Sp. Theology of Stewardship - The Christian and Missionary Alliance

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LA
MAYORDOMÍA
Y EL REINO DE
DIOS
La Mayordomía y el Reino de Dios
Derechos del Autor © Ronald Walborn y Frank Chan
Todos los derechos reservados.
Oficina de Mayordomía de las Iglesias
La Alianza Cristiana y Misionera
8595 Explorer Drive, Colorado Springs, CO 80920
1-800-485-8979 • www.cmalliance.org
CONTENIDO
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Capítulo 1 — La Mayordomía Definida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
El Concepto de la Mayordomía en el Antiguo Testamento . . . . . . 6
El Concepto de la Mayordomía en el Nuevo Testamento . . . . . . . . 8
Principios de Mayordomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Capítulo 2 — Instrucciones Prácticas Sobre Cuatro Asuntos Relacionados . 17
Guerra Espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
El Evangelio de la Salud y la Riqueza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
El Espíritu del Diezmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
La Esclavitud de la Deuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Anotaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
INTRODUCCIÓN
Hay una crisis en la cristiandad hoy. Muchas iglesias y denominaciones están luchando para alcanzar sus metas financieras y proveer
fondos para sus visiones. Nosotros en la Alianza Cristiana y Misionera
no estamos ajenos a esta lucha. Pero la crisis a la cual nos enfrentamos
no es principalmente una lucha de mayordomía. Es una crisis de
discipulado. Ciertamente que la mayordomía fluye de esta categoría
más amplia de discipulado pero el asunto principal es la totalidad
de lo que significa ser un seguidor de Jesús en el siglo veintiuno.
La iglesia en Norteamérica ha reducido trágica e inadvertidamente el seguir a Jesús a una serie de credos para creer y un grupo de
oraciones para ser oradas. Perdido en nuestro evangelismo está el
llamado radical a dejar el reino de este mundo y someterse al gobierno y soberanía de Dios. Nuestro llamado a hacernos ciudadanos
del Reino de Dios ha hecho pocas demandas en lealtades mundanas
anteriores. Hemos producido discípulos a quienes no les importa
tomar su cruz, siempre que no sea muy pesada, se ajuste a su itinerario y que no choque con su estilo de vida. Hemos predicado una
cruz incruenta que ha despojado a la cristiandad de su poder y ha
convertido la enseñanza bíblica de la mayordomía en una tarea
que la mayoría de los predicadores preferirían evitar.
El momento ha llegado para La Alianza Cristiana y Misionera
el repasar el significado de la mayordomía bíblica, el aprender de
nuevo los principios que dirigen el ganar un salario, gastar, ahorrar
y dar y comprometernos de nuevo como hombres y mujeres dedicados a la obediencia original. Hacia esta meta, así como todas las
áreas del discipulado diario, tenemos que recordarnos a nosotros
mismos del mensaje central de nuestro Señor Jesucristo.
1
“El Reino de Dios se ha acercado.” ¿Qué quiso decir Jesús
cuando hizo esa declaración en Marcos 1:15? ¿Qué relación tiene con
una teología bíblica de la mayordomía? La proclamación valiente de
Jesús se dirigió directamente al problema principal de la humanidad:
la naturaleza caída. La caída del hombre resultó en una toma de poder
hostil de este planeta. La desavenencia resultante entre el hombre y Dios
y entre el hombre y su semejante expuso horrendamente el gobierno
y soberanía del mal en esta tierra. La misión de Jesús fue el restablecer
la “cabeza de playa” redentora del gobierno y soberanía de Dios.
Dallas Willard parafrasea Marcos 1:15 para comunicar esta verdad
impresionante: “Entonces Jesús vino a Galilea anunciando las buenas
nuevas de Dios. ‘Todos los preliminares han sido atendidos,’ dijo ‘y
el gobierno de Dios ahora está accesible a todos. Revisen sus planes
para vivir y fundamenten sus vidas en esta notable nueva oportunidad.’”1 En otras palabras, Jesús estaba haciendo disponible una
nueva completa economía bajo la cual podemos vivir. “Aquí está,”
declara Jesús, “el reino de Dios está a su alcance. El gobierno y la
soberanía de Dios están disponibles para todos los que lo reciban.”
El relato de Mateo de este anuncio incluye la bien conocida
directriz, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”
(Mateo 4:17). Inherente en este llamado es el requisito de volverse
de la dirección en la que uno se dirige hacia una completa y nueva
realidad. Arrepentimiento (griego: metanoeo) significa cambiar la
mente o el propósito de uno.2 “Cambia tu vida. El reino de Dios
está aquí,” es como Eugene Peterson presenta este versículo en The
Message (El Mensaje, en español). Él cautiva el corazón del mensaje
de Jesús. Usted puede entrar en el Reino de Dios sólo si usted está
dispuesto a soltarse del control “aparente” que usted tiene sobre su
propia vida. Una proclamación del Reino que descuida el llamado
a reconsiderar y arrepentirse de valores y prioridades anteriores produce
estilos de vida que no llegan a lo que Jesús busca.
Algunos han sugerido que esta realidad del Reino era y es para
un tiempo futuro, que el Reino no está disponible ahora pero que
algún día lo estará.3 Mientras que hay ciertamente elementos del Reino
que todavía no hemos experimentado, Jesús parece haber estado invitando a sus oyentes a entrar en algo que está accesible inmediatamente.
2
El tiempo perfecto de eggiken, traducido usualmente “está a la mano”
o “se ha acercado” (Mateo 3:2; 4:17; 10:7; Marcos 1:15), indica que la
“venida” es una acción pasada con resultados presentes.4 Jesús proclamó
que el gobierno y soberanía de Dios, aunque no consumada plenamente,
está disponible ahora.5
Si el llamado de Jesús fuera realmente un llamado a recibir el
gobierno y la soberanía de Dios, es obvio que el que está respondiendo a este llamado no puede quedar igual. Claramente que caer
bajo el señorío de Dios estaría el uso de su dinero, dones, habilidades
y todos los recursos. Por lo tanto, nosotros, que entramos al Reino,
pasamos por un cambio radical. Le servimos a un nuevo Amo y todo
lo que tenemos le pertenece a Él (Salmo 24:1). Si Dios posee nuestros
corazones, muy ciertamente tendrá nuestras billeteras también.
Por lo tanto, cualquier discusión sobre mayordomía tiene que
comenzar con una comprensión saludable del discipulado del Reino.
Tenemos que contrarrestar nuestra tendencia a limitar nuestro concepto
de mayordomía a asuntos de dinero y finanzas porque la mayordomía
bíblica abarca mucho más: significa estar sometidos plenamente bajo
el gobierno de Dios en cada área de nuestras vidas. A.B. Simpson, en
su artículo, “The Grace of Giving” (“La Gracia de Dar”, en español),
describe esta maravillosa conexión entre discipulado y mayordomía
del Reino:
Cuando comenzamos nuestra misión en la calle Tremont en
Boston, recuerdo haber tomado una ofrenda para ésta en una
reunión por la tarde en la ciudad. El donativo más grande fue
$25.00—una suma considerable para aquel tiempo. Estaba curioso
por saber quién fue la “persona de los $25.” Al final de la reunión
me lo presentaron—un pobre zapatero que tenía un pequeño
taller. Cuando le hablé sobre su donativo generoso él me dijo,
“Si sólo usted supiera lo que el Señor me ha dado, usted no se
sorprendería del todo.” Posteriormente me relacioné mejor con
el hombre. Cada vez que iba a Boston allí estaba él, gritando sus
aleluyas. El se había convertido muchos años antes pero no podía
tener gozo. Estaba hambriento por más de la presencia de Dios.
3
Él buscó una experiencia más profunda con Dios pero los miembros de la iglesia a la cual él asistía le dijeron que su búsqueda era
una tontería. “Tú tienes que estar resignado a seguir pecando como
el resto de nosotros,” le aconsejaron. El hombre se apartó y por
varios años mantuvo un bar en Boston. Pero el hambre de su
corazón no se le iba. Un jueves por la tarde llegó tambaleándose
a nuestra reunión de la Alianza en Boston y escuchó a la gente
hablando sobre las riquezas de la gracia de Cristo. Antes de que
terminara la tarde él había recibido el Espíritu Santo. Se fue para
su casa para tirar el whisky al mar. Cerró su bar y volvió a hacer
zapatos para ganarse la vida. Allí en su pequeño taller él predicaba
el evangelio todo el día a los clientes. Y ese era el hombre que
dio $25.00. Ello fue un regalo que Dios hizo posible y que Dios
movió por la plenitud del Espíritu Santo y el derramamiento de
Su gracia.6
El factor distintivo del dar de este hombre fue su corazón. Aunque
había sido un cristiano por años, él tenía un hambre insaciable por
más de la presencia de Dios. Finalmente él la experimentó sólo después
que estuvo dispuesto a abandonar sus ídolos y volver a la sencillez
de la pura devoción a Jesús. Monetariamente él ganaba muy poco
como zapatero, pero recibiendo de todo corazón de Aquel que es
dueño de todo, de cierto, lo hacía rico a él. Como resultado, su deseo
fue de contar tanto como dar. El no solamente predicó sobre la gracia
de Dios. Él la vivía. La gente que entiende lo que tienen en el Reino
de nuestro Señor dan generosamente y con gozo. La gente que no
ha sido enseñada así, no lo hará.
Creemos que esta convicción sirve como punto de partida para
la mayordomía apropiada de todo lo que poseemos. Los principios
que presentamos y los asuntos que discutimos en las páginas que
siguen no se pueden comprender sin el Señorío de Cristo como su
verdadero fundamento.7 Debido al alcance limitado de nuestra discusión no podemos discutir cada punto de la Escritura y cada asunto
de interés.8 No obstante, nuestra confianza es que este trabajo servirá
como un resumen conciso de lo que cada pastor, anciano y feligrés
debería saber sobre la mayordomía bíblica.
4
LA MAYORDOMÍA
DEFINIDA
El Nuevo Diccionario Colegial Webster (Webster’s New Collegiate
Dictionary, en inglés) define a un mayordomo como a “uno empleado
en una casa grande o hacienda para administrar intereses domésticos
(tales como la supervisión de sirvientes, cobro de rentas y llevar las
cuentas).”9 En resumen, un mayordomo es una persona que cuida
la propiedad de alguien. Hay varios ejemplos en el Antiguo Testamento,
donde los mayordomos son descritos sencillamente como aquellos
que “están a cargo de la casa” (Hebreo: al-habbayit, por ejemplo I
Reyes 4:6,16:9, Isaías 36:3, Versión Reina–Valera 1960), así como
en el Nuevo Testamento, donde son llamados administradores o
mayordomos (Griego: oikonomoi, por ejemplo Lucas 12:42; 16:1).
