Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga MANEJO DE LÍMITES El límite es la frontera psicológica necesaria para salvaguardar el espacio físico y emocional que todo ser humano necesita para desarrollar su identidad, autonomía e independencia. La disciplina no solo es castigar a los niños y lograr que hagan solo lo que nosotros queremos, sino que abarcan muchos otros aspectos ya que con ellos se crean capacidades o habilidades respetando sus características individuales; además se fomentan valores como el respeto, la tolerancia, responsabilidad, por eso la disciplina no solo es importante en la infancia sino también ayudará en la vida adulta. La disciplina es un concepto muy cotidiano y utilizado comúnmente pero en ocasiones no nos damos cuenta que es un proceso que no se da de la noche a la mañana y cada uno de los que trabajamos con hijos somos parte de este proceso, o por otro lado no le brindamos la importancia que merece; es imperativo reconocer que este es un tema importante en la vida de todo individuo, en ocasiones le damos la importancia que merece ya que tenemos un conflicto con el niño y buscamos una solución rápida, pero lamentablemente no existen soluciones mágicas que solucionen el problema, para evitar estas complicaciones es necesario iniciar el proceso de la disciplina lo antes posible. Las normas fungen como una forma de comunicación que le dice al hijo qué se espera de él, los valores que tienen sus padres y le permite saber cuando a actuado de manera poco conveniente o bien cuando lo hace de la mejor manera, estas pueden ayudar a organizar y dar orden a la vida del hijo y permite dar un papel a cada uno de los miembros del grupo, ya sea la familia, el grupo de la escuela o cualquier grupo con el que se relacione. Por qué es necesario poner LÍMITES y establecer REGLAS? • Los hijos necesitan ser guiados por los adultos para que aprendan cómo realizar lo que desean de la manera más adecuada. • Para fortalecer conductas y lograr su crecimiento personal. • Los límites deben basarse en las necesidades de los hijos. • Los sermones son poco efectivos y alteran a las personas. • Evite calificar al niño, solamente señale el problema. • Sea firme, pero tranquilo. Atención Psicológica y Psicopedagógica Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicóloga- Psicopedagoga ¿Qué podemos hacer? Cuando no se respetan los LÍMITES, debe traer consecuencias. Las cuales deben ser proporcionales, directas y, en la medida de lo posible inmediatas a la situación que las provoca. Las consecuencias deben ser adecuadas a la situación, por lo tanto hay que establecer una jerarquía de consecuencias. Deben guardar una relación natural o lógica con la conducta en cuestión. Las REGLAS deben establecerse de común acuerdo entre padres e hijos, deben ser el producto de la discusión y el entendimiento. El mantenimiento de las reglas depende en gran parte de las habilidades y de las conductas de los adultos, como también de la capacidad para combinar el afecto y el control. Esto es difícil, pues exige mucho de nosotros mismos. La buena disciplina no es solamente castigar o lograr que las reglas se cumplan, implica también que nos gusten los hijos y que ellos se sientan aceptados y queridos por nosotros. Nuestra conducta y actitudes afectan la conducta de nuestros hijos. Es posible que se sientan bien, pero empiezan a portarse mal si se les dirige masivamente, o se les grita. Los hijos imitan la conducta de los adultos y si el adulto es grosero, estos también lo serán. Pero no irnos tampoco al otro extremo, NO queremos que los hijos crean que porque deseamos ser sus amigos, ellos podrán hacer lo que deseen. Es un balance en demostrar cariño y comprensión pero con autoridad, ofreciéndoles siempre dirección y conductas apropiadas para imitar. Los niños necesitan adultos que tengan autocontrol y en quienes ellos puedan confiar. Además, debemos recordar que el tono de voz, el uso de las manos, los gestos y las acciones pueden contribuir a controlar problemas. Características de una mala aplicación de la disciplina o errores. Tal vez nos preguntaremos el por que tocar el tema de los errores o de la mala aplicación de la disciplina, pues es muy importante ya que como se dice "De los errores se aprende", o en muchas ocasiones no nos damos cuenta de ellos y los repetimos constantemente, esto no quiere decir que seamos malos padres, lo que nos dice es que podemos mejorar. Métodos rígidos: Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga Cuando los padres son demasiado estrictos, no se administran consecuencias sino castigos, no se toman en cuenta las necesidades del niño u