Núria Puig Raposo* REDES EMPRESARIALES DE OPORTUNIDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX: EL CASO DE LA INDUSTRIA QUÍMICO-FARMACÉUTICA Una de las claves explicativas del desarrollo económico —y de los límites de la convergencia— de los países periféricos es la relación que se establece a largo plazo entre el empresariado local y sus socios extranjeros. En este artículo se examinan la génesis y el funcionamiento de las redes empresariales asociadas a la inversión directa extranjera en la España del siglo XX. Basado en una reconstrucción empírica de los grupos de empresas más importantes del sector químico-farmacéutico, el análisis revela que los socios internacionales actuaron como catalizadores de los principales grupos locales, propiciando la formación de redes empresariales con una probada capacidad de ejecutar proyectos, controlar el mercado y obtener beneficios. Palabras clave: historia económica, grupos de empresa, industria química, industria farmacéutica, España, siglo XX. Clasificación JEL: D23, L22, M20, N64, N84. 1. Introducción Desde el inicio de la industrialización, el tejido empresarial español ha sido un destino prioritario de los recursos, capacidades y necesidades de las empresas de los países más creativos e influyentes del mundo. La proximidad geográfica y cultural entre España y muchos de ellos, más el atraso económico y social acumulado del * Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas. país, contribuyen a explicar que la modernización de la empresa, como la de la economía y la sociedad hispanas, haya estado y continúe estando tan influida por el exterior. La experiencia española es, en este sentido, común a la de otros países de la periferia europea, donde el liderazgo tecnológico de los vecinos del norte y las capacidades locales han condicionado el alcance y las pautas del proceso de cambio y crecimiento que habitualmente identificamos con el desarrollo económico. En los años sesenta y setenta se abrió paso la idea, en los círculos académicos, de que el desarrollo tardío respondía a una dinámica diferente a la del desarrollo HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 179 NÚRIA PUIG RAPOSO temprano, por lo que la historia económica y social de los países periféricos requería un método analítico propio. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), creada en 1948 en el seno de la Organización de Naciones Unidas, propuso un método histórico-estructural de raíz marxista e inspiración latinoamericana (Cardoso y Faletto, 1971; Prebisch, 1981) que tendría una gran influencia en distintos ámbitos de las ciencias sociales, contribuyendo, entre otras cosas, a la difusión de los conceptos de «centro» y «periferia». Principalmente preocupada por el diseño de políticas económicas para países en desarrollo, esta escuela mostró poco interés por el papel de las empresas y de la organización empresarial en la modernización de los países rezagados, que es precisamente lo que ha constituido el foco de atención de algunas de las líneas de investigación más fértiles de los últimos decenios. Para la historia empresarial han tenido particular relevancia el análisis histórico y comparado de las empresas multinacionales (Hertner y Jones, 1986; Dunning, 1988), de los grupos empresariales (Leff, 1978; Granovetter, 1973, 1985 y 1995; Amsden y Hikino, 1994; Guillén, 2000) y del proceso de innovación (Nelson y Winter, 1982; Nelson, 1993). Estas tres corrientes de análisis han hecho mucho por comprender el proceso de modernización de los países de industrialización tardía, situando, además, la historia de la empresa en la historia económica y social. Al tratar de entender las razones de la internacionalización de las empresas e identificar el control de la gestión como tema clave para el estudio de las multinacionales, al cuestionar la validez de un modelo universal de empresa moderna, o al abordar la innovación como factor endógeno, muchos de estos estudios, empíricos y teóricos, han ampliado considerablemente el horizonte de la historia económica y empresarial de los países rezagados. El previsible incremento de los estudios nacionales, sectoriales y empresariales en los próximos años permitirá determinar si es posible formular un modelo explicativo del desarrollo social y económico que integre a la empresa y a los empresarios (Erro, 2003) y que sea aplicable, también, a la periferia del mundo. 