CAALMA 2/13/08 12:21 AM Page 127 Prevención de obesidad y lactancia materna hijos de quienes no lo fueron. La explicación que dan los autores es que si estos individuos tuvieron nutrición deficiente durante el periodo crítico de la diferenciación del hipotálamo, se les modificó el desarrollo de los centros hipotalámicos encargados de regular el apetito. La lactancia materna representa una de las primeras experiencias del recién nacido, y su composición única puede estar implicada en la impronta metabólica. Por ejemplo, puede haber sustancias en la leche materna que dejen huella en el sistema neuro-hormonal que controla el consumo de alimentos. En 1980, Lucas et al.15 estudiaron la respuesta metabólica y endocrina en 77 niños de seis días de nacidos, alimentados con fórmula infantil y con leche materna. En los niños alimentados con fórmula se encontraron cambios significativos en las concentraciones plasmáticas de insulina, motilina, enteroglucagón, neurotensina y polipéptido pancreático, mientras en los amamantados estos cambios fueron leves o nulos. Los niveles basales de polipéptido inhibitorio gástrico, motilina, neurotensina y péptido intestinal vasoactivo fueron también mayores en los niños alimentados con fórmula que en los amamantados. Estos hallazgos, como sugieren los autores, explican en parte las diferencias en la disposición de la grasa subcutánea y en la frecuencia de las evacuaciones entre los niños alimentados con fórmula y los amamantados. En 2002, Hirai et al.16 estudiaron el efecto trófico de múltiples factores de crecimiento de la leche humana en cultivos de pequeñas células intestinales fetales. Concluyeron que muchos de los factores de crecimiento de la leche humana como EGF, IGF-1, FGF, HGF y TGF-alpha tienen fuerte efecto trófico sobre las inmaduras células intestinales, y deben estar involucrados en la adaptación gastrointestinal perinatal. Hauner et al.17 y Petruschke et al.18 encontraron que esos factores de crecimiento inhiben la diferenciación de los adipositos in vitro. A su vez, Casabiel et al.19 detectaron también leptina en la leche materna, y debe tener asimismo un factor regulador, ya que esta hormona inhibe el apetito y los patrones anabólicos, estimulando los patrones catabólicos. Además, el consumo de proteína y la cantidad de energía metabolizada es menor en los niños amantados que en los alimentados con fórmula20. El consumo alto de proteína tiene como resultado un aumento en la secreción de IGF-1 (factor de crecimiento 1 similar a la insulina), el cual a su vez estimula la multiplicación de adipositos21. Rolland-Cahera et al.22 mostraron también una asociación significativa entre el consumo temprano de proteína y el índice de masa corporal en un estudio longitudinal, sugiriendo que el alto consumo de proteína en los primeros meses de vida aumenta el riesgo posterior de obesidad. Aspectos conductuales Los niños amamantados regulan su consumo de alimentos con mucha precisión de acuerdo a sus necesidades de crecimiento y conservación; además, controlan la producción de leche materna de su madre. En contraste, la saciedad puede ser un reto para los infantes alimentados con fórmula, cuando el niño satisfecho es animado a vaciar la botella, y por las fórmulas infantiles más concentradas en energía y nutrientes que la leche materna. Si esto ocurre tempranamente y continúa, el desarrollo infantil de los mecanismos de autorregulación puede ser deteriorado, ya que los mecanismos externos de control pueden sobreponerse a las señales internas de hambre y saciedad. La alimentación con fórmula favorece el desarrollo del sobrepeso al estimular el consumo excesivo de leche o al dañar el desarrollo de los mecanismos de autorregulación. 127