LA MAYORDOMÍA Y EL REINO DE DIOS La Mayordomía y el Reino de Dios Derechos del Autor © Ronald Walborn y Frank Chan Todos los derechos reservados. Oficina de Mayordomía de las Iglesias La Alianza Cristiana y Misionera 8595 Explorer Drive, Colorado Springs, CO 80920 1-800-485-8979 • www.cmalliance.org CONTENIDO Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Capítulo 1 — La Mayordomía Definida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 El Concepto de la Mayordomía en el Antiguo Testamento . . . . . . 6 El Concepto de la Mayordomía en el Nuevo Testamento . . . . . . . . 8 Principios de Mayordomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Capítulo 2 — Instrucciones Prácticas Sobre Cuatro Asuntos Relacionados . 17 Guerra Espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 El Evangelio de la Salud y la Riqueza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 El Espíritu del Diezmo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 La Esclavitud de la Deuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Anotaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 INTRODUCCIÓN Hay una crisis en la cristiandad hoy. Muchas iglesias y denominaciones están luchando para alcanzar sus metas financieras y proveer fondos para sus visiones. Nosotros en la Alianza Cristiana y Misionera no estamos ajenos a esta lucha. Pero la crisis a la cual nos enfrentamos no es principalmente una lucha de mayordomía. Es una crisis de discipulado. Ciertamente que la mayordomía fluye de esta categoría más amplia de discipulado pero el asunto principal es la totalidad de lo que significa ser un seguidor de Jesús en el siglo veintiuno. La iglesia en Norteamérica ha reducido trágica e inadvertidamente el seguir a Jesús a una serie de credos para creer y un grupo de oraciones para ser oradas. Perdido en nuestro evangelismo está el llamado radical a dejar el reino de este mundo y someterse al gobierno y soberanía de Dios. Nuestro llamado a hacernos ciudadanos del Reino de Dios ha hecho pocas demandas en lealtades mundanas anteriores. Hemos producido discípulos a quienes no les importa tomar su cruz, siempre que no sea muy pesada, se ajuste a su itinerario y que no choque con su estilo de vida. Hemos predicado una cruz incruenta que ha despojado a la cristiandad de su poder y ha convertido la enseñanza bíblica de la mayordomía en una tarea que la mayoría de los predicadores preferirían evitar. El momento ha llegado para La Alianza Cristiana y Misionera el repasar el significado de la mayordomía bíblica, el aprender de nuevo los principios que dirigen el ganar un salario, gastar, ahorrar y dar y comprometernos de nuevo como hombres y mujeres dedicados a la obediencia original. Hacia esta meta, así como todas las áreas del discipulado diario, tenemos que recordarnos a nosotros mismos del mensaje central de nuestro Señor Jesucristo. 1 “El Reino de Dios se ha acercado.” ¿Qué quiso decir Jesús cuando hizo esa declaración en Marcos 1:15? ¿Qué relación tiene con una teología bíblica de la mayordomía? La proclamación valiente de Jesús se dirigió directamente al problema principal de la humanidad: la naturaleza caída. La caída del hombre resultó en una toma de poder hostil de este planeta. La desavenencia resultante entre el hombre y Dios y entre el hombre y su semejante expuso horrendamente el gobierno y soberanía del mal en esta tierra. La misión de Jesús fue el restablecer la “cabeza de playa” redentora del gobierno y soberanía de Dios. Dallas Willard parafrasea Marcos 1:15 para comunicar esta verdad impresionante: “Entonces Jesús vino a Galilea anunciando las buenas nuevas de Dios. ‘Todos los preliminares han sido atendidos,’ dijo ‘y el gobierno de Dios ahora está accesible a todos. Revisen sus planes para vivir y fundamenten sus vidas en esta notable nueva oportunidad.’”1 En otras palabras, Jesús estaba haciendo disponible una nueva completa economía bajo la cual podemos vivir. “Aquí está,” declara Jesús, “el reino de Dios está a su alcance. El gobierno y la soberanía de Dios están disponibles para todos los que lo reciban.” El relato de Mateo de este anuncio incluye la bien conocida directriz, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Inherente en este llamado es el requisito de volverse de la dirección en la que uno se dirige hacia una completa y nueva realidad. Arrepentimiento (griego: metanoeo) significa cambiar la mente o el propósito de uno.2 “Cambia tu vida. El reino de Dios está aquí,” es como Eugene Peterson presenta este versículo en The Message (El Mensaje, en español). Él cautiva el corazón del mensaje de Jesús. Usted puede entrar en el Reino de Dios sólo si usted está dispuesto a soltarse del control “aparente” que usted tiene sobre su propia vida. Una proclamación del Reino que descuida el llamado a reconsiderar y arrepentirse de valores y prioridades anteriores produce estilos de vida que no llegan a lo que Jesús busca. Algunos han sugerido que esta realidad del Reino era y es para un tiempo futuro, que el Reino no está disponible ahora pero que algún día lo estará.3 Mientras que hay ciertamente elementos del Reino que todavía no hemos experimentado, Jesús parece haber estado invitando a sus oyentes a entrar en algo que está accesible inmediatamente. 2 El tiempo perfecto de eggiken, traducido usualmente “está a la mano” o “se ha acercado” (Mateo 3:2; 4:17; 10:7; Marcos 1:15), indica que la “venida” es una acción pasada con resultados presentes.4 Jesús proclamó que el gobierno y soberanía de Dios, aunque no consumada plenamente, está disponible ahora.5 Si el llamado de Jesús fuera realmente un llamado a recibir el gobierno y la soberanía de Dios, es obvio que el que está respondiendo a este llamado no puede quedar igual. Claramente que caer bajo el señorío de Dios estaría el uso de su dinero, dones, habilidades y todos los recursos. Por lo tanto, nosotros, que entramos al Reino, pasamos por un cambio radical. Le servimos a un nuevo Amo y todo lo que tenemos le pertenece a Él (Salmo 24:1). Si Dios posee nuestros corazones, muy ciertamente tendrá nuestras billeteras también. Por lo tanto, cualquier discusión sobre mayordomía tiene que comenzar con una comprensión saludable del discipulado del Reino. Tenemos que contrarrestar nuestra tendencia a limitar nuestro concepto de mayordomía a asuntos de dinero y finanzas porque la mayordomía bíblica abarca mucho más: significa estar sometidos plenamente bajo el gobierno de Dios en cada área de nuestras vidas. A.B. Simpson, en su artículo, “The Grace of Giving” (“La Gracia de Dar”, en español), describe esta maravillosa conexión entre discipulado y mayordomía del Reino: Cuando comenzamos nuestra misión en la calle Tremont en Boston, recuerdo haber tomado una ofrenda para ésta en una reunión por la tarde en la ciudad. El donativo más grande fue $25.00—una suma considerable para aquel tiempo. Estaba curioso por saber quién fue la “persona de los $25.” Al final de la reunión me lo presentaron—un pobre zapatero que tenía un pequeño taller. Cuando le hablé sobre su donativo generoso él me dijo, “Si sólo usted supiera lo que el Señor me ha dado, usted no se sorprendería del todo.” Posteriormente me relacioné mejor con el hombre. Cada vez que iba a Boston allí estaba él, gritando sus aleluyas. El se había convertido muchos años antes pero no podía tener gozo. Estaba hambriento por más de la presencia de Dios. 3 Él buscó una experiencia más profunda con Dios pero los miembros de la iglesia a la cual él asistía le dijeron que su búsqueda era una tontería. “Tú tienes que estar resignado a seguir pecando como el resto de nosotros,” le aconsejaron. El hombre se apartó y por varios años mantuvo un bar en Boston. Pero el hambre de su corazón no se le iba. Un jueves por la tarde llegó tambaleándose a nuestra reunión de la Alianza en Boston y escuchó a la gente hablando sobre las riquezas de la gracia de Cristo. Antes de que terminara la tarde él había recibido el Espíritu Santo. Se fue para su casa para tirar el whisky al mar. Cerró su bar y volvió a hacer zapatos para ganarse la vida. Allí en su pequeño taller él predicaba el evangelio todo el día a los clientes. Y ese era el hombre que dio $25.00. Ello fue un regalo que Dios hizo posible y que Dios movió por la plenitud del Espíritu Santo y el derramamiento de Su gracia.6 El factor distintivo del dar de este hombre fue su corazón. Aunque había sido un cristiano por años, él tenía un hambre insaciable por más de la presencia de Dios. Finalmente él la experimentó sólo después que estuvo dispuesto a abandonar sus ídolos y volver a la sencillez de la pura devoción a Jesús. Monetariamente él ganaba muy poco como zapatero, pero recibiendo de todo corazón de Aquel que es dueño de todo, de cierto, lo hacía rico a él. Como resultado, su deseo fue de contar tanto como dar. El no solamente predicó sobre la gracia de Dios. Él la vivía. La gente que entiende lo que tienen en el Reino de nuestro Señor dan generosamente y con gozo. La gente que no ha sido enseñada así, no lo hará. Creemos que esta convicción sirve como punto de partida para la mayordomía apropiada de todo lo que poseemos. Los principios que presentamos y los asuntos que discutimos en las páginas que siguen no se pueden comprender sin el Señorío de Cristo como su verdadero fundamento.7 Debido al alcance limitado de nuestra discusión no podemos discutir cada punto de la Escritura y cada asunto de interés.8 No obstante, nuestra confianza es que este trabajo servirá como un resumen conciso de lo que cada pastor, anciano y feligrés debería saber sobre la mayordomía bíblica. 