TENDENCIAS GLOBALES EN MATERIA DE COMERCIO INTERNACIONAL ¿CÓMO SE POSICIONA URUGUAY? Almuerzo de ADM Presentación del Sr. Ministro de Relaciones Exteriores Rodolfo Nin Novoa Montevideo, 19 de mayo de 2016 Es un gusto para mí el encontrarnos en esta casa para abordar un tema que no le es ajeno a los aquí presentes: las nuevas tendencias globales en materia de comercio internacional y el posicionamiento de Uruguay en la materia. Yo creo que para hablar de Comercio Internacional hay que tener claro el mapa de la Globalización, y que éste se encuentra marcado por dos ideas bien claras: interdependencia de los actores, e interconexión física y digital. En este esquema existe una afectación recíproca de los actores, que genera encadenamientos complejos, y que nos obliga a estar permanentemente pendientes de los hechos que acontecen en el mundo. Aquí cabe resaltar que el acceso a la tecnología y a la comunicación son factores determinantes del proceso de innovación tecnológica en el que estamos inmersos. Para insertarse exitosamente en esta coyuntura es necesario en primer lugar tener acceso a la tecnología, en segundo lugar tener acceso a la información y en tercer lugar tener la capacidad de convertir a ambas en conocimiento útil. ¿Cómo podríamos describir la actual coyuntura del comercio mundial? Yo digo que presenta una serie de elementos indiscutiblemente significativos: 1. el descenso del comercio internacional no sólo en términos relativos (como proporción del PBI mundial), sino en términos absolutos; 2. los escasos avances en las negociaciones multilaterales en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC); 3. un incremento desmesurado de las barreras no arancelarias; 4. la consolidación de las Cadenas Globales de Valor (CGV) como forma de acceder a nuevos mercados y oportunidades para la especialización; 5. creciente relevancia de los países del sudeste asiático, en especial la República Popular de China; Página 1 6. el surgimiento de nuevos espacios y modos de negociación, y 7. la escasa estabilidad de los precios internacionales de los commodities. Permítanme hacer consideraciones sobre alguno de estos puntos: Especialmente nos preocupa el descenso del comercio internacional en el pasado año 2015, que por primera vez luego de la caída del año 2009 producto de la crisis financiera global, cae de manera dramática con respecto a los intercambios registrados en 2014 (14%). En este contexto, es inevitable que los países se esfuercen por asegurar mejores condiciones de acceso para sus productos y servicios, como forma de evitar un descenso aún más pronunciado de su comercio con el mundo. Dentro de las razones que explican los escasos avances de la Ronda de Doha sigue estando uno de los obstáculos históricos a las negociaciones multilaterales: el Comercio Agrícola. Este es el principal escollo que tenemos. De hecho, en la Conferencia Ministerial de Nairobi, que tuvo lugar a finales del año pasado, solamente logramos acordar la eliminación de las subvenciones a las exportaciones de bienes agrícolas, que es uno de los tres pilares de esta compleja negociación. Los otros dos, que por su parte son los que generan mayor distorsión, son los apoyos internos o ayuda doméstica y el acceso a mercados. Otro de los elementos en los que quisiera detenerme, es en el incremento de las barreras paraarancelarias, las que probablemente sean uno de los aspectos más distorsivos del comercio internacional hoy en día. Este es el caso, por ejemplo, de las habilitaciones sanitarias y fitosanitarias que afectan directamente a los productos agropecuarios (responsables de casi 2/3 de nuestra canasta exportable de bienes). Las profundas transformaciones del comercio mundial en los últimos 15 años, pautadas por: La pérdida de credibilidad del sistema multilateral de comercio, la proliferación de acuerdos comerciales preferenciales como el nuevo patrón de negociaciones internacionales, y la consiguiente pérdida de competitividad de nuestros productos en mercados tradicionales, el cierre para Uruguay del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) con la Unión Europea y próximamente con los Estados Unidos, son tan sólo algunos ejemplos del gran desafío que deberemos afrontar. En este sentido, es especialmente dramático el cambio que ocurrirá una vez que dos de los mayores acuerdos preferenciales de comercio en el mundo entren en vigor; hablamos del acuerdo