún papel en la transmisión. Los movimientos corporales tienen sobre todo una
función intra-psíquica, de ayuda a la actividad cognitiva. El movimiento corporal se halla
implicado en la actividad verbal y se hace más denso cuando la actividad verbal es más
compleja. Los gestos reflejan las representaciones y elaboraciones cognitivas que se
desarrollan el locutor. En general, los interlocutores le prestan poca atención, aunque lo hacen
cuando hay incongruencias y el auditor los puede utilizar para inferir lo que hace el locutor
(Rimé, 1984; Azurmendi, 2000).
Con estas relativizaciones, la expresión facial, las posturas y movimientos corporales,
la mirada y el contacto físico juegan un papel en la interacción social y son formas
importantes mediante las que se manifiesta la influencia de la cultura. Según Patterson la
conducta no verbal cumple varias funciones: a) transmite nuestros sentimientos e intenciones
(una sonrisa transmite afectividad positiva); b) regula las conversaciones (cuando el
interlocutor deja de mirar al locutor, indica que quiere hablar él); c) expresa el grado de
intimidad (nos aproximamos y dejamos aproximarse relajadamente a las personas que
apreciamos y que nos aprecian); d) sirve para controlar el medio social (una expresión facial
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
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de enojo sirve para amenazar a alguien que queremos controlar); e) vale de apoyo a la
comunicación verbal y facilitar el lograr objetivos (apuntar con el dedo a algo o a alguien
puede facilitar la realización de una tarea) ( Hogg y Vaughan, 2002).
Expresión Facial e Interacción
Los estudios de Ekman muestran que se reconocen ciertas expresiones faciales
transculturalmente como asociadas a ciertas emociones, aunque se reconoce mejor estímulos
de su cultura y ciertas emociones más que a otras. Por ejemplo, las expresiones faciales de
enojo se reconocen más rápido que otras -probablemente porque será adaptativo
evolutivamente orientar la atención a claves que significan un peligro potencial-.
Las culturas van a influenciar la frecuencia, lugar y momento de expresión facial, así
como el significado que estos tienen y su función en la interacción social.
Las culturas tienen diferentes reglas de manifestación de las emociones en el rostro.
Estas reglas dictan el momento y el lugar donde ciertas emociones pueden expresarse
facialmente. Las culturas jerárquicas y algunas colectivistas (asiáticas e indígenas
americanas) tienen reglas de auto-control y baja expresión facial -la denominada ‘cara de
póquer’ de los indios en América Latina-.
Las culturas también orientarán más la atención hacia ciertas expresiones faciales
asociadas a emociones más salientes. Sujetos de culturas individualistas e igualitarias
reconocían mejor que sujetos colectivistas y de alta distancia jerárquica la expresión facial de
alegría, probablemente por la valoración del bienestar personal y de la importancia de las
claves que orienten la sociabilidad. Sujetos colectivistas reconocen mejor la expresión de
tristeza, probablemente por la importancia de apoyar a los miembros del endo-grupo en
situaciones negativas. Finalmente, los sujetos de culturas normativas, que se sienten
amenazados por situaciones ambiguas perciben mejor el miedo y la tristeza, por su
orientación ansiógena si se quiere (Smith y Bond, 1998).
Además, en aquellas culturas en las que hay normas de auto-control de gestos
corporales y expresiones, es más difícil determinar qué expresión facial están mostrando los
sujetos. Jueces italianos, ingleses y japoneses evaluaron las emociones mostradas por actores
de estos mismos países. Todos los jueces reconocieron las emociones expuestas por los
actores occidentales. Todos los observadores, incluyendo los japoneses, tuvieron dificultades
para reconocer las emociones representadas por el actor japonés (Argyle, 1987, en Vallerand,
1994).
Sujetos de alta distancia jerárquica ‘perciben’ menor intensidad de emociones
negativas en fotos que manifiestan expresiones afectivas -las culturas ‘sintonizan’ u orientan
no solo la expresión, sino que también la percepción de expresión faciales en los otros(Smith y Bond, 1998).
Los estudios muestran que la expresión facial de las emociones tiene un papel similar
a las funciones sociales, es decir, que no es tanto una respuesta espontánea asociada a un
estado emocional, sino que una forma de transmitir sus emociones para orientar la conducta
social. La expresión de disgusto y molestia que ponemos cuando hablamos con otros de un
hecho negativo, como un accidente de coche p e., tiene como objetivo manifestar nuestra
simpatía con la víctima -del accidente en este caso-. Los estudios de Krauth y Johnston
10
Psicología Social, Cultura y Educación
(1979, citado en Vallerand, 1994) mostraron que los espectadores deportivos sonreían cuando
miraban a un par después de un tanto y no cuando este ocurría. Fernandez-Dols y
colaboradores constataron que atletas triunfadores en los momentos de éxito culminante no
mostraban la expresión canónica de alegría, sino una serie de expresiones variables y
cambiantes, algunas de ellas asociadas a otras emociones. La expresión de sonrisa y alegría
facial se manifestaba cuando los atletas interactuaban con otras personas, confirmando la idea
de que la expresión facial sirve para transmitir voluntariamente un estado emocional que
refuerza la cohesión y simpatía, en este caso.
La cultura influye en el significado y funciones sociales de la emoción. La sonrisa es
utilizada menos frecuentemente entre asiáticos que entre afro y euro-americanos -causando la
impresión en estos últimos de que los asiáticos son poco amables-. El mismo malentendido se
produce entre europeos del norte y del sur -aunque en todas las culturas la sonrisa se asocia a
la alegría, su frecuencia y momento de utilización es diferente-. Además, en las culturas
asiáticas la sonrisa se utiliza en situaciones o estados de enojo, vergüenza o desagradables -lo
que a los ojos occidentales parece equivoco o raro- ( Klineberg, 1988).
Dos estudios mostraron cómo el significado de la sonrisa varía entre culturas y por
tanto también varían las funciones sociales que la sonrisa puede tener en diferentes contextos.
Jueces de Estados Unidos, China y Japón evaluaron rostros sonrientes y no sonrientes en dos
estudios. En ambos los jueces evaluaron como más sociables a las expresiones sonrientes,
confirmando que la sonrisa se asocia a la alegría y al contacto social positivo. En un estudio,
las sonrisas aumentaban la percepción de que esas personas eran más inteligentes, aunque
solo entre norteamericanos y no entre japoneses. En otro estudio, los jueces chinos, aunque
no los de Estados Unidos, asociaron la sonrisa con falta de auto-control y equilibrio o calma
(Smith y Bond, 1998). La socialización asiática en auto-control e inhibición emocional y
expresivo produce que se evalúe menos positivamente a personas que sonríen (en exceso para
sus reglas probablemente) o que no se les evalúe como más inteligentes. La sonrisa cumplirá
así funciones sociales más restringidas en estas culturas asiáticas que en las occidentales.
Gestos, Posturas Corporales e Interacción
Los gestos pueden ser usados independientes, como los emblemas o movimientos
corporales con un sentido cultural compartido (p. e., la V victoria hecha con los dedos de la
mano), o pueden apoyar la interacción verbal, como los ilustradores o gestos que
acompañan al lenguaje verbal. Un 10-20% de los gestos se utilizan para mantener la
interacción -en culturas individualistas anglosajonas-, los otros cumplen fines de apoyo a la
conversación. En culturas asiáticas, como el Japón, se utilizan menos gestos para apoyar la
interacción. Su utilización se considera signo de mala educación (Smith y Bond, 1998).
Los estudios de Mehrabian (1972, citado en Hogg y Vaughan, 2002) mostraron que
manifestar una postura distendida (el cuerpo relajado, posición asimétrica y echada para
atrás) significa una posición de dominación. En cambio una persona de estatus inferior ante
un superior mantiene una postura tensa y simétrica .
Estudios mediante encuestas han confirmado que las personas de culturas de baja
distancia de poder o que valoran las relaciones igualitarias, las personas individualistas que
valoran a la persona autónoma y la expresión de las emociones, así como las personas de
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
11
culturas cooperativas que valoran el apoyo social, informan de mayor intensidad de conducta
no verbal en el enojo y tristeza (Fernández, Carrera y Sánchez, 2001).
Mirada, Contacto Visual e Interacción
La mirada sirve para:
a) Comunicar sentimientos e información: Aunque inicialmente los estudios indicaron que
había una relación entre atracción y mirada, otros estudios mostraron que la mirada
prolongada intensifica o subraya el contenido de la comunicación verbal (mirar fijamente
sirve para intensificar la comunicación de desacuerdo, por ejemplo). En algunas culturas,
mirar de forma sostenida es signo de insolencia, en otras de sinceridad. Por ejemplo, en las
culturas indígenas de América Latina andinas y meso-americanas mirar directa y
prolongadamente no es frecuente ni deseable. Los mestizos hablan de la mirada esquiva del
indio -sin percatarse que se trata de una norma de expresión diferente-.
b) Regular o sincronizar la interacción; existen normas de cuándo y cómo mirar a los ojos:
por ejemplo, es habitual que mirar a una persona indique que le toca hablar al interlocutor. O
a la inversa, cuando alguien que está escuchando desvía la mirada es una señal de que quiere
tomar la palabra. Hay diferencias culturales con respecto al uso de la mirada para regular la
interacción. Los negros americanos tienden a no mirar a su interlocutor, lo que hace que los
blancos tengan la impresión que éstos no les escuchan.
c) Ejercer control: se mira a quien se quiere persuadir. Se ha hablado de la conducta de
dominación visual: los de mayor status miran menos a los que les hablan. Mirar a alguien que
le habla a uno se interpreta como señal de sumisión. Mirar a alguien cuando uno le habla es
señal de dominio. Una mirada directa a los ojos tiene un efecto incitativo en la interacción.
Diferentes estudios han mostrado que se ayudaba más o se cogía más a gente haciendo
autostop cuando las personas que solicitaban ayuda miraban a los ojos de sus interlocutores
(Vallerand, 1994)
La falta de contacto visual entre superiores y subordinados cuando los primeros
escuchaban a los segundos es probable que se refuerce en las culturas de alta distancia
jerárquica, en las que el respeto de las diferencias de status es muy importante. En las
culturas colectivistas y jerárquicas los roles y normas contextuales son suficientes para
orientar la interacción, por lo que no serán necesarias tantas claves del tipo de mirada,
gestos y expresiones afectivas para guiar la conducta. En cambio, en culturas
individualistas y de baja distancia jerárquica, las personas deben mirar, gesticular y
expresar más, ya que en estas culturas se necesitan más claves explícitas para orientar la
interacción. Además, en las culturas colectivistas y jerárquicas, en particular en el seno del
endo-grupo y ante superiores, habrá un menor contacto visual y expresión como una forma
de evitar transmitir o expresar emociones que pueden alterar la armonía social (Smith y
Bond, 1998).
12
Psicología Social, Cultura y Educación
Conducta no Verbal, Verbal, Auto-Presentación, Manejo de Impresiones y Mentira
Sección Práctica: Conducta no Verbal y Mentira
Cree usted que la gente que miente, comparada con la gente que dice la verdad:
1. Muestra más vacilaciones al hablar
SÍ____
NO____
2. Tiene una entonación más alta de voz
SÍ____
NO____
3. Comete más errores al hablar (tartamudean etc.)
SÍ____
NO____
4. Hace más pausas antes de empezar a hablar o de responder
SÍ____
NO____
5. Habla más lentamente
SÍ____
NO____
6. Da respuestas más cortas
SÍ____
NO____
7. Se tocan más el cuerpo, el pelo
SÍ____
NO____
8. Cambian mucho de postura
SÍ____
NO____
9. Sonríen más
SÍ____
NO____
10. Ocultan más la mirada
SÍ____
NO____
Sume un punto por cada SÍ de las preguntas 1, 2, 3, 6, 7 y un punto por los NO de los ítems
4, 5, 8, 9 y 10. A mayor puntuación mejor conocimiento de los indicadores de mentira. Por encima
de siete sería usted un buen detective privado.
Como observará comparando las tablas 2 y 3 (una puntuación positiva y
significativa indica que los que mienten muestran más esa conducta y una puntuación
negativa lo contrario) las respuestas correctas (los estudios confirman que esas conductas
caracterizan a los mentirosos) y que son representaciones sociales (que las personas, al
menos occidentales, creen verdaderas) son la 1, 2 y 3. Los mentirosos vacilan más, hablan
en un tono más alto y se equivocan más al hablar. La gente cree que la 4, 5, 8, 9 y 10 son
ciertas, aunque los estudios han mostrado que la gente que miente no se conduce así. Es
decir, aunque la representación social del mentiroso incluye como rasgos típicos que este
hace más pausas, habla más lento, se mueve más y evita mirar a los ojos, esto no es cierto.
