15• Jornadas - 189-190, 2001 Biomecanica del espacio subacromial Dr. R. Vega cid; dra. C. Matos mascareño; dr. R. Navarro navarro; Dr. A. Hernández artiles; dr. C. G. Muratore moreno La articulación glenohumeral carece de la estabilización que brinda una arquitectura ósea como la que se comprueba en la articulación coxofemoral. La fosa glenoidea, oval y plana, no aporta estabilidad a la gran cabeza humeral de forma globulosa. En realidad, sólo un área muy pequeña de contacto existe entre los dos huesos en cualquier posición de elevación del brazo, más aún a pesar del movimiento libre, casi sin flexión, entre la fosa glenoidea y la cabeza humeral, existe gran estabilidad. Este es el resultado de dos factores: en primer lugar, la habilidad de la escápula para rotar de manera tal que, sin importar la posición del brazo, la fosa glenoidea está en una posición capaz de sostener la cabeza del húmero y, en segundo lugar, la eficiencia de las estructuras tisulares blandas que envuelven la cabeza humeral. La articulación glenohumeral no tiene ligamentos colaterales fuertes como los que están presentes en la rodilla y el tobillo. De todos modos, su cápsula, cuyas porciones superior, anterior y posterior se mezclan con la inserción tendinosa de los músculos retadores, junto con el ligamento coracolitimeral, brindan gran estabilidad a la articulación. Esta función está reforzada por la acción de los músculos retadores, especialmente, el supraespinoso. La contraecíón de este grupo mantiene la cabeza humeral en contacto permanente con la fosa glenoidea; esto prevee el soporte necesario para la elevación del brazo por el deltoides. El ligamento coracoclaviculares, que comprende dos grupos distintos de fibras, los ligamentos conoide y trapezoide, ligan la escápula a la clavícula. Las fibras de los componentes individuales del ligamento coracoclavicular están dispuestas de tal manera que permiten a la clavícula rotar sobre su eje mayor, permitiéndose una rotación máxima de la escápula alrededor de la pared torácica al acortar relativamente la distancia entre el acromión y el esternón. También protruyen y retraen el acromión y la porción trapezoide no sólo tiende a tirar de la escápula hacía arriba sino que también impide que ésta bascule hacia delante. Como refiere De Palma, el deltoides es la estructura más importante de todos los elementos que concurren a sostener el brazo por encima del nivel de la clavícula. Este músculo de gran volumen, es el único órgano que puede actuar con gran fuerza sin importar la posición del brazo. Su origen cubre toda la cintura escapular. La mayor porción del músculo proviene de la ancha base móvil que proporciona la espina de la escápula y el acromión y el resto viene del tercio externo de la clavícula. Este origen permite al deltoides participar en todos los movimientos del brazo sin tener en cuenta su plano de elevación en relación con el tronco. Estos movimientos se llevan a cabo, por supuesto, en coordinación con la rotación normal de la escápula. La ventaja de estar montado sobre una base móvil radica en la habilidad del deltoides de producir contracciones poderosas modificando muy poco su longitud de reposo. Su ancha inserción en la espina de la escápula y el acromión también fuerza al deltoides a funcionar bajo un ángulo determinado respecto de su lugar de inserción en el húmero. Esta disposición mejora mucho la eficiencia del músculo. No obstante, más importante aún, en cuanto al hecho de proporcionar una gran fuerza a este músculo, es la configuración intrínseca de su porción central. Las fibras de la porción central del deltoides están orientadas en una disposición similar a la de las plumas de un ave. En este tipo de músculos, las fibras se originan de múltiples tendones dentro de la masa muscular. Este rasgo posibilita que un gran número de fibras se contraigan formando un ángulo con un pequeño cambio de su longitud y una fuerza mayor. Esto contrasta con los músculos cuya fibra se orientan paralelamente a su eje mayor y están destinados para la acción rápida, tal como el bíceps. La fuerza de contracción de los músculos con una disposición paralela de sus fibras es mucho menor que las que tienen una disposición similar a las de la pluma de un ave. Después de que la cabeza