1 Índice BLOQUE 1 LA FILOSOFÍA COMO UNA DISCIPLINA GLOBAL 1.1 Características de los conocimientos pre filosóficos de tipo míticos, mágicos y religiosos 1.2 Definición de filosofía 1.3 Características de la filosofía 1.4 Relación de la filosofía con la ciencia y la religión 1.5 Las disciplinas filosóficas: ontología, metafísica, lógica, ética, estética y epistemología. 1.6 Los métodos mayéutica y cartesiano. Análisis y comparación 4 11 14 16 17 20 BLOQUE 2 LA IMPORTANCIA DE LA RAZÓN PRESOCRÁTICA PARA EXPLICAR LA REALIDAD NATURAL 2.1 La problemática que enfrentaron los filósofos de la naturaleza al explicar los fenómenos físicos 2.2 Los filósofos presocráticos o cosmogónicos 2.3 Las explicaciones de los filósofos milesios en torno al origen del Cosmos 2.4 Pitágoras: el principio de todo es el número 2.5 El pensamiento de Heráclito 2.6 El pensamiento de Parménides como medio para llegar a la verdad y la razón 2.7 Las explicaciones de los filósofos mecanicistas 23 25 27 29 30 32 32 BLOQUE 3 LAS RESPUESTAS CLÁSICAS A LOS PROBLEMAS DE LA CONDICIÓN HUMANA Y LA SOCIEDAD 3.1 El problema de la condición humana y su relación con las situaciones sociales, éticas y políticas 3.2 La propuesta ética antropológica de Sócrates, como inicio del razonamiento sobre la verdad y la virtud 3.3 El dualismo antropológico y cosmológico de Platón como explicación privilegiada de la cultura occidental 3.4 La concepción platónica de las estructuras sociales y políticas por medio del modelo de la Republica. 3.5 Los conceptos de materia y forma, acto y potencia, y el modelo de las cuatro causas de Aristóteles como estructura integradora de la antropología clásica. 3.6 Discrimina las estructuras de la lógica de Aristóteles 3.7 Las posturas antropológicas sofistas de Protágoras. Gorgias y Calicles 3.8 Las diversas corrientes helenísticas como referencia para comprender las ideologías actuales 35 37 39 41 45 48 50 52 BLOQUE 4 LA RELACIÓN ENTRE LO HUMANO Y LO DIVINO EN EL PENSAMIENTO MEDIEVAL 2 4.1 La importancia del conocimiento del hombre como un ser en relación con la divinidad 4.2 El pensamiento de Tomas de Aquino con respecto a las vías para demostrar la existencia de Dios, así como sus concepciones sobre la configuración del mundo y la causalidad 4.3 Las influencias del pensamiento de san Agustín y santo Tomas de Aquino en el cristianismo actual 4.4 El pensamiento político de Nicolás Maquiavelo 4.5 Contexto en el que se desarrolla la reforma protestante propuesta por Martín Lutero. 58 63 66 70 73 BLOQUE 5 LÍMITES, ALCANCES Y ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO HUMANO 5.1 Importancia del problema del conocimiento 5.2 David Hume como el representante del empirismo clásico 5.3 Kant, La crítica de la razón pura y su estructura, analítica y dialéctica trascendental. 5.4 El imperativo categórico kantiano 5.5 El argumento ontológico de san Anselmo 5.6 El sistema de lo absoluto de Hegel 5.7 La filosofía hegeliana como el «lugar» en que la historia humana es pensada 75 82 87 93 95 97 101 BLOQUE 6 LA CONDICIÓN HUMANA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA FILOSOFÍA POSMODERNA 6.1 Friedrich Nietzsche como precursor del pensamiento posmoderno 6.2 Los temas filosóficos de Nietzsche 6.3 El pensamiento existencialista de Martin Heidegger 6.4 El modernismo y posmodernismo 6.5 Heidegger como antecedente de una concepción filosófica «posmoderna» 6.6 El posmodernismo. El punto de vista de los autores de la escuela de Fráncfort 6.7 El pensamiento de Gianni Vattimo 6.8 Jean-François Lyotard y la crítica a la idea de progreso material y la razón instrumental 3 102 105 109 112 117 118 119 122 BLOQUE 1 LA FILOSOFÍA COMO UNA DISCIPLINA GLOBAL UNIDAD DE COMPETENCIA Comprende la importancia del estudio de la filosofía como un saber global e integrador, a partir de la consideración de los planteamientos pre filosófico en diversas civilizaciones y los elementos que conforman a la filosofía, además de que lo relaciona con otras disciplinas como la religión y la ciencia. INTRODUCCIÓN La filosofía, no se puede definir la filosofía antes de hacerla; como no se puede definir en general ninguna ciencia, ni ninguna disciplina, antes de entrar directamente en el trabajo de hacerla. ¿Qué quiere esto decir? Esto quiere decir que la filosofía, más que ninguna otra disciplina, necesita ser vivida. Necesitamos tener de ella una vivencia. Una persona puede estudiar minuciosamente el plano de Paris; estudiarlo muy bien; notar uno por uno el nombre de sus calles; estudiar sus direcciones; luego puede estudiar los monumentos que hay en cada calle […] después de haber estudiado el plano y los monumentos […] procurarse una visión de las perspectivas de Paris, mediante una serie de fotografías tomadas de distintos puntos de vista […] Esta idea podrá ir perfeccionándose cada vez más, pero siempre será una mera idea. En cambio, veinte minutos de paseo a pie por Paris son una vivencia… la una es una mera idea, una representación, un concepto, una elaboración intelectual, mientras que la otra es ponerse uno realmente en presencia del objeto, esto es, vivirlo, pues lo que nosotros vamos a hacer es vivir la filosofía. Para vivirla es indispensable entrar en ella como se entra en una selva; entrar en ella a explorarla. 1.1 Características de los conocimientos pre filosóficos de tipo mítico, mágico y religioso A los hombres prehistóricos Se les pudieron ocurrir muchas ideas, quizás algunas muy practicas y simples; otras, seguramente profundas, pero el hecho de ser nómadas, carecer de una escritura y un lenguaje medianamente desarrollados hizo que estos pensamientos se perdieran, al no haber modo de dejar un registro. En las pinturas rupestres tenemos una muestra de sus expresiones y cómo estaban basadas en creencias mágicas. El hombre prehistórico creía que al pintar a los bisontes y otros animales podría tener mejor fortuna en la cacería. Otra fuente de información de la prehistoria es su escultura y cerámica. En éstas también podemos encontrar su vinculación con cuestiones mágicas. Pero es poco lo que sabemos del pensamiento) del hombre primitivo. El surgimiento de la agricultura y la escritura fueron los pasos decisivos en la historia humana. La agricultura permitió que las personas tuvieran mayor seguridad en la alimentación. Esto condujo a que se 4 abandonara la forma de vivir nómada y se asentaran los grupos humanos en un determinado lugar, lo cual, a su vez, permitió que los pueblos crecieran y florecieran. Históricamente, se pasó de las hordas nómadas a las tribus y de éstas a los pueblos sedentarios. Por tanto, las relaciones entre las personas dejaron de ser familiares y se crearon matrimonios con otros sujetos, lo cual volvió las relaciones más abiertas, se aprendieron otras costumbres y formas de comunicación y se fueron formando las bases para las primeras civilizaciones. La vida sedentaria también trajo consigo la división del trabajo y permitió que los avances se acumularan y se buscara la manera de registrarlos. Con esto se daban los primeros pasos hacia la escritura y, por tanto, el tránsito de la época prehistórica a la histórica. El surgimiento de formas superiores de pensamiento sólo encontró la posibilidad de surgir en sociedades urbanas desarrolladas. Pero llegar a esos niveles de desarrollo únicamente fue posible a través del tiempo, el desarrollo de la sociedad, sobre todo de la educación y de condiciones de vida adecuada. En las primeras civilizaciones humanas se pudo consolidar un tipo de explicación de la realidad que se conoce como pre filosófica. Son características del pensamiento pre filosófico: a) Tener un fundamento y estructura mítica. b) Contener elementos mágicos. c) Estar mezclados con cuestiones religiosas. Aclararemos cada una de estas características. Iniciemos por el mito. El mito y su estructura. La curiosidad humana se enfocó primeramente a entender por qué pasaban las cosas en la naturaleza, tratar de tener algún dominio y prevención de ello y buscar una explicación de la creación del mundo. Para saciar estas dudas, se crearon las cosmovisiones mitológicas, que explicaron la existencia de diversos fenómenos naturales incomprensibles para el intelecto humano de aquel entonces, tales como truenos, relámpagos, lluvias, sismos, erupciones volcánicas, tornados, entre muchos otros. Dichas cosmovisiones se narraron a manera de historias y leyendas. Los mitos son relatos fabulosos que explican o dan respuesta a las interrogantes o cuestiones humanas fundamentales. A través de argumentos o relatos, se trata de fundamentar una costumbre, tradición o práctica con base en historias que mezclan la leyenda y la fantasía. Por lo común, son una combinación entre los aspectos emotivos y los racionales. 5 El mito puede ser considerado un saber pre filosófico, pero eso no significa que lo debamos ver como menor o contrario a la razón. Por el contrario, el mito tiene su propia lógica interna, y algunos de ellos destacan por su imaginación y valor literarios. El más antiguo de los mitos que se conoce es La epopeya de Gilgarnesh, poema épico sumerio cuya antigüedad aproximada es de 2000 años antes de nuestra era. A continuación te mostramos un fragmento del mismo: «Tú, Aruru, que has creado al hombre, crea ahora una imagen suya; que a su tiempo sea él un retrato de Gilgamesh, lucharán entre sí y Uruk se calmará». Cuando Aruru oyó esto formó en sí misma una imagen de Anu. Aruru se lavó las manos, cogió un pedazo de arcilla, la lanzó a la tierra, y con la arcilla creó al héroe Enkidu, progenie sublime, de la tropa del guerrero Ninurta, Todo su cuerpo estaba cubierto de pelo, la compostura de su cabellera era como la de una mujer; el crecimiento de su cabello era denso como Nisaba. El no conoce ni gente ni país, va vestido con una ropa como Sumuqan, como un pastor. Fragmento de La epopeya sumerio Gilgamesh. (2000 a. C.) Tomemos un fragmento del poema: «Aruru se lavó las manos, cogió un pedazo de arcilla, la lanzó a la tierra, y con la arcilla creó al héroe Enkidu, progenie sublime, de la tropa del guerrero Ninurta E...]». Como puedes apreciar, en los mitos encontramos aspectos mágicos y religiosos. Los elementos mágicos Íntimamente vinculado al mito se encuentra el pensamiento mágico, el cual se caracteriza como una creencia de que los acontecimientos suceden sin una explicación racional, pues no siguen las leyes de la realidad material como la causa y el efecto o la sucesión temporal, sino que más bien son producto de la voluntad de seres que se encuentran más allá de la realidad. Los hombres primitivos creían que tanto en la vida natural como en el interior humano sucedían cosas que nadie podía explicarse, es decir, carecían de una fundamentación lógica. En cada tribu había un sujeto, al que genéricamente conocemos como chamán, que podía entender cómo se presentaban y expresaban estos poderes mágicos. El chamán afirmaba poseer un poder especial y único. Los chamanes se percataron de que cuando se explicaban los acontecimientos por medios mágicos se generaba miedo en las otras personas. Además, señalaban que gracias a este poder podían comunicarse con el mundo donde moraban los muertos, quienes seguían teniendo presencia en el mundo material, pero sólo como espíritus. El chamán se proclamaba el vínculo entre el mundo de los vivos y los muertos. Para comunicarse con el mundo de los muertos, «el más allá», tenía que celebrar una serie de ritos. Algunos tenían que ser compartidos por los demás; otros, sólo él los comprendía. Estos elementos mágicos dominaban todas las actividades. Si alguien 6 estaba enfermo había que invocar a los buenos espíritus para que lo sanaran, lo mismo que si no llovía o si alguien no podía concebir un hijo. La magia era la explicación primitiva de todo acontecimiento. Poco sucedía por la voluntad humana; lo mágico gobernaba todo. La magia se opone a la comprensión racional. Es decir, se enseña a la gente que sus propios pensamientos, palabras o acciones podrían causar malestar en los espíritus. Es más, de algunos temas ni siquiera se debe hablar; a estos se les llama temas «tabú». Aunque las sociedades avanzan, muchos de los aspectos mágicos no desaparecen tan fácilmente. La religión y su relación con el pensamiento filosófico La religión primitiva es una superación de las creencias mágicas. Los acontecimientos pasan o se presentan porque hay un ser divino, superior, que así lo desea. A diferencia de lo que pasaba con la magia, donde la voluntad humana no contaba mucho, en las creencias religiosas sí cuenta, pues cada quien elige seguir o no los preceptos religiosos. Además, en la magia las explicaciones no identificaban a nadie; las creencias religiosas identifican a un dios o diosa. Mientras las religiones van avanzando, la identificación se va haciendo más concreta y humana. Como una transición del chamanismo a la religión elementos de la naturaleza; posteriormente adquirieron formas animales, hasta que finalmente los dioses asumieron formas humanas. Pero estos pasos se dieron a través de muchos siglos. En un principio la religión primitiva estaba llena de supersticiones y fanatismos. El ser humano poco a poco va adorando a los dioses. La religión es de alguna manera una identificación con el ser superior. Una concepción religiosa más avanzada sólo se logró mediante la madurez. Las religiones suelen incluir elementos morales dentro de sus preceptos, de tal manera que algunos de los temas sobre los que se argumenta son los relativos al bien y al mal moral, la conducta que debe observarse y las formas de redimir los actos malos cometidos. Además, se suele reflexionar acerca de la naturaleza y existencia de Dios, así como la naturaleza de la religión, entre otros temas. Con estos elementos se sentaron las bases del pensamiento pre filosófico. Por obvie-dad, estos pensamientos estaban conformados por elementos míticos, mágicos y religiosos. Algunos eran simples, carecían de un sentido racional y privilegiaban los aspectos mágicos, otros en cambio, se encontraban muy elaborados y su contenido era muy profundo. Condiciones previas a la aparición de la filosofía en las civilizaciones mesopotámicas, egipcia, china e india 7 Entre las primeras civilizaciones humanas encontramos la mesopotámica, egipcia, china e india. Estas contaban con una estructura social estable, con leyes públicas y aceptadas, así como un lenguaje tanto oral como escrito estructurado y consistente, un cierto nivel de educación y un conjunto de reglas sociales y morales. Con esta base se crearon una serie de ideas y explicaciones acerca de la realidad natural y de la vida social y personal que formaron parte de su cultura y de la sabiduría de cada pueblo. Mesopotamia es considerada la civilización más antigua. La palabra Mesopotamia es un término compuesto por: meso, «en medio» y potamos, «potamia», que significa «entre dos ríos», el Tigris y el Éufrates. Esta circunstancia favorable permitió la agricultura y la ganadería. Es un lugar privilegiado, pues a su alrededor se encuentran sólo zonas desérticas, lo que facilitó el desarrollo de diversas culturas: sumerios, acadios, babilonios y casitas, entre otros. Destacó la obra urbanizadora y normativa de Hammurahi. Este rey babilonio ha pasado a la historia por haber elaborado el Código que lleva su nombre. Este conjunto de leyes fue difundido y sirvió para regular la vida dentro de la compleja sociedad mesopotámica. Egipto se distinguió por su desarrollo urbano y arquitectónico, Son famosas sus pirámides y otros edificios que para su edificación requirieron de grandes conocimientos matemáticos. Para llevar los cálculos y control de las edificaciones requirieron de una escritura avanzada. Egipto fue la civilización de sabios de todo el Mediterráneo. Ahora se sabe que mucho de lo que más tarde desarrollaría Grecia fue aprendido de los egipcios. Fue un pueblo que acumuló mucha sabiduría. Como ejemplo de ello, a continuación te presentamos unos consejos para vivir en el mundo escritos por el escriba Ptahhotep de Menfis.' Este personaje llegó a tener gran poder, pues como en aquella época muy pocas personas sabían leer y escribir el faraón lo nombró administrador y visir. Estos proverbios se escribieron para que sirvieran de guía a su hijo Ankú. Se calcula que este escrito data de entre los 3400 y 2500 años a. C. Enseñanzas de Ptahhotep • • • • • • • • No te enorgullezcas de tu conocimiento; toma consejo tanto del ignorante como del sabio. • Nos alcanzan los límites del arte; de hecho ningún artista ha alcanzado la habilidad perfecta. El buen discurso está más escondido que la esmeralda, sin embargo, puede hallarse entre las doncellas de los molinos […] Sigue a tu corazón mientras vivas [...] No pierdas el tiempo en los cuidados cotidianos, más allá de proveer a la familia. Cuando llegue la riqueza, sigue a tu corazón; ¡la riqueza no es buena si uno es sombrío! Sé generoso mientras vivas... La bondad es una conmemoración del hombre [...] Si escuchas mis consejos, todos tus asuntos irán adelante. 8 En la India destacó Siddartha Gautama, conocido por sus seguidores como Buda. Se calcula que vivió en el siglo VI a. C. Algunos autores aseguran que nació aproximadamente en el 560 a. C. De acuerdo con la tradición, Siddartha era un joven noble, que vivió en medio de la riqueza y la abundancia. Pero pese a haber alcanzado la juventud no sabía cómo era el mundo. Una ocasión en que traspasó los muros del palacio en que vivía pudo ver la vejez, la enfermedad y la muerte. Esto causó una gran impresión en el joven, pues nunca había visto que las personas envejecían, enfermaban y morían, y tampoco había visto la miseria; estuvo meditando ante estos hechos y decidió dejar su mundo de lujo y comodidad. Tomó la decisión de abandonar su casa; renunció a su matrimonio y se dedicó a la reflexión y la meditación. Sus discípulos le pusieron como nombre Buda, que significa «el Iluminado». Aprendieron de él que las causas del dolor humano son producto de nuestros deseos. Sufrimos porque deseamos y estamos encariñados con los objetos. Lo mismo pasa con nuestro apego por las personas y nuestro propio yo. Desearíamos que los seres queridos nunca envejecieran ni murieran. También quisiéramos ser jóvenes y saludables toda la vida. Pero todo ello es posible. Para caminar por la senda de la virtud hay que aprender a aceptar la realidad, no aferrarse a los bienes materiales y renunciar a nuestros deseos irreales. En China destacaron Lao-tsé y Confucio. A Lao-tsé se le atribuye haber escrito el Tao te King. El Tao —enseñaba Lao-tsé— es el camino; hay que seguirlo para orientarse en la vida según lo natural y la realidad. Pero el camino no es el mismo para cada quien; uno debe buscar dentro de sí su propio camino. Por su parte, a Confucio lo conocemos gracias al libro Las Analectas, el cual es producto de una serie de charlas que tuvo con sus estudiantes. Parece que este libro fue escrito por varios de sus discípulos. Los pensamientos del maestro Confucio han servido de base para que el pueblo chino construya su pensamiento y ética. Recomienda una vida de respeto y tolerancia por los demás, los superiores y los antepasados. El hombre sabio debe tener una buena conducta con quienes convive, pero también con los miembros de su familia; igualmente debe practicar la caridad, la justicia y el cuidado de las tradiciones. Frases del pensamiento de Confucio • • • • • «Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, reflexiona». «Leer sin meditar es una ocupación inútil». «El hombre superior gusta de ser lento en palabras, pero rápido en obras». «El mejor indicio de la sabiduría es la concordancia entre las palabras y las obras». «Nuestra mayor gloria no está en no caer jamás, sino en levantarnos 9 • • • • cada vez que caigamos». «Los que respetan a los padres no se atreven a odiar a los demás». «Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos». «Se puede calificar de hombre superior al que primero pone en práctica sus ideas, y después predica a los demás lo que él ya realiza». Como puedes apreciar, estos escritos estaban llenos de sabiduría. Constituían un saber producto de la experiencia y la tradición, y de lo que llamamos sentido común. A veces se constituyen como un conjunto de consejos sueltos de tipo moral que están muy vinculados con sus concepciones religiosas, míticas e ideológicas. No obstante, algo que seguramente habrás notado es que se refieren tanto a la humildad como al arte, a las buenas ideas como a la generosidad. Son pensamientos muy interesantes, pero les falta la sistematicidad, el orden y el método con que procede la filosofía. El nacimiento de la filosofía La cuna de la filosofía occidental se encuentra en Grecia. Por sus aportaciones a la cultura europea y por extensión a la americana, se le considera la «Cuna de la civilización occidental». Los inicios de este pueblo los podemos encontrar en las costas de Asia menor y en las islas jónicas. Grecia se organizó políticamente con «naciones-estado», esto es, que en épocas de guerra, celebraciones religiosas o los Juegos Panhelénicos, los cuales incluían entre otros a los Juegos Olímpicos, se asumían como griegos; fuera de esas ocasiones cada ciudad era independiente. Como eran pueblos costeros se dedicaron al comercio marítimo, lo cual les aportó grandes riquezas, además que los marinos tuvieron acceso a los conocimientos y culturas de otros pueblos. Este pueblo, tal como sucedió con otras civilizaciones, también tuvo sus mitos, vi] lados igualmente con la magia y la religión. La diferencia radica en que los griegos no quedaron en las explicaciones míticas, sino que buscaron explicaciones fundadas en razón. Esto es lo que se conoce como el paso del mito al logos (razón en griego). 10 1.2 Definición de filosofía Para entender qué es la filosofía, primero debemos conocer un poco acerca de sus orígenes, fines que persiguen, métodos de investigación, así como los rasgos que la hacen ser distinta a otros campos del conocimiento. Se dice que la palabra filosofía fue inventada por Pitágoras cuando, al preguntarle si era un sabio, contestó: «No, soy tan sólo una persona que ama la sabiduría». Con esto quería dar a entender que no poseía la verdad, sino que andaba en su búsqueda. Al igual que Pitágoras, los filósofos no son sabios, sino que exploran algún aspecto de la realidad con la intención de entenderla racionalmente. Etimológicamente, filosofía significa «amor a la sabiduría». La palabra proviene del griego philos, que significa «amor», ysophia, que significa «sabiduría». Así, la filosofía es esa sed o deseo de saber natural en las personas, que va desde lo trivial, cotidiano o casual, hasta lo más alto y respetable posible. Este deseo obedece no sólo a la satisfacción de cuestiones de tipo material, sino también espirituales. Cuando deseamos algo es porque lo consideramos bueno o positivo, y a veces lo deseamos con pasión. Los filósofos son personas a quienes les gusta pensar acerca de cómo es la realidad que vivimos. Por lo común son observadoras. Suelen reflexionar sobre algún problema o asunto que les ha llamado la atención, pero también reflexionar acerca de sí mismos. En ocasiones se concentran tanto en lo que están pensando que se abstraen por un momento. Los filósofos observan cada aspecto de la realidad; sobre ella reflexionan y formulan preguntas acerca de las cuestiones fundamentales para cada uno de ellos; por ejemplo: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿qué es lo real?, ¿qué es el mundo?, ¿qué es la libertad?, ¿qué es el amor?, ¿cuál es el origen del universo?, ¿existe Dios?, ¿cuál es la naturaleza del alma humana?, ¿qué sentido y valor tiene la existencia humana?, ¿cuál es el valor (le una persona?, ¿cómo podemos llegar a la verdad?, entre muchos otros. Las respuestas a las que han llegado los filósofos a través del tiempo han sido diversas, y es raro que sus puntos de vista sean similares. Esto muestra la riqueza del pensamiento humano. Es difícil encontrar una única definición de filosofía; más bien encontramos diversas explicaciones que nos muestran el punto de vista de quien las elabora. Veamos qué dicen los diccionarios al respecto: «La ciencia que se ocupa del estudio de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales». Diccionario Bruguera. 11 «El estudio racional del pensamiento desde el doble punto de vista del conocimiento y de la acción». Pequeño Larousse Ilustrado. «Forma de la conciencia social que constituye el sistema de los conceptos más generales sobre el mundo; el lugar que ocupa el hombre en él es el fundamento teórico de la concepción del mundo». Breve Diccionario Filosófico. Como puedes apreciar, la filosofía se refiere a un estudio de tipo racional sobre la realidad en su conjunto. Ahora veamos qué dicen al respecto los filósofos: Definiciones de filosofía dadas por algunos filósofos Para Platón la filosofía es una empresa en que entra en juego el destino final del hombre. No hay filosofía sin virtud, ni virtud sin filosofía. Para Aristóteles es la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas de los seres; representa un gran esfuerzo para dar solución al problema del ser y de la ciencia. De acuerdo con Epicuro, es una actividad que mediante discursos y razonamientos contribuye al logro de una vida feliz. Es el ejercicio que por la palabra y el discurso procura una vida feliz; es inútil si no sirve para conseguir la felicidad. Para Epicteto filosofar es examinar y construir criterios, es una aspiración a la virtud. El filósofo inglés Bertrand Russell nos dice que toda definición que se haga de filosofía variará con las ideas que se tengan y con la corriente que se adopte; por lo mismo, algunas personas no estarán de acuerdo con esa definición, lo cual mostrará su posición filosófica. Agrega Russell, aunque cuando la filosofía no siempre nos da respuestas a los problemas que plantea, es capaz de sugerirnos ideas que amplían nuestros conocimientos. Emmanuel Kant sostenía que la filosofía tiene como misión el conocimiento racional, pero que primeramente habría que delimitar las condiciones y posibilidades de la razón. Schopenhauer decía que es la ciencia del principio de la razón como fundamento de los demás saberes. Augusto Comte la entendía como la explicación de los fenómenos del universo o compendio general de las ciencias particulares. Para Maritain es el conocimiento científico que, mediante la luz de la razón, considera las primeras causas o las razones más elevadas de todas las cosas. De acuerdo con Marx, la filosofía es una actividad para la transformación del mundo. 12 Como puedes apreciar, el concepto de filosofía ha cambiado con el tiempo, es decir, es histórico. Esto se debe a que, en general, las ideas de los individuos están determinadas por la época en la que viven, los sentimientos, el carácter, su propia historia de vida, las circunstancias sociales, el momento histórico, etc. Por lo mismo, la idea que se tenga de filosofía depende igualmente (le estas cuestiones. Para que nos quede más clara la forma en que la propia situación personal y el contexto influyen en la forma de pensar, vamos a poner como ejemplo el caso del filósofo griego Epicteto, quien vivió en el siglo segundo de nuestra era. Su nombre quiere decir «adquirido» o «comprado», lo cual muestra su origen esclavo; había quedado cojo a causa de los maltratos de su amo. Su condición le impedía hacer lo que deseaba o ir a donde necesitaba, pero lo que nadie le podía impedir era ser libre de pensamiento. Su filosofía es ante todo práctica. Aquí te presentamos algunos fragmentos de su pensamiento. Frases del pensamiento de Epicteto • «No son las cosas las que atormentan a los hombres, sino las opiniones que se tienen de ellas». • «Propio de ignorantes es el culpar a otros de las propias miserias. Aquel que así mismo se culpa de su infortunio comienza a entrar en el camino de la sabiduría; pero aquel que ni se acusa a sí mismo ni a los demás es perfectamente sabio». • «Nunca pidas que las cosas se hagan como quieres; mas procura quererlas como ellas se hacen». En efecto, Epicteto nos confirma que la filosofía que cada quien desarrolla se hace a partir de un determinado contexto e historia de vida personal: con esto puedes ver que la relación que existe entre lo que pensamos y lo vivimos, con la filosofía que se practica. Es habitual distinguir a la filosofía como un saber tanto teórico como práctico. Trataremos de aclarar esto mediante un cuadro sinóptico. Para que tengas una idea muy general de filosofía a lo largo del tiempo, a continuación 13 te presentamos una síntesis del devenir de la misma por la historia, a manera de línea del tiempo ilustrada, que sintetiza lo que se consideraba en cada época por filosofía, el papel que desempeño y sus representantes más sobresalientes. Al lado del cuadro podrás apreciar los avances del pensamiento latinoamericano. La filosofía es una disciplina raciona, objetiva, rigurosa. A través de ella nos explicamos le esencia, las causas y propiedades de las cosas 1.3 Características de la filosofía Podemos afirmar que la búsqueda del saber tuvo su origen en la curiosidad natural del ser humano. La curiosidad puede apreciarse desde que se hace. Si observas con detenimiento a un bebé en su cuna podrás verlo curioseando en su pequeño mundo; todo lo quiere tocar o llevárselo a la boca. Cuando los niños tienen entre tres y cuatro años entran en lo que se llama «la edad del preguntón»; pareciera como si todo quisieran saber y por ello para todo formulan a sus padres pregunta tras pregunta: «Y por qué papá?». Otra edad maravillosa en cuanto a la curiosidad es la que estás viviendo, la adolescencia. A esta edad no sólo te cuestionas por lo que sucede en la realidad exterior, sino sobre todo lo que sucede en tu intimidad. Es la época en que las preguntas más insistentes son: ¿quién soy?; ¿cómo quiero ser? Es una época en la que se busca el propio ser. Decimos que son características de la filosofía las siguientes: Pregunta La filosofía siempre se ha caracterizado por su actitud de búsqueda a través de preguntas. Algunos filósofos afirman que los humanos tendemos a dudar, preguntar e indagar por naturaleza y esto se debe a que, como decía Aristóteles, «todas las personas deseamos conocer». Precisamente este deseo de conocer nos lleva a cuestionarnos. «El ser humano, en vez de estar simplemente entre las cosas, usarlas, gozarlas o temerlas, se coloca frente a ellas y se pregunta ¿qué son?». A través de la historia de la humanidad se han formulado cuestiones sobre asuntos fundamentales para las personas, pero las preguntas no son las mismas. A lo largo del tiempo han ido cambiando. En la Antigüedad clásica las preguntas se referían sobre todo 14 a la relación entre el hombre y su entorno: el hombre y la sociedad. En la Edad Media las preguntas estaban relacionadas con la relación entre Dios y el hombre, las posibilidades de salvación de la fe y cómo la razón se relacionaba con la fe. En la Edad Moderna las preguntas se formulaban por el sentido y valor del ser humano, pero también por cómo funcionaba la ciencia. En la actualidad las dudas se plantean con relación a nuestras capacidades y los alcances de la ciencia. Quien quiere conocer pregunta. Pero para que cualquier asunto o tema pueda ser conocido debemos saber formular correctamente las preguntas. Sólo obtiene respuestas satisfactorias quien sabe formular preguntas inteligentes. Duda El término duda se refiere a un estado de vacilación para decidirse a tomar una decisión; también puede conceptualizarse como un estado de inestabilidad mental ante dos juicios contradictorios. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es una suspensión o indeterminación del ánimo entre dos juicios o dos decisiones, acerca de un hecho o una noticia. El término proviene del adjetivo latino dubius, que a su vez se deriva de dúo, que significa «dos». Con ello se expresa la indecisión que se le presenta a un sujeto cuando tiene que decidir entre dos términos extremos y opuestos. La duda se diferencia de tres conceptos similares: a) De la ignorancia, pues a una persona que nada sabe acerca de algo le elementos para realizar un juicio, por tanto, no hay una opción que lo dudar. b) De la sospecha y la opinión. En estos casos el sujeto ya está inclinado, e menor o mayor grado, por uno de los juicios opuestos. c) De la certeza. Cuando el sujeto tiene elementos para inclinarse por una idea o juicio y no acepta una idea contraria o paralela. Aceptar que no lo sabemos todo, ser capaces de reconocer nuestras dudas, nos permitirá llegar al conocimiento. Aquél que cree que sabe mucho no avanzará en el camino del saber. Tampoco avanzará quien llega a las cosas con una idea previa. Quien duda es porque tiene la capacidad de observar primero antes de emitir un juicio. Se debe ser humilde para reconocer nuestras propias limitaciones; quien duda es el que se ubica en el camino del conocimiento. Para saber cuál es la verdad debemos actuar con precaución, plantearnos bien el problema. Dice al respecto Aristóteles en su Metafísica: «Es de importancia para todo el que quiera alcanzar una certeza en su investigación saber dudar sensatamente a tiempo... los que investigan sin haberse planteado antes las dificultades son semejantes a los que desconocen a dónde se debe ir, y, además, ni siquiera conocen si alguna vez han encontrado o no lo buscado». 15 Asombro El origen psicológico de la filosofía —nos dice Lozano Paz— «se encuentra en nuestra capacidad innata de asombrarnos frente a lo desconocido, que nos desorienta. Esta misma capacidad evidencia nuestra ignorancia ante un mundo lleno de enigmas que nos interroga con sus problemas y contradicciones». El citado Aristóteles decía que la filosofía nació de la admiración. El sujeto que voluntariamente se detiene ante la inmensidad del mundo con una actitud de asombro es capaz de crear explicaciones, ideas y teorías en torno al fenómeno que le asombra. Hemos seleccionado un fragmento del pensamiento de Aristóteles acerca de la importancia del tema. «Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban [...] se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del Universo. Pero el que plantea un problema o se admira reconoce su ignorancia». Aristóteles. (1960). Metafísica. México: Espasa-Calpe (Colección Austral). Visión totalizadora. Los filósofos no se enfocan en un punto de vista particular sino que procuran que sus explicaciones se relacionen con otros conocimientos, buscando englobar las explicaciones y formar un todo coherente al tratar que aquéllas abarquen problemas generales y no particulares. La curiosidad, el asombro y la duda facilitan que aparezca la actitud reflexiva, la cual permite que surjan las explicaciones científicas y racionales. A partir de lo anterior surge una nueva definición de filosofía: es una disciplina racional, objetiva y rigurosa; a través de ella nos explicamos la esencia, las causas y propiedades de las cosas. Se basa en una actitud indagadora que el ser humano toma ante las situaciones que le rodean, buscando una explicación racional. 1.4 Relación de la filosofía con la ciencia y la religión La filosofía y la ciencia pretenden alcanzar conocimientos ciertos, pero para llegar a alcanzarlos proceden de manera distinta. La ciencia es específica y particular, no investiga todo, sino sólo un aspecto del conocimiento. Se basa en la observación y en la experimentación, o como en el caso de las matemáticas, en métodos axiomáticos formales. Estos procesos están definidos formalmente de manera rigurosa en lo que se conoce como método científico. La ciencia procura 16 ser lo más objetiva posible. En cambio, la filosofía es más general que las ciencias. Se basa en el pensamiento y se hace principalmente a través del planteamiento de problemas, razonando, explorando las consecuencias de las ideas y formando argumentos lógicos, coherentes para las ideas. Finalmente, reflexionan acerca de la forma y solidez de los argumentos que han elaborado, pero a diferencia de la ciencia no recurre a la validación empírica. Las interrogantes de las ciencias son similares a las de la filosofa. ¿Cuál es el origen del universo?, ¿qué es la vida?, ¿qué es el hombre?, ¿qué es la mente humana?, ¿cómo se caracteriza la conducta humana? son ejemplos de cuestiones que pueden ser tratadas desde el punto de vista filosófico y científico. La diferencia está en el procedimiento. Por su parte, la religión es un conjunto de creencias y una práctica referidas a una divinidad, por lo que requiere de un ritual. Se refiere a Dios, pero no lo estudia. La teología es la rama que se encarga del estudio de Dios, pero no utiliza el método científico. En este sentido, la teología está próxima a la filosofía. La religión se basa en dogmas, es decir, una creencia que no necesita probarse; se cree en ella a través de la fe. En la Edad Media se presentó fuerte oposición entre la filosofía y la religión. La filosofía se representaba por la razón, y la religión, por medio de la fe. Filósofos como san Agustín y san Anselmo superaron esta separación cuando sostuvieron que la fe requiere del intelecto. En palabras de san Anselmo en latín: fides quaerens intellectum, que en castellano significa: «La fe busca comprender». Estas palabras encierran de manera sintética la forma en que la religión y la filosofía encuentran puntos en común y se muestra que no hay tal oposición. En la Edad Moderna se inició la disputa entre la religión y la ciencia. Kant se encargaría de mostrar que la ciencia estudia fenómenos, sobre todo de tipo natural. Un fenómeno se caracteriza por expresarse en el espacio y el tiempo. En cambio, la religión se encarga de lo nouménico, esto es, que existe, pero que no puede ser captado con los sentidos, sino sólo con la inteligencia. 1.5 Las disciplinas filosóficas: ontología, metafísica, lógica, ética, estética y epistemología. La filosofía está formada por diversas disciplinas. Cada una de ellas se encarga de estudiar algún aspecto de la realidad. A continuación describiremos en qué consiste cada una de ellas. Ontología El término es de origen griego y significa «el tratado o estudio del ser», es decir, el estudio de aquello que está primero que todo, qué es, cómo es y cómo es posible que sea. Como puedes apreciar, es una disciplina compleja y abstracta, pues se refiere a lo que está en la base de toda la realidad; a eso se le llama ser. Para que se entienda, supongamos que nos preguntamos si Dios existe. Y sigamos pensando que después de una seria reflexión llegamos a la conclusión de que sí, por tanto nos plantearíamos las siguientes preguntas: ¿de qué manera existe Dios?; ¿qué es Dios? O mejor aún, ¿quién es Dios?; ¿cómo es y en qué condiciones podríamos pensar que sea? 17 Así, la ontología se ocupa de la definición del ser y (le establecer las categorías fundamentales o modos generales de ser de las cosas a partir del estudio de sus propiedades. Un ejemplo más. Supongamos que alguien dice: «el número 13 trae mala suerte». A lo mejor esa frase la hemos escuchado mil veces, hemos visto que algunos edificios no tienen el piso 13 y que los aviones pasan del asiento 12 al 14. Pero ese día no lo tomamos a la ligera y nos ponemos a pensar: ¿Existen entidades abstractas como los números? Porque los números no existen, aunque sí los podemos pensar y representar. ¿Entonces —nos seguimos preguntando—, qué tipo de existencia tienen? Con esa reflexión que hacemos ya aprendimos algo: hay diferentes acepciones de existencia. Metafísica Metafísica quiere decir, literalmente, aquello que está más allá de lo natural. Pero el nombre lo recibe por partida doble, por su sentido y por una casualidad del destino. Resulta que Andrónico de Rodas se había dedicado a catalogar las obras de Aristóteles. Las puso todas en orden: las obras de ética con sus similares, las de biología con las que le eran afines y así, pero aquellas que trataban sobre la filosofía primera no les encontró acomodo, por lo que las ubicó después de las correspondientes a la física, refiriéndose a estos libros como «los de después de la física» (ta meta ta physiá). Es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de los seres que forman parte de la realidad en sus aspectos trascendentales. Es también un intento de ver al mundo en su totalidad. Algunos de sus temas de estudio son: ¿cómo es la existencia?, ¿cómo se le presentan las cosas al hombre?, ¿cómo es la existencia humana?, ¿cómo existe una persona de manera auténtica?, ¿en qué formas se expresa la existencia?, ¿tenemos alma?, etcétera. Antropología filosófica Es aquella rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio del hombre en sí mismo, que lo considera como objeto y a la vez sujeto del conocimiento filosófico; estudia qué se entiende por ser humano, cuál es naturaleza, cómo se distingue de los demás humanos y de los otros seres de la naturaleza. Aquí se ubican las interrogantes sobre la posibilidad del hombre para poder conocer o hasta dónde pueden ser válidos sus conocimientos. Contesta preguntas como ¿qué significa ser hombre?, ¿existe una única manera de ser humano?, ¿cuáles son las cualidades de la existencia humana?, entre otras. Epistemología Es el área de la filosofía que estudia las posibilidades y la validez de los conocimientos. Disciplina que fundamenta la validez del conocimiento en general. Es el estudio del posible alcance del conocimiento humano. Algunas de las cuestiones propias de la 18 epistemología son: ¿cómo conocemos?, ¿cuándo tenemos certeza de que lo que pensamos es verdad?, etcétera. Lógica Ciencia que estudia la estructura del pensamiento y la validez del conocimiento humano. La lógica es la disciplina filosófica que tiene como objeto ordenar nuestros pensamientos para que éstos puedan aportar resultados válidos y verdaderos. Axiología La axiología es la rama de la filosofía que estudia los valores, sus características y tipos. Estudia lo que es valioso, la naturaleza de los valores y de los juicios valorativos. La problemática axiológica generó dos corrientes: el objetivismo axiológico, que sostiene que los valores existen independientemente de que alguien los descubra o no, y la corriente subjetivista, que afirma que los valores deben su existencia al sujeto que los descubre o los aprecia. Cuando el objeto de valoración es la conducta humana individual y social nos referimos a la disciplina filosófica llamada ética o filosofía moral; cuando lo que se valora son objetos, entonces nos referimos a la estética. Ética Estudia la conducta humana, poniendo atención en lo que se considera como bueno y malo de las acciones. La ética, como la filosofía de la moral, hace recomendaciones de las formas de vida deseables para que el hombre alcance su fin último; el análisis valorativo de nuestros actos nos indica si éstos son buenos o malos, si nos aproximan o nos alejan de nuestra naturaleza humana. Nos indica, asimismo, cómo debemos comportarnos en la sociedad y de qué manera respetamos las normas. Podemos decir que la ética estudia la moral, es decir, los principios que regulan las acciones humanas, basándose en las nociones del bien y del mal; éstos son universales, pero hay diferencias dependiendo de la sociedad en que nos desarrollemos. Estética Estudia lo bello y cómo las personas lo expresamos a través del arte. Cuando los resultados de nuestros actos se materializan en una obra de arte, hacemos una valoración artística basada en las reglas proporcionadas por la estética o filosofía del arte bello. Esta disciplina tiene como objeto de estudio la belleza: ¿qué constituye la belleza en el arte? Al lado de estas ramas tradicionales de la filosofía, han ido surgiendo otras ramificaciones como la filosofía de la ciencia, de la religión, del derecho, de la historia, etc., cuyo objeto es indagar los principios supremos de estas actividades humanas. 