CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Mortalidad La mortalidad en América Latina: una trayectoria auspiciosa pero heterogénea Introducción La medición y el análisis de la mortalidad suscitan el interés de múltiples disciplinas o campos de acción, entre ellos los sectores de la salud, la demografía, la seguridad social y las políticas sociales en general. Este amplio interés obedece a que la vida constituye el bien más preciado para todos y por ello el esfuerzo por tratar de evitar la muerte y disminuir en la mayor medida posible su incidencia individual y social. A esto se agrega que la mortalidad es un indicador de la situación de salud y también de las condiciones de vida de la población en una amplia variedad de aspectos. De esta manera, se justifica plenamente contar con una buena medición de este fenómeno, lo que supone mejorar la recolección de datos y la elaboración de indicadores adecuados. Los indicadores más refinados de la mortalidad de una población determinada se encuentran en las tablas de mortalidad, cuyo elemento más sintético es la esperanza de vida, pero que además arrojan una serie de tasas y probabilidades de muerte y sobrevivencia por sexo y edad.1 Una característica importante de las tablas de mortalidad es que sus funciones son comparables, tanto entre diferentes poblaciones como en el tiempo. En esta publicación se incluye el conjunto de tablas de mortalidad de los países de América Latina, elaboradas con el fin de estimar y proyectar la población para un 1 2 período de 100 años (que comprende un período histórico de 50 años y una proyección de 50 años).2 Sobre la base de estas tablas, en la sección I de este capítulo se presenta el análisis de los niveles y tendencias de la mortalidad general en los países latinoamericanos para el período histórico. Debido a su importante incidencia en la región, en la sección II se examina en particular la mortalidad en la infancia y en la sección III la mortalidad por sexo y edades, considerando separadamente la mortalidad de niños, adultos y adultos mayores. Por último, en la sección IV se presentan las perspectivas de la mortalidad de acuerdo con las proyecciones efectuadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL. Se propone adoptar como marco analítico de referencia el proceso de transición epidemiológica que da cuenta, en gran parte, de la tendencia a la disminución de la mortalidad, a partir de los avances de la medicina, el desarrollo de sistemas de atención de la salud más apropiados, las mejoras de las condiciones de vida de la población y el cambio de los estilos de vida. La transición epidemiológica vincula la importante disminución de la mortalidad principalmente a la mayor posibilidad de evitar las defunciones causadas por enfermedades transmisibles, lo que cambia el perfil de Véanse en el anexo los aspectos metodológicos y las definiciones de las funciones de las tablas de mortalidad. En la publicación impresa se incluye el período 1980-2020 y en el CD-ROM que se adjunta a la publicación el período comprendido entre 1950 y 2050. ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 las defunciones por causas y grupos de edad. En particular, conduce a la disminución del peso relativo de las muertes por enfermedades infecciosas y parasitarias, propias de las edades tempranas, y al incremento relativo del peso de las muertes por enfermedades crónicas y degenerativas, más Mortality frecuentes en los adultos. La transición epidemiológica, junto con la transición demográfica, permite, en parte, comprender la heterogeneidad existente entre los países de la región en lo relativo a los niveles y las tendencias de mortalidad. I. Niveles, tendencias y metas respecto de la mortalidad general en América Latina 3 10 La duración media de la vida de 72 años lograda en América Latina supera la meta de 70 años fijada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 2000 y la establecida para el año 2005 por la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD), celebrada en El Cairo en 1994 (Naciones Unidas, 1995). De los 20 países de la región, solamente Haití y Bolivia no alcanzaron la meta de 70 años (véase el cuadro 1). Según la información del cuadro 1, la región probablemente alcance la meta de 75 años de esperanza de vida propuesta por la CIPD para el año 2015; sin embargo, las proyecciones para los países indican que la mitad de ellos tendrán que hacer esfuerzos importantes para lograr la meta fijada para ese año. Además, la CIPD fija metas especiales para los países con alta mortalidad (65 años para 2005 y 70 años para 2015) y según las estimaciones de los dos países en esa situación, Bolivia habría alcanzado la meta para el año 2005 (véase el cuadro 1). Gráfico 1 ESPERANZA DE VIDA AL NACER, POR GRANDES REGIONES DEL MUNDO 90 80 70 60 Años 50 40 30 20 América del Norte Oceanía Europa Asia oriental América Latina Asia África Regiones en desarrollo 0 Regiones desarrolladas 10 Mundo Al igual que ocurrió en los países desarrollados hace aproximadamente un siglo y medio, la transición demográfica latinoamericana se inicia con el descenso de la mortalidad, sobre todo en los primeros años de vida. Sin embargo, los niveles y las tendencias de la mortalidad en los países han sido muy heterogéneos, ya que mientras en algunos se ha alcanzado en la actualidad una situación muy similar a la de los países desarrollados, una gran parte de la población aún vive en países con condiciones de salud y mortalidad muy desfavorables que se caracterizan por una elevada mortalidad en la infancia. Si bien en algunos países comenzó el descenso de la mortalidad en la primera mitad de este siglo, principalmente en la década de 1930 (Pérez Brignoli, 1993), los indicadores de esta publicación se basan en la información recogida a partir de 1950. Esto se debe a que ese año marca el inicio del levantamiento sistemático de censos de población, a lo que siguió la elaboración de estimaciones demográficas y proyecciones de población por parte de las Naciones Unidas, que supusieron una evaluación más exhaustiva de los registros de estadísticas vitales y el desarrollo y la aplicación de métodos indirectos para estimar la mortalidad, tanto en la niñez como en edades adultas. El promedio de la esperanza de vida al nacer —e(0)— de América Latina a mediados del siglo pasado era 52 años, mientras que en los últimos años (2000-2005) es aproximadamente 72 años. Según la información proporcionada por la División de Población de Naciones Unidas (revisión 2006), la esperanza de vida al nacer en América Latina en la actualidad es mayor a la de las otras regiones en vías de desarrollo (véase el gráfico 1). Esta es una comparación primaria, ya que en el gráfico se presenta un promedio de las regiones y en él no se manifiestan las importantes diferencias entre los países que las integran. Se incorporó la subregión de Asia oriental, que habría superado los 20 años ganados por América Latina entre 1950-1955 y 2000-2005 e incrementado su e(0) en 30 años hasta alcanzar en la actualidad un valor de 73 años.3 1950-1955 2000-2005 Fuente: Naciones Unidas, “World Population Prospects. 2006 Revision.” y Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. Asia oriental comprende los siguientes países: China, Japón, Mongolia, República de Corea y República Popular Democrática de Corea. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Mortalidad Cuadro 1 ESPERANZA DE VIDA AL NACER, DE AMBOS SEXOS, Y METAS FIJADAS POR LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA POBLACIÓN Y EL DESARROLLO (CIPD), 1994 País y nivel de mortalidada 1950-1955 1975-1980 2005b Meta: e(0) = 70c 2015b Meta: e(0) = 75c América Latina Alta (menos de 69 años) Haití Bolivia Media (69-71,9 años) Guatemala Perú El Salvador Paraguay Nicaragua Honduras Brasil República Dominicana Media baja (72-74,9 años) Colombia Venezuela (Rep. Bol. de) Ecuador Argentina Baja (75 años y más) Panamá México Uruguay Cuba Chile Costa Rica 51,8 63,4 72,8 X 75,0 X 37,6 40,4 50,0 50,1 59,4 64,7 d Xd 63,4 67,9 d 42,0 43,9 45,3 62,6 42,3 41,8 51,0 46,0 56,2 58,5 57,1 66,5 57,6 57,7 61,8 62,1 69,5 70,7 71,2 71,3 71,9 71,5 71,7 71,7 X X X X X X X X 71,9 73,2 73,4 73,2 75,1 73,6 74,1 73,7 50,6 55,2 48,4 62,7 64,0 67,7 61,4 68,8 72,2 73,3 74,6 74,8 X X X X 74,4 75,1 76,2 76,5 X X X 55,3 50,7 66,3 59,5 54,8 57,3 69,0 65,3 69,6 73,1 67,2 71,0 75,2 75,5 75,7 77,7 78,1 78,5 X X X X X X 76,7 77,7 77,5 79,5 79,4 79,6 X X X X X X d X Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. a Nivel de mortalidad sobre la base de la esperanza de vida al nacer en el año 2005. esperanzas de vida al nacer para estos años se calcularon como promedios de los quinquenios adyacentes. X significa que se logró la meta fijada. d Las metas para los países de alta mortalidad son una esperanza de vida de 65 años para el año 2005 y de 70 años para 2015. b Las c La En el cuadro 1 se observa la heterogeneidad que existe entre los países de América Latina respecto del nivel de mortalidad. Mientras la esperanza de vida al nacer en Costa Rica, Chile y Cuba es alrededor de 78 años, una cifra superior