EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 297 III. ESPECIAL CONSIDERACIÓN DE LOS ASPECTOS CIVILES DE LA SUSTRACCIÓN INTERNACIONAL DE LOS MENORES 1. SUSTRACCIÓN INTERNACIONAL DE MENORES: DESCRIPCIÓN DEL FENÓMENO Por desgracia, no resulta infrecuente que la quiebra de la pareja suponga una auténtica batalla por obtener la custodia de los hijos y, a ser posible, excluyendo la relación con el hijo del otro progenitor o limitándola extremadamente. En este contexto de la crisis familiar y del enfrentamiento entre los progenitores deben enmarcarse ciertas situaciones conocidas popular, aunque impropiamente, como «secuestros» internacionales de menores, es decir, los traslados ilícitos y las retenciones ilícitas. En las páginas que siguen hablaremos de «secuestro» o sustracción internacional en aquellos casos en los que uno de los progenitores, que ha sido privado de la guarda y custodia o que tiene fundadas razones para temer que tal medida sea adoptada por las autoridades de la residencia habitual del niño, desplaza al menor a través de una frontera contra la voluntad del otro. Generalmente, el progenitor que no tiene la guarda y custodia del menor tiene, en cambio, el derecho de visita (derecho a verle y convivir con el durante períodos de tiempo limitados). El ejercicio de este derecho se aprovecha para alejar al menor de quien lo tiene bajo su guarda y custodia y, en ocasiones, para trasladarlo lejos de su país de residencia. Al traslado del menor fuera de su medio habitual, debe asimilarse la retención o negativa a reintegrar al niño a su medio después de una estancia en el extranjero consentida por la persona que ejerce la guarda. En ambos casos se produce como consecuencia la sustracción del menor del ambiente social y familiar en el que su vida se venía desarrollando. El niño, convertido en objeto de negociación se sabe utilizado como arma arrojadiza. Además, el desplazamiento genera unos efectos nefastos para el menor. Separado del ambiente en el que ha vivido, debe adaptarse a un nuevo entorno, a veces a una nueva lengua, a unas condiciones culturales diferentes, a nuevos amigos, etc. 298 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL Con el desplazamiento o la retención, frecuentemente el padre o la madre busca —además de eludir las medidas antes mencionadas— colocarse al amparo de una jurisdicción más favorable en el reconocimiento de los derechos de guarda y custodia266. Se pretende de este modo que lo que el Estado del que se ha partido considera un «secuestro», en el Estado de destino se convierta en una actuación respaldada por el Derecho. Pero no siempre busca el «secuestrador» el pronunciamiento favorable de la autoridad en el que poder apoyarse. A veces, opta por la inactividad y, desde una posición de ventaja, deja la iniciativa a quien antes convivía con el menor y ahora desconoce dónde se encuentra267. En cuanto a las dimensiones del fenómeno, es preciso reconocer que no se han hecho estudios detallados sobre los supuestos en los que se ve afectado nuestro país 268. Pueden ilustrar, no obstante, las cifras que proporciona el Ministerio de Justicia sobre los asuntos en los que ha intervenido como Autoridad central española en la aplicación del Convenio de La Haya de 1980 —del que más adelante hablaremos—. España ha recibido, al amparo del Convenio, 55 solicitudes en 1996, 48 en 1997, 35 en 1998, 42 en 1999 y 68 en 2000; ha solicitado la restitución o el ejercicio del derecho de visita en 24 ocasiones en 1996, 16 en 1997, 22 en 1998, 44 en 1999 y 42 en 2000269. A estos datos deben sumarse los traslados ilícitos de menores que afectan a Estados que no son parte en este Convenio y aquellos que no llegan a aflorar a la superficie. Desde el caso Bornes c. Fuentes, primer asunto de sustracción internacional que se planteó al Tribunal Supremo español es indudable que el problema se ha incrementado270. Extradición, ratificado por España el 21-4-82. 265 Vid. epígrafe III de este capítulo. 266 La sustracción internacional de menores concierne directamente a la protección de la infancia en las relaciones internacionales. El fenómeno se agudiza jurídicamente por la posibilidad que tienen los particulares de establecer vínculos más o menos artificiales de competencia judicial. Por este cauce, el particular puede alterar la ley aplicable y obtener una decisión judicial favorable. Aunque la decisión posea una eficacia geográficamente restringida, en el Estado en el que se haya obtenido constituirá título jurídico suficiente para «legalizar» una situación de hecho que ninguno de los sistemas jurídicos desea. (Vid. al respecto E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif», Conférence de La Haye. Actes et Documents de la Quatrozième Session, tomo III, pp. 428-429). 267 Estamos de acuerdo con ÁLVAREZ GONZÁLEZ en que son múltiples las posibilidades de configuración de un secuestro internacional de un menor por parte de uno de sus padres y depende, en la mayoría de las ocasiones, de la oportunidad y del ingenio del actor. No cabe limitarse a un modelo estándar (S. ÁLVAREZ GONZÁLEZ, «Secuestro internacional de menores («legal kidnapping») y cooperación internacional: la posición española ante el problema», Poder Judicial n.o 4, 1986, p. 13). 268 Resulta muy interesante el reciente estudio que ha promovido la Oficina Permanente de la Conferencia de La Haya: N. LOWE, S. ARMSTRONG, A. MATHIAS, «Analyse statistique des demandes déposées en 1999 en application de la Convention de La Haye du 25 octobre 1980 sur les aspects civiles de l’enlèvement international d’enfants», Document préliminaire No 3 de mars 2001 à l’atention de la Commission spéciale de mars 2001. Se habla en este estudio de 744 demandas de retorno que han recibido 21 Estados parte en el Convenio durante el año 1999. 269 Los datos correspondientes al año 2000 son provisionales. 270 STS de 8-4-75. Vid. la sentencia y el comentario de J. PUENTE EGIDO, Derecho internacional privado español: Doctrina legal del Tribunal Supremo, Eunibar, Barcelona, 1981, pp. 636-642. 271 A. BORRÁS, «Problemas de Derecho internacional privado suscitados por la nueva Ley del Menor», en Problemas actuales de aplicación del Derecho internacional privado por los Jueces Españoles, Cuadernos de Derecho Judicial. Consejo General del poder Judicial, Madrid, 1997, p. 163. Sobre las causas de la sustracción pueden consultarse también: H. BATIFFOL, «Principes de droit international privé», RCADI 1959-II, pp. 569-570; A. L. CALVO CARAVACA y J. CARRAS- EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 299 No hay una causa única de la sustracción internacional de los menores, sino que concurren factores de diversa naturaleza. ALEGRÍA BORRÁS destaca distintos aspectos sociológicos y jurídicos271. Entre los primeros puede hablarse de la liberalización de la familia y el matrimonio, el avance de las comunicaciones, el conflicto de culturas y civilizaciones y el desequilibrio económico con el consiguiente movimiento migratorio. Por lo que se refiere a las causas jurídicas del traslado o la retención ilícitos, no puede olvidarse la práctica habitual de los Estados en lo que respecta a las decisiones sobre la guarda y custodia de los menores y su eficacia. Es fácil observar el juego de un prejuicio nacionalista de protección a favor del padre o la madre vinculados con el foro, que se manifiesta en las reglas de competencia judicial en la materia, en la negativa del reconocimiento de la decisión extranjera que suponga la salida del menor del territorio, en la aplicación del propio Derecho, etc. A la hora de atribuir la guarda y custodia de un menor, en los supuestos de crisis de un matrimonio mixto, los Jueces tienden a considerar que el interés real del menor es permanecer en su país y bajo su control272. Cuando un órgano judicial teme el traslado ilícito de un menor, puede adoptar como medida preventiva, la limitación al territorio del Estado del ejercicio del derecho de visita273. Se trata de una medida de carácter excepcional que debe adoptarse siempre con cautela. HERRANZ BALLESTEROS considera, por ejemplo, que la reducción del ámbito territorial del derecho de visita debe realizarse sólo en aquellos casos en que el desplazamiento del menor se pudiera hacer a un Estado que no cuente con instrumentos jurídicos adecuados para remediar el «secuestro»274. Teniendo en cuenta que uno de los elementos característicos de estas situaciones descansa en el hecho de que el sustractor frecuentemente tiene la pretensión de que su acción sea legalizada por las autoridades competentes del Estado al que a trasladado al menor, constituye un medio eficaz de disuasión privar de toda consecuencia práctica y jurídica a tales acciones275. 2. INSTRUMENTOS INTERNACIONALES DE LUCHA CONTRA LA SUSTRACCIÓN INTERNACIONAL DE LOS MENORES GONZÁLEZ, «El «secuestro legal internacional de menores» (Legal kidnapping)», Derecho Internacional Privado, vol. II, Comares, Granada, 1998, pp. 186-188; P. P. MIRALLES SANGRO, El secuestro internacional de menores y su incidencia en España. Especial consideración del Convenio de La Haya de 1980, 1989, p. 19; WERNER E. VON STEIGER, «La protection des mineurs en droit international privé», RCADI 1964-II, pp. 498-499. 272 M. SIMON-DEPITRE, «La protection des mineurs en droit international privé après l’arrêt Boll de la Cour International de Justice», Travaux Com. fr. dr. int. pr. (1960-1962), París, 1963, p. 116. 273 La AP de Zaragoza, en una sentencia de 8-4-98, consciente del peligro de un desplazamiento ilícito de un menor al país de origen de su madre (Suiza), restringe al ámbito territorial español el ejercicio del derecho de visita, confirmando así la limitación que ya se había establecido en instancia. En el caso, concurría la circunstancia de que la madre había obtenido en su país una resolución que le otorgaba la custodia del menor. Actualmente también se están fijando por el Juez, en ciertos casos, «puntos de encuentro» en los que se desarrollan visitas vigiladas. 274 M. HERRANZ BALLESTEROS, «Los desplazamientos ilícitos internacionales de menores. El COSA 300 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL En la lucha contra los desplazamientos ilícitos de menores a través de las fronteras de los Estados, los instrumentos más eficaces son indudablemente los Tratados internacionales. Los convenios tienen como base las relaciones de confianza entre los Estados parte, confianza en que los respectivos Derechos atienden debidamente al interés del niño en relacionarse con ambos progenitores en una situación de crisis familiar. Los convenios pueden enfrentar —y de hecho así ocurre— la sustracción desde distintos ángulos: desde el hecho mismo del traslado y la necesidad de restituir al menor al lugar en el que tenía su residencia habitual, desde la eficacia extraterritorial de las decisiones sobre custodia y derecho de visita dictadas en un Estado, desde la unificación de las reglas de competencia judicial internacional, etc. Entre las normas convencionales que vinculan a España en esta materia debemos destacar tres Convenios internacionales: el Convenio de La Haya sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores, el Convenio europeo relativo al reconocimiento y ejecución de decisiones en materia de custodia de menores, así como al restablecimiento de su custodia, ambos de 1980, y el Convenio entre el Reino de España y el Reino de Marruecos sobre asistencia judicial internacional, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia de derecho de custodia y derecho de visita y devolución de menores de 1997. A) Convenio de La Haya sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores Cuando un niño ha sido trasladado o retenido ilícitamente, impidiendo la convivencia con el progenitor que lo tenía en su compañía y separándolo del lugar en que tenía su residencia habitual, el Convenio de 25 de octubre de 1980, elaborado en el marco de la Conferencia de La Haya, se presenta como un instrumento para la restitución del menor muy apropiado276. Partiendo de una adecuada comprensión de la finalidad y las características del Convenio, examinaremos cuándo es posible servirse del mecanismo de restitución previsto en el Convenio (el ámbito de aplicación), el papel de las Autoridades centrales y, finalmente, su funcionamiento. Dedicaremos un epígrafe final a una valoración sobre la aplicación que del Convenio se ha hecho en España. a) Finalidad y características del Convenio Desde el convencimiento de los efectos perjudiciales que podría ocasionarle la sustracción, se quiere proteger al menor con el establecimiento de mecanismos caso Walid Ch.: El recurso excepcional a los aspectos penales», La Ley, 7-1-2000. 