SEMINARIO TEOLOGICO CENTROAMERICANO DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS POSTGRADUADOS UNA RECONSIDERACIÓN DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA PARA EL ANTIGUO ORIENTE Tesis presentada para optar al título de Doctor de Educación Teológica Donald Smith Kennedy 2008 ÍNDICE GENERAL Página 1. INTRODUCCIÓN ..............................................................................................1 Planteamiento del problema Objetivos Preguntas de investigación Justificación de la investigación Limitaciones y presupuestos Definición de términos Estructura de la tesis 2. EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA..............................................16 Introducción Del siglo V aC al siglo III dC Herodoto Beroso Manetón Eratóstenes y Diodoro Demetrio, Eupólemo, Artapano y Jubileos Josefo Seder Olam Ptolomeo Del siglo III al siglo V Julio el Africano Eusebio de Cesarea Del siglo VI al siglo XV Jorge Sincelo Al Biruni El sistema de referencia cronológica en la época medieval Del siglo XV al siglo XVIII La formación de nuevas actitudes Whiston ii Newton El estudio cronológico después de Newton El sistema de referencia cronológica en el siglo XIX Nuevos conceptos y descubrimientos La rehabilitación del esquema dinástico Sisac y Shoshenq La teoría del ciclo de Sothis Los epónimos asirios El sistema de referencia cronológica vigente Las bases del sistema El sistema vigente Resumen 3. LA ARQUEOLOGÍA Y EL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA................................................................95 Introducción El aporte de la arqueología La exploración de Egipto La exploración de Mesopotamia La exploración de la Tierra Santa La literatura arqueológica Las técnicas de excavación Características generales de la excavación estratigráfica El sistema de referencia cronológica de Albright La influencia de Albright en el sistema de referencia cronológica vigente Las mediciones de radiocarbono Los estratos y el sistema de referencia cronológica La interpretación de los resultados de excavación Resumen 4. LAS NARRACIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y EL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA ......................................................................135 Introducción La arqueología y las narraciones El antiguo Oriente y las narraciones La cronología en los diccionarios bíblicos La cronología bíblica y el sistema de referencia cronológica Debates recientes en torno a las narraciones Perspectivas que orientan el estudio de las narraciones W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright R. De Vaux J. J. Bimson P. R. Davies y N. P. Lemche iii E. Yamauchi W. G. Dever I. Finkelstein y N. A. Silberman Resultados del estudio de las narraciones Estudios recientes del relato del éxodo La ubicación del éxodo en la historia de Egipto La fecha del éxodo en la cronología bíblica Las discusiones basadas en nombres Estudios recientes de los orígenes de Israel Estudios recientes de los orígenes de los estados hebreos La confrontación de datos bíblicos con datos de excavación Los eventos del pasado en las narraciones Las decisiones del lector La cronología y la comprensión de las narraciones La secuencia temporal de eventos en las narraciones Las narraciones, las excavaciones y la cronología de consenso Resumen 5. EVALUACIÓN DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA................................................................209 Introducción La formulación de criterios de evaluación Características del paradigma cronológico Características de las discusiones cronológicas El movimiento popular de cronología alternativa La revisión cronológica de P. James Ocho criterios de evaluación Evaluación del paradigma vigente Consideraciones epistemológicas Anomalías, contradicciones y cuestionamientos El impacto de las propuestas de cambio La solidez de la cronología egipcia La duración del Tercer Período Intermedio La solidez de la identificación de Sisac con Shoshenq La solidez de la cronología asiria La solidez de las fechas arqueológicas Hacia un paradigma cronológico más confiable Mejorando la metodología Estrategias para proponer cambios Reconstruyendo la cronología egipcia La duración del Tercer Período Intermedio Menos reyes Osorkon Mejorando la cronología asiria Posibilidades nuevas para la arqueología bíblica Resumen iv 6. CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS ...........................................................272 El origen y desarrollo del paradigma La arqueología y el paradigma Las narraciones del Antiguo Testamento y el paradigma Evaluación del paradigma El paradigma y la educación teológica Conclusiones globales BIBLIOGRAFÍA..............................................................................................283 Agradezco al Señor por su misericordia y ayuda en terminar este trabajo. Agradezco a mi asesor Dr. Gary Williams, y a los lectores Dr. Stephen Finamore y Dr. Robert Kasper. Agradezco a mi esposa Julia por su comprensión y apoyo constante. CAPÍTULO 1 INTRODUCCIÓN Planteamiento del problema Existen dificultades para fechar muchos de los eventos narrados en el Antiguo Testamento. La fecha de eventos como el éxodo ha sido debatida durante mucho tiempo sin llegar a una resolución final y dificultades similares existen para fechar la historia de otras naciones. Una de las razones principales por estas dificultades es que no existía un calendario universalmente reconocido en el antiguo Oriente. Muchos documentos e inscripciones antiguos incluyen fechas asignadas por sus autores y podemos leerlas hoy. Sin embargo, con frecuencia nos falta la información necesaria para relacionar estas fechas con precisión a nuestro calendario. Este hecho ha obligado a los investigadores de la historia antigua a desarrollar cronologías hipotéticas y especulativas ya que no poseen la cronología exacta de muchos acontecimientos que desean estudiar. Es posible estudiar la historia sin preocuparse por la cronología. Muchos especialistas se interesan principalmente por lo que ocurre dentro de límites claramente establecidos de espacio y tiempo, y por lo tanto pueden tomar por sentada la cronología generalmente aceptada para el período que estudian. Sería impráctico e innecesario postergar todas las cuestiones históricas hasta resolver los problemas cronológicos. Los investigadores generalmente trabajan en base al consenso cronológico para su campo y los errores que pueda tener el consenso no impiden la gran mayoría de las investigaciones que se hacen. 2 El papa Gregorio XIII en 1582 dC corrigió una discrepancia de diez días en el calendario sin corregir una anomalía más grande de más de cuatro años. 1 El error de años fue introducido en el siglo VI a través de cálculos imprecisos de la fecha del nacimiento de Cristo. A partir de 1627 la práctica de Petavius de contar los años desde el nacimiento de Cristo para atrás comenzó a difundirse y estaba en uso general para el fin del siglo XVIII. 2 Después de esta innovación era muy difícil corregir el error en el año de origen del calendario y los estudiosos aprendieron a convivir con la anomalía. Este ejemplo ilustra el hecho que las imprecisiones en cuanto a días y meses tienen importancia para la vida pública y no son toleradas. Se eliminan para facilitar el comercio, la operación de los bancos y muchas otras actividades. No es así con las imprecisiones en cuanto a años ya que no se puede ajustar el calendario en este aspecto sin causar caos. ¿Cuáles serían las consecuencias de redesignar el año 2006 como 2000? Los efectos públicos del problema reciente de la incompatibilidad de algunos programas antiguos de computadora con el cambio de fecha al nuevo milenio ilustra esta realidad. 3 En ausencia de cronologías completas y precisas para el antiguo Oriente, los historiadores han desarrollado consensos de referencia general que permiten coordinar el trabajo de los investigadores. Los consensos cronológicos vigentes incluyen consensos para Egipto antiguo y países relacionados, consensos para Mesopotamia antigua y países relacionados, consensos de cronología bíblica, consensos usados por los arqueólogos y otros más. Cuando un consenso cronológico llega a establecerse como referencia general 1 El error es que Herodes el Grande murió en 4 aC y Jesús nació antes de su muerte, Mt 2: 1, Santa Biblia, versión Reina Valera, revisión de 1960. Todos los textos bíblicos serán tomados de esta versión, salvo en los casos cuando se hagan las respectivas llamadas bibliográficas de otra versión. E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 10, 81. 2 E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 10. 3 M. Brain, “How the Year 2000 Problem Worked”, 2008, 21 may. 2008, <http://computer.how stuffworks.com/y2k.htm>. 3 sus fechas son difundidas por medio de libros de referencia y pueden ser perpetuadas por generaciones sin mayor evaluación. Algunos elementos importantes de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente tienen una gran antigüedad. Uno de los elementos más antiguos es la lista de reyes de Egipto del sacerdote egipcio Manetón del tercer siglo aC. 4 Manetón recopiló datos de textos jeroglíficos pero después de su tiempo se iba perdiendo el conocimiento de esta forma de escritura y su obra se convirtió en fuente única de información. 5 Los primeros cronólogos cristianos heredaron documentos de judíos griegos que contenían polémicas con griegos no judíos sobre la antigüedad de los pueblos. Los más importantes de ellos son las obras de Josefo que intentó armonizar datos históricos bíblicos con los de otras fuentes. A través de toda la época cristiana los cronólogos se han esforzado para armonizar la cronología bíblica con otros esquemas como las dinastías de Manetón y el Canon de Reyes de Ptolomeo del siglo II dC. Los esquemas de los cronólogos cristianos tempranos sobrevivieron la época medieval sin mayores modificaciones hasta la época moderna. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se desarrolló una tradición nueva y rica de estudios cronológicos centrada en Alemania, Francia e Inglaterra que modificaron los antiguos consensos cronológicos y a la vez retuvieron muchos de sus elementos básicos. El desciframiento de los jeroglíficos y la escritura cuneiforme en el siglo XIX abrió la puerta al estudio directo de textos antiguos de Egipto, Asiria y Babilonia. Una gran cantidad de datos nuevos impactó directamente en los consensos cronológicos en 4 W. G. Waddell, Manetho (1940): vii-ix. W. V. Davies, Egyptian Hieroglyphs (1987): 10. Las inscripciones jeroglíficas más tardías de la antigüedad que se conocen se hicieron en 394 dC en un templo de la isla de Philae en el sur de Egipto, remoto de los centros de civilización de la época. 5 4 combinación con ideas nuevas de la ciencia y la filosofía. La cronología bíblica dejó de ser la columna vertebral de la cronología del antiguo Oriente y el conjunto de consensos cronológicos se convirtió poco a poco en un paradigma cronológico global, respetada y defendida por las muchas comunidades académicas interesadas. La identificación de muchos sitios en Palestina y regiones vecinas con lugares mencionados en el Antiguo Testamento dio lugar a controversias cronológicas como en el caso de los muros hallados en Jericó. ¿Cuál de ellos correspondería al muro atacado por Josué? Los consensos cronológicos juegan un rol fundamental en tales controversias, ya que arqueólogos, estudiantes del Antiguo Testamento e historiadores los utilizan para compartir y discutir los resultados de sus investigaciones. En este trabajo se propone repasar la historia del sistema cronológico de referencia para el antiguo Oriente, evaluar la solidez del sistema y explorar la posibilidad de desarrollar un sistema más confiable. Si una evaluación seria demostrara errores importantes en el sistema vigente las implicaciones para la educación teológica serían muchas. Se tendrían que crear nuevos puntos de referencia cronológica para los debates de arqueología bíblica, reevaluar la relación de las narraciones bíblicas con su contexto histórico y replantear las reflexiones teológicas que se fundamentan en ellas. Objetivos El objetivo general de esta investigación es reconsiderar los consensos cronológicos usados para fechar eventos en la historia del antiguo Oriente. Los objetivos específicos son cinco: (i) repasar la historia de los consensos cronológicos para facilitar la investigación de su solidez, (ii) exponer el proceso de asignar fechas a los resultados de las excavaciones arqueológicas y explorar su conexión con los consensos cronológicos, 5 (iii) Investigar la relación entre los consensos cronológicos y algunas controversias sobre eventos narrados en el Antiguo Testamento, (iv) desarrollar pautas metodológicas para evaluar los consensos cronológicos e intentar una evaluación preliminar y (v) sugerir algunos lineamientos para la investigación futura de los problemas cronológicos relacionados con el antiguo Oriente. Preguntas de investigación De acuerdo a los objetivos se quiere responder preguntas como las siguientes: ¿Cómo se desarrollaron los consensos cronológicos vigentes para el Antiguo Oriente? ¿Cuáles son los fundamentos de estos consensos? ¿Cómo es el proceso de asignar fechas a los descubrimientos arqueológicos? ¿Qué tiene que ver este proceso con los consensos cronológicos? ¿Por qué, y cómo, incide el sistema de referencia cronológica en los debates en torno a los eventos narrados en el Antiguo Testamento? ¿Cómo se puede diseñar pautas metodológicas adecuadas para evaluar los consensos cronológicos? ¿Cuán sólidos son los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente? ¿Por qué se piensa que son sólidos? ¿Cómo se podrían mejorar los sistemas de referencia cronológica para el antiguo Oriente? Justificación de la investigación Los datos cronológicos de las narraciones bíblicas siempre han animado a muchos lectores a intentar ubicarlas en la historia del antiguo Oriente. Sin embargo, ha resultado más y más difícil durante las últimas décadas encajar las narraciones bíblicas en el contexto histórico indicado por los consensos cronológicos vigentes. Se espera que una evaluación seria de los consensos cronológicos vigentes ayude a comprender el por qué 6 de tales dificultades. Se espera también que la evaluación de los consensos cronológicos que conforman el sistema de referencia cronológica vigente conduzca a una comprensión más armónica de la historia del antiguo Oriente. Una razón por reconsiderar la solidez de los consensos cronológicos es la poca atención cuidadosa dada al tema durante décadas recientes. Muchas discusiones de la historia y arqueología del antiguo Oriente proceden como si el sistema cronológico de referencia fuera correcto, definitivo e incuestionable. Una segunda razón es la persistencia de dificultades cronológicas en muchas áreas del estudio del antiguo Oriente que podrían tener su raíz en defectos del sistema cronológico de referencia. Una tercera razón se encuentra en la cantidad cada vez más grande de información nueva sobre el antiguo Oriente que se interpreta a la luz de los consensos cronológicos vigentes. La información nueva no se ha utilizado en forma sistemática para evaluar los consensos cronológicos. Una cuarta razón se encuentra en los numerosos cuestionamientos recientes de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente. 6 Algunos de ellos han logrado captar la atención de académicos expertos y respetados. 7 Limitaciones y presupuestos No se pretende desafiar aquí los conocimientos de los especialistas académicos en sus propios campos, aportar a las discusiones técnicas que requieren conocimientos 6 P. J. Crowe, “The Revision of Ancient History: A Perspective”, marzo 2001, 23 jun. 2006, <http://www.knowledge.co.uk/sis/ancient.htm> provee un resumen de la historia de este movimiento desde adentro. 7 P. James, Centuries of Darkness (1991). Peter James, I. J. Thorpe, N. Kokkinos, R. Morkot y J. Frankish, “Centuries of Darkness: Context, Methodology and Implications”, Cambridge Archaeological Journal 1/2 (1991): 228-235. Este artículo fue publicado con las siguientes reacciones: K. A. Kitchen, “Egyptian Chronology: Problem or Solution?”, ibid., 235-239; B. Kemp, “Examining Ancient Crises”, 7 especializados ni pasar revista a todos los esquemas de cronología propuestos a través del tiempo. No se pretende evaluar los documentos cronológicos básicos o las traducciones estándares de ellos, sino el uso que se ha hecho de ellos para construir y mantener los consensos cronológicos. Se investiga el origen de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente y los datos, argumentos, teorías y presupuestos sobre los cuales descansan. También se intenta comprender por qué los consensos siguen vigentes. Se intenta trabajar con las expresiones clásicas de los consensos cronológicos. Son consensos internacionales ampliamente difundidos y expresados en idiomas usados para la comunicación internacional de ideas. Hoy la literatura arqueológica, histórica y bíblica de cada país se desarrolla usando su propio idioma. Sin embargo, cuando los investigadores desean compartir sus resultados con una audiencia internacional se comunican frecuentemente en inglés. Aquí se enfoca la literatura de los consensos cronológicos internacionales en inglés y se utilizan otros idiomas solamente cuando resultan imprescindibles para aclarar puntos esenciales. Se han escogido debates representativos para ilustrar la relación entre la interpretación de las narraciones históricas del Antiguo Testamento y los consensos cronológicos. No se pretende hacer un estudio de las narraciones mismas ni exégesis de pasajes bíblicos. Una limitación similar se aplica al uso de la literatura arqueológica y se comentan casos que permiten ilustrar la relación entre las investigaciones arqueológicas, las narraciones bíblicas y los consensos cronológicos. Se han limitado las discusiones arqueológicas a casos tomados de la literatura de las edades de Bronce y Hierro. ibid., 239-244; N. Postgate, “The Chronology of Assyria - An Insurmountable Obstacle”, ibid., 244-246; A. Snodgrass, “The Aegean Angle”, ibid., 246-247; A. y S. Sherratt, “Urnfield Reflections”, ibid., 247-250. 8 Se presupone aquí que los consensos cronológicos no son solamente acuerdos amplios que dependen de la difusión exitosa de opiniones sino que dependen, por lo menos en parte, de la solidez de los presupuestos, argumentos, teorías y datos sobre los cuales descansan. Se presupone también que las personas más interesadas en los resultados de esta investigación pertenecen a los círculos de educación teológica y se escribe en castellano para los círculos latinoamericanos de educación teológica. Tradicionalmente los educadores teológicos de América Latina han adquirido gran parte de su conocimiento del antiguo Oriente y su literatura de traducciones de libros desactualizados escritos originalmente en inglés. Este trabajo depende casi totalmente de libros escritos en inglés por la falta de libros pertinentes en castellano y provee una visión panorámica actualizada de los debates sobre Biblia, arqueología e historia que tienen que ver con los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente. Se presupone aquí que es posible separar entre los datos que utilizan los especialistas y los argumentos o teorías que proponen a base de ellos. Se supone también que es posible rechazar la opinión de expertos profesionales si hay razón suficiente por hacerlo. Un experto lo es en su campo o campos especializados y cuando opina sobre asuntos fuera de estos campos deja de ser experto. Se supone que las reconstrucciones de los historiadores incluyen criterios personales y que es posible distinguir entre los datos, eventos y hechos que estudian y las reconstrucciones que proponen a base de ellos. Se supone, de igual manera, que los arqueólogos reportan lo que encuentran a través de los procesos de excavación y que es posible distinguir entre lo que descubren y las interpretaciones que proponen para explicarlo. En el campo de investigación bíblica también se supone que es posible 9 distinguir entre los textos y sus contenidos que comentan los expertos y las explicaciones e interpretaciones que proponen. La presente investigación intenta aplicar las reglas de la discusión histórica, arqueológica y literaria en forma rigorosa, consecuente y consistente. Intenta tomar en cuenta también la influencia de posturas epistemológicas, ontológicas, historiográficas y hermenéuticas en los argumentos y opiniones evaluados y emitidos. La identificación de tales posturas es crucial para el análisis de los debates entre arqueólogos, historiadores, estudiantes de la Biblia y teólogos. Definición de términos A veces el uso dado a los términos para designar territorios mencionados en el Antiguo Testamento puede parecer tendencioso por la sensibilidad política que hoy caracteriza la región. En este estudio se utiliza generalmente el término genérico “antiguo Oriente” para designar a los territorios bíblicos desde Mesopotamia hasta Egipto, incluyendo los territorios del Mar Mediterráneo oriental. En cuanto a las designaciones específicas de territorios como Israel, Palestina, Tierra Santa, y Judea se utiliza mayormente la terminología de la referencia o autor bajo discusión. No hay intención de preferir o desfavorecer a ningún estado o pueblo actual. Tampoco hay intención de favorecer o menospreciar a ningún grupo religioso con el uso de tales términos. La noción de fecha requiere también aclaración. Nuestro uso común del término “fecha” se refiere al día, mes y año. Reconociendo que existen excepciones, generalmente no es posible precisar el día y mes en que ocurrió un evento de la 10 antigüedad. En este estudio el término “fecha” se refiere normalmente al año en nuestro calendario en que el evento de interés ocurrió. Algunos autores prefieren usar la designación “antes de la Era Común” en vez de “antes de Cristo”. En lo que al año se refiere es el mismo en ambos sistemas. A veces se da el año como número sin la referencia a la Era Cristiana o la Era Común, por ejemplo “…la caída de Jerusalén en 587 o 586…” La referencia a la era se añade cuando sea necesaria para evitar confusiones y se da en la forma “BC” o “AD” en inglés o “aC” o “dC” en castellano. Bickerman observa que las fechas completas en nuestro sistema tienen dos partes. La indicación de día y mes, que se repite anualmente, y la indicación cronográfica expresada por el año. Los años como períodos uniformes de tiempo se repiten pero el número asignado a cada año, el identificador cronográfico, es único y no se repite. 8 Esta distinción implica tomar conciencia que los pueblos antiguos tenían sus propios calendarios e identificadores cronográficos, distintos de los nuestros. Implica también que la tarea de la cronología aplicada es expresar con precisión las referencias a calendarios e identificadores cronográficos antiguos en términos de los nuestros. 9 El término “cronología” se utiliza en este estudio con referencia a los identificadores cronográficos de la definición de Bickerman. Se refiere a un sistema para calcular las fechas de una época en términos de las de otra. Nos interesan más las cronologías antiguas cuyos identificadores cronográficos podemos expresar con precisión en términos del sistema de fechas que nosotros usamos. 8 9 Bickerman, Chronology: 9. Ibid., 80. 11 La diferencia entre nuestro calendario, el Calendario Gregoriano introducido en 1582 dC, y el calendario romano, o Calendario Juliano, usado por historiadores para fechas antes de 1582, no tiene mayor importancia para esta investigación. Los dos calendarios coinciden alrededor del año 300 dC y antes de esta fecha se acumula una diferencia de tres días cada 400 años. Estas diferencias no son lo suficientemente grandes para afectar seriamente la presente investigación ya que no va más allá del inicio de la Edad de Bronce. 10 La fecha que se da para el inicio de este período varía entre 3500 y 3200 aC, lo que implica una diferencia máxima de menos de un mes entre los dos calendarios. Hay distintos tipos de cronología y se intenta distinguir entre ellos en la presente investigación para comprender mejor la información presentada en las fuentes consultadas. Las cronologías mal llamadas a veces “absolutas”, como las que utilizan fenómenos astronómicos para relacionar las fechas de distintas épocas, no son más absolutas que otras cronologías pero sí dependen de presupuestos propios y distintos de los de otros sistemas. Los arqueólogos utilizan cronologías relativas para coordinar secuencias de tipología de cerámicas y otros objetos. Las secuencias cerámicas tipológicas se utilizan para fechar las secuencias estratigráficas que son reconstrucciones de las secuencias de deposición de materiales excavados. No es posible evaluar bien los debates sobre arqueología y Biblia sin comprender las cronologías arqueológicas relativas. Los arqueólogos también utilizan cronologías tecnológicas como la medición de niveles del isótopo radioactivo de carbón en materiales orgánicos excavados, la comparación de patrones de anillos de crecimiento observados en maderas excavadas y 10 Ibid., 89. 12 otras más. Para poder evaluar las fechas propuestas por los arqueólogos es necesario comprender los presupuestos de los sistemas usados para calcularlas. Los epígrafes han desarrollado cronologías relativas basadas en la comparación de los estilos distintos de escritura observados en documentos y monumentos antiguos. Otros especialistas del estudio del pasado también tienen métodos cronológicos propios y con frecuencia las fechas publicadas por arqueólogos son producto de cronologías mixtas que combinan datos documentarios, estratigráficos, tipológicos, tecnológicos, astronómicos y otros más. Es evidente que una cronología para la antigüedad es una construcción compleja. Incluye la comprensión de uno o más sistemas de identificadores cronográficos antiguos, la comprensión de nuestro sistema de fechas y una teoría de cómo calcular el tiempo entre eventos en los distintos sistemas cronográficos bajo consideración. Incluye también los presupuestos sobre los cuales descansa esta teoría y los presupuestos detrás de los sistemas cronográficos utilizados. De acuerdo a estas observaciones parece evidente que toda cronología para la antigüedad debe ser tentativa y sujeta a evaluación. Una cronología es tan buena como la teoría de calcular el tiempo que la subyace, las presuposiciones sobre las cuales descansa, la integridad de los datos considerados y el uso que se hace de ellos. El término “consenso cronológico” se utiliza para las cronologías que son usadas como medio de comunicación y coordinación entre muchas personas, especialmente entre los expertos de una o más comunidades académicas especializadas. Los consensos son útiles mientras los expertos los siguen usando y pierden vigencia cuando los expertos 13 comienzan a usar cronologías nuevas o modificadas. Los consensos dependen de las comunidades académicas, de los medios de comunicación y de la aceptación pública. El término “paradigma” es utilizado en esta investigación para referirse al conjunto de consensos cronológicos que comparte la comunidad académica internacional y el público informado. El paradigma es más complejo que los consensos que lo conforman y es de naturaleza distinta de cualquiera de ellos. La comunidad académica que desarrolla la teoría sobre la cual se fundamenta un consenso cronológico comprende y comparte la teoría, sus presupuestos y los datos fundamentales que utiliza. Sin embargo, no necesariamente comprende de la misma manera los demás consensos del paradigma ya que ellos se fundamentan en teorías desarrolladas por otras comunidades académicas. La dinámica de apoyo social a un paradigma es compleja. El argumento original de Thomas Kuhn, el popularizador del concepto, fue que la comunidad científica defiende su paradigma de tal manera que se necesita una revolución para cambiarlo en forma significativa o reemplazarlo con otro. 11 En este trabajo no se defiende la teoría de Kuhn ya que resultó problemática e imprecisa en opinión de muchos, 12 pero sí adoptamos el concepto de paradigma para hacer referencia a un conjunto de consensos cronológicos. Se usa el término “cronología alternativa” para hacer referencia a cronologías nuevas o disidentes, y específicamente para describir las propuestas cronológicas que rechazan uno o más de los consensos cronológicos vigentes. Muchas de las cronologías alternativas ya propuestas han resultado menos confiables que las cronologías que pretendían reemplazar y varias de ellas han sido claramente refutadas con buenos argumentos. 11 T. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (1962). 14 Las “narraciones históricas” del Antiguo Testamento son de interés especial para este estudio. Con el término “histórico” se quiere indicar aquí la característica común que comparten las narraciones que dan a entender al lector que lo narrado realmente ocurrió. Las narraciones históricas del Antiguo Testamento incluyen las que relatan qué ocurrió en la vida del pueblo de Israel u otro pueblo, o en la vida de una persona o grupo de personas, o en algún lugar de interés o en una serie de eventos documentados. En las referencias bibliográficas se utiliza el término “reciente” para hacer referencia a publicaciones de la última década y el término “antiguo” para hacer referencia a publicaciones anteriores. En cuanto a la trascripción de nombres antiguos se utiliza la forma castiza si hay tal forma en uso común. Si el nombre no es muy conocido se utiliza la forma que aparece en la literatura bajo discusión. En tales casos la preferencia en este estudio para obras de referencia general en inglés lleva a usar las formas tradicionales en esta esfera de discusión. Estructura de la tesis El segundo capítulo repasa la historia de los estudios cronológicos para conocer los fundamentos de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente. Se intenta exponer las presuposiciones, argumentos y datos fundamentales sobre los cuales estos consensos descansan para facilitar su evaluación. El tercer capítulo investiga cómo se asignan fechas a los artefactos, restos de construcción y otros restos descubiertos por los arqueólogos. Se exponen los aspectos de los procedimientos usados que son importantes para la cronología. Se investiga cómo se construyen las secuencias estratigráficas, cómo se relacionan con la secuencia 12 I. Javaid, “Thomas Kuhn: Paradigms Die Hard”, s.f., 23 jun. 2006, <http://gothling.tripod. 15 estratigráfica general de referencia, y cómo se relacionan estas secuencias con los consensos cronológicos vigentes. El cuarto capítulo explora la relación entre los consensos cronológicos y algunos debates sobre la historicidad de las narraciones históricas del Antiguo Testamento. Se investiga cómo la combinación de datos arqueológicos, datos del texto bíblico y las fechas de los consensos cronológicos influye en la formulación de juicios sobre la historicidad de los eventos narrados. El quinto capítulo intenta elaborar pautas metodológicas para la evaluación de los consensos cronológicos y el paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente. Se investigan las condiciones necesarias para el establecimiento de consensos cronológicos confiables y se contrastan estas pautas y condiciones con los resultados del repaso histórico y la investigación de los métodos arqueológicos. Se intenta una evaluación preliminar de los consensos cronológicos vigentes y se evalúan los cuestionamientos hechos de los consensos y las propuestas de cronología alternativa. Se proponen algunas líneas de investigación que podrían producir esquemas cronológicos más confiables y más de acuerdo con los datos hoy disponibles. Al final se hace un resumen de las conclusiones principales. com/paradigm.html>. CAPÍTULO 2 EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA Introducción Varios pueblos del antiguo Oriente documentaron datos cronológicos de distintos tipos y con propósitos diversos, y gracias a los que descifraron y tradujeron sus inscripciones y documentos los podemos estudiar. Podemos intentar comprender los propósitos de los autores antiguos y trazar los procesos a través de los cuales desarrollaron sus esquemas cronológicos de referencia. En su conjunto estos documentos nos permiten hoy construir esquemas cronológicos nuestros más o menos convincentes para varios períodos y regiones. El sistema de referencia cronológica vigente para el antiguo Oriente incluye componentes heredados de distintas épocas, algunos de los cuales han persistido durante milenios. Para escribir la historia de los sistemas de referencia cronológica es necesario identificar, describir y explicar sus componentes esenciales. Es necesario también descubrir las presuposiciones, argumentos y datos fundamentales usados en su elaboración. El presente capítulo presenta una visión panorámica del desarrollo histórico de los datos fundamentales y conceptos centrales de los sistemas de referencia cronológica que han servido para asignar fechas a los eventos ocurridos en el antiguo Oriente. Tiene el propósito de identificar las épocas significativas en el desarrollo de estos sistemas y sus componentes esenciales. 17 El repaso comienza en el período persa, y el esquema de períodos usado es el siguiente: (i) desde el siglo V aC hasta el siglo III dC, (ii) desde el siglo III al siglo V, (iii) desde el siglo VI al siglo XV, (iv) desde el siglo XV al XVIII, (v) el siglo XIX y (vi) los siglos XX y XXI. Del siglo V aC al siglo III dC En el período del Imperio Persa hubo mucha interacción entre oriente y occidente. Las conquistas de Alejandro Magno pusieron fin a este imperio, y asentaron las bases para la unificación cultural duradera de ambas esferas. A partir de esta fecha se pueden interconectar las historias regionales del antiguo Oriente, y enlazar sus cronologías con nuestro calendario de manera poco controversial. A la medida que se retrocede hacia el pasado desde el tiempo de Alejandro las dificultades cronológicas aumentan y los consensos cronológicos se restringen a regiones y épocas cada vez más reducidas. En las subsecciones a continuación se tratan primero obras griegas: las de Herodoto, Beroso, Manetón, Eratóstenes y Diodoro. Luego se tratan obras judías: las de Demetrio, Eupólemo, Artapano, el Libro de los jubileos, el Seder olam y Josefo. Finalmente se considera el Canon de reyes de Ptolomeo. Se busca identificar en todas estas obras las ideas que han servido de base para sistemas de referencia cronológica. Herodoto Las ediciones y traducciones de las Historias de Herodoto son numerosas e incluyen la traducción inglesa clásica con comentario de G. Rawlinson, 1 la traducción 1 G. Rawlinson ed., Herodotus Histories (1858-60). 18 inglesa contemporánea de A. de Sélincourt y A. R. Burn, 2 y una versión española en línea. 3 M. I. Finlay ha publicado selecciones de las Historias con selecciones de otros historiadores griegos tempranos. 4 La introducción a Herodoto más recomendada es la de J. Gould. 5 Una introducción más reciente fue editada por E. Bakker, I. De Jong y H. Van Wees. 6 Información abundante sobre Herodoto se encuentra en línea en las páginas web de T. Spalding, 7 J. Lendering 8 y G. Cane. 9 El estudio de A. Lloyd es un comentario detallado sobre la descripción de Egipto de Herodoto, con apéndice cronológico, 10 y para trasfondo se dispone del estudio comprensivo del Imperio Persa de P. Briant. 11 Las Historias de Herodoto, completadas un poco después de 430 aC, se centran en las guerras entre los persas y los griegos durante las primeras décadas del siglo V aC. Usando obras de poetas, dramatistas y geógrafos Herodoto escribió la primera obra griega de gran escala escrita en prosa, e incluye descripciones de lo que escuchó de informantes locales durante sus extensos viajes. Muchos detalles de lo reportado se han verificado, pero su veracidad se ha discutido desde la antigüedad. Las Historias 2 A. de Sélincourt y A. R. Burn eds., Herodotus: The Histories (1954). Herodoto de Halicarnaso, Los nueve libros de la historia, s. f., 19 feb. 2007, <http://www. elaleph.com/libros_buscar.cfm?style=Biblioteca>. 4 M. I. Finlay, The Portable Greek Historians: The Essence of Herodotus, Thucydides, Xenophon, Polybius (1960). 5 J. Gould, Herodotus: Historians on Historians (2000). 6 E. Bakker, I. de Jong y H. van Wees, Brill's Companion to Herodotus (2002). 7 T. Spalding, “Herodotus”, 2005, 9 feb. 2007, <http://www.isidore-of-seville.com/herodotus/1. html>. 8 J. Lendering, “Herodotus of Halicarnassus”, Livius, 2008, 9 feb. 2007, <http://www.livius.org/ hehg/herodotus/herodotus05.html>. 9 G. Cane, “Herodotus, Life”, Encyclopedia Perseus, 1999, 9 feb. 2007, <http://www.perseus. tufts.edu/cgi-bin/ptext?doc=Perseus:text:1999.04.0004:id%3Dherodotus-3>. 10 A. Lloyd, Herodotus, Book Two: Introduction (1975). 11 P. Briant, Historie de l' empire perse: De Cyrus a Alexandre (1996). 3 19 incluyeron relatos folclóricos poco creíbles, y se piensa que el autor puede haber inventado algunos pasajes. 12 Herodoto dice que usó tres fuentes: lo que dijeron los egipcios, lo que dijeron otros observadores y lo que observó personalmente (Historias, II, 147). La obra tiene las características de una investigación periodística que recopila toda clase de información de interés, y el material probablemente fue presentado en discursos públicos diseñados a entretener. Entre las muchas digresiones del relato histórico principal está la larga descripción de Egipto que ocupa el segundo de los siete libros. 13 Esta descripción incluye una lista secuencial de los reyes de Egipto, con relatos sobre algunos de ellos, y datos sobre la duración de su reinado. La inclusión de estos datos convirtió las Historias en una de las fuentes principales de información sobre la cronología de Egipto antiguo hasta el siglo XIX. Herodoto relata que los sacerdotes egipcios le leyeron de un rollo los nombres de 330 reyes Herodoto (Historias: II, 100). Solamente da los nombres de tres, el primer rey Min, la mujer Nitocris y el último rey Moeris. De estos tres añade relatos relacionados con el control de las aguas del Nilo. Sigue con detalles de las conquistas de Sesostris, y un relato de su hijo Pheros el ciego. Proteus de sucedió a Pheros, y se relata que Paris y Helena fueron a Egipto después de la caída de Troya durante este reinado, y que Proteus volvió a unir a Menelaus con Helena. El siguiente rey fue el muy rico Rhampsinitus, y después de él, según Herodoto, reinaron los constructores de las grandes pirámides: 12 Spalding, “Herodotus” y Cane, “Herodotus, Life”. Las ediciones modernas se dividen en siete libros pero algunos piensan que originalmente fueron 28 discursos. Véase S. Cagnazzi, “Tavola dei 28 logoi di Erodoto”, Hermes 103 (1975): 385-423. 13 20 Cheops, Chefren y Mycerinus. Fueron sucedidos por Asychis y después de él Anysis, otro ciego, quien gobernó durante la invasión del etíope Sabacos. El siguiente rey fue Sethos el sumo sacerdote cuyo ejército salió al encuentro de Senaquerib rey de Asiria. Herodoto cuenta que, gracias a la intervención de muchos ratones que malograron las armas de los asirios, los invasores se retiraron sin batalla. Su relato tiene puntos de contacto con el relato bíblico de la invasión de Senaquerib, pero las explicaciones dadas son diferentes (II R. 18: 13 - 19: 37). Según Herodoto, en el período después de Sethos, la monarquía egipcia fue reemplazada por una coalición de doce reyes, uno de los cuales, Psammetichus, finalizó el período de 15 años de gobierno colectivo tomando el trono. A partir de este reinado Herodoto dice que los griegos tenían conocimiento exacto de la historia de Egipto y la información que presenta concuerda con lo que se sabe hoy (Historias: II, 155). A través de los siglos se ha discutido la historicidad de esta sucesión de reyes egipcios. Es difícil conectar varios de sus nombres reales con los reyes egipcios conocidos hoy. Además los nombres que son familiares (Sesostris, Rhampsinitus, Cheops, Chefren y Mycerinus) parecen estar fuera de orden cronológico. El relato deja la impresión que bajo el nombre “Sesostris” se han resumido muchas de las conquistas militares de los faraones expansionistas. Los relatos sobre los reyes son cuentos populares que podrían conservar tradiciones genuinas, pero no son muy útiles para la reconstrucción de la historia egipcia. Herodoto nos informa que las 341 generaciones de reyes desde Min hasta Sethos fueron conmemoradas por estatuas de madera que vio en un templo. Le dijeron que los sacerdotes representados por las estatuas se habían sucedido de padre a hijo desde el 21 inicio de los reyes. Explica que antes de todos estos reyes y sacerdotes habían reinado los dioses. Herodoto calculó, a tres generaciones por siglo, que la monarquía tenía 11,340 años de antigüedad (Historias, II, 141). Se puede concluir que los egipcios del siglo V aC decían que poseían documentos con listas de sus reyes desde el inicio, que estas listas comenzaban con los dioses, y que la sucesión de los sacerdotes fue de igual o mayor importancia que la de los reyes. Los informantes de Herodoto no distinguieron entre los cuentos y leyendas populares sobre los reyes y los eventos que realmente ocurrieron. Herodoto no intentó presentar una cronología general, y la información que provee no es suficiente para reconstruir la cronología de Egipto antiguo. Herodoto prometió relatar la historia de los reyes de Babilonia en su historia de Asiria pero no cumplió su promesa (I, 184). Provee información sobre algunos períodos largos de tiempo: los asirios gobernaron Asia superior durante 520 años hasta la revuelta de los medos (I, 96); los heráclides gobernaron Lidia por 22 generaciones, un total de 505 años (I, 7); los ancestros de Croesus gobernaron Lidia por 156 años después de ellos (I, 14-25); los medos gobernaron Asia al oriente del Halys por 128 años (I, 130). Herodoto no relaciona estos períodos con un esquema cronológico general. Beroso Lo poco que se ha conservado de la obra de Beroso está disponible en la traducción de Verbrugghe y Wickersham, con análisis y comentario.14 Una evaluación crítica de esta 14 G. P. Verbrugghe y J. M. Wickersham, Berossos and Manetho, Introduced and Translated: Native Traditions in Ancient Mesopotamia and Egypt (1996). 22 obra por C. Ehrhardt está disponible en línea. 15 Información general sobre Beroso está disponible en las páginas web de S. Burstein 16 y J. Lendering. 17 Estudios de Beroso incluyen los de R. Drews, 18 G. Komoro 19 y F. Cornelius. 20 La Babiloniaca de Beroso se ha perdido y solamente sobreviven 22 fragmentos citados o parafraseados por autores posteriores. En adición hay 11 pasajes más en autores clásicos que dan testimonio de él. Fue sacerdote de Bel, dios de Babilonia, durante las primeras décadas del siglo III aC y escribió una obra en tres rollos para el rey Antíoco I. El primer rollo relataba una versión de los orígenes de la civilización en Babilonia. El segundo describía los reinados de 10 reyes seguidos por un diluvio y se completó con una relación de reyes desde el diluvio hasta Nabonasar. El tercer rollo presentó una relación de los reyes asirios, babilonios y persas que gobernaron Babilonia desde Nabonasar hasta Alejandro Magno. 21 Beroso recopiló su obra de fuentes cuneiformes. Su primer rollo es similar al Enuma Elish, la historia babilónica de la creación. El segundo rollo refleja conocimiento de las tradiciones incluidas en la porción antediluviana de la lista de reyes de Sumer y el tercer libro provee información parecida a los contenidos de las crónicas babilónicas. 22 15 C. Ehrhardt, “Review of Verbrugghe, G. P., Berossos and Manetho, Native Traditions in Ancient Mesopotamia and Egypt”, Bryn Mawr Classical Review, noviembre 1997, 22 ene. 2007, <http://ccat.sas.upenn.edu/bmcr/ 1997/97.06.11.html>. 16 S. M. Burstein, “Berossus”, Encyclopaedia Iranica, 2007, 10 feb. 2007, <http://www. iranica.com/newsite/articles/v4f2/v4f2a029.html>. 17 J. Lendering, “Berossus”, Livius, 2008, 10 feb. 2007, <http://www.livius.org/be-bm/ berossus/berossus.html>. 18 R. Drews, “The Babylonian Chronicles and Berossus”, Iraq 37 (1975): 39-55. 19 G. Komoro‚ “Berossus and the Mesopotamian Literature”, Acta Antiqua 21 (1973): 125-52. 20 F. Cornelius, “Berossus und die alt orientalische Chronologie”, Klio 35 (1942): 1-16. 21 Drews, “The Babylonian Chronicles”. 22 Burstein, “Berossus”. 23 Estas correspondencias demuestran que Beroso tuvo información precisa y genuina sobre los reyes antiguos de Mesopotamia. Los griegos conocían solamente tres conquistadores mesopotámicos, Ninos, Semiramis y Sardanapalus. Beroso reasigna, más correctamente, algunas de las conquistas tradicionales de Semiramis a Nabucodonosor. 23 En contraste con los detalles cronológicos esporádicos de Herodoto las listas de reyes de Beroso incluyen cifras para la duración de todos los reinados, y totales para grupos de ellos. Beroso proveía un marco cronológico completo para la historia de Babilonia hasta Alejandro. Los fragmentos de la obra de Beroso fueron conservados por autores judíos y cristianos que reconocieron puntos de contacto con las narraciones bíblicas. Estos autores notaron que la Babiloniaca comenzó con el reinado de los dioses, y asignó a los primeros reyes que los siguieron períodos de reinado expresados en cifras muy grandes. Manetón La edición estándar y traducción inglesa de los fragmentos de la Aegyptiaca de Manetón por W. G. Waddell 24 ha sido complementada por la traducción inglesa y comentario de Verbrugghe y Wickersham. 25 Recursos para el estudio de Manetón incluyen artículos en línea 26 y páginas web. 27 Estudios de aspectos específicos de su obra 23 Drews, “The Babylonian Chronicles”. W. G. Waddell, ed., Manetho (1940). 25 Verbrugghe y Wickersham, Berossos and Manetho. 26 Por ejemplo, “Manetho” en Wikipedia, enero 2007, 10 feb. 2007, <http://en.wikipedia.org/w/ index.php?title=Manetho&action=history> entre muchos otros. Por la naturaleza de esta enciclopedia, y otros sitios web similares cuyos artículos son escritos por el público lector, hay que tener cuidado de verificar la información que provee. Tales sitios se utilizan en esta investigación solamente para referencia rápida de información ampliamente conocida, y en algunos pocos casos porque no hubo otra información a la mano. 27 J. Kinnaer, “Manetho”, The Ancient Egypt Site, 2007, 19 feb. 2007, <http://www.ancientegypt.org/index.html>. 24 24 incluyen los de D. Redford sobre el nombre Manetón, 28 L. Raspe sobre el éxodo, 29 D. Mendels sobre el carácter apologético de la Aegyptiaca 30 y J. Baraibar López sobre su significado y originalidad. 31 El libro de G. Greenberg, que trata de los variantes producidos por copistas del texto de la Aegyptiaca, compara la información conservada por Josefo, Africano y Eusebio para d.IV a XIX, e intenta demostrar que Manetón tuvo buenas fuentes cuyos datos están de acuerdo con los datos de los monumentos. 32 El primer capítulo, y versiones preliminares de otros capítulos, están disponibles en la página web del autor. 33 Manetón fue contemporáneo de Beroso, y vivió bajo los reyes griegos de Egipto en el siglo III aC. Fue sacerdote, probablemente del dios Ra en Heliópolis. Fragmentos de su historia de Egipto fueron conservados en dos formas: extractos y resúmenes cronológicos. Los extractos fueron conservados por el judío Josefo en Contra Apionem, y usados en la discusión de la antigüedad del pueblo judío. Los resúmenes de los datos cronológicos fueron conservados por autores cristianos: Africano, Eusebio y Sincelo. 34 Según Josefo, Manetón conoció las Historias de Herodoto, y le criticó por su ignorancia y descripciones falsas de Egipto (Contra Apionem: I, 14). 35 28 D. Redford, “The Name Manetho”, Egyptological Studies in Honor of Richard A Parker (1986): 118-121. 29 L. Raspe, “Manetho on the Exodus: A Reappraisal”, Jewish Studies Quarterly 5 (1998): 124-155. D. Mendels, “The Polemical Character of Manetho's Aegyptiaca”, Identity, Religion and Historiography: Studies in Hellenistic History (1998). 31 J. Baraibar L., “Significado y originalidad de la ‘Historia de Egipto’ de Manetón”, Sefarad 48/1 (1988): 3-17. 32 G. Greenberg, Manetho: A Study in Egyptian Chronology: How Ancient Scribes Garbled an Accurate Chronology of Dynastic Egypt (2004). 33 G. Greenberg, Manetho’s Chronology, 1992-2002, 10 feb. 2007, <http://ggreenberg.tripod. com/writings.htm>. 34 Waddell, Manetho: vii-xxviii. 35 W. S. LaSor, ed., The Complete Works of Josephus (1960): 610. 30 25 El texto original de la Aegyptiaca no sobrevive, y es imposible estar seguro en cuanto a su forma y contenido. Josefo no asigna los reyes que nombra a dinastías enumeradas, pero los cronólogos cristianos sí. Se podría concluir que la asignación de los reyes a dinastías no fue parte de la obra original sino un invento posterior. 36 Las referencias monumentales a los reyes de Egipto conocidas hoy tampoco hacen referencia a dinastías enumeradas. La Aegyptiaca fue una obra en tres partes similar en estructura a la Babiloniaca de Beroso. El primer rollo comenzó con una descripción del reinado de los dioses, y otros gobernantes tempranos, antes de presentar listas de los primeros reyes hasta d.XI. El segundo rollo trata de los reyes de d.XII a XIX, y el tercero trata de los reyes de d.XX a XXXI, terminando con la conquista de Alejandro Magno. Los extractos citados por Josefo demuestran que la obra incluía relatos sustanciales sobre lo acontecido durante algunos reinados. En comparación con los documentos cronológicos más importantes de los monumentos egipcios, la Aegyptiaca es menos detallada que las crónicas anuales de la Piedra de Palermo de d.I a V, y más detallada que las listas de reyes de Karnak, Abidos y Sakkara. El papiro fragmentario conocido como el Canon de reyes de Torino es parecido a las listas de dinastías conservadas por los cronólogos cristianos. Fue escrito en el tiempo de Ramsés II de d.XIX en el reverso de una lista oficial de cuentas o impuestos. 37 Se piensa que las fuentes que usó Manetón fueron del Delta, en el norte de Egipto, bajo los reyes de Tanis de d.XXI y XXII, porque Manetón provee información detallada 36 37 Waddell, Manetho. Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 46-50, 62-64. 26 sobre estos reyes pero no menciona reyes que hoy se sabe fueron gobernantes contemporáneos de Tebas en el sur. 38 Las obras cronológicas de Beroso y Manetón dejan la impresión que sus autores ordenaban su visión de la historia por medio de sus esquemas cronológicos, aunque parece posible que esta impresión se haya exagerada porque sus obras se conocen mayormente a través de las listas cronológicas abstraídas de ellas. Las dos obras fueron escritas en el siglo III aC, y ambas son historias de la nación de su autor, escritas en griego, el idioma de los nuevos gobernantes. Los dos autores fueron sacerdotes y sus obras se hicieron a base de archivos oficiales. Ambas obras comienzan con el gobierno de los dioses, reportan períodos muy largos para los primeros reinados y desarrollan la historia en tres rollos. Esta acumulación de rasgos comunes puede indicar alguna conexión entre las obras de Manetón y Beroso. La forma similar de las obras sugiere la existencia de un consenso cronológico internacional para la historia antigua dentro del cual ambos autores escribieron, pero en los fragmentos que sobreviven no se menciona tal consenso. Eratóstenes y Diodoro Las obras cronológicas de Eratóstenes se han perdido. Se encuentran artículos sobre él en línea. 39 Lo que sobrevive de la Bibliotheca historia de Diodoro de Sicilia está disponible en la edición crítica Loeb con traducción inglesa, y las historias de Egipto y 38 “Manetho”, Wikipedia, enero 2007, 10 feb. 2007, <http://en.wikipedia.org/w/index.php?title= Manetho&action=history>. 39 J. Yagmin y D. Lieberman, “Eratosthenes”, BookRags.com, 2005-2006, 19 feb. 2007, <http://www.bookrags.com/Eratosthenes>. 27 Asiria se incluyen en el primer tomo. 40 J. Lendering tiene un artículo sobre Diodoro. 41 Otros estudios sobre libros de historia escritos por autores griegos precristianos incluyen los de R. Drews 42 y T. W. Africa. 43 F. W. Walbank provee un trasfondo general para la comprensión de estos autores en su visión panorámica de la época helenista. 44 Eratóstenes, el tercer bibliotecario en Alejandría, trabajó allí durante las últimas décadas del siglo III aC, e hizo contribuciones importantes a la matemática, la geografía, la astronomía y la cronología. Escribió una crónica de los eventos ocurridos en la historia de Grecia desde la caída de Troya hasta su época, e intentó eliminar elementos leyendarios de sus cálculos cronológicos. Escribió dos obras sobre temas cronológicos, Ilympionikai y Chronographiai. 45 Sincelo conservó una lista de 38 reyes de Egipto que Eratóstenes derivó de documentos y listas egipcios, con explicaciones de los nombres reales y la duración de los reinados. 46 El sistema cronológico de Eratóstenes fue basado en la secuencia enumerada de las olimpiadas, y depende de disponer de listas completas y confiables, en orden cronológico, de los ganadores de las competencias. Eratóstenes asignó números sucesivos a las olimpiadas, y relacionó eventos históricos con esta secuencia. No se sabe si él inventó el sistema, pero después de su tiempo la práctica de calcular fechas con referencia a las olimpiadas se hizo común. La secuencia se inicia en 776 aC y provee 40 C. H. Oldfather, Diodorus Siculus: Library of History (1935). J. Lendering, “Diodorus of Sicily”, Livius, 2007, 9 feb. 2007, <http://www.livius.org/di-dn/ diodorus/siculus.html>. 42 R. Drews, The Greek Accounts of Eastern History (1973); “Assyria in Classical Universal Histories”, Historia 14 (1965): 129-142. 43 T. W Africa, “Herodotus and Diodorus on Egypt”, Journal of Near Eastern Studies 22/4 (octubre, 1963): 254-258. 44 F. W. Walbank, The Hellenistic World (1981). 45 “Eratosthenes”, Encyclopedia of World Biography, 2005-2006, 12 feb. 2007, <http://www.book rags.com/Eratosthenes>. 41 28 base para comparar y combinar las cronologías locales de la historia griega en un sistema cronológico regional. 47 Existen dudas sobre la confiabilidad de la lista de ganadores olímpicos para el período anterior a Hipias, quien publicó la lista más antigua que se conoce en el siglo V aC. 48 Diodoro de Sicilia escribió, en el siglo I aC, una historia en cuarenta libros llamada Bibliotheca historia. 49 El primer libro trata de Egipto. Diodoro visitó Egipto, y recogió información parecida a la de Herodoto cuya obra conoció. Consultó también las obras de Hecateo de Abdera, que visitó Egipto en la primera parte del siglo III aC, y Agatharchides de Cnido del siglo II aC. El segundo libro de la Bibliotheca historia trata de Asiria y otros países orientales. Una fuente principal fue la obra de Ctesias de Cnido, médico de la corte de Artajerjes II, que regresó a Grecia después de 390 aC. Otras fuentes incluyen obras de Clitarco y otros acompañantes del ejército de Alejandro Magno. 50 Diodoro no visitó esta región, y se equivocó en algunos datos básicos, por ejemplo, en ubicar la ciudad de Nínive en el río Éufrates en vez del Tigris. 51 Diodoro ofrece una explicación para los números grandes de años de reinado asignados a reyes tempranos por las fuentes que consultó. Siguiendo la propuesta de otros explica que el ciclo calendario en épocas remotas fue el mes lunar, y no el año solar de doce meses. Señala que, en algunos lugares, el ciclo calendario fue la estación, un período de cuatro meses. Sugiere que datos calculados a base de tales ciclos calendarios 46 Waddell, Manetho: 212-225. E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 75-76. 48 Ibid., 105. 49 Oldfather, Diodorus. 50 Ibid., “Introduction”. 47 29 cortos fueron tratados por autores posteriores, que ignoraron su verdadera duración, como si fueron ciclos de doce meses. Este error produjo cifras erróneas en sus sumas cronográficas (Diodoro I, 26). Esta explicación demanda consideración seria, y podría ser una clave importante para la comprensión de datos cronológicos de períodos tempranos. La obra de Diodoro incluyó la historia de Egipto y Asiria pero, a pesar de disponer de datos cronológicos y listas de reyes, no desarrolló un sistema cronológico general. Demetrio, Eupólemo, Artapano y Jubileos En la época helenista algunos autores enfocaron la historia y cronología bíblicas, incluyendo Demetrio, Eupólemo, Artapano y el anónimo autor del Libro de los jubileos. Alejandro Polyhistor hizo extractos de las obras de Demetrio, Eupólemo y Artapano, entre 66 y 35 aC, que fueron conservados por Clemente de Alejandría y Eusebio de Cesarea. 52 El texto de los extractos está disponible en E. H. Gifford, Eusebius: Preparation for the Gospel, 53 y J. Finegan provee un resumen, con comentario. 54 L. Troiani examina la orientación apologética de las cronologías de Demetrio y Eupólemo. 55 L. DiTomasso evalúa la cronología patriarcal de Demetrio. 56 Una traducción inglesa del Libro de los 51 Lendering, Diodorus. “Alexander Polyhistor ca. 105-35 BCE”, The Internet Encyclopedia of Philosophy, 2006, 14 feb. 2007, <http://www.iep.utm.edu/a/alexpoly.htm>. 53 E. H. Gifford, Eusebius: Preparation for the Gospel (1903): 450-480; 2 mar. 2007, <http://www. tertullian.org/fathers/>. 54 J. Finegan, “Early Chroniclers and Chronographers”, Handbook of Biblical Chronology: Principles of Time Reckoning in the Ancient World and Problems of Chronology in the Bible (1998): 140147. 55 L. Troiani, “Cronologie apologetiche presso gli storici ellenisti”, Ricerche Storico Bibliche 9 (1997): 171-182. 56 L. DiTomasso, “A Note on Demetrius the Chronographer”, Journal for the Study of Judaism 29/1 (1998): 81-91. 52 30 jubileos está incluida en la colección de documentos de H. F. D. Sparks, 57 y otra en la de J. H. Charlesworth. 58 J. P. Sørensen enfoca actitudes en el Egipto helenista hacia el dominio extranjero y la importación de cultura, 59 y E. J. Bickerman la interacción entre los judíos y su entorno. 60 R. T. Beckwith enfoca cómo los autores helenistas estudiaban la cronología patriarcal que, según él, fue el problema principal que intentaban resolver. 61 Tres ensayos de D. Mendels enfocan aspectos historiográficos, 62 y estudios de los conceptos cronológicos incluyen los de O. Andrei, 63 L. L. Grabbe 64 y B. Z. Wacholder. 65 Estudios de ideas helenistas sobre el éxodo incluyen los de J. Assman, J. J. Collins y C. Aziza. 66 Demetrio estudió la cronología bíblica durante las últimas décadas del siglo III aC, posiblemente en Alejandría. Hizo exégesis de pasajes cronológicos del libro de Génesis, 57 H. F. D. Sparks, ed., “Jubilees”, Sparks The Apocryphal Old Testament (1984): 1-139. O. S. Wintermute, ed., “Jubilees” en J. H. Charlesworth ed., The Old Testament Pseudepigrapha (1985) 2:35-142. 59 J. P. Sørensen, “Native Reactions to Foreign Rule and Culture in Religious Literature”, en Per Bilde ed., Ethnicity in Hellenistic Egypt (1992): 164-181. 60 E. J. Bickerman, The Jews in the Greek Age (1988). 61 R. T. Beckwith, “The Early Jewish Quest for a Patriarchal Chronology”, Calendar, Chronology and Worship: Studies in Ancient Judaism and Early Christianity (2005): 105-124. 62 D. Mendels, “Introduction: On Identity: An Essay on Hellenism, Judaism, and Christianity in Palestine in the Hellenistic Era”, Identity, Religion and Historiography: Studies in Hellenistic History (1998): 13-34; “Creative History in the Hellenistic Near East in the Third and Second Centuries BCE: The Jewish Case”, 357-364; “Hellenistic Writers of the Second Century BCE on the Hiram-Solomon Relationship”, 379-393. 63 O. Andrei, “The 430 Years of Ex. 12:40, from Demetrius to Julius Africanus: A Study in Jewish and Christian Chronography”, Henoch 18 (1996): 9-67. 64 L. L. Grabbe, “The End of the World in Early Jewish and Christian Calculations”, Revue de Qumran 41 (1982): 107-108; “Chronography in Hellenistic Jewish Historiography”, Society of Biblical Literature 1979 Seminar Papers 2 (1979): 43-68. 65 B. Z. Wacholder, “Biblical Chronology in the Hellenistic World Chronicles”, Harvard Theological Review 61/3 (Jul.. 1968): 451-481. 66 J. Assmann, “Antijudaismus oder Antimonotheismus? Hellenistische Exoduserzählungen”, en D. Borchmeyer ed., Das Judentum im Spiegel Seiner Kulturellen Umwelten: Symposium zu Ehren von Saul Friedländer (2002): 33-54; J. J. Collins, “Reinventing Exodus: Exegesis and Legend in Hellenistic Egypt”, en R. A. Argall, B. A. Bow y R. A. Werline eds., For a Later Generation: The Transformation of Tradition in Israel, Early Judaism, and Early Christianity: Festschrift for George W.E Nickelsburg (2000): 52-62; C. Aziza, “L'utilisation polémique du récit de l'Exode chez les écrivains alexandrins: IVème siècle aC - Ier 58 31 y usó una versión griega del texto. Calculó intervalos largos de tiempo como de Adán a Abraham, de la caída de Samaria a la caída de Jerusalén y de la caída de Jerusalén a su propia época. Desarrolló un sistema de cronología bíblica, el más antiguo que se conoce fuera de los libros bíblicos. 67 Eupólemo, que puede ser el mismo que representó a Judas Macabeo en Roma en 160 aC, escribió su cronología bíblica en 158 aC. También calculó intervalos largos de tiempo incluyendo: de Adán al diluvio, del diluvio a Abraham y de Abraham al éxodo, pero produjo cifras diferentes de las de Demetrio. Usó una versión griega, y también un texto hebreo del Antiguo Testamento. 68 Eupólemo conservó una correspondencia entre el rey Salomón y un rey egipcio llamado Vaphres. Un rey egipcio de este nombre reinó entre 589 y 570 aC, siglos después de Salomón y es llamado Hofra en Jer. 44: 30. Se ha pensado que la correspondencia sea ficticia, que Eupólemo se equivocó en calcular la fecha, o que se equivocó en copiar el nombre del faraón. 69 Artapano relató las historias de Abraham, José y Moisés. Dice que Abraham estuvo 20 años en Egipto, y que enseñó ‘astrología’ a los egipcios. Dice que José fue el administrador de Egipto que inventó el sistema de linderos y que su padre y sus hermanos vivieron en Heliópolis y Sais, fueron llamados Ermiuth y construyeron templos en Athos y Heliópolis. Relata campañas militares que Moisés dirigió durante diez años, y provee una relación de las contribuciones de Moisés a la cultura egipcia. siècle dC”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt 2/20 (1987): 41-65; “Forum: The Use and Abuse of the Exodus Story”, Jewish History 12/1 (marzo, 1998): 88-136. 67 Finegan, Handbook: 140-143. 68 Ibid., 143-145. 69 Finegan, Handbook: 475-480. 32 Artapano provee nombres para varios personajes. Dice que Abraham trató con el rey Pharethothes. 70 Fue sucedido por su hijo Palmanothes que maltrató a los judíos y construyó Kessa y el templo en Heliópolis. 71 Su hija Merris, esposa de Chenephres, rey de las regiones al sur de Ménfis, adoptó el niño Moisés.72 Hay elementos folclóricos en el relato de Artapano, pero puede conservar datos genuinos. Su correlación de las narraciones bíblicas con la historia de Egipto no es del todo convincente. El Libro de los jubileos es un libro judío que enfoca los orígenes del pueblo judío. 73 No se sabe quién lo escribió, y las propuestas de fecha varían entre los siglos V a I aC. El libro fue conocido como el pequeño Génesis, y es paralelo a las narraciones bíblicas. 74 Su característica distintiva es la estructura cronológica basada en la idea de semanas de años, o secuencias de siete años. El jubileo es el tiempo requerido para siete semanas, o 49 años. Este concepto contrasta con el concepto más usual que el jubileo fue el año 50, o año de liberación, al final de siete semanas de años. Cada evento en la historia relatada es asignado una fecha precisa en el calendario de jubileos, y el resultado es una cronología completa para el período de Adán a la estadía de Israel en Sinaí. 75 Demetrio, Eupólemo, Artapano y el autor de Jubileos calcularon cronologías continuas que comenzaron con la creación, y usaron metodologías similares. 76 La cronología de Demetrio permite evaluar su exégesis y sus cálculos, pero la de Eupólemo no. Artapano y Jubileos proveen cronologías detalladas para el período de Abraham a Moisés. Todos estos autores usaron las narraciones del Antiguo Testamento como fuente 70 Gifford, Eusebius: Preparation: 451. Ibid., 462. 72 Ibid., 462-467. 73 Sparks, Jubilees: 1-139. 74 Ibid., 1-10. 71 33 autoritativa de datos para investigar los orígenes de su pueblo. Ninguna de estas cronologías se limita a los datos bíblicos de donde parten, y Eupólemo y Artapano combinaron datos bíblicos con datos egipcios. Todos estos autores produjeron fechas diferentes, pero no las conectaron con un sistema general de referencia cronológica, ni elaboraron tal sistema. 77 El esquema de los jubileos es formalmente similar al de las olimpiadas. Ambos calculan períodos largos a base de registros conservados en documentos antiguos. El esquema de las olimpiadas ordena las listas de ganadores olímpicos en períodos de cuatro años, y el esquema de jubileos ordena las narraciones de Génesis en períodos de siete años. Eratóstenes reconcilió las contradicciones de cronologías locales tradicionales por medio de su esquema regional. El autor de Jubileos relacionó su esquema con el sistema cronológico que encontró en Génesis. Josefo Josefo fue contemporáneo del apóstol Juan. La conservación de textos completos de sus obras permite evaluar sus ideas en profundidad, y provee mucha información cronológica. La traducción inglesa de W. Whiston fue publicada en 1737, y muchas veces después. 78 Hay también otras ediciones críticas. 79 Una traducción española de Las guerras de los judíos está disponible en línea. 80 Josefo terminó Las guerras de los judíos 75 Ibid., 3-5. Finegan, “TABLE 61”, Handbook: 145. 77 DiTomasso, “A Note on Demetrius”. 78 W. Whiston, Josephus: The Complete Works (1737); W. S. LaSor ed., The Complete Works of Josephus (1960); Flavius Josephus, Against Apion, Project Gutenberg, 20 feb. 2007, <http//:www.guten berg.org/etext/2849>. Sus otras obras están disponibles en los archivos /2847, /2848 y /2850. 79 H. St. J. Thackeray ed., Josephus, The Life and Against Apion (1926). 80 Flavio Josefo, Las guerras de los judíos, 23 ene. 2007, <http://ar.geocities.com/cayocesarcaligula/ guerradelosjudios>. 76 34 en 78 ó 79 dC, y la Arqueologia judaica, conocida también como Antigüedades de los judíos, en 93 ó 94 dC. 81 El Contra Apionem probablemente fue escrito durante los primeros años del siglo II dC y conserva fragmentos de obras perdidas de otros autores, incluyendo extractos de la Aegyptiaca de Manetón. 82 Después de décadas de estudio de la Arqueología judaica, 83 L. Feldman concluyó que Josefo no fue solamente copista o recopilador, sino que tuvo puntos de vista propios y consistentes sobre la historiografía, la política, la religión y la cultura. Concluyó también que Josefo mantuvo estos puntos de vista en forma consecuente a través de todas sus obras. 