Asociación Cultural Révolté Historia de Mallén. Medieval La guerra de Sucesión en Mallén por Iván Heredia Urzáiz Historiador Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/ o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA. La guerra de Sucesión en Mallén En este artículo se va a desentrañar los sucesos de llamada “guerra de sucesión. Debido al carácter de la publicación, nos centraremos en los aspectos que más puedan interesar al lector. En primer lugar, estudiaremos los factores que provocaron que Zaragoza “cayera” en manos del ejército del Archiduque, pasando después a realizar un análisis sobre el avance de la guerra en la comarca de Borja, centrándonos en el estudio de Mallén. Han pasado ya tres siglos desde los sucesos que a continuación se van a relatar, y este estudio no quiere sino recordar un pedazo importante de historia que afectó al ordenamiento jurídico y político de Aragón e incorporar nuevos materiales de trabajo para posibles interesados en este episodio histórico. I. Vientos de guerra ondean en Zaragoza Hace trescientos años, la guerra hizo acto de presencia en Mallén. La muerte de Carlos II –de la casa de los Habsburgos- sin descendientes y su decisión de dejar el trono a Felipe de Anjou –de la casa francesa de los borbónes- fue el detonante de una larga y cruenta guerra que afectó a gran parte de España y que tuvo unas consecuencias, tanto económicas como políticas, devastadoras. La toma de posesión del trono español por Felipe de Anjou hizo temer a Inglaterra un aumento del predominio político y estratégico de Francia circunstancia que le llevó a declarar la guerra contra Francia y España. Por otro lado, la Austria de los Habsburgos se sentía herida ante la pérdida de poder que podía ocasionar la decisión de Carlos II. Por ese motivo, para recuperar un espacio geoestratégico clave y mantener su poder en Europa, el rey de Austria trató de imponer un miembro de la nobleza Austriaca como rey de España. Para lograr tal fin, no dudaron en unirse en Alianza las dos fuerzas principales, acuerdo que sellaron en La Haya en 1701, y junto con países como Holanda, Portugal, Dinamarca, Saboya y la mayoría de los estados alemanes. Al final, la guerra acabó estallando en 1702, y se llevó a cabo sobre todo en la línea fronteriza entre Francia y los aliados, que se encontraban en una situación claramente ventajosa, al atacar a su enemigo por varios frentes de forma simultánea. En España, la guerra no llegó hasta finales de 1704. Un año antes, y viendo lo que había ocurrido en Europa, Felipe V no dudó en decretar la movilización general como medida preventiva. A pesar de la previa toma de posiciones, el ejército español parecía no poder hacer frente al avance imparable de las fuerzas del archiduque que el 9 de octubre de 1704 se hicieron con Barcelona, tomando seguidamente el 16 de diciembre del mismo año Valencia. Tuvieron que pasar varios meses más para que las fuerzas del archiduque 2 Asociación Cultural Révolté Carlos tomara Madrid (27 de junio de 1706) y, según la versión que se ha venido contando en muchos libros de historia, tan solo dos días mas tarde, el 29 de junio de 1706 el ejercito de los Austrias ocupó Zaragoza sin muchas dificultades. Unos días antes, los jurados nombraron a un sacerdote, para esconjurar en la torre nueva las nieblas y malos nublados, desde Santa Cruz de mayo hasta Santa Cruz de Septiembre. Quizá el clérigo eximiera de nieblas al valle del Ebro con sus rezos, pero de lo que no cabe duda, de que no ahuyentó los vientos de guerra que sobre Zaragoza se cernían. Por aquellos días previos a la caída de Zaragoza, el concejo se preparó para la guerra. De hecho comenzó a recaudar dinero de los conventos, de personas eclesiásticas y seculares… contribuciones que no eran suficientes para pagar las tropas movilizadas y por ello consideraban que era preciso valerse de los señores ciudadanos para que cada uno contribuya con cincuenta reales. Con ese efectivo monetario, el concejo pretendía pagar el vestuario y la manutención de las tropas, que ya estaban alojadas