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democracia
Fotos de M. R. Cabot
30 / El Viejo Topo
democracia
Izquierda y nacionalismo
Entrevista a Félix Ovejero
por Miguel Riera
P
rofesor de Ética y Economía y de Metodología de las Ciencias Sociales de la
Universidad de Barcelona, la obra de Félix Ovejero es vasta y rotunda. Entre sus
últimos libros destacan Razones para el socialismo (con Roberto Gargarella), La
libertad inhóspita, Nuevas ideas republicanas (con Roberto Gargarella y José Luis Martí)
y El compromiso del método.
—En un artículo publicado el El País hace unas semanas
señalabas la incompatibilidad entre ser de izquierdas y
ser nacionalista. Sin embargo, es un hecho evidente que
hay personas que son de izquierdas y que también son
nacionalistas.
—También hay gente que se dice de izquierdas y cree
que está bien pegarle a su pareja. Que dos tesis sean
incompatibles no quiere decir que no existan personas
que sostengan las dos tesis incompatibles. Hay quien
cree que el sol da vueltas en torno a la tierra, pero no por
ello su creencia es correcta. Lo que trataba de decir es
muy sencillo. Se resume en dos ideas. La primera: la
izquierda sólo puede defender ideas nacionalistas instrumentalmente, porque crea que el nacionalismo sirve
a otros propósitos emancipadores más básicos. Y sucede
que el nacionalismo, por definición, no puede ser instrumental, no busca razones ulteriores, porque entonces deja de ser nacionalismo. Para el nacionalismo los
intereses de los míos, simplemente porque son los míos,
tienen prioridad sobre cualquier otra consideración,
vencen a cualquier principio de justicia. Y la segunda es
que todas las razones instrumentales a las que se puede
apelar, todos los valores que identifican a la izquierda
(la igualdad, el control democrático, la libertad para elegir la propia vida), cuando se miran de cerca, tienen
implicaciones antinacionalistas. En fin, la cosa es vieja:
¿qué tienen en común el tipo que vive en Pedralbes y el
que vive en Cornellá? El azar de que dos personas formen parte de la misma nación, no es una razón para que
deban establecer vínculos morales o de interés especiales. Razón atendible quiero decir. Razones psicológicas
hay muchas. Incluso con escasa identidad compartida.
Al cabo, cuando en un grupo, separas a los individuos
por el número del DNI, los pares descubren afinidades,
identidades, entre sí, y diferencias con los impares. Y
sienten que sus causas son las suyas.
—¿Por qué dices que cuando se miran de cerca valores
como el control democrático o la igualdad se ve que contienen implicaciones antinacionalistas?
—Los estados democráticos se conforman como unidades de justicia y de decisión política. Los ciudadanos
mantienen derechos y obligaciones que les comprometen mutuamente y participan en las decisiones políticas. Los derechos son universales, los mismos para
todos, y se tienen en tanto que ciudadanos. No, como
sucedía en el feudalismo, por pertenecer a cierto grupo
o vivir en cierto territorio. Cuando hoy escuchamos a la
izquierda recuperar ese léxico de “los pueblos de España”, como si fueran entidades naturales, sujetos de
valoración moral, uno no puede por menos de pensar
que se está volviendo al antiguo régimen, cuando los
distintos territorios tenían privilegios, fueros en virtud
de sus particulares acuerdos pactados con los reyes.
El Viejo Topo / 31
democracia
Basta con pensar en el trasfondo de la singular polémica
que se desarrolla en Cataluña acerca de las balanzas fiscales. La discusión, por supuesto, tiene detalles técnicos,
que no es cosa de comentar ahora, aunque hay presentaciones razonablemente accesibles en Revista de libros
y, algo más complicada en Papeles de economía, pero lo
que me interesa destacar es la concepción general, el
trasfondo. La propuesta de pagar por ingresos y recibir
por necesidades es defendible para los individuos. Es un
principio general de justicia que tiene validez general,
viva cada uno donde viva. Pero Cataluña como tal no
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paga o recibe servicios. Es natural que un
barrio acomodado tenga un saldo negativo,
pero no porque “se explote al barrio”, sino
porque los que viven por allí son ricos. El
barrio no paga impuestos ni es explotado.
Cuando se acepta ese léxico interclasista se
está escamoteando que los catalanes no son
una familia y, como siempre ha sucedido con
la retórica nacionalista, por debajo de los intereses de la patria se encubren los conflictos de
clase, las desigualdades. Lo que a alguien de
izquierda le ha de preocupar no es que el catalán promedio pague más. Porque el catalán
promedio no existe, no paga impuestos. Hay
uno que gana 999 y otro que gana 1, pero no
hay un catalán promedio que gane 500. Si en
un lugar se concentran muchos que ingresan
900, los pobres que vivan por allí no estarán
por ello más explotados. Al que recibe uno lo
que le debe preocupar es que el que gana 900
pague lo que tiene que pagar y que él reciba lo
que le corresponda, y si es de izquierdas también le debiera preocupar que en Extremadura pase lo mismo.