Debemos mencionar también la ilustración de Pablo en Gálatas 3:24
asemejando la ley del Antiguo Testamento a un esclavo de una casa
puesto a cargo de los niños (Griego: paidagogos). Quizás la historia
bíblica más vívida que ilustra la mayordomía es la de José, el administrador de la casa de Potifar (Génesis 39:4-6).10 Mientras que estos
pasajes ofrecen ilustraciones útiles de la ocupación de la mayordomía,
el meollo de la enseñanza bíblica sobre mayordomía como un punto
de discipulado va mucho más profundo.
5
EL CONCEPTO DE MAYORDOMÍA EN
EL ANTIGUO TESTAMENTO
El concepto hebreo de mayordomía empieza y termina con Dios.
Dios es el creador y poseedor de todas las cosas. Los seres humanos
que poseen la creación de Dios lo hacen así sólo según Dios delega
gratamente. Esta idea se puede trazar a lo largo de todo el Antiguo
Testamento. En Génesis 1 y 2, cuando Dios les concede a Adán y
Eva dominio sobre la creación, Él les está pidiendo que gobiernen
en Su nombre. Las responsabilidades de nombrar los animales, llenar
y sojuzgar la tierra demuestra que se les está dando un predominio
de embajadores como los vicegobernadores de Dios. Sin embargo,
no hay duda alguna en cuanto a quién es el verdadero Soberano.
El juicio que Adán y Eva sufrieron después que decidieron seguir
por su propio camino y salir del gobierno y soberanía de Dios en
Génesis 3 demuestra que ellos fueron tenidos por responsables por
el Señor. La responsabilidad de la mayordomía en el Reino de Dios
fue establecida desde el principio.
En Génesis 14, cuando Melquisedec saca el pan y el vino y bendice
a Abram, las primeras palabras que salen de su boca son, “Bendito
sea Abram del Dios Altísimo, creador [Hebreo: ganah] de los cielos
y la tierra” (vs.19 Versión Reina-Valera 1960). El versículo 20 registra
el primer diezmo en la Escritura: “Y le dio Abram los diezmos de
todo.” Dos versículos más adelante Abram levanta su mano y hace
personal la bendición de Melquisedec, declarando en esencia, “Señor
Dios Altísimo, todo lo que tengo te pertenece a Ti.” Es apropiado
decir que este diezmo está concebido por la bien delineada declaración
de que el Señor es el creador y poseedor de todas las cosas.
En Deuteronomio, cuando los israelitas estaban indecisos para
entrar a la Tierra Prometida, ellos fueron instruidos cuidadosamente
para que recordaran que la tierra en realidad le pertenecía a Dios.
Ellos eran, a lo más, habitantes temporeros. La tierra era el regalo
de Dios y su herencia de El (Deuteronomio 25:19). Ellos no podían
hacer todo lo que quisieran con ella. Más bien, ellos tenían que ser
buenos mayordomos de los recursos que Dios les había confiado.
Esta idea estaba detrás de muchas de las leyes acerca del uso de
6
la tierra. Dos ejemplos son dignos de señalar aquí. Primero, Dios
mandó que Su tierra tenía que estar sin cultivarse cada séptimo año
para recibir un descanso sabático de sembrar y cosechar. “Seis años
sembrarás tu tierra, y recogerás cosecha; mas el séptimo año la dejarás
libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare
comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar”
(Éxodo 23:10,11). Las cosechas de los años anteriores fueron prometidas
para ser suficientes para sostenerlos durante todo el año sabático de
reposo. Por medio de esta ley, Dios le estaba enseñando a Su pueblo
que El iba a ser su fuente de sustento, que ellos deberían confiar en Su
habilidad de proveer para ellos más que en la habilidad de ellos para
proveerse a ellos mismos. A través de los años el pueblo de Israel ignoró
tristemente esta ley del año sabático. Cuando el cronista miró hacia
atrás sobre la caída de Jerusalén en el 586 A.C., él interpretó la ruina
del pueblo y el cautiverio babilónico en términos de su inhabilidad
de confiar y obedecer a Dios en este preciso asunto. “Los que escaparon
de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia . . . hasta que la tierra
hubo gozado de reposo.” (2 Crónicas 36:20-21).
Segundo, los conceptos de mayordomía cubren leyes concernientes
al Año de Jubileo. Cada quincuagésimo año era consagrado como un
nuevo comienzo por toda la tierra (Levítico 25:8-54). Los desterrados
y los pródigos regresarían a casa. Las deudas tenían que ser perdonadas.
La tierra tenía que ser devuelta a sus dueños originales. ¿Por qué se
hacía esto? El Señor declaró que la tierra le pertenecía propiamente
a Él, y nadie sino El podía reclamar posesión absoluta de ella. “La
tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues
vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Levítico 25:23).
Por esto, el pueblo del pacto de Dios en el Antiguo Testamento
tenía un entendimiento muy claro del concepto de la mayordomía.
Aún sus cantos de adoración contenían referencias y recordatorios
hacia este importante principio espiritual. “De Jehová es la tierra y
su plenitud; el mundo y los que en él habitan. Porque él la fundó . . .”
(Salmo 24:1,2). Otra vez, por medio del salmista, Dios afirma, “Porque
mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve
en los campos me pertenece. Si yo tuviere hambre no te lo diría a ti;
7
porque mío es el mundo y su plenitud” (Salmo 50:10-12).
Esta teología de la propiedad de Dios también sustenta la práctica israelita de los diezmos y ofrendas. Hay tres diferentes diezmos
mencionados en el Antiguo Testamento: un diezmo para los levitas
(Números 18:21-24), un diezmo de celebración de los productos
agrícolas (Deuteronomio 12:6-7; 14:22-26), y un diezmo de benevolencia (Deuteronomio 14:28,29).11 Sin considerar el propósito
terrenal, el propósito principal de estas ofrendas siempre fue el de
ser la adoración de corazón al Dios que era el dueño y dador de todo.
Discutiremos en más detalle este concepto del espíritu del diezmo
en otra sección. Por el momento, podríamos decir que esta adoración
de corazón se ilustra hermosamente en la descripción del cronista
de los regalos que el pueblo de Israel trajo para la construcción del
templo. “Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente;
porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente”
(I Crónicas 29:9). David, sobrecogido por este derrame de generosidad,
brota en alabanza, diciendo, “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi
pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos . . .
Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud
te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente
te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo,
reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. Jehová, . . .
conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo . . .”
(2 Crónicas 29:14-18).
La enseñanza sobre mayordomía en el Antiguo Testamento se
puede resumir en tres principios: 1) Dios es dueño de todo. 2) El
pueblo del pacto de Dios es hecho responsable por la administración
de los recursos de Dios. 3) El dar es una respuesta en adoración a
la posesión de Dios de todas las cosas.
EL CONCEPTO DE LA MAYORDOMÍA EN
EL NUEVO TESTAMENTO
Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual
su señor pondrá sobre su casa, para que a su tiempo les dé su ración?
42
8
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le
halle haciendo así. 44En verdad os digo que le pondrá sobre
todos sus bienes. 45Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi
señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las
criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46vendrá el señor de
aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,
y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47Aquel
siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó,
ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas
el que sin conocerle hizo cosas dignas de azotes, será azotado
poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho
se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le
pedirá (Lucas 12:42-48).
43
La parábola de Jesús sobre los siervos fieles e infieles continúa
la teología de la propiedad de Dios que se encuentra en el Antiguo
Testamento. El señor en la parábola que está “viniendo” y le confía
sus posesiones a sus siervos podría haber sido reconocido por los
oyentes judíos como Dios de quien los profetas dijeron que “vendría”
en el Día del Señor.
Para muchos judíos palestinos del primer siglo esta “venida”
significaba la llegada de un Mesías político que los libertaría del
dominio del Imperio Romano. Su expectativa de que Jesús se introduciría en el Reino de Dios era alta.12 Sin embargo, la presentación
de Jesús de esta parábola presenta una nueva interpretación de este
esperado “Día del Señor” como el día de su propia Segunda Venida.
“Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que
no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (Lucas 12:40 Versión
Reina–Valera 1960).13 El efecto de esta movida interpretativa tuvo
profundas implicaciones para la mayordomía cristiana. En efecto,
Jesús les estaba enseñando no solamente que la plenitud del Reino
de Dios iba a ser demorada sino que entretanto, mientras el Reino
es “ahora” pero “todavía no”, ellos tienen que vivir una vida de
mayordomía fiel.
La palabra “mayordomo” (Griego: oikonomos) en Lucas 12:42
aparece frecuentemente en la literatura griega, en obras literarias
9
(por ejemplo, Filo y Josefo) y obras no literarias (recibos, contratos
de arrendamiento, etc. en papiros griegos).14 Ello se refería a
administradores de cuentas por pagar (por ejemplo, Lucas 16:1-8)
así como tesoreros municipales (por ejemplo, Erasto, mencionado
en Romanos 16:23). Mas aún, común a todos ellos era que ellos eran
responsables por propiedad que no era de ellos y tenían que dar cuenta
de lo que hicieron con ella. Por analogía, la parábola de Jesús llama
al pueblo de Dios a vivir como mayordomos responsables y que rinden
cuentas de todo lo que Dios les ha confiado.
Una palabra final en cuanto a la “venida” del señor: el período
de tiempo previsto para la recompensa (vs.44) y el castigo (vs.46)
de los mayordomos es claramente la Parousia, cuando el Reino de
Dios se haya consumado. Pero la escatología del Nuevo Testamento
es una escatología “realizada.” El meollo del mensaje de Jesús era que
las realidades del tiempo final (sanidades, derrota de los demonios,
la presencia de Dios en el Espíritu Santo, el perdón de los pecados,
etc.) están presentes ahora en forma de señal. Aún cuando los fieles
puedan anticipar recompensas celestiales (puestos a cargo de todo
lo que el señor posee, vs.44) y el castigo de los infieles en el infierno (los castigará duramente, vs.46), no hay razón por la cual estas
consecuencias futuras no puedan ser experimentadas en una pequeña
escala en la tierra ahora. Tenemos que estar abiertos a la posibilidad
de que la gente dentro del Reino de Dios, tanto los verdaderos como
los falsos (Mateo 13:24-29; 36-43; 47-50), puedan experimentar
en esta vida la bendición material y la maldición material (!) de Dios.