a la de muchos países desarrollados, en Haití no llega a 60 años. Si se considera el aumento promedio de la región de 0,4 años por año de la e(0), Haití tendría un rezago de cerca de 50 años con respecto a Costa Rica. Uruguay y Argentina constituyen casos excepcionales por su baja mortalidad debido a los descensos de esta tasa ocurridos con anterioridad al año 1950.4 Estos países, que estaban a la vanguardia por su baja mortalidad, han registrado descensos menores en el período en estudio, por lo que fueron superados por los tres países mencionados en el párrafo anterior. En la actualidad integran el grupo de países de baja y media baja mortalidad, entre los que se encuentran México, Panamá y Ecuador con una esperanza de vida al nacer en torno a 75 años. 4 Cabe destacar el salto de los países de Centroamérica —además de México, Ecuador, Perú y República Dominicana—, que en medio siglo han aumentado entre 25 y 30 años la expectativa de vida, lo que en algunos casos significó superar el promedio regional. En síntesis, en la actualidad la mitad de los países de América Latina tendría una expectativa de vida superior a 72 años y el 85% superior a 70 años. Si bien las cifras analizadas revelan un panorama bastante positivo, existen evidencias de que no se habría cumplido cabalmente con el objetivo establecido por la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo respecto de la reducción de las desigualdades en la mortalidad en los países. Dada la escasez de estudios de mortalidad general en distintas subpoblaciones, puede obtenerse un indicador de la continuidad de estas inequidades en estudios sobre mortalidad en la niñez. En ese sentido, en el Panorama Social de América Latina En cierta medida, ocurre algo similar en Paraguay y Cuba, pero con comportamientos disímiles, pues mientras Cuba se ubica hoy entre los países de muy baja mortalidad, en Paraguay la esperanza de vida al nacer todavía es inferior al promedio regional. 11 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 (CEPAL, 2005) se muestran evidencias claras de la continuidad de esas desigualdades en el capítulo sobre desigualdades demográficas y desigualdades sociales. Las conclusiones indican que se habrían hecho avances debido a la reducción de la mortalidad infantil en sectores socioeconómicos menos favorecidos, pero que no ocurriría lo mismo en las divisiones geográficas. Además, se señala que las poblaciones indígenas serían las más rezagadas en el proceso de descenso de la mortalidad y que muestran grandes disparidades respecto de lo que ocurre en la población no indígena. La transición epidemiológica Un marco de referencia útil para comprender la tendencia de la mortalidad a partir de los indicadores incluidos en esta publicación, es la denominada transición epidemiológica. Este proceso consiste en el cambio de los perfiles de causas de muerte, que llevan a pasar de la predominancia de enfermedades transmisibles y afecciones originadas en el período perinatal a una mayor presencia de enfermedades crónicas y degenerativas, así como de causas denominadas “externas” (Frenk, Lozano y Bobadilla,1994; Chackiel, 1999).5 La transición epidemiológica es la manifestación de las transformaciones que han ocurrido en las condiciones de salud de la población, debido tanto a los avances de la medicina, como a los cambios en los sistemas de salud, la modificación de los estilos de vida y la mejora de las condiciones de vida de importantes sectores de la población. Los mismos autores señalan que el cambio de los perfiles epidemiológicos no se produce de la misma manera en todas las sociedades y que no tiene una tendencia lineal, sino que muestra marchas y contramarchas a velocidades variables. La transición epidemiológica está muy relacionada con la transición demográfica, siendo uno de los factores desencadenantes de esta última en la medida que determina la disminución de la mortalidad, un componente con el que se inicia ese proceso. Posteriormente, los cambios epidemiológicos se profundizan debido a factores como el descenso de la fecundidad, el envejecimiento de la población y la mayor concentración urbana de la población. Ambas transiciones tienen como consecuencia un profundo cambio en la estructura por edades de las defunciones, que se caracteriza tanto por el aumento del peso relativo de las defunciones de adultos mayores, causado por la sobrevivencia de las personas hasta edades 5 12 Mortality más avanzadas, como por el crecimiento acelerado de la población en edades superiores. Un indicador útil para conocer el momento de la transición epidemiológica que atraviesa un país determinado, sería el cociente entre las defunciones de menores de 15 años y las defunciones de personas de 65 años y más (véase la sección III). La mortalidad general por sexo De acuerdo con el comportamiento conocido de la mortalidad por sexo, en términos generales las mujeres se ven favorecidas por un mayor promedio de años de vida y por aumentos crecientes de la sobremortalidad masculina (véase el gráfico 2). En general, la tendencia del diferencial por sexo es a aumentar la ventaja a favor de las mujeres, de aproximadamente 2,5 a 3,5 años —para una esperanza de vida al nacer de alrededor de 50 años— a valores superiores a 6 años —para una esperanza de vida al nacer que supera los 70 años—. A ello contribuiría el proceso de transición epidemiológica, tanto por la disminución de muertes femeninas debidas a complicaciones del embarazo y el parto, así como a ciertas enfermedades transmisibles que han afectado a las mujeres con mayor intensidad. Además, habría una mayor sobremortalidad de hombres por enfermedades cardiovasculares y por causas externas. Sin embargo, la magnitud de las diferencias de la esperanza de vida al nacer de las mujeres menos la esperanza de vida al nacer de los hombres son heterogéneas entre países, aun en aquellos que tienen niveles similares de mortalidad. Por ejemplo, en el último quinquenio analizado, en países con distinta mortalidad, como Brasil y Uruguay (véase el gráfico 2), se alcanza una diferencia superior a 6 años, mientras que en Cuba y Costa Rica, que son los países con más baja mortalidad, se observan brechas por sexo menores y relativamente estables, del orden de la que se observa actualmente en Haití. El patrón general es la existencia de una diferencia a favor del sexo femenino, que hasta ahora se ha incrementado en la forma descrita. No obstante, la tendencia futura no es clara si se tiene en cuenta que el aumento más reciente en años de vida tiende a alcanzar valores similares en hombres y mujeres, lo que conduciría al menos a una estabilización de las diferencias. Este hecho puede observarse ya en algunos países seleccionados del gráfico 2, como Uruguay, Brasil, México, Chile, así como en el promedio regional. Cabría preguntarse si se trata de Enfermedades transmisibles son las enfermedades infecciosas y parasitarias, infecciones intestinales (diarreas), enfermedades respiratorias agudas y las evitables por inmunización, que afectan principalmente a los niños. Las afecciones originadas en el período perinatal son las enfermedades de la madre y obstétricas, malformaciones congénitas y otras enfermedades de carácter endógeno. Las enfermedades crónicas y degenerativas comprenden las enfermedades cerebrales y cardiovasculares, tumores y otras enfermedades degenerativas, propias de los adultos y adultos mayores. Las causas de muerte “externas” incluyen accidentes, suicidios, homicidios y otras causas de muerte de carácter traumático o violento. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Gráfico 2 América Latina (países seleccionados): diferencia de esperanza de vida al nacer de mujeres menos la esperanza de vida al nacer de hombres 9 8 7 6 Años un quiebre definitivo de la tendencia creciente de la ventaja del sexo femenino y si en el futuro debería esperarse una convergencia de las esperanzas de vida de ambos sexos o, al menos, una estabilización de la brecha existente en la actualidad. La respuesta a esta interrogante tiene que ver con el origen de las diferencias de la mortalidad por género y a ella concurren explicaciones biológicas, médicas, sociales, culturales y medioambientales. En ese sentido, parecería que la tendencia a combatir en el presente, con mayor éxito que en el pasado, las causas asociadas a las defunciones masculinas, sumada a los avances en la igualdad de género, que también suponen compartir las tensiones de la vida moderna, probablemente conduzcan a una mayor equidad de género en términos de los riesgos de mortalidad. Mortalidad 5 4 3 2 1 0 19501955 19551960 19601965 19651970 19701975 19751980 19801985 19851990 19901995 19952000 20002005 América Latina Guatemala México Chile Haití Brasil Uruguay Cuba Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. II. La mortalidad en la infancia El aumento de la esperanza de vida al nacer, tanto en mujeres como en hombres, ha sido principalmente el resultado del descenso de la mortalidad en edades tempranas, particularmente de la mortalidad infantil. Este descenso se ha registrado en todos los países, incluso en los que integran el grupo de mortalidad relativamente alta (véase el gráfico 3). En la segunda mitad del siglo XX, la región redujo su tasa de mortalidad infantil en un 80%, al pasar de 128 defunciones por 1.000 nacidos vivos a 26 por 1.000.6 Gráfico 3 América Latina (países seleccionados): Tasas de mortalidad infantil, 1950-2005 250 Tasas por 1 000 200 150 100 50 0 1950- 1955- 1960- 1965- 1970- 1975- 1980- 1985- 1990- 1995- 20001955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 Haití Brasil Uruguay Guatemala México Chile Costa Rica Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. 