Nestlé Nutrition Institute Workshop Series | Vol. 71 Avances recientes en la investigación del crecimiento: perspectivas nutricionales, moleculares y endocrinas Viena, Austria, 23 a 26 de octubre de 2011 Coordinadores Matthew W. Gillman Peter D. Gluckman Ron G. Rosenfeld Influencias tempranas de la nutrición sobre el crecimiento fetal Maria Makrides, Amanda Anderson y Robert A. Gibson Es más probable que los lactantes con crecimiento intrauterino restringido presenten un desarrollo cognitivo deficiente durante la infancia, así como un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, pulmonar y renal en la vida posterior. En consecuencia, la prevención del bajo peso al nacer y la prevención de la restricción del crecimiento en el útero son objetivos importantes, que conllevan el potencial de mejorar la salud de los niños a largo plazo. Sin embargo, ha sido difícil alcanzar estos objetivos. Aunque la mejora de la calidad de la alimentación materna durante el embarazo parece un abordaje lógico para fomentar el crecimiento del feto, la relación entre la nutrición materna y el crecimiento fetal dista de ser claramente evidente. Además de la nutrición materna, hay numerosos factores que influyen sobre el tamaño del lactante en el momento del nacimiento, entre los que destacan el potencial genético, el tamaño de la madre, el éxito de la placentación y el suministro de nutrientes al feto, el embarazo y la adaptación metabólica para proteger al feto, y otras agresiones medioambientales, como el consumo de cigarrillos y alcohol. De hecho, algunos de estos factores pueden desempeñar un papel más importante en la influencia sobre el tamaño del bebé al nacer, motivo por el cual ha sido difícil descifrar el efecto real de la alimentación materna durante el embarazo sobre el crecimiento fetal. Se han diseñado ensayos controlados aleatorios (ECA) para evaluar los efectos de intervenciones nutricionales específicas durante el embarazo sobre el tamaño al nacer. Aunque la mayoría de las intervenciones nutricionales no han proporcionado los resultados esperados, dos de ellas merecen un comentario. Uno de los abordajes se centra en el equilibrio de macronutrientes, mientras que el otro se focaliza en los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga ω-3 (AGPICL ω-3) como micronutrientes. El aporte complementario y equilibrado de energía en forma de proteínas se considera una de las intervenciones con macronutrientes más prometedoras para la prevención de la restricción del crecimiento 1 intrauterino, y se define como aporte complementario nutricional durante el embarazo, en el que la proteína proporciona <25% del contenido total en energía. Una revisión sistemática y un meta-análisis, incluyendo 11 ECA o cuasi ECA recientes, indican que el aporte complementario y equilibrado de energía que proviene de las proteínas en mujeres gestantes permite una reducción del 31% del riesgo de dar a luz a lactantes demasiado pequeños para la edad gestacional [1]. Los resultados agrupados del peso al nacer demostraron también que el aporte complementario y equilibrado de energía que proviene de las proteínas durante el embarazo producía un mayor peso medio al nacer en comparación con el grupo control (diferencia media ≈ 60 g) [1]. Estos efectos fueron más acusados en las mujeres malnutridas en comparación con las mujeres que estaban adecuadamente nutridas. La sugerencia de que los AGPICL ω-3 pueden no ser adecuados en la alimentación de mujeres gestantes procede en gran medida de estudios realizados en los países industrializados en los que se consume una alimentación de tipo occidental. En tres revisiones sistemáticas se han agregado los resultados de los ECA significativos [2–4]. Los meta-análisis mostraron resultados notablemente coherentes, a pesar del hecho de que estas revisiones se basaban en criterios de inclusión diferentes. En efecto, el aporte complementario de aceite de pescado (habitualmente 3 g de AGPICL ω-3) en la segunda mitad del embarazo dio lugar a mayores pesos medios al nacer (≈ 50 g) y mayores longitudes medias al nacer (≈ 0,5 cm) en los grupos de aceite de pescado en comparación con el grupo control [2–4]. No obstante, es importante puntualizar que también se produjo un modesto incremento de la duración de la gestación (aproximadamente 2,5 días) en el tratamiento con aceite de pescado. Los pequeños incrementos del peso y la longitud al nacer en el tratamiento con AGPIGL ω-3 fueron compatibles con el pequeño incremento de la duración de la gestación. Además, no se registraron diferencias globales entre los grupos en la proporción de bebés pequeños para la edad gestacional [2]. En consecuencia, es completamente justificable dejar entrever que los incrementos observados del peso y la longitud al nacer con el aporte complementario de AGPICL ω-3 se deben a un aumento de la duración de la gestación. Con objeto de aclarar estos resultados complejos, es imprescindible la realización de ensayos suficientemente extensos para detectar un efecto eventual de la intervención y, no menos importante, para evaluar la influencia de modificadores específicos del efecto. 