EL UNIVERSO DE STEPHEN KING - NÚMERO 60 - DICIEMBRE 2002 CONTENIDO INSOMNIA - NÚMERO 60 2 - NOTA DEL EDITOR - Sesenta meses 4 - ACTUALIDAD - Noticias desde la zona muerta 8 - ENTREVISTA - Escribiendo para él A FONDO - El béisbol en la obra de King (Parte 1) 11 - IMPRESIONES - Un viaje en Buick 8 24 - INSIDE VIEW- Caminan entre nosotros... ¿Hasta cuándo? 28 - TORRE OSCURA - Otros ilustradores (Parte 1) 30 - THE DEAD ZONE - Biografías de los actores 33 - FICCIÓN - Sangre y polvo / por Mariano Bertello 37 - E-MAIL - Hablan los tommyknockers 51 - CONTRATAPA - Pennywise (dibujo) 54 - CRÉDITOS "...De una patada, le arranqué el arma de la mano, y pude oír el ruido a madera húmeda de los huesos quebrados. Le di un puntapié en la ingle, haciendo que se doblara. Volví a patearle, esta vez en la parte trasera de la cabeza, y sus pies produjeron un rápido e inconsciente tamborileo en el suelo. Ya estaba muerto, pero le golpeé una y otra vez, le di patadas hasta dejarlo convertido en pulpa y mermelada de fresas, nada que alguien pudiera identificar jamás, ni por los dientes ni por ninguna otra cosa..." (El Quinto Fragmento) NOTA DEL EDITOR Sesenta meses El número 60 nos parece una cifra enorme, si pensamos en el término de meses. Son exactamente cinco años, y cuántas cosas deben haber pasado en la vida de cada uno de los lectores (y de nosotros también) durante éstos últimos cinco años. Pero si hay algo en común que nos ha conectado con esos lectores diseminados por todo el mundo es INSOMNIA, esta publicación. Por eso, el breve comentario editorial de este mes es auto-referencial. Vamos a hablar un poco de nuestra criatura. INSOMNIA comenzó a dar sus tímidos primeros pasos allá por enero de 1998 y, a partir de ese momento, no faltó jamás a la cita mensual. Es cierto que ha habido muchos errores: de edición, de compaginación y de traducción, principalmente. Pero es cierto también que, si algo nos ha animado y nos da fuerzas para seguir mes a mes, es el apoyo incondicional de los lectores. El placer de hacer algo como esta revista está en el hecho de saber que hay un público destinatario esperando impacientemente que llegue cada nuevo número. Y así fueron pasando rápidamente estos 60 meses, que son cinco largos años. Paradojas del tiempo: a veces no dura nada, y otras una eternidad. ¿Y con respecto al contenido? Bueno, quizás eso sea lo más difícil de definir en cada número. Hubo secciones que se ganaron un lugar, como Torre Oscura y Ficción, por "presión" de los lectores. Y otras, resistidas por algunos al principio, hoy son de las más gustan, como el Inside View de nuestro amigo Richard Dees o la sección dedicada a la serie The Dead Zone. Pero, en líneas generales, creemos haber cumplido con la mayoría de las expectativas. Y con respecto a lo que aún no hemos publicado... a no desesperar, que nos queda un largo caminar por recorrer. Si nos siguen acompañando, seguramente estaremos presente durante los próximos cinco años, o tal vez muchos más. Y nada mejor que celebrar nuestro número 60 que los excelentes artículos de este mes: • Entrevista: Escribiendo para él Stephen King se pone muy serio y habla sobre su retiro. • A fondo: El béisbol en la obra de King (Parte 1) Todo lo que siempre quisieron saber sobre béisbol... y nunca se atrevieron a preguntar. • Impresiones: Un viaje en Buick 8 Jack Ketchum, un destacado escritor del género, analiza la última novela de King. 2 • Inside View: Caminan entre nosotros... ¿Hasta cuándo? Richard Dees y el peor demonio... ¡el ser humano! • Torre Oscura: Otros Ilustradores (Parte 1) Conozcan a fans de Stephen King que también ilustraron el universo de Roland. • The Dead Zone: Biografías de los actores Los protagonistas de la exitosa serie y sus antecedentes actorales. • Ficción: Sangre y polvo, por Mariano Bertello Un excelente cuento, ganador del concurso Halloween 2002, organizado en la lista de correo electrónico Kinghispano. ¡Feliz Año Nuevo! 3 ACTUALIDAD Noticias desde la zona muerta EL DIARIO EN CASTELLANO Como ya anticipábamos el mes pasado, ha salido a la venta el libro El Diario de Ellen Rimbauer - Mi vida en Rose Red en castellano, que a pesar de no estar escrito por King, es un libro enlazado con la miniserie Rose Red. Lo que sorprende es que la edición española es casi idéntica a la americana, un verdadero lujo de edición. Está publicado por Ediciones B, su precio es de 16,63 Euros (en España) y bajo la foto de portada viene la inscripción "El Libro que revela los secretos de la Serie de TV Rose Red, de Stephen King". Recordemos que el autor del libro es Ridley Pearson, un escritor especializado en novelas de suspenso y amigo personal de Stephen King. ¿EL BUICK LLEGA A ARGENTINA? Quizás los argentinos tenga una regalo de fin de año, ya que todo parece indicar que durante este mes de diciembre se editaría en Argentina Buick 8: Un Coche Perverso, la última novela de Stephen King. Suponemos que se trata de la misma edición que salió en España. ¿NUEVO RELATO? Los rumores indican que King estaría por publicar un nuevo relato. Si bien no hay más detalles sobre el mismo, lo cierto es que aparecería en el número 10 de la revista literaria McSweeney's (editada por Michael Chabon), en la edición que se publicaría en enero y febrero. KING Y LA EDUCACIÓN Stephen King comentó que está interesado en realizar un proyecto educativo, que consiste en un sistema interactivo basado en Internet, para la enseñanza de la escritura. Esto lo explicó King frente a un grupo de estudiantes de la Freeport Middle School (Maine). La idea por el momento es meramente conceptual, pero ilustra las posibilidades que tienen las computadoras laptops que fueron instaladas en las escuelas de Maine. "Me gustaría enseñarles a escribir a través de esta tecnología," les dijo King a los estudiantes. "Me gustaría que estemos en contacto. Esto podemos hacerlo juntos." 4 Alrededor de 18.000 laptops fueron instalados hasta el momento en las escuelas del Estado, y la misma cantidad será instalada el año próximo. Este poderoso programa educativo, que aspira a que cada estudiante posea una laptop, no tiene precedentes. "Nunca hubo una clase que tuviera lo que tienen ustedes," dijo. "Cuando yo estaba en séptimo grado, sólo me dieron una lapicera." PROTESTA ANTI-BÉLICA Unas 3000 personas realizaron a principios de noviembre una marcha anti-bélica, en contra de un posible ataque de Estados Unidos a Irak. La marcha se realizó en Augusta, y en la misma hablaron varias personalidades y políticos. Stephen King no pudo estar presente, pero envió un comunicado que fue leído y muy aplaudido por la concurrencia. El mismo decía lo siguiente: "Estoy totalmente en contra de cualquier acción unilateral de los Estados Unidos sobre Irak o sobre cualquier otro país. No podemos ser la policía del mundo, tal como dijo George W. Bush en su candidatura a presidente en 1999 y 2000." KING, AUSENTE CON AVISO Stephen King, debido a otros compromisos contraídos, no pudo participar de una serie de recitales que dieron los Rock Bottom Remainders durante noviembre, entre ellos el realizado en la Feria del Libro en Miami. FANTASÍA AMERICANA Próximamente se editará una antología de relatos titulada The American Fantasy Tradition (Editorial Tor). El editor, Brian Thomsen, trata de que dicho volumen contenga cuentos que se relacionen con leyendas populares y la historia de los pueblos. Dentro de los relatos elegidos figura Children of the Corn (Los Chicos del Maíz), de Stephen King. LA ESTACIÓN DE LAS LLUVIAS El cuento Rainy Season (La Estación de las Lluvias), de Stephen King, ha sido adaptado a la pantalla en forma de cortometraje, y pronto podrá verse por Internet. El director y guionista es Nick Wauters, Kathie Lucero y Bart Roen los productores; y Brian Pratt el director de fotografía. El elenco lo integran Benjamin Rouse, Tawna Hutchinson, Otro Brezina y Leigh Rose. La compañía independiente que se encarga del proyecto es Wauters From The Moon Productions. El director, Nick Wauters, quedó enamorado de la historia ni bien la leyó por primera vez, dentro de la antología Nightmares & Dreamscapes (Pesadillas y Alucinaciones), de King. Después de años de escribir guiones y de realizar trabajos de edición decidió, con Rainy Season, dedicarse a su primer proyecto como 5 director. El cortometraje fue filmado durante 3 días, en el Paramount Ranch en las montañas de Santa Monica, en abril de 2002. En poco tiempo más debería "estrenarse" el mismo. MAS SOBRE THE KINGDOM Stephen King se encuentra trabajando en The Kingdom, la serie de televisión que comenzaría a emitirse el año próximo por la cadena ABC. The Kingdom se basa en Riget, una miniserie danesa de 5 horas de duración que en el año 1994 escribió Lars Von Trier. La idea de ABC es preparar inicialmente un episodio piloto y luego 13 episodios más que conformarían la primera temporada. Si llega a ser un éxito, probablemente haya más temporadas de la serie. Por el momento, King sólo escribiría el episodio piloto, pero seguramente tendrá el rol de productor ejecutivo, por lo que seguiría de cerca todo lo que se relacione con la serie. La serie ha sido definida como una mezcla de Twin Peaks con ER. Otro escritor que se encuentra trabajando junto con King en el guión de la serie es Richard Dooling, especializado en temas médicos. LUZ VERDE PARA EL DIARIO DE ELLEN RIMBAUER La compañía ABC dio el visto bueno para la realización de la miniserie basada en El Diario de Ellen Rimbauer, el libro escrito por Ridley Pearson que es una especie de "precuela" de Rose Red. Del proyecto se encargará el mismo equipo que realizó la miniserie anterior, es decir: Craig Baxley en la dirección, Tom Brodek en la producción, y Stephen King y Mark Carliner como productores ejecutivos. Comenzará a filmarse en Tacoma, (Washington) durante el próximo mes de enero, y piensa emitirse por televisión en mayo de 2003. MAS PROBLEMAS PARA ASYLUM Sigue con problemas el proyecto de adaptar al cine la novela Asylum, de Patrick McGrath. Recordemos que se había alejado del mismo el director Jonathan Demme y que se había descartado la idea de usar el guión escrito por King. Ahora desertaron el que era el nuevo director, Paul McGuigan, y Liam Neeson, el actor protagónico. Por lo visto, no hay mucho futuro para esta película. MUSICAL TERRORÍFICO Todo parece indicar que durante 2003 podría estrenarse el musical que Stephen King y el músico John Mellencamp vienen elaborando desde hace varios meses. Mellencamp confirmó que en febrero o marzo se va a juntar con King para dar forma final al guión de la historia. "Steve quiere que nos juntemos para terminar de escribir el libreto," dijo Mellencamp. "Yo le dije, 'Steve, yo escribo las canciones y vos el libro.' Y él me dijo, 6 'No, hombre, esto lo vamos a hacer juntos. Nos reuniremos para escribir las canciones y el guión'". REFERENCIA EN "THE SIMPSONS" En un episodio de la serie animada The Simpsons hubo una referencia-parodia a The Green Mile. Cuando conducen a Homero por un pasillo de la cárcel, entre los presos hay un negro bastante grande que le dice "dame tus manos". Lo empieza a ahorcar y le dice "te mataré como he matado a tres hombres", y muestran que tenía una rata. LO QUE VENDRÁ Confirmado: 4 de Abril de 2003: "Dreamcatcher" (cine) Probable: Marzo de 2003: "Everything's Eventual" (libro, edición en castellano) Mayo de 2003: "The Diary of Ellen Rimbauer" (miniserie, TV) 2003: "The Kingdom" (serie, TV) Septiembre de 2003: "The Dark Tower V: Wolves of the Calla" (libro) Noviembre de 2003: "The Dark Tower VI: Song of Susannah" (libro) Marzo de 2004: "The Dark Tower VII" (libro) Las noticias son extraídas, en su mayoría, de los sitios webs de Kevin Quigley, Lilja, Brian Freeman y de la lista de correo SKemers 7 ENTREVISTA Escribiendo para él Stephen King se pone muy serio y habla sobre su retiro Stephen King sobrevive al sándwich de pescado que tenía frente a él, en un local de McArthur's American Grill en Pleasantville, y luego se coloca dos aros de cebolla grande frente a sus ojos, como si fueran anteojos. "Binoculares", dice bromeando, y los vuelve a poner en el plato. "Miren, esto es lo que ocurre cuando estoy lejos de mi esposa. Puedo hacer cosas como ésta." Esto puede explicar porqué el sonríe cuando, al salir del Jacob Burns Film Center para ir a almorzar, fue saludado por uno de sus fans (que había hecho la cola desde las 5 PM, a pesar que el evento era a las 7:30 PM) al grito de "¡Sos Dios!". Ahora está sentado frente a la mesa, haciendo caras divertidas con la comida. Pero esta particular deidad literaria se pone muy seria cuando habla de su declaración pública que está pronto a retirarse. Pero no dejará de escribir, por supuesto: "Nunca dejaré de escribir," le contó a Janet Maslin, crítica de libros de New York Times, durante su aparición en el Jacob Burns Film Center, cuando presentó su última novela, From a Buick 8. "Amo escribir. No sé qué haría sin esas horas." Mientras tanto, King le está entregando a sus editores lo que está escribiendo. Está completando los tres volúmenes finales de su saga de La Torre Oscura, y eso será todo. Continuará escribiendo, pero no dejará que otros lean sus libros (al menos por ahora). "Me veo a mí mismo repitiendo frases", dice. "Solamente hay muy pocas maneras de describir a alguien gritando dentro del desagüe. Mi crítica Nº 1 es mi esposa. Ella va a leer algo y dirá 'Oh, Stephen, esto es una mierda.' Más allá de lo que piensen los editores, seguirá siendo una mierda, a pesar que puedan vender mucho de eso." "Por eso quiero para cuando todavía esté al tope de mi juego. Quiero terminar mi carrera como la terminó Ted Williams en el béisbol..." Parte del motivo, comenta King, se debe al cansancio con respecto a lo que se ha convertido la industria editorial. "No quiero pensar en estar comparando mis ventas y las de otros best-sellers como Tom Clancy, John Grisham o Danielle Steele." "Me encanta la idea de quitarme la presión de encima," comenta. "Si decido dejar un libro de lado antes de terminarlo, podría hacerlo." Lo que ha hecho anteriormente en algunas ocasiones. Una fue con un libro titulado Cannibals. 