Nuestra tierra dice: Basta Artículo Encuestas recientes en países Americanos creen, y con buena razón, que el calentamiento global es una realidad. Datos del Hemisferio Norte de los últimos 1000 años presentan un descenso gradual de temperatura desde los años 1000 a 1900 y posteriormente un abrupto aumento desde 1900, particularmente desde 1970. El balance de la evidencia sugiere que los humanos han jugado un importante papel en el reciente calentamiento. Además, hemos creado condiciones que casi con certeza conducirán a un calentamiento en los próximos 100 años. El calentamiento de los océanos y la atmósfera observada es consecuencia de las continuas emisiones de gases de efecto invernadero. Los océanos del hemisferio sur representan el 60 por ciento de los océanos del mundo. Combinando datos de satélite y de modelos climáticos, se ha denotado que el aumento relativo de la altura de la superficie del mar - el principal indicador de cambio climático - entre hemisferios es consistente con las observaciones de alta precisión del altímetro. Sin embargo, la simulación del calentamiento superior de los océanos en los hemisferios norte y sur es incompatible con las estimaciones observadas de cambio en el contenido de calor del océano. Estos cambios en el contenido de calor del nivel del mar y el océano deben ser consistentes, y sugieren que hasta las mejoras recientes en el sistema de observación a principios del siglo XXI, los cambios en el contenido de calor del océano del hemisferio sur fueron probablemente subestimados. La preocupación sobre el calentamiento global está basada en principios científico bien establecidos. Los científico están de acuerdo unánimemente que los gases de invernadero presentes naturalmente mantiene la temperatura promedio de la superficie de nuestro planeta aproximadamente a 59°F (15°C ), comparado con cerca de 0°F (-17.8°C) en la ausencia del efecto de invernadero natural. Las actividades humanas de la época industrial la quema de combustibles fósiles, liberación de clorofluorcarbonados, y deforestación han aumentado estos gases, principalmente dióxido de carbono C2O, por encima de niveles naturales. A la naturaleza le toma cientos de años remover estas cantidades excesivas de gases de invernadero. Por ejemplo, nuestros colegas en el Centro para la Investigación ambiental global y regional en la Universidad de Iowa calcularon que las emisiones totales de gases de invernadero para el estado Iowa por actividades humanas sumaron más de 31 toneladas de CO2 por año por persona. De la cantidad que cada uno de nosotros fue responsable en el año de 2001, 13 tons podrían permanecer en la atmósfera en el años 2100, 1000 libras en e 2500, y más de 14 libras aun en el año 3000. Por lo tanto el CO2 que producimos hoy contribuirá al calentamiento global por centurias. El grado de incremento de los gases de invernadero no tiene precedentes. La atmósfera ahora contiene más CO2 que ninguna otro vez de los últimos 420,000 años y posiblemente de los últimos 20 millones de años. El CO2 ha fluctuado desde aproximadamente 180 partes por millón (ppm) a cerca de 300 ppm en el inicio de la revolución industrial donde las emisiones de CO2 humanogeneradas empezaron a aumentar. Ahora se encuentra a 370 ppm. El índice de emisiones actuales y las proyecciones futuras nos permiten predecir con confianza que las concentraciones de CO2 serán al menos de 500 ppm para el 2050 aun con limitaciones severas en las emisiones y podría alcanzar los 600 ppm. Sí permitiéramos un rápido crecimiento económico basen un uso continuo de combustibles fósiles, el CO2 alcanzaría aproximadamente 950 ppm en el 2100. Los resultados de modelos computacionales resumidos por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC) estima un aumento en la temperatura promedio global de 2.5-10.4°F en los próximos 100 años debido a incrementos esperados en los gases de invernadero. Reportes científicos recientes concluyen que hay un 40 por ciento de oportunidad que el calentamiento para 2100 exceda el estimado por el IPCC y solo hay un 5 por ciento de oportunidad de que está por debajo de este rango. No hay evidencia científica que siguiera que la temperatura global promedio permanezca constante o baje en los próximos 100 años. El tema por lo tanto no es que si el calentamiento ocurrirá, más bien que otros cambios posiblemente restan por ocurrir, y que podremos hacer sobre ello. El dilema del incremento del CO2 se divide en dos partes: A corto plazo (hoy a 2030) y a largo plazo (2030-2100). Podemos decir con alta confianza que la tierra se calentará de 0.7-2.