6 Si bien las reducciones fueron importantes, como era de esperarse, los mayores logros corresponden a los países que alcanzaron esperanzas de vida al nacer más elevadas, que en el gráfico 3 están representados por Chile y Costa Rica, cuya tasa de mortalidad infantil se redujo en aproximadamente un 90% (actualmente muestran tasas de 10 defunciones por 1.000 nacidos vivos e inferiores). Asimismo, en los países de alta mortalidad, como Haití y Bolivia, la reducción es de un 65% a un 75%, y la tasa de mortalidad infantil quintuplica con creces la de los países con tasas más bajas. Uruguay y Argentina, que tuvieron una mortalidad más baja en la primera mitad del siglo pasado, también tuvieron reducciones relativamente moderadas (entre un 70% y un 75% ). Entre los países de mortalidad media, llama la atención Paraguay por ser el país con el menor porcentaje de disminución (51%), por lo que ha pasado del cuarto lugar de menor mortalidad infantil en 1950-1955 al decimoquinto lugar en la actualidad. Un hecho que cabe destacar es que la mortalidad infantil ha descendido, en mayor o menor medida, en forma relativamente independiente de los indicadores sociales y económicos, aun en los períodos de crisis económica en que en algunos países se produjo una reducción del PIB y aumentos de la pobreza. De todas maneras, la tasa de mortalidad infantil continúa siendo un indicador del nivel de desarrollo social y de las brechas en el acceso a la atención de la salud en y entre los países (CEPAL y UNICEF, 2007). Como se ha mencionado, existen varios Se refiere a la probabilidad de morir antes de cumplir 1 año de vida, que habitualmente se calcula como el cociente entre las defunciones de menores de 1 año y el número de nacidos vivos correspondiente al mismo período, generalmente un año. 13 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 14 Las estimaciones para los países de mortalidad intermedia en 2005 muestran un resultado alentador, pues, en general, todos los países de la región, salvo Haití y levemente Bolivia, han logrado disminuir las tasas de mortalidad de menores de 1 año por debajo de la meta de 50 por 1.000. Un hecho similar ocurriría hacia el año 2015 con la meta de 35 defunciones por 1.000 nacidos vivos si se cumplen las predicciones actuales. Tal como ocurre con las metas de la mortalidad general medida por la esperanza de vida al nacer, para cumplir el objetivo de la Declaración del Milenio fijado para el año 2015 se requerirán importantes esfuerzos. Según las estadísticas disponibles, se estableció que para obtener una mortalidad de menores de 5 años de un tercio de la estimada en 1990 será necesario que este indicador tenga un ritmo de descenso en los años venideros mayor al registrado hasta el presente (CEPAL/UNICEF, 2007). Riesgo relativo de mortalidad en la infancia La alta mortalidad general de las décadas pasadas, así como su importante reducción, estuvo en gran parte determinada por lo que ocurrió con la mortalidad en la niñez. En el gráfico 4 se presenta un indicador del riesgo relativo de mortalidad en los primeros cinco años de vida respecto de la mortalidad general en países seleccionados de América Latina. El riesgo relativo de mortalidad entre 0 y 4 años respecto de la mortalidad general se calculó como el producto de la tasa central de mortalidad, m(0-4), y la esperanza de vida al nacer, e(0), lo que es equivalente al cociente entre dicha tasa y la tasa bruta de mortalidad correspondiente a la tabla de mortalidad (Vallin, 1996; Chackiel, 1999). Si el indicador definido es igual a 1, los riesgos de morir son similares para los niños menores de 5 años y para los mayores de esa edad; si es superior a 1, indica que la mortalidad en la niñez es superior a la general, y lo contrario si es menor a 1. Gráfico 4 América Latina (países seleccionados): Riesgo relativo de la mortalidad en la niñez respecto de la mortalidad general, 1950-2005 3,0 2,5 Riesgo relativo estudios que documentan las brechas en el acceso a la salud que todavía persisten en la región en desmedro de la población rural y de los habitantes de áreas geográficas de difícil acceso, de la población analfabeta y de menores ingresos, así como de los pueblos originarios (CEPAL, 2005 y 2006). Los logros en torno a la mortalidad en la infancia están relacionados con el desarrollo de la atención primaria de la salud, entre los que se cuentan la vacunación y el uso de la rehidratación oral para evitar muertes por enfermedades infecciosas y parasitarias. La masificación de esas medidas marca el inicio de la transición epidemiológica de la región que, como se anticipó en la sección I, consiste en la reducción de la importancia relativa de las enfermedades transmisibles y del período perinatal respecto de las enfermedades cardiovasculares y tumores malignos que son más difíciles de evitar y requieren tratamientos más largos y costosos. Dada la amplia preocupación social que causa la todavía elevada mortalidad infantil y en la niñez en América Latina y otras regiones del mundo, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994 ha fijado metas que deberían cumplirse al inicio del siglo XXI y para el año 2015 (Naciones Unidas, 2005). Estas metas establecieron para el año 2000 reducciones de la mortalidad de menores de 1 año y menores de 5 años de un tercio respecto de las de 1990, o el logro de tasas máximas de 50 y 70 defunciones por 1.000 nacidos vivos, respectivamente. A su vez, la meta para los países con mortalidad intermedia para el año 2005 es reducir la mortalidad infantil a menos de 50 defunciones por 1.000 nacidos vivos y la de la mortalidad en la niñez a menos de 60 por 1.000. Para el año 2015 se espera que en todos los países ambos indicadores sean menores a 35 y 45 por 1.000. Asimismo, la Declaración del Milenio ha fijado como objetivo para el año 2015 una disminución de la mortalidad hasta los 5 años de dos tercios de los valores de 1990 (www.un.org/millenniumgoals/index.html). Una evaluación de lo sucedido con las metas del la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo con respecto a la mortalidad infantil en la década de 1990 muestra resultados ambiguos, ya que 14 de los 20 países alcanzaron la meta, aunque entre ellos se incluyeron seis que estuvieron a menos de un punto de lograrla (véase el cuadro 2). Haití y Bolivia, países de alta mortalidad, son los únicos que no han alcanzado la tasa máxima aceptable de 50 defunciones por 1.000 nacidos vivos, mientras que se destacan por haber logrado la meta los países de más baja mortalidad, que llegaron a tasas de mortalidad infantil inferiores a 11 defunciones por 1.000 nacidos vivos. Una situación similar se observa en el análisis del cumplimiento de las metas de la probabilidad de morir antes de los 5 años (véase el cuadro 2). Mortality 2,0 1,5 1,0 0,5 0,0 1950- 1955- 1960- 1965- 19701955 1960 1965 1970 1975 Guatemala Brasil 19751980 1980- 1985- 1990- 1995- 20001985 1990 1995 2000 2005 México Chile Uruguay Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Mortalidad Cuadro 2 TASA DE MORTALIDAD INFANTIL, PROBABILIDAD DE MORIR ANTES DE LOS 5 AÑOS Y METAS DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA POBLACIÓN Y EL DESARROLLO DE 1994 Mortalidad infantil Probabilidad de morir antes de los 5 años País y nivel de mortalidada 1990b 2000b meta 2000 1990b 2000b América Latina Alta (menos de 69 años) Haití Bolivia Media (69-71,9 años) Guatemala Perú El Salvador Paraguay Nicaragua Honduras Brasil República Dominicana Media baja (72-74,9 años) Colombia Venezuela (Rep. Bol. de) Ecuador Argentina Baja (75 años y más) Panamá México Uruguay Cuba Chile Costa Rica 43 29 29 93 83 63 61 50c 50c 136 113 100 78 70c 70c 61 58 47 45 57 48 47 55 42 35 29 37 30 33 31 38 41 39 31 30 38 32 32 37 85 85 64 56 76 67 60 63 53 49 38 47 38 47 38 42 57 56 43 37 51 55 40 42 31 25 50 26 22 20 29 18 21 17 33 17 43 31 65 30 31 30 36 21 29 21 44 20 28 36 21 16 16 16 22 24 15 8 10 11 19 24 14 10 11 11 36 44 25 19 19 19 29 29 18 10 12 13 24 30 16 13 13 12 meta 2000 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. a Nivel de mortalidad sobre la base de la esperanza de vida al nacer para el año 2005. indicadores de mortalidad para estos años se calcularon como promedios de los quinquenios adyacentes. metas para los países de alta mortalidad son de 50 defunciones por 1.000 nacidos vivos para la tasa de mortalidad infantil y de 70 defunciones por 1.000 nacidos vivos para la probabilidad de morir antes de 5 años. b Los c Las El comportamiento del riesgo