opiniones, en este modelo los adultos tienen la razón, y no hay discusión alguna ya que el niño solo es entrenado para seguir instrucciones, obedecer. De aquí llegan a ser niños sin iniciativa, poca capacidad para tomar decisiones, poca creatividad, además que no se fomenta la responsabilidad, estos niños pueden llegar a ser rebeldes, tener una pobre autoestima o ser dependientes de la opinión de las otras personas. Métodos permisivos: Se le da la oportunidad de tomar las decisiones, acerca de si hacen o no tarea, de si quieren ayudar en las labores de la casa o no, etc., Es decir se establecen pocas reglas o ninguna, además no administran consecuencias por que se cree que el niño aprenderá por la experiencia, sin embargo en este método no se toma en cuenta que el niño no tiene la capacidad de autorregular sus conductas y tomar decisiones a largo plazo, esto puede generar ansiedad, inseguridad, poca capacidad para satisfacer sus necesidades y no reconocen la importancia de las cosas, muchas veces estos niños crecen y no logran adaptarse a las normas sociales y tienen frustración por la falta de herramientas para enfrentarse a la vida, ya que con este tipo de educación no se crean habilidades y los niños carecen de estructura para lograr objetivos. Combinación de métodos: Muchos padres quieren encontrar el punto medio y buscan pasar de la disciplina rígida a la permisiva y viceversa, cuando la rigidez no funciona pasan a permisividad, y lo hacen indiscriminadamente, lo cual ocasiona en el niño inseguridad, incongruencias, contradicciones extremas y el niño no logra comprender como debe actuar o no actuar, ya que en momentos queremos que el niño respete nuestra autoridad y en otros momentos le permitimos hacer lo que desea. Métodos utilizados por nuestros padres. En ocasiones los padres como no saben como manejar a sus hijos deciden tomar el patrón que usaron sus padres con ellos, sin embargo como fuimos parte de ese proceso, lo que a nosotros no nos gustaba de Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga niños no lo aplicamos y si nos gustaba lo aplicamos, pero muchas veces lo que dio resultado es lo que no era agradable para nosotros, sin embargo es importante darnos cuenta que las generaciones o épocas son distintas, además cada niño es distinto y tiene sus propias necesidades particulares, por lo cual los hijos se parecen mas a la generación que les toco vivir que a sus padres. Copiar algún método usado por otra persona. En ocasiones no sabemos como reaccionar y utilizamos el método que utiliza otra persona y le ha funcionado y puede ser posible que si haya dado los resultados que la persona esperaba, sin embargo muchas o la mayoría de las veces no funciona por que son circunstancias distintas, y el niño tiene características propias. Ya vimos una serie de forma de establecer límites que no nos llevan a consecuencias agradables ni para los padres ni para los hijos. Recalcamos entonces que La forma de educar más productiva y sana es siendo los padres figuras de autoridad. Hay varios conceptos que tienen que ver con lo que cada uno de nosotros piensa sobre la disciplina, la conducta y nuestro papel como autoridad. No es raro que los padres actúen bajo esquemas muy asimilados, sin reparar en que los conceptos que guían su conducta y la práctica o el ejemplo que están dando a sus hijos no siempre están en congruencia con dichos preceptos. Por ejemplo, cuando se habla de las actitudes agresivas por parte de los padres, muchos se sienten seguros sobre su comportamiento como autoridad y muy lejos de presentar una actitud agresiva hacia sus hijos en cuanto al manejo de disciplina se refiere. Es probable que así sea, si se tiene clara la diferencia entre actitudes o conductas agresivas y conductas violentas. Es decir, las actitudes que se tienen como padre, frecuentemente pueden ser agresivas pero no violentas. Existen conductas sumamente agresivas no violentas, como la burla, el desprecio, la humillación, o incluso el ignorar a una persona y todas estas no necesariamente se podrían considerar violentas. Lamentablemente, muchas de estas actitudes pueden ser mucho más hirientes desde el punto de vista emocional, aunque no hayan provocado el más mínimo daño físico. Será conveniente que los padres, hagan un recuento de sus actitudes cuando ejercen la autoridad y decidan si están actuando de manera agresiva o no, y si en estas actitudes hay también algunas violentas. Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga Recuerden que en el desarrollo emocional del niño, las actitudes agresivas que hemos mencionado anteriormente, no dañarán físicamente a un niño, pero las repercusiones sobre la autoestima pueden ser muy importantes. Por lo tanto un concepto que debemos tener claro, es el de autoridad, comparado con el de sometimiento. Como se ve, en ambos casos estamos refiriéndonos al hecho de lograr que una persona haga lo que otra desea. Solo que en el caso de la autoridad no es necesario ningún tipo de fuerza. Los padres que logran alguna conducta en sus hijos mediante el sometimiento, deberán tomar en cuenta varias cosas: el sometimiento, implica una fuerza mayor, una amenaza, algún grado de humillación, una presión psicológica, y funciona durante algún tiempo. Si bien debemos darle una explicación sobre el porqué de las cosas, llega el momento en que los padres deben lograr que las cosas marchen como ellos lo han decidido, con o sin la anuencia de su hijo. Pero si los padres pretenden continuar el control de su hijo mediante esta técnica, puede llegar el momento, y hemos visto que en muchos casos llega, en que su hijo adolescente, molesto por las actitudes de sometimiento de sus padres, se enfrentan a ellos y no es raro que tomen una actitud a agresiva y hasta violenta hacia sus padres. Cuando esto ocurre, es probable que los padres hayan perdido toda oportunidad de empezar a manejar las cosas con autoridad. La autoridad racional, a la que nos referimos, debería de ser capaz de lograr una conducta en otro individuo sin la necesidad de la fuerza física, la amenaza o la presión. Es decir, sin el sometimiento. En la educación de los hijos, el proceso está marcado por una transición del sometimiento, bajo el concepto que hemos mencionado, a la autoridad. La autoridad deberá convertirse con los años y con la emancipación de los hijos, en una autoridad moral. Para lograr un adecuado manejo de autoridad, los padres o todas aquellas personas que la ejercen, deberán observar los siguientes puntos, prácticamente en todos los casos y en todos los actos que deban estar bajo las reglas que se hayan impuesto, recordando que para lograr el manejo adecuado de un sistema de límites y disciplina, quienes ejercen dicha disciplina deben a su vez ser disciplinados. Principios básicos para padres y madres que desean educar bien: 1. Lo que se LIMITA es la CONDUCTA, no los sentimientos que la acompañan. Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga 2. Nosotros somos los educadores, la escuela o colegio sólo complementan. 3. Los LÍMITES deben fijarse de manera que no afecten el respeto y la autoestima del hijo. 4. Educar bien es enseñar a: conocer las propias posibilidades, desear crecer, aceptar nuestras limitaciones y nuestras virtudes de forma sana; es enseñar a vivir. 5. Educar no es proporcionar experiencias buenas y asilarle de las malas. Es ayudarle a aprender de ellas. 6. Para educar bien no existen recetas, se aprende de experiencias concretas y luego se generaliza. 7. Educar es una toma de decisiones constante. 8. Nuestras decisiones están muy influidas por cómo hemos sido educados. Ser conscientes de ello ayuda a educar más sensatamente. 9. Educar bien a mi hijo (a), no es compensarle por lo que nosotros no hemos recibido en nuestra niñez. "Los hijos no nacen con tus carencias ni necesidades, no se las crees". 10. Debo educar en el presente con perspectiva de futuro. 11. No debo angustiarme. Si no puedo, busco ayuda. Muchas veces necesitamos una visión objetiva desde fuera. 12. No existen los superpadres, todo el que te comente que su relación con su hijo es perfecta, puede ser que necesite aparentar o que no quiere ver los problemas. 13. Nada es lo mismo para un hijo que para otro. Educar bien no es buscar las mismas condiciones para todos, sino es dar a cada hijo lo que necesita. Hacerlo así no es ser injusto, ayuda a los hijos a crecer aceptando la individualidad de cada uno. 14. Educando voy a cometer errores. No hay error que no se enmiende. 15. Puedo rectificar sin perder la autoridad. No importa lo que sucedió en el pasado, si hay problemas hay que "tomar la situación de inmediato". Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga 16. Sé positivo. Dile a tu hijo lo que te gusta y pon un límite a lo que no te gusta. 17. Un hijo (a) es una antena parabólica constante. Se entera de todo, lo imita todo. El niño aprende más de lo que ve, que de lo que decimos. 18. El mayor deseo del hijo es controlar el entorno. En el entorno también estamos nosotros. Controlar nuestras reacciones le fascinará, incluso aunque sea a costa de que nos enfademos con él o ella. 19. El hijo necesita libertad conducida. Si nosotros no ponemos límites a su conducta, lo hará él. 20. Nunca debo mentirle. Si le enfrento a aquellas cosas que no le gustan pero que debe aceptar, le preparo para asumir la realidad. 