de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). De concretarse el acuerdo entre la Unión Europea y los Estados Unidos (TTIP), se estaría facilitando el flujo comercial en una gran canasta de bienes y servicios que afectaría a casi el 12% de la población del planeta, que representa prácticamente el 46% del PIB mundial, un 46% de las importaciones y un 42% de las exportaciones mundiales. Página 2 El TPP, conformado por 12 países de la región Asia-Pacífico estaría representando al 11,5% de la población mundial, el 37% del Producto Bruto total, un 28,5% de las importaciones y un 24% de las exportaciones mundiales. Para nosotros es de sumo interés analizar los impactos posibles de estos Mega acuerdos. “Estos nuevos espacios están llamados a reconfigurar reglas básicas que obligan a todos los países (incluso a los latinoamericanos) a redimensionar sus políticas comerciales, ajustándolas a la nueva realidad” (Bases programáticas del Frente Amplio). Por eso insisto en que debemos comenzar a tomar contacto con estos procesos comerciales; estudiarlos, evaluarlos, conocerlos y por último posicionarnos frente a los mismos. Lejos de ser un hecho improvisado, es un acto de responsabilidad. Con relación al TPP, me parece oportuno distinguir a los tres grandes mercados de este acuerdo, que significan el 60% de su población y el 80% de todo su producto. Hablamos de Japón, Estados Unidos y Canadá. Estos son los tres grandes mercados a conquistar, y cuyo comportamiento determinará los mayores desvíos de comercio. A efectos meramente ilustrativos, me permitiré referirme de aquí en más a ellos como la tríada. De la tríada, Estados Unidos es el primer importador a nivel mundial. Por su parte Japón es el quinto importador de bienes del mundo, mientras que Canadá es el décimo. Considerando la contundencia de estas cifras, no parece lógico pensar que nuestra inserción a estas economías sea secundaria o poco importante, muy por el contrario, constituye una oportunidad inmejorable de elevar nuestros estándares y modernizar nuestra estructura productiva nacional. Asimismo, el TPP tiene la particularidad de integrar a cuatro economías que son directamente competidoras de nuestra oferta exportable. Hablamos esencialmente de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos. Cuando este acuerdo entre en vigor, Australia abrirá 3 nuevos mercados a los cuales no tenía acceso, entre ellos Canadá. Adicionalmente el TPP le permitirá a Australia mejorar sus condiciones de acceso a Japón con relación al acuerdo bilateral que entró en vigor entre ellos en 2015. Por su parte, Canadá abrirá 7 nuevos mercados, entre los que se encuentra Japón. Mientras que Estados Unidos abrirá 5 nuevos mercados, entre ellos también Japón. La distinción en este caso es para Nueva Zelanda, que no sólo abrirá 5 nuevos mercados, sino que tres de esos mercados son precisamente la tríada, como antes dijimos: Estados Unidos, Canadá y Japón. En términos relativos, el acceso mejorado de la estructura agroexportadora neozelandesa no tendrá precedentes y constituirá un competidor enormemente difícil de superar bajo estas condiciones. Aquí quisiera reflexionar con ustedes sobre una circunstancia bastante significativa para nuestro país. Si nosotros hacemos una proyección tendencial de nuestra economía de aquí a veinte años, en un escenario en el que hacemos las mismas cosas que hemos venido haciendo hasta ahora, y lo comparamos con un escenario tendencial de Nueva Zelanda también a veinte años, insertándose exitosamente en los mercados más exigentes del mundo, vamos a obtener dos fotografías completamente diferentes, aún más diferentes de lo que son hoy. Página 3 Nosotros no dejaremos de producir y exportar alimentos, pero probablemente economías como la neozelandesa se van a encargar de satisfacer a los segmentos más altos de la demanda mundial, a los más exigentes, y a los que pagan mejor. Porque habrán desarrollado su base productiva de modo tal que estarán en condiciones de acaparar aquellos segmentos de la demanda más estables en términos de precio y en términos de flujo de comercio. Los que no procesemos estos cambios, no dejaremos de vender nuestros productos, pero lo haremos apuntando a segmentos menos exigentes, con menor reconocimiento sanitario, y más dependientes de las fluctuaciones de precio internacionales. Asimismo, resulta oportuno repasar algunas de las condiciones de acceso a mercados que se