Número 20, Diciembre del 2008 Necesidad de desalar agua César Calderón Mólgora De acuerdo con el Programa Hidrológico Internacional (PHI) de la UNESCO, se considera que un país tiene una disponibilidad promedio de agua si ésta es de de entre 5 100 y 10 000 m3/hab/año; México se encuentra en el intervalo de baja disponibilidad, tal como se muestra en la Figura 1. Figura 1. Disponibilidad de agua en el mundo.Fuente:World Water Resources at the beginning of the 21st Century. Contar con un suministro confiable de agua, esto es, que satisfaga las necesidades de una nación en cantidad y calidad, es una condición indispensable para su desarrollo armónico. México, por su ubicación geográfica y su topografía, cuenta con una gran variedad de climas, lo cual provoca que la distribución del recurso no sea uniforme en el país, como tampoco lo es la distribución de la población ni la de las actividades productivas. La Comisión Nacional del Agua (Conagua), institución responsable de la administración de los recursos hídricos de la nación, publica anualmente el estudio denominado Estadísticas del agua en México, en el que documenta el estado actual del agua en el país; dichas estadísticas son nacionales, pero se desagregan a escala de región hidrológica y de entidad federativa. El estudio puede ser consultado en el portal de la propia Conagua. Por lo mismo, no se abundará aquí al respecto; sólo se resaltan algunos hechos importantes para entender la necesidad de desalinizar agua. La cantidad de este recurso que escurre y se almacena sobre el territorio nacional es más o menos constante: “Anualmente México recibe del orden de 1.51 billones de metros cúbicos de agua en forma de precipitación. De ésta, el 72.5% se evapotranspira y regresa a la atmósfera; el 25.6% escurre por los ríos y arroyos y el 1.9% restante se infiltra al subsuelo y recarga los acuíferos, de tal forma que anualmente el país cuenta con 465 mil millones de metros cúbicos de agua dulce renovable, a lo que se denomina “disponibilidad natural media”. Al relacionar el volumen total disponible con la población total, se obtiene el cociente de disponibilidad natural media de agua per cápita. Para el año 2000 fue de 4,771 m3/hab/año y, de acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), la población nacional llegará a 115.44 millones de habitantes en 2020. En consecuencia, la disponibilidad media per cápita ese año será de 4,028 m3/hab/año, tal como se muestra en la Figura 2. la calidad del agua, que al tener un alto contenido de sales hace necesario un tratamiento para disminuir esa concentración y que el agua sea susceptible de aprovechachamiento urbano. Otros datos importantes son que en las regiones de fuerte presión antrópica sobre el recurso hídrico habita el 72.6% de la población, que abarcan el 72% de la superficie territorial y que en ellas se genera el 80% del producto interno bruto. Figura 2. Variación de la disponibilidad natural de agua per cápita desde 1950. (Fuente: Modificado de Estadísticas del agua en México 2008. Los datos para 2010 y 2020 se basan en las proyecciones de la Conapo.) ¿Cuánta agua representa? En resumen, además de estos últimos datos, se puede considerar que es previsible que los polos de desarrollo asentados en estas regiones tengan crecimiento demográfico tanto por su propia dinámica poblacional como por la llegada de otras personas en busca de oportunidades. A este crecimiento se verá aparejada una mayor demanda de agua. ¿Cuáles son las perspectivas para satisfacerla? Disponer de 4,028 m3 de agua por persona parece volumen suficiente; equivale a 11 m3 por persona al día. Sin embargo, ese volumen no es para uso directo de cada habitante, sino que debe cubrir la parte proporcional del individuo en todos los usos del agua: agropecuario, industrial, abasto público, generación termoeléctrica e hidroeléctrica, así como usos ambientales y recreativos. Otro concepto importante manejado en Estadísticas del Agua en México es la presión