UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA – FACULTAD DE PSICOLOGÍA TRABAJO PRÁCTICO GRAP II Nombre y Apellido: Gallastegui Romero, Ayelen. Coordinador: Amorín, Yael. Comisión Nº: 13 Fecha: 10/10/2014 Comencé el año lectivo de la materia GRAP II - grupo de reflexión para el aprendizaje de psicología - , (espacio para pensar y pensarse con otros, y para pensar problemáticas planteadas a lo largo de la carrera en cuanto a ser estudiantes de esta particular carrera, inmersos en un grupo) sintiéndome cómoda por haber elegido un horario frecuentado por personas adultas, con las cuales me siento más afín, y entonces, con la expectativa de encontrar dicho tipo de compañeros. Me encontraba con ganas de empezar a transitar esta cursada, porque a mi parecer es necesaria como ejercicio que permite más aun el desarrollo de capacidades de observación, tolerancia, del respeto de tiempos de habla y de escucha, por lo que la percibo muy próxima a la futura práctica profesional. A mí me resulta una experiencia formativa vivencial donde el aprendizaje se da en la propia vivencia dentro del grupo. A su vez me resulta un ámbito de distensión, que rompe con lo estipulado en otras cursadas, me resulta necesaria para ejercitar el rol profesional. Se puede decir que me encontraba motivada desde el inicio, con expectativas de trabajar internamente aspectos de mi personalidad que relacionados a la tolerancia frente a la molestia que me producen cuestiones como la autoreferencia, es decir, a que las personas solo hablen desde lo anecdótico y no desde una perspectiva grupal, despegada de lo subjetivo, esto me produce bronca. Sentí que el horario elegido era el correcto en base a lo que esperaba, que era reflexionar con personas de mi edad, y un similar recorrido en la facultad. Es interesante pensar que tal como define el grupo Alicia Zanghellini en el texto “La Observación en Grap” el grupo es un campo de problemáticas y a la vez un instrumento para problematizar la realidad. Frente a esto, este año no siempre sucedió que el grupo se uso como instrumento de problematización, ya que como dije anteriormente, muchas conversaciones recaían en lo meramente anecdótico y no salía a flote este nivel de problematización. Cabe aclarar que mi experiencia anterior de GRAP no fue de las mejores y me encontré con un grupo de compañeros menores con los cuales me costó sobrellevar la cursada, porque no me enriquecían los contenidos que circulaban y yo lo atribuyo a lo etario, porque en la edad típica del ingresante generalmente se tiende a estar ligados a etapas previas al ambiente universitario, por ejemplo relacionadas con la secundaria, viajes de egresados y fiestas de quince. Estos temas para mí no son adecuados porque son personales y no aportan a la reflexión grupal, y lo que buscaban, según como yo lo observo, es solamente un contacto vincular y afectivo con los pares del grupo. Esta cuestión de los temas, para mi poco pertinentes, me afecta de manera negativa, produciéndome bronca como respuesta automática; sabiendo que no es la mejor reacción, pero a lo largo de mi vida es la única que puedo desplegar, pero soy consciente que hay otro tipo de respuestas y que no es la más adecuada. En el primer encuentro me llamó la atención la presentación que hicimos de cada uno, diciendo más de lo estipulado y que los integrantes del grupo se hayan abierto a mí me hizo sentir cómoda, y abrirme también. En los siguientes encuentros el grupo continuó reflexionando acerca de lo que a cada uno nos identificaba, haciendo esto una extensión de la primera presentación. Sentí que en las conversaciones que se iban dando, me generaban el deseo de participar activamente, pudiendo fluir en ellas. Desde el inicio sentí que tenía el lugar y la escucha consciente del resto del grupo. Pasados los encuentros el grupo respondió a consignas tales como leer el plan de trabajo docente, presentándose una situación en particular que me llamó la atención, debido a que el grupo se dividió en dos y respondiendo a la consigna, cada uno leyó la parte correspondiente. Un momento después, sentí que esto se tornó bastante complicado ya que el aula es pequeña y no se podía distinguir lo que nos tocaba leer a cada grupo, por lo que respondí de manera desafiante en cuanto a lo que la coordinadora había planteado, presentándose una resistencia a que nos dividamos, alzando la voz y proponiendo deshacer esta