Sociología como ciencia

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La sociologÃ−a como ciencia
Vamos a plantearnos algunas consideraciones sobre el carácter cientÃ−fico de la sociologÃ−a y de las
ciencias sociales, para ello partiremos de lo que es una ciencia en general, procurando centrarnos en el
ámbito de las ciencias sociales. Sobre estos planteamientos intentaremos ver las razones de conveniencia de
la existencia de las ciencias sociales, la ampliación del concepto de ciencia que suponen y las
caracterÃ−stica de la SociologÃ−a como ciencia.
La SociologÃ−a como saber
Se ha afirmado que la SociologÃ−a es una ciencia porque cumple con el sentido básico de lo que el vocablo
scientia expresa: «saber objetivo y racional de la realidad; o bien, en un sentido más moderno, tendencia
consistente hacia la posesión de tal tipo de saber».
La SociologÃ−a es ciencia en la medida que es saber, es decir, acumulación de conocimientos y no
actividad.
En la SociologÃ−a y en las ciencias sociales la distinción entre conocimiento y actividad es más difÃ−cil
que en otras ciencias, porque el sujeto está más involucrado en la acción que estudia, los fenómenos
sociales no sólo pueden explicarse, al igual que los fÃ−sicos, sino que pueden sentirse Ã−ntimamente o
comprenderse. Por todo ello, es importante considerar que las ciencias sociales no son una práctica y que su
tarea fundamental es de estudio, de comprensión. La sociologÃ−a no es una práctica, sino un intento de
comprensión.
Este saber debe ser objetivo, con certeza reconocida, no subjetivo. No es suficiente con tener el Ã−ntimo
convencimiento de que en mi paÃ−s la distribución de la riqueza es más equitativa que en otro, es
necesario un reconocimiento externo del hecho. En definitiva, el saber cientÃ−fico busca la objetividad que,
aunque muchas veces es difÃ−cil admitir con rotundidad, se manifiesta al menos en el reconocimiento
intersubjetivo.
También debe ser racional, sometido a las leyes de la lógica. No es suficiente un conocimiento irracional o
incluso puramente intuitivo. La lógica nos da una reglas para avanzar en el proceso de pensamiento que son
independientes del sujeto, aunque los intereses personales o de grupos de pertenencia intentan alterar con
más o menos éxito la frialdad e impersonalidad del razonamiento. La pretensión de racionalidad, de
lógica, preside cualquier intento cientÃ−fico, por muy preñado que esté de dificultades, incluso
acrecentándose ante estos problemas que debemos reconocer y atender en su justo término.
La manifestación de que un conocimiento es objetivo y racional es que es comprobable. De no ser asÃ−, al
conocimiento obtenido no se le podrÃ−a dar el calificativo de cientÃ−fico. Por lo mismo la ciencia tiende a
ser un saber predicente, porque en la medida en que se disponga de suficientes datos y se sea capaz de
relacionarlos en un entorno lógico pueden hacerse afirmaciones que coincidirán con la realidad.
Estas consideraciones nos llevan a estimar la importancia que tiene en la ciencia la forma de conocer: el
método. En las ciencias sociales la discusión metodológica está inconclusa y ha acarreado un esfuerzo
de discusión enorme, dando lugar a lo que se ha llamado «el problema del método». Podemos ya
adelantar que desde la época clásica de la SociologÃ−a —con Durkheim y Weber especialmente— ha
habido una reflexión sobre el problema, que ha dado lugar a dos posturas claras extremas y en cierto sentido
irreconciliables: los que piensan que el procedimiento de la ciencia es único (positivistas o empiristas) y los
que se inclinan a la especificidad metodológica (cualitativistas o crÃ−ticos). En los numerosos intentos de
sÃ−ntesis epistemológica está la realidad diaria de todos los cientÃ−ficos sociales.
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Una definición genérica
Como primera introducción al tema podemos decir que la SociologÃ−a es un intento de aplicar los
métodos de la ciencia al estudio del hombre como ser social y de la sociedad. Se basa en el supuesto
común a todas las ciencias de que el método cientÃ−fico puede contribuir al conocimiento y dominio del
hombre sobre el mundo que le rodea. En el caso de las ciencias sociales esto se concreta en la confianza de
que es posible profundizar en el carácter social del hombre y en que el conocimiento obtenido será útil.
De esta manera, «estudiar cientÃ−ficamente los aspectos sociales de la vida humana es estudiar al hombre
en sociedad, al grupo humano».