La cosa es más grave respecto a la democracia.
Cuando se sustituyen los ciudadanos libres e
iguales por los pueblos y se añade la perpetua
amenaza de que si no nos gustan las decisiones nos vamos, se pervierte el ideal democrático. La democracia presume que las decisiones adoptadas por todos nos comprometen a
todos. Si los ricos pudieran decir “si no nos
gusta lo que se decide, nos vamos con lo nuestro y formamos otra comunidad política”,
habríamos sustituido la democracia y la deliberación por la amenaza y la negociación, ya
no se impondrían las mejores razones y los
criterios de justicia sino la fuerza. En democracia, si las
condiciones de democracia se respetan, si todos pueden
expresar sus puntos de vista, y sus derechos se garantizan, no cabe discutir la propia comunidad democrática.
La democracia requiere que nadie pueda amenazar con
escapar a las decisiones democráticas si no le complacen.
—Presumo entonces que en tu opinión expresiones
como “España es una nación de naciones” o la idea de
plurinacionalidad debieran carecer de sentido desde
democracia
una perspectiva de izquierda…
muchos términos. Nos pasa con “belleza” y también en
—La única nación defendible normativamente, desde
teoría política, por ejemplo al referirnos a tradiciones de
una sensibilidad emancipatoria, es la de los ciudadanos
pensamiento. Sin embargo, el problema no es ese. En
libres iguales, la que arranca de las revoluciones demoprincipio, no hay por qué pensar que “nación” cae del
cráticas. Es la que funciona como un ideal, la que nos
lado de “liberalismo” o “belleza” y no del de “clase sosirve, por ejemplo, para criticar las democracias “realcial” o “átomo”, conceptos perfectamente especificables.
mente existentes” cuando pervierten la igualdad de
El problema es de algo más que palabras, apunta a propoder entre los ciudadanos, por ejemplo a través de unas
blemas políticos reales. Cuando miramos las definicioformas de propiedad que aseguran amplios poderes disnes vemos que la mayor parte de ellas al final derivan en
crecionales sobre aspectos importantes de la vida colecidentidades esencialistas, en purezas raciales o culturativa. Esa nación, francesa, republicana, permite realizar
les, en una lista de características que definen al ciudaun ideal de justicia, aunque sea limitado territorialmendano “fetén”, o bien en tautologías más o menos veladas,
te. Por supuesto que en ella conviven individuos con discomo sucede con la idea de “nación es un conjunto de
tintas biografías, con distintas características, algunas de
individuos que creen que son una nación”, en donde se
las cuales pueden dar pie a algo parecido a pautas de
introduce la palabra a definir en la misma definición. En
comportamientos compartirealidad “nación” no es un
dos y relevantes desde el puntérmino analítico, sino de uso
to de vista de formas de vida
político. Tienen razón los
El único modo de preservar la
comunes. Y no hay que pensar
estudiosos sobre estos asunidentidad es saltándose a la torera tos, la mayor parte de ellos de
en que las más fundamentales
los derechos democráticos.
sean las “nacionales”. Podeizquierda, que nos han recormos pensar, por ejemplo, en
dado que el nacionalismo inmujeres, campesinos, jóvenes,
venta la nación, que se invengrupos religiosos, hasta en quienes conviven en las mista una tradición, por lo general un momento en la histomas circunstancias climáticas y ecológicas, que, desde
ria de la comunidad que se recrea, que se falsea, y al que
luego, condicionan los modos de vida y las culturas más
se le otorga una singular capacidad para caracterizar lo
que cualquier otra cosa. Pero lo que no tiene sentido es
que es la genuina identidad nacional, con independenvolver a la idea de reunión de pueblos, como si fueran
cia de la evolución de las sociedades. Desde ahí, desde
unidades homogéneas, impermeables a la historia, a la
una identidad metafísica, se pretende sostener la exisbiografía de las personas. Y esa es la idea de los nacionatencia de un pueblo que porque tiene identidad se conslistas: un esencia, un momento histórico, que es el que se
tituye en una unidad de soberanía. Al final, el único asiprivilegia, y lo demás es contaminación, invasión, pero
dero firme que queda es la nación como una comunidad
no lo genuino, no lo verdaderamente “propio”, identidad
cultural homogénea. Para alguien de izquierdas, las insverdadera. No importa si después durante un siglo se
tituciones políticas no tienen que mantener otra identiproducen mil acontecimientos. No importa si el 65 % de
dad cultural que los principios cívicos que aseguren la
los catalanes actuales tenemos nuestras raíces fuera de
capacidad de cada cual de elegir sus propias vidas, lo que
Cataluña. Todo eso será simple injerto, corrupción de la
incluye, si existe una comunidad significativa de hablanpureza originaria. No hay mejor ejemplo de eso que la
tes, la posibilidad de educarte y de expresarte en la lenabsurda idea de “lengua” propia. No importa que desde
gua que desees, pero no, obviamente, que tengas asegufinales del siglo XV se imprimieran en Cataluña tantos o
rados interlocutores. La paradoja de los nacionalismos
más libros en castellano que en catalán. No hay la lenhispánicos es que si quieren ser mínimamente degua propia de “Cataluña”, hay la lengua de los catalanes,
mocráticos, cívicos, sólo pueden persistir a costa de no
que, por cierto, tienen como lengua mayoritaria y como
realizar sus objetivos políticos soberanistas. Porque al
lengua común el castellano.