180 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 Este artículo se sitúa en la estela de los muchos trabajos que hasta hoy han intentado comprender la dinámica del crecimiento económico y de la formación de las capacidades sociales (Abramovitz, 1986) en los países periféricos. Su objetivo es analizar la experiencia española empleando con heterodoxia algunos de los conceptos propuestos por las corrientes mencionadas. Una investigación sobre las empresas químico-farmacéuticas realizada durante los últimos años constituye la base empírica del trabajo (Puig, 2003a y 2003b). La trayectoria de esta industria se presenta de forma esquemática, estructurada alrededor de las oportunidades brindadas por la segunda revolución industrial en la periferia europea. 2. Las oportunidades La industrialización española no se consumó hasta la segunda mitad del siglo pasado, inscribiéndose así en el proceso de difusión de la segunda revolución industrial, cuyos máximos exponentes fueron, de un lado, las industrias de base científica, como la eléctrica y la química, y, de otro, la gran empresa multidivisional y gerencial (Chandler, 1990). Igual que en el siglo XIX, y en el marco de la primera oleada industrializadora, el capital extranjero había tenido una importante participación en la explotación del subsuelo y en la construcción del ferrocarril español, la industria española más moderna contó con la asistencia técnica, comercial y financiera de las principales empresas multinacionales europeas y norteamericanas. Pero, además, España se convirtió en uno de los escenarios de la rivalidad técnica y comercial internacional, gobernada ésta por una compleja trama de cárteles industriales transnacionales. A los socios comerciales tradicionales de los industriales españoles, Francia y Gran Bretaña, se unieron con intensidad creciente Alemania, Suiza y Estados Unidos. La incorporación de España, como mercado y como emplazamiento industrial, al proceso de industrialización, generaría importantes oportunidades de negocio, percibidas y aprovechadas tanto por las empresas inter- REDES EMPRESARIALES DE OPORTUNIDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX: INDUSTRIA QUÍMICO-FARMACÉUTICA nacionales con mayor capacidad tecnológica y experiencia, como por los empresarios españoles con mayor formación científico-técnica y más abiertos al exterior. Unas oportunidades remodeladas por acontecimientos tan dramáticos y de efectos tan profundos como las dos guerras mundiales y las políticas industriales que las acompañaron. La industria químico-farmacéutica acabó, de hecho, reflejando una de las transformaciones más importantes del siglo XX: el declive económico de Europa y la consolidación de Estados Unidos como primera potencia mundial (Aftalion, 2001). Después de la Segunda Guerra Mundial, el liderazgo germano, basado en el conocimiento de la estructura del carbono y en la síntesis industrial del carbón, fue sustituido definitivamente por el de los investigadores e industriales americanos, cuya fortaleza se apoyaba en la ingeniería química, la explotación industrial del petróleo y la fabricación, a gran escala, de productos tan importantes como los antibióticos, las fibras sintéticas o el DDT, fruto del llamado esfuerzo de la guerra (Arora, Landau y Rosenberg, 1998; Zamagni y Hikino, 2003). La ocupación de Alemania por los aliados y la expropiación de las empresas químicas alemanas en numerosos países (como España) aceleró y, al mismo tiempo, simbolizó ese tránsito después de 1945 (Stokes, 1988; Lesch, 2000). En el Cuadro 1 se ha resumido la evolución de las principales oportunidades surgidas en el sector químico-farmacéutico español entre los años ochenta del siglo XIX y la actualidad. Dentro de este período, y por razones de estricta claridad, se han identificado cuatro grandes etapas. Las fuerzas configuradoras de las oportunidades de la primera etapa, que en España se extiende hasta el alzamiento militar de 1936, fueron el propio proceso de difusión de la moderna industria química orgánica; las capacidades acumuladas por las grandes empresas europeas, alemanas en particular, que consolidaron su hegemonía científico-técnica y comercial en todo el mundo, explorando y familiarizándose con el mercado español con gran facilidad; el nacionalismo industrial desplegado por casi todos los gobiernos