19 1.6 Los métodos mayéutica y cartesiano. Análisis y comparación El logro de los objetivos de cualquier actividad racional requiere seguir una serie de pasos para asegurar el logro del propósito. A estos pasos o modos ordenados de trabajo intelectual le llamamos método. El término método es compuesto y su origen es griego. Los componentes son meta, que significa «lo que está al final», y odos, «camino». Una de las cuestiones más generales con respecto al método es la relación que se establece entre el método y la realidad que se trata de conocer. La misma diversidad de objetos y cuestiones que estudia la filosofía determina que también haya diversas formas de abordar cada uno. No puede, por ejemplo, emplearse el mismo procedimiento para aclarar una cuestión de la filosofía de la ciencia, que una propia de la historia o de la moral. El método a seguir depende, en cada caso, de la naturaleza misma de los fenómenos, al igual que la estrategia en un juego de futbol depende de las características del equipo contrario y de las condiciones en que se desarrolle el juego. Durante un tiempo se consideraba que los problemas relativos al método eran exclusivos de la metodología, como parte de la lógica del pensamiento. Hoy ya no se acepta esta posición, pues las cuestiones relativas al método tratan no sólo con cuestiones lógicas, sino también con problemas del conocimiento. A continuación presentaremos dos de los más relevantes métodos empleados en filosofía a lo largo del tiempo: el método socrático conocido como mayéutica y el cartesiano. Método mayéutico (socrático) Sócrates es uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos. Nació en Atenas en el 470 a. C. y murió en el 399 a. C. Su madre Fenaretc era una partera o comadrona (mayéutica en griego), y su padre, Sofronisco, era un escultor. Fi decía que su forma de proceder en filosofía era una mezcla de las actividades de sus padres. Como su madre, él ayudaba a parir las almas, es decir, ayudaba por medio de la conversación a aquellos que estaban llenos de dudas e inquietudes. Una vez que se tenía un alma nacida de las dudas, había que construirla. Allí seguía la actividad de su padre y ayudaba a cada persona a esculpir su alma. Era un hombre de modesta condición, aunque su compañía y consejo era buscado por las personas más poderosas e influyentes de Atenas, quienes a veces le ayudaban económicamente. Se distinguió como un individuo muy respetuoso de las leyes de la ciudad. Aunque se oponía a las guerras, participó como soldado de infantería en algunas importantes batallas, como la de Potidea, donde salvó a varios de sus compatriotas. 20 No escribió ninguna obra, pero sus discípulos, sobre todo Platón, nos han hecho llegar sus enseñanzas a través de los Diálogos, obras en las que Sócrates es el protagonista o personaje central. Sócrates tuvo muchas envidias como producto del cariño que le tenían sus discípulos y lo bien que era aceptado por quienes estaban en el poder, como el caso del gran Pendes. Fue acusado de pervertir a los jóvenes y condenado a beber la cicuta, que era un veneno que se molía y tomaba con agua. Fue un hombre generoso que decidió educar a la juventud. Solía ir al ágora, que era la plaza pública de la ciudad, donde con su grupo de discípulos dialogaba sobre los más diversos temas. No era un profesor que hablara y hablara, sino que procuraba establecer un diálogo con sus alumnos. Creía firmemente que se podía llegar a la verdad por medio de la reflexión conjunta. Siempre iniciaba por reconocer sus debilidades en el conocimiento e invitaba a sus interlocutores a encontrar juntos la respuesta. Luego con humildad trataba de averiguar la verdad, preguntando qué entendían por tal o cual cuestión. A veces, él pretendía que no sabía nada o muy POCO acerca del tema. Cuando la persona se portaba pretenciosa, él no la enfrentaba, sino que humildemente reconocía sus limitaciones. La respuesta que le daban le servía para volverles a preguntar, y así hasta llegar a una respuesta satisfactoria o por lo menos al reconocimiento de la dificultad del tema y dejar la discusión para mejor ocasión. Sócrates, en oposición a los sofistas de su época, sostiene que el conocimiento válido es universal, existiendo un método específico para alcanzarlo Sócrates procedía siempre llevando a su interlocutor a base de preguntas. Su inteligencia radicaba en su capacidad para ir formulando preguntas a partir de lo que le respondían. Método cartesiano. La solución cartesiana René Descartes, quien es considerado el padre de la filosofía moderna, nació en La Haya en 1596. Su formación básica la llevó a cabo en el Colegio Jesuita «La Fleche», donde le fue enseñada la filosofía escolástica. A René le costó mucho trabajo encontrar lo que realmente quería hacer en la vida. Estudió jurisprudencia en la Universidad de París; posteriormente participó como soldado en 21 varias batallas, formando parte del ejército de Holanda y después de Baviera; finalmente encontró en la filosofía su verdadera vocación. Cuando tenía 53 años y era muy conocido y afamado, la reina de Suecia lo invitó a estar un tiempo en ese reino. Se trasladó a Estocolmo, donde el frío le afectó y murió en 1649. Descartes destacó tanto en filosofía como en matemáticas. De hecho, todavía se conoce al plano de dos variables como plano cartesiano. Escribió varias obras, entre las que destacan El discurso del método, Reglas para la dirección del espíritu y Las meditaciones metafísicas. Su método se conformaría por cuatro reglas que se habrían de tomar en cuenta toda vez que se quisiese conocer algo. 1. Exigir evidencia (le las cosas para aceptarlas como verdaderas. Por evidente debemos entender aquello cuya verdad se manifiesta de modo inmediato y claro a nuestro pensamiento. 2. Dividir cada una de las dificultades que salgan al paso, para su mejor examen y solución. 3. Comenzar con el análisis de los objetos más sencillos y fáciles de conocer, ascendiendo en el nivel de complejidad, hasta conocer los más complejos. 4. Hacer en toda enumeración tan completa y revisiones tan generales que se adquiera la seguridad de no omitir nada. Al respecto, Lobosco y otros sostienen: «El método de Descartes se inspira, por un lado, en la matemática euclidiana, por cuanto consiste en una larga cadena de deducciones a partir de unos principios obtenidos por intuición (los axiomas y definiciones euclidianas). Por otro lado, en las reglas de análisis y la síntesis se aprecia la influencia del método de resolución—composición de Galileo, con la diferencia que Descartes no hace ninguna referencia a la experimentación y se centra en la deducción puramente racional». Descartes buscó por un lado la fundamentación del conocimiento; por otro, elementos que le dieran fuerza y validez evidente, como las verdades matemáticas: objetivas, axiomáticas y rigurosas. Para ello tiene como punto de partida la duda metódica, que consistió en negar la existencia del mundo y su propia existencia, no considerando como verdadero nada que no fuera justificado por la razón. De esta manera, René Descartes puso las bases de lo que posteriormente sería el método científico. 22 BLOQUE 2 LA IMPORTANCIA DE LA RAZÓN PRESOCRÁTICA PARA EXPLICAR LA REALIDAD NATURAL UNIDAD DE COMPETENCIA Identifica y particulariza los conceptos e ideas seminales en torno al problema de la naturaleza, que determinaran el curso del pensamiento moderno, asume que su contexto actual en un producto histórico de reflexiones filosóficas especificas. 2.1 La problemática que enfrentaron los filósofos de la naturaleza al explicar los fenómenos físicos A los primeros filósofos de Grecia se les suele llamar «filósofos de la naturaleza» porque se interesaban por explicar la naturaleza y sus procesos. Abordaron los mismos problemas que se narraban en los mitos, pero no se quedaron en lo que decía la tradición o la costumbre. Tuvieron la capacidad de prescindir de los elementos religiosos y míticos que se encuentran en ellos. Estos filósofos no se atuvieron tampoco a lo que percibían con sus sentidos, sino que, por medio de la razón, trataron de comprender el orden de la naturaleza y los cambios que en ella se presentaban. En efecto, el pensamiento filosófico griego tuvo como antecedente la mitología, tanto la oral como la que se trasmitía a través de la literatura escrita. La mitología era importante para los griegos, no sólo porque les proporcionaba una visión de la realidad, sino también porque les explicaba su lugar en el mundo. Los mitos que se enseñaban en las distintas comunidades griegas eran tema de plática en la plaza pública, los gimnasios y hasta en los mercados, pasando de generación en generación. Los padres contaban las historias a sus hijos y éstos a sus hijos, de tal manera que a la larga se formaba una tradición oral importante. No obstante, en cada polis (ciudad) adquiría rasgos particulares, por lo que el mismo mito se contaba de distintas maneras. Las más famosas obras de la literatura mitológica griega, y que hoy forman parte de la literatura universal, son La Ilíada y La Odisea, ambas obras atribuidas a Homero, mientras que La Teogonía y Los trabajos y los días se adjudican a Hesíodo. Como antes no existían los registros históricos, es difícil saber con exactitud la fecha en que fueron escritas, pero se calcula que fue entre los siglos IX a VII a. C. El saber mítico en Grecia En Grecia se desarrolló la filosofía, pero también allí se crearon los mitos más elaborados con el mismo sentido que ya estudiamos. No fue una casualidad que la filosofía naciera en las islas jónicas, que es el mismo lugar donde Homero compuso sus poemas. El mito de Hesíodo afirmaba que en un principio todo era un caos. De aquí se formó el cosmos; es decir, el universo ordenado y comprensible para el mortal. A nosotros se nos ocurre pensar, 23 ¿cómo es que del desorden pueda surgir algo ordenado? Ahora bien, si el universo es ordenado, ¿puede mi razón finita entender el orden de algo infinito? Como puedes ver en los argumentos de los mitos hay partes no tan sólidas, pues daban lugar a muchas preguntas. Algunos narradores de mitos eludían las respuestas diciendo que la naturaleza y el universo infinito sólo podían ser comprendidos por los dioses. Mucha gente se conformaba con las respuestas de este tipo. Además, en aquella época las leyendas acerca de los orígenes de las cosas y la intervención de los dioses era algo común. Pero no faltó quien no se conformara con las historias de siempre. La inquietud de algunos sujetos condujo a que las historias y los mitos se fueran haciendo cada vez más complejas, pero dada la extraordinaria habilidad narrativa de los griegos adquirieron además gran belleza. Explicación mitológica y explicación filosófica Explicar significa «exponer el contenido de un texto o una idea con la finalidad de informar, valiéndose de palabras sencillas para facilitar su entendimiento». También puede tener el sentido de «expresar las causas o motivos de algo», ofreciendo corno justificación la exposición de hechos y sucesos, con la intención de hacerla más objetiva para que sea más comprensible. El tipo de explicación que realicemos va a depender de la naturaleza de la explicación. Existen explicaciones científicas, filosóficas, míticas y religiosas, entre otras. Los mitos siempre fueron importantes para los griegos. Su religión y literatura estaban alimentadas de ricas tradiciones orales, pero un tipo distinto de pensadores, haciendo a un lado los mitos, leyendas y fábulas, buscaron explicar la realidad sirviéndose única y exclusivamente de la razón; a este tipo (le pensadores se les conocería como filósofos. La herencia cultural griega Se dice que desde el punto de la cultura debernos mucho a la cultura griega. «Históricamente somos hijos de Grecia, y la deuda cultural contraída con ella es enorme. Algunos pensadores han afirmado, no sin cierta razón, que no hay nada en materia de filosofía, ciencia, ética, moral o política que hayamos pensado y ensayado que de alguna forma no la hayan va pensado los griegos». En efecto, la cultura que hoy tenemos la debemos en gran parte a los griegos. Hay algunos rasgos particulares que tenían que pueden servir para definir la mentalidad griega. Creían con mucha firmeza en la libertad, la claridad del espíritu, la armonía, la unidad que debe haber de contenido y forma, la simetría, entre otros aspectos. Pero dos rasgos les caracterizaban de manera muy clara: su sentido de la totalidad de las cosas y su firme creencia en la razón o en el orden». 24 Distinguimos en la filosofía griega cuatro etapas: Etapas de la filosofía griega 1. Cosmológica o presocrática: se buscan explicaciones del origen del universo (cosmos en griego). Destacan los filósofos de las islas jónicas: Tales, Anaxímenes y Anaximandro de Mileto; también destacan Heráclito, Parménides, Empédocles y Demócrito. 2. Antropológica: la preocupación central en esta etapa es el ser humano. Sus principales representantes son Sócrates y los sofistas, Protágoras y Gorgias. 3. Sistemática: es la etapa de mayor florecimiento de la filosofía griega. Sus principales representantes son Platón y Aristóteles. 4. Helenística: es el pensamiento filosófico que surge en las épocas de decadencia de la cultura griega. Destacan los filósofos de las escuelas hedonistas, estoicas y cínicas, sobre todo Epicuro, Diógenes y Epicteto. 2.2 Los filósofos presocráticos o cosmogónicos Los primeros filósofos que pretendieron hallar una explicación sobre el orden, naturaleza y origen del universo fueron conocidos como cosmogónicos, físicos o presocráticos. El primer nombre lo reciben debido a que sus preguntas trataban de determinar cuál era el orden del cosmos y el origen de todas las cosas, que en griego se dice “arjé”. Se les conoce como presocráticos, pues su temática es anterior en tiempo a las preocupaciones de Sócrates. Finalmente, algunos autores los llaman físicos, porque el término fisis en griego antiguo hace referencia a la naturaleza. La filosofía presocrática comprende desde los inicios del siglo Vi a. C. hasta finales del siglo V a. C. Debido a que han transcurrido m:ís de veinticinco siglos desde que estos filósofos discutían sus ideas en la plaza pública y a las invasiones de los persas, macedonios, romanos, turcos y otros, se han perdido muchos de los documentos históricos de la Grecia antigua. De los filósofos presocráticos se han perdido casi todos, sabemos que existieron. Los pocos que existen fueron muy bien documentados por Hermann Alexander Diels. Posteriormente, Waither Kranz hizo adiciones al trabajo de Diels. El libro que escribieron, Los Fragmentos de los presocráticos, es considerado el clásico del tema (cuando se usa esta referencia se abrevia Con las iniciales DK y se escribe luego el apartado que se utilizó). Otra fuente para conocer a estos pensadores fue Aristóteles, quien en su libro Metafísica dejó información importante, de primera mano. Sobre el tema son las únicas fuentes seguras. Otras fuentes carecen de sustento histórico. La gran aportación de esta etapa de la filosofía consistió en mostrarnos que el universo podía ser entendido de manera ordenada y racional. En el pensamiento griego no existía el concepto de creación a partir de la nada, tal como sucede en la tradición judeo-cristiana. Para los griegos siempre tenía que haber un objeto o un principio originario y originador, a partir del cual se generaran los distintos objetos q' componen el mundo. 25 Los primeros filósofos no se sintieron satisfechos con las explicaciones mitológicas sobre el origen del universo, por lo que buscaron explicaciones mejor sustentadas en la razón. Sus explicaciones se basaron en tres conceptos fundamentales: 1. La physis (se lee y pronuncia fisis). Puede traducirse como naturaleza, pero no entendida en el sentido moderno y contemporáneo como algo estático, sino en un sentido dinámico, como algo que surge, que nace, que brota, una realidad esencialmente cambiante. Para los griegos, el universo es concebido esencialmente como una entidad viviente, pero con orden. De tal modo que aunque se observen cambios en la naturaleza, como por ejemplo las estaciones del año, el movimiento de los astros, el nacimiento y la muerte, las migraciones animales en épocas de invierno, entre otras similares, muestran una sucesión ordenada. Con la excepción de Parménides, para los demás pensadores la naturaleza fue considerada como un orden dinámico. 2. El arkhé (pron.: arjé). Principio originario común a todas las cosas, origen y fundamento de lo real: a la vez, fuente de donde todo surge, y un o término hacia donde todo se dirige o vuelve. Esta idea consta de dos elementos: 1. El o los principios originarios y originadores. 2. Los objetos originados. Para los griegos, de los objetos originados nos podríamos percatar por los sentidos; así, por ejemplo, podemos ver la luz del sol, oler el perfume de las plantas, y así con otros seres naturales, pero el principio ordenador sólo podía ser captado por medio de la razón. Este principio debe tener carácter universal, es decir, debe explicar la creación en todos sus aspectos y de todos los objetos. 3. El cosmos. Expresión griega que puede considerarse equivalente a universo, es decir, que se comporta ordenadamente. Lo contrario del cosmos sería el caos, es decir, el desorden. Para los griegos antiguos era importante pensar que la realidad tenía un orden. Estos elementos estarán presentes en los distintos autores que abordemos; no es una excepción con los pensadores de las comunidades establecidas en las islas jónicas y en las costas del Asia Menor. Es curioso que la filosofía naciera no en un lugar tranquilo, propicio para la reflexión, sino en un lugar ruidoso, debido al gran comercio que allí se realizaba. En efecto, Mileto era en el siglo VI a. C. la ciudad más rica y evolucionada del mar Egeo; era el centro textil y de comercio, pero también era una polis en la que florecieron el arte, la literatura y la 26 filosofía. La ubicación de estas islas propiciaba el comercio, pero también favorecía el intercambio de ideas, pues los marinos y comerciantes de distintos lugares llevaban los pensamientos de sus lugares de origen y traían nuevas noticias e ideas. 2.3 Las explicaciones de los filósofos milesios en torno al origen del cosmos Primeramente conozcamos a los filósofos de la isla de Mileto: Tales, Anaxímenes y Anaximandro, llamados también los milesios, pues el nombre hace referencia a la isla en que nacieron. Algunos los conocen como los filósofos jónicos, pues la isla de Mileto se encuentra en la región de Grecia conocida como Jonia. Existen pocos datos de su vida. Hay quien sugiere que Tales de Mileto fue el maestro y los otros dos los discípulos. Si tal fue el caso, podríamos afirmar entonces que constituyeron la primera escuela de pensamiento filosófico. Fueron los primeros filósofos que procuraron dar una explicación racional del universo. Su gran preocupación era encontrar cuál es la arjé., es decir, la sustancia primordial que sirve como origen y sustento de todos los seres naturales y que se conserva a pesar de todos los cambios. Para ellos el principio originador era uno, y de ese principio surgía la realidad con toda su diversidad. Tales de Mileto Antes las personas no tenían apellidos, entonces se agregaba a su nombre el nombre del lugar donde habían nacido o algún parentesco. En este caso, a Tales se le agregó ser de Mileto, la isla donde nació. Hay duda de la fecha en que nació; algunos autores la ubican en el 640 a. C., otros 16 años después, en el 624 a. C. Hay más certeza en fijar su muerte en el 547 a. C. Es reconocido como el primer filósofo. En su época fue muy respetado y considerado como uno de los siete sabios de Grecia, pues además de filósofo se distinguió como astrónomo, político y matemático; compartía este honor con el gran Solón, quien ha pasado a la historia por haber elaborado leyes justas para las ciudades. A Tales se le atribuye haber destacado en distintas esferas de la vida; por ejemplo, se afirma que fue capaz de predecir un eclipse. Este hecho le dio mucha respetabilidad, pues en esa época se creía que todas las actividades naturales, como la lluvia, el trueno, los eclipses, terremotos o los arcoíris eran producto de la voluntad de los dioses. Esto le permitió que algunos conciudadanos empezaran a creer que los fenómenos naturales son producto de causas comprensibles de manera racional. Tales postulaba que todo ocurría de acuerdo con un orden, mismo que podía comprenderse mediante el uso de la razón. También se reconocieron sus dotes de político. Se cuenta que 27 orientó a las colonias griegas a buscar estrategias adecuadas para vivir en paz y con seguridad, ante las amenazas de otras comunidades. Igualmente, destacó como matemático al crear los métodos para obtener la distancia de un punto a otro y para calcular la altura de un objeto a partir de la sombra que proyecta. Al reflexionar sobre la causa última y originaria de todo, Tales encontró que ese elemento es el agua. Tal vez podrías pensar que es un pensamiento muy simple, pero él obtuvo esa conclusión observando que sin agua no pueden vivir las personas, los animales ni las plantas; por otra parte, cuando llueve todo reverdece. El semen es húmedo y la leche con la que se amamanta a los bebés es fuente de vida. Seguramente también tuvo en cuenta que el agua puede presentarse en tres estados: sólida, líquida y gaseosa. Además, debes recordar que vivía en una isla y que toda la vida se hacía por mar, desde la pesca hasta el comercio con otros lugares. Aristóteles nos relata que Tales sostenía que incluso la Tierra se asentaba sobre agua: era un disco flotando en el agua. Por otra parte, algo de verdad existe en su propuesta, pues debemos recordar que los científicos han determinado que la vida inició en el agua. LI vez hay sencillez en la explicación pero debes considerar que fueron los inicios del pensamiento humano. En todo caso, debes valorar que es mejor ofrecer una explicación racional por más sencilla que sea que una mítica, basada en suposiciones. Anaximandro Conocido como hombre aventurero; junto con otros marinos colonizó tierras poco conocidas hasta entonces. Se sabe que escribió el libro Sobre la Naturaleza, el cual todavía era leído en los tiempos de Aristóteles. A diferencia de su maestro Tales, Anaximandro ofreció soluciones diferentes al tener como principio de todo el orden cósmico, no un elemento físico, sino uno de tipo metafísico al que él designaba como «apeiron», el cual puede ser traducido como lo caótico, indefinido o indeterminado. Reflexionó: si el agua es la fuente de todo: ¿de dónde provienen el polvo y otros entes?, Además, el agua es parte de la naturaleza y una parte no puede ser el origen de todo. Elaboró la teoría de que el origen de las cosas no podía ser tan específico, es más, debía tener características propias, pero con la capacidad de convertirse en muchas cosas. Para Anaximandro, todo tiene su origen en el «apeiron», el cual es una fuerza cósmica que ejerce un movimiento ordenador. De él surgen los seres definidos y determinados. De esa fuerza ordenadora proceden el día, la noche, las aguas y la tierra, las montañas, los animales y todos los seres que hay en el cosmos o universo, pero considerado en sí mismo carece de toda determinación física concreta. «Es por tanto, originalmente indefinido y originador de toda determinación cósmica». 28 Anaxímenes Otro representante de la comunidad milesia fue Anaxímenes, hijo de Euristrato. Nació en Mileto, aproximadamente en el 585 a. C. y murió en el 524 a. C. Para nuestro filósofo el principio creador de todo era el aire, pues este elemento es indispensable para la vida; da origen a la diversidad y al movimiento, lo cual permite el surgimiento de diversos seres. El aire puede sufrir la condensación o la rarefacción. Cuando se hace sutil su convierte en fuego, cuando se condensa, en viento: después en nubes: si se condensa más, el agua, luego en tierra, después en piedras: los demás seres se originan de estos seres. Cuando se dilata se hace cálido, ligero y etéreo. El aire hace también eterno el movimiento, por medio del cual verifica el cambio. Quizá Tales y Anaxímenes hicieron sus afirmaciones a partir de lo que observaron. Por ejemplo, cuando llueve se renueva la vida, mientras que la sequía trae la muerte. En cambio, Anaximandro no quiso identificar la causa con algo concreto: tal vez él buscaba algo más complejo. 2.4 Pitágoras: el principio de todo es el número Pitágoras nació en Samos en 580 a. C. y murió en el 484 a. C. Se estableció en Crotona y allí fundó su escuela filosófica. Ambos lugares se ubican en lo que hoy es Italia. En su escuela, además de enseñar filosofía, se discutía de prácticas religiosas, políticas y matemáticas. En este último campo destacó notablemente; a él se deben las teorías de las proporciones y el teorema que lleva su nombre. Para los pitagóricos lo que permite acceder al conocimiento de la naturaleza es la razón, pero entendida como una razón matemática. Pitágoras y sus seguidores descubrieron la correspondencia que hay entre la longitud de la cuerda de los instrumentos musicales como la cítara y las notas. Esta es una relación matemática perfectamente medible. Esto los llevó a suponer que existía una correspondencia similar con otros fenómenos de la realidad natural. Considera-han que los fenómenos naturales pueden reducirse a fórmulas numéricas, pues los números son el principio de todo. El concepto de número se refiere a la proporción que existe en cada ser de la naturaleza, por lo que podríamos decir que es la medida o unidad de todas las cosas. Después de la unidad hay una serie de combinaciones que dan origen a todo cuanto existe. La combinación más perfecta está en el número diez, que se logra por el tetraktis o la suma de los cuatro primeros números 1 + 2 + 3 + 4 = 10. Cuando afirmó que el número dio origen al cosmos se refería a que en la realidad hay un orden; de otro modo el mundo no habría dejado de ser un caos. De esta manera, Pitágoras quería afirmar que el orden del mundo implicaba que estaba gobernado por la armonía NI, por tanto, era medible matemáticamente. Puede apreciarse que Pitágoras interpretaba la naturaleza como dotada de proporción y armonía. Con el tiempo la escuela de Pitágoras se convirtió en una comunidad más de tipo religiosa que filosófica, en la que se predicaba la santidad '' la abstinencia. 29 Pitágoras desarrolló la teoría de la inmortalidad del alma, porque creía que al morir el cuerpo el alma transmigra hacia otro ser y se reencarna nuevamente. A esta idea se le conoce como «trasmigración de las almas», que con algunas variantes Platón tomaría posteriormente. En el libro Metafísica, Aristóteles se refiere así a los pitagóricos: «Los llamados pitagóricos cultivaron las matemáticas, y nutridos de estos pensaron que sus principios eran los principios de las cosas. Ahora bien, puesto que los números eran, por naturaleza, los primeros de estos (principios) y de los números les parecían contemplar muchas semejanzas con las cosas que existen y con las que se generan... Y en fin, dado que las demás cosas, en toda su naturaleza, parecían semejarse a los números, y que los números (parecían ser) los primeros de toda la naturaleza, supusieron que los elementos de los números, eran los elementos de todas las cosas existentes, y que universo entero era armonía y número. 2.5 El pensamiento de Heráclito Ahora vamos a abordar un par de filósofos que suelen presentarse juntos, porque nos dan una visión diferente de la realidad. Heráclito concibe la realidad como cambiante y dinámica. Por su parte, Parménides nos habla de una realidad que permanece estática. «Son al mismo tiempo dos caminos de conocimiento: el primero parte de lo que los sentidos nos dan para por medio de la razón ir a su fundamento, que es la unidad de contrarios; el segundo parte de los argumentos establecidos por la razón, sin atender a los datos de los sentidos, para llegar al ser idéntico a sí mismo y estático» Heráclito nació en el año 544 y murió en el 484 a. C. Se cuenta que renunció a su reinado para dedicarse a la filosofía. De toda su obra, sólo se han conservado 130 fragmentos, aunque se sabe que era más extensa. Se le conoce como el «Oscuro» por la dificultad que encierran los Fragmentos que se conservan de su obra. Sus ideas no fueron muy aceptadas por la sociedad de su tiempo, y como era tina persona un poco rebelde y agresiva respondió con mucha energía a quienes se oponían a ellas. Por eso mejor se retiró a vivir en la soledad. Para Heráclito, los seres humanos podemos conocer a través de los sentidos y la razón. Los primeros sirven para percibir las cosas materiales, pero son limitados, pues afirmaba: «Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos cuando tienen almas bárbaras», y agregaba: «A la naturaleza le place ocultarse». Este último enunciado expone las dificultades de los sentidos para la comprensión de la naturaleza. Heráclito se propone determinar qué es o qué constituye el ser de las cosas. Lo que se encuentra es que la realidad está en constante movimiento; es decir, es continua. Por ejemplo, no podemos conocer qué es un río, pues sus aguas están permanentemente fluyendo; en ningún momento el agua de un río es la misma aunque así parezca a simple vista. Es conocida la frase «Nadie se baña dos veces en un mismo río, porque nuevas 30 aguas corren por su cauce». Heráclito afirmaba que lo mismo que sucede con el río, acontece con todas las cosas de la realidad: siempre están transformándose y en ese cambio dejan de ser lo que son y se transforman en nuevos seres. Todo fluye como un río: todo se apaga y enciende como fuego continuo. Para Heráclito la ley de la naturaleza sólo puede percibirse usando la razón, pues la naturaleza se presenta a nosotros como una armonía o conjugación (le todos los elementos: el sol brilla, las aves cantan, en fin, todo parece armónico. Pero gracias a nuestra razón percibimos que la realidad está presente con sus contrarios, tales como nacimiento y muerte, o generación y degeneración, entre muchas otras. Pero si los ojos no captan estas contradicciones, la razón sí lo hace. La unidad en mediocre cambio se percibe sólo con la razón. Según Heráclito este movimiento es provocado por el logos o razón, que es la fuerza que provoca el impulso generador. El «logos»» es la ley implícita en la naturaleza que manifiesta en su interior esa fuerza universal de generar cambios o seres, tal Como la función del fuego, que destruye para construir algo diferente. «Este cosmos (el mismo de todos) no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino siempre fue. Es y será fuego eterno que se enciende según medida y se extingue según medida» Para él no existen el pasado. El presente, ni el futuro; lo pasado ya dejó de ser, el futuro aún no es y el presente no podemos detenerlo; en el momento que lo mencionamos está dejando de ser. El ser humano también sufre este proceso cambiante; nuestro pasado ya no es y el futuro aún no es tampoco: vivir es estar en el presente. Lo que soy, no es lo que fue, pues eso ya pasó. Vivir significa estar entre el momento de nuestro nacimiento y el momento de nuestra muerte. A la pregunta ¿qué es el ser?, Heráclito contestaría que es el movimiento o el cambio continuo; por eso algunas personas conocen esta idea como la «teoría del flujo universal». Implicaciones actuales del pensamiento de Heráclito de Éfeso y Parménides Algunos autores han retomado las ideas de Heráclito de Éfeso acerca del devenir del mundo. La influencia de Heráclito y Parménides ha sido decisiva en Occidente. Heráclito en su teoría de la unión de los opuestos revive en él Pensamiento de los místicos, sobre todo en la dialéctica de Hegel y de Marx. Ambos encuentran en Heráclito una fuente (le conceptos muy interesante que utilizarán posteriormente. Por su parte, Parménides influirá en Platón. Plotino y Spinoza. A continuación vamos a tratar a uno de los filósofos más complicados de entender, pero cuya aportación ha sido fundamental para la filosofía occidental. Parménides desarrolló su doctrina tanto en el plano de la metafísica como de la lógica. Cuando lo entiendes, te das cuenta l.luc es el más lógico de todos los pensadores de la Antigüedad. Influyó enormemente en el pensamiento le Platón, Aristóteles y el pensamiento cristiano posterior. 31 2.6 El pensamiento de Parménides como medio para llegar a la verdad y la razón Una tesis opuesta a la de los milesios ya Heráclito nos la presenta Parménides de Elea (540-470 a. C.) La ciudad natal de Parménides era una polis ubicada en lo que ahora es el sur de Italia, aunque en esa época era parte de lo que se conocía como Magna Grecia. Escribió Sobre la Naturaleza, un poema redactado en hexámetros. Esta obra consta de dos partes: la vía de la verdad y la vía de la opinión. La primera parte la destina para escribir su pensamiento filosófico. Sostenía que todos los datos que adquirimos a través de los sentidos son meras percepciones, y por tanto subjetivas; así, sería un error creer que las cosas son tal como se nos aparecen. Parménides estaba convencido de que las percepciones que tenemos de este mundo son engañosas, por lo que pensaba que la comprensión del mundo debía realizarse por medio de la razón. Hasta este punto encontramos absoluta coincidencia con Heráclito. Parménides tenía una concepción del ser general. Él distinguía el «ser», para decirlo con palabras más sencillas aunque inexactas, pero que nos pueden ayudar a comprender: la realidad toda, el universo íntegro por una parte, y por la otra, los seres materiales que la integraban. Cuando él se refería al ser, lo hacía únicamente en el primer sentido. Por lo mismo, no aceptaba la idea de que el ser (o la realidad) pudiera considerarse como cambiante, pues si la realidad cambia, deja de ser. Hay pues una evidente oposición entre la concepción de Heráclito y la de Parménides. Para este último, es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo. La realidad es una, permanente e inmóvil. El ser se caracteriza por Jo siguiente: eterno, sin principio ni fin, inmóvil, llena todos los espacios, ya que no admite modificaciones. Este ser sólo es captado por la inteligencia, que es al mismo tiempo el camino de la verdad. Afirmaba que el ser: «En tanto existe, es inengendrado e imperecedero; íntegro, único en su género, indestructible y realizado plenamente: nunca fue ni será, pues ahora todo a la vez, uno continuo. ¿Pues qué génesis le buscarías?, ¿cómo, de dónde habría crecido? De lo que no es no te permito que lo digas ni lo pienses, pues no se puede decir, ni pensar lo que no es. ¿Y qué necesidad lo habría impulsado a nacer antes o después, partiendo de la nada? El camino que siguió Parménides es mantenerse dentro de la más estricta lógica a partir del principio de identidad: lo que es, es; lo que no es ni siquiera puede ser pensado. Así que ni hablar de lo que no es, pues no solo es incorrecto, sino que ni siquiera la razón puede ocuparse de ello. Debemos tener siempre presente que para él “ser” y pensar son lo mismo. 2.7 Las explicaciones de los filósofos mecanicistas La búsqueda de una respuesta al problema del origen de la naturaleza llevó a otros 32 pensadores presocráticos a concebir una necesidad lógica en la naturaleza que podía ser comprendida por la razón humana. Los pensadores conocidos como mecanicistas creyeron que en la realidad física todo sucede conforme a un orden estructurado, como si fuera el funcionamiento de una máquina. Empédocles Nació en Akragas (actual Agrigento, ubicada en Sicilia, Italia) en el 495 a. C. y murió en el 455 a. C. Consideró que los elementos o raíces de todas las cosas se encontraban en cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. Lo que hace Empédocles es agregar la tierra, puesto que Tales había citado al agua, Anaxímenes al aire y Heráclito al fuego. Estos elementos se encuentran —nos dice Empédocles— en constante cambio, impulsados por dos fuerzas cósmicas de origen contrario: amor y odio. Por efecto del amor se reúnen las partículas de los cuatro elementos, y por efecto del odio se separan las partículas provocando la extinción de los objetos. En términos modernos diríamos que se refería a la atracción y la repulsión, pero en aquella época, en la que aún no existían la química ni la física, se buscó utilizar términos de los que se disponía. De hecho, siempre que estamos ante algo nuevo y lo tenemos que identificar usamos términos que están en nuestro acervo. Por ejemplo, cuando aparecieron las máquinas de vapor, y hubo necesidad de equiparar su potencia y costo, como no había otro referente se eligió el caballo, animal de tiro por excelencia. El mejor término que se le ocurrió a alguien fue «caballos de fuerza». De la interacción entre los elementos, pensaba el filósofo, se producen los seres distintos. Así nos relata Aristóteles lo que se había transmitido en su época del pensamiento de Empédocles: «Empédocles admite cuatro elementos, añadiendo la tierra a los tres que quedan nombrados. Estos elementos subsisten siempre, y no se hacen o devienen: sólo que siendo, ya más, ya menos, se mezclan y se desunen, se agregan y se separan» Como vemos, Empédocles regresa a la identificación de la »arjé» (el origen de todo) con elementos físicos. Demócrito Filósofo griego que vivió del 470 al 370 a. C. Se afirma que Demócrito fue uno de los autores más prolíficos de la Antigüedad, aunque sólo se conservan fragmentos de algunas de sus obras en su mayoría dedicadas a la ética. Se le atribuyen diversos tratados de física, matemáticas, música y cuestiones técnicas, pero no tenemos evidencias de esto. Sostuvo la existencia de partículas indivisibles llamados átomos. Para Demócrito sí hay un principio creador o constitutivo al que se 33 le designa como átomo. La palabra átomo es de origen griego y significa «lo que no es divisible». Estaba de acuerdo con Heráclito en que todo en la naturaleza fluye. Las formas van y vienen. Pero detrás de todo lo que fluye, se encuentran algunas cosas eternas e inalterables que no fluyen. A estas cosas es a lo que Demócrito llamó átomos. El átomo es el elemento infinito y eterno que no se puede captar a simple vista, sino sólo a través del intelecto: los átomos se mueven azarosamente en el vacío y allí se encuentran de manera espontánea. En el momento en que hay una transformación o un cambio, se da en los espacios libres o vacíos. «Los principios de todas las cosas son los átomos y el vacío; todas las otras cosas son opiniones.., por naturaleza, sólo hay átomos y vacío» DK. (p. 68 Al) Incluso el alma está constituida por átomos más sutiles y perfectos, los átomos redondos, que por su forma tienen la capacidad de deslizarse con mayor facilidad. A propósito, se imaginaba que el alma era de la misma naturaleza que las otras cosas. Así que el alma también estaría compuesta de átomos. Lo primero que nos provocan los pensamientos de Demócrito es una profunda admiración, pues concibió hace más de 2400 años una idea que ahora puede parecernos una cuestión común, pero en su momento fueron ideas muy adelantadas. No obstante, es importante que nos preguntemos: ¿cómo se imaginaría Demócrito a los átomos? ¿Por qué se le habrá ocurrido que los átomos más sutiles eran los redondos? Si pensaba que el alma era de la misma naturaleza que las otras cosas, entonces, cómo concebía al alma? Anaxágoras Clazomene, su ciudad natal, pertenece a lo que en la actualidad es Turquía. Este filósofo, geómetra y astrónomo griego nació aproximadamente en el 500 a. C '' murió en 428 a. C. Algunos investigadores aseguran que fue discípulo de Anaxímenes. Anaxágoras abrió la primera escuela de filosofía en Atenas. Este paso es fundamental en la historia, pues significa el traslado del pensamiento de las islas jónicas y del Asia Menor a Atenas, que es la polis donde Grecia viviría sus mayores glorias. En Atenas conoció a Pendes, Tucídides, Eurípides. Demócrito, Empédocles y a Sócrates. Algunos historiadores lo confundieron con un filósofo sofista, ello es cierto. Según los testimonios de la época padeció la expulsión de Atenas bajo la acusación de ateísmo; el motivo real fue su afinidad con Pericks, quien se hallaba en oposición a Tucídides. Anaxágoras sostiene la postura de la inmutabilidad del ser, siguiendo en esto el pensamiento de Parménides y Empédocles. No obstante, se esfuerza por conciliar las 34 dos tendencias: la de la inmovilidad del ser y la del eterno devenir. Difiere de Empédocles, quien sostenía que son cuatro las partículas constitutivas. Para Anaxágoras son infinitas. Para que algo surja ha de estar antes presente en aquello de lo cual procede. Anaxágoras, en su tratado Sobre la Naturaleza, situó el «arjé» en el nous (entendimiento), encargado de imprimir orden al caos original. BLOQUE 3 LAS RESPUESTAS CLÁSICAS A LOS PROBLEMAS DE LA CONDICIÓN HUMANA Y LA SOCIEDAD UNIDAD DE COMPETENCIA Elaboran una postura personal sobre la construcción de la condición humana a partir de las concepciones antropológicas clásicas; estructura un sistema de pensamiento donde relaciona la dimensión social, ética y política. 