día siguiente de la hipotética independencia del País
Vasco o de Cataluña alguien se podría preguntar cuál
—¿Cómo definir entonces la nación?
debe ser la lengua oficial. El único modo de seguir con el
—No conozco una definición satisfactoria de nación. Eso
proyecto de preservar la identidad sería imponérselo por
podría ser un problema de principio. Nos sucede con
la fuerza a los propios ciudadanos, lo cual además de
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democracia
paradójico (identidad, por definición, tengo siempre), es
cualquier cosa menos liberal, en el sentido más elemental de la palabra liberal. De modo que la conclusión se
impone: si siguen apostando por el proyecto soberanista
es que abandonan cualquier horizonte cívico, cualquier
idea no étnica de ciudadanía, lo cual, claro, implica la
condena del mestizaje y la inmigración. Eso, claro es,
siempre bajo el supuesto de la honradez, de que ese estar
instalados en la contradicción, buscando una meta que
se sabe imposible conceptualmente, no sea un modo de
seguir obteniendo rentas políticas o mercados políticos
protegidos.
francés; en Italia, en 1830, el italiano sólo lo hablaban el
3 %. En dos generaciones, en esos países la situación se
había modificado radicalmente. Pasó lo mismo, y por las
mismas razones, con las monedas nacionales y los sistemas de pesas y medidas. En todos esos casos fueron
movimientos revolucionarios los responsables de los
cambios. Y en España, hasta el franquismo, sucedía lo
mismo. El Carlismo encarnaba los restos del feudalismo,
del servilismo, nada de libertades ni de ciudadanía, al
revés, atadura al terruño y barreras que impidan el oreo,
entre ellas, muy conscientemente, las lingüísticas. Sobre
esa herencia se encabalgan los nacionalismos. Lo que
sucede es que los liberales y la izquierda tuvieron poco
—Sin embargo, las elites políticas y mediáticas del ámbiéxito.
to de la izquierda no parecen albergar la menor duda de
Todo esto resulta tedioso recordarlo porque al fin y al
que Cataluña, Euskadi y Gacabo la historia no justifica
licia son naciones, y se remiten
nada. A lo sumo nos ayuda a
constantemente a los pueblos El truco para saltar de los hechos entender por qué las cosas son
catalán, vasco, gallego. Ducomo son, pero nada nos dice
a los objetivos políticos pasa
rante todo el verano Maragall
acerca de cómo deben ser.
por relacionar la lengua con
ha estado insistiendo para que
Pero es que es ese el terreno
la identidad y ésta con la
la Constitución reconozca fordel “nacionalismo de izquiermalmente la existencia de esas
das”. Se arranca de unos suconstitución de una unidad
naciones...
puestos datos, la existencia de
de soberanía.
—Eso forma parte de esa miuna identidad, y de ahí se pretología recreada que no resistende inferir un proyecto políte el trato con la realidad. El único modo de hacerla intetico, la necesidad de recuperar o de preservar la identiligible es apelando a la clásica tesis romántica que reladad. Hasta la guerra civil se ha dejado de ver como una
ciona lengua con concepción del mundo, de ahí se salta
guerra de clases para convertirse en una guerra del “puea la identidad, y de ahí a la soberanía. Ninguno de los
blo español” agrediendo a las naciones. Así que lo pripasos se aguanta. A eso se añade el mito no menos
mero es recordar que los datos no son así, pero es que
romántico de un momento glorioso roto por un invasor
además, de los datos, sean los que sean, no se sigue nada
que debe ser expulsado, la España centralista. Como si
acerca de cómo deben ser las cosas. El truco para saltar
cierto día, hace tres siglos, alguien hubiese decidido
de los hechos a los objetivos políticos, pasa, como te
imponer su identidad. ¿Qué imposición cultural se
decía, por relacionar la lengua con la identidad y ésta con
puede hacer sin medios de comunicación y sin sistema
la constitución de una unidad de soberanía. Lo primero,
de enseñanza, cuando hasta entrado el siglo XX la mayor
todavía en el terreno de los hechos, es falso: ningún linparte de la población es analfabeta? Las cosas son más
güista informado sostiene hoy que una lengua conlleva
sencillas, pura demografía y flujos económicos que lleuna concepción del mundo en algún sentido relevante
van a utilizar las lenguas de mayor uso. En el siglo XV
de la idea. Y lo segundo no se aguanta: quienes comparCastilla, que incluía por cierto Galicia, Vizcaya, Álava y
ten una identidad no son sujetos de soberanía. No creo
Guipúzcoa, tenía 4,5 millones de habitantes y la Corona
que a nadie se le ocurra pensar que las mujeres o los
de Aragón 850.000. En esas condiciones no resulta extraancianos constituyan unidades de soberanía, por más
ño que el castellano se extendiera y se mantuviera como
que compartan identidad y una conciencia de identidad
lengua común y que prácticamente desde el siglo XVI el
compartida seguramente superior a la de las “naciones”.