en el castillo de la Aljafería, durante tres meses (meses de verano que eran en los que se concentraba antiguamente las operaciones bélicas). El esfuerzo realizado por el concejo fue importante, por ello esperaban sendas recompensas por parte del rey Felipe Quinto. De hecho, y para animar a los fieles zaragozanos la reina mandó una carta de aliento y de esperanzas para su pueblo. El Rey = La Reyna Gobernadora = Magníficos, Amados y Fieles nuestros: El ferboso celo y fidelidad de esa Ciudad a la sacra Persona del Rey mi señor y la cuidadora, y atenta aplicación a su R. servicio, de que gustosamente fui testigo el tiempo que me detuve en ella, concilió, y aseguró mi Amor, a tan buenos vasallos, como reconocieron entonces, y lo experimentaran siempre al paso que sus demostraciones lo hacen más digna de que se le manifieste Yo pueda acreditarle. Y deseando desde aquel tiempo darle a entender con obras efectibas mi afectuosa propensión a todo lo que pueda ser su mayor utilidad y decoro, y considerando se halla ese Reyno sin el adorno y defensa de las fortalezas que le aseguren, y sin el beneficio del comercio y salida de sus frutos que le enriquezcan, por la falta de Puerto marítimo para extraerlos, conveniencia hasta aquí deseada y no conseguida. He resuelto conceder a ese Reyno, e incorporar a él el Puerto de Tortosa y sus alfaques, y todos aquellos lugares y territorios de la parte del Ebro acia Aragón que hasta aquí han estado incorporados al Principado de Cataluña; Y también desmembrar del Principado de Cataluña la ciudad de Lérida y todos los lugares y territorios que están entre los Rios Noguera y Cinca incorporando uno y otro con ese Reyno. Y antes de expedir las órdenes para su ejecución, he querido tener, sobre la satisfacción de haverlo resuelto assi en beneficio lustre y grandeza de esa 3 La guerra de Sucesión en Mallén ciudad, el gusto particular de que lo entendaris inmediatamente y con anticipación de mi desaprensión, sin dudar, que esta nueva manifestación de mi Rdo. Animo, hallara en vuestra fidelíssimos y celosos corazones aquella correspondencia y reconocimiento inseparables del amor y fidelidad a vuestros legítimos Príncipes, con que en todas edades gloriosamente os haveis manifestado famosos en la estimación y respeto de todas las Naciones del Mundo. De Madrid, 23 de Mayo de 1706. Yo la Reyna. Sin duda alguna, la propuesta, la recompensa por la fidelidad de Zaragoza se presentaba sustancialmente beneficiosa, de ahí la ostensible alegría que estas declaraciones despertaron en el concejo zaragozano. Pero para atar mejor la fidelidad de la ciudad, Felipe Quinto tenía que proponer, además de sustanciosos compromisos políticos y económicos con sus leales, facilidades para que las ciudades leales se armaran contra el enemigo, de ahí que a través de otra carta emitida por la Reina (Mª Luisa de Saboya), presentara un plan para conseguir prestamos económicamente beneficiosos para el concejo suprimiendo las luiciones para los censales de cruzada: El Rey = La Reyna gobernadora = Magníficos, Amados y fieles nuestros, siendo tan excesibas las urgencias que oy ocurren en ese Reyno de Aragón, y incluyendo gravísimas importancias dar prontas providencias para mantener en sosiego y ejemplo de los Insultos y obstilidades de los rebeldes Catalanes: He resuelto que la Cantidad que oy se halla en ser en esa Ciudad de Zaragoza, destinada a la Luición de los Censales de Cruzada, se aplique para las presentes necesidades que hoy se ofrecen, y que se ponga a la disposición del Gobernador de ese Reyno; suspendiendose por este año la luición que devía hacerse en él; Y respecto de ser necesario para esto vuestro consentimiento, he querido significaros el particular servicio que recibiré, en que le preste esa ciudad; Y también en que procure el asenso de los Interesados Censalistas, o, para lo menos, de los que se hallaren en ella, para que en este año no se haga la Luición; Y pues en otras osasiones esa ciudad lo ha ejecutado assí; espero que en esta que ha de refundir en su beneficio, y de todo ese Reyno, manifestara su amor, y fidelidad, solicitando complacerme en este servicio que será tan de la real gratitud del Rey, mi señor, y mira como os lo dirá el gobernador, por cuia mano recibiréis esta. Datis en Madrid a XXII de Mayo de MDCCVI. Yo la Reyna. Pero, a pesar de las promesas que traían las cartas reales, lo cierto es que el deseo popular y de ciertas castas de la nobleza no comulgaban con las pretensiones de Felipe Quinto. 