2 Bibliografía 1 2 3 4 Imdad A, Bhutta ZA: Effect of balanced protein energy supplementation during pregnancy on birth outcomes. BMC Public Health 2011;11(suppl 3):S17. Makrides M, Duley L, Olsen SF: Marine oil, and other prostaglandin precursor, supplementation for pregnancy uncomplicated by pre-eclampsia or intrauterine growth restriction. Cochrane Database Syst Rev 2006;CD003402. Horvath A, Koletzko B, Szajewska H: Effect of supplementation of women in highrisk pregnancies with long-chain polyunsaturated fatty acids on pregnancy outcomes and growth measures at birth: a meta-analysis of randomized controlled trials. Br J Nutr 2007;98:253–259. Szajewska H, Horvath A, Koletzko B: Effect of n-3 long-chain polyunsaturated fatty acid supplementation of women with low-risk pregnancies on pregnancy outcomes and growth measures at birth: a meta-analysis of randomized controlled trials. Am J Clin Nutr 2006;83:1337–1344. 3 Influencias tempranas de la nutrición sobre el crecimiento postnatal Berthold Koletzko, Jeanette Beyer, Brigitte Brands, Hans Demmelmair, Veit Grote, Gudrun Haile, Dariusz Gruszfeld, Peter Rzehak, Piotr Socha y Martina Weber, para El Grupo de Estudio del Proyecto Europeo de Obesidad Infantil El crecimiento y el desarrollo no sólo son características clave para la infancia sino también marcadores sensibles de salud y nutrición. Los pediatras monitorizan el crecimiento infantil como parte de la asistencia estándar. Este abordaje sirve fundamentalmente para detectar anomalías en el crecimiento debidas a enfermedades o a una nutrición inadecuada; sin embargo, recientemente está recibiendo una atención cada vez mayor el impacto de un crecimiento excesivo sobre la salud infantil. Dieta postnatal, crecimiento y riesgo de enfermedades posteriores Hay evidencias que demuestran los efectos de la programación postnatal sobre una obesidad posterior y enfermedades no transmisibles asociadas [1]. Tanto el peso elevado al nacer como una ganancia de peso importante durante los dos primeros años de vida se asocian con un incremento notable del riesgo de obesidad posterior y consecuencias adversas asociadas [2]. Por ejemplo, en más de 4.000 niños hallamos que una rápida y temprana ganancia de peso pronosticaba sobrepeso en la edad escolar [3]. En varias revisiones sistemáticas se confirmó que la rápida ganancia de peso en los lactantes y durante los dos primeros años de vida es un indicador significativo de riesgo de obesidad posterior. Efectos protectores de la lactancia materna sobre al riesgo de obesidad en las etapas posteriores de la vida Los lactantes alimentados con leche materna muestran un crecimiento algo diferente que los alimentados con leche para lactantes. En condiciones deficientes, con tasas elevadas de infección y diarrea, la lactancia materna 4 Mayor suministro de proteínas Incremento de los niveles plasmáticos y tisulares de aminoácidos insulinógenos Incremento de la secreción de insulina y IGF-1 Ganancia de peso hasta los 2 años Actividad adipógena Riesgo a largo plazo de obesidad y consecuencias asociadas Fig. 1. La “hipótesis del aporte excesivo de proteínas al inicio” da a entender que un exceso de proteínas en la alimentación de los lactantes que supere sus necesidades metabólicas dará lugar a un aumento de las concentraciones plasmáticas y tisulares de aminoácidos liberadores de insulina y a un incremento de la secreción de insulina y de IGF-1 que, a su vez, aumentarán la ganancia temprana de peso, la actividad adipógena y el riesgo de obesidad a largo plazo. protege frente a las anomalías del crecimiento asociadas; sin embargo, en condiciones adecuadas, los lactantes alimentados con leche materna presentan una menor ganancia media de peso en la infancia temprana que los bebés alimentados con fórmulas infantiles [2]. Comprobamos que este diferente crecimiento temprano con la lactancia materna se asociaba con una probabilidad corregida del 21 y 25% menor con respecto al sobrepeso y la obesidad en la edad escolar, respectivamente, en más de 9.000 niños [2]. La alimentación más prolongada con leche materna disminuía, además, la probabilidad de sobrepeso y obesidad, que puede ser compatible con un efecto causal. Este efecto protector de la alimentación con leche materna fue también confirmado en otros numerosos estudios y meta-análisis. La “hipótesis del aporte excesivo de proteínas al inicio” Numerosos factores difieren entre la alimentación con leche materna y la alimentación con biberón. Seguimos la “hipótesis del aporte excesivo de proteínas al inicio”, es decir, que la mayor ganancia de peso en los lactantes alimentados con fórmulas infantiles está causada en parte por la mayor ingestión de proteína [4]. Los aminoácidos estimulan la diana de la rapamicina en los mamíferos (mTORC1), la insulina 5 *** DE del IMC 0,5 MEP MAP Leche materna ** ** 0 –0,5 1 3 6 Edad (meses) 12 24 Fig. 2. Datos de desviación estándar (DE) del IMC desde el nacimiento hasta la edad de 2 años en sujetos participantes en el Proyecto Europeo de Obesidad Infantil, alimentados con leche materna o asignados aleatoriamente para recibir durante el primer año de vida una fórmula infantil