80% de los peninsulares la utilizara. Algo absolutamente
Pero al final las cosas son más sencillas. ¿En nombre de
excepcional en Europa, por cierto. En Francia en tiempos
qué una identidad –inventada o no– justifica unos pride la revolución sólo uno de cada tres franceses hablaba
vilegios? Quien defienda que existen unos privilegios
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asentados en “la historia” debería estar dispuesto a
defender el antiguo régimen, la aristocracia. La idea de
que hay unos pueblos que han de tener un trato especial
no puedo dejar de asociarla a lo que antes te decía del
trato con los reyes, a desandar lo recorrido desde la revolución francesa. Pensamiento reaccionario en estado
puro.
Unidos, porque comparten una lengua y porque en otro
tiempo, hace menos de doscientos años, formaban
parte de España? Todo eso nos espeluznaría. Pues eso,
mutatis mutandis, incluso con menos soporte empírico,
forma parte de los supuestos centrales de la estrategia
política nacionalista. Que uno se oponga a esas locuras
en boca de los nacionalistas, obviamente no le lleva a
defender estas otras locuras españolistas. Y sin embargo,
—Con frecuencia se dice que en el fondo la crítica a los
buena parte de nuestra izquierda ni levanta el dedo, al
nacionalismos periféricos no es más que una defensa de
revés, pide respeto para las locuras.
otro tipo de nacionalismo, el español. ¿Lo crees así?
La verdad es que cuando preguntas a los amigos, “bueno,
—Esa tesis se ampara en una falacia, que consiste en sospero a qué te refieres en concreto cuando hablas de
tener que la negación de un nacionalismo equivale a la
españolismo”, la respuesta más recurrente apela a cosas
afirmación de otro nacionalismo, el español. Eso es lo
como el tamaño de la bandera de la plaza Colón. No seré
mismo que decir que no cabe la crítica al nacionalismo
yo quien la defienda. Pero desde luego quien no la puede
porque no hay punto de vista
criticar es quien organiza acfuera del nacionalismo, que
tos políticos, de su propio parUn nacionalismo genuinamente tido, en donde se cantan más
criticar a un nacionalismo
implica necesariamente estar
veces himnos nacionales que
constitucional, donde no
a favor de otro nacionalismo.
La internacional y se exhiben
existiera discriminación por
Así, si uno se opone a una
más banderas nacionales que
"razones de identidad", estaría rojas. En realidad, tengo la impropuesta nacionalista, es
que lo hace para defender
presión de que si llegara la
llamado a ser paralítico
propuestas españolistas. Con
república, se sentirían muy
políticamente.
la cobardía del ejemplo, que
incómodos con la bandera tridiría Pessoa: estar en contra
color.
de que sólo se impartan dos horas de clase en castellano
Hay otra confusión, de más calado, que también está en
ya sería nacionalismo español. Si, por ejemplo, alguien
la trastienda de esa tesis: la confusión entre españolispropone cuatro horas, ya sería nacionalista español.
mo, centralismo y control democrático. Los problemas
Si queremos ser respetuosos con las palabras y la lógica,
de descentralización son en buena medida técnicos.
la operación correcta es otra. Lo que sería españolismo
Seguramente, para ciertos asuntos, por problemas de
no es la negación de la propuesta nacionalista, sino la
coordinación, y de economías de escala, lo mejor es un
misma propuesta, pero cambiando los protagonistas.
sistema centralizado, y para otras cosas, un sistema retiPara seguir con el ejemplo: dos horas de catalán y el resto
cular. Eso depende de los problemas a resolver. Pero es
en castellano. Eso sería nacionalismo españolista. Más
que, además, la descentralización nada tiene que ver
en general, creo que ese es un saludable ejercicio intecon el autogobierno, con el control democrático de las
lectual, darle la vuelta a las propuestas y a las tesis.