4 Asociación Cultural Révolté II. De la protesta popular a la militarización de la vida en Zaragoza Así, el día 10 de junio de 1706, se hallaron puestos y fixados en diferentes calles, plazas y puestos de la ciudad algunos papeles y carteles impresos por los cuales se trataban de alterar y comober los ánimos y persuadir que falten al juramento de fidelidad prestada a S.M. Católica del Rey nuestro Señor Felipe Quinto (que dios guarde) y esto juntando muchas especies sediciosas y escandalosas, negando el legítimo derecho con que ha sudecido y felizmente Reyna en su monarquía de España, y en el Reyno de Aragón, deseando acudir al pronto castigo de tan gran delicto y enorme desacato. Para logar tal fin, el concejo recompensaba con quinientos pesos de “talla” a las personas que descubrieran o dieran noticias que condujeran a los responsables de tan detestable crimen. Mientras el ambiente dentro de los muros de la ciudad se crispaba, las tropas del archiduque tomaron Barbastro. La cercanía de las tropas enemigas a la ciudad hizo que el concejo decidiera alistar hasta mil hombres de los gremios y artesanos de Zaragoza, para cumplir labores de guardia en las puertas de la ciudad. Por este servicio, cada hombre recibiría dos reales por día. A la par, se decidió elegir adecuadamente los cabos que han de governar a esta gente. De nuevo, el elevado coste que suponía movilizar tan elevados recursos humanos hizo que el concejo, por un lado pidiera que disminuyera el número de soldados que permanecían en la Aljafería, e igualmente, exigieron a la Diputación que se hiciera cargo de una sustanciosa parte de los gastos. A pesar de haberse reforzado, a pesar del gran esfuerzo económico realizado por la ciudad para armar un ejército que velase por la seguridad de Zaragoza, lo cierto es que el peligro no vendría de fuera, sino desde dentro de los muros. Llegado el día 26 de junio de 1706, sábado, sobrevino un tumulto, inquietud y alteración de la plebe con las circunstancias que son notorias. Tumulto, que como se narran en las actas del consistorio Zaragozano, se deshizo tras haberse establecido una serie de providencias acordadas por el consistorio, asistido por la nobleza y algunos ciudadanos. Providencias que podían practicarse en aquella urgencia: que por las mismas se mantuvo la ciudad en tranquilidad el día siguiente, Domingo 27 de junio, hasta que poco antes de anochecer llegó mucha gente tumultada de palacio del Señor Arzobispo y sacó de sus cárceles un clérigo que decía hallarse preso por Imperial: que esta nueva alteración de la plebe constituye en nuevo cuidado el consistorio y con la reflexión de que se trataría quizá de en el mismo sediciosa y escandalosamente a pretender alguna cosa de las que ocurren a una plebe confusamente tumultada, injuriando la autoridad de la ciudad. Por tal motivo el consistorio, para velar por su propia seguridad política, acordó formar y establecer compañías de artesanos que ya el lunes 28 de junio comenzaron a actuar 5 La guerra de Sucesión en Mallén concurriendo por la mañana a algunas dentro de las casas de la ciudad para su defensa y seguridad; y en consecuencia de esto el Domingo muy de noche y el Lunes muy de mañana se hizo prebenciones a todos los Mayordomos de los gremios y artesanos para que con presteza nombrasen de los mismos sus capitanes y oficiales, distribuyéndose todos en compañías de cincuenta soldados cada una y que acudiesen con Armas a las casas de la ciudad que les darían las que faltasen, y también cuerda, polbora y balas. El número de los efectivos sobrepasó el millar, llegándose a mil quinientos hombres que fueron asentados en la