Universidad Nacional de Mar del Plata Facultad de Psicología Trabajo Práctico Grap I, año 2013. Coordinador: Lic Di Leo. Alumno: Gallastegui Romero, Ayelen. Comencé este año Grap, equivocándome de comisión y asistiendo sin querer a Grap III. Fue una situación un tanto extraña, porque a la hora de la presentación noté que la mayoría de las personas pertenecientes a ese grupo ya se encontraban cursando materiales tales como Psicología Cognitiva, Social, por ende, yo intentaba sacar la cuenta y no había manera de que fuera esa mi comisión, por más que la edad lo permitiera. Encontré allí un encuadre más estricto que cumplía con mis exigencias personales, pero seguía siendo un lugar de no pertenencia, porque pude darme cuenta que me había equivocado de comisión, es decir, ingresé al aula próxima de la que me correspondía cursar. En ese primer encuentro surgieron temas relacionados a la transferencia, el chiste, entre otros temas freudianos con lo cual me sentí muy a gusto, me gustó poder aportar reflexiones pero sabía que esa no era mi comisión y que al próximo encuentro todo iba a cambiar. En cierta forma, esta vivencia condicionó mi expectativas para con Grap I, porque vi una abismal diferencia en cuanto a contenido y formas de abordar los temas planteados a reflexionar. En el segundo encuentro asistiendo a mi comisión, di cuenta de mi, contando que me encontraba cursando por segunda vez esta materia, es decir siendo recursante, lo cual mi disposición inicial con respecto al grupo de este año era diferente, por el hecho de que para ellos era una nueva experiencia y para mí era una repetición de lo ya vivido. Puedo destacar que yo me sentía con una predisposición más abierta con respecto a la experiencia pasada, pero a la vez me sentí incomoda con respecto a que mis compañeros iniciaban el año corriente esta nueva experiencia y en mi caso particular ya lo había vivido y me sentí en desacuerdo de la corrección por el hecho de haber desaprobado el trabajo final el año anterior, entonces, trajo aparejado cierta inconformidad frente a un grupo de menor edad que yo; dentro del cual noté una actitud diferente para con la carrera, lo cual no juzgo porque me parece algo razonable, por el motivo de que están en primer año y no es fácil insertarse en el ámbito académico. Yo ya había rendido finales, me encontraba cursando materias del segundo año y notaba cierta discordancia, sentí que el grupo estaba inadecuado con respecto al objetivo de Grap que es reflexionar, no hallé en un principio temas que pudieran abordarse desde el orden de lo reflexivo sino que se trataban temas superficiales y autorreferenciales continuamente, lo cual me producía cierto rechazo y hasta bronca, porque en mi caso particular llegaba a Grap con la esperanza de poder hablar de temas que nos enriquecieran a todos por igual. Noté que con el pasar de los encuentros no pudimos hallar como grupo un tema común, del cual pudiéramos abordar como estudiantes propiamente dichos de la carrera de psicología. Se me dificultaba poder proponer temas de mi interés, porque sentía que el tema que yo podía llegar a compartir no iba a ser interés de nadie, me parecía que al grupo no le resultaba llamativo el poder hablar de materias que yo estaba atravesando las cuales me resultaban sumamente atrapantes y a la vez debatibles. Intenté hablar de vicisitudes que hacen a la carrera pero no encontré curiosidad alguna en dicho grupo. Entonces adopté una actitud más bien relajada a los temas que mis compañeros optaban por compartir. Si estos temas eran autoreferenciales, optaba por aportar una visión psicológica al caso, ya que hubo temas tales como muertes cercanas a personas del grupo, marchas y reclamos sociales, pero los temas ingresaban, y duraban muy poco tiempo en cuanto a reflexión, entonces justifiqué esto introspectivamente como un vacío en cuanto a la postura de mis compañeros, quizás condicionados por la edad, por el haber recién haber salido de la educación secundaria e intentando romper con esos esquemas ya pasados e intentando adecuarse a este nuevo sistema educativo el cual no solo implica un título secundario, sino romper con lo establecido hasta dicho tiempo, y me chocaba el hecho de no poder encontrar dentro del grupo una postura firme, formada e instruida para poder abordar estos temas que nos atravesaban a todos, ya sean los sociales, políticos y académicos. Frente a esto pude saber desarrollar el cuando callar, poder ver cómo la comunicación se construye con respeto y tolerancia frente a los intereses ajenos. Con esto destaco que ningún debate fue en vano, ya que de alguna u otra manera, mis compañeros y yo pudimos ser partícipes de dichos encuentros, y que si bien no todos hablaban, al menos con la escucha ya estaban dentro del sistema comunicacional haciendo una devolución a lo planteado. En los temas de poco interés grupal, es decir donde reincidió lo autorreferencial, noté poca concurrencia de reflexión, generando silencios pasajeros. Los silencios no fueron motivo a desarrollar demasiado, ya que de alguna manera u otra siempre resultaron livianos, desde mi persona fueron por propia reflexión interna en base a lo escuchado o bien intentando indagar internamente qué poder devolver frente a alguna demanda personal ajena, es decir, pensar qué decir y de qué manera comunicar una reflexión frente a un tema autorreferencial externo. Pasados varios encuentros no hubo un tema común que nos subyaciera a todos, sino que hubo intentos de temas de conversación pero no pudimos centrarnos en un tema que nos convocara a todos. Entonces es aquí donde el silencio trató de resignificar los temas a reflexionar por el poco peso. Es decir, que el silencio buscaba reemplazar temas banales. En estos momentos es donde pude observar la iniciativa a la tolerancia de los silencios y la capacidad