con MEP o MAP. Los lactantes alimentados con leches para lactantes del grupo MAP mostraron mayores valores del IMC que los lactantes alimentados con leche materna durante el periodo de lactancia y a los 2 años de edad. El grupo asignado aleatoriamente al MEP presentaba niveles de IMC significativamente menores que el grupo MAP, y el grupo MEP normalizó los niveles del IMC a los 2 años de edad en comparación con los sujetos alimentados con leche materna. Extraído de los datos de Koletzko y cols. [5]. y el factor de crecimiento de la insulina de tipo 1 (IGF-1), y tanto el crecimiento temprano como la actividad adipógena (Fig. 1). Investigamos la “hipótesis del aporte excesivo de proteínas en un ensayo clínico multicéntrico, en el que se incluyó a más de 1.600 lactantes a término sanos de 5 países, el Proyecto Europeo de Obesidad Infantil [5]. A los lactantes alimentados con fórmulas infantiles les fueron asignados aleatoriamente, a doble ciego, leches para lactantes y leches de continuación con mayor contenido en proteínas (MAP) o menor contenido en proteínas (MEP), pero de igual densidad energética. También se siguió a un grupo de referencia de lactantes, que fueron alimentados exclusivamente con leche materna durante un período mínimo de 3 meses. Las diferencias en el peso y en el peso para la talla entre los grupos alimentados con fórmulas infantiles aparecieron al cabo de 6 meses de edad y permanecieron relativamente estables después, mientras que la longitud no difería. El MAP dio lugar a un IMC significativamente mayor que el MEP durante el período de intervención a partir de los 6 meses, así como después del final de la intervención (Fig. 2). Es interesante destacar que el IMC en el grupo MEP fue idéntico al del grupo alimentado 6 con leche materna a los dos años de edad. Además, el seguimiento mostró una notable diferencia en el IMC entre los grupos MAP y MEP hasta los seis años. Conclusiones Los resultados del ensayo demuestran que la reducción de proteínas en las fórmulas infantiles induce respuestas metabólicas y endocrinas similares, pero no iguales, a la alimentación con leche materna. Por otra parte, se normaliza el peso y el IMC en relación con los controles alimentados con leche materna a partir de los 2 años. Los datos disponibles deben alentarnos a fomentar activamente, proteger y apoyar la lactancia materna. Para aquellos lactantes no alimentados con leche materna o no alimentados exclusivamente con la misma son preferibles las fórmulas infantiles con un menor contenido de proteínas, pero con proteínas de alta calidad. Durante el primer año de vida debe evitarse el uso de leche de vaca, dado que proporciona un aporte muy elevado de proteínas. Agradecimientos Los estudios aquí comunicados fueron realizados con apoyo financiero parcial de la Comisión de las Comunidades Europeas, Programa RTD específico “Calidad de vida y gestión de recursos vitales”, dentro del 5º Programa Estructural, becas de investigación nº QLRT-2001-00389 y QLK1-CT-2002-30582, el 6º Programa Estructural, contrato nº 007036 y el 7º Programa Estructural, contrato nº FP7-289346-EARLY NUTRITION. Este trabajo no refleja necesariamente los puntos de vista de la Comisión, y en ningún caso anticipa la política futura en este ámbito. Se agradece el apoyo adicional de la Red Nacional de Competencia sobre Obesidad, beca nº 01 GI 0825, Ministerio Alemán de Educación e Investigación, Berlín, la Fundación de Salud Infantil, Munich y el Proyecto de Prioridad de Investigación Innovadora de la Universidad de Munich MC-Health (subproyecto I). El Dr. Koletzko es el beneficiario de una Beca “Freedom to Discover” de la Fundación Bristol-Myers-Squibb, Nueva York, EE.UU. Los fondos para financiar la redacción de este trabajo fueron proporcionados por Nestlé Nutrition, Vevey, Suiza. Bibliografía 1 2 Koletzko B, Brands B, Poston L y cols: Early nutrition programming of long-term health. Proc Nutr Soc 2012;71:371–378. Koletzko B, von Kries R, Closa R y cols: Can infant feeding choices modulate later obesity risk? Am J Clin Nutr 2009;89:1502S–1508S. 7 3 4 5 8 Toschke AM, Grote V, Koletzko B, von Kries R: Identifying children at high risk for overweight at school entry by weight gain during the first 2 years. Arch Pediatr Adolesc Med 2004;158:449–452. Koletzko B, Broekaert I, Demmelmair H y cols: Protein intake in the first year of life: a risk factor for later obesity? The E.U. childhood obesity project. Adv Exp Med Biol 2005;569:69–79. Koletzko B, von Kries R, Closa R y cols: Lower protein in infant formula is associated with lower weight up to age 2 y: a randomized clinical trial. Am J Clin Nutr 2009;89:1836–1845. Estudios de asociación del genoma completo sobre las características del crecimiento humano Mike Weedon A pesar del importante factor de la herencia sobre las características del crecimiento humano, hasta fechas recientes no se conocían los detalles sobre los genes y las variantes genéticas subyacentes que explican la variación normal en el crecimiento. Por ejemplo, aunque la talla adulta final es, aproximadamente, un 80% hereditaria, numerosos y variados estudios sobre los genes no han