275 E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif…», cit., p. 16. 276 Fue adoptado en sesión plenaria celebrada el 24-10-80 por el Decimocuarto período de se- EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 301 que permitan garantizar su restitución inmediata al Estado en el que tuviera su residencia habitual, así como asegurar la protección del derecho de visita. La finalidad del Convenio, según su propio texto, es garantizar la restitución inmediata de los menores trasladados o retenidos de manera ilícita y velar porque los derechos de custodia y de visita vigentes en uno de los Estados Contratantes sean respetados en los demás (art. 1). Su objetivo es el de tutelar la situación de hecho, sin entrar en el fondo de la cuestión (la patria potestad, el derecho de guarda y custodia, el derecho de vista,…). Es decir, se busca el retorno del menor al país donde tenía originariamente su residencia habitual. Con la restitución inmediata —disuasión eficaz para el sustractor que pretende que su acción sea legalizada por las autoridades competentes del Estado de refugio—, la sustracción del menor se verá privada de toda consecuencia práctica y jurídica. El Convenio hace prevalecer la situación de hecho sobre cualquier otra consideración. La finalidad inmediata es que el niño sea devuelto al lugar de su residencia habitual si el desplazamiento ya se ha producido y prevenir la sustracción, respetando el derecho de visita, cuando aún no se ha producido. Por eso las pretensiones jurídicas de los padres quedan subordinadas al interés del menor a no ser trasladado de un ambiente a otro277. Se prescinde del fundamento de la pretensión y de la legitimidad de quien ha llevado a cabo la sustracción278. En realidad, se persigue un único objetivo aunque considerado en dos momentos diferentes: si el desplazamiento ya se ha producido, se adoptan medidas siones de la Conferencia de La Haya de Derecho internacional privado, por unanimidad de los Estados presentes. El Convenio entró en vigor para España el 1-9-87 (BOE de 24-8-87). 277 El Convenio sigue la tendencia actualmente dominante en el Derecho de menores que mira al niño como un individuo con derechos propios y no subordinado el poder inviolable e ilimitado de los progenitores. Por el contrario, la tutela del título de custodia privilegia el derecho del padre sobre el menor respecto del menor, lo que responde a una óptica tradicional de la potestad sobre los menores. Vid. al respecto G. CARELLA, «La Convenziones dell’Aja del 1980 sugli aspetti civili della sottrazione internazionale di minori», Riv. Dr. int. pr. e processuale n.o 4, 1994, p. 780. 278 Esta protección del menor, garantizando el restablecimiento de la situación en que se encontraba de hecho, sin someter tal restitución a la discusión jurídica sobre el fundamento de la pretensión se contempla en varias normas del Convenio: artículos 16, 17 y 19. Sobre cómo debe entenderse el artículo 16 del Convenio vid. STS de 22-6-98 y los interesantes comentarios de ÁLVAREZ GONZÁLEZ (Nota a la Sentencia de la Audiencia Provincial de Almería de 27-10-93, REDI 1994-1, pp. 341-345) y ESPINAR VICENTE («Comentario a la Sentencia 604/1998 de la Sala 1.a del Tribunal Supremo. Recurso en interés de ley. Sustracción internacional de menores. Interpretación del artículo 16 del Convenio de La Haya de 1980», Actualidad Civil n.o 2, 11 al 17-1-99, pp. 31-47). Se privilegia la situación de hecho y, con ello, prevalecen los intereses del menor a no ser trasladado de un ambiente a otro en nombre de las pretensiones jurídicas de los progenitores sobre su persona. La decisión de la devolución del menor se encuentra completamente disociada del problema de la atribución de los derechos de guarda (G. CASTEX, «Les déplacements illicites d’enfants à l’étranger», Le droit de la famille à l’épreuve des migrations transnationales, Actes des Journées d’Études des 3 et 4 décémbre 1992, LGDJ, París, 1993, p. 162. No obstante, como hace ver E. PÉREZ VERA en su Informe Explicativo, «el Convenio refleja un compromiso entre dos conceptos parcialmente distintos del objetivo a alcanzar. En efecto, se percibe en los trabajos preparatorios la tensión existente entre el deseo de amparar las situaciones de hecho alteradas por el traslado o el no retorno ilícitos de un menor y la preocupación por garantizar, sobre todo, el respeto de las relaciones jurídicas sobre las que pueden descansar tales situaciones. En este sentido, el equilibrio consagrado por el Convenio es bastante frágil. Por una parte, es claro que el Convenio no se refiere al fondo del derecho de custodia (art. 19) pero, por otra parte, resulta asimismo evidente que el hecho de calificar de ilícito el traslado o el no retorno de un menor está condicionado por la existencia de un derecho de 302 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL urgentes para que el niño sea devuelto al lugar de su residencia habitual (el retorno inmediato del niño responde al deseo de restablecer una situación que la sustracción ha modificado unilateralmente por vía de hecho); si aún no se ha producido, se trata de prevenirlo, en la medida en que el respeto al derecho de visita debe hacer desaparecer una de las causas más frecuentes de la sustracción279. Sin embargo, el texto convencional no precisa los medios que cada Estado debe emplear para hacer que se respete el derecho de guarda existente en otro Estado parte. A excepción de la protección indirecta, que implica la obligación de devolver al menor a quien tenía la guarda, la protección del derecho escapa al ámbito convencional. El derecho de visita ha sido objeto, sin embargo, de una regulación incompleta, pero indicativa del interés en que se den contactos regulares entre padres e hijos, incluso cuando la guarda corresponde sólo a uno de los padres o a un tercero280. Resulta claro el predominio, en el Convenio, de la preocupación por garantizar la restitución inmediata de los menores trasladados o retenidos ilícitamente, sobre la lucha preventiva contra los desplazamientos, protegiendo los derechos de custodia y de visita. Otra característica del Convenio es la importancia que cobra en él el factor temporal. Para evitar los trastornos que en el menor causa la sustracción, es preciso actuar con rapidez, de manera que la restitución del menor se produzca de forma inmediata. Por ello el Convenio compele a los Estados a recurrir a procedimientos de urgencia que permitan restablecer el status quo anterior a la sustracción. Al tratarse de un convenio «self executing» no resulta imprescindible para su aplicación dictar normas internas, pero muchos Estados las han dictado porque facilitan la flexibilidad y rapidez exigidas por el Convenio. En España, la LOPJM incorporó a la LEC normas para el retorno de menores en estos supuestos de sustracción internacional281. Se trata de un Convenio sui generis que persigue resolver eficazmente el problema del traslado o retención ilícitos, sobre la base del interés del menor y de la cooperación entre las autoridades282. No establece la ley aplicable a la custodia de los menores ni un régimen privilegiado de reconocimiento y ejecución de resoluciones en materia de custodia. La cooperación entre autoridades judiciales o administrativas se coordina y canaliza a través de unas Autoridades centrales, designadas por cada Estado parte, a las que el Convenio convierte en el motor de la custodia que da un contenido jurídico a la situación modificada por las acciones que se pretenden evitar» (n.o 9). 279 A juicio de RODRÍGUEZ PINEAU, sin embargo, las dos finalidades del Convenio son distintas, si bien orientadas en todo caso al interés del menor y su desarrollo. Así, en el supuesto de la restitución inmediata se pretende evitar daños al menor asegurando su status quo, mientras que en el caso del aseguramiento de los derechos de visita se quieren garantizar los derechos del progenitor (con quien no reside el hijo) junto con los derechos del menor. E. RODRÍGUEZ PINEAU, «Sustracción internacional de menores: una tarea para el legislador», La Ley, 7-2-2000, p. 2. 280 E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif», Conférence de La Haye. Actes et Documents de la Quatrozième Session, t. III, p. 17 (n.o 17). 281 Estas normas, de las que más adelante hablaremos, se recogen en el Título IV («Medidas relativas al retorno de menores en los supuestos de sustracción internacional») del Libro Tercero (Jurisdicción Voluntaria), que se ha mantenido en vigor tras la nueva LEC de 2000. EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 303 restitución. No obstante, puede hablarse de un sistema mixto porque el Convenio admite también que los particulares se dirijan directamente a las autoridades judiciales o administrativas competentes en cada Estado. b) Ámbito de aplicación El Convenio se aplica a todo menor de dieciséis años que haya tenido su residencia habitual en un Estado parte inmediatamente antes de la infracción de los derechos de custodia o de visita (art. 4). Para determinar si es aplicable a un supuesto es necesario apreciar si concurren las exigencias que derivan de su ámbito de aplicación, tanto personal como por razón de la materia. En relación con la exigencia de residencia habitual del menor, el Convenio sólo alcanza su eficacia en las relaciones entre Estados parte. El Convenio es aplicable entre los Estados miembros de la Conferencia de La Haya de Derecho internacional privado en su decimocuarto período de sesiones que lo hayan ratificado. También se han adherido otros Estados, pero debe tenerse en cuenta que la adhesión sólo surte efectos respecto de las relaciones entre el Estado adherido y aquellos que hayan declarado su aceptación de la adhesión283. La edad límite para la aplicación del Convenio son los dieciséis años. Se considera que cuando se supera esa edad se tiene una voluntad propia que no puede ignorarse, ni por los progenitores ni por la autoridad judicial o administrativa. Adoptando una postura restrictiva, el contenido de la disposición obliga a no llevar a cabo o aprobar ninguna acción ni resolución respecto a un menor después de su decimosexto cumpleaños. En cuanto al ámbito material del Convenio, para que operen las obligaciones en él previstas y se imponga la obligación de devolver al menor, debe darse un traslado o retención ilícitos. Con arreglo al artículo 3, el traslado o retención del menor se considerarán ilícitos: a) Cuando se hayan producido en infracción de un derecho de custodia atribuido separada o conjuntamente, a una persona, a una institución o a cualquier otro organismo, con arreglo al derecho vigente en el Estado en el que el menor tenía su residencia habitual inmediatamente antes de su traslado o retención. 