peculiaridades de la ley 25/10, del código civil de cataluña

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Revista SIDEME. Número 6. Octubre-Diciembre, 2010
PECULIARIDADES DE LA LEY 25/10, DEL CÓDIGO CIVIL DE
CATALUÑA, CON ESPECIAL REFERENCIA A LA CONMORIENCIA Y LA
DIFICULTAD DE SU PRUEBA PERICIAL MÉDICA
María del Carmen Negre Muñoz
Profesora Asociada
Pascual Gil Pitarch
Profesor Colaborador
Unidad Docente de Medicina Legal y Forense
Universitat de València
España
Dirección de contacto: Carmen.Negre@uv.es
INTRODUCCIÓN
En España, el estado de autonomías determina que cada comunidad
tenga su propia legislación. Así se desarrolla un cuerpo normativo autonómico
en distintas áreas del Derecho, como es el Derecho Civil. La relación entre las
personas, el derecho privado, tiene características distintas, particularidades
según el territorio; hecho y realidad histórica reflejados en las distintas leyes
autonómicas. Determinados conflictos, como son las sucesiones, se resuelven
de forma distinta en Galicia, el País Vasco, Cataluña, Madrid o en Valencia. Si
bien, la realidad de un Estado y un gobierno central con un cuerpo normativo
español con actividad legislativa a su vez, puede generar situaciones cuanto
menos curiosas, para un simple observador. Esta circunstancia se menciona a
raíz de la reciente publicación de la Ley 25/2010 de 29 de julio, del libro
segundo del código civil de Cataluña, relativo a la persona y la familia. No se
trata de abordar el tema desde la competencia autonómica-central, debate
reservado a los juristas y profesionales del Derecho como son Delgado J y
Bayod (1), Barber, R (2), Karrera, M (3) entre otros y que en el caso concreto
del código civil catalán queda aclarado en la Ley 29/2002, de 30 de diciembre,
Primera Ley del Código Civil de Cataluña, artículos 111-3, 111-4, 111-5 I se
pretende exponer algunas peculiaridades medicolegales de la Ley 25/10,
respecto al código civil y otras normas.
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SOBRE EL CONCEPTO DE PERSONA.
Es el día 31 de diciembre de 2010 y son las 23 horas, Andrea y Laura,
hermanas gemelas se ponen de parto; Andrea en un hospital de Tarragona
(Cataluña) y Laura en un hospital de Albacete (Castilla-La Mancha). A las
00h10m del día uno de enero nace Pau, hijo de Andrea y a las 00h20m lo hace
Joan, hijo de Laura. Pau tendrá todos sus derechos civiles desde ese
momento, mientras que Joan tendrá que esperar veinticuatro horas para
tenerlos. Esto es así, porque el primer día del año 2011 entrará en vigor la Ley
25/10 en Cataluña.
“A los efectos del derecho catalán, la personalidad civil se adquiere con
el nacimiento”
Artículo 211-1. Personalidad civil.
1.
La personalidad civil es inherente a la persona física desde
su nacimiento.
2.
El concebido tiene la consideración de persona a los
efectos que le sean favorables, siempre y cuando llegue a nacer.
El derecho civil catalán aplica un criterio amplio en la adquisición de la
personalidad; exige como único requisito el nacimiento, mientras que el código
civil español, en su artículo 30, exige al neonato, que tenga figura humana y
que viva veinticuatro horas enteramente desprendido del seno materno.
Así pues, los catalanes son “persona” antes que los no catalanes; no
necesitan esperar un día para ser titulares de todos los derechos civiles.
Si con el nacimiento se adquiere la personalidad jurídica, con la muerte
se extingue ésta. En ello están de acuerdo tanto el código civil como el código
civil catalán.
SOBRE EL CONCEPTO DE CONMORIENCIA
La segunda peculiaridad de la ley 25/10, quizás la más llamativa por
novedosa y pionera, se refiere al concepto de conmoriencia.
Este es un término puramente jurídico, que no se encuentra en el
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y que expresa la
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situación en la que “dos o más personas vinculadas entre sí por la posible
adquisición recíproca o unilateral de un derecho” (4) fallecen de forma
simultánea o en la que se presupone que la muerte les ha sorprendido al
mismo tiempo.