relativo indica que el peso de la mortalidad temprana está generalmente asociado a una mortalidad alta. A mediados del siglo XX, en los países de alta mortalidad el riesgo relativo era superior a 2 y en casos como el de Guatemala era de 2,7, es decir que la mortalidad en la niñez casi triplicaba la mortalidad general del país. Ello significa que en esas condiciones existía una marcada sobremortalidad de niños con relación a los adultos. Cabe señalar que en este grupo estaban varios países que hoy tienen una esperanza de vida al nacer de más de 75 años, como Chile y México. Asimismo, en el quinquenio 2000-2005, la relación muestra un comportamiento inverso, pues tiene un valor menor a 1 en todo los casos (aproximadamente entre 0,2 y 0,5). El valor 1 se alcanza cuando en los países se logra una esperanza de vida aproximada de 65 años, por lo tanto, salvo en Uruguay, que en todos esos años presentó un riesgo relativo menor a 1, en los demás países se llega a ese valor durante el período analizado. Como cabía esperar, los países que tuvieron un mayor aumento de la esperanza de vida al nacer son aquellos en los que más ha cambiado el riesgo relativo de morir en la niñez, ya que este habría descendido más de un 90% en 50 años. Ese resultado significa que los países que muestran una muy baja mortalidad y que ya han reducido considerablemente la mortalidad en la niñez tendrán que alcanzar logros principalmente en las edades adultas para continuar aumentando su esperanza de vida. Este comportamiento diferencial de la mortalidad en la niñez y la mortalidad adulta se refleja en las tendencias de la esperanza de vida al nacer —e(0)— y de la esperanza de vida a los 5 años de edad —e(5)—. En las etapas iniciales de la transición de la mortalidad, cuando el riesgo de morir en la infancia es muy alto, la expectativa de vida al nacer es más baja que a los 5 años (véase el cuadro 3). Es decir, luego de sobrevivir los primeros 5 años más riesgosos de la vida, se tendría una probabilidad de vivir un número mayor de años. Se observa que a mediados del siglo pasado Guatemala tenía una e(5) de 51 años, casi 10 años mayor a la e(0) (42 años), lo que significa que los que sobrevivían los primeros años tendrían, en parte por selección natural, una 15 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 Mortality Cuadro 3 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): EVOLUCIÓN DE LA ESPERANZA DE VIDA AL NACER —e(0)— Y DE LA ESPERANZA DE VIDA A LOS 5 AÑOS —e(5)—, 1950-2005 Período Guatemala México Uruguay e(0) e(5) e(0)-e(5) e(0) e(5) e(0)-e(5) e(0) e(5) e(0)-e(5) 1950-1955 1955-1960 1960-1965 1965-1970 1970-1975 1975-1980 1980-1985 1985-1990 1990-1995 1995-2000 2000-2005 42,0 44,2 47,0 50,1 53,9 56,2 58,3 60,9 63,6 66,3 68,9 51,3 52,8 54,9 56,9 59,2 60,1 60,9 62,3 63,6 65,4 67,4 -9,2 -8,6 -7,9 -6,8 -5,3 -4,0 -2,6 -1,4 0,0 0,9 1,5 50,7 55,3 58,4 60,3 62,6 65,3 67,7 69,8 71,8 73,6 74,8 57,6 60,5 62,4 63,2 64,3 65,4 66,8 68,3 69,7 71,1 71,7 -6,9 -5,2 -3,9 -3,0 -1,7 -0,1 0,9 1,5 2,0 2,5 3,1 66,3 67,2 68,4 68,6 68,8 69,6 71,0 72,1 73,0 74,1 75,2 65,8 66,4 67,3 67,4 67,5 68,1 68,7 69,0 69,7 70,5 71,5 0,5 0,8 1,2 1,2 1,3 1,6 2,3 3,1 3,3 3,6 3,7 Aumento 26,9 16,1 24,1 14,2 8,9 5,7 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. expectativa de vida muy superior a la de los recién nacidos. En aquel entonces, como se observa en el cuadro 3, otros países de la región, como México, con una mortalidad más baja que la de Guatemala, pero relativamente alta, con una e(0) de entre 50 y 60 años, mostraban todavía entre 4 y 7 años de superioridad de la e(5). El único país que en el período 1950-1955 ya tenía una leve ventaja en favor de la e(0) era Uruguay, cuya mortalidad descendió con anterioridad a la de otros países de la región (e(0) y e(5) de aproximadamente 66 años). La tendencia en el tiempo a medida que disminuye la mortalidad en la infancia, es a que ambas esperanzas de vida se acerquen e, incluso, como cabe esperar, que la relación se invierta. En general, el punto de corte se produce cuando se alcanza una e(0) aproximada de 65 años, por ello en el caso de Uruguay esto ocurre antes del período analizado y en el caso de Guatemala con posterioridad. En este sentido, en la actualidad los países que han reducido en forma importante la mortalidad ya tienen una e(0) entre 3 y 4 años superior a la e(5). Dado que la mortalidad en edades tempranas es la que marca principalmente la tendencia del descenso de la mortalidad, las diferencias entre países son menos notorias en la e(5) que en la e(0). Al comparar los extremos, mientras Costa Rica tiene una e(0) un 30% más alta que la de Haití, su e(5) es un 23% más elevada. En años recientes se observa, al menos en los países de mortalidad baja y moderada, que la e(5) muestra aumentos cada vez menores, pero similares a los observados en la e(0). Como consecuencia, se confirma que en la actualidad, en muchos países de la región el desafío para la obtención de mayores logros consiste en reducir la mortalidad de los adultos, aunque aún hay un numeroso grupo de países y sectores en que persisten altas tasas de mortalidad infantil y en la niñez. III. Mortalidad por sexo y edades El patrón de las tasas de mortalidad por edades tiene para América Latina el comportamiento esperado en forma de U cuando se trata de una mortalidad alta y adquiere una forma de J en la medida que la mortalidad desciende.7 Ello responde, tal como se analizó anteriormente, a una 7 8 16 tendencia de reducción mayor de la mortalidad en la infancia en una primera fase de la transición de la mortalidad. En el cuadro 4 esto se observa en países seleccionados según diversos niveles y tendencias de la mortalidad.8 Por ejemplo, el patrón de mortalidad por edades de Guatemala Se refiere a las tasas de mortalidad por edades calculada a partir de la tabla de mortalidad y que se simboliza como m(x, x+n) para el intervalo de edades exactas (x, x+n). Representa al cociente de las defunciones entre x y x+n años y la población del mismo grupo (expresado por 10.000); la forma de U alude al gráfico de las tasas por edades, que muestra para países de baja esperanza de vida al nacer una mortalidad alta en los extremos de la vida y baja en las edades centrales. Para el análisis se consideraron las tasas de mortalidad por edad y sexo en los períodos 1950-1955, 1975-1980 y 2000-2005. Los países fueron seleccionados, en parte, teniendo en cuenta que los datos permitieran realizar los análisis correspondientes, aunque en algunos aspectos su información no es totalmente confiable. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 de hace 50 años corresponde a tasas elevadas, tanto para niños como para adultos mayores, mientras el mínimo comprende los grupos de edades de 5 a 14 años y, en menor medida, de 15 a 44 años. Asimismo, la estructura de las tasas de mortalidad por edades de Chile, que es un país de baja mortalidad, muestra un comportamiento similar en años recientes, pero con una mortalidad en la infancia relativamente más baja. En los gráficos 5A y 5B se presenta el comportamiento de las tasas por edades y sexo de ambos países.9 En general, la experiencia de Mortalidad los otros países seleccionados se ubica en una posición intermedia entre las dos consideradas. Salvo algunas excepciones, la reducción de la mortalidad en los períodos de 25 años considerados, muestra una relación inversa con la edad (véase el cuadro 5), es decir que a medida que se considera un grupo de edades mayor, menor es el porcentaje de reducción. Las reducciones de la mortalidad en los grupos de 0 a 4 años y de 5 a 14 años son, en general, similares, siendo en el primer período levemente superiores en el Cuadro 4 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): TASAS DE MORTALIDAD POR SEXO Y EDAD (POR 10.000 PERSONAS), PERÍODOS 1950-1955, 1975-1980, 2000-2005a Sexo y edad (en años) Guatemala Brasil México Argentina Chile 660,5 68,2 86,9 240,6 879,4 484,2 28,4 66,5 202,2 821,8 482,0 32,4 70,1 199,8 819,0 188,8 11,2 34,6 186,8 826,8 375,7 18,7 55,2 203,1 850,4 617,2 70,0 95,0 225,0 845,6 401,1 24,1 57,3 179,9 789,9 429,1 31,1 55,1 157,8 770,0 170,6 9,5 28,1 114,4 691,3 339,7 16,4 46,5 149,3 730,9 323,4 27,5 61,2 176,9 754,0 277,5 15,8 40,7 141,0 701,9 175,1 11,4 45,6 148,6 676,6 104,9 6,1 24,6 156,4 787,5 120,9 6,9 34,4 163,8 757,5 305,6 27,0 43,0 135,2 714,6 190,6 10,9 31,3 120,7 670,8 139,7 8,6 22,9 99,4 615,2 87,8 4,3 14,9 74,5 627,3 100,7 4,9 17,3 93,9 637,5 114,5 8,6 51,6 110,2 618,1 78,6 4,9 38,4 136,4 631,9 56,4 5,0 22,6 88,9 593,3 40,2 3,4 19,8 116,4 699,2 22,0 2,4 15,9 83,6 598,6 88,0 6,6 21,4 74,3 568,1 59,7 3,4 14,5 81,5 546,8 44,7 2,8 8,3 60,3 543,9 31,0 2,4 9,2 57,5 536,6 17,3 1,8 6,0 46,1 502,2 1950-1955 Hombres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más Mujeres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más 1975-1980 Hombres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más Mujeres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más 2000-2005 Hombres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más Mujeres 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. a Se refiere a las tasas de mortalidad de la tabla de mortalidad para los períodos respectivos. 