07_Parroquia de la Seora Santa Ana

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BARROAZUL/PARROQUIA DE SANTA ANA 1
DATOS DEL HITO
CÓDIGO
FECHA
NOMBRE
Parroquia de la Señora Santa Ana.
AUTOR/ES
LOCALIZACIÓN
S XIII
C/Vázquez de Leca 1
DESCRIPCIÓN
La Parroquia de Santa Ana comenzó a construirse en el año 1276, por orden del rey Alfonso X, el
Sabio. Su origen se debe, según reza la inscripción de uno de sus muros, a la curación del monarca
de una enfermedad que padecía en los ojos, mediante la intervención milagrosa de Santa Ana,
madre de la Virgen María. Influenciado por las tendencias artísticas dominantes en el siglo XIII,
fue el primer templo construido fuera del recinto amurallado de la ciudad tras la Reconquista de
Sevilla.
La parroquia es un edificio exento destacando en altura sobre los edificios que la rodean, sobre
todo la estructura de cubrición a dos aguas de las naves así como la torre campanario. Es de
planta rectangular sin crucero, con tres naves, terminadas en capillas poligonales. La Capilla de la
nave central contiene el Retablo Mayor, de estilo plateresco, obra maestra del renacimiento
sevillano
DATOS DE INTERÉS TURÍSTICO
ACCESIBILIDAD
HORARIO/ESTACIONALIDAD
Accesible
Lunes a viernes: de 10:30h a 13h
Martes y miércoles: de 16:30h a 18:30h.
Cerrado del 1 de Julio al 15 de Septiembre por vacaciones de los
voluntarios.
HISTORIA
Fundación
Esta Real Parroquia, de estilo gótico mudéjar, tiene el nombre de Santa Ana por decisión del rey
Alfonso X el Sabio, para agradecer a la madre de Nuestra Señora la Virgen María su intercesión en
un milagro que alivió la enfermedad que padecía en los ojos. A partir de entonces fue la parroquia
del barrio. Desde la reconquista de la ciudad sólo había una pequeña iglesia en el castillo de San
Jorge.
Este templo fue el primero levantado de nueva planta en Sevilla después de ser reconquistada en
1248. Fernando III convirtió en iglesias todas las mezquitas de la ciudad, entre ellas la gran
mezquita aljama que pasó a ser Catedral y de la que se conservan su alminar (la Giralda), el Patio
de los naranjos, muy modificado, y algunos restos de pilares, pero no levantó ninguna iglesia
nueva.
Siglo XVI
Aunque desde su fundación esta Real Parroquia tuvo una vida muy activa, su gran auge se produce
tras el descubrimiento de América. Por Real Cédula de 14 de Enero de 1503 la reina Isabel ordena
que se funde en nuestra ciudad la Casa y Audiencia de la Contratación, institución que regularía
todo lo relacionado con las Indias. A partir de entonces Sevilla se convierte en el centro
económico del imperio español al ser origen y destino obligados de las expediciones que partían y
retornaban, al principio de Nueva España y Tierra Firme y después de todo el Nuevo Mundo.
Nobles, soldados, mercaderes, marinos y ricos hombres del barrio construyeron capillas en el
contorno original del templo, fundaron capellanías y dejaron sus huellas junto a las de grandes
escultores, pintores, arquitectos, orfebres y ceramistas que ejecutaron las magníficas obras que
hoy podemos admirar formando parte del edificio o de su patrimonio artístico.
Siglo XVIII
El terremoto del 1 de Noviembre de 1755 produjo grandes daños en la ciudad, en Triana y en el
templo. Pedro de Silva, Maestro Mayor de obras del Arzobispado, reconstruyó las partes dañadas y
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le dio al templo un aspecto barroco que aún permanece en su exterior. En el interior se hizo una
nueva intervención entre 1970 y 1975 bajo la dirección del arquitecto Rafael Manzano, por
entonces Director-Conservador de los Reales Alcázares, para hacer aflorar el ladrillo y la piedra,
recuperando así su primitivo aspecto medieval.