21. Si le miento lo haré un inmaduro (necesitará que le disfracemos las cosas para aceptarlas) y un inseguro (si no puedo confiar en mis padres ¿en quién puedo confiar? 22. Debo explicarle las cosas (casi siempre) y de forma breve. 23. A veces los hijos necesitan un "Porque yo lo digo". 24. Levantar castigos o encubrir los errores sólo es sobreprotección. Las personas sólo aprendemos de nuestros errores si vivimos las consecuencias de los mismos si no, formamos hijos inmaduros incapaces de enfrentarse a la frustración. 25. El mayor deseo de un hijo es que papá y mamá estén pendientes de él. 26. La atención que le prestamos es nuestra mejor arma. Quién sabe cómo y cuándo prestar atención a su hijo(a) sabe educar. 27. Todos estos principios se pueden resumir en el siguiente pensamiento: Sé que puedes. Atención Psicológica y Psicopedagógica Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicóloga- Psicopedagoga Por eso te enseño y te exijo. Y como sé que te cuesta esfuerzo, te lo reconozco. CONTRATO DE REGLAS Para empezar a establecer las reglas en el hogar es necesario elaborar primero un acuerdo entre las partes involucradas. ACUERDO. Todos aquellos involucrados en la administración de la autoridad, deberían estar de acuerdo al menos en tres aspectos: a. Qué es lo permitido b. Qué es lo no permitido c. Cuando ocurre algo de lo no permito, cómo se sanciona o sus consecuencias. En este acuerdo, los padres deben intentar mantener un solo frente ante sus hijos y en los casos en que haya diferencias en sus puntos de vista, deberán intentar ponerse de acuerdo. Es incluso preferible que uno de ellos ceda ante en otro a fin de ofrecer un común acuerdo y posteriormente hablar entre si para llegar realmente al acuerdo. CONSTANCIA. Muchos padres, particularmente después de escuchar algunas recomendaciones sobre la manera más adecuada de manejar los límites, inician con un espacial interés y firmeza. Sin embargo muchos intentos de manejar las cosas adecuadamente se pierden rápidamente y no se mantienen las reglas vigentes por mucho tiempo. Es común que los padres actúen con toda firmeza en un momento, después de haber puesto las reglas y anunciado las consecuencias, y posteriormente caer en las muy frecuentes fallas como el decir a los hijos: “esto es en serio”; “ya te dije que te voy a castigar”; “te las estoy contando”; “me vas a tomar de malas y ya verás”, etc, etc. esto, además de no ir en congruencia con lo advertido, hace que los hijos caigan en la cuenta de que las reglas no son realmente como se anunciaron y que del momento en que se da una orden o indicación, al momento en que realmente se aplica puede haber un tiempo indefinido que siempre es experimentado como una ganancia, pero también como una falta clara de límites. Es importante recordar, que límites solo significa una de dos posibilidades para quien ejerce la autoridad: o soy capaz de controlar una conducta, o soy capaz de sancionarla. Sino tengo ninguna de estas posibilidades, no estoy controlando realmente los límites. Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga No debemos pretender controlar lo que no es controlable. En los principios fundamentales y marcos teóricos de la autoridad, sabemos que no hay posibilidades de controlar toda la conducta de quienes están bajo un determinado código o reglamento. De hecho, la verdadera autoridad no es la que proviene de alguien que supervisa o vigila, en condiciones adecuadas, como ocurre en muchas otras culturas, la autoridad es en realidad la que cada sujeto tiene dentro, es lo que denominamos autoridad introyectada. Es decir, lo que yo me permito o lo que yo no me permito. El saber que aunque los padres no estén en frente del hijo él sabe lo que puede o no puede hacer estando sólo. En un proceso educativo, como es el caso de los hijos, nuestro propósito debería ser este: lograr que ellos, lo hijos, se comporten de una determinada manera, de acuerdo con un código ético, una moral, una serie de principios y valores, y no necesariamente porque yo como autoridad los esté vigilando. Los padres no podemos, ni debemos pretender, controlar o vigilar las 24 horas del día a nuestros hijos. Particularmente cuando son adolescentes. Si pretendo controlar cosas que de antemano se que no son controlables, corro el riesgo de quedar burlado como autoridad. Decirle a un adolescente de 15 años que está castigado con no poder ver la televisión durante la tarde y dejarlo en casa sin vigilancia alguna, tal vez no sea la mejor manera de aplicar una sanción. Esto es algo que vamos a poder lograr si somos constantes en aplicar nuestras reglas