Es probable que Ud. haya pensado que estas respuestas son correctas, ya que impregnan
nuestras representaciones (como las películas, en las que el villano que miente muestra
estas conductas). Finalmente, la 6 y 7 son correctas según los estudios, aunque las personas
legas no creen que los mentirosos se toquen más el cuerpo y den respuestas más cortas.
Los contextos sociales proporcionan un marco suficiente para hacer juicios sobre las
personas que están en él (p. e., ‘me gusta’, ‘es insoportable’, ‘qué atractivo’, ‘le he caído
bien’) son juicios que se desprenden de esta interacción. Sabedores de que este proceso de
formación de impresiones ocurre, las personas hacen intentos para presentarse ante los
demás de una determinada manera. En las auto-presentaciones la gente se comporta de tal
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
13
forma que transmita ciertos roles y cualidades personales a los demás (Pontari y Schlenker,
2000). Una de las imágenes mas valoradas en este primer contacto es aparecer y ser
percibido como alguien honesto y digno de confianza, que esto ocurra, o no, será
determinante para futuras interacciones. Así por ejemplo en un proceso de selección de
personal, un candidato que no sea capaz de transmitir esa imagen de honestidad y confianza
será desestimado aunque tenga otras posibles competencias. Durante la interacción social,
la mentira se revela como un fenómeno habitual por la necesidad de alcanzar una
auto-presentación positiva. El desafío, decimos, es parecer honesto, creíble. Quienes en este
afán dicen la verdad, dan su credibilidad por garantizada y supuesta (DePaulo, LeMay y
Epstein, 1991) y quienes falseen la realidad tratarán de garantizar tan imprescindible
credibilidad.
Para conseguir presentarse de manera creíble tratarán de comportarse con las
maneras positivas y amistosas que muestran las personas sinceras (Malone, DePaulo,
Adams y Cooper, 2002), evitando actuar en la forma en que ellos creen que se comportan
los mentirosos. La gente miente para aparecer ante ellos mismos o ante los demás como
mejores, como el tipo de personas que les gustaría ser (DePaulo, Kashy et al., 1996).
Un factor de riesgo en esta tarea es que las creencias del emisor sobre cómo se
comportan los mentirosos sean erróneas, o no coincidan con las teorías ingenuas del
receptor; por ejemplo estar quieto, evitar movimientos y cambios posturales, en contra de
las creencias del emisor, podría ser considerado como rigidez y falta de implicación en la
situación, lo que podría resultar sospechoso. Paradójicamente en sus deseos de parecer
honesto, el emisor puede distorsionar o alterar la información que transmite sobre sí mismo
produciendo el efecto contrario al pretendido, esta falta de concordancia será mayor cuando
los interlocutores sean de culturas diferentes. Hemos visto por ejemplo en este capítulo
como los orientales juzgan positivamente a las personas que hablan poco, cosa que no
ocurre de forma tan marcada en occidente. Intra-culturalmente las diferencias en estilos
comunicativos producirán efectos parecidos. Aunque algunos datos recientes señalan que
los mentirosos pueden ser detectados tanto entre culturas que comparten un lenguaje como
entre las que no, aunque detectar la mentira en personas de un grupo cultural diferente
parece que requiere mayor esfuerzo (Bond y Atoum, 2000). Algunos estudios defienden
(DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton y Cooper, 2003) que, en la medida que
los mentirosos, más que quienes dicen la verdad, tratan deliberadamente de controlar sus
conductas expresivas, a lo que se suma la dificultad de autocontrol en este tipo de
comportamientos (Ekman y Friesen, 1969, Zuckerman et al., 1981), su ejecución puede ser
menos natural, dando una imagen menos convincente y agradable.
Existe un amplio consenso derivado de la investigación empírica que asume que los
indicadores de mentira son débiles indicios de la existencia de ésta. Por esto, desenmascarar
a los mentirosos, aunque posible, que lo es, no será siempre ni fácil, ni muchas veces fiable.
¿Cómo se Hacen los Juicios de Mentira?: Indicadores de Mentira
Los juicios sobre la honestidad de las personas pueden ser formulados a partir de su
conducta verbal (lo que dicen -la coherencia de su discurso-) o de su conducta no verbal
(expresión de emociones, gestos, movimientos corporales -lo que hacen-), o teniendo en
cuenta ambas. Estudios más recientes (Sánchez, Caballero, Amate y Becerra, 1995;
14
Psicología Social, Cultura y Educación
Caballero, Sánchez y Becerra, 2000), muestran que tales juicios se realizan teniendo en
cuenta la conducta verbal y no verbal del emisor y las propias expectativas y teorías del
observador sobre las situaciones sociales donde la respuesta habitual es la mentira,
pudiéndose hablar de mentiras prototípicas (p. e., mentir cuando llegas tarde al trabajo para
excusarte).
Los receptores pueden formarse impresiones consistentes a partir de pequeñas
muestras de conducta social (Ambady y Rosenthal, 1992), pueden intentar discriminar
verdades de mentiras a partir de su impresión subjetiva con el mismo grado de acierto que
utilizando sistemas de codificación objetiva (DePaulo, 1994; Malone y DePaulo, 2001).
Una tradición de investigación y estudio muy consolidada (Goffman, 1959; Ekman
y Friesen, 1969; Zuckerman, DePaulo y Rosenthal, 1981) en torno a la mentira nos ha
querido convencer que podríamos saber con exactitud si una persona nos está mintiendo o
no atendiendo cuidadosamente a su conducta no verbal. De entre los procesos subyacentes
a la conducta de mentir (cognitivos, fisiológicos, activación) se ha prestado especial
atención al estudio y análisis de las emociones asociadas a la mentira; emociones que tienen
que ver con el miedo a ser descubierto, la culpa por traicionar la confianza de quien nos
escucha, aunque también a veces el disfrute de conseguir engañar a alguien (Ekman y
Friesen, 1969). Dado que la activación emocional depende de mecanismos
neurofisiológicos que escapan al control voluntario de los individuos se traducirían en una
serie de conductas denominadas ‘indicadores de mentira’ que delatan al mentiroso siempre
que el observador no sea capaza de captarlos (Ekman y Friesen, 1969). Sin embargo
estudios que han hecho registros de las emociones experimentadas a las mentiras que se
dicen en la vida cotidiana (DePaulo y Kashy, 1998; Kashy y DePaulo, 1996), muestran que
las mentiras tienen pocas consecuencias y provocan pocos remordimientos (DePaulo et al.,
2003).
Aún así, revisiones realizadas hace más de 20 años y meta-análisis muy recientes
(DePaulo et al., 2003), muestran que ciertas conductas no verbales se constituyen como
indicadores empíricamente asociados a la conducta de mentir (véase tabla 2).
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
15
Tabla 2. Indicadores Objetivos de la Mentira
Indicadores
Visuales
Dilatación pupilar
Ocultación de la mirada
Parpadeo
Sonrisa
Segmentación facial
Movimientos de cabeza
Gestos
Encogimiento de hombros
Adaptadores
Movimientos de pies y piernas
Cambios posturales
Segmentación corporal
Paralingüísticos
Latencia de respuesta
Longitud de respuesta
Tasa de palabras
Errores del habla
Dudas del habla
Entonación
Verbales
Frases negativas
Información irrelevante
Auto-referencias
Inmediatez
Distanciamiento / Generalización
Generales
Discrepancia
Fuente: Zuckerman y Driver (1985)
Estudios
Media
Valor Z
5
18
8
19
5
10
12
4
14
9
11
3
1.37
-.03
.50
-.09
-.27
-.18
-.12
.38
.34
-.03
-.03
.83
6.82 ***
.13
1.96*
-1.67
-2.00*
-1.20
-.19
1.81
3.50***
-.22
-.88
2.84**
15
17
12
12
11
4
-.02
-.19
-.07
.23
.54
.68
.28
-1.98*
-1.36
2.14*
4.06***
2.26*
5
6
4
2
4
.95
.40
.05
-.77
.44
5.34***
2.17*
-.38
-3.37***
2.16*
4
.64
4.31***
La comparación entre indicadores objetivos asociados a la mentira con los
indicadores que los jueces informan utilizar para apoyar sus juicios (véase tabla 3) muestras
que a la hora de decidir si alguien está mintiendo se tienen en cuenta indicadores diferentes
a los considerados indicadores objetivos de mentira. Tal discrepancia puede explicar los
bajos porcentajes en la precisión en la detección, en la medida que es un proceso
dependiente no sólo de la información que presente el actor, sino de cómo el receptor
interpreta esa información.
16
Psicología Social, Cultura y Educación
Tabla 3. Indicadores Subjetivos de la Mentira
Indicadores
Visuales
Ocultación de la mirada
Sonrisa
Adaptadores
Cambios posturales
Auditivos
Latencia de respuesta
Longitud de respuesta
Tasa de palabras
Errores del habla
Dudas del habla
Entonación
Fuente: Zuckerman, DePaulo y Rosenthal, 1981
Estudios
Media
Valor Z
4
5
3
2
-.45
-.32
.30
.50
-3.25**
-2.97**
.51
3.00**
5
4
2
4
2
2
.36
-.11
-.67
.27
.58
.68
3.61**
-.61
-2.84**
2.00*
3.17**
2.82**
Esta falta de concordancia entre los indicadores ‘objetivos’ asociados a la conducta
de mentir y los indicadores ‘subjetivos’ que de hecho se utilizan para realizar la tarea ha
llevado a buscar procesos explicativos que han acabado prestando especial atención a la
presencia de la mentira en la vida cotidiana (DePaulo et al., 2003, Sánchez, 1992, Sánchez
et al., 1995), entendiendo que esta experiencia vital podría derivar en un conocimiento
social que influyese en las tareas de detección en situaciones experimentales o también
naturales como son juicios, procesos de selección, etc.
Antes de seguir leyendo, haga el lector la siguiente prueba. Pregúntele a personas de
su entorno cómo saben si alguien está mintiendo o no. Seguramente responderá que estará
más seguros cuando se trate de personas conocidas en quienes fácilmente detectarán
cambios en su conducta (p. e., ‘Andrés se pone rojo cuando miente’). Pero seguramente
también serán capaces de aventurar juicios con personas desconocidas e informarán que
desconfiarán de personas que esconden o desvían la mirada, se muestran inquietas o
juguetean con objetos, tardan en responder o balbucean al hablar, apreciaciones que como
podrá comprobar coinciden con algunas de las conductas que aparecen en la tabla 3 como
indicadores subjetivos.
A la hora de formarse impresiones y hacer juicios sobre los demás, los observadores
tienen creencias previas sobre qué conductas pueden aparecer asociadas a la mentira y
también de cuál puede ser el contenido semántico de un mensaje falso en función de que
sean o no mentiras prototípicas (Sánchez et al., 1995).
Resulta innegable que la mentira es un hecho frecuente en la vida cotidiana
(DePaulo y Kashy, 1998; Kashy y DePaulo, 1996). Forma parte de los procesos de
interacción social, continuamente estamos diciendo mentiras, pero su extensión, alcance y
gravedad dependería de las exigencias de la situación y aunque mucha gente tiende a
considerar que la mentira ‘es mala’ la mayor parte del tiempo no deja de reconocer que es
una ubicua forma de comunicación (Saxe, 1991).
El análisis del conocimiento y uso que se hace de la mentira en la vida cotidiana
indica que ésta cumple diferentes funciones dependiendo del ámbito social en que se usa:
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
17
con la familia, amigos, trabajo. Evitar conflictos o situaciones desagradables o saltarse
normas (en el caso de la familia), por diversión, para hacer favores, mentir para conseguir
un trabajo exagerando los méritos y competencias o no cumplir las obligaciones en el
trabajo (simular estar enfermo para no acudir al trabajo), conseguir favores de personas
desconocidas (mentir a un guardia para que te deje aparcar en doble fila).
Esta funcionalidad de la mentira en situaciones sociales revela que ésta puede ser
una conducta altamente adaptativa socialmente, (Knapp y Comadena, 1979) que permite
conseguir ciertos objetivos sociales y justificada en la situación en que aparece (Saxe,
1991), por ejemplo mentir para evitar castigos. Se podría apostar que son las condiciones de
determinadas situaciones sociales las que favorecen que la mentira se constituya como la
respuesta habitual en esas situaciones o de ambas.
Este reconocimiento social de la función de la mentira influye en los juicios que se
derivan de situaciones experimentales donde se les pide a los participantes que decidan si
personas desconocidas mienten o dicen la verdad cuando narran experiencias que les han
acontecido en la vida cotidiana. Los jueces tienden a decidir que están mintiendo o no en
función de que su mensaje coincida con la respuesta típica en esa situación. Es una mentira
prototípica poner excusas cuando se llega tarde al trabajo, atribuyéndolo al tráfico, retrasos
del autobús, etc. (Sánchez, et al., 1995).