españoles desde finales de siglo y sobre todo después de 1917, que animó la inversión directa extranjera; y la relativa inmadurez del mercado español, condición ésta que limitaba muchas iniciativas industriales locales, pero constituía un poderoso atractivo para los productores de los mercados más maduros del norte de Europa. La acción combinada de estos factores brindó importantes oportunidades para las multinacionales químicas europeas con mayor vocación de supervivencia y para sus socios, tecnológicos o financieros, españoles. A su vez, el interés de España como localización industrial o mercado para la industria química internacional estuvo, como el de otros países periféricos, muy condicionado por la densa red de cárteles que habían ido tejiendo para cada sector y producto las empresas pioneras o más influyentes (Reader, 1970, 1975; Haber, 1971). Las oportunidades de la segunda etapa, que se extiende entre el estallido de la guerra española y la derrota de la Alemania nacionalsocialista, guardan una estrecha relación con las necesidades de las dos guerras, con la colaboración del primer franquismo con la Alemania de Hitler y con el autarquismo español. Las empresas alemanas y sus filiales españolas cobrarían, entonces, una importancia aún mayor que en la etapa precedente, ofreciendo nuevas oportunidades a sus socios tradicionales y a un grupo muy heterogéneo de recién llegados, interesados en la creación de una gran industria química orgánica pesada en España, así como en la materialización del proyecto autárquico. Me referiré a ellos más adelante. Por otra parte, los suministros de petróleo a la España de Franco, durante y después de la guerra, fortalecieron a algunas compañías norteamericanas en el país y a sus socios, viejos o nuevos, locales. Las expectativas de los principales actores de la industria química española volvieron a cambiar en 1945. La rápida adhesión del gobierno de Franco a los acuerdos de Bretton Woods sobre las propiedades industriales alemanas en todo el mundo supuso el principio de un proceso de expropiación complejo y dilatado y la subasta de las filiales españolas de la industria químico-farmacéutica germana, una parte muy significativa de la industria química española para entonces. La captación de testafe- HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 181 NÚRIA PUIG RAPOSO CUADRO 1 CLAVES DE LA FORMACIÓN DE REDES EMPRESARIALES EN EL SECTOR QUÍMICO-FARMACÉUTICO EN ESPAÑA Etapa Principales oportunidades Principales actores Principales redes 1880-1936 . Difusión de la segunda revolución industrial + capacidades técnicas y comerciales de las empresas de los países líderes + cartelización + nacionalismo industrial + inmadurez del mercado español. Grandes multinacionales europeas. Élite financiera vasco-madrileña. Empresas familiares catalanas. Grupo Urquijo. Círculos industriales germano-catalanes. 1936-1945 . Políticas industriales nazi y franquista y colaboración de los gobiernos alemán y español. Importaciones de petróleo. Multinacionales alemanas y sus socios locales tradicionales. Federico Lipperheide. Instituto Nacional de Industria. Élite financiera vasco-madrileña. Nuevos testaferros de las empresas alemanas. Grupo Lipperheide. Círculos industriales germano-catalanes. Grupo Urquijo. 1945-1973 . Victoria aliada + proceso de expropiación de industrias alemanas + apoyo de Estados Unidos a España. Difusión de los antibióticos y revolución petroquímica. Formación del mercado tecnológico internacional. Liberalización y desarrollo económico español. Multinacionales norteamericanas. Instituto Nacional de Industria. Multinacionales europeas y sus socios locales tradicionales. Empresas de ingeniería. Consorcio Químico Español (grupos Urquijo y Cros). Grupo Urquijo. Grupo Lipperheide. Círculos industriales germano-catalanes. Círculos industriales hispano-norteamericanos. 