X CAMPEONATO MUNDIAL DE FÚTBOL Primero el negocio y la política; y si queda espacio, el deporte M illones de personas pudieron ver el espectáculo en la pequeña pantalla: Antes de dar com ienzo uno de los tres partidos en que intervino la selec­ ción nacional de Haití, m ientras se interpretaba el him no nacional de ese país del Caribe, los jugadores haitia­ nos cantaron el himno al tiem po que gruesas lágrim as les resbalaban por las morenas m ejillas. Y al com entarista alemán de turno no se le ocurrió cosa m ejor que observar que estos jugadores de Haití eran los más sinceros aficionados, jugadores del fútbol por el fútbol, que todavía eran capaces de sentir la em oción que se trueca en lágrim as al escuchar el himno de su país, cosa que ya no hacían los curtidos profesionales del balón de otros países. En mí opinión, pocas veces se habrán nom brado en tan pocas palabras, y sin duda tan im prem editadam ente, to ­ dos los síntomas de la falacia que oculta el descom unal tinglado mon­ tado en torno a un deporte que al convertirse en espectáculo de masas ha pasado a ser objeto de especula­ ción económ ica y política. Por una parte, ya se ha discutido con harta frecuencia la conveniencia y justifica ción de Interpretar el himno nacional de un país, con lo que lo único que es seguro que se consigue es intensificar, en el m ejor de los ca­ sos, la falsa sensación de que lo que está en juego no es tan sólo la vic­ toria o la derrota en un partido de fútbol, sino nada menos que el presti­ gio nacional del país cuya representa­ ción se atribuye indebidam ente a un equipo determ inado. Y en el peor de los casos, se man­ tiene viva la llama de un nacionalism o anacrónico y doblem ente peligroso, porque aparece como la herencia más visible que los europeos hemos legado a los pueblos que hoy llam a­ mos eufem ísticam ente en vías de desarrollo, como pusieron de m ani­ fiesto las lágrim as de los jugadores haitianos. En segundo lugar, bastaba rascar un poco con la uña el esmalte de su­ puesto „am ateurism o“ de los jug a ­ dores de Haití para enterarse de que, EXPRÉS ESPAÑOL / Agosto 1974 ponentes de la selección nacional de fútbol de Haití no son angelicales aficionados ni jugadores de fútbol por el fútbol, sino muchachos que apro­ vechan sus facultades deportivas para salir de esa miseria. Lo cual sería totalm ente legítim o si no se hiciera a costa de la solidaridad con el resto del pueblo, que sigue sum ido en la m i­ seria, y a costa de convertirse en ins­ trum ento de la dictadura, a la que se sirve de perdiz de reclam o para atraer turistas y divisas. El aspecto deportivo del campeonato m undial de fútbol no sale mucho me­ jo r parado si se analiza, aunque sea tan superficialm ente como en estas líneas, la m otivación de los grandes del fútbol mundial. El m ejor ejem plo es aquí precisam ente Alemania Fede­ ral. Ante todo, el juego polítíco se ve en este caso más claro a causa de la intervención de dos equipos alema­ de eso, nada. El G obierno de Haití no nes. ocultó en ningún m omento que lo más Y si antes eran los com unistas los im portante para él era participar, cosa que equiparaban los éxitos deportivos que honra a un deportista, pero espe­ con una supuesta superioridad de su cificó que lo de menos en esa parti­ sistema social, ahora ha sido la pren­ cipación era el deporte, y lo de más, sa de derechas de la República Fe­ lo que verdaderam ente Importaba, era la propaganda turística que de esta deral la que ha com etido este garrafal m anera se podía hacer y se hizo para error, con lo que por otra parte no ha Haití. hecho más que dem ostrar de nuevo Vistas las cosas desde este ángulo, y que tam bién en política los extremos se tocan. conociendo la miseria a que el infantil d ictad or haitiano tiene som etido a El cálculo le salló mal por partida „s u " pueblo, es evidente que los com ­ doble, no sólo porque el equipo de Alem ania Oriental derrotó al de la República Federal, sino tam bién y sobre todo porque la indentiflcación equipo de fútbol-sistem a político fue causa de que los espectadores ale­ manes occidentales silbaran descon­ sideradam ente a los jugadores alema­ nes orientales y se Identificaran por p rincipio con el equipo nacional con el que se enfrentaba la selección de Alem ania Oriental. Lo cual habrá lle­ nado de satisfacción a los jerifaltes com unistas de Berlín Este, que po­ drán utilizar esa actitud como prueba de que los alemanes occidentales ya no se identifican con los alemanes orientales. En cuanto al equipo que ha conquis­ tado el título de campeón del mundo, poco caso se puede hacer a las pro­ testas de deportividad que sus com ­ ponentes han hecho en todo m om en­ to, si se recuerda el regateo que tuvo lugar antes de com enzar el cam peo­ nato sobre la prim a que se les de­ bería abonar en caso de conseguir el título. Al final, se conform aron con la friolera de 60.000 marcos, que entretanto ya habrán ingresado en la cuenta co ­ rriente de los 22 jugadores seleccio­ Haití: em oción o m iedo nados, al regreso incluidos los que no han jug a ­ 31