84 Feldman observa que Josefo citaba distintas versiones del texto bíblico, y que fue ecléctico en su uso de autores. Su modelo principal fue Tucídides. Los escritos de Platón y Sófocles también influyeron en él de manera importante, así como los escritos de algunos filósofos estoicos y estadistas famosos. 85 W. Whiston hizo un estudio detallado de la cronología de Josefo, 86 y también C. Milikovsky. 87 M. Ben Zeev examina las citas de Hecateo y Manetón, y concluye que son confiables, pero que Josefo añadió un “adorno personal”. 88 81 LaSor, Josephus: ix. Thackeray, “Introduction to Josephus Against Apion”, Tertullian 1926, 17 feb. 2007, <http:// www.tertullian.org/rpearse/manuscripts/josephus_vita_apion.htm>. 83 L. H. Feldman, Studies in Josephus’ Rewritten Bible (1998); L. H. Feldman y J. R. Levison eds., Josephus’ Contra Apionem: Studies in Its Character and Context with a Latin Concordance to the Portion Missing in Greek (1996); L. H. Feldman y G. Hata eds., Josephus, the Bible, and History (1989). 84 Feldman, Rewritten Bible: 539. 85 Ibid. 86 W. Whiston, “Dissertation V: Upon the Chronology of Josephus”, LaSor, Josephus: 678-708. 87 C. Milikowsky, “Appendix One: The Chronology of Israel from the Exodus until the Building of the Temple According to Josephus”, J. L. Kugel ed., Shem in the Tents of Japhet: Essays on the Encounter of Judaism and Hellenism (2002): 159-197. 88 M. P. Ben Zeev, “The Reliability of Josephus Flavius: The Case of Hecataeus' and Manetho's Accounts of Jews and Judaism: Fifteen Years of Contemporary Research (1974-1990)”, Journal for the Study of Judaism in the Persian, Hellenistic and Roman Period 24 (diciembre, 1993): 215-234. 82 35 Libros I-XI de la Arqueología judaica relatan la historia del pueblo judío a base de las narraciones del Antiguo Testamento, y añade detalles de Beroso, Nicolaus de Damasco, Herodoto, Menander, Manetón y Alejandro Polyhistor. 89 Libros XII-XX completan la historia hasta el inicio de la guerra entre Roma y los judíos. Josefo dice que su propósito fue relatar en griego lo que dicen los libros sagrados de su pueblo, sin añadir o quitar nada (Guerras: Prefacio, 3; Arqueologia: X, 10, 6). Relata los eventos en orden cronológico, dentro de un marco de períodos sucesivos, desde la creación hasta 66 dC (XX, 11, 2). Cada libro incluye en su título el intervalo de tiempo pertinente. Hay muchas discrepancias cronológicas a lo largo del texto, tal vez por culpa de copistas, pero la estructura cronológica es coherente, y es la columna vertebral de la obra. 90 Libros I-XI contienen la cronología bíblica completa más antigua que se conoce. Siguiendo autores anteriores, Josefo usó cifras bíblicas para elaborar su sistema cronológico (I, 15). El propósito de la Contra Apionem es defender la antigüedad del pueblo judío (Contra: I, 1). Los argumentos usados son cronológicos. Afirma que los eventos de la historia griega fueron recientes (I, 2), que las historias se contradecían, que los historiadores falsificaron sus relatos (I, 3), que no tuvieron registros públicos más antiguos que el siglo VI aC (I, 4) y que los autores se preocuparon más por escribir con buen estilo que por establecer la verdad (I, 5). Según Josefo las historias de los egipcios, babilonios, fenicios y judíos son más confiables que las historias griegas porque fueron escritas por sacerdotes y profetas (I, 6). Argumenta que la historia judía es más larga, 89 90 LaSor, “A List of Ancient Testimonies and Records Cited by Josephus”, Josephus: 732. Whiston, “Dissertation V” contiene un análisis extenso de la cronología de Josefo. 36 coherente y autoritativa que las historias griegas y que los judíos están dispuestos a morir para defender sus libros, pero los griegos no (I, 7-8). Josefo cita Dius, Menander, Beroso y otros para demostrar que el templo de Salomón fue construido 143 años antes de la construcción de Cartago (I, 17-18), que fue destruido en el tiempo de Nabucodonosor y reconstruido en el tiempo de Ciro y Darío (I, 19-21). Otras naciones, y no solamente Israel, recordaron el diluvio, asignaron vidas muy largas a los primeros hombres y conocieron la historia del templo. Los argumentos son coherentes y convincentes. Josefo cita la Aegyptiaca de Manetón que relata la invasión de Egipto por los hicsos, su gobierno allí durante 511 años, su expulsión y su salida a Judea para construir Jerusalén (I, 14). Para Josefo este relato demuestra que los antepasados de los judíos llegaron a Egipto de otro país, y que fueron liberados de Egipto casi mil años antes de la caída de Troya (I, 16). Examina también lo que dice Manetón de la invasión de Egipto en el tiempo de Aménofis y Osarsif, objeta la afirmación que el pueblo de Jerusalén participó en la invasión y rechaza la identificación de Osarsif, el sacerdote rebelde, con Moisés (I, 26-31). Una comparación del relato de los hicsos con el relato de los israelitas en Egipto demuestra que tratan de secuencias de eventos similares pero distintas (I, 14-16 con Gn. 37-50 y Éx.1-15). Los hicsos invadieron Egipto, y tumbaron el gobierno egipcio de Ménfis, mientras que Israel entró pacíficamente a Egipto a invitación del faraón (I, 14 con Gn. 45: 17-21). Los hicsos gobernaron el norte de Egipto como reyes durante generaciones, mientras que un solo israelita, José, gobernó Egipto, y nunca fue rey (I, 14; Gn. 41: 40-44). 37 Los hicsos nunca fueron esclavos y dejaron Egipto cuando llegaron a un acuerdo con los egipcios, después de resistir un ataque contra su ciudad. Los israelitas sí fueron esclavos y dejaron Egipto en contra de la voluntad de los egipcios, después de las plagas y la destrucción del ejército egipcio en el mar (I, 14 con Ex. 1: 8-14 y Ex. caps. 11-15). Los hicsos fueron a Judea y construyeron Jerusalén para vivir allí, mientras los israelitas fueron al desierto, llegaron a Judea después de 40 años, y no construyeron en Jerusalén hasta el tiempo de David, siglos después (I, 14 con Ex. 15: 22 y Dt. 1: 3). Está claro que los hicsos e israelitas fueron pueblos distintos con historias distintas, y Josefo se equivocó en identificarlos. Manetón ubica el rey Aménofis cientos de años después de la salida de los hicsos de Egipto, y dice que Osarsif fue Moisés (I, 26). Moisés no pudo vivir en ambas épocas, y Josefo califica el relato de los hicsos como copia fiel de documentos genuinos, pero califica el relato de Osarsif como ficción mentirosa, sin autor conocido (I, 16). Josefo calculó o heredó un esquema cronológico para las narraciones bíblicas similar a los de Demetrio y Eupólemo, pero diferente en detalle.91 Apela a una cronología generalmente aceptada para la historia griega, sin mencionar las olimpiadas. 92 Reconoce la cronología de Beroso para Babilonia, pero no tuvo cronología precisa para el período persa porque asignó 38 ó 39 años más que su verdadera duración al período. 93 No cuestiona la cronología egipcia de Manetón, pero le critica por incluir relatos ficticios en su historia (I, 15-16, 26-31). 91 Finegan, “TABLE 61”, Handbook: 145, y las encabezadas cronológicas de Josefo, Arqueologia judaica, libros I-IV. 92 Whiston, “Dissertation V”: 35. 93 Ibid., 24. 38 Josefo presupone que los eventos pasados pueden ordenarse cronológicamente a base de documentos antiguos, que las narraciones del Antiguo Testamento sirven para conocer la historia del pueblo judío y que la cronología bíblica puede ser sincronizada con la de otras naciones. Seder olam Seder olam es el tratado básico de la cronología rabínica. Su texto está disponible en la traducción y comentario de H. W. Guggenheimer. 94 Hay información sobre el Seder olam en el artículo de M. Seligsohn, 95 y la introducción de Ken Johnson a su traducción inglesa. 96 La obra es un tratado de cronología que comienza con la creación y termina con la destrucción del templo por los romanos en 70 dC. Se divide en 30 secciones, es anónima y no se sabe con exactitud cuándo fue escrita. C. Milikovsky lo asigna al siglo I o II dC, 97 y Johnson le asigna fecha alrededor de 169 dC. 98 Seligsohn demuestra que hubo varias versiones de la obra antes que llegara a tener su forma final. 99 Johnson señala que el Seder olam no pretende tener autoridad primaria como los libros bíblicos, el Libro de Jasher y otros que cita, sino que se presenta como comentario sobre la información bajo consideración. Al tratar un tema se presentan, normalmente, pasajes pertinentes de las escrituras con comentarios de los rabinos sobre ellos, para luego formular una opinión. La cronología presentada se conforma a los 390 años más 40 94 H. W. Guggenheimer, Seder Olam, the Rabbinic View of Biblical Chronology: Translated and with Commentary (1998). 95 M. Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”, Jewish Encyclopedia, 2002, 24 feb. 2007, <http://www. jewishencyclopedia.com/view.jsp?artid=428&letter=S>. 96 K. Johnson, “Seder Olam”, 2006, 24 feb. 2007, <http://biblefacts.org/church/pdf/seder-olam. pdf>. 97 C. Milikowsky, “Appendix Two: Seder Olam as a First or Second Century Composition”, en Kugel, Shem in the Tents of Japhet: 98-200. 98 Johnson, “Seder Olam”: v. 39 años para la monarquía hebrea (Ezequiel 4), las 70 semanas de años (Daniel 9) y la mención de los cuatro reyes de Persia (Daniel 11). 100 El autor del Seder olam tuvo interés especial en la profecía mesiánica, y probablemente una motivación polémica relacionada con la enseñanza cristiana. Su interpretación de profecías del Mesías y el templo ha distorsionado su sistema cronológico. La anomalía más evidente es la duración corta, un total de solamente 34 años, asignada al Imperio Persa. El dominio persa de Babilonia duró 208 años. 101 El autor del Seder olam comparte la tradición de contar los años desde la creación, pero no muestra interés en datos cronológicos extrabíblicos para las regiones donde ocurrieron los eventos que considera. Ptolomeo Claudio Ptolomeo fue un sucesor de Eratóstenes en la biblioteca de Alejandría durante el siglo II dC. Una biografía de Ptolomeo está disponible en línea. 102 Su obra maestra, Almagest, fue traducida a inglés por G. J. Toomer. 103 El texto del Canon de reyes está disponible en Bickerman, 104 la página web de A. Smith 105 y un apéndice de E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings. 106 99 Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”. Johnson, “Seder Olam”: vi-x. 101 Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”; Bickerman, Chronology: 110. 102 J. O’Connor, E. F. Robertson, “Claudius Ptolemy”, The MacTutor History of Mathematics Archive, 1999, 21 feb. 2007, <http://www-history.mcs.standrews.ac.uk/history/Biographies/Ptolemy. html>. 103 G. J. Toomer, Ptolemy's Amalgest (1984). 104 Bickerman, Chronology: 110. 105 A. Smith, “Ptolemaueus: Astronomical Canon”, Attalus, 2007, 21 feb. 2007, <http://www. attalus.org/translate/chronicles.html#canon.0>. 106 E. R. Thiele, “Appendix G: The Rulers of Babylon and Persia According to the Canon of Ptolemy”, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1965): 216-217. 100 40 El Canon de reyes usado por Ptolomeo es una lista de reyes babilónicos, persas y griegas que reinaron en sucesión. Presenta el reinado de cada rey, redondeado al año, y omitiendo reinados más breves de un año, de tal manera que las cifras reflejan correctamente el número de años transcurrido. El calendario usado fue el egipcio de 365 días, y se puede relacionar el canon en forma precisa con el calendario actual. El primer rey del canon, Nabonasar, comenzó a reinar en 747 aC, y el canon termina cuando inicia el dominio romano de Egipto en 31 aC. 107 Los datos y cálculos astronómicos del Almagest incluyen la descripción de más de ochenta posiciones solares, lunares y planetarias, observadas o calculadas, y acontecidas durante el período cubierto por el Canon de reyes. Esta documentación abundante ha permitido a los astrónomos modernos comparar sus cálculos con los de Ptolomeo. 108 R. R. Newton argumenta que Ptolomeo no observó gran parte de los datos que reporta, sino que los inventó. 109 Esta versión extrema de una posición compartida por varios astrónomos que criticaron los datos de Ptolomeo ha sido respondida en forma convincente. 110 L. Depuydt confirma la confiabilidad de la sección babilónica del canon en su estudio de documentos cuneiformes pertinentes.111 El estudio de G. Grasshof del catálogo de estrellas de Ptolomeo evalúa las acusaciones de Newton, concluye que exagera y que las fechas del canon son confiables. 112 107 Thiele, Mysterious Numbers: 43-45, 216-217; Bickerman, Chronology: 110-111, 129. Thiele, Mysterious Numbers: 44. 109 R. R. Newton, The Crime of Claudius Ptolemy (1977). 110 C. O. Jonsson, “Professor Robert R. Newton and The Crime of Claudius Ptolemy”, 2000, 22 ene. 2007, <http://www.607v587.com/webpage%2010.htm>. 111 L. Depuydt, “More Valuable than All Gold: Ptolemy's Royal Canon and Babylonian Chronology”, Journal of Cuneiform Studies 47 (1995): 97-117. 112 G. Grasshoff, The History of Ptolemy's Star Catalogue (1990). 108 41 Existen errores en las cifras de Ptolomeo, y no corresponden con cálculos modernos más precisos. Sin embargo, los eclipses ocurrieron en los años que les asignó, el Canon de reyes es correcto al año y sus fechas son comprobadas por la astronomía y documentos antiguos. El canon provee una estructura cronológica más precisa que las olimpiadas o las listas de reyes de Manetón y Beroso. Su limitación principal es que no se extiende más allá del año 747 aC. Los cálculos de Ptolomeo, hechas algunas décadas después de los de Josefo, presuponen que hay un tiempo universal que avanza siempre y que se puede medir por los movimientos del sol y la luna. Una presuposición similar está implícita en todo calendario solar o lunar, pero Ptolomeo tomó un paso más en coordinar explícitamente las fechas de los eventos astronómicos con los datos cronológicos de los reyes. Del siglo III al siglo V A partir del siglo III dC se conocen sistemas cronológicos que combinan explícitamente la idea de contar años desde la creación, o desde Abraham, con otros sistemas para construir una cronología general para la historia de la humanidad. Eusebio deja ver, en su referencia despectiva a las opiniones de Papías, que muchos de los primeros cristianos creyeron que Cristo volvería para reinar por mil años. 113 Algunos conectaron la idea del milenio futuro con los milenios de la historia transcurridos desde la creación, la profecía de las 70 semanas (Dn. 9: 24-27) y conceptos como los siete días de la creación (Génesis 1-2) y la idea que un día para Dios es como mil años (2 P. 3: 8) en 113 Eusebius, The History of the Church (1965): III, 39. 42 un concepto a veces llamada la semana cósmica. 114 En las siguientes secciones se tratan los sistemas de referencia cronológica de Julio el Africano y Eusebio de Cesarea. Julio el Africano Julio el Africano vivió en los siglos II y III dC. Según H. Sivan, fue un intelectual itinerante que nació en Aelia-Jerusalén y vivió en Palestina. Viajó a la corte de Edessa en Mesopotamia y a Roma, donde gestionó el estatus de polis para Emesa-Emaús. 115 Su obra cronológica, la Cronografia, fue escrita en el siglo III dC y se ha perdido, pero fragmentos fueron conservados por Eusebio y Sincelo. Fueron editados por M. J. Routh, 116 y recientemente en forma más completa por M. Walraff. 117 J. Finegan provee una breve bibliografía de estudios antiguos y un análisis. 118 Recursos en línea incluyen artículos de enciclopedia, 119 y una traducción inglesa. 120 Una colección reciente de estudios sobre Julio y las crónicas cristianas de la historia universal incluye artículos pertinentes de W. Adler, R. W. Burgess, A. Mosshammer y U. Roberto. 121 114 Justin Martyr, Dialogue with Trypho: 7-8; Irenaeus, Adversus haereses: V, 28, 3; D. R. Anderson, The Soteriological Impact of Augustines Change from Premillenialism to Amilenialism, Part One: 25, 2002, 4 ago. 2008, <http://www.faithalone.org/journal/2002i/anderson.pdf>. 115 H. Sivan, “Reseña de Martin Wallraff, “Iulius Africanus: Chronographiae. The Extant Fragments””, Bryn Mawr Classical Review 43, abril 2008, 2 jul. 2008, <http://ccat.sas.upenn.edu/bmcr/ 2008/2008-04-43.html>. 116 M. J. Routh, Reliquiae sacrae (1846): 238-309, 357-509. 117 M. Wallraff ed., Iulius Africanus: Chronographiae. The Extant Fragments (2007). 118 Finegan, Handbook: 154. 119 A. Fortescue, “Julius Africanus”, Catholic Encyclopedia, 1910, 23 feb. 2007, <http://www. newadvent.org/cathen/08565a.htm>. R. I. Bradshaw, “Sextus Julius Africanus”, <http://www.earlychurch. org.uk/africanus.php>. 120 Sextus Julius Africanus, “The Extant Fragments of the Five Books of the Chronography of Julius Africanus”, Tomo 6 de Ante-Nicene Fathers, Christian Classics Ethereal Library, 23 feb. 2007, <http:// www.ccel.org/fathers2/ANF-06/anf06-50.htm#TopOfPage>. 121 W. Adler, “Eusebius’ Critique of Africanus”, en Wallraff, Iulius Africanus (2006): 147-160; R. W. Burgess, “Apologetic and Chronography: The Antecedents of Julius Africanus”, en Wallraff: 17-42; A. Mosshammer, “The Christian Era of Julius Africanus with an Excursus on Olympiad Chronology”, en Wallraff: 83-112; U. Roberto, “Julius Africanus und die Tradition der hellenistische Universalgeschichte”, en Wallraff: 3-16. 43 Siguiendo los cronólogos judíos, Julio comenzó su cronología con la creación de Adán. La base de su sistema son los datos cronológicos de las narraciones bíblicas. 122 Conoció las edades elevadas asignadas por autores antiguos a los primeros gobernantes de sus naciones, y también la explicación de Diodoro que las cifras grandes fueron calculadas a base de “años” lunares, o estacionales, interpretados erróneamente como años solares. Julio rechaza la explicación, y dice que los reportes de edades y reinados larguísimos en relatos tempranos son falsos, porque el período desde la creación hasta el nacimiento de Cristo duró 5,500 años según los datos de la LXX (Fragments I). Africano buscaba explicaciones racionales para los textos difíciles. Explica Génesis 6:3 “...serán sus días 120 años” como advertencia que faltaban cien años para el inicio del diluvio, y dirigida a una generación de 20 años de edad. Especuló que la suma de los 100 más los 20 da los 120 años del texto (Fragments II). Calculó que pasaron 3,563 años entre Adán y la muerte de José (Fragments XI). Estructuró la lista de los reyes egipcios de Manetón en 31 dinastías. Fue conservada por Sincelo, y cubre el período entre el diluvio y Alejandro Magno. 123 Africano calculó que Moisés era contemporáneo de Amosis, primer rey de d.XVIII, que gobernó en el tiempo de las plagas y el éxodo. En apoyo cita a Apión y Herodoto (Fragments XIII, 6). Calculó que Ogygus, primer rey de Tebas, también fue contemporáneo de Moisés. Observa que algunos decían que Ogygus nunca existió, pero no duda de la existencia de Moisés y calcula que hubo 1,235 años entre él y Ciro de Persia (Fragments XII). La contemporaneidad de Moisés, Amosis y Ogygus no es un sincronismo apoyado por 122 123 Africanus, Fragments: I. Finegan, Handbook: 154-160. Waddell, Manetho: 27-185. 44 documentos, sino solamente el resultado de cálculos basados en datos de Egipto, Grecia e Israel. Africano explica que la única base confiable para la cronología griega es la secuencia de olimpiadas, y que antes de la primera olimpiada todo es incierto y confuso en la historia griega (Fragments XIII, 1). Calcula que la primera olimpiada fue en el tiempo de Jotam y Acaz, reyes de Judá, lo que fue también el tiempo de Petubates, primer rey de d.XXIII de Egipto. 124 El dato que le permite sincronizar la cronología bíblica con la secuencia de las olimpiadas es la información dada por Diodoro, Alexander Polyhistor y otros que el rey Ciro de Persia comenzó a reinar en el primer año de la olimpiada Nº 55 (Fragments XIII, 2). Africano relacionó la cronología bíblica con otras cronologías a través del reporte de Beroso sobre Nabucodonosor y los datos bíblicos sobre el exilio (Fragments XIII, 2), el reporte bíblico que Necao II de d.XXVI tomó preso a Joacaz (2 R. 23:31-35) y el reporte bíblico que el remanente de los judíos huyó a Uafris, de XXVI (llamado Hofra en Jer. 44:30). Pensaba que las setenta semanas de años (Daniel 9) comenzaron en el tiempo de Artajerjes y terminaron con la muerte de Cristo (Fragments XVI). De estos datos se concluye que las ideas cronológicas de Africano tienen mucho en común con las de Josefo, un siglo y medio antes. Josefo comparó la cronología bíblica con cronologías regionales para Fenicia, Egipto y Babilonia, pero Africano formula una cronología general para la historia antigua, idea implícita ya en el Canon de reyes de Ptolomeo. Las referencias a reyes de Babilonia, Persia, Egipto, Israel, Judá y Roma en los relatos bíblicos le permitieron sincronizar la cronología bíblica con la cronología 124 Ibid., 161; Africanus, Fragments: XIV, XV. 45 olímpica para construir una cronología universal que abarca, en principio, todo el tiempo transcurrido y todos los datos cronológicos del pasado. Eusebio de Cesarea Eusebio, obispo de Cesarea, fue uno de los líderes principales de la iglesia cristiana durante las primeras décadas del siglo IV. Fue amigo del emperador Constantino, tuvo un rol importante en el Concilio de Nicea y escribió muchas obras. Por la influencia que ejerció en autores posteriores la Crónica de Eusebio puede describirse como la obra cronológica más importante de la tradición cristiana temprana. Sus dos libros sobreviven solamente en traducciones. El primer libro se conoce únicamente en la versión armenia y la versión más antigua del segundo libro es la versión latina de Jerónimo. La versión de Eusebio de las dinastías egipcias está incluida en la edición de Waddell de los fragmentos de la Aegyptiaca de Manetón. 125 Finegan en su Handbook provee bibliografía para el trabajo cronológico de Eusebio y una discusión de sus cálculos. 126 El primer libro de la Crónica está disponible, en traducción inglesa, en la página web de A. Smith, 127 y la traducción alemana de J. Karst está disponible en la página web de R. Pearse. 128 El segundo libro está disponible en traducción inglesa en la 125 Waddell, Manetho. Finegan, Handbook: 160-192. 127 A. Smith, Eusebius: Chronicle, 2007, 24 ene. 2007, <http://www.attalus.org/translate/index. 126 html>. 128 J. Karst, Eusebius: Chronicle, 1911, 24 ene. 2007, <http://www.tertullian.org/rpearse/eusebius/ eusebius_chron_german.htm>. 46 página web de Pearse. 129 Otros recursos en línea incluyen los artículos “Eusebio de Cesarea” 130 y “Chronicle of Eusebius”. 131 Estudios recientes de la Crónica incluyen los de R. W. Burgess 132 y C. Kelly. 133 Estudios más antiguos incluyen los de W. Adler, 134 B. Croke 135 y A. A. Mosshammer. 136 Otro estudio de Adler enfoca la labor cronológica de Panodoro, crítico contemporáneo de Eusebio. 137 Kelly opina que el segundo libro de la Crónica de Eusebio representa una revolución en la manera de conceptuar y visualizar el pasado. Aunque tuvo antecedentes en obras de Africano y otros, Eusebio fue el primer historiador que construyó tablas sincrónicas que mostraban simultáneamente eventos históricos notables y una cronología comparada de distintas naciones. 138 La descripción y análisis de la Crónica que sigue se basan en las traducciones inglesas. 139 129 R. Pearse, Jerome: Chronicle, 2005, 2 mar. 2007, <http://www.tertullian.org/fathers/index.htm# jeromechronicle>. 130 “Eusebio de Cesarea”, Wikipedia, febrero 2007, 2 mar. 2007, <http://es.wikipedia.org/w/index. php?title=Eusebio_de_Cesarea&action=history>. 131 F. J. Bacchus, “Chronicle of Eusebius”, Catholic Encyclopedia, 1909, 2 mar. 2007, <http://www .newadvent.org/cathen/05616a.htm>. 132 R. W. Burgess, “A Chronological Prolegomenon to Reconstructing Eusebius’ Chronici canones: The Evidence of Ps-Dionysius - the Zuqnin Chronicle”, Journal of the Canadian Society for Syriac Studies 6 (2006): 29-38; “Jerome Explained: An Introduction to his “Chronicle” and a Guide to its Use”, Ancient History Bulletin 16 (2002): 1-32; “The Dates and Editions of Eusebius’ Chronici canones and Historia ecclesiastica”, Journal of Theological Studies NS 48 (1997): 471-504. 133 C. Kelly, “Eusebius' Chronological Tables and the Invention of Christian History in Late Antiquity”, American Philological Association Annual Meeting 2005, 24 ene. 2007, <http://www.apaclass ics.org/AnnualMeeting/05mtg/abstracts/kellyc.html>. 134 W. Adler, “Eusebius’ Chronicle and Its Legacy”, en H. W. Attridge y G. Hata, Eusebius, Christianity and Judaism (1992): 467-491. 135 B. Croke, “The Originality of Eusebius' Chronicle”, American Journal of Philology 103 (1982): 195-200. 136 A. A. Mosshammer, The Chronicle of Eusebius and Greek Chronografic Tradition (1979). 137 W. Adler, “Berossus, Manetho, and 1 Enoch in the World Chronicle of Panodorus”, Harvard Theological Review 76/4 (octubre 1983): 419-442. 138 Kelly, Chronological Tables. 139 Traducciones inglesas en línea de Smith y Pearse ya citadas. 47 En su prefacio Eusebio explica que su primer libro presenta listas de reyes, nación por nación, y que lo escribió en preparación para el segundo. Es similar a la obra de Africano. El segundo libro presenta, en forma de dos tablas, la historia del pueblo de Dios contra el trasfondo de la historia de las naciones. La historia se presenta en cuatro épocas secuenciales: del nacimiento de Abraham al éxodo, del éxodo a la construcción del templo, de aquí a la reconstrucción del templo, y de aquí a la venida de Cristo. Tomó sus datos bíblicos de la LXX por ser la traducción más antigua y la versión heredada de los apóstoles (Cronica: I, 95). La columna vertebral de su cronología es la secuencia de las olimpiadas que provee continuidad entre las dos tablas. Jerónimo, en el prefacio a su traducción latina, dice que no modificó lo escrito por Eusebio para el período entre Abraham y la caída de Troya. A partir de esta fecha añadió referencias a la historia de Roma, y continuó la crónica por medio siglo más. Eusebio consideró su obra terminada al llegar a 326 dC, pero Jerónimo la adoptó, modificó y continuó. Mientras que Eusebio enfocó la historia del pueblo de Dios contra el trasfondo de la historia universal, Jerónimo enfocó la historia de la iglesia contra el trasfondo de la historia de Roma. Las tablas del segundo libro de la Crónica ocupan 332 páginas en la traducción de Pearse. La versión electrónica conserva la apariencia del manuscrito de Jerónimo, incluyendo los colores usados. Cada línea de las tablas representa un año de tiempo transcurrido. El lector ve columnas de números en los márgenes y un espacio central con párrafos breves de texto. Cada línea tiene entre uno y nueve números, acompañados frecuentemente, pero no siempre, por un texto. Los números siguen en secuencia de línea en línea contando los años de reinado de los reyes y formando columnas verticales. 48 Los colores negro y rojo distinguen claramente entre columnas adyacentes, y nunca aparecen más de tres columnas juntas. Los textos en la parte central señalan eventos y personajes de interés especial. Para eventos de gran importancia se dedican varias líneas a las explicaciones y las secuencias de números se interrumpen. Después de la interrupción se vuelve al patrón de una línea por año. Este diseño permitió la inserción de comentarios amplios en fechas clave sin tener que acomodarlos a espacios demasiado reducidos. Las páginas fueron cocidas en forma de codex. 140 La primera tabla presenta la información para cada año usando las dos páginas visibles al abrirse el libro. Cubre el período del nacimiento de Abraham al inicio de la reconstrucción del templo en 520 aC. La segunda tabla es más compacta, presenta la información para cada año en una sola página y cubre el período entre 520 aC y 326 dC. La última línea de la primera tabla representa el inicio de la reconstrucción del templo en el segundo año de Darío rey de Persia, en la olimpiada Nº 65. Eusebio ubica este evento en el año equivalente a 520 aC, al igual que la cronología comúnmente aceptada hoy. Cita Zacarías 1: 12 y Clemente de Alejandría en apoyo de su opinión que los setenta años del cautiverio terminaron en este año. La primera línea de la segunda tabla representa también el segundo año de Darío. El cambio de presentación, de usar dos hojas a usar una, y la repetición del año 520 aC, destacan la importancia de esta fecha. Una nota marginal en letra pequeña al final de la primera tabla dice que el año aparece dos veces para compensar por los siete meses de gobierno de los Magi. La nota explica la duplicación del año pero no explica el cambio de presentación, y parece que no es de Eusebio. 140 Kelly, Chronological Tables. 49 El sistema cronológico de la segunda tabla es prácticamente idéntico a la cronología generalmente aceptada hoy, con la excepción de algunos detalles. A partir de la segunda página, que comienza con el año equivalente a 512 aC, las olimpiadas son acompañadas por los cónsules romanos. Los nombres no se registran pero el título “cónsules” aparece en las encabezadas, y parece que Eusebio usó la lista de los cónsules romanos para controlar la cronología de toda la segunda tabla, entre 512 aC y 326 dC. Bickerman provee una lista continua de los cónsules a partir de 509 aC. 141 Las fechas que Eusebio presenta para los reyes persas no coinciden con las fechas del Canon de reyes de Ptolomeo, pero la duración del período entre el segundo año de Darío y la muerte de Alejandro es la misma en las cronologías de Eusebio y Ptolomeo. Los reyes de Babilonia del canon no aparecen en la tabla de Eusebio, y se puede concluir que no lo conoció. La cronología de la primera tabla de Eusebio es menos sólida. Aquí intentó coordinar la cronología de los reyes de Israel con la de otras naciones a través de sincronismos calculados, incluyendo los siguientes: 1. De acuerdo al Africano, Ciro mandó a reconstruir el templo (2 Cr. 36: 22-23 y Esd. 1: 1- 2: 70) en el primer año de la olimpiada Nº 55, año equivalente a 560 aC, 22 años antes de la fecha aceptada hoy para el inicio del reinado de Ciro. 142 2. De acuerdo a Clemente de Alejandría se ubica la destrucción del templo por Nabucodonosor en la olimpiada Nº 47, año equivalente a 590 aC, tres o cuatro años antes de la fecha hoy aceptada para este evento. 143 141 Bickerman, Chronology: 140-162. Thiele, Mysterious Numbers: 216. 143 Ibid., 205. 142 50 3. Se ubica la muerte de Josías de Judá a manos del faraón Necao (2 R. 23: 29) en el año equivalente a 614 aC, cinco años antes de la fecha aceptada hoy. 144 4. Se ubica la caída de Samaria en el año equivalente a 747 aC, 25 o 26 años antes de la fecha aceptada hoy, y se ubica la invasión de Israel por Tiglat-Pileser en el año equivalente a 775 aC, más de 40 años antes de la fecha aceptada hoy. 145 5. De acuerdo al Africano la primera olimpiada fue en el año equivalente a 775 aC cuando Joatham reinaba en Jerusalén. Si se refiere a Jotam (2 R. 15: 32-38), es entre 25 y 44 años antes de la fecha aceptada hoy para este rey. 146 Si el sincronismo es válido se podría tal vez usarlo para corregir la cronología de las primeras olimpiadas, que no tiene sustento antes del siglo VI aC. 6. Se ubica el saqueo del templo de Jerusalén por Susacin rey de Egipto (llamado Sisac en 1 R. 14: 25-26 y 2 Cr. 12: 9) en el año equivalente a 989 aC, año 16 de Smendis, primer rey de d.XXI de Egipto, 63/64 años antes de la fecha aceptada hoy. Muchos autores, incluyendo Thiele, identifican Sisac con Shoshenq I, primer rey de d.XXII. 147 7. Se ubica la captura de Troya por los griegos en el año equivalente a 1182 aC, al final del reinado de Thuoris, último rey de d.XIX y al inicio del reinado del primer rey de d.XX. 8. Se ubica el éxodo de los hebreos de Egipto en el año equivalente a 1511 aC al final del reinado de Chenchres y el inicio del reinado de Acherres de d.XVIII. Africano calculó que Ogygus y Amosis eran contemporáneos de Moisés, pero Eusebio los ubica mucho antes. 144 Ibid. Ibid., 130-131. 146 Ibid., 205. 145 51 Eusebio conoció una larga lista de nombres de reyes de Asiria con la duración de sus reinados, pero no la pudo conectar con otras cronologías. La única información adicional que provee sobre Asiria viene de las historias populares de Ninus, Semiramis y Sardanapalus. Los datos comentados en los párrafos anteriores demuestran claramente que Eusebio no conoció sincronismos sólidos entre las cronologías regionales durante el período cubierto por su primera tabla, es decir antes de 520 aC. Del siglo VI al siglo XV La Crónica de Eusebio tuvo una difusión amplia y fue copiada y extendida por varios cronistas posteriores. Un siglo después Agustín escribió su gran comparación entre el pueblo de Dios y la Roma pagana, Ciudad de Dios. 148 Desde el punto de vista del estudio cronológico la obra de Agustín puede verse como aplicación apologética extendida de la Cronica de Eusebio. Durante muchos siglos no hubo más avances sustanciales en la creación de un sistema general de referencia cronológica para las naciones antiguas y la Crónica llegó a ser la pieza central de un consenso cronológico de referencia para la historia antigua. En esta sección se enfocan las obras de dos cronólogos del período medieval, el cristiano bizantino Jorge Sincelo y el musulmán oriental AlBiruni. Ambos autores conocieron y extrajeron información de la Crónica. Jorge Sincelo El monje Georgius fue el syncellus, o asistente, del patriarca de Constantinopla entre 784 y 806 dC. Como muchos otros autores bizantinos Sincelo escribió una crónica de la historia universal, en la tradición de Africano y Eusebio, llamada la Cronografía. 147 Thiele, Mysterious Numbers: 55. 52 Recursos para su estudio incluyen la edición crítica de A. Mosshammer 149 y la traducción inglesa de W. Adler y P. Tuffin que es la primera versión de la obra en un idioma moderno. 150 Los datos que provee la Cronografía para los reyes egipcios son presentados por Waddell, con traducción inglesa, en su edición de Manetón.151 Adler analiza el medio milenio de estudios cronológicos que culminó con la Cronografía. 152 Recursos pertinentes en línea incluyen una reseña crítica de D. J. Thornton de la traducción de Adler y Tuffin, 153 y artículos de enciclopedia. 154 El plan de Sincelo fue presentar su cronología en dos partes: de Adán hasta el inicio del reinado de Diocleciano en 284 dC, y de esta fecha hasta su propio tiempo, alrededor de 800 dC. Murió antes de terminar la obra y su amigo Teófanes la concluyó. Thornton señala algunas características que distinguen esta obra de otras similares, incluyendo una preocupación marcada por reconciliar fechas bíblicas con las de otras cronologías y un hábito de citar muchos autores, especialmente de la tradición alejandrina. 155 En cuanto a la estructura de su sistema cronológico Sincelo no logró muchos avances a comparación con las obras de Eusebio y Africano. La Cronografía es importante para establecer el texto de la Cronica y para conocer los contenidos de la 148 D. Knowles, ed., Augustine: City of God (1972). A. A. Mosshammer ed., Georgius Syncellus: Ecloga Chronographica (1984). 150 W. Adler y P. Tuffin, The Chronography of George Synkellos: A Byzantine Chronicle of Universal History from the Creation (2002). 151 Waddell, Manetho. 152 W. Adler, Time Immemorial: Archaic History and Its Sources in Christian Chronography from Julius Africanus to George Syncellus (1989). 153 D. J. Thornton, “Review of William Adler, Paul Tuffin, ‘The Chronography of George Synkellos: A Byzantine Chronicle of Universal History from the Creation’” Bryn Mawr Classical Review, octubre 2004, 8 mar. 2007, <http://ccat.sas.upenn.edu/bmcr/2004/2004-10-27.html>. 154 “George Syncellus”, Wikipedia, noviembre 2006, 8 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/ George_Syncellus>; “Georgius Syncellus”, Catholic Encyclopedia, 1909, 8 mar. 2007, <http://www.new advent.org/cathen/06463a.htm>. 155 Thornton, “Review of William Adler”. 149 53 Aegyptiaca de Manetón. Casi la mitad de la edición de Waddell de la Aegyptiaca está ocupada por extractos de la Cronografía. Sincelo contribuye a la discusión de la tradición de los sacerdotes egipcios que los primeros gobernantes reinaron durante cientos de años. La explicación de Diodoro de la suma errónea de años lunares o estacionales 156 fue rechazada por Eusebio que caracterizó la tradición de los reinados largos como “mitos necios”. Panodoro criticó la opinión de Eusebio y ofreció su propia explicación. Sincelo manifiesta su desacuerdo con los “cálculos novedosos” de Panodoro, y defiende la opinión de Eusebio. 157 La discusión ilustra la escasez de información disponible, y todos ellos tuvieron que depender de tradiciones antiguas fragmentarias y sus propios cálculos para llegar a conclusiones. Sincelo enfrenta el problema de reconciliar la cronología bíblica con las cronologías regionales, y el hecho que distintos autores presentaron distintas opciones. Decidió presentar las opiniones de dos de los cronólogos más famosos, Africano y Eusebio. 158 Las escasas correlaciones entre la cronología bíblica y la egipcia establecidas por ellos se comentan a continuación. Eusebio dice que José fue nombrado rey de Egipto en el tiempo de los reyes hicsos de d.XVII. 159 Según Africano Moisés salió de Egipto en el tiempo de Amos, primer rey de d.XVIII, pero Sincelo calculó que Moisés fue todavía joven en ese tiempo. 160 Eusebio calculó que el éxodo fue en el tiempo de Achencherses, noveno rey de la dinastía. 161 A partir de la destrucción del templo Eusebio y Africano no muestran discrepancias y 156 Oldfather, Diodoro: Bibliotheca Historia: I, 26. Waddell, Manetho: 11-17. 158 Ibid., 25. 159 Ibid., 48. 160 Ibid., 111. 157 54 reportan dos sincronismos. El primero: Necao, o Nechau, el quinto rey de d.XXVI, mató a Josías (2 R. 23: 29) y tomó preso a Joacaz (2 R. 23: 33). El segundo: Hofra, o Uaphris, el séptimo rey de d.XXVI, gobernaba cuando el remanente de los judíos huyó a Egipto después de la caída de Jerusalén (Jer. 44: 30). 162 Sincelo sincroniza también la lista de reyes del Libro de Sothis, que consideró parte de la obra de Manetón, con la cronología bíblica. Se reporta que Abraham fue a Egipto en el tiempo de Ramessameno (reinado 19 años), 163 que José fue a Egipto en el año 3, y fue nombrado señor de Egipto en el año 17, de Aphophis (reinado 61 años) 164 y que Susakeim (reinado 34 años) invadió Judá con un ejército de libios, etíopes y troglodites. 165 Es difícil ubicar Ramessameno y Susakeim en las listas dinásticas, ya que el Libro de Sothis no utiliza el esquema de dinastías, detalle que podría usarse para defender su antigüedad y genuinidad. Aphophis debe ser un rey hicsos de d.XVII. Susakeim es el último de una serie que aparece entre nombres de d.XVIII y nombres de d.XXI y ocupa el lugar que corresponde a Smendes, primer rey de d.XXI. Hoy se identifica Susakeim (Sisac) con Shoshenq, el primer rey de d.XXII. Desde el punto de vista del desarrollo del sistema de referencia cronológica para la antigüedad no se percibe mucho cambio entre el tiempo de Eusebio y el tiempo de Sincelo. La estructura básica del sistema de Sincelo es la de Eusebio. En la obra de Sincelo hay un intento sistemático de armonizar la cronología bíblica con la cronología 161 Ibid., 115. Waddell, Manetho: 169, 171. 163 Ibid., 237. 164 Ibid., 239. 165 Ibid., 247. 162 55 egipcia, y coleccionó e intentó sistematizar mucha información de diversas fuentes de tal manera que el lector puede hacer sus propias comparaciones y sacar conclusiones. A pesar de sus esfuerzos no pudo sincronizar las dos cronologías. No hizo propuestas novedosas, pero su obra contribuye a la historia de los estudios cronológicos porque conserva información valiosa que de otra manera se hubiera perdido. Al Biruni Con la excepción del Imperio Bizantino y el sector europeo occidental del Imperio Romano los centros de la civilización clásica fueron conquistados por los musulmanes, y las ciudades islámicas se convirtieron en la cuna de una nueva cultura construida sobre las bases de la civilización conquistada. Mientras el estudio de las letras casi desapareció en Europa y se estancó en Constantinopla, las letras islámicas florecieron durante los primeros siglos después de Mahoma. Las traducciones modernas de la literatura islámica temprana incluyen la primera obra del historiador, geógrafo, matemático y astrónomo Al Biruni de Uzbequistán. Su Chronology of the Ancient Nations fue escrita en persa en 1000 dC, y está disponible en la traducción inglesa de C. E. Sachau. Es una colección de información cronológica antigua que permite conocer muchas facetas del pensamiento cronológico islámico de la época. 166 Selecciones de la obra y artículos sobre su autor están disponibles en línea.167 Estudios recientes de la cronología islámica incluyen el de F. Sezgin. 168 166 C. E. Sachau, The Chronology of Ancient Nations: An English Version of the Arabic Text of the Athâr-ul-bâkiya of Albîrûnî, or "Vestiges of the past", Collected and Reduced to Writing by the Author in A.H.390-1, A.D.1000 (1879). 167 R. Pay, “Al Biruni”, Humanistic Texts, 1997-2005, 13 mar. 2007, <http://www.humanistic texts.org/albiruni1.htm>; P. Halsall, “Al Biruni (973-1048 CE): The Existing Monuments or Chronology”, Medieval Sourcebook, agosto 1998, 13 mar. 2007, <http://www.fordham.edu/halsall/source/ 1030albiruni1.html>; “Al-Biruni”, Wikipedia, marzo 2007, 14 mar. 2007, <http://es.wikipedia.org/wiki/ Al- 56 Al Biruni describe los calendarios de varias naciones y épocas, y explica los sistemas de intercalación que usaron para armonizar el año lunar, el año solar y las estaciones agrícolas. Describe varias eras incluyendo la de la creación, la del diluvio, la de Nabonasar y la de Alejandro. No se restringe a temas islámicos sino describe las discusiones cronológicas de judíos, cristianos y paganos incluyendo las de Agustín y Africano. Conoció la discusión de las versiones judías, samaritanas y cristianas del Pentateuco, la discusión de los jubileos judíos y el debate en torno a la interpretación de las setenta semanas de Daniel. En general demuestra buen conocimiento de la literatura clásica y cristiana. 169 La base del sistema cronológico de Al Biruni es el calendario islámico que parte de la huida de Mahoma de Meca a Medina en 622 dC. La segunda mitad de su obra se dedica a la cronología islámica que se conecta con el Canon de reyes a través de las crónicas cristianas y es respaldada por observaciones astronómicas. En los siguientes párrafos se presenta un resumen de algunos temas de los capítulos II, III y IV de la primera parte de la Chronology. La perspectiva oriental, persa e islámica de Al Biruni complementa las perspectivas occidentales consideradas hasta aquí. Reporta que los persas y magos decían que el mundo dura doce mil años, y que Zoroaster opinó, o calculó, que tres mil de estos años habían pasado hasta su propia época. Añade que pasaron 258 años entre Zoroaster y Alejandro, y contrasta esta tradición oriental con el concepto cristiano de Agustín y otros que el mundo dura siete mil años. Biruni>; J. J. O'Connor y E. F. Robertson, “Abu Arrayhan Muhammad ibn Ahmad al-Biruni”, MacTutor, noviembre 1999, 14 mar. 2007, <http://www-gap.dcs.st-and.ac.uk/~history/Mathematicians/Al-Biruni. html>. 168 F. Sezgin, Calendars and Chronology in the Islamic World: Texts and Studies 1 (1998). 169 Sacau, Chronology: Tabla de contenidos y la discusión de las eras en capítulo III. 57 Reporta dos variantes de la tradición persa de Gayomarth Gilshah, “su primer hombre”, y suma los reinados desde él hasta Alejandro, en total 3,354 años. Este cálculo es similar a los cálculos de cronología bíblica ya mencionados tanto en el método como en el resultado. Reporta que los árabes antiguos comenzaron sus cronologías con la construcción del Ka’ba por Abraham e Ismael, y que los griegos, antes de adoptar la era de Alejandro, contaron los años desde la migración de “Yunan ben Paris” desde Babel hacia el oeste. Aquí hay ecos de Génesis y la migración de Aeneas, con Babel en lugar de Troya. Para Persia, presenta una lista de gobernantes extraída de los mitos, en tres períodos desde Gayomarth hasta Alejandro. Para Babilonia, dice que el primer rey fue Nimrod y que los reyes de Babilonia fueron seguidos por reyes de Asiria. Repite la lista de reyes de Asiria de la Cronica de Eusebio y el Canon de reyes de Ptolomeo. En lugar de Nabonadios (Nabonido) aparece el nombre “Darío el medo, el primero”. Para Egipto, presenta la lista de reyes del tercer libro de Manetón, siguiendo mayormente la versión de Eusebio. Se puede concluir que Al Biruni conoció la historia antigua a través de las crónicas cristianas y el Canon de reyes. En comparación con los cronólogos cristianos, excepto por las tradiciones persas reportadas, no presenta novedades y no logra construir una cronología de referencia más sólida que la de Eusebio. A diferencia de Eusebio no articuló su sistema en torno a las olimpiadas, sino en torno al Canon de reyes. De manera similar a los cronólogos cristianos reportó las tradiciones cronológicas regionales sin poder integrarlas firmemente. 58 La civilización islámica desarrolló su propia tradición cronológica basada en la historia de Mahoma, y profundizó los estudios calendarios y astronómicos en forma distintiva. Para períodos anteriores a Mahoma el Corán no anima a estudiar las naciones antiguas, ya que no contiene relatos históricos como el Antiguo Testamento. Los historiadores islámicos medievales no desarrollaron estructuras cronológicas propias para la historia antigua. El sistema de referencia cronológica en la época medieval Durante la época clásica tardía y la época medieval la Crónica de Eusebio fue copiada, continuada, traducida e imitada estableciéndose como modelo para los estudios cronológicos del mundo antiguo. La Cronografía de Jorge Sincelo está en esta tradición y representa el mejor logro de tales estudios. Durante los mil años desde Eusebio hasta el siguiente período de avance significativo en el estudio del sistema de referencia cronológica para la antigüedad se seguían usando las cronologías descritas hasta aquí. Se conoce el trabajo de varios cronistas medievales cuya labor confirmó, consolidó y perpetuó el consenso cronológico establecido. M. L. Colish identifica conexiones entre el pensamiento medieval y el pensamiento moderno y provee trasfondo para el estudio de los cronistas medievales. 170 Un estudio de J. Leclerq explora los conceptos de tiempo corrientes en la Edad Medieval Temprana. 171 D. Woodward argumenta que el objetivo principal de mapas del mundo en la época medieval no era la simple representación geográfica sino la comunicación de actitudes hacia la historia en un contexto geográfico, y propone analizar el desarrollo de los mapas 170 M. L. Colish, Medieval Foundations of the Western Intellectual Tradition: 400-1400 (1997). 59 del mundo de la época en cuatro períodos sucesivos. Según Woodward los mapas de cada período demuestran características distintivas en cuanto al pensamiento cronológico, y la cosmovisión expresados. Una periodización similar podría aplicarse al análisis de las obras cronológicas. 172 Del siglo XV al siglo XVIII Hubo muchos movimientos intelectuales vigorosos entre los siglos XV y XVIII, pero no impulsaron mucho el estudio cronológico. Durante el siglo XV renació el interés en la civilización clásica, se comenzaron a formular nuevas actitudes hacia el pasado y la civilización europea entró en el proceso de cambios que produjo el mundo moderno. Iniciativas que abrieron el camino hacia nuevas reflexiones cronológicas incluyeron la búsqueda, traducción y publicación de documentos antiguos, el estudio de griego y hebreo, la promoción de la astrología y otras ciencias islámicas y el cuestionamiento de las autoridades tradicionales en iglesia y estado. 173 Al final del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI, se crearon universidades y cátedras, y las nuevas ideas se promovían por medio de la imprenta en latín, alemán, inglés, francés, español e italiano. Los cambios iniciados en muchas esferas de la sociedad fueron profundos y permanentes. No hay indicaciones dramáticas de nuevas actitudes hacia la cronología, los cambios fueron pequeños y se establecieron lentamente a través del período. En las siguientes secciones se mencionan primero algunas 171 J. Leclercq, “Experience and Interpretation of Time in the early Middle Ages”, Studies in Medieval Culture 5 (1975): 9-19. 172 D. Woodward, “Reality, Symbolism, Time and Space in Medieval World Maps”, Annals of the Association of American Geographers 75/4 (1985): 510-521. 173 Posibles puntos de entrada al mar de información sobre este período son los artículos de enciclopedia, por ejemplo: “Renaissance Humanism”, Wikipedia, agosto 2007, 1 set. 2007, 60 contribuciones menores al desarrollo de los sistemas de referencia cronológica y luego se enfocan los estudios cronológicos de W. Whiston y Sir Isaac Newton. La formación de nuevas actitudes Un cambio de nomenclatura adoptado lentamente durante este período es el uso, por el monje W. Rolevinck, en 1474, de la designación “antes de Cristo” para los años pre-cristianos. 174 La idea fue adoptada por Petavius, un siglo y medio después, quien la difundió, y para el final del siglo XVIII estaba en uso general. 175 Los reformadores protestantes asimilaron las nuevas actitudes hacia la literatura antigua, tuvieron mucho más interés en la patrística y el estudio bíblico que los clérigos típicos de su época, y asimilaron muchas de las perspectivas históricas de Eusebio y Agustín. 176 En 1541 Martín Lutero escribió una obra de cronología, Supputatio annorum mundi, ordenada según un esquema de seis milenios. 177 En iniciar su cronología con la creación, y en preferir el texto bíblico hebreo al texto griego, Lutero revela que no se sujetó del todo a los patrones tradicionales. Lutero demuestra interés especial en la creación del mundo y su fin. Para él, el cuarto milenio terminó con el concilio de Hechos 15 y la abolición de la ley mosaica. 178 Creía que Satanás fue soltado alrededor del año 1000 dC para convertirse en el anticristo, es decir en el obispo de Roma, que el sexto y último milenio estaba bien avanzado y que <http://en.wikipedia.org/wiki/Renaissance_humanism>, y portales como “Renaissance” 1997-2007, 1 set. 2007, <http://www.learner.org/exhibits/renaissance/>. 174 “Year Zero”, Wikipedia, marzo 2007, 16 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/Year_zero>. 175 Bickerman, Chronology: 10. 176 J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana (1968): 848-909. 177 M. Luther, Supputatio annorum mundi, Tomo 53 de D. Martin Luthers Werke, Kritische Gesamtausgabe (1883-1966): 1-184. 61 solamente quedaba a los cristianos esperar el retorno de Cristo. 179 Juan Calvino no dedicó mucha atención a la cronología, pero en su comentario sobre el Pentateuco rechaza la cronología larga de los egipcios porque dijeron que su historia comenzó seis mil años antes de la creación del mundo (Institución: I, VIII, 4). La descripción heliocéntrica del sistema solar de N. Copérnico desafió la explicación ptolemaica tradicional, y a lo largo impactó en los consensos cronológicos a través de la cronología astronómica de Sir I. Newton. Copérnico compartió su teoría con amigos en 1514, y para 1536 sus ideas principales estaban siendo comentadas en muchos lugares. Su libro fue publicado en 1543, el año de su muerte. 180 Después de su muerte la teoría se difundió lentamente entre matemáticos y astrónomos hasta su confirmación contundente por J. Kepler y Galileo. Durante la primera mitad del siglo XVII la teoría de Copérnico estaba en boca de todos. 181 Los reformadores tuvieron una conexión directa con la publicación de la teoría de Copérnico a través de G. J. Rheticus, profesor de astronomía y matemática en la Universidad de Wittenberg. Melancthon lo envió a estudiar con Copérnico en 1539-40. Rheticus publicó un resumen de la teoría que fue ampliamente difundido y preparó el camino para la publicación definitiva de 1543. 182 178 J. Barr, “Pre scientific Chronology: The Bible and the Origin of the World”, Proceedings of the American Philosophical Society 143/3 (setiembre, 1999): 379-387; “Luther and Biblical Chronology”, Bulletin of the John Rylands University Library 72 (1990): 51–67. 179 C. A. MacKenzie, “The Lutheran Reformers’ Understanding of the Historical Deformation of the Church” Pieper Lectures, 21 set. 2000, 25 ene. 2007, <http://www.ctsfw.edu/ library/files/pb/374>. 180 “Nicolaus Copernicus”, Wikipedia, 15 mar. 2007, 15 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/ Nicolaus_Copernicus>. 181 N. Copernicus, De Revolutionibus Orbium Coelestium (1543); E. Rosen, “Text of Copernicus, De Revolutionibus, Book One”, Complete Works, 1978, 15 mar. 2007, <http://webexhibits.org/calendars/ year-text-Copernicus.html>. 182 J. J. O’Connor y E. F. Robertson, “Nicolaus Copernicus”, MacTutor, noviembre 2002, 15 mar. 2007, <http://www-history.mcs.st-andrews.ac.uk/Biographies/Copernicus.html>. 62 Lutero y Melancthon rechazaron la nueva teoría porque contradecía su interpretación de algunos textos bíblicos. Calvino pensaba, con la gran mayoría de sus contemporáneos, que las ideas de Copérnico iban en contra del orden natural. 183 Para Calvino los movimientos diarios del sol, la tierra y la luna no son movimientos ciegos de la naturaleza sino acontecimientos gobernados, cada uno, por una nueva y especial providencia de Dios (Institución: I, XVI, 2). En evaluar tales actitudes es importante recordar que no existió evidencia contundente a favor de la nueva astronomía hasta la publicación de las observaciones telescópicas de Galileo en 1610. 184 El estudio de la cronología llegó a ser la ocupación principal del francés J. J. Scaliger. En 1579 produjo una edición crítica del Astronomicon de Manilius, astrónomo del siglo I dC. Los siete tomos de su De emendatione temporum aparecieron en 1583, y su Thesaurus temporum en 1606. De emendatione temporum originó como la edición de un texto hebreo, y se le añadieron seis ensayos, un índice analítico y muchas tablas de datos. 185 Basándose en Sincelo, Scaliger asignó fechas anteriores a la fecha bíblica de la creación a algunas dinastías egipcias, sin reconciliar los dos cálculos. I. De La Peyrère propuso una teoría de hombres pre-adámicos para resolver este problema. 186 A. T. Grafton provee amplios recursos para evaluar el trabajo cronológico de Scaliger. 187 El alemán Sethus Calvisius publicó un sistema cronológico basado en casi 300 eclipses en su Opus Chronologicum de 1603, y propuso una reforma del calendario que 183 J. Hunter, Calvin and Cosmology, marzo 2005, 25 ene. 2007, <http://www.boarsheadtavern.com/ archives/2005/03/04/00027403.html>. 184 I. B. Cohen, The Birth of a New Physics (1985). 185 A. T. Grafton, “Joseph Scaliger and Historical Chronology: The Rise and Fall of a Discipline”, History and Theory 14/ 2 (mayo 1975): 157-158, 160-162. 186 Grafton, Joseph Scaliger: 170-181. 63 no fue implementada. 188 J. Kepler, el astrónomo luterano que proveyó las primeras evidencias de apoyo para la teoría de Copérnico, publicó una investigación de la fecha del nacimiento de Jesús que demostró que nació en 5 aC. El estudio apareció en alemán en 1613, y en latín el siguiente año. 189 Denis Petau, teólogo jesuita, continuó las investigaciones de Scaliger y publicó De doctrina temporum en 1627, Tabulae chronologicae en 1628 y un resumen de sus conclusiones, Rationarium temporum, en 1633. 190 En Inglaterra J. Lightfoot publicó, entre 1642 y 1644, un nuevo cálculo de la fecha de la creación. 191 En 1650, J. Ussher publicó el primer tomo de su Annales veteris testamenti a prima mundi origine deducti. El segundo tomo apareció en 1654, y la traducción inglesa en 1658. Las fechas de la cronología de Ussher crearon un consenso para la cronología bíblica porque fueron incluidas en el margen de la versión autorizada de la Biblia durante los siglos XVIII y XIX. Una nueva traducción inglesa de Annales fue publicada en 2003. 192 Estudios de la cronología de Ussher incluyen los de L. Pierce y J. Barr. 193 187 A. T. Grafton, Historical Chronology, tomo 2 de Joseph Scaliger: A Study in the History of Classical Scholarship (1994); “Joseph Justus Scaliger”, Wikipedia, marzo 2007, 15 mar. 2007, <http:// en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Justus_Scaliger>. 188 “Sethus Calvisius”, Wikipedia, enero 2007, 15 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/Sethus _Calvisius>. 189 J. Kepler, De Vero Anno quo Aeternus Dei Filius Humanam Naturam in Utero Benedictae Virginis Mariae Assumpsit (1614); “Johannes Kepler”, Wikipedia, marzo 2007, 15 mar. 2007, <http://es. wikipedia.org/wiki/Johannes_Kepler>. 190 “Denis Petau”, Wikipedia, febrero 2007, 15 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/Denis_ Petau>. 191 C. H. Leighton, “John Lightfoot D.D.: Misquotes and Errors”, Grand Lodge of British Columbia and Yukon, abril 2001, 17 mar. 2007, <http://freemasonry.bcy.ca/texts/ussher/lightfoot.html>. 192 J. Ussher, The Annals of the World (2003). 193 L. Pierce, “The Forgotten Archbishop”, Creation 20 (2): 42–43; J. Barr, “Why the World was created in 4004 BC: Archbishop Ussher and Biblical Chronology”, Bulletin of the John Rylands University Library 67 (1985): 575–608; “Ussher Chronology”, Wikipedia, marzo 2007, 16 mar. 2007, <http://en.wiki pedia.org/wiki/Ussher-Lightfoot_Calendar>. 64 El sistema de Ussher sigue el patrón de Eusebio, pero, como Lutero, cuenta los años desde la creación, y pone cuatro milenios entre la creación y Cristo y prefirió el texto bíblico hebreo al texto griego. Ussher ubica la división del reino de Roboam en 975 aC, la caída de Samaria en 721 aC y la caída de Jerusalén en 588 aC. 194 La fecha para Roboam es más de cuatro décadas antes de la fecha aceptada hoy, pero las otras dos fechas son esencialmente las que se defienden hoy. 195 Ussher presupone que los datos bíblicos permiten calcular una cronología completa y continua desde Adán hasta el rey Joaquín rey de Judá. Un dato clave es la información que Joaquín fue liberado, en el año 37 de su exilio, por Evil-Merodac, rey de Babilonia, en su primer año (2 Reyes 25: 27). El Canon de reyes indica que Evil-Merodac sucedió a Nabucodonosor en 562 aC, y se establece una relación precisa entre la cronología bíblica y el Canon. 196 Otros estudios de la época que intentaron, sin éxito, resolver el problema de la integración de las cronologías regionales antiguas con la cronología bíblica incluyen los de P. Labbe, 197 W. Beveridge, 198 P. Pezron, 199 N. Fontaine 200 y H. Dodwell.201 Pezron usó un esquema de seis milenios entre la creación y el nacimiento de Cristo en vez del esquema usual de cuatro. 194 J. W. Robbins, “Ussher’s Timeline for the Divided Kingdom”, Trinity Review (abril 1999), 25 págs., 17 mar. 2007, <http://www.answersingenesis.org/home/area/magazines/tj/docs/divided.pdf>. 195 Thiele, Mysterious Numbers: 206. 196 Ibid., 216. 197 P. Labbe, Concordia sacræ et profanæ chronologiæ annorum 5691 ab orbe condito ad hunc Christi annum 1638 (1638); Regia Epitome Historiae Sacrae et Profanae (1651); A. J. Maas, “Felipe Labbe”, Catholic Encyclopedia 1910, 17 mar. 2007, <http://www.newadvent.org/cathen /08718b.htm>. 198 W. Beveridge, Institutionum chronologicarum libri duo (1669). 199 P. Pezron, L'Antiquité des tems rétablie et défendue contre les juifs y les nouveaux chronologistes (1687). 200 N. Fontaine, The History of the New Testament ... and ... an Historical Chronology of Such Matters as are Related in the Canonical Books of the Old and New Testament (1688). 201 H. Dodwell, A Discourse concerning Sanchoniathon's Phoenician History (1681); De veteribus graecoruna romanorumque cyclis (1701). 65 Sir J. Marsham, en 1672, para resolver el problema de fechas egipcias previas a la creación, propuso que no todas las dinastías egipcias gobernaron en secuencia, sino que algunas gobernaron simultáneamente sobre zonas distintas. 202 Mather apeló a la contemporaneidad de algunas dinastías chinas tempranas en apoyo de esta sugerencia. La cronología de los jueces que Mather adoptó de Marsham ubicó algunos de los períodos de opresión dentro de los períodos de gobierno de los jueces. 203 Whiston William Whiston, colega y sucesor de Sir Isaac Newton en la cátedra de matemática en la universidad de Cambridge, dedicó mucho tiempo y esfuerzo a los estudios históricos y, en su primer libro, usó la cronología bíblica como base para elaborar la historia de la tierra. 204 Otras obras incluyen un intento de armonizar la astronomía con la revelación bíblica, 205 una cronología del Antiguo Testamento, 206 un análisis de la cronología de Josefo 207 y seis tomos de anales desde la creación hasta Constantino. 208 Whiston pensaba que la tierra fue creada por Dios dentro de la cola de un cometa, que el diluvio fue causado por el cometa observado en 1680-81 y que el infierno se 202 Sir J. Marsham, Chronicus canon aegyptiacus, ebraicus, et graecus, (1672). C. Mather, “Samples: Volume I, 43r – 50v”, Biblia Americana (1693-1728), Georgia State University, 18 mar. 2007, <http://www.bibliaamericana.gsu.edu/>. 204 W. Whiston, A New Theory of the Earth, From its Original, to the Consummation of all Things. Wherein the Creation of the World in Six Days, the Universal Deluge, And the General Conflagration, As laid down in the Holy Scriptures, Are Shewn to be perfectly Agreeable to Reason and Philosophy (1696). 205 W. Whiston, Astronomical Principles of Religion, Natural and Reveal’d (1717). 206 W. Whiston, A Short View of the Chronology of the Old Testament, and of the Harmony of the Four Evangelists (1702). 207 W. Whiston, “Dissertation V”, LaSor, Complete Works: 678-708. 208 W. Whiston, Sacred History of the Old and New Testament, from the Creation of the World till the Days of Constantine the Great, reduced into Annals (1745). 203 66 ubicaba en la superficie de un cometa. 209 Otros estudios indican que rechazó la cronología de Newton cuando apareció y que su cronología del Antiguo Testamento cruzó el océano y fue utilizada por Mather. 210 Whiston acomodó sus cálculos de cronología bíblica a los períodos largos mencionados en el texto, los 430 años entre Jacob y el éxodo (Éx. 12: 40-41), los 480 años entre el éxodo y el templo (I R. 6:1) y los 390 años de Ezequiel (Ez. 4:4-5) que Whiston interpretó como el intervalo entre la construcción del templo y el cautiverio. Combinó la cronología bíblica con el Canon de reyes de Ptolomeo para formar un esquema cronológico general. En el trasfondo está la visión heliocéntrica del universo que considera la tierra, la luna, el sol, los planetas, los cometas y las estrellas como partes de un solo sistema de cuerpos materiales que interactúan mutuamente. Newton Sir Isaac Newton se dedicó al desarrollo de su sistema cronológico durante décadas, con la misma energía y persistencia que invirtió en sus demás estudios. Sus conclusiones principales fueron formuladas antes de 1702. 211 En 1716 presentó a la reina Carolina un resumen de su cronología del cual se hicieron algunas copias. 212 En 1725 Newton escribió una respuesta a críticos de su Short Chronology que fue publicado sin su 209 R. Jakapi, “William Whiston, The Universal Deluge, and a Terrible Spectacle”, Folklore 31 (diciembre 2005): 7-14, 23 may. 2008, <http:// folklore.ee/folklore/vol31/jakapi.pdf>. 210 H. Von Reventlow, “Computing Times, Ages and the Millennium - An Astronomer Defends the Bible: William Whiston (1667-1752) and Biblical Chronology”, The Bible in Human Society: Essays in Honour of John Rogerson (1995): 411-421; J. E. Force, William Whiston: Honest Newtonian (1985); M. Farrell, William Whiston (1981); “William Whiston”, Wikipedia, febrero 2007, 19 mar. 2007, <http://en.wikipedia.org/wiki/William_Whiston>; Mather, Samples: I, 43r – 50v. 211 Sir I. Newton, “The Original of Monarchies”, 1701-1702, The Newton Project Database, 2005, 21 mar. 2007, <http://www.newtonproject.sussex.ac.uk/texts/viewtext.php?id=THEM00040&mode=nor malized>. 67 autorización en París. 213 La cronología completa fue publicada en 1728 después de su muerte. 214 El texto está disponible en línea. 215 La contribución distintiva de Newton al estudio de la cronología antigua fue la creación de un método para reducir las fechas de la cronología griega temprana basadas en tradiciones genealógicas. 216 Newton creía que todas las naciones antiguas menos Israel exageraron su antigüedad, y que las tradiciones griegas estaban llenas de ficciones poéticas. 217 F. E. Manuel describe su método como un conjunto de tres investigaciones llevadas durante décadas: la crítica de los cronólogos griegos, las pruebas astronómicas y la síntesis de datos de documentos antiguos, con preferencia para datos bíblicos. 218 El fenómeno astronómico llamado la precesión de los equinoccios es central para los cálculos. Al observar el cielo nocturno sistemáticamente se perciben dos rotaciones: una rotación diurna y una rotación, o precesión, sumamente lenta. Newton usó la precesión lenta para calcular intervalos largos entre eventos históricos. Los astrónomos Eudoxo, Hiparco, y Arato, cuyas fechas se fijaron por medio del Canon de reyes, registraron la posición de las estrellas. Newton comparó sus registros con la posición de las estrellas que él mismo observó y calculó la velocidad de la precesión lenta. De evidencias literarias dedujo la posición de las estrellas en el tiempo de la expedición de 212 Sir I. Newton, “An Abstract of Cronology by Sir Isaac Newton”, s. f., The Newton Project Database, 2005, 19 mar. 2007, <http://www.newtonproject.ic.ac.uk/prism.php?id=75>. 213 Sir I. Newton, “Newton's 1725 defence of his Short Chronology”, Classified Papers, Vol. XVI, item 14, 2005, 19 mar. 2007, <http://www.newtonproject. ic.ac.uk/prism.php?id=75>. 214 Sir I. Newton, The Chronology of Ancient Kingdoms Amended (1728). 215 Sir I. Newton, The Project Gutenberg EBook of The Chronology of Ancient Kingdoms Amended, EBook 15784, mayo 2005, 25 ene. 2007, <http://www.gutenberg.org/catalog/>. 216 F. E. Manuel, Isaac Newton: Historian (1963): 102. 217 Newton, “Introduction” Short Chronicle. 218 Manuel, Newton: Historian: 48-49. 68 los argonautas y le asignó fecha bajo la suposición que la precesión es de velocidad constante. 