282 J. C. FERNÁNDEZ ROZAS, «Capacidad y protección de los incapaces», en VVAA, Derecho internacional privado. Parte especial, 6.a ed. revisada, Eurolex, Madrid, 1995, p. 135. 283 Son Estados parte en el Convenio (a julio de 2000) África del Sur, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bahamas, Bélgica, Belice, Bielorrusia, Bosnia-Herzegovina, Brasil, Burkina Faso, Canadá, Chile, China (regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao solamente), Chipre, Colombia, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Ecuador, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Ex-República yugoslava de Macedonia, Fidji, Finlandia, Francia, Georgia, Grecia, Honduras, Hungría, Irlanda, Islandia, Israel, Italia, Luxemburgo, Malta, Mauricio, México, Moldova, Mónaco, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumania, San Cristóbal y Nieves, Suecia, Suiza, Trinidad y Tobago, Turkmenistán, Turquía, Uruguay, Uzbekistán, Venezuela y Zimbawe. El Reglamento (CE) n.o 1347/2000 del Consejo de 29-5-2000, relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre los hijos comunes (DOCE L160 de 30-6-2000), que ha entrado en vigor el 1-3-2001, establece en su artículo 4 en relación con la sustracción de menores que «los órganos jurisdiccionales competentes con arreglo al artículo 3 ejercerán su competencia de conformidad con lo dispuesto en 304 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL Este derecho puede resultar de una atribución de pleno derecho, de una decisión judicial o administrativa o de un acuerdo vigente según el Derecho de dicho Estado. b) Cuando este derecho se ejercía de forma efectiva, separada o conjuntamente, en el momento del traslado o de la retención, o se habría ejercido de no haberse producido dicho traslado o retención. Para calificar como ilícito el traslado o retención se exige la existencia de un derecho de custodia que dé un contenido jurídico a la situación alterada por la sustracción. Aunque el derecho de custodia constituye la piedra angular del Convenio, el texto no contiene propiamente una definición de este concepto jurídico. Corresponde al Derecho del Estado de la residencia habitual del menor determinar la titularidad, contenido y ejercicio del derecho de custodia; el derecho de custodia que se desea proteger puede venir atribuido tanto por la ley interna del Estado de la residencia habitual del menor como por la ley designada por las normas de conflicto de dicho Estado. No obstante, para que no se pusiera en peligro el logro de los fines del Convenio, el artículo 5 impone un contenido mínimo a los derechos de custodia y de visita: El «derecho de custodia» comprenderá el derecho relativo al cuidado de la persona del menor, y, en particular, el de decidir sobre su lugar de residencia; el «derecho de visita» comprenderá el derecho de llevar al menor por un período de tiempo limitado a otro lugar diferente a aquél en que tiene su residencia habitual. Debe tenerse en cuenta que los perfiles que marca el Convenio para el derecho de custodia no coinciden necesariamente con los derechos calificados como «derecho de guarda» o «derecho de custodia» por un determinado ordenamiento estatal. La atribución a uno solo de los progenitores de la custodia según la ley nacional, no significa necesariamente que todos los derechos de custodia en el sentido del Convenio de La Haya sean acordados a favor del mismo progenitor. Cada sistema jurídico nacional posee su propia terminología en relación con los derechos relativos a la protección de los niños y a la patria potestad284. Para proceder a la calificación que se requiere, las autoridades judiciales o administrativas del Estado requerido podrán tener en cuenta directamente la legislación y las decisiones judiciales o administrativas —reconocidas oficialmente o no en el Estado de la residencia habitual del menor—, sin tener que recurrir a procedimientos concretos para probar la vigencia de esa legislación o para el reconocimiento de las decisiones extranjeras que de lo contrario serían aplicables (art. el Convenio de La Haya, de 25-10-1980, sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores y en particular en sus artículos 3 y 16». 284 Se hace preciso contrastar, por esta razón, la legislación del Estado de la residencia habitual del menor con las normas del Convenio, con el fin de asegurarse de que al solicitante de la restitución le corresponde total o parcialmente un derecho de guarda según esa concreta legislación estatal, incluida la facultad de decidir la residencia del menor. Sirva de ejemplo nuestro Derecho: Con arreglo al ordenamiento español, como se ha visto anteriormente en esta obra, no cabe presumir que, por el mero hecho de la separación o divorcio de los padres, el progenitor que no mantiene a los hijos en su compañía está privado del derecho de intervenir en la decisión sobre el lugar de su residencia. A los efectos de determinar a quién corresponde el derecho de custodia como es entendido en el Convenio, el punto de partida lo constituye la presunción contraria, porque en la mayor parte de los supuestos el Derecho español lo atribuye conjuntamente a ambos progenitores. EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 305 14). Cuando haya una resolución previa judicial o administrativa, no es necesario comprobar a fondo su regularidad, a condición de que el título sea considerado válido conforme al Derecho de la residencia habitual del menor285. Cuando no haya resolución previa, será necesario conocer el Derecho extranjero, aunque no se exija ninguna legalización ni otras formalidades análogas286. Exige el Convenio, por otra parte, que el derecho de custodia presuntamente violado por el traslado, sea ejercido de forma efectiva por su titular. Se hace, de este modo, «hincapié en la protección del derecho de los menores al respeto de su equilibrio vital, es decir del derecho de los menores a no ver alteradas las condiciones afectivas, sociales, etc. que rodean su vida, a menos que existan argumentos jurídicos que garanticen la estabilidad de la nueva situación» 287. Como veremos, en buena medida, el Convenio se basa en la presunción no explícita de que la persona que está al cuidado del menor ejerce efectivamente su custodia. Esto se traduce en que el «secuestrador», para evitar que el menor sea devuelto, deberá destruir la presunción probando que no ejercía efectivamente la custodia. c) El papel de las Autoridades centrales El Convenio crea una estructura de cooperación, consistente en el establecimiento de Autoridades centrales en cada uno de los Estados parte encargadas de llevar a término las finalidades del Convenio. Esta técnica que ha introducido la Conferencia de La Haya se ha mostrado muy efectiva.288. Para lograr una colaboración rápida y eficaz entre los Estados parte se han previsto esos órganos de cooperación, las Autoridades centrales, sobre las que recae el peso de la obligación de colaboración. Cada Estado parte designa una Autoridad central encargada del cumplimiento de las obligaciones que impone el Convenio. En España la Autoridad central es la Dirección General de Política Legislativa y Cooperación Jurídica Internacional del Ministerio de Justicia. Las Autoridades centrales deben, con carácter general, colaborar entre sí y 285 A pesar de que la comprobación de la atribución de ese derecho de custodia opera como un presupuesto para poner en funcionamiento los mecanismos convencionales, no se puede deducir de esto la necesidad de comprobar a fondo la regularidad en la obtención de la decisión, siempre que sea tenido como título válido según el Derecho del Estado de la residencia habitual del menor. Tampoco se exige que la decisión sea firme, porque tal exigencia permitiría consolidar supuestos de sustracciones internacionales. Vid. P. JIMÉNEZ BLANCO, «Comentario a la Sentencia de la Audiencia Provincial de Castellón (Sección Segunda) de 24 de diciembre de 1994», REDI, 1996, p. 289; J. A. TOMÁS ORTIZ DE LA TORRE, «Retención de los hijos menores de edad por parte del progenitor extranjero o español que no tiene la guarda y custodia», Puntos capitales de Derecho de familia en su dimensión internacional, Dykinson, 1999, p. 43. 286 En orden a colaborar con las autoridades competentes de los respectivos Estados, las Autoridades centrales deberán «facilitar una información general sobre la legislación de su país relativa a la aplicación del Convenio» [letra e) del art. 7]. 287 E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif…», cit., n.o 72. 288 Vid. al respecto A. BORRÁS RODRÍGUEZ, «Cuatro elementos estructurales de los Convenios de La Haya, con especial referencia a los convenios ratificados por España», Revista Jurídica de Cataluña 1993, pp. 19-24; G. A. L. DROZ, «Evolution du rôle des autorités administratives dans les 306 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL promover la colaboración entre las autoridades competentes de los respectivos Estados. Esta obligación general se desgrana —sin pretensión de exhaustividad— en las funciones enumeradas en el artículo 7, que pueden ser desempeñadas por la Autoridad central directamente o a través de un intermediario. Concretamente la Autoridad central debe adoptar las medidas que permitan localizar a los menores trasladados o retenidos de manera ilícita y garantizar su restitución. Para prevenir mayores daños, la Autoridad podrá solicitar que el Juez adopte la medida provisional de custodia del menor o cualquier otra medida de aseguramiento289. También corresponde a la Autoridad central incoar o facilitar que se abra un procedimiento judicial con objeto de conseguir la restitución del menor y, en su caso, permitir que se regule o se ejerza de manera efectiva el derecho de visita (art. 7 del Convenio y 1902 LEC). Si la autoridad judicial o administrativa no hubiera llegado a una decisión en el plazo de seis semanas a partir de la fecha de iniciación del procedimiento, la Autoridad central del Estado requerido, por iniciativa propia o a instancia de la Autoridad central del Estado requirente, tendrá derecho a pedir una declaración sobre las razones de la demora (art. 11). Además, debe facilitar la obtención de asistencia judicial y jurídica, incluida la participación de un abogado. Si se estimara conveniente, intercambiará información sobre la situación social del menor y, con carácter general, informará sobre la legislación de su país relativa a la aplicación del Convenio. Finalmente, las Autoridades centrales deben mantenerse mutuamente informadas sobre la aplicación del Convenio y eliminar, en la medida de lo posible, los obstáculos que se opongan a dicha aplicación. La determinación de las medidas adecuadas para cumplir con estas funciones queda en manos de cada Estado290. En esta línea de flexibilidad, el Convenio no establece la sustitución de la competencia de las Autoridades judiciales por las Autoridades centrales. Por ello, la Autoridad judicial es la única competente para resolver en España ya que el Convenio no otorga a las Autoridades centrales más funciones que las expresadas en su articulado. En consecuencia, no altera ni modifica ni extingue, las competencias atribuidas por la legislación interna a los tribunales. d) Funcionamiento del Convenio conventions de droit international privé au cours du premier siècle de la Conférence de La Haye», Études offertes à Pierre Bellet, París, 1991, pp. 129-147. 