3.1 El problema de la condición humana y su relación con las situaciones sociales, éticas y políticas El ser humano, por su capacidad racional, es un ser problemático; las piedras no tienen problemas. Podemos afirmar que los problemas nunca se acaban, pues a medida que se resuelven unos surgen otros; así, por ejemplo, las condiciones de trabajo del siglo XIX eran poco justas. Los obreros laboraban en fábricas malolientes, sucias, contaminantes; las labores se hacían en condiciones infrahumanas y los trabajadores realizaban un trabajo que sentían ajeno a sí mismos. Con el paso del tiempo muchas condiciones laborales han mejorado, pero eso no significa que ya no existan problemas. Ahora los problemas son otros. Por ejemplo, Carlos Marx nos hablaba de esa sensación del obrero de sentirse ajeno del objeto que producía, que lo definía como enajenación. Pero casi 150 años después de las reflexiones de Marx, el problema de la enajenación no se ha superado, pues parece que se presenta de otra manera. Es más, podemos afirmar que ahora el hombre vive más enajenado: se la pasa ocho horas los domingos pegado frente al televisor, recorriendo aparadores de las tiendas comerciales, leyendo los últimos chismes de los artistas de cine, radio y televisión, o viendo tres partidos de futbol en un día. La enajenación no ha desaparecido, se ha refinado. Ahora no es sólo el trabajo el que enajena, sino son sobre todo los medios masivos de comunicación, en particular la televisión. Algunos de los problemas que enfrenta el ser humano en la actualidad son: hambre, pobreza; grave deterioro ecológico que está provocando el calentamiento global; dificultades de integración social e intercultural, que se traducen en racismo y discriminación; corrupción, narcotráfico, terrorismo y violencia; violación de los derechos humanos; deficiencias en los sistemas de salud, educación y desarrollo social, entre muchos otros. Podríamos enumerar un sinnúmero de problemas, pero de lo que se trata no es de hacer una lista de ellos, sino de reflexionar, acompañados de la filosofía, por qué somos así. 35 Desde luego que podemos afirmar que muchos de los problemas son producidos por los bajos deseos, las traiciones, las ambiciones, la prepotencia, el egoísmo y la agresividad, además de otras pasiones que nos cuesta trabajo dominar y que son responsables de muchas de las grandes dificultades de la vida social. Estos vicios y sentimientos son propios del género humano; no hay animales pecadores, prepotentes o ambiciosos. Algunos filósofos han querido encontrar la clave de esto en la propia condición humana, la cual se entiende como el marco o estructura en que se mueve la vida humana. Así que para entender a cualquier persona o pueblo, hay que considerar aquellas cuestiones tanto internas como externas que influyen y determinan a una persona o grupo social. En cuanto a lo externo, en primer lugar deben tomarse en cuenta las condiciones geográficas, sociales, históricas e ideológicas en que se ubican la o las personas. En cuanto a lo interno, debemos considerar las partes: biológica (cuerpo, instintos, funciones), intelectual (ideas) y emocional (sentimientos, emociones y pasiones). Este marco incluye la totalidad de experiencias y características del hombre: cómo ha sido, qué ha pensado y sentido, así como su forma de actuar. Se considera a las personas siempre dentro de una sociedad, donde cada quien hereda una cultura, recibe una educación y actúa dentro de un determinado marco legal. Para entender el problema de la condición humana habría que aceptar que existe una naturaleza humana. Esto ha generado una gran cantidad de discusiones entre los filósofos, pues muchos no creen que seamos buenos, malos o violentos por naturaleza. Otros, en cambio, sí creen que hay una naturaleza humana y que, por tanto, las personas son buenas o malas desde su nacimiento; unos pensadores se ubican en una postura intermedia y piensan que las personas nacemos buenas, pero la sociedad nos contamina. Ejemplo de esta última posición es Rousseau, para quien el ser humano es bueno y sociable por naturaleza, pero la vida social es la que distorsiona su naturaleza y lo vuelve agresivo. Por lo mismo, plantea la necesidad de regresar a las pequeñas agrupaciones sociales. A Sócrates lo podríamos ubicar como ejemplo de los pensadores que creen que el hombre es por naturaleza bueno, pero el problema radica en que no sabe lo que es el bien; si lo supiera lo haría. Entonces para Sócrates es cuestión de una educación en el bien. En sentido inverso, otros piensan que el humano es por naturaleza malo, por lo que hay que cuidarse de él. Uno de los pensadores que ejemplifica a este grupo es Thomas Hobbes, filósofo inglés nacido en 1588 y que desarrolló su pensamiento en el siglo XVII. En su obra Leviatán sostiene que «en el 'estado de naturaleza' el hombre vive una guerra de todos contra todos». «El hombre es un lobo para el hombre». Como nadie puede confiar en su vecino, cierra su puerta con tranca y cerrojo; si no lo hiciera le robarían o lo matarían. Cuando el hombre se reúne para formar un Estado tiene en mente protegerse de los demás. «La base de todas las sociedades grandes y duraderas ha consistido no en la mutua voluntad que los hombres se tenían, sino en el recíproco temor». Una postura distinta la representan aquellos filósofos que piensan que el hombre es 36 capaz de todo lo bueno y lo malo. Nietzsche, por ejemplo, partía de una concepción negativa del hombre; decía que es «un animal fundamentalmente defectuoso; es como una enfermedad en el universo», pues es el único animal que no ha llegado a consolidarse. No obstante, creía que podía aspirar a lo más grande. Según él, el hombre es un ser indeterminado, híbrido, mezcla de animalidad y humanidad; no obstante, en su recorrido evolutivo poco ha sido lo alcanzado. Hay que recordad que no todo el existencialismo es ateo, pues por ejemplo, Japers y Marcel si son creyentes. En lo que todos los existencialistas están de acuerdo es que no puede haber una naturaleza humana. Al contrario, cada humano es como el decide ser. No hay primero una esencia y cada quien tiene que encajar en esta. La esencia de cada quien se va definiendo de acuerdo con su propia existencia, es decir, no hay una naturaleza humana, cada quien decide libremente como quiere ser. En todo caso, la condición humana se relaciona con lo humano de manera integral. Las personas no nos comportamos de una manera en una situación y de otra en otra, sino que nuestra manera de ser es siempre homogénea. Así, un sujeto que es egoísta, celoso y violento, lo va a ser en las distintas situaciones en que se encuentre. Desde luego que las personas podemos cambiar, pues nuestra libertad nos permite siempre decidir, pero si cambiamos, seremos de la manera que cambiemos en las distintas situaciones. Se puede fingir un momento, pero no mucho, ni siempre. Eso que lo que somos se manifieste en todas las áreas de nuestra existencia. Kant afirmaba que las preguntas más importantes que una persona se puede formular son: ¿qué podemos conocer?, ¿qué debemos hacer?, ¿qué tengo derecho a esperar? y ¿qué es el hombre? De todas, la última pregunta es la central, pues la respuesta a esa pregunta nos permitirá determinar su naturaleza y cómo se va a expresar en los ámbitos ético, social y político. Las distintas teorías de la ética, la sociología y la política se basan en una idea del hombre. Presuponen una dilucidación de la naturaleza y condición de lo que somos. 3.2 La propuesta ética antropológica de Sócrates, como inicio del razonamiento sobre la verdad y la virtud Los filósofos presocráticos tuvieron como principal preocupación la problemática cosmológica, la cual gira en torno a la definición del «arjé» o «principio originador». En cambio, los filósofos del periodo clásico (V y IV a. C.) tuvieron al ser humano como preocupación principal de sus reflexiones. Destacan Sócrates y los sofistas. En este apartado estudiaremos a Sócrates; más adelante revisaremos a los sofistas. La época de grandeza de la filosofía griega inicia con Sócrates (470 -399 a. C). Este peculiar filósofo ateniense no escribió una sola línea. Conocemos su pensamiento de manera indirecta por sus discípulos Platón y Jenofonte, quienes sí escribieron acerca de Sócrates y su pensamiento. Platón quería tanto a su maestro que lo idealizó. Por eso en sus diálogos vemos a un Sócrates de gran talla moral; Jenofonte en cambio nos presenta a Sócrates como si fuera un maestro moralista. Con base en la información que disponemos podemos ubicar a un Sócrates más real. Sabemos, por ejemplo, que poseía una conducta intachable, que era un buen vecino, un ciudadano cumplido y un padre 37 cariñoso y estricto a la vez. A Sócrates le tocó tener como esposa a Jantipa, quien ha pasado a la historia por ser difícil y enojona. El hijo adolescente de Sócrates se quejaba de lo insufrible que era su madre. No obstante que Jantipa se ha hecho famosa en la historia por su trato difícil, se sabe que amaba y respetaba muchísimo a Sócrates. Era un sujeto admirable que no sólo hablaba palabras hermosas, sino sobre todo su vida era un ejemplo de buena conducta. Su más grande virtud era la humildad. Reconocía que era mucho lo que ignoraba. Una ocasión un discípulo de él, Querofonte, asistió al oráculo con muchas dudas, pues él admiraba a su maestro y le tenía en gran estima, pero mucha gente lo criticaba por ser pobre y no tener ni para una túnica decente. A la sacerdotisa del oráculo le preguntó quién era el hombre más sabio de Grecia. El oráculo contestó que Sócrates. Fue tanta la alegría de Querofonte que apenas retornó a Atenas esparció por todos lados las palabras del oráculo. Este hecho, lejos de engrandecer a Sócrates, lo hizo reflexionar, porque el oráculo no se equivocaba. Después vio cómo la mayoría de la gente discutía sin saber, pero por soberbia era incapaz de reconocer la cantidad de cosas que desconocía; es más, se percató Sócrates que mientras más se ignoraba había más necedad e impertinencia en las personas; por eso la mayoría discute de lo que no sabe. Sócrates se dio cuenta de que ellos eran muy ignorantes, pero que su peor ignorancia era no saber que eran ignorantes. De allí la frase socrática «sólo sé que es mucho lo que ignoro». Con el tiempo, el verdadero significado del oráculo se aclaró para Sócrates. «El significado era que la humanidad ignoraba lo único que importa en verdad saber: cómo conducir rectamente la vida, cómo cuidar su propia alma y hacerla tan buena como fuera posible, y todos padecían una ceguera sobre esta cuestión. Sócrates es la única excepción; si él tampoco posee este conocimiento supremamente importante, conoce por lo menos su importancia, y conoce su propia ignorancia». La propuesta ética antropológica de Sócrates se fundamenta en el conocimiento de uno mismo y el análisis de la conciencia. Para Sócrates, el comportamiento moral debe dirigirse al bien y estar regido por la razón. Cuando hablaba con sus discípulos les llamaba la atención y los reconvenía para que tuvieran mayor respeto por sus padres y otros adultos. Por eso se afirma que Sócrates era un educador nato; se concentraba en educar la conciencia moral de las personas. Estaba convencido de que la gente actúa mal porque no sabe lo que es el bien; si lo supiera lo haría. No cabe duda de que era un buen hombre, que creía que la condición humana se inclinaba por el bien. Por todas estas razones, su principal biógrafo, A. E. Taylor, afirmaba que Sócrates es el fundador de la ética. El maestro insistía a sus discípulos y amigos que se preguntaran continuamente cuál era su deber en el mundo y que hicieran un análisis de sí mismos. Sócrates había visto en un templo la inscripción: «Conócete a ti mismo». Esta frase le impactó mucho y la adoptó como parte de su filosofía. De esta manera, Sócrates les indicaba a sus discípulos que empezaran por buscar la verdad en sí mismos. Sócrates creía en el poder de la palabra y la reflexión. Estaba convencido de que si sus estudiantes recibían una buena orientación podían transformar positivamente su vida. Les pedía que además de conocerse era importante que hicieran un análisis de su existencia. Para el gran filósofo uno no puede vivir sin reflexionar para qué y por qué 38 lleva su vida de determinada manera. Decía Sócrates: «una vida sin examen no vale la pena de ser vivida». Para Sócrates era importante aclarar los conceptos sobre los cuales se reflexionaba. Se le reconoce por su preocupación por enseñar a sus discípulos la importancia de tener claro el concepto de todas las cuestiones. Las preguntas que Sócrates y sus discípulos se planteaban se referían al hombre y a su comportamiento en la sociedad. La intención permanente de Sócrates era indagar la verdad. Por ello mismo, insistía en formular preguntas que permitieran el diálogo y la búsqueda de la verdad, como ¿Qué es la justicia? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es la virtud? ¿Qué es la santidad?, pero sobre todo ¿Qué es el bien? En eso, señalaba el historiador y filósofo Diógenes Laercio, se distinguió de los filósofos sofistas, quienes solo discutían por discutir. Sócrates evitaba caer en esta práctica inútil. Por eso declaraba, refiriéndose a los sofistas: «Sin quererlo caen en la disputa: creyendo discutir no hacen sino disputar».' Sócrates y sus discípulos, en cambio, siempre dirigían su discusión al diálogo productivo. Trataban de avanzar siempre en alcanzar una respuesta adecuada. El método socrático, conocido como mayéutico, estaba basado en el diálogo y el razonamiento. 3.3 El dualismo antropológico y cosmológico de Platón como explicación privilegiada de la cultura occidental Platón nació en Atenas en el año 427 y murió en el 347 a. C. Su verdadero nombre era Aristóteles, pero —según Diógenes Laercio— dado que era muy fuerte y había desarrollado mucho su espalda recibió el apodo de Platón, que es con el que ha pasado a la historia. Provenía de una familia muy acomodada de Atenas. En un principio quería dedicarse a la literatura; incluso se sabe que escribió poemas y tragedias. También tuvo algunas actividades de tipo político, pero cuando conoció a Sócrates supo con certeza que su vocación estaba en la filosofía. Fue tanto lo que quiso y respetó a su maestro que en la mayor parte de sus escritos aparece Sócrates como el personaje principal. Casi toda su filosofía fue elaborada en forma de diálogo, y allí hace aparecer a diversos personajes discutiendo con Sócrates sobre todo tipo de temas. Sólo unos cuantos escritos de Platón no fueron elaborados a manera de diálogo. Entre los años 388 y 387 a. C. fundó una escuela de filosofía llamada «La Academia», aunque en realidad era una especie de universidad, dada la seriedad y diversidad de estudios que allí se llevaban, pues además de la filosofía se estudiaba astronomía, física y matemáticas. La importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos era enorme. Se cuenta que en el frontispicio de «La Academia» decía: «Que nadie entre aquí que no sepa matemáticas»; tal era la seriedad de esta institución. Se le puso como nombre «La Academia» por hallarse cerca del santuario dedicado al héroe Academos; otros sostienen que Academos era un amigo de 39 Platón, quien le había vendido el terreno donde se construiría la escuela. Platón elige el diálogo como forma de expresión de su pensamiento. La mayor y más conocida parte de su obra está contenida en sus Diálogos; no obstante, también destacan algunas cartas y otro tipo de correspondencia. Como tributo a su maestro Sócrates aparece como interlocutor de prácticamente todos ellos. Su obra se divide en cuatro períodos: a) Diálogos de juventud: Apología de Sócrates, Critón o del deber, Laques o de/valor, Lisis o de la amistad, Cármides o de la templanza, Eutfrón o de la santidad, Jón o la poesía y Protágoras. b) Periodo de transición: Gorgias o sobre la retórica, Crátilo, Hipias mayor e Hipias menor, Eutidemo, Menón y Meneceno. c) Diálogos de madurez: Fedón o sobre la inmortalidad del alma, Banquete o sobre el amor, La República o sobre la política y Fedro o sobre el amor. d) Diálogos de vejez: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias, Las Leyes, Carta VII. Opinaba, como Sócrates, que el conocimiento científico o universal debe fundamentarse en los conceptos o ideas que tenemos. Las ideas no se aprecian por los sentidos sino por el intelecto, de manera que existen dos tipos de seres: los ideales y los sensibles o materiales; Platón privilegió a los primeros. En pocas palabras, como era común entre los griegos, sostuvo la supremacía de la razón y lo inteligible sobre los datos que nos proporcionan los sentidos. Por algún motivo, Platón tuvo cierto desprecio por lo corporal y lo material, quizá por alguna influencia que recibió de los pitagóricos. Por lo mismo, afirmó que la mayoría de las personas prefieren vivir en el mundo sensible como si fuera el único mundo. No obstante, lo único verdadero es aquello que podemos contemplar mediante el intelecto, ese mundo inteligible que se encuentra en una dimensión ideal, espiritual. En él se encuentran las ideas y los modelos, que son, en la perspectiva platónica, los seres verdaderos. Las ideas se encuentran en el mundo sensible, pero son una copia de las ideas que «moran» en el mundo inteligible. Platón consideró que los sentidos nos dan la doxa u opinión, pero no el conocimiento real y verdadero de las cosas de este mundo. Para él, existe un mundo verdadero, al cual se llega mediante un proceso de desprendimiento, despreciando todo lo material para buscar lo espiritual. Las personas estamos constituidas por un cuerpo y un alma. El cuerpo es mortal y susceptible de enfermedades y dolores, en cambio el alma es inmortal. Esta última se encuentra en constante lucha por encontrar el camino de liberación para volver a su estado original y poder contemplar la verdad nuevamente, pero tiene que superar las limitaciones que le impone el cuerpo, el cual puede considerarse como una especie de cárcel del alma. El alma es espiritual; es una especie de aliento que le da vida al cuerpo. Cuando alguien muere su alma se va y regresa al topus uranus, que es el lugar celestial, el más allá en 40 donde se encuentra lo ideal, lo perfecto, lo que debemos anhelar y alcanzar; allí permanece junto con las ideas. Después de un tiempo de permanecer en el mundo de las ideas, el alma debe alojarse en otro cuerpo; en su camino olvida mucho de lo que sabía con anterioridad. Mediante un gran esfuerzo puede recordar todo lo que vio en el topus uranus; a esto se le conoce como reminiscencia. En el diálogo Menón hay un fragmento en que Platón hace que Sócrates aparezca interrogando a un esclavo acerca de una cuestión matemática. El filósofo va preguntando y poco a poco, para sorpresa de todos, el esclavo va respondiendo a los planteamientos matemáticos. Lo que se intenta demostrar es que cualquiera, inclusive un esclavo con poca educación, puede recordar lo que su alma ha vivido en el mundo inteligible. Pues bien, para Platón en el interior de las personas hay una lucha entre los apetitos o deseos del cuerpo y las aspiraciones del alma, que está dirigida por la razón; a esto se le conoce como concepción dualista del alma. Tales fuerzas del alma las aplica Platón para explicar el proceso de conocimiento, pero también lo hace con el ámbito político, cuando propone cómo deberá conformarse la constitución social del Estado o de la República. En el diálogo La República, Platón sostiene la existencia de diferentes clases sociales. De acuerdo con él, la organización social fue creada por los dioses, quienes han destinado a cada clase su propia función. También explicaba que la esencia humana radica en el alma y no en el cuerpo; por ello, la organización social surgía de las tendencias del alma. Al imaginarse cómo sería la sociedad ideal, Platón estableció una similitud entre los tipos de personas que, según su concepción, componen una sociedad y las partes de un ser humano. Según Platón, hay tres tipos de alma: 3.4 La concepción platónica de las estructuras sociales y políticas por medio del modelo de la Republica. En La República, Platón afirma que la sociedad es el medio de vida natural del ser humano. Las personas no son autosuficientes ni en lo que respecta a la producción de bienes materiales necesarios para su supervivencia ni en cuanto a los aspectos morales y espirituales. Hay tendencias naturales que inclinan al ser humano al amor, a la amistad y a la convivencia en general. La vida del hombre se identifica, de alguna manera, con su vida social. Difícilmente se podría concebir la vida del hombre manteniéndose ajena al Estado. 41 De ahí las similitudes que establecerá Platón en La República entre la moral individual y la moral colectiva. Además, hemos visto que para Platón tenía que existir el «bien» en sí (la idea de bien), por lo que difícilmente la referencia del buen comportamiento del individuo puede ser distinta de la del buen comportamiento del Estado. Tiene que existir un único modelo de comportamiento moral. Y ese modelo ha de tener un carácter absoluto. Platón expone su teoría política en La República. En esta obra trata de determinar en qué consiste la justicia. Según el tipo de alma que posee cada sujeto es el tipo de grupo social al que pertenece. De esta manera, se forma la organización social siguiente: 1. Los gobernantes o dirigentes: la inteligencia, el deseo de servir y la generosidad son cualidades que definen a los gobernantes. Ellos, como todas las personas, tienen deseos y apetitos viscerales, pero no se dejarán llevar por ellos, pues sabrán contener el odio, la venganza, la pasión o la ira, gracias a la educación recibida y al buen uso de su razón. 2. Militares: quienes regularmente están guiados por su naturaleza; son por lo regular impulsivos y agresivos, por lo que usan fuertes palabras. Pero esta naturaleza que posee, bien canalizada por su disciplina y obediencia, los lleva a realizar grandes proezas. Tienen la tarea de vigilar los bienes y la seguridad del Estado y protegerlo de las invasiones extranjeras. 3. Los obreros, campesinos, comerciantes y artesanos: son quienes se dedican a producir los recursos necesarios para la subsistencia de las otras clases. Esta clase es el fundamento económico de la ciudad y tiene como virtud principal la prudencia para controlar los impulsos reproductores. De esta manera, se formaba una jerarquía social en la que, como puede apreciarse, no estaban incluidos los esclavos. Es decir, se utilizaban sus servicios, pero no se les consideraba siquiera parte de la sociedad. En la cúspide estaban los gobernantes, quienes representaban al alma racional. Debemos recordar que Platón creía firmemente que el Estado debía estar dirigido por una persona con gran preparación y claridad mental. Por ello sostenía que los gobernantes tenían que aprender filosofía o, en su caso, que un filósofo fuera preparado como gobernante. De esta manera, ellos no tendrían más preocupaciones que buscar el bienestar de su comunidad o polis a través de las virtudes más importantes, que son la justicia y la sabiduría. El alma irascible del Estado estaba comprendida por los guerreros (el ejército), quienes representan la fuerza, la energía, el ánimo o valor, es decir, las pasiones nobles del cuerpo; por ello, cuidarían y defenderían al Estado. Por último, se presentaba la clase inferior de la polis, la cual estaba representada por el alma reproductora o concupiscible, donde se incluía a los obreros, campesinos, comerciantes y artesanos. En la sociedad ideal que planeó Platón no había lugar para los esclavos; sin embargo, tanto Grecia como Roma fueron sociedades esclavistas. La educación política del pueblo Cada clase deberá recibir la educación que le ayude a realizarse como tal: artesano, militar o gobernante. Si cada persona recibiera la formación adecuada según su clase 42 social, entonces podría formarse una organización ciudadana en la que se pudieran establecer las normas que promoviesen la felicidad de todos los ciudadanos y expresaran su ideal de república. Cabe señalar que Platón hizo especial énfasis en la adecuada educación de los gobernantes. Los futuros dirigentes tendrían que salir del grupo de los guerreros. Se elegiría no sólo a quien fuera más valiente y decidido, sino también a quien tuviera una idea clara de lo que es la justicia. El criterio para elegir al gobernante se basaría tanto en su actitud altruista, es decir, que no fuera una persona con mentalidad centrada en el lucro como en su honestidad y coherencia, con la finalidad de que no se convirtiera en un demagogo o sofista. Platón expresó estas ideas en sus dos grandes obras de madurez: Las Leyes y La República, e intentó poner estas ideas en la práctica en la polis de Siracusa, donde un discípulo suyo lo presentó con el tirano que gobernaba esa ciudad. En La República, Platón establece una relación entre los ciudadanos y cada una de las formas de gobierno; tal como se describen a continuación: a) Aristocracia: los aristócratas son personas acomodadas y educadas que están representadas por el monarca o por los hombres intelectualmente superiores. Estos individuos serían enseñados desde niños a gobernar y a tener una visión altruista, sin egoísmos. La aristocracia es el mejor régimen de gobierno desde el punto de vista de Platón, pues permite establecer una relación más perfecta entre los ciudadanos y los gobernantes. b) Timocracia: es una degeneración del régimen aristocrático; tiene su origen en la ambición y la pasión por el poder sobre cualquier forma de gobierno racional. También son individuos de clase alta, pero que han pervertido las nobles enseñanzas, por lo que a base de fuerza y terror someten a las clases inferiores para tomar el control del Estado. Normalmente está constituida por los militares o la fuerza armada, que se asocia con los poderosos o ricos para ver por sus intereses. c) Oligarquía o gobierno de los ricos: es la segunda degeneración que vive el régimen aristocrático. Sucede cuando la acumulación de riquezas divide al pueblo en ricos y pobres; quienes tienen el poder económico se asocian con los militares y se valen de las leyes para someter a los pobres. Los militares se reducen a ser guardianes de las riquezas de la clase gobernante; de esta manera desvirtúan su formación entera, perdiendo todo respeto por las virtudes. Desaparece la solidaridad y la buena educación. d) Democracia: surge como consecuencia del desorden social provocado por los excesos de la clase acomodada; entonces las riendas del gobierno las toma el pueblo. Esta nueva forma de gobierno expresa el triunfo de la mayoría de los ciudadanos, quienes abren 43 la posibilidad de que llegue al poder la persona que el pueblo elija de manera libre y soberana. Se caracteriza como la forma de gobierno en la que el poder lo posee el pueblo y éste lo deposita en las personas que fueron designadas para ser representantes de todos los ciudadanos. e) Tiranía: es otro tipo de gobierno que aparece cuando hay necesidad de instalar orden en la sociedad, pero no es ejercido por el pueblo, sino por personas acomodadas en complicidad con los mandos militares. Emplea toda clase de recursos sometiendo los derechos individuales o particulares en bien del Estado y para lograrlo hace uso de la fuerza, debilitando al pueblo espiritual y materialmente, lo que provoca disturbios sociales, robos, asaltos, pillerías y otros desmanes, de manera que el pueblo sienta la necesidad de un jefe, alguien que acabe con la inseguridad social, y ese alguien es el ejército, encabezado por el tirano, quien finge estar dispuesto a proteger al Estado. Platón percibía que muchas veces el pueblo no estaba preparado para vivir con libertad. Esto se debía a que sus representantes no habían tenido una adecuada educación, por lo que en caso de llegar al poder esas personas no tardarían en dar muestras de corrupción; así, el gobierno se pervertiría. Puede fácilmente apreciarse que la visión de Platón es parcialmente cierta, pues si bien la educación es necesaria para desempeñarse como gobernante no es suficiente. La experiencia nos ha mostrado que algunas personas con mucha educación de todos modos se corrompen. La democracia es el régimen más adecuado para los estados cultos y educados, si faltan estos factores, se puede degenerar en una tiranía o dictadura que someterá a la población a una situación de agresión y mortificación. 44 3.5 Los conceptos de materia y forma, acto y potencia, y el modelo de las cuatro causas de Aristóteles como estructura integradora de la antropología clásica. Aristóteles nació en el 384 a. C., en Estagira, Tracia. Esta era una polis del norte de Grecia. La gente de las polis más ricas, educadas y cultas, se refrían a las polis ubicadas al norte con cierto desprecio, pues las calificaban de bárbaras. Pero más allá del lugar donde vio la luz este afamado filósofo, nos demostró que cuando se tiene capacidad las condiciones externas no son determinantes. Su padre Nicómaco era un médico afamado, por lo que el rey Amintas III, rey de Macedonia, lo hizo su médico de cabecera. Debido a la desahogada posición de su padre, «el joven de Estagira» estudió con los mejores maestros de la época. Cuando le contó a su padre que quería estudiar filosofía lo envió a la mejor escuela de aquella época: «La Academia», escuela de Platón, que se encontraba en Atenas. Aristóteles se trasladó y permaneció allí durante 20 años. Se sabe que Platón le tenía mucha estimación y afecto. Le llamaba «La inteligencia» (el nous). Después de la muerte del maestro, retornó a Estagira; años más tarde regresó nuevamente a Atenas, donde estableció su escuela de filosofía llamada «El Liceo». Aristóteles fue un prolífico escritor. Sus obras se agrupan de la siguiente manera: a) Lógica, entonces conocido como Organón (instrumento): «Categorías», «De la interpretación», «Primeros Analíticos», «Segundos Analíticos», «Tópicos» y «Refutaciones de sofismas». b) Obras acerca de la naturaleza o como se le llamaba entonces Phisis: «Física», «Del cielo», «De la generación y de la corrupción», «Meteorológicos», «Historia de los animales», «Del movimiento de los animales», «De la marcha de los animales», «Del alma, de la sensación y de lo sensible» y «De la memoria y del recuerdo» c) Obras dedicadas a cuestiones morales, políticas: Ética a Eudemo, la Ética a Nicómaco, Gran moral, La política s La Constitución de Atenas. d) Poesía y retórica: Poética y Retórica. e) Metafísica: Catorce libros reunidos bajo el título de Metafísica. Aristóteles no estaba de acuerdo con la doctrina de las ideas y la existencia del mundo ideal de su maestro Platón. Para él conocer surge a partir del mundo sensible, real, material y concreto; el mundo que Platón llamaría apariencia o copia. Para Aristóteles, los conceptos se captan por los sentidos y éstos llegan al intelecto, donde se forman las ideas. 45 Aparte del conocimiento, el otro gran propósito de «el estagirita» era explicar el sustento de la realidad. En efecto, la gran preocupación de Aristóteles era la metafísica. Según él, las demás disciplinas estudian al ser y sus accidentes; sólo la metafísica estudia al ser en tanto ser. Aristóteles distinguió entre la esencia y la existencia. La esencia es aquello que persiste en el cambio, hace que algo sea lo que es, por lo que dejaría de ser lo que es sin ello. La existencia es permanente y necesaria. Si decimos que el hombre es viviente, esta cualidad es necesaria ya que sin ella el hombre no sería tal; pero si decimos que este hombre es músico, alto, flaco, moreno, nos referimos a una serie de notas que no es necesario que formen parte de un sujeto para que lo podamos clasificar como persona. Estas notas o características que pueden o no estar en la esencia Aristóteles las llama ser per accidens o ser por accidente, pues, en efecto, son accidentales. Supongamos que durante la Segunda Guerra Mundial un músico judío es llevado a un campo de concentración. Allí los nazis lo obligan a preparar y servir la comida, barrer y lavar los baños. Cuando acaba la guerra regresa a ser músico; lo accidental en él cambió, pero su ser esencial permaneció inalterable. Aristóteles afirmaba que el ser puede estar en potencia o en acto. Ser en potencia es la capacidad o posibilidad de ser otra cosa conforme a su especie o transformarse en algo diferente; por ejemplo, la niña es una abuela en potencia. El ser como acto es la realización de lo que estaba en potencia. Un ejemplo muy simple sería: «este gran futbolista es una realidad. Hace seis años apenas era un promesa»; con esto estamos dando a entender que una cualidad que estaba en potencia hoy está en acto. Según Aristóteles, el acto es anterior a la potencia, puesto que todo ser se origina de un ser semejante. Así, la semilla de cedro puede originar nuevos árboles de cedro, es decir, la semilla en acto contiene al cedro en potencia y el cedro en acto contiene a las demás semillas en potencia. Las cosas cambian; inclusive nosotros cambiamos. Pero en medio del cambio hay algo que permanece. Así, en un sentido, el individuo cambia con el paso del tiempo; en otro, hay algo que permanece: su esencia es la misma. Cada persona se da cuenta del paso de los años por sí mismo. Puede de esta forma afirmar: así era de niño, así de joven, así de adulto. 46 La sustancia es el soporte de todas las formas de ser y se manifiesta como materia (hyle) y forma (morphé); por ello a la teoría de la sustancia aristotélica se le conoce como «Hilemorfismo». La primera es aquello de lo que está hecho algo; la forma es lo que actualiza a la materia; por ejemplo: una persona está constituida de músculos, huesos, cabello, tejido, etc.; ésa es la materia; la forma es la apariencia exterior de cada uno. Modelo de las cuatro causas de Aristóteles Otro tema fundamental de la metafísica aristotélica es la tesis sobre las cuatro causas como origen y principio de todo: 1. Causa material: es aquella que explica de qué está hecho tal o cual ser. 2. Causa formal: es la que expresa el modelo en que ha sido inspirado el creador, la forma que adquiere la materia o elemento cambiante; es la que define a la materia y esa forma es sustancial, no se refiere a la geométrica sino al elemento sustancial que no cambia. 3. Causa eficiente: se refiere a la fuente del movimiento; también responde a la pregunta ¿quién es el creador del ser? 4. Causa final: que explica el motivo o propósito por el cual se hizo o causó tal cosa. Para Aristóteles, “Dios es el motor inmóvil que se manifiesta como acto puro. En él nada está en potencia; es la causa incausada”, el primer principio que hace que el cosmos exista. Como podemos observar, la metafísica aristotélica es una búsqueda de un principio que explique la realidad y para ello hizo un análisis del ser en sus diferentes modalidades y manifestaciones. La conclusión de su metafísica es la idea de Dios, al que concibe como motor inmóvil o causa incausada, es decir, que todo existe porque Dios lo quiere y basta con que lo desee Para que todo esté en movimiento o en acto: “a Dios nadie lo creó, es el acto puro eterno e infinito”. ¿Por qué se dice que el ser humano es un animal político (zóon politikon)? Acuérdate que polis era el nombre de las ciudades griegas, donde los hombres se reunían para vivir en sociedad; es entonces cuando nacía un ciudadano, al convivir con los demás. Para Aristóteles era inadmisible el desarrollo humano fuera de una sociedad. Quien es incapaz de vivir en sociedad decía el filosofo es o porque no tiene necesidad por ser autosuficiente o porque es una bestia o un dios. Para Aristóteles la política debe estar estrechamente vinculada con la ética, pues solamente en la convivencia con los demás es posible alcanzar la virtud y, por tanto, la felicidad. El desarrollo del hombre solo puede lograrse en una sociedad política, esto es, en el Estado. El Estado es quien regula la vida social, por lo que no solo tiene la obligación de velar por el bienestar material de los ciudadanos, sino también, sobre todo, por su 47 educación moral para conducirlos a la virtud. Aristóteles había analizado las constituciones de 158 ciudades. Su famosa obra La Política trata de una serie de indicaciones concretas para el establecimiento de un orden político duradero. De acuerdo con él, los hombres difieren en capacidades intelectuales y físicas, por lo que deberán ocupar diversas posiciones en la sociedad. Este hecho de juzgar a las personas por sus capacidades lo llevó al extremo de aceptar e incluso justificar la esclavitud. De hecho, Aristóteles aprobó la estructura social existente en Grecia, donde los aristócratas tenían derecho de dirigir al pueblo con el auxilio de una clase intermedia: la de los guardianes. Aristóteles considera que la política es fundamental, ya que en ella se encuentran implícitas todas las demás ciencias; en ella el hombre se realiza según su naturaleza como un «animal social», pues expresa su esencia natural bajo un régimen político establecido por la misma sociedad. Según Aristóteles el régimen de la aristocracia está constituido por la gente selecta e intelectual; es el gobierno de los mejores; la oligarquía es el gobierno de los ricos, empresarios, industriales; sostiene que la mejor forma de gobierno es aquella en la que se combina lo mejor de cada una, un gobierno dirigido por intelectuales con elementos que dirijan a los ciudadanos hacia la autarquía, es decir, que sean capaces de autogobernarse en vista de favorecer a la comunidad. 3.6 Discrimina las estructuras de la lógica de Aristóteles Aristóteles aportó dos famosas definiciones de ser humano: lo definió como un animal político «animal social» (zóon politikon) y como un ser racional. De la primera definición ya hablamos brevemente cuando se abordó el tema de la política. Ahora nos ocuparemos de la segunda. Aristóteles ha pasado a la historia, entre otras cosas, como el primer sistematizador de la lógica, a la cual entendía como un método útil para la ciencia y lograr que fuera un saber demostrable. Las diversas obras de lógica de Aristóteles: Categorías, S'- interpretación, Primeros analíticos, Analíticos posteriores y Tópicos, aunque aparecen separadas, en realidad constituyen un tratado orgánico de lógica. Aristóteles estaba convencido de que para el avance del conocimiento se necesitaba de un instrumento (que en griego se dice Órganon), que nos permitiera saber que un pensamiento estaba correctamente formulado o bien que habíamos obtenido una conclusión segura a partir de ciertas premisas. Algunos filósofos interpretaron a la lógica como un tema que nos preparaba para la filosofía, es decir, una propedéutica. Cualquier persona que quisiera adentrarse en el terreno de la filosofía tenía que conocer antes lógica. La lógica aristotélica se ocupa del estudio de los conceptos, los juicios y las formas de razonamiento, prestando especial atención a los razonamientos deductivos categóricos o silogismos como formas de demostración especialmente adecuadas al conocimiento científico. 48 Iniciemos por el «concepto». Habíamos comentado que a Sócrates se le consideraba el descubridor del «concepto», pues cada vez que se iba a discutir un tema Sócrates insistía en que se precisara el concepto que se iba a usar, de lo contrario se cae en discusiones interminables, pues unos entienden algo por un concepto, mientras que otros entienden algo diverso. Supongamos, por ejemplo, que dos amigos discuten acerca de una película. Uno afirma que la película es buena y otro que es mala. Después de tanto discutir, uno le dice al otro: «Bueno, a ver, ¿tú qué entiendes por bueno?» Como puede apreciarse, para discutir acerca de algo, primeramente tenemos que ponernos de acuerdo acerca de qué vamos a discutir. El «concepto» es entendido como la representación intelectual de un objeto. Un «concepto», para decirlo con palabras sencillas, es una idea general que tenemos sobre algo. Se compone de una comprensión y una extensión. La primera denota las características esenciales que contiene un concepto, y la segunda, la imagen que tenemos del objeto, pero también podemos entender como extensión el número, la cantidad de sujetos a los que puede aplicarse, de los que se puede predicar. Aclaremos esto mediante un ejemplo. Supongamos que pienso en el concepto silla. En mi mente aparece una imagen de silla. Esa es la extensión de silla, es decir, los referentes a los cuales se les puede aplicar el concepto silla; pero si alguien me pide que le mencione las características de silla, entonces me está solicitando la comprensión del concepto. Todos los conceptos tienen una comprensión y una extensión. La ley de los conceptos dice: «Cuanto mayor sea el número de características que contiene un concepto, menor será el número de sujetos a los que pueda aplicarse, y viceversa». Este significa que si yo pienso, por ejemplo, en el concepto jugador de futbol, entonces la extensión, es decir, el número de posibles referentes, va a ser muy alto, pero si le agrego más características, por ejemplo, jugador de futbol, con cinco años de experiencia jugando, con fuerza muscular, buen toque de pelota, etc., entonces menos personas se encuentran en la extensión; mientras más cualidades o características agregue a la comprensión, menos referentes tendrá. Hay varias clases de conceptos. Si nos atenemos a su extensión pueden ser universales, particulares y singulares; si nos atenemos a su comprensión, simples y compuestos, según expresen una sola esencia, o una esencia acompañada de una cualidad; también pueden ser, según su comprensión, concretos y abstractos, compatibles o incompatibles, positivos o negativos, claros u oscuros. Los «conceptos» son entes mentales que expresamos mediante el lenguaje. A esa expresión lingüística del concepto le llamamos «término». Por otra parte, un «juicio» es un pensamiento en el que se afirma o niega algo de un sujeto. Cualquier juicio está compuesto de un sujeto (S), un predicado (P) y un nexo verbal que une ambos conceptos; por lo común se utiliza como unión de ambos elementos a la palabra es. Así, la forma de los juicios, S es P. El «sujeto» del juicio es el concepto del que se afirma o niega algo; el «predicado» es el concepto que se afirma o niega del sujeto. Se dice que el «juicio» es la unidad mínima de conocimiento. Afirmamos que un juicio es 49 verdadero cuando el predicado es pertinente al sujeto o, como afirman otros autores, cuando hay coincidencia entre las características del sujeto y las del predicado. Aclaremos esto mediante un ejemplo: Supongamos que sostenemos dos juicios en apariencia parecidos, pero en realidad contrarios: «La Tierra es plana». «La Tierra es redonda». Por experiencia sabemos que el juicio verdadero es el segundo. ¿En qué son distintos? El predicado de la segunda afirmación es más pertinente o adecuado que la del primer enunciado. Hay dos procedimientos de «razonamiento»: razonamiento inductivo y razonamiento deductivo. Finalmente, Aristóteles postuló los principios lógicos supremos: a) Principio de identidad: una cosa es idéntica a sí misma. b) Principio de no contradicción: un es posible que una proposición sea y no sea a la vez; otra forma de decirlo: es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo. c) Principio de tercero excluido: sólo hay dos valores: falso y verdadero; una tercera opción está excluida. 