Siglo XIX
Hasta el siglo XIX, la parroquia fue destino de la estación de penitencia de las hermandades del
barrio que procesionaban en Semana Santa, mientras las de la otra orilla del río se dirigían a la
catedral. En 1830, la hermandad de Nuestra Señora de la O fue la primera en cruzar el puente de
barcas para hacer estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral; en años sucesivos lo haría el
resto de las hermandades trianeras.
La historia, arquitectura y obras de arte de esta Real Parroquia, Monumento de Interés Cultural
desde 1931, son suficientes para considerarla paso obligado de cuantas personas visiten la ciudad
de Sevilla y también para que los vecinos conozcan y se recreen en el magnífico legado cultural
que muchas personas, durante más de siete siglos, han ido depositando entre la calle Larga y la
Plazuela.
PATRIMONIO CERÁMICO
1. Capilla de las Ánimas
2. Capilla de la Divina Pastora
3. Lauda sepulcral de Íñigo López
4. Capilla de la Virgen de la Victoria
5. Capilla de San Joaquín
6. Cripta
7. Capilla del Calvario
8. Capilla Mayor
9. Capilla de Madre de Dios del Rosario
10. Capilla Sacramental
11. Coro
12. Capilla de San Cristóbal
13. Retablo de Santas Justa y Rufina
14. Capilla del Bautismo
15. Capilla de San Francisco
16. Trascoro
17. Torre
Capilla de las Ánimas (1). Se construyó en el tercer cuarto del siglo XVI, de planta rectangular
y con bóveda escarzana con ligeras nervaduras. Los muros están cubiertos por un zócalo de
azulejos de 1576, realizado por Alonso García y restaurados entre los años 2009 y 2010 por la
Escuela de Artesanos “Della Robbia” de Gelves.
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Imágenes durante la restauración (2009/2010)
Lauda Sepulcral de Íñigo López (3). Es la primera obra conocida en nuestra ciudad de
Francisco Niculoso Pisano, introductor de la técnica de superficie plana. Realizada en 1503
consta de treinta y dos azulejos y representa la figura yacente de un hombre vestido con loba
amarilla, bonete y mangas moradas, medias verdes y zapatos negros. En la parte superior
figura la inscripción “ESTA FIGURA I SEPULTURA ES DE INIGO LOPES”, estando eliminado el fin
la frase. Este personaje debió ser miembro, legítimo o no, de una familia importante y ha
suscitado varias leyendas en torno a su vida y las circunstancias de su muerte, tanto por la
inscripción que figura en la lauda como por haber sido eliminada parte de ella.
Una de sus leyendas dice que se trata de un esclavo que pertenecía a un marqués (sin
determinar quién era este marqués) que le dio muerte y arrepentido mandó enterrarlo en este
lugar, y que en la parte de la inscripción que ha sido eliminada intencionadamente ponía "el
esclavo". Otra leyenda dice que es el propio marqués quien está enterrado en este lugar.
Sobre esto debemos decir que la lauda es de 1503 y en aquellos tiempos -pensemos con la
mentalidad de principios del siglo XVI- los esclavos no se enterraban en lugar sagrado. En
cuanto a que es el marqués, tampoco lo consideramos cierto porque no tiene ningún símbolo
que lo identifique como noble, caballero o militar. Creemos que puede tratarse de un joven
miembro, legítimo o no, de una familia importante de la época. De esta lauda se desconocía
su existencia hasta mediados del XIX porque estaba oculta por un altar dedicado a Santa
Cecilia y cuando se descubrió ya había sido eliminada parte de la inscripción que identifica al
personaje.
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Capilla de San Cristóbal (12). Es la primera capilla adicionada a la primitiva fábrica. De
planta rectangular y cubierta por dos bóvedas estrelladas de finales del siglo XV. De finales del
XVI son la reja de cierre y el zócalo de azulejos policromados, aunque tiene dos paneles
adicionados a mediados del XVIII.
Altar de Santas Justa y Rufina (13). Frente a esta capilla está el retablo de las santas Justa y
Rufina del segundo cuarto del siglo XVII, representa a las hermanas alfareras de Triana y
mártires en el 287, sosteniendo a la Giralda para librarla de daños, flanqueadas por San
Francisco de Paula y Santa Teresa de Jesús. El frontal de altar es un panel de azulejos
ejecutados a cuerda seca, probablemente del siglo XIX/XX.
