II Seminario Internacional del Vino, Gastronomía y Ruralidad Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor. Las Tinajas Y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Por Gonzalo Rojas Aguilera 1 SINTESIS: Desde un punto de vista antropológico, las tinajas son una poderosa representación simbólica del mestizaje entre el mundo hispánico y el mundo amerindio precolombino. No sólo porque en su elaboración participaban los indígenas y los españoles, sino además, por la naturaleza del trabajo artesanal que implican, una labor que tiene también sus raíces en las ancestrales tradiciones agroalfareras de los habitantes autóctonos de América. Su origen más remoto está en el Mundo Antiguo, y fueron utilizadas intensamente por las más diversas culturas. Traídas a América por los primeros conquistadores españoles y portugueses, comenzaron a ser utilizadas en Chile durante el período colonial, para el transporte de mercancías, fermentación y almacenamiento de líquidos, aceite de oliva y granos. Tras la incorporación de la tonelería en la vitivinicultura en Chile, durante el siglo XIX, comenzó la decadencia de las tinajas. Consideradas como recipientes “toscos y groseros”, fueron paulatinamente sustituidos por otros elaborados a partir de maderas finas. En los inicios de la Era Republicana, los principales empresarios vitivinícolas del país comenzaron a inclinarse por la vinificación en cubas de raulí, reservando para el envejecimiento el uso de barriles de roble, preferentemente de origen francés. Hoy en día, son cada vez más los viticultores que comienzan a descubrir (o redescubrir) y apreciar las virtudes que es posible hallar en la vinificación en tinajas, como por ejemplo, su uso ancestral, lo que representa un valor patrimonial en sí mismo, que reclama su preservación. Palabras Claves: arcilla, cultura, greda, historia, mestizaje, patrimonio, tinaja, vinificación, vitivinicultura. ABSTRACT: From an anthropological point of view, the terracotta jars are a powerful symbolic representation of miscegenation (mestizaje) between the Hispanic world and the Pre-Columbian world. Not only because their crafting involved indigenous and Spanish, but also by the nature of the craftsmanship involved, which has its roots in the ancient traditions of the indigenous of America. Their ancient origin is in the Ancient World, and was used extensively by the most diverse cultures. Brought to America by Spanish and Portuguese conquerors, they began to be used in America during the colonial period, for the transport of goods, fermentation and storage of liquid, olive oil and grains. After the incorporation of cooperage in winemaking in Chile, during the XIXth century, the decline of the jars began. They were considered as "rude and crude" containers, as were gradually replaced by others made from fine woods. In the early Republican Era, country's main wine entrepreneurs began to lean towards the vinification in vats of raulí, reserving oak barrels, preferably of French origin, for the use of aging. Today, growers are increasingly beginning to discover (or rediscover) and appreciate the virtues that one can find in the wine in jars, such as its ancestral use, representing a heritage value that requires preservation. 1 Licenciado en Historia, especializado en Historia Económica, de la Universidad de Chile. Diplomado en Economía y Desarrollo Humano, Pontificia Universidad Católica de Chile. Especializado en Asuntos de Economía Global y Desarrollo Humano, a través de Course of The Challenges of Global Poverty, Department of Economics, of Michigan Institute of Technology (MIT). Máster© en Estrategia Internacional y Política Comercial, Universidad de Chile. Académico e investigador sobre temas de historia, vitivinicultura y economía. Autor de publicaciones especializadas en diversas revistas y libros. Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Keywords: clay, culture, chalk, history, heritage, jar, miscegenation, viticulture, winemaking. 2 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile I.- Sobre el origen de las tinajas Una tinaja es un recipiente confeccionado a partir de greda o barro cocido, cuyo perfil es regularmente ovalado y se estrecha en la boca y en el fondo. Comúnmente no tiene asas, y su tamaño varía según los usos a los que se les destine. Su nombre proviene del latín tinacula, y de allí pasó al castellano antiguo como las variantes tenaxa, tanaia, tenalla, tinaia y finalmente, tinaja. Según el diccionario de la R.A.E., “tinaja” se define como: “Una Vasija grande de barro cocido, y a veces vidriado, mucho más ancha por el medio que por el fondo y por la boca, y que encajada en un pie o aro, o empotrada en el suelo, sirve ordinariamente para guardar agua, aceite u otros líquidos.”2 Fuente: Cántaros de la alfarería tradicional española (diferentes formas según localidad de producción). Dibujado por Carlos Faraco. 2012 Su origen se remonta hasta el Mundo Antiguo, específicamente hacia finales de la Edad de Bronce, alrededor del año 6.000 a.C., época donde aparecen los primeros registros históricos de la 3 agricultura. Denominadas anphoras por los antiguos griegos, pithos en la cultura minoica de Creta y dolium por los antiguos latinos, los arqueólogos estiman que los primeros usos de estos recipientes se hallan en las riberas del Mar Negro, en las costas de los actuales países del Cáucaso. De modo que su origen estaría íntimamente relacionado con la vitivinicultura, también originaria de aquella zona, durante la misma época. 2 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. En: rae.es Para mayor detalle, véase: McGovern, Patrick; Katz, Solomon y Fleming, S. The Origins and Ancient History of Wine. Food and nutrition in History and Anthropology Collection. The University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology Press. Ph, Usa. 2005. 3 3 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Fuente: Linés, A. “La cerámica del agua y su relación con la aridez”. Revista del aficionado a la meteorología. Junio 2012. En: tempo.es Fueron utilizadas intensamente por las culturas del Mundo Antiguo, no sólo para el transporte de vino, sino también, como recipiente genérico y medida internacional en el comercio de mercancías en las costas del mar Mediterráneo. Habituales en el paisaje cultural de griegos, romanos y fenicios, tras la desorganización del Imperio Romano de Occidente (s. V d.C.) fueron paulatinamente pasando a ocupar un lugar en las nuevas naciones de la emergente Europa Medieval. En España, representan un ícono del mundo rural, y son hasta nuestros días, un símbolo emblemático de algunas regiones, como La Mancha y Cataluña, en el centro y norte del país, y de Málaga y Granada, estas últimas regiones, donde se hizo sentir con fuerza la influencia del mundo árabe en España, tal como lo señala Alberto Linés: “Sin detenernos en las técnicas y aportaciones romanas o visigodas, hay que hacer especialísima mención a la influencia árabe en nuestra cerámica. Influencia decisiva, que incluso llega a nuestros días, en forma mucho más acusada de lo que pudiéramos pensar. Desde el siglo VIII hasta las influencias italianizantes en Talavera en el XVI, puede decirse que prácticamente la cerámica hispana es de inspiración musulmana. Esto es patente en las técnicas empleadas, en la decoración, en la diversificación de la producción y hasta en el vocabulario, que incorpora numerosas expresiones árabes: alfar, alfarería, albarelo, alicatado, aliceres, albañal, alcatifa, almajena, almela, almijara, alpetije, altabaque, cachifa, cántaro, damajuana. En la tecnología se introduce el horno árabe, que todavía se utiliza en nuestros días, y en la decoración desarrolla la cromatografía; la técnica de la cuerda seca, que se emplea por primera vez en Almería en el siglo X y tanto auge tendrá en Málaga, Granada y sobre todo en Sevilla, donde hoy todavía se emplea”. 