sido capaces de identificar variantes genéticas comunes que expliquen la variación en la talla de la población general. No obstante, la puesta en práctica desde el año 2007 de estudios de asociación del genoma completo a gran escala ha permitido lograr un enorme avance en nuestro conocimiento de la base genética del crecimiento. Este éxito ha tenido lugar gracias a la capacidad para detectar sistemáticamente la mayor parte de la variación común en el genoma utilizando simultáneamente chips de micromatriz del genoma completo, pero también debido a los esfuerzos cooperativos que han desembocado en estudios con tamaños de muestras extremadamente grandes (decenas de miles), necesarios para este tipo de estudios. A partir de estos esfuerzos se han identificado variantes genéticas que afectan al peso al nacer, al crecimiento postnatal y al crecimiento puberal, así como fenotipos antropométricos del adulto, como el peso, el perímetro de la cintura y el IMC. El abordaje ha sido particularmente exitoso para la talla del adulto, con respecto a la cual se han identificado hasta la fecha 180 locus [1]. Los genes implicados a partir de estos estudios están proporcionando nuevos conocimientos sobre la biología del crecimiento. Por ejemplo, la identificación del FTO como gen clave para la regulación del peso ya que antes de los estudios GWA, el FTO era un gen desconocido en una vía desconocida [2]. Actualmente se está realizando un esfuerzo enorme para comprender el mecanismo por el cual el FTO influye sobre la masa adiposa, esfuerzo que está dando lugar a nuevos conocimientos sobre la biología subyacente de la regulación del peso. 9 Entre otros ejemplos de genes nuevos identificados a partir de los estudios GWA destaca el LIN28B, un regulador de los microARN, en donde se ha demostrado su función de regulador clave del desarrollo puberal. Más ampliamente, los genes que implican estos estudios tienden a agruparse y están proporcionando nuevas vías importantes en el crecimiento; por ejemplo, la demostración de que la coenzima A y las vías metabólicas de los ácidos grasos son importantes en la regulación de la edad puberal en las niñas [3]. A pesar del éxito de los estudios GWA, las variantes identificadas conllevan efectos de pequeña magnitud, e incluso en combinación sólo dan cuenta de una proporción reducida del factor herencia de estas características. Por ejemplo, analizando 180.000 sujetos se han identificado 180 locus para la talla adulta [1], si bien sólo explican alrededor de un 12% del factor herencia de la talla. ¿Dónde está el resto del factor herencia? La explicación puede residir en variantes comunes adicionales y será necesaria la realización de estudios más extensos para identificar dichas variantes. Entre las posibles explicaciones adicionales destaca la variación epigenética y estructural, y ya se dispone de datos de que estos factores desempeñarán una función determinada. Las variantes de menor frecuencia y raras (que no son captadas por los chips de genotipaje actuales) constituyen otra fuente potencial de gran parte de la variación restante, y actualmente se está realizando un gran esfuerzo para explorar estas variantes con respecto a su asociación con diversas enfermedades y características genéticas. Esto es posible gracias a la estimulación de desarrollos en tecnologías de secuenciado, que están posibilitando el secuenciado del exoma entero y del genoma entero. Es probable que estos proyectos generen nuevas asociaciones apasionantes; sin embargo, para identificar sólidamente estas variantes es probable que necesitemos esfuerzos de colaboración a gran escala. En conclusión, los estudios GWA han tenido éxito ya que han identificado las primeras variantes genéticas comunes asociadas a características del crecimiento. Basándose en estos datos, se han obtenido ya nuevos e importantes conocimientos sobre la biología del crecimiento, lo cual se intensificará con los estudios en curso y los estudios de seguimiento futuros. No obstante, las variantes asociadas han dejado sin explicar una parte considerable de la variación hereditaria. Con los desarrollos en las tecnologías de secuenciado y las colaboraciones a gran escala, en los próximos años será posible la realización de estudios genéticos del crecimiento. 10 Bibliografía 1 2 3 Lango Allen H, Estrada K, Lettre G y cols: Hundreds of variants clustered in genomic loci and biological pathways affect human height. Nature 2010;467:832–838. Frayling TM, Timpson NJ, Weedon MN y cols: A common variant in the FTO gene is associated with body mass index and predisposes to childhood and adult obesity. Science 2007;316:889–894. Elks CE, Perry JR, Sulem P y cols: Thirty new loci for age at menarche identified by a meta-analysis of genome-wide association studies. Nat Genet 2010;42:1077–1085. 