4 LA MAYORDOMÍA DEFINIDA El Nuevo Diccionario Colegial Webster (Webster’s New Collegiate Dictionary, en inglés) define a un mayordomo como a “uno empleado en una casa grande o hacienda para administrar intereses domésticos (tales como la supervisión de sirvientes, cobro de rentas y llevar las cuentas).”9 En resumen, un mayordomo es una persona que cuida la propiedad de alguien. Hay varios ejemplos en el Antiguo Testamento, donde los mayordomos son descritos sencillamente como aquellos que “están a cargo de la casa” (Hebreo: al-habbayit, por ejemplo I Reyes 4:6,16:9, Isaías 36:3, Versión Reina–Valera 1960), así como en el Nuevo Testamento, donde son llamados administradores o mayordomos (Griego: oikonomoi, por ejemplo Lucas 12:42; 16:1). Debemos mencionar también la ilustración de Pablo en Gálatas 3:24 asemejando la ley del Antiguo Testamento a un esclavo de una casa puesto a cargo de los niños (Griego: paidagogos). Quizás la historia bíblica más vívida que ilustra la mayordomía es la de José, el administrador de la casa de Potifar (Génesis 39:4-6).10 Mientras que estos pasajes ofrecen ilustraciones útiles de la ocupación de la mayordomía, el meollo de la enseñanza bíblica sobre mayordomía como un punto de discipulado va mucho más profundo. 5 EL CONCEPTO DE MAYORDOMÍA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO El concepto hebreo de mayordomía empieza y termina con Dios. Dios es el creador y poseedor de todas las cosas. Los seres humanos que poseen la creación de Dios lo hacen así sólo según Dios delega gratamente. Esta idea se puede trazar a lo largo de todo el Antiguo Testamento. En Génesis 1 y 2, cuando Dios les concede a Adán y Eva dominio sobre la creación, Él les está pidiendo que gobiernen en Su nombre. Las responsabilidades de nombrar los animales, llenar y sojuzgar la tierra demuestra que se les está dando un predominio de embajadores como los vicegobernadores de Dios. Sin embargo, no hay duda alguna en cuanto a quién es el verdadero Soberano. El juicio que Adán y Eva sufrieron después que decidieron seguir por su propio camino y salir del gobierno y soberanía de Dios en Génesis 3 demuestra que ellos fueron tenidos por responsables por el Señor. La responsabilidad de la mayordomía en el Reino de Dios fue establecida desde el principio. En Génesis 14, cuando Melquisedec saca el pan y el vino y bendice a Abram, las primeras palabras que salen de su boca son, “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador [Hebreo: ganah] de los cielos y la tierra” (vs.19 Versión Reina-Valera 1960). El versículo 20 registra el primer diezmo en la Escritura: “Y le dio Abram los diezmos de todo.” Dos versículos más adelante Abram levanta su mano y hace personal la bendición de Melquisedec, declarando en esencia, “Señor Dios Altísimo, todo lo que tengo te pertenece a Ti.” Es apropiado decir que este diezmo está concebido por la bien delineada declaración de que el Señor es el creador y poseedor de todas las cosas. En Deuteronomio, cuando los israelitas estaban indecisos para entrar a la Tierra Prometida, ellos fueron instruidos cuidadosamente para que recordaran que la tierra en realidad le pertenecía a Dios. Ellos eran, a lo más, habitantes temporeros. La tierra era el regalo de Dios y su herencia de El (Deuteronomio 25:19). Ellos no podían hacer todo lo que quisieran con ella. Más bien, ellos tenían que ser buenos mayordomos de los recursos que Dios les había confiado. Esta idea estaba detrás de muchas de las leyes acerca del uso de 6 la tierra. Dos ejemplos son dignos de señalar aquí. Primero, Dios mandó que Su tierra tenía que estar sin cultivarse cada séptimo año para recibir un descanso sabático de sembrar y cosechar. “Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar” (Éxodo 23:10,11). Las cosechas de los años anteriores fueron prometidas para ser suficientes para sostenerlos durante todo el año sabático de reposo. Por medio de esta ley, Dios le estaba enseñando a Su pueblo que El iba a ser su fuente de sustento, que ellos deberían confiar en Su habilidad de proveer para ellos más que en la habilidad de ellos para proveerse a ellos mismos. A través de los años el pueblo de Israel ignoró tristemente esta ley del año sabático. Cuando el cronista miró hacia atrás sobre la caída de Jerusalén en el 586 A.C., él interpretó la ruina del pueblo y el cautiverio babilónico en términos de su inhabilidad de confiar y obedecer a Dios en este preciso asunto. “Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia . . . hasta que la tierra hubo gozado de reposo.” (2 Crónicas 36:20-21). Segundo, los conceptos de mayordomía cubren leyes concernientes al Año de Jubileo. Cada quincuagésimo año era consagrado como un nuevo comienzo por toda la tierra (Levítico 25:8-54). Los desterrados y los pródigos regresarían a casa. Las deudas tenían que ser perdonadas. La tierra tenía que ser devuelta a sus dueños originales. ¿Por qué se hacía esto? El Señor declaró que la tierra le pertenecía propiamente a Él, y nadie sino El podía reclamar posesión absoluta de ella. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Levítico 25:23). Por esto, el pueblo del pacto de Dios en el Antiguo Testamento tenía un entendimiento muy claro del concepto de la mayordomía. Aún sus cantos de adoración contenían referencias y recordatorios hacia este importante principio espiritual. “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan. Porque él la fundó . . .” (Salmo 24:1,2). Otra vez, por medio del salmista, Dios afirma, “Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviere hambre no te lo diría a ti; 7 porque mío es el mundo y su plenitud” (Salmo 50:10-12). Esta teología de la propiedad de Dios también sustenta la práctica israelita de los diezmos y ofrendas. Hay tres diferentes diezmos mencionados en el Antiguo Testamento: un diezmo para los levitas (Números 18:21-24), un diezmo de celebración de los productos agrícolas (Deuteronomio 12:6-7; 14:22-26), y un diezmo de benevolencia (Deuteronomio 14:28,29).11 Sin considerar el propósito terrenal, el propósito principal de estas ofrendas siempre fue el de ser la adoración de corazón al Dios que era el dueño y dador de todo. Discutiremos en más detalle este concepto del espíritu del diezmo en otra sección. Por el momento, podríamos decir que esta adoración de corazón se ilustra hermosamente en la descripción del cronista de los regalos que el pueblo de Israel trajo para la construcción del templo. “Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente” (I Crónicas 29:9). David, sobrecogido por este derrame de generosidad, brota en alabanza, diciendo, “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos . . . Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. Jehová, . . . conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo . . .” (2 Crónicas 29:14-18). La enseñanza sobre mayordomía en el Antiguo Testamento se puede resumir en tres principios: 1) Dios es dueño de todo. 2) El pueblo del pacto de Dios es hecho responsable por la administración de los recursos de Dios. 3) El dar es una respuesta en adoración a la posesión de Dios de todas las cosas. EL CONCEPTO DE LA MAYORDOMÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a su tiempo les dé su ración? 42 8 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 44En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 45Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48Mas el que sin conocerle hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá (Lucas 12:42-48). 43 La parábola de Jesús sobre los siervos fieles e infieles continúa la teología de la propiedad de Dios que se encuentra en el Antiguo Testamento. El señor en la parábola que está “viniendo” y le confía sus posesiones a sus siervos podría haber sido reconocido por los oyentes judíos como Dios de quien los profetas dijeron que “vendría” en el Día del Señor. Para muchos judíos palestinos del primer siglo esta “venida” significaba la llegada de un Mesías político que los libertaría del dominio del Imperio Romano. Su expectativa de que Jesús se introduciría en el Reino de Dios era alta.12 Sin embargo, la presentación de Jesús de esta parábola presenta una nueva interpretación de este esperado “Día del Señor” como el día de su propia Segunda Venida. “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (Lucas 12:40 Versión Reina–Valera 1960).13 El efecto de esta movida interpretativa tuvo profundas implicaciones para la mayordomía cristiana. En efecto, Jesús les estaba enseñando no solamente que la plenitud del Reino de Dios iba a ser demorada sino que entretanto, mientras el Reino es “ahora” pero “todavía no”, ellos tienen que vivir una vida de mayordomía fiel. La palabra “mayordomo” (Griego: oikonomos) en Lucas 12:42 aparece frecuentemente en la literatura griega, en obras literarias 9 (por ejemplo, Filo y Josefo) y obras no literarias (recibos, contratos de arrendamiento, etc. en papiros griegos).14 Ello se refería a administradores de cuentas por pagar (por ejemplo, Lucas 16:1-8) así como tesoreros municipales (por ejemplo, Erasto, mencionado en Romanos 16:23). Mas aún, común a todos ellos era que ellos eran responsables por propiedad que no era de ellos y tenían que dar cuenta de lo que hicieron con ella. Por analogía, la parábola de Jesús llama al pueblo de Dios a vivir como mayordomos responsables y que rinden cuentas de todo lo que Dios les ha confiado. Una palabra final en cuanto a la “venida” del señor: el período de tiempo previsto para la recompensa (vs.44) y el castigo (vs.46) de los mayordomos es claramente la Parousia, cuando el Reino de Dios se haya consumado. Pero la escatología del Nuevo Testamento es una escatología “realizada.” El meollo del mensaje de Jesús era que las realidades del tiempo final (sanidades, derrota de los demonios, la presencia de Dios en el Espíritu Santo, el perdón de los pecados, etc.) están presentes ahora en forma de señal. Aún cuando los fieles puedan anticipar recompensas celestiales (puestos a cargo de todo lo que el señor posee, vs.44) y el castigo de los infieles en el infierno (los castigará duramente, vs.46), no hay razón por la cual estas consecuencias futuras no puedan ser experimentadas en una pequeña escala en la