219 Con datos claros como punto de partir los cálculos astronómicos proceden, aparentemente, sin problemas. Sin embargo, hay dificultades mayores con la deducción de la posición de las estrellas en el tiempo de los argonautas ya que las tradiciones griegas pertinentes son fragmentarias, contradictorias y casi nunca mencionan las posiciones de las estrellas. Las conclusiones de Newton dependieron de muchas suposiciones y deducciones cuestionables. Calculó que la expedición de los argonautas ocurrió alrededor de 937 aC. 220 Conformó su esquema cronológico a Herodoto, y pensó que sus cálculos tuvieron un error máximo de hasta 20 años. 221 L. C. Stecchini señala que Newton presuponía la veracidad de la Biblia, el mantenimiento estable del orden cósmico por la providencia divina y la importancia de las profecías bíblicas. Observa que las fechas bíblicas de Newton estaban de acuerdo con las fechas establecidas por cronólogos anteriores y que uno de sus propósitos fue refutar la idea novedosa de Whiston que el acercamiento de cometas a la tierra había causado los catástrofes recordados en diversas tradiciones históricas. 222 Newton estableció una conexión entre las historias de Grecia, Israel y Egipto con la identificación del Sesostris de Herodoto con Sisac (1 Reyes, 14: 25-28). Calculó que Sisac invadió Judá en 974 aC, casi medio siglo antes de la fecha aceptada hoy. Ubicó a Sesostris una generación antes de la expedición de los argonautas en 937 aC, y lo 219 Ibid., 65-66. Ibid., 67-82; Newton, Chronology. La discusión de los argonautas está en el primer capítulo. 221 Newton, “Introducción”, Short Chronicle: párrafo final. 222 L. C. Stecchini, “The Inconstant Heavens: Newton”, A. De Grazia ed., The Velikovsky Affair (1966): 86-101, 21 mar. 2007, <http://www.interpres.cz/worag/cosmol/inheav/index.htm>. 220 69 identificó con Sisac porque ambos fueron reyes de Egipto, hicieron las mismas campañas y tuvieron nombres similares. Con Marsham, Newton siguió a Josefo en asignar el nombre de Sesac al rey que Herodoto llama Sesostris (Arqueologia: VIII, X, 2). 223 Newton observó que la época de construir ciudades amuralladas en Palestina comenzó un poco antes de Josué. Creía que los reyes hicsos fueron cananeos que invadieron y gobernaron el norte de Egipto después de ser expulsados de Canaán por Josué. Creía que se aliaron con los filisteos para atacar a Israel en los días de Elí, Samuel y Saúl, y que el rey que los expulsó unificó Egipto por primera vez. Desarrolló tres estrategias que representan una contribución original a los estudios cronológicos. La primera es el estudio de las genealogías griegas con un período generacional realista de 18-20 años. La segunda es el cálculo de fechas griegas tempranas con argumentos astronómicos combinadas con la cronología bíblica y el Canon de reyes. La tercera es la exposición de las implicaciones de identificar Sesostris con Sisac. Hasta Newton, la base astronómica del sistema de referencia cronológica comenzó en 747 aC, el inicio del Canon de reyes. Newton la extendió por dos siglos hasta 937 aC, el viaje de los argonautas. Abandonó las dinastías manetónicas porque pensaba que Manetón había inflado artificialmente su cronología. Dio preferencia a la información de Herodoto porque le parecía más antigua, menos adulterada y más confiable. El estudio cronológico después de Newton La lista de obras cronológicas estimuladas directamente por los estudios de Newton es larga e incluye obras de Souciet, 224 Fréret, 225 Bedford, 226 Reid, 227 Squire,228 223 Las opiniones de Newton presentadas en este y los siguientes párrafos son de la Chronology of the Ancient Kingdoms Amended (1728). La edición electrónica usada presenta el texto como una sola 70 Celsius, 229 Sykes, 230 Steuart, 231 Musgrave 232 y un defensor anónimo. 233 Durante el siglo después de la muerte de Newton aparecieron varios estudios cronológicos hechos a base de la LXX, incluyendo los de Brett, 234 Des Vignolles 235 y Jackson. 236 Se publicaron muchas obras cronológicas en Francia y Gran Bretaña y, hacia el final del período, en América y Alemania. Se tradujeron obras francesas a inglés, y obras inglesas a francés. La cronología elaborada por los Benedictinos de St. Maur, en su tercera edición de 1818-1831, tuvo 38 tomos. 237 La multiplicación de datos y tablas cronológicas estaba de moda como en la obra de Blair con sus 56 tablas de fechas. 238 J. Priestley, el científico y teólogo que descubrió el oxígeno, inventó la línea de tiempo. Publicó su Chart of Biography en 1765 y su New Chart of History en 1769. Fue el primer adelanto significativo en la representación gráfica del tiempo desde el invento de la tabla comparada por Eusebio. Muchos autores, incluyendo Playfair, adoptaron y difundieron la nueva técnica. 239 página lo que no permite ubicar las referencias a cada afirmación con número de página. 224 É. Souciet, Recueil des dissertations... contre la chronologie de M. Newton... (1726). 225 N. Fréret, Sir Isaac Newton's Chronology…Some Observations…from…Nicolas Fréret (1728); Défense de la chronologie…contre le système chronologique de M. Newton (1758). 226 A. Bedford, Animadversions upon Sir Isaac Newton's book (1728). 227 A. Reid, An Abstract of Sir Isaac Newton's Chronology of Ancient Kingdoms (1732). 228 S. Squire, “A Defense of the Ancient Greek Chronology”, Two Essays (1741). 229 A. Celsius, Character chronologicus newtonianus (Tesis, Upsaliae: 1743). 230 A. A. Sykes, An Examination of ... Sir Isaac Newton's Chronology (1744). 231 Sir J. Steuart, Apologie du sentiment de Monsieur le chevalier Newton (1757). 232 S. Musgrave, “An Examination of Sir Isaac Newton's Objections to the Chronology of the Olympiads”, Two Dissertations (1782). 233 Essays on Chronology: Being a Vindication of the System of Sir I. Newton (1827). 234 T. Brett, A General History...Wherein the Sacred and Profane History is Connected, the Septuagint and Hebrew Chronology (1732). 235 A. Des Vignolles, Chronologie de l'histoire sainte (1738). 236 J. Jackson, Chronological Antiquities (1752). 237 W. L. R. Cates, “Chronology”, Encyclopaedia Britannica, 1911. 30 ene. 2007, <http://www. 1911encyclopedia.org/Chronology>. 238 J. Blair, The Chronology and History of the World (1768). 239 D. Rosenberg, “Joseph Priestley and the Graphic Representation of Modern Time”, Studies in Eighteenth Century Culture 36/1 (2007): 55-103, 2007, 22 may. 2007, <http://muse.jhu.edu/demo/ 71 El sistema de referencia cronológica en el siglo XIX Durante el siglo XIX los europeos comenzaron a explorar los restos de las civilizaciones del antiguo Oriente en forma sistemática. La piedra de Rosetta llegó a Londres en 1802 y su inscripción condujo, dos décadas después, al desciframiento de la escritura jeroglífica por J. F. Champollion. 240 En las siguientes secciones se bosqueja el impacto de nuevos descubrimientos en los estudios cronológicos, se enfocan las propuestas cronológicas que emergieron y se documenta la relegación de la cronología bíblica a un rol subordinado entre los sistemas cronológicos de referencia. Nuevos conceptos y descubrimientos H. Wendt describe las nuevas perspectivas sobre el pasado que emergieron de las ciencias de geología, paleontología y biología. 241 En 1695 J. Woodward sugirió que el diluvio de Génesis dio forma a la topografía de la tierra y creó las condiciones que originaron los fósiles. 242 Durante el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX se desarrollaron teorías catastróficas de la historia de la tierra hasta que las teorías evolucionistas las desplazaron. 243 En 1750 el Conde de Buffon publicó su cálculo que la tierra existió durante 75,000 años, y que la vida pudo haber existido durante 40,000 años. 244 Un siglo después, en studies_in_eighteenth_century_culture/v036/36.1rosenberg.html>; James Playfair, A System of Chronology (1784). 240 W. V. Davies, “Decipherment”, Reading the Past: Egyptian Hieroglyphics (1987): 48-50. 241 H. Wendt, Before the Deluge (1970). 242 Ibid., 39-41. 243 Ibid., 145-146. 244 Ibid., 80. 72 1862, William Thomson publicó su cálculo que la tierra tenía entre 20 y 400 millones de años. 245 Principles of Geology de C. Lyell apareció, en tres tomos, entre 1830 y 1833. Lyell argumentó que la creencia en la creación y el diluvio, con la confianza en la cronología bíblica, fueron los obstáculos más grandes en el camino de la ciencia geológica. En las últimas ediciones Lyell promovía las ideas evolucionistas de C. Darwin, quien las aplicó a la raza humana en The Descent of Man en 1871. 246 Las nuevas ciencias abandonaron la cronología bíblica como referencia fundamental, y los argumentos científicos en cuanto a la historia de la tierra, los fósiles, los estratos de roca, las especies animales y la raza humana requerían mucho más tiempo que los cálculos de los cronólogos bíblicos contemplaron. Hubo un nuevo interés en la exploración y la geografía del antiguo Oriente, y el estudio de W. Hales, de 1813, menciona 15 libros de exploración del siglo XVIII y un número similar de historias de la antigüedad en inglés y francés. 247 El desciframiento de la escritura jeroglífica fue demostrado por Champollion en 1824, y confirmado fuera de dudas en 1866. 248 El desciframiento de las escrituras cuneiformes comenzó con G. Grotefend en 1802, y fue confirmado por H. C. Rawlinson 245 “Age of the Earth: Early Calculations”, Wikipedia, abril 2007, 16 abr. 2007, <http://en.wikipedia. org/wiki/Age_of_the_Earth#Early_calculations>. 246 Wendt, Before the Deluge: 147-149. 247 W. Hales, A New Analysis of Chronology and Geography, History and Prophecy (1813): II, xii; IV, 401. 248 Davies, “Decipherment”: 47-56; C. H. Gordon, Forgotten Scripts: The Story of Their Decipherment (1971): 47-48. 73 en 1851. 249 Estos avances permitieron la lectura de inscripciones y documentos no comprendidas desde la antigüedad y abrieron nuevos campos de investigación. Para mediados del siglo XIX hubo un flujo constante de objetos excavados hacia los museos occidentales, y se incluían las novedades en los estudios cronológicos. El libro de G. H. Wathen de 1843 250 fue uno de los primeros de un género nuevo de libros que integraban los hallazgos nuevos con la cronología. Durante la segunda mitad del siglo XIX, y las primeras décadas del siglo XX, se publicaron varios estudios que impactaron el sistema de referencia cronológica, incluyendo los de R. S. Poole, 251 F. J. B. Hooper, 252 R. Lepsius, 253 J. Oppert, 254 G. Seyffarth, 255 H. Brugsch, 256 E. Meyer 257 y E. Forrer. 258 S. Neill describe el impacto de la ilustración alemana en el pensamiento inglés durante la primera mitad del siglo XIX. La historia de Roma de G. B. Niebuhr fue traducida a inglés en 1828-1832. Niebuhr demostró que las tradiciones de los primeros 249 C. B. F. Walker, “Decipherment”, Reading the Past: Cuneiform (1987): 48-52; Seton Lloyd, Foundations in the Dust: The Story of Mesopotamian Exploration (1980): 74-77. 250 G. H. Wathen, Arts, Antiquities, and Chronology of Ancient Egypt: From Observations in 1839 (1843). 251 R. S. Poole, Horae aegyptacae: The Chronology of Ancient Egypt; Discovered from Astronomical and Hieroglyphic Records upon Its Monuments; Including Many Dates Found in Coeval Inscriptions from the Period of the Great Pyramid to the Times of the Persians and Illustrations of the History of the First Nineteen Dynasties, Shewing the Order of their Succession, from the Monuments (1851). 252 F. J. B. Hooper, Palmoni: An Essay on the Chronographical and Numerical Systems in Use Among the Ancient Jews; to Which is Added an Appendix, Containing an Examination of the Assyrian, Egyptian, and Other Ancient Chronographies, etc. (1851). 253 R. Lepsius, Letters from Egypt, Ethiopia, and the Peninsula of Sinai with Extracts from his Chronology of the Egyptians, with Reference to the Exodus of the Israelites (1853); In Königsbuch der Alten Ägypter (1858). 254 J. Oppert, Chronologie des assyriens et des babyloniens (1856). 255 G. Seyffarth, Summary of Recent Discoveries in Biblical Chronology, Universal History, and Biblical Archaeology (1857). 256 H. Brugsch, Materiaux pour servir a la reconstruction du calendrierdes anciens Egyptiens (1864); A History of Egypt under the Pharaohs Derived Entirely from the Monuments (1881). 257 E. Meyer, Ägyptische Chronologie (1904). Una traducción francesa apareció en 1912. 258 E. Forrer, Zur Chronologie der Neuassyrischen Zeit (1916). 74 siete reyes de Roma fueron mitos y leyendas, y su método crítico pronto fue aplicado a las narraciones bíblicas. 259 Se debatieron teorías que describieron los supuestos documentos fuente detrás del Pentateuco. Se consideraba que la estructura cronológica y las genealogías del Pentateuco pertenecían al material más antiguo hasta que H. K. Graf, en 1865, propuso asignar ambas al documento más reciente. 260 El análisis de Graf fue adoptado y elaborado por J. Wellhausen entre 1877 y 1882. 261 Wellhausen ubicó el origen de la estructura cronológica del Pentateuco en el siglo V aC. 262 Datos cronológicos de origen tan tardío no podrían seguir teniendo un rol fundamental en las cronologías de las naciones antiguas. W. L. R. Cates, en la Encyclopedia Britannica, en 1911, dice que hacía 70 años fue generalmente aceptada que el mundo fue creado en 4004 aC, pero que ahora se pensaba que el mundo tenía millones de años de existencia y que el hombre había existido por muchísimo más tiempo que los cálculos tradicionales indicaban. Según Cates ningún historiador serio que trabajaba con pautas científicas modernas podría cometer el error de suponer que las genealogías de Génesis sirven de base para una cronología adecuada de la historia del mundo. 263 Las nuevas actitudes se convirtieron pronto en una nueva 259 S. Neill, T. Wright, “Challenge to Orthodoxy”, The Interpretation of the New Testament 18611986 (1988): 1-34. 260 H. K. Graf, Die geschichtlichen Bücher des AT: Zwei historisch-kritische Untersuchungen (1866). 261 J. Wellhausen, “Die Composition des Hexateuchs und der Historischen Bücher des Alten Testaments”, en Jahrbuch für Deutsche Theologie. (1876-77); Geschichte Israels (1878); Prolegomena zur Geschichte Israels (1882). Una traducción inglesa de Prolegomena apareció en 1885. 262 R. K. Harrison, Introduction to the Old Testament (1969): 16-24. 263 Cates, “Chronology”: 307. 75 tradición. En la misma enciclopedia, en 1942, el artículo sobre cronología de H. R. Hall dependía de obras escritas en 1900, 1904 y 1910. 264 La rehabilitación del esquema dinástico En 1824 Champollion intentó ordenar los fragmentos de la lista de reyes del papiro de Torino, y dos años después Seyffarth mejoró sus resultados. La lista provee información de reyes de d.I-VI y XII, y su lectura dirigió la atención al esquema dinástico. Champollion luego leyó ocho nombres de las listas dinásticas en las inscripciones. 265 En 1830 Hales reconstruyó la cronología egipcia a base de Herodoto, Sincelo y un esquema propio de nueve dinastías. 266 Poole, en 1851, rechazó el esquema de Herodoto porque ubicó los reyes que construyeron las pirámides en un período tardío. Poole los ubicó cerca del inicio de la historia egipcia, y organizó su obra con el esquema dinástico derivado de Manetón. 267 Las decisiones señalaron el camino para discusiones subsiguientes, y el esquema dinástico se convirtió en el marco de referencia fundamental. Sisac y Shoshenq En 1828 Champollion hizo su primera y única visita a Egipto, y copió muchas inscripciones, incluyendo la de la lista de ciudades de Palestina de Shoshenq I, primer rey de d.XXII, según Africano, Eusebio y Sincelo. Champollion concluyó que la inscripción se refería a la invasión de Judá por Sisac en el tiempo de Roboam (1 Reyes 14:25-26), y 264 H. R. Hall, “Chronology”, Encyclopedia Britannica (1942). Hall cita obras de E. Meyer de 1904 y 1907, y una obra de Niklin de 1900. 265 Gardiner, Egypt: 47-48. 266 Hales, “Egyptian Chronology”, New Analysis (1830) 400-455. 267 Poole, Horae Aegyptacae; Gardiner, Egypt: 48. 76 se asignó la fecha de Roboam, calculada por los cronólogos bíblicos, a Shoshenq, cuya fecha hasta entonces fue desconocida. 268 La identidad de Sisac fue discutida desde la antigüedad. Josefo dijo que los hechos atribuidos por Herodoto a Sesostris fueron los hechos de Sisac, pero que Sisac no fue Sesostris (Arqueologia: VIII, X, 2-3). Basándose en Manetón, Eusebio calculó que Sisac fue contemporáneo con Smendes, primer rey de d.XXI. Según Africano y Eusebio, Sesostris, de d.XII, vivió siglos antes que Sisac. 269 Newton redujo las fechas egipcias tempranas y, siguiendo a Marsham, concluyó que Sisac sí fue Sesostris. 270 Champollion rechazó la cronología de Newton, demostró que Sisac fue Shoshenq y creó un nuevo sincronismo entre d.XXII y la cronología bíblica. La teoría del ciclo de Sothis Poole dedicó muchas páginas a la discusión de ciclos de larga duración llamados el ciclo de Sothis y el ciclo del fénix. Durante las siguientes décadas el ciclo de Sothis asumió un rol importante en las discusiones de la cronología egipcia. 271 El ciclo es el tiempo requerido para que determinado día del calendario egipcio de 365 días vuelva a coincidir con su fecha inicial en el año solar de 365.25 días. Dura alrededor de 1,460 años ya que la diferencia entre un calendario de 365 días y el año solar es, aproximadamente, un día en cuatro años. Poole opinaba que las referencias a una nueva era en documentos del tiempo de Seti I, de d.XIX, señalaron el inicio de un ciclo Sothis, y lo conectó con 268 D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128. Waddell, Manetho: 67-73, 149, 161; Pearse, Jerome: Chronicle: 120-121. 270 Newton, Chronology: capítulo 1. 271 Poole, Horae Aegypticae: I. 269 77 referencias a la “era de Menophres” y el “gran año” de Teón de Alejandría en el siglo IV dC. 272 Lepsius, en 1858, sugirió usar las referencias al “levantamiento de Sothis” en textos egipcios para calcular fechas a base de los siclos Sothis. 273 En 1866 se descubrió la inscripción de Canopus de 237 aC que describe un intento de eliminar la discrepancia entre el calendario oficial y el año solar. 274 Meyer publicó su exposición definitiva de la teoría del ciclo de Sothis en 1904. 275 Combinó la idea del ciclo, el esquema dinástico y la propuesta de cuatro fechas ancla en un sistema comprensivo de cronología para Egipto antiguo. 276 Las fechas ancla fueron calculadas a base de información de Teón, siglo IV dC, Censorino, siglo II dC, y documentos de d.XVIII y d.XII. 277 La teoría siempre fue controversial, fue respaldada por algunos egiptólogos prominentes y rechazada por otros. 278 Sin embargo, con el tiempo se estableció como la base de la cronología egipcia antigua, y las fechas ancla de Meyer siguen vigentes, con ligeras modificaciones. Los epónimos asirios La lectura de la Lista de epónimos por H. C. Rawlinson y G. Smith abrió el camino para nuevos estudios de la cronología asiria. 279 Smith publicó la lista a base de las siete copias parciales disponibles en 1875. 280 Cada año los asirios nombraron un funcionario, 272 D. Mackey, Sothic Dating Examined: The Sothic Star Theory of the Egyptian Calendar, A Critical Evaluation (1995). 273 Ibid. 274 S. Birch, “Canopus Decree”, 1876, 14 abr. 2007, <http://nefertiti.iwebland.com/texts/canopus_ decree.htm>. 275 Meyer, Chronologie. 276 Ibid.; Mackey, Sothic Dating. 277 Gardiner, Egypt: 64-66. 278 Mackey, Sothic Dating. 279 Thiele, Mysterious Numbers: 41. 280 G. Smith, The Assyrian Eponym Canon (1875). 78 el limmu, o epónimo, cuyo nombre fue añadido a la lista oficial de epónimos. Lo que se podría llamar la línea de fecha de los documentos oficiales tenía el nombre del epónimo, y los documentos de años distintos tenían el nombre del epónimo apropiado allí. La Lista de epónimos sirve para ordenar en el tiempo los documentos que incluyen un epónimo. Algunas copias de la lista proveen también el título o puesto del funcionario y una referencia a algún evento, y el rey fue epónimo durante su segundo año. 281 En el eponimato de Bur-Sagale ocurrió un eclipse del sol cuya fecha se ha calculado como 15 de junio de 763 aC y el dato permitió asignar fechas a toda la lista, de 891 a 648 aC. 282 Algunos documentos asirios tienen el epónimo con el año de un rey del Canon de reyes. Tales documentos permiten coordinar la Lista de epónimos con el canon, y confirman que el eclipse Bur-Sagale ocurrió en 763 aC. 283 Esta correlación permite extender la columna vertebral del sistema de referencia cronológica al período anterior al inicio del canon en 747 aC, hasta 891 aC. Posteriormente la cronología fue extendida mucho más todavía con la ayuda de las listas de los reyes de Asiria, Babilonia y Sumer. El sistema de referencia cronológica vigente Al inicio del siglo XX la exploración del antiguo Oriente había acumulado muchos datos nuevos que se ordenaron con las teorías y esquemas cronológicos ya mencionados. La cronología de referencia para la antigüedad en períodos anteriores había tenido dos elementos principales, el Canon de reyes, que reemplazó el esquema de las olimpiadas, y la cronología bíblica. En el siglo XX la columna vertebral de la cronología de referencia 281 Thiele, Mysterious Numbers: 41, 49, 209-215. Ibid., 41-42. 283 Ibid., 45. 282 79 siguió siendo el Canon de reyes, acompañado por el complejo de datos, actitudes y teorías ya descrito, pero la cronología bíblica había sido descartada. En las siguientes secciones se presentan las bases vigentes de este sistema. Las bases del sistema Se han hecho muchos estudios de los conceptos de tiempo y su medición en la antigüedad que contribuyen a la comprensión de documentos cronológicos antiguos. Estudios de los calendarios antiguos incluyen los J. C. VanderKam, 284 R. T. Beckwith, 285 M. E. Cohen 286 y S. Powels-Niami. 287 El resumen de Bickerman es referencia estándar para el estudio de los calendarios antiguos. 288 Otros estudios pertinentes de los conceptos de tiempo incluyen los de N. Wyatt, 289 G. J. Whitrow, 290 H. A. GroenewegenFrankfort, 291 D. J. Wilcox, 292 L. Lundmark 293 y D. E. Greenway. 294 Obras antiguas 284 J. C.VanderKam, Calendars in the Dead Sea Scrolls: Measuring Time (1998). R. T. Beckwith, Calendar & Chronology, Jewish and Christian: Biblical, Intertestamental & Patristic Studies (1996). 286 M. E. Cohen, The Cultic Calendars of the Ancient Near East (1993). 287 S. Powels-Niami, “The Samaritan Calendar and the Roots of Samaritan Chronology”, The Samaritans (1989): 691-742. 288 Bickerman, Chronology: 13-61. 289 N. Wyatt, Space and Time in the Religious Life of the Near East (2001). 290 G. J. Whitrow, Time in History: Views of Time from Prehistory to the Present Day (1989). 291 H. A. Groenewegen-Frankfort, Arrest and Movement: Space and Time in the Representational Art of the Ancient Near East (1987). 292 D. J. Wilcox, The Measure of Times Past: Pre-Newtonian Chronologies and the Rhetoric of Relative Time (1987). 293 L. Lundmark, “The Historian’s Time”, Time & Society 2/1 (1993): 61-74. 294 D. E. Greenway, “Dates in History: Chronology and Memory”, Historical Research 72/178 (junio 1999): 127-139. 285 80 pertinentes incluyen las de O. Neugebauer, 295 Sir E. J. Forsdyke 296 y M. P. Nilsson. 297 Recursos en línea incluyen la historia del tiempo de J. O'Connor y E. F. Robertson. 298 En su estudio de la literatura sobreviviente de Egipto antiguo A. Gardiner expone breve y claramente las bases de los consensos cronológicos para Egipto antiguo y describe los documentos fundamentales. Los documentos incluyen las listas de reyes de Manetón, la lista de reyes de Torino, las listas de reyes de Abidos y Sakkara, la piedra de Palermo, la genealogía de los sacerdotes de Ménfis, el decreto de Canopus y los documentos que proveen las fechas Sothis. 299 Gardiner describe estos documentos y añade una descripción de las teorías usadas para construir la cronología, un ensayo sobre aspectos técnicos y una tabla extensa que resume los datos cronológicos, dinastía por dinastía. 300 Gardiner dice que la primera tarea de los sucesores de Champollion fue aclarar el orden de los reyes antiguos de Egipto, y que sus labores pronto condujeron a la rehabilitación parcial de la reputación de Manetón, cuya obra sobrevive solamente en “resúmenes confusos”. 301 Observa que los egiptólogos no pueden liberarse del esquema dinástico, y predijo que seguiría siendo el marco de las exposiciones de la historia de Egipto antiguo. 302 La predicción sigue en pie. 295 O. Neugebauer, The Exact Sciences in Antiquity (1957). Sir E. J. Forsdyke, Greece before Homer: Ancient Chronology and Mythology (1956). 297 M. P. Nilsson, Primitive Time-Reckoning: A Study in the Origins and First Development of the Art of Counting Time Among the Primitive and Early Culture Peoples (1920). 298 J. O'Connor y E. F. Robertson, “A History of Time: Classical Time”, The MacTutor History of Mathematics Archive, agosto 2002, 21 feb. 2007, <http://www-history.mcs.st-andrews.ac.uk/history/Hist Topics/Time_1.html#s63>. 299 Gardiner, Egypt: 46-69. 300 Gardiner, “Regnal Years and Methods of Dating”, “The Kings of Egypt from Manetho, the KingLists, and the Monuments”, Egypt: 69-71 y 429-453. 301 Ibid., 46. 302 Ibid., viii. 296 81 Gardiner advierte de las limitaciones serias que existen para conocer la historia antigua de Egipto. No se sabe cómo se pronunciaban los nombres de los reyes, salvo en casos excepcionales sumamente raros, el marco dinástico tiene muchos vacíos y atribuciones dudosas, el 90% de nuestra información es de tumbas y las inscripciones históricas disponibles son, mayormente, cortas y sumamente escasas. Gardiner dice que han sobrevivido remanentes minúsculos de lo producido por los egipcios antiguos, y que la historia de Egipto es una colección de fragmentos de trapos viejos. 303 Gardiner califica el tema de la cronología como “difícil”. 304 Lamenta la ausencia de ejemplares completas de fuentes cronológicas fundamentales, como la piedra de Palermo y el papiro de Torino. 305 Promueve la teoría de Meyer del ciclo de Sothis sin mayor modificación, y explica cómo se calculan las fechas ancla de la teoría: Tutmosis III de d.XVIII reinaba en 1469 aC, el año 9 de Aménofis I de d.XVIII fue 1536 aC y el año 7 de Senwosre III de d.XII fue 1877 o 1872 aC. Señala el año 1872 aC como la fecha más temprana relativamente fija para la historia egipcia, y la describe como el único punto firme de anclaje de la cronología egipcia temprana. 306 Para Gardiner la cronología egipcia antigua depende del esquema dinástico y la teoría de Sothis. Gardiner suscribe a la identificación de Shoshenq con Sisac, y propone fecha para la invasión de Judá de alrededor de 930 aC. Advierte que los contenidos de la inscripción de Shoshenq no encajan bien con los datos del relato bíblico de Sisac. 307 La exposición de Gardiner de los documentos y teorías fundamentales de la cronología egipcia es clara, 303 Ibid., 53. Ibid., 61. 305 Gardiner, Egypt: 64. 306 Ibid., 64-66, 148. 307 Ibid., 329-330. 304 82 y sigue vigente. Estudios complementarios incluyen los de K. A. Kitchen, 308 D. Redford 309 y T. Wilkinson. 310 La cronología de Asiria se elabora a base de la Lista de epónimos y la Lista de reyes de Asiria. La lista de reyes se conoce en tres variantes, traducidos por A. Poebel y I. J. Gelb. 311 La lista de reyes consiste de nombres, con algunos detalles más. En su segunda parte los nombres están acompañados por un total de años reinados. Los últimos reinados cubren el período de la Lista de epónimos, lo que permite asignar fechas a los últimos reyes de la lista y, según J. A. Brinkman, permite extender la cronología con confianza hasta 1430 aC. 312 Los documentos fundamentales para la historia de Asiria son descritos por A. L. Oppenheim. 313 Incluyen la Lista de epónimos, la lista de reyes, las inscripciones reales y la historia sincrónica, documento que relaciona reyes de Asiria y Babilonia. Traducciones recientes de la Lista de reyes de Asiria están disponibles. 314 La Lista de epónimos está disponible en la obra de Thiele. 315 La cronología de Babilonia puede relacionarse con la Lista de reyes de Asiria a través de listas de reyes de Babilonia y la Lista de reyes de Sumer. Combinando toda la información disponible, J. A. Brinkman provee fechas, que se consideran seguras, para 308 K. A. Kitchen, The Third Intermediate Period in Egypt: 1100-650 BC (1995). D. B. Redford, Pharaonic King-Lists, Annals and Day-Books (1986). 310 T. A. H. Wilkinson, State Formation in Egypt: Chronology and Society (1996). 311 Thiele, Mysterious Numbers: 42. 312 J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical Period”, en A. L. Oppenheim Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977): 335-348. 313 Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 144-153, 163-170. 314 J. B. Pritchard ed., tomo 2, The Ancient Near East: A New Anthology of Texts and Pictures (1975): 113-118; W. W. Hallo, K. L. Younger Jr., eds., The Context of Scripture, (1997-2002). J. J. Glassner, Assyrian King List, en J. Lendering, Livius, <http://www.livius.org/k/kinglist/ assyrian.html>, marzo 2006, 31 dic. 2007. 315 Thiele, “Appendix F: The Assyrian Eponym List”, Mysterious Numbers: 209-215. 309 83 los reyes de Mesopotamia a partir de Sargón, primer rey de la dinastía de Acad, cuyo reinado inició en 2334 aC. 316 Oppenheim describe los documentos fundamentales de la historia de Babilonia con amplias referencias bibliográficas. Incluyen listas de reyes, listas de fechas en la forma de “nombres de año”, inscripciones de los reyes, crónicas anuales de 747-264 aC, colecciones de augurios del siglo VII aC, diarios astronómicos de 652-47 aC y las observaciones de Venus hechas durante la primera dinastía de Babilonia. 317 Los diarios astronómicos son descritos por F. R. Stephenson y C. B. F. Walker. 318 La documentación para el período del Canon de reyes, a partir de 747 aC, es abundante, pero antes es escasa excepto por períodos cortos aislados. Para estos períodos la cronología es mucho más precaria. Las tablas de Brinkman 319 y Oates 320 proveen buenos resúmenes de los datos básicos para la cronología de Mesopotamia antigua. Estudios recientes de documentos cronológicos de Mesopotamia antigua incluyen los de Wu Yuhong, 321 y Tom Boiy. 322 El sistema vigente El libro de Bickerman es referencia estándar para la cronología del período entre el siglo VIII aC y el siglo V dC. Provee un análisis claro y una discusión extendida de los 316 Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 335. Ibid., 143-153, 354-367, 394-395. 318 F. R. Stephenson, C. B. F. Walker eds., Halley’s Comet in History (1985): 12-40, 64. 319 Brinkman, “Mesopotamian Chronology”, Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 335-348. 320 J. Oates, “Mesopotamian Chronology”, Babylon, (1986 ): 199-202. 321 W. Yuhong, “How Did They Change from Masda Years to Akiti Years from Sulgi 45 to Sulgi 48 in Puzris-Dagan?”, Journal of Ancient Civilizations 15 (2000): 79-92. 322 T. Boiy, “Dating Methods during the Early Hellenistic Period”, Journal of Cuneiform Studies, 52 (2000): 115-121. 317 84 principios de la cronología antigua, y adjunta muchas tablas cronológicas. 323 La colección de ensayos de R. W. Ehrich es frecuentemente citada como referencia en discusiones cronológicas, e incluye trece estudios pertinentes. 324 The Cambridge Ancient History fue una de las principales referencias para historiadores del mundo antiguo del siglo XX. Sus tres ensayos cronológicos principales contribuyeron grandemente a la difusión y consolidación de consensos académicos monolíticos. 325 P. J. Rhodes ha evaluado esta obra, y provee reflexiones útiles para su uso. 326 Las fechas presentadas en la Cambridge Ancient History siguen vigentes hoy, con pequeños ajustes. Otra fuente de referencia importante es Civilizations of the Ancient Near East, editada por J. M. Sasson. 327 Es una colección grande de ensayos de especialistas, organizada temáticamente. El ensayo de F. H. Cryer contiene explicaciones detalladas del sistema de referencia cronológica vigente. 328 Su bibliografía se divide en las siguientes secciones: Cronología, Técnicas, Áreas problemáticas, Calendarios antiguos, Calendarios asirios y babilónicos, Cronología hitita, Egipto y Cronología de Israel. Los títulos señalan las áreas de estudio requeridas para comprender los consensos cronológicos vigentes. Otros ensayos de la colección proveen información complementaria.329 La bibliografía de 323 Bickerman, Chronology (1980). R. W. Ehrich ed., Chronologies in Old World Archaeology (1992). 325 W. C. Hayes, “Chronology of Egypt to the End of the Twentieth Dynasty”, en Prolegomena and Prehistory, tomo 1 de The Cambridge Ancient History (CAH) (1970): 173-192; M. B. Rowton, “Ancient Western Asia”, CAH: 193-238; F. H. Stubbings, “The Aegean Bronze Age”, CAH: 239-247. 326 P. J. Rhodes, “The Cambridge Ancient History”, Craven Seminar on Greek Historiography in National Context, mayo 1999, 26 ago. 2006, <http://www.dur.ac.uk/Classics/histos/1999/rhodes. html#n1>. 327 J. M. Sasson ed., Civilizations of the Ancient Near East (1995). 328 F. H. Cryer, “Chronology: Issues and Problems” en tomo 2 de Sasson, Civilizations: 651-664. 329 Sasson, Civilizations, tomo 3, “Mathematics, Astronomy and Calendars in Pharaonic Egypt”; “Astronomy and Calendars in Ancient Mesopotamia”; “Metrology and Mathematics in Ancient Mesopotamia”; “The Use of Knowledge in Ancient Mesopotamia”; y tomo 4, “The Deeds of Ancient 324 85 Cryer no trata la cronología de los países mediterráneos, excepto por Egipto e Israel. Los problemas cronológicos de estos países se tratan en los estudios de S. Manning, 330 O. Dickinson 331 y J. Meyer. 332 Todas estas obras de referencia presentan esquemas cronológicos basados en los datos y teorías ya mencionados. La columna vertebral de los consensos cronológicos vigentes hoy sigue siendo el Canon de reyes. Para períodos anteriores a su inicio el sistema de referencia cronológica depende de las cronologías de Egipto y Asiria desarrolladas durante el siglo XIX. La cronología de Egipto se presenta dentro del marco del esquema dinástico, las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq con Sisac. La cronología de Asiria se presenta dentro del marco de las fechas fijadas a través de la Lista de epónimos, y se extiende hacia el pasado por medio de la Lista de reyes de Asiria. La cronología de Babilonia se fija a través de las listas de reyes de Babilonia, y se extiende hacia el pasado a través de la Lista de reyes de Sumer. Las cronologías de las demás naciones de la antigüedad se fijan a través de conexiones directas con Egipto, Asiria y Babilonia, o indirectamente a través de los períodos arqueológicos del esquema estratigráfico general, cuyas fechas dependen la las cronologías de Egipto, Asiria y Babilonia. La cronología bíblica ya no figura explícitamente como referencia cronológica para la historia del antiguo Oriente. Las discusiones cronológicas del siglo XX se han concentrado generalmente en refinar detalles del esquema descrito en los párrafos anteriores. Entre otros esfuerzos, Mesopotamian Kings”; “Autobiographies in Ancient Western Asia”; “The Historiography of the Ancient Near East”. 330 S. W. Manning, The Absolute Chronology of the Aegean Early Bronze Age (1995). 331 O. T. P. K. Dickinson, The Aegean Bronze Age (1994): 9-22. 86 están las conferencias internacionales que enfocan la cronología antigua. La de Gothenburg, Suecia, en 1987, se centró en tres alternativas para la cronología de Mesopotamia: la cronología alta o larga, la cronología media y la cronología baja. 333 Las fechas alternativas son calculadas a base de observaciones del planeta Venus hechas durante la primera dinastía de Babilonia. Un proyecto de las universidades de Ghent, Chicago y Harvard ha demostrado recientemente que se están acumulando argumentos a favor de una cronología ultra-baja. 334 En la conferencia de Ghent, Bélgica, en 2000, 335 V. G. Gurzadyan evaluó los argumentos astronómicos comúnmente usados para respaldar la cronología de Mesopotamia. Enfoca la discusión de eclipses y las observaciones de Venus, con énfasis en el estudio de J. D. Weir. 336 Concluye que muchos argumentos astronómicos tradicionalmente usados para fijar fechas en la cronología de Mesopotamia tienen defectos fatales, y que la evidencia astronómica es compatible con la nueva cronología ultra-baja, sin aportar pruebas definitivas a su favor. 337 Una extensa bibliografía sobre la astronomía y astrología de Mesopotamia antigua fue recopilada recientemente por R. H. 332 J. C. Meyer, Pre-Republican Rome: An Analysis of the Cultural and Chronological Relations, 1000-500 B.C. (1983). 333 P. F. K. Åström ed., High, Middle or Low? Acts of an International Colloquium on Absolute Chronology held at the University of Gothenburg 20th-22nd August 1987 (Tomo I 1987, Tomo II 1989). 334 H. Gasche et al., Dating the Fall of Babylon: A Reappraisal of Second Millennium Chronology, Mesopotamian History and Environment, Series II, Memoirs IV (1998). 335 J. A. Armstrong, D. A. Warburton eds., “Just in Time”, Proceedings of the International Colloquium on Ancient Near Eastern Chronology (2nd Millennium BC), Ghent 7-9 July 2000 Acadica 5/119-120 (2000). La conferencia incluyó las siguientes ponencias: G. Beckman, “Hittite Chronology”, D. Warburton, “Synchronizing the Chronology of Bronze Age Western Asia with Egypt”, W. Van Soldt, “Syrian Chronology in the Old and Early Middle Babylonian Periods”, G. Colbow, “Middle, Low or UltraLow?”, J. Reade, “Absolute Dates and Assyrian Calendars”, P. J. Huber, “Astronomy and Ancient Chronology” y V. G. Gurzadyan, “On the Astronomical Records and Babylonian Chronology”. 336 J. D. Weir, The Venus Tablets of Ammizaduga (1972). 337 Gurzadyan, “On the Astronomical Records”: 175-184. 87 Van Gent. 338 El proyecto The Synchronization of Civilizations in the Eastern Mediterranean in the Second Millennium BC podrá contribuir a esta discusión. 339 El período más crítico para la cronología egipcia es el Tercer Período Intermedio (TPI) de los reyes de d.XXI-XXV. Los reyes etíopes de d.XXV fueron contemporáneos con el período de dominio asirio. Los reinados asirios de este período tienen fechas seguras y el último rey de d.XXV reinaba cuando los asirios saquearon Tebas en 663 aC. El problema cronológico fundamental del TPI es la validez de su fecha de inicio y la solidez de los cálculos de su duración. Estas incertidumbres se transmiten a la cronología de dinastías anteriores. K. A. Kitchen publicó su estudio comprensivo de los problemas cronológicos del TPI en 1972. La segunda edición apareció en 1986 con un suplemento significativo, y esta edición fue republicada en 1995 con un prefacio extenso que comenta discusiones y descubrimientos recientes. El libro de Kitchen es la referencia estándar para la cronología del TPI. 340 Kitchen utiliza el esquema dinástico como marco, y defiende las fechas Sothis. 341 La identificación de Shoshenq I con Sisac es una pieza central de su reconstrucción cronológica y la utiliza para establecer una fecha absoluta para el inicio de d.XXII. 342 338 R. H. Van Gent, “Bibliography of Mesopotamian Astronomy and Astrology”, Institute for History and Foundations of Science, Universidad de Utrecht, Holanda, 28 nov. 2005, 10 ene, 2007, <http:// www.phys.uu.nl/~vgent/babylon/babybibl.htm>. 339 Programa especial de investigación de la Academia de Austria y UNESCO, SCIEM2000, 20 ene. 2007, <http://www.sciem2000.info/Pr05main.html>. Las investigaciones incluyen: “Chronological Data in Mesopotamia”, “Astrochronology”, “Dendrochronology” y “C14 Dating for Absolute Chronology of Eastern Mediterranean Cultures in the 2nd Millennium BC”, entre otros. 340 Kitchen, Third Intermediate. 341 Ibid., Prefacio de 1995: xliv-xlv. 342 Ibid., 72-76 y 432-447. 88 En el prefacio original Kitchen declaró dos propósitos: reconstruir la cronología básica de d.XXI-XXV, y presentar un bosquejo histórico del período. 343 Sus conclusiones refuerzan los consensos cronológicos vigentes, pero su obra provee abundante material que puede ser usado para evaluar su esquema cronológico. La autoridad de Kitchen es predominante en este campo, y ha contribuido al proyecto SCIEM2000. 344 P. James y sus colaboradores propusieron reducir la cronología del TPI por más de dos siglos. Su propuesta no fue aceptada por el establecimiento egiptológico y se evalúa más adelante. 345 El estudio reciente de E. Hornung y otros, Ancient Egyptian Chronology, ha coleccionado todos los materiales cronológicos para Egipto antiguo, y promete convertirse en referencia fundamental para la discusión de la cronología egipcia. 346 Resumen Durante el primer período considerado aquí, entre el siglo V aC y el siglo III dC, es posible interconectar las historias de Oriente y Occidente por medio de obras de autores que escribieron en griego. A partir del tiempo de Alejandro se pueden relacionar los eventos ocurridos con nuestro calendario de manera poco controversial. La dificultad hoy es cómo formular un sistema coherente de referencia cronológica para períodos anteriores a Alejandro. Herodoto revela que los egipcios del siglo V aC decían que poseían documentos con listas de sus reyes desde el inicio, y que la sucesión de los sacerdotes fue de igual o 343 Ibid., xi. K. A. Kitchen, “Regnal and Genealogical Data of Ancient Egypt: Absolute Chronology I” The Synchronization of Civilizations in the Eastern Mediterranean in the Second Millenium BC (2000): 29-52. 345 James, Centuries (1991), y la discusión en Cambridge Archaeological Journal 1 (1991). 344 89 mayor importancia. Sus informantes entremezclaron leyendas populares con sus reportes de lo ocurrido. Provee información sobre algunos períodos largos de tiempo que no relaciona con un esquema cronológico general, su secuencia de reyes de Egipto no concuerda con la realidad y su información no es suficiente para reconstruir la cronología de Egipto antiguo. Beroso, escribiendo en Babilonia en el siglo III aC, poseía información detallada sobre los reyes de Mesopotamia desde el principio. Los pocos fragmentos que quedan de su obra dan la impresión que tuvo una lista completa de sus nombres, cifras para los reinados y sumas para grupos de reinados. Su marco cronológico tuvo mucho menos peso que la secuencia de reyes de Herodoto en las cronologías posteriores. Manetón, sacerdote egipcio contemporáneo con Beroso, escribió una historia de Egipto similar a la de Beroso. Sobreviven fragmentos, conservados por Josefo y otros, y resúmenes en la forma de listas cronológicas. Los fragmentos, al igual que los monumentos e inscripciones, no agrupan los reyes en dinastías. Los resúmenes presentan los nombres reales en una secuencia de 31 dinastías, con cifras para los reinados y sumas de reinados. Las dinastías se presentan en tres grupos: d.I-XI, d.XII-XIX y d.XX-XXI, y el esquema todavía forma parte del sistema de referencia cronológica. Eratóstenes fue el bibliotecario en Alejandría hacia el final del siglo III aC. Reconcilió las contradicciones de cronologías griegas tradicionales en un esquema regional de referencia cronológica calculado a base de la secuencia de las olimpiadas, desde 776 aC. Se considera que el esquema es confiable solamente a partir del siglo V aC, ya que no se conocen listas de ganadores olímpicos de períodos anteriores. 346 E. Hornung et al., Ancient Egyptian Chronology (2006). 90 Diodoro de Sicilia vivió en el siglo I aC y escribió una historia extensa de las naciones antiguas. Explica que el ciclo del calendario en algunos lugares, en épocas remotas, fue el mes lunar, y no el año solar de doce meses. Otros ciclos de calendario fueron de cuatro meses. Sugiere que datos calculados a base de tales ciclos fueron tratados erróneamente por autores posteriores como si fueron ciclos de doce meses, resultando en edades y reinados exagerados. La explicación podría ser una clave para la comprensión de algunos datos cronológicos tempranos. Los judíos precristianos calcularon cronologías continuas desde la creación, y su fuente autoritativa de datos fue el Antiguo Testamento. No se limitaron a datos bíblicos y produjeron esquemas divergentes, pero no los conectaron con cronologías más generales. El esquema de los jubileos, como el de las olimpiadas, calculó períodos largos a base de registros antiguos. Ordenó los eventos pasados en períodos cíclicos de siete años, de manera similar al esquema de las olimpiadas, y relacionó su cronología calculada con el sistema cronológico que encontró en su fuente, Génesis. Josefo heredó la tradición judía de cronología bíblica, y también la costumbre de incluir datos egipcios. Intentó demostrar la antigüedad del pueblo judío con argumentos cronológicos. Demuestra que otras naciones también conocieron eventos como el diluvio y la construcción, destrucción y reconstrucción del templo. Intentó ubicar el éxodo y Moisés en la historia egipcia, pero se equivocó en identificar los hicsos con los israelitas. Josefo conocía cronologías griegas, babilonias, fenicias y egipcias, y confrontó la cronología bíblica con la de Manetón. Creía que los eventos pasados pueden ordenarse cronológicamente, que las narraciones del Antiguo Testamento revelan la historia del pueblo judío y que la cronología bíblica puede ser sincronizada con la de otras naciones. 91 El Seder olam, posiblemente del segundo siglo dC, es el tratado básico de la cronología rabínica. Su sistema cronológico es basado exclusivamente en datos bíblicos, interpretados a través de un interés especial en la profecía mesiánica. No intenta ubicar los eventos tratados en las cronologías de las regiones donde ocurrieron, y asigna solamente 34 años al período persa, en contradicción con la realidad. El Canon de reyes de Ptolomeo es del siglo II dC, y representa un paso fundamental hacia la creación de un sistema de referencia cronológica sólido, basado en la astronomía y comprobado por numerosos datos antiguos. Es la columna vertebral del sistema de referencia cronológica para el período 747-31 aC. Se han objetado los cálculos de Ptolomeo por su falta de precisión, pero el canon es correcto al año, y los eclipses de los cuales sus fechas dependen ocurrieron en el año que Ptolomeo les asignó. Africano, en el siglo III dC, siguió la tradición judía de cronología y la sincronizó con las olimpiadas y las 31 dinastías egipcias en una cronología universal. Calculó que Ciro comenzó a reinar en el primer año de la olimpiada Nº55, que la primera olimpiada fue en el tiempo de Jotam y Acaz, reyes de Judá, y de Petubates, primer rey de d.XXIII, y que Moisés fue contemporáneo de Amosis, primer rey de d.XVIII, y de Ogygus, primer rey de Tebas. Eusebio conoció el trabajo de Africano, pero hizo sus propios cálculos. Su Crónica fue una presentación cronológica visual que mostraba simultáneamente la secuencia de eventos notables y una cronología coordinada de las olimpiadas, las dinastías egipcias, los cónsules romanos y la cronología bíblica desde Abraham. Eusebio consideró que su cronología fue confiable de 520 aC en adelante. 92 El sistema de referencia cronológica de Eusebio fue adoptado por muchos otros, incluyendo el cristiano africano Agustín, en el siglo V dC, el cristiano bizantino Sincelo, en el siglo 9 dC, y el musulmán oriental Al-Biruni, en el siglo XI dC. La Crónica de Eusebio fue el soporte de un consenso cronológico general de la historia universal durante la época medieval y prevaleció durante más de un milenio. Entre los siglos XVI y XVIII hubo un interés renovado en la cronología antigua y algunas ideas frescas comenzaron a crear discusión. Lutero escribió un tratado de cronología general, volvió a la práctica judía de contar los años desde la creación, y prefirió el texto bíblico hebreo al griego. En este período se estableció la costumbre de hablar de años antes y después de Cristo, y se asentaron las bases de la nueva astronomía sobre las cuales Isaac Newton desarrolló su cronología revisada para las naciones antiguas. En este período se hicieron esfuerzos para reconciliar las cronologías regionales antiguas con la cronología bíblica. Algunos incluyeron los períodos de opresión dentro de los períodos de gobierno de los jueces, y se especuló sobre la posible contemporaneidad de las dinastías egipcias. Las fechas del sistema de Ussher establecieron un consenso general para la cronología bíblica por ser incluidas en el margen de la versión inglesa autorizada de la Biblia. Whiston refleja el nuevo conocimiento astronómico de su época con sus especulaciones sobre la interacción de la tierra con cometas. Desarrolló su propio sistema cronológico para la historia universal en base a la integración de la cronología bíblica, basada en los períodos largos mencionados en el Antiguo Testamento, con el Canon de reyes, basada en la astronomía. 93 Newton creó un nuevo sistema de referencia cronológica para las naciones antiguas. Estudió las genealogías griegas con un período generacional de 18-20 años, basaba sus fechas en argumentos astronómicos, la cronología bíblica y el Canon de reyes, e identificó Sesostris con Sisac. Prefirió Herodoto a Manetón como fuente de datos egipcios, abandonó el esquema dinástico y extendió la cronología astronómica de Ptolomeo a 937 aC, su fecha para el viaje de los argonautas. El sistema cronológico de Newton dejó la cronología bíblica prácticamente sola para los períodos más tempranos. Fue controversial, y durante más de un siglo se debatieron sus interpretaciones de la literatura antigua y sus fechas astronómicas, hasta que los nuevos conocimientos y perspectivas del siglo XIX impactaron en las discusiones cronológicas. Ahora se hablaba de una historia del planeta, y del hombre, mucho más larga que los cinco a siete milenios contemplados antes, fueron introducidos nuevos métodos críticos que socavaron la autoridad bíblica, se descifraron las lenguas antiguas y se leyeron, por primera vez en milenios, los documentos cronológicos de los antiguos egipcios y asirios. Un efecto de estas innovaciones fue que la cronología bíblica dejó de ser parte de la columna vertebral del sistema de referencia cronológica para la antigüedad. Otro efecto del nuevo clima intelectual fue la producción de nuevas teorías cronológicas basadas en los hallazgos de las exploraciones orientales. Champollion, Seyffarth, Poole y otros volvieron el esquema dinástico a su estatus antiguo como base de la cronología egipcia, Champollion identificó Shoshenq, primer rey de d.XXII, con Sisac, creando una nueva fecha ancla y se establecieron otras fechas ancla más por medio de la 94 teoría del ciclo de Sothis. A base de la Lista de epónimos se estableció un nuevo sistema cronológico para Asiria para el período 891-648 aC. Durante el siglo XX se ampliaron mucho los conocimientos arqueológicos y textuales del antiguo Oriente, y se elaboraron muchos detalles de los esquemas cronológicos nuevos para Egipto y Asiria. Se extendió el sistema de referencia cronológica hacia el pasado y a otras regiones, pero las cronologías de Asiria y Egipto elaboradas en el siglo XIX, con el Canon de reyes, siguen siendo la columna vertebral del sistema. CAPÍTULO 3 LA ARQUEOLOGÍA Y EL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA Introducción Un siglo y medio de trabajo arqueológico en los territorios del antiguo Oriente ha producido mucha información nueva, pero, a pesar de los reclamos persistentes de una minoría pequeña, hay consenso general que los descubrimientos arqueológicos encajan bien en los esquemas de referencia cronológica vigentes. Los aportes cronológicos de la arqueología han sido mayormente en los nuevos campos de estudio especializado que la disciplina ha creado. Para cada uno de estos campos se ha desarrollado un esquema cronológico de referencia que permite ordenar los resultados de las investigaciones y asignar fechas a los artefactos y estratos excavados. El propósito principal de este capítulo es aclarar los criterios utilizados para asignar fechas a los artefactos y estratos excavados, cómo se desarrollaron estos criterios y cómo se relacionan las fechas arqueológicas con los esquemas de referencia cronológica vigentes. Se repasa primero, en forma general, el aporte de la arqueología al sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente, y luego se examinan las técnicas de excavación para aclarar la relación entre las excavaciones y el sistema de referencia cronológica vigente. El aporte de la arqueología La arqueología comenzó a impactar todas las áreas de estudio del antiguo Oriente en las primeras décadas del siglo XIX. Para el final del siglo estaba firmemente establecida como disciplina académica, se habían creado instituciones 96 competentes dedicadas a ella y ya existía una literatura especializada amplia. 1 En las siguientes secciones se repasan los aportes de la exploración arqueológica de Egipto, Mesopotamia y Palestina al sistema de referencia cronológica, y luego se comenta la literatura arqueológica en forma general. La exploración de Egipto Napoleón, en su campaña egipcia de 1798-99, llevó consigo a un equipo de estudiosos para investigar los monumentos. Los frutos de esta iniciativa incluyen el hallazgo de la inscripción de Roseta, que proveyó la clave para descifrar los jeroglifos, y la publicación de la primera obra ilustrada sobre Egipto antiguo, la Descripción de l’Egypte de V. Denon, publicada por partes entre 1809 y 1813. 2 I. Rosselini y Jean François Champollion fueron a Egipto para copiar inscripciones en 1828-29, y uno de los resultados fue la publicación de una obra ilustrada de varios tomos. 3 Exploraciones británicas produjeron las publicaciones similares de R. Hay, J. Burton y Sir J. G. Wilkinson, y los doce tomos de la expedición alemana de R. Lepsius aparecieron entre 1849 y 1859. 4 Mientras se venía creando esta literatura de referencia se realizaron las primeras excavaciones, descritas por Gardiner como poco más que saqueos, para abastecer las colecciones de los nuevos museos europeos. Excavaciones de mayor escala, organizadas a partir de 1850 por A. Mariette, condujeron a la creación del museo de Cairo. En 1884 W. F. Petrie introdujo métodos más rigorosos 5 y estableció estándares que fueron respetados por sus sucesores. 6 1 D. Wilson, Science and Archaeology (1975): 1-26 provee un repaso de la historia de la arqueología desde una perspectiva científica. 2 J. Ruffle: Heritage of the Pharaohs: An Introduction to Egyptian Archaeology (1977): 8. 3 Ibid., y Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 15. 4 Gardiner, Egypt: 15. 5 Ibid. 6 R. Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991): 41-42; Ruffle, Heritage: 9-10. 97 De esta manera fue establecida la arqueología egipcia como ciencia, y durante el último siglo y medio se han producido algunos datos de importancia cronológica. Los egipcios escribieron el nombre del rey de turno en algunas de sus inscripciones y documentos, muchas veces con el año del reinado. Prepararon de vez en cuando listas de sus reyes, y a algunas de ellas añadieron notas refiriéndose a campañas militares, eventos religiosos o expediciones comerciales. 7 La evidencia es demasiado escasa para poder afirmar con seguridad que los egipcios antiguos vieron su historia como una secuencia continua de eventos relacionados entre sí. Las inscripciones no evalúan el desempeño de los reyes y tampoco proveen evidencia del uso de eras más largas que el reinado de turno. 8 El cronólogo tiene que depender de listas incompletas de reyes que no fueron diseñadas para propósitos cronológicos. Para el período predinástico Petrie desarrolló un sistema de cronología relativa basado en variaciones a través del tiempo de las características de los objetos en los entierros que excavó. Su sistema permite ordenar los hallazgos en secuencias temporales, pero no permite saber cuánto tiempo pasó entre eventos, y tampoco produce fechas. Tales secuencias son útiles pero no son cronologías. La cronología de referencia de los períodos dinásticos depende de las listas de reyes, las inscripciones reales, los fragmentos de Manetón y teorías como la del ciclo de Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq I. 9 Los aportes de la arqueología incluyen la aclaración de los contextos históricos de los documentos básicos, la confirmación de la duración de algunos reinados, la confirmación de algunas corregencias y la confirmación de la existencia contemporánea de reinados regionales. A pesar de estos aportes significativos la arqueología no ha producido información 7 Ruffle, Heritage: 13-15. 98 suficiente para construir un esquema cronológico independiente. Para poder asignar fecha a un artefacto egipcio hoy es todavía necesario ubicarlo en el esquema dinástico. La exploración de Mesopotamia G. Roux y S. Lloyd proveen resúmenes de la historia de exploración arqueológica de Mesopotamia. 10 Lloyd señala el informe de C. J. Rich en la revista Mines de l’orient en 1812, con las memorias de 1815 y 1818, como el inicio del estudio arqueológico de Mesopotamia, 11 y documenta la historia de descubrimiento de las ciudades, bibliotecas, palacios y monumentos de Babilonia y Asiria. Los eventos de esta historia de más importancia para el estudio del sistema de referencia cronológica incluyen la excavación de los palacios reales asirios, iniciada en 1842 por P. E. Botta, el descubrimiento de la biblioteca de Senaquerib en 1849 y el descubrimiento de la biblioteca de Asurbanipal en 1853. Un pequeño grupo de eruditos comenzó a leer los más de 24,000 documentos recuperados inmediatamente. 12 Los hallazgos de mayor importancia incluyen la Lista de epónimos de Asiria, la lista de nombres de año de Babilonia y las listas de reyes de Asiria, Babilonia y Sumer. Los historiadores de Mesopotamia han creado sus propios esquemas de cronología relativa basados en la evolución tipológica de artefactos excavados, la ubicación estratigráfica de los hallazgos y la medición de muestras de radiocarbono. Los resultados de tales estudios son resumidos en obras generales como las de J. 8 Ibid. Ibid. 10 G. Roux, Ancient Iraq (1980): 34-48. 11 S. Lloyd, “These Came East”, en Foundations in the Dust: The Story of Mesopotamian Exploration, (1980): 7-21; C. J. Rich, Memoir on the Ruins of Babylon (1815) y Second Memoir on Babylon (1818); M. M. Rich, Narrative of a Journey to the Site of Babylon in 1811 (1839). 9 99 Mellaart, A. L. Perkins, R. Whitehouse y S. Lloyd, y en la literatura de referencia. 13 Hay consenso general que la fecha segura más antigua para Mesopotamia es el inicio del reinado de Sargón de Acad. 14 Para períodos anteriores a Sargón el documento más importante es la Lista de reyes de Sumer publicada por T. Jacobsen en 1939. 15 La cronología que Jacobsen propuso sigue vigente. Según A. L. Oppenheim no hay material historiográfico de Mesopotamia para períodos anteriores al inicio del Canon de reyes en 747 aC. Oppenheim se refiere a documentos antiguos que ordenan eventos que se han observado en una secuencia temporal. Para el período 747-264 aC este tipo de material es relativamente abundante en Babilonia. La situación contrasta con la de Egipto donde tal material está ausente antes de la época ptolemaica.16 Oppenheim da el nombre de la Época Oscura al período anterior a 747 aC porque la documentación de todo tipo es sumamente escasa. Observa que algunas crónicas babilónicas tardías contienen breves historias del mundo que mencionan en forma episódica eventos de tiempos anteriores a la Época Oscura. Los episodios contribuyen a la historia de los reyes más famosos pero no ayudan mucho con la construcción de un sistema cronológico de referencia general. 17 Las listas babilónicas de nombres de año son más útiles para este propósito y se conocen alrededor de mil nombres de año distintos entre Sargón y la Época Oscura. Listas incompletas de epónimos asirios cubren casi todo el período de la lista de reyes 12 Lloyd, Foundations: 87-129 y 137-138; J. D. Davis, “Assyria”, A Dictionary of the Bible (1911): 62-63; M. T. Larsen, The Conquest of Assyria: Excavations in an Antique Land 1840-1860 (1996). 13 J. Mellaart, The Neolithic of the Near East (1975); A. L. Perkins, The Comparative Archaeology of Early Mesopotamia (1949); R. Whitehouse, The First Cities (1977); S. Lloyd, The Archaeology of Mesopotamia: From the Old Stone Age to the Persian Conquest (1978). 14 J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical Period”, en A. L. Oppenheim, Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977): 335-348. 15 T. Jacobsen, The Sumerian King List (1939). 16 Oppenheim, “Historical Sources or Literature”, Ancient Mesopotamia: 144-146. 17 Ibid. 100 asirios pero no pueden conectarse con total seguridad con la cronología asiria del primer milenio. El conjunto de listas demuestra que sus autores entendían la historia como un proceso, pero las listas son demasiado fragmentarias para construir un sistema seguro de referencia cronológica. Algunas inscripciones reales mencionan períodos de cientos de años, pero es difícil interpretarlos porque no se sabe cómo se calcularon estos períodos. 18 Oppenheim observa que el propósito de las inscripciones reales no fue la publicación de información para los ojos de contemporáneos, ya que casi todas se encontraron en lugares donde su lectura era difícil o aún imposible. Muchas de las inscripciones reales indican que fueron hechas para los ojos de un futuro rey que reconstruiría el edificio, o para los ojos de los dioses. Sería precario fundamentar un sistema cronológico de referencia en tales documentos 19 . Von Soden opina que no es posible, a base de la documentación disponible, establecer una cronología segura para Mesopotamia para períodos anteriores a la Época Oscura. Promueve la adopción general de una cronología provisional de consenso para poder usar las cronologías arqueológicas relativas en forma productiva. De las tres alternativas comúnmente discutidas, la alta, la media y la baja, Von Soden opta por la cronología baja. 20 La discusión de estas alternativas ha ayudado a relacionar mejor las cronologías relativas de las secuencias estratigráficas con las cronologías basadas en inscripciones y documentos. Otra dificultad cronológica señalada por Von Soden es la costumbre mesopotámica de escribir listas de nombres de reyes contemporáneos en forma 18 Ibid.; W. Von Soden, The Ancient Orient: An Introduction to the Study of the Ancient Near East (1994): 42-45; La fuente básica para las listas de nombres de año es A. Ungnad, “Datenlisten”, en E. Ebeling y B. Meissner eds., Reallexikon der Assyriologie, Tomo 2 (1938): 131-194. 19 Oppenheim, “Historical Sources”. 20 Von Soden, The Ancient Orient: 44-45. 101 sucesiva, y sin explicación. 21 Tales prácticas podrían despistar por completo a un cronólogo que no las comprende, con el resultado que sus cálculos tendrían errores grandes. La exploración de la Tierra Santa La exploración sistemática de Palestina comenzó en 1838 con el viaje de exploración topográfica de Robinson y Smith. La historia de la exploración arqueológica de Palestina se detalla en las obras de W. F. Albright, C. M. Pfeiffer, R Moorey, A. Mazar, O. Bar-yosef con A. Mazar, E. Stern, A. E. Killebrew y J. P. Dessel. 22 H. Schliemann, trabajando en Hissarlik, Turquía, entre 1871 y 1890, pensó que excavaba las ruinas de Troya, y reveló los restos acumulados de una serie de ciudades. Los muros de barro de cada ciudad se habían deteriorado o fueron destruidos, y luego las ruinas fueron niveladas para formar la base de una nueva ciudad. Las zanjas permitieron documentar los cambios de cultura material ocurridos a lo largo de la secuencia de ciudades, y las nuevas percepciones abrieron el camino a la comprensión de muchos otros montículos de ruinas. 23 Las excavaciones sistemáticas en Palestina comenzaron en 1890 cuando W. F. Petrie interrumpió sus actividades en Egipto y aplicó las técnicas de Schliemann a la 21 Ibid. W. F. Albright, The Archaeology of Palestine: A Survey of the Ancient Peoples and Cultures of the Holy Land (1949): 21-48; C. M. Pfeiffer, Diccionario Bíblico Arqueológico (1982): 69-71; R. Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991); A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible: 10,000-586 BCE (1990): 10-21; O. Bar-Yosef y A. Mazar, “Israeli Archaeology”, en World Archaeology 13 (1982): 310-25; E. Stern, “The Bible and Israeli Archaeology”, en Archaeology and Biblical Interpretation: Essays in Memory of D. Glenn Rose, L. G. Perdue et al. eds., (1987): 31-40; A. E. Killebrew, “Between Heaven and Earth: Educational Perspectives on the Archaeology and Material Culture of the Bible”, en M. C. Moreland ed., Between Text and Artifact: Integrating Archaeology in Biblical Studies Teaching (2003): 11-30; J. P. Dessel, “In Search of the Good Book: A Critical Survey of Handbooks on Biblical Archaeology”, en Moreland, Between Text and Artifact: 67-98. 23 Moorey, Century: 26. 22 102 excavación de un tel. 24 Moorey cita explicaciones de Petrie que demuestran su comprensión de los conceptos de estratigrafía y tipología. 25 Entre los materiales que excavó Petrie reconoció fragmentos de cerámica similares a los que había visto en Egipto. Allí estuvieron asociados con inscripciones, y Petrie pudo asignar las fechas de los reyes a las cerámicas. Petrie demostró el potencial de la cerámica como indicador de fecha, e introdujo el esquema egipcio de referencia cronológica a la arqueología de Palestina. 26 Los fragmentos de cerámica abundan en los tel de Palestina, y los textos son muy escasos, con la consecuencia que las secuencias estratigráficas tienen un rol central en el sistema de referencia cronológica para la región. 27 En contraste, en las excavaciones en Egipto, Asiria y Babilonia, las cerámicas y otros indicadores de la cultura material se encuentran frecuentemente en asociación con textos que facilitan la asignación de fechas. En tales contextos las secuencias cerámicas no tienen un rol central en el sistema de referencia cronológica, y los libros de referencia dedican poco espacio a ellas. 28 Moorey identifica tres fases en la historia de los sistemas cronológicos para la Tierra Santa. En la primera fase cada excavador diseñó su propia terminología.29 En la segunda fase, a iniciativa de John Garstang en 1921 ó 1922, y con la participación de las escuelas británica, francesa y americana de arqueología en Jerusalén, se adoptó una terminología cronológica de consenso. La terminología acordada incluyó períodos con los nombres étnicos ‘cananeo’, ‘palestino’, ‘filisteo’, ‘israelí’, ‘judío’ y 24 Tell el-Hesi. Tales nombres se escriben como tell en árabe y tel en hebreo. Moorey, Century: 27-28. 26 Ibid., 29. 27 Ibid. 28 Por ejemplo, Lloyd, Archaeology; J. Mellaart, The Archaeology of Ancient Turkey (1978). 29 Moorey, Century: 29-35. 25 103 ‘helénico’, y permitió clasificar las cerámicas en un solo sistema. Se asignó fechas a las distintas fases de acuerdo a sus conexiones con el esquema dinástico egipcio. 30 La tercera fase retuvo las divisiones del sistema étnico, pero adoptó la terminología tecnológica de Albright, que no prejuzgaba la relación entre los pueblos históricos y la cultura material. Este sistema permitió relacionar la arqueología de Palestina con la arqueología mundial. El Período cananeo fue redesignado Edad de Bronce, y el Período palestino fue redesignado Edad de Hierro. La terminología fue adoptada por la primera generación de arqueólogos israelíes, y sigue vigente. 