Lonja. Al mando de estas tropas estaba el capitán comandante coronel Manuel de Contamina, quien en conjunción con el concejo regía y mandaba a las fuerzas para impedir posibles tumultos y alteraciones del pueblo, con el doble objetivo de guardar y defender la ciudad y para mantener sus privilegios y libertades, pues sabían que cualquier indicio de desafección a Felipe Quinto podía acarrearles graves problemas políticos. Ante todo, el concejo quería preservar los fueros, observancias, usos y costumbres de todo el Reyno. Y señaladamente el grande privilegio de la manifestación, y los privilegios de que no haya tormento ni confiscación en Aragón. El martes día 29 de junio por la mañana, se aumentaron otras muchas compañías de artesanos y también los labradores [quienes] formaron un gran Regimiento de Infantería y Caballería. A mediodía, calculaba el concejo de la ciudad, la fuerza militar llegó al número de tres mil soldados bien ordenados y de calidad parecía havían servido muchas campañas. Mientras Zaragoza se armaba, llegó un correo por la puerta del Portillo procedente de Madrid. En dicha epístola, se anunciaba que Madrid había prestado obediencia al Archiduque. Esta noticia comenzó a inquietar notablemente tanto al concejo como a las altas esferas político-económicas de la ciudad. Instantes después, fueron al cuartel de la Lonja Nobleza, Ciudadanos y Milicias, se vio, reconoció y oyó un conforme general aplauso y aclamación al Archiduque Carlos. Fue ese mismo día, en el que salió el conde de Sástago y Marques de Coscoyuela, con el Teniente Coronel, ayudantes y mucha nobleza a caballo con todas las compañías de infantería y caballería armadas y formadas en ordenanza militar, desfile al que acudió una gran multitud y todos y de todos los Estados aclamaron conformes incesablemente al Señor Archiduque. El miedo quizá a una posible revuelta popular, y también militar, dentro de la ciudad hizo que el concejo, debido a las mismas aclamaciones, [que] sucesiba y continuadamente se están oyendo, y que siendo como son notorias todas las circunstancias referidas, ha parecido después de haver tenido los señores jurados conferencia con algunos señores diputados ya que es imposible suspender tan continuas y públicas demostraciones y aclamaciones propone…es conveniente en el Estado actual ofrecerse la ciudad a la obediencia del señor Archiduque, con las expresiones de cómo cabeza y metrópoli del Reyno, y de toda la corona de Aragón, confía y espera la manutención y conservación de los Privilegios 6 Asociación Cultural Révolté de la Ciudad, y de los Fueros, libertades, observancias y Privilegios, usos y costumbres del Reyno. III. Cartas de paz El primero en responder las peticiones de la ciudad fue el Conde de Noelle quien a través de una carta fechada el 28 de junio de 1706 se complacía de la determinación de Zaragoza de unirse a la causa del Archiduque: […] pasado ya para la plaza de Lérida con suficiente fuerza para adelantar los felices progresos y afortunadas conquistas de sus grandes usurpados Dominios: compadeciendo la R. Herencia de S.M. la esclavitud y cruel yugo en que ha puesto a esa Ciudad la intrusión violenta del Duque de Anjou y el tirano govierno de la Francia, atropellando las leyes Divinas y humanas que constituyeron a S.M. único Dueño y Señor Natural de la Monarquía de España. Deseando su Regio Paternal amor restituirla a la […] libertad y entero goce y esperando que V.S, en esta coyuntura en que se trató de la libertad de V.S. la solicitara con todas veras mayormente teniendo presente la antigua inmutable lealtad de esos ciudadanos,; Y después de haber puesto en mis manos una R. carta para V.S. de la qual embio la adjunta copia reservando Yo la (ilegible) para ponerla personalmente en las de V.S. por el peligro que ahora corre su dirección […]. Junto a esta carta, en la cual se demonizaba a la monarquía francesa y se elogiaba al futuro Carlos III, el concejo recibió otra que provenía del Archiduque el cual afirmaba: El Rey. Illmos. Agregios, Nobles, Magníficos, Amados y Fueles nuestros los Jurados