11 IGF-1 en el crecimiento humano: lecciones derivadas de anomalías en el eje de la hormona del crecimiento-IGF-1 Vivian Hwa El sistema del factor de crecimiento de la insulina (IGF) desempeña un papel crucial en todas las fases del crecimiento humano, incluyendo el intrauterino, el infantil y el puberal. La importancia del IGF-1 en el crecimiento humano, tanto intrauterino como postnatal, está siendo realzada por raras mutaciones IGF1 homocigóticas humanas, que se caracterizan por un retraso en el crecimiento intrauterino (RCIU), microcefalia, retraso mental y fallo grave del crecimiento postnatal. Las situaciones clínicas de resistencia al IGF-1, debido a mutaciones heterocigóticas en el receptor IGF-1 (RFCII; Fig. 1), dan lugar análogamente al RCIU, aunque el retraso en el crecimiento postnatal y los rasgos fenotípicos son más variables. Mientras que la regulación prenatal del IGF-1 no se conoce a ciencia cierta, la regulación postnatal de la producción del IGF-1 depende sobre todo de la hormona del crecimiento (HC), con deficiencia primaria del IGF-1 (DIGF) consecutiva a alteraciones en el eje HC-IGF-1. La activación del eje HC-IGF se inicia cuando la HC derivada de la hipófisis interactúa con su receptor en la superficie de la célula afín, el receptor HC (RHC), hallado en tejidos tanto hepáticos como extrahepáticos. Las vías de transmisión de señales inducidas en el momento del reclutamiento de la Janus quinasa 2 (JAC 2) citoplasmática para el complejo HC-RHC, incluyen la PCAM (proteinquinasa activada por un mitógeno), la FI3C (fosfoinositida-3 quinasa) y cuatro vías TSAT (transductor de señales y activador de transcripción). Las cascadas de transducción de señales culminan en la regulación de múltiples genes, incluyendo el IGF1, IGFBP3 (IGF que se une a la proteína 3) e IGFALS (subunidad lábil ácida, SLA). El IGF-1 producido por el hígado circula por la sangre en un complejo ternario con FCIUP3 y SLA, para ser suministrado a las células y a los tejidos que responden al IGF-1. El IGF-1 periférico, que puede ser regulado por 12 HC Deficiencia de IGF-1 RHC: HCUP – o + Insensibilidad a la HC >250 casos >70 mutaciones Fallo del crecimiento postnatal. Hígado JAC2 JAC2 Ras/SAM FI3C/AKT TSAT5b TSAT1,-3,-5a FCI-I FCIUP3 SLA FCI-RFCII Crecimiento Deficiencia de IGF-1 TSAT5B: HCUP + Insensibilidad a la HC 10 casos Fallo del crecimiento 7 mutaciones postnatal. Disfunción inmunitaria. Deficiencia de IGF-1 FCI-I: HCUP + Insensibilidad a la HC 3 casos Fallo del crecimiento 3 mutaciones intrauterino y postnatal. Microcefalia Retraso mental FCISLA: HCUP + Deficiencia de IGF-1 y >21 casos FCIUP3 circulantes. >16 mutaciones Insensibilidad a la HC Fallo leve del crecimiento postnatal. RFCII: HCUP + >13 casos Insensibilidad a la HC >9 mutaciones Fallo del crecimiento intrauterino y postnatal. Microcefalia (variable) Retraso mental (variable) Fig. 1. Mutaciones y fenotipo clínico asociados a alteraciones en el eje HC-IGF-1. otros factores de crecimiento y por las citocinas, produce efectos paracrinos y autocrinos. En el eje HC-IGF, las alteraciones que afectan a los genes GHR, STAT5B o IGFALS dan lugar a DIGF postnatal y al síndrome de insensibilidad a la HC (IHC). Las mutaciones GHR, descritas por vez primera hace más de 40 años, siguen siendo la causa más corriente de IHC y DIGF, habiéndose notificado más de 70 mutaciones en más de 250 pacientes (Fig. 1). Aunque los pacientes son de tamaño normal al nacer, presentan un fallo grave del crecimiento postnatal a pesar de los niveles normales o elevados de HC. Las mutaciones son predominantemente recesivas, y la mayor parte (90%) se localiza en el dominio extracelular, que se une a la HC del RHC. El dominio extracelular del RHC puede ser también escindido proteolíticamente para circular como proteína que se une a la HC y, en consecuencia, puede servir como marcador de la integridad de la expresión del RHC. El espectro de los fenotipos y del DIGF parece 13 correlacionarse con el tipo de mutación, confiriendo los efectos más graves las mutaciones homocigóticas sin sentido y sustitutiva. La identificación reciente de mutaciones STAT5B recesivas, autosómicas, homocigóticas, raras, asociadas a DIGF e IHC graves implicó la vía de transmisión de señales STAT5b como la vía más importante para la regulación inducida por HC de la producción de IGF-1. Estos pacientes (se han descrito 10 hasta la fecha) se parecían clínicamente a sujetos portadores de mutaciones GHR, pero con el fenotipo adicional de inmunodeficiencia. Las mutaciones en el gen IGFALS, 16 homocigóticos o heterocigóticos mixtos, descritos en 21 pacientes, indicaban que los trastornos en el IGF-1 circulante tiene implicaciones fisiopatológicas. Producida exclusivamente por el hígado, la SLA actúa fundamentalmente estabilizando el complejo circulante IGF-1-FCIUP3. Las mutaciones IGFALS han producido una deficiencia completa de la SLA, caracterizada por una reducción intensa de las concentraciones séricas de IGF-1 y FCIUP3, que es incoherente con el retraso leve en el crecimiento asociado (puntuación de la desviación estándar de la talla de –2 a –3 antes y durante la pubertad). También se ha registrado insensibilidad a la insulina. En resumen, la identificación y la evaluación de alteraciones genéticas en el eje HC-IGF revelaron que pacientes con mutaciones en los genes GHR, STAT5B, IGF1 o IGFIR manifestaron DIGF o resistencia al IGF-1 y, además, IHC. Por otra parte, mutaciones en los genes IGF1 e IGFIR afectan al crecimiento intrauterino. La evaluación continuada de pacientes con crecimiento anormal facilitará, en última instancia, un mejor diagnóstico y tratamiento de los niños que presentan crecimiento y desarrollo anormales. 