3.7 Las posturas antropológicas sofistas de Protágoras. Gorgias y Calicles No solamente Sócrates tuvo, en el siglo V a. C., como tema central de su pensamiento al ser humano; también fue compartido por «los sofistas», grupo de filósofos y otras personas educadas que dominaban el arte de la retórica, esto es, la habilidad de hablar con elocuencia en público y que cobraban por ello. En el siglo V a. C. Atenas tuvo su mayor época de esplendor. Fue conocido como el «Siglo de Oro» o «Siglo de Pericles». Su cercanía con el puerto del Pireo permitió que Atenas desarrollara un intenso comercio con otras polis. Esto hizo a Atenas una polis próspera, que cada vez fue teniendo más poder dentro de la Confederación griega. En la guerra contra los persas a Atenas le correspondió ser la polis líder, por lo que todas las polis mandaron dinero y tesoros a Atenas para enfrentar la invasión persa y meda. Estos hechos volvieron al gobierno de Atenas una atracción, pues las personas ambiciosas, más que interesarse por el futuro de la ciudad-nación griega, se interesaron por las riquezas. Por ello se volvió tan atractivo hacer política en Atenas. De muchas partes de Grecia llegaron profesores que dominaban el arte de hablar en público. Pronto convencieron a muchas personas acaudaladas de que sus hijos entraran a estudiar con ellos, con la finalidad de dominar el arte de convencer a los demás. 50 Algunas personas los tildaron de farsantes, cuya única virtud era envolver a los demás con sus discursos. Según estas personas a los sofistas les interesaba más decir frases artificiosas que buscar la verdad. Por lo mismo, los consideraron sinónimo de charlatanes o merolicos. No obstante, no faltaron quienes sí los vieron como verdaderos sabios. De hecho, la palabra Sofía significa «sabiduría», de tal manera que sofista sería equivalente a sabio o culto. Los sofistas aspiraban a hacer a sus discípulos elocuentes oradores, más que filósofos serios. En términos generales, los sofistas no admitían que existiera una verdad válida para todos. De acuerdo con ellos cada quien tenía su verdad y ésta podía cambiarse a conveniencia. Alguien podía sostener que algo fuera cierto y posteriormente armar un nuevo discurso en el que se sostuviera que eso mismo era falso. Esto es conocido como relativismo, es decir, la verdad es relativa. En cambio Sócrates sí creía en la posibilidad de hallar la verdad, la justicia, la piedad, la belleza o el bien. En cada uno de los diálogos de Platón vemos cómo Sócrates se propone encontrar éstos y otros conceptos. Si no creyera que existían no se habría esforzado por determinarlos. Por eso mismo, Sócrates combatía con vehemencia a los sofistas, quienes no hubieran pasado a la historia universal más que como buenos oradores, pero no filósofos. De hecho, no se conoce nada de la mayoría de ellos; no obstante, hay unos cuantos que además de hacer buenos discursos, se distinguieron como pensadores. Tal es el caso de Protágoras, Gorgias y Calicles. Protágoras Protágoras (480 a 411 a. C.) era de Abdera pero enseñó en Atenas. Fue sin duda el más prestigiado de los sofistas. Se sabe que era uno de los sofistas que más cobraba por sus enseñanzas. Era soberbio y de trato difícil. Para ser su discípulo se tenía que contar con muy buenas recomendaciones. Se cuenta que algunos hombres acaudalados, pero sin prestigio social, pretendían que fuera maestro de sus hijos, pero él sólo admitía a jóvenes provenientes de la aristocracia. Acuñó la siguiente frase: «El hombre es la medida de todas las cosas». Esta se ha interpretado como la negativa a aceptar estándares o valores absolutos y que cada persona es la medida de verdad de cada situación. En la idea que sostiene muestra su gran relativismo e individualismo. De acuerdo con el filósofo Ángel González, debe interpretarse de la siguiente manera: «según cada cosa se me aparece, tal es para mí; según a ti se te muestra, tal es para ti, pues tú eres hombre y yo también lo soy».8 A Protágoras le interesaba sobre todo la verdad de nuestros pensamientos. Un segundo tema que le interesaba a Protágoras es la convencionalidad de la ley. De acuerdo con esto: la falta de un criterio absoluto que permita distinguir lo verdadero de lo falso determina que cada cual debe tomar por verdadero lo que se le presenta como tal, es decir, su propia opinión. Pero las leyes no podrían funcionar de esa manera, entonces la ley debe interpretarse de acuerdo a como piense la mayoría. 51 Gorgias Gorgias (483-378 a. C.) fue un filósofo escéptico, es decir, que dudaba de la verdad de las cosas. Podríamos resumir su pensamiento en la siguiente frase. 1. Nada existe. 2. Si algo existiera no podría conocerse. 3. Si algo se pudiera conocer, no podría comunicarse. Con la primera proposición Gorgias niega la realidad. Él era un nihilista (postura filosófica según la cual nada tiene valor, nada es cognoscible); con la segunda postura niega la posibilidad del conocimiento; con la tercera, la validez y posibilidad del lenguaje y la comunicación. El escepticismo de Gorgias se basaba en su creencia de que todo el conocimiento se origina de la experiencia sensorial y de que esta experiencia varía de persona a persona, momento a momento. Calicles Calicles defendía la doctrina del derecho natural del más fuerte. Afirmaba que la ley había sido creada para proteger a los débiles; pero en la vida natural, vemos cómo los más fuertes dominan a los débiles. A esto le llamaríamos la justicia natural, en cambio, la ley jurídica es antinatural. En una discusión que tiene con Sócrates, Calicles se propone poner al descubierto la oposición entre la ley natural (physis) y la ley de los hombres (nómos). 3.8 Las diversas corrientes helenísticas como referencia para comprender las ideologías actuales Las escuelas helenísticas representan la decadencia de la civilización griega, en general, y de la filosofía, en particular. En palabras del gran filósofo español Ángel González Álvarez: «Muerto Aristóteles desaparece en Grecia el interés por los problemas genuinamente metafísicos. Faltan hombres con suficiente tensión metafísica para hacer frente a las exigencias de la nueva organización política del mundo. Grecia inicia su decadencia, pierde la hegemonía y se transforma en provincia del vasto imperio macedónico, primero, y del romano, después») Por otra parte, se destruyó el viejo orden político en que el ciudadano era una parte fundamental de su polis. Cuando llegaron los conquistadores macedonios y luego los romanos, el individuo se convirtió en parte de un imperio que no los consideraba más que como súbditos. La filosofía así se replegó. Se olvidaron las preocupaciones por mejorar el mundo y su polis. Se concentraron las reflexiones en sí mismo y cómo vivir con los demás. Con ello la filosofía se limitó a la ética y cómo vivir en un mundo que se caía, es decir, se volvió una filosofía práctica. 52 Epicureísmo o hedonismo Es una corriente filosófica que sostiene que el propósito de la vida es la búsqueda de la felicidad a través de la obtención de placer. El principal representante de esta corriente es el filósofo griego Epicuro, quien da nombre y sentido a la doctrina filosófica. La escuela también es conocida como «Hedonismo». El término proviene del griego hedoné, que significa «placer». En términos generales diríamos que la doctrina se sintetiza en la frase: «Todos deseamos obtener placer y evitar el dolor. Pero de poco sirve un placer que luego te traerá dolor». Los epicúreos sostenían que para vivir una vida feliz, habría que evitar las situaciones dolorosas. De tal modo que si bien todos los placeres son inicialmente considerados como buenos, es importante evitar aquellos que nos proporcionan un placer momentáneo y nos traerán dolores posteriores. Por ejemplo, los placeres sensuales trastornan el espíritu, pues inicialmente nos traen agrado, pero más adelante se convierten en celos, pleitos, disputas, molestias, etcétera. Por ello debemos buscar placeres más duraderos, por ejemplo, el cultivo de la amistad o el cultivo del bien. En cuanto al primero, Epicuro no recomendaba mucho las relaciones de pareja, pues a la larga generan problemas. Recomendaba más bien relaciones de amistad. En cuanto a lo segundo diríamos que los placeres más positivos son los del intelecto. Para Epicuro, una persona es feliz cuando mediante el dominio de sí mismo logra el estado de serenidad del espíritu conocido como «ataraxia». Este estado de paz y serenidad se alcanza en la autonomía, en la íntima serenidad del espíritu; cuando se puede dominar todo sin ser dominado por nada, cuando se han logrado controlar todos los miedos, tales como miedo al futuro, a la pobreza, a la vida o a Dios. La ética de Epicuro prioriza la justicia, el equilibrio entre placer y sufrimiento y la honestidad; y la amistad para él es mejor que el amor, porque éste produce intranquilidad y desequilibrio. Debido a que esta escuela tuvo su apogeo en los momentos en que la gran civilización griega de la Antigüedad llegaba a su fin, algunos de los discípulos griegos brillaron en épocas posteriores, como el caso de Apolodoro, mientras que la escuela tuvo un momento de renacimiento con discípulos prominentes en los poetas romanos Horacio y Lucrecio, y el estadista Plinio. Esta escuela quedó en el olvido por muchos siglos. Fue revivida en Francia en el siglo XVII por Pierre Gassendi. En el siglo XX Sigmund Freud también sostuvo que uno de los grandes móviles de las personas es el principio del placer, pero la salud mental se basaba en el principio de realidad. 53 Estoicismo La filosofía estoica nació en Atenas. Su nombre lo adquirió debido a la puerta o pórtico (stoa), lugar en el que sus miembros se reunían. Su fundador fue Zenón de Citio y posteriormente Cleantes se hizo cargo de la escuela. El estoicismo fue una escuela de filosofía, pero también un modo de vivir y de concebir el mundo. Su influencia se proyectó hasta la cultura romana. Hasta la fecha, los más conocidos estoicos son romanos. Destacaron Séneca, Epicteto y el emperador romano Marco Aurelio. Los estoicos destacaron sobre todo en ética. Se basaban mucho en el pensamiento de Sócrates, y como él sostenían una relación entre el conocimiento y la virtud. El necio siempre actúa mal. Sostenían que la persona sabia debe en primer lugar aceptar su destino y situación. Por ejemplo, ejemplo, Epicteto, de quien ya hablamos en el primer bloque, era esclavo y eso no lo hacía sufrir. Pero no era una aceptación del destino pasiva, por el contrario, se aceptaba racionalmente la vida. Además, las personas sabias saben «vivir de acuerdo con la naturaleza». El universo es racional y todo sucede según el destino y la providencia. Todo es racional y justo. Los epicúreos recomiendan alcanzar la tranquilidad del espíritu, haciendo a un lado las pasiones, pretensiones y deseos. Quien acepta el destino y supera las pasiones alcanza la virtud. Escepticismo El escepticismo filosófico es una corriente filosófica que cuestiona sistemáticamente la idea de que podemos conocer la verdad y que se pueden tener certidumbres absolutas. El término «escéptico» proviene del griego skeptikoi que significa «buscar o investigar». El escepticismo filosófico debe distinguirse de la actitud escéptica que asumen algunas personas que niegan todo o no creen en nada. Cuando uno cuestiona a estos sujetos para saber en qué basan su postura no saben dar respuesta sustentada a ello. El escepticismo filosófico es muy antiguo. Un representante que acabamos de revisar es el sofista Gorgias. Pirrón (aprox. 360 - 270 a. C.) es considerado el primer escéptico filosófico de la filosofía occidental, pero poco se sabe de él o de sus seguidores, o aun de los siguientes grandes en la historia del escepticismo, Arcesilao (aprox. 316-241 a. C.) y Carneades (214-129 a. C.), cada uno de los cuales en su momento dirigieron «La Academia» fundada por Platón. Con la gran aportación de Sócrates, además de la que hicieron los sofistas Gorgias, Protágoras, Calicles e Hippias, la filosofía maduró enormemente; adquirió orden y profundidad y dio paso a la tercera etapa: la filosofía sistemática. 54 BLOQUE 4 LA RELACIÓN ENTRE LO HUMANO Y LO DIVINO EN EL PENSAMIENTO MEDIEVAL UNIDAD DE COMPETENCIA Analiza críticamente el periodo histórico medieval y los argumentos que hacen posible la idea de la existencia de Dios, respondiendo a la crisis del pensamiento actual. Contexto social, histórico y político del nuevo pensamiento Antecedentes Cuando Grecia cayó militarmente frente a Roma, cerró su ciclo una de las culturas más influyentes e importantes de la historia humana. Roma tuvo una política de expansión y dominio, lo que le llevó a constituir el imperio más grande y poderoso de la Antigüedad. El gran acierto de los romanos consistió en haber absorbido e incorporado la cultura griega a la suya. Así, no se perdieron las grandes aportaciones culturales de los griegos, sino que se fusionaron con la cultura latina, que era la base cultural de los romanos. El poeta romano Virgilio (70-19 a. C.) sintetizó este hecho con la siguiente frase: «Roma conquistó la tierra, pero Grecia conquistó el espíritu de los romanos». El extenso Imperio romano llevó la cultura grecolatina a todas partes. Roma se volvió el centro del gran imperio. Hasta allí llegaron ciudadanos de diferentes lugares. Roma construyó caminos por los que se pudo comunicar a todo el imperio con la metrópoli. De aquella época salió la famosa frase: «Todos los caminos llevan a Roma». Roma dominaba a sus territorios conquistados, pero les permitía vivir según sus costumbres y tradiciones. Esto era consecuencia de la llamada «Paz romana», que consistía en dar a todos los beneficios de la forma (le vida pacífica. No obstante, en muchos casos, se trataba de una paz forzada, lograda con la fuerza de las legiones del Ejército romano. Como parte de esta apertura, se permitía que gente de todos lados viviera en la metrópoli. Se hablaban distintas lenguas y se practicaban las más diversas religiones. Por lo mismo, el cristianismo en un principio pasó como una religión más, entre muchas otras, aunque poco a poco fue creciendo. El Imperio romano se mantuvo en medio de fuertes contradicciones. Para dominar un imperio tan grande, preservar el orden y contener las sublevaciones se requirió un ejército igualmente numeroso. Mantener legiones romanas por todo el imperio era muy costoso. 55 Esto obligo a los romanos a subir los impuestos, lo que ocasiono mayores malestares y, por lo tanto, crecientes revueltas. Por otro lado, la península italiana fue víctima durante mucho tiempo de las invasiones bárbaras. Del norte de la península llegaba continuamente las hordas de los germanos, vándalos, hunos, godos, visigodos y ostrogodos entre otros. En algunas ocasiones los barbaros penetraron hasta la capital del imperio: por ejemplo, en 410 d. C. Alarico, rey de los visigodos, saqueo roma. Llego el momento en que los ejércitos fueron insuficientes y entonces se requirió de la ayuda de la población para combatir a los ejércitos invasores. En lo interno, la cohesión entre los ciudadanos romanos empezaba a romperse. Los romanos tradicionales en un principio no les habían prestado atención a los cristianos. Había tantas religiones conviviendo en Roma que una más no merecía especial atención. Pero con el tiempo, la religión había ganado adeptos en número creciente. La primera reacción de los dirigentes romanos había sido agredir y perseguir a los cristianos, sobre todo por negarse a apoyar las causas del Imperio romano. Destruyeron sus templos, castigaron y asesinaron a algunos de los líderes del movimiento religioso. Algunos cristianos murieron en el Coliseo devorados por leones y tigres. Estos hechos tan notorios provocaron que los grupos desfavorecidos, la gente pobre, los esclavos y los marginados se identificaran con los postulados de la religión, por lo que lejos de disminuir la práctica se acrecentó. Entonces, los romanos ya empezaron a ver como amenazante esta situación. Un hecho que conmocionó a todos en el imperio fue el saqueo de Roma por parte de los bárbaros en el 410 de nuestra era. Eso hizo reflexionar a los gobernantes y a la población romana tradicional que los enemigos estaban afuera. Por su parte, los cristianos se habían negado a participar en la defensa del territorio romano. Pero el saqueo hizo pensar a unos y a otros que se necesitaban. En el siglo IV el emperador Constantino despenalizó la práctica de esta religión y le otorgó reconocimiento a su actividad. El creyó que con estas medidas encontraría en los cristianos un elemento de unidad moral que permitiría una adecuada convivencia política. No obstante, «esta esperanza resultó vana. Sin ser enemiga del Estado. La Iglesia no fue instrumento del mismo. La comunidad espiritual que edificaba estaba al servicio de Dios. Al producirse la presión de los bárbaros y precipitar al mundo romano hacia la catástrofe, no hubo nada que pudiera dar al imperio la cohesión moral capaz (le hacer renacer en el corazón (le los hombres el deseo de entregarse a una causa que no comprendían». Con el 56 emperador Teodosio I se proclamó a la religión cristiana como única. A partir de este momento la historia seguirá un doble derrotero; por un lado, la Iglesia cristiana se consolidaría como la religión del imperio; por el otro, no tardaría mucho tiempo para la caída definitiva del Imperio romano en manos de los bárbaros. La caída de Roma marca el fin de una época y el inicio de la Edad Media. Todavía hubo un intento de lograr la cohesión europea con el imperio de Carlomagno, pero muerto él, Europa quedó dividida. La gente necesitaba protección contra las tribus bárbaras que provenían del norte en busca de mejores condiciones para vivir, pero también de las continuas invasiones musulmanas. Para protegerse de las invasiones de estas tribus se levantaron muros alrededor de las villas. Así la gente se sentía segura en los castillos feudales; en cambio, sentía miedo de adentrarse en los caminos, pues había muchos bandoleros y malvivientes. Estos hechos condicionaron la aparición de los señores feudales, quienes a cambio de protección y seguridad permitían que la gente viviera en sus terrenos. Los siervos prometían obediencia y fidelidad a su señor. Este tipo de relación marcó la llamada época feudal. La tierra estaba dividida en feudos; cada uno se consideraba una unidad económica autosuficiente.2 Como no había posibilidad de comerciar con el exterior, el dinero perdió gran parte de su utilidad. Los intercambios comerciales eran escasos y muchos basados en trueques. Lo único de sólido valor era la tierra. El feudalismo se convirtió en la estructura económica de gran parte de la Edad Media. Así se consolidó uno de los periodos más complejos de la historia humana, conocida como Edad Media. Para su estudio, dividimos a este largo periodo de casi diez siglos en Alta y Baja Edad Media. La primera abarca desde la caída del Imperio romano hasta el inicio del siglo XI. La Baja Edad Media desde el inicio del siglo XI hasta la llegada a América en 1492, que simbólicamente representa la fecha en que comienza la Edad Moderna. Nueva época, nuevo pensamiento En la Edad Media la Iglesia cristiana dominó los ámbitos de la vida política, social y económica. Gracias a su estructura institucional pudo mantenerse a lo largo de los siglos. Para lograrlo se valió de un gobierno centralizado. Además, aumentó su poder y riqueza, el cual llegó a ser semejante, incluso superior, al de los reyes. «El clero, que comenzó por predicar la pobreza, la igualdad y la renuncia a todos los bienes terrenales, fue poco a poco renunciando a la renunciación. El clero fue enriqueciéndose. Por otra parte, es preciso reconocer que no podía hacer otra cosa, porque si el clero hubiera seguido al pie de la letra las enseñanzas del fundador, jamás hubiera adquirido el dominio que llegó a tener sobre las conciencias, el cual tiene que reposar sobre el dominio de lo económico». 57 Cuando la religión cristiana se consolidó, requirió de pensadores que reflexionaran sobre los temas religiosos. La filosofía, como la literatura y todas las manifestaciones artísticas y culturales, se expresó a través de la religión. En esa época la filosofía se convirtió en la servidora de la fe. Los primeros pensadores cristianos sostenían que no había necesidad de preocuparse por conocer la verdad. Lo único que el hombre necesitaba era tener fe. Dios se concebía como el encargado de iluminar al entendimiento de los hombres. Pero estas posturas recibieron múltiples críticas. Entonces los pensadores cristianos tuvieron que dar respuestas sustentadas en el pensamiento filosófico. La función de la filosofía en Europa fue buscar los argumentos necesarios para justificar las verdades reveladas en los milagros o dogmas religiosos, y la postura del filósofo debía ser de apertura hacia la iluminación de la luz divina sobre su entendimiento. De manera paralela, la Iglesia se fue fortaleciendo al concentrar el conocimiento existente. Los conventos y monasterios se convirtieron en centros de cultura. Aquí se pueden encontrar los antecedentes de las universidades. 4.1 La importancia del conocimiento del hombre como un ser en relación con la divinidad Uno de los temas básicos al estudiar una cultura o una época histórica es averiguar qué concepto se tiene del hombre. Es uno de esos conceptos básicos, pues nos proporcionan elementos importantes para comprender a un determinado filósofo. El concepto del hombre en la Edad Media es radicalmente distinto del que existía en la Antigüedad. Para los griegos el ser humano era básicamente racional; para el cristiano era de naturaleza espiritual. Por ejemplo, una virtud griega era la prudencia, mientras que una cristiana es la compasión. Para desarrollar la prudencia se necesita de cierta capacidad racional para saber cuándo es el mejor momento de actuar; la compasión, en cambio requiere de la capacidad emocional de sentir lo que el otro siente; de ponerse en el lugar del otro. En el cristianismo, el acento se pone en el sentimiento. San Agustín planteó, siete siglos después que Aristóteles, la pregunta ¿qué deberemos entender por hombre? El punto de partida agustiniano era la filosofía helenística, es decir, nos referimos a las escuelas posteriores a Aristóteles: hedonismo (o epicureísmo) y estoicismo. Ambas escuelas buscaban la felicidad del hombre en este mundo; los hedonistas, a través de la obtención de placer; los estoicistas, a través de la tranquilidad del espíritu. Para san Agustín la felicidad sólo es posible alcanzarla en el plano sobrenatural, es decir, en Dios. Aun cuando el hombre está hecho a imagen de Dios, su voluntad y capacidades le hacen cambiante e insuficiente para sí mismo. No cabe duda que los sujetos virtuosos logran mayor felicidad que los de mal corazón, pero ni siquiera el sujeto más virtuoso puede lograr la total felicidad si no es mediante Dios. 58 Él formula una pregunta dirigida a Dios, pero en realidad es una pregunta para sí mismo. ¿Cuál es mi naturaleza, Dios mío? A través de su persona busca la naturaleza humana. El punto de partida es la interioridad del alma humana que asciende progresivamente hasta el Ser Supremo. Hay que buscar la verdad para trascender hasta Dios. El hombre se asombra de todo lo que nos falta por comprender. Si bien el concepto de san Agustín es más profundo, la misma naturaleza del hombre hace posible encontrar a Dios en su interior. «La antropología agustiniana es el primer intento de entender al hombre desde sí mismo, desde su interioridad, en lugar de considerarlo desde afuera, como una cosa entre las demás del mundo»'. La concepción del hombre de san Agustín parte de la premisa que el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios (imago Dei). Al igual que Platón, tenía una concepción del hombre dualista, pues lo creía compuesto de un alma y un cuerpo. Como Platón, creía que el alma se encontraba unida accidentalmente a un cuerpo. Pero de ambas, la esencia se encuentra en su alma. A su vez, el alma está constituida por tres elementos: memoria, inteligencia y voluntad. Gracias a la memoria somos capaces de almacenar el tiempo pasado, lo que nos permite resolver las cuestiones que surgen en el presente y de prever los acontecimientos del futuro; con la inteligencia podemos vivir correctamente y guiar nuestras acciones hacia el futuro; y la voluntad, por su parte, es la fuerza que nos permite dirigir estas acciones. Estas tres entidades distintas, que se encuentran en una misma naturaleza, son imágenes de la «Trinidad de Dios» constituida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La estructura del alma manifiesta la «imagen y semejanza» de Dios al crearla. En algunos escritos, realizados cuando san Agustín era joven, afirmó que el alma se transmite directamente de padres a hijos en el momento de la generación. Mediante esta afirmación san Agustín trataba de defender el dogma cristiano del pecado original; pero más maduro sostendría que el alma espiritual del hombre está creada directamente por Dios, aunque no definía el momento de dicha creación. Aquí surgía un problema: si el alma humana es creada por Dios, quién es la suprema bondad, entonces es difícil explicar cómo es que el hombre hace daño a sus semejantes. El mal no puede provenir de algo creado por Dios. San Agustín aclara que una vez creado el hombre actúa con total libertad, pues aunque el alma haya sido creada por Dios posee una voluntad y una razón, las cuales, cuando se ejercen, pueden llevar al hombre a hacer el mal. «El hombre —dice san Agustín— es algo intermedio entre los brutos y los ángeles; de modo que el bruto es un animal irracional y mortal; el ángel, en cambio, racional e inmortal; y el hombre está en medio: es inferior a los ángeles, pero superior a los brutos; tiene en común con los brutos la mortalidad; con los ángeles, la razón: animal racional mortal». 59 ¿Cómo entiende san Agustín el mal? La tradición pagana (griega) sostenía que el mal era algo que le acontecía al sujeto como producto de su destino, como en el caso que describe la tragedia de Edipo; también el mal puede ser producido por una fuerza sobrenatural o un dios, como le pasó a Prometeo, quien recibió castigo eterno de Zeus por haber robado el fuego del Olimpo y haberlo dado a los hombres. Una característica del mal en los griegos es que el sujeto que lo padece no puede hacer algo para controlar o cambiar el efecto. En el cristianismo se concibe que el mal no es algo que Dios permita, mucho menos algo que él realice. El Dios cristiano es la fuente de eterna bondad, por eso no puede hacer mal. La fuente debe provenir del hombre y éste tiene que asumir su responsabilidad moral frente al hecho de hacer mal. El mal es producto de la voluntad humana, es decir, es consecuencia de una mala decisión. Para el santo de Tagaste es aquello que tiende a no ser; así pues, hay una identificación entre lo que es y el valor que tiene. Cuando actuamos mal, no construimos algo, sino que lo destruimos. Por ejemplo, cuando actuamos con buena voluntad, podemos formar una amistad; en cambio, una mala decisión nos lleva a acabar con ella. Donde no hay nada, no hay bien tampoco. Para san Agustín existe una sola verdad: la revelada por la religión. Cuando quiere explicar la relación entre el alma humana y Dios, encuentra que la razón puede contribuir a conocerla mejor. Su convicción la afirma en la siguiente frase: «Cree para comprender», en una clara expresión de predominio de la k. No obstante que sostiene que la fe y la razón no se excluyen, sino que se complementan, son medios o instrumentos que se exigen mutuamente para encontrar la verdad. Ni creer es algo irracional, ni el conocimiento racional (de Dios) destruye la fe. Concluye esta idea el pensador de Tagaste asegurando que sin la creencia en los dogmas de la fe no podremos llegar a comprender la verdad. Para superar estas posiciones excluyentes, san Agustín propone que la fe se sitúe al comienzo y al final de la especulación racional. Primero como una condición necesaria para que se ponga en marcha una investigación sobre temas que de otra manera permanecerían ignorados (la fe es guía y pauta de la razón). Por otro lado, la investigación racional dirige al hombre hacia la fe; ésta elimina las dudas consolidando el conocimiento racional. San Agustín confiaba plenamente en el poder del verdadero amor. Si una persona verdaderamente ama no puede hacer el mal. Por ejemplo, una madre que realmente ame a su hijo no puede sentir odio o desear causar mal a otro niño. Por ello dice: «Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor». ¿En qué se basa esta enorme confianza de san Agustín? En que el amor, sobre todo en el amor a Dios, nos lleva a una cierta conducta y actitud. 60 Su teología está por ello unida al problema del hombre; el filósofo es el hombre que busca la verdad partiendo de su propia contingencia (mutabilidad), para transcender hasta Dios, que siendo lo más íntimo al alma humana desborda su contingencia. La concepción humana de santo Tomás Hemos estudiado al primero de los pilares del pensamiento cristiano: san Agustín. Su pensamiento basado en Platón dio sustento al cristianismo a partir del siglo V. Ocho siglos después, en el siglo XIII, aparece la figura extraordinaria de santo Tomás de Aquino, llamado a ser el segundo pilar del pensamiento cristiano. En esos ocho siglos, el mundo cambió enormemente: ya no era el mundo del Imperio romano y los bárbaros. Era la época de mayor fortaleza de la economía feudal, pero también del inicio de su declinación. Además, fue una época en que el conocimiento humano inició una gran actividad. Tres hechos caracterizaron al siglo XIII y determinaron decisivamente la vida intelectual de la época: «la aparición de la filosofía aristotélica, transmitida por los árabes desde Oriente y por los españoles, sobre todo desde la escuela de traductores de Toledo; la fundación de las universidades —París, Bolonia, Oxford, Cambridge— y de las órdenes mendicantes —franciscanos y dominicos—, que dan un nuevo sentido a la vida religiosa y al trabajo de las escuelas». La sociedad feudal empezaba a deteriorarse ante el nacimiento y empuje de las primeras ciudades (burgos), en las que se gestaba un nuevo tipo de hombre y un nuevo estilo de vida social, económica y política. En las ciudades empezaban a surgir las corporaciones de mercaderes y artesanos, así como de maestros y estudiantes, ya que, como mencionábamos, surgían las primeras universidades, entre muchos otros grupos sociales. La creciente fortaleza de estos grupos sociales reclamaba nuevas formas de relación social, autonomía del orden social y político, limitación del poder de la Iglesia, y gusto por los valores terrenos. En lo intelectual se reclamaba la autonomía de la razón, la recuperación del espíritu evangélico y el cuestionamiento de todos los filósofos, que en el pasado se habían considerado autoridades (es decir, que no se les cuestionaba; si por ejemplo alguien decía: Así lo dijo san Buenaventura, se tomaba como cierto. Era una verdad de autoridad). En algunos lugares de Europa, Aristóteles apenas era conocido. Tal vez había uno o dos textos de él, y a veces ni siquiera eso. Es probable que no se le conociera, pero se le rechazaba. ¿Te das cuenta de que a veces las personas somos así de prejuiciosas? En este medio intelectual tan activo aparece santo Tomás de Aquino (1225-1274). La diferencia fundamental con san Agustín es que ya no pensará en términos platónicos, sino aristotélicos. Desde luego que en un principio eso representaba todo un reto, pues la mayoría de los filósofos de la época eran personas vinculadas con la Iglesia, ya fuera como presbíteros regulares o monjes, pero todos ellos creados en el platonismo. 61 En esta época le tocó a santo Tomás realizar una nueva síntesis, pero esta vez se realizó al pensamiento aristotélico, el cual se adecuó al cristianismo y a la teología medieval. Para santo Tomás y Aristóteles, todo está compuesto de materia y forma (hilemorfismo). Esto mismo sucede en el caso del hombre. El alma es la forma sustancial del cuerpo; es el principio que da forma a la materia y determina su grado de ser. Gracias al alma el cuerpo adquiere existencia, y es que en el hombre como individuo todo está ligado a la materia, ya sea que hablemos de su cuerpo y su sexualidad, sus emociones que se manifiestan en lágrimas o en el color rojo de su cara; en su temperamento que se traduce en sus rasgos faciales y en todo su cuerpo. Esta misma vinculación con una parte material en sí mismo le obliga a la satisfacción de ciertas necesidades. Además, como individuo, el hombre está regulado por las leyes del cosmos y por la historia. Mientras que san Agustín proclamaba la existencia de pluralidad de formas sustanciales en el hombre, las cuales eran: a) Vegetativa, principio de la vida vegetativa, o sea, respirar, nutrirse, reproducirse, etcétera. b) Sensitiva, principio de la vida animal; esto es, funciones como moverse, comer, dormir, querer o rechazar. c) Intelectiva, principio de la vida racional; base de la espiritualidad del alma racional. Para santo Tomás, en cambio, el alma racional o intelectiva realiza todas las funciones en su unión con el cuerpo, pero aunque alma y cuerpo están unidos cada uno realiza una función. El cuerpo tiene la función de las sensaciones, mientras que el alma tiene como operaciones pensar y querer. Santo Tomás distinguía distintos niveles en que se podría hablar del ser humano. Una primera distinción es la que podemos establecer entre lo humano y lo del hombre. Lo humano es más alto; mientras que lo propio del hombre es similar a lo que realizan los animales. Las acciones humanas se diferencian de las propias de las criaturas irracionales, en que el humano es dueño de sus actos, pues posee razón y voluntad, por lo cual también dispone del libre albedrío, esto es, la facultad de actuar según lo desee, guiado por la razón. Aquellas acciones que se dicen propiamente humanas proceden de la voluntad deliberada. La actividad del hombre, sí se puede sustituir; por ejemplo, el trabajo que un hombre desempeña, puede hacerlo otro sujeto. En cambio, la actividad del alma es insustituible, así como sus operaciones. Además, si mi actividad está conducida por mi parte espiritual, entonces actúo como persona, como individuo único, esto es, mi actividad se vuelve única e irrepetible. A diferencia de lo que pensaba san Agustín, quien siguiendo a Platón concebía al cuerpo como más bajo y similar a las funciones animales, y por tanto propenso al pecado, para santo Tomás el cuerpo es parte de un todo, ni más bajo, ni más malo. Esta idea del hombre como unidad integral la expresa santo Tomás de la siguiente manera: «Uno mismo 62 es el hombre que a un mismo tiempo percibe, que entiende y que siente; y puesto que no es posible sentir sin el cuerpo, es preciso que el cuerpo forme parte del hombre». De aquí que el entendimiento es parte de cada sujeto y se encuentra unido al cuerpo. 4.2 El pensamiento de Tomas de Aquino con respecto a las vías para demostrar la existencia de Dios, así como sus concepciones sobre la configuración del mundo y la causalidad Hemos revisado algunas ideas de santo Tomás acerca del hombre; ahora haremos una revisión más amplia de temas relacionados con su concepción metafísica. En lo que respecta a la existencia de Dios, santo Tomás afirmaba de manera categórica que no era evidente para la naturaleza humana. La razón humana no tenía la capacidad para captar a Dios de manera natural, por lo que su existencia no era evidente. Tan no lo es, que las diversas culturas tienen una noción distinta de Dios. Una tienen los creyentes del Islam, otra los judíos, una más los paganos, para quienes los dioses son múltiples, y así. De tal modo que quienes afirman la existencia de Dios deben probarla. Si la existencia de Dios no es una verdad evidente para nosotros es necesario, pues, que sea demostrada de un modo evidente para la razón, de un modo racional, en el que no intervengan elementos de la revelación o de la fe. Ahora bien, ¿de dónde vamos a partir? No podemos partir de la idea de Dios, puesto que esto es lo que tratamos de demostrar. Sólo nos queda, partir del conocimiento que proporciona la experiencia humana, de los seres materiales, de las cosas. Para Santo Tomás, el hombre puede alcanzar una explicación de la existencia de Dios mediante el establecimiento de un paralelo, pues no lo puede hacer de manera directa. De esta forma, desarrollará sus cinco pruebas de la existencia de Dios a partir siempre de la experiencia sensible. Cada una de ellas es independiente. El siguiente cuadro presenta en forma esquemática las cinco vías de santo Tomás y su estructura común. Debajo del mismo se explican brevemente cada uno de los elementos que lo componen. 63 Como vemos, santo Tomás siempre parte de datos empíricos o seres contingentes cambiantes que nos rodean hasta llegar al ser necesario, en quien se identifica la esencia y la existencia, o como diría Aristóteles, el motor inmóvil, el que mueve todo sin moverse a sí mismo, por quien fue creado el mundo a partir de la nada en un tiempo determinado. El mundo y la causalidad en santo Tomas La realidad se nos manifiesta cambiante, dispersa, en medio del cambio. Todo cambio sucede en algún lugar y un tiempo, por tanto, todo cambio lleva implícita la idea de espacio y tiempo en el que se suceden los hechos en la realidad. La idea de movimiento de santo Tomás es la misma que la de Aristóteles: el paso (le la potencia al acto. Tomás también tomó de Aristóteles la idea de las cuatro causas: material, formal, eficiente y final. a) La causa material es el sujeto que recibe la determinación o forma de la causa eficiente. b) La causa formal es la que modifica o da forma a la materia c) La causa eficiente es aquella que con su influjo o acción determina la existencia (le un nuevo ser. Así, la causa eficiente modifica una materia infundiéndole una nueve determinación o forma, que constituye el nuevo ente existente: el efecto. d) La causa final es la última en lograrse, pero es la primera en pensarse. Por ejemplo, cuando queremos ir a un lado, lo primero que hacemos es pensar a dónde vamos. Si Dios creó al mundo es porque tenía en mente qué quería hacer y a dónde quería llegar. 64 Pongamos un ejemplo para entender esto. Pensemos en Miguel Ángel cuando esculpió La Piedad. La causa final es la que movió a Miguel Ángel a hacer tan hermosa escultura, que pudo ser su devoción a la Virgen o su deseo de expresar belleza sobre un tema bastante triste: tener en el regazo a un hijo muerto. La causa eficiente es la acción hábil, basada en muchos años de experiencia de Miguel Ángel, así como los instrumentos que utilizó para hacerlo. El mármol es la causa material, el cual va a recibir las determinaciones de Miguel Ángel, es decir, los golpes de cincel; finalmente, la causa formal son las modificaciones que va tomando el mármol y que la transforman en una obra de belleza soberbia. En cuanto al tiempo lo explica de esta manera: nosotros tenemos idea del tiempo pasado, lo mismo que del presente. Pensar en el futuro nos remite por lo común a la idea del infinito, porque no podemos imaginarnos cuándo se detiene el tiempo. Pero si nos fijamos con más cuidado nos daremos cuenta que si pensamos en el pasado también llegamos a la idea de infinito, pues no sabemos cuándo empezó. Entonces, como sin querer, la idea de tiempo siempre nos lleva a la idea de Dios creador, pues tuvo que haber un inicio y tiene que haber un fin hacia el que se dirige todo. Así, la vida en el mundo se explica como un proceso natural en el que todas las criaturas se dirigen a su creador. Es en ese proceso donde se manifiestan el movimiento, el cambio, el tiempo y el espacio de la realidad natural. Para santo Tomás, el tiempo puede entenderse igualmente en el sentido material que en el espiritual: «... nuestra noción del tiempo está causada por la percepción del fluir de la hora, y la de eternidad lo está por la idea de la hora permanente», de esta manera, podríamos decir que el tiempo terrenal sería la sucesión de momentos en un espacio igualmente determinado, propia de seres finitos y, por tanto, contingentes, quienes deben su existencia al ser necesario, Dios. El mundo depende de Dios no sólo en su comienzo, sino también en su duración. Por su parte, la eternidad es propia de Dios, a quien, como nos había mostrado Aristóteles, le compete la actualidad y la existencia pura. Dios puede ser conocido por la razón de modo imperfecto, ya que es infinito y la inteligencia humana es finita. A Dios no se le puede conocer desde la finitud del hombre. Por lo mismo, Tomás de Aquino establece que de Dios solamente podemos saber lo que no es. El conocimiento de Dios está fuera de los sentidos; el hombre puede alcanzar una explicación analógica o paralela de la existencia de Dios; es decir, no podemos conocer a Dios de manera directa, pero sí lo podemos conocer a través de sus obras, por ejemplo, el universo, el mundo, el mar y la naturaleza, así como a la mayor de sus creaciones, que sería la persona humana. La visión cristiana del mundo necesitaba también ser repensada a profundidad y en nuevo contexto. San Agustín reflexionó poco acerca de la filosofía de la naturaleza. No obstante, su influencia había sido mucha. El cambio más importante se refiere a la concepción misma del universo, no en su representación astronómica, sino en su significación general: Tomás sustituye el mundo de Aristóteles cerrado sobre sí mismo, sin verdadera historia, permaneciendo siempre idéntico a sí mismo en un movimiento cíclico, por un universo radicalmente dependiente de Dios. Tal cambio implicaba una 65 manera nueva de comprender el universo y al hombre. 