y formar a nuestros hijos con autoridad. Errores en la aplicación de sanciones o consecuencias Hablar de límites: A lo que nos referimos en este punto es al hecho de que muchos padres recuerdan permanentemente a sus hijos que hay reglas y que estas deben ser observadas. Pero una regla implicaría una consecuencia cuando no es observada y la consecuencia no puede ser únicamente recordar una y otra vez que hay reglas. Si un reglamento, el que sea, digamos un contrato de trabajo, establece que un empleado será sancionado con un día de salario por cada tres tardías en un mes, la consecuencia no pude ser recordarle a dicho empleado que hay reglas y que hay consecuencias. La consecuencia está descrita y debería aplicarse siempre que se comete la falta. Esto que parece algo tan simple y lógico, no lo aplicamos así con los hijos. Un adolescente llega tarde a casa cada vez que se le autoriza salir. A su regreso se le llama la atención y se le repite que en casa hay un Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga horario que se debe cumplir, que no puede manejarse de esa manera, etc, etc. Pero en realidad, parecería que la consecuencia consiste en recordarle una y otra vez que hay reglas en casa que se deben observar. Imponer de entrada el peor de los castigos: Muchas veces los padres, generalmente cuando actúan por saturación, buscan un castigo ejemplar e incluso han llegado a comentar que eligieron tal castigo porque saben que eso si les duele, sin pensar que cuando la autoridad impone el peor de los castigos o el más fuerte, se terminaron los castigos. Por otra parte, es frecuente que se experimente como algo injusto y no es raro que los adolescentes tengan la sensación de que ya no tienen nada que perder y tampoco tendrían porqué cambiar de actitud. Las consecuencias deberían aplicarse en el momento en que se comente la falta, con una duración determinada y tal vez con un incremento en la severidad ante la reincidencia. Aparición del conflicto de autoridad: es muy común que al anunciarse una consecuencia, particularmente en los adolescentes, estos respondan con menosprecio a tal consecuencia. Un adolescente a quien se le anuncia que por su comportamiento no podrá ver la televisión, muy probablemente responda que no le interesa en lo más mínimo. Podría decir incluso que por el pueden vender el aparato o bien, decir que en realidad lo que al él le podría haber preocupado es que le hubieran impedido escuchar música. Estas respuestas están dadas por el conflicto de autoridad normal entre los jóvenes, pero a lo que nos referimos en este punto es al conflicto de autoridad que puede aparecer en los padres. Si los padres han decidido aplicar una determinada consecuencia, es porque saben bien que se trata de algo importante para sus hijos. Si ellos comentan que en realidad no les importa el castigo, los padres deberían mantener su postura y anunciar alguna consecuencia más fuerte en caso de reincidencia, pero no aumentar el castigo simplemente porque parece no importarle a su hijo. Características necesarias para las normas: • Es importante la consistencia más que la intensidad, lo importante no es mostrarte agresivo, enojado, lo que importa es repetir constantemente para que logre aprender e interiorizar lo que se le pide; si no respeta la norma poner consecuencias. Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga • La consecuencias deben ser reciprocas esto es sanciones que están directamente relacionadas con la falta, éstas ayudan al menor a construir sus propias reglas • Es un trabajo constante. • Deben ser de acuerdo a la edad del niño, ya que las características del niño son un importante criterio para implantar una norma. • Se les debe jerarquizar de acuerdo a su importancia. • No tienen que ser solemnes, esto que se puede hacer de forma divertida, mediante juegos, sin embargo deben cumplir las características anteriores. • Es importante darnos cuenta que las normas se deben dar por anticipado, no se le deben pedir cosas los hijos que no conocen o que no pueden cumplir. • Las normas deben ser razonables esto es que dispone de recursos suficientes para realizarlas y tiene tiempo suficiente para lograrlas. • Es importante poder distinguir si la regla se cumple o no. • Imprescindible una actitud de aceptación, afecto y respeto hacia los hijos, ya que sin esto no dará los resultados esperados y por el contrario dará resultados negativos ya que los hijos necesitan de comprensión. • Es necesario describir las normas a detalle, para que sean claras y precisas. Como implantar normas firmes: Es importante que se tomen en cuenta varios aspectos para lograr que las normas sean