Textos de Plotino Archivo

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Ontología.
Plotino. Eneadas
1. En. VI 8.18.1
Pero tú en tu búsqueda no busques nada fuera de él sino dentro todas las cosas que van
después de él; a él mismo déjalo. Porque él mismo es lo de fuera; contorno y medida de
todas las cosas. O mejor, él mismo está dentro, en lo profundo y lo que está fuera de él,
en contacto con él y suspendido de él, como en un círculo, todo ello es logos e intelecto.
Aunque será más bien intelecto en cuanto que está en contacto y en la medida en que
está en contacto con él y en la medida en que depende de él, como que de él le viene el
ser intelecto.
2. En. VI. 5.5. 10
Cada radio estaría, eso sí, en contacto con el centro del que partió, pero no por eso cada
centro quedaría desconectado del centro único primero, sino que cada uno seguiría
estando con aquel, y habría tantos centros cuantos son los radios a los que sirven de
extremidades, de manera que se mostrarían tantos centros cuantos son los radios que
tocan, pero, en realidad, todos aquellos centros juntos no serían más que no sólo.
3. I 7. 1. 30
El bien hay que concebirlo, a su vez, como aquello de lo que están suspendidas todas las
cosas, mientras que aquello mismo no lo está de ninguna, pues así es también como se
verifica como se verificará aquello de que “el bien es el objeto de deseo de todas las
cosas (Etic. Nic. 1094 a 3). El bien mismo debe, pues, permanecer fijo, mientras que
todas las cosas deben volverse a él como el círculo al centro del que parten los radios. Y
un buen ejemplo es el sol, pues es como un centro respecto a la luz que, dimanando de
él, está suspendida de él. Es un hecho al menos que, en todas partes, la luz acompaña al
sol y no está desgajada de él. Y aún cuando tratares de desgajarla por uno de los lados,
la luz sigue suspendida del sol.
4. VI. 6. 30-45
Una radiación emanada de él, es verdad, pero emanada de él mientras él permanece, al
modo del halo del sol que brilla a su derredor como aureolándolo, brotando
perennemente de él mientras él permanece. Y todos los seres, mientras permanecen,
emiten necesariamente de su propia sustancia una entidad que está suspendida, en torno
a ellos y por fuera de ellos, de la potencia presente en ellos, siendo una imagen de los
que son algo así como sus modelos, de los cuales provino (…) Lo enteramente perfecto
procrea eternamente y procrea algo eterno, pero también algo inferior a sí mismo (…)
El alma es una expresión, y una cierta actividad del intelecto como éste lo es de Aquel.
5. VI. 7.17.40
El intelecto, a su vez, comparado con el alma, es luz para el alma, lo mismo que Aquél
es luz para el intelecto. Y así, cuando el intelecto delimita al alma, la hace racional,
impartiéndole una huella de lo que ella posee. Por tanto, también el intelecto es una
huella del bien. Y como el intelecto es forma se cifra en un despliegue y en una
multiplicidad, síguese que Aquel carece de conformación y de forma precisamente por
eso imparte forma. Pero si Aquel fuese forma el intelecto sería razón (todo cuanto
proviene de Aquel tiene una huella y una impronta de Aquel.
6. VI. 4.9.40
Así como la imagen de alguna cosa, por ejemplo una luz pálida, no podría existir una
vez desconectada del principio del que proviene y, en general, así como a todo aquello
que recibe su existencia de otro por ser su imagen no es posible hacerlo existir una vez
que se le ha desconectado de su principio, así tampoco estas potencias llegadas acá
procedentes de aquel podrán existir desconectadas de aquel. Y si esto es verdad, donde
estén estas, allí estará junto con ellas aquel del que provinieron, de manera que, de
nuevo, tendremos que él mismo estará a la vez en todas partes, no dividido y entero.
7. V. 5.8.15
Lo realmente sorprendente es cómo Aquel, sin haber venido, está presente, y cómo, sin
estar en ninguna parte, no hay ninguna parte donde no esté. Esto así a primera vista, es
sí sorprendente; pero para un entendido, sería sorprendente si fuera lo contrario, mejor
dicho, ni siquiera cabría la posibilidad de sorprenderse.
8. V. 9.13.13
Es que el mundo sensible está en un solo lugar mientras que el inteligible está en todas
partes.
9. VI. 4.8.30
Tampoco es verdad que sea de la misma dimensión que el universo sensible ni que una
parte del universo, porque carece en absoluto de dimensión; luego ¿cómo puede ser de
tal dimensión? El predicado de tal dimensión hay que atribuírselo a lo que es cuerpo;
pero a lo que no es cuerpo sino de una naturaleza distinta, en modo alguno hay que
atribuirle el predicado de tal dimensión. Luego tampoco el lugar. Luego tampoco el aquí
o el allá.