El concepto de conmoriencia va ligado al de premoriencia, que significa
que una persona muere antes que otra, es decir, indica la muerte sucesiva de
dos o más personas vinculadas. En alguna ocasión han llegado a equipararse
ambos términos, como se aprecia en la Sentencia 59/2009 de la Audiencia
Provincial de León (5) en cuyos antecedentes de hecho se indica que en
primera instancia el Juez dictó“... que debo declarar y declaro que la expresión
conmoriencia que aparece en el testamento antedicho, debe ser interpretada,
como fallecimiento de la testadora y su hermano Ismael a la vez, y fallecimiento
de éste antes que la testadora, es decir, que al fallecimiento de la testadora,
también hubiera fallecido D. Ismael, bien antes o a la vez que la testadora”
Ambos conceptos, premoriencia y conmoriencia, comparten-reflejan la
importancia de la data de la muerte, tema medicolegal clásico y espinoso.
Verdú (6) ya indica que “establecer con fidelidad el momento de la muerte de
una persona es uno de los grandes retos que, diariamente, se le presentan al
profesional de la Medicina Legal y Forense”; en el mismo sentido Pérez
Gallardo, (4) dice que “importa y mucho la determinación exacta del momento
del fallecimiento, la precisión de la fecha, hora y minuto de la muerte...Importa
resolver los problemas planteados por la conmoriencia...” Este es el propósito
del legislador catalán al definir la conmoriencia.
“Artículo 211-2: Conmoriencia
El llamamiento a una sucesión o la transmisión de derechos a favor de
una persona que dependen del hecho de que haya sobrevivido a otra solo
tienen lugar si aquella ha vivido al menos setenta y dos horas más que la
persona a quien tenía que sobrevivir.”
Se separa del criterio jurisprudencial y marcado por el código civil según
el cual, ante la duda, se opta por la presunción de muertes simultáneas y la
carga de la prueba recae sobre quien defienda que las muertes han ocurrido en
momentos distintos.
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Art. 33 código civil: “si se duda, entre dos o más personas llamadas a
sucederse, quién de ellas ha muerto primero, el que sostenga la muerte
anterior de una o de otras debe probarla; a falta de prueba, se presumen
muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a
otro.”
Así pues, en realidad el código civil catalán define la premoriencia y
establece como norma que la sucesión se dará sólo cuando la persona
testadora fallezca al menos, 72 horas antes que el beneficiario. En el
preámbulo de la ley se indica que esta regla “es más respetuosa con la
voluntad del causante que quería favorecer a una determinada persona y no a
los herederos de esta”. Esta interpretación es coherente con la redacción del
código civil art. 766 “El heredero voluntario que muere antes que el testador...
no transmiten ningún derecho a sus herederos”, si bien se desconoce porqué
se ha establecido un plazo de 72 horas y no otro inferior o superior.
Compartimos el que esta regla facilita la labor de interpretación judicial
en caso de muertes en un mismo hecho o muertes cercanas de personas
llamadas a suceder; también puede disminuir el número de litigios originados
por este motivo; pero plantea dificultades para el médico o el médico forense y
genera situaciones de conflicto. La existencia de un plazo exige certeza y
precisión en establecer el momento de la muerte, lo cual es casi imposible con
instrumentos actuales de la medicina legal y puede verse modificado en función
de distintas circunstancias sanitarias.
En relación con la conmoriencia, Verdú (6), plantea tres supuestos en el
caso del fallecimiento de un matrimonio sin descendencia, pero sí con
hermanos y padres: a) que se establezca que la mujer murió antes que el
marido, con lo cual los beneficiarios serán los familiares del marido; b) que se
establezca que el marido murió antes, en cuyo caso los más beneficiados
serán los familiares de la mujer y c) que murieran a la vez, en cuyo caso no hay
familiares más beneficiados.
Las posibilidades son tantas a la hora de transmisión como complejas y
extensas pueden ser las familias.
