1) La iniciativa de la FARC de crear 59 zonas de reservas campesinas a lo largo del país, así como la exigencia de que las ZRC tengan la misma autonomía política, económica y administrativa de los resguardos indígenas, ha sido criticada por sectores de la opinión publica y algunos analistas del tema. Una de las críticas que se le hace a la propuesta, es el hecho de que las ZRC ocuparían 9,5 millones de hectáreas, un área demasiado extensa. Esto corresponde al doble de la totalidad del área agrícola del país y todas las hectáreas no serían destinados para el uso agrícola. Por otro lado, la exigencia de una autonomía política, económica y administrativa implica que los territorios campesinos serían inembargables e imprescriptibles, lo que quiere decir que estos bienes estarían por fuera del comercio. Esto es problemático, pues es imprescindible que las ZRC puedan ser enajenables, siempre y cuando se cumpla con los términos impuestos por la legislación pertinente, puesto que la enajenación y circulación en el comercio es un elemento importante que permite una mejor explotación económica, incentivo fundamental de la creación de esta figura especial de propiedad. Esto, teniendo en cuenta las propuestas de las FARC en el contexto de las negociaciones de paz en la Habana. Ahora bien, es preciso analizar el tema de las Zonas de Reserva Campesina, en el contexto del desarrollo rural, teniendo en cuenta la complejidad que acompaña un tema como este en un país como Colombia. El desarrollo rural está directamente ligado al uso que se le da a la tierra en Colombia. Hasta el 2010, según un estudio del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en Colombia un 44,6 % de la totalidad del territorio continental del país se le da un uso agropecuario frente a un 55,4 % que representa el porcentaje del uso no agropecuario. Así mismo, este estudio revela que también hay un gran porcentaje de uso potencial de la tierra materializado en 21,5 millones de hectáreas que pueden ser destinadas a las agricultura.1 Una vez fijado el contexto en el que se presenta la problemática del desarrollo rural, es posible afirmar que, además del conflicto que se genera por la tenencia de la tierra, es necesario sumar el factor del uso de la misma, ya que una política de desarrollo rural, y por lo tanto una figura como las ZRC, debe tener en cuenta las implicaciones que estos factores traen consigo. De esta manera, es necesario destacar seis puntos fundamentales que se expresan en el estudio antes citado que evidencian una “línea” o punto de partida para una reforma agraria o cualquier política que se pretenda desarrollar en torno al problema del desarrollo rural en Colombia: 1) mejorar el acceso a la tierra, 2) modificar el uso actual de la tierra, 3) formalización de la propiedad rural, 4) programa de restitución de tierras, 5) extinción de dominio a tierras ilícitas y 6) modernización del impuesto predial.2 Con base en lo anterior, es posible relacionar el contexto de desarrollo rural en Colombia con la figura de las Zonas de Reserva Campesina. Más que una crítica al proyecto, los estándares antes descritos permiten determinar las ventajas y desventajas de la implementación de las ZRC y, en últimas, lo que se logra es saber qué hace falta implementar o qué hace falta reformar. En primer lugar, se puede 1 Según estudio “Una política integral de tierras para Colombia” – Ministerio de y Desarrollo Rural, Bogotá, Agosto de 2010. 2 Ibidem. calificar como una ventaja el hecho de que estén definidos lo requisitos que deben cumplir los beneficiarios de las ZRC. Sin embargo, es necesario agregarle a estos requisitos un estudio que de cuenta, además de la condición de vulnerabilidad del sujeto beneficiado, cuántas y qué tipo de tierras son adjudicables y que mejor se ajusten a las características de explotación y aprovechamiento de recursos agrarios para así fomentar correctamente un uso adecuado de las ZRC. Estos estudios deben relacionar las características de la persona o grupo de personas que se van a beneficiar del proyecto con el tipo de tierra que se pretende adjudicar. Para que esto ocurra, los datos anteriormente mencionados resultan útiles, pues este estudio se concentra especialmente en los terrenos en sí mismos considerados de forma que se puede integrar esta información a la legislación que regula la figura de las ZRC. En segundo lugar