instituciones ni, desde luego, con mayor o menor nacioClarifica mucho. Unos cuantos ejemplos: ¿qué pensaríanalismo español. Resulta perfectamente imaginable un
mos de un partido que defendiera el GAL, que homenaespañolismo irrespirable y un sistema institucional
jeara a sus miembros y defendiera la vuelta a la dictadumáximamente descentralizado. En realidad, un sistema
ra, y de otro, con responsabilidades de gobierno, que
máximamente descentralizado, de coordinación esponsaliera en defensa de ese primer partido, que le abriera
tánea, como lo es el mercado, acaba en dos días con las
sus medios de comunicación y se apoyara en él para
culturas “nacionales”, porque la coordinación espontágobernar, diciendo que hay que suprimir los estatutos de
nea converge hacia equilibrios que se corresponden con
autonomía para resolver el conflicto que plantea la exislas convenciones compartidas o, en su defecto, las matencia del GAL? ¿Y de alguien al que le diese por defender
yoritarias. Si tú tienes que vender un producto o contar
la recuperación de la unidad de las comunidades hispálas noticias en un periódico, o simplemente, contar tu
nicas, de Latinoamérica y de buena parte de Estados
vida a cuatro tipos en un bar, lo harás en la lengua
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democracia
común. El proceso, además, es acumulativo, por necesidad de comunicarse, de acceder a información, de trabajo, de viajes. No es resultado del ejercicio de ningún
poder, sino de millones de decisiones espontáneas. La
expansión del castellano en EEUU es cualquier cosa
menos acción teledirigida desde un poder central. Es lo
que ha pasado históricamente con las monedas y los sistemas de pesas y medidas, y también con las lenguas.
Nosotros mismos hemos sido testigos de cómo ha sucedido con las tarjetas de crédito, el sistema de teléfono,
los formatos de video y mil cosas más. Por información,
comunicación o transporte los individuos tienen razones para utilizar los más utilizados por otros individuos.
Y eso, que los economistas llaman economías de red, es
descentralización en estado
puro.
lica. A veces para evitar recalar en esas tesis, que tanto
nos suenan a los “genuinos españoles”, “unidades de destino” o “españoles de bien”, se habla de un nacionalismo
cívico, como un conjunto de ciudadanos que comparten
derechos y libertades. El problema es que entonces no se
ve qué hay que objetar a ideas como el habermasiano
“patriotismo constitucional”, al reconocimiento de una
comunidad de ciudadanos libres e iguales que comparten principios de justicia. Un nacionalismo de esa naturaleza, genuinamente constitucional, en un contexto en
donde no existe discriminación por “razones de identidad”, estaría llamado a ser paralítico políticamente. Por
eso el nacionalismo no puede prescindir de una idea de
nación que conduce directamente a la identidad nacional, que es, por supuesto, la
que los nacionalistas estipuEl derecho a la autodeterminación lan. No es casual que quienes
—Me temo que decir que la
han querido explorar la “hiizquierda y el nacionalismo concentra todas las inconsistencias pótesis de la independencia”
son incompatibles conduce
en serio se han encontrado
analíticas del nacionalismo.
directamente a cuestionar la
con que, si jugaban a la idea
naturaleza democrática del
de nación de ciudadanos y
nacionalismo. Sin embargo, en este país se han acuñado
no querían excluir a la mitad de la población que queexpresiones como “nacionalismo democrático” o “naciodaba fuera de juego, la “preservación de la identidad” se
nalismo moderado” frente al “nacionalismo radical”, o
ponía en peligro. Dicho de otro modo: el único modo de
“violento”. ¿Qué opinas al respecto?
preservar la identidad era saltándose a la torera los dere—Desde el punto de vista de los procedimientos demochos democráticos. Y, por supuesto, los nacionalistas
cráticos hay una diferencia sustancial. Y eso es muy
están dispuestos a hacerlo. Las preocupaciones por el
importante, fundamental: no hay democracia si a quien
mestizaje, por la pérdida de la pureza, no son excrecenpiensa diferente le niegas la dignidad como persona, que
cias, rarezas, sino consecuencias lógicas del nacionalises lo que sucede cuando lo amenazas de muerte. Lo pomo. Hay un camino inexorable que conduce directanes en el dilema de que pierda la vida o pierda su dignimente a la defensa de “concepciones del mundo” asodad callándose para poder preservar la vida. El problema
ciadas esencialmente a los pueblos, concepciones que
con el llamado nacionalismo moderado es que colapsa
deben estar presentes hasta en las ONGs, que, se llega a
en un montón de paradojas que sólo puede salvar si
decir desde las instituciones, han de tener “un comporecala en un nacionalismo étnico, identitario, que, de
nente nacional catalán”.