La SociologÃ−a se propone estudiar cientÃ−ficamente los grupos sociales, sus formas internas o modos de
organización y las relaciones sociales entre grupos. Con la visión certera de que dentro de estos grupos
donde los hombres nacen y desarrollan la mayor parte de las acciones de su existencia.
Individualismo Sociologismo
Libertad Objetivación social Individualismo
HOMBRE SOCIEDAD
Socialización
Convivencia Normas sociales
Liberalismo Socialismo
Esquema conceptual en torno a las relaciones Hombre - Sociedad
En el gráfico se representa de una manera esquemática cómo desde campos tan diversos como la
concepción de la unidad básica de estudio cientÃ−fico (individualismo-sociologismo), la filosofÃ−a
(libertad-estructura social), la ética (conciencia-normas sociales) o las ideologÃ−as
(liberalismo-socialismo) se tiende a romper, o al menos a no entender en profundidad, el necesario equilibrio
Hombre-Sociedad. El desafÃ−o de todas las ciencias sociales y de la SociologÃ−a está en subrayar la
importancia del grupo y de la sociedad, pero sin dejar de tener en cuenta la existencia del individuo.
La aparición de una disciplina llamada SociologÃ−a a lo largo del siglo XIX —de forma similar a lo que
ocurre con la EconomÃ−a, la AntropologÃ−a Social o la PsicologÃ−a— es posible porque hay una creciente
toma de conciencia de la existencia de la sociedad, que va siendo considerada como objeto de estudio claro y
distinto al que se puede aplicar el método cientÃ−fico. La continua acumulación de conocimientos sobre
la sociedad se realiza en una atmósfera intelectual racionalista y progresista, y en un ambiente ideológico
liberal.
La existencia de las ciencias sociales
Las dificultades de predicción de la conducta humana y la falta de homogeneidad observada ha llevado con
frecuencia a dudar de la misma existencia de las ciencias sociales.
En efecto, podemos enumerar fácilmente algunos argumentos contrarios a considerar la SociologÃ−a y
todas las ciencias sociales como ciencias:
• El comportamiento humano cambia demasiado de un perÃ−odo a otro y no permite, por tanto, predicciones
cientÃ−ficas y exactas.
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• El comportamiento humano es demasiado equÃ−voco, sutil y complejo, como para que tolere
categorizaciones rÃ−gidas e instrumentos cientÃ−ficos artificiales.
• El comportamiento humano lo estudian solamente otros observadores que deformarán fundamentalmente
los hechos con su subjetividad impidiendo llegar a la verdad.
• Los hombres pueden trastornar deliberadamente cualquier pronóstico que hagamos sobre ellos. El
Teorema de Thomas, aplicado por J. K. Galbraith al estudio del crack del 29 en Norteamérica, es una
muestra de cómo las profecÃ−as sociales si son admitidas o aceptadas por los participantes tienen la
caracterÃ−sticas de autocumplirse: una situación considerada real por todos es real en sus consecuencias.
Criterios para la existencia de una ciencia
Podemos decir que una ciencia es un conocimiento permanente distinto a tener ideas sobre un asunto. Se
reconoce la ciencia por tres criterios: «la veracidad de su cuerpo de conocimientos, su organización y su
método». Y vamos a intentar, pensando en estos criterios, demostrar el carácter cientÃ−fico de la
SociologÃ−a:
• Tenemos un cuerpo de conocimientos veraces. En SociologÃ−a se saben cosas hasta el punto de poder
predecir.
• Existe una organización del conocimiento, basada en la aceptación de los postulados del método
cientÃ−fico, que podrÃ−amos concretar en cinco:
• Aceptamos que el mundo existe y puede conocerse por los sentidos.
• Reconocemos la existencia sensorial como método de adquirir los conocimientos de la realidad que nos
rodea.
• Admitimos que los fenómenos están en relación de forma causal (se presupone una relación en el
tiempo y en el espacio).
• La razón es el método más eficaz de organizar el saber; los hechos conocidos necesitan
interrelacionarse con oros para adquirir su sentido.
• Creemos que la coincidencia de varios observadores independientes es la mejor manera de comprobar la
objetividad de los conocimientos.
Estas cinco afirmaciones son postulados fundamentales de la ciencia, no pueden ser probadas pero son verdad,
porque queremos que lo sean. Y presiden la investigación sociológica a todos los niveles.
