“Las “crisis de pánico”y la enfermedad de graves-basedow”

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Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002
LAS “CRISIS DE PÁNICO”Y LA ENFERMEDAD DE GRAVES-BASEDOW
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN INTERDICIPLINARIA
Agueda Giménez de Vainer
Patricia de la Huerta
La siguiente comunicación es el resultado de la investigación psicoanalíticas desarrollada
en el Servicio de Endocrinología del Hospital Zubizarreta, desde 1995 hasta el presente.
La derivación de los pacientes que presentaban la sintomatología de la enfermedad
autoinmune de Graves-Basedow o Bocio Difuso Tóxico estuvo a cargo de la Dra. Patricia
de la Huerta, endocrinóloga de la institución.
El objetivo de la misma fue fundamentar y justificar:- el efecto devastador sobre la
“experiencia sensorial estructurante” de traumas tempranos desorganizantes.
-y la importancia del semejante
en la erogenización del infans y en la significación de su llamado. La misma actúa como
barrera protectora para evitar la reactivación de vivencias de desamparo y el
desencadenamiento de la angustia traumática.
Se trabajó sobre cuarenta pacientes.- La mayoría presentaba la enfermedad de
Graves-Basedow, diagnosticada clínicamente y por laboratorio.
-Un menor número pacientes presentaban síntomas
de hipertiroidismo y eran crisis de angustia traumática
- y pacientes con síntomas de crisis de pánico que
enmascaraban un hipertiroidismo.
Se desarrolló una investigación cualitativa a traves de la escucha del discurso de los
paciente Se siguió a traves de sus historias de vida los efectos y la resignificación de los
traumas acumulativos. En la investigación no se siguió una lógica lineal positivista a
causa de la complejidad de esta enfermedad autoinmune. En su emergencia se
entrecruzan factores genéticos, endocrinológicos, inmunitarios más el aporte provisto
por la angustia traumática. Se estudiaron pacientes ( en las enfermedades autoinmunes
hay un predomineo del género femenino ) a traves de entrevistas psicoanalíticas
individuales y sesiones de psicoterapia psicoanalítica grupal.
Se privilegió la inclusión de pacientes que dentro del año previo a la eclosión de los
síntomas hipertiroideos hubiesen sufrido: duelos por pérdidas de seres queridos,
desocupación laboral, divorcio, migraciones y/o episodios de violencia. Su objetivo es
verificar la importancia de estos acontecimientos y evaluar la sumación traumática de
sus efectos. Tales efectos traumáticos por sumación temporal se producen por:
precipitación, captura y reagrupación de los tramas y su resignificación a posteriori.
(Laplanche,1973-74).
Las enfermedades autoinmune son paradigmática de la muerte misma en el interior del
cuerpo. Al estallar la ajenidad en lo más íntimo del soma, sus propias células
desconociéndose entre sí se enfrentan como enemigas portadoras del mal.
Los pacientes se presentan con una mascarada estoica a pesar de ser sobrevivientes de
tragedias incestuosas edípicas. Habían sufrido en su infancia abandonos por algunos de
sus padres o violencia psíquica y/o física y fundamentalmente duelos primordiales
tempranos que les produjeron profundas vivencias de desamparo y angustia de muerte
que se mostraban por pasajes al acto o acting-out suicidas u homicidas, adicciones,
anorexias y crisis de pánico.
Las fantasías de suicidio eran desencadenadas por el intenso dolor psíquico que las
embargaban. Buscaban morir como forma de huída y de apaciguamiento del dolor.
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“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002
Los síntomas hipertiroideos de la enfermedad autoinmune de Graves-Basedow:
inestabilidad emocional, trastornos del sueño, taquicardia, disnea, ansiedad y angustia,
temblores y sudoración, etc, se asemejan a los síntomas de la angustia traumática o
automática, al denominado ataque de pánico, de la semiología psiquiátrica.
Otro signo es la retracción del párpado superior, que desorbita sus ojos, aportándole a su
mirada una expresión de espanto, de pánico difícil de sostener.
Hubo una franja de pacientes que refirieron haber padecido iguales síntomas, desde la
adolescencia. Los mismos eran manifestaciones de crisis de angustia acompañados por
síntomas agorafóbicos y/o claustrofóbicos.