4.3 Las influencias del pensamiento de san Agustín y santo Tomas de Aquino en el cristianismo actual El pensamiento cristiano fue una novedad en la época antigua. La religión de los romanos era politeísta. Existían dos tipos de creencias: la oficial y la familiar. La primera era una adaptación de la griega. Los dioses griegos del monte Olimpo fueron los mismos que adoptaron los romanos, aunque con otros nombres: Zeus (Júpiter para los romanos), Afrodita (Venus), Artemisa (Diana) o Apolo, entre otros. Estos dioses y semidioses hacían su vida aparte y no se ocupaban de los hombres, a menos que uno de ellos se enamorara (le un mortal, porque en esos casos no se detenían hasta satisfacer sus deseos. La religión familiar veneraba a los dioses domésticos lares, manes y penates. El Dios cristiano era en cambio un dios único, personal, cercano y preocupado de sus hijos. Pero además los cristianos presentaban una serie de ideas completamente nuevas para los paganos. Entre otra, se podrían citar: la creación, la contingencia del mundo, la caída del hombre por el pecado y su sepa ración de Dios, la naturaleza espiritual humana, la aparición de Dios entre los hombres bajo la figura de Jesucristo, la segunda venida de Cristo y la redención humana en el Reino (le Dios o la evangelización del mundo, por citar sólo algunos. Los ciudadanos romanos comunes no podían entender muchas de estas nuevas ideas. Por ejemplo, no comprendían la creación en nihilo (a partir de la nada). Para los griegos, y posteriormente para los romanos, la creación se había realizado a partir del caos, pero era algo que ya existía. Otra idea que no cabía en su cabeza era que el hombre fuera pecador, sólo por el hecho de que Adán y Eva hubieran pecado. Como éstos, eran muchos los temas de la nueva religión que no comprendían, por lo que la rechazaban. Pero los que verdaderamente presentaban un problema eran los paganos que poseían altos niveles de cultura. Sobre todo, había algunos que dominaban la filosofía griega. En aquel entonces había tres corrientes filosóficas predominantes. 1. El neoplatonismo, fue en principio el más atractivo para el cristianismo, por la distinción entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, queriéndose identificar lo sobrenatural, lo divino, la salvación eterna con el mundo de las ideas. 2. El aristotelismo, que era más difícil (le cristianizar por su empirismo y «materialismo». 3. El estoicismo, pues como vimos anteriormente, había logrado trascender hasta la época romana. Su más grande representante en esa época fue Séneca, quien promovía el dominio de la razón sobre las inclinaciones naturales del hombre. 66 Pero los primeros pensadores cristianos, lejos (le rechazar las categorías de pensamiento grecolatino, lo que buscaron fue absorber y fusionar ambos pensamientos. Así, la filosofía cristiana es el resultado de una síntesis y una fusión entre la tradición filosófica pagana (la filosofía griega y latina) y los postulados de la nueva religión. La filosofía cristiana tiene tres grandes pilares: uno histórico, la patrística y dos intelectuales: san Agustín y santo Tomás de Aquino. Aclaremos cada uno de ellos. El pensamiento cristiano La patrística Los primeros pensadores cristianos. Son tos padres de la Iglesia que elaboraron los primeros argumentos doctrinales para defender a la Iglesia. San Agustín de Hipona Elabora la primera doctrina de la Iglesia. Su perspectiva es platónica. Santo Tomás de Aquino Elabora la segunda doctrina de la Iglesia. Sustituye a la agustiniana. Hasta la fecha la Iglesia sigue siendo tomista. La patrística «Cuando el cristianismo se fue arraigando y creció, provocó la suspicacia y la hostilidad no solamente de los judíos y de las autoridades políticas, sino también de los intelectuales y escritores paganos. Algunos de los ataques fueron debidos simplemente a ignorancia, a crédulas sospechas, al miedo a lo desconocido, a las representaciones erróneas, pero también se lanzaron ataques en el plano teorético, sobre bases filosóficas y no meramente teológicas. Se encuentran, pues, elementos filosóficos en los primeros padres y apologistas cristianos. Sería evidentemente ocioso buscar allí un sistema filosófico, puesto que el interés de aquellos escritores era primordialmente teológico, defender la fe») En la antigua Roma había muchas escuelas filosóficas tradicionales, donde los pensadores habían recibido una formación filosófica heredada de los griegos. Algunos pensadores cristianos se valieron de la filosofía griega con la intención de defenderla y difundir la nueva religión. Esos primeros cristianos son los llamados padres de la Iglesia. Por lo mismo, a esta etapa del pensamiento cristiano se le conoce como Patrística. Esta etapa abarca los ocho primeros siglos, aunque básicamente se centra en los seis primeros. Se les considera los primeros defensores de la fe. Con sus escritos defendieron y construyeron la doctrina de la Iglesia. Tuvieron que enfrentarse a grandes corrientes como el gnosticismo, que trataba de explicar racionalmente la fe; el montanismo, que proponía que los cristianos se alejaran 67 del mundo, pues era lugar de perdición y pecado. Algunos autores clasifican a los padres de la Iglesia de la siguiente manera: • Padres de la Iglesia (le Occidente (san Ambrosio, san Agustín de Hipona, el papa san Gregorio 1 y san Jerónimo). • Padres de la Iglesia de Oriente (san Atanasio, san Basilio, san Juan Crisóstomo y sao Gregorio Nacianceno). • Los primeros padres orientales (Clemente de Alejandría, san Justino Mártir y Orígenes). • San Irineo y a san Juan Damasceno. Cuando se enfrentaron los primeros cristianos con los filósofos sucedió que los primeros no tenían argumentos muy sólidos. «Los primeros escritores de la patrística se mostraron, pues, más bien defensivos ante el ataque hostil; pero a medida que se afianzaba el cristianismo, desarrollaron su pensamiento y su formación intelectual; el elemento filosófico tendió a hacerse más claramente reconocible en sus obras» La filosofía se consideró un arma para defender con la razón sus creencias religiosas. No obstante, quienes sabían filosofía no practicaban la religión cristiana. San Agustín Agustín de Tagaste, mejor conocido en la Iglesia como san Agustín de Hipona, pues fue obispo de esa ciudad africana (actualmente tiene el nombre de Annabad). Se le distingue como el primer gran pensador que tuvo la religión católica. Si bien en un sentido se le considera uno de los padres destacados de la patrística, su importancia para la Iglesia hace necesario que lo tratemos aparte. Su actividad como sacerdote y su gran inteligencia le llevaron a entrar en polémica con los pensadores romanos formados en la sabiduría clásica, pero también a enfrentarse con los líderes de las numerosas sectas y variantes del cristianismo (como el arrianismo, el nestorianismo, el donatismo, el monofisismo, el gnosticismo, entre las más destacadas). Así, san Agustín estableció una dirección doctrinal que prevaleció posteriormente en la Iglesia. San Agustín fue capaz de armonizar algunos postulados de la filosofía helenística y la revelación cristiana. Tras la caída del imperio romano se intentó hacer una reconstrucción intelectual de Europa. La filosofía de San Agustín se convirtió en el primer pensamiento sistematizado del cristianismo. La filosofía agustiniana era de tipo platónica. Su influencia y autoridad en la iglesia se mantuvo hasta el siglo XIII. En ese siglo se realizó la nueva síntesis del pensamiento cristiano, la cual correspondería a San Tomás de Aquino, quien introdujo a Aristóteles a la filosofía cristiana. San Agustín realiza una adaptación de la filosofía al cristianismo. Desde luego que parte de una previa adaptación realizada por los pensadores cristianos del siglo III. En su obra analizará los distintos sistemas filosóficos griegos mostrando una especial admiración por la obra de Platón, la cual conocía sobre todo por su atenta lectura de los diálogos Fedón y Timeo. 68 La primera gran aportación de San Agustín consistió en establecer una distinción entre el mundo material y el mundo espiritual. Esa distinción la hace en el libro La ciudad de Dios. Allí narra la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, dirigidas por la providencia divina. Se sostiene que el desarrollo de la historia del hombre, movido por Dios, en orden a la consecución del bien universal. La providencia lo abarca todo, la existencia del bien que Dios quiere, y la presencia del mal que Dios permite para que se obtenga de él beneficios mayores. Así, para S. Agustín el proceso histórico es la lucha entre la ciudad terrenal (la construida por el egoísmo humano) y la ciudad de Dios, dirigida por la caridad. En realidad, al hombre siempre le mueve el amor, que puede tener un doble sentido, el primero hacia intereses materiales y el otro hacia la caridad. El hombre elige libremente entre los dos sentidos. Según la opción la historia avanzará negativa o positivamente, pero siempre en orden al fin que la providencia de Dios ha previsto. San Agustín no se preocupó por elaborar alguna prueba de la existencia de Dios. Propone diversos argumentos que ponen de manifiesto su existencia. Uno de sus argumentos se refiere al orden observable en el mundo. Dios existe y es el Ser Supremo ordenador. Lo valioso y admirable en la filosofía agustiniana está en el haber partido del interior del hombre para buscar la fundamentación de la existencia de Dios y, a partir de esa interiorización, ir al encuentro con Dios, que se nos descubre como verdad y como amor que guía nuestro espíritu en la búsqueda. Para san Agustín predomina la fe sobre la razón; «creer para comprender». De acuerdo con esto, debemos partir de los dogmas de la fe, que no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios (la sabiduría de los antiguos no sería para (51 más que ignorancia). Santo Tomás de Aquino Su principal aportación a la historia de la filosofía fue lograr una reconciliación entre la filosofía aristotélica y la teología agustiniana. Pudo articular a la razón y la fe en el estudio de la metafísica, filosofía moral y religiosa. Aunque aceptaba la existencia de Dios como una cuestión de fe, propuso cinco pruebas de la existencia) Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible (tal como las presentaba Aristóteles) pueden ser compatibles y complementarias. Algunas verdades como el Misterio de la Encarnación pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras sólo por medio de la experiencia. Pero otras como la existencia de Dios son conocidas a través de ambas por igual; así la fe guía al hombre hacia su fin último: Dios; supera la razón pero no la anula. La filosofía tomista es la base actual de la religión cristina. Desde los días de san Agustín probablemente nadie ha ejercido tan poderosa influencia en la Iglesia como santo Tomás, a quien se conoce también como el «Doctor Angélico». Los papas, los presbíteros, los profesores universitarios y en general todos los interesados en los temas teológicos han encontrado conocimientos fundamentales en la sabiduría del filósofo de Aquino. Su importancia e influencia más importante puede explicarse si recordamos que representa lo mejor que el mundo cristiano ha conocido en filosofía y teología. La obra 69 de su vida puede resumirse en dos enunciados: estableció la verdadera relación entre fe y razón; sistematizó la teología. El papa Pío V nombró al santo de Aquino doctor de la Iglesia en 1567. 4.4 El pensamiento político de Nicolás Maquiavelo En el bloque anterior revisamos el pensamiento político de Platón y Aristóteles. Ellos nos describieron los tipos de gobierno que eran más usuales y cómo estaban constituidos Pero al mismo tiempo, su pensamiento era una justificación de por qué cierto tipo de ciudadano tenía el poder, mientras otros no podían alcanzarlo. Con Maquiavelo revisaremos la política desde una perspectiva distinta: la del realismo político. A él no le interesa cómo debería ser, sino cómo realmente es. Así, no se detiene por las cuestiones morales, sino que formula los medios por los cuales el poder político puede ser establecido y mantenido. Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469. Su padre era abogado y se desempeñaba como notario. Siempre fue un sujeto de medianos recursos, pero muy hábil para adquirir tierras productivas, que le heredó a su hijo Nicolás, a quien le procuró una buena educación. Algunos autores sostienen que el joven Nicolás estudió en la Academia de los Medici, una especie de universidad que retomaba el pensamiento y el espíritu de la filosofía platónica y que era impulsada por la poderosa familia florentina. Los Medici ejercieron el control sobre la provincia de la Toscana a fines del siglo X\ lo perdieron un tiempo y lo recuperaron en la primera década del XVI. Maquiavelo estudió además historia y escribió sobre política y literatura. Inició su carrera política en 1494, justo cuando los Medici eran desplazados del poder en Florencia. Desempeñó puestos públicos en la diplomacia con tan buen éxito que en 1498 ocupó el puesto de canciller. Se distinguió como un gran estadista en la república que se formó a partir de la caída de la familia Medici. Tuvo que enfrentarse a César Borgia, el hijo consentido del papa Alejandro VI (su nombre real era Rodrigo Borgia). Fue contemporáneo de Tomás Moro y de los grandes artistas florentinos como Leonardo da Vinci. Murió en 1527. En la época del Renacimiento, Italia estaba dividida en varios reinos, ducados y principados; algunos de ellos eran Turín, Milán, Florencia, Bolonia, Ferrara, Roma, Benevento, Siena, Génova, entre otros. Las ambiciones y rivalidades entre estos pequeños países provocaban que hubiera continuas guerras, con los consecuentes gastos, muertes y pobreza para el pueblo; pero también permitía que las naciones más débiles y pequeñas fueran una tentación para que los grandes países se quisieran apoderar de ellas. Pero las dificultades no sólo eran internas: también había guerras contra países no italianos. 70 El Vaticano era una de las fuentes de discordia no sólo entre los países italianos, sino también con otras poderosas naciones europeas como España, Francia, Inglaterra y los principados alemanes, entre los más notorios. La Iglesia, con su poder y sus riquezas, participaba activamente en la política. Algunos reyes eran fieles y reconocían el poder del Papa como soberano espiritual, como era el caso de España; otros reyes lo aceptaban como jefe de la cristiandad, pero lo consideraban un enemigo que se oponía a sus intereses. En este escenario político y social es que se mueve Maquiavelo. Los poderosos banqueros Medici habían traído prosperidad y riquezas a Florencia, pero la gente se había cansado de los gastos que hacían, sobre todo de parte de Lorenzo de Medici, a quien le gustaba gastar en arte. Los dirigentes de la nueva república delegaron mucho del gobierno de este importante centro financiero y cultural a su canciller Maquiavelo. Pero nadie a quien le vaya bien se libra de envidias. Para desplazarlo se urdió una intriga contra él y se le acusó de traición. El plan estaba tan bien armado que los dirigentes lo creyeron y desterraron a Maquiavelo. Tuvo que vivir en su finca exiliado. Y aunque allí la pasaba con comodidad y tranquilidad, él anhelaba volver a la vida política, la cual era su pasión más grande en la vida. Así se expresaba Maquiavelo en 1513 en una carta a su amigo Francesco Vettori: «Vivo en esta finca mía, y desde los últimos sucesos políticos, no suman veinte los diferentes días que he estado en Florencia. Hasta ahora cazo tordos... Cuando llega la hora de comer, lo hago con mi brigada de trabajadores, alimentándome con lo que mi pobre finca y escaso patrimonio me produce... sumido en esta villanía impido que se enmohezca mi cerebro». Si comparamos la situación en que vivía Maquiavelo con la forma en que vivía la gente pobre de aquel entonces nos percatamos de que es falso que viviera con restricciones como afirmaba en la carta; lo que es cierto es que así se sentía, si se compara con la forma como antes vivía. Para que su cerebro estuviera trabajando —corno él decía— escribió uno de los libros más conocidos en el ámbito de la política: El príncipe. Esta fue su obra más famosa, y fue escrita — según afirmaba— para que los gobernantes aprendieran el arte de llevar la administración pública. En realidad, el libro tenía una finalidad oculta; se escribió con la intención de reiterarles a los Medici que en cuestiones políticas simpatizaba con ellos. El tema central del libro giraba en torno al problema que representaba la división de Italia. Para unificarla, Maquiavelo proponía en primer lugar a un príncipe. En segundo lugar sugería la forma en que esa persona habría de llegar al poder. Gran parte de su obra está dedicada a sugerir esta estrategia. Con Maquiavelo da inicio una nueva forma o método de pensar en cuestiones políticas. Su método consiste en hacer una descripción de los acontecimientos políticos, partiendo desde luego de su propia experiencia política. Maquiavelo era un hombre práctico; no era muy dado a las cuestiones muy teóricas, así que nos habla en el libro desde su experiencia. «No puedo ofreceros —afirmaba— mejor regalo que el de procurar sepáis en brevísimo tiempo cuánto he aprendido en tantos años y con tantas molestias y 71 peligros». Al describir al príncipe que unificaría a Italia señala que sería un hombre comprometido, responsable, que no se dejara manipular; un gran legislador, una especie de arquitecto del Estado, la sociedad y sus instituciones morales, religiosas y económicas. Que supiera cuidar y atender las dificultades; que conociera cómo resolver los problemas presentes para que en el futuro no fueran irremediables. Se puede llegar al poder por méritos propios, por el apoyo del pueblo, por el apoyo de otros príncipes o por medio de crueldades. De esta manera, aunque mostraba que lo propósitos del pueblo son mas honrados que los de la nobleza, encontraba a la crueldad como la más adecuada para el caso de la unificación de Italia. Distingue entre un buen y un mal uso de la crueldad. En el buen sentido, las crueldades, el uso de la fuerza y los castigos tendrán el fin de evitar enfrentamientos sin sentido, como los que se vivían en aquel entonces, y establecer un orden eficiente. Así no importaba la fama de cruel que tuviera un príncipe siempre y cuando fuera para conseguir la obediencia y fidelidad de os súbditos. El príncipe debería conseguir ser amado y temido a la vez para lograr ser respetado como dirigente, apareciendo como un sr piadoso, fiel, humano, religioso, integro, pero con el carácter decidido para actuar en la forma que se requiriera. Afirmaba que todos los medios son buenos o se justifican si son para defensa de la patria, así sean medios vergonzosos, humillantes u honorables; si para evitarle a la sociedad un mal mayor se cometen males menores, entonces estas acciones son justificadas. La idea anterior ha llevado a algunos a afirmar que la postura de Maquiavelo puede resumirse en la frase el fin justifica los medios, pero esa frase no es de la autoría de Maquiavelo. Según Maquiavelo, la sociedad es la gran entidad por la cual se deben esforzar los gobernantes, anteponiendo el bien común sobre los bienes particulares. Sostenía que quien ostenta el poder en la sociedad es responsable de la paz y la seguridad de su Estado, y toda acción que sirva para lograr estos propósitos es aceptada y justificada. El gobernante no buscará sus propios beneficios porque los ciudadanos se darán cuenta y le aborrecerán y buscarán el momento y los motivos para destituirlo. El buen gobernante debe ser astuto, hábil en el manejo de recursos para mantener contento a su pueblo o Estado. De acuerdo con Maquiavelo el Estado debe ser fuerte, con plena autonomía. 72 4.5 Contexto en el que se desarrolla la reforma protestante propuesta por Martín Lutero. Martín Lutero nació en Eisleben, Alemania, el 10 de noviembre (le 1483. Pasó una infancia POCO alegre. Su madre era POCO afectuosa Y a veces un tanto fanática. Su padre trabajaba una mina que era (le su propiedad; hombre (le carácter tosco, pero preocupado por el futuro (le su hijo. El hubiera deseado que Martín fuera ahogado, pero el hijo deseaba seguir la carrera eclesiástica. En 1505 ingresó a un convento agustino de Erfurt, lo cual fue fundamental, pues sostendría el pensamiento agustino en el futuro. En sus inicios, el joven sacerdote Lutero comenzó a enseñar teología en la universidad de Wittenberg. Conforme fue madurando se involucró cada vez mis en la iglesia. En 1510 fue enviado a Roma para que desempeñara una comisión del convento, lo cual le alegró mucho, pues Roma va era desde entonces el centro de la Iglesia católica. Había esperadlo encontrar en el Papa y su séquito a personas modelo (le la vida cristiana. Pero quedó sorprendido y horrorizado al contemplar la corrupción que existía en el lugar que él creía verdaderamente santo. Encontró a personas llenas de vicios y sin principios y propósitos positivos. Toda esto empezaba por el propio Papa. Era común comprar papeles que otorgaban el perdón a quienes habían cometido graves daños. También se comercializaban los cargos. Así, se convertía en obispo o cardenal a personas que nunca antes habían pertenecido a la Iglesia como miembros regulares. Todo se comercializaba, aprovechando la fe y la buena voluntad de las personas, pero también su ignorancia. La respuesta de la santa Iglesia no se hizo esperar: acusaron a Lutero de hereje por tener una postura diferente a la Iglesia y se le excomulgó de la Iglesia apostólica y romana. Todo esto causó un gran resentimiento y decepción en Lutero hacia su misma Iglesia. Esta era la Roma que había estado en poder de la familia Borgia. Julio II y ahora de León X. En efecto, hablamos anteriormente de Alejandro II y de sus hijos César y Lucrecia Borgia; ahora te podemos contar que León X en realidad se llamaba Giovanni de Lorenzo di Medici, quien era el segundo hijo de Lorenzo de Medici, llamado el Magnífico. A los trece años ya era cardenal y su llegada a ese puesto había sido por dinero y no por méritos o por haber realizado una carrera eclesiástica. Desde luego que estos hechos son absolutamente condenables. Estas personas de tan baja calidad moral provocaron que hubiera fuerte molestia hacia la Iglesia en general. Para criticar a la Iglesia en sus discursos Lutero se basaba en la Biblia, pero lo hizo también en sus escritos y enseñanzas. Sostenía que la Iglesia se conducía de manera muy distinta a como enseñaba la doctrina de la Iglesia. Por muchas razones la juzgaba corrompida por el poder y la ambición de sus dirigentes. En 1512, obtuvo el grado de doctor en teología. Este logro le permitió ser nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo varios monasterios. Ahora siendo ya una autoridad, tuvo la oportunidad de intentar modificar las iglesias a su cargo. Enseñó que el 73 perdón y la salvación eran algo que sólo se podían obtener mediante la piedad y gracia de Dios y no mediante papeles que se compraban. En esto podía tener razón, pero en lo que se equivocó seriamente fue en sostener que el hombre sería salvado sólo con su fe. La fe es necesaria sin duda para la salvación del alma, pero también es importante que las personas se porten bien a diario con sus semejantes. Las creencias de Lutero se radicalizaron más cuando se intensificó por parte de la Iglesia la venta de indulgencias a la comunidad, pues se necesitaba dinero para reparar la basílica de San Pedro. Esto impulsó a Lutero a enfocarse a la transformación de su comunidad dentro de un cristianismo más apegado a las enseñanzas básicas de los primeros cristianos y más alejado de la religión dirigida desde Roma. En un principio Lutero evitaba criticar al Papa, pero conforme la situación se tomó más complicada lanzó una acusación muy fuerte al papa León X. Afirmó entonces que la esencia del cristianismo no se encontraba en la organización encabezada por el papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Las críticas de Lutero no eran las únicas que habían existido. Ya desde los siglos XIV y XV habían existido molestias. Así, se le considera a Lutero el principal promotor de la reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 tesis en las que denunciaba las indulgencias y los excesos de la Iglesia católica. Estas 95 tesis publicadas las clavó a la puerta del castillo de Wittenberg. La serie de protestas trajo como secuencia un movimiento de renovación de las prácticas viciadas de la iglesia, por lo que se llamo la Contrarreforma. Pero en la práctica hubo también un intento de reprimir a quienes discrepaban. Tal sucedió con Lutero, a quien acusaron primero de borracho que no sabía lo que decía, pero luego las acusaciones subieron de tono. El papa León X lo condeno y excomulgo por hereje, mediante una bula de 1520. Con la copia de la bula que lo condenaba, Lutero realizo una sesión pública en la que quemo el manuscrito. En ese mismo año, Lutero rompió definitivamente con la Iglesia. Su pensamiento quedo plasmado en tres escritos reformistas: llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y Sobre la libertad cristiana. Finalmente, el rey Carlos I de España y emperador Carlos V de Alemania lo declaro proscrito tras escuchar sus razones en la Dieta de Worms de 1521. Pero Lutero tuvo un fuerte apoyo de la nobleza alemana, para transformarse en la cabeza de una nueva iglesia, una iglesia con normas diferentes. En esta nueva religión se quitaría el celibato y la religión sería más apegada a las enseñanzas básicas. Ante la persecución, Lutero permaneció un año escondido bajo la protección del elector Federico de Sajonia; pero sus ideas habían hallado eco entre el pueblo alemán y también entre algunos príncipes deseosos de afirmar su independencia frente al papa y frente al emperador, por lo que Lutero no tardó en recibir apoyos que lo convirtieron en dirigente del movimiento religioso conocido como la Reforma. Lutero emprendió la reforma de los sectores eclesiásticos que le siguieron y que 74 conformaron la primera Iglesia protestante, a la cual dotó de una base teológica. El luteranismo se basa en la doctrina (inspirada en escritos de san Pablo y de san Agustín) de que el hombre puede salvarse sólo por su fe y por la gracia de Dios, sin que las buenas obras sean necesarias ni mucho menos suficientes para alcanzar la salvación del alma; en consecuencia, expedientes como las bulas que vendía la Iglesia católica no sólo eran inmorales, sino también inútiles. Lutero defendió la doctrina del «sacerdocio universal», que implicaba una relación personal directa del individuo con Dios en la cual desaparecía el papel mediador de la Iglesia, privando a ésta de su justificación tradicional; la interpretación de las Sagradas Escrituras no tenía por qué ser un monopolio exclusivo del clero, sino que cualquier creyente podía leer y examinar libremente la Biblia, para lo cual ésta debía ser traducida a idiomas que todos los creyentes pudieran entender (él mismo la tradujo al alemán, creando un monumento literario de gran repercusión sobre la lengua escrita en Alemania en los siglos posteriores). Lutero aconsejaba a los príncipes alemanes de creencias protestantes expropiar las tierras eclesiásticas. Lutero y su concepto del hombre Hemos revisado el concepto del hombre en san Agustín, santo Tomás y Maquiavelo. Ahora lo haremos con Lutero. En Lutero predomina una concepción pesimista del hombre, pues según él está corrompido desde el pecado original (se refiere al pecado cometido por Adán y Eva). Por lo mismo, está privado de toda rectitud. Sólo con la ayuda de la gracia puede hacer algún bien. La rectitud moral, pues, no puede ser consecuencia de la libertad del hombre, ya que ésta no es más que una vana creencia. Todo depende exclusivamente de la voluntad arbitraria de Dios. Esto condujo a Lutero a un determinismo moral. BLOQUE 5 LÍMITES, ALCANCES Y ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO HUMANO UNIDAD DE COMPETENCIA Identifica los problemas que surgen en relación con las fuentes del conocimiento, los criterios de verdad y veracidad, la distinción entre conocimiento empírico y racional, y conoce la síntesis que se produce en la teoría del conocimiento moderno. 5.1 Importancia del problema del conocimiento Con la Edad Moderna aparecen nuevas preocupaciones y temas de reflexión: ¿cuál es el lugar e importancia del hombre en el universo?; ¿cómo es posible el conocimiento científico?, así como encontrar nuevas formas de vivir en la sociedad. Esto no quiere decir que las cuestiones religiosas y teleológicas quedaran totalmente marginadas, sino 75 que tan sólo dejaron de ser las únicas y centrales. El problema del conocimiento tuvo un gran auge en el marco histórico de una nueva época: la moderna. A inicios de ésta prevalecieron dos grandes corrientes de pensamiento que explican ese problema: el racionalismo y el empirismo. El racionalismo El racionalismo adoptó una postura crítica frente al pensamiento escolástico. El pensamiento de santo Tomás era considerado una autoridad que no se podía cuestionar. Los racionalistas rechazaron que tuviéramos que aceptar alguna idea sólo porque alguien prestigiado lo decía, sin tener que cuestionarlas. En ese sentido, el racionalismo adoptó una postura que pretendía atender los problemas que surgían en la época. Dado que en ese momento estaba surgiendo la ciencia, el racionalismo tomó como referente a la ciencia moderna y como modelo al método matemático. El más reconocido racionalista fue René Descartes, para quien la posibilidad de establecer un conocimiento cierto, fuera de toda duda, constituyó la principal preocupación de su filosofía. Su intención era encontrar la verdad mediante el solo uso de su razón, para construir un pensamiento similar al de la ciencia, por lo que trató de estructurar un sistema de proposiciones indudables. Como en la ciencia, todos los elementos constitutivos deberían estar relacionados y bien fundamentados. El empirismo En la Gran Bretaña surgió una corriente que se opuso al racionalismo: el empirismo. El iniciador del movimiento empirista en la época moderna fue el filósofo inglés John Locke (1632-1704); posteriormente destacó Jorge Berkeley (1685-1753). Correspondió al escocés David Hume (1711-1776) continuar la tradición empirista. Sólo que Hume condujo la corriente hasta sus extremos. La síntesis kantiana y el sistema hegeliano El problema entre empiristas y racionalistas puso a unos filósofos contra otros, y las discusiones se alargaron hasta el siglo XVIII. Emmanuel Kant, un sencillo pero sobresaliente filósofo, desarrolló una propuesta que podía explicar cómo funcionaba la ciencia, cómo se podía solucionar la disputa entre ciencia y religión, al mismo tiempo que explicar las diferencias entre racionalistas y empiristas. Por otro lado Hegel intentó construir un sistema de filosofía que vinculaba las cuestiones metafísicas más abstractas con los 76 temas concretos. Partió del concepto de espíritu y la forma como éste se desarrollaba en la historia. La crisis del saber aristotélico-tomista y la aparición de la duda metódica como un nuevo criterio de verdad. En la época de Descartes el mundo entró en crisis. El avance de la ciencia, el surgimiento del Renacimiento artístico y cultural, así como los descubrimientos geográficos pusieron en duda el mundo hasta entonces conocido. Los siglos XVI y XVII marcaron el inicio de una época de grandes y súbitos cambios en todos los aspectos y contribuyeron a romper los estrechos límites de un mundo marcado por la tradición y el dogma. Algunos de estos hechos fueron: - Los viajes de Cristóbal Colón y Américo Vespucio, los cuales confirmaron que América era un nuevo continente. - El viaje de circunnavegación, que inició Fernando de Magallanes y concluyó Sebastián «Elcano», mostró que la Tierra era redonda. - Los descubrimientos científicos de Galileo y Kepler mostraron que el universo tenía una estructura compleja que podía ser comprendida por leyes basadas en las matemáticas. Galileo perfeccionó un telescopio con el que pudo observar la luna, los satélites de Júpiter, entre otros cuerpos celestes, así como sus aportaciones relativas a la Ley del péndulo, los principios del equilibrio y la explicación del movimiento. Kepler, por su parte, había escrito el libro Astronomía Nova, en el que estaban contenidas dos de sus tres famosas leyes acerca del movimiento de los planetas. - William Harvey, publicó en 1628 su libro Un estudio anatómico sobre la moción del corazón y de la sangre de los animales, en el que argumentó su teoría de que la sangre era bombeada alrededor del cuerpo por el corazón, en un sistema circulatorio. Éstos y otros avances científicos pusieron en evidencia la falsedad de muchos de los conocimientos y creencias que hasta entonces se tenían del mundo y sus fenómenos. Para colmo, la Iglesia vivió una crisis que desembocó en el nacimiento de la corriente protestante que, como sabemos, terminaría por separarse. La idea que se tenía del mundo y cómo estaba estructurado terminó por desmoronarse. Esta situación provocó un gran escepticismo. La pregunta formulada con mayor insistencia en ese entonces era ¿en qué se puede realmente confiar? Para los inicios del siglo XVII, la humanidad estaba ante la necesidad de poner en duda lo que hasta entonces había creído, pero también de construir nuevos cimientos. Había muchas dudas acerca de si las formas utilizadas hasta entonces, para conocer los fenómenos, eran las adecuadas. ¿Cómo podemos afirmar la veracidad de lo que conocemos?, ¿Puede un fenómeno ser conocido?, ¿Qué método hay que seguir para constituir un conocimiento válido? En ese momento histórico vivió Descartes. 77 La concepción cartesiana del mundo y de Dios como consecuencias del descubrimiento del cogito y la superación del solipsismo Como ya vimos, a René Descartes (1596-1650) se le considera el padre de la filosofía moderna, porque en lugar de aceptar la realidad como algo ya dado, tuvo la capacidad de cuestionar la forma en que vamos a conocer. A partir de Descartes la pregunta inicial no es tanto de tipo ontológica: ¿qué es?, ¿qué existe?, sino de tipo epistemológico: ¿cómo lo puedo conocer? Debido a que su filosofía estaba basada en la raz6n, se le conoce como el fundador de la corriente racionalista. Veamos con sus palabras cómo expresaba este ambiente de duda e incertidumbre generalizado en que vivía, pero también la necesidad de construir algo sólido sobre lo cual basar sus creencias: «He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias... Ahora bien, para cumplir tal designio, no me será necesario probar que son todas falsas, lo que acaso no conseguiría nunca; sino que, por cuanto la razón me persuade desde el principio para que no dé más crédito a las cosas no enteramente ciertas e indudables que a las manifiestamente falsas, me bastará para rechazarlas todas con encontrar en cada una el más pequeño motivo de duda». El joven noble francés se hizo mayor y vivió en medio del ambiente escéptico y revolucionario de sus días. Leyó los descubrimientos de Galileo y Harvey con especial interés, y dada su facilidad para las matemáticas los pudo comprender a cabalidad. Después de haber valorado la importancia de los escritos de Galileo y Kepler se convenció de que estaban formando nuevos conocimientos sobre la realidad. Era necesario crear un método para aquella ciencia, establecer una forma de hacerla que estaba emergiendo en aquel entonces y en la cual Descartes estaba profundamente interesado. Como tantos otros pensadores de la época, dudó de la credibilidad de la filosofía escolástica, pues los avances científicos mostraban una realidad que no correspondía con la que se enseñaba en las escuelas, la cual se basaba sólo en criterios de autoridad y no de discernimiento racional. De esta manera, Descartes empezó a desconfiar de las enseñanzas que recibió en la universidad, de lo que decían los libros y de lo que pregonaba la jerarquía eclesiástica, aun cuando era un convencido católico. Poco a poco se percató de que sólo podía confiar en los datos que le proporcionaban su experiencia y sus sentidos. Más tarde advirtió que sus sentidos podían engañarlo, por lo que concluyó que no tenía otra cosa que su pensamiento, el cual no podía negar porque lo utilizaba para poder cuestionarse sobre el mundo sensible. 78 Por ese entonces había muchos filósofos con ideas escépticas, que sostenían que nada podía ser conocido, pues siempre podría haber algún engaño que sedujera a la razón. Descartes, en cambio, no cayó en el escepticismo simple, pero tampoco en la confianza ciega. Decidió no dudar no tan solo porque era lo más fácil y lo que estaba de moda, sino por conducir su razón en orden y de esa manera encontrar certezas para su pensamiento. La duda en su filosofía era intencional y parte crucial de su pensamiento, pero ella no lo llevaba a creer que nada pudiera ser conocido, por el contrario, lo impulsaba a creer, lo cual sería un arma de importancia vital en el conocimiento del mundo. Los tipos de ideas. Las ideas innatas Descartes, como casi todos los filósofos, tenía claro que conocemos por medio de ideas. Él entendía por «idea» aquellos contenidos de la mente que referidos a objetos materiales (cosas) e ideales (de naturaleza mental) nos proporcionan una imagen de la realidad. De acuerdo con su origen dividía a las ideas en tres: Innatas: son aquellas ideas nacidas conmigo. No proceden ni de la experiencia externa ni de la construcción mental imaginativa, sino que el entendimiento las tiene en sí mismo por naturaleza. Son esencias inmutables y verdaderas, claras y distintas. Por ejemplo, las ideas de pensamiento, existencia, Dios, entre otras. Adventicias: las ideas venidas de fuera, a través de los sentidos, como la idea de azul. Ficticias: las que inventamos nosotros mismos; son producidas por la propia conciencia mediante nuestra imaginación y voluntad; por ejemplo, la idea del minotauro. De las tres, ¿cuáles le eran útiles? Sólo las innatas, porque de las otras dos no podía tener seguridad en cuanto a su verdad. Descartes lo decía así: «Pues bien, de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo. Pues tener la facultad de concebir lo que es en general una cosa, o una verdad, o un pensamiento, me parece proceder únicamente de mi propia naturaleza; pero si oigo ahora un ruido, si veo el sol, si siento calor, he juzgado hasta el presente que esos sentimientos procedían de ciertas cosas existentes fuera de mí; y, por último, me parece que las sirenas, los hipogrifos y otras quimeras de ese género, son ficciones e invenciones de mi espíritu. Pero también podría persuadirme de que todas las ideas son del género de las que llamo extrañas y venidas de fuera, o de que han nacido todas conmigo, o de que todas han sido hechas por mí, pues aún no he descubierto su verdadero origen. Y lo que principalmente debo hacer, en este lugar, es considerar, respecto de aquellas que me parecen proceder de ciertos objetos que están fuera de mí, qué razones me fuerzan a creerlas semejantes a esos objetos». Descartes insiste en que una idea sólo puede ser aceptada si se le presenta de manera 79 clara y distinta. Son claras aquellas que se imponen simplemente con la presencia a una mente abierta y podemos advertir todos sus elementos sin la menor duda; son distintas aquellas que no pueden confundirse con ninguna otra debido a que se nos presentan claramente diferenciadas y separadas de las demás, de tal manera que no podemos confundirlas con ninguna otra idea. Para René Descartes son ideas innatas los primeros principios del entendimiento, como el principio de identidad o el de no contradicción. También lo eran los conceptos matemáticos y algunas ideas metafísicas, como la idea, de causa y las de sustancia, entre las que incluía la idea de Dios. Creía pues, que la verdad tenía que encontrarse en una idea innata que se presentara al espíritu de manera clara y distinta. Descartes tenía una gran desconfianza por las ideas provenientes del exterior. Siempre tuvo temor de que sus sentidos lo engañaran y de las consecuencias que se seguían de esto; por ello sólo daba crédito a las ideas innatas. Además, tenía claro que la idea de Dios no podía formarse con ideas provenientes del exterior. Leamos qué nos dice al respecto René Descartes: «Enseñan los filósofos una máxima que es de perniciosas consecuencias. «Nada hay en el entendimiento que no haya impresionado antes a los sentidos». Las ideas de Dios y del alma nunca han pasado por los sentidos... ». Para Descartes la idea de Dios, que es la suma perfección, no pueden formarla los seres imperfectos como nosotros. Por lo mismo, estaba convencido de que ya la traíamos desde el nacimiento y que había sido puesta por Dios en nuestra mente. Como podemos ver en este fragmento, las personas ya nacemos con ideas, es decir, son innatas en nosotros. Gracias a ello podemos entender a Dios. Según Descarte, Dios es tan infinito que in ser finito y limitado como es el ser humano no podría formarse una idea de algo tan grande como ello. La duda cartesiana como método para distinguir la verdad de la creencia Inicia su filosofía dudando de lo que le rodea. Pero no quiere dudar por dudar. Por tanto, duda pero con una intención definida: encontrar una idea, un punto que sea seguro. Para lograrlo procede con orden; por eso se dice que su duda es metódica, es decir, hay un conjunto de pasos que su postura de duda va a seguir. La finalidad de la duda metódica no es simplemente cuestionar o poner en entredicho aquello que nos rodea, sino que es un método de conocimiento. «Nada se deberá dar por válido sin haberlo examinado con el método»; nadie como Descartes había dado tanta importancia al método. Para él, el encuentro de un método preciso es la primera condición del pensamiento. Y este método no se contenta con aproximaciones, no se contenta con una experiencia dudosa; quiere llegar a la certidumbre completa. De ahí que una de las claves del método cartesiano se encuentre en el deseo de superar todas las dudas... «Dudar para [después] no dudar, tal es la esencia del pensamiento crítico que Descartes coloca en el meollo de su razonamiento filosófico». «Con las reglas del método tenemos el marco general que nos permitirá discernir entre la verdad y el error».' 