y consexo de mi ciudad de Zaragoza: Los acasos de la guerra suelen ser los medios de que usa la Majestad Divina para dar a conocer la Justicia de las causas de los Reyes; Y hallándose la mía tan faborecida, que a toda luz se han visto repetidos los prodigios que la más poderosa mano ha obrado a fabor de mis armas, no es justo que mi R. Benevolencia os retarde mas el consuelo de protegeros, y apartaros de la sujeción de la Francia, para mío fin he conferidos los poderes convenientes y necesarios a mi Mariscal de campo Conde de Noelles, mandándole que con un cuerpo de mis tropas pase para admitir las obediencias de ese Reyno; Y afianzando que en lustra fidelidad hallara el Conde una asistencia muy correspondiente a mi confianza que se debe vuestro amor y afecto para mi Agusta Casa y más después que al irrefragable derecho de ella para la Monarquía de 7 La guerra de Sucesión en Mallén España ha intentado su mayor Enemigo la Francia obscurecerle, le he encargado expresamente el cuidado de observar con vosotros, y con todos los vasallos de ese mi Reyno la más exacta Disciplina militar, y castigar soberanamente al soldado que executare la menor vejación, prometiéndome la experimentada conducta de este General, que mediante Vuestra constancia y valor os conserbará en la mayor tranquilidad y sosiego, y que contribuirá por esa parte al mayor adelantamiento de las expediciones de esta campaña, ratificándonos Fueros, Gracias y Privilegios que por leales merecisteis de mis Gloriosos Antecesores, mientras (como no creo) en lustras obligaciones no experimente el Conde contrarios efectos de los que me promete vuestra lealtad. Dada en Barcelona a diez y nueve de junio del año mil setecientos y seis = Yo el Rey… Como se desprende de la fecha del documento, 19 de junio de 1709, y si comparamos cuando se producen las alteraciones en la ciudad (día 26 de junio y siguiente), todo apunta que desde mediados de junio, y en vista de algunas manifestaciones populares anteriores, el concejo de Zaragoza tenía las intenciones de adherirse a la causa Austriaca, siempre que el Archiduque mantuviera los privilegios de los cuales disfrutaba la Aragón, desestimando la suculenta oferta que los Borbónes habían lanzado días antes. Tras la satisfactoria carta del Archiduque Carlos, el concejo se sometió a la voluntad del ahora Rey nuestro señor Carlos Tercero (que Dios guarde). Las cartas fueron imprimidas y se ordenó que se notificase la decisión a las diferentes ciudades, al Gobernador, al Sr. Arzobispo, a la Santa Iglesia y a la Cofradía de San Jorge, y que se dispare la artillería y suelte el relox. No fue hasta el 5 de julio de 1706 cuando se acordó que el capitán comandante coronel salga acompañado de todas sus milicias y ciudadanos hasta el conbento de Jesús para recibir al conde de Noelles. Una vez rendida la ciudad, se espera dentro de seis días la venida del Rey nuestro Señor Don Carlos tercero (que dios guarde). Ante la inminente venida, el concejo comenzó a trabajar en diferentes celebraciones entre las que destaca la entrada bajo palio, recibimiento que sería público para que se hiciera demostración de regocijo. Igualmente, se proyectaron otros actos como el lanzamiento de luminarias durante tres noches, corridas de toros, soldadescas, etc., para todo lo cual se necesitaba una ciudad limpia, de ahí el elevado coste que invirtió el concejo en contratar a personas para limpiar las calles. Pero a pesar del sometimiento de la ciudad al nuevo rey austriaco, a pesar de las fiestas e iluminarías proyectadas para festejar por todo lo alto la venida del nuevo soberano, fuera de los muros de la metrópoli aragonesa la guerra seguía latente, amenazando la estabilidad en diferentes regiones de Aragón, pues zonas como Tarazona, Borja o la 8 Asociación Cultural Révolté fronteriza plaza de Mallén todavía permanecían leales a Felipe de Anjou. En estas localidades, días más tarde se libró una intensa batalla por la hegemonía de una zona estratégicamente importante. IV. La batalla de Mallén, 10-7-1706. La toma de Zaragoza dejó la puerta