tierra ahora. Tenemos que estar abiertos a la posibilidad de que la gente dentro del Reino de Dios, tanto los verdaderos como los falsos (Mateo 13:24-29; 36-43; 47-50), puedan experimentar en esta vida la bendición material y la maldición material (!) de Dios. Según nos movemos más allá de esta parábola hacia el resto del Nuevo Testamento, se hace claro que nuestra mayordomía consiste en algo más que solamente cosas materiales. En I Corintios 4:1, (Versión Reina-Valera 1960) Pablo dice que los obreros cristianos son mayordomos (plural: oikonomoi) de “los misterios de Dios.” Probablemente Pablo se está refiriendo al evangelio, el misterio de la “multiforme sabiduría de Dios,” que se le ha confiado a la Iglesia para darlo a conocer (Efesios 3:9,10). Relacionado a esto es su uso de la palabra mayordomía (oikonomía) para describir su predicación del evangelio (I Corintios 9:16,17). En Tito 1:7, mientras hace una lista de las cualificaciones para los ancianos, Pablo describe al obispo como 10 “administrador” (oikonomos) de Dios. Pablo está enseñando que los líderes de la iglesia a quienes se les ha encomendado con la iglesia de Dios son responsables ante Dios por su cuidado. Finalmente, I Pedro 4:10 (Versión Reina-Valera 1960) dice, “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores (oikonomoi) de la multiforme gracia de Dios.” Entonces Pedro pasa a señalar dones de palabra y servicio según el campo de acción de nuestra mayordomía (I Pedro 4:11). El evangelio, nuestras iglesias, los dones del Espíritu Santo—ninguna de estas maravillosas bendiciones nos pertenecen. Nosotros somos los gratos recibidores de las cosas buenas de Dios. Por lo tanto, somos responsables por su uso en esta tierra y finalmente se nos pedirá cuenta por nuestra fidelidad con ellas (Mateo 16:27; Romanos 14:10-12; I Corintios 3:10-15; 2 Corintios 5:10). Desafortunadamente, este concepto de la mayordomía puede ser más aceptable cuando se queda en un simple principio teológico que cuando se convierte en un llamado a la vida cristiana práctica. No es difícil aceptar la mayordomía cristiana en abstracto pero somos lentos para abrazarla cuando tropieza con realidades tangibles. “Sí, yo sé que Dios lo posee todo pero, ¿por qué se me hace tan difícil entregarle mis hijos a Su cuidado cuando ellos quieren dedicarse a la obra misionera?” Si somos responsables por el uso de nuestros dones y habilidades, ¿por qué conducimos nuestros ministerios más por nuestra propia conveniencia que por un sentido de llamado de Dios? ¿Por qué menospreciamos el dar con sacrificio como una práctica legalista que se hace sólo en aquellas iglesias “radicales?” Estas preguntas apuntan hacia asuntos del corazón y nos desafían en nuestra disposición, o quizás renuencia, a obedecer. Cada uno de nosotros tiene que detenerse y considerar nuestros caminos (Hageo1:7) dejando al Espíritu convencer, que pudiéramos aprender cómo y cuándo damos en la falsa suposición de que nosotros, y no Dios, somos los verdaderos dueños de lo que tenemos. Es con este espíritu que ofrecemos estos siete principios prácticos que se basan en el material bíblico que hemos cubierto. 11 PRINCIPIOS DE MAYORDOMÍA 1. La buena mayordomía empieza con el reconocimiento de que Dios es el dueño de todas las cosas. La oración de David citada anteriormente resume hermosamente la idea fundamental de la mayordomía: “Pues todo es tuyo” (I Crónicas 29:14). La petición del predicador para “darle a Dios posesión de su vida” está basada en una premisa falsa. Nuestras vidas y todo lo que tenemos no es de nosotros para dar. No podemos “darle” a Dios la posesión de nuestros bienes materiales. Ya El lo posee todo. Solamente podemos reconocer y someternos a Su posesión. Además de la parábola de los siervos fieles e infieles (Lucas 12:4248), hay otras “parábolas sobre mayordomía”, y muy notablemente la parábola del mayordomo infiel (Lucas 16:1-13) y la parábola de los talentos (Mateo 25:14-20 y Lucas 19:12-27). Juntando estas tres parábolas, podemos exponer los próximos tres principios sobre nuestra mayordomía delante de Dios. 2. Como mayordomos se nos ha“confiado”con “bienes”para cuidar como parte del discipulado del Reino hasta el regreso del “Amo,” Jesucristo. Algunos detalles se pueden sacar de la parábola de los talentos en cuanto a las maneras en que Dios nos confía Sus “bienes.” Primero, los siervos recibieron diferentes cantidades. De la misma manera, no a todos de nosotros Dios nos confía las mismas cosas— algunos reciben responsabilidades mayores, algunos menores. Segundo, la versión de Mateo nos relata que el señor distribuyó los talentos de acuerdo a la habilidad de sus siervos (Mateo 25:15). Podemos confiar en que Dios, en Su providencia, pone en nuestras manos solamente lo que podamos manejar eficazmente. Tercero, el señor esperaba un crecimiento. El juicio vino sobre el tercer siervo por fallar en siquiera traer los intereses (Lucas 19:23; Mateo 25:27). De la misma manera, Dios espera que llevemos fruto en Su Reino. Finalmente, en la versión de Mateo, el señor está igualmente complacido con el segundo siervo que produjo dos talentos tal como él 12 estaba con el primero que produjo cinco talentos. Nosotros no debemos considerar cómo Dios ha tratado con otros para evaluar como Él trata con nosotros. Él está mayormente interesado conque seamos fieles (Lucas 12:42) que con lo que se nos ha dado. 3. Los recursos terrenales se pueden usar para propósitos eternos. En la sorprendente parábola de Jesús sobre el mayordomo infiel (Lucas 16), una de las lecciones claves enseñadas es que la riqueza terrenal puede tener valor eterno. Jesús advirtió que el dinero tiene el potencial de convertirse en una influencia predominante en nuestras vidas (16:13), y de este modo se había convertido en las vidas de los fariseos (16:14). Su perspectiva terrenal del dinero hizo que pusieran un valor incorrecto en ello (16:15). En contraste, tenemos que ver el dinero como una herramienta que Dios puede usar para llevar a cabo una obra eterna. Sabia es la persona que usa sus recursos terrenales de manera que algún día el pueda disfrutar de ganancias eternas de su inversión (16:9). Ciertamente que la promesa del Nuevo Testamento se puede aplicar a aquellos que dan financieramente para la obra de Dios, “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10). 4. Nuestra mayordomía no debe servir a nuestros propios propósitos sino el propósito del Señor Jesucristo. El tercer siervo en la parábola de los talentos hizo lo que le parecía correcto ante sus propios ojos pero fue juzgado por no obedecer la voluntad de su señor. Verdaderamente, el castigo más grande en la parábola de los siervos fieles e infieles le vino al siervo que sabía la voluntad de su señor y no la hizo (Lucas 12:47). En contraste la parábola del siervo en Lucas 17:7-10 nos recuerda la supremacía de la obediencia en la relación entre señor y siervo. Aún cuando hagamos todo lo que Dios nos ha pedido que hagamos, deberíamos recordar que la obediencia es solamente una expectación mínima. Somos candidatos para ninguna recompensa especial. Simplemente estamos sirviendo a nuestro Señor. 13 5. Como mayordomos necesitamos un cuadro balanceado de las penalidades. Una parte importante de entender la mayordomía es entender la perspectiva de Dios de la dificultad. Para la mayoría de los americanos, es fácil experimentar la inflación progresiva del estilo de vida. Esto quiere decir que cada año “la vara se sube” en cuanto a lo que constituye la vida normal. El deseo de ayer se convierte en la necesidad de hoy. Cuando esto ocurre, podemos tomar una perspectiva distorsionada de la dificultad. Cosas que se podrían haber considerado como aspectos rutinarios de la vida se pueden considerar ahora como dificultades. Un cambio sutil puede ocurrir entonces donde creemos que la tal dificultad no podría ser una parte de la voluntad de Dios. Comenzamos a decir, “Eso no podría ser la voluntad de Dios”, simplemente porque es difícil. Pero de hecho, a menudo Dios ha llamado a Su pueblo a la dificultad. Hay varias ocasiones en los evangelios donde Jesús trata el asunto de las penalidades (Mateo 8:19-22; Mateo 10:22; Marcos 10:45). Esto no es decir que sólo porque es difícil significa que es lo que Dios quiere. Una perspectiva balanceada de las penalidades significa que el llamado de Dios a nuestras vidas no se determina por lo que es más cómodo o más difícil. Este principio es particularmente importante en una época de mucha deuda. Minimizar las deudas, dar con sacrificio, moverse en nuevas direcciones ministeriales puede requerir un estilo de vida más sencillo. Para algunos esto puede ser un ajuste fácil. Para muchos otros, sin embargo, esto puede implicar una dificultad significativa. Si nuestro cuadro de la realidad está torcido, podemos terminar desechando tales importantes pasos porque estamos opuestos a la dificultad. 