289 Conforme al artículo 1903 LEC, «a petición de quien promueva el procedimiento o del Ministerio Fiscal, el Juez podrá adoptar la medida provisional de custodia del menor prevista en la Sección siguiente de esta Ley y cualquier otra medida de aseguramiento que estime pertinente». El Juez podrá decretar la medida provisional de custodia del menor cuando le conste que al interesado le resulta imposible formular esta petición (art. 1911 LEC). 290 Las profundas diferencias existentes entre los sistemas jurídicos de los Estados que negociaban el Convenio se reflejan en esta solución de consenso entre las delegaciones que deseaban Autoridades centrales fuertes con competencias de acción e iniciativa amplias y las delegaciones que veían esas Autoridades centrales como simples mecanismos administrativos para facilitar la actua- EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 307 Para examinar el funcionamiento del Convenio, resulta conveniente distinguir la restitución del menor —núcleo central del texto— del ejercicio del derecho de visita. a’) Restitución del menor Toda persona, institución u organismo que sostenga que un menor ha sido objeto de traslado o retención con infracción del derecho de custodia, podrá dirigirse a la Autoridad central de la residencia habitual del menor o la de cualquier Estado parte para que, con su asistencia, quede garantizada la restitución del menor. La solicitud de restitución del menor deberá incluir291: — Información relativa a la identidad del demandante, del menor y de la persona de quien se alega que ha sustraído o retenido al menor. — La fecha de nacimiento del menor cuando sea posible obtenerla. — Los motivos en que se basa el demandante para reclamar la restitución del menor. — Toda información disponible relativa a la localización del menor y la identidad de la persona con la que se supone que está el menor. — Copia de toda decisión o acuerdo pertinentes. — Certificación o declaración jurada expedida por una Autoridad Central o por otra autoridad competente del Estado donde el niño tenga su residencia habitual o por persona cualificada relativa al Derecho vigente en esta materia en dicho Estado. — Cualquier otro documento pertinente. Cuando la Autoridad central española haya recibido una solicitud de restitución de un menor que tenía su residencia habitual en España y ha sido trasladado (o retenido) ilícitamente a otro Estado, remitirá la solicitud a la Autoridad central de este último. Cuando la Autoridad tuviera razones para creer que el menor se encuentra en otro Estado parte en el Convenio, transmitirá la demanda directamente y sin demora a la Autoridad central de ese Estado e informará a la Autoridad requirente o, en su caso, al demandante (art. 9). Cuando el menor que tenía su residencia habitual fuera de España ha sido trasladado a nuestro país, se inicia un procedimiento para su restitución, para el que será competente el Juez de Primera Instancia en cuya demarcación judicial se halle el menor. Pueden promover el procedimiento la Secretaría General Técnica del Ministerio de Justicia —Autoridad central española—, representada por el ción de las partes: el artículo 7 del Convenio tiene la flexibilidad necesaria para que cada Autoridad central pueda actuar de acuerdo con el Derecho en el que está llamada a integrarse. 291 Aunque no sea obligatorio ajustarse a él, existe un formulario que la Autoridad central española pone a disposición de los solicitantes de restitución y de protección del ejercicio de derecho de visita, que puede encontrarse en la página web del Ministerio de Justicia. 292 Los nacionales de los Estados parte y las personas que residen habitualmente en un Estado parte tienen derecho a la asistencia judicial y al asesoramiento jurídico en cualquier otro Estado parte en las mismas condiciones que si fueran nacionales y residieran habitualmente en ese último Estado (art. 25). Aunque el artículo 26 ha previsto que no se exija al demandante ningún pago por las costas y gastos del proceso ni, en su caso, por los gastos derivados de la participación de un aboga- 308 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL Abogado del Estado y la persona, institución u organismo que tenga atribuido el derecho de custodia del menor. En las actuaciones intervendrá el Ministerio Fiscal y los interesados podrán personarse asistidos de abogado292. Aunque con arreglo al Convenio la Autoridad central puede adoptar o hacer que se adopten las medidas adecuadas para conseguir la restitución voluntaria del menor [arts. 7.b) y 10 del Convenio], en España no corresponde directamente a la Autoridad central —aunque tampoco se le prohibe— promover estos acuerdos de restitución voluntaria293. Es el Juez el que, en el plazo de veinticuatro horas desde que reciba la solicitud, debe requerir al sustractor para que comparezca, y será él quien le proponga la restitución voluntaria del niño a la persona o institución titular de la custodia. No obstante, en algunas ocasiones los propios padres llegan a un acuerdo al margen de la intervención del Juez, incluso una vez avanzado el procedimiento, y son ellos quienes comunican el acuerdo a la Autoridad central y retiran la solicitud de aplicación del Convenio. A petición de quien promueva el procedimiento o del Ministerio Fiscal, el Juez podrá adoptar la medida provisional de custodia del menor y cualquier otra medida que estime pertinente (arts. 7.b) del Convenio y 1903 y 1911 LEC)294. Presentada la solicitud y requerido el sustractor para que comparezca en la fecha fijada en la resolución, dentro de los tres días siguientes, puede darse una de las situaciones siguientes: a) El sustractor comparece y accede a la restitución voluntaria—El Juez levantará acta acordando, mediante auto, la conclusión del procedimiento y la entrega del menor a la persona, institución y organismo titular del derecho de custodia, así como lo procedente en cuanto a costas y gastos295. do o asesor jurídico, el Convenio admitió que se hiciera reserva a esta disposición: los Estados parte podían formular reserva, declarando no estar obligado a asumir ningún gasto de los mencionados que deriven de la participación de un abogado o asesores jurídicos o del proceso judicial, excepto en la medida en que tales gastos puedan quedar cubiertos por un sistema de asistencia judicial o asesoramiento jurídico. Un grupo numeroso de los Estados parte en el Convenio ha formulado esta reserva. Como consecuencia de la misma, cuando la Autoridad central española envía a la Autoridad central de un Estado que ha hecho reserva una solicitud de restitución de un menor trasladado o retenido ilícitamente o una solicitud para que se garantice el derecho de visita, están surgiendo algunas dificultades. Cuando España es país requerido, salvo que el solicitante sea asistido por su propio abogado, será el Abogado del Estado quien represente a la Autoridad central española en las actuaciones que se sigan ante el Juez de Primera Instancia: Cfr. artículo 447 LOPJ. 293 En algunos países, la Autoridad central se encarga de promover y facilitar los acuerdos voluntarios entre las partes, de forma que se insta a los progenitores a llegar a un acuerdo antes de iniciar los trámites judiciales. Esto supone en algunos casos una demora importante en el proceso de restitución; la Autoridad central, encargada de decidir en cada caso en qué momento han fracasado los intentos llevados a cabo para facilitar la restitución voluntaria, tiende a extender en exceso esa fase de negociación. 294 Es conveniente que la Autoridad central se muestre activa tanto en el traslado de las peticiones de otras Autoridades centrales como presentando solicitudes por iniciativa propia a los Abogados del Estado en determinados casos, especialmente porque las medidas provisionales pueden prevenir mayores daños y vienen a salvaguardar el interés del menor. Unas medidas provisionales adecuadas pueden evitar una nueva huida del padre sustractor o pueden servir para que el niño no pierda absolutamente el contacto con el otro progenitor mientras dure el proceso. 295 Según MOYA ESCUDERO, el automatismo de lo establecido en el artículo 1906 LEC no concuerda con lo preceptuado en el párrafo segundo del artículo 13 del Convenio, pues según la LEC no EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 309 b) El sustractor no comparece—En este caso, el Juez citará a los interesados y al Ministerio Fiscal para que comparezcan dentro de los cinco días siguientes y decretará las medidas provisionales que juzgue pertinentes en relación con el menor. En la comparecencia, el Juez oirá al solicitante, al Ministerio Fiscal y, en su caso, al menor sobre su restitución. Dentro de los dos días siguientes a la comparecencia, el Juez resolverá por auto si procede o no la restitución, atendiendo al interés del menor, conforme a lo establecido en el Convenio. c) El sustractor comparece y se opone a la restitución voluntaria—En el caso de que el sustractor comparezca para oponerse a la restitución del menor, no puede olvidarse que la oposición sólo podrá fundarse en las causas de denegación establecidas en el Convenio. En el mismo acto de comparecencia serán citados todos los interesados y el Ministerio Fiscal, para que expongan lo que estimen procedente. Si es precisa la práctica de prueba, se señalará fecha para una posterior comparecencia dentro del plazo de cinco días. Además, el Juez oirá, en su caso, separadamente al menor sobre su restitución y podrá recabar los informes que estime pertinentes. Celebrada la comparecencia y practicadas las pruebas, el Juez dictará auto dentro de los tres días siguientes, resolviendo en interés del menor, con arreglo al Convenio, si procede o no la restitución. Contra este auto sólo cabrá recurso de apelación en un solo efecto, que deberá resolverse en el plazo de veinte días. En los dos últimos casos (cuando el sustractor no comparezca y cuando comparezca para oponerse), el Juez debe resolver si procede o no la restitución del menor. En principio, cuando un menor haya sido trasladado o retenido ilícitamente y no hubiera transcurrido un período de un año desde el momento en que se produjo el traslado o retención hasta la fecha de iniciación del procedimiento, el Juez debe ordenar la restitución inmediata del menor. En este caso la restitución no admite otras excepciones que las previstas en el artículo 13, a las que vamos a referirnos a continuación. Sin embargo, si se hubiera iniciado el se oye al menor (M. MOYA ESCUDERO, «Comentario al Auto de la Audiencia Provincial de Cádiz (Sección Tercera) de 17-5-1995», REDI, 1996, pp. 293-294). 