Presentaban historias de desajustes familiares, falta de afecto y rechazo por parte de sus
progenitores que dejaron como secuela, alteraciones en sus estructuras psíquicas y el
predominio de defensas primarias tales como: la transformación en lo contrario, la vuelta
sobre sí mismo, escisiones yoicas y desmentida.
En los relatos de los pacientes hay una presencia manifiesta, de ideas incestuosas y
parricidas que al adueñarse de su realidad psíquica los posiciona en el ojo de la tormenta,
de la tragedia edípica.
El abordaje psicoanalítico nos permitió el encuentro con sus historias, la resignificación
que cada sujeto aportó a los traumas sufridos y la impronta de sus efectos sobre sus vidas.
¿Cómo pensar la enfermedad autoinmune de Graves- Basedow?
La enfermedad de Graves-Basedow no es patognomónica de ninguna estructura clínica y se puede presentar
indistintamente en las neurosis, psicosis y perversiones.
El fenómeno psicosomática tienen lugar cuando las necesidades y los deseos del sujeto son arrasados y
alienados por la intrusión del goce de un Otro significativo.
El afecto angustia produce un desorden neurovegetativo humoral y hormonal que se manifiesta por
alteraciones funcionales y psíquicas tales como los síntomas somáticos de la neurosis de angustia y del
fenómeno psicosomático.
En la etapa de la constitución del yo, la pérdida del objeto de amor es sentida como peligrosa y genera
vivencias de desamparo psíquico. La reactualización de la hilflosigkeit desencadena la compulsión
repetitiva obstaculizando la sustitución significante, al no fijar la pulsión a la vorstellungs-repräsentanz y
precipitar al sujeto en el vacío reprentacional.
El sujeto antepone barreras protectoras ante el peligro de la emergencia de la vivencia de desamparo tales
como síntomas psíquicos, el yo y sus ideales y su fantasma.
El lenguaje construye el cuerpo y lo fragmenta al nombrar sus partes y romper la imagen unificada y muda
de lo viviente. En estas pacientes la zona del cuello, donde se aloja la glándula tiroidea es erogenizada por
sus discursos. Pueden nombrarlo como bulto grotesco, otros cómo una forma de darse a ver y otros lo
sienten cómo si un anillo doloroso les comprimiera la garganta, impidiéndoles gritar su dolor y su odio
frente a tantas privaciones y humillaciones padecidas. El goce autoerótico que circula por esta
manifestación de la glándula tiroidea les aporta una forma de ser, de existir.
En la enfermedad psicosomática hay un ceder el cuerpo al goce del Otro, en equivalencia fantasmática, de
esta forma el sujeto logra una filiación, a traves de su trama. Esto los lleva a relatar la historia de las
enfermedades tiroideas sufridas por los miembros de su familia, principalmente por sus progenitores
facilitándoles el armando de una genealogía familiar, a traves de la enfermedad.
El discurso del enfermo psicosomático presenta significantes holofraseados, transmitidos en el interjuego
discursivo con sus progenitores. En la holofrase la dialéctica simbólica esta coagulada y los significantes al
no articularse entre sí, se solidifican formando un bloque indiscriminado, perdiendo individualidad y
diferencia entre sí. Así se constituye un nuevo cuerpo compacto, local, atemporal que no ha sido investido
por la imagen narcisística especular al regresionar la libido fálica yoica a la reserva libidinal autoerótica.
Dicha reserva esta formado por las pulsiones parciales no integradas a la síntesis yoica. Es lo irreversible
de la reversibilidad de la libido del yo al objeto. Es un resto ubicado a nivel del cuerpo, del autoerotismo y
vale como objeto pulsional.
El despliegue dramático edípico se polariza sobre el llamado Edipo negativo y en su naufragio emerge un
superyo cruel que se manifiesta en la necesidad de castigo y en un masoquismo moral y erógeno llevado a
sus últimas consecuencias con la destrucción de sus propias células por la enfermedad autoinmune.
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La crisis de pánico: una de las presentaciones del hipertiroidismo
Una de las presentaciones del hipertiroidismo son las crisis de pánico. La angustia esta
excluida del FPS ( Fenómeno Psicosomático), pero en estos pacientes hipertiroideos tal
exclusión es parcial ya que la enfermedad no recubre totalmente ese real puesto en juego,
emergiendo la angustia automática al producirse el encuentro con el vacío
representacional y la caída fantasmática por el quiebre de la imagen narcisística. La
angustia desencadenada es un intento de huída del yo frente al siniestro retorno al seno
materno (Fernández S., Giménez A. y Rodríguez T., 1998).