1973 . . . . . Crisis del petróleo + creación del Mercado Común Europeo + reestructuración de la inversión exterior de Estados Unidos + integración de España en Europa. Multinacionales europeas y sus socios locales tradicionales. Multinacionales norteamericanas y sus socios locales tradicionales. Grupo ERT. Grupo Cros. Círculos industriales hispano-norteamericanos. Círculos industriales germano-catalanes. rros, el proceso de adjudicación y el restablecimiento de la relación con los antiguos propietarios atrajeron a los grupos empresariales mejor situados en el sector, que actuaron, además, de forma concertada a instancia de los responsables económicos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Pero no fue ésta la única fuente de oportunidades. El éxito comercial de nuevos grupos de productos de origen norteamericano, como los antibióticos; la revolución petroquímica, también de cuño americano; y la emergencia de un mercado tecnológico internacional en sustitución de la vieja diplomacia industrial de los cárteles, ampliaron de forma espectacular el horizonte de la industria química española. Finalmente, el desarrollo 182 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 económico español de los años sesenta convirtió el mercado hispano en uno de los más apetecidos por los inversores internacionales más experimentados. La última etapa es más difícil de perfilar. Como consecuencia de la crisis del petróleo y de la industria petroquímica, del repliegue de las inversiones norteamericanas en el exterior y de la creación del Mercado Común Europeo, entre otras muchas cosas, la industria europea volvió a crecer y a recuperar posiciones en el mercado internacional en detrimento de las grandes compañías estadounidenses. En España, los efectos de la crisis estructural de la química internacional aparecieron unidos a la progresiva integración económica en Europa y al desmantela- REDES EMPRESARIALES DE OPORTUNIDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX: INDUSTRIA QUÍMICO-FARMACÉUTICA miento de la gran química pesada basada en el carbón. Todo ello allanó el camino a las multinacionales europeas y norteamericanas interesadas en controlar plenamente sus inversiones españolas, así como a sus socios y a diversos empresarios locales dispuestos a vender sus negocios a precios muy remuneradores. 3. Los actores Para valorar las oportunidades creadas por la interacción entre la industria químico-farmacéutica mundial y sus socios y competidores españoles es preciso identificar a los actores más relevantes en la historia del sector. Esto se ha hecho a partir de un extenso ejercicio de demografía empresarial cuyos resultados, por razones de espacio, no se reproducen aquí (Puig, 2003a). Pero en el Cuadro 1 se han consignado los actores más relevantes para cada una de las etapas comentadas. Los protagonistas de la primera etapa fueron las grandes multinacionales europeas, que se instalaron en España junto a industriales locales tradicionales, al calor, casi siempre, del proteccionismo y de los privilegios que el Estado otorgaba a las llamadas industrias de interés nacional, ámbito que incluía a buena parte del sector químico. Con frecuencia, la asociación entre inversores extranjeros y empresarios locales se apoyaba en tres pilares: los acuerdos de no interferencia pactados con otras multinacionales en el seno de los cárteles; la reserva del mercado español, pactada por los socios locales y la Administración española; y una división clara del trabajo entre los inversores extranjeros y españoles. Las mayores empresas químicas españolas de la época se constituyeron de acuerdo con estas premisas: Unión Española de Explosivos (1896), Sociedad Electro-Química de Flix (1897), Carburos Metálicos (1897), Cros (1904), Solvay (1904), Energía e Industrias Aragonesas (1918), Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS) (1919), Ciba (1920), Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos (FNCE) (1922), Sociedad Ibérica del Nitrógeno (1923), Sociedad Anónima de Fibras Artificiales (1923), Productos Químicos Schering (1924), Sandoz (1924), Química Comercial Farmacéutica Bayer (1925), Imperial Chemical Industries (1925) y Foret (1927). En vísperas de la Guerra Civil, los grandes consorcios europeos —Nobel, Kuhlmann, IG Farben, Imperial Chemical Industries (ICI), Algemene Kunstzijde Unie (AKU) y Rhône-Poulenc— estaban representados, directa o indirectamente, en España, y su poder de mercado iba del 50 al 100 por 100. Las importaciones eran irrelevantes. La producción y comercialización de explosivos, sosa, cloro, rayón, colorantes de anilina, fertilizantes nitrogenados y diversos fármacos en España se pactaba entre esos consorcios. De los primeros y más duraderos socios locales de la gran química mundial hay que destacar dos: el futuro grupo industrial creado alrededor del Banco Urquijo y una serie de empresas