9 Se grafica el logaritmo de las tasas de mortalidad para apreciar mejor los diferenciales existentes, aunque ello atenúa, en parte, el comportamiento en forma de U y J que tendría la función m(x, x+n). 17 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 10 18 es más rápido que el observado en la población expuesta al riesgo de morir, sería un indicador de que el factor más importante ha sido la marcada disminución de las tasas de mortalidad en edades tempranas como efecto de la transición epidemiológica (Chackiel, 2004). Una expresión sintética de la evolución de la transición epidemiológica es el cociente entre las muertes de menores de 15 años y las de personas de 65 años y más.10 La variación extrema de este índice en los países seleccionados incluidos en el cuadro 7 va de un valor de 7,22 en Guatemala a mediados del siglo pasado a uno de 0,07 en Uruguay en el quinquenio 2000-2005. Gráfico 5 A) CHILE: TASAS DE MORTALIDAD POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD, 1950-1955 Y 2000-2005 1 En m(x) 0,1 0,01 0,001 os añ os añ 75 -7 9 -6 -5 65 55 45 35 9 9 9 añ añ os os os -4 -3 -2 9 9 añ añ os os añ 25 9 15 -1 9 5- 01 añ añ os os 0,0001 Hombres 1950-1955 Hombres 2000-2005 Mujeres 1950-1955 Mujeres 2000-2005 B) GUATEMALA: TASAS DE MORTALIDAD POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD, 1950-1955 Y 2000-2005 1 En m(x) 0,1 0,01 0,001 añ os os 75 -7 9 9 -6 65 9 -5 55 9 añ añ os os añ os -4 45 9 añ os -3 35 25 -2 9 añ os añ añ os 15 -1 9 9 5- añ os 0,0001 01 grupo de 5 a 14 años, mientras que lo contrario sucede en el segundo período. De los países seleccionados, en el primer cuarto de siglo examinado los que más han reducido sus tasas son Chile y México y en los últimos 25 años esa situación se presentó en mayor medida en Chile. De todas maneras, los países con mayor mortalidad, como Guatemala y Brasil, muestran reducciones más intensas en el segundo período, lo que representa un importante avance, aunque mantienen todavía tasas notoriamente más altas en todas las edades, salvo en el grupo de 65 y más años de edad. Argentina, al igual que Uruguay, por tener una mortalidad relativamente baja con anterioridad a los otros países, muestra tasas con mejoras relativamente menores, sobre todo entre 1950-1955 y 1975-1980. Con relación al diferencial por sexo de las tasas de mortalidad, los datos reflejan lo ya mencionado con respecto a la mortalidad general, es decir que existe una sobremortalidad masculina (véase el cuadro 4) en todas las edades. La única excepción se da en Guatemala en el grupo de 5 a 44 años, lo que refleja un hecho ya conocido en situaciones de alta mortalidad: la incidencia de causas propias del sexo femenino, como las relacionadas con el embarazo y el parto, además de las enfermedades transmisibles, como la tuberculosis que han afectado más a las mujeres (Naciones Unidas, 1963). Cabe destacar que la sobremortalidad de hombres hasta el presente ha mostrado una tendencia creciente y se da en mayor medida en el grupo de edad de 15 a 44 años debido al mayor control de las causas mencionadas y a posibles aumentos de defunciones masculinas por causas externas. Una de las manifestaciones de la transición epidemiológica es el marcado envejecimiento que se observa en la estructura por edades de las defunciones como consecuencia de los mayores logros para evitar las muertes en edades tempranas, asociadas a enfermedades transmisibles, así como del envejecimiento de la población, que responde mayormente a la reducción de la natalidad. El cambio mencionado en la distribución relativa por edades de las defunciones puede verse en el cuadro 7, en que se presenta el porcentaje de las muertes por grandes grupos de edades. Puede verificarse que en Guatemala, que en 1950-1955 tenía una esperanza de vida al nacer de 42 años, el porcentaje mayor de defunciones se producía antes de los 15 años (65%), mientras la mitad de las defunciones de Uruguay (con una e(0) de 66 años) ocurrían en el grupo de 65 años y más. Este último país, que en la actualidad tiene una e(0) de más de 75 años, registra más de un 70% de las muertes en el grupo de adultos mayores. Este envejecimiento de las muertes, que Mortality Hombres 1950-1955 Hombres 2000-2005 Mujeres 1950-1955 Mujeres 2000-2005 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. Este indicador está asociado al cociente de perfil de la mortalidad (CPM) que propone Frenk et al (1994), es decir el cociente entre defunciones por causas transmisibles y derivadas del período perinatal y defunciones por enfermedades crónicas y degenerativas. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Otra forma de mostrar la importancia del cambio en los perfiles de mortalidad por edad y sus causas es analizar el comportamiento del promedio regional. En este caso, el cociente pasó de un valor de 3 en 1950-1955 a 1/3 en 2000-2005, invirtiéndose en medio siglo la predominancia de las causas de muerte asociadas a la infancia respecto de las relacionadas con los adultos mayores. Mortalidad en la niñez (0 a 4 y 5 a 14 años) Los resultados de la tasa de mortalidad del grupo de edades de 0 a 4 años coinciden con lo analizado en la sección II. Se confirman las elevadas tasas que prevalecían hace 50 años y las importantes diferencias que existían entre países, lo que en el cuadro 4 se refleja en la comparación entre Argentina, con una tasa de 189 defunciones por 10.000 habitantes, y Guatemala, con una tasa de 661 por 10.000 habitantes, es decir 3,5 veces más elevada. También se observa que en estas edades se presentan, en general, importantes reducciones de las tasas de mortalidad (véase el cuadro 5), siendo Chile un caso de rápida evolución, ya que pasó en 50 años de ser un país de alta mortalidad a encabezar, junto con Costa Rica y Cuba, la categoría de países con baja mortalidad. En Chile, la tasa de mortalidad en la infancia se redujo en Mortalidad torno al 70% en el primer período y en más del 80% en el segundo. Como se señaló, hay una menor reducción en los países de alta mortalidad, como Guatemala, y en los de transición temprana, como Argentina. Respecto de la mortalidad por sexo, en los casos seleccionados hay una sobremortalidad masculina que aumenta en relación inversa con la disminución de la mortalidad. De este modo, en Guatemala, desde el quinquenio 1975-1980, el diferencial por sexo se ha incrementado a favor de las mujeres, de aproximadamente 105 muertes de hombres por 100 de mujeres, a valores recientes de alrededor de 130 defunciones masculinas por 100 femeninas, un índice similar al de los demás países seleccionados (véase el cuadro 6). La mortalidad en el grupo de edad de 5 a 14 años es en todos los casos la más baja, aunque las diferencias entre países y en el tiempo son muy marcadas. Al inicio de la década de 1950, la tasa de mortalidad de este grupo en Guatemala era 69 por 10.000 personas, siete veces superior a la de Argentina (10 por 10.000) y 35 veces mayor a la de Chile a comienzos de este siglo (aproximadamente 2 por 10.000) (véase el cuadro 4). Llaman la atención los logros alcanzados en la reducción de las tasas de este grupo, considerando que son las más bajas y que ocurren Cuadro 5 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): PORCENTAJE DE REDUCCIÓN DE LAS TASAS DE MORTALIDAD POR EDADES. 1950-1955 A 1975-1980 Y 1975-1980 A 2000-2005 Sexo y edad (en años) Guatemala Brasil México Argentina Chile 1950-1955 a 1975-1980 Hombres 0-4 51,0 42,7 63,7 44,5 5-14 59,7 44,4 64,8 45,7 15-44 29,6 38,8 34,9 29,0 45-64 26,5 30,3 25,7 16,3 65 y más 14,3 14,6 17,4 4,8 Mujeres 0-4 50,5 52,5 67,4 48,5 5-14 61,5 54,7 72,3 55,3 15-44 54,7 45,4 58,5 46,8 45-64 39,9 32,9 37,0 34,9 65 y más 15,5 15,1 20,1 9,3 67,8 63,3 37,7 19,3 10,9 70,4 70,3 62,8 37,1 12,8 1975-1980 a 2000-2005 Hombres 0-4 64,6 71,7 67,8 61,7 5-14 68,8 69,2 56,4 44,7 15-44 15,6 5,6 50,4 19,4 45-64 37,7 3,3 40,1 25,6 65 y más 18,0 10,0 12,3 11,2 Mujeres 0-4 71,2 68,7 68,0 64,7 5-14 75,6 68,8 67,1 44,5 15-44 50,4 53,8 63,9 38,4 45-64 45,0 32,5 39,3 22,8 65 y más 20,5 18,5 11,6 14,5 81,8 64,5 53,8 48,9 21,0 82,8 62,6 65,4 50,9 21,2 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. 