31 Algunos desarrollos técnicos tuvieron un impacto decisivo en el estudio cronológico de los artefactos y estratos excavados en Palestina. De ellos los más importantes son el refinamiento de la tipología cerámica iniciado por Albright, el refinamiento de la excavación estratigráfica iniciado por K. Kenyon y las mediciones de muestras de radiocarbono. Desde el tiempo de Petrie la arqueología de Palestina ha progresado mucho. Hoy los esfuerzos extranjeros van menguando, hay cuatro escuelas universitarias de arqueología, varias instituciones arqueológicas especializadas, proyectos nacionales de exploración y un ritmo impresionante de publicación técnica. Los arqueólogos de Palestina producen cada vez más información con implicaciones cronológicas. La literatura arqueológica Durante las últimas décadas el interés público en la arqueología del antiguo Oriente ha crecido grandemente, y hoy existe una literatura extensa y variada cuyas características influyen en las discusiones cronológicas. Hoy la cantidad de literatura dedicada a la arqueología del antiguo Oriente es impresionante. Muestras de esta 30 Moorey, Century: 75; Albright, Archaeology: 111-112; N. A. Silberman, “Visions of the Future: Albright in Jerusalem, 1919-1929”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 12. 31 Moorey, Century: 75. 104 realidad son el catálogo del editorial Eisenbrauns con sus más de 2,500 títulos, 32 y la base de datos del portal ABZU, proyecto cooperativo de un conjunto de instituciones. 33 Hoy, nadie puede dominar todos los datos cronológicos que los muchos campos especializados de estudio han producido. Sigue siendo difícil asignar fechas al material excavado. Cuando el especialista asigna fechas, frecuentemente depende de la opinión de especialistas de otros campos. Normalmente los excavadores no son expertos en los sistemas cronológicos cuyas fechas utilizan, y tienen que apelar, como todos los demás interesados, a los sistemas cronológicos de referencia generalmente reconocidos. Estas cronologías son ampliamente difundidas en la literatura de consulta. Hay mucha desigualdad entre zonas en cuanto a la disponibilidad de datos. Para algunas zonas hay abundancia de datos, mientras para otras los datos son escasos o desactualizados. En consecuencia los sistemas cronológicos de referencia para algunas áreas de estudio son bien fundamentados, y para otras no tanto. El usuario de las cronologías de referencia no siempre está consciente de estas diferencias. Las exploraciones arqueológicas contemporáneas son cuidadosamente diseñadas y emplean técnicas de alta precisión. Sin embargo, gran parte de los datos cronológicos de la literatura se produjo sin el beneficio de tales refinamientos. Frecuentemente las discusiones cronológicas dependen de un conjunto de datos desiguales, algunos de los cuales tienen buen sustento técnico, y otros no. Hay una demora inevitable, que se extiende a veces hasta décadas, en la publicación de los reportes finales de las excavaciones. Durante la espera el público interesado tiene que observar pasivamente, mientras un grupo pequeño de personas 32 Ancient Near Eastern Studies Resource Catalog 2005, 30 jun. 2007, <https://www.eisen brauns.com/assets/catalogs/Eisenbrauns_ANE_2005.pdf>. 33 El portal ABZU está en línea desde 1994, 30 jun. 2007, <http://www.etana.org/ abzu/>. 105 con conocimientos privilegiados mantiene discusiones entre sí que nadie más puede evaluar. Las técnicas de excavación En las siguientes secciones se examina la relación entre las técnicas de excavación y el sistema de referencia cronológica. Se describen algunas características de la excavación estratigráfica, se analiza el sistema cronológico de Albright, se describe la cronología de referencia después de Albright, se comenta el impacto de las mediciones de radiocarbono, se analiza la relación entre los estratos excavados y la cronología y se analiza la relación entre artefactos excavados, textos antiguos y eventos. Características generales de la excavación estratigráfica Las excavaciones arqueológicas descubren restos del pasado conservados debajo de la tierra. Los primeros excavadores solamente querían recuperar artefactos y no prestaron mucha atención a su lugar de procedencia. Lloyd describe cómo trabajó H. Rassam en Iraq con grupos dispersos por todo el país de manera que era imposible supervisarlos adecuadamente. Describe también cómo se recuperaron las tablillas cuneiformes de las bibliotecas asirias a través de túneles oscuros, sin tomar la molestia de dibujar planos adecuados ni guardar registros. 34 Tales operaciones se pueden comparar con excavaciones más recientes como la de los archivos de Ebla entre 1973 y 1976. Aquí se registró el lugar de procedencia de más de 14,000 tablillas de arcilla, se reconstruyó el sistema de almacenamiento de las 34 Lloyd, Foundations: 135. 106 tablillas, se describieron los ambientes en los cuales fueron encontradas y se describieron algunos de los procesos de su traslado y uso. 35 Los pasos hacia el estudio científico de los artefactos excavados incluyeron la introducción de la ilustración gráfica, el registro sistemático de sus características y su clasificación tipológica. Pasos complementarios incluyen el desarrollo de técnicas de limpieza, reconstrucción y conservación, el uso de técnicas fotográficas y, recientemente, la publicación de resultados en línea. Los pasos hacia el estudio científico de los contextos de hallazgo requieren más explicación porque inciden directamente en la asignación de fechas. En su primera excavación en Palestina Petrie registró la posición de los artefactos recuperados. Su concepto de estratigrafía fue simplista, y ubicó los objetos excavados en una secuencia temporal de acuerdo a la altura de su lugar de hallazgo medida de una línea de base. Avances posteriores en las técnicas de excavación cambiaron el énfasis hacia reconstruir la secuencia de deposición de las capas de material excavado, y registrar con cuidado la asociación entre los artefactos excavados y esta secuencia. 36 Albright comenzó su Archaeology of Palestine con descripciones de un proyecto arqueológico hipotético y el proceso típico de excavación. 37 K. A. Kitchen describió características de los tel que complican la tarea del excavador, y comenta que algunos tel son muy grandes, como Ashdod, que cubre más de 36 hectáreas, y Jericó, que es menos extenso, pero tiene restos acumulados de más de veinte metros de profundidad. 38 La excavación arqueológica, normalmente, es un proceso de muestreo. Kitchen observa que la excavación típica estudia de uno a diez por ciento del material 35 P. Matthiae, Ebla: An Empire Rediscovered (1980). Moorey, Century: 27-29, 60-62. 37 Albright, Archaeology: 7-22. 38 K. A. Kitchen, The Bible in Its World: Archaeology and the Bible Today (1977): 9-18. 36 107 acumulado en un tel, con la consecuencia que no se está estudiando hasta noventa y nueve por ciento del material disponible. 39 Si no se ubican bien las zanjas, de acuerdo a los criterios técnicos apropiados, no se puede reconstruir la historia de deposición de los materiales acumulados en el tel. Otros factores que complican la interpretación histórica de la excavación de un tel incluyen el efecto de períodos de erosión en las ruinas y la dificultad de identificar el nombre antiguo de los lugares excavados. 40 Mazar señala otras complicaciones más. Los restos originales pueden haber sido modificados por la construcción de muros, el relleno de depresiones, la nivelación de escombros y la excavación de pozos, tumbas, túneles o canales. Edificios excavados en una parte del tel pueden haberse usado durante mucho más tiempo que los de zonas adyacentes, y algunas zonas de un tel pueden haber permanecido desocupadas durante un tiempo. Si el arqueólogo no detecta los episodios de este tipo en el tel que excava, no puede acertar en la reconstrucción de la historia del lugar. 41 Mazar describe tres etapas metodológicas en la historia de las excavaciones en Palestina. La primera fue la del método arquitectónico tradicional de excavaciones horizontales extensas. Este tipo de excavación intentó descubrir edificios enteros y zonas amplias, y su estratigrafía se describía con relación a los muros, pisos y otros elementos de construcción revelados. La segunda etapa fue la del método de zanjas profundas de área mucho menos extensa, con énfasis en la dimensión vertical y el análisis de las capas de tierra excavadas. Se dividieron tales excavaciones en cuadrados de cinco metros por lado, y se dejaron muros de tierra sin excavar entre las zanjas. En este tipo de excavación se dibujan secciones verticales de las capas de material encontrado, y la estratigrafía se 39 Ibid. Ibid.; J. A. Blakely, F. L. Horton Jr., “On Site Identifications Old and New: The Example of Tell el-Hesi”, Near Eastern Archaeology 64/1 (marzo 2001): 24-36. 41 Mazar, Archaeology: 21. 40 108 describe con referencia a estas capas. La tercera etapa se caracteriza por el método estandarizado vigente que combina excavaciones horizontales extensas con zanjas estratigráficas profundas. 42 Mazar describe el sistema típico de registro que documenta diariamente lo ocurrido en cada cuadrado de una excavación. Cada artefacto removido pertenece a una canasta enumerada, y cada elemento descubierto recibe un número de ubicación o locus. El registro diario incluye la descripción gráfica de cada zanja, la lista de números de canasta procedentes de cada zanja, la descripción de los contenidos de cada canasta y la descripción de cada locus excavado. 43 El análisis tipológico de los artefactos excavados y el análisis de su procedencia estratigráfica permiten, en teoría, la reconstrucción de la historia de los cambios de cultura material ocurridos en el lugar. Según Mazar, las cerámicas son la mejor herramienta para analizar los cambios cronológicos ocurridos, y se estudian muchas características de ellas, incluyendo su composición, el proceso de manufactura, el origen de la arcilla y las formas, decoración y cantidades encontradas. 44 Estas descripciones demuestran que la excavación estratigráfica es una actividad compleja que requiere la participación de profesionales competentes y personal auxiliar adecuadamente capacitada. Se requiere también el diseño cuidadoso del proyecto de excavación, la adhesión disciplinada a procedimientos adecuados, el registro sistemático de todo lo encontrado, el análisis técnico minucioso de los resultados y la publicación oportuna de un informe final completo. El proceso de asignar fechas a los artefactos y estratos excavados se centra en el establecimiento de la secuencia estratigráfica de la excavación, su ubicación en la secuencia estratigráfica general de referencia y la comparación tipológica de 42 Ibid., 21-26. 109 cerámicas distintivas con las de la secuencia cerámica de referencia. Este proceso se analizará más adelante. El sistema de referencia cronológica de Albright El sistema cronológico de Albright tuvo una influencia decisiva en la interpretación de las excavaciones de Palestina. Albright lo presentó y defendió durante cuatro décadas, a través de informes de excavación, conferencias, artículos y libros. Trabajó en Palestina, basada en Jerusalén, entre 1919 y 1929. La primera versión de su síntesis de la arqueología de Palestina fue publicada en 1932. El informe de su excavación de Tell Beit Mirsim fue publicado en cuatro partes entre 1932-43, y se convirtió en referencia cronológica estándar para las excavaciones de la región. 45 Albright llegó a Palestina con su propio sistema cronológico. Antes de viajar había expuesto su propuesta, centrada en sincronizar la primera dinastía de Egipto con la dinastía de Akkad, a una reunión de orientalistas. Durante sus primeros meses en Palestina desarrolló una cronología de referencia para la región que armonizó la historia bíblica de Moisés a Samuel con su nueva cronología general. Fijó las fechas dentro de una década, incluyendo la fecha del Éxodo, 1260 aC, y la fecha de Débora, 1180 aC. 46 Albright relata cómo su generación de arqueólogos reconstruyó la arqueología de Palestina desde los cimientos. No aceptaron los resultados de investigaciones anteriores hasta que fueron corroborados por nuevas investigaciones independientes. Trabajaron en una atmósfera de cooperación con nuevas facilidades de transporte y en 43 Ibid., 25-26. Ibid., 26-27. 45 Albright, Archaeology: 1-6 y carátula; J. M. Sasson, “Albright as an Orientalist”, Biblical Archaeologist (BA) 56/1 (marzo 1993): 3-7; N. A. Silberman, “Visions of the Future: Albright in Jerusalem, 1919-1929”, BA 56/1 (marzo 1993): 8-16; B. O. Long, “Mythical Trope in the Autobiography of William Foxwell Albright”, BA 56/1 (marzo 1993): 36-45. 46 Long, Mythical Trope: 37. 44 110 condiciones políticas favorables. 47 En Palestina Albright aprendió, de W. PhythianAdams, el asistente de Garstang, cómo relacionar las cerámicas con la cronología, y publicó su estudio “A Revision of Early Hebrew Chronology” en 1921. 48 Su exposición de la historia arqueológica de Palestina demuestra que quería llenar vacíos en la secuencia cerámica para la zona y mejorar su cronología. Pensaba que sus juicios cronológicos podrían ser verificados por cualquier visitante inteligente al museo de Palestina, tenía confianza absoluta en sus propias conclusiones y pensaba que su sistema cronológico era racional, objetivo y correcto. 49 Albright concluyó que el Bronce Inferior I, siglos XXXII-XXIX aC, fue contemporáneo con el último período predinástico en Egipto, que el Bronce Inferior II, siglos XXIX-XXVI aC, fue contemporáneo con la última parte de dinastía I y que el Bronce Inferior III, siglos XXVI-XXIII aC, fue contemporáneo con d.III-VI. Usaba una cronología egipcia mínima, y estaba convencido que las fechas de consenso para d.I-X eran aproximadamente correctas. 50 Asignó fechas entre los siglos XX y XV aC a los períodos Bronce Intermedio y Bronce Superior IA. Las fechas se derivaron de la cronología egipcia, y Albright creía que estaban correctas dentro de un margen de dos décadas. 51 La dependencia de la cronología egipcia persiste en el Bronce Superior. El Bronce Superior IIA corresponde al período de Amarna, hacia el final de d.XVIII, en el siglo XIV aC. El Bronce Superior IIB corresponde a las dinastías XIX y XX de los ramésides en el siglo XIII aC. 52 47 Albright, Archaeology: 23-48 y especialmente las explicaciones de pág. 35. Silberman, Albright: 11. 49 Albright, Archaeology: 39. 50 Ibid.,70-71. 51 Ibid., 83-84. 52 Ibid., 99. 48 111 Albright utilizó el término ‘cronología absoluta’ para referirse a las fechas de la Edad de Hierro, y afirmó que los datos arqueológicos de Palestina no fueron útiles para el estudio bíblico antes de su establecimiento. 53 Para este período no hubo correlaciones directas con la cronología egipcia, pero las fechas egipcias asignadas al Bronce Superior lo ubican después de 1200 aC. El Hierro I, siglos XII-X aC, corresponde a la época de los jueces y la monarquía unida. El Hierro II, siglos IX-VII y el inicio del siglo VI aC, corresponde a la monarquía dividida. El Hierro III, 550330 aC, corresponde a la época del exilio y la restauración. 54 El corazón de la secuencia cerámica de referencia que construyó Albright fue la descripción de grupos cerámicos homogéneos. Las cerámicas excavadas se comparaban con las de la secuencia de referencia y adquirieron sus fechas. Su cronología cerámica para la Edad de Bronce dependía de demostrar conexiones entre los grupos cerámicos y las dinastías egipcias. La cronología cerámica para la Edad de Hierro tuvo que ordenar los grupos cerámicos en el intervalo 1200-330 aC sin conexiones directas con Egipto, y en este período conectaba su cronología cerámica directamente con los períodos bíblicos. El sistema cronológico de Albright depende de cuatro secuencias temporales: la secuencia cerámica, la secuencia de d.I-XX, la secuencia estratigráfica y la secuencia de eventos narrados en el Antiguo Testamento. Apela constantemente a estas secuencias para explicar los resultados de las excavaciones. La cronología egipcia proveía fechas para los objetos excavados. La historia bíblica describía los eventos que produjeron los materiales excavados, y también proveía fechas. Albright armonizó los dos grupos de datos a través de su sistema cronológico para explicar los hallazgos. 53 Albright, Archaeology: 111. 112 Un ejemplo puede ilustrar algunas de las suposiciones requeridas por este sistema. Albright asigna el estrato IVB de Meguido al tiempo de Salomón. 55 Esta afirmación sencilla implica suponer (i) que los excavadores eran competentes y sus reportes eran confiables, (ii) que el análisis que subdividió los estratos IV y V de los excavadores en los nuevos estratos VB, VA, IVB y IVA, era válido, (iii) que las cerámicas del estrato IVB fueron correctamente ubicadas en la secuencia cerámica de referencia y (iv) que la historia de Salomón puede explicar lo ocurrido en Meguido. También implica suponer (v) que la fecha calculada para Salomón es correcta, (vi) que la fecha asignada a las cerámicas de Meguido IVB es correcta y (vii) que el sistema cronológico de las dinastías egipcias es compatible con la cronología bíblica. Después de adoptar todas estas suposiciones, y tal vez otras más, recién se puede proceder a relacionar los edificios de Meguido IVB con Salomón. Las posturas de Albright combinan criterios arqueológicos, históricos y cronológicos con el estudio bíblico, y no es de sorprenderse que generaron mucha discusión. La influencia de Albright en el sistema de referencia cronológica vigente La revista Biblical Archaeologist dedicó un número entero a la evaluación de la carrera de Albright, y el editor comentó que no podía pensar en otro orientalista tan reconocido. 56 W. G. Dever observó que el marco cultural y cronológico elaborado por Albright dominó el campo de la arqueología bíblica a nivel internacional por mucho tiempo y sirvió bien. 57 En la tabla a continuación las fechas de Albright se comparan con las de obras de referencia más recientes. Los libros de C. Pfeiffer, M. Avi-Yonah y A. Mazar se 54 Ibid., 111-112. Ibid., 123-128. 56 D. C. Hopkins, “From the Editor”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993). 57 W. G. Dever, “What Remains of the House That Albright Built?”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 32. 55 113 incluyen porque son obras de gran difusión. Se añade el de I. Finkelstein y N. A. Silberman por ser una de las más leídas, y la de V. H. Matthews porque es un libro de texto reciente para cursos introductorios de historia de Israel. TABLA COMPARATIVA DE ESQUEMAS CRONOLÓGICOS 58 Albright 1949 Pfeiffer 1966 Avi-Yonah 1975 Mazar 1990 Hierro III 550-300 600-300 586-332 Hierro II 900-550 900-600 1000-586 1000-586 900-586 1000-586 Hierro I 1200-900 1200-900 1200-1000 1200-1000 1150-900 1200-1000 Bronce Superior 1550-1200 1500-1200 1550-1200 1550-1200 1550-1150 1550-1200 Bronce Intermedio 2000- 1550 2100-1550 2200-1550 2000-1550 2000-1550 2000-1550 Período de Transición 2200-2000 --------- --------- 2300-2000 2200-2000 Bronce Inferior 3200-2200 3200-2100 3150-2200 3300-2300 3500-2200 ---------- Finkelstein 2002 586-333 Matthews 2002 ---------- ---------- ---------- Los libros más recientes inician el Bronce Inferior más temprano que los libros antiguos debido al impacto de las mediciones de radiocarbono en las fechas de períodos anteriores. Las variaciones en la fecha del final del Bronce Inferior y el inicio del Bronce Intermedio se deben, en gran parte, a que algunos autores tratan por separado el período de transición entre estos períodos, y otros incluyen la transición en el Bronce Inferior o en el Bronce Intermedio. Hay una incoherencia en las fechas de Pfeiffer para el final del Bronce Intermedio y el inicio del Bronce Superior que parece error de imprenta. A pesar de la opinión de Dever, que la tipología y estratigrafía de Albright hoy parecen deficientes, erradas y obsoletas, 59 es de notar que su esquema de fechas sigue 58 Albright, Archaeology: 70-71, 84, 99, 112; Pfeiffer, Diccionario: 68; M. Avi-Yonah ed., Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land, tomo 1, (1975): 340; Mazar, Archaeology: 30; I. Finkelstein, N. A Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts (2002): 20; V. H. Matthews, A Brief History of Ancient Israel (2002): 30. 114 vigente en los libros de referencia, con ligeras modificaciones. La reconstrucción de la disciplina que protagonizó logró construir consensos cronológicos duraderos. En el mundo de habla inglesa durante gran parte del siglo XX el estudio de la historia de Israel fue dominado por la visión de Albright. Para Sasson, esta visión se centraba en el instinto del pueblo hebreo para Dios y su confianza en el pacto. Albright no intentó comprobar la confiabilidad de cada episodio bíblico, y tampoco creía que la versión bíblica de la historia fue fiel a lo ocurrido. Las escrituras estaban en el centro de la historia en el sentido de representar el gran logro del pueblo hebreo que fue descubrir y proclamar la lógica del monoteísmo. Según Sasson, la perspectiva de Albright no representa una postura teológica conservadora sino una actitud norteamericana típica hacia la centralidad de la Biblia. 60 La visión de Albright fue asumida por su alumno, J. Bright, quien dedicó a Albright su History of Israel en 1959. Para el año 2000 esta obra circulaba en alemán, español, coreano e indonesio y se habían vendido más de 100,000 ejemplares. 61 N. Gottwald la calificó como la mejor visión panorámica de la historia de Israel en inglés, y B. O. Long, como historia cristianizada de Israel, en contraste con la versión zionista de M. Avi-Yonah. 62 Bright exhortó a sus lectores a referirse constantemente al texto bíblico ya que la lectura de una historia de Israel no debe sustituir la lectura bíblica sino ayudar en su comprensión. 63 La segunda edición de History of Israel incluye 16 excelentes mapas a 59 Dever, “What Remains?”. Sasson, “Albright”: 3-7. 61 J. Bright, A History of Israel (1959); R. Clarey, “Reseña de John Bright: La Historia de Israel”, 2003, 28 ene. 2008, <http://www.foroexegesis.com.ar/Recensiones/ historia_israel.htm>. 62 N. K. Gottwald, “John Bright's New Revision of A History of Israel”, Biblical Archaeology Review 8/4 (1982): 56-61 evalua la tercera edición; B. O. Long, “Picturing Biblical Pasts”, noviembre 2003, 13 ene. 2007, <http://www.case.edu/affil/GAIR/papers/2003papers/long03.pdf>; M. Avi-Yonah ed., A History of Israel and the Holy Land (1969). 63 Bright, History: 15-19. 60 115 color, 64 y provee ocho diagramas cronológicos ordenados en columnas paralelas, con líneas que indican conexiones, y notas de explicación. El sistema cronológico sigue la estructura del sistema de Albright, y su presentación gráfica recuerda la Crónica de Eusebio. 65 Algunos de los títulos de los diagramas cronológicos son de períodos bíblicos, otros son fechas y uno es el nombre de un período arqueológico. Los tres tipos de nomenclatura coexisten sin confusión ya que los períodos bíblicos tienen fechas fijas y una equivalencia fija con los períodos arqueológicos. No hay duda que el libro de Bright ha contribuido grandemente a la difusión del sistema cronológico de Albright. A History of Ancient Israel and Judah de J. M. Miller y J. H. Hayes representa una postura revisionista que reemplazó, en parte, la perspectiva de Albright, Wright y Bright durante la década 1980-1990. Sin embargo, y a pesar de diferencias significativas de metodología, su esquema cronológico se desarrolla dentro del marco establecido por Albright. Lo mismo se puede decir de otras historias de Israel más recientes como la de V. H. Matthews. 66 Este autor parte de la premisa que las narraciones bíblicas reflejan de alguna manera una historia que se puede reconstruir, adopta algunas perspectivas escépticas de la historia crítica, intenta afirmar la historicidad de las narraciones bíblicas cuando le parece posible y presenta su obra como suplemento al Antiguo Testamento. Expone la cronología de consenso, y aunque no menciona el tema en su índice temático, 64 Ibid., Plate I-XVI. Los mapas fueron editados por G. E. Wright y F. Filson. Ibid., 15-19 y. 66 J. H. Hayes y J. M. Miller eds., Israelite and Judaean History (1977); J. M. Miller y J. H. Hayes, A History of Ancient Israel and Judah (1986); J. A. Soggin, A History of Ancient Israel (1984). G. Ahlström, The History of Ancient Palestine (1993); B. S. J. Isserlin, The Israelites (1998); H. Shanks ed., Ancient Israel: A Short History from Abraham to the Roman Destruction of the Temple (1999); M. D. Coogan ed., The Oxford History of the Biblical World (2001). 65 116 dedica siete páginas a ayudas para la cronología y reconstrucción histórica del período del éxodo y conquista. 67 La obra reciente de M. Liverani Israel's History and the History of Israel parte de la crítica textual, la crítica literaria, los datos arqueológicos y los datos epigráficos. Se presenta en dos fases: la historia insignificante de dos reinos pequeños en Palestina, y la historia imaginaria relatada en un conjunto de libros escritos para los que retornaron del exilio. Para Liverani cualquier cronología para la historia real de Israel tiene que partir de las excavaciones, y no del texto bíblico y el marco cronológico a usar es la cronología de consenso general. 68 J. P. Dessel clasificó y evaluó la literatura de la arqueología bíblica.69 Señala tres libros que formaron lo que llama el canon antiguo. El texto básico fue la edición revisada de The Archaeology of Palestine de Albright, de 1954. Los otros dos libros de este canon antiguo son Archaeology in the Holy Land de K. M. Kenyon, de 1960, y The Archaeology of the Land of Israel de Yohanan Aharoni, de 1978. 70 Dessel señala la apariencia posterior de un canon nuevo que incluye el libro de A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible, el de A. Ben-Tor, The Archaeology of Ancient Israel y el de T. E. Levy, The Archaeology of Society in the Holy Land, publicados entre 1990 y 1995. 71 Añade a este canon nuevo obras de referencia publicadas entre 1993 y 1997: The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land, The Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East y 67 Matthews, Brief History: xi-xiii, 23-30; D. W. Rooke, “Review of V. H. Matthews, “A Brief History of Ancient Israel””, Journal of Hebrew Scriptures 4 (2002-2003), 12 ene. 2007, <http:// www.arts.ualberta.ca/JHS/reviews/review089.htm>. 68 M. Liverani, Israel's History and the History of Israel (2005). 69 J. P. Dessel, “In Search of the Good Book: A Critical Survey of Handbooks on Biblical Archaeology”, en M. C. Moreland ed., Between Text and Artifact:Integrating Archaeology in Biblical Studies Teaching (2003): 11-30. 70 Albright, Archaeology; K. M. Kenyon, Archaeology in the Holy Land (1960); Y. Aharoni, The Archaeology of the Land of Israel: From the Prehistoric Beginnings to the First Temple Period (1982). 117 Civilizations of the Ancient Near East, 72 y un nuevo género de textos introductorios menos voluminosos. 73 Todas las obras mencionadas en esta sección comparten y promueven el mismo marco cronológico que Albright defendía, y se puede concluir que los libros de referencia de historia y arqueología para el antiguo Oriente lo propagan uniformemente. Sin embargo, el hecho que existe un consenso cronológico general no implica que todos estén cómodos con la situación. En una presentación reciente de la arqueología bíblica y siro-palestina, para el público general, Dever ubica el tema “Cronología y Terminología” en el primer lugar de su lista de asuntos críticos que los arqueólogos tienen que resolver. 74 Las mediciones de radiocarbono A lo largo de la historia de los estudios cronológicos se percibe un anhelo constante de poder medir los intervalos entre eventos de manera independiente de los testimonios históricos escritos. El repaso histórico ha enfocado tres teorías de este tipo que se basaron en fenómenos astronómicos, la del egipcio, Claudio Ptolomeo, la del inglés, Sir Isaac Newton, y la del alemán, Eduard Meyer. Estas teorías han dejado huellas en los consensos cronológicos vigentes. El Canon de reyes de Ptolomeo relaciona las fechas de los reinados con los datos de eclipse, y forma la columna vertebral del sistema de referencia cronológica vigente. El 71 Mazar, Archaeology; A. Ben-Tor ed., The Archaeology of Ancient Israel, (1992). T. E. Levy, The Archaeology of Society in the Holy Land (1995). 72 E. Stern ed., The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (1993); J. M. Sasson ed., Civilizations of the Ancient Near East (1995); E. Meyers ed., Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East (1997). 73 W. Rast, Through the Ages in Palestinian Archaeology: An Introductory Handbook (1992); V. Fritz, An Introduction to Biblical Archaeology (1994); J. Laughlin, Archaeology and the Bible (2000); A. Hoerth, Archaeology and the Old Testament (1998); H. O. Thompson, Biblical Archaeology: The World, the Mediterranean, the Bible (1987); J. Currid, Doing Archaeology in the Land of the Bible (1999). 74 W. G. Dever, “Biblical and Syro-Palestinian Archaeology: A State-of-the-Art Assessment at the Turn of the Millenium”, Currents in Research: Biblical Studies 8 (2000): 91-116. 118 sistema de Newton apela a un segundo fenómeno astronómico, la precesión de los equinoccios. Su teoría no fue generalmente adoptada, y se abandonó después de más de un siglo de debate, pero preparó el camino para la aceptación de una tercera teoría astronómica, la del ciclo de Sothis. Esta teoría fue promovida por Poole y otros durante la segunda mitad del siglo XIX, y recibió su exposición definitiva de Meyer en 1904. La teoría de Meyer sigue vigente para muchos, y es cuestionado seriamente por otros. Durante las últimas décadas se ha desarrollado una variedad de técnicas nuevas para asignar fechas a diversos tipos de material excavado. La obra de M. J. Aitken provee una explicación de muchas de ellas. 75 Obras más recientes en este campo incluyen la de G. Lucas y T. Higham, y la de C. Ramsey y C. Owen. 76 Los métodos más aplicables a la arqueología de las edades de Bronce y Hierro son la termoluminiscencia, que se aplica a las cerámicas, la dendrocronología, que se aplica a madera, y el radiocarbono que se aplica a material orgánico en general. 77 El objetivo de tales técnicas es medir los intervalos de tiempo sin depender de datos textuales, y en esto son similares a las teorías astronómicas de Ptolomeo, Newton y Meyer. Se intenta conectar los eventos del pasado directamente con procesos físicos, químicos y orgánicos cuyos cambios a través del tiempo se pueden medir con objetividad y precisión. Durante los años después de la Segunda Guerra Mundial W. F. Libby desarrolló su método de asignar fechas por mediciones de radiocarbono, por el cual ganó el premio Nobel de química en 1960.78 El método ha sido analizado por muchos autores, 75 M. J. Aitken, “Generalities”, Science-Based Dating in Archaeology (1990): 1-6. G. Lucas, The Archaeology of Time (2005); T. Higham, C. B. Ramsey y C. Owen eds., Radiocarbon and Archaeology: Proceedings of the 4th Symposium, Oxford 2000. Oxford University School of Archaeology Monograph 62 (2004). 77 Aitken, Dating: 1-6. 78 W. F. Libby, Radiocarbon Dating (1955). 76 119 incluyendo D. Wilson y Aitken. 79 La revista Radiocarbon es el foro más visible para la publicación y discusión de los resultados de este método. 80 Según esta teoría el isótopo radioactivo conocido como radiocarbono, 14 C, se produce constantemente en la atmósfera superior por el impacto de radiación cósmica en los átomos de nitrógeno. Se difunde a través de toda la atmósfera como bióxido de carbono, es asimilado por las plantas y pasa a la cadena de alimentación de todos los seres vivos del planeta. 81 El radiocarbono también va desapareciendo constantemente porque es inestable, y se convierte nuevamente en nitrógeno. Existe un equilibrio entre los procesos de creación y desintegración, de tal manera que no aumenta ni disminuye significativamente su cantidad total. 82 La proporción de radiocarbono al carbono normal en los seres vivos es constante porque se asimila continuamente por la alimentación, y se pierde continuamente por la desintegración radioactiva. Cuando un organismo muere, deja de asimilar radiocarbono, y la cantidad de radiocarbono presente en el organismo va disminuyendo continuamente porque sigue desintegrándose. La medición de la cantidad de radiocarbono presente en un organismo muerto permite calcular el tiempo transcurrido desde su muerte. 83 La teoría depende de varios postulados, incluyendo los siguientes: (i) la proporción de radiocarbono a carbono normal en la atmósfera ha sido constante a 79 Wilson, Science: 67-123 recuenta la historia y provee explicaciones sencillas para el lector general. Aitken, Dating: 56-119 es un tratamiento técnico detallado que explica la teoría y provee ecuaciones etc., y una bibliografía amplia hasta 1990. 80 A. J. T. Jull ed., Radiocarbon: An International Journal of Cosmogenic Isotope Research, 24 may. 2008, <http://www.radiocarbon.org/>. Información básica se encuentra en artículos de enciclopedia como “Datación por radiocarbono”, en Wikipedia, diciembre 2007, 22 ene. 2008, <http://es.wikipedia.org/wiki/Dataci%C3%B3n_por_radiocarbono>. Al otro lado del espectro hay recursos de referencia para profesionales como la página de R. G. Fairbanks, Radiocarbon Calibration, 2005, 22 ene. 2008, <http://radiocarbon.ldeo.columbia.edu/research/radiocarbon.htm>. 81 Resumen de Wilson, Science: 67-123 y Aitken, Dating: 56-119. 82 Ibid. 120 través del tiempo, (ii) cada ser vivo siempre tiene en su cuerpo esta misma proporción de radiocarbono a carbono normal, (iii) cuando un organismo muere la proporción entre las dos formas de carbono cambia solamente a través de la desintegración del radiocarbono, y (iv) el decaimiento del radiocarbono siempre puede medirse con precisión en material orgánico muerto. 84 Se hacen constantemente mediciones nuevas, y se sigue desarrollando técnicas para eliminar los errores causados por mediciones deficientes, interferencia con las muestras y otras causas. Este desarrollo técnico ha permitido la eliminación de muchas incertidumbres y el establecimiento de estándares internacionales. A pesar de los avances el método tiene algunos problemas. Entre ellos está el postulado que las proporciones de radiocarbono a carbono normal siempre fueron iguales. Este postulado parece imposible de comprobar, y obliga a calificar las fechas calculadas como relativas ya que pueden tener errores sistemáticos no detectables. En la práctica se aceptan los resultados de los cálculos porque armonizan en forma general con las fechas del sistema de referencia cronológica de consenso. Aitken observa que las técnicas de medición proveen fechas imprecisas que requieren ser calibradas por la dendrocronología. 85 Durante los últimos años se han logrado grandes avances en este tipo de calibración, y actualmente se utiliza como referencia una secuencia continua de anillos de crecimiento de árbol de más de doce mil años. Limitaciones prácticas restringen las mediciones a materiales orgánicos más recientes que sesenta mil años, pero la capacidad del método de asignar fechas a materiales orgánicos antiguos va aumentándose conforme al refinamiento de la tecnología de medición. 86 83 Ibid. Wilson, Science and Archaeology: 78. 85 Aitken, Dating: 2. 86 Fairbanks, Calibration. 84 121 Muchos historiadores de las épocas de Bronce y Hierro han expresado desconfianza frente a las fechas de radiocarbono por su falta de precisión, y piensan que los consensos cronológicos vigentes proveen fechas más precisas. Von Soden, por ejemplo, observa que los resultados varían demasiado para proveer fechas confiables para períodos más recientes que 3000 aC. Mazar coincide con esta opinión, y la historia de Israel de Matthews ni menciona radiocarbono en su índice. 87 En estudios recientes I. Finkelstein y E. Piasetzky han usado fechas de radiocarbono para apoyar su cronología baja para la fase arqueológica Hierro IIA. 88 Sus argumentos colocan las fechas de radiocarbono en el centro de la discusión de la cronología de la Edad de Hierro de Palestina. Utilizan fechas calculadas a base de métodos estadísticos de alta precisión para desafiar las conclusiones de Bruins, Van der Plicht y Mazar. 89 El debate es complejo, y se centra en establecer fechas que no dependen de textos antiguos para los estratos tradicionalmente asociados con Salomón y la invasión de Sisac. La asociación de estratos excavados con narraciones bíblicas y la identificación de Sisac son cuestiones muy discutidas que se consideran más adelante. Aquí se comenta solamente la manera en que algunos participantes en este debate han usado el método de radiocarbono. 87 Von Soden, Ancient Orient: 45. Mazar, Archaeology: 28-29. Matthews, Brief History: 167171. Un estudio reciente, M. G. Hasel, “Recent Developments in Near Eastern Chronology and Radiocarbon Dating” Origins 56 (2004): 6-31, enfatiza la falta de coherencia entre fechas de radiocarbono y las cronologías de Mesopotamia y Egipto. Provee una bibliografía de más de 230 libros y artículos en apoyo de sus argumentos. 88 H. J. Bruins, J. van der Plicht y A. Mazar, “14C Dates from Tel Rehov: Iron-Age Chronology, Pharaohs, and Hebrew Kings”, Science 300 (abril 2003): 315-318; I. Finkelstein, E. Piasetzky, “Comment on “14C Dates from Tel Rehov: Iron-Age Chronology, Pharaohs, and Hebrew Kings””, Science 302 (octubre 2003): 568; I. Finkelstein, E. Piasetzky, “Recent Radiocarbon Results and King Solomon”, Antiquity 77/298 (diciembre 2003): 771-779; I. Finkelstein, E. Piasetzky, “The Iron I-IIA in the Highlands and Beyond: 14C Anchors, Pottery Phases and the Shoshenq I Campaign”, Levant 38 (2006): 45-61. 89 Finkelstein y Piasetzky, “The Iron I-IIA”, Levant: 45-61. 122 Las mediciones presentadas por Finkelstein y Piasetzky tienen márgenes de error de entre 13 y 28 años. Estas mediciones se trasladan, después de calibración, en rangos de fechas para la destrucción de los siguientes estratos: Silo V, entre 1050 y 1000 aC; Meguido VIA, entre 1015 y 920 aC, y Rehov V, entre 920 y 880 aC. Finkelstein y Piasetzky concluyen que el escenario más probable es que Silo V fue destruido cerca de 50 años antes de Meguido VIA, que fue destruido cerca de un siglo antes de Rehov V. 90 Luego combinan este escenario con datos de secuencias cerámicas y datos textuales para discriminar entre explicaciones históricas alternativas que difieren en no más de medio siglo. 91 Finkelstein y Piasetzky calcularon sus fechas seleccionando el punto medio de los rangos de fechas como la fecha más probable. Este procedimiento es dudoso porque el punto medio de un rango de fechas de este tipo no es más probable que otro punto del rango. La fecha representada por el rango puede ser cualquier punto del rango. Los rangos de fecha para Silo V y Meguido VIA se traslapan, pero no es legítimo deducir que uno fue antes que el otro. Pueden haber sido contemporáneos, y no es imposible que Meguido VIA haya sido antes que Silo V. De igual manera los rangos para Meguido VIA y Rehov V se traslapan, y no es legítimo deducir que hubo un siglo entre ellos. Es necesario también recordar que los rangos de fechas sugeridas son medidas de probabilidad. Es solamente probable en un 68,5% que la fecha real de la muestra pertenezca al rango indicado. Esto implica que hay probabilidad de un 31,5% que no pertenezca al rango. 92 La idea que las mediciones de radiocarbono presentadas por Finkelstein y Piasetzky de Silo, Meguido y Rehov permiten ordenar los tres estratos en una secuencia temporal, y que esta secuencia duró un siglo y medio, es una ilusión. Su 90 Ibid., Tabla 3 y comentario en las págs. 48-49. 123 deducción de fechas probables para las destrucciones es inválida. Los datos presentados permiten deducir que Rehov V fue probablemente posterior a Silo V, pero Meguido VIA pudo ser contemporáneo con cualquiera de los dos, o aún antes que Silo V. No es legítimo sacar conclusiones más precisas de estos datos, y la presencia de incertidumbres de esta magnitud no permite discriminar entre posibles fechas históricas separadas por solamente medio siglo. Durante los últimos años se han iniciado proyectos de radiocarbono para aclarar en forma general la cronología de excavaciones en la Tierra Santa. Un informe reciente reporta discrepancias de entre uno y cinco siglos entre las fechas de radiocarbono y las fechas tradicionales para el período Bronce Inferior, que corresponde con d.I-VI. 93 Otro informe que enfoca las fechas de la Edad de Hierro dice que los resultados de una primera fase de investigaciones favorecen la cronología baja. Sin duda no se ha dicho la última palabra todavía en tales debates. 94 El esquema cronológico de referencia para períodos prehistóricos en la arqueología de Palestina, y también otras regiones del antiguo Oriente, depende de mediciones de radiocarbono. Sin embargo, las fechas de radiocarbono no han impactado todavía en forma significativa en las fechas de referencia para la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. Para estos períodos se acomodan las fechas de radiocarbono a los consensos cronológicos vigentes. Se vienen publicando cada vez más fechas de radiocarbono para estratos excavados en la Tierra Santa, y estos resultados podrían exigir a lo largo un replanteo de fechas clave de los esquemas cronológicos vigentes. 91 Ibid., 49-58. Ibid. 93 H. J. Bruins, J. Van Der Plicht, “Radiocarbon Challenges Archaeo-Historical Time Frameworks In The Near East: The Early Bronze Age Of Jericho In Relation To Egypt”, Radiocarbon 43/3 (diciembre 2001): 1321-1332. 92 124 Los estratos y el sistema de referencia cronológica De acuerdo a los criterios de Mazar una meta de las excavaciones arqueológicas es ordenar todos los loci excavados en una secuencia estratigráfica. Una segunda meta es describir con precisión cada locus y todos los artefactos recuperados. Una tercera meta es mantener un registro sistemático lo más completo posible para proveer una plataforma para la presentación, discusión e interpretación de los resultados. 95 La comprensión clara del concepto de locus es fundamental para la metodología de excavación. Mazar sugiere que el locus, durante el primer período de excavaciones en Palestina, se definía en términos de los elementos arquitectónicos excavados. Durante el segundo período el locus se definía con referencia a las capas de material depositadas en la antigüedad. Mazar sugiere que el concepto de locus requerido ahora es algo más abstracto que incorpore los dos conceptos anteriores. 96 Para fines de esta discusión podemos definir el locus como un conjunto de materiales que el excavador encuentra asociados, y los clasifica juntos en su registro. Un locus podría ser una capa distintiva de materiales, o parte de un edificio antiguo. Puede haberse originado en procesos constructivos o destructivos que depositaron materiales juntos en la antigüedad. Una idea esencial del locus es el conjunto de materiales que lo conforman, y otra es su distinción de otros loci cercanos. El excavador debe definir sus loci con la idea de ordenarlos en una secuencia temporal ya que formarán los elementos básicos de su secuencia estratigráfica. La descripción de los loci y su ordenamiento en una secuencia temporal no proveen todo lo necesario para elaborar una cronología. Para poder asignar fechas a 94 I. Sharon, A, Gilboa, A. J. T. Jull y E. Boaretto, “Report on the First Stage of the Iron Age Dating Project in Israel: Supporting a Low Chronology”, Radiocarbon 49/1 (marzo 2007): 1-46. 95 Mazar, Archaeology: 21-31. 96 Ibid. 125 los estratos excavados el excavador necesita un método para medir intervalos de tiempo entre ellos. Tal método le permite crear una cronología relativa, y si puede medir también el intervalo entre algún estrato de su secuencia y el presente puede asignarle fecha. Para ilustrar estos conceptos imaginemos un episodio en la historia de una familia que construyó su casa en el campo, que vivió en ella por un tiempo y que luego la abandonó para vivir en otro sitio. En ausencia de documentación escrita el único testimonio que este episodio ocurrió podría ser los restos de la casa. Un excavador de las ruinas tendría que trazar su zanja, y remover la tierra acumulada sobre las ruinas. Debajo de esta tierra podría encontrar un estrato de materiales colapsados cuando la casa cayó, y lo describiría locus por locus. Debajo del material colapsado podría encontrar otro estrato de materiales del tiempo de ocupación de la casa. Este material podría tener varias fases y lo describiría también locus por locus. A la vez que venía descubriendo los estratos de colapso y ocupación podría haber encontrado también fragmentos de pared y cimientos. Este tipo de locus podría encontrarse encima o debajo de los estratos de colapso y ocupación. Se podrían encontrar también las zanjas cavadas para los cimientos y el material de relleno usado para consolidarlos. Debajo de todo se encontraría el suelo o roca sobre el cual se construyó la casa. La misión del excavador se complicaría si encontrara los restos de otras construcciones encima o debajo de la casa que investiga, o si alguien hubiera excavado túneles o zanjas allí antes. Al terminar su zanja podría ordenar los loci registrados en una secuencia temporal de estratos enumerados desde la superficie: I El período pos-colapso 126 II El período de colapso III El período o períodos de ocupación IV El período o períodos de construcción V El período pre-construcción Este esquema estratigráfico permitiría al excavador ordenar sus observaciones y análisis de la cultura material y sus cambios durante el tiempo que duró la casa. Lo haría usando las cerámicas, otros artefactos, los estilos de construcción y decoración y las evidencias del estilo de vida de la familia. Haría su informe final a base del esquema estratigráfico y presentaría todos los estudios realizados a través de este esquema. La excavación hipotética permite visualizar varios aspectos que se tienen que considerar en el curso de una excavación estratigráfica y el análisis de sus resultados. Habría que tomar en cuenta, por lo menos, lo siguiente: (i) la elaboración de la secuencia estratigráfica tiene que preverse en el diseño del proyecto de excavación (ii) las tareas de excavación tienen que realizarse de acuerdo a procedimientos establecidos y bajo supervisión adecuada (iii) la excavación cuidadosa de un locus crea la posibilidad de imaginar el proceso de su formación y reconstruirlo (iv) la elaboración de la secuencia estratigráfica de una zanja requiere el registro de la descripción de cada locus excavado, la descripción de cada artefacto recuperado y el lugar exacto de procedencia de todos los loci y los artefactos (v) la elaboración de una secuencia estratigráfica requiere el ejercicio de la imaginación para ordenar los loci identificados en una secuencia temporal hipotética (vi) una exploración arqueológica puede requerir la excavación de docenas de zanjas y tal vez cientos, o aún miles, de loci; para cada zanja se tiene que registrar las descripciones de los loci excavados y los artefactos recuperados de ellos (vii) la excavación de varias zanjas crea la 127 necesidad de elaborar una secuencia estratigráfica general que combina las secuencias elaboradas para cada zanja en una sola secuencia estratigráfica general; esta secuencia general forma la columna vertebral del informe final (viii) la secuencia estratigráfica general permite la reconstrucción plausible de la historia de la cultura material del lugar excavado (ix) el registro de los loci excavados, con los artefactos recuperados de ellos, es la única evidencia de la secuencia de eventos que los produjo; el proceso de excavación es destructivo, y remueve materiales depositados en la antigüedad; no puede repetirse, y en este hecho radica la necesidad de mantener un registro lo más completo posible (x) la secuencia estratigráfica, los loci y los artefactos recuperados no contienen elementos cronológicos; para crear una cronología relativa y asignar fechas a la secuencia, se tiene que apelar a alguna teoría que permite la medición de los intervalos que se quieren conocer (xi) el método principal usado para asignar fechas es la comparación de los estratos excavados con una secuencia estratigráfica de referencia cuyos períodos se relacionan en forma precisa con el sistema cronológico de consenso y (xii) frecuentemente se da el caso que el excavador es autoridad en la cronología de ciertos artefactos o secuencias estratigráficas; en tales casos es necesario enfatizar que el informe estratigráfico debe ser la base para la asignación de fechas y no las opiniones del excavador. Esta descripción esquemática de una excavación hipotética no menciona muchos detalles que los excavadores tienen que tomar en cuenta pero puede servir para conceptuar cómo los excavadores conectan su excavación con la cronología. F. H. Cryer señala cuatro errores frecuentes en los estudios cronológicos de los excavadores: (i) favorecer una fuente sobre otra, ignorando la regla de dar mayor peso a fuentes de primera mano, (ii) asociar desastres naturales mencionados en textos antiguos con restos excavados sin suficiente evidencia, (iii) atribuir a las fechas 128 asignadas un nivel más alto de significado que lo justificado por la evidencia y (iv) proponer fechas muy específicas a base de técnicas como la paleografía y las mediciones de radiocarbono cuando estas técnicas solamente permiten la asignación de fechas generales. 97 A la luz de estas observaciones es evidente que existen muchas posibilidades de equivocarse en el proceso de asignar fechas a un conjunto de datos arqueológicos. Este proceso es subjetivo y requiere el ejercicio de la creatividad de parte del excavador ya que los loci, los estratos, la secuencia estratigráfica para una zanja y la secuencia estratigráfica general para una excavación son creaciones de la imaginación. Con la excepción de algunos textos e inscripciones los artefactos arqueológicos no aparecen con información cronológica que permite asignarles fecha. En ausencia de tales textos el excavador no encuentra nada que conecte directamente su excavación con la cronología. Para elaborar una cronología para sus estratos el excavador tiene que medir el tiempo transcurrido entre ellos, y comparar su secuencia de estratos con otras secuencias de fecha conocida. La interpretación de los resultados de excavación J. R. Bartlett caracterizó el trabajo de Albright como un intento de usar evidencia arqueológica para restaurar confianza en la historicidad esencial de la tradición bíblica y refutar el escepticismo excesivo de algunos historiadores bíblicos. El primer problema de Bartlett con este intento es que revela un concepto simplista de la ‘historia’ que escribieron los autores bíblicos. Su segundo problema es que Albright no reconoció que un hallazgo de artefactos no puede validar una interpretación de eventos. Su tercer problema es que Albright no reconoció suficientemente la 97 42. F. H. Cryer, “Kronologi som historiografisk problem”, Bibel og historieskrivning (1999): 29- 129 diferencia entre los datos que producen los arqueólogos y los datos que extraen los especialistas del texto del Antiguo Testamento. 98 No convence la afirmación que Albright tuvo un concepto simplista de la historia bíblica porque estuvo en diálogo constante con las escuelas críticas y desarrolló teorías históricas propias. Bartlett no explica qué quiere decir aquí con ‘simplista’, y su comentario parece revelar simplemente que no comparte la metodología de Albright. El segundo problema puede ser real, pero no se demuestra que Albright falló en esta área. El tercer problema de Bartlett puede ser real también. Hay numerosas diferencias entre los datos de excavación y los datos de estudio de textos, pero es una exageración afirmar que Albright no las reconoció. Se pueden ilustrar estos tres problemas con un ejemplo. No es lo mismo estudiar las flechas del ejército de Nabucodonosor recuperadas de los escombros de la destrucción de Jerusalén y leer el relato bíblico de esta misma destrucción. Aunque tuviéramos abundantes flechas y otros artefactos asociados con la destrucción, no nos permitirían validar lo que dice el autor bíblico al respecto, ya que el autor bíblico aporta información, opiniones y reflexión sobre los eventos que los datos arqueológicos no pueden aportar. La incompatibilidad de un texto antiguo con datos arqueológicos pertinentes permitiría deducir la presencia de errores o datos equivocados en el texto, pero otras explicaciones son también posibles. Tal vez la interpretación dada al texto sea inadecuada, o se haya errado en asociar los datos con el texto. La compatibilidad entre un texto antiguo y un conjunto de datos arqueológicos hace plausible la asociación del texto con los datos, pero no puede validar ni contradecir afirmaciones del texto que van más allá de la simple asociación de material excavado con eventos. 98 J. R. Bartlett, “What Has Archaeology to Do with the Bible - or Vice Versa”, Archaeology 130 La serie de eventos que conocemos como la destrucción de Jerusalén no puede repetirse. El texto que nos informa de ellos fue escrito por un autor que pudo estar presente o no cuando los eventos ocurrieron, y no es posible hoy pedirle aclaraciones. Los materiales involucrados en los eventos sí pueden ser recuperados por el excavador y sometidos a todo tipo de estudio, pero es necesario recordar que el estudio de los eventos, los artefactos y el texto son actividades de naturaleza distinta. Bartlett dice que la posesión de textos antiguos y datos arqueológicos para un pueblo antiguo permite escribir dos historias distintas a base de la ‘evidencia’. Si el historiador piensa que tanto los textos como los datos arqueológicos se refieren a los mismos eventos, puede seleccionar elementos de ambos para elaborar su reconstrucción de ellos. Así se podrían escribir no solamente dos sino muchas historias, ya que cada historiador hace su propia selección, combinación e interpretación de las evidencias. Bartlett dice que tanto la información textual como los datos arqueológicos requieren interpretación, y en esto tiene razón. El proceso de interpretación del material excavado se inicia mucho antes que el lector interesado lee el reporte de una excavación. El reporte ya incluye la descripción del excavador de los loci excavados y su asociación de los artefactos hallados con ellos. El reporte incluye también el resultado del trabajo de ordenar los loci en estratos, y elaborar una secuencia estratigráfica para relacionar sus zanjas entre sí. Los datos arqueológicos ya vienen interpretados en el reporte. Cada artefacto mencionado en el reporte de una excavación tiene relación única con tres concepciones elaboradas por el excavador: (i) su concepción de locus, (ii) su concepción de estrato, y (iii) su concepción de secuencia estratigráfica. Cada reporte and Biblical Interpretation (1997): 1-19. Los siguientes párrafos se refieren a la misma fuente. 131 arqueológico también relaciona los materiales excavados con tres concepciones más, de los consensos académicos: (i) los períodos arqueológicos, (ii) la secuencia estratigráfica general y (iii) el sistema de referencia cronológica usado para asignar fechas. Las discusiones de las excavaciones deben tomar en cuenta que los datos arqueológicos incorporan estas tres dimensiones interpretativas del excavador, y las tres dimensiones interpretativas de consenso académico. Se debe tomar en cuenta también que cada una de estas seis categorías de interpretación descansa sobre postulados y teorías que se pueden cuestionar y discutir. Todas estas consideraciones son independientes de las consideraciones relacionadas a la interpretación de textos pertinentes, y de la confrontación de datos excavados con datos derivados de textos. Bartlett afirma acertadamente que los autores de los textos antiguos interpretaron los eventos que describieron, y este aspecto se examina más adelante. T. W. Davis observa que Albright determinaba la integridad de sus loci homogéneos con criterios tipológicos. Albright consideró un locus ‘limpio’ si no hubo conflicto cronológico entre las formas cerámicas que incluía, y trataba las formas cerámicas como indicadores cronológicos directos. Según Davis, Albright relacionaba directamente datos arqueológicos con datos textuales, mientras que Wright comprendió que la relación entre ambos es más ambigua. Dever descubrió, después de un buen tiempo, que los datos arqueológicos hablan solamente en respuesta a preguntas del excavador. Enseñó a sus estudiantes a 132 formular preguntas basadas en la antropología, y adoptó la arqueología de procesos para no tener que recurrir a las narraciones bíblicas. 99 Resumen La exploración arqueológica de Egipto ha puesto a disposición de los historiadores documentos e inscripciones que confirman, y proveen un contexto para, la información usada para elaborar el sistema de referencia cronológica. No ha producido un sistema independiente de referencia cronológica. Para asignar fechas a los artefactos es todavía necesario relacionarlos con el esquema dinástico. La situación es similar para Mesopotamia. La arqueología ha puesto a disposición las listas de epónimos, reyes y nombres del año que forman la base del sistema de referencia cronológica. Argumentos arqueológicos juegan un rol central en los debates en torno a las alternativas alta, media y baja para la cronología antigua de Mesopotamia. La exploración arqueológica de Palestina no produjo muchos materiales que contribuyeron a la elaboración del sistema de referencia cronológica porque los textos son muy escasos en las excavaciones. En ausencia de textos, se ha tenido que depender de indicadores cronológicos indirectos derivados de las secuencias estratigráficas y las tipologías cerámicas. La secuencia estratigráfica de Palestina depende de la cronología egipcia desde el tiempo de Petrie. La literatura arqueológica disponible hoy es muy amplia, y nadie puede dominar todos los datos cronológicos de todos los campos. La especialización ha creado varias dificultades para la asignación de fechas, y entre ellas está la dependencia del sistema de referencia cronológica común por consenso general. 99 T. W. Davis, “Theory and Method in Biblical Archaeology”, J. K. Hoffmeier, A. Millard, eds., The Future of Biblical Archaeology: Reassessing Methodologies and Assumptions (2004): 20-28. 133 Todos usan el sistema y pocos se detienen para evaluar su solidez. Otras dificultades incluyen la falta de datos para algunas zonas, el problema de interpretar datos producidos por procedimientos técnicos anticuados y las demoras, a veces muy largas, en la publicación de los resultados de las excavaciones. La excavación estratigráfica es un proceso complejo. Las excavaciones contemporáneas persiguen trazar con precisión las secuencias verticales de capas de deposición del material excavado, y la asociación con ellas de cada artefacto encontrado. A la vez buscan descubrir zonas horizontales extensas para facilitar la comprensión del carácter del lugar bajo excavación. Otra tarea fundamental es el registro detallado de los materiales excavados y su procedencia precisa para permitir el análisis posterior de resultados. Albright participó en el acuerdo Garstang que produjo el primer consenso entre arqueólogos de Palestina para asignar fechas a sus tipos cerámicos. Hizo una contribución mayor a la elaboración de la secuencia cerámica de referencia para la región e inventó la terminología vigente para los períodos arqueológicos. Su cronología arqueológica depende de fechas egipcias durante la Edad de Bronce. Para la Edad de Hierro no hubo conexiones directas con Egipto y los grupos cerámicos se ordenaban de la mejor forma posible entre la fecha para el final del Bronce Superior, 1200 ac, y el inicio del período helenista en 330 aC. Albright usaba su sistema de cronología general para conectar eventos bíblicos con los resultados de las excavaciones y construir explicaciones históricas. Su esquema de fechas para los períodos arqueológicos sigue vigente a pesar de muchas innovaciones técnicas y cambios metodológicos. La razón fundamental por la estabilidad de estas fechas es que no dependen de metodologías de excavación y análisis, sino de la cronología egipcia que no ha cambiado. 134 El método de asignar fechas por medio de mediciones de radiocarbono tiene el potencial de establecer una cronología que no depende de textos para las edades de Bronce y Hierro. Sin embargo, hasta ahora se han acomodado las nuevas fechas al sistema de referencia cronológica vigente. Existen muchas posibilidades de equivocarse en el proceso de asignar fecha a un conjunto de datos arqueológicos. El proceso es subjetivo y requiere el ejercicio de la creatividad de parte del excavador ya que los loci, los estratos, la secuencia estratigráfica para una zanja y la secuencia estratigráfica general para una excavación son creaciones de la imaginación. Si no encuentra textos, inscripciones u objetos de fecha conocida el excavador no puede conectar directamente su excavación con la cronología. Para elaborar una cronología para su secuencia de estratos el excavador tiene que medir el tiempo transcurrido entre ellos y comparar su secuencia con otras secuencias de fecha conocida. Las discusiones de las excavaciones deben tomar en cuenta que los datos arqueológicos incorporan tres dimensiones interpretativas del excavador, el locus, el estrato y la secuencia estratigráfica. También deben tomar en cuenta las tres dimensiones interpretativas de consenso académico, el esquema de períodos arqueológicos, la secuencia estratigráfica general y el sistema de referencia cronológica usado para asignar fechas. Cada una de estas seis categorías de interpretación descansa sobre postulados y teorías que se pueden cuestionar y discutir. CAPÍTULO 4 LAS NARRACIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y EL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA Introducción La cronología extraída de las narraciones del Antiguo Testamento fue parte de la columna vertebral del sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente durante mucho tiempo, pero dejó de serla en la segunda mitad del siglo XIX. El análisis de la relación entre las excavaciones y el sistema de referencia cronológica destacó los aportes de la arqueología a este sistema, y aclaró el proceso de asignar fecha a los materiales excavados. Este capítulo intenta aclarar la relación entre el sistema de referencia cronológica, los resultados de las excavaciones y los eventos narrados en el Antiguo Testamento. Se quiere responder la pregunta: ¿Por qué, y cómo, incide el sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente en los debates sobre los eventos narrados en el Antiguo Testamento? Se investiga la relación entre la cronología de referencia y estos debates, y se enfoca cómo se combinan datos arqueológicos, bíblicos y cronológicos en las reconstrucciones históricas. Se trata primero la relación entre la arqueología y las narraciones del Antiguo Testamento para proveer un contexto para la discusión posterior. Después se analizan algunas perspectivas que orientan el estudio de las narraciones. Luego se comentan los resultados del estudio de algunas de las narraciones: el éxodo, los orígenes de Israel y los orígenes de los estados hebreos. Finalmente se intenta analizar el rol del sistema de 136 referencia cronológica en la confrontación de datos de las narraciones con datos de las excavaciones. La arqueología y las narraciones En esta sección se enfocan algunos temas que complementan las discusiones anteriores y proveen un contexto para la discusión más detallada que sigue. Se enfoca primero el impacto del redescubrimiento del antiguo Oriente en el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento. En segundo lugar se enfoca cómo se trata la cronología en algunos diccionarios bíblicos. En tercer lugar se enfoca la relación entre la cronología derivada de las narraciones bíblicas y el sistema de referencia cronológica general. Finalmente se presenta una visión panorámica de debates recientes en torno a las narraciones del Antiguo Testamento. El antiguo Oriente y las narraciones J. F. Champollion, en 1828, identificó Sisac con Shoshenq.1 A. H. Layard, en 1846, halló el obelisco asirio que menciona el “tributo de Iaua hijo de Omri” 2 e identificó, entre 1850 y 1853, 55 gobernantes, ciudades y países mencionados en los textos asirios que también aparecen en el Antiguo Testamento. 3 En 1872 G. Smith halló un texto cuneiforme similar al relato bíblico del diluvio, y en 1875 publicó la lista de epónimos asirios que inició los debates sobre la relación entre la cronología de los reyes asirios y la de los reyes hebreos. 4 La inscripción de Mesha de Moab fue hallada en 1868, y la del 1 D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128. S. Lloyd, Foundations in the Dust, (1980): 116; T. C. Mitchell, The Bible in the British Museum: Interpreting the Evidence (1988): 46-49. 3 R. Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991): 10-11. 4 G. Smith, The Hebrew People (1856); The Assyrian Eponym Canon (1875); The Chaldaean Account of Genesis (1876). 2 137 estanque de Siloé en 1880 (2 R. 1:1 y 3: 4-27). 5 En 1896 W. Petrie halló la inscripción de Merenptah que menciona el pueblo de Israel, y H. Winckler publicó su traducción alemana de las cartas de Amarna. 6 Se relacionaron todos estos textos extra-bíblicos con las narraciones del Antiguo Testamento. En la preparación de su Manners and Customs of the Bible, publicado en 1873 o un poco después, J. M. Freeman consultó 40 obras de difusión de los nuevos conocimientos, incluyendo seis diccionarios bíblicos, comentarios bíblicos, relatos de viajes de exploración, reportes de excavación, libros sobre costumbres orientales, un catálogo de museo y comentarios sobre la literatura oriental. Los 893 artículos son ilustrados con 168 imágenes. 7 Durante la última parte del siglo XIX la arqueología iluminó la historia de Israel, el contexto cultural del mundo bíblico, las formas literarias usadas en los libros bíblicos y la transmisión del texto, entre otros temas. 8 Se comenzó a hablar de arqueología bíblica, 9 y los protagonistas de todas las posturas en los debates de la época, sobre la historia del planeta y la historicidad de las narraciones bíblicas, citaban datos arqueológicos. 10 La cronología en los diccionarios bíblicos Las nuevas fechas ancla de la cronología de referencia pronto fueron propagadas por los diccionarios bíblicos. El Imperial Bible Dictionary apareció entre 1864 y 1869. R. 5 Moorey, Century: 20-21; Mitchell, Bible: 51. Moorey, Century: 41-42. 7 J. M. Freeman, “List of Authorities”, “List of Engravings”, Manners and Customs of the Bible (1873 o después): 7-12. 8 Mitchell, Bible: 23. 