6. Tendremos que rendir cuentas por nuestra mayordomía. En las tres parábolas sobre mayordomía hay un momento de ajustar cuentas. El mayordomo infiel lo enfrenta al comienzo de la historia cuando es despedido. Los mayordomos en la parábola de los siervos fieles e infieles lo enfrentan al final cuando son recompensados y 14 castigados. El Nuevo Testamento nos recuerda el día de ajustar cuentas del cristiano ante el Tribunal de Cristo, algunas veces mencionado como el “Bema” (2 Corintios 5:10). La salvación es un regalo gratis dado por la gracia de Dios (Efesios 2:8,9), sin embargo, cada uno de nosotros será juzgado por Cristo para determinar nuestras recompensas por como hemos vivido. Nuestra redención no nos remueve de la responsabilidad y de rendir cuentas ante Dios. La gente del pacto de Dios un día dará cuenta por su mayordomía (Mateo 16:27; I Corintios 3:10-15). Pablo le dice a los romanos que “. . . cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12). Esto significa que tendremos que dar una explicación por lo que hicimos y por qué lo hicimos. No sólo será una evaluación de obras sino también una evaluación del corazón. El juicio por una pobre mayordomía no resultará en la pérdida de la salvación, pero aún así habrá pérdida: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (I Corintios 3:14-15). Poniéndolo contundentemente, él será salvo pero con olor a humo. 7. Nuestra mayordomía abarca lo espiritual y lo material. Ya hemos mencionado los pasajes del Nuevo Testamento que usan la palabra oikonomos u oikonomía que describe los detalles sobre los cuales los cristianos son mayordomos (la iglesia, el evangelio, dones espirituales). Hay otros pasajes que no contienen estas palabras claves pero que todavía exponen detalles que caen propiamente bajo nuestro cuidado de mayordomía. El uso del tiempo y oportunidades para ministrar (Efesios 5:15,16) ciertamente tienen que ser manejados con mayordomía sabia. Ya que nuestros cuerpos físicos son templo del Espíritu Santo (I Corintios 6:19), nuestro cuidado de ellos es también una mayordomía. Finalmente, el Señor se sentiría bien complacido si la mayordomía de nuestros hogares incluyera dar la bienvenida a otros en hospitalidad (Hebreos 13:2; I Pedro 4:9). 15 INSTRUCCIONES PRÁCTICAS SOBRE CUATRO ASUNTOS RELACIONADOS GUERRA ESPIRITUAL ¿Por qué son los cristianos reacios a los asuntos de mayordomía? ¿Por qué no vivimos cómo Jesús nos enseñó a vivir? Dos posibles contestaciones a estas preguntas son dureza de corazón (sabemos lo que Dios dice y no nos importa) e ignorancia (no sabemos porque no hemos sido enseñados). Ciertamente que estos asuntos necesitan discutirse pero, ¿podría ser que estamos pasando por alto otra posible causa? En nuestra sofisticación occidental hemos descuidado a menudo la influencia del campo espiritual. Jesús hizo referencia a la presencia de guerra espiritual con relación a la mayordomía en Mateo 6:19-24: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. 22La lámpara del cuerpo es el ojo; así 19 17 que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? 24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Note en este pasaje la declaración en palabras fuertes de que uno no puede servir a dos señores (kurios = Señor). En particular, estos dos señores, Dios y el Dinero (vs.24) están diametralmente opuestos y no pueden coexistir. La imposibilidad de servir a ambos está expresada muy bien por la metáfora de la esclavitud. No hay tal cosa como la obligación “a tiempo parcial” de un esclavo hacia su dueño. El control del señor sobre su esclavo era total y completo. Un escritor pone las demandas contrarias de los dos “señores” de esta manera: El uno nos manda a andar por fe, y el otro nos manda a andar por vista. El uno nos llama a ser humildes y el otro a ser orgullosos. El uno pone nuestras mentes en las cosas de arriba y el otro a que las pongamos en las cosas de abajo. Uno nos llama a amar la luz, el otro a amar las tinieblas. El uno nos dice que miremos las cosas que no se ven y eternas y el otro a que miremos las cosas que se ven y que son temporales.15 ¿Podría ser que la imagen de esclavo de Jesús es un indicio de que Él mira la alianza del creyente con el dinero como una forma de esclavitud espiritual? Ciertamente que aquellos que le han ministrado a feligreses que viven bajo el gobierno del materialismo, la adicción al trabajo o el juego y el temor amargo de perder lo que tienen, saben que hay una naturaleza opresiva y obligatoria a estos pecados. La personificación de Jesús de las “riquezas” (griego: mamonas, derivado del arameo) puede ser algo más que un simple ardid literario. Tenemos que estar abiertos a la posibilidad de que El está hablando de Mamón como un espíritu demoníaco, un dios rival, un principado gobernante. De cierto que muchos hoy toman la palabra “Mamón” en Mateo 6:24 de esta manera. Richard Foster, en su libro, Money, Sex, and 18 Power (Dinero, Sexo y Poder), dice que Mamón es un poder espiritual que busca dominar nuestras vidas.16 Un pastor ha sugerido que la raíz de la palabra viene de un término minero que quiere decir excavar en la tierra; encontrar el sostenimiento de uno en el suelo. El cuadro es el de un hombre cavando y escarbando la tierra, mirando constantemente hacia abajo, sacando su vida no de arriba sino del mundo de abajo.17 Aunque el significado de una palabra nunca se puede derivar de su etimología, no obstante, tenemos un cuadro conveniente ilustrando la servidumbre espiritual de una persona para quien la riqueza se ha convertido en un substituto de Dios. Aquellos que son gobernados por Mamón sufren bajo la mentira satánica de que las cosas hechas por el hombre (patronos, la bolsa de valores, el esfuerzo propio y aun la suerte) son sus proveedores en vez de Dios, su verdadero Proveedor. Ciertamente, hay un “espíritu de Mamón” que está activo en los Estados Unidos de América. Por lo tanto, los cristianos tienen que estar alertas y listos para usar las armas de la guerra espiritual, no solamente en situaciones extraordinarias incluyendo el ocultismo y manifestaciones demoníacas sino también en el mundo ordinario de ganarse un salario, pagar cuentas y diezmar. Una vida de buena mayordomía cristiana es una batalla espiritual que tiene que ser peleada y ganada. Hay muchas diferentes maneras de como bregar con la guerra espiritual. Algunas de éstas son extremadamente contenciosas. He aquí un método de guerra espiritual que será ampliamente aceptado. Es, además, un curso de acción aún si la manifestación no es primariamente demoníaca. Cualquier espíritu que parezca estar manifestándose—orgullo, avaricia o ira, por ejemplo—pase su vida en el espíritu opuesto. En Proverbios 15:1, leemos: “La blanda respuesta quita la ira.” Cuando una persona esté mostrando ira o coraje, el mejor curso de acción es responder con el espíritu opuesto—bondad. Jesús nos enseñó a responderle a la maldición con bendición y a orar por aquellos que nos maltratan (Lucas 6:28). Donde un espíritu de orgullo se ha apoderado nada lo expondrá como un espíritu de humildad. Un misionero con Juventud Con Una Misión (Youth With a Mission, siglas en español, JUCUM), cuenta de una campaña evangelística en una ciudad suramericana 19 grande. Durante los primeros días tuvieron poco éxito en su evangelismo. Varios de los miembros del equipo habían sido abusados verbalmente y todos ellos habían sido ridiculizados abiertamente. Ni siquiera la gente aceptaba los tratados que se estaban tratando de repartir. Ellos decidieron ayunar y orar por un día para ver si podían discernir qué estaba pasando en el ámbito de lo espiritual. Varios de los miembros del equipo sintieron que había un espíritu fuerte de orgullo sobre la ciudad que necesitaba ser quebrantado antes que el evangelio pudiera proseguir. Después de más oración ellos decidieron responder con actos simbólicos de humildad por toda la ciudad. Miembros del equipo se esparcieron y arrodillaron en las esquinas de las calles para orar por la gente de la ciudad. Comenzaron a ofrecerse ellos mismos para actos de humildad por todo el distrito comercial. Algunos limpiaron voluntariamente baños asquerosos y recogieron la basura para tiendas y restaurantes. Dentro de veinticuatro horas algo dramático y sobrenatural comenzó a ocurrir. La gente comenzó a escuchar cuando compartían su fe. La gente recibía sus tratados y los leía en realidad. Los miembros del equipo comenzaron a preguntarle a la gente si podían orar por ellos y muchos recibieron gratamente a Cristo en medio de aceras apiñadas. Previo a sus actos de humildad nadie había recibido a Cristo. Para el fin de la semana más de 300 personas habían dicho “Sí” a Jesús orando con los miembros del equipo para nacer de nuevo.18 ¿Había realmente un espíritu demoníaco de orgullo sobre esa ciudad? No lo sabemos. Pero sea que una fortaleza esté arraigada en lo demoníaco o en los corazones endurecidos por el pecado de la gente, vivir el espíritu opuesto puede traer la luz y libertad de Dios. Esto se relaciona directamente con el espíritu de Mamón en nuestra cultura. Si esto es demoníaco o no, nuestra respuesta debe ser la misma—practique el espíritu opuesto por la gracia de Dios. Donde haya avaricia, dejar que abunde la generosidad. Donde el materialismo y la riqueza mundanal se han convertido en algo de suma importancia, dejar que la iglesia de Jesucristo viva por una economía diferente—una gobernada por el Rey del amor y la generosidad, Jesucristo. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para 20 que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Este versículo describe la suma generosidad del Dios-Hombre, Cristo Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6,7). Jesús libremente dio de Sí mismo y generosamente puso a un lado Sus derechos y privilegios para que nosotros pudiéramos ser libres. Jesús se hizo pobre por nosotros, para que nosotros por Su pobreza pudiéramos hacernos ricos. Este es el máximo acto de generosidad. La intención de Jesús fue que Sus discípulos pudieran seguir Su ejemplo. EL EVANGELIO DE SALUD Y RIQUEZA ¿Promete Dios bendecir a Sus hijos con salud y riqueza? Muchos de nosotros nos hemos encontrado con predicadores y escritores en el movimiento de salud, riqueza y prosperidad que ha llevado a muchos a creer que la contestación es un resonante, “Sí.”19 Amamos a estos hermanos y hermanas cristianos como familia pero creemos que ellos están equivocados en algunas áreas significativas. Antes que hablemos palabras de corrección, permítannos ofrecer una palabra de precaución a aquellos, incluyéndonos a nosotros mismos, que son propensos a denunciar el movimiento de fe ásperamente. Primero, aunque no estemos de acuerdo tenemos que abstenernos de ser criticones y juzgadores. Si, en nuestro esfuerzo de hablar la verdad herimos y difamamos, no solamente perderemos la oportunidad para la corrección divina sino que invitaremos la disciplina de Dios sobre nuestras propias cabezas. Segundo, cuando traemos corrección tenemos que tener cuidado de no abandonar la verdad de Dios en el proceso. Una situación paralela ilustrará lo que queremos decir. Por los últimos treinta años Dios ha estado restaurando el uso de los dones espirituales a la Iglesia, particularmente los así llamados “milagrosos” (por ejemplo: sanidad, profecía, etc.). Con respecto a los dones se ha dicho, “El desuso no es la respuesta al abuso sino mejor dicho el uso correcto es la respuesta al abuso.” De la misma manera, tenemos que tener cuidado de no abandonar algunos de los ejemplos de la Escritura acerca de la bendición material de Dios. 21 Con estas precauciones en mente podemos identificar unos pocos extremos ante los cuales ha caído víctima el evangelio de salud y riqueza. Primero, tenemos que rechazar como no bíblica la sugerencia de que Dios ha establecido leyes universales de prosperidad que gobiernan el cosmos puestas en operación por fe y confesión positiva (nómbrelo y reclámelo). Segundo, tenemos que rechazar como no bíblica el reclamo de que Dios quiere satisfacer no solamente cada necesidad del creyente sino también conceder cada deseo (“Los hijos del Rey tienen que viajar en Rolls Royces”).21 Finalmente, tenemos que rechazar como no bíblico el reclamo de que Jesús murió para redimir al hombre de la pobreza y que un creyente que es pobre ha deshonrado a Dios porque él ha fallado en apropiarse de la liberación de la pobreza provista en la Expiación.22 Por otra parte, nuestras dudas acerca del evangelio de salud y riqueza no tiene que llevarnos a desvalorizar pasajes escriturales que muestran el deseo de Dios de bendecir y aún prosperar a Sus hijos. El Antiguo Testamento describe muchos ejemplos de personas a quienes Dios bendijo materialmente: Abraham (Génesis 13:2,6), Isaac (Génesis 26:13,14), Jacob (Génesis 32:9-12), Job (Job 1:3, 42:10) y Salomón (I Reyes 3:13). De acuerdo a Deuteronomio, Dios usó la prosperidad para confirmar Su pacto con Israel y para enseñarle a las naciones a temerle a ellos (8:18; 28:8-10). El versículo familiar, “Este es el día que hizo el Señor” (Salmo 118:24) es seguido por una menos familiar petición por el éxito: “Oh, Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego oh Jehová, que nos hagas prosperar” (Salmo 118:25 Versión Reina–Valera 1960). Eclesiastés aprueba la satisfacción del comer y beber afirmando que tal deleite no es pecaminoso sino un regalo de Dios (2:24,25). El Nuevo Testamento, mientras se enfoca menos en bendiciones materiales y más en bendiciones espirituales, a pesar de eso, afirma que debemos disfrutar las cosas materiales que Dios nos da. Los primeros cristianos “compartían el pan con corazones alegres y generosos, alabando a Dios” (Hechos 2:46,47). Pablo, a pesar de sus advertencias acerca de las riquezas, le dice a Timoteo que aún la gente rica debe poner sus esperanzas en Dios “que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (I Timoteo 6:17). 22 Pero esta enseñanza sobre el deseo de Dios de bendecir está en tensión con otros pasajes, especialmente en el Nuevo Testamento, que advierten contra las riquezas. Jesús condenó al rico insensato (Lucas 12:13-20) y advirtió acerca de cuán difícil es para un hombre rico entrar en el Reino de Dios (Lucas 18:24,25). ¿Cómo reconciliamos las enseñanzas positivas y negativas sobre la riqueza? La mejor manera es todavía afirmar que la riqueza no es mala en sí misma. Es nuestra actitud hacia la riqueza, a saber, nuestro deseo por ella, lo que puede hacer que su posesión sea mala (I Timoteo 6:9,10). Pero si, como dijimos anteriormente, el deseo de Dio es bendecir, ¿que debemos hacer con los creyentes que están en pobreza? Primero, tenemos que afirmar, en contra del evangelio de salud y riqueza, que no hay vergüenza en ser pobre. Jesús mismo no tuvo “donde recostar su cabeza” (Lucas 9:58). Pablo se describió a sí mismo como “desnudo” y “sin morada” (I Corintios 4:11). Jesús pronunció una bendición sobre los pobres: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios” (Lucas 6:20). Santiago nos dice que Dios ha “…elegido a los pobres de este mundo…” a ser ricos en fe (Santiago 2:5). De ninguna manera Dios es deshonrado por creyentes que tienen pocas o ningunas posesiones. De otra parte, tenemos que afirmar que la pobreza material es parte de la maldición de nuestro mundo caído. Hay, por supuesto, personas que escogen un estilo de vida sencillo por obediencia al llamado de Dios pero nosotros no estamos tratando su situación. Nos estamos dirigiendo a aquellos creyentes que han sido “atrapados por” la pobreza y quienes no la han escogido. Es tiempo para reconsiderar a escritores como Ron Sider, quien, mientras que admite que no todos los casos de pobreza son causados de inmediato por el pecado, reconoce que “la pobreza y el sufrimiento no son inherentemente buenos. Estos son distorsiones trágicas de la buena creación de Dios.”23 En este sentido la pobreza es un tanto como el malestar o la enfermedad. Dios, en su soberanía, deja que los hombres y las mujeres sufran dolencias físicas, empero nunca es Su placer o deleite que ellos sufran así. De la misma manera, aunque es “la voluntad de Dios” que algunos permanezcan pobres, y aún si El los consuela durante la prueba y usa la experiencia como un vehículo para su 23 crecimiento, nunca es “el deseo de Dios” que ellos carezcan de lo que necesitan.24 La pobreza que permanece entre el pueblo de Dios es una señal no de lo que el Reino es “ahora” sino que aún es “todavía no.” Por esta razón, hacemos un llamado a los pastores y líderes de La Alianza Cristiana y Misionera a desafiar a los pobres en sus congregaciones a que se aparten de la falsa creencia de que Dios desea para ellos que permanezcan en su pobreza. Se dice que la palabra hebrea para “ser próspero” (tsalach) significa “empujar hacia adelante; salir poderosamente.”25 Si esto es así, dicha palabra sirve como una descripción vívida para lo que Dios desea para ellos como parte del adelanto de Su Reino. La pobreza lleva consigo la idea de estar sujetado y confinado. Prosperidad podría ser entonces la persona pobre “liberándose” de aquello que la mantiene confinada, privada de disfrutar los buenos regalos que Dios desea conceder. Pero desde una posición ventajosa del Reino, ¿cómo se “libera” una persona y experimenta la bendición de Dios? Aquí tenemos que abstenernos de la tendencia del evangelio de salud y riqueza de proclamar a son de trompeta “fórmulas de éxito” y “reglas de prosperidad” que casi le garantizan afluencia a los fieles. Sin embargo, por obstinado que sea el movimiento de la prosperidad, su error consiste meramente en la distorsión de principios que son bíblicamente correctos. En las parábolas de Jesús, ¿quienes de los mayordomos son los que reciben la bendición del Señor? Los que fueron fieles con los talentos que les fueron dados. Mencionamos anteriormente que las recompensas (Lucas 12:44; 19:17,19; Mateo 25:21-23) y los castigos (Lucas 12:46; 19:24; Mateo 25:30) en las parábolas son principalmente escatológicas pero que en la “escatología realizada” del Reino, se pueden experimentar en forma simbólica ahora. Sin sacar conclusiones dogmáticas, debemos estar abiertos a la posibilidad de que la prosperidad material y la pobreza puedan ser el resultado de nuestra fidelidad e infidelidad en el uso de la riqueza de Dios. Por supuesto, reconocemos que hay una variedad de situaciones de pobreza en la iglesia hoy, y que sus causas inmediatas son complejas, que sirven para advertirnos contra soluciones sencillas. Y reconocemos que la enseñanza bíblica que hemos ofrecido se asemeja a la enseñanza en el Libro de Proverbios: 24 más principio general que promesa específica (ver, por ejemplo Proverbios 3:9,10). No obstante la Biblia parece conectar la mayordomía fiel con la bendición material. Dos pasajes del Antiguo Testamento confirman esta conexión. Primero, Hageo testifica que los exiliados retornaron, después de estar preocupados con sus propias casas y abandonar la reconstrucción del templo, sufrieron terrible pobreza por mano de Dios: “Sembráis mucho y recogéis poco… El que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto” (Hageo 1:6). Pero Hageo también testifica que cuando ellos reordenaron sus prioridades y comenzaron a invertir sus vidas para Dios (1:12), la maldición que había sobre sus cosechas, su ganado y sus finanzas fue levantada. Los “rotos en sus bolsas” se cerraron. Las cosechas en sus campos comenzaron a dar buen fruto. Las bendiciones materiales de su Dios comenzaron a fluir.26 Segundo, Malaquías proclamó que el pueblo de Israel durante el período pérsico estaba bajo la maldición de Dios por robarle a El sus diezmos y ofrendas (Malaquías 3:9). Pero entonces Malaquías le ofrece al pueblo esta promesa, “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa. Probadme ahora en esto… si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (3:10). Una vez más, la conexión entre la mayordomía fiel y la bendición material es clara. Nuestro punto de vista es que si la iglesia abraza la soberanía y el gobierno de Dios en la administración de todas sus posesiones entonces verá, como un producto residual del progreso del Reino, una liberación del pueblo de Dios. Los cristianos serán liberados de su cautiverio bajo el espíritu de Mamón, que los mantiene empobrecidos y serán levantados a las alegrías de la bendición material de Dios. En caso de que o cuando esto suceda, la Iglesia tiene que recordar Lucas 12:48: “…Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.” Tiene que estar lista (la Iglesia) para predicar la importancia de la generosidad, hospitalidad, el diezmar, y cuidar de los pobres. Los cristianos tienen que encontrar el equilibrio entre el disfrute de y la separación de sus posesiones. Se dice que John Wesley a menudo ganaba más de 