8 "Trataba de varias personas atrapadas en un edificio de departamentos. Y lo seguí hasta el final. Quería ver como se rompía esa estructura social. Me divertí mientras lo escribía, pero no sabía cómo seguirlo. Por eso lo dejé de lado durante un año y medio. Y, un día, quise volver a él. Y no encontré el manuscrito. Mi oficina siempre se ve como si la hubiera arrasado un ciclón. Hay papeles por todos lados. No soy muy organizado; y ahora con el procesador de textos y esos disquetes -que son tan pequeños- no puedo encontrar nada." Retirarse es una decisión que ha dejado a su legión de fans en la desesperación. King cuenta que esa misma semana, mientras caminaba desde el Hotel hacia un café, fue detenido por cinco personas diferentes que le dijeron, "¡No te retires!". Pero casi al instante, King le da esperanzas a los desesperados fans: "Miren, esto no es una ciencia exacta. Si dentro de cinco años escribo algo que realmente me gusta, entonces lo publicaré. La escritura es así. Si necesitas el dinero, tienes que publicar. Soy tan afortunado de no tener que escribir por dinero nunca más; pero si escribo algo que pienso que vale la pena, supongo que querré que la gente lo lea." King también comenta que ya no escucha más música mientras escribe, pero que sí lo hace en el proceso de revisión y reescritura. Ha estado escuchando los mismos dos CD últimamente: una colección de remixes de Mambo Nº 5, de Lou Bega y un CD de música tecno titulado James Brown is Dead. "Escuché que mi esposa decía: 'Lo hace sólo para mantenerme alejada,'" aclara King. Su nuevo libro, From a Buick 8, trata de un auto con una historia y un poder diabólico. Como la mayoría de sus libros, comienza como "algo brillante y luminoso, que luego quiero oscurecer." En este caso, era una idea que surgió de algo que le ocurrió antes del accidente que casi le costara la vida en 1999, cuando fue atropellado por una camioneta. El se había detenido a cargar combustible en una pequeña estación de servicio de Pennsylvania, en la que todavía "un ser humano te despacha el combustible", recuerda King. Cuando caminaba hacia la parte trasera de la estación, decidió tomar una fotografía del arroyo que encontró frente a él, y perdió el equilibrio y casi se cae en el mismo. "Y este libro creció, con la idea de cuánto tiempo mi auto estaría sólo, hasta que el tipo se preguntara dónde estaría yo." A partir de ahí, el libro cambió porque King sufrió cambios luego del accidente: "El libro lo terminé en un primer borrador, pero no quedé muy satisfecho. Luego del accidente, me senté a escribirlo otra vez con la mente renovada, y salió un libro diferente." Casi todas las novelas que ha escrito, remarca King, comienzan en su mente como un cuento corto, y simplemente se rehúsan a quedar en dicho formato. ¿Cómo sabe King cuando ha llegado al final de un libro? "A John Steinbeck le preguntaron una vez cómo sabía él cuando terminar un libro y él dijo, 'Cuando no sé cómo seguirlo,'" dice King. "En mi caso yo agregaría 'y cuando todos los personajes importantes están muertos'". King piensa en términos cinematográficos cuando escribe, pero sólo para visualizar la acción. Nunca escribe con las películas en mente. "No pienso en las películas pero sí veo el libro en términos visuales," dice. "Tengo tendencia a ver cosas rápidamente." 9 Hoy día, hay más de 70 films, películas de televisión y episodios de series derivados de su trabajo. Mucha gente lo para en la calle para decirle, "'Amo sus películas,' una frase que indica que no son lectores", explica King. ¿Cuáles son sus películas favoritas de todas estas? Stand By Me, de Rob Reiner y The Shawshank Redemption, de Frank Darabont. "He sido etiquetado como escritor de horror, cosa que yo no desmentí porque me sirvió para pagar mis tarifas," aclara. "Pero esas no son historias de horror. Dolores Claiborne no es un film de horror. A veces pienso que The Dead Zone es una historia de amor." Una adaptación problemática fue el film de Stanley Kubrick The Shining, de 1980. King nunca ocultó su disgusto una vez estrenado el mismo, y prometió no hablar más sobre el film hasta que consiguiera los derechos para realizar una miniserie televisiva. "Y Kubrick dijo, 'Te voy a dejar hacerla si no criticas más mi película,'" recuerda King. "Por eso no lo hice más." Hace una pausa, luego agrega: "Pero ahora él está muerto". "El Resplandor de Kubrick," dice King, "es como un hermoso auto sin motor. Sientes que no te lleva a ningún lado. Y pienso que estuvo equivocada la interpretación de Jack Nicholson, que fue una repetición de los personajes que había hecho en esos films de motociclistas americanos de la década del '60". Cuando se le pregunta con qué director le hubiese gustado trabajar, King responde inmediatamente: "Hitchcock. Eso hubiera sido grandioso. Pienso que hay un montón de cosas que pudiera haber hecho Hitchcock. Hay una historia llamada La Niebla. Y está también El Juego de Gerald. Y Misery: ¿dos personas en una cabaña en los bosques? Hitchcock hubiese hecho un éxito con eso." Marshall Fine Publicado originalmente en "The Journal News", septiembre de 2002 10 A FONDO El béisbol en la obra de King (Parte 1) Guía para entender el deporte con más presencia en la obra de King Presentación ¿No sabes absolutamente nada de béisbol pero te apasionan las historias de Stephen King? Aquí está la solución a tus problemas: a continuación te contamos algo sobre el deporte rey en los EEUU y otros países de Latinoamérica, para que aprendas un poco sobre él. (Nota: la terminología mostrada aquí corresponde a la usada comúnmente en Venezuela, entendiendo que hay otros países de habla hispana donde emplean términos diferentes) Ante todo nos gustaría aclarar que estas líneas sólo pretenden esquematizar algunos aspectos básicos del béisbol, con la intención de que los lectores no familiarizados con este deporte puedan disfrutar mejor la obra de Stephen King, quien, como es bien sabido, hace continuas referencias a juegos, jugadas y equipos de las Grandes Ligas. En este sentido hemos creído conveniente observar primero estas referencias en alguna historia, y a partir de allí explicar un poco lo que significan dentro del contexto del juego. ¿Y qué mejor libro para empezar que La Chica Que Amaba a Tom Gordon? La versión que se revisa aquí es la edición de Plaza & Janés de octubre de 2000, traducida por Eduardo G. Murillo. Lo primero que notamos es que los capítulos de la novela equivalen a "entradas": King ha querido que la aventura de Trisha sea como un partido de béisbol. Pues bien, un juego consta de nueve entradas (innings), cada una de ellas dividida a su vez en dos partes, que se pueden llamar principio y final, primera y segunda o, la manera más común, alta (top) y baja (bottom), que es como aparece en la versión original del libro. Notarás a lo largo de este texto que muchos de los términos beisbolísticos están en inglés. Esto es porque en los países de habla hispana o se usan directamente así, o bien se castellanizan. En algunos pocos casos se traducen. Bien, vayamos al grano. A continuación se listan las referencias al béisbol que aparecen en La Chica... con sus respectivos comentarios, ordenadas por páginas. 11 ANTES DEL PARTIDO Pág 11.“...su sudadera azul de entrenamiento de bateo de los Red Sox (el que llevaba 36 GORDON estampado en la espalda)” A las sudaderas de entrenamiento del béisbol se les suele llamar en inglés batting practice jersey, aunque en realidad es la única que utilizan para entrenar. Por lo general hay tres uniformes oficiales: el de casa (home), el de visitante (road) y el de entrenamiento (batting practice). Por otro lado, los números en béisbol van generalmente de 0 a 99, a pesar de que el equipo está compuesto sólo por nueve jugadores más quince o dieciséis suplentes. Pág. 16.16.a “Se quitó la gorra de los Red Sox y contempló la firma escrita sobre la visera...”. Es muy común que los seguidores les pidan a sus ídolos que les autografíen las gorras. Además, se nombran varios jugadores que, tal como comenta el autor en el epílogo, son personas reales y eran titulares de los Red Sox para esa temporada. 16.b “Tom Gordon era el cerrador de los Red Sox”. Ahora debemos pararnos un momento y explicar un poco la mecánica del juego. Cada equipo tiene la oportunidad de "atacar" una vez por entrada, tocándole al oponente "defender" en ese momento. Así, en la parte alta de cada entrada el equipo visitante tiene el rol de atacante y el de casa (home club) el de defensor, intercambiando estos papeles en la segunda parte de la entrada. Todos los jugadores del equipo defensor de turno salen al campo, y se colocan en sus posiciones (ver figura 1), mientras que por parte del equipo atacante sólo juega uno: el bateador de turno. 12 Figura 1. Campo del Fenway Park, hogar de los Boston Red Sox, indicando las posiciones de los jugadores defensores. El objetivo de este bateador es anotar carreras (runs), que son los tantos que definen al equipo ganador: al final del juego el que haya anotado más carreras, gana. Este tema lo ampliaremos más adelante. Uno de los jugadores “defensores” es el lanzador (pitcher), que debe lanzar la pelota al receptor (catcher) para que el bateador intente golpearla. Se crea aquí un duelo lanzador-bateador que es la base del partido, pues este último debe golpear la pelota “de manera correcta” para lograr su objetivo (que, como dijimos antes, es anotar carreras) mientras que el lanzador intentará “eliminarle” haciendo que falle en su bateo con lanzamientos difíciles. Más adelante se explicará qué significa “batear de manera correcta” y “eliminar”. Observamos entonces que el pitcher es una figura muy importante dentro del juego, ya que un buen lanzador permitirá pocos batazos buenos que le permitan al bateador anotar carreras, que son la esencia del juego. Partiendo de esto, en béisbol existen distintas clases de lanzadores, que se pueden englobar en tres: abridores, relevo medio y cerradores. Los abridores son los que empiezan los juegos, y se caracterizan por tener muy buena técnica y bastante resistencia, ya que suelen lanzar un promedio de unas seis entradas por juego (esto es bastante). Hay que recalcar que estos pitchers no lanzan en todos los juegos, sino que se van rotando y “abren” cada cuatro o cinco partidos. Por otro lado, es muy normal cambiar el lanzador una o dos veces durante el juego, y si este cambio se hace cuando aún es temprano, normalmente entra un relevo medio, que también tiene cierta resistencia para lanzar varios innings. 13 Por último (al fin, donde queríamos llegar) están los cerradores. Estos lanzadores se caracterizan por ser muy buenos, pero tienen un estilo que les impide lanzar durante más de una o dos entradas. Así, salen a jugar en sustitución del lanzador abridor o relevo medio normalmente para “cerrar” el juego, es decir, cuando su equipo está ganando y al oponente solo le quedan una o dos oportunidades para batear, tratando de garantizar así que el rival no anote más carreras. ¡Ah!, y Tom Gordon era el cerrador de los Red Sox. Pág 17.“...y vaya ojos, como cuando espera la señal de entrar en acción...” Se refiere a la señal que le hace el receptor al lanzador para indicarle el tipo de lanzamiento que debe hacer. Esto se comenta con más detalle más adelante. PRINCIPIO DE LA CUARTA Pág 59.59.a “...Tom Gordon puede salvar cuarenta partidos este año.” Es una estadística común para los lanzadores. En cada juego se determina un pitcher ganador y un pitcher perdedor, y, si se da la situación, un pitcher salvador. Un lanzador “salva” un juego cuando entra por sustitución en el momento en que su equipo está ganando y logra la victoria al final. Si el cerrador entrara con el juego empate o perdiendo y obtuviera el triunfo, se cuenta como “juego ganado”. Por esto, en las estadísticas de los lanzadores se les suela apuntar el número de juegos ganados, perdidos y salvados, entre otras cosas. Actualmente el récord de partidos salvados en una temporada es de cincuenta y siete, así que cuarenta está muy bien. 59.b “...el mejor cerrador de las ligas profesionales...” Normalmente en los países de habla hispana se usa “Grandes Ligas” o “Ligas Mayores”, que es la traducción del inglés Major League para referirse a la liga anual estadounidense (donde también participan algunos equipos de Canadá). Ésta a su vez se divide en dos: la Liga Americana y la Liga Nacional (vaya usted a saber el porqué de esos nombres). Los equipos de ambas ligas no se enfrentan entre sí durante el campeonato. 59.c “...podría lanzar en las Series Mundiales de octubre.” Al final de la temporada, existe un campeón en cada liga, la Americana y la Nacional, y se enfrentan en una serie de siete juegos que se llama –en singular– Serie Mundial (insistimos: no sabemos quién pone estos nombres, ya que hay otros países donde el béisbol es muy popular, como muchos de Centroamérica y el Caribe o Japón) cuyo ganador es el equipo campeón de la temporada. La expresión de Larry McFarland quiere decir que confía en que los Red Sox sean los campeones de 14 la Liga Americana y que se enfrentarán con los ganadores de la Liga Nacional en la Serie Mundial, por el campeonato definitivo de los EE.UU. Pág 60.“...al final de dos entradas y media los Yankees siguen ganando a los Red Sox por dos a cero.” “Dos entradas y media” quiere decir que ya se ha jugado la parte alta de la tercera entrada, es decir, que los Yankees (equipo visitante) ya han tenido oportunidad de batear tres veces, mientras que los Red Sox (home club) sólo dos. Pág 61.61.a “A mitad de la quinta (...) Jim Corsi había sustituido a Martínez.” Aquí se observa lo comentado arriba, con relación a los cambios de pitcher a mitad de juego, y sobre todo si el abridor ha permitido muchas carreras haciendo malos lanzamientos. 