9 Moorey, Century: 2-3; Z. Zevit, “The Biblical Archaeology versus Syro-Palestinian Archaeology Debate in Its American Institutional and Intellectual Contexts”, en J. K. Hoffmeier y A. Millard eds., The Future of Biblical Archaeology: Reassessing Methodologies and Assumptions (2004): 11. 10 Moorey, Century: 3. 6 138 S. Poole fue la autoridad para la cronología de Egipto, y J. Oppert para la de Asiria. Poole promovía el esquema dinástico y la teoría del ciclo de Sothis. 11 El diccionario bíblico de J. Hastings apareció en 1898. Cita las discusiones cronológicas más recientes, y se apela a la teoría del ciclo de Sothis, que recibió su exposición definitiva recién en 1904.12 El diccionario de J. D. Davis también apareció en 1898. Davis se esforzó para incluir los últimos conocimientos geográficos, históricos y cronológicos. Su artículo sobre Egipto demuestra confianza en la teoría del ciclo de Sothis, y ubica el éxodo en el tiempo de Merenptah, d.XIX. Presenta soluciones propias para los problemas cronológicas, sin dar mayor explicación. 13 El International Standard Bible Encyclopedia, editado por J. Orr, fue publicado en 1915. Orr incluyó artículos de más de 200 autores de varias nacionalidades, y dio prominencia a los descubrimientos arqueológicos más recientes. La cronología de referencia adoptada depende del esquema dinástico de Manetón, la teoría del ciclo de Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq. Se adoptó una fecha tardía para el éxodo, y no se explican las teorías cronológicas detrás de las fechas presentadas. 14 Esta enciclopedia se preparó durante la controversia fundamentalista, y Orr fue sensible en cuanto a actitudes hacia las escrituras. Afirma que los autores de los artículos no propagaban las teorías de los críticos literarios extremos con sus “especulaciones 11 D. MacDonald, “Egypt”, en P. Fairbairn ed., The Imperial Bible Dictionary (1864-69); J. Oppert, Chronologie (1856); R. S. Poole, Horae aegyptacae (1851); H. Ewald, Die Composition der Genesis kritisch untersucht (1823); H. Hupfeld, Die Quellen der Genesis und die Art ihrer Zusammensetzung (1853); “Patrick Fairbairn 1805-1874”, Glasgow Digital Library, abril 2003, 24 ene. 2008, <http://gdl.cdlr.strath.ac.uk/mlemen/mlemencredits. htm>. 12 F. Hommel, “Assyria”, W. E. Crum, “Egypt”, en J. Hastings ed., Dictionary of the Bible (1898); F. Hommel, Geschichte babyloniens und assyriens (1885); Crum cita Petrie, Meyer, Mahler y Steindorff de G. Steindorf, Baedeker’s Egypt (1897); W. F. Wislicenus, Astronomische chronologie (1895); E. Meyer, Ägyptische Chronologie (1904). 13 J. D. Davis, Dictionary of the Bible (1911): iii-vi, 190-197 y 131-141. 139 infundadas” y “fantasías sujetivas”. Sin embargo, Orr no fue sensible que su enciclopedia propagaba, como verdades científicamente comprobadas, y sin mayor comentario, teorías cronológicas igualmente especulativas, sujetivas y controvertidas. 15 En 1962 apareció el New Bible Dictionary, cuyos 2,300 artículos fueron escritos específicamente para la obra en un espíritu de lealtad a las Sagradas Escrituras. Los autores estuvieron al día con los estudios bíblicos y arqueológicos recientes, y su meta fue producir un libro que contribuiría en forma sustancial a la comprensión de la “palabra de Dios para los hombres” sin imponer uniformidad rígida. 16 En el artículo sobre cronología se describe el método cronológico antiguo, que dependía casi exclusivamente de datos bíblicos, y lo descarta. La cronología egipcia presentada depende de la secuencia dinástica de Manetón, la teoría del ciclo de Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq. La cronología asiria presentada depende de la lista de epónimos. 17 Se observa una contradicción en la política editorial de estos diccionarios de alto prestigio y uso internacional. Afirman claramente el deseo de no propagar teorías literarias sujetivas y especulativas y, a la vez, propagan teorías cronológicas igualmente sujetivas y especulativas como si fueran buena ciencia, y sin proveer explicaciones. Muchos libros de referencia en los campos de historia y arqueología del antiguo Oriente usan en forma intercambiable las nomenclaturas de fechas, períodos arqueológicos y períodos bíblicos, dando la impresión que las equivalencias están firmemente establecidas más allá de la discusión. Se da la impresión que los períodos 14 A. H. Sayce, “Egypt”, W. M. F. Petrie, “Egypt”, en J. Orr ed., International Standard Bible Encyclopedia (1915): viii-ix, disponible en línea, 12 jul. 2008, <http://www.studylight.org/enc/isb/>. 15 Orr, “Preface”, Encyclopedia; N. B. Stonehouse, J. G. Machen: A Biographical Memoir (1987): 149-153. 16 F. F. Bruce, J. I. Packer, R. V. G. Tasker y D. J. Wiseman, “Preface”, J. D. Douglas ed., The New Bible Dictionary (NBD) (1962): v; D. J. Wiseman, “Assyria”, NBD: 100-107, K. A. Kitchen y T. C. Mitchell, “Chronology of the Old Testament”, NBD: 212-223; K. A. Kitchen, “Egypt”, NBD: 337-353. 140 bíblicos están firmemente ubicados en la cronología de consenso y que las fechas de los períodos arqueológicos han sido fijadas en forma definitiva, ocultando el carácter especulativo de las teorías detrás de las fechas de referencia. Los diccionarios bíblicos, con otros géneros de libros de consulta, han contribuido a la difusión de la cronología de referencia, y han ayudado a convertir un conjunto de resultados cronológicos tentativos en conclusiones universalmente respetadas con autoridad canónica casi incuestionable. La cronología bíblica y el sistema de referencia cronológica R. L. Numbers ha documentado algunos cambios de actitud frente a la cronología de referencia en los escritos de W. H. Green, profesor de Antiguo Testamento en Princeton, y uno de los principales defensores de la cronología bíblica hacia el final del siglo XIX. 18 Green conocía los argumentos de geólogos, biólogos y paleontólogos a favor de alargar la historia del hombre mucho más allá del tiempo calculado por los cronólogos bíblicos tradicionales, y defendía la cronología tradicional mientras la ciencia no demostraba que el hombre estuvo en la tierra más tiempo que lo calculado por Ussher. Sin embargo, bajo la presión de evidencia científica cada vez más contundente, Green se mostró más dispuesto a sacrificar la cronología de Ussher que los resultados de las investigaciones científicas. 19 Argumenta que las escrituras no proveen base suficiente para calcular la cronología del período anterior a Abraham porque tales cálculos dependen de las genealogías de 17 Kitchen y Mitchell, NBD: 212; Kitchen, NBD: 345. R. L. Numbers, "The Most Important Biblical Discovery of Our Time: William Henry Green and the Demise of Ussher's Chronology”, Church History 69/2 (2000): 257-276. 18 141 Génesis 5 y 11 que, según Green, están incompletas. Concluye que los escritos de Moisés no fijan, ni proponían fijar, la fecha del diluvio o la fecha de la creación. Green expresó estas opiniones en forma clara y detallada en un artículo “Primeval Chronology”, escrito en 1890. 20 Algunos colegas de Green en la facultad de Princeton, incluyendo C. Hodge y B. B. Warfield, expresaron su acuerdo con sus explicaciones. 21 Numbers documenta cómo las opiniones de estos eruditos, teológicamente conservadores, liberaron a muchos evangélicos posteriores de la obligación de defender la fecha de Ussher para la creación en debates sobre la edad de la tierra. 22 Al comenzar su cronología bíblica con Abraham en vez de la creación, Green rompió con la tradición vigente desde el tiempo de Lutero para volver a la tradición anterior, inaugurada por Eusebio en su Crónica. Eusebio también había rechazado una costumbre vigente durante siglos, la de iniciar la cronología del mundo con la creación. La cronología bíblica de M. Anstey fue desarrollada en colaboración con el predicador popular G. C. Morgan, y tuvo el propósito de exponer el sistema cronológico del Texto Masorético. 23 Anstey tuvo confianza absoluta en la racionalidad y finalidad de sus propias conclusiones. Basándose en Daniel 9: 24-27, calculó que el período persa duró 82 años menos que el tiempo calculado por Ptolomeo, y apeló a Josefo, Seder olam y el poeta persa Firdusi en apoyo. Pensó que Ptolomeo tergiversó sus datos históricos en acomodarlos a sus fechas calculadas, y rechazó las fechas basadas en las olimpiadas porque se fundamentaron en testimonios que no tuvieron una antigüedad mayor que el 19 Ibid. W. H. Green, “Primeval Chronology”, Bibliotheca Sacra 47 (1890): 285-303. 21 C. Hodge, Systematic Theology (1881-1883): 2, 40-41; B. B. Warfield, “On the Antiquity and the Unity of the Human Race”, Biblical and Theological Studies (1968): 238-261. 22 Numbers, Most Important Biblical Discovery. 20 142 siglo III aC. Culpó a Eusebio por adoptar esta cronología deficiente en su Crónica, y despistar a todos los cronólogos posteriores. 24 Anstey no tomó en cuenta que la cronología de Eusebio para el período persa tiene apoyo sólido en la lista de los cónsules romanos. Adoptó la opinión de Beecher, que la lista de epónimos asirios perdió los 51 nombres del período 833-772 aC, para reconciliar la cronología asiria con datos bíblicos, y citó en apoyo una nota de Sincelo, que dice que Nabonasar destruyó los registros de sus antecesores para asegurar que los cálculos cronológicos posteriores se harían a partir de su reinado. 25 La cronología bíblica de Anstey es incompatible con la cronología de consenso, y no intentó armonizar los dos sistemas. Albright también contribuyó a la discusión de la cronología bíblica. En 1945 publicó una cronología de los reyes hebreos que muestra desconfianza en muchos datos cronológicos de las narraciones bíblicas. Albright concluye que la fecha bíblica más antigua que se puede establecer es la de la destrucción de Samaria. Da preferencia a los sincronismos de los reyes de Judá, y cambia arbitrariamente la duración de algunos reinados, el de Roboam de 17 a 8 años, el de Uzías de 52 a 42 años, el de Manasés de 55 a 45 años y el de Amasías de 29 a 18 años. Albright armonizó la cronología bíblica con la cronología de consenso, pero a costo de sacrificar la confiabilidad de los datos bíblicos. 26 23 G. C. Morgan, “Foreword”, M. Anstey, The Romance of Bible Chronology: An Exposition of the Meaning, and a Demonstration of the Truth, of Every Chronological Statement Contained in the Hebrew Text of the Old Testament (1913): 7. 24 Anstey, Romance: 13-61, especialmente 19-25 y 45. 25 Ibid., 36-41. Esta teoría se evalua en Smith, Assyrian Eponym Canon: 72; E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1963): 39-42; O. T. Allis, The Old Testament: Its Claims and Its Critics (1972): 399-400. 26 W. F. Albright, “The Chronology of the Divided Monarchy of Israel”, Bulletin of the American Societies for Oriental Research (BASOR) 100 (1945): 16-22. Su sistema es resumido y evaluado por G. Galil, The Chronology of the Kings of Israel and Judah (1996): 4-5. 143 E. R. Thiele estudió la cronología de los reyes hebreos, entre 1944 y 1963, desde una perspectiva de respeto para los detalles del Texto Masorético. 27 Thiele supuso que sus datos son armoniosos, sin errores y suficientes para construir una cronología completa. Analizó cómo los escribas hebreos trataban los años de transición entre reinados, y cómo los escribas de Israel trataban los datos de Judá y viceversa. Distinguió entre años contados a partir del mes de Nisan y otros contados a partir del mes de Tisri, y postuló la existencia de corregencias para poder armonizar algunas anomalías en los datos bíblicos. 28 Las premisas de Thiele le conducían a buscar una forma única de ordenar todos los datos cronológicos de los reyes hebreos que aparecen en el Texto Masorético en un sistema armonioso. Cuando lo logró, concluyó que había reconstruido la cronología de los reinos de Israel y Judá tal como sucedió, y que había demostrado la integridad del Texto Masorético. Su lógica le obligó a rechazar los sincronismos de 2 R. 17:1 y 18: 1, 9 y 10, atribuyéndolos a la mano de un copista tardío y no a un escriba contemporáneo con los eventos. 29 La cronología de Thiele produjo una cronología relativa para dos estados hebreos contemporáneos que flotaba en el tiempo. La conectó con la cronología asiria a través de textos del rey Salmanasar III que, según la interpretación usual, mencionan la presencia del rey Acab de Israel en la batalla de Qarqar en el año 6 de Salmanasar, y el tributo del 27 Thiele, Mysterious Numbers fue escrito a base de su disertación doctoral de 1943 para la University of Chicago. Información sobre Thiele y discusión de su cronología se encuentra en R. W. Younker, “Integrating Faith, the Bible, and Archaeology: A Review of the “Andrews University Way” of Doing Archaeology”, en Hoffmeier y Millard, Future: 47-48; L. McFall, “Some Missing Coregencies in Thiele's Chronology”, Andrews University Seminary Studies 30 (1992): 35-58; K. A. Strand, “Thiele's Biblical Chronology as a Corrective for Extrabiblical Dates”, Andrews University Seminary Studies 34 (1996): 295-317. 28 E. R. Thiele, “The Chronology of the Kings of Judah and Israel”, JNES 3 (1944): 137-186; Mysterious Numbers: 3-38. 144 rey Jehú de Israel en el año 18. Estas inscripciones, en combinación con datos bíblicos como los de 1 R. 22:51, 2 R. 3:1, 9:24 y 10:36, le permitió a Thiele concluir que el año 6 de Salmanasar fue el último año de Acab y su año 18 fue el primer año de Jehú. 30 La conexión con nuestro calendario se estableció a través de la Lista de reyes de Asiria, la Lista de epónimos de Asiria y documentos asirios que permiten sincronizar la lista de epónimos con el Canon de reyes de Ptolomeo. Thiele documentó en forma convincente esta conexión, y asignó la fecha de 853 aC al último año de Acab y 841 aC al primer año de Jehú. El establecimiento de estas fechas le permitió calcular fechas precisas para todos los eventos de su cronología flotante entre la división del reino de Roboam en 931 aC y la destrucción babilónica de Jerusalén en 586 aC. 31 Mientras muchos adoptaron la cronología bíblica de Albright, otros adoptaron la de Thiele, incluyendo los editores de The New Bible Dictionary. 32 Thiele demostró que la idea de un vacío de 51 años en la lista de epónimos asirios va en contra de la evidencia, y confió en la validez del Canon de reyes de Ptolomeo. 33 Estas decisiones de Thiele colocan su sistema cronológico firmemente dentro del marco del consenso cronológico general. Es de notar que tanto Thiele como Albright sometieron sus cronologías bíblicas a las exigencias del consenso cronológico general, a pesar de tener actitudes muy diferentes hacia la confiabilidad histórica del texto bíblico. La cronología de Thiele ha sido criticada por ser complicada e improbable, por depender de postulados que el texto bíblico no autoriza y por inventar corregencias. Galil señala que los postulados de Thiele en cuanto a las prácticas de los escribas son derivados 29 Thiele, Mysterious Numbers: 135, 186 y 190. Mitchell, Bible in the British Museum: 44-49. Thiele, Mysterious Numbers: 26. 31 Thiele, Mysterious Numbers: 39-52. 32 Kitchen y Mitchell, NBD: 217. 30 145 de los datos que trataba de explicar y, por lo tanto, que no establecen la confiabilidad de estos datos. 34 Se puede concluir que Thiele desarrolló una cronología compatible con los datos disponibles, pero no necesariamente halló la cronología correcta ya que algunas de las objeciones a su metodología son razonables. Durante la segunda mitad del siglo XX se produjeron varias obras de cronología bíblica frecuentemente consultados, incluyendo los estudios de R. De Vaux, J. Finegan, R. K. Harrison y G. Galil. Todos ellos encajan en el marco de la cronología de consenso y son minas de información. 35 Galil adoptó un conjunto de principios similares a los de Thiele pero mucho menos complejo, y los aplicó de manera menos arbitraria. Galil respeta los datos bíblicos pero concluye que solamente un 90% de ellos son armoniosos y mutuamente compatibles. Sugiere que el autor de Reyes sabía que algunos datos de sus fuentes eran incompatibles pero los trasmitió de todas maneras. La década anterior a la publicación del libro de Galil produjo varios estudios de la cronología de los reyes hebreos, incluyendo los de D. N. Freedman, W. H. Barnes, J. H. Hayes con P. K. Hooker, E. H. Merrill y E. W. Faulstich. 36 Algunos comentarios, como el de G. H. Jones sobre el texto de I y II Reyes, incluyen discusiones importantes de cronología. 37 33 Thiele, Mysterious Numbers: 41-42. Galil, Chronology: 3-4. 35 R. De Vaux, “Divisions of Time”, Ancient Israel: Its Life and Institutions (1961):178-194; J. Finegan, Handbook of Biblical Chronology: Principles of Time Reckoning in the Ancient World and Problems of Chronology in the Bible (1998); R. K. Harrison, “Ancient Near Eastern Chronology”, Introduction to the Old Testament (1969): 145-198; Galil, Chronology. 36 D. N. Freedman, “Kingly Chronologies: Then and Later”, Eretz-Israel 24 (1993): 41-65; W. H. Barnes, Studies in the Chronology of the Divided Monarchy of Israel (1991); J. H. Hayes y P. K. Hooker, A New Chronology for the Kings of Israel and Judah and Its Implications for Biblical History and Literature (1988); E. H. Merrill, “The Accession Year and Davidic Chronology”, Evangelical Theological Society Papers 5 (1986); E. W. Faulstich, History, Harmony and the Hebrew Kings (1986). 37 G. H. Jones, I and II Kings, The New Century Bible Commentary (1984). 34 146 Un estudio reciente de G. Larsson señala posibles influencias de Manetón, Eratóstenes y especialmente Beroso en la reestructuración cronológica de doce libros del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Crónicas, Jeremías y Ezequiel. Larsson argumenta que existe un sistema cronológico unificado que se puede trazar a través de estos libros, y explica que consiste de tres calendarios paralelos. Piensa que originó en una redacción del texto hebreo cerca de 240-230 aC. 38 Esta perspectiva corta la conexión entre los datos bíblicos y los eventos ocurridos en el tiempo de la monarquía hebrea. Debates recientes en torno a las narraciones Los debates enfocados en las narraciones del Antiguo Testamento han cambiado notablemente su énfasis durante las últimas décadas. Hasta la década 1980-1990 el temario de tales debates seguía, en general, la agenda de arqueología bíblica establecida, en gran parte, por Albright y sus alumnos. A partir de esta década comenzó a desarrollarse, y pronto imponerse, una nueva agenda en los estudios del antiguo Oriente que poco o nada tenía que ver con la agenda tradicional de la arqueología bíblica. Un factor importante en estos cambios fue la maduración de la arqueología israelí, que venía creando agenda propia de temas de interés nacional. Paralelamente algo similar ocurría en otros países de la región. Otro factor fue el desarrollo técnico, cada vez más sofisticado, de la arqueología, y la creación de nuevas especialidades que poco tenían que ver con la arqueología bíblica. Un tercer factor fue la independización progresiva de los 38 G. Larsson, “Possible Hellenistic Influences in the Historical Parts of the Old Testament”, Scandinavian Journal of the Old Testament 18/2 (noviembre 2004): 296-311; “A System of Biblical Dates”, SJOT 16 (2002): 184-206; “Chronology as a Structural Element in the Old Testament”, SJOT 14 (2000): 207-218; “More Quantitative Old Testament Research?”, Zeitschrift für die Alttestamentliche 147 estudios bíblicos de la arqueología, impulsada por motivos que incluyeron, entre otros, el cansancio de tratar vez tras vez problemas viejos sin solución, el entusiasmo generado por nuevas perspectivas literarias y las nuevas posibilidades abiertas por los avances informáticos. En esta atmósfera se comenzó a cuestionar la pertinencia de la agenda tradicional de la arqueología bíblica. Los estudios arqueológicos y bíblicos se separaron cada vez más y se enrumbaron en direcciones distintas. El sistema cronológico de referencia no figuraba en la agenda de debates, pero tanto los especialistas de Antiguo Testamento como los arqueólogos seguían apelando a la cronología tradicional. Z. Zevit observa que el debate académico sobre la validez de la arqueología bíblica se transformó en asunto de interés público por medio de la revista popular Biblical Archaeology Review con sus más de 100,000 lectores. 39 En tal atmósfera las cuestiones técnicas académicas se asocian fácilmente con las batallas y cruzadas en progreso entre el público interesado. Zevit describe tres debates que conectan las narraciones del Antiguo Testamento con la historia y la arqueología. El primero es el debate iniciado por W. G. Dever, en 1974, cuando propuso reemplazar el término ‘arqueología bíblica’ con ‘arqueología de Siria y Palestina’. 40 El segundo es el debate entre ‘minimalistas’ y ‘maximalistas’ iniciado por P. R. Davies y otros en 1992. 41 El tercero es la discusión reciente de la Wissenschaft 110 (1998): 570-580; The Secret System: A Study in the Chronology of the Old Testament (1973); K. Stenring, The Enclosed Garden (1965). 39 Z. Zevit, “The Biblical Archaeology versus Syro-Palestinian Archaeology Debate in Its American Institutional and Intellectual Contexts”, Hoffmeier y Millard, Future: 3-19. 40 Z. Zevit, “Three Debates about Bible and Archaeology”, Biblica 83 (2002): 1-27; W. G. Dever, “Archaeology and Biblical Studies: Retrospects and Prospects”, Archeologia 4/1 (1974): 17-25, 34-43. 41 P. R. Davies, In Search of Ancient Israel (1992); H. Shanks, “Face to Face: Biblical Minimalists Meet Their Challenge”, Biblical Archaeology Review (julio-agosto 1997) reporta una discusión entre Dever, MacCarter, Lemche y Thompson . 148 propuesta de I. Finkelstein y otros de asignar fechas más recientes a algunos estratos de la Edad de Hierro. 42 Zevit señala la complejidad de los argumentos históricos, arqueológicos y bíblicos evocados en estos debates, y la intransigencia de algunos de sus protagonistas. D. Merling observa que el cambio de percepción general que ocurrió, de creer que los datos arqueológicos demuestran la confiabilidad de las narraciones del Antiguo Testamento, a creer que las contradicen, fue tan drástico que provocó en algunos la pérdida de su fe. Señala a J. M. Miller y W. G. Dever como casos conocidos. Merling dice que Dever antes tuvo una expectativa falsa que la arqueología era capaz de comprobar la veracidad de los autores bíblicos. Cuando no encontró la evidencia que esperaba, concluyó que los relatos bíblicos de la historia temprana de Israel no son verificables, y cometió la falla lógica que esto implica que las narraciones no dicen la verdad. La ausencia de evidencia puede explicarse de varias maneras, pero no es legítimo escoger una de ellas e insistir que es la única que vale. 43 Merling sugiere que no se deben confrontar datos arqueológicos con datos bíblicos sino evaluar la coherencia entre datos arqueológicos interpretados por alguna teoría y los datos bíblicos interpretados por otra. Las discusiones deben centrarse en las implicaciones de las teorías. No es conveniente que la arqueología reine sobre el texto bíblico, y tampoco que la crítica bíblica reine sobre la arqueología. 44 42 I. Finkelstein, “The Archaeology of the United Monarchy: An Alternative View”, Levant 28 (1996): 177-187; “The Stratigraphy and Chronology of Megiddo and Beth-Shan in the 12th-11th Centuries B.C.E.” TA 23 (1996): 170-184; “Bible Archaeology or Archaeology of Palestine in the Iron Age? A Rejoinder”, Levant 30 (1998): 167-173; “Hazor and the North in the Iron Age: A Low Chronology Perspective”, BASOR 314 (1999): 55-70; “Hazor XII-XI with an Addendum on Ben-Tor’s Dating of Hazor X-VII”, TA 27 (2000): 231-247. 43 D. Merling, “The Relationship between Archaeology and the Bible: Expectations and Reality”, en Hoffmeier y Millard, Future: 29-42. 44 Ibid. 149 K. A. Kitchen ha mantenido, durante décadas, que la historia narrada en los libros Génesis a II Reyes contiene memorias genuinas de la historia del antiguo Oriente y concuerda con la realidad revelada por las excavaciones. Kitchen rechaza la hipótesis documentaria clásica y sus variantes porque los supuestos documentos fuente existen solamente en el texto bíblico y la imaginación de especialistas. Kitchen cree que la cronología postulada por la hipótesis documentaria es muy corta a comparación del tiempo requerido por procesos históricos comparables en otras naciones antiguas, y rechaza la cronología aún más corta de los que ubican el origen de los libros Génesis a II Reyes en el siglo IV o III aC. 45 B. D. Russell dice que la obra reciente de Kitchen ha demostrado la posibilidad de la historicidad de las narraciones bíblicas, pero no la ha comprobado. 46 J. Pace considera que la abundancia de datos que Kitchen presentó es una contribución mayor a la discusión de la historicidad de las narraciones del Antiguo Testamento y su contexto histórico. Pace cita una larga lista de frases irónicas, impacientes e intolerantes de Kitchen que indican su frustración con los minimalistas, y observa que tal lenguaje es inapropiado e innecesario. 47 Russell también pregunta si es apropiado que Kitchen cuestione la inteligencia o motivación de sus oponentes. J. M. Miller clasifica las actitudes contemporáneas hacia la historicidad de las narraciones bíblicas en tres grupos. En un extremo están los que llama ‘minimalistas’, y 45 K. A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament (1966); “Pentateuchal Criticism and Interpretation”, Notes of Three Lectures (1965); “The Old Testament in Its Context”, Theological Students Fellowship Bulletin 59 (1971): 2-10; 60 (1971): 3-11; 61 (1971): 5-14; 62 (1972): 2-10; 63 (1972): 1-5 y 64 (1972): 2-10, 5 feb. 2008, <http://www. biblicalstudies.org.uk/ot.php>; The Bible in Its World: Archaeology and the Bible Today (1977); On the Reliability of the Old Testament (2003). 46 Reseñas de B. D. Russell y B. Power de K. A. Kitchen, On the Reliability of the Old Testament, Review of Biblical Literature 8 (agosto 2004), 26 may. 2008, <http://www.bookreviews. org/bookdetail.asp?TitleId=4067&CodePage=651,1139,4565,3821,3316,5836,1493,1429,4689,4067>. 150 en el otro están los que llama ‘maximalistas’. La mayoría no comparte las actitudes extremas pero muchos de ellos se inclinan más hacia un lado del espectro que al otro. Según Miller, para escribir la historia de Israel en el período pre-exílico, el minimalista descartaría el uso de las narraciones bíblicas como fuente de información, y trataría de explicar los hallazgos arqueológicos sin su ayuda. En contraste, el maximalista comenzaría confiando en la esencial historicidad del relato bíblico, y lo usaría para interpretar los hallazgos arqueológicos. 48 N. P. Lemche evalúa las posturas de I. Provan y J. B. Kofoed y señala su rechazo de metodologías que niegan confiabilidad histórica a las narraciones del Antiguo Testamento. Lemche concluye que sus argumentos radican en ideas religiosas y, por lo tanto, reflejan actitudes que van en contra de la reflexión crítica.49 Otro estudio de Lemche concluye que no se puede saber cuándo comenzó la historia de Israel y Judá por falta de información confiable. 50 P. R. Davies opina, como Lemche, que los debates sobre la relación entre las narraciones del Antiguo Testamento y la historia se polarizan por los prejuicios religiosos y políticos inevitables de los protagonistas. 51 La cuarta parte de A Biblical History of Israel de I. Provan, V. Philips Long y T. Longman se dedica a consideraciones historiográficas y epistemológicas. En su evaluación de esta obra L. Grabbe dice que los autores no se interesan por la 47 J. Pace, “Review of K. A. Kitchen, “On the Reliability of the Old Testament””, Bulletin of the American Societies for Oriental Research 339 (2005): 117-118. 48 J. M. Miller, “History or Legend? Digging into Israel’s Origins”, Christian Century (febrero 2004): 42-47. 49 N. P. Lemche, “Conservative Scholarship on the Move”, Scandinavian Journal of the Old Testament 19/2 (diciembre 2005): 203-252. 50 N. P. Lemche, “Chronology and Archives: When Does the History of Israel and Judah Begin?” en D. M. Gunn y P. M. McNutt eds., “Imagining” Biblical Worlds: Studies in Spatial, Social and Historical Constructs in Honor of James W. Flanagan (2003): 264-276. 51 P. R. Davies, “Introduction”, V. Fritz y P. R. Davies eds., The Origins of the Ancient Israelite States (1996): 12. 151 historiografía sino solamente por defender su convicción que el texto bíblico es una fuente histórica especial. Para Grabbe, lo que la Biblia dice de Israel no es, ni puede ser, historia, y el título del libro de Provan es contradictorio. En contraste, D. Firth opina que este libro provee aclaraciones historiográficas y epistemológicas necesarias para la comprensión del Antiguo Testamento. 52 La metodología de Provan, Long y Longman no es aceptable para Grabbe, pero el hecho que reseñó su libro indica que lo tomó en serio. Grabbe añade el comentario enigmático que es posible que Provan, Long y Longman saben algo que la mayoría de los historiadores no sabe. 53 En estos debates está claro que, para algunos, las narraciones del Antiguo Testamento son fuentes históricas especiales de valor alto, y para otros, son fuentes históricas potenciales de valor dudoso. Para algunos, contienen testimonios presenciales creíbles, y para otros, son relatos ideológicos caracterizados por errores, incoherencias y anacronismos. Algunos las interpretan como testimonios de lo que ocurrió, mientras que otros consideran que tales interpretaciones violan principios básicos del estudio histórico. Las narraciones del Antiguo Testamento, como todo escrito, reflejan la ideología, filosofía, cosmovisión y teología de sus autores, y el historiador tiene que tomar en cuenta que sus autores, como todo autor, tuvieron prejuicios teológicos, políticos, filosóficos e ideológicos. No vieron el mundo de la misma manera que el hombre actual, pero este hecho no le quita al historiador la posibilidad de usar sus escritos como fuentes históricas. 52 I. Provan, V. P. Long y T. Longman III, A Biblical History of Israel (2003) y las reseñas críticas de L. Grabbe y D. Firth, Review of Biblical Literature, agosto 2004, 12 ene. 2007, <http://www.book reviews.org/bookdetail.asp?TitleId=3961&CodePage=3961,4578,4582,4822,4630,4435,4717>. 53 Ibid. 152 Los minimalistas coinciden con los críticos bíblicos tradicionales en asignar fechas pos-exílicas a porciones importantes de las narraciones bíblicas tempranas. Piensan que la cronología bíblica es inventada, y apelan a los consensos cronológicos generales como marco cronológico para sus reconstrucciones históricas. Los maximalistas reconstruyen la historia antigua de Israel a base de las narraciones bíblicas, e intentan armonizar su reconstrucción con las de los arqueólogos e historiadores, hechas también a base de los consensos cronológicos. La mayoría de los investigadores, que no son ni maximalistas ni minimalistas, sigue los lineamientos cronológicos de las teorías críticas clásicas, y los consensos cronológicos generales. Está claro que todas las escuelas de opinión en estos debates aceptan la cronología de consenso común para el antiguo Oriente, y de este hecho se puede concluir que la cronología de consenso no es factor divisivo en los debates recientes en torno a las narraciones del Antiguo Testamento. Los estudios bíblicos y arqueológicos pueden llevarse a cabo hoy en esferas separadas que raras veces entran en contacto. Sin embargo, persisten en la mente de muchos las antiguas preguntas levantadas por la agenda tradicional de la arqueología bíblica. Estas antiguas preguntas no han recibido todavía respuestas finales, y las áreas de convergencia de los estudios del Antiguo Testamento y la arqueología del antiguo Oriente no han recibido todavía sus exposiciones definitivas. Perspectivas que orientan el estudio de las narraciones Durante el siglo XX, el impacto de la arqueología produjo cambios de énfasis en el estudio de las narraciones bíblicas, y para mediados del siglo se habían establecido las teorías dominantes de Alt, Noth, Albright, Wright y Bright. En cuanto a cronología estas 153 teorías se desarrollaron dentro del marco de la cronología de consenso y la asignatura tradicional de fechas a los supuestos documentos fuente del Pentateuco. A partir de la década 1980-90 se desarrollaron metodologías nuevas de estudio de las narraciones bíblicas, y algunos comenzaron a cuestionar su historicidad en forma más radical. Muchos hoy opinan que los autores bíblicos no tuvieron la intención de relatar eventos ocurridos en el pasado, y que sus relatos conservan poca información histórica genuina. En esta sección se enfocan algunas perspectivas que combinan el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento con el estudio de los resultados de las excavaciones. Se comentan las siguientes perspectivas: W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright; R. De Vaux; J. J. Bimson; E. Yamauchi; P. R. Davies y N. P. Lemche; W. G. Dever; I. Finkelstein y N. A. Silberman. W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright En 1949 Albright pensaba que el período Bronce Intermedio correspondía a la época de los patriarcas bíblicos, pero que no era posible asignar fechas más precisas a sus migraciones. Luego revisó esta opinión, y dijo que la migración de Abram desde Mesopotamia ocurrió entre los siglos XX-XIX aC y la de Jacob a Egipto entre los siglos XVIII-XVII. 54 Inicialmente Albright usaba información de la dinastía de Hamurabi y los hicsos para evaluar paralelos con las narraciones bíblicas, y después siguió a E. A. Speiser y C. H. Gordon en usar un rango más amplio de documentos excavados para autenticar las narraciones patriarcales y comprender su vida y sus tiempos. 55 54 W. F. Albright, The Archaeology of Palestine: A Survey of the Ancient Peoples and Cultures of the Holy Land (1949): 83, 235-236. 55 J. M. Sasson, “Albright as an Orientalist”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 6-7. 154 La meta general constante de Albright era revertir la influencia de la escuela de Wellhausen, y restaurar confianza en la historicidad de la Biblia hebrea. Creía que la exploración arqueológica había confirmado la ‘historicidad sustancial’ de las narraciones patriarcales. 56 Albright calificaba sus referencias a la historicidad de los patriarcas, decía que hubo un ‘núcleo histórico’ en las narraciones y pensaba que la arqueología demostraba el ‘carácter sustancialmente mosaico’ de la tradición. 57 G. E. Wright, alumno prominente de Albright, dijo que la vida y época de Abram encajaban perfectamente en la arqueología del segundo milenio, especialmente en sus comienzos. Wright adoptó la cronología de Albright, y comentó que los datos conservados por los sacerdotes judíos pos-exílicos ubican la partida de Abram de Mesopotamia cerca de 1900 aC, seiscientos años antes del éxodo. Reconocía dificultades en reconciliar esta fecha con algunos datos bíblicos. 58 J. Bright, otro alumno de Albright, también adoptó su cronología. 59 Bright asigna el marco cronológico y genealógico de Génesis al documento pos-exílico P. Asigna la mayor parte de las narraciones patriarcales a los documentos J y E, y opina que fueron combinados en un solo documento después de la caída de Samaria en 721 aC. Cree que las unidades independientes de tradición en los documentos J, E y P contienen información genuina de épocas tempranas, y que los autores de J, E y P no inventaron nada. 60 56 W. G. Dever, “What remains of the house that Albright built?”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 32-34. W. F. Albright, History, Archaeology and Christian Humanism (1964): 56, 293. 57 Albright, Archaeology: 83, 224, 236. 58 G. E. Wright, Arqueología bíblica (1975): 58 y 72. 59 J. Bright, A History of Israel (1972): 48, 69-70. 60 Ibid., 69-71. 155 La hipótesis de Bright postula un largo período de transmisión oral de tradiciones diversas entre la época patriarcal y la época de escritura de los documentos J, E y P. Pensaba que la tradición patriarcal normativa se cristalizó en el siglo XIII aC cuando se formó el pueblo de Israel, 61 y concluyó que los patriarcas vivieron en la primera parte del segundo milenio, pero que era imposible asignarles fechas más precisas. 62 Afirma que las tradiciones bíblicas de los patriarcas tienen raíces históricas profundas, que los patriarcas fueron individuos reales y que su religión fue un fenómeno histórico real. 63 Bright no explica cómo los datos cronológicos de los patriarcas se conservaron durante siglos hasta que fueron incluidos en P, cuando no figuran en las versiones escritas anteriores de la tradición, es decir en J y E. ¿Qué significa hablar de fechas para Abram si los eventos de su vida son la creación de un autor a base de tradiciones de origen diverso? ¿La explicación de las narraciones patriarcales ofrecida por Bright no anula la historicidad de los eventos narrados? ¿Qué garantiza que todas estas tradiciones originaron en la misma época? En contra de la lógica de las teorías literarias que adoptaron, Albright, Wright y Bright escribieron constantemente de un período patriarcal, y se esforzaron para ubicarlo en la secuencia de períodos arqueológicos. Por medio de paralelos arqueológicos Bright ubicó los patriarcas en el período Bronce Intermedio, la primera parte del segundo milenio aC según la cronología de consenso. Los paralelos le permitieron sacar algunas conclusiones mínimas como afirmar que los patriarcas probablemente originaron en Mesopotamia, y que encajan mejor en el Bronce Intermedio que en el Bronce Superior. 64 61 Ibid., 71-73. Ibid., 17-18, 74, 76. 63 Ibid., 85-102 y especialmente, por ejemplo, págs. 91-92, 95-97. 64 Bright, History: 81-85. 62 156 R. De Vaux La discusión de las narraciones patriarcales de R. De Vaux parte del análisis documentario clásico de Génesis y la teoría de la historia de tradiciones. Acepta el consenso general de asignación de pasajes a los documentos J, E y P. 65 Según él, el documento P, escrito por sacerdotes pos-exílicos, puede incluir tradiciones antiguas, y provee el marco cronológico y la estructura literaria para Génesis. 66 Dice que J probablemente fue escrito en el tiempo de Salomón, y E en el siglo VIII aC. 67 De Vaux apela a la historia de las tradiciones para conocer la tradición patriarcal antes de Salomón. 68 Dice que las etapas por las que se hizo común a todo Israel se reconstruyen solamente por conjeturas, pero concluye que es posible que Israel haya conservado recuerdos auténticos de sus orígenes, 69 y que la migración desde Ur, los vínculos entre los patriarcas y la alta Mesopotamia, los proto-arameos y los habiru son verosímiles. 70 Dice que el período más probable para el asentamiento de los ancestros de Israel en Canaán es el período entre los siglos XIX y XVII aC. 71 Según De Vaux el relato de Génesis 14 no pertenece a J, E o P. Dice que los nombres de reyes y lugares mencionados indican la historicidad de la narración, pero que es imposible que las ciudades del Mar Muerto hayan sido vasallas de Elam en el segundo milenio aC. Añade que Elam nunca fue cabeza de una coalición de las potencias 65 R. De Vaux, Historia Antigua de Israel (1975): 171-285. Se examina la cronología en las págs. 258-265. 66 Ibid., 172. Ibid., 172-174, 192. 68 Se sigue a G. von Rad, M. Noth, A. Jepsen, C. Westermann, R. Kilian y G. Wallis. 69 De Vaux, Historia: 174-185. 70 Ibid., 193-219. 71 Ibid., 255, 264. 67 157 mencionadas. De Vaux concluye que el relato fue escrito después de P a base de una tradición antigua genuina. 72 El argumento sobre las relaciones de Elam se limita a los períodos que la cronología de consenso asigna al segundo milenio. De Vaux no consideró la posibilidad que podría ser necesario considerar las relaciones de Elam en períodos anteriores. Una mirada breve a las relaciones entre Mesopotamia y el occidente en períodos anteriores revela una serie de posibles contextos para las circunstancias geopolíticas de Génesis 14. La cultura material del Jemdet Nasr de Mesopotamia se vincula con la del final del Predinástico Tardío de Egipto, período que corresponde a la transición entre el Calcolítico y el Bronce Inferior en Palestina. 73 Albright propuso un sincronismo entre Naram-Sin de Acad y Menes de la primera dinastía egipcia. Elam jugó un rol en la caída de la dinastía de Acad, y, más tarde, en la caída de la tercera dinastía de Ur cuando aparecieron los zigurat, cuya construcción hace recordar las primeras pirámides egipcias. 74 En tales períodos Elam fue, a veces, el poder dominante y ejércitos mesopotámicos pudieron llegar hasta las fronteras de Egipto. Las conclusiones, puntos de vista, colecciones de datos y argumentos de perspectivas como las de Albright, Wright, Bright y De Vaux están firmemente establecidos en muchas obras de referencia. Los cambios de orientación en el estudio de las narraciones bíblicas y la arqueología de Palestina de las últimas décadas no los han erradicado, y muchos estudiantes del Antiguo Testamento las mantienen todavía. Tales 72 Ibid., 219-223. Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 396-398. 74 B. O. Long, “Mythic Trope in the Autobiography of William Foxwell Albright”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 37; G. Roux, Ancient Iraq (1966): 151-153, 155-157 y 167-170. 73 158 posturas dependen, en parte, de las fechas asignadas a los documentos J, E y P, la cronología bíblica adoptada y las fechas de consenso para los períodos arqueológicos. J. J. Bimson J. J. Bimson estudió los problemas relacionados a la asignación de fechas al éxodo y la conquista. Su postura general es de confianza en la integridad de los relatos bíblicos, y también en la cronología de consenso. Desarrolla argumentos bíblicos y arqueológicos que ubican el éxodo al final del Bronce Intermedio, y propone modificar la fecha para el final de este período arqueológico. 75 Bimson examina el argumento que usa la referencia a las ciudades Ramesés y Pitón en Ex. 1:11 para demostrar que el período de la opresión ocurrió en el tiempo del rey Ramsés II o después, y argumenta que no hay razón por ligar la opresión de los israelitas a la época de Ramsés II. La ubicación de Pi-Rameses en Qantir se ha confirmado, y el lugar fue ocupado en el tiempo del Reino Antiguo, el Reino Medio y los hicsos, pero no después del final del Reino Nuevo. 76 Bimson examina los datos arqueológicos de la transición entre el Bronce Superior y la Edad de Hierro, y también las campañas militares de los faraones de d.XIX en Canaán. Concluye que no hay evidencia de una conquista israelita de Canaán en esta época. 77 De su examen de los datos cronológicos de las narraciones concluye que apoyan la fecha temprana tradicional para el éxodo, en el siglo XV aC. 78 En la cronología de consenso esta fecha no cae al final del Bronce Superior sino cerca de su comienzo. No hay evidencia arqueológica para una conquista de Canaán en 75 J. J. Bimson, Redating the Exodus and Conquest (1982). Ibid., 33-40. 77 Ibid., 43, 60. 76 159 esta época, pero sí hay abundante evidencia de destrucción de ciudades en la época inmediatamente anterior, el final del Bronce Intermedio. Bimson propone reconsiderar la fecha de estas destrucciones porque considera que no ocurrieron en el siglo XVI sino en el siglo XV aC. Los datos disponibles no apoyan las explicaciones que las atribuyen a los hicsos o a campañas egipcias. Argumenta que sería posible bajar las fechas asignadas a las cerámicas asociadas con estas destrucciones al siglo XV aC para coincidir con la fecha bíblica del éxodo.79 Las interpretaciones dadas a la secuencia estratigráfica de Jericó son pertinentes a esta discusión. Entre 1930 y 1936, J. Garstang identificó una serie de ciudades antiguas en Jericó, y concluyó que la cuarta de ellas fue la ciudad conquistada, quemada y abandonada por los israelitas. 80 K. M. Kenyon, entre 1952 y 1958, demostró que los muros de esta cuarta ciudad fueron del Bronce Inferior y no del Bronce Superior. La casi ausencia de material del Bronce Superior llevó a Kenyon a sugerir que los restos de la ciudad atacada por los israelitas fueron erosionados durante un período de abandono posterior. Sin embargo, no se encontró evidencia de tal erosión en las laderas del tel. 81 Para los que esperaban la confirmación de los resultados de Garstang esta conclusión fue desconcertante. Según Kenyon las excavaciones sí revelaron la existencia de una ciudad del Bronce Intermedio que fue quemada, pero la fecha fue cerca de 1550 aC, un siglo y medio antes de la fecha bíblica de la conquista. Bimson argumenta que 78 Ibid., 67-68, 73, 102-103. Ibid., 107-110. 80 K. M. Kenyon, “Jericho”, en M. Avi-Yonah ed., Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (1977): 563-564. 81 Ibid. 79 160 nada impide asignar una fecha cerca del final del siglo XV a las cerámicas de esta destrucción, y propone conectarla con el relato bíblico de la invasión israelita. 82 Este tipo de explicación, diseñada para resolver dificultades en un lugar específico, obliga a un examen general de las implicaciones de bajar la fecha del período arqueológico pertinente, con sus estratos y cerámicas asociados. Bimson opina que el ajuste requerido en este caso puede acomodarse dentro de la cronología de consenso sin cambiar más que la fecha de transición entre el Bronce Intermedio y el Bronce Tardío. 83 Bimson propone una interpretación similar de la estratigrafía de Hazor. El excavador de Hazor, Y. Yadín, concluyó que las tribus israelitas destruyeron la ciudad del Bronce Superior durante la segunda mitad del siglo XIII aC. Después de su destrucción la ciudad fue abandonada, y luego reocupada, poco a poco y en un área mucho menor, durante el Hierro I. 84 Se argumenta que, si Josué destruyó la última ciudad cananea, no quedarían más estratos cananeos que se podrían asociar con el Hazor de Jabín en el tiempo de Débora. Bimson propone asociar el ataque de Josué con la destrucción del final del Bronce Intermedio, y sugiere que la destrucción final del Bronce Superior fue consecuencia de la derrota de Sísara por Barac. 85 Se ofrecen explicaciones similares de la arqueología del final del Bronce Intermedio de muchos sitios excavados en Palestina, y se demuestra que los relatos bíblicos y los datos arqueológicos son compatibles con la hipótesis que la conquista israelita ocurrió al final del Bronce Intermedio. El lugar excavado más problemático para 82 Bimson, Exodus: 112-114, 119-136. Ibid., 215-223. 84 Y. Yadín, “Hazor”, Avi-Yonah, Encyclopedia: 474-496. 85 Bimson, Exodus: 172-187, con Jue. 4-5. 83 161 esta hipótesis es la ciudad de Hai, que fue abandonada al final del Bronce Inferior, y no fue reocupada hasta la Edad de Hierro. 86 Bimson colaboró con D. Livingston para defender la idea que no se habían identificado correctamente las ruinas de Hai y Betel. Livingston ubica Betel en El-Bireh, rechaza su ubicación tradicional en Beitín, y descarta la posibilidad que Hai sea Et-Tell. Livingston ha desarrollado explicaciones elegantes y convincentes de su propuesta, basadas en la topografía de la región, referencias bíblicas y referencias extrabíblicas a Hai y Betel. Livingston y B. Wood, que tiene una teoría similar, han organizado excavaciones independientes para buscar apoyo estratigráfico para sus teorías. Ubicaron, en distintos sitios, restos del final del Bronce Intermedio, o del inicio del Bronce Superior, que relacionan con la conquista israelita. 87 La teoría de Bimson parte de la fecha temprana tradicional para el éxodo en el siglo XV aC, calculada con datos bíblicos. Bimson no encuentra evidencia de la conquista israelita en el período arqueológico que corresponde a esta fecha en la cronología convencional, es decir al final del Bronce Superior. En un período anterior, el final del Bronce Intermedio, sí encuentra evidencia abundante, y sugiere ajustar la fecha del período para coincidir con la fecha indicada por las narraciones bíblicas. P. R. Davies y N. P. Lemche P. R. Davies distingue tres conceptos de Israel antiguo que son: el Israel literario de las narraciones bíblicas, el Israel antiguo creado por los historiadores y el Israel histórico 86 Ibid., 201-211. D. Livingston, “Locating Biblical Bethel Correctly”, 2003, 20 feb. 2008, <http://www.ancient days.net/bethel14.htm>; “Locating Biblical Ai Correctly”, 2003, 21 feb. 2008, <http://www.ancientdays. net/ai15.htm>; “The Exodus-Conquest Dating Fiasco”, 2003, 20 feb. 2008, <http://www.ancientdays.net/ datingfiasco.htm>; “Khirbet Nisya: The Search for Biblical Ai, 1979-2002”, 2003, 21 feb. 2008, <http:// 87 162 que existió en Palestina en la Edad de Hierro. 88 Davies adopta una perspectiva no teológica para estudiar la literatura bíblica, aplica a este estudio metodologías derivadas de las ciencias sociales y renuncia cualquier interés en la historicidad, valor literario o valor ético de ella. 89 Para Davies no es válido sujetar las construcciones literarias a la investigación histórica porque resulta en algo que no es ni historia ni literatura, y la tarea pertinente es estudiar la sociedad que creó el Israel literario de la Biblia. 90 Datos genuinos o ficticios pueden ser presentados a través de una variedad de construcciones literarias, incluyendo la de narración histórica. Davis quiere separarlas, pero la historia y la literatura no son mutuamente exclusivas. Los prejuicios y perspectivas de un observador no necesariamente cortan la conexión entre su reporte y los eventos que describe. Davies puede renunciar todo interés en el contenido histórico, el valor literario y el valor ético de las narraciones bíblicas, pero otros investigadores no tienen que hacer lo mismo. Puede leer el texto bíblico para comprender el entorno social de sus autores, pero nada impide que otros lo lean para estudiar sus contenidos históricos. Si los autores bíblicos dan la impresión que relataron realidades del pasado, hay que admitir que sus prejuicios pueden haber distorsionado estas realidades, pero esto es algo que se debe evaluar. N. P. Lemche piensa que no se pueden aceptar las narraciones bíblicas como fuentes históricas antes de corroborar cada detalle con fuentes independientes, que el www.ancientdays.net/book.htm>; B. G. Wood, “Kh. el-Maqatir 2000 Dig Report”, 21 feb. 2008, <http://www.bibleplaces.com/ai2000.htm.>. 88 Davies, Ancient Israel: 11. 89 Ibid., 14-16. 90 Ibid., 18. 163 Pentateuco fue producto del judaísmo helenista y que las narraciones bíblicas no permiten reconstruir casi nada de la historia de Israel antes del siglo VIII aC. Lemche describe las características del período Bronce Superior basándose en las excavaciones y el estudio de los textos de Ebla, Ugarit y Amarna. Dice que el Pentateuco aparenta ser del Bronce Superior pero concluye que no tiene base histórica en este período. 91 El argumento es curioso. Si tiene razón en pensar que el Pentateuco fue escrito en el período helenista, ¿cómo podrían los supuestos autores helenistas conocer las características culturales del Bronce Superior para crear la ilusión que su texto vino de aquella época? E. Yamauchi Un estudio de E. Yamauchi enfoca la relación entre las obras de Homero y la arqueología, y analiza un debate entre ‘maximalistas’ y ‘minimalistas’ comparable con el debate sobre arqueología y Biblia. 92 Enfoca la opinión común que la escritura desapareció del mundo griego cuando la civilización micénica colapsó, excepto en la isla de Chipre. Yamauchi supone que cualquier memoria de la civilización micénica que sobrevivió fue trasmitida en forma oral, durante más de 400 años, a través de la Edad Oscura. El debate gira en torno a la posibilidad de usar los textos de Homero como fuente para la reconstrucción de los eventos de la época micénica. Algunos historiadores que querían negar esta posibilidad reconocieron que las obras de Homero, que son muy 91 N. P. Lemche, Prelude to Israel's Past: Background and Beginnings of Israelite History and Identity (1998). Otros estudios suyos incluyen: The Israelites in History and Tradition (1998); Ancient Israel: A New History of Israelite Society (1988); Early Israel: Anthropological and Historical Studies on the Israelite Society before the Monarchy (1985). 164 posteriores a la época micénica, describen correctamente objetos micénicos típicos recuperados de las excavaciones. 93 Las excavaciones demostraron que algunas costumbres, estilos de construcción, edificios y templos de la época micénica fueron descritos correctamente por Homero. Por ejemplo, de los 164 lugares mencionados en el “Catálogo de Naves” de la Ilíada, 96 han sido identificados, y de estos 72 fueron ocupados en la época micénica y abandonados después. Homero describió correctamente 50 de estos lugares. Los nombres de muchas personas que aparecen en las obras de Homero tienen equivalentes en las tablillas micénicas, los acayos de Homero corresponden con los Ahiyyawa de los archivos hititas, y sus referencias a los fenicios corresponden con la historia conocida de este pueblo. 94 Después de considerar algunas discrepancias entre las descripciones de Homero y los datos arqueológicos, Yamauchi observa que muchas de las críticas negativas de la historicidad de Homero se basan en argumentos de silencio. Sugiere que las discrepancias entre las descripciones de Homero y la realidad de la época micénica podrían reflejar más la falta de exploración arqueológica que una falta de veracidad de parte del autor. Yamauchi concluye que la evidencia disponible no justifica el escepticismo extremo de los minimalistas ni tampoco el optimismo extremo de los maximalistas, y que las tradiciones conservadas por Homero reflejan correctamente en forma general la realidad de la época micénica. Termina diciendo que los investigadores bíblicos no deben ignorar las implicaciones de las confirmaciones arqueológicas positivas de los textos 92 E. Yamauchi, “Homer and Archaeology: Minimalists and Maximalists in Classical Context”, Hoffmeier y Millard, Future: 69-90. 93 Ibid., 73-74. 94 Ibid., 80-84; Homero, Ilíada: II. 165 homéricos, y cita la opinión de Dever que los paralelos con la historia temprana de Israel y el desarrollo de la tradición bíblica son claros. 95 W. G. Dever El título de un libro reciente de W. G. Dever pregunta qué sabían los escritores bíblicos y cuándo lo supieron. Argumenta que la arqueología de la Edad de Hierro en Palestina demuestra que las narraciones bíblicas conservan memorias genuinas del período de los jueces y la monarquía, pero no de períodos anteriores. 96 D. Henige señala la falta de consistencia y lógica de parte de Dever en abandonar la historicidad de los relatos bíblicos que tratan del período pre-monárquico mientras defiende la historicidad de ciertos de sus datos. 97 Un libro más reciente de Dever pregunta ¿quiénes eran los israelitas tempranos y de dónde migraron? 98 Ambos libros provocaron reacciones enérgicas y la bibliografía del segundo es un buen punto de partida para conocer la literatura reciente sobre la arqueología y las narraciones bíblicas. 99 Dever escribió para el público general y en 95 Ibid., 89-90. W. G. Dever, What Did the Biblical Writers Know and When Did They Know It? What Archaeology Can Tell Us about the Reality of Ancient Israel (2001). 97 D. Henige, “A War of Pots and Kettles: The Dubious Discourse of W. G. Dever”, Scandinavian Journal of the Old Testament 20/1 (mayo 2006): 77-95. 98 W. G. Dever, Who Were the Early Israelites and Where Did They Come From? (2003). 99 T. L. Thompson, “Methods and Results: A Review of Two Recent Publications” Scandinavian Journal of the Old Testament 15/2 (noviembre 2001): 306-325. La otra publicación evaluada por Thompson en este artículo es I. Finkelstein y N. A. Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of its Sacred Texts (2001). Evaluaciones críticas del libro de Dever oncluyen: J. R. Bartlett, Journal of Theological Studies 53/2 (octubre 2002): 563-567; P. James, Palestine Exploration Quarterly 134/2 (2002): 176-178; K. J. Udd, Journal of Biblical Studies 2/1 (2002); A. G. Vaughn, Review of Biblical Literature 12 (2003); M. Coogan, “Excavating the Truth”, America 185/1 (2001): 33-35. 96 166 oposición abierta a las posturas de P. R. Davies, K. W. Whitelam, L. Grabbe, T. L. Thompson e I. Finkelstein con N. A. Silberman. 100 Su objetivo es usar evidencia arqueológica para controlar su relectura de las narraciones bíblicas, 101 y describe cinco posibles posturas que son: (i) suponer que el texto dice literalmente la verdad e ignorar los resultados de excavación, (ii) suponer que probablemente el texto dice la verdad y buscar datos externos que lo pueden corroborar, (iii) buscar, sin preconcepciones sobre la confiabilidad del texto, convergencias entre el texto y los datos, (iv) suponer que el texto no dice la verdad salvo que datos externos lo corroboren y (v) rechazar el texto y otros datos porque el texto no puede decir la verdad. 102 Se sitúa en la postura (iii) porque cree que es más probable encontrar la verdad así, pero no presupone, ni quiere demostrar, la verdad o falsedad del texto bíblico. Lo usa para señalar convergencias entre evidencias textuales y arqueológicas para la identidad y origen del pueblo de Israel, pero escoge cuáles datos incluir o excluir. 103 Esta postura tiene mucho en común con la arqueología bíblica de Albright, Wright y Bright. 104 Dever sigue la cronología de consenso en ubicar el Bronce Superior entre 1500 y 1200 aC y el Hierro I entre 1200 y 1000 aC. 105 Adopta una hipótesis literaria basada en un Tetrateuco, Génesis a Números, escrito en el siglo VIII-VII aC, y una Historia Deuteronomista, Deuteronomio a II Reyes, escrita en la segunda mitad del siglo VII aC. 100 Davies, Ancient Israel; K. W. Whitelam, The Invention of Ancient Israel: The Silencing of Palestinian History (1996); L. L. Grabbe ed., Can a History of Israel be Written? (1997); T. L. Thompson, The Mythic Past: Biblical Archaeology and the Myth of Israel (1999); Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed. 101 Dever, Early Israelites: x. 102 Ibid., x, 41. 103 Ibid. 104 T. L. Thompson, “Historiography of Ancient Palestine and Early Jewish Historiography: W. G. Dever and the Not So New Biblical Archaeology”, en Fritz y Davies, Origins: 26-43. 167 Piensa que el texto bíblico descansa sobre tradiciones orales, y documentos perdidos escritos a base de ellas, más de 500 años después de los eventos que dicen reportar. 106 La declaración detallada de presuposiciones es un mérito de la exposición de Dever. Es evidente que influyen, y en forma contundente, en la comprensión de los datos textuales y arqueológicos que usa para buscar sus convergencias de evidencia sobre las cuales reconstruye los eventos pasados. En cuanto al éxodo, Dever cree que la fecha temprana no armoniza con los datos arqueológicos, que ocurrió en el siglo XIII aC y que Ramsés II de d.XIX es el único rey de Egipto que podría ser el faraón del relato bíblico. Apela al consenso de “todas las autoridades” para ubicar la transición entre la cultura cananea y la cultura israelita entre 1250 y 1150 aC, al final del Bronce Superior. 107 Identifica la ciudad de Ramesés de la esclavitud israelita con Pi-Ramesse en el Delta. Afirma que Pitón no fue ocupada al final del Bronce Superior, y tampoco CadesBarnea, donde el relato bíblico indica que Israel vivió. 108 Afirma también que no hubo en el norte del Neguev, al final del Bronce Superior, ningún centro poblado identificable con Horma o Arad. Tampoco hubo ciudades en Edom, y por lo tanto no hubo rey para oponerse a los israelitas. En Hesbón, capital de Sehón, no hubo ciudad hasta el siglo X. 109 Estas conclusiones de Dever sobre los relatos del éxodo y conquista del Pentateuco demuestran que sus suposiciones acondicionan estrechamente su búsqueda de convergencias entre los relatos bíblicos y los datos arqueológicos. 110 Las busca solamente 105 Dever, Early Israelites: xi. Ibid., 7-8. 107 W. G. Dever, “Archaeology and the Emergence of Early Israel”, en J. R. Bartlett, Archaeology and Biblical Interpretation (1997): 8-9. 108 Dever, Early Israelites: 14 y 20 con Ex. 1:11, 12:37 y Nm. 20:1-13. 109 Ibid., 27-30 comparado con Nm. 20:14-21, 21:1-3, 21-30. 110 Dever, Early Israelites: 8. 106 168 en la arqueología del siglo XIII aC, el final del Bronce Superior según la cronología de consenso. Cuando no encontró convergencia donde la buscó concluyó que los eventos del relato no ocurrieron. No contempla la posibilidad de buscar convergencia entre el relato bíblico y la arqueología de otra fecha, o de otro período arqueológico. Tampoco contempla la posibilidad de errores en las fechas de la cronología de consenso, y prefiere descartar la historicidad del relato bíblico antes de modificar sus postulados cronológicos. Dever concluye que el relato bíblico de la conquista refleja la historia del período en que fue escrito, lo que parece muy razonable a primera vista. Sin embargo, esta supuesta conclusión es solamente un reflejo de los postulados adoptados en cuanto a la fecha de origen de los textos bajo estudio. Postuló que el relato fue escrito en el siglo VII aC, y que este relato descansa sobre documentos más antiguos ya perdidos, que en su turno descansan sobre tradiciones orales que posiblemente conservaban detalles genuinos de la Edad de Bronce. 111 No intenta explicar cómo el relato bíblico de la conquista refleja la historia del siglo VII aC. El relato de la conquista en el libro de Josué es examinado con los mismos criterios. Dever observa que la ausencia de ciudades del Bronce Superior en Hesbón y Dibón fue un golpe duro para el modelo de conquista de Albright, Wright y Bright. Otro golpe duro fue el descubrimiento que tampoco hubo ciudades del Bronce Superior en Jericó, Hai y Gabaón. 112 Nota que hubo una ciudad en Laquís en el Bronce Superior que fue destruida, pero señala que esto ocurrió después del tiempo de Ramsés III, según 111 112 Ibid. Ibid., 46. 169 Dever medio siglo después de la fecha bíblica para Josué. Concluye que no ocurrieron los eventos de la conquista israelita narrados en el libro de Josué. 113 Dever levanta, y responde, la pregunta ¿Cómo se deducen fechas de las cerámicas encontradas por los arqueólogos? Dice que la respuesta es sencilla ya que más de cien años de experiencia ha creado la confianza que se pueden asignar fechas dentro de un siglo a las formas cerámicas que se identifican, aún en pequeños fragmentos. Esta confianza radica en el hecho que se encuentran grupos de formas cerámicas relacionadas en contextos a los cuales se pueden asignar fechas por medio de escarabajos egipcios, argumentos astronómicos, monedas y radiocarbono. 114 Esta es esencialmente el punto de vista de Albright, basada en la tipología más que en la estratigrafía. Dever afirma que la cronología de los centros poblados del Hierro I en los cerros de Palestina no es controversial y que las fechas asignadas a ellos no varían en más de 50 años. 115 Observa que las cerámicas de este período muestran “una sorprendente continuidad” con las del Bronce Superior. La diferencia es que el Hierro I tiene proporciones más altas de vasijas de cocina y jarrones de almacenaje, y carece de elementos egipcios y otros elementos importados. Dever dice que tales elementos importados están ausentes por definición, y que un hallazgo de cerámicas con características egipcias tendría que ser asignado a otro período. 116 Para Dever el problema de ubicar los inicios del pueblo de Israel en la secuencia estratigráfica está resuelto. Para él se observa este proceso en los asentamientos poblados 113 Ibid., 45-50 y 227-228, comparado con Jos. 6-10. Dever, Early Israelites: 95-96. 115 Ibid. 116 Ibid., 28-30. 114 170 de los cerros centrales de Palestina en la transición entre los períodos Bronce Superior y Hierro I. 117 I. Finkelstein y N. A. Silberman I. Finkelstein y N. A. Silberman quisieron relatar la historia de Israel desde una perspectiva arqueológica, y separar entre lo que ocurrió y las leyendas narradas en la Biblia hebrea. 118 Creen que el Documento Yavista, el libro de Deuteronomio y la Historia Deuteronomista, que para ellos forman el corazón histórico de la Biblia hebrea, fueron escritos en Jerusalén durante las reformas de Josías en el siglo VII aC. 119 Dicen que el período patriarcal no debe ser comprendido como la fase más temprana de una historia secuencial de Israel.120 Creen que la migración de los patriarcas a Egipto y su estadía allí son corroboradas por el relato manetónico de los hicsos y por datos arqueológicos. Creen a la vez que las narraciones patriarcales fueron escritas en el siglo VII aC como prehistoria piadosa para facilitar la centralización del culto y la unificación de los pueblos bajo Judá, después del retiro de los asirios. 121 En cuanto al éxodo, creen que el relato bíblico contradice muchos datos arqueológicos del siglo XIII aC y, por lo tanto, que no hubo tal evento. 122 Después del retiro de los asirios de Palestina, en 656 aC, Egipto se estableció como la potencia regional principal, y sus reyes se opusieron a la expansión de Judá. Según los autores el 117 Ibid., 167. Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 3. 119 Ibid., 10-15, 22. 120 Ibid., 35-36, 319-325. 121 Ibid., 46-47. 122 Ibid., 48-64. 118 171 relato de la confrontación entre Moisés y el faraón fue escrito para reflejar la confrontación entre Josías y el faraón Necao. 123 Los autores creen que no hubo conquista israelita de Canaán, 124 que el libro de Josué fue escrito en el siglo VII aC y que su autor combinó leyendas que explicaban ruinas, memorias de victorias pasadas y la idea de una conquista ordenada por Dios en un relato ficticio. El propósito del relato fue promover el ideal pan-israelita, y representar el rey Josías como salvador de su pueblo bajo la figura de Josué. 125 En cuanto a David y Salomón, Finkelstein y Silberman creen que tampoco acontecieron los eventos narrados de ellos. Su explicación de los relatos bíblicos es que el historiador deuteronomista, escribiendo en el siglo VII aC, utilizó la leyenda del imperio glorioso de David y Salomón para exaltar el rey Josías, presentado como un nuevo David. El proyecto de los líderes de Judá fue convertir el templo y el palacio de Josías en el centro de un reino que haría realidad la leyenda del imperio glorioso. 126 Finkelstein y Silberman expresan el deseo de compartir los avances arqueológicos más recientes sobre cuándo y por qué la Biblia hebrea fue escrita y por qué es todavía un texto poderoso hoy. 127 Los argumentos arqueológicos avanzados para apoyar la idea que los relatos bíblicos fueron escritos en el siglo VII aC repiten los argumentos negativos de las últimas décadas. Se buscó un período arqueológico para los patriarcas, pero no encajan bien en ningún período y los datos arqueológicos del tiempo de Ramsés y Merenptah no son 123 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 68-71. Ibid., 72-90. 125 Ibid., 90-96. 126 Ibid., 1-3. 127 Ibid. 124 172 compatibles con él relato bíblico de la opresión y el éxodo. 