catalanas, familiares o multifamiliares, asociadas a los inversores alemanes, fundamentalmente. La especialización del Urquijo en la mediación entre el capital extranjero y la economía española se remonta al siglo XIX, cuando los Rothschild llegaron a España. En el sector químico, el Urquijo participaba en la Unión Española de Explosivos (en la órbita de Nobel-Kuhlmann e ICI), Carburos, Energía e Industrias Aragonesas y Sociedad Ibérica del Nitrógeno. Por su parte, la primera empresa catalana del sector, Cros, así como varias familias de la burguesía industrial barcelonesa, se asociaron en las primeras décadas del siglo XX a lo que, desde 1925, constituyó la primera empresa química europea, la IG Farben. Los lazos se mantuvieron, en ambos casos, hasta finales de siglo. La intensificación del nacionalismo industrial hispano a principios de los años 30, que limitaba la participación del capital extranjero en el capital y el consejo de administración de las empresas, sirvió además para que surgiera un círculo amplio de testaferros españoles, llamados a desempeñar un papel relevante, y conflictivo, en la segunda posguerra mundial. Los actores más importantes de la segunda etapa fueron, naturalmente, las multinacionales alemanas y HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 183 NÚRIA PUIG RAPOSO sus socios locales, que vieron aumentar cuantitativa y cualitativamente sus intereses en España. La combinación del plan cuatrienal diseñado por el nacionalsocialismo y el sueño autárquico del dictador español se tradujo en una proliferación de empresas ligadas tecnológicamente a la IG Farben y a otras sociedades alemanas. Entre los nuevos socios de la química alemana destacan el empresario vasco-alemán Federico Lipperheide (ligado a Altos Hornos de Vizcaya y al Banco de Vizcaya), el recién creado Instituto Nacional de Industria (INI) y una amplia red de hombres de paja tejida desde Sofindus por Johannes Bernhardt, el intermediario económico de Franco y el régimen nazi. Pero la posibilidad de obtener tecnología a bajo precio también sería aprovechada por el grupo Urquijo, que contaba con un abanico de socios muy amplio y una capacidad probada de ejecutar proyectos en suelo español con apoyo exterior. La principal misión del INI consistió en determinar cuáles iban a ser los sectores prioritarios (fibras químicas, fertilizantes nitrogenados y antibióticos), algo que, a corto y medio plazo, transformaría el paisaje empresarial químico español, dominado por grandes empresas como Sniace (1939), Unquinesa (1939), Fefasa (1940), Sefanitro (1941), Hidro-Nitro (1941), Nitratos de Castilla (1940), Proquisa (1944) y Zeltia (1939). Unquinesa, buque insignia del grupo Lipperheide, y Proquisa, del Urquijo, constituirían las piedras angulares de la gran industria carboquímica española hasta su desmantelamiento en los años sesenta y setenta. Las prioridades del autarquismo siguieron marcando la tercera etapa, que es cuando se crearon Inacsa (1948), Antibióticos (1949), CEPA (1949), Perlofil (1951) e Induquímica (1952). La primera, dedicada al textil químico, estaba respaldada por el empresario catalán José Mateu. Antibióticos y CEPA constituían el duopolio ganador del concurso convocado por el gobierno para fabricar penicilina en España con licencias norteamericanas. En el primer caso se trataba de una asociación de laboratorios liderada por Productos Químicos Abelló e IBYS. CEPA era una de las piezas del complejo químico-farmacéutico que el Urquijo construyó en la posguerra, apoyándose en 184 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 Proquisa, dedicada a la producción de primeras materias e intermedios orgánicos, y en la estructura comercial de Schering y Bayer, los dos laboratorios alemanes adjudicados al Consorcio Químico Español en 1950. La formación de este consorcio, integrado por los bancos Urquijo, Hispano-Americano y Herrero y por la Unión Española de Explosivos y Cros, fundamentalmente, había sido promovida por la Dirección General de Política Económica del Ministerio de Asuntos Exteriores, responsable del bloqueo de los bienes industriales alemanes. En el proyecto original, el consorcio comprendía cerca de un 75 por 100 de la industria química española, pues participaban en él el grupo Lipperheide y las familias catalanas asociadas a la IG Farben en FNCE. La presencia de Lipperheide, sin embargo, fue