Según nos movemos más allá de esta parábola hacia el resto del
Nuevo Testamento, se hace claro que nuestra mayordomía consiste en
algo más que solamente cosas materiales. En I Corintios 4:1, (Versión
Reina-Valera 1960) Pablo dice que los obreros cristianos son mayordomos (plural: oikonomoi) de “los misterios de Dios.” Probablemente
Pablo se está refiriendo al evangelio, el misterio de la “multiforme
sabiduría de Dios,” que se le ha confiado a la Iglesia para darlo a
conocer (Efesios 3:9,10). Relacionado a esto es su uso de la palabra
mayordomía (oikonomía) para describir su predicación del evangelio
(I Corintios 9:16,17). En Tito 1:7, mientras hace una lista de las
cualificaciones para los ancianos, Pablo describe al obispo como
10
“administrador” (oikonomos) de Dios. Pablo está enseñando que los
líderes de la iglesia a quienes se les ha encomendado con la iglesia
de Dios son responsables ante Dios por su cuidado. Finalmente,
I Pedro 4:10 (Versión Reina-Valera 1960) dice, “Cada uno según
el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores (oikonomoi) de la multiforme gracia de Dios.” Entonces
Pedro pasa a señalar dones de palabra y servicio según el campo de
acción de nuestra mayordomía (I Pedro 4:11). El evangelio, nuestras
iglesias, los dones del Espíritu Santo—ninguna de estas maravillosas
bendiciones nos pertenecen. Nosotros somos los gratos recibidores
de las cosas buenas de Dios. Por lo tanto, somos responsables por
su uso en esta tierra y finalmente se nos pedirá cuenta por nuestra
fidelidad con ellas (Mateo 16:27; Romanos 14:10-12; I Corintios
3:10-15; 2 Corintios 5:10).
Desafortunadamente, este concepto de la mayordomía puede ser
más aceptable cuando se queda en un simple principio teológico que
cuando se convierte en un llamado a la vida cristiana práctica. No
es difícil aceptar la mayordomía cristiana en abstracto pero somos
lentos para abrazarla cuando tropieza con realidades tangibles. “Sí,
yo sé que Dios lo posee todo pero, ¿por qué se me hace tan difícil
entregarle mis hijos a Su cuidado cuando ellos quieren dedicarse a la
obra misionera?” Si somos responsables por el uso de nuestros dones
y habilidades, ¿por qué conducimos nuestros ministerios más por
nuestra propia conveniencia que por un sentido de llamado de Dios?
¿Por qué menospreciamos el dar con sacrificio como una práctica
legalista que se hace sólo en aquellas iglesias “radicales?” Estas preguntas apuntan hacia asuntos del corazón y nos desafían en nuestra
disposición, o quizás renuencia, a obedecer. Cada uno de nosotros
tiene que detenerse y considerar nuestros caminos (Hageo1:7) dejando
al Espíritu convencer, que pudiéramos aprender cómo y cuándo damos
en la falsa suposición de que nosotros, y no Dios, somos los verdaderos
dueños de lo que tenemos. Es con este espíritu que ofrecemos estos
siete principios prácticos que se basan en el material bíblico que
hemos cubierto.
11
PRINCIPIOS DE MAYORDOMÍA
1. La buena mayordomía empieza con el reconocimiento de que
Dios es el dueño de todas las cosas.
La oración de David citada anteriormente resume hermosamente la idea fundamental de la mayordomía: “Pues todo es tuyo”
(I Crónicas 29:14). La petición del predicador para “darle a Dios
posesión de su vida” está basada en una premisa falsa. Nuestras vidas
y todo lo que tenemos no es de nosotros para dar. No podemos “darle”
a Dios la posesión de nuestros bienes materiales. Ya El lo posee todo.
Solamente podemos reconocer y someternos a Su posesión.
Además de la parábola de los siervos fieles e infieles (Lucas 12:4248), hay otras “parábolas sobre mayordomía”, y muy notablemente
la parábola del mayordomo infiel (Lucas 16:1-13) y la parábola de
los talentos (Mateo 25:14-20 y Lucas 19:12-27). Juntando estas tres
parábolas, podemos exponer los próximos tres principios sobre nuestra
mayordomía delante de Dios.
2. Como mayordomos se nos ha“confiado”con “bienes”para cuidar como
parte del discipulado del Reino hasta el regreso del “Amo,” Jesucristo.
Algunos detalles se pueden sacar de la parábola de los talentos en
cuanto a las maneras en que Dios nos confía Sus “bienes.”
Primero, los siervos recibieron diferentes cantidades. De la misma
manera, no a todos de nosotros Dios nos confía las mismas cosas—
algunos reciben responsabilidades mayores, algunos menores.
Segundo, la versión de Mateo nos relata que el señor distribuyó los
talentos de acuerdo a la habilidad de sus siervos (Mateo 25:15).
Podemos confiar en que Dios, en Su providencia, pone en nuestras
manos solamente lo que podamos manejar eficazmente. Tercero, el
señor esperaba un crecimiento. El juicio vino sobre el tercer siervo
por fallar en siquiera traer los intereses (Lucas 19:23; Mateo 25:27).
De la misma manera, Dios espera que llevemos fruto en Su Reino.
Finalmente, en la versión de Mateo, el señor está igualmente complacido con el segundo siervo que produjo dos talentos tal como él
12
estaba con el primero que produjo cinco talentos. Nosotros no debemos considerar cómo Dios ha tratado con otros para evaluar como
Él trata con nosotros. Él está mayormente interesado conque seamos
fieles (Lucas 12:42) que con lo que se nos ha dado.
3. Los recursos terrenales se pueden usar para propósitos eternos.
En la sorprendente parábola de Jesús sobre el mayordomo infiel
(Lucas 16), una de las lecciones claves enseñadas es que la riqueza terrenal puede tener valor eterno. Jesús advirtió que el dinero tiene el
potencial de convertirse en una influencia predominante en nuestras vidas
(16:13), y de este modo se había convertido en las vidas de los fariseos
(16:14). Su perspectiva terrenal del dinero hizo que pusieran un valor
incorrecto en ello (16:15). En contraste, tenemos que ver el dinero como
una herramienta que Dios puede usar para llevar a cabo una obra
eterna. Sabia es la persona que usa sus recursos terrenales de manera
que algún día el pueda disfrutar de ganancias eternas de su inversión
(16:9). Ciertamente que la promesa del Nuevo Testamento se puede
aplicar a aquellos que dan financieramente para la obra de Dios,
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo
de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido
a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10).
4. Nuestra mayordomía no debe servir a nuestros propios
propósitos sino el propósito del Señor Jesucristo.
El tercer siervo en la parábola de los talentos hizo lo que le parecía
correcto ante sus propios ojos pero fue juzgado por no obedecer la
voluntad de su señor. Verdaderamente, el castigo más grande en la
parábola de los siervos fieles e infieles le vino al siervo que sabía la
voluntad de su señor y no la hizo (Lucas 12:47). En contraste la
parábola del siervo en Lucas 17:7-10 nos recuerda la supremacía de
la obediencia en la relación entre señor y siervo. Aún cuando hagamos
todo lo que Dios nos ha pedido que hagamos, deberíamos recordar
que la obediencia es solamente una expectación mínima. Somos
candidatos para ninguna recompensa especial. Simplemente estamos
sirviendo a nuestro Señor.
13
5. Como mayordomos necesitamos un cuadro balanceado de las
penalidades.
Una parte importante de entender la mayordomía es entender la
perspectiva de Dios de la dificultad. Para la mayoría de los americanos,
es fácil experimentar la inflación progresiva del estilo de vida. Esto
quiere decir que cada año “la vara se sube” en cuanto a lo que constituye la vida normal. El deseo de ayer se convierte en la necesidad
de hoy. Cuando esto ocurre, podemos tomar una perspectiva distorsionada de la dificultad. Cosas que se podrían haber considerado como aspectos rutinarios de la vida se pueden considerar ahora
como dificultades. Un cambio sutil puede ocurrir entonces donde
creemos que la tal dificultad no podría ser una parte de la voluntad
de Dios. Comenzamos a decir, “Eso no podría ser la voluntad de
Dios”, simplemente porque es difícil. Pero de hecho, a menudo Dios
ha llamado a Su pueblo a la dificultad. Hay varias ocasiones en los
evangelios donde Jesús trata el asunto de las penalidades (Mateo
8:19-22; Mateo 10:22; Marcos 10:45).
Esto no es decir que sólo porque es difícil significa que es lo que
Dios quiere. Una perspectiva balanceada de las penalidades significa que el llamado de Dios a nuestras vidas no se determina por lo
que es más cómodo o más difícil. Este principio es particularmente
importante en una época de mucha deuda. Minimizar las deudas,
dar con sacrificio, moverse en nuevas direcciones ministeriales puede
requerir un estilo de vida más sencillo. Para algunos esto puede ser
un ajuste fácil. Para muchos otros, sin embargo, esto puede implicar
una dificultad significativa. Si nuestro cuadro de la realidad está torcido, podemos terminar desechando tales importantes pasos porque
estamos opuestos a la dificultad.
6. Tendremos que rendir cuentas por nuestra mayordomía.
En las tres parábolas sobre mayordomía hay un momento de ajustar cuentas. El mayordomo infiel lo enfrenta al comienzo de la historia
cuando es despedido. Los mayordomos en la parábola de los siervos
fieles e infieles lo enfrentan al final cuando son recompensados y
14
castigados. El Nuevo Testamento nos recuerda el día de ajustar
cuentas del cristiano ante el Tribunal de Cristo, algunas veces mencionado como el “Bema” (2 Corintios 5:10). La salvación es un
regalo gratis dado por la gracia de Dios (Efesios 2:8,9), sin embargo, cada uno de nosotros será juzgado por Cristo para determinar
nuestras recompensas por como hemos vivido. Nuestra redención
no nos remueve de la responsabilidad y de rendir cuentas ante Dios.
La gente del pacto de Dios un día dará cuenta por su mayordomía
(Mateo 16:27; I Corintios 3:10-15). Pablo le dice a los romanos que
“. . . cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12).
Esto significa que tendremos que dar una explicación por lo que
hicimos y por qué lo hicimos. No sólo será una evaluación de obras
sino también una evaluación del corazón. El juicio por una pobre
mayordomía no resultará en la pérdida de la salvación, pero aún así
habrá pérdida: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá
pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”
(I Corintios 3:14-15). Poniéndolo contundentemente, él será
salvo pero con olor a humo.