14 Epigenética sin impronta en el desarrollo y el crecimiento fetal y postnatal Keith M. Godfrey Las variaciones genómicas establecidas explican únicamente una fracción de la variabilidad en el desarrollo, el crecimiento y el riesgo de enfermedades metabólicas posteriores en los lactantes humanos. No obstante, cada vez se dispone de más datos que permiten suponer la existencia del papel importante que desempeñan los factores medioambientales perinatales [1]. Por ejemplo, la hambruna durante el embarazo se asocia al crecimiento fetal y postnatal y al riesgo de obesidad en la descendencia adulta, mientras que las variaciones normales en la composición corporal materna se relacionan con la obesidad posterior del niño. Aunque el conocimiento de los mecanismos subyacentes es limitado, los datos derivados de modelos animales dan a entender que los procesos epigenéticos en genes sin impronta constituyen un vínculo importante entre el entorno temprano de la vida, por ejemplo, la alimentación materna, y la alteración en el desarrollo temprano y la composición corporal posterior en la edad adulta [2]. Procesos epigenéticos tales como las modificaciones en la metilación del ADN y la histona permiten que el entorno del desarrollo module la transcripción de genes; por condsiguiente, muchos de estos cambios son estables durante todo el curso de la vida [3]. La metilación regulada del ADN aparece predominantemente en una citosina 5’ inmediatamente a una guanina (zonas CpG). Dichos procesos participan no solamente en la diferenciación celular y en las improntas genómicas parentales, sino también en la plasticidad del desarrollo a través de la cual el entorno en la fase temprana de la vida puede afectar a la trayectoria del desarrollo, con efectos a largo plazo sobre la expresión de los genes y el desenlace fenotípico. Por ejemplo, en la rata, la alimentación materna desequilibrada durante la gravidez induce cambios en la metilación del ADN y modificaciones covalentes en la histona, en las regiones reguladoras 5’ de genes sin impronta específicos [4], y afecta a la composición corporal posterior de la descendencia y al fenotipo 15 metabólico. Pueden prevenirse cambios inducidos en el fenotipo mediante intervenciones nutricionales durante el embarazo, o tal vez alterarse por intervenciones nutricionales durante el periodo juvenilpuberal o por intervenciones hormonales durante la lactancia. Aunque los procesos epigenéticos que actúan en el desarrollo temprano han sido implicados en el crecimiento perinatal y en la composición corporal posterior [3], hasta fechas recientes se ha dispuesto de escasas pruebas directas a favor de esta proposición en humanos. Recientemente se ha hallado que una mayor metilación de una CpG única dentro del promotor RXRA, medida en el cordón umbilical, se asociaba sólidamente a una mayor obesidad en la infancia posterior [5]. Las mediciones perinatales de la metilación del ADN explicaban más del 25% de la variación en la obesidad infantil. Estos resultados se reprodujeron en una segunda cohorte independiente. Teniendo en cuenta las complejidades de la biología de los receptores retinoides, el aumento de la metilación de RXRA podría actuar a través de diversas vías, si bien una asociación entre el incremento de la metilación de RXRA y la obesidad es coherente con la observación de la intensa disminución de la expresión de RXRA en el tejido adiposo blanco visceral de ratones obesos. Por otra parte, el papel de la metilación de los receptores retinoides en el desarrollo de una obesidad posterior está respaldado por datos experimentales recientes, demostrativos de una influencia de la alimentación materna durante el embarazo sobre la metilación de LXRA, un asociado heterodimérico de RXRA. En los estudios humanos mencionados anteriormente también se observaron asociaciones entre los niveles de metilación de RXRA y la ingestión materna de hidratos de carbono, lo que apoya el concepto de que las condiciones nutricionales en la fase temprana del embarazo pueden afectar a la obesidad de un niño en la vida posterior [5]. El trabajo proporciona nuevas pruebas a favor del papel de cambios epigenéticos en genes sin impronta, en relación con la fase temprana del desarrollo, y deja entrever que los componentes específicos del estado epigenético en el nacimiento podrían utilizarse para pronosticar la obesidad en la infancia posterior. En definitiva, los estudios animales y humanos respaldan el concepto de que los procesos epigenéticos son capaces de ejercer un control fino sobre los desenlaces del desarrollo. Bibliografía 1 2 16 Godfrey KM, Barker DJP: Fetal programming and adult health. Public Health Nutr 2001;2:611–624. Burdge GC, Slater-Jefferies J, Torrens C y cols: Dietary protein restriction of pregnant rats in the F0 generation induces altered methylation of hepatic gene promoters in the adult male offspring in the F1 and F2 generations. Br J Nutr 2007;97:435–439. 