1,400 libras 25 esterlinas al año por medio de la venta de sus libros aunque él normalmente gastaba menos de treinta libras esterlinas en él mismo anualmente. El sobrante lo regalaba generosamente. El escribió, “Si dejo diez libras esterlinas [cuando muera], ustedes y la humanidad atestiguarán en contra mía de que yo viví y morí un ladrón y hurtador.”27 La humillación de sí mismo de Wesley puede parecer radical y extremada pero queda como un fino ejemplo de una mentalidad del Reino sobre la riqueza de uno. Richard Foster dice sabiamente, “Necesitamos instrucción en cómo poseer dinero sin ser poseídos por el dinero. Necesitamos aprender a poseer las cosas sin atesorarlas. Necesitamos las disciplinas que nos permitan vivir sencillamente mientras manejamos gran riqueza y poder.”28 Esta es la meta para nuestro desempeño como mayordomos en el Reino de Dios que Jesús vino a inaugurar. EL ESPÍRITU DEL DIEZMO Los cristianos hoy están en desacuerdo en cuanto al lugar del diezmo en la teología de la mayordomía. La complejidad del debate se ilustra muy bien por la interpretación de Abram dándole el diezmo de su botín militar a Melquisedec, la primera mención del diezmo en la Escritura (Génesis 14:20). Históricamente, la décima parte, o un diezmo, ha sido siempre simbólico del todo. Inmediatamente después del evento de Génesis 14, Abram alineó su corazón hacia Dios, el creador y poseedor de todas las cosas (vs.22). El diezmo era un símbolo indicativo afirmando que el todo le pertenecía a Dios. Visto de esta manera, la cantidad o el porcentaje dado no es el asunto con Dios. Más bien, es el espíritu o el corazón detrás del regalo. Esto, por supuesto, no quiere decir que lo específico de la cantidad o el porcentaje sean poco importantes. Quizás es mejor afirmar que los dos, el corazón y lo “específico” tienen que juntarse como un punto sencillo de preocupación en la vida del discípulo. El espíritu detrás del diezmo o “el espíritu del diezmo” es visto y enfatizado a través de la historia del pueblo de Dios.29 Ya hemos mencionado como Abram dio, sin esperar nada a cambio, de un 26 corazón alineado con Dios (Génesis 14:22). Pero tristemente vemos a este corazón disminuir con Jacob, quien, en Génesis 28:20-22, ofrece la segunda mención de un diezmo. Jacob, el llamado “agarratalón”, trata de “cerrar un trato” con Dios. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare de este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti. 20 En esencia él está diciendo, “Mira, Dios, he aquí el trato: Si Tú haces todas estas cosas para mí, entonces, ¡Tú serás mi Dios y yo te daré el diez por ciento!” El espíritu del diezmo que estaba detrás del regalo de su abuelo empezó a menguar en su propio pacto torcido. Mencionamos anteriormente los varios diezmos en la Ley Mosaica (Números 18:21-24; Deuteronomio 12:6,7; 14:22-29), pero una vez más, el deseo de Dios era que sus corazones estuvieran alineados con Su corazón primero. Deuteronomio 14:23 dice que el propósito del diezmo era “para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días.” Ellos tenían que darle a Dios lo primero y lo mejor de lo que habían ganado como un recordatorio progresivo de que todo lo que ellos tenían le pertenecía a El. La ley nunca fue dada para “cumplirse” como obligaciones rutinarias. Esta tenía el propósito de que fuera una relación de corazón con Dios nacida de gracia. El espíritu de la ley siempre fue más importante para Dios que la letra de la ley y, correspondientemente, el espíritu del diezmo siempre fue más importante para Dios que la letra del diezmo. El espíritu del diezmo entre los fariseos de los tiempos de Jesús casi había desaparecido (Mateo 6:2-4). En un pasaje Jesús afirma el diezmo pero reprende a los fariseos por perder el espíritu detrás de éste: “diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23). Una vez más, el corazón de la materia es la materia del corazón (ver Mateo 6:21). 27 Desde luego, hay un peligro en esta enseñanza sobre el espíritu del diezmo. Algunos pueden decir en respuesta, “Mi corazón está bien con Dios—yo no tengo que dar.” Nuestra respuesta es que ésta es una posición engañosa que no está fundada sobre el testimonio de la Escritura. Viene del espíritu de Mamón y no del Espíritu de Dios. El que alberga esta forma de pensar es como la persona que peca contra su hermano y entonces dice, “Yo he confesado el pecado en mi corazón delante de Dios. No tengo que rectificar la situación.” El Espíritu de Dios no busca solo el “dicho” sino también el “hecho.” En las palabras de Santiago, “…la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20). Por otra parte, tenemos que ser igual de rápidos para afirmar lo contrario. Al igual que alegar que un corazón recto sin dar es erróneo, de igual manera el dar sin un corazón recto es igualmente erróneo. La parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14) nos recuerda que el diezmar no es un cúralo todo espiritual. Lo que justificó al publicano no diezmador y condenó al fariseo diezmador fue la condición de sus corazones. Sobre el asunto de dar, el Nuevo Testamento aparenta no hacer énfasis en la noción de porcentaje o cantidad. Ningún escritor en el Nuevo Testamento demanda un diez por ciento.30 Si realmente el corazón es el asunto clave y si somos simplemente mayordomos de lo que es finalmente poseído por Dios, entonces la pregunta clave que tenemos que hacernos no es “¿Cuánto doy?”, sino “¿Con cuánto me atrevo a quedarme?” ¡La iglesia neotestamentaria debe ser llena con gente misionera, no mantenedores del status quo! ¡Qué maravillosa verdad para La Alianza Cristiana y Misionera proclamar a medida que entra en este nuevo milenio! La pregunta no tiene que ser, “¿Qué porcentaje tengo que dar?” sino “¿Cuánto me atrevo gastar en mí mismo?” Quizás aquí sería de ayuda sugerir cinco principios bíblicos prácticos para aplicarlos en esta área del espíritu del diezmo. Debemos ser estimulados a Dar Primero. Jesús dice, “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:38). El propósito principal del diezmo es recordarle a la gente que Dios vive en nuestras vidas, que solo El merece la preeminencia. 28 El espíritu del diezmo se expresa bien en Proverbios 3:9,10: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.” Un misionero de la Alianza cuenta la historia de un niño africano que un día vino a su puerta con un pescado grande en sus manos. “Señor misionero, usted me enseñó lo que es diezmar, así que he aquí le traigo mi diezmo.” Mientras el misionero aceptó el pescado con gratitud le preguntó al niño, “Si este es tu diezmo, ¿dónde están los otros nueve pescados?” A esto el niño sonrió y dijo, “Allá en el río. Voy para allá a pescarlos ahora.” El “Dar Primero” es un asunto de fe y prioridad. No es porque somos espirituales que nuestro cheque de diezmo es el primero que debemos hacer cada semana. Es porque somos débiles y olvidadizos, y necesitamos ese recordatorio de prioridad y alineamiento del corazón en nuestras vidas. El segundo principio que sugiere la Escritura es el Dar Alegremente. Pablo dice, “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:6,7). Se nos recuerda de esto cada año durante la temporada de los impuestos. Durante el año nos regocijamos con los salarios y cualquier ingreso adicional que recibimos pero algunas veces vacilamos cuando hacemos nuestros cheques de diezmos y ofrendas. Cuando calculamos nuestros impuestos, nos sobresaltamos con cada fuente de ingreso y nos regocijamos cada cheque de diezmo y ofrenda—más ingresos significa más impuestos pero cada dólar de diezmo significa menos impuestos. Todo se pone al revés o quizás, más apropiadamente, al derecho. ¡Esa es la perspectiva de eternidad y el espíritu de alegría que necesitamos tener en nuestro dar todo el año! El tercer principio es que debemos Dar Fielmente. Cuando el señor dice, “…Bien, buen siervo y fiel…” (Mateo 25:21-23) a los buenos mayordomos, él está hablando de ser dignos de confianza. La fidelidad es el meollo de la mayordomía bíblica. La fidelidad escasea en la iglesia hoy. Los expertos en iglecrecimiento nos están diciendo que las nuevas generaciones no darán de la misma manera 29 que las generaciones precedentes dieron. Ellos están requiriendo nuevas técnicas y estrategias de mercadeo. Mientras que hay buenos aspectos a estos métodos, no tienen que convertirse en una muleta para compensar por nuestra falta de fidelidad en la mayordomía. Un discipulado adecuado tiene que requerirle a cada generación nueva ser sacrificialmente fiel a la causa del Reino. El cuarto principio es que nosotros debemos Dar Sabiamente. ¡Dónde damos nuestro diezmo y nuestras ofrendas es una inversión! Los cristianos deben dar con sabiduría. La iglesia ha sobrevivido múltiples escándalos financieros en años recientes. Muchas iglesias y organizaciones cristianas fracasadas no han sido sabias en su mayordomía. Con optimismo, podemos aprender de las equivocaciones de otros. Agradecidamente, La Alianza Cristiana y Misionera ha estado sin tacha en su integridad financiera. Podemos invitar a personas a invertir en el Reino por medio de la ACyM sin reservas. Es sabio, creemos nosotros, el dar primero a la iglesia local donde nos congregamos. En 1 Corintios 9:11 Pablo dice, “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” El principio espiritual es sencillo: Dé donde usted está siendo alimentado espiritualmente. Dé donde usted ve que las inversiones del Reino se están multiplicando. Proclamemos en voz alta y alegremente lo que Dios está haciendo por medio del ministerio de La Alianza Cristiana y Misionera. Entonces asegurémosle a nuestra gente que ellos están dando sabiamente cuando ellos confían sus finanzas a nuestro cuidado. Finalmente, animemos a nuestra gente a Dar Sin Buscar Reconocimiento. Jesús vio la hipocresía del dar en público de los fariseos y dijo, “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:3,4). Se