GRUPO DE INVESTIGACIÓN EN ESTILOS DE APRENDIZAJE NOTAS DE LA LECTURA DEL CAPÍTULO 3 (UN CEREBRO TRIÚNICO: UNA COLABORACIÓN RICA Y DIFÍCIL) DEL LIBRO “LOS DOS CEREBROS EN EL AULA: CONOCER LA DOMINANCIA CEREBRAL PARA MEJORAR LA EDUCACIÓN” de la Educadora francesa Marie Joseph Chalvin, TEA Ediciones, Madrid, 2003. (SEGUNDA ENTREGA) 1. EL CEREBRO LÍMBICO: TODOS MAMÍFEROS. En el transcurso de la evolución el encéfalo se ha enriquecido con nuevas estructuras que han recubierto el cerebro reptiliano. Apareció el cerebro límbico hace 60 millones de años, estaba presente ya en grandes reptiles, pero es más característico de los mamíferos. Refuerza y afina el papel de las funciones del cerebro reptiliano y mantiene el equilibrio fisiológico del organismo. Regula la temperatura interna del cuerpo, haciendo que seamos animales de sangre caliente. Equilibra la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y la tasa de azúcar en sangre. Está muy implicado en las reacciones emocionales y representa un papel importante en la memorización gracias al hipocampo, que recibe informaciones ópticas, acústicas, táctiles y viscerales. Asegura cuatro importantes funciones de supervivencia: las cuatro A: Alimentación, Apareamiento, Autodefensa y Agresividad (la amígdala desencadena la expresión de cólera y de defensa). Se utilizan varias metáforas para hablar del sistema límbico. A veces se le llama “cerebro visceral” a causa de su influencia directa sobre las funciones viscerales y endocrinas. El cerebro límbico se llama también “cerebro caliente” para explicar su papel en la gestión de las emociones. Bajo su influencia, los seres humanos reaccionamos sin distracción y establecemos una comunicación con una fuerte implicación afectiva. El sistema límbico es el lugar de los afectos. Los educadores y los alumnos aprenden pronto a descubrir el umbral emocional y el tipo de afectividad de quien tienen enfrente: el miedo, la rabia, la alegría se expresan por turno en su cara. ¿QUÉ HACER EN CLASE? Bajo la influencia del sistema límbico, el alumno se moviliza de forma irracional según sus impulsos, sus temores y sus disgustos. El educador, si consigue encontrar la clave de los afectos de sus alumnos, será capaz de desbloquear al inhibido, que se pondrá a trabajar por sí mismo en la esperanza de mantener el lazo afectivo que se ha creado. Todos conocemos este mecanismo; ejemplo como el siguiente es una buena muestra: “Yo era siempre mediano en matemáticas, pero tuve en segundo un profesor excepcional. Me gustó tanto que me he convertido en profesor de matemáticas” El sistema límbico es más sensible a los gestos y a las intenciones que a las palabras bonitas. Cuando estamos dominados por el sistema límbico, como los animales privados de la palabra, estamos hipersensibilizados hacia la mímica, hacia los comportamientos y las apariencias. El límbico nos hace imaginar, interpretar y sentir emociones fuertes que se graban fuertemente en nosotros? ¿QUÉ HACER EN CLASE? Muchos alumnos, generalmente los más difíciles, tienen reacciones de este tipo. Estarán resentidos. En estos casos, si se quiere poner en claro algunos puntos importantes referentes a la disciplina o al trabajo, se deben evitar los grandes discursos; no tienen sensibilidad para ellos. Para restablecer un clima afectivo deteriorado, a veces es más eficaz hacer un pequeño gesto de reconocimiento o una sonrisa al pasar. Un gesto se admite mejor que un largo discurso. El cerebro límbico, es el lugar de la impulsividad y del “en seguida” Los que están con frecuencia bajo su influencia hablan a veces demasiado, demasiado deprisa. Algunas veces son “mete patas” y lamentan lo que han dicho. Bajo la influencia de la afectividad, no llegan a encontrar enseguida la respuesta conveniente pero descubren la palabra justa, la mejor expresión, algunos minutos o algunas horas después. ¿QUÉ HACER EN CLASE? Los alumnos también toman a veces de forma espontánea posiciones categóricas, que lamentan después. Por eso es bueno darles tiempo para que tomen una decisión que les concierne y para informarse, en caso de respuesta negativa, sobre el fundamento de este rechazo categórico. Este es el precio que tiene que pagar el educador para obtener los mejores resultados permitiendo al alumno salir de sus automatismos y reflexionar. El sistema límbico es el centro de las motivaciones. Existe en el cerebro mamífero un centro de placer llamado haz de