61.b “Al principio de la sexta, Corsi eliminó a los tres primeros bateadores de los Yankees” Aún no se había comentado que los jugadores atacantes de turno tienen opción de batear hasta que tres de sus bateadores sean eliminados. En esta acción del encuentro que está escuchando Trisha, Corsi eliminó a tres bateadores en fila, lo que indica que no hace falta decir primeros ya que en este caso se convierten en los únicos tres bateadores de esa entrada. En Venezuela (y en EE.UU. también) se suele decir que el inning se resolvió por la vía del uno-dos-tres. Por otro lado, es habitual que se diga que el pitcher es quien elimina a los bateadores aunque en la jugada de eliminación hayan intervenido otros jugadores defensores, porque se supone que si no logran conectar buenos batazos es porque el lanzador se lo ha puesto muy difícil. 61.c “...Tom Gordon no iba a lanzar en un partido en que los Red Sox perdían por tres carreras...” Porque la labor de un cerrador estrella es lanzar el último inning de un juego que se está ganando, precisamente para asegurar la victoria. 61.d “Miraron a Darren Lewis (...) cuando entró al área del bateador” Habitualmente se le llama cajón de bateo, y es un rectángulo que está a un lado del home, que es la base de partida de los bateadores. En béisbol hay cuatro bases, la primera, la segunda, la tercera y el home. Una vez el bateador golpea la pelota se convierte en corredor, suelta el bate y debe llegar a la primera base sin ser eliminado. Si lo consigue se dice que ha conseguido un sencillo (single). 15 Cuando viene el siguiente bateador, el corredor puede aprovechar sus batazos para alcanzar bases más adelantadas, siendo siempre susceptible a ser eliminado de diferentes maneras, que se explicarán más adelante. Cada corredor está a salvo mientras esté tocando una base (no más de un corredor por base), y si logra alcanzar el home nuevamente (después de haber recorrido todas las bases en orden) anota una carrera. Pág 62.62.a “DeeLu bateó un sencillo a la derecha...” Como se comentó arriba, un sencillo es cuando el bateador golpea bien la pelota y logra llegar a la primera base. Golpear bien la pelota quiere decir, en términos generales, que ésta caiga dentro de la zona buena (dentro de las rayas de foul, ver figura 2) y que los jugadores defensores no eliminen al bateador. Existen muchas maneras de ser eliminado, y se irán nombrando a lo largo de estos comentarios. Dependiendo de la calidad del batazo, el bateador-corredor puede alcanzar más de una base en la misma jugada, llamándose doble y triple los casos en que llega a la segunda y a la tercera, respectivamente, sin ser eliminado. Figura 2. Delimitación de las zonas del campo 62.b “..y un out después...” La duración de la entrada se cuenta en outs, que son las eliminaciones que han ocurrido, y cuando se alcanzan tres termina esa oportunidad de los atacantes y se procede al intercambio de roles, tal como ya se ha mencionado. Esta frase quiere decir que el bateador que vino después de DeeLu fue eliminado (no sabemos cómo), y ya va un out de la parte baja de la sexta: dos jugadores eliminados más y 16 termina esta oportunidad de ataque de los Red Sox, y vuelven a batear los Yankees, para la primera parte de la séptima entrada. 62.c “...Mo Vaughn bateó un slider que no erró.” Los pitchers tienen todo un repertorio de lanzamientos, con diversos nombres. Así tenemos rectas, curvas, sliders (este es uno de tantos términos beisbolísticos que no se suelen traducir), cambios, etc. El slider es una curva que rompe muy fuerte hacia fuera, y que suele engañar mucho a los bateadores, sobre todo a los zurdos. Pero a su vez es difícil de lanzar, y cuando no sale bien es muy común que la golpeen muy fuerte, como en este caso. 62.d “¡Atrás(...!)¡Va al descansadero de los Red Sox!” Lo que el traductor llama aquí “descansadero” es en realidad la zona de calentamiento, que es el lugar donde los pitchers relevistas hacen lanzamientos para calentar el brazo. Se le suele llamar bullpen, y está ubicado fuera de la zona de juego (ver figura 3). Figura 3. Bullpen del Fenway Park. Nótese que se encuentra fuera del campo, por lo que los batazos que caigan allí se consideran home runs. (Ver también figura 4) 17 62.e “Alguien, creo que Rich Garcés, la ha cogido en el aire” Richard Garcés es un lanzador relevista de los Red Sox, venezolano, por cierto, que probablemente estaba calentando en el bullpen, y al quedar éste fuera del campo lo que ha ocurrido es un home run. 62.f “¡Home run de Mo Vaughn!” Se llama home run o cuadrangular cuando la pelota es bateada fuera del campo por la zona buena. Cuando esto ocurre, el bateador y todos los corredores que se encontraran en las bases en ese momento anotan carreras automáticamente. Es la máxima hazaña del béisbol, y hace que todo el mundo “ría y aplauda” con ganas, como nuestra Trisha. Este home run cayó en el bullpen de los Sox, y fue atrapado por Rich Garcés (recordemos que Garcés no está jugando en ese momento, y cuando la pelota sale fuera del campo, carece de importancia lo que ocurra con ella después). 62.g “Es su duodécimo en lo que va del año...” Esta estadística se toma mucho en cuenta. Vaughn ese año conectó 40 home runs (o jonrones, como se ha visto escrito en la prensa venezolana), que no es poco. 62.h “...y la ventaja de los Yankees se reduce a una carrera” Claro, porque antes era de tres carreras, y con este home run anotan dos hombres, DeeLu, que estaba en la primera base y Mo Vaughn, quien la sacó del campo. 62.i “...Nomar Garciaparra se anotó un home run de dos carreras” Igual que el de Mo Vaughn, con un corredor en base. Aunque nos sonaría mejor “...Garciaparra bateó un home run de dos carreras”. 62.j “Los Red Sox ganaban por cinco a cuatro, y Tom Gordon salió para lanzar al principio de la novena” Esto es, sale en sustitución del pitcher que estaba antes. Es la última oportunidad de los Yankees para no perder el partido, y en este tipo de situaciones, si el equipo visitante no logra al menos empatar el marcador, el juego termina sin que el home club batee en la segunda parte de la novena, pues ya es el ganador. 18 62.k “...consideró muy importante que Tom Gordon conservara la ventaja de una carrera...” Aquí se observa que la responsabilidad completamente en los hombros del lanzador. defensiva del equipo recae casi Pág 63.63.a “...-Venga, Tom, tú eres el mejor” En la versión original pone: “Come on, Tom, one two three, now. You know how it goes”. Trisha le pide a su lanzador preferido que elimine a los tres bateadores de la entrada, y que él sabe cómo hacerlo. Aquí vale también el comentario anterior. 63.b “Gordon abrió (...) dando la base por bolas al (...) interbase de los Yankees” Hablemos de bolas y strikes. Existe la zona de strike, que es un cuadrado imaginario cuyos vértices son las rodillas y los hombros del receptor (más o menos), ubicado detrás del home, y que suele estar agachado. Cuando un jugador sale a batear tiene su cuenta de bolas y strikes en cero y cero. El pitcher empieza a hacer sus lanzamientos, y: 1.- Si el bateador intenta golpear la pelota y falla (sin contacto), es un strike, independiente del lugar donde el catcher la haya atajado. 2.- Si el bateador golpea la pelota y ésta cae en la zona de foul (ver figura 2), se cuenta como strike (con ciertas excepciones, ver nota 65.s). 3.- Si el bateador no intenta golpear la pelota, y ésta cae dentro de la zona de strike, ese lanzamiento es –obviamente– un strike. 4.- Si el bateador no intenta golpear la pelota, y ésta cae fuera de la zona de strike, ese lanzamiento es una bola. Así, a medida que los lanzamientos se suceden el árbitro (umpire) va llevando la cuenta de bolas y strikes del bateador. Si el bateador recibe tres strikes, está eliminado, se cuenta un out más y le toca batear al siguiente. Por el contrario, si su cuenta llega a cuatro bolas, obtiene la base por bolas, es decir llega a la primera base automáticamente, sin necesidad de batear. Interbase es una posición de defensa en el campo, ubicada entre la segunda y la tercera bases (ver figura 1). También se le suele llamar campocorto o shortstop. Recordemos que los jugadores que batean son los mismos que tienen que salir a defender cuando se intercambian los roles, y que cada uno de ellos juega en una posición preestablecida. 19 63.c “...cuando un equipo le da la base por bola al primer bateador, sus posibilidades de anotar un tanto aumentan en un sesenta por ciento” Esta estadística es cierta, sobre todo porque indica que el pitcher está desconcentrado, ya que en principio no debería tener problemas para lanzarle al primer bateador. 63.d “Paul O’Neill bateó un globo sobre el cuadro. Uno eliminado” Otra manera de ser eliminado es batear la pelota y que algún jugador defensor la ataje de aire, es decir, sin que ésta haya tocado el suelo. Un globo al cuadro es un tiro elevado que cae dentro del diamante cuyos vértices son las cuatro bases, y que generalmente es muy fácil de atajar, o al menos en este caso se lo atajaron. Situación del juego: un hombre en primera base y un out. Ya solo falta eliminar a dos: ¡Vamos, Tom! 63.e “Williams lanzó (...) un sencillo al centro del campo, e impulsó a Jeter a la tercera” No nos gusta la palabra “lanzó” en esta frase, pues parece que lo hizo con la mano y no con el bate. Lo cierto es que el batazo cayó hacia el centro del campo (nadie lo cogió de aire) y Williams pudo llegar a salvo a la primera base, mientras que Jeter aprovechó este buen batazo para correr hasta la tercera. Situación del juego: hombres en primera y en tercera y un out. Pág 64.64.a “Un batazo válido empataría el partido...” En general, para referirse a un batazo válido se suele usar el término hit. En este caso, si se produce un hit, el corredor de tercera anotaría la carrera del empate, obligando a los Red Sox a anotar en el cierre de la novena si no quieren ir a extrainning. Y es que en béisbol no existen los empates, sino que se siguen jugando entradas extra hasta que alguno de los equipos gane. 64.b “...una bola larga lo pondría fuera de su alcance...” Esto es porque un batazo muy largo daría la oportunidad al corredor de primera base de anotar en carrera también, poniéndose los Yankees arriba en el marcador. Esto sin mencionar la posibilidad de un home run, que pondría a los Yakees dos carreras por encima de los Red Sox. 20 64.c “...el temible Tino Martínes estaba arriba...” No estamos muy de acuerdo con esta traducción. Quiere decir que era el bateador de turno, detrás de Williams. 65.d “...con el bateador más peligroso justo detrás de él.” Se refiere al siguiente en el orden para salir a batear. 65.e “El Hombre de Paja estaría ahora con una rodilla hincada en el círculo de espera, dando vueltas a su bate y observando.” El Hombre de Paja (Straw Man) es Darryl Strawberry y está ubicado en el círculo de espera, que es el área donde por regla tiene que estar el bateador prevenido, es decir, el siguiente en el line-up, u orden de los bateadores. El mote viene de la abreviación de su apellido. 65.f “Gordon lanzó su curva” Vale decir aquí que en la traducción al castellano se ha omitido una frase que le quita por completo el sentido a la secuencia del partido, como veremos en el comentario siguiente. En esta frase debía leerse algo como “Gordon puso la cuenta de Martínez en dos y dos, y entonces lanzó su curva.” Ya entendemos qué quiere decir dos y dos en la cuenta del bateador (dos bolas y dos strikes: ¡un strike más y está eliminado!) 65.g “¡Le ha ponchado! (...) ¡Martínez ha fallado por un pie!” Ponchado quiere decir eliminado por strikes. Martínez intentó golpear la bola y ésta pasó a un pie de distancia del bate. Eso es un lanzamiento muy efectivo, porque el bateador pensaba que podía golpear la pelota pero ésta describió una curva que lo engañó por completo. Ahora bien, si no nos dicen previamente que el bateador ya tenía dos strikes ¿Cómo podríamos pensar que lo ha ponchado? ¿Con un solo lanzamiento? Omitir esa frase es un error terrible, porque no es lo mismo que Gordon lance su curva con la cuenta en cero y cero que con dos y dos, y peor aún es que con ese único lanzamiento ponche a Martínez. Volvamos a lo nuestro. Situación del juego: hombres en primera y tercera y dos outs. Una eliminación más y los Red Sox ganarán el juego (y Trisha se salvará). 21 65.h “...Strawberry se acerca a la base” Diríamos que suena mejor decir “se acerca al home”, ya que aunque técnicamente el home es una base, no se le suele llamar así. También tiene otros nombres como goma o plato. Pág 65.65.i “Strawberry ladea el bate” En el original se usa el verbo cock que también quiere decir levantar. Creemos que más que ladear el bate el jugador lo levanta para ponerse en posición de bateo. 65.j “Jeter está bailando alrededor de la tercera, intentando atraer un lanzamiento o, al menos, la atención de Gordon” Como se dijo antes, los corredores están a salvo mientras estén en contacto con una base. Así, es normal que mientras el pitcher tiene la pelota y se prepara para lanzar, los corredores se separen de las bases, para ir acortando camino en el caso de que el bateador de turno conecte un batazo y ellos deban avanzar a la base siguiente. Puede ocurrir que si un corredor se abre mucho de esta forma, el lanzador intente sorprenderlo, lanzando la pelota hacia el compañero que cubre su base en lugar de hacia el home, de manera que si este jugador toca al corredor (con la bola) fuera de la base, lo elimina. Nótese que esta es otra manera de eliminar a un corredor. Lo que está haciendo Jeter es abrirse un poco más de la cuenta para tentar a Gordon a que intente eliminarle en la tercera, y así desconcentrarlo un poco de sus lanzamientos al bateador. 65.k “Veritek hace la señal” Veritek es el receptor o catcher de los Red Sox. La señal que le hace a Gordon es para indicarle qué tipo lanzamiento hacer (¿recuerdas? recta, curva...). Hay que decir que previamente el receptor ha recibido esta indicación del manager, también a través de señales. 65.l “Hacia el conjunto” Esto es una mala traducción de to the set, que quiere decir que el lanzador adopta la posición de preparado para lanzar. 