No se pretende ahondar en el derecho sucesorio, sino plantear algunas
situaciones, en relación con artículo 211-2:
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1.- Que se conozca la data exacta de la muerte tanto del testador como
de los beneficiarios:
a) Que en un mismo hecho se conozca la hora exacta de la muerte
porque han fallecido en presencia de personal sanitario y que el testador
fallezca 72 horas antes que el o los beneficiarios. En esta situación tampoco
hay dudas en la sucesión.
b) Que en un mismo hecho (accidente en un pueblo cercano al límite
entre Cataluña y la Comunidad Valenciana) fallece el testador en el lugar del
accidente, uno de los beneficiarios es trasladado al hospital de la Comunidad
Valenciana y muere a las 24h del accidente y otro beneficiario muere a las 36h
en un hospital de Cataluña. Cabe la posibilidad de litigio.
c) Que uno de los beneficiarios haya suscrito el documento de
voluntades anticipadas y otro no, de modo que al primero no se le aplican
medidas extraordinarias y al otro sí, consiguiendo sobrevivir más de 72 horas al
testador.
2. Que se desconozca la data de la muerte:
d) Que en un mismo hecho (accidente de tráfico) fallezcan todas las
personas en el acto. Todas ellas presentan lesiones incompatibles con la vida o
mortales de necesidad. A priori no debe haber conflicto, pues no ha lugar la
transmisión de bienes de unas personas a otras; este extremo queda recogido
en la Sentencia del Tribunal Supremo (7) de 10/03/1998 en la que se indica: “la
aludida presunción de conmoriencia no puede ser sustituida por la propugnada
de premoriencia porque no lo permite la tremenda violencia del choque y el
incendio subsiguiente con cremación de ambos cuerpos”.
e) Se sabe que el beneficiario ha sobrevivido al testador por los actos y
el tipo de lesiones que presenta. En este caso, precisar si el periodo de
supervivencia al testador es superior o inferior a 72 horas puede ser una
cuestión irresoluble para el médico forense y, por tanto, puede generar conflicto
entre los posibles herederos.
Así, pues la norma es clara, pero no por ello va a eliminar la
conflictividad, puesto que a pesar de su importancia, el médico no siempre
puede precisar cuál es el momento de la muerte, sino que ante un cadáver, se
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establece el llamado periodo de menor incertidumbre en el momento de la
muerte, que en ocasiones puede ser incluso superior a las 72 horas marcadas
por la Ley 25/10.
SOBRE EL CONCEPTO AUTONOMÍA DE LA PERSONA EN EL
ÁMBITO DE LA SALUD.
El tercer punto de interés se refiere a la autonomía de la persona en el
ámbito de la salud.
Actualmente para poder aplicar determinados tratamientos a personas
sujetas a tutela o en potestad en Cataluña, es necesario que el tutor solicite
una autorización judicial previa, según lo establecido en el artículo 7.2 de la Ley
21/2000
II
y en el artículo 219 del código de familia
III
. Este requisito no es
necesario cuando se trata de tutelados de otra Comunidad autónoma; tampoco
exige tal autorización la Ley 41/02, reguladora de la autonomía del paciente y
de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.
En este sentido, la Ley 25/10, viene a equiparar la norma autonómica a la
estatal y a la de otras comunidades y suprime la necesidad de autorización
judicial que debían recabar los tutores o padres para poder aplicar
determinados tratamientos médicos a las personas tuteladas o en potestad.
Por otra parte, no se encuentran discrepancias entre el resto del
contenido del capítulo II de la Ley 25/10IV y la Ley 41/02.
CONCLUSIÓN
La realidad autonómica española puede suponer diferencias en cuanto a
la adquisición y transmisión de derechos según el territorio; con unas
exigencias y requisitos distintos, como así se ha visto en el concepto de
persona y de conmoriencia reflejados en la Ley 25/10. Pero el estado de
autonomías exige uniformidad de criterios en algunos aspectos como son la
información a los pacientes, el consentimiento, etc. La ley 25/10 ha venido a
pulir la diferencia territorial a la hora de aplicar tratamientos médicos a
personas tuteladas en Cataluña.