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Capilla del Bautismo (14). Fue erigida entre 1614 y 1617, de planta cuadrada con bóveda
semiesférica sobre pechinas decoradas con los emblemas de Castilla y León. Tiene un zócalo
de azulejos con motivos de clavos, similares a los de la capilla de San Cristóbal, las jambas
decoradas con grutescos de principios del XVII, policromada con motivos vegetales y una
paloma esculpida en la linterna ciega.
La torre (17). Está adicionada al edificio original sólo por una arista a los pies de la nave del
Evangelio. La caña es de la primera mitad del siglo XIV y conserva arcos ciegos originales,
polilobulados y de herradura. Entre 1623 y 1630 se añadieron los dos cuerpos superiores, cada
uno con dos vanos con pilastras de estilo toscano y cerámica azul, y también el chapitel
piramidal sobre base ochavada y recubierto de azulejos blancos y azules.
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BASE DE DATOS DEL PATRIMONIO (IAPH)
Fue el primer templo construido fuera del recinto amurallado de la ciudad tras la Reconquista
de Sevilla. El edificio es el resultado de las tendencias artísticas dominantes en el siglo XIII,
unidas a las reformas y añadidos de los siglos posteriores.
El templo es un edificio exento, su superficie se adapta a una manzana rodeada por las calles
Vázquez de Leca, Pureza, Bernardo Guerra, Pelay Correa y Plazuela de Santa Ana. Desde el
punto de vista volumétrico, el conjunto edilicio destaca en altura sobre los edificios que lo
rodean, sobre todo la estructura de cubrición a dos aguas de las naves así como la torre
campanario.
La iglesia de Santa Ana es de planta rectangular sin crucero, con tres naves, la mayor más alta
y ancha que las demás, terminadas en capillas poligonales con coro situado en el penúltimo
tramo de la nave central, capillas adosadas a los muros del Evangelio y de la Epístola, y torre.
Las naves se dividen en cinco tramos y se separan por pilares rectangulares retallados de
ladrillo, que han sufrido diversas reformas a lo largo de la historia y que hoy se encuentran
despojados de toda ornamentación, sobre los que campean arcos apuntados.
Destacan por su singularidad las galerías a modo de triforio que recorren lateralmente la parte
superior de las naves, y que son visibles al exterior por unas ventanas molduradas. Este
elemento contribuye a dar al edificio fisonomía propia y es el único aspecto «defensivo» que
conserva una iglesia, que probablemente en sus inicios estuviera fortificada.
La cabecera de las naves termina en capillas poligonales, de las cuáles la central es de mayor
tamaño que las demás, al hallarse precedida por un tramo rectangular, y presenta un ligero
esviaje respecto al eje central de la planta.
En dichas cabeceras se alojan la Capilla Mayor en la nave central, elevada del resto del
edificio mediante unas gradas de jaspe, la Capilla de la Madre de Dios en la nave del Evangelio
y la Capilla del Calvario en la nave de la Epístola.
La Capilla de la nave central contiene el Retablo Mayor, de estilo plateresco, obra maestra del
renacimiento sevillano, y la del Calvario alberga la pila bautismal, trasladada aquí desde la
capilla a la que da nombre, decorada con pinturas murales de Domingo Martínez fechadas en
1740.
Tanto a la nave del Evangelio como a la de la Epístola abren ocho capillas, cuatro en cada una
de ellas, a las que hay que sumar las tres situadas en las cabeceras poligonales que rematan
las naves. Las Capillas de la nave del Evangelio son la Sacramental, situada en el segundo
tramo de la nave, la dedicada a las Santas Justa y Rufina, en el cuarto, la del Bautismo en el
último y la de San Francisco a los pies, siendo las Capillas de la nave de la Epístola las
dedicadas a San Joaquín, en el segundo tramo, a Santa Bárbara, en el cuarto, a la Divina
Pastora en el último, y a las Ánimas a los pies.