Caballero, Sánchez y Becerra (2000), indagaron cuáles eran las conductas que
tenían en cuenta a la hora de decidir si alguien mentía o decía la verdad. Si se atendía al
canal visual, la conducta más prototípica y con más relevancia tenía para decidir si alguien
mentía, era la desviación de la mirada y la presencia de adaptadores en la conducta (p. e.,
tocarse el pelo, el cuerpo, etc.). Para el canal auditivo, entre las conductas apuntadas
aparecieron como más prototípicas la latencia de respuesta, las pausas y dudas. La
manipulación experimental de estas conductas, mensajes grabados en vídeo sin voz, donde
el emisor desviaba la mirada y mostraba algún adaptador, mostró que los observadores
decidían, con total seguridad, que el emisor estaba mintiendo cuando estos indicadores
aparecían. Existe un aprendizaje por el cual desviar u ocultar la mirada es un indicador de
deshonestidad y así se traduce en los juicios de los observadores que estiman que el emisor
está mintiendo cuando desvía la mirada o muestra algún adaptador. Resultados similares
ocurren cuando se manipula la latencia de respuesta o las vacilaciones durante el discurso.
En suma, cuando aparecen estos indicadores verbales y no verbales prototípicos, los
observadores dudan de la veracidad del mensaje.
Estilos Comunicativos
Para poder establecer relaciones con personas de otras culturas necesitamos
reconocer sus estilos comunicativos. Nosotros nacemos en comunidades que nos
proporcionan los instrumentos para dar sentido a la realidad de nuestro entorno. De esta
manera, todos los seres humanos hemos sido socializados en una determinada comunidad
lingüística en la que adquirimos unas competencias comunicativas, por eso, a la hora de
hablar de comunicación es importante tener en cuenta las comunidades interpretativas y los
contextos de recepción, así como los diferentes estilos comunicativos (Rodrigo, 1999).
18
Psicología Social, Cultura y Educación
Estilos de Comunicación: Implícito y Explícito
Una comunicación o un mensaje de alto contexto (HC) o implícito es aquel en el que
la mayor parte de la información está en el contexto físico o bien interiorizada en la persona,
mientras que hay muy poca en la parte codificada, explícita y transmitida del mensaje. Un
ejemplo que puede ilustrar este estilo son los silencios en una conversación, a veces informan
más que las palabras pero esta decodificación dependerá del contexto-cultura y de la
información que tenga el receptor. Por otra parte una comunicación de contexto bajo (LC) o
explícito es exactamente lo contrario, es decir, la mayor parte de la información se vuelca en el
código explícito, de modo que el receptor no tenga dudas del significado del mensaje, un
ejemplo podría ser el lenguaje técnico de cualquier ciencia. Las culturas de estilo
comunicativo implícito suelen ser sociedades en las que la comunicación no verbal cobra una
especial importancia. Un ejemplo clásico sería la ceremonia del té en la que, por supuesto, no
se trata simplemente de beber té, sino de enfatizar la armonía y el bienestar social. Por el
contrario, en las culturas de bajo contexto como la norteamericana, la comunicación verbal es
más importante, ya que se valora sobre todo la lógica y los razonamientos verbales que se
realizan.
La dimensión cultural de individualismo-colectivismo de Hofstede (1980) y los estilos
comunicativos de Hall son aspectos diferentes de las culturas, pero mantienen entre sí una
fuerte relación. Las formas de comunicación explícita son más propias del síndrome cultural
del individualismo -énfasis en el sí mismo-, mientras que la comunicación implícita es
utilizada más por individuos de culturas colectivistas -orientados al grupo y con fuerte
identificación endogrupal-. (Zubieta et al., 2000).
Las culturas individualistas se caracterizan por una comunicación directa, focalizada,
sucinta y explícita. Lo importante del mensaje es el contenido, lo que se dice y las
afirmaciones que contiene. Se pretende convencer a los oyentes por medio de la razón, por la
argumentación y por el producto del proceso, es decir, el mensaje es la parte más importante
del mismo.
Las culturas colectivistas y de alto contexto se caracterizan por una comunicación
indirecta, general, elaborada e implícita. Mientras que los individualistas dirigen la
comunicación con un objetivo claro, los asiáticos y latinoamericanos incluyen el intercambio
emocional. El estar juntos y el placer de la comunicación, es decir, el proceso, es igual de
importante. En las culturas colectivistas la comunicación es más indirecta e implícita y las
afirmaciones que se hacen son relativas. En Japón o cualquier país latinoamericano, cuando se
dice “sí” no siempre significa “sí”. Además, en algunas culturas colectivistas como las árabes
y las latino-mediterráneas, la elaboración y el carácter retórico o discursivo de la
comunicación son muy importantes.
La comunicación explícita individualista está orientada hacia el comunicador, que es el
que produce la comunicación y, por tanto, se centra en la codificación. Por el contrario, la
comunicación implícita colectivista se focaliza en el receptor y, por ende, en la decodificación.
Según Hall, culturas de comunicación implícita son, en orden de mayor a menor, las
asiáticas (China, Corea, Japón), las árabes y del mediterráneo oriental (Turquía), las de
América Latina y las de Europa del Sur (Grecia, España e Italia). Las culturas inglesa y
francesa son mixtas, incluyendo aspectos de alto y bajo contexto comunicativo. Las
culturas de bajo contexto o con un estilo comunicativo explícito, en rango, son las de
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
19
Estados Unidos, la escandinava y la del área germánica -siendo la cultura germana,
incluyendo a la Suiza germánica, la cultura de menor énfasis en el contexto.
En las culturas colectivistas de estilo comunicativo implícito, se valora menos la
expresión verbal, mientras que a las personas habladoras se les percibe positivamente en
Estados Unidos, ocurriendo lo contrario en Japón y Corea.
Estas diferencias se manifiestan aún entre culturas de medio y bajo contextuales.
Por ejemplo, los escandinavos perciben a los norteamericanos como muy habladores,
hablando de lo obvio y exageradamente. Al contrario, los anglosajones perciben a los
escandinavos como excesivamente callados, no expresivos y poco amistosos. Las reglas de
comunicación implícita de los finlandeses se oponen a las de los norteamericanos, tal y
como se muestra en la Tabla 4.
Tabla 4. Reglas de Comunicación en Finlandia y Estados Unidos
Estados Unidos “Estilo comunicativo
Finlandia “Estilo comunicativo implícito”
explícito”
1.
Hablar por hablar, para mantener el
1. No decir cosas obvias
contacto, aunque sea sobre obviedades
2. Hablar sobre temas personales, aunque no
2. Hablar sobre temas relevantes e implicarse
sean de trascendencia moral
3. Hablar de todo tipo de temas, sentirse libre
3. No hablar de temas conflictivos
de expresar sus ideas
4. Hablan pensando en voz alta, diciendo
4. Al hablar con alguien se hace invirtiendo
cosas de las que no está convencido y
esfuerzo personal, sobre opiniones validas
posteriormente poderse retractar
5. Hablar sobre temas relevantes de forma
5. Hablar con alguien es una manifestación de
armoniosa, dando opiniones de las que se está
sociabilidad, de ser amistoso, no de establecer
convencido, es la base de una relación a largo
una amistad real a largo plazo
plazo
6. Se utilizan superlativos, se busca ser
6. Se habla de forma moderada y ponderada
‘espontáneamente expresivo: magnifico,
brillante, precioso...’
Fuente: Carbaugh (1990).
El siguiente ejemplo ilustra los malentendidos culturales entre ambas culturas.
Después de hablar sobre temas personales con una compañera de estudios de Estados
Unidos, una estudiante finlandesa se sorprende porque al día siguiente ésta le saluda
rápidamente y se va. Lo que para la segunda implicaba un intercambio profundo de
información asociado a la amistad, para la primera no era más que una forma de ser
amistosa, sociable, sin implicaciones a largo plazo.
Ahora bien, algunas culturas colectivistas valoran la exageración, repetición y el uso
de superlativos. A este respecto, los latinoamericanos y árabes también tienen una regla de
énfasis en lo superlativo, los adjetivos y el énfasis retórico. Por ejemplo en Latinoamérica
no se dice que la comida está buena, si tiene un gusto normal, se dice que está ‘riquísima’.
20
Psicología Social, Cultura y Educación
Estilo Comunicativo Directo e Indirecto
Huici (2001) señala que los estilos comunicativos descritos por Gudykunst y TingToomey (1988) se relacionan más o menos directamente con las dimensiones de variación
cultural. Así, la relación aparece como más clara en el caso del estilo directo frente al
indirecto. Siguiendo a la autora, el estilo directo se caracteriza por revelar las intenciones
del que habla en el discurso. Se vale de términos categóricos como ‘yo’, ‘en absoluto’. El
objetivo del discurso es mantener la imagen propia. Se atiene a una norma de honestidad en
la comunicación. Este estilo de comunicación es poco contextual.
El estilo indirecto encubre las intenciones del que habla, tiene como objetivo el
mantener la imagen mutua de los interlocutores. Se vale de un lenguaje poco tajante,
sirviéndose de una serie de matizaciones: ‘algo’, ‘tal vez’. Puede caracterizarse como un
lenguaje ambiguo. Es un lenguaje contextual y se atiene al mantenimiento de la armonía
(Huici, 2001).
De acuerdo con Gudykunst y Ting-Toomey (1988), estos dos estilos, el directo y el
indirecto, se relacionan con la dimensión de individualismo-colectivismo. El estilo directo
tiene que ver con el presupuesto del individualismo de que es responsabilidad del individuo
formular claramente lo que tiene en la mente, si espera que se le entienda. El estilo indirecto se
corresponde con el yo relacional propio del colectivismo, que supone como requisito para la
interacción el saber leer en la mente del otro, lo que en definitiva está en juego en la
interacción comunicativa es el mantenimiento del prestigio, el honor o la armonía. De igual
manera ambos estilos se contraponen en lo que se refiere a cómo es percibido el que habla y
las dificultades de relación que puede suscitar. El estilo directo puede ser considerado con
facilidad como grosero y agresivo, mientras que el indirecto puede ser catalogado como
evasivo y manipulador. Asimismo, se oponen ambos estilos en lo que se refiere al manejo del
conflicto. Mientras el estilo directo se caracteriza por la confrontación directa y la presentación
enérgica de los puntos de vista, el estilo indirecto recurrirá a la insinuación, a la evasión y a la
no confrontación. (Holtgraves, 1997 citado en Huici 2001).
Huici (2001) comenta los estudios de Holtgraves (1997) a través de los cuales éste
encuentra dos dimensiones básicas en las que las personas difieren respecto del carácter
indirecto de su lenguaje: en la interpretación de lo que los otros dicen y en la producción del
lenguaje. Mediante el empleo de un instrumento de medida de diferencias individuales
(Conversational Indirectness Scale), Holtgraves (1997) confirma la presencia de estas dos
dimensiones. Las personas efectivamente difieren en cuanto al grado en que creen que hay
significados indirectos en la comunicación, los buscan y los encuentran (interpretación) y
también difieren en la frecuencia y grado en que hablan de forma indirecta (producción). En
este sentido, se encontró que los participantes de culturas individualistas -como la
estadounidense- diferían significativamente en ambas dimensiones respecto de sujetos de
cultura colectivista como Corea del Sur, éstos últimos resultaron ser mucho más indirectos. Un
estudio comparando palestinos y árabes con israelitas confirmó que los últimos utilizan un
estilo más directo, mientras que los primeros utilizan más un estilo de acomodarse a los otros.
Otro estudio preguntó a estudiantes de Corea, Hawai y Estados Unidos sobre la importancia de
diferentes necesidades en la comunicación. Con respecto a la necesidad de evitar evaluaciones
negativas de otros y a la de ser eficaz en la comunicación, no había diferencias. Los
relativamente más colectivistas coreanos y hawaianos valoraban más el evitar herir los
sentimientos de otros y el minimizar imponer sus puntos de vista a los otros, como elementos
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
21
importantes de la comunicación. Las personas de Estados Unidos valoraban más la necesidad
de claridad en la comunicación (Smith y Bond, 1998).
Sin embargo, investigaciones comparando discusiones de hombres de negocio
japoneses, chinos de Hong Kong, ingleses y estadounidenses han indicado que con respecto a
tareas instrumentales todos mostraban un nivel similar de comunicación directa. Las
diferencias se daban en la forma de expresión indirecta de los desacuerdos: los anglosajones
encubrían los desacuerdos con formulas del estilo ‘si pero...’, mientras que los asiáticos
utilizaban más preguntas retóricas (‘habría que preguntarse, es esa una buena formula...’). Para
evitar imponer directamente sus puntos de vista los anglosajones utilizaban cualificadores:
‘creo que..., mi impresión es ....’, mientras que los asiáticos utilizaban más preguntas: ‘¿Sería
posible considerar el problema desde otro punto de vista?’ (Goodwin, 1999).
Respecto de las motivaciones que pueden estar detrás del uso del estilo indirecto se
mencionan la cortesía y la manipulación.