4 4 En: Linés, A. La cerámica del agua y su relación con la aridez. Revista del aficionado a la meteorología. Junio 2012. En: tempo.es 4 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Ánfora etrusca5. Data de principios del siglo V a.C. Florencia, Museo Arqueológico Nacional. Producido en el área de Vulci en Etruria y generalizada en la zona Central y Norte (Punta Ala, Isla de Elba, Livorno, Isola del Giglio) y en el sur de Francia, donde se utilizaba para el transporte de vino. Fuente: mostre.museogalileo.it Fueron traídas a América por los primeros conquistadores españoles y portugueses que arribaron a mediados del Siglo XVI, y comenzaron a ser utilizadas en Chile con mucho éxito tanto para el 6 transporte de mercancías, como para el almacenamiento de líquidos, aceite de oliva y granos. Su construcción fue encargada a los indígenas encomendados, vale decir, bajo la “tutela espiritual y económica” de los españoles, y ya para el siglo XVII existían centros especiales donde se manufacturaban las tinajas, ubicados en las cercanías de las canteras de greda, principalmente en los valles transversales de las regiones de Atacama y Coquimbo, y en los valles centrales de Aconcagua, Maipo y el secano del Maule y el Bío-Bío. 5 Ánforas greco-itálica y etrusca: “La identificación de las ánforas etruscas es una adquisición importante para el conocimiento del comercio marítimo de este pueblo en el período Arcaico. Después de un declive durante el siglo V aC, reanudó las exportaciones de vino a gran escala a partir del siglo IV, cuando las ánforas etruscas fueron reemplazados por un nuevo contenedor llamado "greco-Itálico", producido en la Magna Grecia y Sicilia desde el final de IV hasta el siglo II a.C. A partir de finales de los centros de producción del siglo III se encuentra en el centro de Italia (Campania, Lazio Etruria meridional) en las áreas de mayor desarrollo económico de la península”. En: mostre.museogalileo.it 6 En: Lacoste, P. “Instalaciones y equipamiento vitivinícola en el Reino de Chile: Vasijas, pipas y lagares, siglo XVIII”. Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Depto. De Historia, Universidad de Santiago de Chile. Año X, Vol. I, 2006. 5 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile II.- La materia prima Históricamente, la materia prima con la que se han confeccionado la mayor parte de los recipientes destinados para el almacenamiento y transporte de líquidos, tanto en Europa como en América, es la arcilla. Respecto a este producto, Linés ha señalado: “Se conoce generalmente por arcilla a sustancias térreas, naturales, de composición química de tipo silicato y que están caracterizadas por ser plásticas. Las arcillas, en su género, son rocas secundarias derivadas de las ígneas o primarias, por alteraciones tras enfriamiento, motivadas por agentes externos, tales como el agua, el viento, el anhídrido carbónico y otros. Muy frecuentemente estas rocas alteradas han sido 7 arrastradas y depositadas en otros lugares por sedimentación” . Respecto a la composición química de las arcillas, ésta varía, según el lugar de procedencia, entre los compuestos de oxigenados de silicio y aluminio, compuestos que están entre los más abundantes en la corteza terrestre, un elemento que permitiría explicar la virtual ubicuidad respecto al origen de los recipientes de arcilla. Estos compuestos de rocas secundarias, son naturalmente alterados por la acción secular del agua, de forma tal que sobre el feldespato (silicato alumínico potásico) se forma la caolinita, en la familia de las arcillas. Por otra parte, como señala Linés: “La arcilla no es una sustancia química, no tiene fórmula y en su composición, como en las rocas, forman parte numerosas especies químicas”. 8 Según numerosos autores, existen siete subdivisiones geológicas de la arcilla, cada una con sus respectivas particularidades y comportamiento a la hora de la prestación del servicio para el que 9 fueron elaboradas. Ellas son : 1. Graníticas: después de cocidas quedan en tonos claros. En ellas se ven brillar los diminutos cristales de mica. Difícilmente admiten barnices. 2. Ocreas: son arcillas sobre todo de litoral; de excelente plasticidad, quedan después de cocidas de un color ocre amarillento. 3. Calcáreas: también conocidas como silicatos cálcicos, están entre las más abundantes del planeta. De estas arcillas han salido las piezas más famosas de la Península Ibérica, por ejemplo. 4. Gredas: Las piezas de alfarería más blancas proceden de las arcillas tipo greda. En ellas está prácticamente ausente el hierro y poseen tonos blanquísimos. Son ideales para hacer recipientes para el agua: botijos, jarras, cántaros que invitan a beber. Muy delicados en la cocción, pueden perderse hornadas enteras por haberse enfriado rápidamente. 7 Linés, A. “La cerámica del agua y su relación con la aridez”. Revista del aficionado a la meteorología. Junio 2012. P. 2 OP. Cit. P. 3. 9 Ibid. PP. 3-4 8 6 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile 5. Ferruginosas: El cálido color rojizo fuerte delata la abundancia de óxidos de hierro. Permiten la elaboración de piezas suaves, aterciopeladas, de vivos colores que recuerdan los «lekitos» o las «crateras» griegos o romanas. 6. Volcánicas: Las cerámicas volcánicas ferro aluminosas, son muy especiales a la hora de su cocción. No resisten temperaturas muy elevadas, no admiten barnices y adquieren unos toscos colores rojizos oscuros. 7. Caolinas: consideradas de alta pureza, usualmente han sido destinadas para elaborar porcelanas. Ejemplo de tinajas hechas en Chile durante el período colonial. N. del A. Respecto a la naturaleza de la materia prima, Linés señala: “(…) Impone un importante condicionante a las cerámicas locales, lo cual es una seria dificultad a la hora de relacionar la 10 utilidad de las distintas cerámicas con determinados parámetros climatológicos, también locales.” De esta consideración, se deduce la necesidad de establecer una tipología de las obras realizadas a partir de arcilla, la que comúnmente se halla identificada según el tratamiento que haya tenido la materia prima, identificándose tres familias de recipientes: i.- De arcillas porosas, generalmente como tierra cocida a bajas o altas temperaturas. ii.- De arcillas parcialmente vitrificadas; alfarería vidriada y loza común o la loza fina en sus diferentes variedades, y finalmente; iii.