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BIBLIOGRAFÍA
1. Delgado J, Bayod C, art. 13 del código civil, 2004. Disponible en
http://www.unizar.es/derecho/derecho_aragones/progcivil/Documentos/art13CC
.pdf
2. BARBER R, La constitución y el derecho civil
http://www.unirioja.es/dptos/dd/redur/numero2/barber.pdf
3. Karrera M, La competencia sobre Derecho Civil derivada del artículo
149.1.8º,2009 http://www.euskomedia.org/aunamendi/150187/133296
4. Pérez LB., 2009, La regulación jurídica de la muerte en Iberoamérica con
especial referencia al Derecho Cubano.
5. Sentencia 59/2009 de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de
León. Ponente: Miguel Ángel Amez Martínez.
6. Verdú, FA, ¿Qué dice el forense? Una curiosa sinopsis de ciertas
quisicosas, peculiaridades y técnicas de la Medicina Legal y Forense, 2002,
Editorial Comares, Granada.
7. Sentencia de 10 de marzo de 1998 del Tribunal Supremo, sala Primera,
Ponente: José Luís Albácar López.
NORMATIVA:
-
Ley 25/2010 de 29 de julio, del libro segundo del código civil de Cataluña,
relativo a la persona y la familia. Disponible en
http://www.boe.es/boe/dias/2010/08/21/pdfs/BOE-A-2010-13312.pdf (último
acceso 22/09/10)
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-
Código
civil.
Disponible
en
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Privado/cc.html (último acceso el
22/09/10)
-
Ley
9/1998
de
Código
de
Familia,
disponible
en
http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/ca-l9-1998.html (último
acceso el 15/09/2010)
-
Ley 29/2002, de 30 de diciembre. Primera Ley del Código Civil de Cataluña.
Disponible en
http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/ca-l29-2002.html (último
acceso el 22/09/10)
-
Ley 21/2000, de 29 de diciembre, sobre los derechos de información
concernientes a la salud y la autonomía del paciente, y la documentación
clínica de Cataluña. Disponible en:
http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/ca-l21-2000.html (último
acceso el 22/09/10)
-
Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica. Disponible en
http://www.boe.es/boe/dias/2002/11/15/pdfs/A40126-40132.pdf (último
acceso el 22/09/10)
I
Ley 29/2002, de 30 de diciembre. Primera Ley del Código Civil de Cataluña.
Artículo 111-3. Territorialidad.
1. El Derecho Civil de Cataluña tiene eficacia territorial, sin perjuicio de las excepciones que puedan
establecerse en cada materia y de las situaciones que deban regirse por el estatuto personal u otras normas
de extraterritorialidad.
2. Lo establecido por el apartado 1 se aplica también al derecho local, escrito o consuetudinario, propio de
algunos territorios o poblaciones, en la medida en que la ley remita al mismo.
3. Las personas extranjeras que adquieran la nacionalidad española quedan sometidas al derecho civil
catalán mientras mantengan la vecindad administrativa en Cataluña, salvo que manifiesten su voluntad en
contra.
4. La vecindad local es determinada por las normas que rigen la vecindad civil.
Artículo 111-4. Carácter de derecho común.
Las disposiciones del presente Código constituyen el derecho común en Cataluña y se aplican
supletoriamente a las demás leyes.
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Artículo 111-5. Preferencia y supletoriedad.
Las disposiciones del Derecho Civil de Cataluña se aplican con preferencia a cualesquiera otras. El derecho
supletorio solo rige en la medida en que no se opone a las disposiciones del Derecho Civil de Cataluña o a
los principios generales que lo informan.
II
Ley 21/2000 sobre los derechos de información concernientes a la salud y la autonomía del paciente y la
documentación clínica de Cataluña.
Artículo 7. Excepciones a la exigencia del consentimiento y otorgamiento del consentimiento por substitución.