Son elementos destacables en estas capillas la bóveda semiesférica y la interesante decoración
pictórica del siglo XVII de la Capilla Bautismal, la bóveda de terceletes del siglo XVI de la
Capilla de las Santas Justa y Rufina, y la bóveda semiesférica del siglo XVII de la Capilla
Sacramental. Casi todas ellas están decoradas con zócalos azulejos y se cierran por artísticas
rejas de hierro
En cuanto a la traza, casi todas son posteriores a la de la iglesia, edificadas a finales del siglo
XV la de Santa Justa y Rufina, en el siglo XVI la Sacramental - a mediados de siglo - y las de
San Francisco y las Ánimas - en el tercer cuarto de la centuria -, destacando a comienzos del
siglo XVII la del Bautismo.
La cubrición de las naves se resuelve mediante bóvedas de crucería separadas por arcos con un
gran nervio de espinazo que las atraviesa a todas uniéndolas, reminiscencia del gótico
primitivo. Están ejecutadas en ladrillo con los nervios y arcos en piedra, decorados éstos a
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base de arquivoltas con puntas de diamante y las bóvedas con macollas y estrellas, de tipo
mudéjar, en sus claves.
Los arcos y los nervios figuran sostenerse, respectivamente, en columnillas y ménsulas en
forma de capitel que se adosan a los tercios superiores de los pilares que separan las naves.
Estos elementos también son de piedra, decorándose los capiteles con castillos y leones
heráldicos, hojas de higuera y vid, cabezas humanas y otros elementos.
En cuanto a la cubrición exterior, la iglesia de Santa Ana constituye una excepción respecto a
las de su tipo, ya que la cubierta se ejecutó en ladrillo en forma de azotea, con antepechos
abalaustrados a su alrededor, rematados por pináculos y jarrones de barro vidriado.
El volumen exterior de la iglesia de Santa Ana es bastante irregular, debido a las capillas
adicionadas a las naves laterales, los contrafuertes y merlones que aparecen en algunos de sus
tramos.
En sus distintas fachadas se abren tres portadas, una a los pies y dos laterales en los muros del
Evangelio y la Epístola. Aparecen también pequeñas ventanillas que pertenecen a las capillas
de las naves laterales y ventanas molduradas, de mayor tamaño, en el cuerpo alto que
proporcionan claridad al interior del edificio. Superiormente los muros se rematan con los
antepechos balaustrados de la azotea.
Muestra paramentos exteriores enlucidos en algunas zonas y con el ladrillo visto en otras. En
sus revestimientos alternan los colores albero, blanco, y almagra de la pintura y el azul de los
azulejos vidriados. Su decoración es austera circunscribiéndose los elementos decorativos a las
tres portadas y a la parte superior de las fachadas y torre.
De las tres portadas mencionadas, la del Evangelio es la que conserva más fielmente sus
primitivos caracteres propios de la transición del estilo románico al gótico, ya que las de la
nave de la Epístola y la principal fueron completamente reformadas en el siglo XVIII. Presenta
rasgos característicos de las portadas anteriores a 1350, construidas en piedra, sobresaliendo
del resto de la fachada de ladrillo. Es una portada abocinada, con arquivoltas apuntadas y muy
rebajadas, con decoración del arco exterior con dientes de sierra y otro con puntas de
diamante, enmarcándose el conjunto por un gablete sobre el que aparece un doselete
románico. Las arquivoltas apean sobre jambas con capiteles, decorados con motivos vegetales,
y basamento común. La zona comprendida entre el gablete y la cornisa presenta elementos
barrocos, y en su parte superior conserva dieciséis cabezas de leones de piedra de estilo
románico, que sostuvieron su alero o tejaroz.
La Portada de la Epístola es de líneas mucho más sencillas, con arquivoltas apuntadas y
abocinadas, compuesta por tres arcos con un baquetón en la arista de cada uno de ellos,
descansando en toscos pilares, con capiteles moldurados, sin decoración escultórica.