19 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 en países que ya han alcanzado una elevada esperanza de vida al nacer. En los países seleccionados, en el último cuarto de siglo estas tasas se reducen entre el 60% y el 75%, salvo en Argentina en que llegan a aproximadamente un 45%. En relación con la diferencia de la mortalidad por sexo, como se mencionó antes, la única excepción a la sobremortalidad masculina es el caso de Guatemala en el primer quinquenio en estudio, situación que puede estar vinculada con la alta mortalidad que primaba en ese país. El aumento de la sobrevivencia de niños se debe principalmente a los buenos resultados en el combate de enfermedades transmisibles y, en menor medida, de las afecciones originadas en el período perinatal. Cuando el nivel de mortalidad era alto, hace 50 años en Costa Rica y Chile, o en Guatemala aun en la actualidad, la primera causa de muerte en estas edades eran las enfermedades transmisibles y, en segundo lugar, las afecciones del período perinatal; sin embargo, aunque el descenso de la mortalidad por estas causas es muy importante, siguen siendo las principales, aunque se invierte el orden de prevalencia. Como consecuencia de ello, las muertes de niños en años recientes se deben principalmente a las condiciones originadas en el período perinatal, ya que permanecen ciertas afecciones de origen endógeno respecto de las que es más difícil evitar un desenlace fatal (Chackiel, 1999). Mortalidad de los adultos (15 a 44 y 45 a 64 años) A partir de los 15 años el comportamiento general es que las tasas de mortalidad aumentan progresivamente con la edad y su reducción, salvo excepciones, se hace menor a medida que se avanza en la edad. En este sentido, las tasas de mortalidad de adultos más bajas corresponden al grupo de 15 a 44 años, y en el período más reciente analizado fluctúa entre 16 por 10.000 personas (Chile) y 52 por 10.000 (Guatemala) para hombres y de 6 por 10.000 a 21 por 10.000 para mujeres, respectivamente (véase el cuadro 4). En este grupo de edades se observa que las disminuciones de las tasas de mortalidad son, en general, importantes, sobre todo en el sexo femenino, en que los porcentajes de reducción varían entre el 40% y el 65% en ambos períodos analizados (véase el cuadro 5). Los países que muestran una tendencia más pronunciada a reducir la mortalidad en los últimos años son los de transición reciente y rápida, representados en el cuadro por Chile y México; en Chile las tasas de mortalidad son inferiores a las de Argentina que, como se indicó, inició la transición antes de 1950. Brasil, en el período más reciente muestra aumentos muy bajos de esta tasa en los 11 20 Mortality hombres, lo que puede resultar de una elevada mortalidad por causas externas relacionadas con defunciones por violencia (entre ellas homicidios y suicidios). Asimismo, la mortalidad de hombres es superior a la de mujeres y la diferencia se incrementa con el tiempo (véase el cuadro 6). En algunos casos, la sobremortalidad masculina duplica con creces la femenina, siendo este el tramo de edades en que en la actualidad se encuentran las mayores diferencias de mortalidad por sexo. En los casos analizados, solo Guatemala presenta una leve sobremortalidad femenina en 1950-1955, que probablemente se deba a la mayor incidencia de defunciones por causas de enfermedades transmisibles y también por causas relacionadas con las complicaciones del embarazo y el parto. Aunque esta puede ser la explicación, no se descarta la posibilidad de que haya problemas relacionados con la información básica. La característica principal de la mortalidad en este grupo de edades, en términos de las causas que la determinan, es la marcada presencia de causas externas en los hombres, que incluyen muertes por violencia y traumatismos. Entre ellas, las más importantes son los accidentes de tránsito, suicidios, homicidios y, en varios países, accidentes por inmersión y ahogamientos. La mortalidad masculina por causas externas es netamente superior a la mortalidad por otras causas, lo que explica que en este grupo se dé la mayor sobremortalidad de hombres (Chackiel, 1999 y 2004). Respecto de los adultos jóvenes es frecuente encontrar irregularidades en los datos principalmente relacionados con los hombres, que pueden presentarse como aumentos de mortalidad no previstos. Muchas de estas irregularidades pueden deberse a hechos reales de enfermedades emergentes o rebrotes de epidemias de enfermedades que se consideraban superadas. Entre las primeras, se encuentra el VIH/SIDA, que por su magnitud y sus efectos constituye una importante preocupación social. En cuanto a las enfermedades que se consideraban extinguidas, en los últimos años en diversos países se observaron rebrotes de cólera, hantavirus, malaria, mal de chagas, dengue y tuberculosis, aunque no siempre con resultados de alta mortandad. También se han presentado aumentos de mortalidad debidos a causas externas, entre las que se cuenta la violencia por crisis políticas o sociales, que pueden causar muchas muertes, sobre todo masculinas. En esos casos se pueden presentar períodos de entrecruzamiento de las tasas de mortalidad por grupos de edades, como en El Salvador en los años 1975 a 1990 (véase el gráfico 6), lo que produjo en ese entonces una esperanza de vida al nacer femenina 10 años mayor a la masculina.11 Otro caso es el de Argentina, donde los La esperanza de vida de mujeres y hombres en el período 1980-1985 fueron estimadas en 63,8 y 50,8 años, respectivamente. CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 Mortalidad Cuadro 6 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): MASCULINIDAD DE LAS TASAS DE MORTALIDAD POR EDAD (POR 100), PERÍODOS 1950-1955, 1975-1980, 2000-2005a Edad (en años) Guatemala Brasil México Argentina Chile 107,0 97,4 91,5 107,0 104,0 120,7 117,9 116,0 112,4 104,0 112,3 104,2 127,3 126,6 106,4 110,7 117,5 123,1 163,3 119,6 110,6 114,1 118,8 136,0 116,3 105,8 101,8 142,1 130,9 105,5 145,6 144,7 130,0 116,9 104,6 125,3 132,4 199,5 149,5 110,0 119,4 142,5 164,4 209,9 125,5 120,1 141,4 199,3 174,5 118,8 130,1 130,3 241,7 148,3 108,8 131,5 143,2 265,7 167,4 115,5 126,3 175,5 274,2 147,5 109,1 129,5 141,9 214,9 202,4 130,3 127,3 134,2 266,2 181,4 119,2 1950-1955 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más 1975-1980 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más 2000-2005 0-4 5-14 15-44 45-64 65 y más Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. entre las tasas de mortalidad de hombres y de mujeres. adicional que existe para obtener buenas estimaciones de la mortalidad materna, porque muchos de los decesos están vinculados a abortos clandestinos. Aun así, con la información existente se ha podido establecer que las tasas de mortalidad materna de algunos países de la región son decenas de veces superiores a las de los países desarrollados (Rajs, 1996). Si bien esta causa de muerte no tiene un peso decisivo en la tasa de mortalidad total y es de las que más se ha reducido gracias a los Gráfico 6 EL SALVADOR: TASAS DE MORTALIDAD DE HOMBRES, POR EDADES, 1950-2005 1950-1955 1,0000 1955-1960 1960-1965 0,1000 1965-1970 1970-1975 0,0100 1975-1980 0,0010 1980-1985 1985-1990 0,0001 os os añ 75 os añ 65 os añ 55 os añ 45 os añ añ os 25 35 añ añ 15 0 añ os os 1990-1995 5 datos muestran que en el intervalo de edades de 25 a 40 años las tasas de mortalidad de los años recientes son levemente mayores a la que se observaban en el quinquenio 1990-1995. Algo similar sucede en el caso de Brasil en las décadas de 1980 y 1990. Esta circunstancia es la que explicaría el bajo porcentaje de disminución de las tasas de mortalidad del grupo de 15 a 44 años en estos dos países entre 1975-1980 y 2000-2005 (véase el cuadro 5). Si bien se toma el descenso de las tasas de mortalidad en todas las edades como un comportamiento esperado, debe tenerse en cuenta que este hecho puede responder a la realidad, principalmente en los grupos de edades de adultos jóvenes, aunque no hay que descartar la posibilidad de que tales traslapos obedezcan a problemas de información. En el caso de las mujeres, las causas más importantes de muerte son los neoplasmas y las enfermedades del aparato circulatorio, seguidas por las causas externas. Las reducciones mayores se observan en las defunciones debidas a enfermedades transmisibles, que son elevadas cuando el nivel de mortalidad es alto, y luego a las del aparato circulatorio. En general, la mortalidad por causas externas en ambos sexos muestra una tendencia al aumento sostenido, aunque es notoriamente mayor en los hombres (Chackiel, 1999). En este grupo de edades ocurren las muertes por complicaciones del embarazo, parto y puerperio que afectan a las mujeres. Cabe considerar la dificultad ln m(x) a Cociente 1995-2000 2000-2005 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. 