facto, vincula la ciudadanía a la pertenencia a una comuPor cierto que epistemológicamente no deja de resultar
nidad cultural. Quienes no participan de ciertos rasgos,
llamativo que aceptemos como buenas, como verdadede la identidad nacional que estipulan unos cuantos, no
ras, la terminología y las creencias de los propios nacioson genuinos miembros de la comunidad política, son
nalistas que únicamente tienen una función política. Un
menos “catalanes”, “españoles” o lo que sea. Por supuespar de ejemplos. Uno “positivo”: hay un conjunto de indito, la identidad nacional la deciden los nacionalistas sin
viduos, los nacionalistas, que dicen que otro conjunto
que importe si se corresponde con lo que en realidad son
–más numeroso– de personas es una nación. De ahí se
los ciudadanos.
concluye alegremente que ese segundo conjunto es una
Pero el problema no es de número, sino de principio
nación, ¡alehop! El otro, normativo, y que, como ha mosdemocrático: el que la mayor parte de catalanes sean del
trado Rodríguez Abascal en uno de los mejores libros que
Barça o católicos, no quiere decir que las instituciones
conozco sobre estas cosas, apunta al núcleo del nacionapolíticas tengan que apoyar al Barça o a la religión católismo: “la nación X tiene derecho a la soberanía porque es
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democracia
una nación”. Una falacia,
claro. También hay gente
que cree que los humanos
hemos sido traídos de otro
planeta, pero que lo crean
no hace su creencia verdadera. El hecho de que los
parlamentarios de CastillaLeón, por poner un ejemplo,
decidan autodenominarse
marcianos, no los hará marcianos.
—Pero, ¿qué pasa con el
derecho de autodeterminación de los pueblos, que
siempre ha formado parte de
los programas de la izquierda desde sus orígenes?
—En efecto, Marx lo defendió en el borrador que había
preparado para la I Internacional en 1865. Pero al año siguiente ya estaba aclarando
que los beneficiarios eran las genuinas naciones, Alemania, Polonia, Italia, Hungría, en ningún caso las nacionalidades, y ese léxico es suyo, como escoceses o
galeses. En el fondo, su pensamiento era puramente táctico, que es lo que no puede ser un derecho, algo sometido al “depende”. A Marx lo que le preocupan son los
ideales emancipadores y lo que buscaba era espacios
políticos amplios lo suficientemente consolidados en
donde realizar los ideales de democracia radical y de justicia, de igualdad.
Y es que el derecho a la autodeterminación, en realidad
el derecho a la secesión unilateral si queremos ser precisos, concentra todas las inconsistencias analíticas del
nacionalismo. En el fondo arranca de una suerte de
comparación con las separaciones matrimoniales: si
alguien no quiere formar parte de una pareja, quién
puede obligarlo. Aquí no habría ningún tipo de apelación a la identidad, ni a la esencia, sólo ejercicio de libertad. Desde el punto de vista liberal, en principio, no
habría nada que objetar. El problema aparece en el
momento de decidir quién puede decidir que se va,
quién ejerce el derecho a la autodeterminación. Si seguimos con el argumento matrimonial-liberal, cualquiera
que perdiera un hipotético referéndum podría decir al
día siguiente que ese nuevo club, la nueva nación, no le
ha pedido permiso para hacerlo socio. La pregunta es
inevitable: ¿quién es el sujeto del derecho? La respuesta
“la nación” no nos sirve si entendemos nación en el sentido de “es el conjunto de individuos que quiere ser una
nación”, entendida esta última acepción como “voluntad
de autodeterminarse”. En tal caso no hace falta derecho
ninguno, no hace falta votar nada: sólo ejercen el derecho a separarse quienes se quieren separar. Si quiere evitar ese absurdo, al final, el nacionalismo tiene que recalar en argumentos esencialistas: habría pueblos más
“naturales” que otros, que, ellos sí, tendrían fronteras
naturales, no susceptibles de ser decididas voluntariamente, dentro de las cuales el derecho de autodeterminación ya no cabría. De modo que el supuesto derecho
no parece muy claro, o bien recalamos en una falsedad,
en un imposible, la idea de adscripción voluntaria a los
estados, o en esencias nacionales, en comunidades naturales, comunidades de destino, en argumentos que
niegan el principio que invocan.