producirán en lo que respecta al mercado agrícola, ya que tendrán serias implicancias sectoriales, para ramas productivas muy conocidas por todos nosotros. En primer lugar, de acuerdo a algunas proyecciones se estima que con un TPP en vigor, para el año 2025, se creará un flujo de comercio agrícola por valor de 8500 millones de dólares entre los países miembros. No obstante, se han estimado también los efectos del desvío de comercio entre los Estados miembros del acuerdo y terceros países, cuantificando el mismo en 3000 millones de dólares (2600 millones que el mundo dejará de venderle al TPP y 400 millones que ellos dejarán de venderle al mundo). Esto evidencia que el desvío de comercio agrícola será mucho más perjudicial para los que estamos fuera del acuerdo que para aquellos que son parte del mismo (2600 contra 400). Veamos el caso de la carne bovina, para la cual Japón reducirá los aranceles de 38,5% a 9% en un período de 15 años a partir de la entrada en vigor del acuerdo. Por su parte, el mercado de los Estados Unidos se abrirá a Australia de manera progresiva, alcanzando el 0% en 2022, pero Nueva Zelanda ingresará a 0% en tan solo 5 años (mientras nosotros seguiremos pagando 26,4% siempre que exportemos por fuera de la cuota de 20 mil toneladas que tenemos). Para el caso del mercado canadiense, la carne bovina australiana ingresará sin pagar arancel en un plazo de 10 años, mientras que Nueva Zelanda lo hará en tan sólo 5 años. El caso de la carne ovina también es paradigmático en este sentido, ya que los aranceles serán eliminados desde la entrada en vigor del TPP por todos los miembros, con excepción de México que los eliminará en un período de 8 años. En cuanto a la lana y sus derivados, se eliminarán todos los aranceles aplicados desde la entrada en vigor. Asimismo, todas las telas y vestimentas producidas con hilados de origen TPP tendrán trato preferencial a todo lo largo de la cadena de países miembros, lo que se estima producirá una mayor demanda de las lanas de esta nueva región integrada. En cuanto a los lácteos, que fue uno de los sectores más sensibles de toda la negociación, se obtuvieron mejoras para el acceso de los principales exportadores del rubro, que son Nueva Zelanda y Australia. Japón eliminó aranceles sobre ciertas variedades de quesos y acordó contingentes para el resto de los mismos, al tiempo que creó nuevas cuotas para la manteca, la leche en polvo, los helados, la leche condensada, el yogurt y la fórmula infantil. Estados Unidos por su parte acordó eliminar los aranceles intracuota para los contingentes de la OMC y eliminará Página 4 todas las tarifas de leche en polvo, fórmulas infantiles, helados y algunas variedades de queso. El mercado canadiense acordó nuevas cuotas para quesos, leche en polvo y manteca. Por último, México creará nuevas cuotas de acceso para la leche en polvo (alcanzando 42 mil toneladas en diez años), leche líquida (que llegará a 375 mil toneladas en diez años) y quesos (que ascenderá a 10 mil toneladas en diez años), al tiempo que eliminará los aranceles al yogurt. Para el caso de los cereales y granos, Japón concedió nuevas cuotas para el ingreso de trigo, cebada y malta, mientras que concedió a Estados Unidos y Australia cuotas diferenciadas de arroz que irán aumentando en un período de trece años. México, por su parte, eliminará los aranceles de trigo (67%) en un período de diez años, y cebada (115%) en un lapso de 5 años. Todos estos matices, contingentes, plazos diferenciales, tratos específicos, son la prueba de que en la mesa de negociación todos los países tuvieron oportunidad de plantear sus intereses ofensivos y defensivos, y que nadie fue avasallado por nadie durante el proceso. El Uruguay exportó en 2015 a los países del TPP un total de 1239 millones de dólares, lo que representó el 15,5% del total de sus ventas de bienes al mundo. Por su parte, nosotros importamos de los 12 países del TPP un total de 1376 millones de dólares, lo que representó un 15% del total importado por nuestro país. El nivel de relacionamiento evidencia por tanto un balance bastante equilibrado en el comercio recíproco. Esta fotografía puede hacernos arribar a dos conclusiones, o bien que el desbalance de comercio se podría profundizar con un eventual ingreso de Uruguay al acuerdo, lo que en términos estrictamente de balanza de pagos sería contraproducente para Uruguay, o por el contrario, que en caso de procesarse