296 El Convenio únicamente da relevancia a la integración del menor en su nuevo medio, a los efectos de no restituirlo al Estado de su residencia habitual, cuando se hubiera iniciado el procedimiento para la restitución habiendo transcurrido más de un año desde que se produjera el traslado ilícito. De no cumplirse este requisito temporal, parece que la integración del menor carece de relevancia, salvo que pueda demostrarse la concurrencia de una causa de denegación prevista en el artículo 13 o en el 20. Las autoridades judiciales de algunos Estados han venido interpretando inadecuadamente el significado del plazo de un año establecido en el artículo 12, entendiendo que juega de forma automática para negar el retorno. Así han venido actuando, por ejemplo, los Jueces alemanes. Cuando ha transcurrido un año desde que el niño ha sido desplazado, los Tribunales alemanes siempre consideran que no es procedente el retorno porque es fácil para los demandados probar que el niño se ha acomodado al nuevo ambiente. Incluso se sostiene que el Tribunal no está obligado a ordenar el retorno cuando la solicitud se haya presentado dentro del plazo de un año pero el demandado pueda demostrar que el niño se ha amoldado a su nueva residencia. No podemos estar conformes con esta lectura del artículo 12. La norma establece taxativamente la obligación de la autoridad judicial de ordenar la restitución inmediata del menor cuando no hubiera transcurrido un año; transcurrido dicho plazo, también pesa sobre la autoridad judicial la obligación de ordenar la restitución del menor, aunque a las excepciones del artículo 13 se añade otra: no se ordenará la restitución si se demuestra que el menor ha quedado integrado en su nuevo 310 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL procedimiento después de ese plazo, cabe oponerse a la restitución demostrando que el menor ha quedado integrado en el nuevo medio (art. 12)296. Pero si no se prueba esa integración en el nuevo medio, el Juez deberá ordenar la restitución. El punto de partida del Convenio es la consideración de que el interés del menor, en principio, se corresponde con la devolución inmediata al Estado en el que tenía su residencia habitual. Sólo excepcionalmente está prevista la denegación de la restitución y las excepciones, como tales, deben interpretarse restrictivamente297. El Juez no estará obligado a ordenar la restitución del menor si la persona, institución u organismo que se opone demuestra que: a’) La persona, institución u organismo que se hubiera hecho cargo de la persona del menor no ejercía de forma efectiva el derecho de custodia en el momento en que fue trasladado o retenido el menor o había consentido o posteriormente aceptado el traslado o retención298. b’) Existe un grave riesgo de que la restitución exponga al menor a un peligro físico o psíquico o de cualquier otra manera ponga al menor en una situación intolerable. Tampoco estará el Juez obligado a ordenar la restitución del menor cuando: medio. Recaerá, por tanto, sobre quien se oponga a la devolución del menor la carga de probar que éste se ha integrado en su nuevo medio. 297 En cuanto excepciones a la filosofía general del Convenio, deben interpretarse restrictivamente, de modo que, lejos de operar con carácter automático, deben ser demostradas suficientemente por quien se opone a la restitución (P. JIMÉNEZ BLANCO, «Comentario a la Sentencia de la Audiencia Provincial de Castellón (Sección Segunda) de 24-12-1994…», cit., p. 290). En esta interpretación restrictiva de las excepciones a la obligación de garantizar el retorno del menor se encuentra la clave de este Convenio, que descansa en el rechazo unánime del fenómeno de los traslados ilícitos de menores y la convicción de que el mejor modo de combatirlos, a escala internacional, consiste en no reconocerles consecuencias jurídicas. Los Estados deben estar convencidos de que pertenecen a una única comunidad jurídica en el seno de la cual las autoridades de cada Estado reconocen que las autoridades de uno de ellos —las de la residencia habitual del niño— son en principio las que están mejor situadas para decidir, con justicia, sobre los derechos de custodia y visita. Por tanto, una invocación sistemática de las excepciones, al sustituir la jurisdicción de la residencia del menor por la jurisdicción elegida por el secuestrador, hará que se derrumbe todo el edificio convencional al vaciarlo del espíritu de confianza mutua que lo ha inspirado (E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif…», cit., n.o 34). 298 El Convenio no define lo que cabe entender por ejercicio efectivo de la custodia y, en consecuencia, la determinación del carácter efectivo o no de la custodia de un menor deberá decidirse por el Juez en cada momento. 299 La negativa del menor a ser devuelto (expresiva del derecho del menor a ser oído), para operar como causa de denegación, debe concurrir con las condiciones exigidas por el Convenio: el menor ha de alcanzar una edad y un grado de madurez suficientes para que resulte apropiado tener en cuenta sus opiniones. Estas circunstancias deben ser acreditadas. Por otra parte, el Convenio faculta al Juez, pero no le obliga, a negarse a la restitución. No es el menor quien decide, en definitiva, cuál es su interés. La posibilidad de hacer a los menores intérpretes de su propio interés puede llegar a ser muy peligrosa si esto se traduce en interrogatorios directos a los menores que pueden tener una conciencia clara de su situación, pero que también pueden sufrir trastornos psíquicos serios si piensan que se les ha obligado a elegir entre sus dos progenitores. El derecho del menor a ser oído es incuestionable, pero su testimonio no puede convertirse, salvo supuestos excepcionales, en el único ar- EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 311 a’) El propio menor se opone a su restitución, cuando haya alcanzado una edad y un grado de madurez en que resulte apropiado tener en cuenta sus opiniones299. b’) Cuando no permitan la restitución los principios fundamentales del Estado en materia de protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. La tramitación del procedimiento que acabamos de describir tendrá carácter preferente y deberá realizarse en el plazo de seis semanas desde la fecha en que se hubiera solicitado ante el Juez la restitución del menor (art. 1902 LEC). Si la autoridad judicial no hubiera llegado a una decisión en ese plazo, el demandante o la Autoridad central del Estado requerido, por iniciativa propia o a instancias de la Autoridad central del Estado requirente, tendrá derecho a pedir una declaración sobre las razones de la demora. Cuando la Autoridad central española haya recibido la respuesta, tendrá obligación de informar a la Autoridad extranjera o al solicitante si éste ha presentado directamente la solicitud300. Finalmente, el Juez decidirá si procede o no la restitución del menor, sin entrar en la cuestión de fondo de los derechos de custodia. Esta prohibición de resolver sobre el derecho de custodia que establece el artículo 16 del Convenio sólo desaparece cuando quede probado que no procede devolver al menor conforme a lo establecido en el Convenio o cuando haya transcurrido un periodo razonable sin que se haya presentado ninguna demanda en aplicación del Convenio. Se añade en el artículo 19 que una decisión adoptada en el marco del Convenio sobre la restitución de un menor no afectará a la cuestión de fondo del derecho de custodia. b’) El derecho de visita El artículo 21 del Convenio se dedica al derecho de visita, sin la pretensión de regularlo exhaustivamente, sino con el fin de garantizar la colaboración de las Autoridades centrales en su organización y protección de su ejercicio efectivo. La solicitud presentada a la Autoridad central puede tener por objeto el establecimiento de un derecho de visita o la protección del ejercicio de un derecho de visita ya determinado. Sobre las Autoridades centrales pesan las obligaciones de cooperación establecidas en el artículo 7, a las que nos hemos referido con anterioridad, y deberán adoptar las medidas necesarias para eliminar, en la medida de lo posible, todos los obstáculos para el ejercicio del derecho. Directamente o a través de intermediarios, podrán incoar procedimientos o favorecer su incoación con el fin de organizar o proteger dichos derechos y asegurar el cumplimiento de las condiciones a que pudiera estar sometido su ejercicio. e) Aplicación en España del Convenio gumento. Vid. M. MOYA ESCUDERO, «Comentario al Auto de la Audiencia Provincial de Cádiz (Sección Tercera) de 17 de mayo de 1995…», cit., pp. 291-297. 300 Esta disposición llama la atención de las autoridades competentes sobre el carácter decisivo del factor tiempo en las situaciones consideradas, al fijar el plazo máximo que debería tardar en 312 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL Como es sabido, en relación con algunos Convenios, la Conferencia de La Haya convoca comisiones especiales de seguimiento, en las que participan los representantes de los Estados parte en el Convenio respectivo. Estas comisiones resultan muy útiles porque en ellas se examinan los problemas prácticos de aplicación en cada uno de los Estados. Hasta el momento España ha participado en la Comisión Especial sobre el funcionamiento del Convenio de La Haya sobre los aspectos civiles de la sustracción de menores en cuatro ocasiones: 1989, 1993, 1997 y 2001. En 1989, aunque el Convenio llevaba en vigor en nuestro país sólo dos años, los problemas planteados en su aplicación eran tan numerosos que España es el único país citado expresamente en las conclusiones. En ellas se exhorta vivamente a España a tomar sin retraso todas las medidas apropiadas para asegurar que se den a su Autoridad central y a sus autoridades judiciales y administrativas los poderes necesarios y los medios adecuados que permitan a este país cumplir completamente sus obligaciones convencionales301. La situación ha ido mejorando notablemente, como se pone de manifiesto en la reunión de la Comisión especial de 1993. En España puede calificarse en la actualidad como normal, con una evolución positiva desde 1992 en la que las normas introducidas en la LEC en 1996 han tenido mucho que ver. B) Convenio europeo relativo al reconocimiento y ejecución de decisiones en materia de custodia de menores, así como al restablecimiento de su custodia Este Convenio, elaborado en el marco del Consejo de Europa, constituye otro instrumento de lucha contra la sustracción internacional de los menores302. adoptarse una resolución al respecto. E. PÉREZ VERA, «Rapport Explicatif», Conférence de La Haye. Actes et Documents de la Quatrozième Session…, cit., n.o 105. 301 Punto III de las Conclusiones de la Comisión Especial adoptadas el 26-10-1989. Sobre la aplicación del Convenio en España vid., como ejemplo, las siguientes decisiones judiciales: AAP de Barcelona (Sección 11.a) de 14-7-92 (RGD n.o 582/1993); AAP de Valencia (Sección 8.a) de 16-1093 (Actualidad Civil n.o 4, 16 a 28-2-94); AAP de Zaragoza (Sección 2.a) de 28-3-94 (Actualidad Civil n.o 15, 1 a 15-8-94); AAP de Castellón (Sección 2.a) de 24-12-94 (RGD n.o 607/1995); AAP de Cádiz (Sección 3.a) de 17-5-95 (Actualidad Civil n.o 18, 16 a 30-9-95). Esta visión puede completarse con los comentarios de S. ÁLVAREZ GONZÁLEZ (REDI, vol. XLVI 1), C. GONZÁLEZ BEILFUSS (REDI, vol. XLVII 1995-1), P. JIMÉNEZ BLANCO (REDI, vol. XLVIII 1996-2) y M. MOYA ESCUDERO (REDI, vol. XLVIII 1996-2). 