instruye el dar en secreto no solamente porque guarda contra el orgullo religioso sino porque es una de las maneras principales en que Dios desarrolla fe en nuestras vidas. Si nuestra confianza es en Dios, daremos sin que nadie más lo sepa y estaremos contentos. Alguien ha dicho correctamente, “El diezmar no es el método de Dios de juntar dinero, es Su método de criar hijos.” Dar 30 sin buscar reconocimiento es una parte importante de ese proceso. Hace algunos años hubo una iglesia de la Alianza en donde se acostumbraba recoger y sumar las promesas misioneras durante el último servicio dominical nocturno de la Conferencia Misionera. Un hombre muy rico en esta congregación había hecho la costumbre de esperar hasta que toda la iglesia hubiera hecho su promesa después de lo cual él caminaba ceremoniosamente al frente con su promesa para aumentar dramáticamente el total. Un pastor nuevo había llegado a la iglesia en ese año y se le había informado de la tradición anual. Con gran valentía él fue donde el donante grande y le explicó el concepto de dar en secreto. Él le informó gentilmente que era impropio que su promesa fuera de conocimiento público y que de acuerdo a la Escritura se estaba perdiendo una bendición mayor. El hombre rico recibió gratamente la corrección. La promesa misionera fue más alta que nunca antes y cada uno de los involucrados recibió la recompensa de dar en secreto. En un mensaje sobre “Diezmar en el Alfolí” el finado Rev. Richard Harvey esperó hasta el final de su mensaje para tomar la ofrenda. Él dijo que si él hubiera estado predicando sobre la salvación él habría dado el llamado al altar al final de su sermón para que la gente pudiera responder en obediencia. Ya que el mensaje fue sobre dar, él quería tomar la ofrenda al final del sermón para darnos la oportunidad de ser obedientes al Señor con el dar. Después de la ofrenda él miró dentro de las canastas, sacudiendo la cabeza, después que los ujieres habían regresado al frente. “¿Es eso todo lo que ustedes están dispuestos a dar para Jesús? ¡Pasen las canastas otra vez!” Aunque esa expresión suena abusiva, aparentemente aquel momento fue realmente de gran gozo y anticipación.” Comenta el Rev. Ron Walborn, “Recuerdo el haber buscado bien adentro de mis propios bolsillos y poner el dinero que mi madre me había dado para comprar helado esa noche. Sentí, quizás por primera vez (pero agradecidamente no la última) el maravilloso privilegio de dar con sacrificio pero a la vez gozosamente. No recuerdo los detalles de aquel mensaje pero nunca olvidaré la pasión del Rev. Harvey y el texto de la Escritura sobre el cual predicó. Ambos han influenciado y formado mi perspectiva de la mayordomía hasta el día de hoy”: 31 “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). LA ESCLAVITUD DE LA DEUDA El tema final relacionado con la mayordomía bíblica es la esclavitud de la deuda. Muchos creyentes en esta nación son incapaces de obedecer las directrices claras de Dios porque ellos no pueden pagar el dinero que adeudan mas el interés acumulado. Están esclavizados a las tiránicas demandas de la deuda. Se cuenta la historia de dos hombres hablando acerca del dinero. El uno le pregunta al otro, “Pepe, ¿qué harías tú si tuvieras todo el dinero del mundo?” Pepe pensó por un momento y contestó, “¡Yo lo abonaría a mis deudas hasta lo más que pueda!” Podemos reírnos de la respuesta de Pepe pero muchos de nosotros nos hemos sentido de igual manera sobre el tamaño de nuestras deudas acumuladas.Y demasiados cristianos están en profunda desesperación porque ellos tontamente subestimaron su capacidad para pagarlas. Incurrir en grandes cantidades de deudas se ha convertido en un estilo de vida en nuestra nación. Este año, el gobierno federal gastará más dinero en intereses que lo que se gastó en todo el presupuesto federal en 1962. The Wall Street Journal informó recientemente que el 51 por ciento de todas las ganancias corporativas se lo está devorando el interés de la deuda. La familia americana promedio tiene una deuda de tarjeta de crédito de $7,000.00 con cargo a siete u ocho tarjetas de crédito. Esto es además de deudas sobre carros y VRs (Vehículos Recreacionales).31 Una encuesta reciente de Gallup demostró que el 56 por ciento de la gente divorciada mencionó “tensiones financieras en el hogar relacionadas a las deudas” como un factor significativo.32 Nuestra enseñanza sobre la mayordomía tiene que tratar este problema o fracasará en producir discípulos eficaces. Hace varios años un pastor de la Alianza sintió que el Señor lo dirigía a predicar 32 una serie de sermones sobre lo que la Escritura dice acerca de las deudas. Primero, él escudriñó la Palabra de Dios. Entonces, él pensó sobre su propia situación financiera. De repente se dio cuenta que él no estaba en posición de predicar sobre el tema. Además de eso, él había estado pecando en el área de la mayordomía financiera y estaba en necesidad de arrepentimiento y restitución. En ese punto, él y su esposa comenzaron un intento serio de pagar todas sus deudas tan rápidamente como les fuera posible y vivir de acuerdo a los principios bíblicos de la mayordomía antes que el “discipulado del consumidor” de la cultura. Tres años después, ellos estaban completamente libre de deudas y eran capaces de decir, “Sí”, cuando Dios los llamó a aceptar una posición ministerial que pagaba considerablemente menos que su salario anterior. La reducción de la deuda los había libertado para ser obedientes al llamado de Dios. Dos historias en el Antiguo Testamento ilustran las maneras en que la gente sabia actúa hacia la deuda. Primero, en Génesis 14, después que Abram le devuelve los bienes capturados al Rey de Sodoma y se le ofrece la oportunidad de quedarse con ellos (vs.21), él la rechaza con estas palabras: “He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas; ‘Yo enriquecí a Abram”’(vs. 22-23). Aunque los bienes eran aparentemente un “regalo” gratuito del Rey de Sodoma, Abram vio sagazmente que habían “compromisos” tácitos. El aceptarlos habría resultado en una obligación impía hacia un rey malvado. Él rechazó sabiamente el cargar con la deuda. Segundo, en 2 Reyes 4:1-7, la viuda que estaba a punto de perder a sus hijos como esclavos a un acreedor muestra buen sentido en la manera en que ella se libra de deuda. (a) Ella clama por ayuda al varón de Dios (vs.1). En otras palabras, ella buscó a Dios y consejo sabio como su primer paso en su dilema con la deuda. (b) Ella asume, con la sugerencia de Eliseo, que ella tiene que pagar sus deudas (vs.2). Ella no actuó como el impío, que “…toma prestado y no paga” (Salmos 37:21). (c) Ella estaba dispuesta a desprenderse de lo que tenía (vs.2). El “poco aceite” que ella le ofreció al profeta la puso en el camino a la “libertad financiera.” Tal desprendimiento de nuestras 33 posesiones “no negociables” cuando creemos que todo pertenece verdaderamente a Dios. (d) Ella confió en Dios para multiplicar sus esfuerzos (vs.3-7). Prestando atención al varón de Dios, lo poco se convirtió en mucho. El libro de Proverbios no prohibe el tomar prestado dinero o bienes pero sí señala los peligros asociados al contraer deudas. Proverbios 24:27 dice, “Prepara tus labores fuera, y disponlos en tus campos, y después edificarás tu casa.” El hombre sabio nos amonesta a trabajar duro en asegurar una fuente de ingresos antes de mejorar nuestra comodidad. El también puede estar advirtiéndonos en contra de “comprar grandes cantidades de bienes antes de habernos ganado el dinero para pagarlos.”33 Proverbios nos advierte también en contra de ser un fiador por las deudas de otro: “El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo” (Proverbios 17:18). La razón, por supuesto, es que el fiador está en peligro de perder sus posesiones, incluyendo su propia cama, si el prestatario deja de cumplir (Proverbios 22:26,27). Finalmente, la ley mosaica ofrece unos cuantos comentarios en cuanto a los peligros de las deudas. Las bendiciones y maldiciones en el monte Gerizim y en el monte Ebal en Deuteronomio 28 mencionan las deudas. El ser bendecido es “prestar a muchas naciones, y no pedirle prestado a ninguna” (vs.12) y el ser maldito es tomar prestado del extranjero y no prestarle a ninguno (vs.44). La ley también limitaba lo que podía ofrecerse como prenda en préstamos para proteger a un deudor de un daño terrible si fallaba en pagar. Cuando Deuteronomio 24:6 prohibe que un par de muelas de molino (la de arriba y la de abajo) se tomen como prendas (garantías), esto protege el modo de ganar la vida del deudor, de tal manera que, en caso de incumplimiento de pago, él no sea condenado a estar endeudado perpetuamente. Cuando en Deuteronomio 24:12,13 se le requiere a un acreedor que ha tomado la capa del deudor como prenda, que la devuelva por la noche, Dios está protegiendo la capacidad de la persona para mantenerse abrigado, una necesidad básica de la vida. La misma ley protege también la dignidad del deudor. El acreedor no podía entrar a la casa del deudor a agarrar la prenda; él solo podía pararse afuera y esperar a que el deudor se la sacara (Deuteronomio 24:10,11). De estas maneras, 34 la ley mosaica reconoce el daño y la humillación que la deuda no controlada puede causarle a una persona. Resumiendo: El Antiguo Testamento: 1) advierte en contra de tomar prestado dinero y bienes que no estamos preparados para pagar; 2) reconoce la amenaza que la deuda no controlada puede ser a nuestro bienestar. El Nuevo Testamento continúa la advertencia del Antiguo Testamento acerca de la deuda. Romanos 13:8 dice, “No dejar ninguna deuda pendiente, excepto la deuda continua de amarse el uno al otro . . .” aunque una traducción más literal presenta una prohibición más estricta: “No debáis a nadie nada (Griego: medeni meden opheilete) sino el amaros unos a otros . . .” (Versión Reina-Valera 1960). Es discutible si este versículo no permite todos los préstamos, incluyendo préstamos a estudiantes e hipotecas de hogares. La finalidad en aplicar esto no es ser legalistas o insinuar una falsa culpabilidad sino preguntarnos a nosotros mismos, “¿Están mis finanzas enfiladas en la dirección que la Escritura está señalando? Por la gracia de Dios, ¿me estoy dirigiendo hacia la libertad en esta área de mi vida?” Nunca nos libraremos del dominio de Mamón o de la deuda hasta que aprendamos y practiquemos las disciplinas espirituales del contentamiento y la sencillez. En su primer libro, Margin, el Dr. Richard Swenson analiza la patología de nuestra cultura agobiada por la deuda. “El descontento como una fuerza impulsora para una sociedad podría hacer rica a esa sociedad pero ésto (el descontento) la arruinará a la larga.” 