un cambio en las condiciones de competitividad externa de nuestros principales sectores exportadores, nosotros podríamos dinamizar nuestros flujos de venta a esos mercados, logrando fácilmente un balance de comercio altamente redituable para el país. De una u otra manera, hay una realidad insoslayable, y es que nuestra matriz productiva se encuentra en condiciones de producir alimentos para 10 veces la población del Uruguay, por lo que es poco probable que podamos ignorar la importancia que estos mercados internacionales tienen. Nuestra inserción a ellos es parte de una identidad, que pese a quien le pese, nos singulariza, y nos pauta que debemos producir más y mejor para una población mundial en constante crecimiento. En este sentido, permítanme leerles una frase: “Para un país como Uruguay, su expansión a los mercados externos es un requisito imprescindible” (Bases programáticas del Frente Amplio). Lo cierto es que esta nueva modalidad de acuerdos comerciales, tendientes a armonizar, profundizar y ampliar una serie de tratados en la materia preexistentes tendrá una fuerte incidencia en el modo de llevar adelante las relaciones comerciales a nivel internacional y, en el mediano plazo afectará al país. Adicionalmente, el caso de Australia y Nueva Zelanda es especialmente dinámico, ya que han negociado también un TLC con China (nuestro principal socio comercial) y eso favorece un acceso arancelario preferente que se suma a la cercanía geográfica (facilidad logística). Página 5 Mientras tanto, nuestra carne bovina con hueso continúa pagando 25% de arancel cuando ingresa al mercado chino, mientras que otros cortes sin hueso pagan un 12%. Por su parte, en las condiciones actuales, la producción uruguaya se encarece en el entorno de los 660 millones de US$ anuales, en concepto de aranceles por sus ventas. Teniendo estas variables presentes, ¿cómo nos posicionamos frente a este escenario? La primera constatación que debemos hacer es que resulta necesario adoptar un posicionamiento en este sentido. Ajustarse a nuevos contextos y realidades implica adoptar conductas de adaptación, reconociendo que las acciones de terceros países en el escenario internacional tienen impactos que inciden fuertemente en nosotros. Reconociendo esto, no debemos perder de vista que nuestro país, en su inserción internacional, parte de la noción de los círculos concéntricos; es decir primero en la subregión, luego en la región, en una tercera instancia a nivel hemisférico y por último a nivel global. Es por ello que el MERCOSUR es nuestro primer espacio de inserción externa y nuestra pertenencia al bloque es incuestionable. Ahora bien, este rasgo distintivo no nos lleva a entender al acuerdo regional como un dogma, al cual resignarnos o aceptar sin espíritu crítico. De hecho, es un acto de responsabilidad, que en tanto Estados Partes del proceso de integración, señalemos las cosas que están mal, y los aspectos truncos del mismo. Hace menos de un mes celebramos los 25 años del MERCOSUR. Muchos fueron los logros que reconocimos, la profundización de los aspectos políticos y sociales del proceso que hacen a la consolidación general del proyecto. Asimismo, recientemente el MERCOSUR aprobó el ingreso, como miembro pleno de Bolivia y ha otorgado la condición de Estado Asociado a Guyana y Surinam. Esto en sí constituye una forma de reconocimiento a la gravitación geopolítica del bloque. Pero también es cierto que la agenda económica y comercial, incluida la de Relacionamiento Externo, presenta serias carencias que demandaron nuestra atención prioritaria desde el primer día. Por ello, y a instancias de las gestiones desarrolladas por Uruguay, el MERCOSUR adoptó la Decisión 23/15, con el objetivo de elaborar un plan de acción que busque superar los obstáculos existentes al comercio intrabloque, identificando las barreras arancelarias y no arancelarias y otras similares que afectan la competitividad relativa de los países. Es en ese contexto que se enmarca el trabajo que venimos realizando en el ámbito regional como Presidencia Pro Témpore del Mercosur. Como ustedes saben el pasado 11 de mayo se concretó el relanzamiento de las negociaciones MERCOSUR–Unión Europea mediante el intercambio de ofertas; así como también se han impulsado las negociaciones con EFTA, con Japón, con India, China y Cuba, al tiempo que estamos propiciando un acercamiento a la Alianza Pacífico, sobre el que hablaremos