7. Nuestra mayordomía abarca lo espiritual y lo material.
Ya hemos mencionado los pasajes del Nuevo Testamento que
usan la palabra oikonomos u oikonomía que describe los detalles
sobre los cuales los cristianos son mayordomos (la iglesia, el evangelio, dones espirituales). Hay otros pasajes que no contienen estas
palabras claves pero que todavía exponen detalles que caen propiamente bajo nuestro cuidado de mayordomía. El uso del tiempo y
oportunidades para ministrar (Efesios 5:15,16) ciertamente tienen
que ser manejados con mayordomía sabia. Ya que nuestros cuerpos
físicos son templo del Espíritu Santo (I Corintios 6:19), nuestro
cuidado de ellos es también una mayordomía. Finalmente, el Señor
se sentiría bien complacido si la mayordomía de nuestros hogares
incluyera dar la bienvenida a otros en hospitalidad (Hebreos 13:2;
I Pedro 4:9).
15
INSTRUCCIONES
PRÁCTICAS SOBRE
CUATRO ASUNTOS
RELACIONADOS
GUERRA ESPIRITUAL
¿Por qué son los cristianos reacios a los asuntos de mayordomía?
¿Por qué no vivimos cómo Jesús nos enseñó a vivir? Dos posibles
contestaciones a estas preguntas son dureza de corazón (sabemos lo
que Dios dice y no nos importa) e ignorancia (no sabemos porque
no hemos sido enseñados). Ciertamente que estos asuntos necesitan
discutirse pero, ¿podría ser que estamos pasando por alto otra posible causa?
En nuestra sofisticación occidental hemos descuidado a menudo
la influencia del campo espiritual. Jesús hizo referencia a la presencia
de guerra espiritual con relación a la mayordomía en Mateo 6:19-24:
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros
en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones
no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro allí estará
también vuestro corazón. 22La lámpara del cuerpo es el ojo; así
19
17
que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero
si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que,
si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas
tinieblas? 24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá
al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Note en este pasaje la declaración en palabras fuertes de que uno no
puede servir a dos señores (kurios = Señor). En particular, estos dos
señores, Dios y el Dinero (vs.24) están diametralmente opuestos y
no pueden coexistir. La imposibilidad de servir a ambos está expresada muy bien por la metáfora de la esclavitud. No hay tal cosa como
la obligación “a tiempo parcial” de un esclavo hacia su dueño. El
control del señor sobre su esclavo era total y completo. Un escritor
pone las demandas contrarias de los dos “señores” de esta manera:
El uno nos manda a andar por fe, y el otro nos manda a andar
por vista. El uno nos llama a ser humildes y el otro a ser orgullosos. El uno pone nuestras mentes en las cosas de arriba y el
otro a que las pongamos en las cosas de abajo. Uno nos llama
a amar la luz, el otro a amar las tinieblas. El uno nos dice que
miremos las cosas que no se ven y eternas y el otro a que miremos las cosas que se ven y que son temporales.15
¿Podría ser que la imagen de esclavo de Jesús es un indicio de que
Él mira la alianza del creyente con el dinero como una forma de
esclavitud espiritual? Ciertamente que aquellos que le han ministrado
a feligreses que viven bajo el gobierno del materialismo, la adicción
al trabajo o el juego y el temor amargo de perder lo que tienen, saben
que hay una naturaleza opresiva y obligatoria a estos pecados. La
personificación de Jesús de las “riquezas” (griego: mamonas, derivado
del arameo) puede ser algo más que un simple ardid literario. Tenemos
que estar abiertos a la posibilidad de que El está hablando de Mamón
como un espíritu demoníaco, un dios rival, un principado gobernante.
De cierto que muchos hoy toman la palabra “Mamón” en Mateo
6:24 de esta manera. Richard Foster, en su libro, Money, Sex, and
18
Power (Dinero, Sexo y Poder), dice que Mamón es un poder espiritual que busca dominar nuestras vidas.16 Un pastor ha sugerido que
la raíz de la palabra viene de un término minero que quiere decir
excavar en la tierra; encontrar el sostenimiento de uno en el suelo.
El cuadro es el de un hombre cavando y escarbando la tierra, mirando
constantemente hacia abajo, sacando su vida no de arriba sino del
mundo de abajo.17 Aunque el significado de una palabra nunca se
puede derivar de su etimología, no obstante, tenemos un cuadro
conveniente ilustrando la servidumbre espiritual de una persona
para quien la riqueza se ha convertido en un substituto de Dios.
Aquellos que son gobernados por Mamón sufren bajo la mentira
satánica de que las cosas hechas por el hombre (patronos, la bolsa
de valores, el esfuerzo propio y aun la suerte) son sus proveedores
en vez de Dios, su verdadero Proveedor.
Ciertamente, hay un “espíritu de Mamón” que está activo en los
Estados Unidos de América. Por lo tanto, los cristianos tienen que estar
alertas y listos para usar las armas de la guerra espiritual, no solamente
en situaciones extraordinarias incluyendo el ocultismo y manifestaciones demoníacas sino también en el mundo ordinario de ganarse
un salario, pagar cuentas y diezmar. Una vida de buena mayordomía
cristiana es una batalla espiritual que tiene que ser peleada y ganada.
Hay muchas diferentes maneras de como bregar con la guerra
espiritual. Algunas de éstas son extremadamente contenciosas. He
aquí un método de guerra espiritual que será ampliamente aceptado.
Es, además, un curso de acción aún si la manifestación no es primariamente demoníaca. Cualquier espíritu que parezca estar manifestándose—orgullo, avaricia o ira, por ejemplo—pase su vida en el
espíritu opuesto. En Proverbios 15:1, leemos: “La blanda respuesta
quita la ira.” Cuando una persona esté mostrando ira o coraje, el mejor
curso de acción es responder con el espíritu opuesto—bondad. Jesús
nos enseñó a responderle a la maldición con bendición y a orar por
aquellos que nos maltratan (Lucas 6:28).
Donde un espíritu de orgullo se ha apoderado nada lo expondrá
como un espíritu de humildad. Un misionero con Juventud Con
Una Misión (Youth With a Mission, siglas en español, JUCUM),
cuenta de una campaña evangelística en una ciudad suramericana
19
grande. Durante los primeros días tuvieron poco éxito en su evangelismo. Varios de los miembros del equipo habían sido abusados
verbalmente y todos ellos habían sido ridiculizados abiertamente.
Ni siquiera la gente aceptaba los tratados que se estaban tratando
de repartir. Ellos decidieron ayunar y orar por un día para ver si
podían discernir qué estaba pasando en el ámbito de lo espiritual.
Varios de los miembros del equipo sintieron que había un espíritu
fuerte de orgullo sobre la ciudad que necesitaba ser quebrantado
antes que el evangelio pudiera proseguir. Después de más oración
ellos decidieron responder con actos simbólicos de humildad por
toda la ciudad. Miembros del equipo se esparcieron y arrodillaron
en las esquinas de las calles para orar por la gente de la ciudad.
Comenzaron a ofrecerse ellos mismos para actos de humildad por
todo el distrito comercial. Algunos limpiaron voluntariamente baños
asquerosos y recogieron la basura para tiendas y restaurantes. Dentro
de veinticuatro horas algo dramático y sobrenatural comenzó a ocurrir.
La gente comenzó a escuchar cuando compartían su fe. La gente
recibía sus tratados y los leía en realidad. Los miembros del equipo
comenzaron a preguntarle a la gente si podían orar por ellos y muchos
recibieron gratamente a Cristo en medio de aceras apiñadas. Previo
a sus actos de humildad nadie había recibido a Cristo. Para el fin de
la semana más de 300 personas habían dicho “Sí” a Jesús orando con
los miembros del equipo para nacer de nuevo.18 ¿Había realmente
un espíritu demoníaco de orgullo sobre esa ciudad? No lo sabemos.
Pero sea que una fortaleza esté arraigada en lo demoníaco o en los
corazones endurecidos por el pecado de la gente, vivir el espíritu
opuesto puede traer la luz y libertad de Dios.
Esto se relaciona directamente con el espíritu de Mamón en
nuestra cultura. Si esto es demoníaco o no, nuestra respuesta debe
ser la misma—practique el espíritu opuesto por la gracia de Dios.
Donde haya avaricia, dejar que abunde la generosidad. Donde el
materialismo y la riqueza mundanal se han convertido en algo de
suma importancia, dejar que la iglesia de Jesucristo viva por una
economía diferente—una gobernada por el Rey del amor y la generosidad, Jesucristo. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para
20
que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
Este versículo describe la suma generosidad del Dios-Hombre, Cristo
Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6,7).
Jesús libremente dio de Sí mismo y generosamente puso a un lado
Sus derechos y privilegios para que nosotros pudiéramos ser libres.
Jesús se hizo pobre por nosotros, para que nosotros por Su pobreza
pudiéramos hacernos ricos. Este es el máximo acto de generosidad. La
intención de Jesús fue que Sus discípulos pudieran seguir Su ejemplo.
EL EVANGELIO DE SALUD Y RIQUEZA
¿Promete Dios bendecir a Sus hijos con salud y riqueza? Muchos
de nosotros nos hemos encontrado con predicadores y escritores en
el movimiento de salud, riqueza y prosperidad que ha llevado a muchos
a creer que la contestación es un resonante, “Sí.”19 Amamos a estos
hermanos y hermanas cristianos como familia pero creemos que ellos
están equivocados en algunas áreas significativas.
Antes que hablemos palabras de corrección, permítannos ofrecer una
palabra de precaución a aquellos, incluyéndonos a nosotros mismos,
que son propensos a denunciar el movimiento de fe ásperamente.
Primero, aunque no estemos de acuerdo tenemos que abstenernos
de ser criticones y juzgadores. Si, en nuestro esfuerzo de hablar la
verdad herimos y difamamos, no solamente perderemos la oportunidad para la corrección divina sino que invitaremos la disciplina
de Dios sobre nuestras propias cabezas. Segundo, cuando traemos
corrección tenemos que tener cuidado de no abandonar la verdad
de Dios en el proceso. Una situación paralela ilustrará lo que queremos decir. Por los últimos treinta años Dios ha estado restaurando
el uso de los dones espirituales a la Iglesia, particularmente los así
llamados “milagrosos” (por ejemplo: sanidad, profecía, etc.). Con
respecto a los dones se ha dicho, “El desuso no es la respuesta al abuso
sino mejor dicho el uso correcto es la respuesta al abuso.” De la misma
manera, tenemos que tener cuidado de no abandonar algunos de
los ejemplos de la Escritura acerca de la bendición material de Dios.