302 Son Estados parte en el Convenio Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, República Checa, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suecia, Suiza y Turquía. (Datos tomados a 5-6-2001. Para actualizar: http://conventions.coe.in). Debe tenerse en cuenta en las relaciones entre los Estados miembros que son parte en el Reglamento (CE) n.o 1347/2000 del Consejo, de 29-5-2000, relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre los hijos comunes, ya citado, que el Reglamento prima frente al Convenio de Luxemburgo (art. 37 del Reglamento). No obstante, el Convenio seguirá aplicándose en relación con las resoluciones EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 313 Partiendo de la importancia decisiva del interés del menor en este terreno, el Convenio de Luxemburgo de 20 de mayo de 1980 pretende facilitar el reconocimiento y la ejecución de resoluciones relativas a la custodia de menores303. a) Finalidad y características del Convenio La finalidad del Convenio es la de proteger al niño frente a las sustracciones internacionales a través del reconocimiento de eficacia extraterritorial a las resoluciones sobre custodia de menores. Se pretende el establecimiento de un cauce rápido y flexible de reconocimiento y ejecución de las resoluciones, aunque —como veremos— el texto convencional no contiene normas de procedimiento, se limitan los motivos por los que puede denegarse el reconocimiento, de tal manera que su filosofía no es otra que la coincidencia del interés del menor con el reconocimiento y ejecución de la resolución sobre la custodia o el derecho de visita. b) Ámbito de aplicación El Convenio se aplica al reconocimiento y ejecución de las resoluciones dictadas por la autoridad competente en un Estado parte, relativas a la custodia de los menores a que se refiere el artículo 1. Este artículo define cada uno de los conceptos que delimitan el ámbito de aplicación del Convenio: — Menor: Quedan comprendidas las personas de cualquier nacionalidad menores de dieciséis años que no tengan derecho a fijar su residencia, según la ley de su residencia habitual o de su nacionalidad o según la ley del Estado requerido. — Autoridad: Cualquier autoridad judicial o administrativa. — Resolución relativa a la custodia: Cualquier resolución de una autoridad, en la medida en que se refiera al cuidado de la persona del menor, incluido el derecho de fijar su residencia, así como al derecho de visita. — Traslado ilícito: • Traslado de un menor a través de una frontera internacional, con infracción de una resolución relativa a su custodia dictada en un Estado contratante y ejecutoria en dicho Estado. • Traslado del menor a través de una frontera internacional, cuando no exista resolución ejecutoria dictada en un Estado contratante en cuanto a su custodia en el momento del traslado, pero se dicte posteriormente una resolución declarando ilícito el traslado en cualquier Estado parte, a petición de cualquier persona interesada304. • No regreso del menor a través de una frontera internacional, al finalizar el dictadas antes de la entrada en vigor del Reglamento, es decir, antes del 1-3-2001. 303 BOE de 1-9-84. 304 Artículo 12. España, de conformidad con el artículo 18 del Convenio, formuló inicialmente 314 c) LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL período de ejercicio de un derecho de visita relativo a dicho menor o al término de cualquier otra estancia de carácter temporal en territorio distinto de aquel en el que se ejerza la custodia. El papel de las Autoridades centrales También este Convenio, como el de La Haya sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores, establece una estructura de cooperación basada en unas Autoridades centrales designadas en cada Estado305. Sobre las Autoridades centrales pesa una obligación general de cooperar entre sí y de promover la coordinación y cooperación entre las autoridades competentes de los países respectivos, actuando con la diligencia necesaria. Para facilitar la efectividad del Convenio, conforme al artículo 3, las Autoridades centrales constituyen el cauce de comunicación de información sobre cuestiones de Derecho o de hecho relativas a procedimientos pendientes, sobre la legislación respectiva en materia de custodia de menores y sobre las dificultades que puedan surgir con ocasión de la ejecución del Convenio. Dentro de los plazos más breves posibles, las Autoridades centrales deben adoptar o disponer que se adopten las disposiciones que estime apropiadas y, en su caso, incoarán procedimientos ante sus autoridades competentes para averiguar el paradero del menor y asegurar su entrega cuando se haya autorizado la ejecución de la resolución, para que se adopten las medidas provisionales necesarias con el fin de evitar que se perjudiquen los derechos del menor o del demandante y para asegurar el reconocimiento o la ejecución de la resolución. La Autoridad central debe informar al demandante de las medidas adoptadas para atender su instancia y de los resultados obtenidos (art. 5.1). Cuando se deniegue el reconocimiento o la ejecución, si la Autoridad central del Estado requerido estima que debe dar curso a la petición del solicitante de entablar una acción en ese Estado en cuanto al fondo, dicha Autoridad se esforzará por asegurar la representación del solicitante en dicho procedimiento en condiciones no menos favorables que aquéllas de las que pueda beneficiarse una persona residente en ese Estado y nacional del mismo. d) Funcionamiento del Convenio Las resoluciones relativas a la custodia dictadas en un Estado parte se reconocerán y, cuando sean ejecutorias en el Estado de origen, se ejecutarán en cualquier otro Estado parte306. Cualquier persona que haya obtenido en un Estado parte una resolución relativa a la custodia —incluidas las resoluciones sobre el derecho de visita— de un menor y que desee obtener en otro Estado parte el rela reserva de no quedar vinculada por el artículo 12. Esta reserva fue retirada con efecto desde el 5-2-91 (BOE, 3-4-91). 305 Igual que en el caso anterior, la Autoridad central española es la Dirección General de Política Legislativa y Cooperación Jurídica Internacional del Ministerio de Justicia. 306 No exige el Convenio que las resoluciones sean firmes. 307 La Autoridad central a quien vaya dirigida la solicitud, en caso de que sea distinta de la EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 315 conocimiento o ejecución de la misma, debe dirigir una solicitud a la Autoridad central de cualquier Estado parte307. — La petición de exequátur, indica el Convenio, se hará mediante simple instancia. Esta solicitud irá acompañada de los siguientes documentos308: — Un documento por el que se habilite a la Autoridad del Estado requerido para actuar en nombre del requirente o para designar al efecto otro representante. — Un testimonio de la resolución, que reúna las condiciones necesarias para su autenticidad309. — En caso de que la resolución se hubiera dictado en ausencia del demandado o de su representante legal, cualquier documento que permita acreditar que el procedimiento se comunicó o notificó en debida forma al demandado. — Si el caso lo requiere, cualquier documento por el que pueda establecerse que, según la ley del Estado de origen, la resolución es ejecutoria. — Escrito en el que se indique el lugar en el que pudiera hallarse el menor en el Estado requerido, si fuera posible. — Propuestas relativas a las modalidades de restablecimiento de la custodia del menor. Conforme al artículo 14 del Convenio, los Estados aplicarán un procedimiento simple y rápido para el reconocimiento y la ejecución de una resolución relativa a la custodia, pero no establece propiamente el procedimiento sino que efectúa una remisión al Derecho de cada Estado parte. Se plantea entonces qué normas procesales deben aplicarse. Inicialmente la Autoridad central española, ante la falta de un procedimiento específico de reconocimiento «simple y rápido», dirigía la petición al Tribunal Supremo, al amparo de lo previsto en los artículos 955 y siguientes de la LEC, salvo los supuestos en que un convenio bilateral atribuyera competencia al Juzgado de Primera Instancia correspondiente310. El Tribunal Supremo, sin embargo, vino manifestando reiteradamente su incompetencia y señalando que el cauce adecuado era el de los artículos 300 LEC y 277 LOPJ311. La LOPJM introdujo, en los artículos 1901 y ss LEC, un procedimiento para la restitución del menor que hubiera sido trasladado o retenido ilícitamente cuando fuera aplicable un Convenio internacional. Este procedimiento, que Autoridad central del Estado requerido, remitirá a esta última los documentos, directamente y sin demora. 308 Estos documentos se acompañarán, en su caso, de una traducción con arreglo a lo previsto en el artículo 6 del Convenio. 309 Debe tenerse en cuenta, no obstante, que a los efectos del Convenio, no podrán exigirse legalizaciones ni otras formalidades análogas. 310 Vid. el Auto del Juzgado de Primera Instancia n.o 2 de Ponferrada de 28-9-85, comentado por S. ÁLVAREZ GONZÁLEZ, REDI, 1986-1, pp. 308-314. En él se aplica por primera vez el Convenio de Luxemburgo y la competencia del Juzgado se justifica por el juego conjunto de los artículos 5 del Convenio de Luxemburgo y 2 del Tratado hispano-suizo relativo al reconocimiento y ejecución de sentencias en materia civil o comercial de 19-11-1896. 311 Pueden verse, entre otros, los Autos de 11 de mayo, 20 de julio y 20-11-89 y 26-1-90. En ningún caso se puede considerar que se trata de diligencias judiciales a practicar en país extranjero. Vid. al respecto la crítica de A. BORRÁS RODRÍGUEZ. «Comisión especial-10-1989 sobre el Convenio 316 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL responde básicamente a las exigencias del Convenio de La Haya de 1980 sobre aspectos civiles de la sustracción internacional de menores, no se ajusta sin dificultad a lo establecido en el Convenio de Luxemburgo, ya que no se trata de un procedimiento de reconocimiento y ejecución, sino de restitución del menor312. No obstante, en tanto no se elabore la esperada Ley de Cooperación Jurídica Internacional, en la práctica se han venido considerando competentes para conocer de estos asuntos los Jueces de Primera Instancia en cuya demarcación judicial se hallara el menor trasladado o retenido ilícitamente y se ha seguido la tramitación prevista en los artículos 1901 y ss LEC313. Dado que, en las relaciones entre los Estados que son parte del Reglamento (CE) del Consejo relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre los hijos comunes prima el Reglamento sobre el Convenio de Luxemburgo, en el ámbito de aplicación del Reglamento —tanto en lo que se refiere a las materias en él comprendidas y a los Estados a los que vincula, como a la vigencia temporal de sus normas— se resuelve el problema que comentamos: el cauce para el reconocimiento y la ejecución es el previsto en el Reglamento314. El Convenio de Luxemburgo limita los motivos por los que los Estados parte de La Haya de 25-10-1980 sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores», REDI, 1990, pp. 289-291. 312 Señalan FERNÁNDEZ ROZAS y SÁNCHEZ LORENZO que «en supuestos como los del artículo 8 del Convenio de Luxemburgo, el procedimiento diseñado en los artículos 1901 y ss. de la LEC se adapta al objeto de la restitución del menor que constituye el objeto real de la demanda, colaborando con la necesidad de rapidez y sencillez que reclama el propio artículo 14 del Convenio de Luxemburgo, y que se compadece poco con la naturaleza del procedimiento de exequátur. No puede descartarse —añaden estos autores—, por esta misma razón, que el procedimiento especial de los artículos 1901 y ss. de la LEC sirva, con carácter general, para toda solicitud de reconocimiento derivada del Convenio de Luxemburgo, por su mejor adecuación a los postulados del propio Convenio» (J. C. FERNÁNDEZ ROZAS y S. SÁNCHEZ LORENZO, Derecho internacional privado, 1.a ed., Cívitas, Madrid, 1999, p. 415). En este mismo sentido se pronuncian P. DE MIGUEL ASENSIO, Eficacia de las resoluciones extranjeras de jurisdicción voluntaria, Eurolex, Madrid, 1997, p. 258; E. RODRÍGUEZ PINEAU, «Sustracción internacional de menores: una tarea para el legislador…», cit., p. 2. 313 Destaca RODRÍGUEZ PINEAU, no obstante, que estas normas de la LEC sólo podrán aplicarse en aquellos supuestos en los que haya habido un efectivo traslado ilícito conforme a lo previsto en los artículos 8 y 9 del Convenio, pero no podrá recurrirse a este cauce cuando no se haya producido desplazamiento del menor —supuesto que debería tramitarse conforme al procedimiento de exequátur sometido a las condiciones de reconocimiento del Convenio— ni en aquellos casos en que se produce una infracción de los derechos de visita (E. RODRÍGUEZ PINEAU, «Sustracción internacional de menores: una tarea para el legislador…», cit., p. 2). Bien pueden seguir utilizándose también ahora las palabras de ÁLVAREZ GONZÁLEZ al recibir las normas de la LEC (arts. 1901 y ss.) en relación con la situación que se había venido viviendo: «Este silencio legal implicaba un trabajo argumentativo demasiado complejo para nuestros juzgadores: leer e interpretar las normas procesales internas a la luz del efecto útil de las sustantivas de origen internacional» (S. ÁLVAREZ GONZÁLEZ, «Nuevas «medidas relativas al retorno de menores en supuestos de sustracción internacional» en la Ley de Enjuiciamiento Civil», REDI, 1996-1, p. 504). 