más adelante. Y es que desde la pertenencia a los procesos de integración regional debemos profundizar el desarrollo de las relaciones con todos los países, al tiempo que debemos buscar un equilibrio en la construcción de una política exterior que fomente la consolidación de la integración sin perder de vista la relación con las demás regiones, desarrollando vínculos con los demás países. (Bases programáticas del Frente Amplio). Página 6 Por este motivo, pertenecer al MERCOSUR no puede ser excusa para postergar agendas de trabajo con terceros países o con otros bloques regionales. Atender a las nuevas tendencias en materia de Comercio Internacional, analizar escenarios posibles, lejos de ser un hecho improvisado, es un acto de responsabilidad y en mi rol de Canciller de la República una verdadera obligación. A modo de ejemplo: Brasil está llevando adelante una agenda externa de negociación unilateral, con terceros países. De hecho, con Estados Unidos y Japón ha avanzado en materia de acceso a mercados para la carne fresca, en cooperación tecnológica y en entendimientos aduaneros. En relación a China ha desarrollado un fondo para la financiación de proyectos de logística e industria, cuya aspiración es la formación de joint ventures de ambos países. Por otro lado, en materia de desarrollos tecnológicos, ha llegado a entendimientos con Corea del Sur y Canadá. Asimismo están avanzando en la apertura del mercado ruso para la industria láctea, con la expectativa de vender queso y manteca en el mediano plazo. Mientras que en el ámbito regional impulsó decididamente sus negociaciones con México y con Perú. Claro está que la coyuntura interna actual de Brasil deja en suspenso las decisiones políticas de peso en la materia, pero son un fuerte indicio de la estrategia comercial de nuestro vecino del norte. En suma, queda de manifiesto que, los países miembros del MERCOSUR por el hecho de estar vinculados entre sí, no abandonan en ningún caso la potestad soberana que poseen de velar por la exitosa inserción internacional de sus sectores productivos y Uruguay no está aquí para ser la excepción. Es en esta sintonía que nuestro país está dinamizando conversaciones con miembros de ALADI y la Alianza Pacífico, como son Colombia, Perú y Chile. Con este último hemos progresado significativamente, al punto de estar prontos para firmar una profundización del Acuerdo de Complementación Económica Nº 35, el 29 de junio en Santiago de Chile con motivo de la próxima reunión de la Alianza Pacífico, en la cual participamos como Observadores. En este mismo sentido, resulta importante señalar que estamos trabajando para mejorar nuestro acceso al mercado mexicano, robusteciendo el TLC que ya tenemos en vigor. Hemos venido gestionando habilitaciones sanitarias para el ingreso a los principales mercados, entre los que destacan Estados Unidos, China, Rusia, Japón, India e Irán. Ejemplo reciente de lo anterior es la reunión mantenida con EEUU por el TIFA el pasado miércoles 11 de mayo en la sede de la Cancillería. Ahora bien; otro de los aspectos a considerar al momento de determinar el posicionamiento que tiene Uruguay en la materia, es la composición de nuestra canasta de bienes y servicios. Atendiendo a nuestra estructura productiva, veremos que casi 2/3 de nuestras ventas de bienes en 2015 fueron explicadas por alimentos y sus subproductos. Es decir, a nivel de bienes, la base agropecuaria tiene una fuerte raigambre en nuestra matriz exportadora que viene dada por la propia disponibilidad de factores productivos que presenta el Uruguay. Cuando hablamos de exportación de alimentos, debemos tener presente que estas ventas al exterior son extremadamente sensibles a las habilitaciones sanitarias y fitosanitarias exigidas en los mercados de destino. Por este motivo, en la coyuntura actual resulta impostergable entablar negociaciones comerciales con otros países, pues por fuera de estas, es complejo conseguir esta clase de reconocimientos y armonizaciones técnicas. Página 7 Asimismo, si incorporamos al examen las estimaciones existentes respecto al sector servicios y la importante magnitud que este tiene, apreciamos que cerca de 4/5 partes de todas las divisas que ingresan a nuestro país de la mano del comercio exterior, se explican por la venta de alimentos y servicios, mientras que solamente un 1/5 viene dado por las exportaciones de minerales y productos industriales. Conforme a