21
Con estas precauciones en mente podemos identificar unos pocos
extremos ante los cuales ha caído víctima el evangelio de salud y
riqueza. Primero, tenemos que rechazar como no bíblica la sugerencia
de que Dios ha establecido leyes universales de prosperidad que
gobiernan el cosmos puestas en operación por fe y confesión positiva
(nómbrelo y reclámelo). Segundo, tenemos que rechazar como no
bíblica el reclamo de que Dios quiere satisfacer no solamente cada
necesidad del creyente sino también conceder cada deseo (“Los hijos
del Rey tienen que viajar en Rolls Royces”).21 Finalmente, tenemos
que rechazar como no bíblico el reclamo de que Jesús murió para
redimir al hombre de la pobreza y que un creyente que es pobre ha
deshonrado a Dios porque él ha fallado en apropiarse de la liberación
de la pobreza provista en la Expiación.22
Por otra parte, nuestras dudas acerca del evangelio de salud y
riqueza no tiene que llevarnos a desvalorizar pasajes escriturales que
muestran el deseo de Dios de bendecir y aún prosperar a Sus hijos.
El Antiguo Testamento describe muchos ejemplos de personas a
quienes Dios bendijo materialmente: Abraham (Génesis 13:2,6),
Isaac (Génesis 26:13,14), Jacob (Génesis 32:9-12), Job (Job 1:3,
42:10) y Salomón (I Reyes 3:13). De acuerdo a Deuteronomio,
Dios usó la prosperidad para confirmar Su pacto con Israel y para
enseñarle a las naciones a temerle a ellos (8:18; 28:8-10). El versículo familiar, “Este es el día que hizo el Señor” (Salmo 118:24)
es seguido por una menos familiar petición por el éxito: “Oh,
Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego oh Jehová, que nos
hagas prosperar” (Salmo 118:25 Versión Reina–Valera 1960).
Eclesiastés aprueba la satisfacción del comer y beber afirmando
que tal deleite no es pecaminoso sino un regalo de Dios (2:24,25).
El Nuevo Testamento, mientras se enfoca menos en bendiciones
materiales y más en bendiciones espirituales, a pesar de eso, afirma
que debemos disfrutar las cosas materiales que Dios nos da. Los
primeros cristianos “compartían el pan con corazones alegres y
generosos, alabando a Dios” (Hechos 2:46,47). Pablo, a pesar de
sus advertencias acerca de las riquezas, le dice a Timoteo que aún
la gente rica debe poner sus esperanzas en Dios “que nos da todas
las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (I Timoteo 6:17).
22
Pero esta enseñanza sobre el deseo de Dios de bendecir está en
tensión con otros pasajes, especialmente en el Nuevo Testamento, que
advierten contra las riquezas. Jesús condenó al rico insensato (Lucas
12:13-20) y advirtió acerca de cuán difícil es para un hombre rico
entrar en el Reino de Dios (Lucas 18:24,25). ¿Cómo reconciliamos
las enseñanzas positivas y negativas sobre la riqueza? La mejor manera
es todavía afirmar que la riqueza no es mala en sí misma. Es nuestra
actitud hacia la riqueza, a saber, nuestro deseo por ella, lo que puede
hacer que su posesión sea mala (I Timoteo 6:9,10).
Pero si, como dijimos anteriormente, el deseo de Dio es bendecir,
¿que debemos hacer con los creyentes que están en pobreza? Primero,
tenemos que afirmar, en contra del evangelio de salud y riqueza,
que no hay vergüenza en ser pobre. Jesús mismo no tuvo “donde
recostar su cabeza” (Lucas 9:58). Pablo se describió a sí mismo como
“desnudo” y “sin morada” (I Corintios 4:11). Jesús pronunció una
bendición sobre los pobres: “Bienaventurados vosotros los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios” (Lucas 6:20). Santiago nos dice
que Dios ha “…elegido a los pobres de este mundo…” a ser ricos
en fe (Santiago 2:5). De ninguna manera Dios es deshonrado por
creyentes que tienen pocas o ningunas posesiones.
De otra parte, tenemos que afirmar que la pobreza material es
parte de la maldición de nuestro mundo caído. Hay, por supuesto,
personas que escogen un estilo de vida sencillo por obediencia al
llamado de Dios pero nosotros no estamos tratando su situación.
Nos estamos dirigiendo a aquellos creyentes que han sido “atrapados por” la pobreza y quienes no la han escogido. Es tiempo para
reconsiderar a escritores como Ron Sider, quien, mientras que admite
que no todos los casos de pobreza son causados de inmediato por
el pecado, reconoce que “la pobreza y el sufrimiento no son inherentemente buenos. Estos son distorsiones trágicas de la buena creación
de Dios.”23 En este sentido la pobreza es un tanto como el malestar
o la enfermedad. Dios, en su soberanía, deja que los hombres y las
mujeres sufran dolencias físicas, empero nunca es Su placer o deleite
que ellos sufran así. De la misma manera, aunque es “la voluntad
de Dios” que algunos permanezcan pobres, y aún si El los consuela
durante la prueba y usa la experiencia como un vehículo para su
23
crecimiento, nunca es “el deseo de Dios” que ellos carezcan de lo que
necesitan.24 La pobreza que permanece entre el pueblo de Dios es una
señal no de lo que el Reino es “ahora” sino que aún es “todavía no.”
Por esta razón, hacemos un llamado a los pastores y líderes de
La Alianza Cristiana y Misionera a desafiar a los pobres en sus congregaciones a que se aparten de la falsa creencia de que Dios desea
para ellos que permanezcan en su pobreza. Se dice que la palabra
hebrea para “ser próspero” (tsalach) significa “empujar hacia adelante;
salir poderosamente.”25 Si esto es así, dicha palabra sirve como una
descripción vívida para lo que Dios desea para ellos como parte
del adelanto de Su Reino. La pobreza lleva consigo la idea de estar
sujetado y confinado. Prosperidad podría ser entonces la persona
pobre “liberándose” de aquello que la mantiene confinada, privada
de disfrutar los buenos regalos que Dios desea conceder.
Pero desde una posición ventajosa del Reino, ¿cómo se “libera”
una persona y experimenta la bendición de Dios? Aquí tenemos que
abstenernos de la tendencia del evangelio de salud y riqueza de
proclamar a son de trompeta “fórmulas de éxito” y “reglas de prosperidad” que casi le garantizan afluencia a los fieles. Sin embargo,
por obstinado que sea el movimiento de la prosperidad, su error
consiste meramente en la distorsión de principios que son bíblicamente correctos. En las parábolas de Jesús, ¿quienes de los mayordomos son los que reciben la bendición del Señor? Los que fueron
fieles con los talentos que les fueron dados.
Mencionamos anteriormente que las recompensas (Lucas 12:44;
19:17,19; Mateo 25:21-23) y los castigos (Lucas 12:46; 19:24; Mateo
25:30) en las parábolas son principalmente escatológicas pero que
en la “escatología realizada” del Reino, se pueden experimentar en
forma simbólica ahora. Sin sacar conclusiones dogmáticas, debemos
estar abiertos a la posibilidad de que la prosperidad material y la
pobreza puedan ser el resultado de nuestra fidelidad e infidelidad
en el uso de la riqueza de Dios. Por supuesto, reconocemos que hay
una variedad de situaciones de pobreza en la iglesia hoy, y que sus
causas inmediatas son complejas, que sirven para advertirnos contra
soluciones sencillas. Y reconocemos que la enseñanza bíblica que
hemos ofrecido se asemeja a la enseñanza en el Libro de Proverbios:
24
más principio general que promesa específica (ver, por ejemplo
Proverbios 3:9,10). No obstante la Biblia parece conectar la
mayordomía fiel con la bendición material.
Dos pasajes del Antiguo Testamento confirman esta conexión.
Primero, Hageo testifica que los exiliados retornaron, después de estar
preocupados con sus propias casas y abandonar la reconstrucción
del templo, sufrieron terrible pobreza por mano de Dios: “Sembráis
mucho y recogéis poco… El que trabaja a jornal recibe su jornal en
saco roto” (Hageo 1:6). Pero Hageo también testifica que cuando
ellos reordenaron sus prioridades y comenzaron a invertir sus vidas
para Dios (1:12), la maldición que había sobre sus cosechas, su ganado
y sus finanzas fue levantada. Los “rotos en sus bolsas” se cerraron. Las
cosechas en sus campos comenzaron a dar buen fruto. Las bendiciones
materiales de su Dios comenzaron a fluir.26 Segundo, Malaquías
proclamó que el pueblo de Israel durante el período pérsico estaba
bajo la maldición de Dios por robarle a El sus diezmos y ofrendas
(Malaquías 3:9). Pero entonces Malaquías le ofrece al pueblo esta
promesa, “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi
casa. Probadme ahora en esto… si no os abriré las ventanas de los
cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”
(3:10). Una vez más, la conexión entre la mayordomía fiel y la
bendición material es clara.
Nuestro punto de vista es que si la iglesia abraza la soberanía y
el gobierno de Dios en la administración de todas sus posesiones
entonces verá, como un producto residual del progreso del Reino,
una liberación del pueblo de Dios. Los cristianos serán liberados
de su cautiverio bajo el espíritu de Mamón, que los mantiene
empobrecidos y serán levantados a las alegrías de la bendición
material de Dios. En caso de que o cuando esto suceda, la Iglesia
tiene que recordar Lucas 12:48: “…Porque a todo aquel a quien
se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se
le haya confiado, más se le pedirá.” Tiene que estar lista (la Iglesia)
para predicar la importancia de la generosidad, hospitalidad, el
diezmar, y cuidar de los pobres. Los cristianos tienen que encontrar
el equilibrio entre el disfrute de y la separación de sus posesiones.
Se dice que John Wesley a menudo ganaba más de 1,400 libras
25
esterlinas al año por medio de la venta de sus libros aunque él normalmente gastaba menos de treinta libras esterlinas en él mismo
anualmente. El sobrante lo regalaba generosamente. El escribió, “Si
dejo diez libras esterlinas [cuando muera], ustedes y la humanidad
atestiguarán en contra mía de que yo viví y morí un ladrón y hurtador.”27 La humillación de sí mismo de Wesley puede parecer radical
y extremada pero queda como un fino ejemplo de una mentalidad
del Reino sobre la riqueza de uno. Richard Foster dice sabiamente,
“Necesitamos instrucción en cómo poseer dinero sin ser poseídos
por el dinero. Necesitamos aprender a poseer las cosas sin atesorarlas.