34 Swenson señala correctamente que Dios no solamente ensalza el contentamiento (I Timoteo 6:6), El lo ordena. “…estén contentos con lo que tenéis ahora . . .” (Hebreos 13:5). Desafortunadamente, en nuestra cultura impulsada por la deuda, “nuestra búsqueda es usualmente no para contentamiento sino para más.”35 El contexto completo de I Timoteo 6 es digno de mencionarse aquí: Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. 7Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9Porque los que quieren enriquecerse caen 6 35 en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. En la raíz de mucho (no toda) de nuestra deuda está la codicia y el espíritu de los versículos 9 y10. Si esto es cierto, entonces tenemos que arrepentirnos y encontrar perdón. Es tiempo de alinear nuestros corazones con Dios y nuestras prioridades financieras con Su Palabra. No es la voluntad de Dios para Su pueblo estar esclavizado por la deuda. En verdad, el mensaje completo del evangelio es acerca de Jesús pagando una deuda que nosotros no podíamos pagar. El deseo de Su corazón es que Su pueblo esté libre en todas las áreas de sus vidas. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. (Colosenses 2:13,14 Versión Reina-Valera 1960). Un punto final acerca de este asunto de la deuda hace impacto en nuestra misión en La Alianza Cristiana y Misionera. ¿Cómo reconciliamos la impresionante cantidad de deudas asumidas por nuestra gente joven en su preparación de colegio y seminario con la enseñanza bíblica en esta área? Durante una consejería premarital, una pareja joven que se graduaba de uno de nuestros colegios Alianza reveló una deuda de más de $40,000 entre los dos. Esta pareja está ahora ministrando en la Alianza. A ellos les gustaría proseguir al seminario pero la carga de la deuda del Colegio hace imposible para ellos el continuar. Muchos dirían que una educación es un gasto “apreciable” y por lo tanto es permisible bajo las normas bíblicas para la deuda. Este es un asunto que necesita mucha reflexión y oración. ¿Sería posible que hemos sido discipulados más en los “valores de la cultura mundana” que lo que hemos sido en los “valores del Reino?” 36 RESUMEN Por una multitud de razones La Alianza Cristiana y Misionera tiene que reavivar su pasión para reclutar mayordomos devotos— hombres y mujeres que manejen los recursos de Dios con integridad. Nuestra visión de convertirnos en un movimiento de cristianos de la Gran Comisión que están glorificando a Dios mediante la edificación de la Iglesia de Cristo en todo el mundo, se realizará solamente si hacemos un compromiso en masa de todo lo que tenemos y todo lo que somos para Él. La mayordomía es la pieza fundamental de un contexto mayor del discipulado cristiano. La Escritura nos manda a ser mayordomos sabios y fieles que son responsables de manejar la vida, el dinero, los dones espirituales y el mensaje del evangelio de acuerdo a los propósitos de Dios. Como dice Richard Niebhur, “La mayordomía es todo lo que hacemos después que aceptamos a Cristo.” Por medio del poder del Espíritu Santo procuremos ser y a la vez instruir a otros a ser mayordomos devotos. Quiera Dios darnos el valor de ver estos asuntos de mayordomía a través de los lentes del Reino. Ojalá que estemos dispuestos de ir en contra de la corriente de nuestra cultura a fin de capacitar la próxima generación de discípulos para Jesucristo. 37 Anotaciones Dallas Willard, The Divine Conspiracy, (San Francisco: HarperCollins Publishers, Inc., 1998), 15. 1 Walter Bauer, Greek English Lexicon of the New Testament and Early Christian Literature, 2nd ed. (Chicago: University Press, 1979), 511. 2 Esta es la posición más notable del dispensacionalismo clásico, que ha interpretado el lenguaje del Reino de Jesús como un reino milenario futuro. 3 C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom (New York: Charles Scribner’s Sons, 1958), 44. 4 G. E. Ladd, The Gospel of the Kingdom (Grand Rapids: Eerdmans, 1959). 5 A. B. Simpson, The Grace of Giving, Sede de la Alianza Cristiana y Misionera 6 No se tocará en este documento el tema de la responsabilidad de la mayordomía de toda la humanidad para el cuidado de la tierra y los recursos naturales. Nuestro colega en Nyack College, el Dr. Elio Cúcaro, toca este tema con la pregunta “¿Tiene la humanidad una mayordomía para con Dios?” en su editorial The Stewardship of Mankind, 1999 Alliance Academic Review, pp. ix-xii. Nuestro enfoque será sobre la responsabilidad de mayordomía de creyentes. 7 Existen varios estudios completos sobre la mayordomía que son buenos para el estudio y meditación. Entre los pocos que recomendamos son Ronald J. Sider, Christians in an Age of Hunger, 20th Anniversary Revision (Dallas, et. al: Word, 1997) y Craig L. Blomberg, Neither Poverty Nor Riches (Grand Rapids: Eerdmans, 1999). 8 39 Webster’s New Collegiate Dictionary, (Springfield, Mass.: G. & C. Merriam Company, 1979), 1133. 9 Walter Elwell, The Evangelical Dictionary of Theology, (Grand Rapids: Baker, 1984), 1054. 10 James D. Berkley, Leadership Handbook of Management and Administration (Grand Rapids: Baker, 1997), 407. El diezmo de benevolencia se recolectaba cada tres años. Debemos también notar que se requería al pueblo de Israel otros pagos. Samuel predijo un diezmo civil, impuesto por reyes futuros, en 1 Samuel 8:15-17. Además, se estableció un impuesto del santuario en cada varón de veinte años o más, de medio siclo por año, según Exodo 30:11-16 y un tercio de un siclo en Nehemías 10:32. 11 Los discípulos ilustran esta actitud de expectación en su pregunta en Hechos 1:6, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” 12 El pasaje paralelo en Mateo 24:45-51 también ocurre inmediatamente después de la advertencia acerca de la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:44). 13 14 Bauer, Greek-English Lexicon, 560. John MacArthur, Commentary on Matthew 1-7 (Chicago: Moody Press, 1985), 415. 15 16 Richard Foster, Money, Sex and Power, 26. David Johnson, pastor de la Church of the Open Door, serie de sermones, “El Espíritu del Diezmo.” 17 Se me contó (Ronald Walborn) esta historia en un cursillo de capacitación de JUCUM en 1997. El hombre que me lo contó fue miembro del equipo dirigido por John Dawson. He visto la confirmación de esta historia en los escritos de John Dawson y de otros misioneros de JUCUM. 18 Los líderes principales de este movimiento son Kenneth Hagin, Kenneth y Gloria Copeland, Jerry Savelle, y Fred Price. Para un análisis bueno del evangelio de la prosperidad, vea: Dennis Hollinger, “Enjoying God Forever: A Historical/Sociological Profile of the Health and Wealth Gospel,” Trinity Journal, n.s. 9 (1988), 131-149; Bruce Barron, The 19 40 Health and Wealth Gospel (Downers Grove: InterVarsity, 1987); D. R. McConnell, A Different Gospel (Peabody: Hendrickson, 1988). Kenneth Copeland, The Laws of Prosperity (Fort Worth: Kenneth Copeland Pub., 1974) Kenneth Hagin, How to Write Your Own Ticket with God (Tulsa: Faith Library, 1978). 20 Frederick Price, Faith, Foolishness or Presumption? (Tulsa: Harrison House, 1979). 21 E. W. Kenyon, Jesus the Healer (Seattle: Kenyon’s Gospel Publishing Society, 1943), Kenneth Hagin, Authority of the Believer (Tulsa: Faith Library, 1967). 22 23 Ronald Sider, Rich Christians in an Age of Hunger, 113. Vea Millard Erickson, Christian Theology, Vol. 1 (Grand Rapids: Baker, 1983), 361, para la distinción entre el deseo de Dios (ejemplo, su oposición a las intenciones pecaminosas y nefastas de los asesinos de Jesús) y la voluntad de Dios (ejemplo, su decreto que Jesús muriera en la cruz). El primero es más general y tiene que ver con los valores que complacen a Dios. El segundo es más específico y tiene que ver con los que Dios, como soberano, decreta que sucederá. 24 25 Strong’s Greek and Hebrew Dictionary, número de referencia 6743. La disertación sin publicar de Ron Sider para Fuller Seminary se titula, Breaking the Spirit of Poverty: Perspectives on Wealth and Poverty from the Prophet Haggai. Vea esta obra para más información sobre este tema. 26 27 Citado en Ron Sider, Rich Christians in an Age of Hunger, 164. 28 Richard Foster, Money, Sex and Power, 46. Se le debe una gran deuda de gratitud al Rev. David Johnson para mucho del material en esta sección. Su serie de mensajes grabados, “El Espíritu del Diezmo,” ha contribuido significativamente a la formación de mi propia teología en esta área. 29 San Pablo en 1 Corintios 16:2 dice que se debe dar de acuerdo a los ingresos, una referencia quizás a un porcentaje, pero sin especificar el diez por ciento. 30 41 Small Group Financial Manual, (Longwood, Fla.: Crown Ministries Inc., 1995), 37. Crown Ministries tiene uno de los mejores programas de discipulado y mayordomía. Recomiendo este ministerio. 31 Howard Dayton, Your Money Counts, (Longwood, Fla.: Crown Ministries, Inc., 1996) 34. 32 Wayne Grudem, The Bible and Economic Decisions, manuscrito sin publicar para la clase de ética de Trinity Evangelical Divinity School. 33 42 34 Richard Swenson, Margin, (Colorado Springs, NavPress, 1992), 186. 35 Swenson, ibid., 187.