22 65.m “Gordon lanza... Strawberry falla, strike uno” Según el original, en la traducción haría falta aclarar que el bateador hace swing, o abanica, y falla. Esto para indicar que se intentó batear la pelota y que se falló, ya que también existe el strike cantado, que no implica el intento por parte del bateador de golpear la pelota. Strawberry tiene la cuenta en cero bolas y un strike. 65.n “Straw sale del cajón...” Ya se había comentado que la zona donde tiene que ubicarse el bateador se llama cajón de bateo. 65.o “Gordon mira a Williams en la primera...” Porque el lanzador debe estar atento a lo que hacen los corredores, ya que éstos pueden intentar robarse una base, es decir, avanzar a la base siguiente mientras el pitcher hace sus movimientos y lanza al home. En este caso el receptor, cuando ataja la bola (si el bateador no la golpea), la lanza a los jugadores que cubren o custodian la segunda o tercera base (las únicas susceptibles de ser robadas de este modo) para intentar eliminar al corredor tocándolo con la pelota antes de que éste alcance la base y se ponga a salvo. Vale decir que en general, en cualquier momento del partido, si un corredor es tocado con la pelota fuera de base está eliminado. (Continuará...) Sinceros agradecimientos a: Sergio, Fernando, Carlos, el Gran Mamú, Juan José y Patri, quienes ayudaron enormemente a la elaboración de este trabajo. Roberto Clemente robclemente@hotmail.com Imágenes tomadas de http://sports.espn.go.com/mlb/stadium?team=bos y http://www.ebaseballparks.com 23 IMPRESIONES Un viaje en Buick 8 Libro: From a Buick 8 Autor: Stephen King Año de publicación: 2002 Título en castellano: Buick 8 , Un Coche Perverso Mirando el arte de tapa de la edición británica de From a Buick 8 - un auto grande y antiguo, envuelto en una luz brillante- pensé... ¡oh, oh!... ¿Christine? ¿Estará Stephen King repitiéndose a sí mismo? No era mi libro favorito de King, en honor a la verdad. Entonces leí un capítulo del libro y pensé en Emily Latella; sonreí y me dije a mí mismo, "nunca más". Siendo un hombre de Manhattan sin mucho conocimiento de autos, excepto que son divertidos para conducir cuando uno no tiene que hacerlo todos los días, tengo que volver a mis días de adolescencia para comprender el glamour de los autos. Estoy usando la palabra glamour en el viejo sentido -el encanto que producen, el hechizo. El afecto personal que producen en muchos tipos. El porqué ellos prefieren estar más tiempo en su auto que en otro lado. El porqué lo prueban constantemente y lo mantienen impecable, controlan el aire de las gomas, etc. En su época yo también tuve un viejo Buick, vaya coincidencia. Un modelo '56, rosa y gris. Pienso que se veía como algo que Elvis hubiese querido conducir antes que se volviera rico. Dado que posiblemente fui el más ardiente fan de Elvis en todo Livingston, New Jersey, supongo que para mí eso tiene el encanto suficiente. Pero dudo si alguna vez cambié una rueda en toda mi vida. Ni siquiera en el viejo Buick. Y aquí, en el libro, uno tiene veinte años de historia donde "muchos policías del Estado de Pennsylvania vienen y se van, algunos mueren en paz y otros no tanto, algunos se retiran y otros sólo se alejan, todos ellos siendo reemplazados por nuevos policías y todos ellos hechizados por el mismo auto." Un Buick Roadmaster 1954 de 8 cilindros. Dos años más joven que el mío y mucho más interesante también. La historia de King comienza en 1979, cuando este monstruo azul de condición impecable llega a la pequeña estación de servicio rural Jenny, y un tipo que se 24 parece a Boris Badinoff en Rocky and Bullwinkle se baja del mismo y le dice a Brad Roach que llene el tanque. El tipo se dirige a la parte trasera del auto, y nunca más es vuelto a ver. Al rato, Brad llama a los policías. Hay algo extraño en ese auto. Estuvo lloviendo la noche anterior y las carreteras están en mal estado, pero no hay rastros de barro en el auto. Brilla. Los cromados brillan. Los paragolpes brillan. No tiene patente. No tiene soporte para patente ni stickers de inspección. No hay cenicero. Ni papeles o mapas en el piso. No hay rastros de suciedades ni de arena. No hay antena para la radio. La rueda de auxilio es tan grande que podría pertenecer al yate de algún rico. Los oficiales de Troop D Ennis Rafferty y Curt Wilcox toman la llamada. Curt levanta la tapa para echar un vistazo al motor. Y no puede creer lo que ve. Los cilindros están allí, pero no hay distribuidor, cables de distribución, generador ni alternador. No hay nada dentro del radiador y no hay agua ni ventilador o cables para la batería. Este es un auto que no puede funcionar. Media hora después, un tipo que parece un espía ruso también desaparece. El Buick es puesto en un galpón, y permanecerá allí por veinte años. Especialmente después de los juegos de luces. Luces que ciegan y fascinan a la vez. Especialmente después que Ennis Rafferty desparece del cobertizo un día. Especialmente después que el baúl empieza a despedir cosas que no podrían estar vivas, si bien lo están, al menos por algunos momentos; monstruos salidos de la nada que hacen que el interior del auto empiece a comer cosas, cosa vivas, haciéndolas desaparecer y enviándoles dónde sólo Dios sabe. Y haciendo esto en forma selectiva. Eligiendo. Este es un tipo de auto peligroso. Los chicos de Troop D no sólo están en su camino. También son sus guardianes. Proteger y servir. El compañero de Ennis, Curt Wilcox, es el oficial más afectado por este glamour, por este misterio, y a través del tiempo se convierte en un estudioso del fenómeno, incluso yendo más allá al realizar estudios anatómicos de las criaturas que desecha el auto, tratando de encontrarle sentido a la cosa. Pero no es solo un auto. Es algo más. ¿Pero qué es? ¿De dónde viene? ¿Por qué está acá y con qué fin? Esas son las intrigas. Varios años después, cuando Curt muere en la carretera atropellado por un conductor -el mismo Brad Roach que llamó desde la estación Jenny-, su joven hijo Ned comienza a relacionarse con los tipo de Troop D, ayudándolos con el trabajo y eventualmente preguntándoles alguna cosa, tratando de encontrarle algún significado a la muerte sin sentido de su padre e inevitablemente tratando de resolver el rompecabezas que encierra el Buick 8 color azul. 25 Para ese entonces, Troop D ya casi lo ha adoptado Por eso, en una tarde soleada, ellos se sientan y le cuentan a él la extraña historia. "Hay Buicks por todas partes", dice Sandy, uno de los policías y principal narrador de la novela. Lo inexplicable está alrededor de lo que él dice. Y en su epílogo, King llama a Buick 8 "una meditación sobre la esencialmente impredecible calidad de los eventos de la vida, y sobre cómo es imposible encontrar un significado coherente en estos eventos". Cierto. Pero este libro trata más sobre la búsqueda de significados que de la falta de los mismos en el mundo, acerca de cómo cada ser humano trata de encontrarle sentido a la vida, y lo frágiles que somos en la búsqueda de significados y todos los riesgos, éxitos y fracasos que encontramos en el camino. Buick está a años luz de Christine en pretensiones, resonancia emocional y seriedad de propósito y diseño. Este es un trabajo maduro, medido y correctamente escrito, más cerca a Hearts In Atlantis o The Green Mile que a Christine. En verdad, hay muchas similitudes con The Green Mile. Lo que uno tiene acá es, básicamente, un puñado de tipos comunes (como los guardias de la prisión de Mile) más una encantadora dama llamada Shirley, que tratan de encontrar respuestas; una comunidad de almas benevolentes que trata de hacer las cosas lo mejor que puede. Que su plan de observación puede ir mal no es algo que escape a ellos. Procederán igual con lo planeado. Y la vida continúa. Hay como un signo premonitorio a lo largo del libro. Cómo el hecho que uno de los personajes del libro es atropellado al borde de la carretera casi de la misma manera que el accidente que sufrió King, meses después de escribir parte de la novela. King, por otra parte, finalizó la novela en mayo de 2001, cuatro meses antes del fatídico 11 de septiembre, cuando Estados Unidos fue visitado por el mismo tipo de horror que el resto del mundo ya conocía desde hace años. ¿Y qué hemos hecho desde entonces, y qué haremos ahora? Este extraño presentimiento se extiende a la metáfora central, el auto. Porque... ¿qué es lo que hace el auto? Te absorbe, te traga, te hace desaparecer. Genera monstruos deformes que son hostiles al ambiente; la mayoría de ellos muere al contacto con los humanos. Monstruos que semejan sacrificios vivientes de otro mundo u otra dimensión. Quizás sea algo que sólo se me ocurre a mí. Pero quizás sea algo que está en el aire. Esperando, como el auto, su momento. Hay ternura y sabiduría en este libro, que encontrarán en mayor o menor grado en toda la obra de King, pero cuya presencia sentirán profundamente en las novelas que ya mencioné y en obras como The Body, The Shawshank Redemption y Bag Of Bones. No quiero decir que acá no haya sustos -porque los hay-, pero están balanceados con una sensación de familiaridad y rara simpatía por esta gente y su vida diaria rutinaria. Piensen en una tiza y un pizarrón. 26 Nuestras vidas son la tiza. Lo extraño es el pizarrón. Nosotros podemos ser borrados, limpiados - pero el pizarrón no. Sólo puede ser destruido. Pero nosotros no queremos hacer eso. Por lo tanto, el pizarrón está aquí, esperando que nosotros dejemos nuestra marca, que escribamos en él nuestro propio significado, como Stephen King lo hace en esta historia. Jack Ketchum Publicado originalmente en la revista electrónica "The Spook", N° 12 27 INSIDE VIEW Caminan entre nosotros... ¿Hasta cuándo? por Richard Dees Como el Guadiana español, como las promesas electorales de los partidos políticos, como “Méndez”, o como mi querido amigo Bob Gray, esta sección de INSOMNIA ha adoptado la fastidiosa costumbre de aparecer y desaparecer con una inquietante regularidad. Seguro que a algunos se les iluminan los ojillos cuando, echando un vistazo al sumario mensual, comprueban alborozados que Inside View no figura entre los artículos del mes. Otros, no sé si los más o los menos, tal vez se alegren de que este mes sí Richard Dees haya decidido romper su habitual indolencia para dignarse a escribir unas líneas y corran a leer el artículo y vean –¡Oh, desolación!– que el interfecto no se despide para siempre jamás y promete volver el mes próximo. El próximo año en este caso. Pero, como decían en un viejo anuncio, creo que de detergente, no es de mí de quien quiero hablarles... Tampoco de esa sombra fugaz –me pareció que llevaba la cara pintada de blanco, una nariz roja y, tras su retorcida sonrisa, creí adivinar unos afilados dientes de piraña– que me escudriñaba furtivamente desde una alcantarilla en Main Road, Derry, Maine. Ésa era mi intención primitiva, y mucho más después de leer hace unos días en una placa conmemorativa de la tragedia que asoló esta ciudad en 1985, aquella riada que se llevó por delante medio Derry, unas palabras ¡¡¡Pennywise vive!!! que alguien había garabateado con pintura. Ya sé que a todos vosotros os encantan las historias de terror, las narraciones truculentas, ésas repletas de monstruos sedientos de sangre, vampiros y hombreslobo, sucesos paranormales –para anormales suelen decir esos críticos que van siempre con la nariz levantada, con gesto de asco, como si algo oliese mal–, poderes sobrenaturales, escenas que te hacen dejar el libro y mirar por encima del hombro para comprobar que ese chasquido en el pasillo no es más que la madera acomodándose, sustos y sobresaltos, seres infernales salidos de las más hediondas catacumbas. En resumen, bichos raros por doquier y hemoglobina como para satisfacer la demanda mundial de trasfusiones durante toda una década. Cierto es que las cosas ya no son como eran, digamos, en el siglo XIX. Y que el cine y la televisión, con su bombardeo de imágenes, nos han anestesiado las neuronas de tal manera que cada vez necesitamos dosis más fuertes de espanto para que se nos erice el cabello. Y que, aunque en su origen, el monstruo de Frankenstein provocase el horror en quienes leían la novela de Mary Shelley, comparado con 28 Leather Face nos inspira un sentimiento de ternura que nuestros antepasados no habrían podido comprender. Los lectores fieles –¡sacrilegio! gritarán algunos porque este chiquilicuatre advenedizo se ha atrevido a usar las palabras totémicas de aquél a quien llaman “el Rey” o, aún peor, “el Maestro”– sabéis que toda esa patulea de engendros horripilantes no me producen más que un leve cosquilleo de inquietud si los comparo con personajes realmente terroríficos como Norman Daniels o Kurt Dussander. Por eso, a esos lectores fieles, que no constantes, ¡malditos sean los malos traductores y sus nocivos efectos!, no les extrañará que pase olímpicamente de vampiros y demonios, e incluso de lobos, arañas o brujas, y dedique con todo mi odio más visceral este artículo a unas abominaciones con dos patas que, desgraciadamente, siguen caminando entre nosotros. Que se lo dedique a las alimañas más dañinas que ha conocido la humanidad en los últimos tiempos, a los seres más repugnantes que últimamente he conocido, cuya sola visión me hace apartar la vista de la televisión o cerrar durante unos instantes el periódico para comprobar, no que la madera se está acomodando en el hall, sino que sigo despierto y lo que leo en el diario no es la más atroz de las pesadillas. Y, os lo aseguro, por una vez me pondré serio, con lágrimas en los ojos, quiero “dedicar” este Inside View a la cuerda de hijos de la gran puta que permite que los niños de Tucumán se mueran de inanición mientras se embolsan las ayudas económicas que llegan del exterior; a los indeseables que derraman lágrimas hipócritas de pesar mientras venden en el mercado negro los alimentos que nunca llegan a los más necesitados; a los monstruos, porque esos sí que son los verdaderos monstruos que me espantan y no me dejan conciliar el sueño, que siguen mirándose el ombligo de sus cada vez más orondas barrigas –o la silueta de sus siliconados pechos– mientras en la puerta de al lado el problema