Esa es una idea incorrecta sobre cómo son las cosas. Los
estados, cualquier estado, no son asociaciones voluntarias, a nadie le preguntan si quiere ser miembro. Las
fronteras, todas, son resultado de geografía, guerras,
conquistas, enlaces matrimoniales, flujos económicos y
demográficos. Los estados no son un club social en el
que uno se apunta y se va cuando quiere. La idea del
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democracia
estado como una sociedad de construcción voluntaria
presume una suerte de “derecho” anterior a las leyes,
natural, prepolítico. Las cosas son al contrario. Precisamente porque no son asociaciones voluntarias es
por lo que importan la democracia y los derechos, que
se dan dentro de un espacio jurídico, dentro de una
comunidad política. En un club privado, los socios pueden fijar las reglas. Por ejemplo, pueden decidir que en
un gimnasio no entren los hombres o prohibir la venta
de alcohol. Es una asociación voluntaria y no hay nada
que reprochar. No estás obligado a entrar, y si no te gusta, te vas. En una comunidad política las cosas son distintas. Ahí no caben las discriminaciones, ni las identidades obligatorias, porque cualquiera ha de tener asegurada la posibilidad de poder decir la suya. Y lo mismo
se puede ver desde el otro lado: si uno se puede marchar
si no le gustan las decisiones adoptadas democráticamente, entonces la democracia no existiría. De otro
modo nada tendríamos que objetar a los ricos, concentrados en una región, que deciden que no están de
acuerdo en pagar impuestos, que los principios de justicia de la comunidad política no sirven para ellos y se
van. La no voluntariedad de los estados, la democracia
y la justicia, que se dan siempre en un espacio político,
están unidas conceptualmente. Por eso mismo, las cosas
cambian cuando faltan los derechos, cuando ciertas
personas, que comparten ciertos rasgos, los que sean, se
ven privadas de derechos o discriminadas. Pero en ese
caso el derecho deriva de la injusticia y acaba cuando
desaparece ésta. Sólo en ese sentido reparador se puede
habar de derecho de autodeterminación. Lo ha contado
muy bien el que acaso sea el mejor especialista sobre
estas cosas, un marxista analítico por cierto, Allen Buchanan, en Self-determination, un clásico contemporáneo.
Una última cosa, no hay que confundir el supuesto derecho a la autoderminación con el autogobierno. La
izquierda es, muy básicamente, radicalidad democrática. Todas las conquistas, todas, de lo que hoy llamamos
democracia han sido arrancadas por la izquierda. Pero el
control democrático de los ciudadanos, la participación,
no es una cuestión de metros, de proximidad espacial,
sino de transparencia, de posibilidades de revocación, de
control institucional. De hecho, la proximidad espacial,
que acostumbra a ser de clase, lo que produce es clientelismo, acobardamiento de medios que sobreviven gracias a su buena relación con el poder local, opacas redes
de influencia entre los poderosos que se han socializado
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juntos y resuelven con llamadas, despachos compartidos
y cenas familiares lo que se tendría que resolver en el
parlamento. Basta con pensar en la naturalidad con la
que transitan los escándalos políticos en los ámbitos
locales y autonómicos. Se pasa por ellos como si nada.
No hay la exigencia de responsabilidades que se da en el
parlamento o la vigilancia de la prensa de ámbito nacional. El autogobierno es control democrático: explicaciones, participación, vigilancia y renovación de cargos. Lo
otro, agrimensura.
—Si la cuestión es tan evidente, ¿por qué entonces hay
tanta gente en la izquierda que se dice nacionalista? Y otra
cuestión: ¿por qué hay aún más gentes en la izquierda que
se dicen no-nacionalistas pero que de hecho no sólo toleran los principios nacionalistas, sino que asumen sus
puntos de vista, los comprenden?
—Repito lo que te decía al principio de nuestra conversación, que dos ideas sean contradictorias no quiere
decir que no exista gente que mantenga las dos ideas a la
vez. De lo que no cabe duda es del carácter reaccionario
de los nacionalismos. Hobsbwaum, una de las cabezas
más claras de la izquierda, nos lo lleva recordando desde
hace tiempo. En el caso español, la comunión entre nacionalismo e izquierda es un fenómeno muy reciente,
hijo del antifranquismo, de la represión de cualquier
manifestación cultural que no fuera en castellano y,
acaso, esto ya es más conjetural, de la política del partido comunista de incorporar todas las causas, y del origen
social de los cuadros políticos de la izquierda. Supongo
que también contribuyó la coincidencia temporal con
los movimientos de liberación nacional, que, por cierto,
casi siempre pretendían crear estados ilustrados que
unificaran las diversas culturas locales, muchas de ellas
cargadas de elementos feudales, racistas o directamente
irracionales, un poco al modo como sucedió en América
Latina un siglo antes, cuando, después de la independencia, el castellano se impone a las miles de lenguas de
las comunidades indígenas.
Lo cierto es que, históricamente, la izquierda, por sólidas
razones ideológicas, ha sido antinacionalista, y el nacionalismo, salvo excepciones, pensamiento conservador,
cuando no directamente reaccionario. Esto lo han dejado definitivamente claro los historiadores. En el caso
vasco, pero también en el catalán. Pienso en los trabajos
de Fradera, Marfany o Ucelay Da Cal, historiadores solventes, oreados en el circuito académico internacional.