recompensa. También tiene el cerebro límbico un haz de castigo. La necesidad biológica de la recompensa existe en todos los seres humanos. Tenemos tendencia a actuar para obtener bonificaciones y conseguir con ellas un determinado placer. El educador trata de ser reconocido positivamente en lo que hace y, cuando su trabajo no le proporciona las gratificaciones esperadas, tiene tendencia a vivir más difícilmente, a desmotivarse, a interrogarse sobre la legitimidad de su trabajo y de sus esfuerzos. Como él, los alumnos se sienten desmotivados cuando no obtienen una recompensa después de sus esfuerzos. En un buen número de casos la institución educativa no motiva el haz de recompensa. La motivación no se desencadena sin esperanza de gratificación. El sistema límbico es nuestra memoria a largo plazo. Parece, que el hipocampo actúa en los fenómenos de memorización a largo plazo. Una persona bajo la influencia del cerebro límbico actúa como reacción a recuerdos antiguos. Las experiencias del pasado adquieren un peso excesivo e inducen a un comportamiento afectivo de placer o de rechazo, según se asocien a una recompensa o a un castigo. ¡Tenemos opiniones favorables a priori ante ciertas caras… y también los alumnos! ¿QUÉ HACER EN CLASE? Los recuerdos dolorosos de frustración y de castigo pueden provocar en los alumnos un desinterés con respecto al educador, bien sea a causa de una semejanza o porque represente a una disciplina en la que no tiene éxito. Al educador le corresponde entonces aceptar el desafío y sustituir las experiencias desafortunadas por experiencias felices, borrando las humillaciones, realzando los progresos, estimulando al alumno con gestos y pequeñas atenciones, para que cambien sus representaciones. En caso de éxito, aunque éste sea modesto, será posible que el alumno vuelva a estar motivado con respecto a la disciplina antes desprestigiada. El sistema límbico funciona como un filtro. Selecciona lo agradable y lo desagradable, lo interesante y lo poco motivante. Las capacidades de nuestro cerebro se utilizan al máximo cuando éste es estimulado. Es pues primordial tener en cuenta y encontrar los medios de practicar una pedagogía que estimule en los alumnos el haz de recompensa. El Método Herrmann proporciona algunas indicaciones para motivar a ciertos alumnos, descubriendo sus preferencias cerebrales y poniendo en práctica una pedagogía adaptada a las mismas. 2. Nuestro cerebro mamífero (o límbico) hace adoptar comportamientos animales fácilmente identificables a todos los seres humanos. ¡Para el educador es interesante saber que todos, profesores y alumnos, somos un poco gatos, un poco perros y un poco vacas en nuestros comportamientos cotidianos! Todos somos un poco gatos: tenemos una profunda necesidad de libertad y de independencia. Nos gusta la recompensa y queremos elegir el momento y las condiciones favorables para recibirla. A muchos alumnos les gusta trabajar solos, probar sus propios métodos y mantener su independencia de acción dentro de la clase. Todos somos un poco perros: tenemos necesidad de maestros que dicten la ley, que castiguen y recompensen, que creen un clima de seguridad y protección. Los alumnos se sienten motivados y trabajan seriamente con profesores que saben instaurar un clima de confianza mutua basado en reglas claras y respetadas. Por último, todos somos vacas porque a menudo nos dominan nuestros afectos: tenemos necesidad de rumiar durante más o menos tiempo para tomar la mejor decisión y ponerla en práctica. Nuestros rencores, nuestros miedos, nuestros enfados; nos impulsan a pedir o imponer sanciones inadecuadas a algunos alumnos tan límbicos e impulsivos como nosotros. Para evitar rechazos categóricos, es prudente ofrecerles soluciones moderadas, capaces de ponerles en condiciones de tener éxito. 