128 Se apela a los estudios de D. Redford que demostró que muchos detalles del relato del éxodo concuerdan con la realidad del Delta en el siglo VII aC, y que algunos lugares mencionados fueron ocupados solamente en ese tiempo. 129 La evidencia arqueológica presentada para apoyar la idea que la conquista no ocurrió enfoca la falta de correspondencia entre el relato bíblico y la arqueología del final del Bronce Superior. 130 Los autores señalan grupos de posible origen nomadito del Hierro I como los primeros israelitas que emergieron de la población cananea con una identidad étnica distintiva. El indicador que consideran decisivo es que la población de los cerros centrales de Palestina en el Hierro I no criaba cerdos ni comía su carne. 131 Los argumentos aquí son precarios, y cuestionados, por ejemplo por Dever. 132 El indicador de etnicidad sugerido tampoco es seguro ya que, por ejemplo, se ha comprobado la ausencia de huesos porcinos del área sagrada de Tell el-Hayyat en el Bronce Intermedio IIA, mientras tales huesos estaban presentes en las zonas domésticas. ¿Esta población también fue israelita? 133 Los autores observan que se encontraron restos impresionantes del Bronce Intermedio y del Hierro tardío en Jerusalén, pero nada similar de la fase arqueológica 128 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 27-72. D. B. Redford, “An Egyptological Perspective on the Exodus Narrative”, en A. F. Rainey ed., Egypt, Israel, Sinai: Archaeological and Historical Relationships in the Biblical Period (1987): 137-161; Egypt, Canaan and Israel in Ancient Times (1992): 98-122. 130 Finkelstein y Silberman, The Bible Unearthed: 72-96. 131 Ibid., 105-120. 132 Dever, Early Israelites: 154. 133 B. Hesse y P. Wapnish, “Paleozoology”, en tomo 4 de E. M. Meyers ed., The Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East (1997): 206–7. 129 173 correspondiente a la fecha bíblica de Salomón. David y Salomón no aparecen en textos antiguos excepto por la inscripción de Tel Dan que menciona la casa de David. 134 En la primera parte del Hierro II la zona norte de los cerros centrales de Palestina tenía docenas de sitios poblados con una economía compleja y próspera. Los autores asocian las ciudades de esta zona con el estado de Israel. 135 La propuesta de cronología baja de Finkelstein se basa en la cerámica de uno de estos sitios, Jezreel, ciudad de Israel ocupada solo en el siglo IX aC. Esta cerámica es casi idéntica a la de la fase de Meguido antes designada ‘salomónica’. Basándose en el dato bíblico que Jezreel fue construida por Acab (I R. 16:24 y 21:1), Finkelstein propone bajar la fecha de la fase ‘salomónica’ de Meguido a la época de Acab. 136 Una consecuencia de este cambio es que la época de Salomón queda sin datos arqueológicos, y otra es que las destrucciones antes atribuidas a Sisac pertenecen a períodos posteriores. 137 A. F. Rainey escribió un artículo con el título provocativo “Stones for Bread: Archaeology versus History”, rechazando la propuesta de Finkelstein sobre la formación de los estados de Israel y Judá. Finkelstein había descrito el reino de Israel en el norte de la Tierra Santa en el siglo IX aC como el único estado plenamente desarrollado de la región mientras Judá, Moab y Amón seguían siendo estados tribales. Según Finkelstein 134 Finkelstein y Silberman, The Bible Unearthed: 123-145. Ibid., 155-162, 169-180. 136 Ibid., 186-190, 340-344. 137 Ibid.,190-225. Un buen resumen de la controversia cronológica es M. Balter, “The Two Tels: Armageddon for Biblical Archaeology?”, Science 287/5450 (enero 2000): 31-32. Otra explicación es A. G. Vaughn, “What's a Bible Scholar to Do? ...When Archaeologists Can't Agree”, SBL Forum, 2007, 27 may. 2008, <www.sbl-site.org/Article.aspx? ArticleId=61>. 135 174 Judá, Moab y Amón se convirtieron en estados plenamente desarrollados 150 años después de Israel bajo la presión de las invasiones asirias. 138 Dever comparte muchos puntos de la explicación de los orígenes de Israel de Finkelstein, 139 pero señala seis diferencias críticas entre sus posturas y critica severamente su metodología. 140 Dever concluye que el análisis de Finkelstein de la cerámica del Hierro I depende de interpretaciones cuestionables de los datos, y de solamente cuatro fragmentos de cerámica. Si tiene razón, el sustento técnico de la teoría de Finkelstein es sumamente débil. 141 Los análisis de Dever y Finkelstein se llevan a cabo dentro del marco de la cronología de consenso. Ambos buscaron datos arqueológicos correspondientes al éxodo y la conquista pero no los encontraron en el período arqueológico apropiado, es decir en el período Bronce Superior. Demostraron que el éxodo y la conquista no ocurrieron al final del Bronce Superior, pero esto no implica que no ocurrieron en algún otro período. Si se ha buscado el contexto del éxodo en el período equivocado su demostración es irrelevante, y los datos buscados podrían aparecer en la próxima excavación. Resultados del estudio de las narraciones La historicidad de los relatos del Antiguo Testamento se ha discutido por lo menos desde el tiempo de Josefo. Mientras estas discusiones se basaban en datos bíblicos, los argumentos sobre el éxodo y el desarrollo de Israel en Canaán estuvieron estrechamente relacionados. Las nuevas perspectivas de estudio de las últimas décadas y los argumentos 138 A. F. Rainey, “Stones for Bread: Archaeology versus History”, Near Eastern Archaeology 64/3 (2001): 140-149. I. Finkelstein, “State Formation in Israel and Judah: A Contrast in Context, a Contrast in Trajectory”, Near Eastern Archaeology 62/1 (marzo 1999): 35-52. 139 Ibid., 153-154. 140 Dever, Early Israelites: 154. 175 arqueológicos recientes tienden a independizar cada vez más los estudios de las narraciones y los estudios arqueológicos. Los eventos de la época patriarcal, el éxodo, la conquista, los jueces, David, Salomón y los demás reyes de Judá antes de Ezequías han prácticamente desaparecido de reconstrucciones recientes de la historia de Israel. En las secciones que siguen se comentan primero algunos estudios recientes del éxodo. Luego se examinan tres temas centrales a las discusiones del éxodo: su ubicación en la historia de Egipto, su fecha en la cronología bíblica y la validez de los argumentos basados en nombres. Finalmente se presenta una vista panorámica de estudios recientes de los orígenes de Israel y los orígenes de los estados hebreos. Estudios recientes del relato del éxodo Estudios comprensivos recientes del éxodo en relación con la arqueología incluyen los de B. Halpern, 142 E. S. Frehrichs y L. H. Lesko, 143 J. K. Hoffmeier 144 y C. A. Redmount. 145 El estudio de Redmount trata muchos de los temas importantes. Parte del análisis documentario clásico del Pentateuco, a pesar de estar consciente que se cuestionan cada vez más el contenido, la fecha y aún la existencia de los documentos fuente. Reporta que la búsqueda de elementos específicamente egipcios en el relato bíblico del éxodo dio resultados mayormente negativos. No se encontraron más de un par de referencias claras y algunos nombres egipcios, y concluye que las narraciones podrían 141 Ibid., 158-161. B. Halpern, “The Exodus and the Israelite Historians”, Eretz Israel 24 (1993): 89-96; “The Exodus from Egypt ¿Myth or Reality?”, en H. Shanks ed., The Rise of Ancient Israel (1992). 143 E. S. Frerichs y L. H. Lesko eds., Exodus: The Egyptian Evidence (1997) incluye estudios de A. Malamat, F. J. Yurco, D. Redford, W. Dever y J. Weinstein. 144 J. K. Hoffmeier, Israel in Egypt: The Evidence for the Authenticity of the Exodus Tradition (1997). 142 176 haberse escrito en casi cualquier lugar. 146 Observa que el Sinaí fue ocupada durante el Bronce Inferior y la Edad de Hierro, pero no durante el Bronce Superior, el período de las fechas tradicionales tardía y temprano para el éxodo. 147 La selección arbitraria de datos caracteriza muchas discusiones del éxodo. Por ejemplo, D. Redford concluyó que el relato bíblico del éxodo es ficticio porque durante d.XVIII-XX no hay evidencia por una presencia sustancial de semitas en el Delta oriental, y las defensas fuertes de la frontera no hubieran permitido que pasara tal grupo si hubiera existido. El argumento de Redford ignora documentos egipcios bien conocidos de la época que mencionan extranjeros designados ‘apiru’ que trabajaban en la construcción de Per-Ramesse, referencias a varios grupos que cruzaron la frontera y referencias a esclavos que se escaparon. 148 W. Stiebing parte del intento de establecer la fecha del éxodo a base de datos bíblicos, y concluye que los datos arqueológicos apoyan más su ubicación en el siglo XIII que en el siglo XV aC. Sin embargo, dice que tal ubicación del éxodo es problemática por falta de evidencia de una interrupción mayor en la cultura material de Canaán correspondiente a la conquista. 149 Stiebing contempla la posibilidad que el éxodo se haya ubicado en el período arqueológico equivocado, y examina varias propuestas: (i) La ubicación del éxodo al final del Bronce Intermedio por J. Bimson se rechaza porque contradice datos 145 C. A. Redmount, “Bitter Lives: Israel in and out of Egypt”, en M. D. Coogan, The Oxford History of the Biblical World (1998): 79-121. 146 Ibid., 86-90. 147 Ibid., 90-94. 148 D. Redford, “Observations on the Sojourn of the Bene-Israel”, en Frerichs, Exodus: 57-66; J. Van Seters, Reseña de Ernest Frerichs y Leonard H. Lesko, eds., Exodus: The Egyptian Evidence, RBL, febrero 1999, 15 feb. 2008, <http://www.bookreviews.org/pdf/189_454.pdf>. 149 W. H. Stiebing Jr., Out of the Desert? Archaeology and the Exodus-Conquest Narratives (1989). 177 arqueológicos, 150 y su ubicación en la Edad de Hierro por J. Callaway se rechaza por la misma razón. 151 (ii) La propuesta que la erupción de la isla de Thera explica fenómenos del relato bíblico se rechaza porque la erupción ocurrió mucho antes de la fecha bíblica del éxodo, y sus efectos apenas se sintieron en Egipto. 152 (iii) La propuesta de I. Velikovsky, que el acercamiento a la tierra de un cometa explica fenómenos del relato bíblico, se rechaza porque incluye interpretaciones dudosas de la mitología, contradice datos científicamente establecidos, contradice los datos arqueológicos disponibles y no explica la ausencia de referencias en la literatura antigua a los desastres cósmicos que supuestamente ocurrieron. 153 (iv) La propuesta de D. Courville y la propuesta similar de S. Vaninger, que ubican el éxodo al final del Bronce Inferior, y reemplazan las fechas de consenso para el período con fechas calculadas por medio de la cronología bíblica, se rechazan porque crean más problemas arqueológicos que resuelven.154 (v) Las propuestas de los arqueólogos E. Anati y R. Cohen que ubican el éxodo en el Bronce Inferior por razones arqueológicas, se rechazan porque ignoran, o resuelven en forma insostenible, varios problemas cronológicos y arqueológicos. 155 La ubicación del éxodo en la historia de Egipto No es fácil ubicar el éxodo en la historia de Egipto. Newton comenzó su Short Chronology diciendo que los cananeos expulsados por Josué se retiraron en multitudes de Canaán y conquistaron el reino de Timaus, Thamus o Thammuz en el norte de Egipto. Pensaba que el sur de Egipto tenía muchos reyes en ese período, y ubica la época de 150 Ibid., 137-145. Ibid., 145-148. 152 Ibid., 102-113. 153 Ibid., 113-123. 154 Stiebing, Out of the Desert:127-137. 151 178 gobierno de los hicsos después de la conquista israelita de Canaán. Se fundamenta en la declaración de Josefo, citando Manetón, que los hicsos fueron expulsados y luego ayudaron a construir el templo de Salomón. 156 Josefo y Julio el Africano asociaron el éxodo con la expulsión de los hicsos de Egipto por Tethmosis o Amos, primer rey de d.XVIII. Eusebio ubicó el éxodo hacia el final de d.XVIII bajo el rey Cencheres o Achencheres. 157 Lepsius, en 1849, propuso ubicar la opresión de los hebreos en el reinado de Ramsés II de d.XIX, y el éxodo en el reinado de su hijo Merenptah. Esta teoría, la fecha tardía tradicional, sigue vigente hoy, pero es más y más cuestionado. 158 En resumen los cronólogos tempranos ubican el éxodo en d.XVIII, Newton lo ubica antes de d.XV y los modernos lo ubican en d.XIX. El libro de Éxodo dice que el pueblo de los hijos de Israel edificó para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés (Éx. 1:11. La LXX añade “… y On, que es Heliópolis”). Los documentos egipcios disponibles no hacen referencia al éxodo, pero hablan de una ciudad llamada Per-Ramesse. Fue construida por Ramsés II en el Delta oriental, y creció al tamaño de Heracleópolis, Sais y Tebas. Durante d.XVIII-XIX hasta la mitad de la población egipcia vivía en las ciudades de Ménfis y Heliópolis. 159 Las excavaciones no revelaron construcciones de gran escala durante d.XVIII en el Delta oriental, y se concluyó que la opresión en Ramesés no pudo ocurrir antes del 155 Ibid., 123-127. Sir I. Newton, The Project Gutenberg EBook of The Chronology of Ancient Kingdoms Amended, EBook 15784, mayo 2005, 25 ene. 2007, <http://www.gutenberg.org/catalog/>. Josefo, Contra Apionem: I, 14, 26-31. 157 W. G. Waddell, Manetho (1940): 101, 107, 111. 158 C. De Wit, The Date and Route of the Exodus (1960): 5-7. 159 B. Manley, The Penguin Historical Atlas of Ancient Egypt (1996): 54-55, 95-95. Por mucho tiempo se ubicaba Per-Ramesse en Tanis, pero desde las excavaciones de M. Bietak en Tell el-Daba algunos kilómetros más al sur, se ubica la capital hicsos, Avaris, y Per-Ramesse, allí. 156 179 tiempo de Ramsés II. 160 La llamada fecha tardía del éxodo depende del postulado que los israelitas construyeron Per-Ramesse, y ubica el éxodo en el tiempo de Merenptah, d.XIX. La fecha tardía identifica primero el faraón del éxodo como Merenptah, lo que implica, por la cronología de consenso, que el éxodo ocurrió en el siglo XIII aC. Hay diferencias importantes en metodología entre el cálculo de la fecha tardía y el cálculo de la llamada fecha temprana, propuesta por Lefébure, en 1896. Se calcula, directamente de datos bíblicos, una fecha en el siglo XV aC para el éxodo. Esta fecha, según la cronología de consenso, cae dentro del reinado de Aménofis II, d.XVIII. 161 El método de la fecha temprana respeta los datos cronológicos del relato bíblico, mientras el método de la fecha tardía utiliza algunos e ignora otros. Ambos métodos dependen de la cronología de consenso, pero de distintas maneras. Si la cronología de consenso fuese cambiada, la fecha temprana no cambiaría, pero el faraón del éxodo sí, mientras la fecha tardía cambiaría, pero el faraón del éxodo no. La fecha del éxodo en la cronología bíblica El dato bíblico crítico es la referencia a los 480 años entre el éxodo y el cuarto año de Salomón de 1 R. 6:1. Muchos piensan que la fecha del éxodo se calcula fácilmente si se conocen las fechas de Salomón. Thiele ubica la muerte de Salomón en 931/ 930 aC, 162 y Galil da la misma fecha. 163 Bright sigue la cronología de Albright y la ubica en 922 aC, 164 mientras Matthews la ubica cerca de 925 aC. 165 Estos datos permiten calcular que 160 De Wit, Exodus: 6. Ibid., 4. 162 Thiele, Mysterious Numbers: 205. 163 Galil, Chronology: 147. 164 Bright, History: 225. 165 Matthews, History: 55. 161 180 el cuarto año de Salomón fue entre 967 y 958 aC., y el éxodo ocurrió entre 1447/1446 y 1438 aC. Muchos han preguntado si los 480 años representan un intervalo real de tiempo transcurrido, observando que el libro de Reyes no explica el origen de la cifra. Bimson rechaza la teoría que la cifra es un número artificial obtenido por la multiplicación de las cifras significativas 40 y 12, y concluye que el intervalo duró más de 480 años por los datos del libro de Jueces. 166 Bimson observa que la Septuaginta dice 440 años, mientras el Texto Masorético dice 480, y opta por 480 porque es respaldada por Aquila, Símaco y la Pesita. 167 Bimson calcula que los períodos de opresión y gobierno mencionados en el libro de Jueces suman a 410 años. Para calcular el tiempo entre el éxodo y Salomón habría que añadir a esta cifra lo siguiente: 40 años para Israel en el desierto (Nm. 32:13), una cifra para la guerra de conquista, otra para el gobierno de Josué y los ancianos, los 40 años de Elí (I S. 4:18), más de 20 años para el gobierno de Samuel (I S. 7:2), una cifra para el reinado de Saúl, los 40 años de David (I R. 2:11) y los primeros cuatro años de Salomón. 168 Estas cifras suman a 534 años más tres períodos desconocidos para Josué, Samuel y Saúl. De datos de Josefo se puede calcular que Samuel y Saúl gobernaron 52 años en total, 169 que la guerra de conquista duró por lo menos 5 años (cp. Jos. 14:6-15) y que Josué gobernó por 25. 170 Usando estos datos el tiempo entre el éxodo y el cuarto año de 166 Bimson, Exodus: 74-75. Ibid., 75-79. 168 Ibid., 80-81. 169 Josefo, Arqueologia: VI, XIII, 5; Ibid., VI, XIV, 9; Hch. 13:21. 170 Josefo, Arqueologia: V, I, 19, 29; Según Bimson, Éxodo: 85, Seder olam 12 indica que la guerra de conquista duró 14 años. 167 181 Salomón sería algo más que 534 + 77 = 611 años, 131 años en exceso de los 480 años de I R. 6:1. Según Bimson los períodos de opresión del libro de Jueces suman a 111 años. Si estos períodos deben considerarse dentro de los períodos de los jueces, y el gobierno de los jueces era continuo, se reduce la discrepancia a 20 años. La Septuaginta asigna a Elí 20 años en vez de los 40 del Texto Masorético, y si esta cifra representara el tiempo que Elí gobernó solo se resuelve la diferencia de años. 171 Eusebio en su Crónica trata los 480 años como un período de tiempo transcurrido e incluye las opresiones dentro de los períodos de los jueces. Asigna 27 años a Josué, supone que Otoniel le sucedió directamente y asigna 40 años a Samuel y Saúl juntos. 172 La cifra dada en Jueces 11:26, que 300 años pasaron entre la conquista de Hesbón y Jefté, es compatible con la interpretación de los 480 años como tiempo transcurrido. Todas estas consideraciones apoyan el cálculo que ubica el éxodo entre 1447/1446 y 1438 aC. Los cálculos contemplados para esta fecha temprana para el éxodo suponen que el relato bíblico reporta datos fieles a lo acontecido, y los argumentos de Bimson y otros dependen de armonizar la cronología del libro de Jueces con la cifra de 480 años. Se puede suponer que siempre hubo un solo juez principal para toda la nación, como Moisés y Josué. Jueces provee distintos tipos de datos cronológicos: períodos de opresión, como los ocho años bajo Cusan-risataim (Jue. 3:8), períodos de gobierno de algunos jueces, por ejemplo los 23 y 22 años de Tola y Jair (Jue. 10:2-3), períodos cuando la tierra descansó durante 40 u 80 años (Jue. 3:11, 30; 4:31) y los 300 años de Jue. 11:26. 171 Bimson, Exodus: 80-84; Allis, Claims and Critics: 396. A. Smith, Eusebius Chronicle: 103-105, 2007, 26 may. 2008, <http://www.attalus.org/translate/ eusebius4.html>. 172 182 Los períodos de 40 años podrían entenderse como el tiempo de servicio de los jueces longevos. Al alcanzar el tiempo que duró el gobierno de Moisés, el juez modelo, los jueces serían mayores y podrían jubilarse. El sucesor sería el liberador más reciente, tal vez entrenado por el juez, como Moisés entrenó a Josué. Tal concepto explicaría los períodos de 40 y 80 años. Puede tener un paralelo en las referencias al censo de levitas de entre 30 y 50 años de edad (Nm. 4:23, 30, 35), y tal vez también podría ser el precedente para la entrega de poder de David antes que muriera (I R. 1:28-34). El concepto de gobiernos sucesivos de los jueces, incluyendo las opresiones en los períodos de gobierno, permite pensar en la continuidad de las instituciones públicas de Israel desde el tiempo de Moisés en adelante. Redmount conoce muchas propuestas para la fecha del éxodo, desde el tercer milenio aC hasta el final del segundo. Señala tres que tuvieron mayor apoyo: la identificación de Israel con los hicsos, en el siglo XVI aC, la fecha temprana tradicional, en el siglo XV aC, y la fecha tardía tradicional en el siglo XIII aC. 173 Wright ubica el éxodo en el reinado de Ramsés II de d.XIX, y considera la fecha arqueológicamente segura. 174 Bright afirma que el relato bíblico del éxodo tiene raíces en eventos históricos, 175 y considera seguros solamente algunos datos del relato bíblico. Ubica el éxodo durante los primeros tres cuartos del siglo XIII aC 176 y sugiere una interpretación simbólica de los 480 años. 177 R. Young enfoca las referencias a dos jubileos mencionados en el Talmud, y sus implicaciones para la fecha del éxodo. Observa que Ezequiel 40:1 y algunos comentarios 173 Redmount, Bitter Lives: 103-106. Wright, Arqueología bíblica: 58, 72. 175 Bright, History: 118. 176 Ibid., 119-122. 174 183 conservados en el Talmud demuestran que se esperaba un jubileo en 574 aC. Otro jubileo comentado en el Talmud ocurrió 49 años antes, en el año 18 de Josías. Young observa también que el jubileo de Ezequiel es el jubileo número diecisiete en el Talmud, y el Seder olam. Estos datos implican que el conteo de años sabáticos y jubileos comenzó en 1406 aC, ubicado por Young en el año de la entrada a Canaán, decisión que ubica el éxodo en 1446 aC, 40 años antes. Esta fecha es compatible con las fechas calculadas por Thiele y Galil para Salomón, 178 y permite optar por 1446 aC en preferencia a otras opciones del rango de posibles fechas calculado anteriormente. Las discusiones basadas en nombres La centralidad del nombre Ramesés a la teoría de la fecha tardía del éxodo, y la amplia difusión de esta teoría en la literatura de referencia, llevan a reflexionar sobre el uso de nombres en tales argumentos. El libro de Génesis relata que Jacob y sus hijos fueron ubicados en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés. 179 Muchos intérpretes califican esta referencia como anacronismo y la descartan. Si se refiere a la ciudad de Per-Ramesse, aplicando la lógica de los argumentos que sustentan la fecha tardía del éxodo, se podría argumentar que Jacob vivía en el tiempo de la dinastía XIX. Una alternativa sería que el lugar se llamaba tierra de Ramesés antes del tiempo de Ramsés II. Es de notar que la residencia de Ramsés II no se llamaba simplemente Ramesés sino Per-Ramesse, o casa de Ramsés, y hay tres designaciones distintas que considerar en la discusión de este nombre: la ciudad de Ramesés (Ex. 1:11), la tierra de 177 Ibid., 121. R. Young, “The Talmud’s Two Jubilees and Their Relevance to the Date of the Exodus”, Westminster Theological Journal 68/1 (2006): 71-83. Otro estudio reciente de la cronología del éxodo es J. A. Franks, “Exodus Chronology”, en M. Dacy, J. Dowling, S. Faigan, eds., Feasts and Fasts: A Festschrift in Honour of Alan David Crown (2005): 179-193. 178 184 Ramesés (Gn. 47:11) y la ciudad de per-Ramesse, que difiere de las otras dos referencias por el elemento ‘per’ y no aparece en el relato bíblico. Ramsés significa hijo de Re’, o hijo del dios-sol. La designación fue usada en el tiempo de d.IV, y fue un título oficial de los reyes, su nomen, a partir de d.V. 180 De la referencia en Génesis a la “tierra de Ramesés” se podría argumentar que Jacob vivió en el tiempo de d.IV-V. En tal caso el éxodo habría ocurrido tal vez en el tiempo de d.VI y tal vez habrá sido la causa de la caída del Reino Antiguo, que hasta ahora no se explica satisfactoriamente. Parece evidente que el argumento basado en el nombre Ramesés no es suficiente para establecer la fecha del éxodo. Algunos nombres que aparecen en las narraciones bíblicas de la conquista aparecen también en los textos de execración de d.XII. El grupo temprano de textos, del tiempo de Senwosre III, incluye referencias a Jerusalén y Asquelón. El grupo tardío menciona 64 lugares con sus gobernantes. Entre ellos aparecen muchos lugares mencionados en el texto bíblico incluyendo Horma, Asquelón, Siquem, Acsaf, Hazor, Jerusalén, Eglón, Lais y Bet-Semes. 181 Durante d.XVIII-XX los documentos egipcios se refieren a campañas militares y otras acciones egipcias en territorios prominentes en las narraciones bíblicas. 182 Del tiempo de Aménofis III de d.XVIII hay referencias a un lugar ‘Yahweh (en) la tierra de los Shasu’, y a los ‘Shasu de Yahweh’. 183 En documentos del tiempo de los hicsos y del 179 Gn. 47:11. Gardiner, Egypt: 84. 181 Y. Aharoni, M. Avi-Yonah, The Modern Bible Atlas (1979): 23-24. 182 Ibid., 32-46. 183 Dever, Early Israelites: 150-151, 236-237. Los Shasu son conocidos solamente de textos del Reino Nuevo según Redmount, Bitter Lives: 100; L. E. Stager, “Forging an Identity: The Emergence of Ancient Israel”; Coogan, Oxford History: 145. 180 185 Reino Nuevo aparece el nombre Asher. 184 Las cartas de Amarna, del tiempo de d.XVIII, mencionan los ‘habiru’ y muchos lugares mencionados en las narraciones del Antiguo Testamento. 185 A la luz de tales datos no hay razón por pensar que el argumento basado en el uso del nombre Ramesés sea muy sólido. Tampoco hay razón por pensar que la referencia explícita más antigua al pueblo de Israel, en la inscripción de Merenptah de d.XIX, sea la referencia más antigua al pueblo hebreo en documentos e inscripciones egipcias. Estudios recientes de los orígenes de Israel Durante las últimas dos décadas se ha intensificado el estudio del origen y formación del pueblo de Israel. Hasta la década de los 1980 los estudios de este tema se centraban en los relatos bíblicos de la conquista israelita de Canaán, e intentaban relacionar los resultados de las excavaciones con los relatos bíblicos. En muchas discusiones más recientes el rol de los relatos bíblicos ha disminuido, y se centra la atención en datos arqueológicos interpretados por modelos históricos que no incluyen el concepto bíblico de conquista violenta. Estudios recientes del origen de Israel incluyen los de L. J. Mykytiuk, 186 N. Gottwald, 187 R. Hendel 188 y J. M. Miller. 189 Estudios más antiguos incluyen el ensayo 184 K. A. Kitchen, “Asher”, NBD: 95. “Biblical Archaeology: Evidence of the Exodus from Egypt”, Institute for Biblical and Scientific Studies, agosto 2007, 15 feb. 2008, <http://www.bibleandscience.com/archaeology/exodus.htm>. Las referencias citadas son: R. Giveon, “Toponymes ouest-asiatiques a Soleb”, Vetus Testamentum 14 (1964): 244; D. Redford, Egypt, Canaan, and Israel in Ancient Times (1992): 272; M. Astour, “Yahweh in Egyptian Topographical Lists”, en M. Görg, E. B. Pusch eds., Festschrift Elmar Edel (1979): 17-34. 186 L. J. Mykytiuk, Identifying Biblical Persons in Northwest Semitic Inscriptions of 1200-539 BCE (2004). 187 N. Gottwald, “Rethinking the Origins of Ancient Israel”, en Gunn y McNutt, Imagining Biblical Worlds. 188 R. Hendel, “The Exodus in Biblical Memory”, JBL 120/4 (2001): 601-622. 189 Miller, “History or Legend?”: 42-47. 185 186 historiográfico de I. Provan, 190 una colección de 14 ensayos escritos durante 45 años por B. Mazar, 191 una colección de ponencias editada por H. Shanks, 192 el estudio comprensivo de I. Finkelstein de la arqueología del asentamiento de Israel en Canaán, 193 el estudio de G. Ahlström de la identidad de los israelitas194 y el estudio de G. W. Ramsey de los intentos de reconstruir la historia temprana de Israel. 195 Miller pregunta si los resultados de las excavaciones ayudan a distinguir entre historia y leyenda en las explicaciones tradicionales de los orígenes de Israel. Repasa la historia de los debates y enfoca el material epigráfico pertinente que incluye la referencia a Israel en la inscripción de Merenptah, la inscripción de la piedra moabita del tiempo de Acab y algunas referencias asirias y babilónicas a los reyes de Israel y Judá. 196 J. J. McDermott describe los tres modelos clásicos que explican el origen del pueblo de Israel: el modelo de conquista de Albright, el modelo de infiltración pacífica de Alt y el modelo de revolución social de G. E. Mendenhall y N. K. Gottwald. Analiza las hipótesis que vienen reemplazándolos y concluye que el pueblo de Israel originó entre los pueblos indígenas de Canaán. 197 R. D. Miller estudió los resultados de las excavaciones del Hierro I en la sierra central de la Tierra Santa con métodos antropológicos para aclarar la historia social de Israel antiguo. Observa que la cultura material del Hierro I demuestra continuidad directa con la del Hierro II en cuanto a las cerámicas, los centros poblados, la arquitectura, las 190 I. Provan, “Ideologies, Literary and Critical: Reflections on Recent Writing on the History of Israel”, Journal of Biblical Literature 114 (1995): 585-606. 191 B. Mazar, Biblical Israel: State and People (1992). 192 Shanks, Rise of Ancient Israel (1992). 193 I. Finkelstein, The Archaeology of the Israelite Settlement (1988). 194 G. W. Ahlström, Who Were the Israelites? (1986). 195 G. W. Ramsay, The Quest for Historical Israel: Reconstructing Israel’s Early History (1982). 196 Miller, “History or Legend?”. 197 J. J. McDermott, What Are They Saying About the Formation of Israel? (1998). 187 costumbres de entierro y los artefactos de metal. Concluye que la población de ambos períodos fue israelita, ya que no se duda que la población del Hierro II lo fue. 198 J. Weinstein analizó los datos arqueológicos del Hierro I, y observa que no se encontraron artefactos egipcios en la zona de la supuesta conquista israelita, y tampoco hay evidencia de migraciones de grupos grandes de Egipto a Canaán durante d.XIX-XX. Weinstein concluye que el éxodo y conquista del relato bíblico no ocurrieron. 199 L. E. Stager evaluó las teorías que relacionan el pueblo de Israel con los caseríos del Hierro I en los cerros de Palestina. Stager rechazó las teorías que Israel nació por conquista violenta, migración de nómades pastorales, revolución campesina o proceso de ruralización. Su explicación de la historia temprana de Israel combina datos bíblicos con datos arqueológicos que enfocan las relaciones entre israelitas y filisteos. 200 Estudios recientes de los orígenes de los estados hebreos Muchos estudios recientes de los estados hebreos de Israel y Judá buscan explicaciones antropológicas, sociológicas y arqueológicas para su origen. Las explicaciones frecuentemente tienen poca o ninguna relación con las concepciones tradicionales de la historia de Israel y Judá. Estudios recientes se han concentrado en la Edad de Hierro, y en temas como la relación entre etnicidad y cultura material, la emergencia de estados territoriales y la dinámica socio-económica regional. 198 R. D. Miller II, Chieftains of the Highland Clans: A History of Israel in the 12th and 11th Centuries BC (2005); “Identifying Earliest Israel”, BASOR 333 (febrero 2004): 55-68. 199 J. Weinstein, “Exodus and Archaeological Reality”, en Frerichs y Lesko, Exodus: 93-94. 200 Stager, “Forging an Identity”. 188 J. L. Barton examinó la fecha de la llamada ‘Narración de Sucesión’ (2 Samuel 920 y 1 Reyes 1-2), 201 y S. M. Ortiz enfocó la casa de David. 202 A. Faust enfoca la relación entre procesos de abandono, urbanización y reocupación descritos por los excavadores, y la formación del estado de Israel. 203 D. M. Master examina varias teorías de formación de estado y los aplica a los problemas bíblicos y arqueológicos de Bet-Sán y Hazor en el siglo X aC. 204 El tercer tomo de los ensayos coleccionados de N. Na’aman se dedica a problemas historiográficos relacionados con el período del primer templo, 205 y otra colección de ensayos, editada por T. L. Thompson, enfoca la historia y tradiciones referentes a la ciudad de Jerusalén. 206 Una colección de estudios editada por V. Fritz y P. R. Davies se concentra en el origen de los estados israelitas, e incluye dos ensayos de orientación, dos sobre metodología, tres sobre sociedad y cinco sobre las fuentes de información disponibles. 207 Estudios sobre temas específicos incluyen la obra de M. C. Tetley sobre la cronología de los reyes hebreos y su estudio de la fecha de la caída de Samaria, 208 la 201 J. L. Barton, “Dating the Succession Narrative”, en J. Day ed., In Search of Pre-Exilic Israel: Proceedings of the Oxford Old Testament Seminar (2004): 95-106. 202 S. M. Ortiz, “Deconstructing and Reconstructing the United Monarchy: House of David or Tent of David (Current Trends in Iron Age Chronology)”, en Hoffmeier y Millard, Future: 121-147. 203 A. Faust, “Abandonment, Urbanization, Resettlement and the Formation of the Israelite State”, Near Eastern Archaeology 66/4 (diciembre 2003): 147-161; “Forum: Rural Settlements, State Formation, and ‘Bible and Archaeology’”, with responses by N. A. Silberman, L. L. Grabbe, A. Joffe and Z. Herzog, Near Eastern Archaeology 70/1 (marzo 2007): 4-25. 204 D. M. Master, “State Formation Theory and the Kingdom of Ancient Israel”, Journal of Near Eastern Studies 60/2 (abril 2001): 117-131. 205 N. Na’aman, Ancient Israel's History and Historiography: The First Temple Period (2006). 206 T. L. Thompson ed., Jerusalem in Ancient History and Tradition (2003). 207 Fritz y Davies, Origins. 208 M. C. Tetley, The Reconstructed Chronology of the Divided Kingdom (2005); “The Date of Samaria’s Fall as a Reason for Rejecting the Hypothesis of Two Conquests”, Catholic Biblical Quarterly 64 (2002): 59-77. 189 propuesta de M. Dijkstra para asignar nuevas fechas a los ostraca de Samaria 209 y el estudio de A. R. W. Green de la cronología de Tiro en el tiempo de David e Hiram. 210 Las obras de D. M. Bone 211 y G. Galil 212 han contribuido al conocimiento de la cronología de los reyes hebreos, y la de Galil se ha convertido en referencia estándar frecuentemente citada. La confrontación de datos bíblicos con datos de excavación La complejidad de los problemas presentados en las secciones anteriores demuestra que la acumulación de información nueva sobre el antiguo Oriente durante el último siglo y medio ha tenido un impacto grande en la comprensión de las narraciones del Antiguo Testamento. Es evidente que la comparación de datos bíblicos con datos arqueológicos no es un asunto sencillo. Para hacer una reconstrucción histórica que incluye datos bíblicos y también datos de las excavaciones es necesario tomar decisiones y definir posturas frente a los datos de ambos campos. En las secciones que siguen se intenta analizar el problema de relacionar los datos de las narraciones del Antiguo Testamento con los datos de las excavaciones. Se examina primero cómo los relatos bíblicos presentan los eventos pasados. En segundo lugar se enfoca el problema de asignar fechas a la secuencia de eventos narrados. En tercer lugar se enfoca el problema de relacionar la secuencia de eventos 209 M. Dijkstra, “Chronological Problems of the Eighth century BCE: A New Proposal for Dating the Samaria Ostraca”, en J. C. de Moor y H. F. Van Rooy eds., Past, Present, Future: The Deuteronomistic History and the Prophets (2000): 76-87. 210 A. R. W. Green, “David's Relations with Hiram: Biblical and Josephan Evidence for Tyrian Chronology”, en C. L. Myers y M. O’Connor eds., The Word of the Lord Shall Go Forth: Essays in Honor of David Noel Freedman in Celebration of His Sixtieth Birthday (1983): 373-397. 211 D. M. Bone, Chronology of the Hebrew Divided Kingdom (1997). 212 Galil, Chronology. 190 narrados con las secuencias de estratos de los arqueólogos. Finalmente se enfoca el rol de la identificación de Shoshenq I con Sisac en esta problemática. Los eventos del pasado en las narraciones En esta sección se examina una de las narraciones del Antiguo Testamento para intentar identificar los elementos que permiten relacionarla con otras narraciones, e intentar comprender cómo las narraciones en su conjunto proveen una base para la creación de una imagen coherente de los eventos que narran. El análisis se hace a base de una simple lectura rápida del texto en castellano, sin recurrir a estudios del texto original o los comentarios. Se examina la narración de I Samuel 23: 1-14, un episodio en la vida de David. 213 Entre otras cosas el autor provee la siguiente información: 1. Hubo un episodio bélico. Un ejército llegó a una ciudad y lo asaltó. Un segundo ejército de 600 derrotó al primero, le quitó sus ganados y liberó la ciudad. Un tercer ejército se preparó para atacar al segundo pero desistió cuando este salió del lugar. 2. Hubo también un episodio de consultas a Jehová. El jefe del segundo ejército consultó a Jehová cuatro veces, Jehová respondió cuatro veces y las respuestas guiaron las decisiones del jefe. Las consultas fueron hechas por el jefe a través de un sacerdote que tenía un efod. 3. Los eventos ocurrieron en la ciudad de Judá llamada Keila, que poseía eras y fue protegida por puertas y cerraduras. Keila ha sido identificada con Kh. Khila, ubicada en una colina, entre nueve y diez kilómetros al este de Beit Guvrin. 214 213 214 Para este análisis esquemático se usó la versión Reina Valera de 1960. J. P. U. Lilley, “Keilah”, J. D. Douglas ed., The New Bible Dictionary (1962): 688. 191 4. No se identifican líderes del primer ejército, que era de los filisteos, ni de la comunidad de Keila. El líder del segundo ejército se identifica como David, y el líder del tercer ejército como Saúl. Se identifica también el sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec que acompañó a David. El relato ocupa media página, o aproximadamente 1.5% del texto de I Samuel. Se relaciona con los demás relatos del libro a través de la estructura literaria del libro, y, en un segundo nivel, se relaciona con los demás relatos de I y II Samuel, en el canon hebreo, o con la serie de libros I-IV Reinos, en el canon griego. En un tercer nivel, el relato se relaciona con otras narraciones más que mencionan los temas que trata, o temas relacionados con ellos. Los elementos del relato que lo trascienden y lo relacionan explícitamente con otros relatos incluyen: los personajes David, Saúl y Abiatar; el lugar Keila, su pueblo y el pueblo filisteo que lo atacó; el culto de Jehová y Jehová mismo. El autor da a entender que los eventos relatados ocurrieron. Relata en una secuencia ordenada y verosímil los movimientos de ejércitos, las consultas militares, las consultas con Jehová y sus respuestas y la batalla con su desenlace. Según el relato la respuesta de Jehová fue tan concreta que la derrota del ejército filistea. Además de estos temas explícitos hay temas implícitos. Está implícita la fe, coraje y otras cualidades de David, que se destacan de varias maneras. Está implícita también la relación de Jehová con todas las partes mencionadas: David, Saúl, los filisteos, el pueblo atacado, la nación de que forma parte y el sacerdote. Los temas explícitos e implícitos conectan esta serie de eventos con muchas otras series de eventos de otras narraciones. Estas conexiones permiten producir una imagen de temas que trascienden todas las 192 narraciones como la vida de David, la historia de Israel, el culto a Jehová y la historia de los actos de Jehová. A través de estos temas trascendentes los eventos ocurridos en Keila se relacionan con los grandes temas históricos y teológicos del Antiguo Testamento. Otro ejemplo del primer libro de Samuel puede ilustrar cómo ciertas referencias en las narraciones las trascienden y las relacionan explícitamente con otras narraciones. Se narra que Samuel se dirigió a la nación en dos ocasiones distintas, y entre todo lo que dijo mencionó eventos pasados que incluyen: Jehová sacó a Israel de Egipto, libró Israel de la mano de los egipcios y libró Israel de mano de todos los reinos que los afligieron (10:1819), Jacob entró a Egipto, los padres de la audiencia de Samuel clamaron a Jehová, Jehová designó y envió a Moisés y a Aarón, Jehová sacó a los padres de la audiencia de Samuel de Egipto, Jehová los hicieron habitar en lo que es ahora su lugar, Jehová los entregó a Sísara, los filisteos y el rey de Moab y, finalmente, Jehová envió a Jerobaal, Barac y Jefté para librarlos (12: 6-11). Estos eventos son episodios prominentes de los relatos patriarcales, el relato del éxodo, el relato de la conquista y el relato de los jueces. Los dos discursos de Samuel establecen conexiones entre todos estos relatos. Las decisiones del lector Mientras lee la narración, o después de estudiarlo con más detenimiento, el lector toma decisiones. Algunas son decisiones literarias como la evaluación del lenguaje e intenciones del autor, el lugar del relato en la estructura del libro y la relación del relato con otras narraciones. Otras decisiones tienen que ver con la realidad y se las puede enfocar por medio de preguntas: ¿los eventos ocurrieron, o no ocurrieron? ¿ocurrieron en la vida de David, o no, y en la vida de Israel, o no? ¿Jehová respondió, o no respondió, y 193 dio la victoria a David, o no? ¿estos actos de Jehová se conectan con los actos de Jehová mencionados en otros libros del Antiguo Testamento, o no se conectan con ellos? ¿Cómo tomar tales decisiones? En el caso de los dos relatos mencionados se podría recurrir a alguna de las teorías literarias propuestas para explicar los libros de Samuel. Una opción sería ubicar el origen del libro en el siglo IV o III aC, e intentar explicar los relatos en términos de la situación socio-política de aquella época. Otra opción sería conectar el libro con la teoría de la Historia Deuteronomista, e intentar explicar los relatos a la luz de las circunstancias de los siglos VII o VI aC. Una tercera opción sería pensar que el libro conserva relatos que reflejan fielmente lo que ocurrió en Keila en el tiempo de David, y en Mizpa y Gilgal en el tiempo de Samuel. Cada opción podría conducir a investigar lo que se conoce de Keila, Mizpa y Gilgal, intentar visitar sus ruinas y hasta organizar expediciones arqueológicas para excavarlas. Tales expediciones tendrían interés especial en materiales de distintos períodos, de acuerdo a la opción literaria tomada: los siglos IV-III, los siglos VII-VI o el siglo X. La primera opción conduciría a perspectivas como las de Davies, Thompson y Lemche. La segunda opción conduciría a perspectivas como las de Finkelstein y Silberman. La tercera opción conduciría a perspectivas como las de la agenda tradicional de la arqueología bíblica que planteaban la exploración de los escenarios de los relatos para buscar información pertinente y complementaria a la del texto. El intento de comprender eventos pasados a través de la combinación de datos textuales y datos de excavación depende, en forma crítica, del grado de confianza que se otorga al reporte de los eventos. Se podría pensar que el relato es correcto y bien 194 conservado, o que a penas conserve fragmentos de información genuina. Entre estos dos extremos hay un rango de posibilidades intermedias. La comprensión de los eventos depende también del grado de confianza otorgada a la exploración arqueológica. Se podría tener plena confianza de haber identificado materiales directamente relacionados con los eventos de interés, ser escéptico frente a esta posibilidad, o adoptar una postura entre los dos extremos. Tomadas las decisiones que determinan la postura adoptada, y hechos los estudios, se podría ordenar los resultados del estudio de las narraciones y los resultados del estudio de los materiales excavados en una reconstrucción histórica de los eventos de interés. Tal concepción es compleja, e incluye, por lo menos, los siguientes elementos críticos relacionados con las narraciones: (i) Las teorías literarias adoptadas para explicar las narraciones, (ii) Las decisiones tomadas en cuanto a la fecha de origen de las narraciones, (iii) Los criterios usados para ordenar los eventos narrados en secuencias, (iv) La cronología bíblica usada para asignar fecha a las secuencias de eventos, y (v) El grado de confianza otorgada al reporte de eventos. Incluye también, por lo menos, los siguientes elementos críticos relacionados con los materiales excavados: (vi) La metodología de excavación y análisis usada, (vii) La secuencia estratigráfica de referencia consultada, (viii) La cronología de referencia usada para asignar fechas, y (ix) El grado de confianza otorgada a la reconstrucción de eventos. 195 Después de juntar los resultados del estudio de las narraciones y excavaciones pertinentes, el investigador tendría en su mente una concepción general de cómo fue el mundo de los eventos narrados. Construiría, consciente o inconscientemente, una especie de metarelato, dentro del cual ubicaría e interpretaría cada narración estudiada, y, a la vez, una especie de secuencia de cultura material que cumple un rol similar en su pensamiento para las secuencias excavadas. Con el tiempo se acostumbraría a combinar, consciente o inconscientemente, estos elementos: los datos textuales y arqueológicos, el metarelato y la secuencia de cultura material, en una imagen del pasado que se convertiría, para él, en la historia de los eventos estudiados. La cronología y la comprensión de las narraciones Uno de los problemas centrales para el intento de reconstruir los eventos del pasado de las narraciones bíblicas es establecer un equilibrio aceptable entre dos cronologías que muchas veces se encuentran en tensión. Una es la cronología que se elabora a base de los datos cronológicos del texto, y la otra es la cronología producida por decisiones en cuanto a la asignación de fechas a los documentos bíblicos. Se puede ilustrar este tipo de tensión con un ejemplo de la perspectiva de Finkelstein y Silberman. Comentan el relato del éxodo, buscan evidencia arqueológica de este evento en el siglo XIII aC, demuestran que el éxodo no pudo ocurrir en esta época y concluyen que el evento no ocurrió. 215 ¿Por qué buscaron evidencia del éxodo en el siglo XIII? En un nivel porque es la fecha tardía tradicional para el éxodo, y en otro, porque el éxodo tenía que ser antes del inicio de la monarquía para dejar tiempo para la historia de los jueces, y por la mención de Ramesés en Éxodo 1:11 que indica que Ramsés II estuvo 196 en el trono. Este rey vivió en el siglo XIII aC según la cronología de consenso. Es evidente, entonces, que Finkelstein y Silberman buscaron evidencia por el éxodo en la arqueología del siglo XIII aC por razones relacionadas con la cronología bíblica y la cronología de consenso. Sin embargo, los autores creen que el relato fue escrito durante las últimas décadas del siglo VII aC, y que la confrontación entre Moisés y Faraón es una leyenda usada por el autor para reflejar la confrontación entre el rey Josías y el faraón Necao. Creen que el relato no tiene mucho que ver con el pasado de Israel sino con un presente de Judá, en plena expansión y en competencia con Egipto. Finkelstein y Silberman no tienen interés en los eventos del siglo XIII sino en los del siglo VII, lo que produce reacciones diversas en el lector de su libro que tiene en su mente la cronología bíblica tradicional. Para comprender los aspectos cronológicos de tales exposiciones de las narraciones del Antiguo Testamento hay que enfocar por separado: (i) la secuencia de eventos narrados, (ii) la relación entre ellos y el autor del libro, (iii) la fuente de los datos cronológicos que aparecen en las narraciones, (iv) los criterios cronológicos del autor del libro y (v) los posibles añadidos de datos a través de procesos de edición y copiado. La secuencia de eventos narrados puede pertenecer a una época y el trabajo y contexto del autor a otra. La cronología deducida de las narraciones puede estar en tensión con la cronología de consenso y con la cronología adoptada para el origen de los documentos. La secuencia temporal de eventos en las narraciones Algunos de los eventos pasados mencionados en los discursos de Samuel están ordenados en secuencia temporal (I S. 10: 18-19 y 12: 6-11). Jacob fue antes de Moisés y 215 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 56-57, 65-71. Las referencias a Finkelstein y 197 Aarón, los protagonistas del éxodo y la conquista. Esto coincide con el orden en que acontecieron los eventos según el Pentateuco. Samuel agrupa los opresores, Sísara, los filisteos y el rey de Moab, y los libertadores, Jerobaal, Barac y Jefté, por separado. El libro de Jueces narra las opresiones y liberaciones en una sola secuencia. La secuencia del libro de Jueces es explícitamente una sucesión temporal (por ejemplo Jue. 3: 30-31 y 4: 1-2). Samuel ordena a Jacob, Moisés, el éxodo, la conquista y los jueces en una sucesión temporal. No utiliza la secuencia temporal del libro de Jueces cuando agrupa a los opresores y libertadores por separado, y tampoco cuando menciona los nombres de ambos grupos. Coloca al rey de Moab al final de los opresores, posiblemente para hacer la conexión con la opresión reciente por el rey Nahas de Amón, mencionado inmediatamente después, y no menciona a Saúl como libertador sino se coloca a sí mismo al final del grupo de libertadores (I S. 12: 9, 11, 12). Cuando Samuel hace referencia a los relatos del Pentateuco respeta la secuencia temporal de los eventos narrados allí. Cuando hace referencia a los eventos narrados en Jueces habla de los mismos eventos pero no los presenta en la secuencia temporal que utiliza el autor de Jueces, posiblemente porque el libro de Jueces no se había escrito todavía. Los libros del Antiguo Testamento en su conjunto permiten elaborar una secuencia temporal de los eventos principales narrados. La lista presentada a continuación señala algunos de los eventos prominentes de las narraciones del Antiguo Testamento que fueron estudiados por medio de proyectos de excavación. La lista se presenta en la Silberman en este y el siguiente párrafo son a estas páginas. 198 secuencia temporal de las narraciones, con los eventos más recientes arriba para facilitar la comparación con las secuencias estratigráficas. La secuencia es: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. La reconstrucción del muro de Jerusalén El retorno y reconstrucción del templo en Jerusalén La destrucción de Jerusalén El reino de Josías La destrucción de Samaria El reino de Omri y Acab La invasión de Sisac El imperio de Salomón Las conquistas de Saúl y David El reino de Abimelec y la destrucción de Siquem La victoria de Débora sobre Sisara y Jabín La conquista israelita de Canaán La estadía de Israel en Sinaí y su peregrinación en el desierto El éxodo israelita de Egipto La opresión de Israel por los egipcios La estadía de José en Egipto La invasión de Canaán por los reyes orientales La migración de Abram desde Ur La dispersión de las naciones El diluvio El reino de Nimrod Los eventos Nº 1-2 son posteriores a la destrucción de Jerusalén (Nº3), y Nº 4, el reinado de Josías, ocurrió en las últimas décadas del siglo VII aC. Cuando se relacionan estos cuatro eventos con la cronología de consenso las fechas son seguras porque acontecieron después de las fechas seguras más antiguas que son: en Asiria, el inicio de la Lista de epónimos (891 aC), en Babilonia, el inicio del Canon de reyes (747 aC) y en Egipto, el inicio de d.XXVI (664 aC). 216 Con los eventos Nº1-4 no hay tensión entre la cronología bíblica y la cronología de consenso. Los eventos Nº 5-7 ocurrieron durante la monarquía hebrea dividida. Sus fechas dependen de cálculos de cronología bíblica, y son consideradas seguras dentro de 199 márgenes de error máximo de una década. 217 Sus fechas caen dentro del período de la Lista de epónimos de Asiria y la cronología del reino dividido. Para este grupo de eventos el enlace clave entre la cronología bíblica, la secuencia estratigráfica y la cronología de consenso es la identificación de Shoshenq I con Sisac. Los eventos Nº 8-9 son de la monarquía temprana, antes de la división del reino de Roboam, Nº 10-15 son del período del éxodo, la conquista y los jueces, Nº 16-18 son del período patriarcal, y Nº 19-21 son de la historia temprana de Génesis 1-11. Todos estos grupos de eventos son de períodos anteriores al inicio de la cronología del reino dividido y la Lista de epónimos. La cronología bíblica de estas secuencias de eventos es controvertida ya que hay varias propuestas cronológicas para cada época. El enlace entre las secuencias temporales de eventos y la cronología de consenso es la cronología egipcia que depende, en estas épocas, del esquema de dinastías y de las fechas Sothis. Para las secuencias de eventos anteriores de la monarquía dividida tampoco se pueden hacer conexiones directas con la cronología de Mesopotamia porque las épocas oscuras de Asiria y Babilonia interrumpen la continuidad de sus cronologías. Las cronologías de Asiria y Babilonia para estas épocas no son independientes, sino que dependen de la cronología egipcia a través de sincronismos, como las de las cartas de Amarna, y relaciones con la secuencia estratigráfica de Siria y Palestina. Los eventos narrados en el Antiguo Testamento pueden dividirse en los tres períodos de la tabla de acuerdo a la solidez de las fechas comúnmente asignadas a ellos. La identificación de Shoshenq I con Sisac, las fechas Sothis y la interpretación de datos 216 Por ejemplo, Thiele, Mysterious Numbers: 39-50, 205; Galil, Chronology: 147. 200 bíblicos, como los 480 años de I R. 6:1, son los temas críticos para la ubicación de eventos bíblicos en la cronología de consenso. La Solidez de las fechas asignadas a los eventos del Antiguo Testamento Eventos bíblicos La solidez de las fechas Relación con la cronología de consenso Eventos desde el Fechas seguras reinado de Josías en adelante 664 aC en adelante Eventos desde la Fechas más o menos seguras división de la que dependen de la cronología monarquía hasta el de los reyes hebreos dentro de reinado de Josías márgenes mínimos de error Las fechas se relacionan con las dinastías egipcias a través de la identificación de Shoshenq I con Sisac Eventos antes de la Fechas controvertidas que división de la dependen de la cronología de monarquía los reyes, y de la interpretación de datos como los 480 años de I R. 6:1 Las fechas se relacionan con las dinastías egipcias a través de las fechas Sothis, y con Mesopotamia a través de sincronismos con Egipto Las narraciones, las excavaciones y la cronología de consenso Los excavadores elaboran secuencias temporales de eventos para explicar sus materiales excavados, y los estudiantes de las narraciones también las elaboran. Ambos tipos de secuencia son construcciones hipotéticas que corresponden a eventos pasados, y que pueden ser confrontadas para examinar la relación entre ellas. El hallazgo de textos entre los materiales excavados facilita tales confrontaciones, y la mención en tales textos de personas, lugares o eventos que también aparecen en las 217 213. K. A. Kitchen, T. C. Mitchell, “Chronology of the Old Testament”, New Bible Dictionary (1962): 201 narraciones puede ser decisiva. Hallazgos de este tipo son mucho más frecuentes en la arqueología de Egipto y Mesopotamia que en la arqueología de Palestina, donde están casi ausentes. Esta situación representa una de las mayores dificultades que enfrentan los que intentan reconstruir la historia de Palestina. En la ausencia de hallazgos textuales en una excavación de interés para el estudiante de las narraciones bíblicas se recurre, normalmente, a la comparación indirecta de la secuencia derivada de los textos bíblicos y la secuencia derivada de las excavaciones. Ambas secuencias se comparan con un estándar común, la cronología de consenso. La secuencia derivada de las excavaciones se relaciona con la cronología de consenso a través de los períodos arqueológicos de la secuencia estratigráfica general. La secuencia de eventos derivada de las narraciones se relaciona con la cronología de consenso a través de la cronología bíblica y las decisiones tomadas en cuanto a la fecha de origen de los documentos bíblicos. La ubicación en la cronología de consenso de la secuencia de eventos deducidos del texto y la secuencia de estratos excavados crea una base para la confrontación de datos y la posibilidad de elaborar una reconstrucción histórica. Distorsiones en las comparaciones ocurrirán si hay errores en la cronología bíblica o la cronología postulada para los documentos bíblicos por un lado, y en la cronología estratigráfica por el otro. Un segundo tipo de distorsión ocurriría si la cronología de consenso, con la cual se comparan ambas secuencias de eventos, estuviera errada. Un tercer tipo de distorsión ocurriría si se hicieran enlaces equivocados entre los varios sistemas de cronología que intervienen en las comparaciones. Con tantas posibilidades para equivocarse no es de 202 sorprenderse que no existe todavía un consenso general armonioso en cuanto a cómo relacionar los datos bíblicos con los datos arqueológicos. Los argumentos cronológicos son complejos, y muchas veces se esconden detrás de postulados que, a primera vista, no tienen nada que ver con la cronología, como una teoría de análisis literario o una tipología cerámica. Un caso especialmente importante es la identificación de Sisac con Shoshenq, decisión que fija la relación entre la cronología egipcia y la cronología bíblica. La fecha bíblica de Sisac es transferida a Shoshenq I de d.XXII, cuya fecha no se conoce, y crea una fecha ancla para toda la secuencia de dinastías. Los debates de arqueología y Biblia que apelan a materiales excavados en Palestina introducen a la discusión las fechas asignadas a estos materiales. Las fechas se asignan por asociaciones con los períodos arqueológicos, y las fechas de las edades de Bronce y Hierro de Palestina son derivadas de la cronología egipcias. Si las fechas ancla de la cronología egipcia son seguras, las fechas arqueológicas la son también. Cualquier error en la cronología egipcia es automáticamente introducido a la secuencia estratigráfica y, a través de ella, a las fechas asignadas a los materiales excavados. Los debates de arqueología y Biblia introducen también a la discusión las fechas derivadas de los textos citados. Estas fechas son de dos categorías. La primera incluye las fechas calculadas a base de datos de los textos bíblicos, fechas que son seguras a partir de la división del reino de Roboam en 931/930 aC. 218 La segunda categoría incluye las 218 Thiele, Mysterious Numbers: 205; Galil, Chronology: 147; Bright, History: 225; Matthews, History: 55. 203 fechas introducidas a la discusión con las teorías literarias adoptadas para explicar el origen de los libros bíblicos. Un error en la sincronización de las fechas arqueológicas con las fechas bíblicas podría causar caos. Si el error fuera de cien años el efecto sería como intentar explicar los escombros materiales de la Primera Guerra Mundial con los textos de los periódicos de hoy, o intentar explicar los edificios y autopistas de nuestra ciudad con los textos de los periódicos del tiempo de la Primera Guerra Mundial. Resumen Durante la segunda mitad del siglo XIX los nuevos conocimientos del antiguo Oriente comenzaron a impactar en el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento. En documentos e inscripciones asirios se encontraron muchas referencias a nombres que aparecen en las narraciones bíblicas, y se publicaron documentos egipcios como las cartas de Amarna y la inscripción de Merenptah. La literatura de referencia creció rápidamente, y se comenzó a hablar de arqueología bíblica. Los comentarios y diccionarios bíblicos asimilaron, desde el principio, las nuevas fechas basadas en el esquema dinástico, la identificación de Shoshenq con Sisac, las fechas Sothis y los epónimos asirios. La literatura de referencia para el estudio bíblico fue un canal importante de difusión y popularización de las fechas nuevas, y contribuyó a la creación de un consenso cronológico general. Los estudiantes de la cronología bíblica fueron impactados de distintas maneras por los nuevos conceptos. W. H. Green acomodó su cronología de Génesis a la tendencia de buscar períodos cada vez más largas para las épocas más tempranas. Cronólogos como M. Anstey desarrollaron sistemas herméticos que solamente incluyeron datos bíblicos y, 204 en algunos casos, se alejaron de la realidad. W. F. Albright desarrolló un sistema cronológico bíblico a base de la nueva información del antiguo Oriente, y E. R. Thiele desarrolló una cronología de los reyes hebreos que armonizó el material bíblico y lo encajó en la cronología de consenso. Las perspectivas de Albright fueron asimiladas por muchos y se creó un paradigma duradero de arqueología bíblica. Ha sido abandonado durante las últimas décadas, y la nueva situación tiene que contemplar el desarrollo de escuelas nacionales de arqueología con técnicas y agenda propias, el desarrollo de métodos de estudio bíblico que lo separan cada vez más de la arqueología y la acumulación durante décadas de frustración por los resultados negativos de la arqueología bíblica. Hoy existe un espectro de perspectivas distintivas, y muchas veces incompatibles, sobre la problemática del estudio de las narraciones bíblicas. La síntesis de Albright coordinó los períodos arqueológicos, las dinastías egipcias, y la cronología bíblica con la cronología de consenso para el antiguo Oriente. Las narraciones bíblicas jugaron un rol importante en la síntesis. Albright rechazaba las consecuencias más negativas de las teorías literarias clásicas, pero aceptó su cronología de los orígenes de los libros bíblicos. R. De Vaux, y muchos otros, desarrollaron perspectivas similares a las de Albright y se creó un consenso de ubicar los patriarcas en el Bronce Intermedio, el éxodo y la conquista hacia el final del Bronce Superior y el desarrollo de las monarquías hebreas en la Edad de Hierro. Los resultados negativos de algunas excavaciones, especialmente las de Jericó y Hai, con otras consideraciones, motivaron a J. J. Bimson a proponer ubicar el éxodo y la 205 conquista al final del Bronce Intermedio. Propuso bajar la fecha de transición entre el Bronce Intermedio y Superior por 150 años, pero no cuestionó las demás fechas del sistema de referencia cronológica. La perspectiva no teológica de estudio de las narraciones del Antiguo Testamento de P. R. Davies, y otros, explica los libros históricos de la Biblia con herramientas de las ciencias sociales. Intenta enfocar el entorno social de los autores, y lo ubica en períodos pos-exílicos, cortando la conexión entre las narraciones y los eventos ocurridos en Palestina antes del período persa. E. Yamauchi compara los debates de la historicidad de las narraciones bíblicas con los debates sobre las referencias a la época micénica en las obras de Homero. Según la cronología de consenso Homero vivió siglos después de la época micénica. Entre la época micénica y Homero hubo una edad oscura y se perdió la escritura. Sin embargo, las obras de Homero conservan muchos detalles correctos de la cultura material de la época micénica, cultura muy diferente de la de su propia época. W. G. Dever se ha opuesto enérgicamente a posturas como las de Davies. Busca convergencias entre los datos arqueológicos y datos bíblicos, pero sin intención de defender la historicidad, valor moral o valor literario de las narraciones bíblicas. Piensa que los relatos bíblicos de los patriarcas, el éxodo y la conquista son leyendas, y busca los orígenes de Israel en las poblaciones de los cerros centrales de Palestina en el Hierro I. I. Finkelstein ha desarrollado una cronología baja para los estratos del Hierro II en Palestina. Es controversial porque asigna los estratos antes atribuidos a Salomón a reyes posteriores, y deja el Imperio de Salomón sin respaldo arqueológico. Con N. A. Silberman, Finkelstein ha publicado su nueva visión de la arqueología de Palestina y la 206 literatura bíblica. Explica las narraciones históricas como producto de los propagandistas del tiempo de Josías que usaron leyendas de los patriarcas, el éxodo, la conquista y el imperio para promover el ideal pan-israelita y la expansión de Judá. La búsqueda de conexiones entre el relato del éxodo, la historia egipcia y la arqueología del Bronce Superior produjo resultados negativos. Muchos investigadores mantienen las perspectivas de las teorías documentarias clásicas, a pesar de serios cuestionamientos. Para intentar salir del impase de la falta de evidencia se han sugerido fechas para el éxodo desde el tercer milenio hasta el final del segundo aC. Muchos debates sobre la historicidad del éxodo han enfocado las fechas tardía y temprana. La fecha tardía se calcula a base de la referencia bíblica a la esclavitud israelita en Ramesés. El lugar se identifica con la ciudad Per-Ramesse de Ramsés II, d.XIX, y se deduce que el éxodo ocurrió en el siglo XIII aC de la cronología de consenso. La fecha temprana se calcula del dato bíblico que el éxodo ocurrió 480 años antes del cuarto año de Salomón, y se concluye que fue en el siglo XV aC. Esta fecha es independiente de las fechas de la cronología de consenso que lo ubicaría en el tiempo de Aménofis II, d.XVIII. Muchas discusiones, como la teoría de la fecha tardía del éxodo, se basan en argumentos precarios sustentados en el uso de nombres. Por ejemplo, un título, el nomen de los reyes, que es muy similar al nombre Ramsés y significa lo mismo, fue usado desde el tiempo de d.V. Esta información resta fuerza al argumento que el nombre Ramesés en Éx.1:11 obliga buscar el éxodo en el tiempo de d.XIX. La síntesis de Albright puso énfasis en la búsqueda de evidencias de la conquista violenta de Canaán por los israelitas al final del Bronce Superior. Cuando la síntesis 207 comenzó a quebrarse, la teoría que Israel originó en una conquista violenta fue reemplazada por otras explicaciones. Ahora se enfocaban procesos como el asentamiento de nómades, revoluciones campesinas, migraciones y el desarrollo de comunidades indígenas para explicar los orígenes de Israel. Esfuerzos recientes en esta área se concentran en la arqueología del Hierro I. Los orígenes de los estados hebreos se buscan hoy, muchas veces, en el estudio del desarrollo urbano en el Hierro II de Palestina, y la controversia más visible es la discusión de la cronología baja de Finkelstein. El análisis de narraciones del primer libro de Samuel aclara la manera en que elementos de las narraciones que las trascienden pueden servir para combinar imágenes de los eventos reportados en un cuadro general coherente de los eventos del pasado. El lector de las narraciones toma decisiones, consciente o inconscientemente, con respecto a cuestiones literarias y la realidad de los eventos narrados. Puede usar teorías literarias para comprender los textos, y debe evaluar su impacto en las relaciones cronológicas de los eventos bajo estudio. La cronología deducida de las narraciones puede estar en tensión con la cronología de consenso y la cronología adoptada para el origen de los documentos. Algunas narraciones bíblicas ordenan eventos pasados notables en secuencias temporales, y el estudio de las narraciones en su conjunto permite ordenar los eventos principales en una secuencia poco controversial y generalmente reconocida como presente en las narraciones. Las fechas de los eventos más recientes de esta secuencia son seguras, las fechas del grupo de eventos anteriores a ellos dependen de la cronología de los reyes hebreos, y son seguras dentro de una década. Las fechas de todos los eventos 208 anteriores e este segundo grupo no son seguras, y dependen de la interpretación adoptada de datos bíblicos controvertidos y del grado de confianza otorgada a la cronología de consenso. Para confrontar datos de excavación con textos e intentar una reconstrucción histórica, hay que tomar muchas decisiones con respecto a los datos y los textos. Estas decisiones acondicionan los resultados. Con frecuencia la confrontación de secuencias de datos de excavación con secuencias de eventos de los textos se tiene que hacer en forma indirecta. Se comparan ambas secuencias de datos con el estándar común de la cronología de consenso. De esta manera el sistema de referencia cronológica juega un rol determinante en los debates de arqueología y Biblia. Si las fechas del sistema son sólidas pueden servir de árbitro. Si no son sólidas la cronología de referencia distorsiona los debates porque los textos se relacionan con la cronología de una manera, y los datos de excavación de manera diferente. Los cuestionamientos serios de la cronología de referencia son de gran interés para la confrontación de datos textuales con datos de excavación. CAPÍTULO 5 EVALUACIÓN DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA Introducción En este capítulo se intenta responder las siguientes preguntas: ¿Cómo diseñar pautas adecuadas para evaluar el sistema de referencia cronológica? ¿Cuán sólida es la cronología de referencia para el antiguo Oriente? ¿Por qué se piensa que es sólida? ¿Hay alternativas al sistema de referencia cronológica vigente? y ¿Cómo construir un sistema de referencia cronológica más confiable? El objetivo es evaluar la solidez del sistema de referencia cronológica. Se desarrollan primero criterios metodológicos para la evaluación del sistema, luego se evalúa su solidez y, finalmente, se exploran algunas posibilidades de mejorarlo. La formulación de criterios de evaluación En las siguientes secciones se intenta desarrollar pautas específicas para la evaluación del sistema de referencia cronológica. Se examinan primero algunas características del sistema. Después se examinan algunas características de las discusiones cronológicas. Luego se analiza el movimiento popular de cronología alternativa y la propuesta de revisión cronológica de P. James. Finalmente se intenta formular criterios precisos para la evaluación del sistema. Características del paradigma cronológico Hasta aquí se ha hablado del sistema de referencia cronológica, la cronología de consenso y la cronología convencional o tradicional, sin prestar mayor atención a las 210 diferencias entre estos conceptos. En esta sección se intenta aclarar más la terminología y los conceptos relacionados. Para tener mayor precisión en la discusión se usa el término ‘esquema’ para referirse a una cronología específica propuesta por alguien, o usada por una comunidad académica. El término ‘consenso’ se usa para los esquemas que son adoptados por varias comunidades académicas. Se usa el término ‘paradigma’ para referirse a la totalidad de esquemas y consensos vigentes. El paradigma incluye todos los datos, definiciones, postulados, teorías y fechas ancla incorporados en el conjunto de esquemas cronológicos y consensos de opinión que sirve hoy como sistema de referencia cronológica para el estudio del antiguo Oriente. El repaso histórico demuestra que el paradigma es el resultado de un proceso histórico complejo que ha venido desarrollándose desde el tiempo de Herodoto. Incluye sistemas lógicos científicamente establecidos, y otros elementos de menor rigor. Sus diversos elementos se interrelacionan por medio de los consensos de opinión desarrollados por las comunidades académicas. El paradigma vigente es flexible, y ha asimilado los datos producidos por muchos arqueólogos y otros especialistas durante más de un siglo sin ser modificado en forma radical. Se conserva, y se propaga, por medio de una literatura canónica que incluye libros de referencia, libros de texto para estudiantes y revistas profesionales. Su autoridad es generalmente reconocida, y su continuidad garantizada por las culturas académicas institucionales, y también por los grandes recursos económicos comprometidos hoy con el estudio del antiguo Oriente. No es posible cambiar el paradigma por la simple presentación de esquemas cronológicos nuevos. Para cambiar el paradigma tales esquemas tendrían que ser 211 adoptados por comunidades académicas de influencia, ser incluidos en los libros de referencia y ser incorporados en el proceso de entrenamiento de una nueva generación de especialistas. Las fechas de consenso son usados en forma habitual sin cuestionamientos en instituciones diversas de muchos países, y forman una parte esencial del lenguaje de comunicación interdisciplinaria. El paradigma cronológico seguirá vigente mientras las comunidades académicas lo siguen usando. El paradigma tolera cuestionamientos, incertidumbres creadas por la investigación y anomalías reconocidas. Asimila grandes cantidades de información nueva y se defiende solo porque siempre será más fácil flotar con la corriente que nadar en contra. El paradigma no es propiedad de los especialistas que elaboran los esquemas cronológicos, sino producto de la decisión de muchas personas que los utilizan. Los consensos cronológicos no son como las leyes naturales, y su vigencia es provisional y cuestionable. La permanencia del paradigma depende en parte de la solidez de sus esquemas cronológicos, en parte del simple hecho de haberse difundido ampliamente y en parte de las corrientes de pensamiento y opinión prevalecientes. Características de las discusiones cronológicas Una característica marcada de las discusiones de la cronología del antiguo Oriente es la larga vida de los esquemas cronológicos. Ejemplos son el Canon de reyes de Ptolomeo, que ha durado desde el siglo II dC, y las fechas deducidas de la teoría del ciclo de Sothis, que han durado más de un siglo. T. Jacobsen publicó, en 1939, un estudio de la cronología de las dinastías de Sumer con su edición crítica de la Lista de reyes de Sumer. 