ENTREGA ANALISIS INDIVIDUAL/MARCELA CASTRO LARREA/2.971.704-4 Intentare en estas líneas hacer un pequeño raconto de dos materiales que me sugieren muchos aportes a nuestra investigación uno de ellos es, “La Educación Básica en los establecimientos penitenciarios” (Naciones Unidas, 1994.) El presente Manual es una publicación conjunta de la Oficina de las Naciones Unidas en Viena y está basado en un borrador preparado por el Instituto de Educación de la UNESCO (UIE) en Hamburgo (Alemania). En el UIE, Peter Sutton fue el coordinador del proyecto. El borrador fue revisado en una reunión de expertos celebrada en enero de 1994. Los objetivos de esta investigación versan sobre la función de la educación en los establecimientos penitenciarios, los efectos negativos del encierro y la eficacia de la educación en dichos establecimientos. Investiga sobre los procesos, propuestas y ofertas educativas formales y no formales en las cárceles de Findlandia, China, Sri Lanka, Bostwana (Africa), Westfalia, Maryland (EEUU), Katta (Egipto), Egipto, Paises Bajos y algunas propuestas sobre el Plan de Desarrollo del Sistema Penitenciario en Costa Rica. Concluyen que: “…la educación es la actividad que más ayuda a los reclusos durante el encarcelamiento, que, de otro modo, puede producir un efecto negativo sobre las relaciones sociales y el comportamiento de los presos al ser puestos en libertad. En particular, cuando los reclusos han recibido muy poca instrucción antes de ser encarcelados, debe impartírseles una enseñanza elemental equivalente a la ofrecida fuera de la cárcel si es que realmente se desea alentar a esas personas a encontrar empleo fijo después de obtener la libertad. No pueden dejarse de lado las experiencias educativas de presos al entrar en la cárcel, ni tampoco sus antecedentes sociales y familiares, su historial de empleo, su visión ni sus opiniones sobre el mundo. Los educadores tampoco pueden determinar el medio al que volverán los ex reclusos cuando queden en libertad, el mercado de trabajo, ni los vínculos sociales que constituyen elementos importantes de ese medio. Sin embargo, la enseñanza en la prisión puede proporcionar a los presos los medios para hacer frente a sus experiencias y actitudes pasadas y futuras…” (La Educación Básica en los Establecimientos Penitenciarios, Organización de las Naciones Unidas, 1994). Como segundo antecedente es importante mencionar la publicación: “La educación en cárceles del Uruguay” (Comisión de Apoyo a la Educación en Cárceles en el Uruguay, Publicada y editada por el MEC, Montevideo 2010). El propósito de esta investigación es contribuir al desarrollo de una actividad de un gran valor social, político y pedagógico, como lo es la educación, en tanto derecho y mostrar cómo desarrollar la educación en el ámbito carcelario es parte de ese derecho. Parten de la hipótesis de que no puede haber rehabilitación ni reinserción social posible sin participación de la educación como variable no suficiente, pero sí necesaria. Abordarla requiere de un trabajo intersectorial e interdisciplinario. Se desarrollan en esta literatura diferentes acercamientos enfocados a un sistema educativo carcelario, analizando las propuestas educativas formales y no formales, las estratégicas pedagógicas, el perfil de los educadores, la capacitación de los docentes , los recursos para llevar a cabo todo esto, también hace un acercamiento a la subjetividad de la persona que es atravesada por esos procesos pero no ahonda demasiado lo cual a mi modo ver es una carencia. De las conclusiones que más nos atañen compartimos la siguiente. Retoman el artículo 26 de la constitución de la República Oriental del Uruguay: “La normativa de nuestro país dispone que las cárceles aseguren la reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito”, esta última conceptualización puede ser sujeta a varias críticas siendo de orden esencial re conceptualizar la esta noción de delito en tanto enfermedad, ya que; “Además de considerar el delito como una enfermedad y la educación como un tratamiento, minimiza la acción educativa a un binomio causa – efecto y reduce el concepto de sujeto a la categoría de persona “re-socializada”. Pero, la educación no debería ser considerada como un tratamiento sino como un derecho que garantiza el acceso a la cultura, que recupera la identidad y la subjetividad, que potencia la construcción de una vida privada y social. Esto implica dejar de ver a la educación en función de una lógica de reeducación y tender hacia una educación con sentido crítico y político colocando en el centro la relación sujeto-sociedad. “Garantizar el derecho a la educación en las cárceles, no sólo es el escenario más complejo para lograrlo, sino que además, es el único capaz de poner a prueba las bondades de la teoría educativa general.” (MEC, 2010) Es en nuestro país a partir de la promulgación de la Ley N° 17.897 del 14 de setiembre de 2005, aquella realidad de la educación en las cárceles como algo marginal, asistencialista y poco más de beneficencia, comenzó a cambiar. Por primera vez se toma a la educación como elemento fundamental para la rehabilitación del sujeto y fija un criterio de valor al estudio. Desde principios del año 2007 se crea una Comisión de Apoyo a la Educación en Cárceles (CAEC), integrada por miembros pertenecientes al Ministerio de Educación y Cultura (MEC); el Departamento de Educación y Extensión Educativa de la Dirección Nacional de Cárceles, Penitenciarias y Centros de Recuperación y el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados (PNEL) perteneciente al Ministerio del Interior (MI); el Comisionado Parlamentario (CP); la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP); y un técnico con experiencia pedagógica en proyectos de Educación Penitenciaria, designado por el resto de los miembros natos. “Es propósito de la Comisión el reorientar la oferta educativa en las cárceles, de manera de incidir en una política penitenciaria lógica y coherente con énfasis en la educación e implícitamente, en la humanización y en la disminución de la vulnerabilidad.”(Mtro. Felipe Machín, CAEC.2010). “La educación a lo largo de la vida implica efectivamente a todos los actores sociales. Aprender a lo largo de la vida, es salir del estatus provisorio de detenido para inscribirse en una perspectiva a más largo plazo y sin añadir un prejuicio social al prejuicio penal.” (Marc De Maeyer, UIL – UNESCO “Mapa regional latinoamericano sobre educación en prisiones”) Por lo tanto un espacio educativo desde esta perspectiva, debería ser considerado como un espacio de producción de vida, es decir, que opera sobre la continuidad de la vida y al mismo tiempo sobre la producción de lo inédito, siendo lo inédito lo que nos habilita a seguir pensando en esta acción humana como una herramienta de posibilidad y de desestructuración de los determinismos que aquejan simbólicamente a gran parte de la humanidad. La educación se inserta en el juego de relaciones de poder que hoy reconocemos como atravesando toda la estructura social. Será pues herramienta para insertarse en la estructura, herramienta para pensarse en ella, para pensarla y al mismo tiempo para constituirse como parte de un deseo vital de configurarse específicamente en el marco de lo general. Es por esto que se nos hace imprescindible poder pensar en la experiencia educativa, la propuestas educativas (ya sean educación formal, no formal, oficios, ect), no solo desde el plano disciplinario de control del cuerpo y de la mente recordando a Foucault, sino como dijimos antes como un ejercicio de derecho tangible, que en la teoría es claro pero no así en la práctica, de esta forma se da una nueva construcción de subjetividad que se para desde otro lugar distinto del ver a la prisión como un mero depósito de cuerpos obligados a sufrir un castigo, y sino como educar en la realidad (citando a Parodi), construyendo complementariedades, cambiando la propuesta, la educación a mi entender es un pilar fundamental en cualquier contexto de encierro pudiendo dejar de lado el diagnóstico, el estigma, para proponer visiones que inviten a trabajar dibujando una nueva realidad.