Por un lado, el estilo indirecto sirve para el mantenimiento de la imagen, que es muy
importante en culturas colectivistas. Este estilo sería un mecanismo primario para lograr ese
objetivo, reduciendo la amenaza a la imagen que puede implicar un acto comunicativo. Hacer
una petición o dar una orden de forma indirecta reduce los riesgos.
Por otro lado, el estilo indirecto puede ser una manifestación lingüística de la
tendencia a la manipulación. La ambigüedad del significado permite dar marcha atrás sobre
algo dicho anteriormente.
Por último, las personas tienden a valorar favorablemente a las que tienen el mismo
estilo que ellas, por lo que las diferencias culturales en cuanto al grado en que se adopta
uno u otro estilo se traducirán en evaluaciones más negativas (Huici, 2001). Una
investigación con asiáticos y anglosajones indagó sobre los auto-conceptos independiente e
interdependiente y su relación con los estilos comunicativos. Las personas contestaban su
acuerdo con ocho aspectos relacionados con la comunicación directa e indirecta: a) la
habilidad para inferir los significados de las otras personas; b) uso de comunicaciones
directas versus ambiguas; c) sensibilidad interpersonal; d) uso de comunicaciones con carga
dramática; e) uso de los sentimientos para orientar la conducta; f) la apertura en el discurso;
g) precisión; y, h) la percepción positiva del silencio. Los valores y el auto-concepto
individualistas o independientes se asociaban al uso de comunicaciones con carga
dramática, al uso de los sentimientos para orientar la conducta, a la apertura y a precisión
en el discurso. Los valores y auto-concepto colectivistas se vinculaban al uso de
comunicaciones indirectas, de forma coherente con lo antes argumentado. Ahora bien, el
individualismo se relacionaba con la habilidad para inferir significados de los otros y a la
percepción positiva del silencio. Estos resultados sugieren que los individualistas creen
tener mayores habilidades, así como que los colectivistas valoran la comunicación (Smith y
Bond, 1998). La conversación es una fuente de entretenimiento y diversión en la monótona
vida de los pequeños pueblos desde Irlanda al Mediterráneo. Finalmente, la reputación y el
prestigio depende de la opinión de otros, lo que en buena medida pasa por una conversación
activa (Broome, 1981; Gannon y Poon, 1997).
22
Psicología Social, Cultura y Educación
Estilos ‘Sucinto’, ‘Exacto’ y ‘Exagerado’
Gudykunst y Ting-Toomey (1988) hablan también de otros tipos de estilos
comunicativos: el sucinto, el de exactitud y el elaborado. El estilo sucinto es aquél que
caracteriza a las culturas asiáticas y a los indios de América, se define por expresiones
modestas y por dar importancia a los silencios, que indican la reflexión del que habla o pueden
ser utilizados como estrategias de control. El estilo de exactitud es más propio de las culturas
del norte de Europa y la estadounidense y se caracteriza por no dar ni más ni menos de la
información necesaria, diciendo lo que uno piensa y cree verdadero y de un modo que sea
claro. Por último, el estilo elaborado o exagerado, más propio de los hablantes árabes y de las
zonas tropicales de América Latina y de parte del mediterráneo, se distingue por una gran
riqueza y expresividad mediante la utilización de metáforas y símiles. En este estilo se
emplean una pluralidad de adjetivos para modificar la misma palabra, el énfasis en lo que se
dice se realiza a través de la repetición como es el caso de las alabanzas. Las personas
habituadas al estilo elaborado, al interpretar el lenguaje más sencillo de los hablantes de otras
culturas, pueden restar importancia a sus afirmaciones (Huici, 2001).
Podríamos decir que, en nuestro contexto cultural, el estilo sucinto es más
característico del País Vasco mientras que el estilo elaborado es más propio de la zona sur
de España. También el estilo exagerado es típico de los países anglosajones del Nuevo
Mundo (Australia y Estados Unidos), así como de los colectivistas latinos, mediterráneos y
africanos. Por ejemplo, el estilo conversacional de los griegos, que se puede extender a la
cultura tradicional de Europa del Sur, se caracteriza por su intensidad. Se habla de todo y
con énfasis. Cada conversación parece una disputa y el contenido es menos importante que
la forma: desafíos, descalificaciones y hasta cierto grado, insultos y ataques, forman parte
de una conversación normal. Varias conversaciones se desarrollan simultáneamente -o
varios monólogos se desarrollan en paralelo si se quiere (Broome, 1981). Descripciones
similares se han hecho sobre el estilo comunicacional de otras partes de Europa del Sur,
incluyendo España (Gilmore, 1990). Las relaciones sociales se desarrollan mediante la
conversación pública y se caracterizan por un estilo de desafío. Este se da no sólo porque
estas culturas valoran la capacidad masculina de demostrar la competencia verbal y
capacidad de hacer frente a los desafíos, sino también porque aunque las culturas son
colectivistas, el fuerte apego a la familia extensa coexiste con una fuerte competitividad
entre grupos, por los recursos escasos y la vida en pequeñas unidades sociales relativamente
aisladas (Broome, 1981).
Estilos de Comunicación Deferente y Ritual
Las pautas comunicativas varían también según se viven las relaciones entre las
personas como más simétricas o asimétricas. En Asia y Latinoamérica, donde hay una alta
distancia jerárquica en las relaciones, también hay una diferenciación en el habla y en los
modelos de interacción social según la edad, el sexo o el status social de la persona. Hay un
lenguaje jerárquico para dirigirse de un joven a un mayor o de una persona de un rango
superior a otra inferior. La deferencia y el manejo “cara a cara” o la imagen hacen que la
mayor cortesía se asocie con el menor status del hablante. La no directividad (como
mecanismo de cortesía) puede ser al mismo tiempo crear una impresión de menor status y
de cercanía. El estilo directo y ‘descortés’ permiten percibir al emisor como de mayor
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
23
status, y también puede ser una muestra de mayor intimidad en la relación con el receptor.
Un estudiante japonés en Estados Unidos comentaba ‘aquí es correcto decir simplemente
hola a los profesores’, en tanto que en Japón se espera que uno diga ‘ohayo gozaimasu’
(forma cortés de ‘buenos días’) con una profunda reverencia (Bennett y McKnight, 1977).
Las culturas también se diferencian en la orientación que sus individuos tienen
respecto de la incertidumbre, es decir, en la medida en que éstos intentan obtener la
información previa necesaria para contactar con los ‘extraños’ o para manejarse en una
situación nueva. Nuestra orientación respecto de lo incierto se basa en lo “amplio” o
“cerrado” de nuestras mentes. Las personas menos rígidas necesitan conocer y entenderse a
ellos mismos y a los otros mientras que, por el contrario, las personas de mentes cerradas
necesitan protegerse de las amenazas de la realidad y generalmente ignoran la información
que tienen disponible. Si retomamos la dimensión de evitación de la incertidumbre de
Hofstede (1980) podemos decir que en las culturas de baja evitación de la incertidumbre,
que toleran mejor la ambigüedad, las personas integrarán mejor las viejas y nuevas ideas y
cambiarán sus creencias de forma acorde. De la misma manera mostrarán mejor disposición
a buscar información sobre los extraños para establecer una comunicación efectiva con
ellos. Por el contrario, las personas de culturas de baja tolerancia a la ambigüedad, en las
cuales se promueven estructuras cerradas y previsibles, intentan mantener sus creencias y
rechazan las ideas que son diferentes.
El Uso del Silencio
Otro elemento comunicativo importante es el uso del silencio. Mientras que en algunas
culturas la locuacidad está sobrevalorada en otras se la evalúa negativamente. Para mucha
gente occidental, el silencio significa falta de intención o iniciativa, una persona debe hablar
para participar. En contraste, para los chinos, el silencio implica acuerdo, sólo se debe hablar
si hay algo importante para agregar. En Japón, el término ‘MA’ implica una pausa en la
conversación que expresa significado y la comunicación interpersonal efectiva requiere de la
habilidad para interpretar estas pausas en la conversación.
Como el silencio está presente en el escenario cotidiano de comunicación de
muchas culturas, los individuos no están preparados para su uso. En Japón, por ejemplo, la
prevención es mayor cuando se comunica con extraños por la potencial amenaza a la
imagen de la interacción. El silencio de los otros puede incomodar por la imprevisibilidad
de la conducta del otro del que se desconoce su grupo de pertenencia. En muchas culturas
asiáticas, los comportamientos son diferentes según el endo-grupo o exo-grupo y esto
incluye en los estilos de comunicación.
En ambientes más individualistas y de comunicación explícita, a la inversa de los de
alto contexto o comunicación implícita, no tienen el silencio incorporado en el escenario
cotidiano por lo que estarán más prevenidos de cuando lo utilizan. El silencio como
estrategia alude a cuando su utilización está motivada y es una manifestación lingüística de
la manipulación, hablar de forma indirecta provee a uno del beneficio de la denegación
posterior y puede utilizarse de manera deliberada como táctica inicial de la conversación.
Aún dentro de culturas europeas se encuentran diferencias, en España estar callado
es visto como negativo, no comunicativo e insociable. Sin embargo, en otras culturas el
hablar es lo que se valora más negativamente y se aprecia mucho más el silencio.
24
Psicología Social, Cultura y Educación
Asimismo, los europeos del norte son mucho más silenciosos que los del sur que no sólo
hablan más sino también más alto. Entre los europeos del norte también hay diferencias: los
ingleses se consideran normales habladores y ven a los suecos como sumamente taciturnos,
en tanto que los suecos mismos a su vez, consideran que gente verdaderamente silenciosa
son los finlandeses (Burke, 1996).
La locuacidad y la comunicación verbal son elementos que se han desarrollado
mucho más en los últimos tiempos. Según Burke (1996), en la primera parte de la Edad
Moderna europea, había dos principios importantes con relación al silencio. En primer
lugar, el silencio demostraba el respeto y la deferencia característicos de una sociedad
altamente jerarquizada (las mujeres ante los hombres, los niños frente a los adultos y los
cortesanos frente al príncipe). En segundo lugar, en las relaciones fuera de la comunidad
estaba el principio del silencio por prudencia. En los siglos XVI y XVII, la aparición del
autocontrol corporal, que incluía “el poner freno a la lengua” fue un movimiento general
europeo, sólo que parece haber sido más eficaz o más rápidamente eficaz en el mundo
protestante que en el católico, lo cual ahondó aún más la brecha abierta entre los
septentrionales más silenciosos, con mayor dominio de sí mismos, individualistas,
democráticos, capitalistas y fríos, y los meridionales más locuaces, más espontáneos y
desordenados, más familiares, feudales y cálidos (Burke, 1996).
Esta idea que indica que los sureños son más expresivos que los norteños es un
estereotipo ampliamente extendido en diferentes países -como la India-, además de Europa
y Estados Unidos. Se ha argumentado que la mayor expresividad verbal y gestual puede ser
una adaptación al entorno físico. El mayor calor se asocia a una mayor interacción pública
entre muchos y a un entorno más ruidoso -tanto por la vida social como por la flora y
fauna- en comparación con países más fríos. En este entorno hablar mucho, fuerte y
gestualizar ayuda a ser eficaz en la comunicación -llamar la atención, hablar a mayor
distancia etc. Pennebaker, Rimé y Blankenship (1996) confirmaron que las personas del
hemisferio norte y de países del Viejo Mundo (opuestos a países de inmigración o más
recientemente fundados) compartían este estereotipo de mayor expresividad sureña -España
entre otros. Sin embargo, en el hemisferio sur no se daba un estereotipo invertido como se
podía esperar (ser norteño implica en este hemisferio vivir más cerca del Ecuador, es decir
en países con climas más cálidos). Este hecho, unido a que el estereotipo se dé sólo en
países de larga historia, sugiere que son causas de tipo socio-histórico, como el mayor
desarrollo industrial y militar de los norteños frente a un mayor desarrollo artístico de los
sureños, los factores que producen este estereotipo.
Sección Práctica: Estilos Comunicativos
Tras la exposición de los estilos comunicativos, a continuación presentaremos una
práctica que tiene por objeto el análisis de la comunicación indirecta y la valoración de la
comunicación verbal.
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
25
Cuestionario de Estilos Comunicativos (Gudykunst, 1994)
Responde a cada frase indicando el grado en que crees que ésta se aplica a tu persona o forma
de ser, a tus opiniones.
Si Nunca experimentas el contenido de la frase, pon 1, si lo haces Casi Nunca, pon 2, si te ocurre A
Veces, 3, si te ocurre Casi Siempre, pon 4 y si experimentas Siempre el contenido de la frase pon 5.
1. Me gusta mucho hablar y compartir en situaciones sociales.
2. Pienso que las personas que hablan poco son aburridas y poco interesantes.
3. No me gusta la cháchara banal e insustancial (hablar del tiempo, fútbol, etc.).
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
1 2 3 4 5
4. Cuando otras personas manifiestan una opinión contraria a la mía o estoy en
desacuerdo, lo manifiesto abiertamente, de forma emocional (hablando fuerte y 1 2 3 4 5
cargado afectivamente).