división, a lo cual el grupo respondió a esta intención. Finalmente el grupo se reacomodó en un círculo compacto nuevamente, como estaba antes de que se plantee dicho ejercicio. Hoy en día, puedo observar que en el grupo no pude soportar la situación de que el mismo esté dividido aunque fuera por un muy corto tiempo (cinco minutos). Dada esta situación, de no cumplir con la consigna, apareció como respuesta el primer silencio. Desde mi punto de vista, este silencio se generó por la actitud, según mi opinión, de molestia o disconformidad de la coordinadora, por el hecho de no responder a lo que planteó como consigna. Por lo tanto percibí esta respuesta y adopté una suerte de malestar, por haber deshecho lo impuesto, encontrándose el grupo haciendo lo contrario a la consigna y en definitiva no me sentía con ganas de que nos separáramos como totalidad. Observo aquí que quizás al haber sido este el tercer encuentro, no pudimos soportar la idea de separarnos momentáneamente por ser frágil en cuanto a grupo y sentirlo como una amenaza a ese naciente sentimiento de grupo. Esta fragilidad grupal trajo aparejada, en posteriores encuentros, el interrogante de si éramos o no un grupo. Sumándole a esto la poca cohesión y estabilidad del grupo, observé que algunos integrantes tenían rol activo haciendo circular la palabra, y había otros, los que menos se hacían notar o menos hablaban, pasando desapercibidos. Recuerdo que a esa altura hablamos de que el estar presente no solo implicaba la asistencia, sino que requiere de una participación activa, quizás no obligatoriamente de la voz, pero sí involucrada y comprometida. Transcurridos estos primeros encuentros, note la aparición de dos o más compañeros a los cuales nadie conocía, presentándose éstos en el grupo ya “conformado”, lo que volvía a resonar como amenaza de disolución grupal, porque dos personas ajenas hasta ese momento, volvieron a traer esa sensación de estar frente a lo desconocido, lo cual cuesta sobrellevar siendo que ya se había superado esa fase. Frente al tema de la cohesión grupal me resulta importante destacar el rol de la coordinadora, que personalmente me enriqueció mucho, ya que hizo aportes que me resonaron y no dejó que recaiga el compromiso de reflexionar a solo las personas activas (desde la voz) que constituimos el grupo, y orientaba la reflexión, desde mi opinión, siempre a buen puerto, porque se tocaron temas que hacen a la psicología, como la disociación instrumental por ejemplo. Si bien el grupo podía reflexionar en base a ello, no contábamos completamente aún el sustento de la práctica profesional, por lo que las reflexiones terminaban en la autorreferencia, quizás de una manera ingenua, escasa en cuanto a labor, entonces sus intervenciones enriquecían a la idea que intentábamos elaborar. Regresando del receso invernal, se planteó el tema acerca de la lectura de las fichas teóricas que hacen a GRAP, como por ejemplo un texto que toca el tema de la observación. Aquí surgió nuevamente la propuesta de un compañero de leer cada uno en su casa cada ficha y al avanzar en los encuentros ir comentándolas y reflexionar en base a ellas, para alivianar la lectura apresurada llegada la fecha de entrega de este trabajo. Esto despertó nuevamente en mí la idea de grupo y su conformación, porque surgía una tarea general que ligaba grupalmente. Más tarde sucedió que no logramos poner en práctica esta idea, pero en el momento sirvió para reforzar los sentimientos de grupo, que en esta época resistieron el abandono de los compañeros que fueron dejando la materia en este año. Alicia Zanghellini en “La Observación en Grap” señala en relación a la observación, que a través de ella captamos los aspectos más significativos a nuestros ojos. –¿Observar qué? Miradas, detalles, movimientos, gestos, posturas… Destaca la importancia del cuerpo, entender que también es un lenguaje y que a veces decimos más con él que con las palabras. Gracias a esto en el grupo conocí más a mis compañeros. Como la autora menciona, con cada gesto, con cada postura, se estaba comunicando algo por más que no emitieran palabras. Palabras o silencio tienen siempre valor de mensaje, lo cual influye sobre los demás, quienes a su vez no pueden dejar de responder a tales comunicaciones. Transcurridos los encuentros, surge instalar como nuevo dispositivo un observador, el cual detallara de forma escrita lo reflexionado en