abierta al avance de las tropas del archiduque hacia el nort-oeste de España. Por tal motivo, uno de los principales objetivos a tomar era el territorio que lindaba con las tierras navarras. De esta forma, Borja pasaba a ser junto con Tarazona y Tudela las plazas a ocupar en los siguientes días. El 6 de agosto de 1706, todo estaba preparado en Zaragoza. Dicho día se reunieron los miembros del consejo municipal con el gobernador Francisco de la cruz el cual acudió acompañado del conde de Sástago y el marques de Coscoyuela. Éstos últimos mostraron al consejo su deseo de pasar con “artilleria, morteros y bombas y demás pertrechos de guerra a reducir luego las ciudades de Borxa y Tarazona a la obediencia del Rey Nuestro señor, porque de contenerse vajo la del Duque de Anjou se siguen irreparables perjuicios, quando se sabe que el obispo de calahorra se puso en Tarazona con cuatrocientos elclesiásticos armados, persuadiendo que lo executa por defensa de la fe, y se tiene noticia que en Ablitas había hasta dos mil hombres y que hallando desprevenidas las cercanías de Borxa y Tarazona quizá haxan hostilidades y correrías” si no se ocupaban esas plazas. Poco tiempo paso desde entonces para que las tropas del archiduque Carlos se hicieran rápidamente con Magallón. Esta plaza tenía un alto valor estratégico tanto para lanzar un ataque tanto contra Borja, para poder así avanzar después hacia Tarazona, como para lograr la toma de la villa y Castillo de Mallén, puerta que despejaría el camino para la posterior toma de Tudela. En los primeros días de julio, la guarnición de doce soldados que guarnecía el castillo, fueron retirados de la Villa de Mallén por orden de las autoridades de Zaragoza, quienes no tardaron en mandar una carta comunicando su adhesión a la causa del Archiduque Carlos de Austria. Fue en una carta dirigida a Mallén donde las fuerzas de Zaragoza pedían que fueran pronto a prestar obediencia, pero las autoridades de Mallén por miedo a ser “los primeros que muy dignamente recibiéramos los mayores golpes, y primeros golpes de la justa indignación de V. Majestad que nos consideran en essos parajes, y sin motivos para negar la obediencia a nuestro legítimo Rey, y Señor” Felipe de Anjou, se negaron a obedecer las ordenes provenientes desde Zaragoza. En 10 de julio de 1706 llegó a la villa Joseph Canrredon, coronel de caballería con unos 400 caballos. Ante la inminencia del ataque, los vecinos de la villa tomaron las armas y repelieron las intenciones de los militares a quienes “no dexaron entrar”. Viendo la resistencia que oponían los vecinos de la villa, se destacó a 50 granaderos, con granadas de mano y 9 La guerra de Sucesión en Mallén mechas encendidas para que dieran fuego a las mieses que estaban todas en las eras. Viendo los labradores que se podían quedar sin alimentos se vieron forzados a ceder ante la presión militar. Tras la capitulación se acordó que no se habrían de poner soldados en la Villa, pero a los pocos días llego el militar Antonio Paguera con 500 soldados entre caballería e infantería para establecerse en la villa y guarecerla. Viendo que faltaban al pacto, los vecinos de Mallén tomaron de nuevo las armas obligando a las fuerzas militares a retirarse hasta la villa de Gallur, desde donde dieron aviso a la ciudad de Zaragoza sobre la resistencia de los malleneros. Ante tal situación, las autoridades de Zaragoza y cumpliendo las ordenes de Antonio Paguera, expidieron un bando en el cual se invitaba a los vecinos de la ciudad a tomar “armas contra Mallén”, siendo recluidos todo hombre mayor de 14 años. Muchos acudieron a inscribirse, pues la oferta resultaba suculenta ya que las autoridades “ofrecieron saqueo”. Entre paisanos y “arreglados” se juntaron hasta 14.000 hombres, mil caballos, nueve piezas de artillería y tres morteros quienes se pusieron bajo las órdenes de Francisco Santa Cruz 1. El 25 de agosto las tropas sitiaron Mallén. Desde el primer momento las fuerzas militares arrojaron bombas sobre la población. Tras pedir socorro a la ciudad de Tarazona, Borja y Tudela, los