La Edad Moderna en el concejo de Parres

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Francisco José Rozada Martínez
-La Edad Moderna en el concejo de ParresDesde los inicios del siglo XVI la población de Parres experimentó un
notable crecimiento demográfico que no se vio truncado hasta finales de
siglo (1598-1599), especialmente motivado por la epidemia de peste que
asoló Asturias. Conviene recordar, a modo de ejemplo, que solamente en
el pueblo vecino de Las Rozas la peste se llevó a la tumba a veintiséis
vecinos en apenas tres meses. El coto de Fuentes tenía por aquellos años
unos 20 vecinos. Parres tardó medio siglo en volver a tener una población
similar a la de 1592, consistente en 675 vecinos. La llegada del maíz
cambió radicalmente la vida asturiana; en los libros del Monasterio de San
Pedro de Villanueva se cita este cereal por primera vez en 1675, pero
dado que faltan los libros de los 67 años anteriores y que en estas fechas
ya eran numerosos los molinos en la zona (varios de ellos propiedad del
monasterio) puede que hubiese llegado hacia 1607. Un siglo después los
molinos eran numerosísimos en toda Asturias. El concejo de Parres ya
tenía 4.394 habitantes en 1787. Los cotos señoriales que tenía el concejo
eran de origen medieval y había una notable diferencia de población entre
ellos pues, mientras -por ejemplo- el coto de Llames tenía 50 vecinos, los
de Arriondas y Fuentes apenas si tenían 12. En alguna ocasión a Arriondas
se la denominaba como villa y era valorada por su situación, dado que era
´un lugar muy pasajero y tiene embarcadero de tablas y otras
mercaderías´, según cita María Ángeles Faya, profesora de la Universidad
de Oviedo. Como ella misma dice “no conocer la historia propia lleva a
una amnesia colectiva”. Del Catastro del Marqués de la Ensenada se
desprende que las actividades agrarias eran las absolutamente
predominantes en la estructura económica del concejo. El 23% de la
superficie concejil eran tierras de labor y el maíz, la escanda y las castañas
los cultivos mayoritarios, junto con alubias blancas, nueces y avellanas. El
catastro antes citado recoge y registra la existencia de 68 molinos, el
mismo número que Alejandro Miyares contabilizó en 1989 en su laborioso
estudio sobre los molinos de Parres; habían pasado 235 años.
Si en Collía había registrados dos batanes es porque también había cultivo
de cáñamo y una veintena de personas tejían paños de lana y lino.
Ni que decir tiene que la ganadería ocupaba una parte importantísima en
esos años (al igual que en los siglos XIX y XX). El catastro registra que más
del 50% de las cabezas de ganado eran propiedad de vecinos de otros
concejos, por lo que los aparceros eran muy numerosos. Bosques y
montes estaban copados por especies forestales como robles, álamos,
castaños y hayas. No llegaría el intruso eucalipto hasta 1886. El catastro
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registra la existencia nada menos que de 547 colmenas a lo largo y ancho
del concejo.
Había un mesón en Viabaño y otro en la Vega de los Caseros, mientras
Arriondas contaba ya con dos posadas, una carnicería, una fragua y un
estanco. Según cuentan los historiadores Ana Suárez Fernández y Diego
Ruiz de la Peña en la localidad había presencia de dos tratantes en sidra,
uno en avellanas, otro en guadañas, hierro, palas, potes de hierro y
carneros, además de otro en arrendamientos y préstamos. De la actividad
en el concejo -anotan- da constancia la existencia de 33 canteros, 27
carpinteros, 25 madreñeros, 14 pescadores, 14 sastres, 10 herreros y 7
arrieros.
Por el tan citado Catastro del Marqués de la Ensenada sabemos que
Parres contaba hace aproximadamente dos siglos y medio con: 936 casas,
626 establos, 494 hórreos y 99 paneras. En concreto Arriondas tenía 25
casas, 13 establos y 19 hórreos y paneras. Y el coto de Llames 64 casas 48
establos y 38 hórreos y paneras. Mientras el de Fuentes contaba con 14
casas, 2 establos y 11 hórreos y paneras.
La nobleza del concejo vivía de las rentas, tierras y oficios que les
proporcionaba su patrimonio. No pocas veces estos nobles de segundo
orden usurpaban bienes, tierras y derechos, alegando que eran de su
propiedad porque así había sido desde tiempo inmemorial. No se cohibían
estos señores ni ante las posesiones de la Corona. Felipe V intentó acabar
con semejantes usurpaciones, de forma que -en 1708- envió al Principado
al oidor de la audiencia de Valladolid José Antonio de Cepeda, con
facultades para investigar tales atropellos. Actuó con determinación el
oidor y concluyó que la nobleza asturiana no podía en muchos casos
presentar sus títulos de propiedad. Don Arias de Omaña, en nuestro
concejo, fue uno de los afectados y se procedió a despojarlo de sus rentas
(M. A. Faya).
Lidia Anes, profesora universitaria de Historia Económica, en un trabajo
sobre nuestro concejo cita dos obras pías en el concejo de Parres, dado
que una estaba en Cayarga y estaba subvencionada con las rentas que
proporcionaban los bienes de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe.
Desde abril hasta septiembre se enseñaba en ella a leer y a escribir a los
parientes del fundador y a los niños de la parroquia.
Era en Santo Tomás de Collía donde se ubicaba la otra obra pía y se hace
constar expresamente que -el día de Jueves Santo- se entregaban en ella
tres reales y un pan a doce pobres, como memoria de la festividad en la
que Cristo lavó los pies a sus doce apóstoles. Deja constancia, asimismo,
de los numerosos pobres del concejo, muchos transeúntes, peregrinos y
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jornaleros; al igual que muchos chicos y chicas sin trabajo que pedían por
pueblos, caserías y caminos.
Sin puentes, las barcas hacían el trabajo para el caso y en los ríos
navegaban chalanas y barcazas, como contó Jovellanos en su 2º Diario,
donde dice que vio bajar por el Piloña ´seis chalanas con maderas´;
aunque era el Sella el que ofrecía mejores condiciones para ello.
Francisco José Rozada Martínez
1 de mayo de 2016
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