1 La lista incluye varios reinados de 1 T. Jacobsen, The Sumerian King List (1939). 212 las primeras dinastías que Jacobsen consideró míticos y no incluyó en su cronología. 2 Reemplazó las cifras grandes del documento original con reinados estimados de 20 o 30 años. 3 Una cronología que reemplaza cifras antiguas no comprendidas con cifras modernas inventadas no puede ser correcta. Las cifras que sustentan la cronología de Jacobsen no aparecen en ningún documento antiguo, y se podría pensar que tal situación desafiaría a otros investigadores a intentar comprender mejor las cifras grandes. Sin embargo, esto no ocurrió y la cronología estimada de Jacobsen pasó a los libros de referencia sin modificación ni explicación, y siguen vigentes. 4 Este ejemplo ilustra dos características de muchas discusiones cronológicas. La primera es la persistencia en la literatura durante largo tiempo de fechas calculadas a base de teorías especulativas. La segunda es la canonización de las opiniones de un experto aun en asuntos fuera de su área de especialización. Jacobsen es reconocido como la autoridad que estableció y tradujo el texto de la Lista de reyes de Sumer. Este prestigio bien ganado ha sido transferido por la comunidad académica a su cronología tentativa, que adquirió autoridad permanente sin merecerla. El respeto por las especulaciones de un experto, o maestro apreciado, es frecuente en las discusiones cronológicas. Esta actitud ha dificultado, y aun truncado, la discusión de problemas cronológicos críticos, y ha conferido autoridad canónica a especulaciones tentativas. Es necesario distinguir entre las opiniones de un experto en su campo de especialización y sus opiniones en otras áreas. Otra característica de las discusiones cronológicas es que son conducidas casi siempre por personas que no son especialistas dedicados a la cronología. Cada campo 2 Ibid, 165-167. Ibid., 178-180. 4 J. Oates, “Mesopotamian Chronology”, Babylon (1986): 199-202. 3 213 especializado de estudio del antiguo Oriente requiere un esquema cronológico para ordenar sus datos y comunicarse con otros campos, pero es curioso que no existe una especialidad que se dedica a la integración de todos los esquemas cronológicos de los campos especializados. El marco cronológico de la Cambridge Ancient History es presentado por tres especialistas que tratan por separado la cronología de Egipto, la cronología de Asia occidental y la cronología del Egeo. 5 La obra no contiene un tratamiento académico serio que integra las tres cronologías regionales, y simplemente las coloca juntas. Se deja a la meditación del lector los problemas de los vacíos, incompatibilidades y tensiones entre los tres sistemas de cronología regional presentados. La reverencia excesiva por las opiniones de los expertos, el respeto exagerado por los hitos cronológicos tradicionales y la ausencia de especialistas que se dedican a la integración y evaluación de los esquemas cronológicos mantienen fragmentado el conocimiento cronológico y dificultan seriamente la discusión de propuestas de cambio cronológico. El movimiento popular de cronología alternativa J. Crowe documenta la historia de un movimiento popular de cronología alternativa que cuestiona en forma radical el paradigma cronológico vigente. Originó con I. Velikovsky, un psiquiatra judío ruso que estudió con S. Freud y emigró a los Estados Unidos en 1939. Las especulaciones de Freud sobre una posible relación entre el monoteísmo de Moisés y el faraón Akhnatón, de d.XVIII, llevaron a Velikovsky a 5 W. C. Hayes, “Chronology of Egypt to the End of the Twentieth Dynasty”, en Prolegomena and Prehistory, tomo 1 de The Cambridge Ancient History (CAH) (1970): 173-192; M. B. Rowton, “Ancient Western Asia”, CAH: 193-238; F. H. Stubbings, CAH, “The Aegean Bronze Age”: 239-247. 214 cuestionar la cronología egipcia convencional. Publicó sus Theses for the Reconstruction of Ancient History en 1945. 6 Velikovsky propuso explicar la historia del planeta como una serie larga de catástrofes causados por un cometa que casi colisionó con la tierra. Según Velikovsky el cometa amenazó periódicamente la tierra, interfirió con el planeta Marte y luego asumió su órbita actual como el planeta Venus. Esta interferencia convirtió a Marte en una segunda amenaza periódica que pasaba muy cerca de la tierra. Al final del siglo VIII aC los disturbios terminaron y Marte también asumió su órbita actual. 7 Una teoría similar fue defendida por, entre otros, W. Whiston, y Velikovsky pudo apelar a las obras de muchos catastrofistas anteriores, la mitología de pueblos antiguos y teorías de psicoanálisis en apoyo de su explicación de la historia antigua. Sus obras de mayor difusión aparecieron entre 1950 y 1955, murió en 1979 y sus obras no publicadas aparecieron en el internet en 1999. 8 Los seguidores de Velikovsky fundaron sociedades, revistas e instituciones educativas en varios países. La cronología revisada propuesta por Velikovsky tuvo errores fatales en cuanto a la interpretación de los resultados de excavaciones estratigráficas, y después de su muerte surgieron varias propuestas alternativas. Crowe clasifica estas propuestas de acuerdo a su identificación del faraón Sisac. Velikovsky pensó que Sisac fue Thutmose III de d.XVIII, D. Rohl pensó que fue Ramsés II de d.XIX 6 P. J. Crowe, “The Revision of Ancient History: A Perspective”, Society for Interdisciplinary Studies, marzo 2001, 12 may. 2008, <http://www.knowledge.co.uk/sis/ancient.htm>. 7 I. Velikovsky, Worlds in Collision (1950); Ages in Chaos (1953); Earth in Upheaval, (1955). 8 The Velikovsky Archive, 1999, 7 ago. 2008, <http://www.varchive.org/>. 215 y P. James pensó que fue Ramsés III de d.XX. La cronología convencional identifica Sisac con Shoshenq I de d.XXII. 9 La cronología revisada de Velikovsky dependió de su teoría catastrófica, pero la discusión cronológica subsiguiente se independizó y enfocó la cronología egipcia. Las propuestas de mayor interés para la discusión del paradigma cronológico son las de D. Courville, J. J. Bimson, P. James y D. Rohl. Courville propuso ubicar el éxodo al final del Bronce Inferior, y acomodó las fechas de la cronología egipcia y los períodos arqueológicos a la fecha temprana del éxodo. Esta obra examina muchos problemas pertinentes de la arqueología bíblica y propone soluciones radicales. Su propuesta de una cronología alternativa para Egipto no fue viable. 10 La propuesta de Bimson, de ubicar el éxodo al final del Bronce Intermedio, 11 se consideró en el capítulo anterior, y la propuesta de James se considera en la siguiente sección. 12 Rohl propuso acortar el Tercer Período Intermedio de la cronología egipcia, elaboró en detalle la idea que d.XXI fue contemporánea, en gran parte, con d.XXII y desarrolló una cronología novedosa y especulativa para los eventos de la historia bíblica. La teoría de la contemporaneidad de d.XXI y XXII no fue viable. 13 Muchos de los estudios del movimiento Velikovsky carecen de rigor académico, pero las obras de Bimson y James fueron reconocidos por el establecimiento académico y sus estudios fueron publicados por editoriales y revistas de alto prestigio. Los revisionistas evalúan mutuamente, y en forma permanente, las propuestas cronológicas nuevas, y Bimson ha evaluado las propuestas de Rohl y James. Rechaza la postura de 9 Crowe, Revision. D. Courville, The Exodus Problem and Its Ramifications (1971). 11 J. J. Bimson, Redating the Exodus and Conquest (1981). 12 P. James, Centuries of Darkness (1992). 13 D. Rohl, A Test of Time: The Bible- from Myth to History (1995). 10 216 Rohl, acepta la de James con reservas y modificaciones y expone las implicaciones de cambios en el paradigma para la comprensión de las narraciones bíblicas. 14 La revisión cronológica de P. James Las tesis principales de Centuries of Darkness de P. James y sus colegas fueron evaluadas en el Cambridge Archaeological Journal. 15 James presenta una visión panorámica de la cronología cerámica del Bronce Superior y la Edad de Hierro, examina los datos arqueológicos región por región y demuestra la existencia de muchas anomalías en la cronología cerámica vigente. Según James, la causa común de las anomalías es la dependencia de la cronología egipcia, y sugiere que desaparecerían con la reducción de las fechas de d.XVIII-XIX en aproximadamente 250 años. Reconoce que el desafío mayor para su teoría no es la demostración de las anomalías sino la construcción de una cronología alternativa convincente. 16 James identifica dos referentes cronológicos principales para el Bronce Superior y la Edad de Hierro que permitieron la asignación de fechas a las cronologías regionales. La cerámica micénica fue ampliamente difundida en Europa y los alrededores del Mar Mediterráneo, y se encontró frecuentemente en asociación con artefactos de d.XVIIIXIX. En una época posterior la cerámica griega fue también ampliamente difundida, y se 14 J. J. Bimson, (When) Did It Happen? New Contexts for Old Testament History (1993). James, Centuries; P. James, I. J. Thorpe, N. Kokkinos, R. Morkot y J. Frankish, “Centuries of Darkness: Context, Methodology and Implications”, Cambridge Archaeological Journal (CAJ) 1/2 (1991): 228-235; K. A. Kitchen, “Egyptian Chronology: Problem or Solution?”, CAJ: 235-239; B. Kemp, “Examining Ancient Crises”, CAJ: 239-244, N. Postgate, “The Chronology of Assyria - An Insurmountable Obstacle”, CAJ: 244-246; A. Snodgrass, “The Aegean Angle”, CAJ: 246-247; A. y S. Sherratt, “Urnfield Reflections”, CAJ: 247-250; Respuesta de James, CAJ 2/1 (1992): 127. 16 James, Centuries: xxi. 15 217 pudo precisar la fecha de su primera apariencia por medio de referencias de Tucídides y otros a las colonias griegas. 17 James documenta el consenso de opinión entre especialistas que hubo una edad oscura en Europa y el Mediterráneo después de la época micénica. Durante este periodo desaparecieron muchas tradiciones tecnológicas y artísticas, desapareció también la escritura y se redujo drásticamente la población. Cuando la vida urbana reapareció en la época de la cerámica griega reaparecieron las mismas tradiciones tecnológicas y artísticas, y también la escritura. James sugiere que esta edad oscura es una ilusión producida por las fechas derivadas de d.XVIII-XIX que se asignaron a la época micénica. 18 Situaciones similares son documentadas para Anatolia, Siria, Palestina y Nubia, y James concluye que gran parte de estas anomalías se debe a una cronología artificialmente inflada para el Tercer Período Intermedio (TPI) de la historia egipcia. El TPI incluye d.XXI-XXV y sigue el Reino Nuevo que fue contemporáneo con la época micénica. El TPI termina con eventos cuya fecha se fija por el Canon de reyes. 19 Según Kitchen, la fecha de inicio del TPI depende de la fecha final para d.XX de aproximadamente 1070 aC, fecha que depende de las fechas Sothis para el Reino Nuevo. 20 Se ordenan los abundantes materiales del TPI entre su inicio en 1070 aC y su fecha final de 664 aC. Durante el TPI la única conexión cronológica precisa entre la historia egipcia y la de otras regiones es la identificación de Sisac con Shoshenq I, primer 17 Ibid., 27-103. Ibid. 19 Ibid., 103-161, 204-219. 20 K. A. Kitchen, The Third Intermediate Period in Egypt: 1100-650 BC (1986): 254-255. 18 218 rey de d.XXII. La identificación permite transferir la fecha bíblica de Sisac a Shoshenq. 21 Kitchen calcula que la transición entre d.XXI y d.XXII fue en 945 aC, con un margen de error máximo de una década. 22 James rechaza la fecha convencional de inicio del TPI porque depende de las fechas Sothis que considera inválidas. Rechaza la identificación de Sisac con Shoshenq por ser especulación sin fundamento adecuado, y propone elaborar una nueva cronología mínima para el TPI a partir de su final en 664 aC. Cuestiona los postulados y deducciones de K. A. Kitchen, autor de la obra de referencia fundamental para el período, y presenta sugerencias para reducir la duración del TPI. 23 James estaba consciente que, para lograr su propósito, tendría que proponer una cronología nueva para la secuencia estratigráfica de Palestina en el Bronce Superior y la Edad de Hierro, por sus múltiples conexiones con d.XVIII-XX. Propone una interpretación de la arqueología bíblica que no depende de referencias cronológicas egipcias. Aclara que las fechas de la Edad de Bronce de Palestina dependen de fechas egipcias, y no de la cronología bíblica, debido a la extrema escasez de material epigráfico excavado en Palestina. 24 El análisis de James de la cronología de las excavaciones de Laquís propone ubicar las cartas de Laquis, encontradas en el estrato llamado Laquís II, en el tiempo de Nehemías, siglo V aC. La fecha de consenso para estas cartas es el tiempo de la destrucción de Jerusalén, un siglo y medio antes. James sugiere que Laquís III fue la ciudad atacada por los babilonios, y que Laquís IV fue la ciudad atacada por Senaquerib. 21 Ibid., 220-231. Ibid., 467. 23 James, Centuries: 231-259. 24 Ibid., 162-203. 22 219 La cronología de consenso mantiene que Senaquerib atacó Laquís III y que Laquís II fue atacada por los babilonios. Las fechas reducidas de James para Laquís II y III le permiten reducir las fechas de los estratos del Bronce Superior y Hierro en general ya que la arqueología de Laquís tiene múltiples conexiones con la de otros sitios excavados. 25 Una tercera tarea indispensable para James fue demostrar que la cronología de Mesopotamia, que depende de la cronología de Asiria, pudo soportar una reducción de fechas que conservaría los sincronismos solidamente establecidos con Egipto y las narraciones bíblicas. Rechaza algunos de los postulados básicos de la cronología de consenso para Asiria y señala anomalías en ella similares a las de la edad oscura de Grecia. 26 La Lista de reyes de Sumer presenta las dinastías de distintas ciudades como gobernantes sucesivos de la región. James observa que se ha demostrado la contemporaneidad de varias de ellas, 27 y sugiere que la Lista de reyes de Asiria puede ocultar un fenómeno similar. Señala también el fenómeno de corregencia documentada para Esparta, Egipto e Israel, 28 y sugiere que la Lista de reyes de Asiria podría ocultar corregencias aún no identificados. Estas sugerencias deberían examinarse con toda seriedad. 29 Las tres propuestas de James en conjunto, el cuestionamiento de la cronología asiria, la precariedad de la cronología del TPI y la reinterpretación de la secuencia 25 Ibid., 162-203; A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible: 10,000 – 586 BC (1990): 241244, 252-255, 275-276, 312-313, 332-334, 384-389, 427-435, 457-461, 464-465, 515-518; D. Ussishkin, “Lachish”, M. Avi-Yonah ed., Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (1977): 735753. 26 James, Centuries: 261-290. 27 Jacobsen, Sumerian King List. 28 E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 126; Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 326-334; Libros de Reyes y Crónicas. 29 James, Centuries: 299-309. 220 estratigráfica para Palestina, representan un desafío serio a la fecha de consenso para la transición entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, y James sugiere bajar esta fecha en aproximadamente 250 años. 30 El arqueólogo C. Renfrew afirmó que James había revelado una debilidad preocupante en el sistema de referencia cronológica para las edades de Bronce y Hierro. Pensó que James presentó bien su caso pero no encontró tan convincente su propuesta de cronología alternativa. 31 Es de notar que James presenta su propuesta de cronología alternativa como provisional, esquemática y tentativa. 32 Kitchen rechaza los argumentos de James sin examinarlos en detalle, y se limita a defender su propia cronología para el TPI, que es también la cronología estándar de referencia para el período. Dice que la única presuposición de la cronología convencional para el período fue su fecha final, que la evidencia disponible demuestra que armoniza perfectamente con la identificación de Sisac con Shoshenq y que armoniza también con la fecha antecedente para el final de la dinastía XX de 1085 aC. 33 Refuta en forma contundente la propuesta de James que d.XXI fue, en gran parte, contemporánea con d.XXII. Kitchen piensa que este error en la cronología alternativa de James es fatal y que la propuesta queda refutada en forma definitiva. 34 B. Kemp admite que la búsqueda de la mejor reconstrucción posible de la cronología de las edades de Bronce y Hierro podría continuar sin fin, y está abierta a la posibilidad de revisar la cronología de referencia, en contraste a Kitchen. Kemp no refuta los argumentos de James pero rechaza su tesis. Considera que las debilidades de la cronología de referencia no son razón suficiente para descartarla, que la actitud de James 30 Ibid., 309-320. C. Renfrew, “Foreword”, en James, Centuries: xiv-xvi, xxi-xxii. 32 James, Centuries: 254-259, 299-304. 33 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239. 34 Ibid; Kitchen, Third Intermediate: xliii. 31 221 hacia el desarrollo cultural es simplista y que James confía demasiado en argumentos de sentido común. 35 Kitchen expresa una opinión despectiva similar cuando dice que James y sus colaboradores dan la impresión de sencillamente no comprender cuán desparejo es nuestro conocimiento de la antigüedad. 36 N. Postgate dice que James no ofrece una reconstrucción convincente de la cronología de Asiria, y que no explica cómo implementar sus sugerencias al respecto. Opta por seguir con la cronología de consenso. A. Snodgrass admite que James tiene razón en señalar que la cronología del Egeo depende de la cronología egipcia, y que tendría dificultad en refutar a James a base de datos del Egeo. Para Snodgrass el corazón del problema cronológico del período es la confiabilidad de las fechas ancla para Egipto, pero no expresa una opinión en cuanto a su solidez. 37 A. y S. Sherrat aplauden a James por exponer las debilidades de la cronología de consenso pero no encuentran convincente su cronología alternativa. No les gusta el tono confiado de James, y señalan que su filosofía de ciencia va en contra de la tendencia contemporánea de intentar refutar teorías propias al estilo de Karl Popper. Caracterizan la estrategia de James como una epistemología anticuada de verificación.38 Los especialistas que respondieron a James presentan argumentos técnicos sofisticados, y consideran que los de James son simplistas, demasiado confiados y de sentido común. Se refugian en la cronología de consenso, y ninguno de ellos considera que es su tarea defenderla ni refutar los argumentos en su contra. Se puede concluir que James logró indicar en forma efectiva algunas debilidades serias del paradigma 35 Kemp, “Examining Ancient Crises”: 243. Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239. 37 Postgate, "The Chronology of Assyria”: 244-246; Snodgrass, “The Aegean Angle”: 246-247. 38 Sherratt, “Urnfield Reflections”: 247-250. 36 222 cronológico vigente. Se puede concluir también que James no logró presentar una propuesta alternativa convincente, y que algunos elementos centrales de su propuesta tienen errores fatales. Renfrew, especialista en prehistoria, dice que el análisis crítico de James acertó, y que sentía que se acercaba una revolución cronológica. 39 En cuanto a metodología James ha demostrado claramente que la cronología de muchas regiones del antiguo Oriente en las edades de Bronce y Hierro depende de la cronología de Egipto. Ocho criterios de evaluación En la evaluación del paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente hay que tomar en cuenta la metodología de los arqueólogos, los debates en torno a las narraciones bíblicas y la arqueología, y los cuestionamientos de las fechas de consenso. Estas consideraciones exigen usar los siguientes criterios para evaluar el paradigma: (i) Es necesario evaluar las presuposiciones, postulados, definiciones y otras consideraciones epistemológicas que influyen en las discusiones cronológicas. Estas incluyen los méritos de las estrategias de verificación y falsificación, y los argumentos de sentido común. (ii) Existen anomalías y contradicciones en el paradigma, y los especialistas están dispuestos a tolerarlas por la conveniencia de mantener un consenso cronológico estable. Sin embargo, no se pueden ignorar cuestionamientos como el de Bimson de la fecha de transición entre el Bronce Intermedio y Superior, el de Finkelstein de las fechas del Hierro II y los de James de la realidad de algunas edades oscuras y las fechas ancla del 39 Renfrew, en James, Centuries : xvi. 223 paradigma. La persistencia de tales cuestionamientos revela la fragilidad del consenso cronológico y exige una evaluación seria del paradigma. (iii) La tendencia conservadora de las comunidades académicas exige que se incluyan en las propuestas de cambio cronológico toda la información pertinente, que se resuelvan dificultades reales sentidas por la comunidad académica y que se evite la introducción de nuevas dificultades. (iv) La cronología de muchas regiones del antiguo Oriente depende de la de Egipto, lo que indica que la evaluación de la cronología de Egipto es una prioridad. La solidez de la cronología egipcia depende de la solidez del esquema dinástico, la identificación de Shoshenq con Sisac y las fechas Sothis. (v) El Tercer Período Intermedio (TPI) de Egipto, d.XXI-XXV, finalizó en 664 aC. La cronología interna del período es independiente de las fechas Sothis. Se ha demostrado que las dinastías XXI y XXII fueron secuenciales, y que d.XXII, XXIII, XXIV y XXV fueron, en parte, contemporáneas. Dodson y otros han demostrado que se puede acortar la duración del TPI. Es prioridad evaluar la solidez de la cronología del TPI porque la cronología de períodos anteriores depende de ella. (vi) La fecha bíblica asignada a Shoshenq I provee el único punto fijo en la cronología vigente para el TPI, y es necesario evaluar la solidez de la identificación tradicional de Shoshenq con Sisac que invadió Judá en el tiempo de Roboam. (vii) La cronología de Asiria y Babilonia depende de la Lista de epónimos y la Lista de reyes. Estas listas se relacionan, a través de sincronismos, con el Canon de reyes, la cronología bíblica y las dinastías XVIII, XXV y XXVI de Egipto. Es necesario evaluar la 224 solidez de la cronología tradicional para Asiria, y explorar las implicaciones de una eventual reducción de fechas en la cronología egipcia para la cronología asiria. (viii) No se pueden asignar fechas directamente a los artefactos, grupos cerámicos y estratos excavados. Se asignan fechas indirectamente por medio de inscripciones y textos, argumentos astronómicos y mediciones de radiocarbono. Es necesario evaluar las implicaciones de los avances técnicos en metodología arqueológica para el paradigma cronológico vigente. Evaluación del paradigma vigente En las siguientes secciones se intenta evaluar la solidez del sistema de referencia cronológica vigente para el antiguo Oriente de acuerdo a los criterios establecidos en la sección anterior. Se examinan primero algunas consideraciones epistemológicas, luego las anomalías, contradicciones y cuestionamientos del paradigma, y después las reacciones frente a las propuestas de cambio. Se examina la solidez de la cronología egipcia, la identificación de Shoshenq con Sisac, la cronología de Asiria y las fechas arqueológicas. Consideraciones epistemológicas El estudiante del antiguo Oriente consulta con frecuencia tablas cronológicas de referencia, y no quiere interrumpir su trabajo para evaluar las fechas cuya confiabilidad se toma por sentada por el simple hecho de encontrarse en las tablas. No quiere confirmar ni poner en duda las fechas sino utilizarlas. Las presuposiciones, postulados y definiciones solamente saltan a la vista en momentos de controversia y desacuerdo. 225 Cuando un autor afirma que un estrato se asocia con un evento, otro autor puede asociar el mismo evento con un estrato anterior o posterior. Los protagonistas del desacuerdo elaboran argumentos a favor de su propia opinión y en contra de la opinión opuesta, y el desacuerdo puede asociarse con otras discusiones e institucionalizarse en escuelas divergentes. A estas alturas se someten los argumentos a exámenes rigorosos y se analizan los postulados detrás de las posturas. Un escenario no infrecuente se presenta cuando el excavador de una pieza cerámica propone una fecha basada en cálculos astronómicos, y un crítico propone otra fecha basada en un criterio diferente, como, por ejemplo, una inscripción antigua. Es probable que ninguno de los arqueólogos podrá evaluar los postulados astronómicos y lingüísticos detrás de las fechas que proponen. En caso de involucrar a especialistas en astronomía e idiomas en la discusión, el resultado podría ser que ninguno de los protagonistas domina todos los campos especializados a los cuales se apelan. Para resolver tales debates se suele apelar a la cronología de consenso como árbitro, con el resultado, a veces, de quedarse sin respuesta a los argumentos esgrimidos. En tales casos, y otros similares, los consensos cronológicos funcionan como medio de comunicación entre disciplinas. Los debates cronológicos frecuentemente apelan a datos arqueológicos y a datos textuales, levantando preguntas relacionadas con el valor del testimonio de los textos, y preguntas relacionadas con la aplicación de teorías modernas al análisis de artefactos antiguos. Los datos de las narraciones del Antiguo Testamento tienen importancia especial para la discusión de los eventos de las edades de Bronce y Hierro en Palestina, e 226 investigadores de diversos campos e intereses profesionales apelan a sus datos. Las escrituras requieren un trato especial porque han estado en uso continuo desde la antigüedad, han tenido una influencia cultural grande en la civilización moderna, son textos largos con estructura literaria compleja, muchos de ellos fueron escritos a base de documentos anteriores y evocan una respuesta de fe en muchos de sus lectores. Hay opiniones diversas del valor de los datos cronológicos de las narraciones bíblicas, y del valor histórico de su testimonio. Las estrategias de verificación han jugado un rol fundamental en el estudio de la arqueología, la historia y la literatura antigua. Son métodos positivistas que buscan confirmar, o verificar en forma racional, las propuestas teóricas. K. Popper analizó sus debilidades, y desarrolló un método orientado hacia descartar ideas falsas. La verificación de instancias es interminable e inconclusa, pero la demostración de una instancia que contradice la realidad es contundente. 40 Las estrategias de falsificación orientan al investigador hacia la eliminación de las ideas falsas, y se asocian frecuentemente con escepticismo frente a la posibilidad de conocer la verdad, o la intención del autor de un texto antiguo. Tanto las estrategias de verificación como las de falsificación son usadas en las discusiones cronológicas. Fue la convicción de los protagonistas de la arqueología bíblica que tanto las exploraciones arqueológicas como el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento pueden iluminar la historia del antiguo Oriente. Los dos tipos de datos se relacionan con el paradigma cronológico de manera diferente. Los eventos de las narraciones se relacionan con el paradigma a través de sus datos cronológicos y las fechas de origen adoptadas para los documentos. Los artefactos excavados se relacionan con el paradigma 40 K. Popper, The Logic of Scientific Discovery (1959). 227 a través de los períodos arqueológicos de la secuencia estratigráfica general, que depende de la cronología egipcia. Los principales eventos de las narraciones del Antiguo Testamento no ocurrieron en los períodos arqueológicos en que los investigadores esperaban encontrar evidencia de ellos. Esta situación exige evaluar la relación entre las narraciones bíblicas, la secuencia estratigráfica general y el paradigma cronológico en forma integral. Anomalías, contradicciones y cuestionamientos El paradigma cronológico es un conjunto de consensos cronológicos creados por diversas comunidades académicas y es caracterizado por incertidumbres, incoherencias, anomalías y contradicciones. Cada campo de estudio especializado requiere un sistema cronológico detallado de referencia, pero los especialistas de campos afines tienen que interactuar y requieren un marco de referencia más general para facilitar la comunicación interdisciplinaria. El marco compartido puede ser una cronología regional, una secuencia estratigráfica, una cronología cerámica, un conjunto de mediciones de radiocarbono u otro sistema de común acuerdo que forma la base de un consenso cronológico compartido por las personas interesadas. Cada disciplina especializada incluye un conjunto estable de conocimientos, datos y metodologías que se enseña a los nuevos investigadores. Esta información compartida demarca las fronteras de la disciplina y es fuente de metas, normas y filosofía de trabajo. La actividad académica normal incluye trabajos en progreso, resultados parcialmente asimilados a las teorías vigentes, vacíos en los datos y conocimientos, teorías especulativas, problemas sin solución y debates. 228 El paradigma cronológico comparte estas características, es utilizado por todos, pero pocas veces estudiado como sistema. Juega un rol fundamental en el conjunto normativo de conocimientos de las disciplinas históricas, crece y se refina con ellas, e incluye conocimientos establecidos, anomalías y problemas sin resolver. Los consensos cronológicos amplios son desarrollados por un conjunto de comunidades académicas especializadas para su uso mutuo, y pocos investigadores tienen la inclinación o el tiempo para evaluarlos detenidamente. Forman parte de la atmósfera de la comunidad académica y se usan como usamos el aire que respiramos, sin mayor reflexión. Los consensos cronológicos amplios abarcan todas las áreas de estudio de una región geográfica, período histórico o secuencia estratigráfica. El paradigma cronológico vigente es el conjunto de los muchos consensos cronológicos creados por los investigadores del antiguo Oriente. Combina las cronologías canónicas de cada disciplina especializada en un solo sistema, e incluye las anomalías, incoherencias y problemas sin resolver de cada una de ellas. El impacto de las propuestas de cambio La estabilidad del paradigma depende de la estabilidad de los consensos cronológicos que lo conforman. El repaso histórico identificó los consensos cronológicos principales del paradigma vigente, las teorías principales que proveen sus fechas ancla y los sincronismos principales entre las cronologías regionales. A pocos especialistas les interesa cuestionar estos elementos básicos ya que las fechas de referencia se han convertido en ganchos de uso común, de los cuales todos cuelgan sus cronologías especializadas. 229 A casi nadie le interesa traer abajo la estructura de la casa dentro de la cual todos vivimos, y muchos especialistas comparten una actitud conservadora frente a las anomalías y problemas sin resolver del paradigma. Los cuestionamientos cronológicos y las propuestas de cronología alternativa son vistos como trabas, y generan actitudes de rechazo. Son generalmente ignorados, y se espera que los disidentes se desanimen o se vayan. Cuando la comunidad académica les responde las respuestas son contundentes, solidarias, políticas e institucionales. No contestan sus argumentos, se escudriñan sus credenciales, se les trata como enemigos del bien común y se exageran los defectos de sus presentaciones. Cuestionaron los valores de la patria, y deben ser fusilados para desanimar a imitadores potenciales. Los disidentes cronológicos que consiguieron publicidad y apoyo público suficiente para exigir una respuesta seria, y cuyo trabajo fue reconocido por los guardianes de la ortodoxia cronológica son pocos. Ninguno de ellos logró cambiar el sistema de referencia cronológica que quería modificar. Las ideas de Bimson fueron publicadas primero en una revista popular, pero su exposición completa fue publicada por el Journal for the Study of the Old Testament Supplement Series. El libro incluye mucho material dirigido al público no especializado. Su teoría fue adoptada por arqueólogos que la han investigado durante casi tres décadas, pero estos proyectos son muy limitados, y la comunidad académica los ha podido ignorar. Dever menciona la teoría de Bimson pero no evalúa sus argumentos, y la calificó como reacción conservadora idiosincrásica. 41 41 W. G. Dever, Who Were the Early Israelites and Where Did They Come from? (2003): 40, 246. 230 James también publicó sus ideas primero en una revista popular, y luego comenzó una revista cronológica especializada con un grupo de colegas. 42 Pronto abandonaron la revista, y publicaron el libro Centuries of Darkness, dirigido a un público no especializado. James y su equipo presentaron su caso en el Cambridge Archaeological Journal y provocaron una respuesta enérgica de un grupo de especialistas de renombre. Una de las propuestas especulativas de James tuvo errores fatales, y el error fue pretexto para declarar refutada su revisión cronológica en forma definitiva. No se respondieron sus argumentos, y no se ha vuelto a tratar su propuesta en la literatura especializada, aunque él y sus colegas siguen publicando. El disidente cronológico que más ha logrado en los últimos años es el arqueólogo I. Finkelstein. Durante más de una década desarrolló su propuesta de revisión cronológica en una larga serie de artículos para especialistas, y desde adentro de la comunidad académica. Desarrolló una nueva cronología baja para el Hierro II sin desafiar las fechas ancla del paradigma cronológico. Su nueva interpretación de la historia de Israel inició un debate permanente en la comunidad académica que captó la atención del público, y su libro popular The Bible Unearthed, escrito en colaboración con N. A. Silberman, fue leído por una audiencia muy grande. Es necesario reconocer el peso académico de los cuestionamientos cronológicos de Bimson, James y Finkelstein. En conjunto sus publicaciones forman un cuerpo considerable de literatura técnica de alta calidad. Lograron captar la atención de la comunidad académica, pero la mayor parte de sus argumentos queda sin respuesta adecuada todavía. Sus esfuerzos no provocaron cambios en los sistemas cronológicos de 42 Studies in Ancient Chronology fue una revista académica especializada basada en el Institute of Archaeology, University College London que comenzó en 1987. 231 referencia para el antiguo Oriente, pero debilitaron el consenso general de apoyo al paradigma. Parece improbable que un forastero podría convencer una comunidad académica que debe cambiar su sistema de referencia cronológica. Forma parte de su cultura institucional y está en uso constante. Los especialistas no necesitan que otros les presenten las anomalías y problemas sin resolver con los cuales conviven y que han estudiado detenidamente. Una propuesta de revisión cronológica presentada a la comunidad académica tiene que ganar su respeto, y debe exponer solamente los puntos necesarios para su comprensión. Si ayuda a la comunidad académica a resolver dificultades reales, sin introducir dificultades adicionales, la propuesta de cambio podría ganar su simpatía. La solidez de la cronología egipcia El año después de la publicación de Centuries of Darkness el egiptólogo W. A. Ward evaluó la cronología egipcia, y afirmó que no fue posible establecer una cronología precisa para el período anterior a 664 aC por falta de consenso entre los egiptólogos. Señala cuatro áreas donde faltaba consenso: el valor de la tradición de Manetón, la duración incierta del reinado de varios reyes, la existencia de ciertas corregencias y la interpretación de los datos astronómicos usados para calcular fechas. 43 Ward concluye que los sincronismos establecidos entre la historia egipcia y otras regiones del antiguo Oriente son confiables, que el sistema de dinastías de Manetón tiene defectos serios, que la cronología astronómica tradicional se ha ido para siempre y que la teoría del ciclo de Sothis ya no puede mantenerse. Ward reconoce que esta situación 43 W. A. Ward, “The Present Status of Egyptian Chronology”, BASOR 288 (1992). 232 podría ocasionar un ajuste en las fechas tradicionales, pero piensa que no sería más de algunas pocas décadas. 44 Su evaluación indica que ya no hay una cronología de consenso para Egipto antiguo porque el consenso se ha roto, y algunas de sus bases teóricas fundamentales se han ido para siempre. Tres años después de estas declaraciones Kitchen escribió un nuevo prefacio para The Third Intermediate Period in Egypt. Kitchen utiliza el esquema dinástico como marco, y, para dar el golpe de gracia a la cronología revisada de D. Rohl, reitera su confianza en las fechas Sothis. Afirma enérgicamente que una inscripción interpretada de acuerdo a esta teoría pone fuera de toda duda que el rey Merenptah reinaba en el siglo XIII aC. 45 No leyó el artículo de Ward, o no estuvo de acuerdo con él. En Egipto antiguo los años del reinado de cada rey fueron enumerados oficialmente, y sirvieron de referencia cronológica para los eventos destacados en sus inscripciones monumentales y otros documentos. El objetivo principal del estudio moderno de la cronología de Egipto antiguo es conocer la duración de cada reinado, y ordenar los reinados en la secuencia temporal correcta. Por lo menos desde el tiempo de Julio el Africano, siglo III dC, el esquema dinástico derivado de la obra de Manetón ha servido de marco para este proceso. El esquema provee cifras para cada reinado, ordena los reinados en secuencias temporales y da la impresión que incluye todos los reyes. La ausencia de un texto completo de la obra de Manetón, con los muchos variantes de los manuscritos, crea 44 45 Ibid. Kitchen, Third Intermediate: xliv-xlv. 233 muchas incertidumbres. Sin embargo, no se puede prescindir del esquema dinástico porque no se disponen de datos independientes suficientemente completos. 46 La cronología dinástica, y los sincronismos con las secuencias estratigráficas de otras regiones que la confirman, es una cronología relativa que no provee fechas de por sí. El problema principal de la cronología egipcia siempre fue cómo relacionar las dinastías con nuestro calendario. En el siglo XIX se estableció la relación por medio de cinco fechas ancla. La más reciente es confirmada por conexiones con el Canon de reyes de Ptolomeo, y fija el inicio de d.XXVI en 664 aC. Ward indica que esta es la fecha más antigua que se ha podido establecer fuera de dudas para Egipto antiguo. La implicación clara es que las demás fechas ancla son dudosas. 47 Las otras cuatro fechas ancla tienen bases discutidas. No han sido comprobadas, pero se han usado por más de un siglo y medio, y en ausencia de una alternativa convincente la cronología tradicional sigue vigente por simple necesidad. La primera de estas fechas ancla depende de la identificación, propuesta por Champollion, de Sisac con Shoshenq I, el primer rey de d.XXII. La identificación permite calcular las fechas de Shoshenq de los datos bíblicos para Sisac (I R. 14:25-26; II Cr. 12:1-12). Las tres fechas ancla restantes son calculadas a través de la teoría del ciclo de Sothis: 1469 aC, en el reinado de Tuthmosis III, d.XVIII; 1536 aC, el año 9 de Aménofis I, d.XVIII; y 1877 aC, el año 7 de Senwosre III, d.XII. 48 Según Ward, los egiptólogos ya abandonaron la teoría del ciclo de Sothis por falta de evidencia a su favor, lo que implica que las fechas deducidas de ella son inválidas. Cualquier reajuste cronológico requerido 46 Gardiner, Egypt: 46-47, 53. Ward, Present Status. 48 Gardiner, Egypt: 64-66. 47 234 tendrá que hacerse con criterios que no dependen de la teoría del ciclo de Sothis, ni de las fechas ancla calculadas a través de ella. La conclusión de James, que las cronologías de varias regiones del antiguo Oriente dependen de la cronología egipcia, con la de Ward, que la fecha segura más antigua para Egipto es 664 aC, indican que la tarea de establecer mejores bases para la cronología egipcia para el período anterior a 664 aC es tarea prioritaria y urgente para los investigadores del antiguo Oriente. La cronología tradicional para Egipto antiguo ya no goza de un consenso general de apoyo. Tres de sus cuatro fechas ancla, las fechas Sothis, no tienen sustento. La cuarta, la identificación de Shoshenq con Sisac, es tratada más adelante. La duración del Tercer Período Intermedio Las respuestas de Kitchen a James demuestran que la cronología egipcia para el Tercer Período Intermedio (TPI) depende de tres fechas clave. La primera, y más reciente, es el final del período y el inicio de d.XXVI en 664 aC, fecha que tanto Kitchen como James acepta como solidamente establecida y fuera de duda. La segunda fecha clave es la del inicio del período. Kitchen la designa “the antecedent date” para el final de d.XX, 1080 aC, y comenta que no hay información de d.XX o d.XXI que permite fijar sus fechas. 49 Esta fecha clave se calcula sumando los reinados de d.XVIII-XX a partir de las fechas Sothis para d.XVIII. La fecha de inicio de esta manera depende de las fechas Sothis, y Kitchen la defiende mientras James la rechaza. 49 Kitchen, “Egyptian Chronology”; Third Intermediate: 72, 250, 465-466. 235 La tercera fecha clave para el TPI es la fecha bíblica de la invasión de Sisac, identificado con Shoshenq I, primer rey de d.XXII. Kitchen examina esta fecha en una sección que busca establecer una fecha absoluta para el final de d.XXI, y lo designa como el “essential synchronism”. 50 Adopta la fecha de Thiele, 926/ 925 aC, para la invasión de Sisac. Thiele la calculó de datos bíblicos, y la fundamentó en la Lista de epónimos, otros documentos asirios y el Canon de reyes. 51 Kitchen concluye que d.XXII inició con el reinado de Shoshenq I en 945 aC. 52 Según James, el reinado de Shoshenq I inició alrededor de 810 aC, más de dos siglos después de Sisac, y los eventos de la transición entre d.XXI y XXII nada tienen que ver con el quinto año de Roboam, el año de la invasión de Sisac (I R. 14:25-26). 53 Kitchen señala que la identificación de Shoshenq con Sisac armoniza bien con la fecha convencional para el final de d.XX, 54 y este argumento sería de peso si la fecha para el final de d.XX fuera segura. Sin embargo, depende de las fechas Sothis para d.XVIII, cuyo sustento en la teoría del ciclo de Sothis ha ido para siempre según Ward, opinión que Kitchen no comparte. 55 La identificación de Shoshenq con Sisac no puede apoyarse en las fechas Sothis, y su solidez tiene que ser evaluada. Esto se hace en la siguiente sección. La presentación de Kitchen implica que la cronología interna del TPI hace puente entre las fechas fijas de su inicio y su final, fijadas con criterios externos al periodo. Sin embargo, Kitchen niega que construyó la cronología del TPI de esta manera, e insiste que 50 Kitchen, Third Intermediate: 72. Ibid., 72-76; E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1965): 55. 52 Kitchen, Third Intermediate: 72-76. 53 James, Centuries: 257. 54 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239. 55 Kitchen, Third Intermediate: xliv-xlv. 51 236 la única presuposición fue la fecha final. 56 James partió de la suposición que solamente se conoce la fecha final, y elaboró una cronología mucho más corta para el TPI. Su estrategia de explicar d.XXI y XXII como contemporáneas fue refutada en forma contundente por Kitchen, pero, aun eliminando este error, la cronología de James para el TPI es mucho más corta que la de Kitchen. 57 A. Dodson propuso reducir la duración del TPI por varias décadas. 58 Su propuesta fue rechazada por Kitchen con argumentos que apelan a las fechas Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq. 59 El estudio de Dodson demuestra que no solo James cuestiona la cronología tradicional del TPI. Kitchen ha reiterado su postura sobre la cronología del TPI en obras recientes. 60 La solidez de la identificación de Sisac con Shoshenq El rechazo de las fechas Sothis como anclas cronológicas implica que la identificación de Sisac con Shoshenq adquiere un rol nuevo de ancla fundamental de la cronología egipcia para períodos anteriores a 664 aC. Este rol lo cumple también en el paradigma cronológico general porque la secuencia estratigráfica para Siria-Palestina, y muchas cronologías regionales, dependen de la cronología egipcia. Es irónico que la cronología egipcia, que desplazó la cronología bíblica de la columna vertebral del paradigma hace un siglo, ahora tenga que depender de una fecha bíblica, el quinto año de Roboam, fecha de la invasión de Sisac (I R. 14: 25-28 y II Cr. 12: 1-16). 56 Kitchen, “Egyptian Chronology”. Ibid.; James, Centuries. 58 A. Dodson, “Towards a Minimum Chronology of the New Kingdom and Third Intermediate Period”, The Bulletin of the Egyptological Seminar 14 (2000): 7-18. 59 Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii. 60 K. A. Kitchen, “The Shoshenqs of Egypt and Palestine”, Journal for the Study of the Old Testament 93 (2001): 3-12; On the Reliability of the Old Testament (2003). 57 237 Kitchen dedica muchas páginas al tema de la campaña de Sisac, y su identificación con Shoshenq. Su reconstrucción combina datos de Reyes y Crónicas con rutas reconstruidas de la inscripción de Shoshenq en Tebas, y el dato que Shoshenq dejó un monumento en Meguido. 61 Parte, con muchos otros que estudiaron el tema, del postulado que el relato bíblico y los monumentos de Shoshenq se refieren a los mismos eventos. Si el postulado es correcto es razonable intentar armonizar los datos de las distintas fuentes en una reconstrucción histórica. Quedaría solamente la cuestión de las diferencias entre los testimonios de las fuentes usadas, y su validez. La posibilidad de una cronología más corta para el TPI levantada por James, Dodson y otros, y el rol fundamental que la identificación de Sisac con Shoshenq desempeña en la cronología egipcia temprana y el paradigma cronológico exigen un examen de su solidez. ¿Se puede demostrar que la lista de ciudades de Shoshenq se refiere a la campaña de Sisac sin suponerlo de antemano? Para averiguarlo hay que tratar el texto bíblico y el texto egipcio por separado, evaluar por separado sus propósitos, sus contenidos y su confiabilidad, y luego compararlos. El libro de Reyes relata que Sisac rey de Egipto subió contra el Jerusalén de Roboam, y tomó los tesoros del templo y palacio. Crónicas añade que su ejército incluía carros, hombres de a caballo, libios, suquienos y etíopes, y reporta que tomó las ciudades fortificadas de Judá. Crónicas indica que los príncipes y el rey tendrían que ser siervos del rey de Egipto (I R. 14: 25-26; II Cr. 12: 2-4, 8-9 y 11: 5-12). El relato de la invasión es parte de un relato mucho más largo. Salomón heredó el gran reino de David, y dio a Jeroboam responsabilidad en el gobierno, en Siquem. Luego Jeroboam huyó de Salomón a Sisac rey de Egipto, quien le dio como esposa una ‘hija del 61 Kitchen, Third Intermediate: 293-300, 432-447. 238 rey’ llamada Ano, hermana mayor de la esposa de Sisac (LXX: I R. 12-14 y II Cr. 10-12). Cuando Salomón murió Roboam fue a Siquem para instalarse como rey, pero el pueblo entronó a Jeroboam. La división del reino fue permanente, y Roboam construyó fortalezas en el occidente y el sur de Judá. En su quinto año Sisac invadió, y después, durante dos siglos más, los dos reinos se desarrollaron aparte (I R. 12 – II R. 17). La inscripción de Shoshenq no incluye la narración de una campaña, sino una lista de lugares y un texto con otro tema. El relieve de Shoshenq le muestra golpeando sus enemigos delante del dios Amun quien, con una mujer que representa Tebas, agarra cuerdas que atan sus enemigos. Cada enemigo lleva el nombre de un lugar, y los nombres se presentan en once grupos. Muchos de los nombres han sido identificados, y hay varias teorías sobre posibles rutas y estrategias del ejército egipcio. 62 El texto bíblico y el texto egipcio son muy diferentes. El relato bíblico aparece en varias formas en libros escritos cientos de años después de los eventos. La inscripción egipcia representa en forma gráfica enemigos atados sin narración explicativa. 63 La comparación de la inscripción de Shoshenq con la campaña de Sisac indica: (i) Shoshenq fue enemigo de Meguido y de lugares en la costa, los valles principales y los cerros centrales de Israel, pero Jerusalén no está entre sus enemigos. Una sola de las fortalezas de Roboam, Ajalón, está entre los enemigos de Shoshenq, con una fortaleza de Salomón, Bet-horón. El punto enemigo más cercano a Jerusalén que se ha identificado es Gabaón, diez kilómetros al norte de la ciudad. En ausencia de otra información habría que concluir que Shoshenq fue enemigo de Israel, y aliado de Judá o neutral frente a ella. 62 63 Kitchen, Third Intermediate: 301 y 433. Ibid., 432-447. 239 (ii) Sisac tomó las fortalezas de Judá y amenazó Jerusalén, llevándose los tesoros de Salomón. Conoció a Jeroboam y le dio esposa de su familia. El profeta predijo que los príncipes de Judá serían siervos de Sisac, y está claro que el relato bíblico implica que Sisac fue enemigo de Judá, y probablemente aliado de Israel. (iii) La comparación de los nombres Sisac y Shoshenq no ayuda mucho ya que hay argumentos a favor y en contra de que sean versiones del mismo nombre. La comparación directa del relato bíblico y la inscripción egipcia indica que los eventos recordados son distintos. En la inscripción Israel es el enemigo de Egipto, y en el texto bíblico Judá. Los dos textos podrían referirse a una sola serie de eventos solamente si se supone que el autor bíblico suprimió los datos de la campaña contra Israel, y el autor egipcio suprimió toda referencia a Jerusalén. Kitchen hizo varias suposiciones más para armonizar los dos textos. 64 Todas las discusiones de la lista de ciudades de Shoshenq, y su relación con el relato bíblico de Sisac tendrán que olvidarse si tiene razón F. Clancy. Propone leer la lista como relación de todos los lugares pequeños del Neguev, el Sefela y el sur y sur-oeste de Judá, y concluye que el ejército de Shoshenq no fue al Jordán, Jerusalén, Israel, Sarón o Gaza. Clancy piensa que la inscripción de Shoshenq no tiene nada que ver con el relato bíblico de Sisac, y sugiere abandonar la identificación de los dos reyes. 65 K. Wilson demuestra que la lista de Shoshenq pertenece a un género del cual se conocen muchos ejemplares. Un estudio comparativo demuestra que las listas no proveen itinerarios de ejércitos ni conservan detalles de campañas. Son parte de una proclamación del faraón como conquistador del mundo entero, y enumeran lugares enemigos en las 64 65 Kitchen, Third Intermediate: 298-299. F. Clancy, “Shishak/Shoshenq’s Travels”, JSOT 86 (1999): 3-23. 240 fronteras. Wilson concluye que la inscripción de Shoshenq no se refiere a una campaña militar, y que no apoya la idea que sus ejércitos destruyeron ciudades en Palestina. 66 La identificación de Sisac con Shoshenq no depende solamente de la comparación del relato bíblico con la inscripción egipcia, sino de otros criterios. Fue sugerida por Champollion a base de la semejanza entre los nombres Sisac y Shoshenq, el contexto militar y su lectura de ‘reino de Judá’ en la inscripción. 67 Décadas después, esta lectura fue corregida a “monumento del rey”. La corrección eliminó la razón por identificar Shoshenq con Sisac, 68 y se debió evaluar su validez, pero el sincronismo produjo una fecha ancla para el paradigma cronológico y no fue revisada. Si la identificación de Shoshenq con Sisac está errada las implicaciones son serias e incluyen: (i) se requiere una cronología para el TPI que no depende ni de las fechas Sothis ni de la identificación de Sisac con Shoshenq, (ii) se tendrán que establecer fechas más seguras para los estratos de la secuencia estratigráfica de todas las regiones cuya cronología depende de Egipto, y (iii) no se podrá relacionar bien las narraciones bíblicas con la secuencia estratigráfica mientras no se corrige el error. La solidez de la cronología asiria El Cambridge Ancient History reconoce tres esferas cronológicas para el antiguo Oriente, el Egeo, Egipto y Asia occidental. James demuestra que la cronología del Egeo 66 K. A. Wilson, “The Campaign of Pharaoh Shoshenq I in Palestine”, setiembre 2004, 3 may. 2008, <http://www.bibleinterp.com/articles/Wilson-Campaign_of_Shoshenq_I_1.htm>. 67 D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128. 68 Rohl, Test of Time: 122; James, Centuries: 229-231; Kitchen, Third Intermediate: 72-76, 294-300 y 432-447. 241 depende de la de Egipto, pero gran parte de la cronología de Asia occidental depende de la de Asiria, que es independiente de la de Egipto en su parte final. Las correlaciones directas entre narraciones bíblicas e inscripciones asirias no son afectadas por la identificación equivocada de Sisac con Shoshenq, porque no interviene la cronología egipcia o la secuencia estratigráfica. Las correlaciones entre Asiria y Egipto en el período de Amarna y antes sí son afectadas, ya que hay una carta de Assuruballit I de Asiria escrita a Akhenatón, d.XVIII. 69 La parte de la cronología asiria que es fundamentada en la Lista de epónimos se considera uno de los elementos más sólidos del paradigma cronológico. El eclipse del eponimato de Bur-Sagale (763 aC), 70 las múltiples conexiones entre los últimos reyes de Asiria y el Canon de reyes, la suposición que hubo un epónimo para cada año y la suposición que la lista es completa permiten fijar las fechas de los epónimos de 891ac a 648 aC. 71 Diez reyes, de Tukulti-Ninurta II hasta Salmanasar V, aparecen en la Lista de reyes de Asiria y en la Lista de epónimos en el mismo orden, y con el mismo número de años de reinado, lo que permite conectar firmemente estas dos listas y asignar fechas a esta serie de reyes. La cronología asiria, definitivamente a partir del eclipse de 763 aC, y posiblemente también a partir del inicio de la Lista de epónimos en 891 aC, tiene fundamentos sólidos. 72 69 James, Centuries: 304-306; K. A. Kitchen, Suppiluliumas and the Amarna Pharaohs (1962). F. Espenak, NASA Eclipse Web Site, julio 2008, 29 jul. 2008, <http://eclipse.gsfc.nasa.gov/ SEhistory/SEhistory.html>. 71 Thiele, Mysterious Numbers: 41-45. 72 Ibid., 42-43, 46-50 y 209-215; “The Assyrian King List”, en tomo 2 de J. B. Pritchard ed., The Ancient Near East: A New Anthology of Texts and Pictures (1975): 113-118. 70 242 Se pueden calcular fechas asirias para períodos anteriores con la ayuda de la Lista de reyes que presenta los reyes, con sus períodos de reinado, en una sola secuencia. Sin embargo, la cronología asiria para estos períodos no está libre de anomalías y problemas sin resolver. James demuestra que, para Mesopotamia y regiones aledañas, existen anomalías arqueológicas similares a las de la edad oscura de Europa y el Mediterráneo. 73 Según James la primera parte de la Lista de reyes de Asiria incluye enlaces genealógicos ficticios, algunos reyes de Asiria mencionados en las inscripciones no figuran en la Lista de reyes, para siete reyes de la lista su padre tiene un nombre diferente del nombre que figura en las inscripciones y que hasta once reyes son descritos como hijos de su antecesor cuando eran probablemente sus contemporáneos, y tal vez sus hermanos. 74 La existencia de anomalías de este tipo no es razón suficiente por rechazar la cronología tradicional, pero mientras no se presente una propuesta alternativa convincente seguirá vigente. La Lista de reyes de Asiria sin el respaldo de otros datos independientes es una base cronológica precaria. Podría ocultar dinastías paralelas o contemporáneas, como la Lista de reyes de Sumer, o corregencias aún no identificadas. 75 La solidez de las fechas arqueológicas Durante las últimas décadas se ha intentado desarrollar una serie de técnicas que permiten asignar fechas a los artefactos y estratos excavados, sin tener que apelar a textos antiguos. La más importante de estas técnicas es, sin duda, la medición de radiocarbono. Sin embargo, y a pesar de los muchos esfuerzos y recursos que se han invertido en la ampliación de la base de datos, el desarrollo de sistemas de calibración y el refinamiento 73 James, Centuries: 261-290. Ibid., 291-299. 75 Ibid., 299-309. 74 243 de las técnicas de medición, este método de asignar fechas no ha generado todavía un sistema de referencia cronológica independiente que podría desafiar o reemplazar el paradigma vigente. La asignación de fechas a artefactos y estratos excavados depende de poder asociarlos con artefactos de fecha conocida o con textos que permiten ubicarlos en el paradigma cronológico. A la gran cantidad de datos ya disponibles de excavaciones estratigráficas se han añadido recientemente muchos datos de exploración sistemática de superficie para muchos distritos y regiones, especialmente en Palestina. Los nuevos datos juegan un rol importante en reconstrucciones recientes de la historia del pueblo de Israel. Stager calculó que un 93% de los lugares poblados del Hierro I en Canaán se establecieron en lugares no habitados en el Bronce Superior, y que casi un 50% se ubica en los cerros centrales. En las llanuras costeras de Sarón y Judá, la Sefela y los valles el Bronce Superior continuó después del inicio del Hierro I, hasta el tiempo de Ramsés III o IV. 76 Mazar observa que la cultura material del Hierro I en muchas regiones es casi idéntica a la del Bronce Superior IIB, y que, por esta razón, Ussishkin quiso incorporar el período Hierro IA en el Bronce Superior. Mazar retiene el período Hierro IA, y argumenta que es mejor reconocerlo separadamente como período de transición por sus características distintivas. Estas incluyen la ausencia de evidencia de comercio internacional y destrucción de ciudades importantes, y el establecimiento inicial de los pueblos del mar en Palestina. 77 76 Avi-Yonah, Encyclopedia: 649; Mazar, Archaeology: 238-239; L. E. Stager, “Forging an Identity: The Emergence of Ancient Israel”, en M. D. Coogan ed., The Oxford History of the Biblical World (1998): 134-136; Dever, Early Israelites: 50. 77 Mazar, Archaeology: 290-300. 244 Dever describe características de la cerámica del Hierro I que la distinguen de la cerámica del Bronce Superior. Hay menos uso de técnicas de rueda, mayor uso de técnicas manuales de acabado y un número reducido de formas a comparación con el Bronce Superior. Hay continuidad en el desarrollo de las formas, especialmente en las ollas de cocina, desde el inicio del Bronce Superior hasta el final de la Edad de Hierro. Dever describe la cultura material del Hierro I como la de una sociedad rural agrícola basada en la familia. 78 Si un 93% de los centros poblados del Hierro I fueron fundaciones nuevas, y la cultura material de muchos de ellos es prácticamente idéntica a la del Bronce Superior, existe la posibilidad que fueron contemporáneos con el Bronce Superior y no posterior. Solo un 7% de ellos fueron construidos sobre restos del Bronce Superior, y son demostrablemente posteriores a centros poblados de este período. De estos datos parece factible explicar gran parte de las diferencias entre la cultura material del Hierro I y el Bronce Superior IIB como la diferencia entre ciudades en contacto con la economía internacional y pueblos rurales contemporáneos aislados de ella. Las culturas materiales del Bronce Superior y el Hierro I pueden haber sido contemporáneas, por lo menos en parte, y no necesariamente secuenciales. De ser así algunos enigmas podrían encontrar soluciones sencillas, como los cementerios del Bronce Superior II sin centros poblados mencionados por Mazar, y los centros poblados del Hierro I sin cementerios mencionados por Dever. En esta conexión es pertinente la teoría de V. Fritz que argumentó a favor de una larga coexistencia de las poblaciones del Hierro I y el Bronce Superior. 79 78 79 Dever, Early Israelites: 110. Mazar, Archaeology: 277-279; Dever, Early Israelites: 126 y 145-146. 245 Dever provee estadísticas para centros poblados rurales en el Bronce Intermedio que indican que un fenómeno similar al proceso que produjo los del Hierro I puede haber ocurrido también en este período. 80 La cronología convencional de estos patrones de asentamiento interpone siglos entre las poblaciones rurales del Bronce Intermedio y las del Hierro I, y explica los patrones de población en los cerros centrales como oscilaciones entre períodos de ocupación nomadita y sedentaria. 81 Si los pueblos rurales del Bronce Intermedio coexistieron con el Bronce Superior por un tiempo como los del Hierro I, pueden haber sido reemplazados directamente, y poco a poco, por las poblaciones del Hierro I. En tal escenario el Bronce Superior podría verse como la esfera geográfica del dominio egipcio en contacto con la economía internacional. La impresión de vacío cronológico por la ausencia del Bronce Superior puede ser una ilusión creada por considerar la tipología de las cerámicas como indicador cronológico en vez de un simple indicador de cultura material, error típico del enfoque de Albright y las técnicas de excavación de su época. 