La organización del conocimiento, o sea, la relación entre las diversas partes, nos faculta para nuevos
descubrimientos. Además la organización de lo conocido podrá permitir una acumulación progresiva del
saber. Y esta tarea es posible realizarla plenamente en las ciencias sociales y en concreto en la SociologÃ−a.
• Tenemos formas propias de investigación, o sea, procedimientos generales y especÃ−ficos de encontrar
los resultados.
La SociologÃ−a es una ciencia porque pretende la comprensión objetiva y racional de una zona de la
realidad (el hombre en cuanto animal social), aunque admitimos que no se da la aplicación exhaustiva de
métodos que caracteriza a otras ciencias, sobre todo a las fÃ−sicas. Pero sÃ− asistimos a un intento de
avance en el conocimiento objetivo, comprobable y racional sobre la sociedad.
Ampliación del concepto de ciencia
Vale la pena considerar cómo hablar de ciencias sociales significa, en cierto sentido, ampliar nuestra idea de
lo que es ciencia.
Igualmente, no podemos pensar en la ciencia como un sistema cerrado en cuya evolución lo único
importante es la racionalidad. Para Kuhn los grandes cambios de todas las ciencias no son tanto por
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evolución teórica, por imposición de los nuevos hallazgos racionales que dejan desfasadas las viejas
teorÃ−as, como por los paradigmas. Son estos cambios de paradigma —de idea general de cómo es la
realidad y de cómo hay que actuar en ella— los que hacen precisamente que sea posible la aceptación de
las nuevas teorÃ−as.
Es igualmente flexibilizador el criterio de Mario Bunge sobre el conocimiento cientÃ−fico, que le hace
referirse a semiciencias y ciencias emergentes para hacer mención a algunos campos de conocimiento e
investigación. No estamos, por tanto, ya solamente ante planteamientos cientÃ−ficos o no, sino también
ante propuestas que lo son en mayor o menor medida.
De esta manera no podemos dejar de tener en cuenta la consideración de Mario Bunge de que la ciencia es
un campo de investigación identificable por medio de un conjunto de componentes.
Para Bunge, un campo de conocimiento podrá ser acientÃ−fico, semicientÃ−fico o en desarrollo según la
situación en que se encuentren los respectivos componentes. AsÃ−, «cualquier campo del conocimiento
que no cumpla ni siguiera aproximadamente con las condiciones anteriores se llamará acientÃ−fico. Un
campo del conocimiento que las satisfaga aproximadamente (o en parte) podrá llamarse semiciencia o
protociencia. Y si, además, está evolucionando hacia la plena satisfacción de todas las condiciones, lo
llamaremos una ciencia emergente o en desarrollo.
De todo lo dicho podemos deducir, en primer lugar, la flexibilidad conceptual en la consideración de lo que
es una ciencia. También la importancia que tiene la comunidad de cientÃ−ficos, de manera que para definir
una disciplina no será suficiente con precisar su objeto y su método, habrá que recurrir a otros
componentes, entre los que los referentes a los propios cientÃ−ficos —padres de la ciencia o ideologÃ−as
dominantes, por ejemplo— no son desdeñables.
CaracterÃ−sticas de la SociologÃ−a como ciencia
Siguiendo los criterios insistentemente manejados por la tradición cientÃ−fica, podemos decir que la
SociologÃ−a es una ciencia porque reúne una serie de caracterÃ−sticas tales como ser empÃ−rica, teórica,
acumulativa, no-ética, crÃ−tica y un modo de conciencia. Repasar cada uno de estos criterios nos puede ser
muy útil para precisar lo que entendemos por la SociologÃ−a como disciplina cientÃ−fica.
Decimos en primer lugar que la SociologÃ−a es empÃ−rica, es decir, está basada en la observación y en el
razonamiento, con unas conclusiones que pretenden contrastarse con la realidad.
Decimos también que la SociologÃ−a es teórica, es decir, que trata de sintetizar sus complejas
observaciones en proposiciones abstractas y lógicamente relacionadas, dando lugar a sistemas deductivos y
propuesta generales explicativas.
En tercer lugar decimos de la SociologÃ−a que es acumulativa, es decir, que las teorÃ−as sociológicas se
construyen unas sobre otras, siendo la misión de las nuevas teorÃ−as corregir, extender y afinar a las
antiguas.
Afirmamos también que la SociologÃ−a es no-ética, es decir, que los sociólogos no se meten en si las
acciones particulares que estudia son buenas o malas, sólo tratan de explicarlas.