no es que haya que apretarse una vez más el cinturón, sino que ya no hay ni cinturón, ni cintura, ni Cristo que lo fundó. ¡¡¡Joder, pero si hasta Hannibal Lecter parece Teresa de Calcuta a su lado!!! Descansad bien pero, siendo quien soy, no encuentro la manera de desearos felices sueños. Richard Dees richarddees@cybermail.net 29 TORRE OSCURA Otros ilustradores (Parte 1) Los fans de Stephen King también quieren ilustrar el universo de Roland Galería de ilustraciones 1 2 3 30 4 5 7 8 6 REFERENCIAS 1 y 2: Eric Summers 3 y 4: Michael Axt 5 y 6: Sean Causley 7 y 8: Bill Mudron Presentación Ya es por todos conocido el trabajo que han hecho en diferentes volúmenes de La Torre Oscura artistas como Michael Whelan, Phil Hale, Ned Dameron, Dave McKean y Erik Wilson. Todos estos ilustradores (y sus respectivos trabajos) fueron presentados en esta sección a lo largo de los últimos meses. Para finalizar esta serie de artículos sobre cómo imaginan algunos al universo de Roland, presentamos una nota (que publicaremos en dos partes) donde mostraremos el trabajo de artistas amateurs (que quizás no lo sean tanto); fans de 31 la saga de Stephen King que han querido también plasmar su arte, y a los que vale la pena conocer. Eric Summers "Tengo 24 años, y soy un diseñador gráfico de Batesville. Soy un fan de La Torre desde que leí La Hierba del Diablo cuando tenía 11 años (leo a Stephen King desde los 8, y lo considero mi mayor influencia creativa). En la actualidad estoy empleado como Director Creativo en una publicación americana/australiana llamada Marketing Quarterly. Nos especializamos en estrategias de marketing para cadenas de pizzerías. En un tiempo tuve aspiraciones de ser dibujante de cómics, pero desde que estoy en Diseño quiero continuar mi carrera como ilustrador digital. No quiero confinarme a un estilo u otro. Entre mi trabajo, mi lado artístico y mi banda, creo que no duermo desde, oh... ¿1999?" Michael Axt Michael Axt es un joven de 22 años, estudiante universitario y nativo de Filadelfia, USA. Es amigo del también artista-ilustrador Sean Causley, y ambos han formado una alianza llamada Team Artzrevolution. Por el momento, él trabaja como barman, pero aspira a llegar a dibujante de cómics, por lo que está intentando ingresar a ese mundo. Sean Causley Sean Causley es un joven de 22 años, estudiante universitario y nativo de Washington D.C., USA. Es amigo del también artista-ilustrador Michael Axt, y ambos han formado una alianza llamada Team Artzrevolution. Información extraída del sitio web The Dark Tower Compendium 32 THE DEAD ZONE Biografías de los actores La serie de televisión: novedades y guía de episodios Biografías de los actores Conozcamos en detalle las carreras actorales de los protagonistas de The Dead Zone. Anthony Michael Hall Anthony Michael Hall interpreta a Johnny Smith en The Dead Zone. Hall es un actor formado desde chico, que ha desembocado en una exitosa carrera como adulto en los años ochenta. La carrera de Hall comenzó con clásicos como National Lampoon's Vacation, Sixteen Candles, The Breakfast Club y Weird Science. Sus roles han crecido con los años, incluyendo a un hombre gay que vive en la calle en la aclamada Six Degrees of Separation; interpretando a Bill Gates en la película nominada al Emmy The Pirates of Silicon Valley; e incluso formó parte del elenco de Edward Scissorhands. También es reconocida su participación durante dos años en el clásico show televisivo Saturday Night Live, donde pasó a la historia como el integrante del elenco más joven de toda la historia del show. Hall también protagonizó el film Movie Hitched, junto a Sheryl Lee e interpretó al legendario pitcher Whitey Ford en la aclamada 61*, junto a actores de la talla de Barry Pepper y Thomas Jane. Otros films en los que participó fueron The Caveman's Valentine (con Samuel Jackson), Freddy Got Fingered (con Tom Green), Hysteria: The Def Leppard Story y All About the Benjamins (con Ice Cube). Hall dedica parte de su tiempo a su otra pasión: la música. Ha editado su primer álbum en RAM Records, junto a su banda Hall of Mirrors, y sus canciones se pueden escuchar en las bandas de sonido de Freddy Got Fingered y en un episodio de The Crow: Stairway to Heaven. 33 Nicole DeBoer Nicole DeBoer interpreta a Sarah Bannerman, el viejo amor de Johnny, en The Dead Zone. DeBoer comenzó su carrera actoral en su Toronto natal. Ella formó parte de diferentes elenco en varios shows canadienses, incluyendo los dramas 9B y Dooley Gardens. También participó en las series norteamericanas Beyond Reality y Mission: Genesis, la primera serie dramática realizada por SCI FI Channel. Pero DeBoer ganó popularidad por su participación en la séptima temporada de Star Trek: Deep Space Nine, interpretando a Ezri Dax. Los créditos de DeBoer en el cine incluyen los films Cube Showtime con Emilio Estevez y Charlie Sheen. John L. Adams John L. Adams interpreta a Bruce Lewis, amigo y entrenador físico de Johnny, en The Dead Zone. Después de asistir a la Universidad Winston-Salem en Carolina del Norte, Adams se mudó a Los Angeles, donde comenzó su carrera como cómico de teatro independiente. Adams ha sido visto realizando shows en los más famosos clubs de comedia, como The Improv, The Laugh Factory, The Comedy Store y el Riviera Casino de Las Vegas. Con mucho carisma y estilo sobre el escenario, no pasó mucho tiempo para que comenzara su carrera como actor. En 2001, el ejecutivo Warren Littlefield le aseguró a Adams un contrato con los estudios NBC, y participó como personaje recurrente en la serie de 13 episodios Just Deal. Adams también tuvo varias participaciones estelares en series como Girlfriends, Love Junkies, The Parenthood y Pacific Blue. Adams también ha aparecido en obras teatrales como The Wiz y Trouble Man. Muchos lo recordarán de un aviso comercial de AT&T junto a David Arquette. Chris Bruno Chris Bruno interpreta al Sheriff Walt Bannerman, marido de Sarah, en The Dead Zone. Nacido en la pequeña ciudad de Milford, Connecticut, Bruno asistió a la escuela en Vermont, donde era una ávido atleta. Como miembro del equipo de ski, participó de competencias nacionales hasta que tuvo que abandonar por varias lesiones. Durante el lapso que lo tuvo alejado de los deportes, participó de una casting para lo que sería su primera actuación, en la obra The Mandrake. 34 Si bien él continuó con estudios de psicología, el rol teatral lo llevó a un nuevo y apasionado interés en las artes. Bruno continuo sus estudios en la Universidad Estatal de Nueva York, de manera tal de estar cerca de las audiciones y castings. Se involucró en varias representaciones teatrales mientras también se dedicaba al béisbol, deporte en el cual estableció varios récords escolares. Después de su graduación. Bruno se mudó a Nueva York, donde un año después (luego de varios trabajos como barman) le sería ofrecido un contrato en la serie Another World, de NBC. La experiencia le sirvió de mucho, y le permitió continuar con sus actuaciones teatrales. Tiempo después, sería nominado para un premio Soap Opera, en la categoría Revelación. Al año siguiente, formaría parte del elenco de la conocida serie All My Children, que ganó un premio Emmy. Eventualmente, Bruno se mudó a Los Angeles, donde trabajó como actor de comedia en lugares como The Improv y L.A. Cabaret. Luego de ser visto por un asistente de una importante cadena de televisión, consiguió importantes participaciones en Suddenly Susan, The Nanny, JAG y Jesse, así como un papel destacado en la serie Oh Grow Up. In 1998, Bruno participó en la serie policial The Force. David Ogden Stiers David Ogden Stiers interpreta al Reverendo Purdy en The Dead Zone. Un reconocido actor de teatro, cine y televisión, la carrera de Stiers comenzó hace más de treinta años. Nació en Peoria, Illinois, pero su carrera interpretativa comenzó en California. Luego se mudó a Nueva York, donde estudio Artes Dramáticas en Juilliard y se sumó a las compañías de teatro Houseman. También trabajó con Old Globe Theatre, The Actor's Workshop de San Francisco, The California Shakespeare Festival y The Committee Revue and Theatre. Además de diferentes producciones regionales, Stiers llegó a Broadway, donde puso en escena obras como Ulysses in Night Town y The Magic Show. Nominado tres veces al premio Emmy, Stiers apareció en multitud de films y series. Es mayormente conocido por su rol de Charles Emerson Winchester III en M*A*S*H, por el que fue nominado dos veces. También tuvo participaciones especiales en series como Ally McBeal, The Practice, Dr. Quinn, Medicine Woman, Murder, She Wrote, Matlock, Wings, y Star Trek: The Next Generation. Además, gran cantidad de films televisivos lo tuvieron como protagonistas, incluyendo la miniserie épica North & South, The Final Days, Final Notice and The Pedestrian, The Bad Seed y First Olympics: Athens 1896, por el que fue nominado por tercera vez a un premio Emmy. En el cine, la lista de créditos suyos incluyen films como The Curse of the Jade Scorpion, The Cheap Detective, Doc Hollywood, Everyone Says I Love You, Mighty Aphrodite, Harry's War, Creator, Better Off Dead, The Accidental Tourist y The Majestic. 35 Stiers, además, ha puesto su voz en varios films de animación, incluyendo Beauty and the Beast, Atlantis: The Lost Empire, The Hunchback of Notre Dame, Pocohontas y Lilo and Stitch. Como director de orquesta, otra de sus pasiones, Stiers se ha presentado con 70 orquestas a lo largo de todo Estados Unidos y Canadá, y mantiene un repertorio de 50 trabajos orquestales. Publicado originalmente en el sitio web oficial de The Dead Zone Noticias breves • Episodio nuevo Se conocen más detalles sobre futuros episodios de la serie. El sexto episodio de la segunda temporada será Misbegotten. En el mismo, Johnny es secuestrado por dos chicas que quieren filmarlo y documentar cómo él es capaz de resolver un crimen. Guía de Episodios 1° Temporada (2002) 1. Wheel Of Fortune 2. What It Seems 3. Quality of Life 4. Enigma 5. Unreasonable Doubt 6. The House 7. Enemy Mind 8. Netherworld 9. The Siege 10. Here There Be Monsters 11. Dinner With Dana 12. Shaman 13. Destiny Información extraída del sitio web oficial de The Dead Zone 36 FICCIÓN Sangre y polvo Un cuento de Mariano Bertello I El hombre de larga barba canosa y aspecto desaliñado chasqueó la lengua un par de veces, y ambos caballos amainaron el tranco hasta detenerse por completo. Entrecerró los ojos para agudizar la vista, y de esta manera poder leer el letrero desgastado que se erigía frente a él. BIENVENIDO A WHARTON, TEXAS. Población: 137 Volvió a chasquear la lengua, y esta vez acompañó el gesto con un imperceptible tirón de riendas. Los caballos comenzaron a empujar, la carreta comenzó a moverse, y John Easton se adentró en el pueblo de Wharton, una calurosa mañana de 1860. El pueblo se despertaba lentamente y había poca gente en la calle principal. Aún así, los escasos testigos de la llegada del visitante lo escudriñaban con ojos curiosos e inquisidores. A Easton todo esto no le importaba en lo absoluto, es más, estaba acostumbrado a este tipo de comportamiento. Cuando descubría a alguien mirándolo fijo se limitaba a saludarlo cortésmente atrapando el extremo anterior de su sombrero con el pulgar y el índice, e inclinando un poco la cabeza hacia delante. Pero no sonreía, ni siquiera con sus ojos. Mucho había en su cabeza. Recuerdos, imágenes y sensaciones revoloteaban en su cabeza, como murciélagos inquietos espantados por la luz. Wharton era uno más de los tantos pueblos del Oeste americano que habían muerto incluso antes de nacer. Fue fundado a finales del 1700 por un grupo de sacerdotes presbiterianos enviados a evangelizar, sin éxito alguno, a una tribu de indios navajos que habitaban un par de kilómetros al Norte. El nombre del poblado fue designado a partir de Abraham Wharton, cabecilla del grupo de sacerdotes. Hubo un tiempo en que llegó a tener más de 1200 habitantes, pero esos años estaban ya cubiertos de polvo y olvidados. Hoy por hoy, solamente era el refugio de gente que, por arraigo o pereza, no se había atrevido a dejar la comarca. A pesar de que hacía más de doce años que se había marchado, para Easton nada había cambiado. La larga y polvorienta calle principal que servía de base a todos los negocios de Wharton permanecía casi intacta e inalterada. Podía verse claramente la herrería, el salón Lassiter, el pequeño mercado de Jo Cutter, y la armería de los hermanos Mcginnis. Quizá lo único que se había modificado era la pequeña capilla de San Agustín. Estaba en extremo descuidada, con los portones clausurados mediante dos vigas de madera dispuestas en cruz y con varias ventanas rotas. 