3. PLACER, HUIDA, AGRESIVIDAD, INHIBICIÓN: CUATRO COMPORTAMIENTOS INDUCIDOS, POR NUESTROS DOS CEREBROS, REPTILIANO Y LÍMBICO. Nuestros dos cerebros antiguos se distinguen por sus funciones diferentes, pero dado que están interconectados, trabajan en la misma dirección. Trabajan juntos para asegurar nuestra conservación y nuestro equilibrio interno. EL PLACER: Cuando el educador o el alumno se encuentran a gusto en su papel y tienen un éxito razonable, sienten algún placer y tienen deseos de reproducirlo para ser gratificados de nuevo. Las experiencias cotidianas se suceden, el placer se renueva. Por eso muchos alumnos que aceptan la institución educativa y se adaptan a ella, les gusta asistir a clase, lamentan la proximidad de las vacaciones y piensan con alegría en la vuelta a clase. La institución educativa estimula en ellos el haz de la recompensa. LA HUIDA: Algunos alumnos, por el contrario, no consiguen interesarse por el trabajo intelectual. La adquisición de conocimientos no despierta su curiosidad. Se sienten inseguros, esperan contra toda lógica, conseguir buena nota en una tarea de la que no han comprendido gran cosa, consiguen una nota más mediocre que la anterior y pierden totalmente la motivación. Se les priva de recompensa, de gratificaciones, se estimula continuamente su haz de castigo, Tratan de suprimir el malestar provocado por este hecho y optan por la huida. La huida constituye el primero y principal reflejo de conservación. LA AGRESIVIDAD: Cuando la huida se convierte en algo imposible, estos alumnos jóvenes y adolescentes de todas las edades se sienten cogidos en una trampa, como un animal. Entonces se vuelven contra los que les amenazan y se tornan agresivos. La agresividad no se desencadena hasta que la huida se hace imposible. La incapacidad de contener una pulsión instintiva, en este caso la huida, provoca agresividad y desencadena con frecuencia un comportamiento de ataque; provoca y molesta a sus compañeros, rompe, estropea, deteriora, perturba al grupo y asusta al profesor que, desconcertado, no encuentra más solución que sancionarle cada vez más severamente. LA INHIBICIÓN: Bajo el efecto de estos castigos, ante los reproches conjugados de la institución educativa y de su familia, algunos alumnos adoptan un comportamiento de inhibición. Si asisten regularmente a clase, la sufren y no participan de ninguna actividad. Entonces entran en un círculo de autodestrucción, que se caracteriza por afecciones psicosomáticas y un sentimiento de angustia. Felizmente, los bloqueos son pasajeros, puntuales y se resuelven gracias a la interacción del cerebro antiguo y el neo-córtex. Al lado del cerebro antiguo que manda en muchos de nuestros comportamientos reflejos e instintivos, el cerebro pensante e imaginativo (el neo-córtex) nos permite reaccionar y nos proporciona los medios necesarios para adaptarnos a los azares de la vida. ¿QUÉ HACER EN CLASE? Para luchar contra su propia inhibición, el educador debe tomar la dirección de la clase, dominar a los alumnos desmotivados que traducen su disgusto en agresividad y luego intentar motivarlos para ayudarles a volver a ser activos. En la relación educador-educando, el primero que se tiene que librar de la angustia paralizante que provoca el miedo a la clase es el profesor. Una vez superado este punto, se sentirá suficientemente a gusto para proponer situaciones novedosas capaces de motivar a sus alumnos. En una segunda etapa tendrá que calmar a los alumnos agresivos. El agresivo ataca porque tiene miedo y no puede huir. Para mantenerse en calma, las naturalezas de tipo agresivo tienen necesidad de un territorio más amplio que el de los demás; el educador puede proponer una disposición del espacio de la clase que permita al más violento encontrar tranquilidad al tiempo que asegura a la clase un clima propicio para el trabajo. El lugar que más conviene a este tipo de individuos y que neutraliza su agresividad parece ser el final de la clase, porque en ese sitio puede dominar el conjunto de la clase que se inscribe por completo en su campo visual. No tiene que temer un ataque por sorpresa y se muestran menos agitados; la extensión del territorio y la protección frente a un peligro inesperado, constituyen las mejores garantías de estabilización y de prevención de la agresividad en los que dejan paso libre a sus comportamientos reptilianos y de mamífero. Estos sujetos tiene necesidad de un maestro, de un nido y de una cierta libertad en el interior de su territorio. Cuando el alumno esté calmado y estabilizado, al educador le resultará posible tratar de motivarle, proponiéndole al principio aquello que sabe que le gusta hacer a fin de situarle en el sistema de recompensa, volver a darle confianza y borrar las dolorosas memorizaciones de disgusto. . LA SIGUIENTE NOTA SE REFERIRÁ AL NEO-CORTEX; CEREBRO CAPAZ DE INHIBIR LAS REACCIONES PRIMARIAS Y EMOTIVAS DEL REPTILIANO Y DEL LÍMBICO. ADICIONALMENTE LA NOTA SIGUIENTE RESPONDERÁ A LA PREGUNTA: ¿CÓMO UTILIZAR ARMONICAMENTE TODO EL CEREBRO EN LA CLASE?