10. VI. 4.2.40
En cualquier punto pues que el cuerpo del universo se encuentre con ello, encuentra al
Todo, de suerte que no necesite ya para nada ir lejos; le basta con girar en un mismo
punto, a sabiendas de que ese punto de que disfruta con cada parte de sí es el Todo.
Porque si el Todo mismo estuviera en un lugar, habría que dirigirse a él rectilíneamente
y tocarle en una parte de él con una parte de sí; sería preciso que “lejos” y “cerca”
existieran realmente. Pero si ni “lejos” ni “cerca” existen realmente, forzoso es que esté
presente entero, si es que está presente; y lo está enteramente a cada uno de aquellos de
los que no está ni lejos ni cerca.
11. VI. 5. 8. 1
Y creo yo que si uno examinara la participación de la materia en las formas, afianzaría
su fe en lo que vamos diciendo y dejaría de descreerlo como imposible o de ponerlo en
duda. Porque es razonable y aun necesario, creo yo, desechar la idea de que, estando las
formas y la materia situadas por separado, haya llegado hasta la materia una irradiación
emitida desde algún punto lejano de arriba. Mucho me temo que estas sean palabras
vacías. Porque ¿qué quieren decir lejos y aparte en este contexto? Además, la doctrina
de la participación ya no sería calificada como el problema más difícil y el más
insoluble, sino que quedaría calificada como facilísima de entender con ejemplos (…)
Mas ahora, expresándonos con mayor exactitud, debemos precisar que no es que la
forma esté separada localmente y que luego la idea se refleje en la materia como en el
agua, sino que como la materia está en contacto con la idea por todas partes pero sin
estar en contacto con ella, retiene en cada parte de sí misma cuanto es capaz de recibir
de la forma por su cercanía con ella, ya que no hay nada de por medio, sin que la idea
traviese la materia de parte a parte, sino quedándose en sí misma.
12. VI 4.13.3-8
Es verdad que la sensación, prestando atención a la cual no damos crédito a lo que
vamos diciendo, dice que el alma está aquí y allá, pero el logos declara que el “aquí” y
el “allá”, no significa que esté extendida aquí y allá, sino que todo lo extenso participa
en ella siendo ella inextensa.
13. VI 4.12.30
Más en el caso del alma, como pertenece al orden de la naturaleza trascendente, debe
ser interpretado no en el supuesto de que una parte del alma esté en los cuerpos y otra en
sí misma, sino en el de que está entera en sí misma a la vez que hace su aparición en
multitud de cuerpos. Un cuerpo más que acude a tomar alma, un cuerpo más que se
lleva, a hurtadillas, lo mismísimo que había en los demás.
Jámblico
14. Myst. 1.19.45
Cuanto más nos elevemos a la cúspide y a la identidad de los seres primeros según la
forma y la esencia y cuanto más ascendamos de lo particularidad a la totalidad, tanto
más descubriremos la unidad que existe eternamente y la contemplaos preeminente,
soberana, teniendo entorno a sí y en sú la alteridad y la multiplicidad.
15. 1.9.35
La luz única e indivisible de los dioses (…) con su poder perfecto lo llena todo, por su
ilimitada excelencia causal lleva a término en sí misma a todos los seres, permanece
unida a sí misma en todas partes y une los principios con los extremos, (…) contiene
todos los seres que están los unos en los otros y tienden los unos a los otros, define con
medidas iguales incluso los más distantes, hace que estén juntos los extremos con los
principios, como la tierra con el cielo, lleva a cabo una única continuidad y armonía de
todo con todo.
16. 1.8.40
En cuanto a los seres superiores y a los que, en tanto universales, contienen el principio,
en los superiores son producidos los inferiores, en los incorpóreos los cuerpos, en los
poderes creadores las cosas creadas, y en ellos que los contienen circularmente son
dirigidos rectamente, y, por tanto, las revoluciones de los seres celestes, una vez insertas
en las revoluciones celestiales del alma etérea, originariamente existen en ellas de modo
eterno, y las almas de los mundos, llegadas a su intelecto, son perfectamente abrazadas
por él y en él originariamente engendradas y el intelecto, tanto el particular como el
universal, es abarcado por los géneros superiores. Eternamente, pues, como los
segundos hacen conversión hacia los primeros y los superiores, como paradigmas, guían
a los inferiores, de los superiores sobrevienen a los inferiores la esencia y la forma y en
los mejores originariamente son producidos los posteriores, de modo que de ellos
procede para los inferiores el orden, la medida y aquello que cada cosa es en su
individualidad.
17. 5.10.65
Cada ser obtiene su alimento y perfección de aquello de lo cual procede. Ello se puede
ver también en las generaciones visibles. Y es posible también observarlo en los seres
cósmicos: los terrestres son alimentados por los celestes. Y resulta sobre todo mucho
más evidente en las causas invisibles, pues el alma es perfeccionada por el intelecto, la
naturaleza por el alma y lo demás es alimentado del mismo modo por sus causas.
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