314 Vid. artículos 14 y siguientes. 315 Como acertadamente afirman CALVO CARAVACA y CARRASCOSA GONZÁLEZ, la rápida repatriación del menor se asegura porque los Estados parte en el Convenio confían recíprocamente en sus respectivas Administraciones de Justicia. Esta confianza mutua se muestra visiblemente en la limitación de las causas de denegación del exequátur (A. L. CALVO CARAVACA y J. CARRASCOSA EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 317 pueden denegar el reconocimiento y la ejecución de una resolución relativa a la custodia315. Se distinguen en el Convenio, a estos efectos, tres grados en la limitación de la denegación del reconocimiento: 1) Cuando la solicitud de restitución se haya presentado dentro del plazo de seis meses a partir del traslado ilícito y en el momento de entablar el procedimiento en el Estado en que se dictó la resolución o en la fecha del traslado ilícito, si éste se produjo con anterioridad, el menor y sus padres tenían la nacionalidad de ese Estado y el menor tenía su residencia habitual en el territorio de ese Estado, la Autoridad central debe proceder a la restitución inmediata del menor. Aunque la ley del Estado requerido hiciera precisa la intervención de una autoridad judicial para llevar a cabo la restitución, no cabría en el procedimiento judicial tampoco hacer valer ninguno de los motivos de denegación previstos en el Convenio (art. 8). 2) Cuando no concurran las circunstancias anteriores, pero la petición de restitución se haya presentado a la Autoridad central dentro del plazo de seis meses desde el traslado ilícito, la restitución del menor sólo podrá denegarse por alguno de los motivos siguientes (art. 9): — Si se han infringido los derechos de defensa del demandado en los términos establecidos en el artículo 9.1.a)316. — Si falta la competencia internacional a la autoridad que ha dictado la resolución, porque no la ha fundado en alguno de los criterios siguientes: • Residencia habitual del demandado. • Última residencia habitual común de los padres del menor, siempre que uno de ellos continúe residiendo en la misma. • Residencia habitual del menor. — Si la resolución fuera incompatible con una resolución relativa a la custodia que ya era ejecutoria en el Estado requerido antes del traslado del menor, salvo que el menor hubiera tenido su residencia habitual en el territorio del Estado requirente en el año precedente a su traslado. 3) Cuando la petición de restitución se haya presentado después de que hubieran transcurrido seis meses desde el traslado ilícito o cuando no haya tenido lugar un desplazamiento ilícito del menor, el reconocimiento y la ejecución GONZÁLEZ, «El «secuestro legal internacional de menores» (Legal Kidnapping)», Derecho internacional privado, vol. II, cit., p. 192) 316 «Si cuando se trate de una resolución dictada en ausencia del demandado o de su representante legal, el escrito por el que se incoa el procedimiento o cualquier documento equivalente no se hubiera notificado al demandado en debida forma y con el tiempo suficiente para poder defenderse; no obstante, dicha falta de notificación no podrá ser causa de denegación del reconocimiento o de la ejecución si se debiera a que el demandado ocultó el lugar de su paradero a la persona que entabló el procedimiento correspondiente en el Estado de origen». 317 Artículo 10. España, de conformidad con el artículo 17.1, se había reservado inicialmente la facultad de denegar el reconocimiento y la ejecución de las resoluciones relativas a la custodia de menores en los casos previstos en los artículos 8 y 9 del Convenio por los motivos previstos en las letras a), c) y d) del artículo 10.1 y en el artículo 10.2. Esta reserva se ha retirado con efecto desde el 28-7-95 (BOE, 17-10-95). No obstante, conforme al párrafo segundo del artículo 17, será posible denegar el reconocimiento y la ejecución en los casos de los artículos 8 y 9 por alguno de los motivos 318 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL podrán denegarse por los motivos siguientes317: — Por los motivos señalados en 2). — Si se comprueba que los efectos de la resolución son manifiestamente incompatibles con los principios fundamentales del Derecho por el que se rigen la familia y los hijos en el Estado requerido. — Si se comprueba que, con motivo de modificaciones de las circunstancias, incluido el transcurso del tiempo, pero no el mero cambio de residencia del menor como consecuencia del traslado ilícito, los efectos de la resolución de origen no concuerdan ya, manifiestamente, con el interés del menor. En este caso el Juez, antes de resolver, oirá al menor, a menos que exista alguna imposibilidad práctica para ello, atendiendo especialmente a su edad e incapacidad de discernimiento, y podrá solicitar que se practiquen las indagaciones adecuadas318. — Si en el momento de entablarse el procedimiento en el Estado de origen de la resolución, el menor tuviera la nacionalidad del Estado requerido o su residencia habitual en el Estado requerido y ninguno de estos vínculos le unieran al Estado de origen o tuviera a la vez la nacionalidad del Estado de origen y del Estado requerido y su residencia habitual en el Estado requerido. — Si la resolución fuera incompatible con una resolución dictada, en el Estado requerido o en un tercer Estado, pero ejecutoria en el Estado requerido como consecuencia de un procedimiento entablado antes de presentarse la petición de reconocimiento o de ejecución y si la denegación concuerda con el interés del menor. En lo que respecta a las resoluciones relativas al derecho de visita y las disposiciones que contengan las resoluciones relativas a la custodia y se refieran al derecho de visita, el Convenio establece que se reconozcan y ejecuten en las mismas condiciones que las demás resoluciones relativas a la custodia. Sin embargo, se introduce una interesante flexibilidad en la regulación del derecho de visita del artículo 11: la autoridad competente del Estado requerido podrá fijar las modalidades del cumplimiento y ejercicio del derecho de visita y, cuando no se haya adoptado resolución alguna en cuanto a este derecho o cuando se deniegue el reconocimiento o la ejecución de la resolución relativa a la custodia, la Autoridad central del Estado requerido podrá disponer que sus autoridades competentes resuelvan en cuanto al derecho de visita, a petición de la persona que invoque dicho previstos en el artículo 10 cuando el Estado del que procede la decisión haya hecho la reserva prevista en el artículo 17. 318 Las peticiones de indagación y sus resultados podrán enviarse a la autoridad competente a través de las Autoridades centrales. Los gastos de las indagaciones efectuadas en un Estado parte correrán a cargo del Estado en el que se practicaron. 319 Considera ÁLVAREZ GONZÁLEZ, que ésta es una de las características que en mayor medida puede contribuir a que se eviten los traslados ilícitos y, por ello, más positivas del Convenio, pues actúa sobre el derecho de visita y haciendo que no se quede en una mera constatación formal sin posibilidades de traducirse en un derecho efectivo (S. ÁLVAREZ GONZÁLEZ, «Secuestro internacional de EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 319 derecho319. No se descarta, pues, que el juez del exequátur pueda modificar las modalidades de ejecución respetando en lo esencial el derecho atribuido en el Estado de origen de la resolución. e) Aplicación en España del Convenio La aplicación del Convenio en España, desde su entrada en vigor hasta 1992, puede calificarse de problemática. En las reuniones de los representantes de las Autoridades centrales designadas por los Estados de 1988, 1990 y 1991 se constató que España no había conseguido cumplir las obligaciones establecidas en el Convenio. Sin embargo, se ha producido una evolución desde una situación de ineficacia, cuando la Autoridad central española se limitaba a actuar como correa de transmisión, a entenderse dicha Autoridad legitimada para solicitar el exequátur320. El Convenio de Luxemburgo y el Convenio de La Haya pueden considerarse complementarios, pues ambos permiten la aplicación de la norma más favorable para el restablecimiento de la situación anterior al traslado ilícito321. Se puede incluso solicitar la aplicación simultánea de los dos Convenios. La opción por uno u otro —como señalan CALVO CARAVACA y CARRASCOSA GONZÁLEZ— corresponde al solicitante, pero también puede confiarse a las Autoridades centrales del Estado requerido elegir el medio jurídico más apropiado322. En la actualidad, no obstante, la Autoridad central española, cuando se pretende la restitución de un menor sobre la base de una resolución dictada por una autoridad judicial o administrativa de un Estado parte en ambos Convenios, suele preferir habitualmente el cauce de restitución establecido en el Convenio de La Haya. C) Convenio entre el Reino de España y el Reino de Marruecos sobre asistencia judicial internacional, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia de derecho de custodia y derecho de visita y devolución de menores, hecho en Madrid el 30 de mayo de 1997 menores («legal kidnapping») y cooperación internacional: la posición española ante el problema…», cit., p. 25). 320 A. BORRÁS RODRÍGUEZ, «Problemas de Derecho internacional privado suscitados por la nueva Ley del Menor», J. C. FERNÁNDEZ ROZAS (dir.), Problemas actuales de aplicación del Derecho internacional privado por los Jueces españoles, cit., p. 196. Añade que en la Comisión Especial de mayo de 1992 se subrayó el agrado con el que los participantes acogieron la considerable mejora que está teniendo lugar en el funcionamiento de la Autoridad central española. 321 Conforme al artículo 19 del Convenio de Luxemburgo, «(E)l presente Convenio no constituirá impedimento para invocar otro instrumento internacional que vincule al Estado de origen con el Estado requerido, o el derecho del Estado requerido, no derivado de un convenio internacional, para obtener el reconocimiento o la ejecución de una resolución». En el mismo sentido, el artículo 34.2 del Convenio de La Haya señala que «…el presente convenio no restringirá que se aplique un instrumento internacional en vigor entre el Estado de origen y el Estado requerido ni que se invoquen otras normas jurídicas del Estado requerido para obtener la restitución de un menor que haya sido trasladado o esté retenido ilícitamente o para organizar el derecho de visita». 322 A. L. CALVO CARAVACA y J. CARRASCOSA GONZÁLEZ, «Problemas de secuestro internacional de menores», Actualidad Civil n.o 21, 25 a 31-5-98, p. 511. 