La teoría del apego(Bowlby, 1988) enfatiza el rol del semejante como protector y garante
de la integridad psíquica. La llamada experiencia sensorial estructurante, al construir un
armazón sensual protege el narcisismo y promueve identificaciones simbólicas
sustentadoras del psiquismo temprano (Alizade, 1999). Las fallas tempranas de esta
experiencia ya sea por carencias o por excesos, desencadenan severas patologías como la
presentada.
El desamparo promovido por frustraciones e insatisfacciones repetitivas, frente a la no
respuesta a las demandas son generadoras de dolor psíquico, de sentimientos de vacío, de
soledad y desesperanza, y no dan lugar a la satisfacción alucinatoria del deseo. Dichas
vivencias no pueden ser tramitadas psíquicamente y son derivadas al soma como
enfermedades psicosomáticas o cortocircuitos tales como pasajes al acto (suicidios y/o
accidentes graves), adicciones, etc. (Green, 1995).
En estas pacientes el predominia de defensas tales como la desestima, la desmentida y
escisiónes yoicas hacen cabalgar su estructura entre la neurosis y las perturbaciones
narcisísticas, las mismas le aportan un matiz de fragilidad, como la de un sujeto al borde
de la locura o de la muerte.
Por la escisión del yo “se forman dos posturas psíquicas en vez de una: la que toma en
cuenta la realidad…” (…) “Estas dos actitudes subsisten una junto a la otra, durante
toda la vida, sin influirse recíprocamente. ¿No es lo que puede llamarse fragmentación
del yo?” (Freud, 1940)
¿Cómo pensar el efecto de los traumas tempranos y acumulativos sobre el
psiquismo?
Los acontecimientos vividos en la infancia y en la adolescencia (violencia física y psíquica, abusos
sexuales, abandonos y duelos primordiales) constituyen una secuencia traumática, que resignificada a
posteriori generan un abanico de efectos conductuales, de síntomas somáticos y/o psíquicos y el llamado
fenómeno psicosomático.
El trauma estructural ampliado, por sucesivos traumas activa fantasmas universales e individuales como
una forma de ceñir su vigencia y eficacia. En la neurosis traumática surgen imágenes repetitivas, restos
inasimilables que a la manera de cuerpos extraños, se imponen sin marca del tiempo transcurrido, en un
presente continuo, tan actuales como eficaces.
Además, estos acontecimientos reproducen traumas vividos por generaciones anteriores, que retornan a
traves de repeticiones compulsiva, demoníacas, desde ese pasado doloroso.
Su masoquismo erógeno reactivado resexualiza su complejo de Edipo y al desencadenarse el drama
edípico, la tiranía de ese superyo forjado en esa tradición familiar transgresora despliega toda su potencia
culposa.
La enfermedad psicosomática, los accidentes y sus secuelas y los intentos de suicidio vienen a satisfacer la
necesidad de castigo provocada por la culpa muda e incestuosa que los acecha y los fija a ese yo ideal
mortífero.
Las vidas marcadas por el yo ideal construido a semejanza del narcisismo de muerte de sus padres arrasa
con sus tensiones de necesidad, al imponerles sus deseos. Estamos frente a la tormenta instintual, a la así
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llamada inversión diametral de los instintos de autoconservación que en vez de conservar la vida, la lleva a
su destrucción (Marucco, 1998).
Enlace entre los duelos primordiales y la angustia
La muerte súbita e inesperada del ser amado puede producir un trauma psíquico, con desprendimiento de
dolor psíquico intenso y desbordante por la conmoción pulsional desencadenada. El dolor se impone con
efectos aniquilantes y desagregantes sobre el cuerpo del sujeto. El movimiento de sobreinvestidura de la
representación del objeto perdido que tiene lugar en el proceso de elaboración del duelo, acentúa el amor y
el dolor por el objeto a pesar de saberlo perdido.