La SociologÃ−a es crÃ−tica, es decir, intenta indagar la naturaleza de la sociedad humana, sin someterse a las
ideologÃ−as dominantes, con independencia del sistema de intereses creados que puede comprometer su
objetividad. Se puede indicar que es una caracterÃ−stica más privativa de la SociologÃ−a que las otras
cuatro anteriores, comunes a todas las ramas del conocimiento. Debe intentar descubrir lo que las sociedades
se ocultan a sÃ− mismas.
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Finalmente, debemos decir de la SociologÃ−a que es un modo de conciencia, pretende no sólo explicar sino
también comprender. Este modo de conciencia está implÃ−cito en los motivos de búsqueda del
sociólogo, que podemos concretar en: desenmascaramiento, enfrentamiento con la respetabilidad,
relativización y espÃ−ritu cosmopolita. De estos puntos, el primero es similar al aspecto crÃ−tico al
considerar que: «la esencia de la sociologÃ−a: por debajo de las obras visibles del mundo humano se
encuentra una estructura de intereses y poderes oculta e invisible que el sociólogo está encargado de
descubrir.
Como hemos visto, todas estas caracterÃ−sticas, atribuibles en términos generales a la ciencia, tienen unos
matices especÃ−ficos en su aplicación a la SociologÃ−a y a las ciencias sociales, por la naturaleza compleja
de su objeto de estudio.
Problemas de la sociologÃ−a como ciencia
• Con la experiencia de las ciencias fÃ−sicas, al referirnos a la SociologÃ−a podrÃ−amos decir que estamos
ante una ciencia, en la medida que se cumplan las caracterÃ−sticas señaladas, pero nos encontramos con
una serie de problemas que debemos tener en cuenta. Son estos, fundamentalmente, de tres tipos: de la
utilización de modelos de la realidad, de la nomenclatura utilizada y de los valores de los investigadores.
Necesidad de una nomenclatura precisa
Al enfrentarse con la SociologÃ−a puede molestar encontrarse con unas palabras que nos resultan familiares
usadas en un lenguaje inusitado y sin sentido para el que no es especialista.
Lo que intenta la SociologÃ−a, como ciencia positiva, es establecer proposiciones empÃ−ricamente válidas,
o sea, algo asÃ− como «leyes sociales»; y la única forma de conseguirlo es introducir un orden
teorético en la complejidad de la vida social.
Puesto que la ciencia se aproxima a la realidad con un sistema abstracto de pensamiento, no debe
sorprendernos que para comunicar sus hallazgos emplee términos o conceptos propios.
La elaboración de conceptos en SociologÃ−a corresponde, por tanto, al intento de hacer una ciencia sobre la
realidad social. Por ello, no podemos olvidar que el concepto es:
• Abstracción de la realidad, superación de la realidad concreta y particular, aunando diferentes
experiencias.
• Medio rápido de comunicación, que nos permite decir con unas pocas palabras aspectos muy precisos de
la realidad.
• Acumulación del saber, surgida de una experiencia compartida.
En SociologÃ−a se nos plantea el problema de que algunos términos empleados tienen un vÃ−nculo muy
fuerte con la realidad habitual de la vida del hombre y, por tanto, no se pueden cambiar, y a la vez deben
aportar una precisión dela que no podemos prescindir.
Si vamos al fondo de la cuestión, podrÃ−amos afirmar que la formación de conceptos constituye el primer
paso para elaborar una ciencia.
Problemas conceptuales
Algunas de las crÃ−ticas más radicales que se han hecho sobre el carácter cientÃ−fico de nuestra
disciplina provienen de considerar que no tienen una terminologÃ−a precisa.
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La imprecisión en el uso por la SociologÃ−a de algunos términos, que están a medias entre el lenguaje
convencional y el cientÃ−fico, debemos combatirla. Para ello vamos a repasar las principales causas de estos
problemas lingüÃ−sticos:
• La vaguedad. Es la forma más genérica de imprecisión, consistente en utilizar términos no
suficientemente especificados.
• La ambigüedad. Decimos que un término es ambiguo si tiene múltiples significados igualmente
legÃ−timos.
• La opacidad. Que hace referencia a la falta de referencia empÃ−rica inmediata de un término utilizado.