Necesitamos las disciplinas que nos permitan vivir sencillamente
mientras manejamos gran riqueza y poder.”28 Esta es la meta para
nuestro desempeño como mayordomos en el Reino de Dios que
Jesús vino a inaugurar.
EL ESPÍRITU DEL DIEZMO
Los cristianos hoy están en desacuerdo en cuanto al lugar del
diezmo en la teología de la mayordomía. La complejidad del debate
se ilustra muy bien por la interpretación de Abram dándole el diezmo
de su botín militar a Melquisedec, la primera mención del diezmo
en la Escritura (Génesis 14:20).
Históricamente, la décima parte, o un diezmo, ha sido siempre
simbólico del todo. Inmediatamente después del evento de Génesis
14, Abram alineó su corazón hacia Dios, el creador y poseedor de
todas las cosas (vs.22). El diezmo era un símbolo indicativo afirmando que el todo le pertenecía a Dios. Visto de esta manera, la
cantidad o el porcentaje dado no es el asunto con Dios. Más bien,
es el espíritu o el corazón detrás del regalo. Esto, por supuesto, no
quiere decir que lo específico de la cantidad o el porcentaje sean
poco importantes. Quizás es mejor afirmar que los dos, el corazón
y lo “específico” tienen que juntarse como un punto sencillo de
preocupación en la vida del discípulo.
El espíritu detrás del diezmo o “el espíritu del diezmo” es visto
y enfatizado a través de la historia del pueblo de Dios.29 Ya hemos
mencionado como Abram dio, sin esperar nada a cambio, de un
26
corazón alineado con Dios (Génesis 14:22). Pero tristemente vemos
a este corazón disminuir con Jacob, quien, en Génesis 28:20-22,
ofrece la segunda mención de un diezmo. Jacob, el llamado “agarratalón”, trata de “cerrar un trato” con Dios.
E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me
guardare de este viaje en que voy, y me diere pan para comer y
vestido para vestir, 21y si volviere a casa de mi padre, Jehová será
mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de
Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.
20
En esencia él está diciendo, “Mira, Dios, he aquí el trato: Si Tú haces
todas estas cosas para mí, entonces, ¡Tú serás mi Dios y yo te daré
el diez por ciento!” El espíritu del diezmo que estaba detrás del regalo
de su abuelo empezó a menguar en su propio pacto torcido.
Mencionamos anteriormente los varios diezmos en la Ley
Mosaica (Números 18:21-24; Deuteronomio 12:6,7; 14:22-29),
pero una vez más, el deseo de Dios era que sus corazones estuvieran
alineados con Su corazón primero. Deuteronomio 14:23 dice que
el propósito del diezmo era “para que aprendas a temer a Jehová tu
Dios todos los días.” Ellos tenían que darle a Dios lo primero y lo
mejor de lo que habían ganado como un recordatorio progresivo de
que todo lo que ellos tenían le pertenecía a El. La ley nunca fue dada
para “cumplirse” como obligaciones rutinarias. Esta tenía el propósito
de que fuera una relación de corazón con Dios nacida de gracia. El
espíritu de la ley siempre fue más importante para Dios que la letra
de la ley y, correspondientemente, el espíritu del diezmo siempre fue
más importante para Dios que la letra del diezmo.
El espíritu del diezmo entre los fariseos de los tiempos de Jesús
casi había desaparecido (Mateo 6:2-4). En un pasaje Jesús afirma
el diezmo pero reprende a los fariseos por perder el espíritu detrás
de éste: “diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo
más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto
era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23).
Una vez más, el corazón de la materia es la materia del corazón
(ver Mateo 6:21).
27
Desde luego, hay un peligro en esta enseñanza sobre el espíritu
del diezmo. Algunos pueden decir en respuesta, “Mi corazón está
bien con Dios—yo no tengo que dar.” Nuestra respuesta es que ésta
es una posición engañosa que no está fundada sobre el testimonio
de la Escritura. Viene del espíritu de Mamón y no del Espíritu de
Dios. El que alberga esta forma de pensar es como la persona que
peca contra su hermano y entonces dice, “Yo he confesado el pecado
en mi corazón delante de Dios. No tengo que rectificar la situación.”
El Espíritu de Dios no busca solo el “dicho” sino también el “hecho.”
En las palabras de Santiago, “…la fe sin obras es muerta” (Santiago
2:20). Por otra parte, tenemos que ser igual de rápidos para afirmar
lo contrario. Al igual que alegar que un corazón recto sin dar es
erróneo, de igual manera el dar sin un corazón recto es igualmente
erróneo. La parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14) nos
recuerda que el diezmar no es un cúralo todo espiritual. Lo que justificó
al publicano no diezmador y condenó al fariseo diezmador fue la
condición de sus corazones.
Sobre el asunto de dar, el Nuevo Testamento aparenta no hacer
énfasis en la noción de porcentaje o cantidad. Ningún escritor en
el Nuevo Testamento demanda un diez por ciento.30 Si realmente
el corazón es el asunto clave y si somos simplemente mayordomos
de lo que es finalmente poseído por Dios, entonces la pregunta
clave que tenemos que hacernos no es “¿Cuánto doy?”, sino “¿Con
cuánto me atrevo a quedarme?” ¡La iglesia neotestamentaria debe
ser llena con gente misionera, no mantenedores del status quo!
¡Qué maravillosa verdad para La Alianza Cristiana y Misionera
proclamar a medida que entra en este nuevo milenio! La pregunta
no tiene que ser, “¿Qué porcentaje tengo que dar?” sino “¿Cuánto
me atrevo gastar en mí mismo?”
Quizás aquí sería de ayuda sugerir cinco principios bíblicos prácticos para aplicarlos en esta área del espíritu del diezmo. Debemos ser
estimulados a Dar Primero. Jesús dice, “Dad, y se os dará; medida
buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo;
porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”
(Lucas 6:38). El propósito principal del diezmo es recordarle a la gente
que Dios vive en nuestras vidas, que solo El merece la preeminencia.
28
El espíritu del diezmo se expresa bien en Proverbios 3:9,10: “Honra a
Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán
llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.”
Un misionero de la Alianza cuenta la historia de un niño africano
que un día vino a su puerta con un pescado grande en sus manos.
“Señor misionero, usted me enseñó lo que es diezmar, así que he
aquí le traigo mi diezmo.” Mientras el misionero aceptó el pescado
con gratitud le preguntó al niño, “Si este es tu diezmo, ¿dónde están
los otros nueve pescados?” A esto el niño sonrió y dijo, “Allá en el
río. Voy para allá a pescarlos ahora.” El “Dar Primero” es un asunto
de fe y prioridad. No es porque somos espirituales que nuestro cheque
de diezmo es el primero que debemos hacer cada semana. Es porque
somos débiles y olvidadizos, y necesitamos ese recordatorio de prioridad y alineamiento del corazón en nuestras vidas.
El segundo principio que sugiere la Escritura es el Dar Alegremente.
Pablo dice, “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no
con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”
(2 Corintios 9:6,7).
Se nos recuerda de esto cada año durante la temporada de los
impuestos. Durante el año nos regocijamos con los salarios y cualquier
ingreso adicional que recibimos pero algunas veces vacilamos cuando
hacemos nuestros cheques de diezmos y ofrendas. Cuando calculamos
nuestros impuestos, nos sobresaltamos con cada fuente de ingreso
y nos regocijamos cada cheque de diezmo y ofrenda—más ingresos
significa más impuestos pero cada dólar de diezmo significa menos
impuestos. Todo se pone al revés o quizás, más apropiadamente, al
derecho. ¡Esa es la perspectiva de eternidad y el espíritu de alegría
que necesitamos tener en nuestro dar todo el año!
El tercer principio es que debemos Dar Fielmente. Cuando el
señor dice, “…Bien, buen siervo y fiel…” (Mateo 25:21-23) a los
buenos mayordomos, él está hablando de ser dignos de confianza.
La fidelidad es el meollo de la mayordomía bíblica. La fidelidad
escasea en la iglesia hoy. Los expertos en iglecrecimiento nos están
diciendo que las nuevas generaciones no darán de la misma manera
29
que las generaciones precedentes dieron. Ellos están requiriendo
nuevas técnicas y estrategias de mercadeo. Mientras que hay buenos
aspectos a estos métodos, no tienen que convertirse en una muleta
para compensar por nuestra falta de fidelidad en la mayordomía.
Un discipulado adecuado tiene que requerirle a cada generación
nueva ser sacrificialmente fiel a la causa del Reino.
El cuarto principio es que nosotros debemos Dar Sabiamente.
¡Dónde damos nuestro diezmo y nuestras ofrendas es una inversión!
Los cristianos deben dar con sabiduría. La iglesia ha sobrevivido
múltiples escándalos financieros en años recientes. Muchas iglesias
y organizaciones cristianas fracasadas no han sido sabias en su mayordomía. Con optimismo, podemos aprender de las equivocaciones
de otros. Agradecidamente, La Alianza Cristiana y Misionera ha estado sin tacha en su integridad financiera. Podemos invitar a personas
a invertir en el Reino por medio de la ACyM sin reservas.
Es sabio, creemos nosotros, el dar primero a la iglesia local
donde nos congregamos. En 1 Corintios 9:11 Pablo dice, “Si
nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si
segáremos de vosotros lo material?” El principio espiritual es sencillo: Dé donde usted está siendo alimentado espiritualmente. Dé
donde usted ve que las inversiones del Reino se están multiplicando.
Proclamemos en voz alta y alegremente lo que Dios está haciendo
por medio del ministerio de La Alianza Cristiana y Misionera.
Entonces asegurémosle a nuestra gente que ellos están dando
sabiamente cuando ellos confían sus finanzas a nuestro cuidado.
Finalmente, animemos a nuestra gente a Dar Sin Buscar
Reconocimiento. Jesús vio la hipocresía del dar en público de los
fariseos y dijo, “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda
lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo
6:3,4). Se instruye el dar en secreto no solamente porque guarda
contra el orgullo religioso sino porque es una de las maneras principales en que Dios desarrolla fe en nuestras vidas. Si nuestra confianza es en Dios, daremos sin que nadie más lo sepa y estaremos
contentos. Alguien ha dicho correctamente, “El diezmar no es el
método de Dios de juntar dinero, es Su método de criar hijos.” Dar
30
sin buscar reconocimiento es una parte importante de ese proceso.