°F en los próximos 30 años, sin considerar lo que hagamos para controlar las emisiones. No tendremos ningún control sobre calentamiento global durante este periodo. Nuestra estrategia económica y política para el corto plazo debe ser de adaptación para anticipar cambios. A largo plazo, tenemos algún control pero este será para generaciones futuras quienes heredaran un planeta mucho más caliente El tiempo ha llegado para moverse más allá de debates académicos sobre si la tierra está calentándose. En su lugar debemos tomar acción y dividir nuestros esfuerzos en dos partes. En el corto plazo debemos enfocarnos en un dialogo práctico y constructivo sobre cómo adaptarnos al cambio climático en los próximos 30 años. A largo plazo debemos desarrollar controles de las emisiones que limiten el calentamiento lo suficiente para permitir que adecuados recursos ecológicos y agrícolas satisfagan las necesidades de las generaciones futuras. Aunque el deshielo y la disminución de los casquetes polares son la cara más conocida del cambio climático, el calentamiento global tendrá consecuencias muy graves también en otras regiones, especialmente en los trópicos, donde las variaciones de temperatura y humedad darán lugar a climas inéditos hasta ahora. Predecir o anticipar cómo van a reaccionar las especies a estos cambios del clima es una incógnita para la ciencia y un reto para la conservación de la biodiversidad pero cuanto mejor entendamos las implicaciones del cambio climático, mejores serán las estrategias de conservación. Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y catedrático de Biogeografía Integrativa del Imperial College de Londres, Miguel Araújo. El estudio, en el que también han colaborado las universidades de Copenhague, Évora y Helsinki, toma como base quince modelos climáticos (proyecciones de cómo será el clima en el futuro) elaborados por el IPCC, el grupo de expertos creado por la ONU para investigar el cambio climático. Partiendo de las variables de esos modelos (temperatura, viento, precipitación media anual, etc), los investigadores han generado unas métricas o mediciones de cambio climático y las han relacionado con sus impactos en la biodiversidad, algo que no se había hecho hasta ahora. "Por ejemplo, si el desierto del Sáhara se desplazara 300 kilómetros al norte, la biodiversidad adaptada al desierto tendría que moverse una distancia equivalente; si hay un deshielo en el casquete polar del cincuenta por ciento, eso generaría una reducción del hábitat de muchas especies del 50%... etcétera". Comparaciones como éstas han permitido poner de manifiesto que en función de en qué lugar del planeta se encuentren, las especies experimentarán los cambios de una u otra forma. En algunas regiones, el cambio climático podrá provocar la aparición de climas distintos y más extremos que los que hay ahora, o incluso podrá hacer que surjan climas inéditos hasta ahora (fotogalería de cómo quedaría España, según Greenpeace). "Los trópicos es donde más probabilidad hay de que aparezcan climas que actualmente no tienen ningún análogo, lo que no significa que no hayan existido en un pasado remoto". Cualquiera de estos cambios generará una serie de cambios para la biodiversidad que son, hoy por hoy, imposibles de predecir pero que obligan a tomar medidas y a anticiparse de alguna manera, al menos, para mitigar estos cambios. Por eso, aunque seguir con las medidas tradicionales de mitigación del cambio climático basadas en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera es "algo necesario", por sí sólo "no van a resolver el problema". De hecho, la magnitud del cambio climático es tal que "aunque parásemos las emisiones de CO2 desde hoy mismo, algunas consecuencias ya no se pueden evitar". Por eso, concluimos que según todo los estudios expuestos anteriormente y , aunque las medidas globales de mitigación siguen siendo esenciales, es primordial intentar reducir los impactos climáticos en la biodiversidad de manera local y "hacer cosas distintas en cada lugar". ¿Podemos algún día pensar en el hermoso mundo que nos rodea? ¿Podremos empezar alguna vez a hacer algo para conservarlo? Felicia Bica- 3° año A Magisterio- Melo