37 Seguramente no abría sus puertas desde hacía años. A las claras, el tiempo, el viento y el polvo habían unidos sus fuerzas para roer poco a poco su modesta arquitectura. Era una imagen desoladora y triste, y anunciaba de alguna manera la situación actual de Wharton, un pueblo al que Dios le había volteado la espalda. John Easton también había cambiado, en doce años había envejecido más de treinta, al punto de tornarlo irreconocible para quien lo hubiera visto tiempo atrás. Había perdido mucho peso, su piel estaba surcada por arrugas y cicatrices, y su barba había crecido sin control. Se sentía viejo y sucio, y por sobre todas las cosas agotado en extremo. Volvió a la realidad de un golpe, como si un pequeño duende en su cabeza le hubiera pateado el cerebro. Realizó una vez más el inequívoco sonido de detención / avance, y los caballos frenaron su marcha delante del "Bar & Saloon Lassiter". Easton se apeó del carro con muestras de dolor y profirió un par de insultos al aire. Luego se acercó a sus caballos, los acarició en la mejilla y les susurró algo incomprensible a los oídos. Hecho esto se encaramó hacia las puertas en vaivén de la posada y entró sin vacilar. II A primera vista, el Lassiter era un refinado salón de dos plantas. La inferior oficiaba de bar, embellecido por numerosos espejos, candelabros, un pequeño escenario y un piano que seguramente animaba las noches de juerga. La planta superior cumplía la función de albergue para los transeúntes. A pesar de todo esto, Easton no se dejó engañar. La palabra que llegó a su mente para describir el lugar no era otra más que "antro", y la mezcla de pólvora, alcohol, perfume barato y otras cosas nauseabundas en el aire (mierda, vómito o quizá ambas) no hicieron más que confirmar su hipótesis. Se dirigió a la barra, apostó su castigado trasero en uno de los taburetes y esperó a ser atendido. En la otra punta, el cantinero dejó de escarbarse entre los dientes con la uña del meñique derecho y se acercó al nuevo cliente. Era un tipo de aspecto poco saludable, alto como una puerta, delgado como un fusil y ojeroso como un mapache. No tenía un solo cabello en toda la cabeza, ni siquiera cejas. Un parche de cuero negro le tapaba el ojo derecho. Por encima y por debajo del mismo asomaba una gruesa y tortuosa cicatriz. -¿Qué puedo servirle, forastero? -dijo, escupiendo una nubecilla de saliva al pronunciar la f. -Necesito un whisky, y algo de información. El cantinero se dio vuelta y manoteó una botella de un estante con la mano izquierda, al mismo tiempo sacaba un pequeño vaso debajo de la barra con la derecha. Sirvió la medida de whisky con suficiencia y miró a los ojos del visitante. -Whisky servido. ¿Qué tipo de información necesita? -Soy prestidigitador. Deseaba realizar una presentación en el pueblo y quería saber a qué autoridad debo remitirme para obtener un permiso. El cantinero frunció el entrecejo en un claro ademán de desconcierto. Easton notó que lo había perdido y se apuró en aclarar la situación. 38 -Soy como un mago, o algo así. -dijo. Ahora el cantinero mostraba una amplia sonrisa de dientes amarillos como granos de maíz. -¿Mago dice usted? -comentó con voz socarrona. -Mago, o algo así... soy ilusionista e hipnotizador. El cantinero soltó una risa en extremo burlona y comenzó a golpear la barra con el puño violentamente. Sin embargo Easton no se inmutó, de alguna manera esperaba ese tipo de reacción. -Escúcheme Señor... -Easton. -Easton. No está de más decirle que aquí hay mucha gente que no cree en todas esas mierdas de la magia, la brujería y el hipnotismo, y lo más probable es que salga perdiendo dinero y que el pueblo se orine encima de la risa de todos sus truquitos. Personalmente pienso que todos los magos son unos charlatanes interesados en robarle el dinero a la gente. Pero bueno,... no es mi problema. Si quiere autorización, pídasela al alguacil Norman, él maneja absolutamente todo en esta ciudad. Aún así, yo le recomiendo que suba su culo a su carreta y se largue de aquí lo más pronto posible. Aquí no nos caen muy bien los forasteros, y menos los farsantes. -Yo no soy un farsante. -dijo Easton contrariado. -Demuéstrelo -lo desafió el cantinero. -Creo que no. ¿Cuánto le debo? -dijo mientras rebuscaba unas monedas en el bolsillo. Los ojos del cantinero se encendieron con un brillo de malicia socarrona. -Hagamos un trato, Sr. Mago. -dijo. -Págueme con magia. Si usted realiza un truco que me deje impresionado, el trago corre por cuenta de la casa. -En realidad preferiría pagarle e irme de aquí. -¿Qué le pasa? ¿Tiene miedo que descubra que no es más que otro timador de multitudes? Usted piensa que puede venir a nuestro pueblo, hablar bonito y largarse con el dinero de nuestra gente. Mejor piénseselo dos veces, no sabe a dónde ha venido. Se hizo un momento de silencio que pareció durar años. Easton se inclinó hacia el cantinero y alargó el brazo derecho hasta tocar con la punta de los dedos el borde superior de la cicatriz del cantinero, quien ante la sorpresa sólo atinó a quedarse quieto como una roca. Al cabo de unos segundos retiró la mano y se levantó del taburete. Miró al cantinero directamente al único ojo sano que le quedaba y comenzó a sonreír. -Tu nombre es Mortimer Langley. -dijo con tono calmo y sereno-. Esa cicatriz te la dio un navajo hace siete años cuando los descubriste a él y a tu esposa follando en un establo. Te enfureciste y los atacaste con una hoz. Tu mujer murió en el acto, 39 pero el indio alcanzó a clavarte un puñal antes de caer. Luego contaste la historia de que el navajo había entrado a robar, vejó a tu mujer y la mató, tú lo sorprendiste y le diste muerte. Todos te creyeron, ¿por qué no habrían de hacerlo? Pero eso no te dejó tranquilo. Por las noches no logras quitarte sus muertes de la cabeza y no consigues dormir. Lo único que te calma es masturbarte pensando en tu sobrina de trece años, Sarah Lee... Al escuchar esto Langley trastabilló, y tuvo que aferrarse con ambas manos a la barra para no caer de culo al piso. Easton se volteó de espaldas y caminó hacia la puerta, sintiendo un intenso odio rojo emanar de Langley como magma volcánico. No volvió la mirada, simplemente cruzó el umbral y abandonó el salón. III Se tomó unos segundos para reacostumbrarse a la luminosidad del exterior y luego comenzó a buscar con la vista el destacamento del alguacil. Lo encontró de inmediato, a unas diez o doce casas de distancia, identificado con una estrella de latón que tenía escrito la palabra "SHERIFF" a lo ancho. Comenzó a caminar pensando en lo que acababa de ocurrir en el salón. Quizá se había equivocado, quizá había perdido un poco el control. Ya no importaba, ya estaba hecho y no había marcha atrás. Sin embargo, comprendió que no debía repetirse o echaría todo a perder. Llegó a la puerta de la oficina del alguacil Norman y golpeó con suavidad. -¡Adelante! -gritó una voz medio ronca desde el interior. Abrió la puerta un poco y asomó la cabeza dentro de la habitación, como si estuviera comprobando que el lugar era seguro o bien que no estaba interrumpiendo nada importante. Dentro del cuarto había un hombre de unos cincuenta años, fornido y de aspecto recio. Estaba cómodamente sentado detrás de un enorme escritorio de madera oscura, sobre el que tenía apoyados los pies. Llevaba puesto un traje oscuro impecable, un par de lentes que descansaban sobre el puente de su nariz y una estrella de plata en la parte izquierda del pecho. Tenía una expresión rara en el rostro, como una horrible mezcla de sorpresa y desprecio. Una marejada de recuerdos se precipitó sobre John (... digamos que no debía salir así...) pero logró disiparla antes de que pudiera profundizarse. -¿Quién es usted?... ¿Y qué quiere? -inquirió. -Mi nombre es John Easton. -dijo mientras entraba y se paraba frente al alguacil. Protagonizo un espectáculo de magia. He estado recorriendo gran parte de Texas presentando mi número y es mi deseo montar una función aquí, esta noche, en la calle principal de ser posible. El cantinero del Lassiter me dijo que debía obtener una autorización de su parte. -¿Qué? -dijo Norman cerrando los ojos y meneando la cabeza levemente. -Quiero dar una función de magia hoy, cuando caiga el sol y... -Sé lo que quiere hacer. -interrumpió. -Lo que no entiendo es por qué. Este es un pueblo de mierda en el culo de Texas. No tenemos demasiado dinero ni nada para ofrecer. Espero que no intente timar a la gente. Aquí no nos agradan mucho los forasteros. 40 -Tengo entendido que así es. -dijo Easton. -Escuche, sólo estoy de paso y no pido mucho. Yo hago mi espectáculo y luego paso mi sombrero, lo poco que pueda juntar me sirve para sobrevivir hasta que llegue al próximo pueblo. No pido nada más. Norman meditó brevemente la decisión, frotándose el mentón varias veces con la mano izquierda. -Bien, tiene mi permiso. Pienso que la gente puede divertirse un poco. Pero como vea que se trae algo entre manos... Dejó la frase en suspenso, al mismo tiempo en que comenzaba a acariciar el revólver que descansaba sobre el escritorio. Easton comprendió perfectamente lo que quiso decir. El sheriff se incorporó y se colocó frente a frente a Easton, como examinándolo detenidamente. -Nos veremos esta noche Sr. Easton. -dijo con suficiencia. -Es probable que todo el pueblo esté ahí. Puede dar su espectáculo desde el patíbulo. Ahora puede retirarse, tengo cosas que hacer. Easton asintió con la cabeza, y estuvo a punto de darle las gracias. Una segunda ola de recuerdos se trasladó desde la parte trasera de su cabeza hasta delante de sus ojos con la velocidad de un tornado y le hizo desistir el intento de agradecimiento. Los recuerdos no eran del todo claros, pero olían mal. No volvió a mirar al sheriff, salió de la oficina y fue a buscar su carreta. Le costó un poco de trabajo volver a subirse al transporte, pero finalmente lo consiguió. Esta vez, los caballos arrancaron sin necesitar ningún tipo de gesticulación. Recorrió toda la extensión de la calle principal de Wharton, sabiéndose observado con cada metro que avanzaba. Al cabo de varios minutos llegó al final del recorrido, pero continuó avanzando. El lugar al que se dirigía estaba más allá del límite del pueblo. IV Llegó al cementerio media hora después, y descubrió que no venía pensando en nada, literalmente. Tenía la mente en blanco, sólo limitándose a observar el entorno en silencio absoluto. El cementerio de Wharton se parecía más a un basurero que a la última morada de los habitantes del pueblo. Estaba terriblemente descuidado, con arbustos creciendo por doquier, lápidas rotas y cruces de madera ladeadas de costado. Serpientes y escorpiones se retorcían entre las tumbas, dándoles un aspecto más tétrico, si es que esto era posible. John se apeó de la carreta y escudriñó a la distancia, como buscando algo perdido. Su mirada se detuvo en dos pequeñas lápidas que se hallaban unos metros por delante. Luego se volvió, rebuscó en la parte trasera de la carreta, apartando los bártulos con movimientos cortos y finalmente tomó dos modestos ramilletes de flores silvestres, los cuales estaban atados con un cordel gastado y sucio. 41 Caminó arrastrando los pies hacia las tumbas y a medida que se aproximaba sus ojos se cargaron de humedad y sintió que algo comenzaba a crecer en su garganta. Cayó de rodillas frente a las lápidas, recorrió las inscripciones con la yema de los dedos y comenzó a llorar sin remedio. ANNE MARIE GREEN 1809 -1848 SUE ELLEN GREEN 1842 -1848 Leyó los nombres en un tono inaudible, y aún así se dio cuenta de que su voz sonaba gangosa. Ahora había empezado a moquear, y las lágrimas se transformaron en llanto en cuestión de segundos. Depositó un ramito a los pies de cada una de las lápidas y se limpió la cara con la manga del chaquetón negro que llevaba puesto. -Lo siento. -dijo en sollozos. -Lo siento tanto. Se besó las puntas de los dedos medio y anular de la mano derecha, y luego volvió a rozar las piedras, como pasándoles el beso. Se mantuvo en silencio un rato largo, todavía de rodillas frente a las tumbas, pensando, haciendo un profundo examen de conciencia, pero por sobre todas las cosas recordando, recordando absolutamente todo. Nuevamente había comenzado a llorar, pero esta vez era distinto. Las lágrimas no provenían del dolor, la nostalgia o la pérdida. Estas nuevas lágrimas se habían forjado en la rabia y en la resolución, eran las lágrimas ancestrales de la venganza silente, lágrimas de un hombre que ha perdido todo. Easton se levantó y volvió sobre sus pasos sin quitarle la vista a las lápidas, como asegurándose de que permanecieran allí. Se sentía abatido y hambriento. Subió al carro y se enfiló otra vez hacia el pueblo, mientras hurgaba con la mano izquierda en una bolsa de cuero que mantenía junto al asiento. Al cabo de unos segundos extrajo un gran trozo de tasajo y comenzó a masticarlo con desesperación. Lo devoró incluso antes de cruzar el límite de Wharton, y ya en la calle principal sacó otro pedazo, éste de menor tamaño, el cual masticó con lentitud, disfrutándolo un poco más que al anterior. Luego tomó la cantimplora y bebió un largo sorbo de agua. Se secó los labios con la manga y miró la posición del sol. Calculó que serían más o menos las 2:30 ó 3:00 de la tarde. Hacía mucho ya que andaba sin reloj, pero se le daba bien el cálculo a través del sol y la luna. Decidió que lo mejor era echarse una siesta, debía descansar si no quería cagarla en la noche. Era una función importante, la más importante de su vida. Había trabajado en muchos lugares importantes y, gracias a Dios, gozaba de una reputación respetada y creciente en el mundo del espectáculo. Pero lo de esta noche era distinto, era especial, iba a exigirlo al máximo, y lo sabía. Se metió por un callejón lateral entre la armería y una casa de familia, y detuvo el carro en las sombras. Se pasó a la parte de atrás del carro y se recostó con suavidad. Cruzó los brazos tras su nuca y quedó mirando el cielo azul y limpio durante unos instantes. En algún momento cerró los ojos y durmió sin sueños. 