Hace algunos años hubo una iglesia de la Alianza en donde se
acostumbraba recoger y sumar las promesas misioneras durante el
último servicio dominical nocturno de la Conferencia Misionera.
Un hombre muy rico en esta congregación había hecho la costumbre de esperar hasta que toda la iglesia hubiera hecho su promesa
después de lo cual él caminaba ceremoniosamente al frente con su
promesa para aumentar dramáticamente el total. Un pastor nuevo
había llegado a la iglesia en ese año y se le había informado de la
tradición anual. Con gran valentía él fue donde el donante grande y
le explicó el concepto de dar en secreto. Él le informó gentilmente
que era impropio que su promesa fuera de conocimiento público y
que de acuerdo a la Escritura se estaba perdiendo una bendición mayor.
El hombre rico recibió gratamente la corrección. La promesa misionera
fue más alta que nunca antes y cada uno de los involucrados recibió
la recompensa de dar en secreto.
En un mensaje sobre “Diezmar en el Alfolí” el finado Rev. Richard
Harvey esperó hasta el final de su mensaje para tomar la ofrenda. Él
dijo que si él hubiera estado predicando sobre la salvación él habría dado
el llamado al altar al final de su sermón para que la gente pudiera responder en obediencia. Ya que el mensaje fue sobre dar, él quería tomar
la ofrenda al final del sermón para darnos la oportunidad de ser
obedientes al Señor con el dar. Después de la ofrenda él miró dentro
de las canastas, sacudiendo la cabeza, después que los ujieres habían
regresado al frente. “¿Es eso todo lo que ustedes están dispuestos a
dar para Jesús? ¡Pasen las canastas otra vez!” Aunque esa expresión
suena abusiva, aparentemente aquel momento fue realmente de gran
gozo y anticipación.” Comenta el Rev. Ron Walborn, “Recuerdo el
haber buscado bien adentro de mis propios bolsillos y poner el dinero
que mi madre me había dado para comprar helado esa noche. Sentí,
quizás por primera vez (pero agradecidamente no la última) el maravilloso
privilegio de dar con sacrificio pero a la vez gozosamente. No recuerdo
los detalles de aquel mensaje pero nunca olvidaré la pasión del Rev.
Harvey y el texto de la Escritura sobre el cual predicó. Ambos han
influenciado y formado mi perspectiva de la mayordomía hasta el
día de hoy”:
31
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y
probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos si no os abriré
las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición
hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).
LA ESCLAVITUD DE LA DEUDA
El tema final relacionado con la mayordomía bíblica es la
esclavitud de la deuda. Muchos creyentes en esta nación son incapaces de obedecer las directrices claras de Dios porque ellos no
pueden pagar el dinero que adeudan mas el interés acumulado.
Están esclavizados a las tiránicas demandas de la deuda. Se cuenta la
historia de dos hombres hablando acerca del dinero. El uno le pregunta al otro, “Pepe, ¿qué harías tú si tuvieras todo el dinero del
mundo?” Pepe pensó por un momento y contestó, “¡Yo lo abonaría a
mis deudas hasta lo más que pueda!” Podemos reírnos de la respuesta
de Pepe pero muchos de nosotros nos hemos sentido de igual manera
sobre el tamaño de nuestras deudas acumuladas.Y demasiados cristianos están en profunda desesperación porque ellos tontamente
subestimaron su capacidad para pagarlas.
Incurrir en grandes cantidades de deudas se ha convertido en
un estilo de vida en nuestra nación. Este año, el gobierno federal
gastará más dinero en intereses que lo que se gastó en todo el presupuesto federal en 1962. The Wall Street Journal informó recientemente que el 51 por ciento de todas las ganancias corporativas se lo
está devorando el interés de la deuda. La familia americana promedio
tiene una deuda de tarjeta de crédito de $7,000.00 con cargo a siete
u ocho tarjetas de crédito. Esto es además de deudas sobre carros y
VRs (Vehículos Recreacionales).31 Una encuesta reciente de Gallup
demostró que el 56 por ciento de la gente divorciada mencionó
“tensiones financieras en el hogar relacionadas a las deudas” como
un factor significativo.32
Nuestra enseñanza sobre la mayordomía tiene que tratar este
problema o fracasará en producir discípulos eficaces. Hace varios
años un pastor de la Alianza sintió que el Señor lo dirigía a predicar
32
una serie de sermones sobre lo que la Escritura dice acerca de las
deudas. Primero, él escudriñó la Palabra de Dios. Entonces, él pensó
sobre su propia situación financiera. De repente se dio cuenta que
él no estaba en posición de predicar sobre el tema. Además de eso,
él había estado pecando en el área de la mayordomía financiera y
estaba en necesidad de arrepentimiento y restitución. En ese punto,
él y su esposa comenzaron un intento serio de pagar todas sus deudas tan rápidamente como les fuera posible y vivir de acuerdo a los
principios bíblicos de la mayordomía antes que el “discipulado del
consumidor” de la cultura. Tres años después, ellos estaban completamente libre de deudas y eran capaces de decir, “Sí”, cuando
Dios los llamó a aceptar una posición ministerial que pagaba considerablemente menos que su salario anterior. La reducción de la
deuda los había libertado para ser obedientes al llamado de Dios.
Dos historias en el Antiguo Testamento ilustran las maneras en
que la gente sabia actúa hacia la deuda. Primero, en Génesis 14,
después que Abram le devuelve los bienes capturados al Rey de
Sodoma y se le ofrece la oportunidad de quedarse con ellos (vs.21),
él la rechaza con estas palabras: “He alzado mi mano a Jehová Dios
Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta
una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que
no digas; ‘Yo enriquecí a Abram”’(vs. 22-23). Aunque los bienes eran
aparentemente un “regalo” gratuito del Rey de Sodoma, Abram vio
sagazmente que habían “compromisos” tácitos. El aceptarlos habría
resultado en una obligación impía hacia un rey malvado. Él rechazó
sabiamente el cargar con la deuda.
Segundo, en 2 Reyes 4:1-7, la viuda que estaba a punto de perder
a sus hijos como esclavos a un acreedor muestra buen sentido en la
manera en que ella se libra de deuda. (a) Ella clama por ayuda al
varón de Dios (vs.1). En otras palabras, ella buscó a Dios y consejo
sabio como su primer paso en su dilema con la deuda. (b) Ella asume,
con la sugerencia de Eliseo, que ella tiene que pagar sus deudas (vs.2).
Ella no actuó como el impío, que “…toma prestado y no paga”
(Salmos 37:21). (c) Ella estaba dispuesta a desprenderse de lo que
tenía (vs.2). El “poco aceite” que ella le ofreció al profeta la puso en
el camino a la “libertad financiera.” Tal desprendimiento de nuestras
33
posesiones “no negociables” cuando creemos que todo pertenece
verdaderamente a Dios. (d) Ella confió en Dios para multiplicar
sus esfuerzos (vs.3-7). Prestando atención al varón de Dios, lo poco
se convirtió en mucho.
El libro de Proverbios no prohibe el tomar prestado dinero
o bienes pero sí señala los peligros asociados al contraer deudas.
Proverbios 24:27 dice, “Prepara tus labores fuera, y disponlos en
tus campos, y después edificarás tu casa.” El hombre sabio nos
amonesta a trabajar duro en asegurar una fuente de ingresos antes
de mejorar nuestra comodidad. El también puede estar advirtiéndonos en contra de “comprar grandes cantidades de bienes antes de
habernos ganado el dinero para pagarlos.”33 Proverbios nos advierte
también en contra de ser un fiador por las deudas de otro: “El hombre
falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia
de su amigo” (Proverbios 17:18). La razón, por supuesto, es que el
fiador está en peligro de perder sus posesiones, incluyendo su propia
cama, si el prestatario deja de cumplir (Proverbios 22:26,27).
Finalmente, la ley mosaica ofrece unos cuantos comentarios en
cuanto a los peligros de las deudas. Las bendiciones y maldiciones en el
monte Gerizim y en el monte Ebal en Deuteronomio 28 mencionan
las deudas. El ser bendecido es “prestar a muchas naciones, y no pedirle
prestado a ninguna” (vs.12) y el ser maldito es tomar prestado del
extranjero y no prestarle a ninguno (vs.44). La ley también limitaba lo
que podía ofrecerse como prenda en préstamos para proteger a un
deudor de un daño terrible si fallaba en pagar. Cuando Deuteronomio
24:6 prohibe que un par de muelas de molino (la de arriba y la de abajo)
se tomen como prendas (garantías), esto protege el modo de ganar
la vida del deudor, de tal manera que, en caso de incumplimiento de
pago, él no sea condenado a estar endeudado perpetuamente. Cuando
en Deuteronomio 24:12,13 se le requiere a un acreedor que ha tomado
la capa del deudor como prenda, que la devuelva por la noche, Dios
está protegiendo la capacidad de la persona para mantenerse abrigado,
una necesidad básica de la vida. La misma ley protege también la
dignidad del deudor. El acreedor no podía entrar a la casa del deudor a agarrar la prenda; él solo podía pararse afuera y esperar a que
el deudor se la sacara (Deuteronomio 24:10,11). De estas maneras,
34
la ley mosaica reconoce el daño y la humillación que la deuda no
controlada puede causarle a una persona.
Resumiendo: El Antiguo Testamento: 1) advierte en contra de
tomar prestado dinero y bienes que no estamos preparados para
pagar; 2) reconoce la amenaza que la deuda no controlada puede ser
a nuestro bienestar. El Nuevo Testamento continúa la advertencia
del Antiguo Testamento acerca de la deuda. Romanos 13:8 dice,
“No dejar ninguna deuda pendiente, excepto la deuda continua de
amarse el uno al otro . . .” aunque una traducción más literal presenta una prohibición más estricta: “No debáis a nadie nada (Griego:
medeni meden opheilete) sino el amaros unos a otros . . .” (Versión
Reina-Valera 1960). Es discutible si este versículo no permite todos
los préstamos, incluyendo préstamos a estudiantes e hipotecas de
hogares. La finalidad en aplicar esto no es ser legalistas o insinuar
una falsa culpabilidad sino preguntarnos a nosotros mismos, “¿Están
mis finanzas enfiladas en la dirección que la Escritura está señalando?
Por la gracia de Dios, ¿me estoy dirigiendo hacia la libertad en esta
área de mi vida?”