- De arcillas muy vitrificadas o porcelanas. 10 Ibidem. 7 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile III.- Síntesis entre el mundo español y el indígena Desde un punto de vista antropológico, las tinajas son una poderosa representación simbólica del mestizaje entre el mundo hispánico y el mundo indígena precolombino. No sólo porque en su elaboración participaban los indios y los españoles –tanto laicos como religiosos- sino además, por la naturaleza del trabajo artesanal que implican, una labor que tiene también sus raíces en las ancestrales tradiciones agro-alfareras de los habitantes autóctonos de América. En efecto, antes de la llegada de los españoles, existía una tradición de varios milenios en torno a la confección de recipientes de tierra cocida destinados al transporte y almacenaje de comestibles y bebestibles, como asimismo, algunos de ellos utilizados para la fermentación de productos 11 naturales, conocidos como “chichas”. En este sentido, según las palabras de la historiadora del mundo precolombino y miembro del Museo Precolombino de Santiago, Colomba Elton: “Makas y chicheros vienen de tradiciones muy antiguas, mucho antes que los incas. Se hacía, al menos en los Andes Centrales, chicha de maíz y algarrobo, donde parte del fruto o semilla se masticaba, se mezclaba con el total y se dejaba fermentar en recipientes grandes. En algunos casos, éstas se enterraban bajo tierra; en otros, se armaban túmulos de piedra y barro y ahí se dejaba el cántaro tapado. A ese aparataje le llamaban chicheros; la fermentación en todo caso, no era tan larga como ahora, el grado alcohólico era menor, porque no era la idea quedar borracho, sino activar “esa otra conciencia”. La chicha era un elemento ritual muy importante, pues se usaba como símbolo de reciprocidad e intercambio en los rituales y alianzas políticas. Para beberla se usaban los vasos ceremoniales o keros, hechos de madera, cerámica u oro, dependiendo del estatus de los invitados. Tradicionalmente, los gobernantes incas dejaban keros a los jefes de los pueblos sometidos como señal de unidad. También la chicha se usaba para acoger al forastero o como ofrenda para las deidades; incluso, se enterraba a los muertos con jarros y cántaros (“maka” en quechua) con chicha para la eternidad. La elaboración de recipientes de tierra cocida era una tarea considerada importante; se fabricaban de cerámica cocida, en hornos de piedras calientes bajo el suelo (al menos en el Norte de Chile). Si bien no existe certeza de las técnicas constructivas, pueden haberse utilizado moldes o bien pequeños trozos de cerámica enroscados. La invención de la cerámica es de alrededor del año 11 Huelga señalar que si bien la palabra “chicha” es de naturaleza amerindia, no obstante, no se tiene certeza plena de su verdadero origen. Situada por algunos investigadores como un vocablo náhuatl (azteca), para otros podría ser de raíz panameña, antillana o andina, y habría llegado a Chile en el uso adaptativo que los españoles hicieron de un sinnúmero de palabras aborígenes de América. Sea como fuere, lo cierto es que ya para los primeros tiempos de la expansión colonial europea en América, el término había sido universalizado como un designativo genérico de los fermentados no destilados de baja graduación alcohólica, obtenidos a partir de diversos frutos, que podían ir desde el maíz, la quínoa y el trigo hasta la uva, el caqui o la manzana, e inclusive ciertos tubérculos, el ágave y la miel. N del A. Para mayor detalle, véase: Pardo, O. 2004. “Las chichas en el Chile precolombino”. (Basado en un trabajo presentado en el XII Congreso Ítalo-Latinoamericano de Etno-medicina "Nuno Álvares Pereira" (Río de Janeiro, Brasil, 8-12 de Septiembre 2003). Chloris Chilensis, Año 7 Nº 2. 8 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile 3.500 a.C., aunque en las grandes civilizaciones de América, se estima que los usos rituales de este tipo de recipientes alcohólicos comenzó en torno al 1.500 a.C.”12 Fuente: Keros, vasos tradicionales del Mundo Andino Pre-colombino. En: Tarragó, Myriam N; González, Luis R; Avalos, Gimena y Lamami, Marcelo. “Oro de los señores: La tumba 11 de la isla de Tilcara” (Jujuy, Argentina). Museo Chileno de Arte Precolombino. [Online]. 2010, vol.15, n.2 Resulta interesante observar cómo la tinaja, en sí misma, simboliza la naturaleza mestiza de la cultura latinoamericana. Hecha a partir de barro cocido o cerámica, no sólo es la técnica la que experimenta un proceso de transculturación entre el conocimiento amerindio y el europeo, sino además, es la misma tierra de América la que entra en contacto con el vino, produciendo una mezcla de sabores que son representativos de la nueva cultura que comenzó a asentarse y expandirse por el Nuevo Mundo. En este sentido, las tinajas americanas son una expresión casi fundacional de la cultura latinoamericana, aquella donde convergen los aportes de europeos e indígenas de una manera casi inconsciente, cotidiana, muchas veces irreflexiva, inspirada en la necesidad elemental de proveerse de la utilidad de un objeto, en este caso, de un recipiente destinado a contener un recurso que no solamente posee características sagradas desde un punto de vista religioso –es la mismísima sangre del Redentor para los cristianos- sino que además, importa una grado altísimo de significación para aquellos conquistadores que ven en el vino una forma de conservar una cultura que ellos mismos han atesorado desde tiempos muy remotos. 12 En entrevista realizada para este artículo. N. del A. 9 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Utilizadas para chicha de uva y para vino, las tinajas americanas son una especie de resultado material de la Conquista de América, donde simbólicamente, la cultura europea, representada por el vino, penetra y se asienta al interior de la tierra americana que la contiene, y que activa pero delicadamente, va entregándole también su influjo a través del sabor, la oxigenación y el envejecimiento. Fuente: Cántaros de la cultura Atacameña. En: URIBE R, Mauricio. Sobre alfarería, cementerios, fases y procesos durante la prehistoria tardía del desierto de Atacama (800-1600 DC). Estudios de Atacama. [online]. 2002, n.22 [c. 2012-09-08] Desde los primeros tiempos coloniales, la tinaja ha sido, para la vitivinicultura, un recipiente que da sentido y valor autóctono al vino; un producto que si bien es ajeno al mundo precolombino, rápidamente fue tomando arraigo en la geografía y las costumbres de las nuevas naciones latinoamericanas. En efecto, la tinaja es en la actualidad un símbolo de la vida rural en los países hispanoamericanos –tanto como medio de producción, almacenaje o bien, como un simple elemento decorativo en jardines de hogares y fincas-. También lo es el uso tradicional que se ha hecho de ella durante los más de 500 años que han transcurrido desde el Descubrimiento de América por parte de los europeos. En definitiva, la utilización de las tinajas representa una parte significativa de la adaptación de los usos y costumbres que los habitantes de ambos continentes experimentaron en el proceso de transculturación gatillado por la Conquista, donde reside el origen de la cultura esencialmente mestiza de América Latina. Desde esta perspectiva, la tinaja americana, siendo un utensilio construido y usado por los descendientes tanto de españoles como de los indígenas, y más tarde, por los mestizos latinoamericanos, es una síntesis histórica del conocimiento ancestral de ambos pueblos en la técnica de elaborar recipientes en base a tierra cocida. 