Sr. Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Jorge Chediak

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Sr. Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dr. Jorge Chediak,
Sres. Ministros de la Suprema Corte de Justicia, Dra. Elena
Martínez Rosso, Dr. Jorge Larrieux, Dr. Ricardo Pérez Manrique,
Dr. Felipe Hounie, demás autoridades del Poder Judicial,
Autoridades Nacionales y Departamentales presentes, Ven.·. Gran
Maestro Noé dos Santos y demás autoridades de la Gran Logia de
la Masonería del Uruguay, señoras y señores, hermanos que nos
acompañan.
Es un altísimo honor para la Gran Logia de la Masonería del
Uruguay hacerse presente en esta casa. Por ello, en primer lugar,
queremos agradecer la hospitalidad de la Suprema Corte de
Justicia y la excelente disposición que ésta ha tenido para
facilitarnos este momento.
En el día de hoy —finalmente— podemos rendir el debido homenaje
al Dr. Julio Bastos, figura de primer orden en el firmamento
intelectual de la República.
Queremos destacar, en primer lugar, la relevancia de la Justicia
para la Masonería en tanto valor fundamental en el universo
axiológico que informa a nuestra institución. El concepto que
tenemos de la Justicia es muy amplio y no estriba solamente en la
aplicación de las leyes por la autoridad judicial, sino que comprende
también el deber de otorgarle a cada cual, íntegramente, aquello
que le es debido, aun por fuera de toda obligación legal. Incluye la
tolerancia ante las opiniones diferentes (y aun opuestas), la
filantropía iluminada por la razón, el esfuerzo por mejorar la
situación de aquellos que sufren una desgracia inmerecida. Todo
ello, naturalmente, dentro de nuestro inmarcesible sentimiento de
libertad, de comprensión y de respeto sin fisuras al Derecho; el
sincero deseo de que estén al amparo de cualquier ataque la
independencia y la imparcialidad de los jueces y la plena vigencia
de un Tribunal Supremo para zanjar conflictos, que le brinde a la
ciudadanía las garantías para una convivencia pacífica dentro de un
Estado democrático de Derecho.
El Dr. Julio Bastos, que nació en Montevideo hace hoy 152 años, el
18 de octubre de 1863, formó parte de las filas de los
revolucionarios del Quebracho, aquel levantamiento llevado a cabo
por lo más granado de nuestra juventud universitaria, impulsada por
un profundo anhelo de libertad. Allí, junto a otros 600 combatientes,
el joven Julio Bastos fue hecho prisionero por el gobierno de
Máximo Santos, que de todos modos perdonó su vida. La prisión
dilató sus estudios, pero finalmente se graduó como Doctor en
Derecho y Ciencias Sociales el 30 de enero de 1888.
En 1892 comenzó su trayectoria judicial en Artigas, siendo luego
designado en Durazno, donde cooperó con la fundación del liceo
local, siendo su primer Rector. Este liceo obtuvo la habilitación
oficial y fue sostenido por el apoyo popular y el esfuerzo de sus
iniciadores.
En 1897 es designado Juez Letrado de Instrucción de Montevideo
y, estando en funciones, fue testigo del asesinato del Presidente
Idiarte Borda y allí salvaguardó al agresor (Avelino Arredondo, uno
de sus camaradas del Quebracho), amparándolo al grito de:
“¡Cuidado! que este hombre pertenece a la Justicia”.
Pasó por distintas funciones, ejerciendo como Ministro del Tribunal
de Apelaciones en 1907 y, un año más tarde, fue elegido
unánimemente por la Asamblea General como Ministro de la Alta
Corte de Justicia, la que presidió en los años 1912, 1917,1922 y
1926.
En 1917, ejerciendo su presidencia, llevó la palabra de la Alta Corte
de Justicia a la solemne ceremonia que puso en vigencia la nueva
Constitución, en la que hablaron, además del Presidente de la
Constituyente, Dr. Alfredo Vásquez Acevedo, el Presidente de la
República, Dr. Feliciano Viera, y el Presidente del Poder Legislativo
Dr. Ricardo Areco, todo ellos masones.
Allí, en un tramo de su discurso, subrayó: “Recorriendo las páginas
de la obra que habéis realizado, me afirmo y persuado de que
contiene en toda su extensión los postulados más avanzados en lo
que se refiere a los derechos individuales: la libertad política,
consagrada por articulados que permiten y garantizan el ejercicio
libérrimo del derecho al sufragio por todos los ciudadanos, sin
distinciones ni jerarquías; la libertad de conciencia, dejando a cada
habitante del Estado el derecho de costear de su libre albedrío el
culto que fuere de su agrado…”.
En una fecha como hoy, en que la Masonería del Uruguay rinde
tributo a la Libertad de Expresión del Pensamiento, este prohombre
que estamos homenajeando, fue un precursor cuando, destacando
las libertades expresadas en aquella Constitución, sobre todo la
libertad de conciencia, se adelantó en su alocución a ese 24 de
mayo de 2004 en que fue promulgada la Ley 17.778 que declara al
“20 de setiembre de cada año como el Día de la Libertad de
Expresión del Pensamiento”.
El Dr. Bastos integró la Alta Corte de Justicia hasta 1928,
destacándose —entre tantas de sus actuaciones— su participación
como miembro de la Alta Corte Permanente de La Haya en 1921.
El Hermano Julio Bastos presidió la Masonería del Uruguay como
Soberano Gran Comendador Gran Maestro entre los años 1906 y
1908 y 1921 y 1929.
Fue hijo del Hermano Manuel Bastos, quién alcanzó el más alto
grado de la Institución. Siendo aún Julio estudiante universitario,
ingresó a la Masonería, cuando la misma era dirigida por el
eminente masón Dr. Carlos De Castro.
Como recompensa por su labor constante, inteligente y fecunda, fue
honrado con distintos merecimientos que lo llevaron a elevarse al
grado 33 y posteriormente a la Jefatura de nuestra Orden.
Se decía de él en un artículo de la época: “La actuación masónica
del Dr. Bastos, diafanizada en todos sus actos, es un brillante
sucesión de triunfos que justifican los altos prestigios que,
unánimemente, le son reconocidos en el Mundo Masónico. Su
personalidad es indiscutible, su autoridad, plena. Y en el ejercicio de
su cargo —del que ha hecho un verdadero apostolado— ha tenido
siempre la satisfacción de comprobar cómo palpita en la multitud el
respeto y el cariño que le profesa un pueblo que se sabe bien
gobernado”.
Siendo un forjador del futuro y un ejemplo de vida, nuestra
Institución le recuerda con respeto, admiración y gratitud.
Muchas gracias a todos.
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