80 Después de haberlo seguido con detalle, Descartes se encuentra que lo único indudable es que duda y si tiene la capacidad de dudar es porque piensa, y si piensa es porque existe. Esto se sintetiza en la conocida frase: «Pienso, por tanto existo (Cogito, ergo sum)». Como producto de sus razonamientos Descartes aseguró la existencia del yo pensante. Concluyó: «Yo soy una cosa que piensa. De momento, el yo quedó reducido a la razón)» La primera virtud indudable que descubre Descartes es el sujeto que piensa sus propios pensamientos, principio con el que se afirma a sí mismo. Entonces, a la pregunta ¿qué es lo que existe?, ¿quién existe? La respuesta que ha obtenido Descartes es «existe el pensamiento; existo yo pensando; yo y mis pensamientos». A partir del anterior razonamiento Descartes podía estar seguro de que existen dos cosas: existo yo y mis pensamientos. Para tratar de resolver la situación en que se quedó, el filósofo recurre a la «Divinidad>'. Dios es la esencia perfecta que le garantizaba a Descartes la existencia de todo aquello distinto a sí mismo y sus pensamientos. Dios le aseguraba que podía pensar acerca del cuerpo, de los otros y de sí mismo, «pues Dios ni engaña ni se engaña. Es la garantía de verdad de lo que pienso». El argumento ontológico y su validez Descartes también trató de probar la existencia de Dios. En la historia hay dos pruebas tradicionales: el argumento de la existencia de Dios de san Anselmo y las cinco vías para demostrar la existencia de Dios de santo Tomás. La primera parte de la propia definición de Dios, y de allí se afirma su necesaria existencia. En la segunda santo Tomás parte de las evidencias que tenemos de la grandeza de Dios y de cómo su existencia es necesaria para que lo demás suceda. Descartes simpatiza con la postura de san Anselmo y declara su validez. De manera recurrente Descartes utiliza la prueba de san Anselmo. La prueba aparece por primera vez en la cuarta parte del Discurso del método y desarrolla diversas variantes del mismo en sus Meditaciones metafísicas. Las versiones de Descartes son menos formales que las de Anselmo, aunque más intuitivas. Ideas conclusivas sobre Descartes El método para pensar usado por Descartes dio un impulso definitivo a la filosofía y al pensamiento científico. Antes de Descartes los filósofos iniciaban su filosofar desde una perspectiva ontológica, por lo que se preguntaban: ¿qué existe?, ¿qué es la realidad? Después que las ciencias aportaron nuevos conocimientos y el saber aristotélico-tomista entró en crisis, la pregunta inicial cambió y se transformó en: ¿cómo puedo tener la certeza de los alcances de mi conocimiento?, ¿qué procedimiento debe seguir mi razón 81 para obtener conocimientos seguros? Al intentar justificar las reglas de la actividad racional, Descartes fundamentó sólidamente el pensamiento científico y aportó las bases de la matematización de la naturaleza. De esa manera, el enfoque iniciado por Galileo y continuado por Newton alcanzó un gran prestigio en los medios intelectuales. La ruptura consistió en abandonar la fe como medio para explicar las cosas. Por todo esto, Descartes es considerado padre de la filosofía moderna. A partir de él, el criterio para aceptar como válido el conocimiento fue la aportación de pruebas que sustentaran la aplicación del método científico. Explicar racionalmente la naturaleza se consideró suficiente para entender todo lo concerniente al hombre, al mundo y a la sociedad. Pero como siempre sucede, cuando se cambia una concepción filosófica, cambia el concepto de hombre. Aparece con Descartes nuevamente la separación entre cuerpo y alma. Ahora ser hombre es ser lúcido, consciente, tener capacidad de reflexionar, libre, ser capaz de vivir la interioridad y, sobre todo usar activamente la racionalidad. Con Descartes nuevamente la inteligencia tuvo el poder, la cual se va a ejercer sobre la materia inanimada. La inteligencia va a servir para tener control sobre la naturaleza, la producción y la sociedad. 5.2 David Hume como el representante del empirismo clásico El empirismo de John Locke Para entender la teoría de conocimiento de David Hume, que es el tema que veremos de manera amplia en este apartado, es necesario primeramente aclarar la teoría del conocimiento de John Locke. La revisión del pensamiento filosófico de este importante empirista inglés nos ayudará a comprender los antecedentes del empirismo. Locke, quien es el primer gran filósofo empirista de la época moderna, nació en Wrington, junto a Bristol. Sus padres practicaban la religión puritana. Escribió el libro Ensayo sobre el entendimiento humano. Inicia su filosofía con una declarada oposición a Descartes. Para él, el camino para obtener el conocimiento son los sentidos. Los empiristas sostienen que las ideas las formamos a partir de las percepciones. Toman la idea aristotélica de que nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los órganos de los sentidos. Locke afirmó que cuando nacemos tenemos nuestro cerebro como una pizarra en blanco, y nuestra mente la llenamos con los contenidos que proveen los sentidos. 82 Empirismo clásico de David Hume David Hume (1711-1776) nació en Edimburgo, Escocia. Era de familia noble, pero poco acomodada. Desde niño mostró tener un talento por encima de los demás estudiantes de su edad y a los 12 años ingresó en la universidad de su ciudad natal. En un principio había decidido estudiar leyes, actividad a la que llegó a dedicarse durante unos meses en Bristol. Posteriormente, se dedicó a la filosofía, pues no toleraba otra cosa que no fuera la investigación filosófica y el saber en general. Pronto abandonó su trabajo de abogado y con sus recursos y ayuda familiar viajó a Francia, donde permaneció entre los años 17341737, dispuesto a dedicarse exclusivamente a la filosofía. En 1737 regresó a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde vivió unos años con su madre y hermano. Durante su permanencia en Francia escribió su primera obra: Tratado sobre la naturaleza humana. Su libro tuvo muy poco éxito en un principio, lo cual significó un duro golpe para su estima. Llegó a decir en su autobiografía: «jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la naturaleza humana». No obstante, el éxito que obtuvo en 1742 con su libro Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano, le hizo olvidar por completo su fracaso anterior. Posteriormente escribió Ensayos de política y moral (1744); entre 1754 y 1762 escribió una obra no filosófica: Historia de Inglaterra, la cual tuvo éxito y sacó al filósofo de las limitaciones en que vivía. En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarlo a París como secretario de la embajada, cargo diplomático importante. Hume aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose a París, donde permaneció hasta 1766. Allí participó en las actividades de los enciclopedistas y los círculos ilustrados y entabló amistad con algunos de los personajes destacados de la época, como Rousseau. Por lo mismo, algunas personas lo consideran el más alto representante de la ilustración escocesa. En 1 769 regresó a Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación. Allí murió en 1776. David Hume, como John Locke, también era empirista. Por lo tanto, pensaba que todas nuestras ideas provenían de la experiencia sensible. Para él si algo no provenía de los órganos de los sentidos entonces era una idea falsa. Es importante en la historia del pensamiento por tres motivos principales: a) Llevó al empirismo hasta sus últimas consecuencias partiendo del análisis y clasificación de nuestras ideas. b) Influyó de manera decisiva en Kant y en muchos pensadores del siglo XIX. c) Mostró que la idea de causalidad podía llevar a precipitaciones si no se tenía el debido cuidado. 83 Los tipos de ideas y la percepción de ellas El empirismo toma la experiencia como la fuente y el límite de nuestros conocimientos. Para Hume, la experiencia está constituida por un conjunto de impresiones e ideas. Distingue la percepción en dos clases: «He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámonos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta de la usual. Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos». Para Hume lo que el sujeto percibe se reduce a impresiones e ideas: a) Las impresiones son contenidos mentales más intensos y violentos como son las sensaciones, las pasiones y las emociones. b) Las ideas que son contenidos mentales menos intensos, tanto en el pensamiento como en el razonamiento. La relación que existe entre las impresiones y las ideas es la misma que la del original a la copia. Todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas. Es decir, las ideas derivan de las impresiones, las cuales son los elementos originarios del conocimiento. El filósofo Manuel García Morente nos deja esto claro mediante un ejemplo: «Supongamos que ahora tengo la impresión de verde, y que más tarde, pienso en verde, ya sea que recuerde o imagine algo verde; en ambos casos es una idea. En el momento que vi verde tuve una impresión, lo otro es una idea. Como se puede ver, las ideas son reproducciones de lo percibido». Para Hume una proposición será verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión; y falsa si no hay tal correspondencia. «Por tanto, si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea alguna no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva la supuesta idea, y si es imposible asignarle una; esto serviría para confirmar nuestra sospecha» [de que es falsa]. Las impresiones, por su parte, pueden ser de dos tipos: de sensación y de reflexión. Las impresiones de sensación, cuya causa es desconocida, las atribuimos a la acción de los sentidos, y son las que percibimos cuando decimos que vemos, oímos, sentimos, etc.; las impresiones de reflexión son aquellas que van asociadas a la percepción de una idea, como cuando sentimos aversión ante la idea de frío y casos similares. Además, las impresiones pueden clasificarse también como simples o complejas; una impresión 84 simple sería, por ejemplo, la percepción de un color, una impresión compleja, la percepción de una ciudad. La capacidad de la mente para combinar ideas parece ilimitada, nos dice Hume. Pero por poco que nos hayamos detenido a reflexionar sobre la forma en que se produce esta combinación de ideas se produce siempre siguiendo determinadas leyes: a) Ley de semejanza. Cuando dos o más ideas son semejantes, la presencia de una de ellas evoca a la otra; se unen y forman una idea compuesta. Por ejemplo, cuando la mente se remonta a los objetos representados en una pintura y así llega al original. b) Ley de contigüidad en el espacio y en el tiempo. Cuando dos o más ideas han sido percibidas, la presencia posterior de una de ellas evoca a la otra, se conjuga y forman una idea compuesta. Si alguien menciona una habitación de un edificio difícilmente podremos evitar que nuestra mente se pregunte por, o se represente, las habitaciones que están juntas; del mismo modo, el relato de un acontecimiento pasado nos llevará a preguntarnos por otros acontecimientos de la época; en ambos casos, está actuando la ley de asociación por contigüidad: en el espacio, en el primer caso; y en el tiempo, en el segundo caso. c) Ley de causalidad. Cuando una idea es causa de otra. La presencia de la primera evoca a la segunda; se conjugan y forma una idea compuesta. En el caso de pensar en un accidente difícilmente podremos evitar que venga a nuestra mente la pregunta por la causa, o por las consecuencias del mismo, actuando en este caso la ley de la causa y el efecto. Según Hume son estas tres leyes las únicas que permiten explicar la asociación de ideas. El carácter ficticio de las ideas de Dios. Yo, sustancia y causalidad Podemos hablar de dos tipos de conocimiento en Hume: el conocimiento de relaciones de ideas y el conocimiento de hechos. En el primer caso el conocimiento depende de las operaciones de entendimiento reguladas por el principio de no contradicción, por ejemplo, geometría, álgebra y aritmética; en el segundo caso, las operaciones del entendimiento están reguladas necesariamente por la experiencia, y están guiadas por la ley de asociación de la causa y el efecto. Hume es, pues, un hombre que sí cree en la ciencia y que se aferra a no creer en cuestiones que no tienen a sus sentidos como fuente de constatación. Mediante lo que él llama el método crítico trata de revelar la falsedad de las ideas metafísicas tradicionales: Dios, yo, sustancia y causalidad. Iniciemos la revisión, pues ésta nos va a ilustrar cómo procede Hume. El principio de causalidad 85 La relación causa y efecto se ha aceptado tradicionalmente como uno de los principios fundamentales del entendimiento, y como tal ha sido utilizado por los filósofos anteriores, tanto medievales como antiguos, del que habían extraído lo fundamental de sus concepciones metafísicas. Recordemos que una idea será verdadera si hay una impresión que le corresponde. Pues bien, no hay ninguna impresión que le corresponda a la idea de causalidad. Por ejemplo, dos personas juegan billar; una persona le pega a una de las bolas, la cual a su vez golpea a otra. Cualquiera diría que la fuerza de la primera bola fue la causa de que la segunda se moviera. Pero la otra persona que estaba en el billar, que era un empirista seguidor de Hume, diría: «yo no vi ninguna causa, lo que miré fue una bola correr y luego otra salió igualmente rodando. Eso vi, no vi causas, luego entonces las causas no fueron percibidas por mí, por lo que no puedo aceptar su existencia». Dado que la mente no percibe ningún sentimiento ni impresión interna de esta sucesión de objetos, consecuentemente, no existe ninguna cosa que pueda sugerir la idea de poder o conexión necesaria. ¿Cuál es entonces el valor del tradicional principio de causalidad? Ninguno, dirá Hume. Nuestro convencimiento de que las cosas pasan de acuerdo con una causa procede de la experiencia, el hábito o la costumbre. Nosotros nos convencemos de que esa sucesión es necesaria, pero en ningún caso la razón podrá ir más allá de la experiencia. Esta creencia le conducirá a criticar los conceptos metafísicos tradicionales como pueden ser Dios, el mundo, el alma o la sustancia, cuyo conocimiento se basa en el principio de causalidad. La idea de sustancia El término sustancia o, como se escribía antes, substancia, procede del latín substantia, que es, a su vez, la traducción del griego ousía. Su significado más general es el de «fundamento de la realidad» o «lo que está debajo». La sustancia, diría Hume, tampoco corresponde a algo real, porque no hay ninguna impresión a la cual podamos referir nuestra idea de sustancia. Lo que percibimos son cualidades sensibles. Tradicionalmente, los accidentes de sustancia siempre la determinan y le dan diferencia o particularidad, como la forma, el color o el tamaño, pues cada sujeto las percibe según capta, pero no como accidentes de la sustancia. ¿Hay alguna impresión —de sensación o de reflexión— que le corresponda a la idea de sustancia y sus accidentes? No, nos dirá Hume. Si a la idea de sustancia no le corresponde, pues, ninguna impresión de sensación ni tampoco ninguna impresión de reflexión, entonces es una idea falsa, producida por la imaginación. El alma y el yo Para la tradición metafísica la existencia del alma, una sustancia, material o inmaterial, subsistente y causa última o sujeto de todas mis actividades mentales (percepción, razonamiento, volición...), había representado uno de los pilares sobre los que ésta se había desarrollado. 86 Habiendo rechazado la validez de la idea de sustancia, ¿podemos seguir manteniendo la idea de alma o del yo? ¿De qué impresión podría proceder tal idea de alma? No existen impresiones constantes e invariables entre nuestras percepciones de las que podamos extraer tal idea del alma o del yo. No hay ninguna impresión que pueda justificar la idea de un yo autoconsciente. «El yo o persona no consiste en ninguna impresión aislada, sino en todo aquello a lo que hacen referencia nuestras distintas impresiones e ideas». En ese sentido negaría también al yo, el cual es entonces una abstracción. Dice al respecto el filósofo Manuel García Morente: «A la idea del yo no le corresponde ninguna impresión; no procede de ninguna impresión; es otra idea ficticia; es otra idea hecha por nosotros».' Rechazada, pues, la idea de alma, la pregunta por su inmortalidad resulta superflua. Dios Con respecto a la sustancia divina, es decir, Dios, afirma que no hay nada en los datos sensibles para negar o afirmar su existencia, por lo que se declara agnóstico. La crítica de la idea de Dios es concebida por Hume como una proyección de nuestra conciencia. «Nótese que Hume no sostiene que la causalidad o la divinidad no existan. Lo que dice simplemente es que mediante la experiencia, que es la única fuente de conocimiento, no podemos decir ni que existan ni que no existan» Ideas conclusivas de Hume Hume basa su escepticismo en dudar de todo aquello que no fuera percibido por medio de sus sentidos. Creía en las ciencias deductivas, pero desconfiaba de todo aquello que no presentara una evidencia sensible. A Hume le preocupaba que muchos filósofos gustaran de construir especulaciones filosóficas y llevados por la vanidad de su mente; más que por sistemas filosóficos, hacían pura especulación. Según él, el objetivo de la filosofía es destruir las ilusiones que crea la mente. «Remata, pues, el empirismo de Hume en un positivismo, en una negación de los problemas metafísicos». Con Hume se da paso a la teoría asociacionista. Con ello el psicologismo del empirismo ingles llega a su máxima exageración. 5.3 Kant, La crítica de la razón pura y su estructura, analítica y dialéctica trascendental. Kant es uno de los cinco grandes filósofos de la historia junto con Platón, Aristóteles, santo Tomas y Hegel. Nació en 1724 en Könisberg, una ciudad que entonces se encontraba en Prusia oriental y que ahora es parte de Alemania. Fue educado en el pietismo, una práctica religiosa protestante muy estricta y apegada a los preceptos bíblicos. Continúo su formación en el colegio Fridericiarum de su ciudad natal; ahí también estudio la universidad. Es más se sabe que nunca salió mas allá de unos kilómetros de su pueblo natal. Murió en 1804. A Emmanuel Kant se le conoce como el padre de la filosofía crítica (cristianismo). 87 Nunca se casó debido a que cuando fue joven no contó con los medios económicos para formar una familia. «Era muy bajito de cuerpo, no llegaba a 1.50 de estatura y era extraordinariamente flaco; tenía el pecho hundido y el hombro derecho más alto que el izquierdo... desde niño su salud fue precaria». Kant, al igual que Descartes, estuvo muy interesado en conocer y apoyar el pensamiento científico y matemático. Sólo que mientras Descartes se enfrentó a una ciencia que apenas iniciaba y que era repudiada y perseguida, Kant vivió cuando la ciencia físicomatemática de Newton era toda una realidad. Newton, en lugar de ser perseguido como lo fue Descartes, fue premiado por su obra. Además, en la época de Kant había una nueva mentalidad de apertura e impulso hacia el conocimiento. En efecto, en algunos países europeos se vivía la época de la Ilustración. Algunos autores incluso identifican a Kant como un ilustrado. Pero este movimiento científico tenía también influencia en la parte social y política. Había un ambiente en el que se discutía acerca de la libertad, la justicia y los derechos. Tanto la apertura de pensamiento científico como social desembocarían en la Revolución francesa. Escribió varios libros, pero los más importantes son: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica, Crítica del juicio, La metafísica de las costumbres y La paz perpetua, aunque desde luego la fundamental es la que primero citamos. La evolución de su pensamiento atravesó cuatro periodos: Periodo precrítico, que llega aproximadamente hasta 1765. Kant se encontraba muy apegado a la filosofía racionalista de Leibniz. Periodo de escepticismo, hasta 1769. Kant afirmaba que la lectura de las obras de Hume le hicieron apartarse del dogmatismo racionalista. Periodo crítico, que se inicia en el año 1770. En esta época consiguió entrar como profesor ordinario en la universidad de Könisberg. A este periodo pertenecen sus obras más importantes: Crítica de la razón pura, Prolegómenos a toda metafísica futura, Crítica de la razón práctica, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Crítica del juicio, De lo bello y lo sublime; Filosofía del derecho y La paz perpetua. Periodo postcrítico, a partir de 1800 dejó algunos escritos que fueron publicados por sus discípulos después de su muerte con el título de Opus postumum. Cuando Kant aprendió filosofía estaban en su apogeo las discusiones entre los empiristas y los racionalistas. Los primeros afirmaban que todas las ideas que teníamos se formaban a partir de los órganos de nuestros sentidos, mientras que los racionalistas afirmaban que las ideas eran innatas. Intentó superar las discrepancias entre ambas, estudiando las condiciones previas al planteamiento de los problemas del conocimiento y de la realidad. Quería superar el dogmatismo de la metafísica racionalista, basado sobre todo en su ciega confianza en la razón y en las ideas innatas. Pero también quería 88 acabar con el escepticismo de la corriente empirista. Al realizar su análisis de la situación, siempre tuvo en mente, además de contestar a las disputas sobre el conocimiento, fundamentar el conocimiento científico señalando sus límites. No obstante, la postura de Kant no era imparcial, pues tenía cierta inclinación por la filosofía de Leibniz. A Kant se le reconoce por su capacidad de conjuntar partes de ambas posturas y darles un sentido de armonía. Después de un estudio serio, que realizó por años, concluyó que ambas posturas tenían razón en algún sentido, pero estaban equivocadas en otro. Estuvo de acuerdo con los empiristas en que aprendemos gracias a nuestras sensaciones y percepciones, que tienen su origen en nuestros sentidos, pero aceptó que los racionalistas tenían razón en que no podían llegar tan sólo sensaciones, sin que fueran acomodadas en la mente. Para comprender esto pongamos un ejemplo. Supongamos que paseando por el campo con un amigo de la ciudad, viéramos una luz verdosa que pasara muy rápido junto a nosotros y desapareciera. - ¿Viste eso? —diría mi amigo de la ciudad. - Ah, sí, es un cocuyo —yo respondería. - ¿Qué es un cocuyo? —me diría nuevamente mi amigo. - Es un pequeño escarabajo que transmite una luz, fenómeno que los científicos llaman bioluminiscencia. Aquí en el campo hay muchos —concluiría. Uno de los problemas por resolver sería: ¿y cómo tenemos en la mente los conceptos como luz, escarabajo, verdosa, etc.? Gracias a que poco a poco te los fuiste formando a partir de lo que viste, oliste, oíste, etc., nos diría un empirista. El espacio y el tiempo. Las categorías Kant aceptaba esa primera parte, pero afirmaba que había dos estructuras que no se aprendían por los sentidos: el espacio y el tiempo. Para él el espacio y el tiempo eran categorías «puras»; con ello entendía que no procedían de la experiencia, pues no eran cosas, sino más bien intuiciones. De tal manera que lejos de derivarse de la experiencia eran supuestos de la misma: no se derivan de la experiencia, sino que ésta los supone ya. Nosotros podríamos pensar el espacio sin cosas, pero nunca podríamos pensar cosas sin espacio. Podríamos pensar cómo se mueve una persona en el espacio sin tener un antecedente, tal como lo hace un bebé, a quien nunca le hemos enseñado qué es el espacio, pero él gatea y se mueve en el espacio de su recámara. Las nociones de espacio y tiempo son fundamentales. Como ejemplo, pensemos en un deportista que cotidianamente requiere de un espacio para moverse en él de manera coordinada. Así, un basquetbolista va botando la pelota rumbo a la canasta contraria. De reojo observa a un compañero que se desmarca y le manda un pase adelantado y alto para que su compañero salte y enceste. El jugador desde luego tendrá que considerar que su compañero se desplaza a una cierta velocidad para mandarle el pase correcto. Un segundo más tarde o un metro más atrás, significaría que no haya éxito en el enceste. El basquetbolista del ejemplo lanza el pase a donde calcula que su compañero va a alcanzar a estar en un determinado tiempo. El deportista tiene las nociones de espacio y 89 tiempo, las cuales no es posible que tenga claras sólo por la influencia de los órganos de los sentidos. Las categorías, como las nociones de espacio y tiempo, son formas a priori, conceptos puros del entendimiento, que construyen los juicios sintéticos a priori y su resultado es el objeto de conocimiento. Si afirmo, por ejemplo, que una casa está construida de ladrillos, estoy formando un juicio asertorio y aplicando la categoría de existencia; o si digo que un fenómeno A es causa de B, en realidad estoy aplicando la categoría de causa-efecto. La necesidad y universalidad de la física y de las ciencias de la naturaleza en general tiene su fundamento en nuestro entendimiento, en las categorías. La objetividad de la ciencia física depende no del objeto exterior, sino de nuestro entendimiento y del uso adecuado de las categorías, que organizan una materia de conocimiento, que son los fenómenos de la sensibilidad. Las categorías las deduce Kant a partir de los distintos modos de juzgar, según el siguiente esquema: La filosofía anterior a él aceptaba que los sentidos eran afectados por los objetos. Él sostuvo que la mente humana no es pasiva, sino que desempeña un importante papel activo. La mente capta, pero no lo hace pasivamente, sino que en la mente humana la realidad percibida se acomoda. Asimismo, destaco que las nociones de espacio y tiempo son innatas, por tanto, aceptaba que los racionalistas también tenían una parte de razón. Con este esquema Kant presentaba la convergencia de ambas posturas. Con una argumentación impecable logró que tanto empiristas como racionalistas aceptaran esta intermediación. Kant entendió que el problema del conocimiento es previo a todos los demás; en el mismo sentido que Descartes había sometido a crítica y había dudado de todos los conocimientos anteriores. Esta crítica del conocimiento es mucho más profunda en Kant. Descartes ponía en duda a los objetos; en Kant, en cambio, la crítica o juicio previo va dirigida a la propia razón humana. Se trata de verificar si la razón es capaz de llegar a conocer alguna cosa con certeza, si tiene las condiciones para establecer en ella la ciencia misma. En La crítica de la razón pura, Kant pretende verificar tres condiciones: las condiciones 90 de posibilidad y los límites del conocimiento de la naturaleza, del universo y de la filosofía primera o metafísica. Kant entiende por razón pura a la razón humana antes de cualquier conocimiento. A esto le llama Kant a priori y, por tanto, trascendental; esta cualidad trascendental tiene dos significados complementarios: relativo a la especie humana y posibilitante del conocimiento; así que Kant estudia a la razón humana pura, desnuda y trascendental, la razón de toda la especie humana; en este sentido afirma en el prefacio de la primera edición de la Crítica de la razón pura: «No entiendo por esto una crítica de libros y de sistemas, sino la de la propia facultad de la razón en general, considerada en todos los conocimientos que puede alcanzar» Kant pretende de esta forma demostrar la validez y universalidad del conocimiento científico y filosófico. Si después de sus estudios lo logra, entonces habrá hallado los fundamentos de toda ciencia futura. Cuando Kant habla del conocimiento se refiere al conocimiento científico matemático de la naturaleza... Por lo tanto, para Kant la teoría del conocimiento va a significar ante todo y principalmente no la teoría de un conocimiento posible, deseable como en Descartes…, sino que la teoría del conocimiento significa para él la teoría física matemática de Newton. Los tipos de juicios: analíticos a priori, sintéticos a posteriori y sintéticos a priori. Creía que hay verdades que dependen de los sentidos, por ejemplo: «el fuego quema». Es una verdad que podemos aprender y verificar en la realidad, es decir, son verdades a posteriori. En cambio, hay verdades que son independientes de la razón, por ejemplo: «el todo es mayor que la parte». Estas verdades son conocidas como a priori. En el primer capítulo de la introducción a la Crítica de la razón pura afirmó: «No se puede dudar que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, porque, en efecto, ¿cómo habría de ejercitarse la facultad de conocer, si no fuera por los objetos que, excitando nuestros sentidos producen representaciones e impulsan a nuestra inteligencia a compararlas entre sí uniéndolas o separándolas, y de esta suerte componer la materia informe de las impresiones sensibles para formar ese conocimiento de las cosas que llamamos experiencia? En el tiempo ninguno de nuestros conocimientos precede a la experiencia, y todos comienzan con ella. Pero si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, todos, sin embargo, no proceden de ella, pues bien podría suceder que nuestro conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos por las impresiones y de lo que aplicamos por nuestra propia facultad de conocer». Esta afirmación de que el conocimiento es una síntesis a priori inicia una nueva visión del conocimiento teórico que se llama idealismo trascendental o filosofía critica. En otras palabras, Kant intenta ver cuáles son los juicios realmente válidos para la ciencia, pues para él esa ciencia físico-matemática de la naturaleza se compone de 91 juicios, es decir, se compone de tesis, de afirmaciones, de proposiciones, en donde, a resumidas cuentas, «de algo se dice algo, en donde hay un sujeto del cual se habla, y acerca del cual se emiten afirmaciones, se predican afirmaciones o negaciones, se dice esto es esto, lo otro o lo demás». Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está incluido en la noción de sujeto, como por ejemplo: «Cuadrilátero es un polígono de cuatro lados». Estos juicios son evidentes, verdaderos y necesarios; son puras identidades o tautologías; su conocimiento es a priori; no necesitamos los sentidos para comprender su verdad. Los juicios sintéticos son aquellos en los cuales el concepto del predicado no está contenido en el concepto del sujeto o en los que el predicado añade una o varias cualidades a la noción del sujeto, como por ejemplo: «El hierro se dilata con el calor», «La mesa es verde». Estos juicios no son evidentes; necesitan a la experiencia, a la observación o a la experimentación para comprender su verdad, son a posteriori, y hacen progresar el conocimiento. «Y ahora viene el problema. ¿Cuál de estas dos clases de juicios constituyen el conocimiento científico físico-matemático? ¿Los juicios analíticos o los juicios sintéticos? Los juicios analíticos no es posible... porque el conocimiento científico estaría formado por juicios analíticos, no se comprende como pudiéramos llamarle siquiera conocimiento. Los juicios analíticos son puras tautologías; no aumentan nada nuestro saber... [pero] tampoco es posible que la ciencia esté constituida por los juicios sintéticos pues siempre se refiere a casos particulares y la ciencia necesita generalizaciones de juicios universales y necesarios». La ciencia necesita, según Kant, una combinación de ambos, es decir, la ciencia sólo será un saber universal y necesario si está construida por juicios sintéticos a priori, que amplíen el conocimiento y estén revestidos de universalidad y necesidad. Todas las ciencias teóricas de la razón deben estar constituidas por juicios sintéticos a priori. En las matemáticas los juicios son a priori pero no analíticos; por ejemplo, la suma de siete más cinco igual a doce (7 + 5 = 12). En el doce está la unión o síntesis, pero esta unión no necesita la experiencia, es a priori. Igual sucede en geometría cuando afirmamos que la línea recta entre dos puntos es la más corta; el concepto de más corta es completamente añadido al de línea. En la física sucede lo mismo; cuando afirmamos que en todos los cambios de los cuerpos la cantidad de materia que permanece es la misma, o en toda comunicación de movimiento la acción y reacción deben ser siempre iguales. Ambas afirmaciones son necesarias, a priori, y a la vez sintéticas, porque en el concepto de materia no está su persistencia sino su extensión. Una vez dicho esto, Kant pasa a analizar en detalle cómo se producen los juicios sintéticos a priori en la razón humana. Este análisis tiene tres partes, que son las mismas que componen la Crítica de la razón pura: «estética», «analítica» y «dialéctica trascendental». La estética estudia la sensibilidad, facultad del conocimiento sensible. La analítica, el entendimiento, facultad de juzgar. La dialéctica, la razón, facultad de razón. La estética trascendental En la sensibilidad, los juicios sintéticos a priori se forman con la unión de las 92 sensaciones, a las que llama intuiciones sensibles, con las formas a priori que son el espacio y el tiempo, dando lugar al fenómeno. El espacio y tiempo que hablamos más arriba son nombradas formas o estructuras a priori de nuestra sensibilidad. El espacio es la forma a priori de la sensibilidad externa que posibilita los juicios sintéticos a priori de la geometría. El tiempo —forma a priori de la sensibilidad interna— posibilita los juicios sintéticos a priori de la aritmética. Analítica trascendental El entendimiento, nuestra capacidad de juicio, recoge los fenómenos organizados, espacio-temporalmente, por la sensibilidad y la estructura, archivándolos en nuestros conceptos puros o categorías. La analítica finaliza negando la posibilidad de conocer realmente objetos, cosas en sí, de las que no tenemos ningún fenómeno proveniente de la sensibilidad; conceptos de cualidades como la bondad, el alma o el mismo Dios. A estos conceptos o ideas, de los que no tenemos ninguna sensación o fenómeno, los llama noúmenos. Estos noúmenos quedan más allá de nuestra capacidad de conocer científicamente. Dialéctica trascendental En esta parte, Kant se preguntará si son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica, es decir, si la razón humana puede tener un uso distinto, además del lógico, en este caso, saber si las sustancias en la mente no sólo pueden pensarse, sino conocerlas realmente. Kant concluye que en la metafísica no son posibles los juicios sintéticos a priori; estas ideas son sólo ilusiones trascendentales, deseos, pues les falta la materia del conocimiento: el alma, el mundo y Dios no tienen un fenómeno en la experiencia; no pueden observarse ni experimentarse. Pueden pensarse, ya que no incurren en contradicción, pero no pueden ser objeto de ciencia necesaria y universal. 5.4 El imperativo categórico kantiano Kant escribió dos obras importantes acerca de la vida moral: Crítica de la razón práctica y Metafísica de las costumbres. Para Kant la moral no puede ser parte de la teoría, pues la vida moral no se guía por la razón teórica, como lo hacen las ciencias naturales o la matemática. La vida moral tiene que ver con el día a día, con la práctica, con los hombres que trabajan, producen, hacen arte, practican una religión, aman, etc.; por eso, la encargada de estudiar este tipo de comportamientos deberá ser la razón práctica. El campo de la actividad humana es enorme, y aquí la razón práctica es la guía, la luz que ilumina la vida individual y social. Las ideas de la razón son modelos, reglas que estructuran la conducta. El ser humano debe tener una conducta racional y no meramente instintiva. 93 Kant parte del hecho del orden moral, de la conciencia moral; es decir, toda persona se plantea el problema de lo que debe o no debe hacer. La conciencia moral es un hecho; nuestros actos se califican como buenos o malos, morales o inmorales de acuerdo con el deber que impone la conciencia. Kant se aparta de las morales hedonistas, utilitaristas, y en general de las morales relativistas. Busca una norma moral fundamental, universal y autónoma, que no esté sometida a variaciones ni a ninguna autoridad que no sea la propia razón. Sólo una norma de la razón trascendental a priori puede garantizar la universalidad y necesidad moral. La crítica de la razón práctica es el estado del desear y el querer; es la capacidad de actuar o también, diríamos, de la voluntad por medio del deber. Encuentra que lo único bueno sin excepción es una buena voluntad. Así lo expresa Kant: «No hay nada en el mundo, ni tampoco fuera del mundo, a no ser una buena voluntad. Por buena voluntad hay que entender no el mero deseo, sino la disposición interior que conduce a la acción». Kant parte del hecho de que la moralidad radica en el querer, en la voluntad conforme al deber. ¿Por qué? Porque hacer el bien depende de que yo quiera. Yo soy libre para decidir. De entre todas las opciones que tengo, yo actúo haciendo uso de mi libertad y mi voluntad. Pero la voluntad para actuar moralmente tiene que ser libre y madura. Kant distingue entre moral autónoma y moral heterónoma. Ambos términos derivan del griego: autónoma de autos, que significa «propio», y nomos, que significa «ley, regla, norma»; heterónoma proviene de heteros, que significa «extraño, ajeno», y junto con nomos significa «seguir una ley o una norma externa». Se refiere a que en la moral heterónoma las personas actúan partiendo de parámetros que otros señalaron, tal como hacen los niños, que actúan como les dicen sus padres o maestros. En cambio, los adultos actúan conforme a su decisión libremente tomada y asumida. Es decir, actúan con libertad y asumen su responsabilidad, actuando conforme al deber. Las normas tienen un carácter obligatorio o, para decirlo con otros términos, imperativo. El imperativo categórico no nos dice cómo hemos de actuar, sino el modo en que hemos de hacerlo. En la razón encontramos normas hipotéticas, por ejemplo: «si quieres triunfar, trabaja duramente». Estas normas o imperativos señalan el medio para conseguir el fin, como una meta, un bien. Sin embargo, estos imperativos no son leyes morales en un sentido estricto. Sólo son leyes morales los imperativos categóricos, es decir, aquellos que imponen una norma u obligación moral de modo absoluto, sin condición alguna. En la fundamentación de la Metafísica de las costumbres afirma la necesidad de establecer un único imperativo categórico o ley de la voluntad. Una de las formulaciones del imperativo categórico es: «Actúa sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal». Otra formulación del imperativo categórico es: «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como medio». Puede observarse que el imperativo categórico requiere realizarse mediante el uso de la libertad, actuando conforme al deber por el deber. La ética kantiana es pues autónoma y formalista. Autónoma porque la ley moral se funda en la norma misma. Formal porque no prescribe ninguna acción concreta, sino únicamente la forma en que se ha de obrar, donde de manera pura se respeta el deber. 94 La ética kantiana es pues autónoma y formalista. Autónoma por que la ley moral se funda en la norma misma. Formal porque no prescribe ninguna acción concreta, sino únicamente la forma en que se ha de obrar, donde de manera pura se respeta el deber. Sin dar un mandato concreto, material, Kant señala el camino para saber si cualquier acción está o no de acuerdo con la ley moral; si elevándola a norma de conducta para todos los hombres se destruye a sí misma, entonces no está de acuerdo con la ley moral, si no se destruye, es correcta. Con esta consideración Kant establece una tercera formulación del imperativo categórico: «Para saber si un mandato es una ley moral, habría que comprobar si podría estar vigente en un Estado de seres racionales que se tratarán entre sí como fines y no como medios». La filosofía moral kantiana alcanza un valor universal al situar a la persona humana como fin, potenciando su libertad, requisito imprescindible de la conducta moral, y en la buena voluntad, que han de poner las bases de un Estado racional y justo que permita el progreso de la humanidad. 