En el duelo patológico hay una identificación narcisística melancólica con el objeto perdido. La excesiva
libido consumida en este proceso de recatextización y decatextización de la representación del objeto dá
lugar a la tormenta pulsional, que puede descargarse como enfermedad somática o psicosomática, en un
suicidio melancólico o en accidentes graves. Para Freud (1940), la pulsión de autoconservación …“ha
experimentado ni más ni menos que un trastorno. Parece no perseguir otra cosa que dañarse y destruirse a
si mismo. Quizá pertenezcan también a este grupo las personas que al fin perpetran realmente el suicidio.”
En el duelo se fantasmatiza a la persona amada como si estuviese viva; es la desestima desplegada en un
primer momento como defensa frente a su pérdida. Esta defensa es necesaria porque en un más allá del
fantasma, el sujeto puede encontrarse con su deseo puro de muerte, su anonadamiento frente a la castración
que lo precipitaría al suicidio.
La violencia como productora de intenso dolor y odio
¿Cómo pensar los efectos de la violencia sobre el sujeto?. En la estructuración psíquica siempre tiene lugar
una violencia que es producto de la identificación primaria y a partir de la cual se constituye el yo ideal,
instancia representante de los deseos narcisísticos de los padres.
Pero la violencia física y psíquica sufrida por golpes y abusos, denigraciones y desvalorizaciones, sólo
genera odio y dolor. En ellos hay una presencia en exceso del objeto sobre el cuerpo del sujeto. La violencia
ataca la imagen narcisística del sujeto con efectos desidentificatorios y desestructurantes y promueven la
emergencia de lo siniestro frente a la amenaza de aniquilamiento del yo.
El odio sustentado por la pulsión de autoconservación permite diferenciar: el yo del no yo, el mundo interno
del mundo externo, lo bueno de lo malo. El odio a traves de la repulsa primordial, afirma y conserva al yo de
todo lo extraño y ajeno.
Las vivencias de desamparo reactivadas por la angustia son acompañadas por un odio silencioso y larvado
que genera sentimientos de ajenidad.
La conflictiva edípica sumergida en el odio y el sufrimiento obstaculiza la circulación del deseo
transformando su dramática en una tragedia.
Conclusiones
Los resultados obtenidos en esta investigación sustentaron las hipótesis planteadas sobre
el efecto deletéreo,de los traumas acumulativos producidos a lo largo de sus historias de
vida. El efecto traumático se manifestaba a traves del desprendimiento de angustia
automática, odio e intenso dolor psíquico.
La enfermedad de Graves-Basedow se manifestaba “a posteriori” de un hecho significado
traumaticamente. En algunos pacientes se presentaba, con una fachada sintomatológica
semejante a las “crisis de pánico” y otras veces su sintomatología hipertiroidea
enmascaraba a la “neurosis de angustia”.
El trabajo interdisciplinario favoreció el abordaje hospitalario de los pacientes desde el
psicoanálisis. Tuvo como objetivo el proceso elaborativo de los traumas acumulativos y
el logro de un nuevo posicionamiento subjetivo, frente a los avatares de la vida.
La enfermedad autoinmune de Graves-Basedow es paradigmática, de la lucha a muerte en
el interior del cuerpo y toma como campo de batalla la glándula tiroidea promoviendo la
destrucción de la misma, al identificarla como “ajena” a su cuerpo.
Las historias de estos pacientes resignificadas por la clínica psicoanalítica, pusieron en evidencia una
pasión tanática que comprometía todo su mundo de fantasías, su realidad psíquica. Su vivenciar bordeaba
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en forma repetitiva, situaciones de riesgo y el goce resultante de las misma, les otorgaba consistencia y una
forma de ser en sus vidas.
La presencia en sus relatos de los efectos psíquicos traumáticos producidos por: violencia psíquica y/o
física, abusos sexuales, abandonos prematuros, duelos tempranos por la muerte inesperada y a veces
violenta de sus progenitores, por migraciones, etc., reactivaron vivencias de desamparo y de muerte
padecidas en los primeros años de vida. Por sus escasos recursos simbólicos, la angustia fue derivada como
enfermedad psicosomática, pasajes al acto (intentos de suicidio, accidentes graves), adicciones y ataques de
pánico.
Su severo superyo forjado en una estructura familiar transgresora se manifestaba, a través de la culpa muda
inconsciente por la necesidad de castigo. El castigo era logrado a traves de la enfermedad psicosomática o
por los intentos de suicidios como forma de aplacar los deseos prohibidos incestuosos reificados en sus
vidas.
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