10 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile IV.- Origen de los vinos rústicos de la Colonia En la actualidad, aún es posible hallar en Chile tinajas cuya antigüedad supera los 200 años. La solidez y resistencia de estos recipientes nos habla de la prolijidad con que fueron confeccionados, aunque la historiografía nos enseña que en la mayor parte de los casos, fueron hechos por mano de obra indígena forzada, lo que equivale a decir, por mano de obra esclava. En diversas zonas del país, los evangelizadores franciscanos y jesuitas se especializaron en el diseño y confección de este tipo de recipientes, cada vez más necesarios en un país que comenzaba a producir vinos a gran escala. Ya para el siglo XVIII, Chile se había convertido en el 13 principal productor de vinos del Nuevo Continente , por lo que la evolución y expansión del mercado vitivinícola exigía un constante abastecimiento de recipientes para la fermentación, transporte y almacenamiento. En el Norte Chico, por ejemplo, eran utilizadas desde el siglo XVII no solamente para la elaboración del vino conocido como “Chacolí del Huasco”14, sino también, para la fermentación de los mostos obtenidos a partir de las uvas pasificadas características del tradicional “vino 15 16 asoleado” , “vino mercedario” o simplemente, “vino licoroso” , conocido más tarde como “pajarete”, un tipo de vino dulce “generoso” 17 que hoy cuenta con denominación de origen controlada, correspondiente a las regiones de Atacama y Coquimbo, y cuyo nombre evoca a los tradicionales vinos de Monte Pajarete, en la Provincia de Cádiz, Andalucía, en el sur de España. 18 A partir del siglo XVII, las tinajas y botijas fueron utilizadas activamente para el transporte de vinos y destilados de vino –conocidos ya en el siglo XVIII como “piscos”- hacia las provincias del Río de 13 En este sentido, es preciso señalar que, aún cuando la producción vitivinícola fue destinada preferentemente al consumo interno, parte de ella se exportó a los países vecinos. En 1595, la corona española, como una forma de proteger el comercio de vinos peninsulares, dictó una orden real prohibiendo la exportación de vinos chilenos a Nueva España y Nueva Granada. Esta Real Ordenanza fue ratificada en los años de 1620, 1640, 1661 y 1794. Pese a esta política, para mediados del siglo XVIII, Chile se había convertido en el primer productor en volumen, de vinos de la América hispana, desplazando a Perú y a México. N. del A. 14 Se conoce por Chacolí (del vasco, txacolí) a los vinos blancos, rosados y tintos, producidos de manera ancestral en Euskadi (Vasconia), cuya D.O. ha sido extendida en épocas recientes a Cantabria y Burgos, en España. Es un vino fresco, elaborado a partir de uvas verdes, de alta frutosidad y acidez, con características notas florales y cítricas. Fue incorporado al abanico de producción vitivinícola del Reino de Chile en épocas tempranas de la Era Colonial, y según la R.A.E., en la actualidad, se define al Chacolí como: “Vino ligero, algo agrio, que se hace en el País Vasco, en Cantabria y en Chile”. N. del A. 15 En: Morales, Joaquín. Historia del Huasco. Primera edición de la Imprenta de El Mercurio, Valparaíso, 1896. Reeditado por la Universidad de Chile, La Serena, 1980. PP 211-217 16 Morales. Op. Cit. P. 277 17 El término “generoso” es utilizado en la vitivinicultura para designar a los vinos de alta graduación alcohólica, ya sea ésta obtenida de forma natural, o bien a través del método del “encabezado” o añadidura de alcohol para incrementar su graduación final, y extender así su longevidad. Quizás los más famosos exponentes de esta técnica sean los vinos de Madeira y Oporto, en Portugal. N. del A. 18 Para mayor especificidad respecto al origen y desarrollo del pajarete en Chile, véase: Rojas A., G. "Los vinos dulces y generosos (Pajaretes) del valle del Huasco". Rev. Vitis Magazine, Secc. Investigación en Vitivinicultura. N° Oct/Nov. 2011. 11 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile La Plata, hacia Lima y Cuzco (vía puerto de Pisco, en Perú) y principalmente, hacia Potosí, la enorme ciudad minera que por aquello años albergaba más de cien mil mineros de la plata. Alfarería popular. Almacén de tinajas, macetas, cántaros. Fuente: Linés, A. La cerámica del agua y su relación con la aridez. Revista del aficionado a la meteorología. Junio 2012. En: tempo.es En la Zona Central, se les utilizaba profusamente tanto para la fermentación de las uvas, como para su almacenamiento, dependiendo del tamaño. Sobre este punto, existen numerosos relatos, grabados y dibujos que dan cuenta del uso de este tipo de recipientes en la elaboración de fermentados artesanales (chichas), vinos frescos o mostos, vinos cocidos o “sancochados”, vinos “aliñados”, vinos licorosos y vinos envejecidos, durante el período colonial. Similar era el panorama en la Provincia de Cuyo (conocido por los historiadores de la Colonia como “Chile Trasandino”), donde existe un abundante registro de su uso tanto en materia de la vinificación, como para el almacenamiento y transporte de vino (mediante “botijas” y “botijuelas” recipientes de barro cocido de menor tamaño, con capacidad para 36 y 72 litros en promedio, respectivamente-), específicamente en las ciudades de Mendoza y San Juan, que ya para el siglo XVIII eran las principales abastecedoras de vino y aguardiente de los grandes centro urbanos de la cuenca del río de La Plata: Córdoba, Rosario, Santa Fe y el puerto de Buenos Aires. 19 19 Sobre este punto en particular, se sugiere leer: Lacoste, P. Op. Cit. PP 93-118. 12 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Fuente: Patricio Tapia, en: vinorama.cl De esta forma, podemos observar cómo las tinajas representan además el origen de una parte significativa de los primeros sabores diferenciadores de los vinos chilenos, haciendo confluir en un mismo producto el resultado de las condiciones climáticas y geológicas del territorio, características que estaban presentes en las uvas, con las de la tierra, representada por las tinajas, y los métodos de conservación del vino. Sobre este punto, el historiador de la Pontificia Universidad Católica, Juan Ricardo Couyoumdjian, en su ensayo “Vinos en Chile desde la Independencia hasta el fin de la Belle Epoque”, señala: “Aunque los vinos chilenos encontraban buena demanda en la población, los testimonios de 20 viajeros extranjeros de la época concuerdan en que su calidad dejaba bastante que desear” . También existen testimonios sobre la elaboración y transporte de vinos en tinajas, entregados por visitantes extranjeros que por aquellos años estaban de paso por Chile. De forma de ilustrar lo que ocurría durante aquellos años, se recogen los siguientes: • “Alexander Caldcleugh, que visitó Chile a comienzos de los años 1820, declaró: “El vino en general es solo regular. El que se hace cerca de Concepción, llamado vino de Penco, considerado el mejor, es el que más se parece al Málaga de cuantos vinos se conocen en Europa” • 21 “Teodorico Bland, agente norteamericano, calificaba los procesos para preparar el vino de "groseros, toscos y malos", sin perjuicio de rescatar: "un excelente vino fabricado con 22 esmero en Penco, cerca de Concepción y otros vinos preparados cerca de Coquimbo" . 