5.5 El argumento ontológico de san Anselmo San Anselmo, es también conocido como Anselmo de Aosta o de Canterbury. En el primer caso, por el lugar donde nació en 1033. Aosta se ubica en el norte de Italia, en la frontera con Francia, en la región de los Alpes. En el segundo caso, porque fue arzobispo de Canterbury desde 1093. Se le considera fundador de la teología escolástica. Es considerado uno de los doctores de la Iglesia. Murió en Canterbury en 1109. Fue un monje benedictino. Llegó a ser abad de Santa María de Bec, en Normandía. Fue uno de los obispos más cultos de su tiempo. Su biografía la conocemos gracias a un discípulo suyo llamado Eadmero. Aunque es una gran ventaja contar con una biografía de primera mano, el problema de ésta es que se encuentra cargada de exageraciones. Son famosos tres de sus libros: Monologión, Proslogión y Cur deus homo. El segundo es el más importante. Iniciemos comentando un tema que es fundamental para la comprensión de la filosofía de San Anselmo. En su época hubo una fuerte discusión acerca de la naturaleza de los conceptos, llamada la cuestión de los universales; este problema se refiere al modo en que pensamos y adquirimos el conocimiento. La disputa se dividió en tres grupos: a) El realismo exagerado. Esta postura, también llamada platonismo, afirma que los conceptos universales hacen referencia a una realidad fuera de la mente. Así existen dos clases de realidades, por un lado, los objetos concretos, y por otro, los conceptos abstractos. Por ejemplo, a la palabra «animal» le corresponde una entidad exterior a la mente bajo la que es posible clasificar todos aquellos seres que denominamos como animales. De esta manera se garantiza la objetividad de 95 nuestros pensamientos y de las clasificaciones de la realidad, porque de hecho se corresponden con ella misma. b) El nominalismo. Esta corriente defiende que sólo existen individuos concretos y las nociones generales únicamente aparecen cuando tenemos la experiencia de una multitud de individuos que comparten algunas características, por lo que los acabamos denominando de la misma manera. Los términos universales no hacen referencia a ninguna realidad exterior, sino que son una construcción de nuestra mente. c) El conceptualismo. Comparte con el nominalismo su rechazo por el realismo exagerado, pero al mismo tiempo no acepta que todos los términos aparezcan debido a la experiencia. Hay conceptos que carecen de representación, como lo infinito. San Anselmo se inclinó hacia la solución realista. Según él, la especulación filosófica es una consecuencia exigida por la fe. Sostenía la necesidad de la inteligencia para contribuir con la fe. Desde luego que como creyente y como presbítero, antepone la fe a la inteligencia, pero reconoce el valor de la razón como contribución a la fe. Es ampliamente conocido por su prueba de la existencia de Dios, conocida desde Kant como prueba ontológica. Esta prueba parte del mismo concepto de Dios, en concordancia con su concepción realista, a diferencia de las pruebas de santo Tomás, que parten de las evidencias de la grandeza de Dios. La prueba fue propuesta de manera imperfecta en el Monologión. El libro recibió una respuesta de un monje llamado Gaunilo, en el que cuestionaba y se mofaba de la propuesta de san Anselmo. Como respuesta, san Anselmo reescribió la Prueba ontológica de la existencia de Dios en el Proslogión. La prueba sostiene que Dios es aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Por tanto, Dios debe de existir, pues si no existiera no podría ser aquello que lo cual nada puede ser pensado. La formulación de san Anselmo dice de la siguiente manera: «Así, pues, ¡oh Señor!, Tú que das inteligencia a la fe, concédeme, cuanto conozcas que me sea conveniente, entender que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos. Ciertamente, creemos que Tú eres aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado». San Anselmo está consciente de que mucha gente va a objetar esa definición de Dios. Es más, la respuesta de Gaunilo es: «Entonces si yo me imagino una isla maravillosa, entonces la isla existe». A esta objeción responde San Anselmo con gran puntualidad que no está queriendo decir que cualquier cosa, por más maravillosa que ésta sea, existe sólo porque lo pensemos. Aclara que esto sólo se aplica en el caso de Dios y aclara por qué: «Aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si sólo existe en el entendimiento, puede pensarse algo que exista también en la realidad, lo cual es mayor». La clave del argumento ontológico es de tipo lógico: «Si Dios es aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, entonces debe existir, porque si no existiera ya no sería lo mayor que nada puede ser pensado». San Anselmo deja en claro que es más algo que 96 existe y que puede ser pensado, que algo que sólo puede ser pensado. Pero esto a Kant le parecía un salto del pensamiento a la realidad y no podía aceptarlo. La prueba ontológica ha dividido a los filósofos. Estuvieron de acuerdo con ella Descartes y Hegel, mientras que Kant la rechazó. A partir del mismo Kant es que se llama argumento ontológico. Su influjo se extiende hasta la reciente teología de Karl Barth. Cuenta Bertrand Russell, quien siempre se dijo agnóstico, que una vez salió a comprar tabaco y mientras iba en la calle pensando en el argumento ontológico súbitamente se detuvo y exclamó: ¡Dios mío! ¡El argumento ontológico es válido! Y sí, como argumento es válido. Tal vez muchos filósofos no se han percatado de que se habla de la validez de un argumento. 5.6 El sistema de lo absoluto de Hegel El pensamiento de Hegel dominó el panorama filosófico del siglo XVIII y tuvo una notable influencia en importantes filósofos, como Kierkegaard y Schopenhauer, quienes a pesar de mostrarse adversos a Hegel, no podían negar que He-gel era un referente para la filosofía de aquel tiempo. De hecho, se le consideraba como el filósofo oficial de la Alemania de esa época. George Wilhelm Frederich Hegel nació en Stuttgart en 1770, en el seno de una familia protestante. Su padre era empleado de hacienda de su ciudad. A los 18 años ingresó al Instituto Tecnológico de Tubinga a estudiar Teología, donde conoció a personalidades como el poeta H6lderlin y Schelling. Murió en 1831 a causa de una epidemia de cólera. Sus principales obras son: Lógica, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Filosofía del derecho, Filosofía de la historia y Fenomenología del Espíritu, pero es esta última la que se considera su obra cumbre. Tiene fama de ser uno de los filósofos más difíciles de leer. En algunas partes esto se debe a que sus ideas estaban colmadas de una gran riqueza, pero en otras partes hay falta de claridad. Si bien con Kant se inicia lo que se conoce como idealismo alemán, con Hegel esta corriente alcanza su punto culminante. A la filosofía de Hegel se le denomina idealismo absoluto. La filosofía de Hegel se estructuró en estrecha relación con la situación social y dentro de ella hay un importante lugar para lo que él consideraba la nueva formación del Estado. Su filosofía sostenía que la razón se manifestaba a través de historia de la humanidad y que la forma más alta de expresión social es la conformación del Estado. Método dialéctico Uno de los aspectos fundamentales del pensamiento de Hegel es el método con que construye su sistema. Para explicar este método debemos antes establecer algunas ideas. Primero, que Hegel había leído con mucha atención la filosofía de Heráclito y que de él obtuvo la idea de que el mundo no es estático, sino que se encuentra en permanente cambio. De varios filósofos presocráticos aprendió la idea de la oposición de 97 los contrarios. Segundo, que retomo el término «dialéctica», usado por Platón. Para este último, la dialéctica era el modo de conocer el mundo. Es decir que si a una idea se le confronta con su opuesto, se vuelve evidente en qué consiste cada una de las partes. Por ejemplo, para definir el bien, es necesario confrontarlo con el mal, o si el blanco es la suma de todos los colores, el negro tendrá que ser la ausencia de color. Para Hegel la «dialéctica» es un método para pensar la realidad. «Toda su filosofía está dedicada a encontrar un método que explique el movimiento; toda ella es una filosofía en movimiento que requiere responder al hecho móvil de la realidad tanto física como espiritual» El método puede expresarse con palabras muy sencillas diciendo que partimos de una tesis (una posible ex a la que oponemos una antítesis (la explicación contraria a la primera), y como resultado de esta oposición (contradicción) surge una síntesis (resumen o compendio) que supera las anteriores. Para Hegel este proceso no sucedía únicamente con las ideas, sino que era la explicación de todo el movimiento y desarrollo de la historia universal. Es decir, que todo movimiento social se enfrentaba contra otro de fuerza contraria y del choque entre estos hechos nacía un nuevo estado de cosas o una nueva situación social. El término «dialéctica» es utilizado por Hegel para expresar la situación cambiante de la realidad, y por tanto, del mundo. En la dialéctica de Hegel queda patente, pues, una voluntad de actuación sobre una realidad escindida (dividida), contradictoria y alienada que lucha por superar esa situación. Para Hegel, la realidad en su conjunto posee un afán de superación movido por la necesidad de una realización total. Sus propósitos filosóficos Hegel se propuso hacer de la filosofía una ciencia rigurosa, un sistema que no se quedara en una mera reflexión o crítica como en Kant, o como un mero «amor a la sabiduría», sino en una filosofía que fuera efectiva. Su primera tarea era estudiar los fenómenos del espíritu. Posteriormente, pretendía llegar al estudio de lo absoluto. Para Hegel todo marcha hacia un fin. Recobra la noción aristotélica de teleología (telos-fin, logos-tratado). Sostiene que la mente o espíritu es la meta o verdad de todas nuestras nociones y del mundo. El espíritu Consideraba a la realidad como producto de la evolución del espíritu absoluto, que se va manifestando en las diferentes formas progresivas de la realidad. Pero antes de llegar al estudio del espíritu absoluto deberá primero analizar los pasos o estadios que sigue el espíritu en su progresión. A ese estudio lo llamará la Fenomenología del espíritu (que es el nombre de su principal libro). Pero la fenomenología es una condición para filosofar, todavía no el filosofar propiamente dicho. Intuición sensible Espíritu subjetivo Espíritu objetivo 98 Espíritu absoluto La visión racional de la historia. Las categorías Para Hegel la razón rige el mundo y, por tanto, la historia ha transcurrido racionalmente. La razón es, pues, la sustancia de la historia. Si la historia ha transcurrido racionalmente, esto significa que ha transcurrido de acuerdo con ciertas categorías o leyes, y es necesario que las comprendamos para poder explicarla. Dichas categorías son las siguientes: a) Variación. A lo largo de la historia vemos cómo una gran cantidad de pueblos han surgido, cada uno con características distintas. «Cuando uno desaparece —dice He-gel— viene otro al momento a ocupar su puesto». b) Negatividad. El espíritu en su avance histórico se destruye y se construye constantemente. Esto significa que las etapas históricas tienen un desarrollo interno dialéctico que las hace desaparecer para transformarlas en otras más ricas y potentes: es la dialéctica aplicada a la historia. Cada estadio histórico se muestra como un individuo y, como tal, nace, florece, madura, decae y muere. En la muerte de un estadio reside el motor de cambio del proceso histórico, pues lleva en sí el germen de un nuevo estadio. En este sentido hay que entender la frase «De la muerte surge la vida». Esta idea la explicaban antiguamente a través del símbolo del Ave Fénix: de sus cenizas surge una vida rejuvenecida y fresca. c) Razón. La historia se desenvuelve en el terreno del espíritu. El espíritu es una conciencia no sólo del sujeto, sino también del objeto. Hegel llamaba a esto «conciencia de sí». Y esta conciencia de sí es la libertad, es decir, la autoconciencia. d) Libertad. Es el principio fundamental que hace posible la historia. Sólo teniendo conciencia de la libertad se puede ser libre. Pero no basta con tener conciencia de la libertad, sino que es necesario hacerla realidad, objetivarla. Esta libertad se objetiva a través del Estado. La historia como explicitación del espíritu en el tiempo Para Hegel la historia es el desenvolvimiento del espíritu en la historia. Veamos este concepto con calma. El término «espíritu» tiene muchos sentidos. Desde luego que en nuestra cultura principalmente están el sentido griego y el cristiano. Platón consideraba al alma como la dimensión más importante del ser humano. Se refiere a ella como establecida o encarcelada en un cuerpo. Pero esta alma estaría dividida a su vez en tres almas. Para explicar esto, Platón expone en uno de sus diálogos, Fedro, el mito de los caballos alados y lo compara con el alma humana: el auriga (conductor del carruaje) es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional y el negro es el caballo siempre 99 rebelde, que representa la parte de los apetitos. La tarea del auriga es mantener el caballo negro al mismo galope que el blanco. En otro de los diálogos, el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte. Este diálogo sostiene la inmortalidad del alma. Para la religión cristiana, el hombre consta de dos partes, que son: cuerpo (lo físico) y alma (lo relacionado con lo espiritual). De acuerdo con la tradición cristiana, el alma es uno de los aspectos del ser humano que lo distingue como individuo y le permite realizar actividades que están más allá de lo material. Gracias al alma el hombre es capaz de expresar y controlar instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y tomar decisiones, así como de tomar conciencia. Para Hegel el espíritu no es lo opuesto a la materia ni es algo débil. Es lo más fuerte, profundo y real que existe. Es el espíritu del mundo o espíritu universal. Es la reconciliación del hombre con la realidad, la reconciliación del sujeto pensante con el objeto pensado. El espíritu hegeliano no es estático. Por el contrario, va evolucionando dialécticamente y atraviesa tres etapas: 1. Espíritu subjetivo (descubrimiento de sí). Concluye con la conciencia de la libertad. Para ejercer a plenitud la libertad se requiere contar con las condiciones objetivas que son el derecho, la moralidad y la eticidad. 2. Espíritu objetivo (realización práctica: aquí hay que colocar a la historia). El Estado es la perfecta expresión de la racionalidad y de la libertad, y, por tanto, representa la forma más alta del espíritu objetivo. Para Hegel representa la única realidad capaz de lograr y realizar plenamente la libertad. En el Estado se inserta plenamente lo individual y lo universal. Debido a estas ideas a Hegel lo han acusado de totalitarista. Hegel respondía que pensar que el Estado no hace más que coartar la libertad de los individuos es pensar de forma negativa e idealista, ya que el Estado es la única garantía de la libertad y de que los individuos vivan libremente. Lo demás sería pensar que el capricho individual puede ser elevado al rango de libertad 3. Espíritu absoluto (encuentro definitivo del hombre con la realidad, del sujeto con el objeto). Como puede verse, el espíritu poco a poco se va desarrollando, se va expresando en medio de un proceso siempre progresivo, del cual no hay regreso. De esta manera, la historia puede conceptualizarse como: El paso de todo la parcial hacia la totalidad. El tiempo que dura el enriquecimiento progresivo de los seres, de la verdad, de la libertad. 100 El encuentro y reconciliación del sujeto con el objeto, del hombre con la realidad. La historia es la cumbre en el espíritu absoluto: es la total superación de todo proceso, la máxima unidad de contrarios, la culminación y la plenitud de todo ser, la expresión máxima de la libertad, de la verdad, del pensamiento... 5.7 La filosofía hegeliana como el «lugar» en que la historia humana es pensada Para Hegel, era de vital importancia reflexionar sobre la historia de la humanidad, así que se dio a la tarea de examinarla bajo la luz de su doctrina dialéctica. La reflexión sobre la historia supone una interpretación: la imparcialidad es imposible. Hay que interpretar la historia desde la racionalidad; hay que atender a los hechos para discernir el proceso racional que se da en la historia. La filosofía de la historia es la consideración reflexiva de la historia en cuanto que es el espíritu el que dirige esa historia. Hay que contemplar los hechos, pero interpretándolos a la luz del espíritu tal como se desenvuelve en el tiempo. La razón dialéctica es la que rige el mundo y, por tanto, la historia universal ha transcurrido racionalmente. La comprensión filosófica de la historia se convierte para Hegel en una justificación del protagonismo de Dios en la historia, en lo cual todo lo negativo aparece como algo subordinado al todo, al plan total del espíritu. Hegel tiene una visión teológica de la historia que implica que todos los acontecimientos crueles, injustos y bárbaros que se han producido en la historia no tuvieron más remedio que ocurrir, es decir, que fueron instrumentos o los medios a través de los cuales el espíritu se realizó para perseguir la perfección. Hegel no se fija en lo penoso del camino histórico, sino en la meta, en el fin con que se han llevado a cabo esos sucesos desagradables. Para Hegel, esa meta es el espíritu, y el fin que persigue éste es la conquista de la libertad. Ha sido necesario un largo proceso de desarrollo de los pueblos antes del reconocimiento explícito de la libertad. El espíritu para realizarse, según Hegel, hace uso de los pequeños intereses, necesidades y pasiones humanas que aparecen constantemente en la historia, mostrándose así la «astucia de la razón». Hegel afirma incluso que sin pasión nada grande se ha realizado en el mundo. Sus instrumentos pues, son los grandes personajes históricos, los hombres cuyo fin individual incluye el fin universal del espíritu. Tales hombres (Alejandro Magno, Julio César, Napoleón) no tenían necesariamente conciencia de que sus fines particulares eran sólo momentos del fin universal. Para Hegel, la institución que asegura la consecución del fin al que se dirige la historia es el Estado. Este es algo así como el material con el que se construye la historia y llega al fin último del espíritu. El Estado es la realización de la libertad, la unión de la voluntad universal del espíritu y de la voluntad subjetiva del individuo. Sólo en la obediencia al Estado es el hombre verdaderamente libre. Por eso los grandes individuos históricos han 101 sido los creadores de los grandes estados. BLOQUE 6 LA CONDICIÓN HUMANA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA FILOSOFÍA POSMODERNA UNIDAD DE COMPETENCIA Analiza las consecuencias de la pérdida del fundamento en el marco del pensamiento posmoderno; ubica las distintas manifestaciones de este pensamiento en el ámbito humano; contrasta las concepciones de los filósofos posmodernos con la realidad actual. 6.1 Friedrich Nietzsche como precursor del pensamiento posmoderno Nacido en el año 1844, en Rocen, Alemania. Su padre era un pastor protestante, quien murió prematuramente, hecho que fue muy doloroso para el joven Friedrich. La familia tuvo que trasladarse a Naumburg, donde creció en medio de cinco mujeres. Realizó estudios de filología en Leipzig, ciudad ubicada en el oriente de su país natal y también en la Universidad de Bonn. En Berlín estudió con el profesor Ritschl, quien se asombró de su gran capacidad por la literatura, por lo que lo recomendó en la universidad para dar clases de lenguas antiguas. También fue maestro de filología en la Universidad de Basilea. En 1879 tuvo que abandonar su cátedra por los males que le aquejaban. Era una persona muy culta que tenía un amplio dominio de los clásicos griegos y latinos. Gustaba enormemente de la literatura y la música. Esta última la compartía con su amigo, el afamado músico Richard Wagner. Incluso existen obras musicales escritas por Nietzsche, aunque no son muy buenas. Era un sujeto de carácter colérico en extremo. Con mucha facilidad se enojaba. No obstante, era de una personalidad envolvente y una conversación atractiva. Se apasionaba con la misma facilidad que se desilusionaba. Su mal temperamento y su intolerancia le llevaron a rupturas con sus grandes amigos, lo que fue dejándolo solo. Su interés por la literatura se vio opacado por su inclinación a la reflexión y al pensamiento de matices filosóficos. Sin embargo, nunca dejó por completo de lado su faceta como literato, pues una de las cualidades que distinguen sus escritos es el uso de recursos literarios como la parábola, el aforismo o la fábula para ejemplificar su pensamiento filosófico. Es decir, que si bien la filosofía requiere mayor formalidad para ser escrita, en su caso el conocimiento de la literatura lo ayudó a ser accesible para los lectores, cosa que indudablemente ha favorecido la gran difusión de su obra. Cuando Nietzsche leyó la obra de Schopenhauer El mundo como voluntad y como representación experimentó una gran conmoción; de allí derivó mucho de su posterior inclinación hacia la filosofía. La vida del filósofo fue volviéndose cada vez más lejana y amarga a medida que avanzaba en edad y se intensificaban los síntomas 102 de su enfermedad mental, producida según se dice por una antigua sífilis. Debemos pensar que en aquella época una enfermedad de esta naturaleza podía tener muchas complicaciones. Si de por sí era un sujeto de mal carácter, la falta de habilidad para tratar su enfermedad terminó por hacerle sentir que no era comprendido. Así lo enuncia en uno de sus libros más conocidos Ecce hommo. Cómo se llega a ser lo que se es: «Mi sangre circula lentamente. Nadie ha podido comprobar nunca fiebre en mí. Un médico que me trató largo tiempo como enfermo de los nervios acabó por decirme: « ¡No! A los nervios de usted no les pasa nada, yo soy el único que está enfermo». En general, Nietzsche tuvo mala suerte con el sexo femenino. De por sí tenía en baja estima a las mujeres. En el citado libro Ecce hommo, las caracteriza como vengativas, lo cual estaba condicionado por su debilidad y por su excitable sensibilidad para la indigencia ajena. En otra parte sostuvo que cuando se vaya a tratar con una mujer no debe olvidarse el látigo. Sin embargo, en matrimonio a la poetisa Lou Andreas Salomé, quien lo rechazó. Tras este rechazo amoroso se recluyó definitivamente en su trabajo. Los últimos once años de su vida los pasó recluido, primero en un centro de Basilea y más tarde en uno de Naumburg. A partir de 1879 comenzaron sus ataques de nerviosismo que lo llevarían hasta la locura y posteriormente a la muerte en 1900. Tras su fallecimiento, su hermana, una mujer difícil, posesiva y manipuladora, vio la oportunidad de obtener poder y dinero con los escritos de su hermano, por lo que los manipuló, aproximándolos al ideario del movimiento nazi. Miembros de este grupo hicieron pasar los escritos cambiados del filósofo como afines a su ideología, con la finalidad de ganar adeptos; sin embargo, basta leer la obra de Nietzsche para saber que eso es una gran falsedad. Obras Se pueden dividir los libros de Nietzsche en «Obras del primer período», donde realiza una crítica feroz a la sociedad en la que vive, y «Obras del período de madurez», donde adquieren un tono más metafísico, al tiempo que se vuelven más aforísticas. En 1872 publicó su primera obra El origen de la tragedia, en la que muestra su romanticismo en medio de la preocupación del autor por destacar los valores de los clásicos griegos. Otras de sus obras importantes son: Humano demasiado humano, escrita en 1878; Así habló Zaratustra, poema escrito en 1884, en el que el personaje central anuncia la muerte de Dios e insiste en culpar a los cristianos con su frialdad y desinterés por la vida. En 1882 escribió La gaya ciencia, en la que afirma la importancia de la filosofía en la conducción y salvación de la humanidad. Aquí afirma que el filósofo tiene la función y misión de señalar el camino de salvación. En 1885, sumido ya en su enfermedad mental, escribió su obra Más allá del bien y del mal. Finalmente, y sin fechas precisas, pero a partir de 1887, escribió Genealogía de la moral, El anticristo, Ecce hommo y La voluntad de poder. 103 Pensamiento Nietzsche, como muchos filósofos de la época, reacciona contra la filosofía de Hegel. Por ejemplo, Marx lo rechaza porque su filosofía se ocupa de cuestiones abstractas como el espíritu, pero no se ocupa de las cuestiones concretas, materiales de la vida. Para Niezsche la obra de Hegel es sólo metafísica. En el caso de Nietzsche el término metafísica equivale a pensamiento poco sólido. La filosofía de Nietzsche es una permanente crítica. Su primera crítica se dirige a la cultura europea basada en valores que para él eran decadentes. Estos valores se oponen a la vida y a los instintos. Los valores superiores son los que prevalecían en la antigua Grecia, donde existía un balance entre lo racional y lo corporal. Pero con la llegada del cristianismo esta relación se rompió. Se privilegiaron valores como la piedad, la compasión y la santidad. Son valores que reprimen los sentidos y los instintos. Estos valores dan lugar a tres síntomas de decadencia: a) Moral decadente. Existen —nos dice Nietzsche— dos tipos de moral: la moral de los señores, la cual Impulsa los valores de la tuerza, como el racionalidad y sensualidad, poder, el placer, o la grandeza; mientras que en la moral de los esclavos prevalecen los valores de la debilidad, como el dolor, la humildad o la compasión. Nietzsche afirma que en la sociedad actual prevalen los valores de los esclavos. Por lo mismo, estos valores se oponen a los instintos de la vida. La base de esta moral está en el «más allá». No es más que una promesa de vida. b) Religión decadente. Nietzsche parte de la idea de que ninguna religión ha contenido jamás ninguna verdad, porque todas parten del miedo y de la necesidad. Critica en concreto a la religión cristiana, porque ha invertido los valores de la antigua Grecia y Roma, inventándose un mundo ideal que desvaloriza el mundo terreno. Esta moral considera al cuerpo como algo malo, que persigue todo lo que tiene que ver con los instintos, a los cuales ve como sospechosos o negativos. En resumen, el Dios cristiano es un obstáculo para la vida. c) Filosofía decadente. Por último, critica a los filósofos tradicionales por no haber construido el mundo sobre valores superiores, sino haber tenido que inventar otro mundo en clara referencia al mundo ideal de Platón y de esa manera desprestigiar el mundo terrenal. Como esta sociedad ha producido hombres miedosos al pecado, al cuerpo y a los instintos, es necesario crear otro tipo de hombre, un hombre sin temores, superior, al que llama el superhombre. Declara la muerte de Dios. Con eso quiere dar a entender que entonces tenemos que preocuparnos por el hombre concreto, de carne y hueso, por aquel que quiere valerse de sus instintos y de su fuerza. El hombre, según Nietzsche, debería estar caracterizado por lo siguiente: 1. Tener ansia de vivir. Debe preocuparse por la vida, sin traba alguna. 104 2. Nueva moral. Ha superado la moral tradicional cristiana. 3. Valores superiores. Está por encima de los valores tradicionales. 4. Gusto por la vida. Le importa lo terrenal e instintual. 5. Ansia de poder. Tiene el ansia de dominar; quiere ser señor y no esclavo. 6.2 Los temas filosóficos de Nietzsche Su amplio dominio del lenguaje le permitió escribir obras que el público podía leer, pero el lenguaje demandante, soberbio y despreciativo que usaba le alejaba muchos lectores. Así, por ejemplo, escribió en Ecce hommo: «Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la «la desvalorización de los valores humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se supremos», le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. En el fondo sería lícito saberlo ya: pues no he dejado de «dar testimonio» de mí. Mas la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera». Nietzsche creía que la mayoría de las personas son mediocres y que sólo un pequeño y selecto grupo de personas era merecedor de su estimación y consideración. La soberbia es característica de su personalidad. En Ecce hommo encontramos tres capítulos del libro bastante llamativos; un capítulo se titula « ¿Por qué soy tan sabio?»; otro, « ¿Por qué soy tan inteligente? uno más, « ¿Por qué escribo tan buenos libros?». «Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el no pequeño peligro de resfriarse en él». Su agresividad queda manifiesta en su obra. Afirma ser belicoso, fuerte y astuto por naturaleza, así como obedecer a sus instintos, no a la moral, a la cual no respeta. «Otra cosa es la guerra. Por naturaleza soy belicoso. Atacar forma parte de mis instintos. Poder ser enemigo presupone tal vez una naturaleza fuerte; en cualquier caso es lo que ocurre en toda naturaleza fuerte. Esta necesita resistencias y, por lo tanto, busca la resistencia: el pathos agresivo forma parte de la fuerza con igual necesidad con que el sentimiento de venganza y de rencor forma parte de la debilidad. La fortaleza del agresor encuentra una especie de medida en los adversarios que él necesita; todo crecimiento se delata en la búsqueda de un adversario —o de un problema más potente— pues un filósofo que sea belicoso reta a duelo también a los problemas. La tarea no consiste en dominar resistencias en general, sino en dominar aquellas frente a las cuales hay que recurrir a toda la fuerza propia, a toda la agilidad y maestría propias en el manejo de las armas, en dominar a adversarios iguales a nosotros. Igualdad con el enemigo, primer supuesto de un duelo honesto». 105 Sin embargo, de manera cínica declara que aunque tenga molestia con alguien trata de eludir los choques y las discusiones. «Cuando lo que se siente es desprecio, no se puede hacer la guerra; cuando lo que se hace es mandar, contemplar algo por debajo de sí, no hay que hacerla. Mi práctica bélica puede resumirse en cuatro principios. Primero: yo sólo ataco causas que triunfan; en ocasiones espero hasta que lo consiguen. Segundo: yo sólo ataco causas cuando no voy a encontrar aliados, cuando estoy solo, cuando me comprometo exclusivamente a mí mismo. No he dado nunca un paso en público que no me comprometiese; éste es mi criterio del obrar justo. Tercero: yo no ataco jamás a personas, me sirvo de la persona tan sólo como de una poderosa lente de aumento con la cual puede hacerse visible una situación de peligro general, pero que se escapa, que resulta poco aprehensible. Así es como ataqué a David Strauss, o, más exactamente, el éxito, en la «cultura» alemana, de un libro de debilidad senil. A esta cultura la sorprendí en flagrante delito. Así es como ataqué a Wagner, o, más exactamente, la falsedad, la bastardía de instintos de nuestra «cultura», que confunde a los refinados con los ricos, a los epígonos con los grandes. Cuarto: yo sólo ataco causas cuando está excluida cualquier disputa personal, cuando está ausente todo trasfondo de experiencias penosas. Al contrario, en mí atacar representa una prueba de benevolencia y, en ocasiones, de gratitud» El nihilismo El nihilismo es un pensamiento esencial de Nietzsche, que junto con La voluntad de poder, El eterno retorno y el Superhombre, constituyen una unidad y sintetizan la posición filosófica de Nietzsche. Para Nietzsche, al hombre actual se le presenta una vida sin sentido. Según él, e1 nihilismo se define en función de la voluntad de poder, la cual constituye la esencia de la vida. Cuando esta voluntad disminuye o se agota, aparece el nihilismo. De acuerdo con el diagnóstico que realiza Nietzsche, este tipo de nihilismo está a punto de presentarse de manera generalizada, porque todos los valores creados por la cultura occidental alores ilusorios se derrumben, llegará necesariamente el nihilismo. Nietzsche entiende por nihilismo que los valores supremos se desvalorizan. Según esto, el nihilismo es el proceso de la desvalorización de los valores supremos. El nihilismo así entendido es el momento de la crisis, de la caducidad y caída de esos valores; es la lógica de los valores e ideales supremos, como también de su historia. Asegura que el nihilismo estará presente en los dos próximos siglos. Lo dice así: «describo lo que viene, lo que ya no puede venir de otro modo: el advenimiento del nihilismo». Nos habla del nihilismo como un acontecimiento futuro; sin embargo, es claro que nada surge porque sí; necesariamente tenemos que hablar del presente y del pasado. Nietzsche considera el advenimiento del nihilismo como una necesidad y como un destino. El nihilismo está a las puertas de nuestras casas, y «no sirve de nada indicarle la puerta, puesto que ya por todas partes y desde largo tiempo recorre, en forma invisible, la casa». 106 Para detener este nihilismo asegura que está realizando un contra movimiento, concebido como «transvaloración de todos los valores», lo cual significa voltear la jerarquía de los valores; lo que es más estimado por el común de la sociedad debemos ubicarlo abajo, y lo que es combatido por la sociedad pusilánime debemos rescatarlo. Los valores no caerán por sí solos, sino que son destruidos directamente por la 'voluntad de poder, que los niega. Y por el otro, es condición necesaria para que la voluntad de poder cree nuevos valores. De acuerdo con Nietzsche cada ser alimenta su vida con la muerte de otros seres: la naturaleza es lucha por la existencia, de tal modo que vence el más fuerte. En esta lucha no hay ley moral a la cual se deba obedecer. «Todo está permitido porque Dios ha muerto». La moral sólo es propia de los esclavos, de los pusilánimes, del hombre del rebaño que limita la libre expansión de los instintos y de la vida en aras de la religión, la moral y Dios. El eterno retorno El eterno retorno es una concepción filosófica que postula una repetición del mundo, en donde este se extinguía para volver a crearse. El mundo se desarrolla a través de ciclos que se repiten. En el «eterno retorno», como en una visión lineal del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad. Hay un principio del tiempo y un fin, que vuelve a generar a su vez un principio. Sin embargo, a diferencia de la visión cíclica del tiempo, se refiere a que los mismos acontecimientos vuelven a repetirse en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación. En su obra La gaya ciencia Nietzsche plantea que no sólo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable. Esta idea fue retomada después por Nietzsche en su libro Así habló Zaratustra. El eterno retorno para este filósofo representa una visión cíclica de los acontecimientos históricos de la humanidad. Según esta idea estamos destinados a repetir los mismos errores como sociedad, es decir, no existe un avance en la sociedad. El valor del concepto de eterno retorno ha sido tan discutido como poco entendido. Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, nos enseña que el hombre logrará transformarse en el «superhombre» cuando logre vivir sin miedo. El superhombre Para romper el círculo se requiere del «superhombre», quien con su voluntad de dominio, su vida instintiva y sus pasiones es capaz de situarse más allá de los hombres comunes y descubrir su fuerza e identidad más allá de los abismos de la irracionalidad. Cuando un gran hombre decide dejar de ser esclavo de la «apariencia irracional», es decir, cuando ya no le importa lo que piensen los demás, se convierte en amo del universo y dueño de sí mismo; el superhombre se deifica a sí mismo y decreta la muerte de Dios. 107 Para Nietzsche la historia es un conflicto eterno entre la voluntad de dominio del fuerte contra la tenaz resistencia de la moral común de los débiles. Pero la historia no la hacen los débiles, sino los fuertes, los que son capaces de ser héroes. Los superhombres son capaces de despojarse de las trabas de la moral y de trastornar el orden existente, de colocarse «más allá del bien y del mal». El superhombre es vencedor de Dios y de la muerte. La transmutación de los valores Según Nietzsche los griegos eran amantes de la vida, mientras que los cristianos practicaban los valores de la decadencia. En sus obras Nietzsche se manifiesta como crítico de las costumbres y valores de su época y anuncia una nueva forma de concebir la vida, dinámica, activa, creadora, revolucionaria, en oposición a la actitud comodina y resignada de la cultura cristiana, apoyada en la moral de renuncia a la vida por una promesa insegura que se cree alcanzar a través de la actitud ascética. La transmutación o la inversión de los valores se presenta como una crítica a la moral cristiana, que impone los valores de las clases sometidas a los valores de los privilegiados y aristócratas que muestra la moral triunfal, real, vivencial; la moral cristiana se funda en un sentimiento de venganza, un odio oculto que se justifica en el triunfo imaginario; esta es la moral de los esclavos, de los sometidos, que se fundamenta en la actitud de desinterés, abnegación y el sacrificio. El hombre bueno vive en un autoengaño ya que cierra los ojos a la realidad y no quiere verla tal como es, como se presenta; el hombre prefiere conservar la esperanza de una mejor forma de vida idealizada, que se hará realidad después de esta vida. El cristianismo conduce a un pesimismo nihilista que concluye con la muerte. Nietzsche contrapone a las negaciones ascéticas del cristianismo todas las afirmaciones de la vida terrenal, corpórea e irracional a la que hay que enfrentar con la frente en alto y no con resignación como seres decrépitos y vencidos. El hombre debe enfrentar su existencia terrenal ya que para esto ha nacido, para vivir en el lugar que le ha tocado; para este pensador vivir de acuerdo a la moral dionisiaca es mejor que estar viviendo con una ilusión, ya que se obtiene aquello que se ha buscado con el esfuerzo humano y con la voluntad de vivir; es bueno todo lo que favorezca la vida feliz y cómoda. En esto consiste la transmutación de los valores del cristianismo a los dionisiacos liberales, irracionales sin más normas ni preceptos que el bienestar humano. Muchas de sus obras plantean una renovación de valores revitalizadora, activa y centrada en la voluntad del hombre. Su filosofía se opone a los valores enseñados por el cristianismo, como la abnegación o la piedad, y enaltece los valores de la antigua cultura griega, como el disfrute del placer y la acción. Nietzsche era un crítico de los valores de su época, a la que caracterizaba como decadente. Para comprender la filosofía de Nietzsche, así como la de cualquier otro filósofo, debemos comprender también la sociedad en que vivió. Si Nietzsche se oponía tan 108 firmemente a los valores cristianos era debido a que la represión a que habían llegado las sociedades resultaba intolerable, opresiva y violenta. Recordemos por ejemplo que en el caso de la castidad, valor enseñado por la Iglesia, ningún placer sexual era bien visto. Incluso entre marido y mujer se suponía que todo contacto carnal estaba únicamente destinado a la procreación. Lo que es el colmo, algunas simples muestras de cariño eran vistas con sospecha. En los versos de un poema de William Blake se ejemplifica esto a la perfección: Children of the future Age Reading this indignant page, Know that in a former time Love! Sweet Love! Was thought a crime Niños del Porvenir; Que leéis esta página indignante, Sabed que en tiempos pasados ¡El amor!, ¡el dulce amor!, por crimen fue tenido Podemos encontrar muchos otros ejemplos. Para el filósofo alemán la doctrina cristiana, tal como era transmitida en aquel entonces, inculcaba en los feligreses el desprecio por la vida terrenal a cambio de la promesa de una vida eterna y reprimía al ser humano y lo privaba de sus distintas dimensiones, quitándole su individualidad hasta reducirlo a un ser timorato, sin voluntad, miedoso y resignado. Ya sea que estemos aquí en la tierra para el placer o para sufrir, pensaba Nietzsche, es algo que por lo menos hay que experimentar en su totalidad, desde nuestro ser, desde nuestra individualidad, y sobre todo desde nuestra voluntad. 