La Portada Principal, fue reformada en el siglo XVIII. La portada se estructura en dos cuerpos,
el primero de líneas clásicas, parte de un vano adintelado moldurado con orejeras flanqueado
por dos columnas clásicas sobre pedestales, sobre las que existe un entablamento cortado con
decoración de triglifos. Sobre la cornisa descansa un frontón triangular partido y a su vez
rematado por otro frontón triangular. El segundo cuerpo es de líneas más barrocas, presenta
un óculo, en torno al cual se distribuye la decoración, flanqueado y encuadrado por pilastras
con capiteles decorados con motivos vegetales, sobre los que descansa un entablamento muy
moldurado que sirve de soporte a un frontón triangular con remates de perinolas vidriadas en
blanco. A la vez esta portada se inscribe bajo una decoración general de esta fachada, de la
que sobresale el gran frontón triangular desventrado por un gran óculo, muy moldurado y
sostenido con decoración de pinjantes. El conjunto se encuentra rematado por grandes
perinolas vidriadas en blanco.
La torre se sitúa a los pies sobre el lado del Evangelio, sobresaliendo del cuerpo de la iglesia a
la que se adosa sólo por una de sus esquinas. Al exterior presenta planta cuadrada y al interior
sección ochavada que se hace cuadrada a una altura aproximada de tres metros. Aloja una
escalera de caracol, con gran ojo central, que sube hasta el cuerpo de campanas.
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Consta de tres cuerpos rematados por un chapitel piramidal. El inferior se construyó en la
primera mitad del siglo XIV y los dos superiores en la segunda mitad del siglo XVI.
La caña está construida en ladrillo y presentar arcos ciegos, polilobulados y de herradura,
decorando sus caras, distribuyéndose dos en los frentes exentos y uno en los frentes adosados
al muro de la iglesia, lo que denota su ascendencia mudéjar.
Los cuerpos superiores, donde se alojan las campanas, son también de ladrillo, y tienen dos
vanos de medio punto con decoración en la clave, en cada frente, flanqueados por pilastras
toscanas de cantería con revestimiento cerámico de color azul, presente también en el remate
de la torre. El cuerpo más próximo al chapitel presenta superior e inferiormente antepechos
abalaustrados, rematados por jarrones de barro vidriado. Por último, el chapitel piramidal
octogonal de caras rectas sobre banco ochavado revestido de cerámica vidriada y rematado
por una cruz y veleta de forja. Este tipo de chapitel fue muy difundido por Pedro de Silva y
Antonio Matías de Figueroa, en la segunda mitad del siglo XVIII.
Datos históricos
La iglesia de Santa Ana comenzó a construirse en el año 1276, por orden del rey Alfonso X, El
Sabio. Su origen se debe, según reza la inscripción de uno de sus muros, a la curación del
monarca de una enfermedad que padecía en los ojos, mediante la intervención milagrosa de
Santa Ana, madre de la Virgen María.
Fue reedificada en la segunda mitad del siglo XIV, ejecutándose también importantes reformas
tras el terremoto de 1755, en la que resulto muy dañada, que desvirtuaron su fisonomía
medieval. Dichas reformas fueron llevadas a cabo por Pedro de Silva entre 1756 y 1758.
La caña de la torre data de la primera mitad del siglo XIV y los dos cuerpos superiores son de
la primera mitad del siglo XVI. El chapitel piramidal de caras rectas sobre banco ochavado que
presenta, es un tipo que generalizan Pedro de Silva y Antonio Matías de Figueroa en el siglo
XVIII.
De esa misma época son las ventanas molduradas que presentan las galerías superiores y diez
ventanas exteriores del edificio que se abrieron para proporcionarle más luz.
Parece ser que el templo estuvo fortificado, ya que se trataba de la primera iglesia construida
tras la Reconquista de Sevilla, apartada del castillo de Triana, y lejos por tanto del recinto
amurallado de la ciudad. A este amurallamiento pertenecerían el remate almenado de las
cubiertas de la terraza y las galerías a modo de triforio que recorren lateralmente las naves.
A lo largo de su historia la fábrica antigua quedó enmascarada, hasta que fue restaurada entre
1970 y 1975 por el arquitecto Rafael Manzano Martos, siendo suprimidas las pinturas de la
mayoría de las capillas, así como de los muros y pilares de la iglesia, quedando en ladrillo
visto.
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