21 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 programas de atención maternoinfantil, se la ha tomado como un indicador importante de la situación de salud, por considerarse que es totalmente evitable si los embarazos se desarrollan en buenas condiciones. En el grupo de 45 a 64 años, en Guatemala se observan tasas superiores a las de los demás países, aunque todos tienen una alta mortalidad en el período 1950-1955, principalmente en el caso de los hombres (véase el cuadro 4). La tendencia en los últimos años muestra una cierta convergencia entre los países de baja mortalidad, sobre todo en el caso de las mujeres. La estimación más reciente respecto de los hombres muestra que aún persisten diferencias importantes: Chile y México (alrededor de 85 por 10.000 personas, logran tasas notoriamente inferiores al resto (entre 110 y 136 por 10.000). Cabe destacar que Guatemala (110 por 10.000) muestra una tasa menor que la de Argentina (116 por 10.000), hecho que se retomará al analizar la mortalidad de los adultos mayores. Los porcentajes de reducción son muy heterogéneos entre países y a lo largo del tiempo. Se observa que en los países de transición temprana, como Argentina, hay reducciones moderadas; en Chile, que representa a los países de baja mortalidad con transición reciente y rápida, se obtienen mejoras importantes, sobre todo en el período más reciente (véase el cuadro 5); en Brasil, también en este grupo de edades, hay una muy baja reducción de las tasas correspondientes a los hombres, lo que probablemente se vincula con la alta mortalidad por causas externas. Luego del grupo de los adultos jóvenes (15 a 44 años), es en este Mortality tramo de edades que se observa una alta sobremortalidad masculina en aumento (véase el cuadro 6), siendo las tasas correspondientes a los hombres entre 1,7 y 2 veces superiores a las de las mujeres. En los países de baja y moderada mortalidad, la causa de muerte más importante de este grupo de edades corresponde, en el caso de los hombres, a las enfermedades del aparato circulatorio, seguidas por los neoplasmas y, en el de las mujeres, en varios países ocurre lo contrario. En Chile y México, a comienzos de los años sesenta, todavía había una cierta predominancia de defunciones producidas por enfermedades infecciosas y parasitarias, lo que constituye una característica de los países de alta mortalidad como Guatemala. Esta situación conduce a que en este último país el peso relativo de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer sea notoriamente inferior al de los otros países (Chackiel, 1999). En este estudio se muestra que las causas de muerte que más se han reducido son las enfermedades transmisibles, mientras que la tendencia relativa a las otras causas importantes de muerte en estas edades, (neoplasmas y enfermedades cardiovasculares) es más heterogénea. La mejora de las tasas de mortalidad de las mujeres, tanto por enfermedades que tienden a desaparecer, como por enfermedades transmisibles y las que se benefician de los nuevos adelantos de la medicina, como los tumores y las enfermedades cardiovasculares, se refleja en la tendencia al aumento del diferencial por sexo de este grupo de edades. Cuadro 7 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): DISTRIBUCIÓN RELATIVA DE LAS DEFUNCIONES POR GRUPOS DE EDAD (POR 100), 1950-1955, 1975-1980 y 2000-2005 Edad (en años) América Latina Guatemala Brasil México Uruguay Costa Rica 54,8 28,8 16,4 100,0 3,33 64,7 26,4 9,0 100,0 7,22 56,3 29,9 13,8 100,0 4,07 58,1 26,3 15,6 100,0 3,71 14,1 31,6 54,3 100,0 0,26 48,3 26,5 25,2 100,0 1,92 40,1 31,1 28,8 100,0 1,39 55,2 29,1 15,7 100,0 3,52 42,2 32,1 25,7 100,0 1,64 40,9 32,2 26,9 100,0 1,52 10,9 28,4 60,6 100,0 0,18 24,1 28,7 47,2 100,0 0,51 14,7 38,3 47,0 100,0 0,31 32,9 36,8 30,3 100,0 1,09 13,0 44,1 42,9 100,0 0,30 14,6 34,1 51,3 100,0 0,29 4,9 21,6 73,5 100,0 0,07 8,4 31,9 59,7 100,0 0,14 1950-1955 0-14 15-64 65 y más Total D(-15)/D(65 y más) 1975-1980 0-14 15-64 65 y más Total D(-15)/D(65 y más) 2000-2005 0-14 15-64 65 y más Total D(-15)/D(65 y más) Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. 22 CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 La mortalidad de los adultos mayores (65 años y más) Según varios estudios (Del Popolo, 2000; García, 1990; Grushka, 1996; Dechter y Preston, 1991), la estimación de la mortalidad en edades avanzadas en los países de América Latina estaría subestimada como efecto de la incorrecta declaración de la edad de la población en los censos y de las defunciones registradas en las estadísticas vitales. El error consistiría en declarar una edad mayor a la real en el caso de los adultos mayores, lo que conduciría a estimaciones sesgadas al intentar conciliar la información histórica de censos y registros. La sospecha surge de las bajas tasas de mortalidad observadas a partir de los datos reales, si se compara con la situación de países desarrollados. Las tasas que sirvieron de base para la elaboración de tablas de mortalidad en general toman en consideración estos problemas, por lo que han sido ajustadas en función de la coherencia de los datos en el proceso de preparación de las estimaciones y proyecciones de población. Sin embargo, cabe mencionar que aún es necesario investigar más para aclarar si el patrón de mortalidad observado de los adultos mayores es producto de errores en los datos o de un comportamiento especial correspondiente a la región, quizás como efecto de un proceso de selección natural, o una combinación de ambas cosas. De todas maneras, los problemas de información constituyen la explicación habitual de ciertos comportamientos atípicos en la comparación de la tendencia de la mortalidad de los adultos mayores situados en países que están en distintas etapas de la transición epidemiológica y demográfica. Según los datos del cuadro 4, las tasas del grupo de 65 años y más son muy parecidas entre los países seleccionados, con una leve superioridad de la tasa de Guatemala. Sin embargo, en algunos casos esto no se cumple totalmente, como en el de los hombres en el período 2000-2005, que en Argentina muestran una tasa de mortalidad superior a la de los demás países, incluso Guatemala (699 y 618 por 10.000 personas, respectivamente). Los porcentajes de reducción de las tasas son en general moderados (véase el cuadro 5), lo cual es lógico si se considera que los países de América Latina presentan tasas de mortalidad relativamente bajas en edades avanzadas. La sobremortalidad masculina en este caso también es moderada (véase el cuadro 6) debido a que la población de ambos sexos se extingue en el tramo abierto de edades. Las tasas de mortalidad de este grupo abierto final están directamente vinculadas al promedio de años de vida a partir de los 65 años de edad, indicador de mucha importancia para la consideración de los recursos destinados a políticas y programas de salud y seguridad social. Desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad existe un significativo crecimiento de este indicador (véase el cuadro 8), principalmente para el sexo femenino respecto del que en algunos países de transición reciente de la mortalidad Mortalidad se ha ganado alrededor de seis años de vida en las últimas cinco décadas Para el período 2000-2005 la esperanza de vida a los 65 años —e(65)— del sexo femenino, si bien tiene pocas variaciones, presenta un comportamiento acorde al esperado en los países seleccionados. De ellos, el valor mínimo corresponde a Haití (13,1) y el máximo a Chile (19,9). Sin embargo, en el caso de los hombres la e(65) tiene un comportamiento errático, ya que en Guatemala y Brasil el valor es de aproximadamente 16 años superior al de Argentina y Uruguay, cuyo valor es levemente superior a 14 años. Como se mencionó anteriormente, esta situación podría estar vinculada a errores en los datos básicos o en sus correcciones. También podría explicarse por un comportamiento especial que tiende a una baja mortalidad en Guatemala, como producto de la selección natural por la elevada mortalidad en las edades más jóvenes. Como referencia, cabe destacar que una gran variedad de comportamientos de la e(65) también existe entre los países desarrollados (OECD, 2005). Japón muestra los valores mayores, 23 años en las mujeres y 18 años en los hombres, mientras que los valores de Portugal son 19,1 y 15,7 años y los de Dinamarca 18,3 y 15,4 años, ambos respectivamente. Estos dos últimos valores se asemejan a los que se observan en países latinoamericanos de mortalidad media y baja. Cuadro 8 AMÉRICA LATINA (PAÍSES SELECCIONADOS): ESPERANZA DE VIDA A LOS 65 AÑOS DE EDAD, 1950-1955 Y 2000-2005 País Haití Guatemala Brasil Argentina Uruguay Chile 1950-1955 2000-2005 Hombres Mujeres Hombres Mujeres 11,0 11,4 12,2 12,1 12,3 11,8 11,1 11,8 12,7 14,5 15,2 13,7 12,2 16,2 15,8 14,3 14,6 16,7 13,1 17,6 18,3 18,6 19,1 19,9 Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. Entre las causas de mortalidad en los países seleccionados, salvo en Guatemala, se observa una prevalencia mayor de las enfermedades cardiovasculares y, en segundo lugar, de los neoplasmas. Existe poca variación en el tiempo de los diferentes grupos de causas, observándose un mayor descenso de mortalidad por enfermedades transmisibles. Las causas externas, que son las que presentan mayores diferencias por sexo (superior en hombres), muestran aumentos en varios de los países. En Guatemala, país de alta mortalidad, la prevalencia mayor corresponde a enfermedades infecciosas y parasitarias, que muestran, sin embargo, un importante descenso, mientras que las demás causas aumentan en el período analizado (Chackiel, 1999). 