sobre el recurso hídrico que se define como el porcentaje que representan los usos consuntivos con respecto a la disponibilidad natural del agua. Cuando el porcentaje es mayor que el 40% se dice que la presión antrópica ejercida sobre el recurso hídrico es fuerte. El promedio nacional es de 17%, que es una presión moderada. Sin embargo, al desagregar el grado de presión entre las diferentes regiones hidrológico-administrativas el panorama cambia, ya que 8 de 13 regiones presentan un grado de presión fuerte. Asimismo, la mayor parte de las zonas metropolitanas de más de 500 000 habitantes se ubica en esta zona. La Figura 3 muestra los grados de presión antrópica de las distintas regiones del país e incluye la ubicación de las principales áreas urbanas. En el año 2007 se reportaron 102 acuíferos sobreexplotados y todos ellos se ubican en regiones clasificadas como de presión fuerte sobre el recurso. Por otra parte, además de la condición de sobreexplotados, los acuíferos de Meneadero y San Quintín, en Baja California; Santo Domingo, en Baja California Sur; Caborca, Costa de Hermosillo, Valle de Guaymas y San José de Guaymas, en Sonora, presentan problemas de intrusión salina. Esto último va en detrimento de Figura 3. Grado de presión antrópica sobre el recurso hídrico en las distintas regiones hidrológico-administrativas del país. (Fuente: adaptado de los capítulos 1 y 3 de Estadísticas del agua en México 2007). La utilización óptima del agua en sus distintos usos es sin duda un tema de gran importancia, sobre el que hay que hacer grandes esfuerzos. Otra realidad es que existe la necesidad de aumentar la oferta de agua con el fin de impulsar y sostener el desarrollo regional. La importación de agua de otras cuencas hacia estas regiones no es viable. Lo es sólo en zonas muy localizadas, y por ello es necesario plantear soluciones a la creciente demanda de agua en ese gran segmento del país. Al respecto, las posibilidades de aumentar el volumen de suministro en las regiones costeras apuntan sobre todo a la desalinización del agua de mar, especialmente en estados como Baja California, Baja California Sur y Sonora. En las regiones no costeras, la utilización de cuerpos de agua de baja calidad, pero de tratamiento intensivo, y el reúso de agua residual tratada para aplicaciones distintas a la agricultura, parecen ser las alternativas viables. Pero, ¿existe la tecnología para ello? Los procesos de membrana son la alternativa técnica más robusta para desalinizar agua de mar, desalinizar aguas salobres continentales y obtener agua de calidad apta para el abasto público urbano, a partir de agua residual tratada. Procesos presurizados Los procesos de membrana se dividen de acuerdo con su principio de actividad. Los que mayor desarrollo han tenido en los últimos diez años son aquéllos cuya fuerza motriz es la presión: ósmosis inversa y nanofiltración. En esencia, ambos procesos parten del mismo concepto: forzar el paso del agua con minerales disueltos a través de una membrana semipermeable, misma que permite el paso del agua a través suyo al mismo tiempo que impide el paso de los aniones y cationes disueltos. La diferencia radica en el tamaño de los poros de las membranas de ósmosis inversa y de nanofiltración: los diámetros de los de las primeras varían entre 10-4 y 5X10-3 µm, mientras que las membranas de nanofiltración presentan poros de entre 10-3 y 3X10-2 μm. Las membranas de ósmosis inversa operan típicamente entre 10 y 20 bar de presión para aguas salobres, y entre 40 y 60 bar para agua de mar. Por su parte, las membranas de nanofiltración operan a presiones entre 6 y 10 bar. la incrustación de las membranas, aun cuando una o varias de las sustancias antes mencionadas estén disueltas en el agua a tratar. El nivel de recuperación del agua desalada, en el caso de aguas salobres, está en función de la capacidad incrustativa de la propia agua. Para el agua de mar, las limitantes son la presión máxima que puede resistir