5. Espero que los otros infieran o sepan deducir mi opinión sin que yo tenga que
1 2 3 4 5
decírsela directamente.
6. Voy directo al grano cuando hablo con las personas.
1 2 3 4 5
7. Uso expresiones que matizan lo que digo (p. e., uso ‘puede ser’, ‘quizás’) cuando
1 2 3 4 5
hablo.
8. Me oriento o focaliza más en darme cuenta de lo que las personas no dicen o
1 2 3 4 5
dejan de decir, que en lo que explícitamente dicen.
Claves de Corrección
Invierte las puntuaciones de las preguntas 2, 4, 6, 8 y 9. Si tienes un 1 pon un 5, si
tienes un 2 pon un 4, si tienes 4 pon un 2 y si tienes un 5 pon un 1. Suma tus respuestas:
-
Valoración del habla: 1....+ 2....+ 3....+ 4....= Total =......
-
Comunicación directa: 5....+ 6...+ 7....+ 8....+ 9....= Total =......
A mayor puntuación, más valoras el hablar y la comunicación directa, lo que es
típico del individualismo y del colectivismo latino y mediterráneo. Puntuaciones de 13 ó
más en ‘valoración del habla’ indican que aprecias mucho la comunicación y de 16 ó más en
‘comunicación directa’ señalan que son propias de personas que viven en culturas con baja
distancia jerárquica e individualista. Puntuaciones de 11 o menos en ‘valoración del habla’ son
características de las culturas con un estilo comunicativo implícito y de 14 o menos en
‘comunicación directa’ serían características de sociedades con una alta distancia jerárquica y
colectivistas. Puntuaciones muy altas o muy bajas en ‘valoración del habla’ y ‘comunicación
directa’ no son necesariamente deseables. Sea consciente que esto implica que tendrá
dificultades de comunicación con personas que muestren la tendencia opuesta. La gente que
habla en exceso, como la que habla muy poco, también es rechazada. Lo mismo se puede
plantear de la comunicación directa, gente que comunica de forma muy directa puede ser
considerada brutal y no asertiva, sino apabullante.
26
Psicología Social, Cultura y Educación
Expresión Verbal, Interacción, Pensamiento y Sentimiento
En la cultura occidental, ya desde la época de los filósofos griegos clásicos, se ha
asociado el pensamiento y el lenguaje. Se supone que la capacidad de hablar y la retórica
son un signo de inteligencia, y que el lenguaje ayuda a articular el pensamiento. En cambio,
en la cultura asiática el lenguaje y la retórica no se asocian de forma tan positiva al
pensamiento. Se desconfía de las personas que hablan en exceso: ‘el que sabe no habla y el
que habla no sabe’ dice un dicho chino ilustrando esta idea. Kim (2002) comparando
estudiantes asiáticos en Estados Unidos y anglo-americanos, demostró que: a) los
estudiantes asiáticos informaban de verbalizar menos con sus padres en la infancia; b) veían
su rendimiento desmejorar cuando realizaban una tarea hablando en voz alta en
comparación cuando hacían la tarea en silencio, lo que no ocurría en el caso de los euroamericanos; c) el grado de acuerdo con la importancia de la verbalización correlacionaba
con el rendimiento en la tarea. Es decir, se ha demostrado no sólo que asiáticos comparten
menos la idea que el lenguaje es importante para el pensamiento, sino que también se ha
encontrado que realmente los asiáticos “piensan peor” cuando tienen que hablar. El grado
en que compartían las creencias sobre la relación entre el pensamiento y el lenguaje
influenciaba congruentemente al rendimiento cuando tenían que pensar y hablar. En las
escuelas chinas se enfatiza la memoria, la lecto-escritura, aunque no la fluidez verbal, por
lo que los estudiantes asiáticos tienen pobres resultados en este tipo de pruebas (Kim,
2002).
La expresión y comunicación de información personal, en particular la revelación
de emociones, juega un papel importante en el establecimiento y regulación de relaciones
interpersonales. El meta-análisis de Collins y Miller (1994) confirmó una asociación entre
la cantidad de auto-revelación o comunicación de información personal y emocional al otro
y el fortalecimiento de la relación. Los resultados sugieren que: a) se habla más a personas
que se aprecia; b) apreciamos más a las personas que nos han hablado sobre sí mismas, sus
afectos y pensamientos íntimos; c) después de hablar con alguien sobre nosotros, lo
apreciamos más. La auto-revelación sigue un ciclo en las relaciones. Se habla más al inicio
y en fases avanzadas de una relación. También es importante que el grado de autorevelación responda a las normas de contexto y ciclo: las personas que hablan
extremadamente mucho o poco están peor adaptadas (Derlega, Metts, Petronio y Margulis,
1993).
Hablar después de un episodio emocional es frecuente. A mayor intensidad del
episodio, mayor tendencia a compartirlo con otros. La comunicación interpersonal repetida
ni predice ni se asocia a una disminución de la activación afectiva, es decir, la gente que
esta triste y habla con otros repetidamente sobre su tristeza no la va vivenciar menos
intensamente. Estudios correlacionales y longitudinales coinciden en señalar que hablar
sobre un episodio emocional no provoca su asimilación afectiva. Además, hablar sobre las
experiencias emocionales se asocia a mayores niveles de pensamiento sobre esta. En contra
de la idea de la catarsis por la palabra, hablar o expresarse sobre las emociones, provoca
una reactivación de la vivencia emocional y refuerza la rumiación mental sobre esta. Por
otro lado, a medio y largo plazo, las personas que han compartido hechos emocionales
negativos van a mostrar mejor adaptación psicológica y mayor bienestar . En las personas
que han hablado poco sobre el episodio, porque no tienen un apoyo social suficiente o
porque tienen dificultades personales para comunicarse sobre sus emociones, hablar sobre
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
27
éste les va a llevar a asimilar mejor cognitivamente el episodio emocional si es negativo.
Además, va a reforzar su integración social, lo que les va llevar a recibir afectividad
positiva, distraerse cognitivamente y controlar respuestas inadaptativas (Pennebaker, Páez y
Rimé, 1997).
Cultura, Comunicación y Vivencia Emocional
Los estudios antropológicos acerca de la relación entre la riqueza del lenguaje y el
desarrollo cognitivo de la vivencia emocional han descrito culturas “simples” en las que el
léxico o vocabulario sobre ciertas emociones está muy poco desarrollado. Así, por ejemplo,
tanto los ‘inuit’ (denominados de forma despectiva esquimales o comedores de carne cruda
por las tribus vecinas) como los tahitianos disponen de pocas palabras y escasas frases para
la emoción de tristeza. En estas culturas algunas emociones, como la tristeza, están
‘hipo-cognitivizadas’ o sub-desarrolladas a nivel lingüístico. Sin embargo, otras emociones
están ‘hiper-cognitivizadas’ o sobre-desarrolladas, es decir, se habla mucho sobre ellas y
existe un abundante vocabulario que permite una fácil diferenciación –el lenguaje en torno
a la emoción de culpa en la zona de Occidente sería un claro ejemplo de esta “hipercognitivización” que estamos comentando- (Briggs, 1996; Levy, 1984; Oatley, 1993;
Stearns, 1993). Así, confirmando que el mayor desarrollo lingüístico occidental sobre la
culpa va a reforzar la vivencia psicológica de ésta, una investigación de psiquiatría
transcultural encontró que los atributos internos, además de la culpa, son más frecuentes y
relevantes en pacientes deprimidos occidentales que en otros países (el 68% de los
pacientes canadienses y suizos experimentaban sentimientos de culpa, mientras que
solamente el 32% de los pacientes iraníes deprimidos decían sufrir sentimientos de culpa).
La expresión de la tristeza entre los inuit y los tahitianos es considerada
problemática, debido a que conlleva al abandono de la actividad y del contacto social, suele
reprimirse y se evita dedicarle atención. Estos estados emocionales no son nombrados o
categorizados con etiquetas lingüísticas ni tampoco se habla sobre ellos. Todo ello hace
que, tanto entre los tahitianos como entre los inuit, cuando alguien sufre una pérdida o un
fracaso, se vivencie tal estado sintiéndose enfermo, fatigado y/o desmotivado. Las personas
de esas culturas son incapaces de articular claramente sus sentimientos y de asociar sus
reacciones físicas con dicha pérdida o fracaso. Además, la falta de léxico emocional en la
cultura y el evitar hablar sobre ciertas emociones lleva a que éstas se expresen
somáticamente y de forma poco articulada.
Tras lo anteriormente expuesto, podemos concluir que la falta de expresión verbal
provocaría no sólo una expresión somática, sino también una baja intensidad emocional.
Sin embargo, también puede ocurrir que emociones consideradas problemáticas, como el
enojo que amenaza la cooperación entre los tahitianos, estén “hiper-cognitivizadas”, es
decir que haya un rico vocabulario, una gran cantidad de metáforas y frases referidas a ella,
y al mismo tiempo se produzca su supresión, es decir se minimice su intensidad y se intente
reemplazar esta emoción por otra. En este caso el hiperdesarrollo lingüístico y cognitivo
produciría una inhibición en la frecuencia e intensidad de la emoción de enojo en el caso de
los tahitianos (Levy, 1984).
Por otro lado, diferentes estudios sugieren que las personas individualistas hablan
más sobre sus estados internos y emociones que las colectivistas. Por ejemplo, Yogo y
28
Psicología Social, Cultura y Educación
colaboradores encontraron que japoneses hablaban menos sobre sus emociones a familiares
que occidentales.
Con respecto al contenido de la comunicación sobre sí mismo. Mientras los
occidentales se centran más en la información personal, los colectivistas se focalizan más
en hablar sobre aspectos interpersonales y grupales. En el caso individualista, hablar más a
menudo y más sobre sí es coherente en un contexto de relaciones fluidas en las que se debe
elegir con quien mantener y establecer una relación y la información personal
intercambiada es un criterio para esta decisión. En un contexto colectivista, de relaciones
estables e involuntarias, los atributos e historia de una persona son menos valoradas y
relevantes que el status y posición de esta para establecer una relación. Además, dada la
importancia de dar una buena imagen y mantener la armonía, la expresión de emociones
negativas tiene sentido que se dé sólo en el marco de relaciones endogrupales protegidas de
la vergüenza pública y estables a largo plazo.
Mayor Expresión Verbal de las Emociones e Individualismo
El hecho de hablar de uno mismo con franqueza, es más valorado en las culturas
individualistas que en las colectivistas. Por ejemplo, las conductas expresivas en las
relaciones personales se producen más intensamente en las culturas individualistas, como es
el caso de Estados Unidos, que en las colectivistas, donde se situarían la cultura china y de
Asia (Ting-Toomey, 1991; Chen, 1995). Refiriéndose a la psicoterapia en el Extremo
Oriente (India, China y Japón), la enciclopedia médico quirúrgica francesa en su apartado
de Psiquiatría ilustra, si bien de forma quizás demasiado estereotipada, la problemática de
la menor expresión verbal y la elaboración cognitiva de las emociones en las culturas
colectivistas de Extremo Oriente: ‘En el Extremo Oriente las relaciones de la persona (con
la naturaleza, con el cosmos, con los otros) prevalecen sobre su vivencia individual. Las
relaciones sociales y familiares se han estructurado mediante normas tradicionales
codificadas [...]. Además de este control de las reacciones personales culturalmente nada
incita a mentalizar, ni a verbalizar explícitamente los estados psico-afectivos’ (Massin,
1989).
Probablemente, los déficits para expresar o revelar las emociones, se producen en
mayor medida en las sociedades colectivistas. Por el contrario, las culturas individualistas,
enfatizan y valoran los sentimientos internos. Los atributos internos e individuales
constituirían la base de la identidad, por lo que se promueve o fomenta la introspección y se
valora la comunicación verbal de los estados internos, tal como la experiencia emocional
íntima. En contraposición, en las culturas colectivistas, no se valora tanto el sí mismo
interno y privado. Por otra parte, las reacciones verbales y no verbales ante las experiencias
emocionales son más frecuentes en los países individualistas, puesto que en estas culturas
se necesitan más estos indicadores para orientar nuestra interacción con otros, mientras que
en los países colectivistas el rol y el contexto externo son indicadores más importantes para
orientar la interacción, dado que su estilo comunicativo como hemos visto es más implícito
(Smith y Bond, 1998). La asociación entre individualismo y mayor expresión verbal se ha
confirmado en algunas investigaciones aunque no en todas, ni sobre todos los tipos de
emociones. Una investigación sobre 29 países del mundo, la puntuación de individualismo
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
29
de la nación se asociaba a una mayor expresión verbal de las emociones de tristeza, alegría
y enojo (Fernández, Zubieta y Páez, 2000).