efectivas y tengan los efectos que esperamos: • La norma debe ser importante para la persona que lo pone: Esto es debe tener un objetivo específico que sea importante y que sea siempre respetado. • Las normas deben ser claras: es decir describir las normas a detalle, pero además de esto debe centrarse en la conducta y presentarse de manera positiva es decir evitando poner el "NO", el mensaje debe ser específico y no general, para que se logre cumplir, además lo que decimos debe ser congruente con lo que hacemos. • El grado de autocontrol que tienen los niños depende, en gran medida, de la actitud de los padres. El autocontrol como la tolerancia al dolor se educa. El grado de autocontrol y de tolerancia a la frustración está muy relacionado con la capacidad de la familia para hacer respetar Atención Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicológica y Psicopedagógica Psicóloga- Psicopedagoga su autoridad. La familia tiene más razones para saber que debe poner límites claros y que sean adecuados a lo que el niño puede ofrecer. • Se debe estar seguro que el niño entendió el mensaje: Es importante preguntarle al niño si ha entendido lo que se le pide y para verificarlo puede repetirnos lo que entendió. • Se deben marcar con afecto: Es importante utilizar afecto y utilizar un tono de voz normal y tratar de evitar el enojo ya que este no suele funcionar, solo logra preocuparlo y no reacciona a la norma, sino al enojo o al grito. • Es importante presentar alternativas: Se le pueden dar opciones al niño, pero al final de cuentas realiza lo que se le pide, esto le ayuda a asumir la responsabilidad de sus acciones. • Consistentes: Es necesario reforzar constantemente, ya que las normas no se cumplen a la primera es necesaria la constancia y perseverancia. "La clave en todo el proceso es la perseverancia y la consistencia", es por ello que debemos ser pacientes y prudentes al aplicar cualquier norma. "El mejor padre es el que enseña a su hijo a ser una persona independiente y autosuficiente" "Un niño disciplinado no es un niño que todo el tiempo esta quieto, sino que reconoce limites, logra tener independencia y momentos agradables". Algunos ejemplos de instrucciones inefectivas son: • Dar la instrucción en forma de pregunta en vez de aclarar el comportamiento que se quiere. Ej: "¿Por qué no te has ido a dormir?“ • Dar instrucciones donde se le da la impresión que debe intentar, en vez de hacerlo. " debes tratar de hacer tus asignaciones, antes de ver televisión". • Dar instrucciones insultantes: "Siempre haces las cosas al revés“ • Dar instrucciones que incluyen castigo: "Si no te comes la carne, no tendrás postre por una semana". Reconocimiento El reconocimiento no siempre tiene que ser un premio concreto, puede utilizarse refuerzos verbales sinceros y positivos, como por ejemplo: “Lo hiciste bien” “Me siento orgulloso de ti” “Me gusta como arreglaste el cuarto” “Gracias por botar la basura (fregar, limpiar, etc.)” Sea un modelo positivo Atención Psicológica y Psicopedagógica Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicóloga- Psicopedagoga Los/as niños aprenden imitando a los demás.De ahí la importancia de que los padres/madres sirvan de ejemplo a sus hijos. Si los padres/madres demuestran amor, respeto, autodisciplina, actitudes positivas y cortesía, los hijos aprenderán a responder de la misma forma. Plan de disciplina ¿Cómo implementarlo? • Explicar la necesidad de reglas. • Enseñar las reglas • Verificar su comprensión • Explicar el reconocimiento positivo si las respetas • Explicar el por qué de las consecuencias • Enseñar las consecuencias • Revisar la comprensión Principios para formar una conducta adecuada 1. Sea constante con lo que enseñe respecto a su comportamiento. 2. Haga que entienda el por qué de los límites que se le han impuesto. 3. Elogie cuando lo merezca. 4. No regañe. Sea amable pero firme. 5. Sea cariñoso(a) con su hijo(a) pero enséñele que el amor no significa dejarle hacer lo que le plazca. 6. Tanto la falta como el exceso de disciplina en el hogar pueden causar problemas con los(as) niños(as). 7. No hay dos niños(as) ni dos padres/madres iguales pero hay cosas que funcionan igual con la mayoría de los(as) niños(as). 8. La disciplina impuesta con amabilidad corregirá a su hijo(a) pero la manera de cómo la imponga usted es muy importante. 9. Las palabras fuertes dichas con ira pueden crear amargura en el carácter del niño(a). Sin embargo, la firmeza puede inspirar amor y Atención Psicológica y Psicopedagógica Msc. Fabiola Barcia Blandino Psicóloga- Psicopedagoga respeto. 10. Sea un buen ejemplo. El/la niño(a) aprende aquello que observa.