2. Son situaciones de otorgamiento del consentimiento por substitución:
a) Cuando el enfermo, a criterio del médico responsable de la asistencia, no es competente para
tomar decisiones, porque se encuentra en un estado físico o psíquico que no le permite hacerse
cargo de su situación, el consentimiento debe obtenerse de los familiares de éste o de las personas
a él vinculadas.
b) En los casos de incapacidad legal, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 219 de la Ley
9/1998, de 15 de julio, del Código de Familia.
c) En los casos de personas internadas por trastornos psíquicos, en quienes concurran las
circunstancias del artículo 255 de la Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código de Familia.
d) En el caso de menores, si éstos no son competentes, ni intelectual ni emocionalmente, para
comprender el alcance de la intervención sobre su salud, el consentimiento debe darlo el
representante del menor, después de haber escuchado, en todo caso, su opinión sí es mayor de
doce años. En los demás casos, y especialmente en casos de menores emancipados y adolescentes
de más de dieciséis años, el menor debe dar personalmente su consentimiento.
No obstante, en los supuestos legales de interrupción voluntaria del embarazo, de ensayos clínicos
y de práctica de técnicas de reproducción humana asistida, se estará a lo establecido con carácter
general por la legislación civil sobre mayoría de edad, y, si procede, la normativa específica que
sea de aplicación.
3. En los supuestos definidos en las letras a), b) y c) del apartado 2, se pueden llevar a cabo las
intervenciones indispensables desde el punto de vista clínico a favor de la salud de la persona afectada.
4. En los casos de substitución de la voluntad del afectado, la decisión debe ser la más objetiva y
proporcional posible a favor del enfermo y de respeto a su dignidad personal. Así mismo, el enfermo debe
intervenir tanto como sea posible en la toma de decisiones.
III
Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código de Familia.
Artículo 219. Autorización previa.
1. La persona titular de la tutela necesita autorización judicial para:
a.
Internar a la persona incapacitada en un establecimiento adecuado.
b.
Aplicar a la persona incapacitada tratamientos médicos que fundamentalmente puedan poner en grave
peligro su vida o su integridad física o psíquica.
2. Las medidas indicadas en el apartado 1 pueden ser tomadas sin autorización previa si el hecho de su obtención
puede suponer un retraso que implique un grave riesgo para la persona tutelada, para otras personas o para los
bienes. En este caso, debe comunicarse al Juzgado que corresponda y al consejo de tutela, si lo hay, la decisión
adoptada, en el plazo de veinticuatro horas, como máximo.
IV
Ley 25/10 CAPÍTULO II. Autonomía de la persona en el ámbito de la salud
Sección 1.ª Tratamientos médicos
Artículo 212-1. Derecho a la información sobre la salud.
1. Toda persona tiene derecho a recibir información verídica, comprensible y adecuada a sus
necesidades y requerimientos sobre el alcance de cualquier intervención en el ámbito de su salud, que la
ayude a tomar decisiones de forma autónoma, salvo que haya expresado su voluntad de no ser informada.
Este derecho es directamente exigible ante los tribunales de justicia.
2. El paciente es el titular del derecho a la información y quien tiene el derecho a permitir y
autorizar el acceso a la información que se refiere a su salud, salvo en los casos en que la legislación
establece otra cosa.
3. Toda persona tiene derecho a que se respete la confidencialidad de los datos que se refieren a
su salud y que no se generen registros con datos personales de salud que no sean estrictamente necesarios.
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4. Si la persona se halla en un estado físico o psíquico que no le permite recibir la información o
comprenderla, esta debe darse, de la forma establecida por la legislación para el ámbito sanitario, a la
persona designada en el documento de voluntades anticipadas, al asistente legalmente designado, al
representante legal, a la persona que tiene la guarda de hecho, a los familiares o a las personas que están
vinculadas a ella, según proceda.
Artículo 212-2. Consentimiento informado.
1. Las personas mayores de dieciséis años y las menores que tengan una madurez intelectual y
emocional suficiente para comprender el alcance de la intervención en su salud deben dar el
consentimiento por sí mismas, salvo en los casos en que la legislación de ámbito sanitario establece otra
cosa.
2. Si la persona se halla en un estado físico o psíquico que no le permite hacerse cargo de su
situación ni decidir, el consentimiento debe obtenerse, de la forma establecida por la legislación para el
ámbito sanitario, de las mismas personas que deben recibir la información a que se refiere el artículo 2121.4.