Irrelevancia de la Expresión Emocional Verbal y Colectivismo
Las emociones, en muchas culturas colectivistas como puede ser el caso de China,
no servirían para obtener fines sociales, ni tampoco serían necesarias para legitimar el
orden social. Es decir, las emociones se desenfatizan o se consideran de poca importancia
en una cultura colectivista como la china, por lo que la ausencia de expresión verbal es
irrelevante (Russell y Yik, 1996). En definitiva, lo que importa es lo que la persona hace y
cómo lo hace, y no lo que siente. En la investigación de Basabe et al. (2000) China
presentaba una aceptación relativa de emociones negativas, lo cual confirma en parte la
idea de irrelevancia social de las emociones y la aceptación relativa de emociones
negativas. Aunque en la misma investigación, la muestra china informaba de una baja
intensidad vivenciada y una baja frecuencia tanto de emociones positivas como negativas,
es decir, la poca expresión verbal y una respuesta subjetiva poco elaborada ante situaciones
emocionales parece caracterizar a la cultura china.
En conclusión, China es una sociedad de supresión emocional más que de represión,
que no focaliza la atención en los aspectos internos de la vida social (Potter, 1988).
Por el contrario, el hablar y compartir con otros sobre las emociones cobra mayor
valor en las culturas individualistas, puesto que permite tener información relevante a la vez
que permite decidir cuál es el grado de intimidad y de confianza que se va a establecer en
una relación. En cambio, en las culturas colectivistas se considera menos importante
conocer la historia y los sentimientos personales del otro para orientar la interacción, ya que
para éstas el status, la afiliación y las reglas contextuales son las que determinan el fin y
sentido de una relación (Smith y Bond, 1998).
Algunos autores señalan que la somatización y la baja verbalización no implican
automáticamente un déficit de razonamiento psicológico. Mencionan, por ejemplo, que el
lenguaje chino posee un rico vocabulario emocional. La cultura china tendría una teoría
implícita socio-somática de las emociones y la salud, la cual estaría muy desarrollada,
aunque con una concepción diferente de la psico-somática occidental (Russell y Yik, 1996).
La cultura china, en parte por su carácter relacional, enfatiza la expresión emocional sutil.
Así, la acción, en detrimento de la expresión verbal, se enfatiza en la interacción y
comunicación en China (p. e., el amor es raramente verbalizado y se manifiesta o
demuestra por conductas de cuidado y ayuda al otro). La falta de expresividad puede ser
debida a que los chinos han sido ‘socializados’ de una forma que no se les permite expresar
sus emociones personales. Los chinos insisten en que los niños no deben expresar sus
emociones y así, al no expresar verbal y abiertamente sus emociones, evitan imponer sus
sentimientos a los otros y buscan mantener la armonía y tranquilidad interpersonal (Gao,
Ting-Toomey y Gudykunts, 1996). El control del medio social se obtiene mediante el
equilibrio estudiado entre las emociones, la posición social y las características especificas
de la situación. La fuerte expresión no equilibrada de las emociones se considera como algo
negativo y proclive a la enfermedad (Lewis-Fernández y Kleinman, 1994).
30
Psicología Social, Cultura y Educación
Menor Expresión Verbal de las Emociones y Distancia Jerárquica
Otra dimensión cultural que puede afectar la expresión verbal de las emociones es la
distancia jerárquica, que como ya comentamos previamente hace referencia a la forma en
que cada cultura supone y acepta cómo se reparte o se distribuye desigualmente el poder en
la sociedad. Así, en las culturas con alta distancia de poder, el respeto y la deferencia
formal hacia los individuos de mayor status social (por ejemplo, padres, personas con
cargos de responsabilidad, etc.) serían aspectos muy valorados (Hofstede, 1991). Además
de la deferencia, la comunicación implícita es frecuente y valorada en culturas jerárquicas.
En éstas las personas de alto status sugieren sus ordenes, por ejemplo, el comandante del
ejercito que comenta ‘que calor hace en este lugar’ esperando que sus subordinados lo
ventilen de inmediato.
En las culturas de alta distancia jerárquica se pueden expresar emociones negativas
hacia personas de menor status. A este respecto, en diferentes investigaciones se ha
observado que, en Japón, jefes de departamento expresaban enojo a los empleados de
menor status y evitaban expresarlo hacia personas de alto nivel social como el gerente. Sin
embargo, en Estados Unidos las diferencias de status estaban menos marcadas y los jefes de
departamento trataban a los empleados al mismo nivel (Porter y Samovar, 1998).
En las culturas con alta distancia jerárquica, las personas pueden ser menos
expresivas emocionalmente, en general, debido a que en estas sociedades, la expresión
verbal intensa de la afectividad, aún siendo ésta positiva, implicaría falta de deferencia
(Kirmayer, 1987).
Dos culturas vinculadas a una alta distancia de poder, en mayor medida que al
colectivismo, son la china y la hindú. La cultura china se caracteriza por la supresión e
inhibición de emociones fuertes, especialmente las que amenazan el orden social. En este
sentido, niños y adolescentes presentan menos síntomas agresivos y conductas antisociales
que en Occidente, lo cual reflejaría esta socialización (Draguns, 1996).
La cultura india se sitúa en una posición medio-alta en la dimensión de distancia
jerárquica, lo cual es coherente con la importancia que ésta da al sistema de castas. En la
cultura hindú, según algunas investigaciones de Psicología antropológica, se valora la
pureza y el control de las pulsiones. Además, las creencias en el contagio por la impureza y
el control de las emociones y pulsiones están asociadas. Los padres se manifiestan distantes
con respecto a los hijos y se prohíben las manifestaciones afectivas fuertes. Aun siendo
adulto, en presencia de su padre, un hijo o hija debe suprimir toda manifestación emocional
espontánea y alusión a su vida sexual o íntima. Los conflictos se suprimen y predomina una
calma emocional; un modo de vida afable y cortés. En la familia hindú reina una calma y
una moderación basadas en gran medida en la supresión, más que en el afrontamiento de
los conflictos (Jahoda, 1989; Gilmore, 1994). Además de estos informes etnográficos,
comparaciones sistemáticas confirman que entre los hindúes -en comparación con muestras
de otros 39 países- predomina la baja deseabilidad social de emociones positivas y la baja
intensidad emocional ya sea ésta positiva o negativa (Basabe et al., 2000), lo cual es
congruente con la descripción de la socialización en el control de las pulsiones y las reglas
de moderación afectiva que se han comentado anteriormente.
Además de las descripciones etnográficas y de las comparaciones en expresión entre
algunas culturas, hay datos que confirman la asociación entre distancia de poder y mayor
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
31
rechazo a la vivencia emocional intensa. Basabe et al.. (2000), correlacionando las
puntuaciones de cuarenta naciones en las dimensiones de valores de Hofstede con las
medias de muestras apareadas de estudiantes sobre expresión emocional, encontraron que la
distancia de poder está fuertemente relacionada con la experiencia emocional. Así, la
distancia jerárquica se asociaría negativamente con la deseabilidad social e intensidad de
las emociones positivas y negativas, y esta asociación se mantenía controlando el nivel de
individualismo de las naciones.
Sección Práctica: Conducta Verbal y No Verbal en la Emoción de Enojo
En este epígrafe presentaremos los diferentes atributos que caracterizan a las
reacciones verbales y no verbales de la emoción de enojo.
Conducta Verbal y No Verbal en la Emoción de Enojo
(Shaver et al..1987; Páez y Vergara, 1992; Scherer, 1997; Fernández et al.. 2000)
Responde a cada frase indicando el grado en que crees que cada atributo o elemento es
característico (típico) de tu vivencia de enojo.
Si es Nada típico, pon 1, si es Poco típico, pon 2, si es Bastante típico, 3, y si es Muy típico, pon 4.
1. Comunicar no verbalmente la desaprobación de la causa de la cólera, su 1 2 3 4
desacuerdo (marcharse fuera, dar portazos, etc.).
2. Atacar verbalmente la causa de la cólera.
1 2 3 4
3. Chillar, levantar la voz, gritar.
1 2 3 4
4. Discutir, plantar cara, enfrentarse, estar de mal genio (hablar de lo mal que están 1 2 3 4
las cosas).
32
5. Blasfemar (jurar, decir tacos, decir groserías, etc.).
1 2 3 4
6. Apretar las manos, cerrar los puños.
1 2 3 4
7. Gestos amenazadores, agresivos.
1 2 3 4
8. No sonreír, fruncir el ceño.
1 2 3 4
9. Pisar fuerte al andar.
1 2 3 4
10. Hacer rechinar los dientes, enseñar los dientes.
1 2 3 4
Psicología Social, Cultura y Educación
Claves de Corrección
Para analizar los atributos prototípicos de la emoción de enojo debes comparar tus
respuestas con los datos que se exponen a continuación. Para ello, suma las puntuaciones
dadas a cada uno de los siguientes atributos:
- Expresión verbal: Suma las puntuaciones dadas a los atributos 2, 3, 4 y 5. El rango de
respuesta oscila entre 4 (Nada Típico) y 16 (Muy Típico) puntos.
- Expresión no verbal: Suma las puntuaciones dadas a los atributos 1, 6, 7, 8, 9 y 10. El
rango de respuesta oscila entre 6 (Nada Típico) y 24 (Muy Típico) puntos.
Si has obtenido en reacciones expresivas verbales una puntuación menor que 12
consideras que estas reacciones expresivas son menos típicas en tu caso. Es decir, cuando te
enojas expresas verbalmente menos el enfado, como personas de culturas colectivistas y
jerárquicas. Si has obtenido una puntuación mayor que 14 piensas que estas reacciones
expresivas verbales son más típicas del enfado y las manifiestas de manera exagerada. Es
decir, cuando te enojas expresas más el enfado y la cólera más que el resto de la gente,
como hacen las personas de culturas individualistas y de baja distancia jerárquica.
Si has obtenido en expresión no verbal una puntuación menor que 11 piensas que
estas reacciones expresivas son menos típicas en tu caso. Es decir, cuando te enojas
expresas no verbalmente el enfado en menor medida como es típico en culturas autoritarias
y colectivistas. Finalmente, si has obtenido una puntuación mayor que 15 consideras que
estas reacciones expresivas no verbales son más típicas y las muestras de forma extrema,
como individuos que comparten valores culturales individualistas y de baja distancia
jerárquica.
Predicciones Comunicativas
Al comunicarnos hacemos predicciones acerca de los efectos o resultados de
nuestras conductas de comunicación, es decir, elegimos entre varias estrategias
comunicativas sobre la base de predicciones acerca de cómo responderá la persona con la
que nos queremos comunicar. Miller y Steinberg (1975) describen tres tipos diferentes de
información que utilizamos al hacer predicciones sobre los otros: cultural, social y personal.
Las personas de cualquier cultura se comportan generalmente de una manera regular
respondiendo a normas, reglas y valores que integraron de esa cultura. Esta regularidad
permite disponer de una información cultural que se utiliza al realizar predicciones. Sin
embargo, al interactuar con personas de otra cultura esta información cultural puede
tornarse ineficaz y es probable causa de malos entendidos. Para que la comunicación con
personas de otras culturas sea efectiva, debemos basar nuestras predicciones sobre ellas en
el conocimiento de la otra cultura, si disponemos de escasa o nula información acerca de la
cultura de la otra persona, no tendremos base a partir de la cual realizar predicciones.
Nuestras predicciones sociales se basan en nuestra pertenencia a grupos o en las
aspiraciones que tenemos de pertenecer a grupos sociales particulares o desempeñar
determinados roles sociales. Asimismo, nuestras predicciones culturales y sociales también se
basan en la categoría en la que ubicamos a la otra persona (miembro/ no miembro de mi
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
33
cultura). La categorización social es la forma en que ordenamos nuestro ambiente social (la
gente con la que entramos en contacto) a partir de agrupar a la gente de una forma que tenga
sentido para nosotros (Tajfel, 1978). Podemos, por ejemplo, dividir a las personas en hombres
y mujeres, en blancos y negros. Al categorizar a los otros y a nosotros mismos nos definimos
como miembros de grupos sociales. Una vez que ubicamos a alguien en una categoría social
se activa nuestro estereotipo acerca de las personas que integran esa categoría. Los
estereotipos, en tanto figuras o fotos mentales que tenemos de un grupo de personas, crean
expectativas acerca de cómo la gente de la propia cultura o de otras culturas se comportarán.
Estas nociones pueden ser correctas o incorrectas, y las otras personas pueden cumplir
nuestras expectativas o refutarlas. A este respecto, a continuación vamos a presentar los rasgos
culturales de los gitanos, por ser este grupo una etnia con la cual se da una comunicación intercultural en nuestro contexto. A continuación te pediremos que estimes la similitud
comunicativa con este grupo cultural.