lo antes expuesto, atendiendo a aquellos sectores en los que tenemos ventajas comparativas, y partiendo de la premisa del ex-Director General de la OMC, Pascal Lamy, según quien en el contexto de la globalización, el comercio mundial debe de ser medido en términos de Valor Agregado y no de la vieja dicotomía entre bienes primarios y secundarios; creemos fundamental considerar que la inserción internacional del Uruguay debe enfocarse en los siguientes tres objetivos: lograr una mayor apertura comercial, alcanzar mayores niveles de productividad con valor agregado, y propender a una diversificación y mejora del acceso a mercados. Estos tres elementos deben operan de modo sistémico, evolucionando de manera concomitante, ya que las esperadas ganancias derivadas del comercio internacional dependerán en gran medida de las características de las canastas de bienes y servicios que sean intercambiadas. Acceder a más mercados, implica desarrollar un proceso de apertura comercial que venga a satisfacer las necesidades de la contraparte, sin perder de vista las sensibilidades y los sectores que demanden distintas velocidades. Para atender a la nueva demanda y para enfrentar las nuevas condiciones de competencia, el sector productivo nacional deberá aumentar sus niveles de productividad. A estos efectos, dada una serie de condicionantes (limitaciones físicas, optimización del uso del suelo, creciente demanda internacional, nuevas tendencias en la regulación de emisiones de gases de efecto invernadero), el camino que debemos transitar para generar un aumento de la productividad en el caso de los bienes, es mediante la práctica de métodos más intensivos de producción, que lleva consigo el agregado de valor. Si atendemos al agregado de valor para el caso de los servicios, esto se traduce en ofrecer prestaciones más intensivas en conocimiento, es decir, servicios que se caracterizan por tener un alto componente de formación profesional implícito en ellos. Tomen el ejemplo práctico de los numerosos abogados, ingenieros, arquitectos y contadores uruguayos que a diario venden sus servicios al exterior y representan una fuente de ingresos fundamental para el país. Pero además, los servicios son una parte integrante cada vez más importante en las cadenas productivas de bienes, representando porcentajes crecientes del valor total de algunos sectores como el farmacéutico, alimenticio, minero, entre otros. En el mismo orden, entendemos que este acceso mejorado debe procurar cierto grado de diversificación, para no generar dependencia a la demanda u oferta de una o unas pocas economías. En referencia a las cadenas globales de valor, pocas veces se repara en que el aprovechamiento real de las oportunidades derivadas de este fenómeno se da siempre que se logra un elevado Página 8 grado de competitividad externa. Por ello resulta fundamental fomentar el aumento de la productividad y el incremento del valor agregado tanto en bienes como en servicios. Un mecanismo paralelo que apunta en esta misma dirección consiste en profundizar los sistemas de innovación locales, de modo que permitan una adecuada generación y adaptación de innovaciones a las condiciones domésticas de producción. El escenario internacional se encuentra en un proceso de cambio, la coyuntura favorable que representó la pasada década evidencia nuevas condicionantes y por eso creemos que nuestra estrategia debe acompasar estas necesidades. El mantener y aumentar el crecimiento de nuestro país implica un esfuerzo colectivo en donde todos los actores involucrados (sector privado, sector público y comunidad científico-tecnológica) trabajemos denodadamente en los objetivos anteriormente señalados. Apertura comercial, productividad con valor agregado, diversificación y mejora de acceso a mercados se transforman no solo en definiciones o ejes de acción, sino que de cara al futuro, una verdadera declaración de principios, en base a los cuales Uruguay debe posicionarse frente a esas nuevas tendencias en materia de Comercio Internacional. La estrategia implementada hasta ahora ha sido de utilidad, porque la economía y el comercio internacional han transitado una fase expansiva. Pero en el mediano plazo, debemos comenzar a trabajar sobre estos tres objetivos, si es que queremos mantener niveles de crecimiento sostenidos, así como un relacionamiento equilibrado con el resto del mundo. Muchas gracias. -.-.-.-.-.-.-.-.- Página 9