20 En: Couyoumdjian, “Vinos en Chile desde la Independencia hasta el fin de la Belle Epoque”. Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Historia No 39, Vol. I, enero-junio 2006: PP. 23-64. 21 Samuel Haigh, Alejandro Caldcleugh, Max Radiguet, Viajeros en Chile 1817-1847, Santiago, Editorial del Pacífico, 1955, 149, 156. Citado en: Couyoumdjian, Op. Cit. 22 Teodorico Bland, Descripción Económica i Política de Chile en el año de 1818 (sic), traducida por Domingo Amunátegui Solar, Santiago, Establecimientos Gráficos de Balcells & Co, 1926, 16. Citado en: Couyoumdjian, Op. Cit. 13 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile • “P. Campbell Scarlett, escribiendo en la década de 1830 señalaba: "El vino de Chile es muy inferior al de Mendoza" vino." • 23 y "los nativos no son muy afortunados en la elaboración del 24 “Juan María Mastai Ferretti que visitó Chile en 1824, atribuía el problema de la calidad al proceso de elaboración. Declara que: “En general el vino es muy pesado porque es cocido 25 y lo guardan con cal en vasijas de barro". • El procedimiento de fabricación de vino, descrito por John Miers, Claudio Gay y otros, y 26 que José del Pozo ha recogido en su Historia del vino chileno , permite formarnos una idea de la calidad resultante: “La uva era cosechada a fines de abril, y debido a lo tardío de la fecha era necesario realizar la faena con la mayor premura posible para anticiparse a las lluvias. Los racimos eran transportados en capachos en lomo de mula hasta la bodega. Allí era depositada en lagares de ladrillo o de cuero montado sobe un bastidor, donde eran pasadas por una criba y desgranadas, descartando el escobajo. Al término de la jornada, cuando terminaba la recolección, la uva era pisoteada por hombres tal como se hacía en el sur de Europa, si bien en las haciendas más grandes de la zona de Concepción se usaban caballos para el prensado. Extraído el jugo, los orujos y lo que quedaba eran pasados a otro lagar o a la parte superior del mismo, y colocados sobre un "cincho", especie de tejido de gruesas varillas con látigo, y prensado varias veces con tablas sobre las cuales se colocaban gruesas piedras, y, según Miers, machacado con combos. El jugo adicional extraído también pasaba a las tinajas de fermentación a mezclarse con el anterior”. • 27 Sobre la elaboración de vinos y destilados en el Norte del país, Couyoumdjian, ha escrito: “En las provincias centrales y septentrionales, el orujo, con o sin el escobajo, se destinaba a la destilación. Este último proceso, que se realizaba en la misma hacienda, arrojaba muy buenos beneficios y podía llegar a costear todos los gastos de la fabricación del vino. La destilación era también el destino de aquellos vinos que se habían estropeado, algo que sucedía con cierta frecuencia. Claudio Gay observa que al hacer el vino "sin escobajos ni hollejos", este toma "un color más o menos pajizo". En cambio, en la provincia de Concepción, donde quedan generalmente los escobajos o a lo menos los hollejos 23 P. Campbell Scarlett, Viajes por América a través de las Pampas y los Andes, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1957, 138. 24 P. Campbell Scarlett. Ibíd. 144. Citado en: Couyoumdjian, Op. Cit. 25 Juan María Mastai-Ferretti, "Diario de viaje a Chile" Traducido y anotado por Fr. Carlos Oviedo Cavada, I.C.D., S.T.L., Historia 1, 1961, 247. Citado en: Couyoumdjian, Op. Cit. 26 Del Pozo. La Historia del Vino en Chile. Ed. Universitaria (Universidad de Chile). Santiago, 1998. 27 Del Pozo [1], 48; Claudio Gay [1], II, 190.-191; John Miers, Travels in Chile and La Plata, London, Printed for Baldwin, Cradock and Joy, 1826, II, 297-299, Edmond R. Smith, The Araucanians, or notes of a tour among the Indian tribes of Southern Chili. New York, Harper & Brothers, publishers, 1855. 103. 14 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile mezclados con el mosto, los vinos son más o menos oscuros según la localidad y la cantidad de unos y otros que se conservan en el líquido.”28 • Sobre el uso de las tinajas, en el mismo texto antes citado, se señala: “El cocido era vaciado en tinajas de greda y mezclado con el mosto en una proporción variable. Radiguet habla de una parte de cocido por tres partes de mosto, mientras que Miers señala una proporción de uno a diez. La razón para hacer esta mezcla, según Miers, es que de otro modo el vino resultaría agrio por cuanto la uva no contiene suficientes sustancias azucaradas para generar la cantidad necesaria de alcohol que asegure su preservación. Esta falta de azúcar, agrega, se debe al excesivo regadío de las viñas en el afán de obtener una mayor producción. él mismo deja esto en evidencia cuando cuenta que solía comprar "sancochado", es decir, chicha con adición de cocido, y "agregándole azúcar y observando cuidadosamente su fermentación, he hecho vinos de modo alguno inferiores al 29 mejor Tenerife". . • “El empleo de tinajas de greda también atentaba contra la calidad. Para impedir su filtración, estas vasijas eran recubiertas en su interior con brea o resina, que comunicaba su sabor al vino durante el proceso de fermentación, aunque es posible que en el caso de las tinajas viejas, la borra acumulada con el paso de los años amortiguara el efecto del sellante. Gay señala, además, que las tinajas se dejaban abiertas, lo que hacía que los vinos perdieran su aroma. Por otra parte, estimaba que estos vinos son menos susceptibles de oxigenarse con el tiempo, desde luego a causa de la espuma que cubre su superficie, lo que los libra de las alteraciones pútridas que el oxigeno del aire les ocasiona”.30 • Y, finalmente: “Miers y Smith informan que, luego de fermentado el vino en las tinajas, estas se cubrían con una tapa de greda sellada con una pasta de arcilla mezclada con guano de caballo o con brea. De más está decir que estos aromas también se comunicaban al producto. Gay señala que las vasijas también solían ser selladas con un cuero atado con un látigo. El sabio francés añade que: “Las bodegas donde se hallan depositadas las tinajas ofrecen, asimismo, un gran inconveniente, porque situados en un piso al nivel del patio con las puertas frecuentemente abiertas al aire, el vino queda expuesto a todas las variaciones [diarias] de la temperatura que son siempre muy intensas en el Norte y en las provincias centrales y que alcanzan a veces hasta 20 grados de diferencia y más”. 31 28 Claudio Gay [1], II, 191. ver tb. Id. II, 197. Miers [9], II, 300-301 30 Couyoumdjian, Op. Cit. 31 Gay [1] II, 199-200. Citado en: Couyoumdjian, Op. Cit. 29 15 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile V.