vecinos intentaron resistir con las escasas armas de las que disponían para defender “el dominio de V. Majestad hasta la última gota de sangre, como se ejecutó peleando veinte ocho horas, que fue el tiempo que duraron las municiones, sin dejarlos en este tiempo avançar un palmo de tierra a los enemigos”. En respuesta a la ayuda solicitada por Mallén, desde la ciudad de Tarazona “a las dos de la tarde, ya marchaba con gran calor, el socorro compuesto de 200 hombres, parte oficiales, parte voluntarios, y ciudadanos, con dos Capitanes de gremios, Juan Francisco Arrendó y Rafael Sanches de la Ripalda…”. Cuando habían recorrido la mitad del camino “supo Don Fernando, por villete del Alcalde de Hablitas, que se avia rendido la villa a las fuerzas de la violencia…”. Como dijo el autor de Gloria a Tarazona “era mucho el cuerpo de aquellas tropas, para mantenerse la jurisdicción de su espíritu en la corta esfera de aquella Villa, y creyó la providencia de los Ciudadanos, que aquel 1 “…venían 6 mil Infantes contra Mallén, ochocientos Cavallos, Artillería, Morteros, Víveres, Bombas, y municiones. Que era el cabo de dirección militar Don Francisco de Santa Cruz, conocido por sus empleos en las Campañas, acompañado de pocos hombres de calidad, a quien tenía la desgracia de una atención, y arrastraba el imperio de una violencia”. Como vemos las cifras se tambalean según el autor o documento que consultemos, por ese motivo he puesto varias referencias. Por otro lado, el autor de este antiguo libro incurre en un error grave, ya que confunde las fechas y afirma que la carta de auxilio proveniente de Mallén llegó a tarazona el 10 de julio, fecha del primer asedio a Mallén, cuando realmente y contrarrestando los datos con el obtenido en los documentos del Archivo Histórico Nacional (sección consejos, legajo 6804) nos damos cuenta de que los datos que da el autor se refieren realmente a la petición de auxilio en el segundo asedio del 25 de agosto de 1706. Cita en Gloria de Tarazona merecida en los siglos passados, de la antigua naturaleza de sus hazañas. Aumentada en la edad presente, de la nueva gracia, valor y fidelidad de sus naturales. Escrita por un hijo de la Patria, sacala a luz y consagra al Rey nuestro señor Felipe V el animoso, la fidelissima, y vencedora ciudad de Tarazona. Imprenta Real, Madrid, 1708. pp. 219 y ss. 10 Asociación Cultural Révolté grande aparato de fuego alumbraba nuestro desvelo, para entender que iba primero a encender la hoguera en Mallén, para calentarse después las llamas de Tarazona”. Exactamente, tras intensas horas de combate las municiones se agotaron y las tropas sitiadoras comenzaron a tomar posiciones para asaltar la villa; “començaron a abançar por tres partes, aviendo echado Bando el Exercito, que se entrara a fuego y sangre” y por temor a una sangría los vecinos de Mallén ondearon la bandera blanca. Tres eclesiásticos fueron los encargados de salir a capitular, pero sin dar tiempo a nada, las tropas carlistas entraron en la villa no dejando “puerta ni ventana, que no hizieran pedazos, saqueando quanto avía, de manera que no dexaron ganado gruesso, no menudo, trigo, ni otro fruto alguno, dinero, oro plata, y todo lo que avia en las casas, y fuera de ellas”. V. Escenas de terror y miseria Una vez tomada la Villa de Mallén, quedó prisionera la guarnición del Castillo, con su comandante Melchor Enríque. Quizá fuera esta guarnición, junto con algunos vecinos seguramente, la que fue trasladada hasta el castillo de la Aljaferia de Zaragoza. Prisioneros que, como se comprueba en las actas del ayuntamiento de Zaragoza, a finales de septiembre de 1706 fueron trasladados a las prisiones de Lérida, a una plaza más segura y alejada del frente de batalla. Junto a las detenciones, el saqueo y la violencia hicieron acto de presencia como medias intimidatorios, para sembrar el miedo entre la población. Un terror que adoptó formas extremas de violencia y que sometió a la población mallenera al deseo de los partidarios del archiduque Carlos hasta mayo de 1707, fecha en la que fue liberada la