42 V Despertó despacio, como un oso viejo que finaliza el período de hibernación. Estiró los cuatro miembros al aire, hasta formar una X perfecta que concluyó con un bostezo prolongado. Se sentó en cuclillas, hizo sonar los nudillos y miró las sombras que se prolongaban en el suelo polvoriento. Eran largas, debían ser cerca de las siete de la tarde. Había dormido mucho, pero sentía que lo necesitaba. Era el momento que había esperado tanto, lo mejor era estar descansado y despierto. Bajó de un salto y comenzó a quitarse la ropa. Era una noche de gala y no podía verse como un vagabundo. Sacó de la parte trasera del carro un atuendo de lujo, el mismo que lo había acompañado durante tantas funciones, y se vistió con prontitud. En la calle principal había comenzado a crecer un murmullo, y aunque no podía ver qué pasaba, Easton adivinó que la gente empezaba a agolparse frente al patíbulo. Tomó dos valijas grandes y pesadas, una bolsa de cuero negro que se cruzó al hombro y finalmente cogió su sombrero y lo sacudió un poco antes de calzárselo. Estaba listo. Empezó a caminar por el callejón con paso enérgico, y cuando llegó al cruce con la principal giró hacia la izquierda. El panorama era el esperado. Todo el pueblo estaba frente al cadalso, no faltaba nadie. Sin duda, la posibilidad de ver un espectáculo no podía ser desaprovechada en Wharton, y todos los habitantes habían concurrido hasta el punto de ocluir el paso en la calle. Algunos habían llevado sillas, otros (principalmente los niños) estaban sentados en el suelo, el resto permanecía parado o bien recostado contra las paredes de casas y negocios. Por detrás de todos, unos veinte metros alejado de la muchedumbre, el alguacil Norman observaba todo como un ave de rapiña. Easton subió al patíbulo cargando sus bártulos y mirando de reojo a los espectadores. Escuchaba risas nerviosas y alguna que otra palabra de desprecio susurrada entre la gente. -¡Forastero! ¡¿Si quieres divertirnos, por qué no aprovechas que estás en la horca y te cuelgas tú mismo?! -gritó alguien, haciendo brotar en risas al público. John Easton no se inmutó. Abrió las valijas y de ella comenzó a extraer pañuelos, esferas de cristal, mazos de naipes y todo el bagaje característico que acompaña a un mago. Cogió del fondo cuatro antorchas, las cuales tenían un extremo afilado y las clavó en el piso de madera del patíbulo, marcando los extremos de un cuadrado imperfecto. Se acercó al borde del improvisado escenario, aclaró la garganta y se dirigió al público con voz autoritaria. -¡Damas y caballeros! ¡Sean bienvenidos al universo inexplicable de Martok, el Místico! -dijo, y al pronunciar estas palabras las cuatro antorchas se encendieron con una explosión que silenció los murmullos en el acto. El show había comenzado. VI La noche había caído en Wharton, y la atmósfera del espectáculo cambió en forma insidiosa. Paulatinamente, los abucheos, silbidos e insultos poco elaborados fueron reemplazados primero por aplausos fríos y heterogéneos, luego por aplausos 43 cálidos mezclados con risas y finalmente con gritos de euforia y satisfacción, claros índices de una alegría auténtica. John Easton había recurrido a su arsenal mágico más completo, maravillando poco a poco a los espectadores. Comenzó despacio, con trucos de cartas elaborados, levitación de elementos y haciendo desaparecer y reaparecer repetidamente las extrañas esferas de cristal. Luego llegaron las espadas envueltas en fuego, que tragaba una y otra vez ante la atenta mirada de la audiencia. Más tarde hizo participar a la gente, sobre todo a los niños, quienes asistían en los trucos con algo de temor. En determinado momento arrancó carcajadas de la muchedumbre, cuando Jonah McAllister, el hombre fuerte del pueblo, empezó a cacarear como un pollo arriba del escenario, mientras se agachaba y aleteaba los brazos bajo los efectos de la hipnosis. Continuando con la hipnosis, un niño de unos trece años levantó a su padre de ochenta y cinco kilos cerca de veinte centímetros en el aire, haciendo estallar de aplausos a los espectadores. Cuando éstos amainaron, Easton volvió a dirigirse al público. -¡Pueblo de Wharton! -dijo.- Para finalizar esta velada mística quiero contar con la participación de todos ustedes. A continuación voy a realizar un acto de hipnosis grupal, donde cada uno de los habitantes del pueblo estará involucrado en un fenómeno único. Para ello pido a todos que permanezcan sentados, quienes estén de pie tengan la amabilidad de apostarse en el suelo. Un murmullo se apoderó de la gente, algunos protestaban por el hecho de tener que apoyar el culo en el polvo, otros hablaban con mezcla de miedo y excitación, pero al final todos estaban sentados, todos menos uno. El alguacil Benjamin Norman permanecía de pie, exactamente en la misma posición que había adoptado hacía una hora y cuarto atrás, inmóvil como una estatua de sal. -Por favor sheriff, siéntese así podemos empezar. Norman negó con la cabeza a la distancia. Su rostro era impasible y su mirada reflejaba desprecio. A pesar de todo, a pesar de la magia, los colores y la alegría, él no se había dejado comprar. No le gustaban los extraños, y no tenía vergüenza a la hora de demostrarlo. El resto del pueblo había girado la cabeza y miraba al alguacil, implorando que no aguara la fiesta. Primero con los ojos, después con frases esporádicas y finalmente gritando a todo pulmón para que se sentase. Ante esto, accedió con reticencia, haciendo girar los ojos y mostrando una sonrisa hosca, carente de simpatía en su totalidad. Se sentó parsimoniosamente y se sacudió la tierra de las manos como si se tratara de alimañas. Easton tenía el mismo gesto del sheriff en su rostro, la sonrisa falsa se le había contagiado como el virus de la gripe. -Bien. -dijo. -Ahora que todos estamos listos podemos comenzar. Una vez más les pido que estén relajados y distendidos. La hipnosis no es más que un estado de sugestión, donde nos hacemos más abiertos y sensibles a los estímulos del mundo exterior, y donde a la vez podemos ver con claridad eventos enterrados en la parte más profunda de nuestra mente. Hacia allí vamos, a partir de ahora caeremos algunos niveles en la escalera de la conciencia, donde vemos y absorbemos todo. 44 Para ello les voy a pedir que cierren los ojos y no los abran hasta que yo se los pida, de lo contrario pueden echar a perder la experiencia. Vamos, cierren los ojos y escuchen mi voz... Se hizo un silencio sepulcral, donde hasta el viento permanecía callado. Si uno tenía cuidado, mucho cuidado, podía escucharse la respiración de doscientas siete personas, que aguardaban impacientes los pasos a seguir. -Perfecto. -continuó diciendo Easton. -Quiero que imaginen que están recostados en el desierto, están completamente solos, es de noche y el cielo está iluminado por miles de estrellas. La temperatura es agradable y el viento cálido del desierto les roza la cara con una caricia. A lo lejos, un coyote aúlla a la luna, quebrando el silencio. Ustedes miran el cielo nocturno. Es hermoso. Perfecto. La luna es una esfera brillante e inmaculada, pueden verla con absoluta nitidez. No pueden quitarle los ojos de encima, y sin apartar la mirada, pueden observar periféricamente que algo más está pasando en el cielo. Las estrellas se están apagando. No estallan, sino que simplemente desaparecen, una a una, muy despacio. Contemplamos este espectáculo maravillados, sin temor alguno. Quedan cada vez menos, permaneciendo encendidas las más cercanas a la luna. Ahora quedan menos de cien... cincuenta... veinte... diez... nueve... ocho... siete... seis... cinco... cuatro... tres... dos... una. Y ya no hay más estrellas en el cielo. Sólo queda la luna, mirándonos como un ojo en el cielo. El desierto también se ha ido. Solo quedamos la luna y nosotros, y nos acercamos a ella, caminando en el vacío del espacio. Con cada paso que damos nos sentimos más cansados. Nos damos cuenta de que cuando lleguemos a ella nos quedaremos completamente dormidos. Estamos muy cerca. Sólo diez pasos más. Nueve... ocho... siete... seis... cinco... cuatro... tres... dos... uno. Estamos completamente dormidos. Estamos tranquilos, y en paz. Pero pueden oírme claramente. Tengo toda su atención. No hay nada en el mundo que los distraiga. Sólo existe mi voz. Ahora, en este mismo estado, van a escuchar una historia que voy a relatarles... Mientras decía esto, abrió la bolsa de cuero negro y retiró unas viejas tijeras y una navaja. Se acercó nuevamente al borde anterior de la horca y se sentó con los pies colgando como serpientes muertas. Contempló a la audiencia silente y en profundo trance, se llenó los pulmones con el aire fresco de la noche y dio inicio a la historia de Nathaniel Green. VII "Nathaniel Green llegó a Wharton en el otoño de 1846, acompañado por su esposa Anne Marie y por su pequeña hija Sue Ellen, de cuatro años. Había llegado desde el norte, aunque nadie sabía con precisión el lugar exacto de dónde provenía. Se decía que de Filadelfia, o quizás de Boston, pero estos eran sólo rumores. Era un tipo agradable, trabajador y decente, dado a la agricultura. Enseguida fue bien recibido en el pueblo. A esta situación también ayudaba que Anne Marie fuera una dama en extremo solidaria, y que Sue Ellen tuviera la belleza y la gracia de un ángel. Se establecieron en la vieja granja de Sam Waterston, a unos tres kilómetros del pueblo. El viejo Sam tenía intenciones de vender la tierra hacía tiempo, pero debido a que el suelo era duro y difícil de cultivar, no había tenido suerte, por lo que se alegró de poder sacarse de encima el lugar por unos cuantos dólares. Nathaniel no era ningún tonto, y en el momento de la compra supo que iba a tener que recurrir a todo su ingenio para labrar la tierra, y daba por descontado que tendría que trabajar de manera extraordinaria si quería sacarle algún provecho al 45 terruño que había adquirido. Durante todo el otoño y gran parte del invierno trabajó como una bestia, tanto física como intelectualmente. Primero se ocupó del pequeño arroyo que pasaba a más de un kilómetro de su casa, realizando un fino canal que abastecía de agua a sus hectáreas. Con esto consiguió inundarlas, dándole humedad y nutrientes a una región tan árida. Luego abonó la tierra, y la cubrió de ceniza. Con esto, las tierras muertas del viejo Sam se habían convertido en terreno fértil para todo tipo de cultivo. Tiempo más tarde comenzó a sembrar, y para finales de la primavera ya podían verse brotes de hortalizas y leguminosas en el suelo. A mediados de verano comenzó la cosecha, y con ella llegó la satisfacción de un trabajo bien realizado, y todo a pulmón. Uno pensaría que el triunfo de los Green alegró los corazones de la gente de Wharton. Pero los corazones humanos son extraños, y se comportan de manera retorcida en muchas ocasiones. En Wharton brotó la semilla de la envidia, y ésta se esparció como una peste, contaminando a todo aquél que tocaba. A muchos no les caía en gracia que alguien relativamente nuevo se elevara donde tantos habían caído. Aún así, nadie mostraba sus cartas, la envidia y la codicia permanecían enterradas en las facies de los pobladores, como jugadores de naipes experimentados que no mueven un músculo ante un póker de ases. Durante unos meses todo se mantuvo así, con saludos llenos de sonrisas falsas y murmullos a las espaldas de los Green. Con planes nefastos creciendo en la oscuridad y miradas cómplices multiplicándose por doquier. Todo se mantuvo así, hasta que una gota diminuta desencadenó una tormenta apocalíptica. Nathaniel Green era un joven abierto, sin restricciones políticas, religiosas o raciales. Quizá haya sido por eso que decidió comerciar con la tribu de indios navajos que ocupaban la reserva, dos kilómetros al norte de su casa. Los navajos eran un pueblo de principios, buenos comerciantes y de ideales nobles. Nathaniel se entendía con ellos a la perfección, y pronto estableció fuertes lazos, tanto comerciales como afectivos con los indígenas. Demás está decir que cuando esto se supo, la noticia cayó como una lluvia de sapos en Wharton. Las mujeres se hallaban horrorizadas mientras que los hombres navegaban entre el desprecio y la apatía. Benjamin Norman, sheriff de Wharton, vio una oportunidad. A los pocos días de conocerse la noticia, convocó a una reunión totalitaria de jefes de familia, a celebrarse en el salón Lassiter, para tomar una determinación de la conducta a seguir. La reunión fue breve. La resolución, terrible. De común acuerdo, los reunidos decidieron que una persona que se asocia con navajos no puede formar parte de la comuna de Wharton, pero no habiendo ley que prohiba tal comportamiento, los Green no podían ser exiliados. Por otra parte, no podían simular que nada había pasado, ya que de ocurrir esto, cualquiera podría animarse a entablar relaciones con los indígenas, con consecuencias catastróficas. Por ende, había que tomar una postura y aclarar las cosas, nada exagerado, un simple precedente que curara todas las heridas. Esa misma noche, un grupo de diez o doce encapuchados cabalgó hasta la granja de los Green. La idea era formar un círculo de aceite alrededor de la casa, prenderle fuego y clavar un cartel en la puerta que decía " En Wharton no hay lugar para navajos". 46 Hubiera sido fácil, pero cuando hay mala voluntad las cosas tienden a desmadrarse casi sin excepción. Las cosas comenzaron a complicarse cuando uno de los encapuchados descubrió que la excitación del vandalismo había despertado, casi sin querer, un apetito sexual indiscriminado. El hombre entró a la casa como una tromba, a pesar de los intentos de sus compañeros por detenerlo. Su mirada enferma de locura se posó sobre Anne Marie Green, que dormía pesadamente. Estaba sola. Su marido, al parecer, estaba fuera. Sin pensar en ello, el enmascarado saltó sobre ella como un perro rabioso y comenzó a arrancarle la ropa con desesperación. Anne no entendía absolutamente nada, pero inconscientemente comenzó a arremolinar el cuerpo para defenderse de su agresor, dando patadas y puñetazos, mordiendo y maldiciendo con irritación. No pensaba en sí misma, sino en su pequeña hija que chillaba en la diminuta cama de al lado, y siguió dando pelea. No logró mucho, hasta que de un mordisco le arrancó el pulgar a su asaltante. El hombre se detuvo en seco y profirió un insulto. En un acto reflejo tomó la cabeza de la mujer y la hizo girar sobre su eje. Un sonido espantoso a huesos rotos cortó el aire como un cuchillo, y la cabeza de la mujer cayó fláccida sobre la almohada. El asesino no dijo una palabra, salió de la casa, subió a su caballo y emprendió su regreso. El resto de los encapuchados permanecía en el umbral de la puerta, impasibles. Obviamente no esperaban presenciar lo que había ocurrido. Habían venido a dar un susto, y ahora alguien había muerto. El silencio nocturno sólo era quebrado por el llanto desconsolado de Sue Ellen Green. Los hombres salieron, pensando en la niña y preguntándose dónde estaría Nathaniel. Uno de ellos, quizás su líder, volvió a entrar y silenció el llanto de la niña con un disparo. A continuación tomó una de las vasijas de aceite y roció la casa con él. Los otros lo imitaron. Cuando acabaron, uno de ellos encendió un fósforo y lo lanzó a través de la puerta. La combustión fue instantánea, y la casa de los Green ardió en llamas. -¿Qué haremos con Green? -preguntó uno de los encapuchados. -Cuando venga al pueblo lo colgaremos, y olvidaremos el asunto. Subieron a sus caballos y