Y eso sucede en el diecinueve, pero también más tarde.
democracia
No hay que olvidar que los fascistas italianos llegan a
por recordar que siempre tenemos identidad, que si a
contemplar la posibilidad de hacer de Barcelona el oritodos nos da por consumir hamburguesas y jugar al béisgen del movimiento fascista en España aprovechando la
bol seguiremos teniendo identidad. Después reparará en
existencia de un pensamiento nacionalista.
que lo que importa no es la identidad como tal, que tamPero desde el punto de vista ideológico, que es el que imbién somos machistas por biografía, pero que lo mejor
porta, no creo que quepan dudas. Entiéndase, hay que
que podemos hacer en tal caso, desde los valores que
luchar para que los nacionalistas puedan defender sus
importan para la izquierda, es escapar a esa identidad.
ideas, pero eso no quiere decir que debamos defender las
De hecho, lo que interesa es una comunidad política que
ideas que ellos defienden. Al revés, una vez asegurado lo
nos asegure la posibilidad permanente de revisar y escaprimero, debemos examinarpar a cualquier cárcel identilas, discutirlas y criticarlas,
taria, a la tiranía de los orígeempezando por recordarles No hay que confundir el supuesto nes. Pues bien, si las cosas se
que ellos son los portavoces
de cerca se ve que la
derecho a la autodeterminación miran
de una ideología, no de una
nación y el nacionalismo no
con el autogobierno.
nación. Y sucede que cuando
son el mejor modo –por no
las examinamos encontradecir que son el peor– de asemos pensamiento conservagurar la igualdad, el comprodor, cuando no directamente imperial, expansionista,
miso cívico o los marcos de elección de las personas y,
hasta recuperar la frontera máxima del momento del
mucho más obviamente, la sensibilidad de especie, que
máximo esplendor.
es el problema más importante y más olvidado. RealPor lo general, y tratando de reconstruir de un modo
mente lo que más me asombra en todos estos casos es el
inteligible la argumentación de la izquierda cuando se
desarme ideológico de la izquierda, la incapacidad para
pone en “mood” nacionalista, se suele apelar a razones
mirar limpiamente las ideas y discutirlas, ese trato “comno nacionalistas, a preservar
prensivo” con el nacionalisla identidad, a la posibilidad
mo cuando es lo que es. ¿Qué
Lo que más me asombra es el
de aumentar el compromiso
quiere decir respetar o comcívico entre los ciudadanos o desarme ideológico de la izquierda, prender una ideología? ¿Hay
a un marco de referencia en
que respetar el machismo o el
ese trato "comprensivo" con
el que cobran significado las
fascismo? Se respeta a las perelecciones. Eso es lo mismo
sonas, se puede hasta comel nacionalismo cuando éste
que decir que lo que importa
prender que tengan una ideoes lo que es.
son otros valores, como la
logía. Pero eso no corrige un
autonomía de los individuos,
milímetro que las ideas se
la igualdad o la libertad. Pero eso ya no es nacionalismo.
discutan, que por cierto es el único modo de respetarlas,
Piensa, por ejemplo, en el caso de la identidad. Un naciode tomarlas en serio. En esto la actitud del nacionalismo
nalista apela a ella porque es “lo nuestro”, lo que nos
es particularmente tramposa con su reclamación de resconstituye, lo de siempre, el origen que se quiere destino.
peto. Cualquier crítica hiere su sensibilidad. La trampa es
La identidad es una y por siempre. Un pensamiento de
que pretenden hacer pasar la crítica a su ideología como
vuelo muy corto. Al cabo, si se trata de defender la idenla crítica al pueblo en nombre del cual pretenden hablar
tidad, habría que defender el franquismo. ¿O es que cuaen exclusiva. Como si ese pueblo no fuese el resultado de
renta años de dictadura pasan sin dejar huella, por no
flujos de gentes y es que, al cabo, como decía uno de los
hablar de los trescientos años de supuesta dominación
protagonistas del jorobado de Notre Dame: “unos llegaespañolista? Para el nacionalismo nada de eso afecta a la
mos ayer y otros anteayer”. Pero, ¡por Dios, cómo no
genuina identidad, que claro, si no está contaminada por
vamos a poder criticar radicalmente a alguien que sosla historia, sólo puede resultar inteligible bajo alguna
tiene ideas tan profundamente reaccionarias! Lo verdaversión laica del alma, como el Rh o una eva mitoconderamente inaudito es que la izquierda radical haya
drial de la propia nación.
suscrito sin discusión alguna los puntos de vista del
Alguien de izquierda, o simplemente sensato, empezará
nacionalismo. ¡Por lo menos que los discuta!■
El Viejo Topo / 39
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