320 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL España y Marruecos se encuentran vinculados por un Convenio sobre asistencia judicial, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia de derecho de custodia y derecho de visita y devolución de menores323 y se aplica a todo menor de dieciséis años, no emancipado, que tenga la nacionalidad de uno de los dos Estados. Los dos Estados se comprometen a recurrir a los procedimientos de urgencia previstos por sus legislaciones internas con el fin de alcanzar los siguientes objetivos: a) Garantizar la devolución de los menores desplazados o retenidos, ilegalmente, a uno de los dos Estados parte. b) Hacer que se reconozcan y ejecuten las resoluciones judiciales relativas a la custodia y al derecho de visita, dictadas en uno de los dos Estados en territorio del otro Estado. c) Favorecer el ejercicio del derecho de visita en el territorio de ambos Estados. En torno a estos objetivos se estructura el articulado del Convenio: devolución inmediata del menor (arts, 7 a 10), reconocimiento y ejecución de las resoluciones judiciales objeto del Convenio (arts. 11 y 12) y derecho de visita (art. 13). Para el cumplimiento de los objetivos del Convenio también en este caso se ha recurrido al nombramiento de unas Autoridades centrales que se encargan de satisfacer las obligaciones derivadas del acuerdo. La Autoridad central, directamente o a través del Ministerio Público o del Abogado del Estado, adoptará o hará que se adopte cualquier medida apropiada para localizar al menor desplazado ilícitamente, evitar peligros al menor —en particular, el desplazamiento a un tercer Estado—, facilitar una solución amistosa, supervisar la entrega voluntaria del menor y el ejercicio del derecho de visita, garantizar la repatriación del menor, proporcionar información sobre la situación del menor y sobre la legislación de su Estado, promover la apertura de un procedimiento judicial o administrativo ante la jurisdicción competente y velar porque se tomen todas las medidas provisionales necesarias (art. 4). Como instancia de ayuda de las Autoridades centrales, el Convenio crea una comisión mixta consultiva, compuesta por representantes de los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Justicia de ambos Estados (art. 5). Sólo procede la devolución inmediata del menor —ajustándose en cuanto al procedimiento a lo establecido en los artículos 1901 y ss LEC, ya descritos— cuando el desplazamiento del menor puede calificarse como ilegal conforme a los términos del Convenio, es decir: a) Cuando el desplazamiento hubiera tenido lugar: — haciendo caso omiso de una resolución judicial dictada en un juicio contradictorio y de carácter ejecutivo en el territorio del Estado requirente — en el momento de presentación de la solicitud de devolución, el menor tu323 Firmado en Madrid el 30-5-97 (BOE de 24-6-97 y 24-6-99), entró en vigor el 1-7-99. Sobre la significación de este Convenio en el marco de las relaciones entre España y Marruecos, vid. J. A. PÉREZ BEVIÁ, «El Convenio entre España y Marruecos de 30-5-97, sobre asistencia judicial, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia de derecho de custodia y derecho de EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 321 viera su residencia habitual en dicho Estado — tanto el menor como sus padres, en el momento del desplazamiento, tuvieran únicamente la nacionalidad de ese Estado requirente. b) Cuando se hubiera producido la violación de un derecho de custodia atribuido, exclusivamente, al padre o a la madre, por el Derecho del Estado del que fuera nacional324. c) Cuando infringiera un acuerdo concertado entre las partes implicadas, refrendado por una autoridad judicial de uno de los dos Estados parte. En el caso de que se haya producido un desplazamiento ilícito con las características que acabamos de reseñar, el Convenio establece que, en principio, la autoridad judicial está obligada a ordenar la devolución inmediata del menor325. Cabe, sin embargo, que el Juez no ordene la restitución cuando concurran ciertas circunstancias: — Si no han transcurrido seis meses entre el desplazamiento ilícito del menor y la solicitud de devolución, cuando: • El menor sea nacional, exclusivamente, del Estado requerido y, según la ley de ese Estado, el progenitor con el que se encuentra el menor sea el único titular de pleno derecho de la patria potestad. • Se alegue una resolución ejecutiva relativa a la custodia en el territorio del Estado requerido, con anterioridad al desplazamiento. — Si se ha presentado la solicitud de devolución del menor cuando han transcurrido más de seis meses desde el desplazamiento ilícito, cuando quede demostrado que el menor se ha integrado en su nuevo entorno o que su devolución le puede exponer a algún peligro físico o psíquico o a una situación intolerable. Como ocurre con el Convenio de Luxemburgo, también el Convenio con Marruecos impone a los Estados la obligación de aplicar un procedimiento sencillo y rápido para el reconocimiento y la ejecución de las resoluciones judiciales visita y devolución de menores», en A. L. CALVO CARAVACA y J. L. IRIARTE ÁNGEL (eds.), Estatuto personal y multiculturalidad de la familia, Colex, Madrid, 2000, pp. 139-162. 324 Se plantea ECHEZARRETA FERRER con preocupación los siguientes casos: Mientras en el Derecho español sólo se producirá la atribución exclusiva de la custodia a uno de los progenitores cuando sólo uno de ellos sea conocido, pues en otro caso es precisa una resolución judicial que así lo decida, del Derecho marroquí difícilmente se desprenderá la atribución de un derecho de guarda a la madre española. Como consecuencia de esta diferente concepción que se proyecta en el Derecho positivo y de las obligaciones que derivan del Convenio, en el caso de un matrimonio entre marroquí y española, con residencia en Marruecos, que se divorcian y la madre se traslada con el hijo a España, las Autoridades españolas se obligan a la devolución del menor pues el ordenamiento de la nacionalidad del menor atribuye exclusivamente la custodia al padre. Sin embargo, las Autoridades marroquíes no estarán obligadas a la devolución del menor —y por las mismas razones— en el caso de una madre española y un padre marroquí, residentes en España, cuando el padre se traslade a Marruecos con el menor (M. ECHEZARRETA FERRER, «La infracción de los derechos de custodia y de visita en las relaciones transfronterizas. Información y puntos clave para el debate (I)», Revista de Derecho de Familia n.o 8, julio 2000, pp. 271-273) 325 La resolución mediante la que se ordene la devolución inmediata del menor no prejuzga el fondo del derecho de custodia (art. 10.2 del Convenio). 326 Los únicos motivos que permiten a la autoridad judicial denegar el reconocimiento son los siguientes: 322 LOS MENORES EN EL DERECHO ESPAÑOL a las que se refiere. El artículo 11 del texto convencional se limita a precisar los únicos motivos por los que podrá denegarse el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales ejecutivas en el territorio del Estado requirente326. En cuanto al derecho de visita, cabe destacar que el artículo 13 compromete a la Autoridad central muy activamente en hacer que se respete este derecho, actuando directamente o por mediación del Ministerio Fiscal o del Abogado del Estado. Aunque algunas insuficiencias, incoherencias y ambigüedades de este texto convencional pueden atribuirse también a los Convenios multilaterales en los que se inspira y a los que ya nos hemos referido, estamos de acuerdo con PÉREZ BEVIA en que «las mayores carencias del Convenio bilateral residen, precisamente, en lo que ha omitido de aquellos Convenios». Es preciso reconocer, además, que el contenido del Convenio responde a las necesidades del sistema marroquí327. 3. Y, A FALTA DE CONVENIO, ¿QUÉ HACER? Ante el desplazamiento de un menor a través de las fronteras de los Estados, infringiendo los derechos de custodia y de visita, en los casos en que no exista Convenio internacional la respuesta depende del Derecho internacional privado autónomo de cada país. Cuando el menor residente en España haya sido trasladado a un país extranjero, será preciso examinar las posibilidades de restitución atendiendo a las reglas sobre competencia judicial y ley aplicable del sistema extranjero, comparándolas con las posibilidades de litigar en España y solicitar el reconocimiento de la sentencia que pudiera dictar un tribunal español. Cuando el menor haya sido desplazado a España desde el lugar de su residencia habitual, se abren también estas dos posibilidades: bien presentar una demanda sobre el derecho de custodia o el derecho de visita ante un Tribunal español, bien obtener una resolución en el extranjero y solicitar en España el reconocimiento. En el primer supuesto, debe justificarse la competencia del Tribunal 1. Cuando la resolución se haya dictado en ausencia del demandado o de su representante legal y el acto por el que se hubiera abierto el procedimiento no se hubiera notificado o entregado, formalmente, al demandado dentro del plazo oportuno para que pudiera defenderse. No obstante, no podrá denegarse el reconocimiento por este motivo cuando la notificación no haya tenido lugar porque el demandado hubiera ocultado el lugar en que se encuentra a la persona que inicia el procedimiento en el Estado requirente. 2. Cuando la resolución se hubiera dictado en ausencia del demandado o de su representante legal y la competencia de la autoridad que la hubiera dictado no se base en la residencia habitual común de los padres del menor o, en su defecto, en la residencia habitual del demandado. 3. Cuando la resolución fuera incompatible con otra resolución relativa a la custodia que hubiera adquirido fuerza ejecutiva en el Estado requerido antes del desplazamiento del menor. 4. Cuando la solicitud de reconocimiento y ejecución se hubiera presentado una vez transcurrido un plazo de seis meses a partir del desplazamiento del menor y se compruebe que el menor se ha integrado en su nuevo medio, al haber cambiado las circunstancias, incluyendo el transcurso del tiempo, pero excluido el cambio únicamente de residencia del menor. 327 J. A. PÉREZ BEVIÁ, «El Convenio entre España y Marruecos de 30-5-97, sobre asistencia ju- EL MENOR EN LAS SITUACIONES DE CRISIS FAMILIAR 323 español en los criterios que por razón de la materia establece el artículo 22.3 LOPJ (residencia habitual del menor en España, nacionalidad española del demandante o residencia habitual en España del demandante) o en el criterio general del número 2 del mismo artículo (domicilio del demandado). Generalmente serán el domicilio del demandado en España o la nacionalidad española del demandante las circunstancias que permitan al Juez español conocer, pues difícilmente podrá justificarse —salvo que se trate del ejercicio del derecho de visita— la residencia habitual del menor en España. Fijada la competencia, el Juez español resolverá la controversia atendiendo a la ley personal del hijo. En el caso de que se hubiera ya obtenido una sentencia favorable en el extranjero, se puede plantear el reconocimiento de la misma. En principio, debe recurrirse en este caso a lo previsto en los artículos 951 y siguientes LEC. Tanto un camino como otro abren un procedimiento que carece del carácter preferencial e inmediato que exige el interés del menor en estas situaciones. Por eso, aunque España deba seguir una política de incorporación a nuevos convenios multilaterales y negociación de tratados bilaterales, creemos firmemente que la única vía de lucha contra las sustracciones internacionales de menores no es la convencional. Como afirma TOMÁS ORTIZ DE LA TORRE, España debería establecer unilateralmente un régimen jurídico sobre los traslados o retenciones ilícitos con intervención judicial directa a solicitud del demandante o del propio menor328. dicial, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia de derecho de custodia y derecho de visita y devolución de menores», cit., p. 162. 328 J. A. TOMÁS ORTIZ DE LA TORRE, «Retención de los hijos menores de edad por parte del progenitor extranjero o español que no tiene la guarda y custodia…», cit., p. 57. La futura Ley de Cooperación Jurídica Internacional debería incorporar reglas al respecto, sin