cada particular encuentro, sin realizar ninguna especie de comentario dentro de esa hora y media, lo cual sigue sucediendo hasta hoy sin problema alguno, asumiendo cada uno su implicancia, tal es así que hubo ya aperturas de los encuentros con la pregunta -¿Quién va a observar hoy?. Con el paso del tiempo el grupo superó el tema de la adhesión, implicancia, y conformación, haciendo insights de que hay todo un sustento de entramado de historias que hacen al grupo, y ya no se pregunta más -¿Quién faltó hoy?... En relación a esto Ana María Fernandez en “El Nudo Grupal” sostiene que cada grupo construye sus ilusiones mitos y utopías; construcciones que se realizan en un doble movimiento; aquel por el que se despliegan los atravesamientos socio-históricoinstitucionales y aquel de su singularidad como pequeño colectivo; tales construcciones son únicas e irrepetibles de cada grupo. Esto lo pude ver en el desarrollo del grupo en este año, en cómo se fue conformando hasta sentirnos parte de un todo, superando avatares desde el momento inicial del primer contacto con lo que eran desconocidos, como por ejemplo etapas de familiarización que incluían nuevas adhesiones tardías de compañeros, luego el comenzar a intentar reflexionar más allá de la propia subjetividad individual de discurso autorreferencial, también las resistencias a consignas de dividir el grupo que provocaban amenazas imaginarias de disolución y la posibilidad de plantear actividades grupales. Hablando acerca de los roles, a lo largo del año, que hacen al grupo observé que la participación, desde la voz activa, recaía siempre sobre los mismos compañeros, que también le dieron continuidad al estar presentes, en cuanto a asistencia. Nunca faltó en el grupo un compañero que se situara en el rol de disparador de temas, pero siempre aquel pertenecía al subgrupo que nombré anteriormente (el más activo, que portaba la voz). Pude ver una totalidad fragmentada entre los que tomaban la voz más activamente y los que no. Dentro de estos últimos yo sentía que no todos estaban implicados de la misma manera, algunos se los notaba más desafiantes con actitudes hostiles quizás para con otros y en ocasiones los sentí agresivos, según mi afectación. Estas actitudes mencionadas, me provocaron rechazo y bronca por sentir que en ocasiones, según mi opinión, se faltaba el respeto. A los compañeros más callados no les conocí la voz y me generaban un sentimiento de incertidumbre por no saber el nivel de implicación, es decir si estaban o no escuchando de manera interesada, si permanecían solo en silencio por falta de interés o si realmente seguían las ideas que se iban desarrollando. En lo personal, esta vez me vi ubicándome dentro del subgrupo de los más activos, en los dos sentidos, ya sea aportando reflexiones, desde la palabra, o escuchando en silencio de manera consciente lo que se planteaba. Esto es un cambio para mí, ya que me sentía más interesada a participar de esta forma este año que en cursadas anteriores de esta materia, por los motivos ya comentados, y esto me produjo el efecto y el deseo de participar de ésta manera, que a su vez la noté más motivada y activa. Creo que mayormente me situé en ese rol, en el cual me pude sentir distendida y cómoda, pudiendo hablar la mayor de las veces de lo que acontecía, y en general, en los distintos temas abordados en el año, pude dar mi opinión. Concluyendo, en lo que va del año puedo destacar que en esta experiencia de GRAP pude comenzar a desarrollar herramientas internas tales como la aceptación a la diversidad de posturas, aceptar el disenso, desarrollar la capacidad de relacionarme con gente, con una predisposición personal distinta, mejorando mi habilidad social. También en relación a la capacidad de escucha, pude justamente escuchar a compañeros que compartían cosas que no siempre eran de mi interés, sin embargo la experiencia contribuyó a mejorar mi capacidad de poder reflexionar en base a lo planteado, excluyendo si despertaba o no mi curiosidad. Me parece que GRAP me fue lo más próximo hasta ahora a lo que puede llegar a ser el accionar profesional en un futuro. Empecé motivada y lo pude sostener. Me propuse esto y lo pude lograr. Bibliografía: -Fernandez, Ana María “El nudo grupal” –Cap. VII. En: El Campo Grupal. Nueva Visión. 1989. -Zanghellini, A. La Observación en GRAP. Ficha año 2000. -Zanghellini “La reflexión en la formación del psicólogo”.