23 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 Mortality IV. Perspectivas futuras de la mortalidad La mortalidad futura depende de múltiples factores que están vinculados, entre otras cosas, a los avances en la medicina, el mayor acceso a la atención sanitaria, la mejora en las condiciones de vida y de trabajo, los cambios hacia mejores estilos de vida y las mejoras medioambientales globales, nacionales y domésticas. La mayor parte de estos elementos son de difícil predicción, por lo que las metodologías para proyectar la mortalidad se basan principalmente en las tendencias empíricas de ciertos indicadores, considerando los niveles de mortalidad ya alcanzados y la trayectoria de los países con más baja mortalidad en el mundo. Como se describe en el anexo metodológico de esta publicación, el instrumento fundamental utilizado por CEPAL/CELADE y la División de Población de las Naciones Unidas, son las tablas de mortalidad para períodos quinquenales desde el quinquenio 2000-2005 hasta el quinquenio 2045-2050. La hipótesis de evolución futura del nivel de la mortalidad general se fija mediante modelos que suponen aumentos cada vez menores de la esperanza de vida al nacer, a medida que se llega a valores altos de este indicador. Asimismo, las tasas de mortalidad por sexo y edades provienen de interpolaciones de la tabla de mortalidad actual y una estándar que se fija como meta, tomando como pivotes para la interpolación las esperanzas de vida al nacer anteriormente fijadas. Dado que las proyecciones se basan en la experiencia pasada y que no se realizan predicciones sobre hechos que pueden ser coyunturales o imprevistos, las hipótesis se monitorean constantemente, por lo que frecuentemente se actualizan en función de los nuevos datos conocidos. En el cuadro 9 se presentan varios indicadores que describen someramente las características esperadas de la mortalidad de América Latina y de países seleccionados en la primera mitad del siglo XXI. La esperanza de vida al nacer seguirá incrementándose a un ritmo menor, lo que en términos de aumento de años en este medio siglo equivaldría aproximadamente a la tercera parte de lo que ocurrió en el pasado en un período similar. De esta manera la e(0) de la región a mediados del siglo llegaría a 79,6 años y superaría los 80 años en países que hoy están en el grupo de mortalidad baja. Ahora, debido a que se ha considerado un aumento superior en países con una e(0) más baja, las diferencias en las regiones se harían más estrechas, como puede apreciarse en los valores de Chile (82 años) y Haití (74 años). Cuadro 9 AMÉRICA LATINA Y PAÍSES SELECCIONADOS: INDICADORES DE MORTALIDAD FUTURA, 2000-2050 Indicadora América Latina Haití Brasil México Uruguay Chile 72,2 6,4 17,1 25,6 0,31 58,1 3,5 12,6 56,1 1,23 71,0 7,6 17,0 27,3 0,30 74,8 4,9 17,6 20,5 0,29 75,2 7,3 16,8 14,4 0,07 77,7 6,0 18,3 8,0 0,09 77,1 6,1 18,9 12,0 0,10 67,7 4,1 15,8 30,7 0,48 76,6 7,0 19,0 12,1 0,09 79,5 4,7 19,6 8,4 0,08 79,3 6,6 19,1 7,9 0,04 80,7 6,2 19,9 4,9 0,05 79,6 6,1 20,0 7,9 0,05 74,2 4,6 18,2 17,4 0,18 79,4 7,0 20,1 7,5 0,05 81,1 4,6 20,4 5,6 0,05 81,5 6,3 20,3 4,6 0,02 82,1 6,4 20,8 4,0 0,03 2000-2005 e(0) e(0)H-e(0)M e(65) q(1) (por mil) D(-15)/D(65 años y más) 2025-2030 e(0) e(0)H-e(0)M e(65) q(1) (por mil) D(-15)/D(65 años y más) 2045-2050 e(0) e(0)H-e(0)M e(65) q(1) (por mil) D(-15)/D(65 años y más) Fuente: Elaboración propia en base a la información contenida en Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. a e(0)- esperanza de vida al nacer; H – hombres; M- mujeres; e(65)- esperanza de vida a los 65 años; q(1) - tasa de mortalidad infantil; D(-15)/D(65+) - defunciones de menores de 15 años sobre defunciones de personas de 65 años y más. 24 CEPAL • América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 4 por edades de las defunciones. Para ver los efectos que sobre la transición epidemiológica tendrán las hipótesis previstas de mortalidad, en el gráfico 7 se presenta el porcentaje de defunciones de personas de 65 años y más en América Latina y países seleccionados, durante el período histórico de cincuenta años y el equivalente que resulta de la proyección de la mortalidad y la población. Además, en el cuadro 9 se resume el proceso con el índice aproximado de transición epidemiológica, mediante el cociente entre las defunciones de menores de 15 años y las defunciones de personas de más de 65 años, tanto en la región como en países seleccionados. Ambos datos permiten observar la profundidad del cambio ocurrido en la estructura de la mortalidad, la heterogeneidad entre países y los cambios que aún se esperan hasta mediados de este siglo. En el gráfico se muestra que en los 50 años transcurridos, las muertes de personas de 65 años y más en la región pasaron del 16% al 47% y se prevé que llegará a un 76,5% en el quinquenio 2045-2050. Gráfico 7 AMÉRICA LATINA Y PAÍSES SELECCIONADOS: PORCENTAJE DE DEFUNCIONES DE ADULTOS DE 65 AÑOS Y MÁS, 1950-2050 100 90 80 Porcentaje 70 60 50 40 30 20 10 América Latina Bolivia Haití Chile 04 -2 40 20 20 30 -2 -2 03 5 5 5 02 20 15 20 20 5 20 10 - 20 00 -2 00 5 5 019 9 19 9 019 8 19 8 5 19 70 5 019 6 19 6 019 5 -1 97 5 0 19 5 En cuanto a la evolución del diferencial por sexo, las hipótesis prevén que se mantendrá relativamente estable en los casos en que alcancen un valor elevado, de más de 6 años, aunque en algunos casos se plantean ligeros aumentos o disminuciones de la ventaja femenina (como en Chile y Uruguay). Asimismo, los países que aún presentan un bajo diferencial por sexo y una mortalidad relativamente elevada tienen mayor posibilidad de seguir ampliando esta brecha. La mortalidad infantil, el componente principal del descenso histórico de la esperanza de vida al nacer, continuará siéndolo en los países que todavía tienen tasas relativamente elevadas (Haití es el caso más claro de los países incluidos en el cuadro 9). Dado que la hipótesis de proyección conduce a aumentos en la esperanza de vida más importantes en este país, la tendencia es a disminuir la brecha con los países de baja mortalidad. Ello explica que en el quinquenio 2000-2005 la tasa de mortalidad infantil de Haití (56 por 1.000 nacidos vivos) sea siete veces más alta que la de Chile (8 por 1.000) y al final del período de la proyección sea cuatro veces más elevada. Aun así, la brecha entre estos dos países continúa siendo importante, considerando que la tasa de mortalidad infantil de Haití (17 por 1.000) a mitad del siglo XXI duplicaría con creces la de Chile en la actualidad. Como se mencionó en la sección III, la información sobre la mortalidad en la vejez es la que arroja más dudas sobre su calidad, por conducir frecuentemente a estimaciones más bajas de las esperadas para los niveles de mortalidad de los países de la región. En este sentido, esto influiría también en los indicadores resultantes de la proyección de su comportamiento futuro. Según el cuadro 9, la esperanza de vida a los 65 años en la mayoría de los países se acercaría a los 20 años en 2045-2050, aproximadamente lo observado en la actualidad en Japón, lo que supone un desfase de casi 50 años. Se considera oportuno destacar la importancia que tiene la realización de mayores investigaciones acerca de la calidad de los datos y los métodos de medición de la mortalidad para esta población, así como de los determinantes de la tendencia futura. Deberán tenerse en cuenta los posibles avances de la medicina, el mayor acceso a los cuidados de la salud, las condiciones de vida y los cambios de los estilos de vida, tanto antes como después de los 65 años. Dados los bajos niveles de mortalidad que afectan a los jóvenes y adultos en edades centrales, existe la expectativa de que los mayores aumentos respecto de la duración de la vida se relacionen con la prolongación de la vida de los adultos mayores. Estos cambios de las tasas de mortalidad según las edades, sumados al envejecimiento de la población, continuarán modificando los perfiles de mortalidad, lo que puede analizarse mediante los indicadores de la estructura Mortalidad Cuba Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de población revisión 2007. La selección de países en distintas etapas de la transición epidemiológica y demográfica incluidos en el gráfico 7, muestra la gran disparidad de experiencias y los grandes rezagos que todavía persisten y persistirán en los próximos 50 años. Como ejemplo de ello, se destaca que mientras en Cuba en el año 2050 el porcentaje de muertes de personas de 65 y más alcanzarán el 88% del total de defunciones, en el otro extremo Haití llegará al 57% . Ello supone un rezago entre ambos países de aproximadamente tres cuartos de siglo, porque en Cuba ese porcentaje ya se había alcanzado en el período 19751980. Casos así se encuentran también en los países, ya sea que se consideren las zonas geográficas como los estratos socioeconómicos. 25 ECLAC • Latin America and the Caribbean. Demographic Observatory No. 4 Esta información, junto con el perfil epidemiológico derivado de las estadísticas de morbilidad y causas de defunción, vuelve imperativas las reformas de salud y seguridad social de los países de la región. En la mayoría de ellos esto implica requerimientos en el campo de Mortality salud en el que coexisten todavía, y lo harán al menos en el mediano plazo, las intensas demandas de sectores en etapas tempranas de las transiciones epidemiológica y demográfica, y las de los que se encuentran en etapas más avanzadas de estos procesos. Bibliografía CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe)(2005), Panorama social de América Latina, 2005 (LC/G.2288-P/E), Santiago de Chile. 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