vetada por los representantes de los aliados en España, y los socios españoles de FNCE rechazaron la oferta para presentarse en solitario al concurso. Perlofil e Induquímica, por su parte, habían sido constituidas por el Urquijo y Lipperheide, respectivamente, para incorporarse al negocio de las fibras sintéticas de la mano de socios tecnológicos extranjeros. La revolución petroquímica, que a España llegó con diez años de retraso a causa de las trabas impuestas por la Empresa Nacional Calvo Sotelo, del INI, también se produjo con la asistencia de empresas y consultores estadounidenses. La propia Calvo Sotelo encabezó el grupo petroquímico público, creado entre 1961 y 1968 con Montecatini, ICI, Phillips Petroleum y Arco Chemical, y origen de Repsol Química, actualmente la primera empresa química española por su tamaño. La otra iniciativa petroquímica local importante corrió a cargo de la Compañía Española de Petróleos (Cepsa), una de las socias más antiguas de la industria americana del petróleo, y que en 1967 estableció con Continental Oil Petresa. La norteamericana Dow, muy interesada en el mercado español, entró a través de Unquinesa, la empresa carboquímica de Lipperheide, que se iría transformando en una de las grandes plantas petroquímicas del país y generando importantes beneficios a sus propietarios españoles. La existencia, para entonces, de un mercado tecnológico internacional que reemplazaba parcialmen- REDES EMPRESARIALES DE OPORTUNIDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX: INDUSTRIA QUÍMICO-FARMACÉUTICA te la estructura de cárteles de entreguerras, facilitó la construcción de este sector, asistido por las grandes consultoras de ingeniería extranjeras o de capital mixto. La progresiva integración de la España democrática en Europa puso fin a los complejos carboquímicos erigidos por el Urquijo y Lipperheide en las décadas centrales del siglo, de un lado, y de otro, facilitó el desembarco masivo de las multinacionales europeas y norteamericanas, las grandes protagonistas del sector hasta hoy (Muñoz, Roldán y Serrano, 1978). En cambio, las ventas masivas de activos en Europa por parte de las empresas estadounidenses pusieron en marcha un proceso inverso, de nacionalización de la industria petroquímica, tanto la pública (Enpetrol-Repsol) como la privada (Cepsa). El grupo Explosivos Río Tinto, creado a comienzos de los años setenta, adquirió buena parte de las empresas químicas y farmacéuticas del Urquijo y emprendió una ambiciosa y, a largo plazo, ruinosa política de expansión con socios muy variados. La estrategia de otra gran empresa histórica española, Cros, no fue tan agresiva, pero mantuvo al grupo Cros como segundo gran actor local. El clima de mayor competencia, por último, animó a una serie de empresas y laboratorios familiares a modernizarse, salir al exterior e internacionalizarse. Algunos de ellos (Almirall-Prodesfarma, Doctor Esteve, Ferrer y Puig) encabezan hoy en día, al lado de las multinacionales históricas, algunos de los 18 mayores grupos del sector, que son los siguientes: Basf, Bayer, Repsol, Cepsa, Solvay, Rhône-Poulenc, Novartis, Elf-Atochem, Fertiberia, Almirall Prodesfarma, ICI, Doctor Esteve, Ercros, Carburos Metálicos, Aragonesas, Ferrer, Puig y La Seda. 4. Las redes La interacción entre los actores que acaban de presentarse y las oportunidades creadas por la difusión en España de la segunda revolución industrial tuvo lugar a través de una serie de redes, constitutivas del tejido empresarial químico español del siglo XX. Los hilos con los que se tejieron tales redes fueron en esencia los que marcaron las condiciones de partida de la primera etapa: el liderazgo técnico y comercial de las empresas internacionales más innovadoras; el interés de algunos grupos españoles con capacidad de reconocer oportunidades y ejecutar proyectos; y las perspectivas de crecimiento del mercado español, empleado por los gobiernos nacionalistas y los socios españoles como principal moneda de cambio en las negociaciones previas al acceso de actores extranjeros al mismo. El concepto de redes parece bastante más apropiado que el de grupos para describir el resultado de la interacción entre actores y oportunidades, pues los grupos sociales de los que surgieron las personas, las capacidades y las empresas más importantes fueron bastante más determinantes que la propia estructura de