3 4 5 Godfrey KM, Lillycrop KA, Burdge G y cols: Epigenetic mechanisms and the mismatch concept of the developmental origins of health and disease. Pediatr Res 2007;61:5R–10R. Lillycrop KA, Slater-Jefferies JL, Hanson MA y cols: Induction of altered epigenetic regulation of the hepatic glucocorticoid receptor in the offspring of rats fed a proteinrestricted diet during pregnancy suggests that reduced DNA methyltransferase-1 expression is involved in impaired DNA methylation and changes in histone modifications. Br J Nutr 2007;97:1064–1073. Godfrey KM, Sheppard A, Gluckman PD y cols: Epigenetic gene promoter methylation at birth is associated with child’s later adiposity. Diabetes 2011;60:1528–1534. 17 Anomalías epigenéticas en los trastornos del crecimiento infantil Irène Netchine, Sylvie Rossignol, Salah Azzi y Yves Le Bouc El crecimiento fetal es un proceso complejo en el que participan factores medioambientales, epigenéticos y genéticos. La restricción del crecimiento fetal se asocia a morbilidad en recién nacidos pequeños para la edad gestacional (PEG), así como en niños y adultos que fueron PEG. Los genes improntados (cuya expresión se restringe a un alelo parental único) desempeñan un papel crucial en el control del crecimiento fetal en mamíferos. El cromosoma humano 11p15 abarca dos dominios improntados, diferencialmente metilados y regulados por su propia región de control improntada (RCI1 en el dominio H19/IGF2, que es metilado en el alelo paterno, y RCI2 en el dominio KCNQ1/CDKN1C, que es metilado en el alelo materno). La pérdida de improntas en estos dos dominios está implicada en dos trastornos del crecimiento clínicamente opuestos. De hecho, nuestro grupo ha identificado una pérdida de la metilación del ADN (PEM) en la RCI1 en más del 50% de los pacientes afectados del síndrome de Russell-Silver (SRS), un síndrome caracterizado por retraso en el crecimiento intrauterino y postnatal con crecimiento craneal respetado, rasgos dismórficos, asimetría corporal frecuente y dificultades de alimentación graves [1, 2]. Por el contrario, el incremento de la metilación del ADN en la RCI1 se halla en el 10% de los pacientes con síndrome de Beckwith-Wiedemann (SBW), un síndrome de sobrecrecimiento con incremento del riesgo de tumores en la infancia, mientras que se halló una PEM en la RCI2 en el 60% de los casos de SBW [3]. Actualmente hemos identificado más de 100 pacientes con SRS y PEM en el 11p15. Esta epimutación 11p15 es una causa frecuente y específica del SRS, dado que no ha sido identificada en pacientes PEG sin síndromes. Estos nuevos datos de la fisiopatología del SRS permiten la realización de estudios de seguimiento a largo plazo basados en el diagnóstico molecular. Esto contribuirá a definir normas clínicas apropiadas con respecto al crecimiento, la rápida progresión de la edad ósea durante la pubertad y las dificultades de alimentación. Cabe destacar que también hallamos recientemente que aproximadamente un 10% de pacientes con SRS y alrededor de un 25% de 18 pacientes con SBW presentaban PEM multilocus en regiones improntadas distintas de RCI1 o RCI2 en el 11p15, respectivamente [4]. Por otra parte, más de 2/3 de pacientes con SRS y PEM multilocus también presentaban PEM en un segundo locus paternalmente metilado, DLK1/GTL2 IG-DMR, cuyas anomalías de metilación daban lugar a PEG y pubertad precoz. En varios estudios clínicos se demostró que la tecnología de reproducción asistida incrementaba significativamente el riesgo de enfermedades con improntas humanas, incluyendo SBW y SRS, lo que da a entender que el entorno puede favorecer las enfermedades improntadas. La identificación de los factores que participan en el mantenimiento y/o el establecimiento de las improntas es indudablemente crucial para comprender los mecanismos que subyacen a la regulación de las improntas y los trastornos que dan lugar a enfermedades complejas como el SRS y el SBW. Bibliografía 1 2 3 4 Gicquel C, Rossignol S, Cabrol S y cols: Epimutation of the telomeric imprinting center region on chromosome 11p15 in Silver-Russell syndrome. Nat Genet 2005;37:1003–1007. Netchine I, Rossignol S, Dufourg MN y cols: 11p15 imprinting center region 1 loss of methylation is a common and specific cause of typical Russell-Silver syndrome: clinical scoring system and epigenetic-phenotypic correlations J Clin Endocrinol Metab 2007;92:3148–3154. Gaston V, Le Bouc Y, Soupre V y cols: Analysis of the methylation status of the KCNQ1OT and H19 genes in leukocyte DNA for the diagnosis and prognosis of Beckwith-Wiedemann syndrome. Eur J Hum Genet 2001;9:409–418. Azzi S, Rossignol S, Steunou V y cols: Multilocus methylation analysis in a large cohort of 11p15-related foetal growth disorders (Russell Silver and Beckwith Wiedemann syndromes) reveals simultaneous loss of methylation at paternal and maternal imprinted loci. Hum Mol Genet 2009;18:4724–4733. 