- La decadencia de las tinajas Tras la incorporación de la tonelería y el uso de la madera en la vitivinicultura en Chile, a partir de la primera mitad del siglo XIX, comenzó la decadencia de las tinajas. Consideradas como recipientes “toscos y groseros”, fueron paulatinamente sustituidos por otros elaborados a partir de maderas finas. En torno al año 1820, una vez concluida la Guerra de Independencia (1814-1818), y en las ´décadas que siguieron, los principales empresarios vitivinícolas del país comenzaron a inclinarse por la vinificación en cubas de raulí, conocidas como “pipas” (con capacidad para 1000 litros o más) reservando para el envejecimiento el uso de diversos tipos de toneles, hechos principalmente 32 a partir de la madera del roble norteamericano y francés , preferentemente, reconocido por sus diversas cualidades para la vitivinicultura, tales como su resistencia, ductilidad, adecuada porosidad para la micro-oxigenación de los vinos y el buen sabor de su resina; recipientes que, según su tamaño y capacidad, fueron conocidos como barriles (de 5, 8, 20, 50, 120 y 125 litros), barril británico (159 L), barrica (220 L), barrica bordolesa (225 L) y botas o barricas americanas (de 400, 500 y 600 L). Tinaja usada en Chile para la fermentación de vinos y chichas de uva. Utilizada principalmente en la zona centro y sur del país. N. del A. Otro de los factores de importancia que inclinaron a los viñateros nacionales hacia la sustitución de las tinajas y otros recipientes de barro cocido, greda o arcilla, por aquellos hechos de maderas nobles, dice relación con sus ventajas competitivas a la hora de transportar los vinos, siendo estos últimos más livianos y resistentes a los golpes, además de la posibilidad que ofrecían de ser 32 Del género Quercus. 16 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile reparados con facilidad, dada la naturaleza de su confección mecánica, realizada a partir de listones o duelas de madera arqueada, y posteriormente tostados y ahumados a fuego en su cara interior, de entre 19 y 29 mm. de ancho, ensamblados de manera cóncava, calzados entre sí mediante cuñas y uniones entre cada duela, y sujetados por anillos de acero (flejes) y remaches, situados en ambos extremos y en el centro del tonel. Una vez que el recipiente era llenado con el líquido, éste se expandía de tal forma, que los listones se presionaban entre sí, dando hermeticidad a las paredes, y en su conjunto, dada la forma arqueada de las duelas, presionaban a los anillos de acero que las contenían, sin dejarlas moverse, sellando el recipiente para que el líquido no pudiese escapar. Finalmente, se les incorporaba el fondo y la tapa, hechos de la misma madera noble. Tinaja hallada en el Valle del Alto Huasco, Región de Atacama, Chile. Data de 1801. Fotografía tomada en el año 2011. En: Rojas A., Gonzalo. "Los vinos dulces y generosos (Pajaretes) del valle del Huasco". Rev. Vitis Magazine, Secc. Investigación en Vitivinicultura. N° Oct/Nov. 2011. Adicionalmente, la denominada “Revolución Vitivinícola” o “Modernización de la Vitivinicultura chilena”, experimentada hacia mediados del siglo XIX, a partir de la incorporación de nuevos cepajes, tecnología y conocimientos traídos desde Europa, posibilitó el nacimiento un número creciente de viñas “modernas”, cuya propiedad estuvo en manos de notables personajes de la oligarquía de la época, la que por aquellos tiempos se veía enriquecida gracias la explotación minera y el floreciente libre comercio con las naciones más desarrolladas del Atlántico Norte. Asimismo, un número creciente de viñas tradicionales, situadas en su mayor parte en los históricos valles de los ríos Aconcagua, Maipo, Tinguiririca (Colchagua), Maule, Itata y Bío-Bío, iniciaron una reconversión que les permitió rápidamente contar con un número importante de toneles de roble para la vinificación y el transporte de vinos, recipientes que si bien en una primera etapa fueron importados directamente desde los Estados Unidos y Europa, ya hacia mediados de siglo habían 17 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile comenzado a ser fabricados en el país, destacando la Tonelería Francesa establecida en la ciudad de Chillán durante el año 1857, y un número importante de pequeñas pero eficientes tonelerías instaladas en las provincias de los ríos Itata y Bio-Bio, entre la décadas de 1860 y 1890, aproximadamente. 33 La necesidad europea de importar vinos a precios razonables, tras el desastre provocado por la peste de la filoxera, la baja progresiva en los costos de los factores productivos, gracias a las ventajas competitivas que representaba el territorio de Chile Central para la elaboración de vinos finos, el conocimiento, la técnica y la cultura del vino, profundamente arraigada en el campo chileno, generaron condiciones de entorno muy favorables para la consolidación de una nueva Industria Vitivinícola nacional. Ello sumado a la expansión de la economía mundial durante la II Revolución Industrial, lo que ayudó a fortalecer los negocios del grupo de empresarios plutócratas amantes del vino, cuyas fortunas se multiplicaban en la medida en que era afianzada la estrategia de convertir a Chile en un país primario exportador, con una clara preeminencia de la minería en la economía nacional, utilidades que permitían financiar su gusto por los vinos, los viñedos y las viñas, sin ser éstos necesariamente un negocio rentable para la época. 34 Barricas bordolesas utilizadas para el envejecimiento del vino, en Viña Santa Carolina. En: Del Pozo, José. La Historia del Vino en Chile. Ed. Universitaria (Universidad de Chile). Santiago, 1998. 33 Sobre este tema en particular, y el desarrollo de la tonelería en Chile durante el siglo XIX, véase: Arriagada, Fernando; Cartes, Armando. Viñas del Itata: Una historia de cinco siglos. Ed. Pencopolitana, Concepción, 2008. 34 A propósito de este punto, José Del Pozo, en su texto “Los empresarios del vino en Chile y su aporte a la transformación de la agricultura, de 1870 a 1930” ha escrito: “Entre los años 1860 y 1890 aparecieron una veintena de viñas que se transformaron en las más importantes del país, situación que se mantiene hasta hoy, en muchos casos. Lo notable es que antes de la primera de esas fechas, ninguno de los nuevos productores aparecían entre los principales viñateros chilenos, por la simple razón que ninguno practicaba esa actividad”. 