de escucha de algunos de mis pares. Sucedidos los encuentros surgieron en ocasiones charlas fluidas, al azar y otras veces no tanto porque los aportes que se realizaban eran en modalidad de comentario y no algo que pasaba al plano de la reflexión sino que quedaba en el hecho anecdótico, sin realizar el ejercicio de, a partir de esos dichos, rescatar un aprendizaje. Noté que las charlas fluidas no se daban de manera lineal, sino que simplemente sucedían, y yo no entendía a que respondía que a veces las charlas cobraban un tono más productivo. Ya había cierto desarrollo del sentido de pertenencia a la facultad, entonces los temas que nos convocaban eran en base a parciales que se iban dando transcurrido el tiempo dentro de la carrera. Hubo un tema que presentó bastante inquietud, debate y fue el rol Profesor – Alumno, el tener que romper con el modelo previo de la secundaria para pasar al que se da en el ambiente académico que se caracteriza por un trato más cercano, más simétrico, en mi opinión, que difería de mis compañeros. Hubo muchos encuentros pregnados de falta de respeto, el olvido del encuadre, el olvido a una adecuación dentro del establecimiento, refiriéndome con esto a ciertas maneras de expresarse, formas vulgares de hablar lo cual producía en mi cierta molestia por el desencuadre que esto representa. Similar a esto, surgió en seguidos encuentros la falta de concentración, los roles no respetados a la hora de comunicar, es decir, no escuchar, tratar de codificar lo que un par está comunicando y acompañado a esto un silencio de respeto. En uno de estos encuentros surge la propuesta de una compañera de levantar la mano para hablar, a lo cual yo respondí de manera tajante porque me despertó cierta agresividad, ya que estamos dentro de la Universidad y debemos todos actuar de manera específica respondiendo a este sistema. Pude ver que como grupo nos faltaron algunas cosas, me refiero con esto a que no fuimos la mayoría de los encuentros ni siquiera con el pasar del tiempo un grupo unido ni conformado como tal, sino más bien voces aisladas o subgrupos. La dinámica grupal respondía a la necesidad individual de comunicar vivencias personales, sin poder disociar lo que es de la esfera personal privada con un estilo más académico para cuestionar saberes, para repensar categorías que uno tiene naturalizadas y elevar aquello que es de la experiencia singular cotidiana a un plano teórico. Desde mi parecer no se pudo lograr poque había una necesidad de comunicar lo personal. Hablando de la comunicación, es interesante pensar que en momentos en los cuales abundaban los silencios, pude entender aún más la importancia del cuerpo, entender que también era un lenguaje y que a veces decíamos más con él que con las palabras. Esto contribuyó a conocer más a mis compañeros ya que con cada gesto, postura, se estaba comunicando algo por más que no emitieran palabras. El grupo también lo noto, haciendo uso de esta herramienta, cuando a la hora de demostrar alguien cierto desinteres uno se daba cuenta de que quizás era el momento adecuado para dejar de hablar de cierto tema, o cambiarlo. Toda conducta es comunicación y toda comunicación afecta a la conducta, es imposible no comportarse por lo tanto siempre se está comunicando algo. Palabras o silencio tienen siempre valor de mensaje, lo cual influye por sobre los demás, quienes a su vez no pueden dejar de responder a tales comunicaciones. Otro axioma dentro del tema de la comunicación es que toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tal que el primero siempre va a modificar al segundo, dando como resultado, una metacomunicación, la cual en Grap pude observar que se manifestó en las charlas de los subgrupos, debido al vínculo establecido entre algunos compañeros creando entre ellos un “código” o un lenguaje común que excluía a quien no fuera parte de dicha metacomunicación. Aquello que se hablaba en Grap y la secuencia en la que se iba dando la comunicación, surgía al mismo tiempo, como estímulo, respuesta y refuerzo según como el oyente puntuaba la secuencia de los hechos, es decir, cómo interpretaba lo que le llegaba como mensaje. Pude ver como aspectos analógicos de la conducta posturas corporales que denotaban desinterés por ejemplo estar hechados en la silla, en vez de estar sentados de manera adecuada o ciertos gestos informales dando la impresión de estar frente a un encuadre informal. El hombre es el único organismo que utiliza tantos los modos de comunicación analógicos como los digitales, es decir, que además de los gestos y conductas corporales disponemos de la palabra para ordenar la realidad. Watzlawick señala que ninguno de los dos participantes impone al otro una relación complementaria, sino que cada unos de ellos se comporta de una manera que presupone la conducta del otro. Esto se reflejo en Grap, en ocasiones, como cuando las personas preguntaban a compañeros de más experiencia o recorrido en la carrera inquietudes lo que se puede interpretar como interacción complementaria, más que simétrica, en ese caso. Concluyendo en lo que va del año puedo destacar que Grap pude desarrollar herramientas tales como la aceptación a la diversidad de posturas, aceptar el disenso, controlar la ansiedad de no estar en Grap más avanzado, desarrollar la capacidad de relacionarme con gente menor a mi, con una predisposición distinta, más social y menos orientaba a la adquisición de conocimientos teóricos. Me parece que Grap me fue lo más próximo a lo que puede llegar a ser el accionar en un futuro. Encontrándome con gente que quizás compartía cosas que no siempre eran de mi interés, sin embargo aprendí a tener una buena capacidad de escucha, poder relfexionar en base a lo planteado excluyendo si despertaba o no mi curiosidad y tratando poder abordarlo de la mejor manera posible.