Cultura Gitana
Describiremos brevemente la cultura gitana, basándonos en el trabajo de antropólogos y
testimonios de personas que han trabajado con gitanos. Aplicaremos las cuatro grandes
dimensiones culturales a la caracterización de su cultura. Además, comentaremos las ideas
extraídas de grupos de discusión con personas sensibilizadas a la problemática gitana, las
cuales permiten concluir que la cultura gitana se percibe como más colectivista y de mayor
distancia jerárquica que la cultura española. Al mismo tiempo, se evalúa como una cultura que
tiene rasgos de masculinidad cultural con algunos aspectos cooperativos o femeninos.
También se percibe que si bien en algunos aspectos es menos normativa o acepta mejor la
incertidumbre que la cultura española, en otros rasgos es más normativa.
Para Garanto (1995), los rasgos históricos que caracterizan la cultura de la comunidad
gitana son los siguientes:
- Es una cultura que nunca ha tenido un territorio propio, viviendo en un entorno social hostil
ante el que ha tenido que flexibilizar, acomodar u ocultar sus valores;
- Es una cultura peculiar y condicionada por su relación con la cultura mayoritaria. ‘Ser
gitano que está en España’;
- Es una cultura marcada por la idea de provisionalidad, ya que en su memoria colectiva pesa
mucho todavía su condición de nómadas con lo que esto supone de esfuerzo de adaptación.
‘Lo que vale para hoy y aquí no sirve para mañana y allí’; y,
- Es una cultura sin memoria histórica colectiva respecto de su origen preciso, circunstancia
que le ha dificultado una tradición estable y unificadora como identidad de pueblo. Además,
los gitanos valoran el presente más que el pasado.
Los gitanos son una minoría cultural, que vino a España hace cinco siglos proveniente
de la India y que ha logrado mantener una fuerte identidad diferenciada, pese a las presiones
para que se asimilen a la cultura dominante. Aunque no hay cifras exactas, se estima que
constituyen entre el 1 y 2% de la población.
Los gitanos se han caracterizado por realizar trabajos temporales y alternos,
generalmente de tipo de intercambio (venta ambulante, recolección de frutas, chatarreros,
34
Psicología Social, Cultura y Educación
etc.). Los gitanos han mantenido una economía de subsistencia, pero autónoma, por un
componente de libertad que se valora. Se trabaja en grupos familiares de forma cooperativa –
cuando se trabaja de forma autónoma. Según estimaciones de Secretariado Gitano, el 5-15%
trabaja como comerciantes, anticuarios y en actividades artísticas – constituyen la elite gitana.
Un 10-15% trabajan como asalariados en la construcción y obras públicas como mano de obra
no calificada. El 50-80% de los gitanos trabajan en venta ambulante, recogida de desechos
urbanos. Aunque la mayoría vive integrado (en barrios con payos y sedentariamente) un 1020% vive en chabolas y en condiciones de extrema pobreza.
Es una población joven (cerca del 50% tiene menos de 16 años), con tasa de natalidad
alta (4 veces la española) y su expectativa de vida es baja – solo el 5% de los habitantes de
poblaciones gitanas de menor status tenían más de 50 años en los 70 del siglo pasado. Los
gitanos se casaban a los 13-15 años, aunque la nupcialidad se ha postergado hacia los 18 años
en la actualidad. El 70% de los adultos no tienen educación y aunque en la actualidad la
mayoría de los niños se escolariza, la mayoría abandona entre 11 y 14 años (Castro, 1999;
Garanto, 1995).
El matrimonio es arreglado por o los padres tienen fuerte influencia en el. El
matrimonio es precoz, ya que el paso a la edad adulta se asocia al casamiento y al nacimiento
del primer hijo. Se prefiere casarse con parientes, con mucha frecuencia de la propia
comunidad, pero también fuera de ella. La residencia tiende a ser patrilocal (la casada va a
residir con su marido, en casa de sus suegros o cerca de ellos). Predomina la familia del padre
para definir el linaje.
Actualmente la cultura gitana mantiene aspectos fundamentales, aunque parece que
cada vez más amenazados, de entre los que se señalarían los rasgos siguientes, asociados al
colectivismo (San Román, 1997).
La identidad de las personas deriva de su pertenencia a una familia extensa, que
implica deberes y derechos normativos. La pertenencia a este grupo extenso se da por
nacimiento y pertenencia al grupo étnico. Se forma la familia y se obtiene la raza o linaje a
partir de los miembros varones
La familia extensa es la unidad social básica, el lugar de identificación cultural donde
todo se aprende y en cuyo medio se desarrolla. Los gitanos residían en familias extensas de
tamaño reducido o en familias nucleares unidas a otras familias por parentesco. El tamaño de
las familias es de 5-6 miembros. Se evitaba residir junto a otras familias o grupos gitanos sin
lazos parentales y si esto ocurría se guardaba distancia de estos.
Las relaciones con los otros gitanos son muy importantes. Un rasgo cultural gitano es
el alto sentido de la hospitalidad, así como de la solidaridad obligada para con cualquier gitano
que sufra alguna carencia, bien sea material, moral o espiritual.
El respeto a los antepasados, a los mayores y los ritos de conmemoración de ellos son
fuertes, mostrando un fuerte apego a la colectividad, incluyendo los difuntos. El luto es largo
para el varón y de casi toda la vida para la mujer. El respeto a los muertos en esta cultura es
sagrado, motivo por el cual se convierte en la mayor ofensa cualquier falta contra este respeto
sagrado y que puede provocar reacciones imprevisibles, tanto en el individuo como en la
comunidad. En este contexto cultural se enmarca el recuerdo obligatorio en el día de los
difuntos por parte de las familias gitanas.
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
35
Hay fuertes diferencias de conducta ante los miembros del endo (gitanos con lazos de
cercanía familiar: solidaridad, hospitalidad, respeto) y del exo-grupo (payos: relación
económica de intercambio). El matrimonio con payos es poco frecuente y no es deseable
socialmente.
Sin embargo, el nomadismo histórico y el tipo de trabajo preferido (comercio y
actividades autónomas, de obtención de dinero inmediato sin planificación a largo plazo) son
rasgos asociados al individualismo. Mientras el nomadismo caracterizaba a un tercio de los
gitanos europeos, en el caso de los españoles caracterizaba a una minoría y la mayoría del
90% o más eran sedentarios y vivían en ciudades – aunque los datos son aproximados y
limitados.
La cultura gitana se caracteriza también por una distancia jerárquica importante, que
legitima diferencias de status importantes, en función de la edad, parentesco y género. La
estructura de edad y parentesco son muy importantes. Predominan los ancianos y los hombres
de edad. Los hombres de confianza basaban su prestigio en la cantidad de hombres que les
siguen. La fuerza de una familia depende del número de varas, es decir, del número de varones
adultos que utilizan bastones o varas. Es muy importante y asimétrica la relación entre padrehijo, hombre-mujer. El vínculo solidario y desigual entre un hombre y su padre es el
prioritario. Las diferencias de clase son importantes y es infrecuente que un gitano de alto
status se case con uno de bajo status.
La cultura gitana se caracteriza por una cierta ‘feminidad cultural’. Rasgos asociados a
ella son: el predominio de relaciones de cooperación y calidad de vida antes que de
competitividad y recompensa material. La solidaridad y hospitalidad son importantes. El
grupo familiar otorga apoyo social a la persona ante situaciones negativas. Se acepta la
expresión afectiva intensa y el apoyo emocional.
Sin embargo, la importancia de la respuesta violenta a los ataques al honor familiar
sugieren elementos de masculinidad cultural o dureza. Por otro lado, la asimetría entre géneros
y la dominación masculina son importantes. La relación entre hombres y la autoridad
masculina son esenciales en la organización social y predomina una ideología machista fuerte.
El ideal cultural masculino se caracteriza por: a) un gitano debe ser orgulloso y estar
dispuesto a defender su honra y familia; b) un gitano debe aportar la mayor parte del dinero
necesario para la familia; c) este aporte debe hacerse de forma relajada, sin esfuerzo, con
listeza; d) autoritario con las mujeres de su casa y familia; y, e) negociador con los hombres de
su grupo, con los que se lleva bien y debe ganarse el respeto de los otros.
El gitano es niño hasta la pubertad -hasta los 14-15 años-. Del mozo o adolescente se
espera que sea orgulloso, conquistador de payas, distante de las gitanas, guapo y ágil, valiente
y defensor de la integridad moral de su familia. Trabaja activamente en beneficio del padre y
hermanos mayores en las tareas más duras. Cuando se casa y tiene un hijo, hasta los 40-50
años, se es un adulto. Disminuye el orgullo y valentía, pero, aumenta la paciencia, astucia y se
hace respetar. Se trabaja autónomamente o con la familia. Después de los 40-50 si se es abuelo
de varones y se ha ganado un prestigio social se convierte en un hombre de respeto o
confianza – un tío (no todos los mayores llegan a ser tíos y el calificativo de patriarca utilizado
por la prensa no lo es por los gitanos).
El ideal cultural femenino consta de: a) una gitana debe ser casta: la virginidad de la
moza y la fidelidad de la casada son normas esenciales, asociadas a un fuerte control social de
36
Psicología Social, Cultura y Educación
las mujeres por los hombres. b) fértil y dedicarse en cuerpo y alma a su marido e hijos; y, c)
trabajadora y capaz de ganarse la vida y criar a sus hijos aunque sea sola, si su pareja enferma
o cae preso.
La niña gitana empieza a trabajar a los 8-9 años en tareas domesticas y cuidando a los
pequeños de la familia. Más adelante sale a trabajar –el ausentismo escolar es mayor en niñas
que en niños gitanos por esa mayor carga de trabajo-. La niña y moza deben servir y
complacer a los hombres de su familia. Al casarse y transformarse en adulta, se supone que
debe pasar desapercibida La boda se realiza si se confirma que la mujer es virgen.
La cultura gitana se caracteriza en parte por una alta evitación de la incertidumbre. Los
rasgos asociados son los siguientes: El mantenimiento de una identidad resistente, la defensa
de la tradición son muy importantes. Respetar los ritos religiosos, funerarios y de boda son
muy importantes - manifestar y aplicar las normas de luto son importantes. Se controla la
virginidad de las jóvenes y se rechaza el adulterio femenino. La boda se realiza si una
especialista confirma delante de las mujeres de la familia que la chica es virgen. Se controla
mucho el honor y el respeto de la moral tradicional. Se valora la pureza y ritos de control de la
contaminación. Se debe tener un cubo “bueno” para lavar la vajilla y la comida, y otro “sucio”
para lavar la ropa y el cuerpo. Para una gitana es repugnante ver como una paya lava una
prenda de ropa en la pila de fregar la loza.
No obstante, la tradición de libertad y relativa incertidumbre económica, son rasgos
que sugieren una tolerancia de lo incierto o una baja evitación de la incertidumbre.
Simultáneamente, el fácil cambio o innovación religiosa (paso de la tradición católica a la
evangelista por ejemplo) sugieren que hay poco apego a una sola verdad revelada. Un 10% de
los 800 mil gitanos se han ‘fugado’ de la Iglesia Católica a la Evangelista.
Los rasgos antes descritos son las normas culturales ideales y como es habitual en
todas las sociedades su aplicación a la práctica es relativa.
El desarrollo económico de los años 60-80, la inserción urbana y otros procesos han
reforzado la aculturación de los gitanos. Ha aumentado su educación y se han desarrollado
organizaciones gitanas –que agrupan a una minoría y según algunos autores tienen una base
social limitada-.
Si bien la posición social de la mujer sigue siendo de subordinación ha mejorado el
trato. Se es más tolerante con la autonomía de las jóvenes, aunque el control de su virginidad
sigue siendo estricto. Los jóvenes tienen mayor influencia en el matrimonio, aunque los padres
siguen jugando un papel muy importante. Se sigue esperando que el enlace sea entre gitanos.
El predominio de la autoridad masculina sigue siendo importante.
Se ha dado una flexibilización de las jerarquías de edad. Los tíos pueden esperar en la
actualidad más deferencia que obediencia. La base de la influencia de estos hombres de
confianza y respeto ya no son solo las varas (la cantidad de hombres adultos jefes de hogar
que les respaldan) sino que también la relación con las instituciones, la administración o el
dinero. Las grandes familias jugaban un rol más bien pasivo ante la administración. Durante
las décadas democráticas se han desarrollado liderazgos con bases diferentes a las
tradicionales.
El papel social de las familias o razas y de los grandes grupos de parentesco basados
en la familia masculina ha disminuido, se ha reducido el tamaño de la familia. Sin embargo, la
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
37
familia sigue siendo patrilineal y siguen siendo importantes las relaciones con las otras
familias nucleares y extensas que residen en la misma comunidad y con la que se tienen lazos
de parentesco.
Se han reforzado valores consumistas y economicistas. El despilfarro ostentoso
orientado a establecer vínculos y alianzas con otras personas y familias ha sido reemplazado
por el mero consumismo.