grupo de empresas ligado a una institución financiera (Powell y DiMaggio, 1991; Nohria y Eccles, 1992). Pero, además, la actividad (y la propia composición) de esos grupos respondió más a las oportunidades creadas por el contexto político y económico nacional e internacional, especialmente en los años de la guerra y la posguerra española y mundial, que a sus propias capacidades financieras, técnicas y de gestión, aunque éstas, desde luego, existieron y fueron empleadas (Puig, 2003b). Este hecho tuvo al menos dos consecuencias importantes. La primera es que se exacerbó la tendencia de las empresas españolas a depender de la tecnología de sus socios internacionales. Y la segunda, derivada de la primera, es que el crecimiento de la economía española continuaría respondiendo esencialmente a factores exógenos. Las redes de oportunidad, naturalmente, no fueron exclusivas de la industria químico-farmacéutica española, ni siquiera de la periferia europea. La evolución política y tecnológica de las décadas centrales del pasado siglo abonó el terreno para este tipo de estructura empresarial y social en todo el mundo. Lo interesante, sin embargo, es que, en España, la oportunidad (entendida como conveniencia de tiempo y lugar, como la capacidad de aprovechar las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible sin considerar el largo plazo) HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 ICE 185 NÚRIA PUIG RAPOSO sofocó, aparentemente, la posibilidad de que dentro o fuera del medio social donde se gestaron las redes se crearan condiciones favorables a la innovación. El concepto de redes de oportunidad se opone así al de redes de innovación, una de las formas de organización que mejor explican el proceso de innovación en la industria químico-farmacéutica del siglo XX (Galambos y Sewell, 1995). Además de propiciar los círculos formados por las empresas multinacionales y sus socios españoles, que son los que vertebran la historia de la industria químico-farmacéutica española del siglo XX, las oportunidades a las que se ha hecho referencia dieron lugar a dos grandes redes, asociadas a sendos grupos industriales: Urquijo y Lipperheide. El primero controlaba 14 de las 50 mayores empresas del sector en vísperas del Plan de Estabilización (1959), mientras que el segundo respaldaba 11 de ellas en la misma fecha. En el origen del grupo Urquijo, ya se ha dicho, se encuentra la experiencia centenaria de los fundadores de este banco como socios de los Rothschild y de otros inversores extranjeros en España. El interés por la química fue más tardío, y estuvo asociado, además de a esa experiencia internacional, utilísima en el contexto turbulento de la segunda guerra y posguerra mundial, a la familiaridad del banco con la minería y la industria pesada; a su equipo técnico y de gestión, preparado para captar socios en el exterior y llevar a cabo proyectos industriales en el interior; a la división de funciones entre los bancos Urquijo e Hispano-Americano acordada en 1944 (Pacto de las Jarillas); y al proceso de expropiación y adjudicación de las principales industrias alemanas del sector. Este último contó con el apoyo explícito de la propia Administración española, que quiso aprovechar la ocasión para concentrar la industria química del país. El círculo de socios, españoles y extranjeros, del Urquijo se amplió de este modo considerablemente en los años siguientes. Es muy revelador de su entorno social e intelectual que con los beneficios del complejo químico-farmacéutico se financiaran actividades científicas, académicas y culturales insólitas en la España de Franco (Santesmases, 186 ICE HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 1999). El abandono irreversible de la carboquímica en Europa occidental, más lo antieconómico de la mayoría de las empresas y la creciente amenaza de la competencia internacional, aceleraron, sin embargo, el desmantelamiento del grupo en el curso de los sesenta. En este proceso, el Urquijo contó con dos apoyos esenciales: el del Estado español, que asumió muchos de los costes del cierre de las plantas menos competitivas; y el de su socio Explosivos, devenido Explosivos Río Tinto (ERT) a principios de los setenta, y al que el Urquijo, como se ha señalado, vendió muchas empresas de forma remuneradora en vísperas de la crisis internacional del sector. De este modo, el final de este