humeral hace un contacto firme con la cavidad glenoidea y la escápula está estabilizada, la función principal de la porción central del deltoides es elevar el brazo en abducción en el plano escapular. Las fibras medias, junto con el supraespinoso participan sincrónicamente en el movimiento desde su comienzo hasta su terminación. No obstante, mientras el brazo se eleva por encima de la horizontal, las porciones anterior y posterior del deltoides mejora la acción de la porción central. Cuando el brazo debe ejecutar movimientos extraordinariamente poderosos,' la acción del deltoides es reforzada por otros músculos de gran fuerza. Por ejemplo, en la aceleración que se produce en el movimiento de lanzar una pelota de Béisbol, el pectoral mayor contribuye considerablemente con la acción del deltoides. Así también, en los movimientos que requieren gran poder de tracción, la acción del segmento posterior del deltoides está reforzada por el músculo redondo menor y el músculo redondo mayor. Como se ha dicho, los músculos del manguito retador junto con la cápsula, los ligamentos glenohumerales y el ligamento coracohumeral, son capaces de mantener la cabeza humeral en contacto constante con la fosa glenoidea, aún cuando se aplica fuerzas enormes a través de la articulación. No obstante actuar coordinadamente, los músculos también cumplen otras misiones específicas. El tendón del músculo supraespinoso se inserta en la faceta superior más alta del extremo del húmero y controla la acción de la porción superior del manguito retador. Su función primaria es establecer un soporte, de manera que el deltoides pueda elevar el brazo. Con la contracción del supraespinoso, su tendón corto deprime la cabeza de manera que ésta se desplaza algo verticalmente hacia abajo, brindando por lo tanto, el sostén esencial. Al continuar la elevación del brazo, la excursión de la bola humeral sobre la faceta glenoidea cambia muy poco. En los hombros normales el promedio es de 1,5 mm con cada posición subsiguiente, tomando un arco de 30° en 30°, desde 60° a 150°. El supraespinoso es, también, un inicio de abducción del brazo y su actividad continúa, progresivamente , a medida que transcurre la abducción. Es interesante la observación clínica de que la parálisis del músculo supraespinoso solo reduce la fuerza de abducción y la capacidad de sostenerla. El tendón del subescapular es grueso y ancho, y junto con algunas fibras musculares, se inserta en la parte anterior de la cabeza. Algunas de las fibras musculares se insertan también, en la diáfisis del húmero, inmediatamente por debajo de la inserción tendinosa. Además de tirar hacia debajo de la cabeza del húmero en coordinación con el supraespinoso u el infraespinoso, también rota internamente el húmero y produce su abducción. Otra función muy importante de este músculo es su capacidad de actuar como una barrera dinámica y poderosa frente a la cabeza humeral. El subescapular contiene a la cabeza del húmero dentro de la fosa glenoidea y se opone a cualquier fuerza que tienda a desplazarla fuera de la fosa en sentido anterior o inferior. El músculo infraespinoso, junto con el redondo menor, actúa sobre la porción posterior del manguito. Es un músculo macizo de volumen mayor que el supraespinoso y sus fibras se dirigen en un trayecto casi vertical. Actúa con el subescapular y el supraespinoso para deprimir y estabilizar la cabeza del húmero en la fosa glenoidea. También inicia la rotación externa del húmero y lo proyecta en el plano horizontal. Estos tres movimientos, rotación externa, depresión y proyección del húmero, permiten a la cabeza deslizarse por debajo del arco coracoacronúal durante la abducción del brazo. Por supuesto, debe tenerse en cuenta que estos movimientos pueden realizarse efectivamente, sólo si la escápula se fija primero contra la pared torácica. La articulación acromioclavicular tiene un papel muy escaso en el movimiento de abducción y aducción del hombro. Su mayor exponente se refiere a los movimientos de flexión y extensión del hombro al tener una superficie plana que permite la rotación de la clavícula y la movilidad de sus facetas arti- XV JORNADAS CANARIAS DE TRAUMATOLOGIA Y CIRUGIA ORTOPEDICA 189 © Del documento,los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,2011. Departamento Hospital Universitario Insular. U.L.P.G.C. Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología DR. R. VEGA CID; DRA. C. MATOS MASCAREÑO; DR. R. NAVARRO NAVARRO; DR. A. HERNÁNDEZ ARTILES; DR. C. G. MURATORE MORENO 190 La rotación externa concominante del húmero es necesaria para la abducción en el plano coronal. Sohier ha postulado que este movimiento es necesario para que el troquíter deje el acromión y el ligamento coracoacromial. Como menciona Werner, a pesar de la disminución de la sustancia entre la cabeza humeral y el ligamento coracoacromial se asocia a disfunción del manguito de los rotadores, existe suficiente espacio para impedir la afectación ósea. La rotación externa también es necesaria para la abducción coronal completa aún tras extirpar quirúrgicamente e ligamento coracoacromial y el acromión. Saha ha razonado que la rotación externa es necesaria para impedir que la cabeza del húmero afecte el reborde glenoideo. La rotación externa del húmero no es necesaria para la abducción completa en el plano de la escápula. Poppen y Walker hallaron que el húmero y la escápula se movían sincrónicamente en la rotación externa a noventa grados de abducción de forma que existía relativamente poca rotación del húmero en la glenoides con la abducción en el plano de la escápula. Bibliografía 1. ESCH J. C.; OZERKIS L. R.; HELGAGER J. 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XV JORNADAS CANARIAS DE TRAUMATOLOGIA Y CIRUGIA ORTOPEDICA © Del documento,los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,2011. culares en todas las direcciones del espacio. Durante la elevación del brazo, el acromión gira con un movimiento de bisagra sobre la clavícula, veinte grados, en situaciones normales. En situaciones que restrinjan el movimiento glenohumerallibre y normal, la articulación acromioclavicular puede estar forzada a compensar la disfunción glenohumeral. En estas condiciones, el movimiento comienza en la articulación acromioclavicular en un punto más temprano del que lo haría bajo condiciones normales. Esta fuerza anormal puede llevar a cambios degenerativos y sintomáticos en la articulación. Según Freedman y Munro, la cantidad de abducción del hombro varía entre los individuos en un promedio de ciento cuarenta y ocho grados a ciento ochenta y dos grados del movimiento artrocinemático. Aproximadamente, de ciento veinte grados a ciento treinta y cinco grados de este movimiento, se produce en la articulación glenohumeral, según Saha. El movimiento que se produce en las superficies articulares es el movimiento artrocinemático, del cual existen tres tipos: Balanceo, deslizamiento y rota ción. El balanceo se produce cuando diversos puntos de la superficie en movimiento contacta con diversos puntos de la superficie estática. El deslizamiento se produce cuando un punto de la superficie en movimiento contacta con múltiples puntos de la superficie estática. Y cuando se produce el deslizamiento y el balanceo, existe un cambio significativo en el área de contacto entre las dos superficies articulares. El tercer tipo de movimiento artrocinemático es la rotación, la cual se produce cuando diversos puntos de la superficie en movimiento contactan con un punto de la superficie estática. Existe poco desplazamiento entre las dos superficies articulares en rotación. Los tres movimientos artrocinemáticos se pueden producir en la articul ación glenohumeral, pero no se producen en proporciones iguales. Estos movimientos son necesarios para que la cabeza del húmero avance en la pequeña superficie articular glenoidea. Saha investigó el área de contacto entre la cabeza del húmero y la glenoides con la abducción del hombro del plano de la escápula y encontró que el área de contacto en la cabeza del húmero se desviaba hacia delante y hacia arriba, lo que indicó un movimiento de deslizamiento o balance. Poppen y Walker midieron los puntos de la rotación para el mismo movimiento. Hallaron que en los treinta primeros grados, y con frecuencia en los treinta y los sesenta grados, la cabeza del húmero se movía superiormente en la glenoides tres milímetros, lo que indica deslizamiento o balanceo. A más de sesenta grados, existía un movimiento del húmero, lo que indica rotación casi pura.