El pentecontalismo gitano, basado en la comunión espiritual y emocional durante los
ritos, así como en un mensaje anti-droga y de auto-control, se ha desarrollado e influencia a un
10% de los gitanos como hemos dicho (García, 2002). Por su carácter universalista esta
religión tiende a romper las lealtades gitanas basadas en los lazos de la familia extensa.
Las creencias místicas han desaparecido, el control territorial y la defensa violenta de
los intereses de la familia han disminuido –por la mayor sedenterización y los pactos de
convivencia entre familias gitanas forzadas a convivir en barrios y ciudades-.
La evolución negativa del mercado laboral en el que se insertaban los gitanos (trabajo
temporal agrícola, reciclaje y venta) es un problema social acuciante que socava la cultura
gitana. El trabajo asalariado ha disminuido y domina la venta. La concentración residencial de
gitanos de familias diferentes, lo que conlleva tensión y conflicto, debido a las decisiones de
las administraciones, es otro problema social importante. Finalmente, la venta de droga, que es
una actividad ilegal muy remunerativa, ha implicado tanto el consumo, como la frecuente
prisión de los gitanos y gitanas implicadas. La degradación personal hace que el sujeto
cuestione los valores y normas culturales: el drogadicto es desleal con la familia y engaña a
sus próximos, aunque en general se le sigue aceptando y apoyando en su familia. Además, la
compraventa de drogas crea dependencias interpersonales, extrafamiliares e inter-étnicas muy
fuertes, cuestionando las reglas del colectivismo gitano. Según algunos autores la implicación
en la venta de drogas es la amenaza de aculturación más fuerte a la que han tenido que hacer
frente los gitanos (San Román, 1997).
Percibir la Semejanza
En este epígrafe analizaremos la medida en la cual percibimos similitud de autoconceptos con otros individuos influencia nuestra atracción por ellos y la denominamos
similitud percibida. Es decir, nos atraen aquellas personas que pensamos se ven a ellos
mismos de la misma forma que nos vemos a nosotros mismos. Además de la similitud
percibida de auto-conceptos, también nos atraen aquellos con los que percibimos una
similitud en actitudes, valores, apariencia física y estilos comunicativos. Si percibimos que
nuestras actitudes son similares a las de otros nos sentiremos atraídos dado que la
semejanza en actitudes valida nuestra visión del mundo. Evaluamos a nuestras relaciones
potenciales según la medida en que percibimos que son similares a nosotros. En las etapas
iniciales de conocer al otro probablemente nos centramos en valores y opiniones generales
propias y buscamos la semejanza en aspectos centrales de nuestra visión del mundo (Duck,
1977).
Otra de las semejanzas que más buscamos en relaciones potenciales es la referida a las
orientaciones hacia las interacciones interpersonales. Es decir, si percibimos en el otro
similitudes en las orientaciones hacia la comunicación, tendremos mayor probabilidad de
38
Psicología Social, Cultura y Educación
llegar a establecer una relación cercana. La investigación de Burleson et al.. (1992) sugiere
que los amigos íntimos tienen orientaciones similares hacia cinco actividades comunicativas
específicas: manejo del conflicto, formas de confortarse unos a otros, formas de persuadir,
formas de apoyar las concepciones del otro y formas de contar cuentos y chistes.
Si nos proponemos desarrollar relaciones con extraños es importante comprender las
diferencias pero también buscar la semejanza, en este sentido tomaremos el grupo de
comparación de los gitanos. Así, cuando nos encontramos con gente de otra cultura u otro
grupo étnico, uno de los principales factores que inhibe el desarrollo de relaciones cercanas
son justamente las diferencias culturales y étnicas.
Es necesario poder extraer aspectos en común porque cuanto más explícita sea la
comprensión de lo que se tiene en común y de la meta a alcanzar conjuntamente, menos
amenazantes serán las diferencias que aún se mantienen. Para ir más allá de las diferencias
genuinas y poder desarrollar relaciones más íntimas debemos hablar, entrar en contacto y
descubrir que se es semejante en otras áreas. Para desarrollar relaciones cercanas entre
individuos de diferentes culturas es necesario encontrar semejanzas o percibir similitudes en
actitudes, estilos de vida y la visión del mundo.
Sección práctica: Similitud Percibida y Comunicativa
El siguiente ejercicio sirve para que entiendas el concepto de similitud percibida y
auto evalúes tu nivel de similitud comunicativa.
Cuestionario de Similitud Percibida y Comunicativa (Gudykunst, 1994)
Evalúa el grado de similitud o parecido que sientes cuando te relaciones con personas de otra
cultura o etnia (sugerimos que utilices como grupo de comparación a los gitanos tomando en cuenta
la descripción anterior).
Elige el país o grupo cultural con el que trabajas o trabajaras más frecuentemente.
Piensa en una persona típica del grupo de otro país o etnia. Pon el nombre del país o etnia............……
Piensa en una persona típica de tu propio país. Pon el nombre del país….................……
Responde a cada frase indicando el grado en que crees que se aplica cuando comunicas con la persona
de tu propio país o grupo cultural y cuando comunicas con una persona del otro país o grupo cultural.
Si Nunca experimentas el contenido de la frase, pon 1, si lo haces Casi Nunca, pon 2, si te ocurre A
Veces, 3, si te ocurre Casi Siempre, 4 y si experimentas Siempre el contenido de la frase pon 5.
1. Percibo que... y yo tenemos estilos de vida similares (normas de
conductas, opiniones, creencias, actitudes y valores)
2. Creo que... y yo tenemos formas diferentes de contar bromas, anécdotas
e historias
3. Creo que.... y yo enfrentamos o manejamos los conflictos y discusiones
de forma similar o parecida
4. Creo que...y yo tenemos formas diferentes de apoyarnos, consolarnos, de
dar apoyo y comprensión
5. Creo que.... y yo tratamos de convencernos, persuadirnos, de argumentar
para cambiar nuestras opiniones de forma similar o parecida
Persona del
otro grupo
12345
Persona de tu
grupo
12345
12345
12345
12345
12345
12345
12345
12345
12345
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
39
Claves de Corrección
Invierte las puntuaciones de las preguntas 1, 3 y 5. Si tienes un 1 pon un 5, si tienes un
2 pon un 4, si tienes 4 pon un 2 y si tienes un 5 pon un 1. Suma tus respuestas:
-
Otro grupo: 1....+2....+3....+4....+5....
Total =......
-
Tu grupo: 1....+2....+3....+4....+5....
Total = ......
Diferencia =......
Puntuaciones de 17 o más en ‘otro grupo’, o de 13 o más en ‘Tu grupo’ y de 4 o más
en ‘Diferencia’ indica que percibes grandes diferencias, es decir tienes diferentes
perspectivas que pueden dar lugar a malos entendidos en la comunicación. En cambio
puntuaciones medias: de 15 o menos en ‘Otro grupo’, de 11 ó menos en ‘Tu grupo’ y de 3 ó
menos en “Diferencia” menos percibes diferencias, por lo cual será más sencillo encontrar
puntos en común. A mayor puntuación, más diferencias en experiencias o percibes poca
similitud cuando comunicas con otras personas. Puntuaciones inferiores a 4 indican una baja
similitud importante. Respecto a la diferencia entre tu grupo y el de comparación (los gitanos),
lo habitual es que la diferencia sea positiva.
Resumen
La cultura estructura el espacio y el ritmo del tiempo: existen culturas colectivistas de
alto contacto (árabes, de América Latina y Europa del Sur), colectivistas (asiáticas) e
individualistas (anglosajonas y norte-europeas) de bajo contacto.
El contacto físico sirve para comunicar afecto, controlar la interacción, cumplir fines
instrumentales y rituales.
El contacto físico, en particular de una persona de alto estatus, induce mejor estado de
ánimo y logra que los otros cumplan más lo que se les pide.
Las personas de mayor estatus, hombres en relación a mujeres p. e., inician más el
contacto físico, se sitúan a mayor distancia y las personas que inician y contactan más
se perciben con mayor poder.
Las culturas jerárquicas inducen mayor distancia y menos contacto con los de alto
estatus las culturas colectivistas tienen un ritmo temporal más lento, en el que la
puntualidad está subordinada a las relaciones sociales, aunque es el nivel de desarrollo
socio-económico el factor que determina una mayor rapidez del ritmo de vida.
La comunicación es la transmisión bi-direccional mediante un código simbólico de
información.
40
Psicología Social, Cultura y Educación
Es equivocado hablar de comunicación no verbal y la evidencia que mucha
información se transmite por la conducta expresiva y gestual (no verbal) es
inconsistente.
Los gestos corporales que acompañan a la verbalización sirven para ayudar a pensar al
locutor.
Expresiones faciales típicas se reconocen como asociadas a emociones.
La expresión facial se entiende mejor como una comunicación intencional que busca
orientar la conducta del otro que como una manifestación gestual de un estado interno.
Culturas de alta distancia jerárquica inducen una menor manifestación gestual y facial
de las emociones negativas, así como llevan a percibir menos intensamente las
emociones.
El significado de la sonrisa es de sociabilidad en diferentes culturas, aunque en la
cultura individualista anglosajona se asocia a juicios de mayor inteligencia y en la
colectivista china a menor auto-control.
La mirada o contacto visual sirve para comunicar, regular y controlar la interacción.
En culturas colectivistas y jerárquicas se utilizaría menos el contacto visual para
respetar las diferencias de estatus y evitar transmitir emociones irrelevantes o que
alteren la armonía social.
Las personas de mayor estatus miran más al interlocutor cuando lo quieren persuadir y
lo miran menos cuando este último habla.
Se cree erróneamente que la mentira se manifiesta en conductas no verbales (cambiar
de posturas, sonreír más y ocultar la mirada) y conductas verbales (hacer más pausas y
hablar lento).
Si una persona exhibe ciertas conductas como desviar la mirada y pausas, se les
juzgará como mentirosa, porque estas se consideran típicas de la mentira – aunque no
hay base experimental para afirmarlo.
La aparición de adaptadores y vacilaciones también induce por su carácter típico
juicios de mentira, aunque en este caso con cierta veracidad.
La mentira se manifiesta en realidad débilmente en ciertas conductas no verbales
(tocarse el cuerpo o adaptadores) y verbales (vacilaciones, entonación alta, errores al
hablar).
Estilo de comunicación de alto contexto o implícito es aquel en que buena parte de la
información está en el entorno o incorporado en los hablantes, es típico de culturas
colectivistas en las que las personas interactúan intensivamente y a largo plazo con las
mismas personas de un endo-grupo.
El estilo de comunicación bajo contextual explicita al máximo la información
verbalmente y es típico de culturas individualistas donde los sujetos interactúan con
muchas personas de muchos grupos, compartiendo poca información previa
Capítulo 14: Interacción y Comunicación Emocional
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El estilo directo (no ambiguo, formular claramente) es más típico del individualismo
que valora las relaciones negociadas abiertamente.
El estilo indirecto (ambiguo, se anticipa y lee en la mente del otro) es más típico del
colectivismo que valora la armonía grupal.
Autoritarismo y estilo deferente: las personas de culturas de alta distancia jerárquica
valoran menos el habla y la expresión verbal y no verbal intensa de las emociones, ya
que puede ser una falta de respeto y amenazar la estructura de estatus.
Los colectivistas asiáticos valoran menos el habla, creen menos que el lenguaje es
importante para el aprendizaje y pensamiento y rinden peor cuando tienen que hablar
en voz alta.
Los individualistas valoran más el habla y el hablar sobre sí mismo o auto-revelación
refuerza la relación y atracción interpersonal.
Hablar sobre las emociones no disminuye la vivencia sino que la aumenta a corto plazo
(en contra de la idea de la catarsis y de la asimilación cognitiva simple), aunque
refuerza el bienestar a largo plazo y refuerza la integración social.
Los individualistas, que valoran lo internos y la persona autónoma, hablan, expresan no
verbalmente y vivencian más intensamente las emociones negativas – mostrando un
estilo de sub-regulación y catártico de la afectividad.
Las personas de culturas jerárquicas, que valoran el autocontrol y respeto de las reglas
sociales, expresan menos verbal y no verbalmente las emociones negativas e informan
de menor intensidad emocional – mostrando un estilo sobre regulado y de supresión
afectiva.
La comunicación intercultural se basa en la percepción de diferencias y similitudes en
valores y normas entre grupos étnicos.
La cultura gitana se diferencia por un mayor colectivismo, mayor distancia jerárquica,
una mezcla de mayor feminidad y masculinidad cultural y evitación de la
incertidumbre.
Los payos autóctonos perciben una diferencia de estilo cultural comunicativo con los
gitanos –una descripción de la cultura gitana y recordar que esta enfatiza un estilo más
deferente, de reconocimiento del estatus, colectivista de valoración del habla y de
mayor expresividad emocional busca orientar la comunicación con este grupo cultural.
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Psicología Social, Cultura y Educación
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