plaza. Desde un primer momento, y tras retirarse las tropas saqueadoras a la villa de Gallur, el General al mando escribió a la Villa de Mallén para que le llevaron a dicho lugar dos mil caices de trigo y cegaba, y que de no hacerlo sus tropas volverían a la Villa para reprimir la desobediencia. Pero tras los primero saqueos y quemas, los vecinos no se encontraban en condiciones de dar lo que se les pedía, y respondieron que a lo sumo podrían dar 400 cahices, los cuales se le enviaron “buscándolos a crédito en los lugares vezinos”. Este fue el uno de los muchos castigos a los que se vio sometida la población mallenera por la “osadía” de levantarse contra el ejercito carlista. Poco tiempo despues, una nueva amenaza llegó a la villa. Venido de Magallón, Antonio Ayanz, teniente general de Batallas, escribió al concejo para que se llevara a Magallón 3000 raciones de pan y 3000 de cebada, porque “de no hazerlo assi, passaría por Mallén, y lo quemaría, y se vio la Villa precisada a hacer lo que pedía, como lo executó, buscándolo a crédito”. Las peticiones monetarias y en especie contiuaron: “el dicho Ayanz hizo contribuir a la Villa con tres mil y quatrocienas peonias para las fortificaciones que hizo en Magallón. Y assí mismo con setenta y cinco reales 11 La guerra de Sucesión en Mallén de plata en cada día, por mes, y medio. Y por redimir las campanas que se llevaron, hicieron contribuir a la Villa con mil reales de plata, y ciento y veinte y cinco caizes de cebada.” Pero además de los castigos económicos, y como en casi todas las guerras civiles, las primeras acciones de las tropas ocupantes se dirigieron también a la detención del adversario político y el aniquilamiento de aquellos que se suponen más peligrosos para la estabilidad del nuevo orden imperante en la plaza ocupada. Represión económica y física que se vieron acompañadas en los meses siguientes la miseria, hambrunas y degradación física y moral para muchos de los vecinos felipistas. Así lo demuestra el testimonio de dos nobles de la villa, Domíngo Pérez Calvillo y Pedro Quisobar, cuyas declaraciones creo necesario transcribir, pues creo que son significativas y aclaratorias por sí solas: “…era tanta la miseria y pobreza que en soberanos años hubo entre los pocos vecinos que quedaron en soberana villa por causa del grande saqueo, y que en los soberanos años dos años se mantuvo sin querer hacer repartos entre sus vecinos por serlos tan destituidos; y que dice soberano declarante se iban cayendo muertos de necesidad, y que él se mantuvo en el soberano empleo hasta, que se hizo nombramiento de regidores…”. Una segundo testimonio que viene a ratificar la violencia que se impuso tras la derrota viene dado del comendador de la Orden de San Juan de Huesca, que por aquel entonces vivía en Mallén, Joseph Villanoba, quien asegura que tras la toma de Mallén fue saqueada a lo largo de 31 días (días en los que robaron hasta las campanas de la iglesia parroquial) mientras muchos vecinos abandonaron el pueblo para refugiarse tras la frontera Navarra. De esta forma, bajo el miedo y la miseria vivieron los vecinos de Mallén hasta mayo de 1707, fecha en la que las tropas de Felipe V liberaron la villa. Bibliografía: CARRANZA ALCALDE, Guillermo (1988), Historia de Mallén, IFC, Zaragoza, pp.75 y ss. PÉREZ ÁLVAREZ, Mª Berta, “La guerra de sucesión en la raya occidental”, en V.V.A.A.(1992), Borja y la raya occidental de Aragón, ponencias, IFC, Zaragoza, pp. 235-248. ANÓNIMO, Gloria de Tarazona merecida en los siglos passados, de la antigua naturaleza de sus hazañas. Aumentada en la edad presente, de la nueva gracia, valor y fidelidad de sus naturales. Escrita por un hijo de la Patria, sacala a luz y consagra al Rey nuestro señor Felipe V el animoso, la fidelíssima, y vencedora ciudad de Tarazona. Imprenta Real, Madrid, 1708. pp. 219 y ss. 12 Asociación Cultural Révolté Archivos consultados: Archivo Histórico Nacional, sección consejos, legajo 6804 (varios documentos) Archivo Biblioteca Hemeroteca Municipal de Zaragoza, Actas del ayuntamiento de Zaragoza, año 1706. 13