y de manera más general, es preciso que el proyecto de las Zonas de Reserva Campesina tenga en cuenta los seis puntos que plantea el estudio en cuestión, puesto que se han concretado puntos específicos que pueden servir de punto de partida para empezar una reforma adecuada al desarrollo rural en Colombia. Es necesario que la legislación que regula la figura de las ZRC integre estos puntos fundamentales de forma que el proyecto no considere el desarrollo económico campesino como un fenómeno abstracto sino como una suma de factores que complejizan la problemática rural en el país. En esta línea de pensamiento, las reformas legales necesarias para que las ZRC se puedan implementar de manera correcta, deben integrar los factores antes mencionados de manera articulada, siempre que se traten de forma concreta y no abstracta. Finalmente es posible relacionar el análisis anterior con la pugna que se planteó anteriormente en torno a las propuestas de la FARC sobre la implementación de las ZRC en el contexto de las negociaciones de paz. Se debe tener en cuenta que la implementación de este régimen especial de propiedad en el país no responde (ni debe responder) a intereses particulares. Por lo tanto, el tema rural no se debe confundir con una posición o interés político, sino que se debe articular el factor político de forma siempre teniendo en cuenta los puntos fundamentales a mejorar. Es por esto que la negociación (teniendo en cuenta la noción misma de negociación) debe tender a rescatar los puntos en común de dos posiciones contrarias para así llegar a un acuerdo sobre puntos concretos de solución a un problema común, en este caso, el desarrollo rural en Colombia. Es por esto que un punto de partida para la correcta implementación de las ZRC, es analizar el contexto y la situación de facto del desarrollo agrícola y rural en el país. Una vez establecida esta realidad, se puede dar un espacio de negociación en el que las partes se pongan de acuerdo frente a puntos específicos que permitan enriquecer y mejorar la forma en que se puede implementar este régimen de propiedad en el país. 2) Dentro del marco que, de manera global, integra el concepto de sostenibilidad como la relación concurrente entre los objetivos de equidad, productividad y medio ambiente, a través de la participación, se plantea la siguiente propuesta que en concreto apunta a maximizar la rentabilidad económica, evitando una alta dependencia del sector financiero tradicional, de los predios ZRC a minimizar los impactos ecológicos y a generar mayor autonomía de los grupos campesinos. La estrategia plantea la redención de las unidades productivas con un desarrollo sostenible desde un punto de vista medioambiental en la producción agraria (o agroindustria) en bonos de carbono como resultado de un desarrollo enfocado a cero emisiones. La redención de bonos de carbono permite su comercialización como acciones en la banca internacional. La instrumentación para la cualificación y cuantificación de los bonos, como se dijo anteriormente, se basa estrictamente en el enfoque de la producción y consumo hacia el impacto medible de emisiones de carbono. En este sentido, las tecnologías limpias y eco-eficientes deben ser objeto de especial atención. Como un ejemplo de concurrencia podemos citar el caso de los sembrados solares en donde es el potencial de energía solar, de determinada parcela, el que es rentado a las empresas de energía con lo cual el campesino tendrá un recurso para pagar los servicios públicos relacionados con la energía eléctrica sin necesidad de tener que realizar pagos por este concepto. Así mismo, es necesario resaltar que la producción de energía solar no genera emisiones, lo cual hace parte de la bolsa de redención de bonos de carbono. Por otro lado, en términos de calidad de vida y habitabilidad la promoción de la arquitectura bioclimática, dentro de un marco sostenible, permite unas construcciones estables, que generen adecuadas condiciones de confort térmico mediante sistemas de ventilación natural que inciden en mayor productividad y capacidad de aprendizaje. De igual forma, la arquitectura bioclimática aprovechará al máximo los recursos locales de bajo consumo de energía para la construcción de vivienda e infraestructura, lo cual vuelve a tener impacto en el medio ambiente y sobre las emisiones de dióxido de carbono sobre la atmósfera.