6.3 El pensamiento existencialista de Martin Heidegger Filósofo alemán nacido el año 1889, en Messkirch, Baden, Alemania. Durante un tiempo fue novicio jesuita. Ingresó al seminario donde aprendió la filosofía de santo Tomás de Aquino. Posteriormente estudió la Universidad de Friburgo, donde recibió una formación neokantiana. En 1916 conoció a Husserl y se adhirió su filosofía fenomenológica. En 1923 ingresó como profesor a Marburgo. En 1928 sucedió a Husserl en su cátedra universitaria. Su indiscutible inteligencia, capacidad y cultura, así como su facilidad para la filosofía, se han visto marcadas siempre por la polémica, sobre todo la de su adhesión al régimen nacionalsocialista (nazi), manifestada en el discurso que pronunció en 1933 titulado «Autoafirmación de la Universidad alemana», durante la toma de posesión de la cátedra en la Universidad de Friburgo. La renuncia a la cátedra, muy poco después de ocuparla, no evitó que en 1945 fuera destituido como docente en Friburgo, tras la ocupación de Alemania por los aliados. Sólo en el año 1952 se reincorporó, si bien su actividad académica fue ya mucho menos constante. Aunque recibió de algunos de sus discípulos, como Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara públicamente de su discurso de 1933, el filósofo desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones, decidiendo abandonar cualquier actividad pública. Si bien para algunos es imposible abordar su obra sin reservas, la 109 mayoría de filósofos y estudiosos actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente filosófico, que no resulta menos controvertido. Murió a los ochenta y siete años; su sobrino, sacerdote católico, se encargó del funeral. Fue enterrado en cementerio católico por expresa voluntad del filósofo, aunque durante mucho tiempo se manejó la idea de que era ateo. El libro de Heidegger más conocido es Ser y tiempo, obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte de las ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del presupuesto de que la tarea de la filosofía consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo por «ser» (aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido imposible), en general, aquello que instala y mantiene a los entes concretos en la existencia. En palabras sencillas, el ser es la totalidad; ente es un elemento: un televisor, una vaca, una flor, una persona. En 1929 escribió dos obras muy importantes: Kant y e/ problema de la metafísica y ¿Qué es metafísica? A Heidegger lo podemos ubicar como un filósofo existencialista. Los existencialistas afirman que no existe una esencia que sirva para describir a todo ser humano. Si decimos que el hombre es bueno, racional, gregario o malvado, estamos queriendo poner una esencia o naturaleza para todos los humanos, pero eso no es correcto. Cada persona hace su esencia conforme decide realizar su existencia. Es decir, la forma como existimos es la base de nuestra esencia. Por tanto, no puede haber una esencia para todos los seres humanos, sino que cada quien decide cuál es su esencia. También se afirma que los existencialistas encuentran su punto de partida y su motivo inspirador en la percepción de la existencia como algo dado, misterioso e irreductible a la esencia. En este caso estarían Jaspers, Berdiaeff, Marcel, Sartre y el fundador de la corriente, Soren Kierkegaard. Opinaba que la primera misión de toda filosofía era aclarar «el sentido del ser», es decir, lo que significa «ser». La realidad primaria, donde el hombre capta al ser con su sentido original, es lo que Heidegger llama el dasein. Dasein es una palabra alemana difícilmente traducible, pero que significa «ser-ahí». Al hombre lo llama «ser ahí» o dasein porque es como «arrojado a la existencia». En efecto, de pronto uno de niño se da cuenta de que existe y de que tiene uno que hacer algo con su existencia. El hombre es un ser que existe en el mundo y actúa sobre las cosas. La filosofía, según Heidegger, no puede ser más que una analítica e interpretación del dasein. En la comprensión «heideggeriana», el hombre es el ente privilegiado al que interrogan por el ser. Al hombre «le va» su propio ser, al preguntarse por el ser. ¿Por qué? Porque no puede decirse racional si no comprende qué es existir en el mundo, en la realidad. Una planta no se pregunta qué es existir y cómo debe de existir. El hombre sí lo hace. La primera pregunta que se formula es qué es la realidad, el mundo en el que existe, qué es y cómo es. De allí la siguiente pregunta es ¿quién soy yo? ¿Cómo tengo que ser en el mundo? Por eso se dice que se le va la vida en eso. ¿Qué pasa si vivo setenta años sin preguntarme nada? Tal vez eso no fue vida, o como diría Heidegger, no fue vida auténtica. La forma específica de ser que corresponde al hombre es el «ser-ahí» (dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí» 110 como «ser-en-el-mundo». Ser para la muerte Según Martin Heidegger solamente la muerte representa el fin de la existencia, pero no es para lamentarse, sino que la muerte constituye una posibilidad de ser, el hombre es un «ser para la muerte» y saberlo le provoca la angustia y lo lleva a refugiarse en el mundo optando por una existencia inauténtica tratando de ignorar su realidad. El miedo a la muerte se convierte en angustia en el momento en que se carece de una explicación lógica; la existencia inauténtica nos permite evadir los términos que nos involucren directamente: es mejor hablar de la muerte con referencia a LOS demás «se muere», «se acaba», pero también se evita el compromiso personal que cada quien tiene con el fenómeno de la muerte. El hombre es «ser-para-la-muerte». ¿Y qué le queda al hombre frente a esto? Saber que es mortal, finito y, por tanto, humilde. Cada quien viviría mejor si aceptara que la muerte es parte del destino humano. En lugar de acumular tantas riquezas, aplastar a sus semejantes y buscar honores, pensaría que tiene una única oportunidad de vivir. La muerte es el único destino seguro que existe, pero no para vivir triste. No para decir ¿qué caso tiene vivir, si dentro de poco voy a morir? La muerte es lo único que con certeza sabemos que va a acontecer, pero no sabemos cuándo va a suceder. Eso impone una aceptación lúcida del destino humano. Se constituye asimismo en un reto para experimentar lo que tenemos de tiempo de vida con dignidad y fortaleza. Ante la muerte cabe también el no-pensar, el disimulo, a través de una serie de distracciones que dibujan los contornos de una vida inauténtica, en la que se vive de lo que se dice y se opina. Existencia auténtica e inauténtica Para comprender y comprenderse, cada quien puede optar por tomarse a sí mismo, a los demás o al mundo como punto de partida. Si nuestra opción es tomarnos a nosotros mismos, obtendremos una comprensión auténtica, pues indagaremos en nosotros mismos, que es lo más cercano y objetivo que cada quien tiene. En cambio, en el segundo caso, la comprensión será inauténtica, pues dado que no puedo pensar por otro, ni colocarme en su lugar, lejos de compren der estaré haciendo lo que otros hacen, aunque no logre comprender muy bien la realidad que me rodea. Este querer buscar en los demás lo que debo buscar en mí mismo es el fundamento de la existencia inauténtica o anónima. Heidegger lo denomina existencia anónima porque no se habla de nadie, nonos referimos a alguien en particular, es el reino del «se», donde domina totalmente el se dice o el se hace. Por ejemplo, una actriz se pone un vestido un poco estrafalario en una recepción de Hollywood y cuando le preguntan qué le llevó a usar esa prenda, ella responde: es lo que se está usando. ¿Quién la está usando? En realidad nadie. Su respuesta es anónima, pero el uso que ella hace de la prenda también lo es. No es una prenda que ella haya escogido porque 111 va con su forma de ser y vestir, sino la eligió porque «se» usa. Entonces ella vive no de lo que piensa o decide sino de lo que «se» hace. Heidegger insiste en que el abandonarse a la existencia inauténtica significa adoptar una actitud y aceptar una de las posibilidades que la existencia humana ofrece, puesto que la estructura impersonal de la vida social es también una opción y, por tanto, es parte del modo de existencia del ser humano, que es «ser-en-común». Podría decirse que la existencia inauténtica es una tentación que acecha al hombre que vive en sociedad. Pero abandonarse a ella es tomar un camino que lejos de permitir la realización de su genuina trascendencia, es decir, la persecución de las posibilidades que le son más propias, termina depositando al hombre al mismo nivel que las cosas del mundo. Cuando ello ocurre, podemos decir que la existencia se ha desprendido de sí misma y ha caído en el mundo, ha quedado atrapada en él. El yo ha sido sepultado en lo anónimo. Una vida auténtica reconoce la imposibilidad de dominar el fundamento de la vida, que es la comprensión del ser. Una vida inauténtica, en cambio, es enajenada, ni siquiera puede darse cuenta de ello. El sujeto se olvida del ser, y se concentra en los objetos concretos. Pensemos, a manera de ejemplo, en un hombre exitoso, que gasta millones de dólares en autos, casas, trajes, relojes y otras cosas que le dan una forma de vida. Supongamos que le preguntamos ¿qué es la vida?, y que él nos respondiera: no sé, no estoy para eso, voy al casino a apostar y me llevaré mi último auto de lujo. Este sujeto que usamos como ejemplo ha olvidado que no es eterno, que va a morir y en lugar de prepararse para la vida, hace como si su vida fuese eterna. Nunca se pregunta, nada cuestiona, vive sin vivir. Pero la vida se caracteriza por ser una única oportunidad de vivir. 6.4 El modernismo y posmodernismo Mucha gente confunde época moderna con modernismo; aunque tienen alguna relación, no son lo mismo. Época moderna es una de las cuatros divisiones de la historia: antigua, media, moderna y contemporánea. El modernismo y el posmodernismo suceden en la época contemporánea, aunque, desde luego, sus raíces se encuentran en la época moderna. Antecedentes El mundo ha cambiado vertiginosamente en los últimos doscientos años. Los modos de vida se han modificado de forma radical, debido principalmente al crecimiento de la ciencia y al auge económico que ésta ha desatado. La ciencia ha despejado muchas dudas y abierto grandes campos de conocimiento; sin embargo, también ha puesto en duda ciertas creencias que daban al ser humano tranquilidad y un sentido de pertenencia. La ciencia ha traído grandes beneficios y ha deslumbrado al hombre, quien muestra un interés y veneración por la ciencia y la tecnología, descuidando todo lo que tiene que ver con lo humano y espiritual. El espíritu de la época es racionalidad y ciencia. La historia del modernismo y del posmodernismo es la historia de esas grietas abiertas en la existencia del ser humano que éste ha tratado de comprender y a las cuales ha tratado de ajustarse. Por momentos, sin embargo, el hombre ha intentado superar las limitaciones de la época, ya sea mediante la acción, la ideología, o en caso contrario, por medio de la indiferencia y el abandono de las utopías e ideales. Los términos 112 modernismo y posmodernismo resumen a grandes rasgos las características de las sociedades en los últimos siglos. Cada uno de ellos designa a una época de transformación social. El modernismo representó un impulso de renovación; el posmodernismo, la confrontación con el fracaso de los ideales fijados y el consiguiente abandono de lo ideológico, lo político y lo social. Estas condiciones terminarían por desencadenar el individualismo en que vivimos actualmente. El modernismo El término modernismo equivalía a renovación, cambio o vanguardia. Marx (1818-1867) amplió el significado de lo «moderno». Para él tenía un sentido negativo. Lo identificaba con la abstracción y la enajenación del hombre. En el ámbito político tema una visión más optimista; atribuía a la modernidad la posibilidad de transición de una sociedad menos desarrollada a otra más desarrollada en la que se hicieran presentes los nuevos elementos progresivos. Como hombre de su época, Marx creía que el aumento en la producción daría paso a la liberación del hombre en un nuevo tipo de sociedad que surgiría. En el modernismo se tuvo mucha confianza que con la ciencia vendría una época de mejoría para toda la humanidad. Cuando la ciencia empezó a tener logros prácticos y la gente se percató del poder de los adelantos tecnológicos y de los descubrimientos científicos, así como de sus aplicaciones, se iniciaron diversas conjeturas acerca de lo que sería posible lograr si la ciencia se aplicara para el beneficio del ser humano. Por ejemplo, se pensó, el trabajo que antes hacía un hombre en doce horas de jornada laboral, ahora podría realizarlo, con la ayuda de alguna máquina, en unas horas, de manera que el obrero tendría tiempo libre para usarlo para la convivencia familiar, si así lo quisiera. Se pensó también que el exceso de productividad que traerían los adelantos científicos serviría para abastecer las carencias de aquellos que no tenían lo indispensable por falta de recursos. Además, se imaginaron utopías basadas en la ciencia y sus posibilidades. Por ejemplo, se creyó que habría sociedades con formas de organización y relación mejores a las actuales. Este impulso reformador tuvo su influencia en todos los campos de actividad del ser humano: en el arte, en las humanidades, en los negocios, en la religión, etcétera. Con este deseo de cambio la ciencia llegó a adquirir un papel primordial en la sociedad. La ciencia se convirtió de esta manera en una fuente de conocimiento legítimo, por lo que el método científico pudo aplicarse a los demás campos del conocimiento. El método científico se impuso como la única forma de proceder aceptada. Sus características se consideraron válidas para los demás campos de estudio, y la razón se convirtió en el punto de partida para cualquier investigación. La sociedad, entonces, pondrá en duda todos los presuntos conocimientos que no estén basados en la razón. 113 La época moderna se caracteriza por: • el espíritu emprendedor, • el desencuentro entre las clases sociales, • la crisis de la fe, • la rebeldía en contra de los sistemas establecidos, • la angustia del ser humano ante el mundo cambiante, • una reafirmación del ser humano como valor máximo de una sociedad y como punto de partida • y el reemplazado del trabajo humano debido a los adelantos científicos y tecnológicos. Vivimos en un mundo cambiante y quizá por eso es difícil para nosotros imaginar la angustia que sintieron los habitantes del siglo XIX, cuando su mundo habitualmente estático empezó a transformarse vertiginosamente. Las costumbres asentadas por años y años comenzaron a cambiar, los oficios y los estudios se especializaron. Las ciudades se expandieron y en poco tiempo la gente se vio obligada a trasladarse a éstas para vivir, buscar empleo o hacer negocios, de manera que hubo que dejar la provincia y adaptarse al estilo de vida citadino. Todos estos cambios crearon un clima de incertidumbre y duda; y las personas de repente se vieron a sí mismas tratando de entender el mundo en que vivían (pues éste de repente les resultaba desconocido), a la vez que les era irremediable adaptarse a él, ya que de lo contrario terminarían por ser marginados. El posmodernismo Es la confrontación con una realidad que no creía en las utopías y que arrasó con ellas, con los deseos reformadores, con las revoluciones sociales y con los ideales de una sociedad mejor. Después de dos guerras mundiales de consecuencias catastróficas, el ser humano se encontró con que las posibilidades de la ciencia no habían sido exploradas únicamente para beneficio del ser humano, sino también para la construcción de armas de destrucción masiva. Se enfrentó con que los dueños de las empresas no habían reducido la jornada laboral, ni utilizado el excedente que les proporcionaban los adelantos tecnológicos para beneficiar a los necesitados, sino que se habían aprovechado de la circunstancia para tener márgenes de ganancia más amplios. En pocas palabras, el mundo moderno había sido una desilusión que produjo indiferencia y apatía. 114 El deseo renovador que aumentó a la modernidad será visto por las nuevas sociedades como una utopía ingenua. Por lo mismo, los pensadores perciben en la gente el desengaño y la sensación de vacío. Este desencanto ha conducido a la gente a la creencia de que la única posibilidad que existe de cambio radica en la introspección del individuo, en el volcarse éste dentro de su ser; se convertirán así en las características que moldearán el carácter de las sociedades actuales. En este sentido Aldous Huxley, un importante escritor inglés, llegará a decir que: ¿Existe con certeza un lugar en el universo que puedes mejora?; y ese eres tú mismo. Esta frase expresa con claridad el sentimiento que embargó a las personas en aquel momento. Las personas habían dejado de pensar en el cambio socia l y se empezaban a hacer cada vez más introvertidas Se perdió, por lo tanto, la vinculación con el mundo. El pesimismo hizo pensar a los ciudadanos posmodernos que el ser humano no tiene verdadero poder transformador sobre el mundo. Podemos decir que un sentido de impotencia abruma al individuo contemporáneo. En ese ambiente de indiferencia resultó fácil el ascenso del dinero como principal valor social, lo que a su vez propició la sociedad de consumo en que vivimos. Las personas han menospreciado la importancia de la moral y de las tradiciones, y en su lugar han valorado a la posición económica de las personas como elemento central para distinguir y juzgar a los demás y a sí mismos. Es decir, en las sociedades actuales se valora a las personas más por lo que tienen, por cómo se ven y por su posición social, que por sus sentimientos, por cómo se comportan con los demás o por sus cualidades humanas. Vivimos en el culto a la imagen y a lo material. A diferencia de lo que sucedía antes, en la actualidad nos interesamos más por lo externo que por la interioridad. Por otro lado, esa desvalorización del ser humano, ese sentimiento de que nadie nos valorará por quienes somos, sino por lo que tenemos o lo que parecemos, nos ha llevado a sentirnos desamparados ante la desolación que ofrece un mundo sin aparentes posibilidades de mejora sustancial, donde todo parece ser igual, sin distinciones. La única posibilidad de diferenciarse radica, como lo dice Gilles Lipovetsky, en las elecciones que tomamos al consumir. Es decir, las diferencias ya no radican en la honestidad de la persona, por ejemplo, sino en los productos que consume, en las variedades entre las que elige. La información y las posibilidades de elección parecen abundar, pero en verdad no son más que opciones sin diferencia significativa entre ellas. Poco importa, pues, si me paso ocho horas enajenado en un canal de televisión o en otro; o si me enajeno con telenovelas, un partido de futbol o una película de terror. Las vías de comunicación se han multiplicado, pero las personas en las ciudades viven cada vez más aisladas. 115 Tenemos a nuestra disposición videos, fotografías digitales, transmisiones en vivo, y, sin embargo, esto no nos ha hecho más sensibles al mundo, sino, al contrario, nos ha hecho fríos, porque ya nada parece sorprendernos. De algún modo lo hemos visto todo y al mismo tiempo no hemos visto nada, puesto que todo se ha vuelto irrelevante. En algún sentido, vivimos en sociedades donde se acostumbra usar, tirar, consumir, desechar, donde nada es indispensable y todo es efímero, incluso nuestra estancia en el planeta, y ese miedo hace que todos dediquen sus vidas principalmente a la búsqueda de la satisfacción personal; por eso somos cada vez más egoístas. El ser humano tiene un deseo de trascendencia. Todos deseamos llegar a ser únicos en cierta medida, a ser distinguidos de los demás por nuestros actos. Pero el mundo permanece indiferente ante nuestros esfuerzos, por lo que se produce una frustración en cada uno. Entonces el ser humano se vuelca hacia el deseo de prosperidad y hacia el anhelo de confort material; como sustituto de su necesidad de realización personal. La posmodernidad se caracteriza por: • • • • La diversidad; El relativismo, dado que antes se vivía con criterios absolutos; Un comportamiento menos apegado a la autoridad, incluso un poco anárquico; La frustración de los seres humanos al enfrentarse a una realidad que parece inamovible; • La ausencia de ideales; • La frustración de las personas al encontrarse con una realidad que se resiste al cambio; • La presencia constante de los medios de comunicación masivos, que transmiten versiones idealizadas de lo que debería ser un individuo y que promueven el consumismo; • El culto a la imagen; • El entretenimiento (espectáculos, programas televisivos, redes sociales en Internet, videojuegos) como sustituto de las relaciones sociales y de las relaciones del ser humano con la naturaleza; • Y la pérdida de la identidad, donde la masificación ha acabado por hacernos a todos muy parecidos, en lugar de diferenciarnos. Conductas sociales y culturales posmodernas El posmodernismo, como todas las épocas, tiene rasgos positivos y negativos en las conductas sociales y culturales. Varias de ellas han sido ya mencionadas en el apartado anterior, por lo que vamos a tratar de resumir esto mediante un cuadro: Cambios en las conductas y en las concepciones culturales en el posmodernismo. En lo positivo En lo negativo • Diversidad en los comportamientos y en la expresión de • Hay un consumismo enorme: pero no sólo se las minorías. consumen bienes, sino también arte. • Hay distintas formas de expresión.- ahora contamos • Ahora todo transcurre de prisa; la gente tiene prisa para con una pluralidad de opiniones. todo. Quiere que todo se haga rápido: quiere ganar • Hay mayor tolerancia y respeto hacia la expresión de tiempo para luego distraerse con «pasatiempos». La las minorías cantidad de información es tan grande que el humano ya • Diversidad de estilos literarios, musicales y culturales. no puede ajustarse a las velocidades con que se Esto es una señal del fin del criterio único y hegemónico. produce. 116 En lo cultural y social podríamos decir que la heterogeneidad es la norma. • Gran confianza en la razón y la ciencia, pero con cuestionamientos profundos acerca de quién decide lo que es la ciencia, en qué se usa y cuánto se invierte en ella. • Más que tener ideales románticos, la gente se guía por decisiones prácticas. • Las relaciones entre las personas han dejado de ser locales. En la actualidad una persona puede tener amistades en diferentes partes del mundo. La cultura también se ha vuelto universal • La tecnología ha influido en el comportamiento de la gente. La vida se ha vuelto más mecanizada. • De manera contradictoria, en la época de la comunicación la gente se siente más incomunicada que siempre. • La desaparición de la percepción directa de los fenómenos. Los sentidos ya no perciben el mundo sino a través de una pantalla y en forma atemporal, lográndose una atrofia del instante. • Hay una búsqueda individualista del placer, una pérdida de preocupación por la realización colectiva y un interés excesivo por uno mismo. A continuación te presentamos un ejemplo que ilustra la actitud tanto moderna como posmoderna en los escritores: Antaño los escritores entraban en el ruedo público para transgredirlo, para reformarlo, para quemarlo, para revolucionarlo… procedían generalmente de familias acomodadas, familias asentadas o de una cierta posición, y al tomar ellos la pluma se volvían o se revolvían contra esa posición: escribir era renunciar, era renegar.., era ir contra la familia. Hoy los escritores… proceden… de familias de la clase baja…, y su ejercicio más usual de la escritura es una forma de escalar posiciones en la pirámide social, una forma de asentarse cuidándose mucho de no transgredir nada. 6.5 Heidegger como antecedente de una concepción filosófica «posmoderna» Uno de los autores más controvertidos del siglo XX es Federico Nietzsche. Mucha gente lo rechaza por su discurso agresivo y pedante; otros lo veneran y lo siguen como si fuera un guía espiritual. Este pensador criticó la sociedad de su tiempo porque la gente le parecía pusilánime. Al convencerse de esta falta de espíritu y fuerza que tenía la gente, auguró que los siguientes doscientos años se viviría una época de nihilismo, es decir, que la gente viviría sin sentido y trascendencia, conformada a una sociedad controlada por una rígida moral. Para Heidegger la sociedad de su tiempo tampoco hacía nada para acabar o por lo menos reprobar al nazismo y todas las acciones negativas que un grupo de sujetos estaban llevando a cabo en contra de la humanidad. Para comprender la dimensión de lo anterior hay que recordar dos hechos: la hermana de Nietzsche distorsionó los escritos de su hermano para hacerlos pasar como cercanos al nazismo y de esa manera alcanzar fama, poder y dinero. Por su parte, Heidegger había sido fuertemente acusado de haber tenido simpatías declaradas por el nazismo. Estos dos hechos, además de las simpatías que en el plano intelectual tenía, hicieron que Heidegger tuviera una identificación con Nietzsche. Durante muchos años lo defendió públicamente, lo enseñó en sus clases y en 1936 escribió el libro Nietsche. Como Nietzsche, Heidegger percibía un vacío en la vida de las personas. El tema del nihilismo es una preocupación en la que ambos parecen estar de acuerdo. Para ambos, el nihilismo es parte del ambiente de su época. Significa que los valores superiores se desvaloran y que se vive contrario a lo que es la razón. Nietzsche creía que estas dos instituciones agobiaban al sujeto común. Cuestiona los supremos valores de la época: la religión y la moral. Por eso, cuando declara: «Dios ha muerto», hay que entender que su intención era expresar el deseo de acabar con la institución religiosa. Heidegger corrige 117 la opinión de Nietzsche y argumenta que la religión, la moral y la filosofía no son los valores mismos, sino las instancias a partir de las cuales se establecen e imponen los valores. Para él más bien los supremos valores son aquellos que le confieren un sentido y orientación a la existencia. El nihilismo se experimenta, entonces, como la desvalorización del mundo y de la vida. Se trata —según Heidegger— de aquellos valores en los que está basada la existencia. Cuando los valores superiores se devalúan entonces pierden su carácter obligatorio, ya no nos obligan a nada, ya no nos mueven a nada. Por ello, el nihilismo pone en juego no sólo el presente humano, sino también su porvenir. Vattimo y otros autores han considerado que Heidegger, al hablar del nihilismo que existe, se convirtió en precursor del posmodernismo. Esta postura es bastante cuestionable y contradictoria. Se debe más que nada a una inclinación de Vattimo. Las preocupaciones filosóficas de Heidegger no eran de tipo social, como sí lo son en Vattimo. Ciertamente hay una vinculación entre los temas abordados por Heidegger y que después Vattimo retomaría, pero no más. Al respecto, dice el connotado filósofo mexicano Ramón Xirau: «Tal es en suma la intención de Heidegger. Su intención está alejada de la realidad de su propia filosofía. Y es que la filosofía de Heidegger que se plantea a sí misma como filosofía del ser se reduce a la filosofía de un ser (el hombre). La región ontológica que preocupa a Heidegger es el de la existencia humana, del ser humano que llama Heidegger el Dasein (el ser-ahí, el hombre)». 6.6 El posmodernismo. El punto de vista de los autores de la escuela de Fráncfort El estudio del hombre del posmodernismo se inició abiertamente en la escuela de Fráncfort, Alemania. Este grupo también es conocido como la Corriente Teoría Crítica. La denominación de la escuela fue acuñada por Horkheimer. Se entiende por «Teoría Crítica» el análisis crítico-dialéctico, histórico y negativo de lo existente en cuanto «es» y frente a lo que «debería ser», desde un punto de vista histórico y universal. Tienen una inclinación inicial por Hegel y Marx, pero ellos también son sometidos a crítica. También estudian el status quo, con la intención de investigar los principios de dominación colectivos. También tuvieron cierta inclinación por la teoría de Freud, quien les atraía por el tema de lo irracional, lo racionalizado o convertido en un principio de dominación y cómo se instaló en la sociedad burguesa, que se organiza económicamente a través del capitalismo. Se estableció así una conjunción entre la teoría de Marx y Freud. La gran pretensión de la escuela fue desarrollar una serie de teorías para resolver los problemas sociales, como la desigualdad de clases, no sólo desde el punto de vista sociológico, sino también filosófico. La escuela fue fundada en el primer cuarto del siglo XX por un grupo de científicos de diversas disciplinas. Entre los representantes de esta escuela se encuentran Max Horkheimer (1895-1973), apoyado muy de cerca por Theodor W. Adorno (1903-1969), el psicólogo Erich Fromm (1900-1980), Herbert Marcuse (1898-1979) y Jürgen Habermas 118 (1929), quienes proponen utilizar la filosofía para analizar de manera crítica a los sistemas de producción modernos. Estos sistemas sirvieron para hacer que en su tiempo respondieran a las necesidades sociales de aquel entonces, pero no pueden seguir sirviendo para la segunda parte del siglo XX y XXI. Son sistemas productivos sociales que ya no responden a las necesidades actuales ni en lo político, moral, religioso, educativo o económico, por lo que se hace necesario un análisis crítico de dichos sistemas. Según los pensadores de la escuela de Fráncfort el hombre posmoderno se ha enajenado con los sistemas modernos. Cree que lo más importante es tener dinero, que la ciencia siempre busca el bienestar de la humanidad y que todos marchamos por el progreso. Estos son los nuevos «ídolos» de la posmodernidad. Por lo mismo, de manera inconsciente los obedece, sintiéndose libre. Ha quedado sometido por las fuerzas productivas, porque la producción lo ha rebasado a tal grado que se produce hasta lo que no se puede o se alcanza consumir: exceso tecnológico, exceso de información, exceso de actividad y de todo tipo de víveres o placeres; vivimos en la época de los excesos gracias a la libertad irreflexiva del hombre del modernismo que enfocó sus intenciones en la creación de sistemas de producción sin importar el ser humano. El sistema capitalista, según Horkheimer, se ha concretado a manipular las conciencias dándole prioridad al trabajo y a la producción. En 1930 este pensador sostenía la necesidad de una filosofía crítica de los sistemas tradicionalistas. La reacción de las personas contra los sistemas se tradujo en paros, bloqueos sociales, protestas populares, crisis económicas y militarismos; esta situación total de las masas no se debe a las escasas posibilidades técnicas, tal como podía ocurrir en el pasado, sino a unas relaciones productivas que no son ya adecuadas a la situación actual. El valor humano no puede reducirse a un fin pragmático o utilitario, lo verdaderamente valioso es el ser humano en sí, como tampoco se puede reducir el análisis crítico de la filosofía a un fin práctico que se agote en la producción. La filosofía prevalece como un quehacer analítico de todo y no se reduce a algo particular, no se entrega a nada ni a nadie, por eso es siempre ella misma un impulso a la búsqueda, al análisis teórico, a proponer nuevas teorías que vayan de acuerdo a las necesidades del tiempo. 6.7 El pensamiento de Gianni Vattimo Filósofo nacido en 1936 en Turín, ciudad ubicada al noroeste de Italia. Estudió filosofía en la Universidad de su ciudad natal y en la Universidad de Heidelberg. Fue discípulo de Hans-George Gadamer. En 1964 comenzó la docencia de estética en la Facultad de Letras y Filosofía de Turín, de la que fue su decano. Su actividad filosófica está claramente influencia por los planteamientos de Nietzsche y Heidegger. Entre sus principales obras se encuentran: El pensamiento débil, En torno a la posmodernidad, La sociedad transparente, Ética de la interpretación, El fin de la modernidad, Creer que se cree, Más allá de la interpretación, Filosofía y poesía, Dos aproximaciones a la 119 verdad y Diálogos con Nietzsche. Le ha tocado vivir la era de los nacionalismos, tanto del fascismo como del nazismo. Vio cómo los hombres de manera irracional usaban máquinas de matar para exterminarse, los campos de concentración y la bomba atómica. En ese sentido, es un hombre realista, que no se hace falsas ilusiones. Tanto para Vattimo como para muchos otros pensadores, intelectuales y artistas de su tiempo, en la actualidad existe una ruptura con las ideas que hasta entonces habían prevalecido y que se habían considerado incuestionables. Este quiebre puede denominarse como el fin de la modernidad y el comienzo de la posmodernidad. En la modernidad existía el pensamiento fuerte, es decir, una serie de ideas que eran aceptadas como dogmas o máximas del pensamiento. Por ejemplo, en la historia universal se consideraba la llegada de los europeos a nuestro continente como un descubrimiento que los europeos habían hecho. En la actualidad esa idea es cuestionada. En tal caso, hablaríamos del encuentro de dos culturas, pero ya no aceptamos que «el hombre americano fue descubierto», pues en las cabezas de ambos grupos humanos hay el mismo número de neuronas, tanto piensan unos como otros. Y así como sucede en este caso de la historia, prevalecían en todos los campos del conocimiento ciertas ideas incuestionables. El pensamiento fuerte es, entonces, el pensamiento moderno, en el cual existía cohesión en las ideas y las interpretaciones del mundo. Esto era así, ya que era un mundo más autoritario; la gente daba mucha importancia al deber, el honor y la autoridad, los cuales eran incuestionables; además, existían pocas escuelas de pensamiento en las que se generaba el conocimiento. Con la llegada de la sociedad de las masas, la necesidad de divulgar y extender el conocimiento a una mayor cantidad de personas que pudieran satisfacer las necesidades, tanto tecnológicas como científicas, hizo indispensable la creación de varios centros en los que se creara el conocimiento, lo que trajo como consecuencia la multiplicidad de criterios y formas de pensar o ver las cosas con respecto a un mismo objeto de estudio. De esta forma, el conocimiento se abrió al debate. De acuerdo con él la llamada sociedad postmoderna es la sociedad de la comunicación, donde los medios adquieren un carácter central. Pero es también la era de la confusión informativa, una especie de «Torre de Babel informativa». Cuánta razón tiene Vattimo, ahora que hay tantos medios de comunicación es cuando más incomunicados estamos. El fin de la modernidad La posmodernidad marca la superación de las concepciones unívocas de los modelos cerrados, de las grandes verdades, de la historia como la única capaz de dar una versión del acontecer. La posmodernidad abre el camino, según Vattimo, a la tolerancia y la diversidad. La sociedad ahora es más trasparente, más consciente de sí, más ilustrada, incluso, también, caótica. Pero no veamos este caos como negativo. Es caótico porque nadie le pone orden, pero en este desorden se encuentra el auténtico impulso de la gente, y allí reside nuestra esperanza de emancipación. Las consecuencias de esta situación las podemos observar incluso dentro del aula en la que recibes tus clases. Todos los alumnos de un grupo pueden ver los mismos temas; 120 sin embargo, eso no significa que tengan las mismas opiniones respecto a ellos. La pluralidad se ha convertido en un valor indispensable dentro de nuestra sociedad y con ello la tolerancia hacia lo diferente, pues incluso en aquello en lo que no estamos de acuerdo puede existir algo de razón. Esta pluralidad del pensamiento ha traído consigo nuevas interpretaciones de los objetos de estudio en las diferentes ramas del conocimiento. Así, por ejemplo, recurriendo nuevamente a la historia, Miguel LeónPortilla escribió un importante libro, La visión de los vencidos, en el que nos plantea, desde el título, una cuestión elemental: la historia hasta entonces ha sido escrita por los vencedores. Este libro, como muchos otros, nos dice que la historia que conocemos es cierta sólo en parte, porque también los vencidos vivieron su propia historia y que también esta historia debe ser conocida. Por lo tanto, la historia se convierte en muchas historias, en diferentes puntos de vista acerca de un suceso; así, la historia se fragmenta y, por tanto, el pensamiento fuerte se transforma en pensamiento débil. ¿Qué ventajas tiene el pensamiento débil? Revisémoslo. El pensamiento débil y sus implicaciones El italiano Vattimo con su discurso del pensamiento «débil» no trata de revolucionar, ni de imponer absolutamente nada. El pensamiento débil, sin embargo, no es considerado por Vattimo como algo poco trascendente o significativo, pues su importancia es enorme. Nos libera de tener un solo punto de vista y nos enriquece en la pluralidad, en la multiplicidad de las opiniones y, por tanto, contribuye al enriquecimiento del conocimiento. Es una propuesta que integra en su composición el cuidado, la voluntad ética del reconocimiento y el respeto tolerante de las demás perspectivas humanas, no estableciendo dogmas nunca más. En lugar de eso asume el valor de escuchar e interpretar al mundo intercultural. De acuerdo con Vattimo, la política —tal como se lleva en la actualidad— consiste en el debilitamiento de los sujetos. Por ejemplo, para llegar a ocupar un puesto de elección popular debe pertenecerse a un partido. El sujeto individual tiene derechos electorales en tanto pertenece a un grupo que se encuentra en el sistema. El poder necesita entidades fuertes, como la policía. Pero el hombre del siglo XXI ya no quiere, y tampoco ya no necesita mucho de entidades fuertes. Por lo mismo, Vattimo aboga por la destrucción del poder. Esto hace que mucha gente lo acuse de anarquista. Pero él no está en contra del orden. Por ejemplo, no está en contra de que la policía cuide a los ciudadanos y persiga a los delincuentes. Pero sí está en contra de que la policía sea usada para reprimir un movimiento social. Está pues, en contra de las instancias fuertes que constituyen el poder, por lo que aboga por un orden desde nosotros mismos. El pensamiento débil propone el abandono de la violencia, el control sobre la destrucción de la naturaleza, es decir, es una postura ecologista. A final de cuentas, se trata de que haya menos neurosis en el comportamiento social. Se trata de propiciar áreas de libertad para los sujetos débiles, esto es, al sujeto que no tiene poder de algún tipo. Si se desorganizaran en cierta forma las democracias posindustriales, se lograría una liberación de las personas. Fortalecer al individuo y lograr que obtenga mayor autonomía se traduce en un debilitamiento del Estado. 121 El anarquismo de Vattimo se traduce, pues, en un debilitamiento del sistema. Es lo que se conoce como desorganización de la sociedad. De acuerdo con Vattimo la transformación política no se consigue a través de la toma del poder social, como sostienen los marxistas y comunistas; tampoco por la restauración del liberalismo clásico, sino a partir de contaminaciones del propio sistema. ¿Y cómo podemos contaminar el sistema? Aprendiendo que debe haber tolerancia y respeto por todas las personas, en especial por quienes se encuentran en las minorías, y haciendo que se respete. La teoría del pensamiento débil intenta convencer que no es posible continuar haciendo la guerra porque sería el final del ser humano. Es una forma de educar al hombre para vivir en un mundo donde la beligerancia no es posible. 6.8 Jean-François Lyotard y la crítica a la idea de progreso material y la razón instrumental Jean-François Lyotard nació en Vincennes, Francia, en 1924. Su padre era representante de ventas. Fue educado en los Liceos Buffon de París y Louis-le-Grand. Su aspiración de juventud era ser monje dominico. Tiempo después optó por estudiar filosofía y literatura en la Sorbona. Fue amigo de Gules Deleuze y Cornélius Castoriadis, quienes ahora son distinguidos intelectuales. Se casó y fue padre a una edad temprana. Después de su hija Corinne, el matrimonio procreó a Laurence. Su temprano interés por la filosofía de la indiferencia dio lugar a que en su tesis abordara este tema. Lyotard se describía a sí mismo como un perturbado de la guerra. Esto se debió a que se desempeñó como voluntario de primeros auxilios en la lucha por la liberación en las calles de París en 1944. Al haber vivido las implicaciones de la guerra y haber percibido la dureza de la muerte y el dolor que surgen en todo conflicto bélico, abandonó sus ideas de indiferencia y las cambió por la de un compromiso con la investigación de la realidad en términos de las interacciones sociales. Se dedicó a la enseñanza de la filosofía en Argelia y en La Fleche. Se familiarizó mucho con la situación política argelina, que él creía que estaba madura para la revolución socialista. En 1954, Lyotard se unió a la organización socialista revolucionaria «Socialismo o Barbarie». Con el tiempo perdió la creencia en la legitimidad del marxismo como una teoría totalizadora, y regresó al estudio y la escritura de la filosofía. Desde 1959 y hasta 1966 fue asistente en la Sorbona, y luego obtuvo un puesto en el departamento de filosofía en la Universidad de París X, Nanterre. Asistió a los seminarios del psicoanalista radical Jacques Lacan. Posteriormente concluyó su doctorado. Fue profesor y escritor prolífico. En 1973 publicó partir de Marx Freud, texto en el que manifestaba su distanciamiento tanto del marxismo como del psicoanálisis. A finales de la década de los 70 publicó La condición postmoderna, con lo 122 que adquirió fama en todo el mundo, por lo que fue requerido para dar conferencias en todo el orbe. A final de su vida dio clases como profesor invitado en muchas universidades del mundo, como las de California, Emory, Johns Hopkins, Berkeley, San Diego, Minnesota, Montreal, Canadá, Siegen de Alemania Occidental, y la de Sao Paulo, Brasil. Lyotard se casó por segunda ocasión con Dolores Djidzek en 1993 y tuvieron un hijo, de nombre David. Murió de leucemia en París el 21 de abril de 1998. La condición posmoderna Al filósofo francés se le considera, junto con Habermas y Vattimo, como representantes del posmodernismo. En La condición posmoderna, uno de sus libros más conocidos, escrito en 1979, se propuso examinar los cambios que tienen lugar en el saber cuando las sociedades entran en la llamada sociedad posindustrial. La condición posmoderna es un estudio del estado del conocimiento en las sociedades de la información. De acuerdo con él, los avances técnicos y tecnológicos que surgieron como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial han tenido un efecto radical sobre el estado del conocimiento en los países más avanzados del mundo. De esta manera se ha ido formando una relación entre conocimiento y poder. En efecto, el saber da poder, de hecho, son simplemente dos caras de la misma moneda. Ahora los países poderosos disponen de una gran cantidad de conocimiento almacenado digitalmente en bases de datos, pero muy pocas personas tienen acceso a esas bases de datos. Estamos dejando un gran poder a los políticos y a los directivos de las corporaciones multinacionales, tales como IBM. Ante estas grandes corporaciones el Estado se ha convertido simplemente en un usuario. De esta manera, los países han perdido soberanía. Al examinar el estado del conocimiento en la posmodernidad, Lyotard reflexionó acerca del hecho que en las sociedades contemporáneas los saberes en áreas muy específicas son construidos, sistematizados y comunicados (narrados) por grupos pequeños altamente especializados. Aunque la participación de todos los miembros de la sociedad —con su trabajo, producción y reproducción de la información— contribuye a la construcción e institucionalización de los saberes especializados y de los saberes populares, son esos grupos los que detentan el reconocimiento público como autoridades de las materias en las que se especializan. Conviene precisar que el saber no se reduce a conocer, sino que es «lo que hace a cada uno capaz de emitir buenos enunciados prescriptivos y también buenos enunciados denotativos» por los cuales se decide, se valora y se transforman el conocimiento y sus aplicaciones. Los grupos de expertos —constituidos jurídicamente como asociaciones o sociedades y culturalmente como comunidades académicas o colegios— son los que deciden qué es el saber, quiénes son los que saben y cómo debe comunicarse ese saber. De acuerdo con Lyotard, el consenso permite circunscribir el saber y diferenciar al que sabe del que no sabe. Las comunidades académicas, incluyendo las especializadas en ciencias sociales, están constituidas por individuos que se dedican profesionalmente a la construcción de los saberes, así como a la guía de su aplicación, legitimación, custodia, institucionalización y 123 difusión. Por lo general, esas comunidades se encuentran enmarcadas en instituciones educativas de nivel superior y centros de investigación auspiciados por fundaciones u organismos estatales o internacionales. Las comunidades académicas legitiman el saber y a sus miembros como autoridades de ese saber a partir de dos requisitos: uno, la posesión de títulos académicos preferentemente expedidos por universidades de prestigio, y, otro, el cumplimiento de los métodos y procedimientos reconocidos socialmente como válidos. Así, el saber socialmente reconocido y legítimo es el que realizan los expertos o autoridades, narrado de forma válida por los medios válidos. Por medio de estas reglas las comunidades académicas «definen así lo que tiene derecho a decirse y hacerse en la cultura» Esta situación se manifiesta públicamente, por ejemplo, en la entrega de premios nacionales e internacionales y los reconocimientos positivos que cada una de esas comunidades hace a sus miembros, de acuerdo con las reglas que han establecido. Por eso también, para el ejercicio de ciertas profesiones, se requiere la posesión de un título de grado académico. En oposición a esta forma de hacer, narrar y promover el conocimiento científico se declara Lyotard. Afirma que el posmodernismo se debiera caracterizar por su apertura y difusión. Un mismo campo de conocimiento es compartido por varias comunidades que no necesariamente coinciden en cuanto a la totalidad de los saberes, pero todas ellas reconocen y cumplen las reglas del juego. Así, sobre un mismo tema puede haber una diversidad de opiniones divergentes entre sí, y dar lugar a debates. Y también en cada comunidad puede haber miembros que no coincidan con la totalidad de saberes que reconoce esa comunidad ni con todos sus relatos. 124