82 Al otro lado, no hay duda que, en sitios como Meguido, el Bronce Intermedio, el Bronce Superior y el Hierro I ocurren en secuencia temporal. 83 La práctica convencional de asociar fechas directamente con grupos cerámicos facilita la comisión de errores de interpretación. Los datos arqueológicos acumulados durante los últimos 150 años no han producido todavía cambios significativos en el paradigma cronológico, y, hasta la fecha, datos nuevos como las mediciones de radiocarbono se acomodan a la cronología 80 Dever, Early Israelites: 180-181. I. Finkelstein, N. A. Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts (2002): 153-158. 82 W. G. Dever, What Remains of the House That Albright Built? Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 29-34. 83 Mazar, Archaeology: 197, 242, 301. 81 246 convencional. Tal vez sea más frecuente que lo que se piensa comúnmente la asignación equivocada de material excavado a un ‘período’ de cultura material. Los períodos arqueológicos son conceptos teóricos modificables un tanto arbitrarios, y las transiciones entre ellos son mayormente muy graduales. Es más preciso hablar de complejos de cultura material que se asocian con secuencias estratigráficas y son atribuidos a períodos históricos. Hacia un paradigma cronológico más confiable La evaluación del paradigma permite la formulación de algunas recomendaciones para futuras investigaciones cronológicas. La evaluación deja claro que algunos aspectos del paradigma requieren estudio sistemático, y que se debe intentar identificar nuevas fechas ancla para épocas anteriores al inicio del Canon de reyes en el siglo VIII aC. En las siguientes secciones se enfocan la metodología requerida, las estrategias para proponer cambios, el problema de la cronología del TPI, el problema de la cronología asiria y algunas consecuencias de bajar sustancialmente las fechas egipcias. Mejorando la metodología Hay una sola cronología correcta de una serie de eventos del pasado. La cronología correcta incluiría todos los eventos ocurridos, los ordenaría en la secuencia temporal en que ocurrieron y les asignaría la fecha correcta. La posesión de tal cronología es un ideal, y ninguna de las cronologías de referencia vigentes para el antiguo Oriente es tan precisa. En las discusiones cronológicas hay que recordar lo siguiente: (i) Las discusiones cronológicas confiables demuestran que han intentado incluir todos los datos pertinentes, y la exclusión de tales datos hace dudar de las conclusiones. 247 Las conclusiones podrían acertar a pesar de la exclusión de datos pertinentes pero tal posibilidad no elimina la incertidumbre que esta manera de proceder crea. (ii) Las discusiones cronológicas confiables señalan explícitamente las áreas no investigadas para alertar al lector de posibles defectos, y darle la oportunidad de contribuir a la resolución de problemas o corregir errores. (iii) Las reconstrucciones cronológicas se elaboran de datos de textos antiguos que no exponen los criterios cronológicos aplicados por sus autores. Los criterios de un estudiante moderno son muy diferentes de los de un autor antiguo, y es necesario articular al máximo las presuposiciones adoptadas. (iv) Las propuestas cronológicas son confiables a la medida que se elaboran de datos de fuentes independientes que se confirman mutuamente, y la acumulación de tales datos refuerza la confianza en la propuesta. Un solo dato contradictorio puede indicar que la propuesta está errada, y hay lugar para estrategias de verificación y falsificación. (v) Tanto los textos antiguos como las reconstrucciones modernas basadas en ellos pueden contener errores. Las propuestas cronológicas tienen que incluir la evaluación crítica de sus fuentes. (vi) Hay que separar claramente entre los datos antiguos y las deducciones, teorías y especulaciones modernas que los acompañan. Las propuestas convincentes evitan el escepticismo excesivo, la parcialidad y la excesiva confianza en las deducciones. El concepto de qué constituye un equilibrio aceptable varía con el tiempo, y también con las presuposiciones adoptadas. (vii) La cronología mínima permitida por los datos es probablemente más cerca de la cronología correcta que otras alternativas, ya que la acomodación de datos no 248 comprendidos invita a extender las cronologías. Al otro lado, la falta de datos puede llevar a formular una cronología demasiado corta. (viii) Las propuestas cronológicas útiles permiten integrar en forma armoniosa los datos de diversos campos especializados. Los que integran y armonizan los datos de varios campos especializados se exponen a críticas de los especialistas de cada campo que provee datos, y la falta de comprensión de los datos usados crea distorsiones. (ix) Las actitudes conservadoras típicas de las comunidades académicas pueden entorpecer las discusiones cronológicas, y el celo de los especialistas puede restringir el rango de temas discutidos y la forma de discutirlos. Tales actitudes dificultan y postergan la mejoría de la cronología de referencia. (x) Ya que el paradigma es un conjunto de consensos cronológicos de alcance limitado se puede llegar a depender de argumentos circulares ocultos. Esto ocurre cuando se apela a fechas cerámicas de otra región en apoyo de una cronología, sin tomar en cuenta que las fechas de ambas regiones pueden depender de la misma cronología. (xi) El paradigma cronológico incluye las anomalías, contradicciones y problemas sin resolver inherentes en los consensos cronológicos que lo conforman. Estrategias para proponer cambios Además de tomar en cuenta los puntos señalados en la sección anterior los proponentes de cambios en los consensos cronológicos deben aprender del movimiento de cronología alternativa cuyos protagonistas principales se han mencionado en secciones anteriores. La cronología egipcia revisada de Velikovsky generó un enorme interés público, y fue rechazada enérgicamente por la comunidad académica. La asociación de esta propuesta con teorías psicoanalíticas cuestionadas, ideas dramáticas sobre la historia 249 del sistema solar y metodologías dudosas garantizó su exclusión de los debates académicos. Velikovsky nunca completó la propuesta cronológica que anunció, y fue abandonada después de su muerte cuando sus seguidores demostraron errores fatales en su metodología y refutaron sus tesis centrales. La propuesta cronológica de Courville fue difundida dentro del movimiento Velikovsky. Su idea central, que el éxodo ocurrió al final del Bronce Inferior, estimuló mucha reflexión y especulación. Su metodología fue deficiente, pero la propuesta de por sí no deja de ser intrigante. La propuesta no fue desarrollada más allá de la presentación original, y fue abandonada porque sus argumentos compartieron algunos de los errores de Velikovsky, e introdujeron otros errores propios. La propuesta de Bimson surgió también dentro del movimiento Velikovsky, pero logró evitar los errores típicos del movimiento. Bimson desarrolló argumentos rigurosos para integrar la historia bíblica y la arqueología en una propuesta cronológica novedosa que explica el relato bíblico del éxodo y la conquista. No desafió abiertamente las fechas ancla del paradigma cronológico, y tampoco generó mucho debate académico. Su propuesta fue adoptada por un movimiento creciente de arqueología bíblica y sigue vigente. La propuesta de James y sus asociados también surgió del movimiento Velikovsky, y generó un breve debate académico. Este grupo sigue publicando de vez en cuando. Sus oponentes reconocieron el valor de la demostración de las anomalías del paradigma cronológico, pero señalaron errores que consideraron fatales en algunas de las propuestas de cronología alternativa. 250 La parte de la propuesta de Rohl que trata de la cronología del Tercer Período Intermedio de Egipto tiene mucho en común con la de James, y comparte los errores señalados por los críticos académicos. Las ideas de Rohl fueron ampliamente difundidas en publicaciones populares y por un canal de televisión. Su propuesta de revisar la cronología del TPI fue rechazada por la comunidad académica por sus errores, su asociación con una reconstrucción especulativa y su presentación sensacionalista. Estas experiencias en su conjunto indican que el proponente serio de una revisión cronológica debe dirigirse a la comunidad académica desde adentro después de ganar su respeto. Debe proponer cambios útiles para la comunidad académica, y no solamente señalar anomalías y defectos en los consensos cronológicos vigentes. Debe establecer razones sólidas por los cambios que propone, y argumentos rigurosos en su apoyo. Debe eliminar de su propuesta argumentos dudosos, especulaciones y la presentación sensacionalista. En resumen, enfrenta el desafío difícil de contribuir a la solución de problemas que nadie hasta ahora resolvió, y no dar excusas a la comunidad académica para rechazar su propuesta sin examinarla rigurosamente. Reconstruyendo la cronología egipcia Las propuestas de mejorar el sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente deben partir de la revisión de la cronología egipcia convencional. Durante el primer milenio aC esta cronología depende de las fechas Sothis para d.XVIII, la fecha bíblica de la invasión de Sisac y la fecha del inicio de d.XXVI en 664 aC. La evaluación demuestra que las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq I con Sisac no pueden continuar como fechas ancla del paradigma cronológico, y la única fecha ancla confiable 251 que queda es 664 aC. Esta fecha debe ser el punto de partida para la construcción de una mejor cronología egipcia. La tarea más urgente es el desarrollo de una cronología más confiable para el período inmediatamente anterior a 664 aC, el Tercer Período Intermedio (TPI). La cronología de períodos posteriores no está en duda. Para períodos anteriores, si se descartan las fechas Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq como anclas, la cronología dependerá de la duración del TPI. Kitchen insiste que la única presuposición de su cronología del TPI es la fecha final, 664 aC, pero su referencia a “la fecha antecedente para el final de dinastía XX” revela que también tuvo en mente una fecha de inicio. 84 Tomó por sentada la validez de las fechas Sothis para d.XVIII en estimar la fecha de inicio del TPI. La solución de Kitchen para el problema cronológico del TPI se fundamentó en la suposición que las fechas Sothis sirven de anclas cronológicas, pero su rechazo crea una nueva perspectiva sobre el problema. Las reglas para la discusión de la cronología del TPI han cambiado porque han desaparecido todas las fechas antecedentes. Cada decisión tomada por Kitchen en cuanto a la duración de los reinados del TPI debe ser revisada, porque, en muchas ocasiones, resolvió incertidumbres por medio de decisiones que armonizan con su fecha antecedente. Ejemplos de estas decisiones se consideran en la siguiente sección y, tomadas con otros criterios, las decisiones podrían haber producido un TPI menos largo. Sin fecha fija para el inicio del período, todo el peso de la cronología convencional del TPI descansa sobre la transmisión de la fecha bíblica de Sisac a Shoshenq I. Kitchen construyó una cronología para el TPI que encaja perfectamente con la identificación de 84 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235. 252 los dos reyes, 85 pero varias de las decisiones tomadas en el camino podrían haber producido otro resultado. Si se puede considerar la identificación de Sisac con Shoshenq como establecida de antemano, se justifica plenamente la convicción que se conocen las fechas de Shoshenq I y la construcción de una cronología para el TPI que armoniza con ella. Sin embargo, la identificación es vulnerable a los cuestionamientos explicados anteriormente, y la fecha para el inicio de d.XXII calculada a base de la identificación no debe seguir usándose como fecha ancla del paradigma cronológico. Se tienen que reevaluar las muchas decisiones tomadas por Kitchen para establecer la duración y secuencia de los reinados del TPI, y eliminar la dependencia de las fechas ancla caducadas de sus argumentos. La duración del Tercer Período Intermedio Después del estudio fundamental de Kitchen hubo contribuciones sólidas a la cronología del TPI, incluyendo los de M. L. Bierbrier, 86 G. Hagens 87 y A. Dodson, 88 quien propuso reducir la duración del período por décadas. La gran colección de datos de la obra de Kitchen es todavía el mejor punto de partir. En esta sección se evalúan algunas de las decisiones tomadas por Kitchen en la construcción de su cronología para el TPI. La idea de James y Rohl, que d.XXI y d.XXII fueron contemporáneas, no es viable. 89 Un ejemplo de las decisiones de Kitchen es su actitud hacia los datos de Manetón. Todas las versiones de Manetón dan un total de 130 años por la duración de d.XXI. Julio 85 Ibid. M. L. Bierbrier, The Late New Kingdom in Egypt (c.1300-664 BC): A Genealogical and Chronological Investigation (1975). 87 G. Hagens, “A Critical Review of Dead-Reckoning from the 21st Dynasty”, Journal of the American Research Center in Egypt 33 (1996): 153-163. 88 Dodson, Minimum Chronology; Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii. 89 James, Centuries: 236-260. Rohl, Test of Time: 43-137. Kitchen, Third Intermediate: xliii-xliv; “Egytian Chronology”. 86 253 el Africano presenta cifras de reinado que suman solamente a 114 años, y este total se podría reducir a 109 si se aceptara la variante de Eusebio para el segundo rey. Para d.XXII todas las versiones dan tres reinados que suman a 49 años. Julio el Africano añade que hubo seis reinados más, sin nombrar los reyes, lo que podría extender la duración de la dinastía a 116 ó 120 años. 90 Si d.XXI y XXII fueron secuenciales su duración total mínima, según Manetón, fue de 109+49 = 158 años, y su duración total máxima fue de 130+120 = 250 años. Kitchen asigna la fecha de 1089 ó 1069 aC al inicio del reinado del primer rey de d.XXI y la fecha de 715 o 713 aC al final del reinado del último rey de d.XXII. Para Kitchen las dos dinastías duraron un mínimo de 354, y un máximo de 376 años. 91 Aún tomando en cuenta las dificultades que generan los variantes de las versiones de Manetón no parece aconsejable ignorarlas tan olímpicamente como lo hace Kitchen. Asigna hasta dos siglos más que Manetón a la duración total a las dos dinastías. James advierte que cada año dudoso añadido al TPI añade un año a las edades oscuras del Mediterráneo central y oriental, Asia occidental y África. 92 Otro ejemplo de las decisiones cronológicas discutibles de Kitchen es su asignación de un reinado largo a Osorkon I, segundo rey de d.XXII. Este rey aparece en Manetón con el nombre Osorthôn, y todas las versiones le asignan 15 años. 93 El año más alto atestado por los monumentos e inscripciones de Osorkon I es el año 12. W. M. F. Petrie le había atribuido 36 años a base de la lectura equivocada de un texto que hoy se lee como “día 26”. 90 Waddell, Manetho (1940): 155-161. Kitchen, Third Intermediate: 465, 466 y 588. 92 James, Centuries: 232. 93 Waddell, Manetho: 158-161. 91 254 Kitchen nota este error de Petrie, pero, no obstante, le atribuye un reinado de 35 años a Osorkon I. La decisión se fundamenta en la referencias al “año 33” y al “año 3” en una venda de lino de una momia. Otra pieza de lino de la misma momia llevaba el nombre de Osorkon I. Kitchen supone que el año 33 se refiere a Osorkon, ya que las otras posibilidades que considera, Psusennes I y Shoshenq III, fueron demasiado remotos en el tiempo. 94 Provee varios argumentos razonables, pero no contundentes, a favor de un reinado largo de 35 años para Osorkon I. Kitchen menciona que la hija del rey Psusennes II, último rey de d.XXI, fue esposa de Osorkon I pero deja de mencionar que dos de las tres versiones de Manetón le atribuyen a Psusennes 35 años, y la tercera versión, 14 años. Reconoce que hay dificultad con la lectura de “año 33”, y menciona la posibilidad que tenga que leerse como “año 13”. Añade el comentario que, en tal caso, la diferencia de 20 años podría remediarse asignándola por partes a varios reyes subsiguientes. 95 Este comentario demuestra claramente que Kitchen presupone una duración fija para el TPI, duración que conoce de antemano, a lo largo de su discusión. No es convincente la declaración, en su respuesta a James, que presupone solamente la fecha final del período.96 Otra serie de comentarios que lleva a la misma conclusión se encuentra en su evaluación de la teoría de Dodson. 97 Menos reyes Osorkon Un tercer ejemplo de las decisiones cronológicas cuestionables de Kitchen es su tratamiento del reinado de un rey que designa Osorkon IV. James observa que una generación anterior de egiptólogos no reconoció un cuarto Osorkon, y cuestiona los 94 Kitchen, Third Intermediate: 110-111. Ibid., 110, 182. 96 Kitchen, “Egyptian Chronology”. 97 Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii. 95 255 argumentos de Kitchen en cuanto a la necesidad de tal rey, sin evaluarlos en detalle. Atribuye los datos que Kitchen asigna a Osorkon IV a Osorkon III. 98 Kitchen identifica cinco reyes Osorkon, y seis personajes más del mismo nombre, uno de los cuales, que designa Osorkon C, tiene títulos similares a los del Tefnakt que se enfrentó con Piankhi, de d.XXV. 99 Hubo un rey Osochôr hacia el final de d.XXI a quien las tres versiones de Manetón asignan 6 años. Kitchen dice que el prenomen ‘Akheperre Setepenre’ de un rey cuyo nombre se ha perdido se refiere a este Osochôr. Un documento de Tebas confirma que reinó por un mínimo de 2 años. 100 Demuestra que Osorkon I y II de d.XXII y Osorkon III de d.XXIII fueron reyes distintos, con madres distintas, mencionados frecuentemente en los monumentos. 101 Un rey Osorkon de Bubastis y Re-Nefer se sometió a Piankhi, y un egipcio Shilkanni dio doce caballos a Sargón de Asiria en 716 aC. Kitchen concluyó que Shilkanni es el Osorkon que se sometió a Piankhi. 102 Un anillo, en Leiden, de procedencia desconocida, tiene los nombres reales “Akheperre Setepenamun, Osorkon Meryamun”, y un objeto, en Paris, tiene el nombre de un rey Osorkon, con el nombre de su madre, o posiblemente su esposa. 103 Estos artefactos no pertenecen a ninguno de los reyes Osorkon I, II o III. Ambos objetos podrían pertenecer a Osochôr de d.XXI, ya que el variante en el prenomen ‘Setepenre’ o ‘Setepenamun’ fue normal durante d.XXII a partir de Shoshenq I, y bien podría haberse usado también al final de d.XXI. Kitchen asigna ambos artefactos tentativamente al rey 98 James, Centuries: 254-255. Kitchen, Third Intermediate: 514. 100 Waddell, Manetho: 154-157; Kitchen, Third Intermediate: 7-8, 14. 101 Kitchen, Third Intermediate: 88-94. 102 Ibid., 143, 365. 103 Ibid., 116-117. 99 256 que trató con Sargón y Piankhi, y la decisión obliga a pensar que este Osorkon no es ni Osochôr, de d.XXI, ni Osorkon I, II o III, de d.XXII, sino un cuarto rey Osorkon de d.XXII que reinó al final de la dinastía y trató con Piankhi y Sargón, designado Osorkon IV. 104 El mínimo número de reyes Osorkon requerido para explicar todos los artefactos y monumentos que llevan el nombre acompañado por títulos reales es cuatro, pero Kitchen insiste que hubo cinco. Kitchen demuestra que d.XXII y d.XXIII gobernaron simultáneamente en el Delta con sedes en Tanis y Leontópolis respectivamente, y que los reyes de d.XXIII, incluyendo Osorkon III, vivieron en el Delta. Desde el punto de vista geográfico Osorkon III podría haber tratado con Piankhi en Heliópolis y enviado caballos a Sargón. Kitchen enfatiza la diferencia radical entre los títulos de Osorkon II y Osorkon III en significado y estructura. Los títulos de Osorkon III son más sencillos, y similares a títulos de moda durante d.XXV y XXVI, que recuerdan los títulos de los reinos Antiguo y Medio. 105 Desde el punto de vista de los títulos también Osorkon III encaja perfectamente en el tiempo de Piankhi, primer rey de d.XXV, pero no en una época anterior. La razón fundamental por pensar que el Osorkon que trató con Piankhi y Sargón fue un cuarto rey Osorkon es cronológica. Si este rey fuese en realidad Osorkon III, a quien Kitchen asigna las fechas 777-749 aC, 106 se tendría que bajar sus fechas en más de 30 años, y no habría forma de alargar los reinados de d.XXII y XXIII suficientemente para conservar la identificación de Sisac con Shoshenq. Abandonar esta identificación no 104 Ibid., 116-117. Kitchen, Third Intermediate: 91. 106 Ibid., 471. 105 257 fue una opción para Kitchen, pero tiene que ser considerada a la luz de las objeciones ya comentadas en contra de la identificación de Sisac con Shoshenq. En resumen, la creación de un rey Osorkon IV no parece necesaria ya que toda la información presentada por Kitchen sobre los reyes Osorkon puede ser atribuida a Osorthôn, de d.XXI, o a Osorkon I, II o III, de d.XXII, y hay que concluir que el estudio de Kitchen no resolvió el problema de la cronología del TPI en forma definitiva. Hay buenas razones por pensar que la duración total de d.XXI, XXII y XXIII fue sustancialmente menos que la calculada por Kitchen. Un reinado de 15 años, en vez de 35, para Osorkon I la reduce por 20 años, la eliminación de Osorkon IV la reduce por 60 años más y la adopción de la teoría de Dodson quitaría algunas décadas adicionales. 107 Estas consideraciones reduciría la duración del período por un siglo o más, y el resultado sería similar a adoptar la duración máxima permitida por las cifras de Manetón. La adopción de las cifras mínimas de Manetón quitaría hasta dos siglos del período. Está claro que la cronología del TPI merece una nueva investigación detenida. Mejorando la cronología asiria Se ha visto anteriormente que no todas las cronologías regionales del antiguo Oriente dependen directa o indirectamente de Egipto. Las excepciones principales son la cronología bíblica, la cronología de Asiria y otras cronologías que dependen de estas dos. En esta sección se examina la posibilidad de mejorar la cronología asiria. Las bases de la cronología asiria son seguras a partir del eclipse de 763 aC, y posiblemente también a partir del inicio de la Lista de epónimos en 891 aC. 108 107 108 Ibid., xix-xxii. Ibid., 209-215. 258 Para fechas anteriores la cronología asiria depende exclusivamente de la Lista de reyes de Asiria. Este documento es poco comprendido, en parte por la falta de información y en parte porque normalmente no se consulta directamente, sino a través de tablas que son resúmenes de las deducciones cronológicas hechas de ella. La situación es formalmente similar a la dependencia de la cronología egipcia de resúmenes antiguos de los datos cronológicos de la obra de Manetón, y crea dificultades similares. El texto completo de las listas asirias incluye muchos detalles que no aparecen en las tablas cronológicas. La Lista de reyes provee, normalmente, el nombre del rey, el nombre de su padre y el número de años que reinó. En algunos casos, se añaden otros detalles. Las tablas cronológicas trasforman estos números en fechas consecutivas y quitan al lector la posibilidad de evaluar la relación entre los datos de la lista y las fechas. 109 La cronología asiria se relaciona con la cronología egipcia durante los siglos VIII y VII aC a través de inscripciones, referencias bíblicas y otros documentos, pero, a pesar de conexiones sólidas con el Canon de reyes, no se han aclarado del todo las relaciones entre Asiria y Egipto durante este período. 110 Las dos cronologías se relacionan también a través de múltiples referencias en las cartas de Amarna que conectan el Imperio Hitita, Asiria, Babilonia, Siria, Palestina y Egipto y todas las regiones cuya cronología depende de ellos. Las cartas de Amarna proveen mucha información de gran interés para el estudiante de las narraciones bíblicas. Un tema, antes muy discutido, es la aparición de 109 Thiele, “The Assyrian Eponym List”, Mysterious Numbers: 209-215; “The Assyrian King List”, en tomo 2 de Pritchard, Anthology: 199-202; J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical Period”, en A. L. Oppenheim y E. Reiner, Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977): 335-348. 110 Gardiner, Egypt: 340-351; J. Bright, A History of Israel (1972): 265-323. 259 los habiru en las cartas y su posible relación con los hebreos bíblicos. 111 Muchos lugares mencionados en las cartas aparecen también en las narraciones bíblicas. Las cartas revelan que hubo varias ciudad-estado en las llanuras de Palestina en esta época y sólo dos estados importantes, Siquem y Jerusalén, en los cerros centrales. Esta realidad geopolítica recuerda los escenarios bíblicos del tiempo de los jueces y la monarquía unida. 112 Cualquier modificación a la cronología de Egipto que afecta la fecha de d.XVIII obligaría también a modificar la cronología asiria para conservar los sincronismos que dependen de las cartas de Amarna. La misma situación no obtendría con respecto a la cronología bíblica porque no hay sincronismo bíblico seguro con d.XVIII. Si la identificación de Sisac con Shoshenq se descartara las conexiones cronológicas más antiguas entre las narraciones bíblicas y los pueblos vecinos serían los sincronismos asirios del siglo IX, VIII y VII aC. Existen dos variantes de la Lista de epónimos para períodos anteriores al eponimato de Ninurta-Nasir (783 aC). Los tres nombres anteriores a Ninurta-Nasir aparecen en ambas variantes en orden distinto. El eponimato anterior a estos en la variante larga es de Balatu, cuyo nombre no aparece en la variante corta. 113 Las variantes permiten elaborar dos cronologías para fechas anteriores a 786 aC, y en la cronología más larga las fechas tienen un año más. Thiele demostró que la cronología más corta concuerda con la costumbre de nombrar al rey como epónimo en su segundo año. La adopción de la 111 R. De Vaux, Historia Antigua de Israel (1975): 120-126, 214-219. Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 153-159. 113 Thiele, Mysterious Numbers: 46-50. 112 260 versión corta de la lista obliga a reconocer que la lista tuvo dos epónimos en el año que corresponde a 786 aC. 114 Thiele no pudo explicar en forma convincente esta anomalía y el enigma aun no se resuelve. El fenómeno de variantes en una lista oficial, que existía para eliminar dudas sobre el nombre del año, llama la atención. Puede tener una explicación sencilla, pero podría indicar también que hubo un cambio en el sistema de epónimos en ese año. Un copista pudo haber encontrado más nombres que esperaba, y su intento de eliminar la anomalía le llevó a producir la variante larga que tiene un epónimo por año. Si hubo algún cambio en el sistema de epónimos es necesario intentar comprenderlo para poder evaluar su efecto en la cronología de períodos anteriores al cambio. E. J. Bickerman observó que en Sumer hubo la costumbre de ligar la duración del año al período de servicio de algún oficial, y que la práctica produjo años de duración variable. El año en Babilonia era el tiempo trascurrido entre dos festivales de Año Nuevo o akitu, y en las épocas más tempranas hubo dos akitu en cada período de doce meses. 115 El akitu existió desde el inicio de la historia de Mesopotamia, y fue ligado a los equinoccios, que ocurren dos veces al año, y al año agrícola de dos estaciones por año. Se celebraba dos veces al año en Ur, y representaba la renovación de la jurisdicción del diosluna sobre la ciudad. Con el tiempo el festival se desligó de los equinoccios, pero se seguía celebrando, y fue copiado por otras ciudades. 116 La periodicidad semestral de los akitu en épocas tempranas contrasta con el calendario civil de doce meses que también es documentado desde estas épocas. El uso de semestres para algunos propósitos, y años para otros, persistió hasta los períodos más 114 Ibid. E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 64-65. 116 M. E. Cohen, The Cultic Calendars of the Ancient Near East (1993): 453. 115 261 tardíos como, por ejemplo, en los diarios astronómicos que se conocen a partir de 652 aC. La mayoría de estos diarios contiene observaciones de la posición de la luna durante el primer, o segundo, semestre del año civil de doce meses. 117 En el siglo VI aC el akitu fue el festival principal de Babilonia. Se celebraba cada doce meses, y duraba once días durante los cuales la imagen del dios salió de la ciudad a un templo. Durante la ceremonia el rey tuvo que dejar sus símbolos de autoridad, fue golpeado por un sacerdote y obligado a jurar al dios que cometió pecado durante el año. Luego el rey tomó la mano del dios, y el dios regresó a la ciudad en procesión triunfal. 118 Estos detalles indican que no fue solamente el dios que renovaba su jurisdicción sino también el rey, como su subordinado, lo hacía también. Si la renovación de la autoridad del rey se asociaba con el akitu desde la época cuando se celebraba semestralmente, habría que concluir que los períodos de los reyes tempranos de Mesopotamia fueron semestres. Esta posibilidad recuerda la anomalía de dos nombres para un año en la Lista de epónimos. Si contaban los semestres y no los años de los reyes tempranos del sur, también podrían haberlo hecho en el norte. La explicación del año con dos epónimos podría estar relacionada con tales fenómenos. En tal caso este año de dos epónimos podría señalar, por ejemplo, el momento de abandono de un sistema semestral de epónimos para reemplazarlo con el sistema anual conocido. La aceptación de tal explicación tendría implicaciones importantes para la cronología para períodos anteriores al año en cuestión. En Egipto, en las primeras épocas, se ligaron los períodos de reinado con el conteo del ganado. Gardiner dice que las fechas se refirieron al ‘tiempo del conteo número tal’ o 117 118 F. R. Stephenson y C. B. F. Walker, Halley’s Comet In History (1985): 13-15. Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 122. 262 al ‘tiempo después del conteo número tal’. Dice que el conteo se hizo cada segundo año y que estas fechas no aparecen a partir de dinastía XI. Gardiner sugiere que los conteos volvieron anuales, y observa que el grupo jeroglífico usado para referirse al intervalo contado no significa ‘año’ sino ‘ocasión’. 119 La discusión de períodos semestrales de reinado en Mesopotamia sugiere una explicación alternativa para los conteos bienales de ganado. Si volvieron anuales los conteos, como sugiere Gardiner, ¿por qué se hizo este cambio? Podría ser que el cambio que ocurrió fue otro, el de contar períodos semestrales a contar períodos anuales. 120 La implicación sería que los reyes egipcios tempranos contaban semestres y no años, y solamente contaron años de doce meses a partir de d.XI. La posibilidad que los períodos sumados para calcular los reinados de reyes tempranos fueron semestres debe ser investigada seriamente. Las cronologías de referencia vigentes presuponen que los períodos de reinado fueron sumas de períodos calendarios de doce meses. Si fueron de seis meses en períodos tempranos se tendría que cambiar drásticamente las cronologías de estos períodos. El autor de la Lista de reyes de Sumer pensó que una sola dinastía gobernó a la vez, y que el poder pasó secuencialmente de una ciudad a otra, pero Jacobsen demostró que muchas las dinastías de esta lista fueron contemporáneas.121 Un fenómeno similar ocurre con el esquema de dinastías egipcias que coloca en secuencia los reyes de d.XXII, XXIII, XXIV y XXV sin indicar que muchos de ellos fueron contemporáneos. Las cartas de 119 Gardiner, Egypt: 69-71. Los períodos promedios de gestación de los animales domésticos principales son: 279-292 días para vacas, 145-155 cabras, 112-115 chanchos y 144-151 ovejas, 365 asnos, alrededor de 410 días para el camello bactriano y 330-342 días para los caballos. “Average Animal Gestation Periods and Incubation Times”, MSN Encarta, 2008, 17 may. 2008, <http://encarta.msn.com/media_701500881_761572784_1_1/Average_Animal_Gestation_Periods_and_In cubation_Times.html>. 121 Jacobsen, Sumerian King List (1939). 120 263 Amarna demuestran que hubo reyes contemporáneos en muchas ciudades de Palestina, y mencionan también reyes grandes que gobernaron regiones más extensas. Estos datos indican que la cronología antigua de Asiria y Babilonia tiene que tomar en cuenta la posibilidad que las listas de reyes, que son la columna vertebral de la cronología vigente, pueden ocultar reinados, y aun dinastías, contemporáneas, cambios de período de calendario y conteos semestrales en vez de anuales. Al comprobarse que alguna de estas posibilidades realmente fue practicada, se tendría que rectificar la cronología de referencia. James tiene una larga discusión de tales posibilidades y sus implicaciones para la cronología temprana de Asiria. 122 Posibilidades nuevas para la arqueología bíblica ¿Qué efecto tendría un cambio sustancial en la fecha de Shoshenq I en los debates de arqueología y Biblia? La invasión de Shoshenq se ha asociado con la destrucción de numerosos sitios en el territorio de Israel y el entorno del territorio de Judá. Los estratos destruidos, según A. Mazar, pertenecen al final del Hierro IIA, e incluyen Meguido IVBVA y los demás niveles ‘salomónicos’. 123 Si se tuvieran que bajar las fechas de Shoshenq en un siglo o más, se tendrían que bajar las fechas del período Hierro IIA por el mismo número de años. Tal cambio comprimiría los estratos de los períodos Hierro IIB-C en un período de tiempo más corto que lo contemplado tradicionalmente. La cronología baja de Finkelstein le indica que las destrucciones señaladas por Mazar ocurrieron medio siglo después del tiempo de Shoshenq. 124 Si tiene razón se bajaría la fecha de muchos estratos en medio siglo más. Al bajar la fecha de los estratos, 122 James, Centuries: 261-310. Mazar, Archaeology: 395-398. 124 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 161-162, 231-232. 123 264 se mantendría la relación tradicional entre ellos y la cronología egipcia, porque las fechas de los estratos son derivadas de la cronología egipcia. Las asociaciones tradicionales entre los estratos y la monarquía hebrea y Asiria sí cambiarían, porque las fechas bíblicas y asirias son independientes de la cronología egipcia en la Edad de Hierro. El efecto sería como si los ocupantes bíblicos y asirios de un edificio de muchos pisos tuvieran que ser reubicados uno o dos pisos más arriba, pero los ocupantes egipcios no. El efecto en la interpretación histórica de los estratos más tardíos del Hierro II sería menor que en los estratos más tempranos. El efecto de bajar las fechas de Shoshenq en la interpretación de la arqueología del Imperio de Salomón podría ser dramático. Finkelstein ha demostrado que no hay mucha posibilidad de relacionar los eventos del relato bíblico de Salomón con la arqueología del Hierro I, 125 y se tendría que intentar ligar las construcciones de Salomón con la arqueología del Bronce Superior. Temas como la inscripción de Merenptah que menciona Israel, los habiru de las cartas de Amarna y los paralelos literarios entre los textos de Ugarit y pasajes del Antiguo Testamento adquirirían un nuevo contexto histórico. Habría que recordar también que los reyes egipcios del período Amarna intercambiaron cartas con los reyes de Asiria y Babilonia. Bajar las fechas de Shoshenq I crearía nuevos contextos para episodios como el reinado de Abimelec y la destrucción de Siquem (Jue. 9), la victoria de Débora y Barac sobre Sísara y Jabín (Jue. 4-5), la conquista israelita de Canaán y el éxodo. El efecto de bajar las fechas egipcias en estos períodos podría ser acentuado por la rehabilitación de la 125 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed y los artículos citados anteriormente. 265 fecha temprana del éxodo. La mayor parte de las objeciones a la teoría de Bimson desaparecerían si la fecha de Shoshenq fuera reducida por un siglo y medio. 126 Una reducción sustancial en las fechas de Shoshenq causaría una reducción similar en las fechas de todas las dinastías anteriores a d.XXII y en las fechas de todos los períodos arqueológicos. Podrían encontrarse soluciones nuevas a problemas antiguos como la fecha de los muros de Jericó. Garstang identificó los muros que cayeron en presencia del ejército de Josué, pero Kenyon demostró que las cerámicas asociadas eran del Bronce Inferior. Si Garstang tuvo razón en cuanto a la identificación de los muros, Kenyon ha demostrado que la conquista ocurrió al final del Bronce Inferior. 127 La posibilidad de ubicar el éxodo y la conquista al final del Bronce Inferior ha sido argumentado seriamente, y en forma independiente, por Courville, 128 Vaninger, Anati y Cohen 129 Sus argumentos no fueron ni consistentes ni convincentes, pero si fuera recalibrada la cronología egipcia los especialistas podrían comenzar a explorar las nuevas posibilidades con la paciencia y tenacidad que han mostrado hasta la fecha. Los cambios cronológicos propuestos por James tendrían un impacto general en las reconstrucciones históricas de las edades de Bronce y Hierro. 130 Dever, Finkelstein y otros han demostrado en forma convincente que el éxodo y la conquista, tal como los relatan los libros bíblicos, no ocurrieron en la transición entre el Bronce Superior y la Edad de Hierro. El resultado negativo contundente hace pensar que se requiere una hipótesis radicalmente nueva, como la de bajar las fechas de Shoshenq, para animar a los arqueólogos a examinar posibilidades frescas. 126 Bimson, Exodus: 106-171. Kenyon, “Jericho”. 128 Courville, Exodus Problem. 129 Stiebing, Out of the Desert: 123-148. 130 P. James, Centuries of Darkness (1991); D. Rohl, Test of Time (1995). 127 266 Resumen Cada área especializada de estudio histórico requiere un esquema cronológico. Las comunidades académicas de campos afines combinan sus esquemas especializados en un conjunto de esquemas compartidos. El paradigma cronológico es la totalidad de tales consensos entre comunidades académicas. El paradigma creció a través de un largo y complejo proceso que duró muchos siglos. Es flexible, e incluye anomalías, incoherencias y problemas no resueltos. Es propagado por la literatura de referencia, y se mantiene mientras los consensos cronológicos que lo conforman siguen en uso. Una característica de los estudios del antiguo Oriente es la larga vida de las teorías y esquemas cronológicos. A veces el prestigio merecido de un maestro respetado en su campo especializado ha sido transferido a sus opiniones fuera de este campo. Algunos elementos fundamentales de los esquemas cronológicos vigentes originaron así, y han adquirido, con el tiempo, una autoridad canónica casi incuestionable. Otra característica relacionada de las discusiones cronológicas es que son conducidas por personas que no se dedican a la integración y evaluación de los esquemas cronológicos. La falta de especialistas en esta área ha contribuido al estado fragmentado y poco coherente del paradigma cronológico vigente. El movimiento de cronología alternativa que originó en las especulaciones cosmológicas de I. Velikovsky produjo propuestas originales. Varias de ellas no tuvieron sustento adecuado, pero las más destacadas han sido duraderas, y merecen reflexión seria. Entre ellas están la propuesta de Courville de ubicar el éxodo al final del Bronce Inferior, la propuesta de Bimson de ubicarlo al final del Bronce Intermedio y la propuesta de James de bajar las fechas ancla de las edades de Bronce y Hierro. 267 James argumenta que las edades oscuras en la transición entre la Edad de Bronce y Hierro en varias regiones son una ilusión creada porque se ha exagerado el intervalo entre el período micénico y el período de las cerámicas griegas. Traza el origen de este problema a la cronología egipcia, y señala las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq con Sisac como la raíz del problema. James propone rechazar estas fechas ancla, y reconstruir la cronología del Tercer Período Intermedio (TPI), reduciendo sustancialmente su duración. La comunidad académica debatió en forma breve y superficial esta propuesta. Los que respondieron a James no analizaron sus argumentos, pero usaron errores en su reconstrucción tentativa como pretexto para rechazar su propuesta en forma definitiva. Está pendiente todavía una evaluación profunda, minuciosa e integral de la solidez del paradigma cronológico vigente. Los criterios para tal evaluación deben incluir (i) la consideración de las presuposiciones detrás de los esquemas cronológicos, y (ii) las anomalías, incoherencias y contradicciones de estos esquemas. Deben considerar (iii) las características del paradigma y las comunidades académicas, (iv) la dependencia de muchas cronologías regionales del esquema dinástico egipcio, (v) la importancia fundamental de la cronología del TPI en la cronología egipcia y (vi) el rol clave de la identificación de Shoshenq con Sisac en la cronología de este período. Además deben considerar (vii) la solidez de la cronología de Asiria y (viii) la solidez de las fechas de los períodos arqueológicos. Las consideraciones epistemológicas que juegan un rol en los debates cronológicos incluyen los méritos de las estrategias de verificación y falsificación, la convicción que las narraciones bíblicas pueden o no contribuir al conocimiento de eventos pasados y los 268 procesos sujetivos inherentes en la definición de los loci, estratos y secuencias de las excavaciones. El sistema de referencia cronológica ha servido como árbitro en muchos debates de arqueología y Biblia, y este rol es poco comprendido. Los datos arqueológicos se relacionan con la cronología de referencia a través de los períodos arqueológicos, cuyas fechas dependen de la cronología egipcia. Las secuencias de eventos narrados en los textos bíblicos se relacionan con la cronología de referencia a través de la cronología bíblica, y a través de las fechas de origen atribuidas a los libros bíblicos. Las anomalías del paradigma cronológico son toleradas por la comunidad académica. Las conocen bien y, muchas veces, han ejercido esfuerzos considerables para eliminarlas. Una propuesta de revisión cronológica enfocada en señalar las anomalías del paradigma es innecesaria y no sería bien recibida. Las propuestas deben enfocarse en la explicación de lo necesario para su comprensión, la resolución de problemas reales, la presentación completa y transparente de los datos pertinentes y la integración de los conocimientos cronológicos. La evaluación de la cronología egipcia hecha por Ward revela que el consenso general de apoyo para la cronología tradicional se ha roto. Las teorías astronómicas que apoyan las fechas ancla Sothis se han ido para siempre, y las fechas mismas permanecen en uso por inercia. La secuencia dinástica es confirmada por sus múltiples relaciones con la secuencia estratigráfica general. La fecha segura más antigua de la cronología egipcia es 664 aC. James demuestra que varias cronologías regionales dependen de la cronología egipcia, y esta conclusión, con la de Ward, indica la necesidad urgente de evaluar en forma integral el paradigma cronológico. 269 Si las fechas Sothis ya no son anclas cronológicas firmes todas las fechas fijas previas al TPI en Egipto desaparecen. La cronología del período debe ser reconstruida a partir de su fecha final, 664 aC. Estrategias para acortar la cronología que dependen de proponer la contemporaneidad de d.XXI y dXXII no son viables. Dinastías XXII-XXV sí fueron, en parte, contemporáneas, pero no se han comprendido todavía todas sus relaciones cronológicas. La lista de ciudades de Shoshenq I y el relato bíblico de la invasión de Sisac se refieren a circunstancias diferentes, y estudios recientes de la lista concluyen que no reporta una campaña contra Israel, sino que enumera los enemigos de Egipto en la zona fronteriza para exaltar la autoridad del rey. Reconstrucciones históricas que combinan los datos de la lista con el relato bíblico dependen de suponer que la identificación de Shoshenq con Sisac es segura. Tales reconstrucciones no pueden ser usadas para evaluar la solidez de la identificación porque presuponen lo que se tendría que comprobar. La cronología asiria es sólida para fechas después de 763 aC, el año del eclipse de Bur-Sagale. La versión ininterrumpida de la Lista de epónimos probablemente garantiza la solidez de la cronología desde su comienzo en 891 aC. Para fechas anteriores la cronología asiria depende de un documento poco comprendido, la Lista de reyes de Asiria. Las cartas de Amarna demuestran que Assuruballit I fue contemporáneo con los reyes Amarna de d.XVIII. La lista podría esconder dinastías paralelas o corregencias, y las deducciones cronológicas hechas a base de sus datos deben ser confirmadas por datos independientes. La solidez de las fechas arqueológicas debe ser evaluada cuidadosamente. En Palestina muchas fechas tradicionales dependen de consideraciones tipológicas más que 270 estratigráficas, porque fueron fijadas a base de la tipología cerámica antes del desarrollo pleno de las técnicas de excavación estratigráfica y exploración de superficie. Una posible fuente de error es la costumbre de concluir de la ausencia de grupos cerámicos de una secuencia de estratos que hubo una interrupción en la continuidad de ocupación. Tal ausencia puede tener otras explicaciones. Hay lugar para mejorar la calidad de las discusiones cronológicas, especialmente en cuanto a la confrontación de datos de excavación con datos textuales. Se requieren propuestas serias para mejorar la cronología egipcia y corregir las fechas ancla de la secuencia estratigráfica. La simple defensa de la cronología tradicional ya no convence, y la simple presentación de esquemas cronológicos nuevos no convencerá la comunidad académica a abandonar fechas tradicionales que son parte de su lenguaje de comunicación y de la atmósfera de cultura institucional que toda la comunidad académica respira. La construcción de una nueva cronología egipcia debe comenzar con la reconstrucción de la cronología del TPI, sin apelar a las fechas Sothis o la identificación de Sisac con Shoshenq. La cronología de Kitchen fue plausible dentro del marco de sus presuposiciones, pero si se rechazan sus fechas ancla, se podrían reconsiderar sus decisiones críticas. Una de estas decisiones fue asignar hasta dos siglos más que Manetón a la duración total del período. Otra fue adoptar un reinado de 35 años para Osorkon I, en vez de los 15 años indicados por Manetón y los monumentos. Una tercera decisión fue atribuir ciertos hallazgos a un rey hipotético Osorkon IV cuando podrían ser atribuidos a uno de los tres Osorkon de d.XXII o a Osorthôn de d.XXI. 271 Las bases para la cronología de Asiria son las fechas respaldadas por la Lista de epónimos, el Canon de reyes y otros documentos a partir de 891 aC, y el sincronismo de Amarna. Materiales a usar para extender la cronología segura hacia el pasado incluyen inscripciones, documentos, secuencias estratigráficas y las listas de reyes de Asiria, Babilonia y Sumer. Además de las posibles corregencias y dinastías paralelas escondidas en estas listas, se debe considerar la posibilidad que algunos cálculos antiguos se basaron en períodos semestrales, estacionales o mensuales. Bajar las fechas del TPI bajaría las fechas de las dinastías anteriores a d.XXI, y se tendría que establecer nuevas fechas ancla para los períodos arqueológicos. Las fechas de los períodos arqueológicos bajarían, pero las fechas de los eventos bíblicos no bajarían, y se tendrían que asociar los eventos de la historia bíblica con períodos más tempranos que lo acostumbrado. Se abrirían nuevas posibilidades como asociar el Imperio de Salomón con el Bronce Superior, asociar el período de los jueces con el período de los hicsos, asociar el éxodo y la conquista con el final del Bronce Intermedio, o Inferior, y asociar la coalición de reyes orientales de Génesis 14 con el Bronce Inferior o el Calcolítico. CAPÍTULO 6 CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS Los resúmenes al final de cada capítulo contienen los resultados de las varias investigaciones hechas en relación con el paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente y no se repiten aquí. En las secciones que siguen se reflexiona en forma más global sobre el trabajo hecho, se enfatizan las conclusiones principales y se hacen algunos comentarios en cuanto a la pertinencia de la investigación para la educación teológica. El origen y desarrollo del paradigma Los cronólogos de distintas épocas plantearon los problemas cronológicos de distintas maneras, y usaron los datos y métodos disponibles para proponer soluciones. A través del tiempo se elaboraron esquemas cronológicos de amplio alcance que fueron adoptados como sistema de referencia cronológica por muchas personas. De esta manera fueron creados los consensos cronológicos, que, a lo largo del tiempo, fueron modificados. La historia del desarrollo del sistema de referencia cronológica permite visualizar en forma panorámica los datos, métodos, problemas, soluciones y propuestas pertinentes a la comprensión del paradigma cronológico vigente, y asienta algunas bases para su evaluación. Desde el tiempo del Imperio Persa hasta el siglo XIX los elementos centrales del paradigma cronológico fueron la cronología egipcia y la cronología de los patriarcas, jueces y reyes de Israel. Los datos egipcios fueron extraídos de Herodoto y Manetón, y los de Israel fueron extraídos, mayormente, del Antiguo Testamento. 273 Se estudiaron estos datos por métodos literarios. Herodoto contó los relatos históricos que recopiló en Egipto a los griegos. Su esquema cronológico fue evaluado por Manetón, que escribió para los egipcios helenizados. Los esquemas de Herodoto y Manetón fueron revisados y presentados por Josefo a los judíos, por Africano y Eusebio a los cristianos romanos y por Sincelo a los bizantinos medievales. Estas discusiones produjeron esquemas cronológicos duraderos como el esquema de reyes egipcios de Herodoto, el esquema de dinastías egipcias basado en la obra de Manetón, el esquema de olimpiadas de Eratóstenes, el esquema de jubileos de los judíos, las cronologías bíblicas de judíos y cristianos, el Canon de reyes de Ptolomeo y las tablas cronológicas de la Cronica de Eusebio. Las discusiones cronológicas cristianas e islámicas del período medieval, y las del Renacimiento, Reforma Protestante e Ilustración Europea no añadieron elementos duraderos al sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente. Aunque Newton fue uno de los arquitectos principales del pensamiento científico moderno, su propuesta cronológica fue pre-científica, y fue centrada en la discusión de documentos antiguos. Combinó el esquema de Herodoto con cálculos astronómicos para asignar fechas más bajas a los eventos de la historia griega. La propuesta de Newton dominó las discusiones cronológicas por más de un siglo hasta mediados del siglo XIX. El desciframiento y lectura de documentos antes desconocidos en la segunda mitad del siglo XIX condujo a la creación de nuevos elementos fundamentales para los esquemas de referencia cronológica. El esquema dinástico de Manetón remplazó en forma definitiva al esquema de Herodoto, Sisac fue identificado con Shoshenq I, se inventó la teoría del ciclo de Sothis y se desarrolló una nueva cronología asiria a base de 274 la Lista de epónimos. Durante la segunda mitad del siglo XIX los cambios de cosmovisión asociados con las nuevas ciencias, el desarrollo de nuevas metodologías críticas y el redescubrimiento del antiguo Oriente disminuyeron sustancialmente el rol de la cronología bíblica en el paradigma cronológico. Durante el siglo XX los avances significativos en el conocimiento del antiguo Oriente, y el desarrollo de la arqueología no modificaron sustancialmente las bases del paradigma cronológico. El sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente desarrollado durante el siglo XIX sigue vigente hoy. La arqueología y el paradigma La gran cantidad de literatura hoy disponible sobre la arqueología del antiguo Oriente, y su alto grado de especialización crean dificultades considerables para el estudiante de la cronología. Los datos con los cuales tiene que trabajar están dispersos y escondidos en una montaña de información técnica difícil de accesar. Los resultados de la exploración arqueológica de Egipto, Mesopotamia y la Tierra Santa se han acomodado, y se siguen acomodando, dentro del paradigma cronológico tradicional. Sin embargo, se pueden notar algunos desarrollos en los esquemas cronológicos de consenso entre los arqueólogos que, a lo largo, probablemente modificarán algunas de las fechas ancla del paradigma tradicional. Se pueden identificar cuatro fases en el desarrollo del sistema de referencia cronológica de los arqueólogos de la Tierra Santa. En la fase inicial, hasta la Primera Guerra Mundial, hubo un caos mientras cada excavador elaboró su propia cronología. Durante la segunda fase, entre las dos guerras mundiales, se partió del consenso Garstang 275 y la cronología de Albright llegó a ser la columna vertebral de las reconstrucciones históricas basadas en datos bíblicos y el análisis tipológico de las cerámicas. Una tercera fase se inició con el establecimiento de las escuelas israelí de arqueología. Adoptaron el esquema cronológico de Albright e implentaron técnicas de excavación y métodos de análisis cada vez más sofisticados. La cuarta fase, que se viene desarrollando recientemente, es caracterizada por la discusión de las fechas radiocarbono con su potencial de crear un sistema de referencia cronológica independiente de los textos antiguos. La referencia cronológica principal para los arqueólogos del antiguo Oriente es la secuencia de períodos arqueológicos que funciona como resumen de la secuencia estratigráfica general. Las fechas ancla de esta secuencia fueron importadas de la cronología egipcia (¿para Mesopotamia también?), y, hasta ahora, las nuevas fechas radiocarbono se acomodan al paradigma cronológico tradicional. La interpretación de los resultados de las excavaciones no es sencilla. Cada artefacto mencionado en los reportes arqueológicos se relacionó, en el momento de su registro, con un locus, un estrato y una secuencia estratigráfica. Cada artefacto excavado también se relaciona, a través del reporte de excavación, con el esquema de períodos arqueológicos, con la secuencia estratigráfica general y con la cronología usada para asignar fechas. Estas asociaciones cronológicas son atributos básicos de cada artefacto que aparece en los reportes de excavación. Sus atributos cronológicos acondicionan la manera en que los artefactos pueden ser usados en la reconstrucción de eventos pasados. Esta conclusión tiene importancia para la evaluación de reconstrucciones históricas hechas a base de combinaciones de material 276 excavado y datos textuales. Los datos textuales tienen tambien atributos cronológicos, pero son diferentes de los de los artefactos excavados. Las narraciones del Antiguo Testamento y el paradigma Mientras la cronología bíblica dejaba su rol central en el paradigma cronológico durante la segunda mitad del siglo XIX, la arqueología venía impactando, cada vez más, en el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento. Hubo tensión entre las fechas arqueológicas de consenso y las fechas bíblicas tradicionales. Un ejemplo importante de esta tensión es la existencia de dos fechas para el éxodo. Las dos fechas, la temprana y la tardía, dependieron de datos bíblicos, pero los usaron de distintas maneras. Las teorías literarias críticas introdujeron una tercera cronología a los debates de Biblia y arqueología, la de las fechas adoptadas para el origen de los libros bíblicos y sus documentos fuente. Esta tercera cronología tiene una influencia importante en las confrontaciones de textos con material excavado. La formación de una imagen coherente de eventos pasados a partir de las narraciones del Antiguo Testamento es un proceso complejo que requiere la toma de muchas decisiones. Las decisiones determinan el grado de confiabilidad del texto y el peso de sus datos en la confrontación con datos de excavación. Tanto los datos textuales como los datos de excavación tienen atributos cronológicos. Los datos de excavación se relacionan con la cronología de referencia a través de los períodos arqueológicos y la cronología egipcia. Los eventos bíblicos se relacionan con la cronología de referencia a través de los datos cronológicos del texto y la cronología adoptada para explicar el origen de los libros bíblicos. 277 Si la cronología de consenso es correcta esta realidad no tendría importancia para las reconstrucciones históricas. Si la cronología de referencia tiene errores y tiene que ser reajustada, tiene una importancia crucial. Cualquier corrección en la cronología de consenso afectaría los datos bíblicos y los datos arqueológicos de manera distinta, y las asociaciones tradicionales entre eventos bíblicos y estratos tendrían que ser cambiadas. Evaluación del paradigma El paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente tiene defectos, anomalías e incoherencias. Tal situación es inevitable ya que el paradigma es la totalidad de los consensos cronológicos usados por comunidades académicas muy diversas. Cada consenso incluye un conjunto de esquemas cronológicos que se usan para ordenar los conocimientos de los campos especializados de estudio. Los consensos cronológicos son incompletos, tentativos, provisionales y mejorables. Funcionan como medio de comunicación entre disciplinas especializadas, y sus fechas ancla son usadas en forma rutinaria por todos como el aire que respiramos. Las discusiones cronológicas pueden ser frustradas si no toman en cuenta esta realidad. Las propuestas de cambio cronológico y su recepción por las comunidades académicas que las han evaluado indican que se requiere urgentemente una evaluación profunda e integral del paradigma cronológico vigente. En la columna vertebral del paradigma está la cronología egipcia tradicional. Durante las últimas décadas las bases de esta cronología se han cuestionado de tal manera que ya no hay un consenso general de apoyo para sus fechas ancla. Las fechas tradicionales siguen en uso por inercia y por falta de propuestas alternativas coherentes. La fecha sólida más antigua de la cronología egipcia reconocida hoy por consenso general es 664 aC. 278 Es tarea urgente reconsiderar la cronología egipcia del período inmediatamente anterior a esta fecha, el Tercer Período Intermedio (TPI). La cronología tradicional de este período depende de la sumación de reinados de d.XVIII-XX, de las fechas Sothis para d.XVIII, y de la identificación de Shoshenq con Sisac. Hoy ya no se pueden mantener las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq con Sisac como fechas ancla. Quedan solamente las sumaciones de reinados de las dinastías y el TPI ha perdido su fecha segura de inicio. Es tarea urgente reconstruir, a partir de su fecha final, la cronología de este período con los mejores criterios posibles. El trabajo fundamental de colección de datos de Kitchen, y las sugerencias todavía no refutadas de James (algunas han sido refutadas) pueden indicar el camino a seguir. Tareas complementarias incluyen reajustar la cronología asiria de acuerdo a los resultados del reajuste que resulte para la cronología egipcia, tomando en cuenta las fechas seguras que dependen de los epónimos y el sincronismo Amarna. Otra tarea complementaria es reajustar las asociaciones entre períodos arqueológicos y períodos bíblicos de acuerdo a la cronología corregida que resulte de los otros procesos mencionados. Cualquier cambio significativo en la duración del TPI tendrá un efecto dramático en las asociaciones entre períodos bíblicos y períodos arqueológicos y abrirá nuevos horizontes para el estudio de los problemas de arqueología y Biblia. El paradigma cronológico y la educación teológica ¿Qué tiene que ver el paradigma cronológico para el antiguo Oriente con la educación teológica? Todos los interesados en el antiguo Oriente usamos las fechas del paradigma cronológico. Si estas fechas están erradas, todos estamos usando fechas erradas. El educador teológico podría responder que esto no le importa y que es asunto de 279 historiadores especializados en la materia. Tendría razón si existieran tales especialistas, pero no las hay. Si hacen faltar ¿quién los preparará? ¿Podría ser tarea de los educadores teológicos? La respuesta dependería de la concepción de la educación teológica que se tiene. La educación teológica y los educadores teológicos tienen mucho que ver con los temas principales tratados en el presente estudio. Tradicionalmente la historia del cristianismo y la historia del impacto del cristianismo en la sociedad ha sido una parte importante del currículum de la educación teológica. La historia del paradigma cronológico toca esta historia en muchos puntos. El paradigma es especialmente pertinente para las partes del currículum teológico que tienen que ver con la cosmovisión cristiana, y la manera en que el estudiante integra los conocimientos especializados que adquiere a través de sus estudios. Los cambios en el paradigma cronológico están íntimamente relacionados con los cambios de cosmovisión y los cambios en la relación entre el cristianismo y la sociedad. De este punto de vista el estudio del paradigma cronológico es tan pertinente a la educación teológica como el estudio del impacto de la filosofía en las formulaciones teológicas y las metodologías de estudio bíblico. El tema de la arqueología bíblica ha estado en el centro de los debates de la defensa de la fe por mucho tiempo. La defensa de la fe es una prioridad de la educación teológica y los temas centrales de la presente investigación son directamente pertinentes. El estudio de las escrituras es también prioridad de la educación teológica y la solidez del paradigma cronológico para el antiguo Oriente es de relevancia para todas las áreas de estudio del Antiguo Testamento. 280 El paradigma cronológico incide en la explicación del texto bíblico y su contexto cultural original. Los temas mencionados están en el centro del quehacer de la educación teológica. Los educadores teológicos debemos tener interés en los cambios de cosmovisión y los cambios en la relación entre cristianismo y sociedad. Debemos tener interés en la defensa de la fe, las maneras en que se ha hecho, los errores cometidos y las posibles estrategias nuevas a emplear. Debemos tener interés en cambios generacionales de presuposiciones que afectan la comprensión y aplicación de las narraciones bíblicas. Debemos tener interés en la interacción de las corrientes de pensamiento, presuposiciones y conceptos culturales que afectan la integración del pensamiento del estudiante de teología, y el establecimiento de prioridades de parte de los educadores teológicos e instituciones de educación teológica. Tal vez no nos toque resolver los problemas cronológicos señalados, pero sí nos toca comprender sus implicaciones para nuestra labor. A la luz de estos comentarios se puede sugerir que el estudio del paradigma cronológico para el antiguo Oriente debe ser introducido al currículum de la educación teológica por todas las razones mencionadas. Se podría incorporar tales estudios en forma apropiada en los cursos básicos de historia, Bíblia, hermenéutica, metodología teológica y cristianismo y sociedad. Se podría incluir el estudio de los problemas del paradigma cronológico entre los temas de investigación especializada de Antiguo Testamento a nivel postgrado y en el entrenamiento de docentes de Antiguo Testamento. La reducción de las fechas de la cronología dinástica para Egipto abriría nuevas posibilidades para la arqueología bíblica 281 y haría posible la renovación de una disciplina cansada de debates frustrantes e interminables que nunca fueron bien comprendidos por sus protagonistas. Esta disciplina hoy, como durante las últimas décadas del siglo XIX, está en la mira de un sector del público general que espera contribuciones frescas de los arqueólogos, historiadores y especialistas de Antiguo Testamento. Tal vez se podría pensar aún en cómo preparar algunos especialistas en cronología para orientar a la comunidad en esta área desde el punto de vista de educación teológica. Si nadie más está entrenando cronólogos ¿por qué no se lo puede hacer en las escuelas de educación teológica? Para su implementación efectiva tales propuestas requerirían la creación de libros de referencia y libros de texto escritos con sensibilidad hacia los problemas del paradigma cronológico y su rol en la formación de la cosmovisión, los criterios hermenéuticos y las actitudes hacia la historia. La creación de un cuerpo básico de libros de texto adecuados a través de un tiempo razonable podría ser la meta principal de un programa de entrenamiento de cronólogos educadores. Conclusiones globales El aporte principal de la presente investigación está en el planteamiento de estudio integral de los problemas del paradigma cronológico. Muchos han señalado los defectos de los esquemas cronológicos, y han propuesto reformas del paradigma vigente. Sin embargo, no existe un estudio general del problema cronológico que integra en forma armoniosa todas las áreas consideradas aquí. El paradigma cronológico para el antiguo Oriente está en problemas. Su columna vertebral, la cronología egipcia, está en crisis y requiere renovación. Cualquier cambio 282 sustancial en las fechas clave de la cronología egipcia tendría ramificaciones múltiples que incidirían de distintas maneras en el quehacer de los educadores teológicos. El paradigma cronológico acondiciona de manera sutil las percepciones generales de la pertinencia de los estudios bíblicos, y es también un componente importante de la cosmovisión. Los cambios en el paradigma cronológico contemplados en este estudio pueden ocasionar en el futuro cambios importantes en ambas áreas. Los procesos de integración de los diversos componentes del pensamiento son de mayor importancia para los educadores teológicos, y los temas investigados en este estudio proveen muchas ilustraciones de tales procesos. Una tarea mayor del educador teológico es orientar y estimular en cuanto a la integración del conocimiento bíblico, histórico y teológico en un pensamiento sensible a la sociedad y sus problemas. El estudio del paradigma cronológico puede ayudar en esta tarea. BIBLIOGRAFÍA Libros Adler, W. Time Immemorial: Archaic History and Its Sources in Christian Chronography from Julius Africanus to George Syncellus. Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library and Collection, 1989. Adler, W. “Eusebius’ Chronicle and Its Legacy”. En H. W. Attridge y G. Hata eds., Eusebius, Christianity and Judaism. Leiden, Holanda: Brill, 1992: 467-491. 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