3. El interesado, o las personas que suplen su capacidad, en interés del propio interesado, pueden
revocar el consentimiento otorgado.
4. Si las personas llamadas a dar consentimiento por sustitución se niegan a darlo, la autoridad
judicial puede autorizar la intervención a solicitud del facultativo responsable y en interés de la persona
que no puede consentir.
Artículo 212-3. Documento de voluntades anticipadas.
1.
La persona mayor de edad con plena capacidad de obrar puede expresar en un
documento de voluntades anticipadas las instrucciones para la realización de actos y tratamientos
médicos, para el caso en que se encuentre en una situación en que no pueda decidirlo por ella misma.
También puede designar la persona que, en su sustitución, debe recibir la información sobre su salud y
decidir sobre la realización de aquellos actos y tratamientos.
2.
En el documento de voluntades anticipadas pueden constar previsiones referentes a la
donación de los órganos o del cuerpo, y a las formas de entierro o a la incineración.
3.
Los profesionales que atiendan al otorgante de un documento de voluntades anticipadas
deben respetar las instrucciones que expresa, dentro de los límites establecidos por la legislación del
ámbito sanitario.
4.
En cuanto a la forma de otorgamiento del documento de voluntades anticipadas, al
procedimiento de comunicación de las voluntades anticipadas al centro sanitario y a sus efectos, es
preciso ajustarse a lo establecido por la legislación especial de ámbito sanitario.
5.
El documento de voluntades anticipadas es siempre revocable.
6.
Si la persona otorgante de un documento de voluntades anticipadas ha hecho delación
voluntaria de su tutela de acuerdo con el Artículo 222-4 y ambos actos contienen designaciones o
instrucciones incompatibles, prevalecen las del documento de fecha posterior.
Sección 2.ª Internamientos
Artículo 212-4. Internamiento.
El internamiento en un establecimiento especializado de una persona por razón de trastornos
psíquicos o enfermedades que puedan afectar a su capacidad cognitiva requiere la autorización judicial
previa si su situación no le permite decidir por sí misma, cualquiera que sea su edad.
Artículo 212-5. Internamiento urgente.
1.
No es precisa la autorización judicial previa si se produce una causa de urgencia médica
que requiera el internamiento sin dilación. Esta causa debe ser constatada por un facultativo y debe
fundamentarse en un riesgo inmediato y grave para la salud del enfermo o para la integridad física o
psíquica del enfermo o de otras personas.
2.
El director del establecimiento donde se haga el internamiento debe comunicarlo a la
autoridad judicial del lugar donde se halle el establecimiento en el plazo de veinticuatro horas.
3.
La autoridad judicial debe ratificar o dejar sin efecto el internamiento, de acuerdo con la
legislación procesal, en el plazo de setenta y dos horas desde que recibe la comunicación.
4.
La autoridad judicial, en la resolución en que ratifica el internamiento, debe hacer
constar el plazo, que no puede exceder de dos meses, en que el director del establecimiento debe informar
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periódicamente sobre la situación de la persona internada, a fin de revisar la necesidad de la medida. A
petición del director del establecimiento, la autoridad judicial puede acordar, dada la situación de la
persona internada, que los informes sucesivos se emitan en intervalos superiores, que no pueden exceder
de seis meses.
Artículo 212-6. Cambio de circunstancias en el internamiento voluntario.
Si una persona que consintió su propio internamiento por razón de trastorno psíquico ya no está
en condiciones de decidir su continuación porque las circunstancias clínicas o el riesgo asociado al
trastorno han cambiado de forma significativa, el director del establecimiento debe comunicarlo a la
autoridad judicial para que, si procede, ratifique su continuación, de acuerdo con lo establecido por el
artículo 212-5.3.
Sección 3.ª Decisiones sobre el propio cuerpo
Artículo 212-7. Decisiones sobre el propio cuerpo.La libre decisión de las personas es determinante en las
cuestiones que puedan afectar a su dignidad, integridad y bienestar físico y mental y, en particular, en
cuanto al propio cuerpo y a la salud reproductiva y sexual.
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