Nunca nos libraremos del dominio de Mamón o de la deuda hasta
que aprendamos y practiquemos las disciplinas espirituales del contentamiento y la sencillez. En su primer libro, Margin, el Dr. Richard
Swenson analiza la patología de nuestra cultura agobiada por la deuda.
“El descontento como una fuerza impulsora para una sociedad podría
hacer rica a esa sociedad pero ésto (el descontento) la arruinará a la
larga.” 34 Swenson señala correctamente que Dios no solamente
ensalza el contentamiento (I Timoteo 6:6), El lo ordena. “…estén
contentos con lo que tenéis ahora . . .” (Hebreos 13:5).
Desafortunadamente, en nuestra cultura impulsada por la deuda,
“nuestra búsqueda es usualmente no para contentamiento sino
para más.”35 El contexto completo de I Timoteo 6 es digno de
mencionarse aquí:
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. 7Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada
podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto. 9Porque los que quieren enriquecerse caen
6
35
en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que
hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10porque raíz
de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos,
se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
En la raíz de mucho (no toda) de nuestra deuda está la codicia y el
espíritu de los versículos 9 y10. Si esto es cierto, entonces tenemos
que arrepentirnos y encontrar perdón. Es tiempo de alinear nuestros
corazones con Dios y nuestras prioridades financieras con Su Palabra.
No es la voluntad de Dios para Su pueblo estar esclavizado por
la deuda. En verdad, el mensaje completo del evangelio es acerca
de Jesús pagando una deuda que nosotros no podíamos pagar. El
deseo de Su corazón es que Su pueblo esté libre en todas las áreas
de sus vidas.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de
vuestra carne, os dio vida juntamente con El, perdonándoos todos
los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra
nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola
en la cruz. (Colosenses 2:13,14 Versión Reina-Valera 1960).
Un punto final acerca de este asunto de la deuda hace impacto
en nuestra misión en La Alianza Cristiana y Misionera. ¿Cómo
reconciliamos la impresionante cantidad de deudas asumidas por
nuestra gente joven en su preparación de colegio y seminario con
la enseñanza bíblica en esta área? Durante una consejería premarital,
una pareja joven que se graduaba de uno de nuestros colegios Alianza
reveló una deuda de más de $40,000 entre los dos. Esta pareja está
ahora ministrando en la Alianza. A ellos les gustaría proseguir al
seminario pero la carga de la deuda del Colegio hace imposible para
ellos el continuar. Muchos dirían que una educación es un gasto
“apreciable” y por lo tanto es permisible bajo las normas bíblicas para
la deuda. Este es un asunto que necesita mucha reflexión y oración.
¿Sería posible que hemos sido discipulados más en los “valores de
la cultura mundana” que lo que hemos sido en los “valores del Reino?”
36
RESUMEN
Por una multitud de razones La Alianza Cristiana y Misionera
tiene que reavivar su pasión para reclutar mayordomos devotos—
hombres y mujeres que manejen los recursos de Dios con integridad. Nuestra visión de convertirnos en un movimiento de cristianos
de la Gran Comisión que están glorificando a Dios mediante la edificación de la Iglesia de Cristo en todo el mundo, se realizará solamente
si hacemos un compromiso en masa de todo lo que tenemos y todo
lo que somos para Él. La mayordomía es la pieza fundamental de
un contexto mayor del discipulado cristiano. La Escritura nos manda
a ser mayordomos sabios y fieles que son responsables de manejar
la vida, el dinero, los dones espirituales y el mensaje del evangelio
de acuerdo a los propósitos de Dios. Como dice Richard Niebhur,
“La mayordomía es todo lo que hacemos después que aceptamos a
Cristo.” Por medio del poder del Espíritu Santo procuremos ser y a
la vez instruir a otros a ser mayordomos devotos. Quiera Dios darnos
el valor de ver estos asuntos de mayordomía a través de los lentes del
Reino. Ojalá que estemos dispuestos de ir en contra de la corriente de
nuestra cultura a fin de capacitar la próxima generación de discípulos
para Jesucristo.
37
Anotaciones
Dallas Willard, The Divine Conspiracy, (San Francisco:
HarperCollins Publishers, Inc., 1998), 15.
1
Walter Bauer, Greek English Lexicon of the New Testament and
Early Christian Literature, 2nd ed. (Chicago: University Press,
1979), 511.
2
Esta es la posición más notable del dispensacionalismo clásico,
que ha interpretado el lenguaje del Reino de Jesús como un reino
milenario futuro.
3
C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom (New York: Charles
Scribner’s Sons, 1958), 44.
4
G. E. Ladd, The Gospel of the Kingdom (Grand Rapids:
Eerdmans, 1959).
5
A. B. Simpson, The Grace of Giving, Sede de la Alianza Cristiana
y Misionera
6
No se tocará en este documento el tema de la responsabilidad de la
mayordomía de toda la humanidad para el cuidado de la tierra y los
recursos naturales. Nuestro colega en Nyack College, el Dr. Elio Cúcaro,
toca este tema con la pregunta “¿Tiene la humanidad una mayordomía
para con Dios?” en su editorial The Stewardship of Mankind, 1999
Alliance Academic Review, pp. ix-xii. Nuestro enfoque será sobre la
responsabilidad de mayordomía de creyentes.
7
Existen varios estudios completos sobre la mayordomía que son
buenos para el estudio y meditación. Entre los pocos que recomendamos son Ronald J. Sider, Christians in an Age of Hunger, 20th
Anniversary Revision (Dallas, et. al: Word, 1997) y Craig L. Blomberg,
Neither Poverty Nor Riches (Grand Rapids: Eerdmans, 1999).
8
39
Webster’s New Collegiate Dictionary, (Springfield, Mass.: G. & C.
Merriam Company, 1979), 1133.
9
Walter Elwell, The Evangelical Dictionary of Theology, (Grand
Rapids: Baker, 1984), 1054.
10
James D. Berkley, Leadership Handbook of Management and
Administration (Grand Rapids: Baker, 1997), 407. El diezmo de
benevolencia se recolectaba cada tres años. Debemos también notar
que se requería al pueblo de Israel otros pagos. Samuel predijo un
diezmo civil, impuesto por reyes futuros, en 1 Samuel 8:15-17.
Además, se estableció un impuesto del santuario en cada varón de
veinte años o más, de medio siclo por año, según Exodo 30:11-16
y un tercio de un siclo en Nehemías 10:32.
11
Los discípulos ilustran esta actitud de expectación en su pregunta
en Hechos 1:6, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”
12
El pasaje paralelo en Mateo 24:45-51 también ocurre inmediatamente después de la advertencia acerca de la venida del Hijo del
Hombre (Mateo 24:44).
13
14
Bauer, Greek-English Lexicon, 560.
John MacArthur, Commentary on Matthew 1-7 (Chicago: Moody
Press, 1985), 415.
15
16
Richard Foster, Money, Sex and Power, 26.
David Johnson, pastor de la Church of the Open Door, serie de
sermones, “El Espíritu del Diezmo.”
17
Se me contó (Ronald Walborn) esta historia en un cursillo de
capacitación de JUCUM en 1997. El hombre que me lo contó fue
miembro del equipo dirigido por John Dawson. He visto la confirmación de esta historia en los escritos de John Dawson y de otros
misioneros de JUCUM.
18
Los líderes principales de este movimiento son Kenneth Hagin,
Kenneth y Gloria Copeland, Jerry Savelle, y Fred Price. Para un análisis
bueno del evangelio de la prosperidad, vea: Dennis Hollinger, “Enjoying
God Forever: A Historical/Sociological Profile of the Health and Wealth
Gospel,” Trinity Journal, n.s. 9 (1988), 131-149; Bruce Barron, The
19
40
Health and Wealth Gospel (Downers Grove: InterVarsity, 1987); D.
R. McConnell, A Different Gospel (Peabody: Hendrickson, 1988).
Kenneth Copeland, The Laws of Prosperity (Fort Worth: Kenneth
Copeland Pub., 1974) Kenneth Hagin, How to Write Your Own Ticket
with God (Tulsa: Faith Library, 1978).
20
Frederick Price, Faith, Foolishness or Presumption? (Tulsa:
Harrison House, 1979).
21
E. W. Kenyon, Jesus the Healer (Seattle: Kenyon’s Gospel
Publishing Society, 1943), Kenneth Hagin, Authority of the
Believer (Tulsa: Faith Library, 1967).
22
23
Ronald Sider, Rich Christians in an Age of Hunger, 113.
Vea Millard Erickson, Christian Theology, Vol. 1 (Grand Rapids:
Baker, 1983), 361, para la distinción entre el deseo de Dios (ejemplo,
su oposición a las intenciones pecaminosas y nefastas de los asesinos
de Jesús) y la voluntad de Dios (ejemplo, su decreto que Jesús muriera
en la cruz). El primero es más general y tiene que ver con los valores
que complacen a Dios. El segundo es más específico y tiene que ver
con los que Dios, como soberano, decreta que sucederá.
24
25
Strong’s Greek and Hebrew Dictionary, número de referencia 6743.
La disertación sin publicar de Ron Sider para Fuller Seminary se
titula, Breaking the Spirit of Poverty: Perspectives on Wealth and Poverty
from the Prophet Haggai. Vea esta obra para más información sobre
este tema.
26
27
Citado en Ron Sider, Rich Christians in an Age of Hunger, 164.
28
Richard Foster, Money, Sex and Power, 46.
Se le debe una gran deuda de gratitud al Rev. David Johnson para
mucho del material en esta sección. Su serie de mensajes grabados,
“El Espíritu del Diezmo,” ha contribuido significativamente a la
formación de mi propia teología en esta área.
29
San Pablo en 1 Corintios 16:2 dice que se debe dar de acuerdo a
los ingresos, una referencia quizás a un porcentaje, pero sin especificar
el diez por ciento.
30
41
Small Group Financial Manual, (Longwood, Fla.: Crown
Ministries Inc., 1995), 37. Crown Ministries tiene uno de los
mejores programas de discipulado y mayordomía. Recomiendo
este ministerio.
31
Howard Dayton, Your Money Counts, (Longwood, Fla.: Crown
Ministries, Inc., 1996) 34.
32
Wayne Grudem, The Bible and Economic Decisions, manuscrito sin
publicar para la clase de ética de Trinity Evangelical Divinity School.
33
42
34
Richard Swenson, Margin, (Colorado Springs, NavPress, 1992), 186.
35
Swenson, ibid., 187.
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