18 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile No obstante, las exigencias en la búsqueda de una mejor calidad de los vinos, llevadas a la práctica por un número cada vez mayor de viñateros y profesionales que se integraban a trabajar en las viñas en crecimiento – y particularmente a partir de la creación de la Quinta Experimental Agraria de Santiago, más tarde Quinta Normal de Agricultura, en 1830, y la creación de la Universidad de Chile, en 1842- generaron un importante movimiento en torno a mejoras cualitativas en materia vitivinícola, que iban desde el ámbito de la higiene hasta la productividad de 35 los campos, el control de las pestes , y el mejoramiento de la tecnología y logística del transporte de vinos. Asimismo, fueron estas innovaciones las que ayudaron no sólo a la consolidación de una importante industria tonelera en el país, sino además, a la creación de un verdadero cluster vitivinícola, el que contaba con la participación de la Escuela de Enología de la Universidad de Chile (1842), y la Escuela de Artes y Oficios (1849), la Sociedad Nacional de Agricultura (1838) y en el campo de la industria, las incipientes fábricas de botellas de vidrio, corchos, etiquetas y diversas maquinarias agrícolas, adaptadas y manufacturadas por las fundiciones nacionales que proliferaron por el país hacia finales de la centuria. En un período no mayor a un siglo –entre 1830 y 1930, aproximadamente- las innovaciones experimentadas por la industria del vino generaron importantes transformaciones en el panorama vitivinícola heredado de la Colonia, de modo que comenzaba a observarse un cambio significativo en la forma de hacer vinos en Chile. En este ámbito, Rodrigo Alvarado, enólogo estudioso de estas materias, escribió: “Contrariamente a lo que se sostiene, en Chile el consumo de vino era escaso pues dada la inestabilidad propia del producto, la mayor parte de lo que se obtenía se destilaba para producir aguardientes, fácil de transportar y también chicha cocida, ambas bebidas estables, comparadas con el vino. La situación cambió recién cuando se introdujo y desarrolló el uso del ferrocarril a partir del último tercio del siglo XIX, y con ello fue posible transportar vino con la fluidez necesaria para evitar su deterioro. Los siguientes antecedentes permiten formarse una imagen de lo que entonces ocurría. A mediados del siglo XIX existían en Chile aproximadamente 30.000 hectáreas de viñedos.”36 35 Sobre este punto, cabe destacar la iniciativa de la protección de los viñedos nacionales de la peste de la filoxera, que llevó al Estado de Chile a prohibir la importación de nuevos cepajes franceses en particular, en 1874, y del resto del mundo, en 1877, logrando mantener con éxito a dicha peste lo suficientemente lejos de los viñedos chilenos. N. del A. 36 En: “El Consumo de Vino en Chile: Visión Histórica”, aparecido en: rodrigoalravado.cl, Enero 2006. Sobre este punto en particular, el historiador Pablo Lacoste sostiene una tesis diametralmente opuesta, refrendada, según su opinión, en la incorporación temprana –siglo XVIII- de notables avances tecnológicos en la vitivinicultura en el Reino de Chile, a ambos lados de la cordillera. Para analizar este contrapunto, véase: Lacoste, P. “Instalaciones y equipamiento vitivinícola en el Reino de Chile: Vasijas, pipas y lagares, siglo XVIII”. Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Depto. De Historia, Universidad de Santiago de Chile. Año X, Vol. I, 2006. 19 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile Las primeras viñas de “inspiración francesa” comenzaron a operar hacia mediados del siglo, bajo la iniciativa de reconocidos hombres de la política y los negocios de la época.37 En 1841 se creó la Viña Tocornal, a la que le siguió en 1850 la Viña Ochagavía. Ese mismo año, hizo su aparición en el mercado local la Viña Urmeneta y al año siguiente, la Viña Correa Vergara. Viña Cousiño-Macul fue fundada en 1856 y, pocos años más tarde, en 1865 los hermanos Correa Albano comenzarían con la que más tarde pasaría a llamarse Viña San Pedro. En 1870, comenzaron a funcionar las Viñas Errázuriz y Santa Ana de Talagante, ésta última, que más tarde pasaría a ser conocida como Viña Undurraga. En 1971 fue fundada la Viña Ossa-Subercaseaux, para cerrar el listado con Viña De Rojas en 1874 (más tarde Viña Zavala y, finalmente, Tarapacá Ex Zavala), Viña Santa Carolina en 1875, Viña Santa Rita en 1880 y Viña Concha y Toro, en 1883. Sala de barricas, en Viña Cousiño-Macul, una de las bodegas pioneras durante el siglo XIX en la modernización de la vitivinicultura chilena. Con el transcurrir del siglo XX, el uso de las tinajas para vinificación fue quedando prácticamente olvidado, conservándose con dificultad en aquellos lugares donde la vitivinicultura colonial ha quedado preservada como una especie de “patrimonio relicto”, como ocurre en algunos sectores del Valle del río Huasco y del río Limarí. En el caso de la Zona Central, se ha preservado su uso hasta cierto punto, en el exterior de los márgenes de la vitivinicultura moderna, en lugares donde aún se conservan viejas tradiciones del 37 A propósito de este punto, Del Pozo ha señalado: “Uno de los aspectos más interesantes de esta generación de viñateros es sin duda el hecho de que la gran mayoría de ellos no eran agricultores, sino que habían hecho fortuna en otras actividades, para luego invertir en la tierra. En efecto, seis de ellos habían sido mineros: Urmeneta (suegro de Eastman), Errázuriz, Cousiño, Subercaseaux y Concha y Toro (fundador de Concha y Toro), Ossa y Pereira; un séptimo, Fernández Concha (fundador de Santa Rita, suegro de García Huidobro), se había enriquecido con la venta de terrenos urbanos en Santiago. Sólo dos, Correa y Undurraga, provenían de familias de agricultores. Un solo propietario escapaba al mundo de los negocios: el médico José Joaquín Aguirre, dueño de Viña Conchalí.” En: DEL POZO, José. “Los empresarios del vino en chile y su aporte a la transformación de la agricultura, de 1870 a 1930”. Revista Universum. 2004. P. 2. 20 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile vino, como Limache, Curacaví, El Monte, Cauquenes, en el Valle del río Mataquito, Guariligue en el Valle del río Itata, en la zona del secano interior del Maule y el Bío-Bío, y en el secano costero, en lugares como Tomé, Buchupureo y Cobquecura, antiguas caletas desde donde tenían salida los productos vitivinícolas durante el último tercio de la Era Colonial y los inicios de la vida republicana, épocas en que florecía el comercio de cabotaje entre las provincias costeras del Chile Central, antes de la construcción de la Ruta Panamericana Norte-Sur y el desarrollo de las redes ferroviarias y viales al interior de cada región. En algunas provincias del Valle del río Maipo y del río Aconcagua son utilizadas, aún en la actualidad, para la elaboración de chicha de uva –un brebaje hecho a partir de tradicional “cocido”, que es fermentado luego a bajas temperaturas en tinajas enterradas en el suelo y selladas con 38 una mezcla de barro y cal -, por lo que es común verlas en sectores rurales o periurbanos, en comunas como San José de Maipo, El Monte, Maipo, Batuco y Colina, aunque a muy pequeña escala, al igual como sucede en Curacaví, Quillota y Limache. No obstante, hasta hace muy poco eran consideradas por la mayor parte de los enólogos chilenos como recipientes infructuosos e inadecuados para la elaboración de vinos, algo así como vestigios de una vitivinicultura ya superada por el avance ineluctable del progreso. Recipientes que poco o nada tenían que aportar en un mundo lleno de aspiraciones modernistas, donde los vinos tienden a parecerse cada vez más entre sí, bajo el paradigma de la “hiper-higienización” que muchas veces, llevada hasta el extremo, ha hecho que los vinos chilenos hayan ido perdiendo carácter, ese vínculo esencial con su origen y la cultura de las personas que los producen; en otras palabras, el terruño. 