19 Crecimiento humano: perspectivas evolutivas y de historia del ciclo vital Peter D. Gluckman, Alan S. Beedle, Mark A. Hanson y Felicia M. Low Las perspectivas evolutivas y de historia vital ofrecen un modo de obtener un conocimiento más completo de la condición humana, proporcionando una perspectiva más amplia, tanto sobre el crecimiento y el desarrollo como sobre las variaciones en el riesgo de contraer enfermedades. Un importante principio evolutivo es que los procesos selectivos no están relacionados directamente con el fomento de la salud o la longevidad, sino con el aseguramiento de una reproducción satisfactoria (buen estado físico), que viene determinada sólidamente por la supervivencia en las dos primeras décadas de la vida [1]. Esto se asocia a compensaciones, tanto entre las características como a lo largo del curso de la vida. El desarrollo de los mamíferos está influido por una serie de influencias medioambientales que inducen una serie de fenotipos maduros a través de los procesos de desarrollo de la plasticidad. Esto permite el ajuste de la trayectoria del desarrollo, de manera que el fenotipo de la vida adulta encajará condiciones medioambientales que permanecerán según lo pronosticado por las exposiciones en las fases tempranas de la vida. No obstante, estas respuestas adaptativas esperadas pueden llegar a no adaptarse si los pronósticos son inexactos o si cambia la naturaleza del entorno [2]. La teoría de la historia de la vida está relacionada directamente, con sus compensaciones, con la evolución de las características relacionadas directamente con el éxito reproductivo. Por ejemplo, la edad materna dentro de una población se correlaciona positivamente con el peso al nacer y la duración de la lactancia materna; sin embargo, en situaciones adversas, como la estrechez económica durante la infancia, los tres parámetros se reducen [3]. La mayor mortalidad extrínseca pronosticada, ha dado lugar a que la salud de la descendencia sea compensada con la necesidad de reproducirse antes de morir. La heredabilidad estimada de un rasgo depende del entorno, y cada vez es mayor el interés por la contribución de los modos de herencia no 20 genómicos, como la transmisión transgeneracional de marcas epigenéticas a través de la línea germinal, cambios epigenéticos parentalmente inducidos en la descendencia o la recreación seriada de la inducción del entorno a lo largo de generaciones [4]. Los cambios inducidos por el desarrollo pueden llegar a ser potencialmente fijos en una población y, por tanto, contribuir a los procesos evolutivos. El bipedalismo y la pelvis relativamente estrecha en humanos han dado lugar a equilibrios en el nivel de madurez cerebral en el nacimiento. La altricialidad secundaria ha aparecido en los casos en que los lactantes nacen más pequeños, con crecimiento cerebral incompleto, y son muy dependientes de sus madres con respecto a la movilidad y al sustento. La obesidad neonatal y del lactante puede actuar como amortiguador metabólico para proteger el desarrollo del cerebro. Los intervalos entre nacimientos, comparativamente más cortos, permitidos por estructuras sociales que sustentan al lactante destetado, incrementan la fecundidad y, en consecuencia, el buen estado físico. Los humanos tienen una infancia prolongada que, a su vez, refleja la corta fase de lactante y posiblemente el período postnatal más prolongado, necesario para el crecimiento completo del cerebro. La edad puberal en el sexo femenino, y probablemente en el masculino, ha descendido durante los dos siglos pasados, tal vez como consecuencia de cambios en la nutrición materna y otros efectos del desarrollo prenatal y postnatal. La programación de la maduración es compleja y, puede ser adelantada por entornos donde la mortalidad es elevada o por condiciones mejoradas en relación a las experimentadas durante las fases tempranas de la vida. Puede utilizarse la estructura adaptativa pronosticada para interpretar estas pautas de maduración [5]. Aunque el individuo postpuberal es física y psicosexualmente maduro, la función ejecutiva mediada por las vías frontotalámicas alcanza únicamente la madurez plena en la tercera década de la vida. Este desajuste puede ser debido a la mayor probabilidad de adoptar comportamientos de riesgo y, por lo tanto, incrementar la morbilidad y la mortalidad del adolescente. El impacto adverso parece intensificarse en aquellas personas con un inicio puberal más temprano. Llega a ser importante investigar la base de la maduración tardía del cerebro de una manera evolutiva (por ejemplo, ¿es debida a la redundancia de funciones ejecutivas en sociedades simples, a la complejidad de la sociedad moderna o a pautas modernas de educación infantil?), dado que tendrá considerables implicaciones prácticas. 21 Bibliografía 1 2 3 4 5 22 Jones JH: The force of selection on the human life cycle. Evol Hum Behav 2009;30:305–314. Gluckman PD, Hanson MA, Spencer HG: Predictive adaptive responses and human evolution. Trends Ecol Evol 2005;20:527–533. Nettle D: Dying young and living fast: variation in life history across English neighbourhoods. Behav Ecol 2010;21:387–395. Gluckman PD, Hanson MA, Beedle AS: Non-genomic transgenerational inheritance of disease risk. Bioessays 2007;29:145–154. Gluckman PD, Hanson MA: Evolution, development and timing of puberty. Trends Endocrinol Metab 2006;17:7–12.