cabalgaron sin mirar atrás. Nathaniel había ido a comerciar con los navajos. Volvió a la mañana del siguiente día y lo que encontró le partió el alma a la mitad. Su familia muerta, su hogar en llamas, y un cartel de madera tirado en el suelo. Lo leyó lentamente con la vista, y una furia salvaje inundó su corazón, como un hediondo río subterráneo. Cabalgó hacia el pueblo a toda velocidad, limpiándose las mejillas con las mangas de su chaqueta. No sabía qué iba a hacer, decidió que improvisaría sobre la marcha. Entró al Lassiter abriendo las portezuelas de par en par, gritando como el dios del viento. -¡QUIÉNES LO HICIERON, MALDITOS HIJOS DE PUTA! ¡QUIÉNES FUERON! La respuesta fue una bala en los intestinos que lo hizo volar contra la pared. Lo próximo que pudo ver fue una bota de cuero enorme, acercándose como un tren. Despertó con una molestia en el cuello, y con el sol castigándole el rostro. No tuvo que hacer demasiados cálculos para saber que se hallaba en la horca. El nudo no estaba lo suficientemente ajustado como para ahorcarlo, al parecer sólo lo habían colgado para mostrarlo mientras moría por la herida del disparo. Frente a él se 47 hallaba todo el pueblo, encabezado por el alguacil Norman. Green quiso hablar, pero sólo pudo escupir un finísimo hilo de sangre. -Esto es lo que le pasa por tratar con indios, Green. Lo de su familia... bueno, digamos que no debía salir así. -dijo Norman. A continuación le dio la espalda y se retiró sin decir nada más. El resto del pueblo se quedó mirándolo un rato más, probablemente esperando a ver si se dignaba a morir de una vez. Los niños que pasaban le tiraban piedras o bien lo escupían, las mujeres apartaban la vista o le miraban de reojo con desdén. Así pasó el resto del día, deseando morir, pero muriendo de a poco. Al fin la noche llegó, y si bien nada mejoró, al menos la gente lo dejó en paz. Cuando creyó que su agonía no tendría fin, el destino barajó de nuevo con su vida, dándole una minúscula compensación por todos sus pesares. Cerca de la madrugada, Green no podía saber con exactitud qué hora era, un crujido sobre su cabeza lo despertó. Era la viga que sostenía la soga, y junto con ella todo el peso de su humanidad. Al parecer estaba cediendo. Mientras pensaba cómo hacer para aprovechar esta nueva situación, un nuevo crujido, éste mucho más potente que el primero, lo sacó de su trance. Casi inmediatamente, un tercer chasquido sobrevino, y con este último, Green cayó irremediablemente al suelo, dándose la cara contra el piso del patíbulo. Sorprendido, trató de incorporarse, sólo para darse cuenta de que tenía las manos atadas. Rodó y logró sentarse, y finalmente se incorporó a duras penas. El vientre le latía como un corazón enfermo. Trastabillando, bajó del cadalso y comenzó a correr por la calle polvorienta. Corrió como un demonio, a pesar de que apenas podía respirar y que los intestinos amenazaban con salirse por un agujero negro del tamaño de un pulgar, situado en el abdomen. Desapareció esa misma noche, y nunca nadie más volvió a verlo. El padre Marrion, capellán de la iglesia de San Agustín, enterró los cadáveres de Anne Marie y Sue Ellen en el cementerio de Wharton, y brindó una pequeña celebración a la que nadie asistió. Fue el último servicio religioso que dio en vida. Se suicidó a la mañana siguiente del entierro, disparándose en el rostro. Nadie en Wharton se preguntó qué había sido de Nathaniel. Pensaron que había huido al desierto y lo dieron por muerto, ya que no había manera de que lograra sobrevivir mucho más con las heridas que llevaba encima. Se apropiaron de sus tierras y las dividieron en forma equitativa. Lo olvidaron a él y a su familia, nunca volvieron a nombrarlo y por sobre todas las cosas guardaron silencio, mucho silencio." VIII Durante el tiempo que le llevó contar la historia, John Easton había aprovechado para cortarse la barba, afeitarse y arreglarse el cabello. Lo había hecho todo mientras la muchedumbre permanecía en trance, escuchando atentamente las palabras que emitía. Ahora parecía un hombre mucho más joven y lleno de vida. Su cara mostraba arrugas, pero la expresión de su rostro denotaba energía. Disfrutó del silencio durante unos breves instantes, y luego volvió a hablar. -Ahora quiero que abran sus ojos, sin salir del estado en el cual están, quiero que permanezcan relajados y tranquilos. Vamos a ascender un nivel en la escala de conciencia, cuando yo cuente hasta tres. Uno... dos... tres. Abran sus ojos y mírenme a mí. 48 El público abrió los ojos, pero permaneció inmóvil, como si sólo tuvieran control sobre los músculos orbitarios. Cuando lo vieron, una llamarada unánime de comprensión les iluminó la mirada. John Easton estaba parado sobre el patíbulo con la cara limpia y el torso desnudo. En el abdomen, justo por encima del ombligo, una cicatriz circular y deprimida rememoraba dolores del pasado. Ahora había un terror apagado en los ojos de la gente, mezcla de entendimiento absoluto y desesperación contenida. -Así es. -dijo Nathaniel Green, conocido también como John Easton o Martok el Místico. -Veo en sus ojos que me han reconocido. Soy aquél a quien le arrebataron todo lo que tenía, soy aquél a quien colgaron para sentar un precedente, soy aquel que recibió burlas, agresiones e insultos. Soy aquel a quien dieron por muerto. Y hoy estoy aquí para cobrar mi venganza, y no hay absolutamente nada que puedan hacer, porque están bajo mi control. Dijo esto y observó como el miedo crecía exponencialmente en los rostros del pueblo de Wharton. Recogió delicadamente todas sus cosas y las colocó con pulcritud dentro de las valijas. Tomó una con cada mano y bajó del patíbulo. Dio un par de pasos y chasqueó la lengua. Al cabo de unos segundos, sus caballos dieron la vuelta desde el callejón y llegaron hasta donde estaba él. Green subió a la carreta y dio un tironcito a las riendas. Mientras la carreta arrancaba, Green se volteó para decir unas últimas palabras. -Ahora mátense los unos a los otros. IX Primero comenzaron los disparos, crepitando en la noche como truenos. Desde cierto punto de vista, los balazos fueron una manera bastante piadosa de morir, al menos comparado con lo que vendría después. La pólvora y el acero se llevaron a varios, pero prácticamente nadie pudo efectuar más de dos o tres disparos, ya que se abalanzaban unos sobre otros como poseídos. Todo era válido a la hora de la batalla. Algunos blandían las sillas, golpeando salvajemente todo lo que se cruzara enfrente. Otros tomaban trozos de madera del suelo y estacaban a quienes estaban caídos en el piso, como si se tratara de vampiros impíos. Unos niños se abalanzaron sobre sus padres, atacando con los dientes, mordiéndolo todo, alcanzando la vena yugular y bañándose de sangre. Una mujer de mediana edad aplastaba el cráneo de su esposo con el tacón de su zapato, como bailando en frenesí descontrolado. Un muchacho retorcía los cuellos de quienes se apostaban frente. De sus ojos caían pesadas lágrimas, como implorando disculpas silentes. Alejado de la muchedumbre, el alguacil Norman disparaba su arsenal contra todo lo que se movía. Pronto se quedaría sin balas, y sólo le quedaba la escopeta de caño recortado que llevaba colgando en su espalda. Cinco personas se lanzaron contra él, un niño, una anciana y tres hombres jóvenes. Uno de ellos era Jonah McAllister, quien ya no cacareaba. Ahora estaba armado con una de las antorchas que había arrancado del escenario. Tenía el extremo afilado apuntando hacia el sheriff. Norman no perdió la calma, gatilló su pistola hasta que ésta produjo el estéril click que anunciaba el final del recorrido. Cuatro cayeron, McAllister continuaba su marcha. El alguacil manoteó la escopeta y tuvo tiempo de apuntar. El refusilo fue atronador, y Norman sintió una diminuta catarata de sangre precipitarse desde sus oídos. Los perdigones impactaron en el vientre de McAllister, arrancando jirones de 49 carne y dejando al descubierto un colgajo de órganos sangrantes. Sin embargo McAllister avanzó como un zombie, y a unos diez o doce metros de distancia lanzó la antorcha como si se tratara de una jabalina. En ese preciso instante, Norman emitía el último disparo que le quedaba en su arma. Ambos murieron en el acto. Jonah McAllister fue alcanzado por la descarga en la garganta, la cual lo decapitó literalmente. Su cuerpo sin vida cayó pesadamente, y su cabeza rodó sin control como un trompo macabro. Curiosamente, al hombre le faltaba el dedo pulgar de su mano derecha. Norman recibió el impacto de la antorcha justo en su boca abierta. La improvisada lanza se abrió camino entre la base del cráneo. Cayó de rodillas y permaneció en esa posición, como arrepintiéndose del infierno que había desencadenado. La llama de la antorcha hizo contacto con sus ropas, y su cuerpo ardió en llamas durante toda la noche. X A la distancia, Nathaniel Green cabalgaba adentrándose en la noche. Llegó al lugar donde estaba el cartel de bienvenida y volvió a leerlo. Luego torció su cuerpo y de la parte trasera de la carreta extrajo una escopeta de doble barril. La amartilló, apuntó al cartel y apretó el gatillo con suavidad. El cañonazo dejó al cartel reducido a astillas. A sus espaldas, Green pudo escuchar los gritos de furia, terror y agonía. No le importó, su mente sólo era ocupada por el recuerdo de la familia que le habían quitado. Por última vez chasqueó la lengua. Los caballos comenzaron a empujar, la carreta comenzó a moverse, y Nathaniel Green abandonó el pueblo de Wharton, dejando tras de sí una estela de sangre y polvo. FIN Mariano Bertello © 2002. Todos los derechos reservados Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin expreso consentimiento del autor 50 E-MAIL Hablan los tommycknockers En esta sección se publican preguntas, opiniones, comentarios y sugerencias que hacen llegar los lectores de todas partes del mundo CONTRATAPA Marcelo Fishman (Argentina) "...Me llamo Marcelo, tengo 32 años y más de 20 de lector de Stephen King. He leído todos los libros publicados en Argentina y el que más me ha gustado es IT. No tengo una explicación bien definida del porqué, pues todos los libros, algunos más o algunos menos, son excelentes. Con respecto a INSOMNIA, una de las mejores cosas que tiene, además de la información, es la Contratapa. Siempre hay una perlita o alguna cosa extraña, como por ejemplo la primera vez que la publicaron, en el Nº 18, esa que tiene la tapa de la novela de Sheldon con Misery y Stephen King. Lo otro que me gustaría es que retornen con los Enigmas y que entre los ganadores sorteen algún premio. No importa lo que sea, es más que nada para poder jugar un poco con el Mundo de Stephen King..." Respuesta Gracias por los comentarios sobre la revista y sobre la sección Contratapa. En esa página casi final de cada número lo que intentamos es, tal como lo explicas en tu mail, mostrar en imágenes alguna curiosidad, dibujo, portada o afiche de alguna película. La idea era tener una sección gráfica, ya que la información publicada en INSOMNIA es en su mayoría textual. Con respecto a los Enigmas, no tenemos pensado por el momento volver a incorporar dicha sección, pero nunca se sabe... TRILOGÍA Daniel Koile (Argentina) "...En la tapa del libro La Torre Oscura III: Las Tierras Baldías de Ediciones B dice 'El fin de una obra maestra'. En la solapa, además, dice: 'Tercera parte de una trilogía inolvidable. -Washington Post- ', 'La turbulenta imaginación de Stephen King alcanza su ápice en este remate de su gran trilogía insuperable. -Literaly News-' y en la contratapa '...trilogía... el remate de una de sus obras maestras...'. Me parece que no tienen ni idea de lo que están hablando, si mínimamente hubieran leído el libro o la nota del autor se hubieran dado cuenta del error, si lo es, porque también puede ser una estrategia de marketing (si son 3 volúmenes lo compro, si son más no)..." 51 Respuesta Todos lo que tenemos o hemos visto la edición original en castellano de dicho libro recordamos ese disparate de dar a entender que todo terminaba ahí, que La Torre Oscura era una trilogía. Estos textos, así como los comentarios a los que se hace referencia en la solapa, son totalmente inventados. Y esto queda claro al leer el libro, con su final abrupto y con la nota del propio King. En definitiva, no es más que otro disparate a lo que nos han acostumbrado las editoriales. Envíen sus mensajes para publicar en esta sección a insomni@mail.com Por favor, detallen nombre, apellido y país desde el que escriben. Si quieren que su dirección de e-mail aparezca en esta sección, para que les escriban otros lectores, aclárenlo en el mensaje. 52 CONTRATAPA Pennywise (dibujo) Dentro de todas las curiosidades que solemos publicar en esta sección, es más que obvio que tenemos preferencia por los dibujos originales que muchas veces son desconocidos por los lectores, como los tantos que ya hemos publicados. Este mes insistimos con una nueva y excelente ilustración enviada un lector, nuestro amigo Larry Underwood, que la encontró en Internet en un sitio web sobre payasos. El terrorífico motivo de la misma: retratar a Pennywise, el payaso de IT. Si bien el dibujo está basado en la caracterización que realizó el actor Tim Curry para la miniserie televisiva, el rostro es aún más temeroso. "Pennywise" Dibujo de Larry Underwood 53 Créditos INSOMNIA -- Publicación mensual en castellano dedicada a Stephen King y su obra. Año 5 - Número 60 - Diciembre 2002 – 54 páginas. Editor: RAR (Ricardo) Diseño de logos: Luis Braun Moll Colaboradores: Metalian, Richard Dees, Marcelo Burstein, Krlos, Fernando Feliú. Comentarios, sugerencias, artículos y cuentos: enviarlos a insomni@mail.com Sitio Web: http://www.stephenking.com.ar Colaboraron en este número: * Roberto Clemente, con el artículo de Béisbol. * Mariano Bertello, con el relato de ficción. * Larry Underwood, con el envío de la Contratapa. * Daniel Koile, con referencias. Gracias a: * Todos en www.ociojoven.com * Kevin Quigley, Bev Vincent, Brian Freeman, Rosandra y Lilja. * Y a todos los que escribieron y se comunicaron. 54