38 Cabe señalar que esta forma de vinificación es considerada por los expertos como la más ancestral manera de producir vinos, íntimamente vinculada con las tradiciones que los pueblos europeos heredaron de los antiguos griegos, fenicios y romanos, y éstos a su vez, de los georgianos y armenios, remontándose a los orígenes de la vitivinicultura universal. N. del A. 21 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile VI.- Hacia el redescubrimiento de las tinajas Hoy en día, es cada vez mayor en número de especialistas y aficionados que comienzan a descubrir (o redescubrir) y apreciar las virtudes que es posible hallar en la vinificación en tinajas, como por ejemplo: su uso ancestral, lo que representa un valor patrimonial en sí mismo, que reclama su preservación; el precio, significativamente más bajo que el de las barricas de roble francés o americano; el fomento a un oficio tradicional, profundamente arraigado en la cultura vitivinícola de Chile; y en términos enológicos: un horizonte de nuevas alternativas de vinificación, en especial, de micro-vinificación, las que se traducen en reconocidas cualidades de microoxigenación y control de temperatura, y un nuevo mundo que explorar en materia de aromas y sabores, con vinos hechos a partir de diversas cepas. ¿Se observará una especie de “renacer” de las tinajas en la vitivinicultura chilena? Es difícil que ocurra. Sin duda, no reporta mayores beneficios para una sociedad la idea de echar el tiempo hacia atrás y de-construir el presente. No obstante, la historia ha demostrado que la idea de progreso no debe estar asociada al avance tecnológico y material que destruye todo lo anterior y crea cosas nuevas. El rescate de lo antiguo, de lo tradicional, de lo ancestral, también entrega valiosos aportes en materia de técnicas y metodologías, sin mencionar la capital importancia que tiene la conservación patrimonial para la identidad de una nación y la salud al interior del sistema social. Vino “Viejas Tinajas” (2011) de Viña De Martino. En: vinosycopas.com En la actualidad, reconocidos enólogos del medio nacional, como Pablo Morandé, Francois Massoc, Rodrigo Jordán y Marcelo Retamal, cuya labor, sumado al trabajo de agrónomos y viticultores, como Pedro Parra - viticultor experto en vinos de terruño- y periodistas especializados como Patricio Tapia y Eduardo Brethauer, por mencionar a los más conocidos, han comenzado a poner de relieve la importancia de rescatar el uso ancestral de las tinajas en la vitivinicultura, 22 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile demostrando que con ingenio y perseverancia, se pueden lograr buenos y sorprendentes resultados desde el interior de esas ancianas “panzas” de greda. En este sentido, Brethauer ha señalado recientemente: “Los vinos en tinajas no sólo representan un rescate de una tradición milenaria, sino un reencuentro con los ciclos de la naturaleza y con una vida más simple y auténtica. Una vuelta a los orígenes, pero con los conocimientos de hoy”. 39 Ciertamente, la preservación de las tinajas y su uso vitivinícola es una manera también de respetar a la gente que hace vino desde que tiene memoria, continuando con la forma como lo hacían sus antepasados, al mismo tiempo que se explora un campo nuevo en el camino hacia la diferenciación e innovación en la forma de producir, consumir y pensar los vinos. En años recientes, algunos de estos empeños se han convertido en una realidad tangible. En efecto, el año 2011, obtuvo gran reconocimiento entre los especialistas el vino denominado “Viejas Tinajas”, elaborado por el equipo enológico de Viña De Martino. Producto que corresponde a un varietal vinificado íntegramente en recipientes de greda, hecho a partir de uvas de la variedad Cinsault, provenientes de la localidad de Guariligüe, en el Valle del Itata. Vinificación en tinajas de greda (2011). Viña De Martino. En: vinosycopas.com Sobre este producto en particular, el periodista especializado en vinos, Patricio Tapia, ha escrito: 40 “Aunque el rescate de la cepa cinsault está muy lejos de lo que significa –en términos sociales y culturales- el rescate de la cepa País, las características de este Viejas Tinajas, más allá de la 39 En: Brethauer, Eduardo. "Vinos en tinaja: el círculo perfecto". Rev. Vitis Magazine, Santiago de Chile, N° Jul/Ago. 2011. 40 Tapia, Patricio. “Los vinos del 2011 de Chile”. En vinorama.cl 23 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile cepa con la que fue hecho, lo ubican en una dimensión completamente distinta. Se ha dicho que es un vino raro, que por su vinificación (en viejas tinajas de greda, algunas de más de cien años y de una forma completamente no intervencionista) ofrece sabores y aromas extraños. Cuando “extraño” quiere decir “malo” estamos en problemas, al menos para quienes quieran acercarse a este cinsault que es como beber un jugo de moras, bien helado, en verano. Un vino delicioso, producido con una cepa por la que nadie daba un peso en el sur de Chile y que Marcelo Retamal ha subrayado con especial talento”. Cabe señalar que está embotellada la segunda versión de este vino (cosecha 2012), también vinificado íntegramente en tinajas de greda, a la que se sumarán en un futuro cercano una producción de vinos Moscatel de Alejandría y Carignan, ambos vinificados en tinajas, por Viña De Martino. 41 Lo que fuese considerado por muchos miembros de la Industria del vino como una extravagancia de un grupo de enólogos emprendedores, podría eventualmente pasar a convertirse en una tendencia, en un terreno fértil donde la Industria Vitivinícola de Chile ha manifestado en numerosas ocasiones la necesidad de diversificarse, de innovar y reinventarse, para no quedar consumida por su propia autocomplacencia, estandarización y pérdida de identidad, marcando una diferencia con el resto de los países productores del Nuevo Mundo. 41 Durante el desarrollo de esta investigación, pudimos probar ambas cosechas de Cinsault, 2011 y 2012, y el experimento con Moscatel de Alejandría, invitados por el equipo enológico y comercial de Viña De Martino. En efecto, los vinos catados no evidencian defecto alguno en su proceso de vinificación; muy por el contrario, los productos de esta iniciativa destacan por su frugalidad, riqueza y expresividad en aromas y sabor. N. del A. 24 II Seminario del Vino, Gastronomía y Ruralidad. Patrimonio vitivinícola: territorio, tradiciones y puesta en valor Las tinajas y su lugar al interior del patrimonio vitivinícola de Chile VII.- Bibliografía 1. Acosta, José (De). Historia Natural y Moral de las Indias. Editorial Atlas. Madrid. 1954. 2. Arriagada, F.; Cartes, A. Viñas del Itata: Una historia de cinco siglos. Ed. Pencopolitana, Concepción, 2008. 3. Barros A., Diego. Historia General de Chile. Vol. I, II y III. Editado por la Universidad de Chile, Santiago, 1884. 4. Brethauer, Eduardo. "Vinos en tinaja: el círculo perfecto". Rev. Vitis Magazine, Santiago de Chile, N° Jul/Ago. 2011. 5. Briones, Félix. “Los inmigrantes franceses y la viticultura en Chile: El caso de René F. Le Feuvre”. 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