una membrana y el recipiente presurizado que la contiene. Dada la importancia que los procesos de desalinización a través de membrana empiezan a tomar en el contexto nacional, en el IMTA se instaló el laboratorio de procesos de membrana, el cual fue inaugurado por el Ing. Juan Elvira Quezada, Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, el 21 de octubre de 2008. Las instalaciones se ubican en la sección suroeste del laboratorio Enzo Levi, y consisten en unidades piloto de ósmosis inversa para agua de mar, para agua salobre y de nanofiltración, para producir hasta 1 l/s de agua producto. Asimismo, se cuenta con una unidad de filtración en arena y una de microfiltración. Ambas tienen la capacidad para eliminar materia en suspensión, no disuelta, pero el tamaño de partícula que retienen es diferente: mientras que la microfiltración retiene partículas de hasta 0.1 μm de diámetro, en el filtro de arena se retienen partículas de hasta 50 μm. Ambas unidades funcionan como pretratamiento de las unidades de ósmosis inversa y de nanofiltración, pero en cada una de ellas la aplicación Una membrana de ósmosis inversa presenta una retención mínima de sales de entre el 99.2 y el 99.5% de las mismas, mientras que una membrana de nanofiltración oscilará entre el 84 y el 95 por ciento. Es muy importante que el agua de alimentación, tanto a la ósmosis inversa como a la nanofiltración, estén libres de turbiedad y de materiales suspendidos, ya que estos tienden a depositarse en la superficie de las membranas y terminan por obstruirlas. Por ello es necesario aplicar un pretratamiento. Planta piloto de ósmosis inversa para agua de mar. (Foto: R. C.) Por otra parte, el tipo y la concentración de sales disueltas presentes en el agua pueden incrustarse en las membranas. Sustancias incrustantes comúnmente encontradas en aguas subterráneas son: carbonato y sulfato de calcio, sílice, carbonato de estroncio, sulfato de bario, sulfato de estroncio, fluoruro de calcio, silicato de calcio, silicato de magnesio y fosfato de calcio. Agregando sustancias como el hexametafosfato de sodio, ácidos poliacrílicos y fosfonatos se puede evitar es distinta. Por ejemplo, cuando la fuente de agua sea un pozo salobre o playero, el filtro de arena es adecuado como pretratamiento; si la fuente fuera agua superficial, agua residual tratada o toma abierta en el mar, la adecuada sería la unidad de microfiltración. Con estos equipos se harán pruebas de tratabilidad in situ, con el objeto de obtener parámetros de diseño para que las plantas desalinizadoras ofrezcan el mejor rendimiento posible según las características de la región donde tales plantas vayan a instalarse. Por otra parte, las membranas son susceptibles de fallar, por lo que una sección del laboratorio se dedica precisamente al análisis de las membranas. Se cuenta con un banco de pruebas para determinar si ofrecen o no un rendimiento adecuado, ya sea en el volumen que pueden tratar, o en la cantidad de minerales disueltos que remueven. Si en el banco de pruebas se determina que efectivamente la membrana no funciona adecuadamente, entonces hay que abrirla (pruebas destructivas) y determinar la causa de su mal funcionamiento. Este análisis se conoce como “Autopsia de membranas”. Mesa para autopsia de membranas. (Foto: R. C.) Referencias Comisión Nacional del Agua, Estadísticas del Agua en México, 2007, Segunda reimpresión, México, 2007. Comisión Nacional del Agua, Estadísticas del Agua en México, 2008, Primera. edición. México, 2008. Medina San Juan, José Antonio, Desalación de aguas salobres y de mar. Ósmosis inversa, Ediciones MundiPrensa, Primera edición, Madrid, 1999. Saehan Industries, Inc., Technical Manual Reverse Osmosis Membrane, Seúl, 2006. www.saehancsm.com Planta piloto de Nanofiltración. (Foto: R. C.) UNESCO, Plan Hídrico Internacional, World Water Resources at the Beginning of the 21st Century. (Resumen.) http://webworld.unesco.org/water/ihp/db/shiklomanov/ summary/html/summary.html