importante actor y catalizador de recursos y talentos estuvo también marcado por su probada capacidad para percibir oportunidades. La otra gran red de la industria química española fue tejida por Federico Lipperheide. Como muchos otros alemanes que huían de la hiperinflación, Lipperheide llegó con sus hermanos al País Vasco en 1923. La explotación y el tratamiento químico de minerales les permitió forjar en muy poco tiempo un grupo industrial importante, vinculándose al Banco de Vizcaya e integrándose en la burguesía industrial vasca. La construcción del grupo químico se produjo algo más tarde, en estrecha asociación con el negocio del wolframio, los contactos con las autoridades económicas nacionalsocialistas y la IG Farben, y la autarquía española. La suerte del grupo Lipperheide (y la de la industria química española), naturalmente, hubiera sido muy distinta si los aliados que supervisaban la expropiación de las industrias alemanas en España no hubieran vetado su inclusión en el consorcio químico diseñado por las autoridades españolas. Pero Federico Lipperheide estuvo, junto al valedor de la IG Farben en España, Fernando Birk, en el punto de mira de los aliados. Excluido de la red que controlaba el Urquijo, pero muy bien relacionado con la burocracia económica española, y apoyado por sus socios de la industria pesada vizcaína y la industria química alemana, Lipperheide creó un gran grupo carboquímico que empezó a verse amenazado por la competencia internacional tan pronto como la REDES EMPRESARIALES DE OPORTUNIDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX: INDUSTRIA QUÍMICO-FARMACÉUTICA economía española puso rumbo a su liberalización. La liquidación del grupo —que, como en el caso del Urquijo, no significó la desaparición de la red— contó con la asistencia del Estado español y de su nuevo socio internacional, la norteamericana Dow. De su mano se produciría la reconversión de Unquinesa a la petroquímica y su transformación en una de las cabezas de puente de Dow en el sur de Europa. 5. formación del moderno tejido empresarial español. El concepto se opone al de redes de innovación, propuesto por los estudiosos de la historia de las empresas más creativas (y con estrategias a largo plazo) de este sector en los países más influyentes. El contraste de la experiencia española con la de otros países periféricos permitirá concluir en el futuro si el concepto de redes de oportunidad tiene una capacidad explicativa más amplia que el estudio del caso aquí examinado. Conclusiones Referencias bibliográficas Este trabajo parte de la idea de que la relación que se establece a largo plazo entre el empresariado local y sus socios extranjeros es una de las claves explicativas del desarrollo económico —y de los límites de la convergencia— de los países periféricos. En las páginas precedentes se ha examinado esa relación a partir de una reconstrucción empírica del sector químico-farmacéutico, uno de los más dinámicos y dependientes tecnológica y financieramente del exterior de la industria española. La historia de las empresas del sector revela, en primer lugar, que los socios internacionales actuaron como catalizadores de los principales grupos locales, propiciando la formación de redes empresariales con una probada capacidad de ejecutar proyectos, controlar el mercado y obtener beneficios. Y, en segundo lugar, que tanto la composición como la actividad de estas redes estuvieron muy influidas por el proceso de difusión de la segunda revolución industrial y por la inestabilidad de la política internacional y española, que generaron nuevas oportunidades de negocio al mismo tiempo que limitaban la duración y la competitividad internacional de los proyectos empresariales. Como concepto explicativo del funcionamiento de las empresas más importantes en el sector químico-farmacéutico español del siglo XX, así como de su entorno social, se ha propuesto el de redes de oportunidad. Estas redes, bastante más amplias y socialmente complejas que los grupos empresariales que sostenían, y cuya estrategia se diseñaba a corto y medio plazo, permiten comprender mejor el proceso dinámico y dependiente del exterior que ha llevado a la [1] ABRAMOVITZ, M. (1986): «Catching Up, Forging Ahead, and Falling Behind», Journal of Economic History, XLVI, 2, páginas 385-406. [2] AFTALION, F. 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