De estos tres problemas lingüÃ−sticos, los dos primeros son directa y claramente detestables y el remedio
es obvio, quizá el tercer sea más difÃ−cilmente abordable, por no estar tan explÃ−citamente definido, por
eso vamos a centrarnos en él. Sin embargo, en la práctica se da sobre todo muy frecuentemente en dos
planteamientos que se han hecho ya tÃ−picos:
• El primero de ellos podemos denominarlo la falacia de la objetivación (o reificación), que consiste en
considerar objetivas, con sentido real en la vida, categorÃ−as mentales que nos son útiles para nuestro
estudio.
• El segundo es la dificultad de referir conceptos abstractos y definiciones amplias a la observación y la
experiencia. No existe procedimiento lógico alguno para probar que determinada definición operacional
o determinado Ã−ndice se refieran realmente al concepto teorético que presuntamente le sirve de base.
La precisión terminológica nos permite pasar del estudio especulativo (de planteamientos exploratorios y
generales) al de investigación en que «las exigencias de medición e investigación reclaman definiciones
muy precisas». Sólo alcanzando el objetivo —el rango cientÃ−fico— la SociologÃ−a proporcionará la
información sobre la conducta humana social que es tan crucialmente necesaria en este momento de la
historia y será capaz de pasar de las preguntas apropiadas (que las hace) a las respuestas correctas.
El problema de la valoración en las ciencias sociales
Es fácil aceptar el planteamiento de que al conocimiento cientÃ−fico de la realidad que vivimos llega
siempre el hombre por caminos arduos, la perfecta comprensión de lo que nos rodea no es una tarea fácil.
En las ciencias sociales este conocimiento viene además tamizado por los modelos de la realidad poseÃ−dos
por el investigador social, por el lenguaje utilizado que da lugar a algunas desviaciones como las ya vistas y
sobre todo por la valoración personal que damos a los sucesos, calificándolos de buenos y malos.
En las ciencias sociales importa especialmente lo referente a la valoración, pues la relevancia de los
problemas y sus inmediatas consecuencias prácticas en temas que afectan directamente a nuestras
concepciones últimas hacen más necesario aquilatar en la necesidad de objetividad.
Es preciso afirmar de forma categórica que las «ciencias fÃ−sicas pueden ser más liberales porque
estamos seguros de que las opiniones sin fundamento se anulan prontamente al chocar con las realidades. En
el campo social, en cambio, nadie puede calcular el daño que harán unas ideas disparatadas, si llega a
demostrarse.
En efecto, a esto debe sumarse que normalmente los fenómenos fÃ−sicos, totalmente externos al hombre, es
fácil llegar a la percepción unificada, o al menos puede casi siempre explicarse las diferencias. Por el
contrario, en los fenómenos sociales, la observación no es tan categóricamente universal, las situaciones
de los sujetos que perciben la acción y que participan de alguna manera en ella dan lugar a diferencias en la
percepción.
Una de las grandes batallas de la SociologÃ−a ha sido desde su fundación el logro de la objetividad, que sus
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conclusiones fueran independientes de las condiciones subjetivas de los investigadores.
Planteamientos que serÃ−an impensables en otras ciencias como la fÃ−sica, las matemáticas, o incluso la
psicologÃ−a, se han ido a refugiar en el estudio del hombre como ser social.
La misma consideración de la SociologÃ−a como ciencia nos llea a rechazar de la forma más absoluta ea
posibilidad; la ciencia al centrarse en un mismo fenómeno puede verlo con objetividad de diterefetnes
formas según el punto de vista, pero una vez delimitado éste, la visión es única. Sólo existe una
sociologÃ−a cientÃ−fica. No puede pensarse que existan tantas sociologÃ−as como cientÃ−ficos.
Hay que considerar que «la ciencia social posee un doble ienraizamiento en las dos esferas del conocimiento
humano: la racional y la afectiva. La primera hace posible la ciencia, la cuantificación el tratamiento lógico
y objetivo de la experiencia, mientras que la segunda nos proporciona un saber vivencial y credencial sobre
esa misma experiencia, que se materializa en formas estéticas y morales»
Soluciones propuestas al problema de los valores
En cualquier caso, casi todos los investigadores se han planteado de alguna manera la necesidad de separar o
distinguir sus valores de su investigación. En la práctica, los intentos de separar valoración y ciencia han
venido por tres caminos que podemos configurar de la siguiente manera:
• Distinción entre ciencia social e ingenierÃ−a social. Mediante este artificio el sociólogo realizará sus
tareas utilizando los métodos con que cuenta la ciencia; prescindiendo de sus preferencias personales,
realizará observaciones, generalizará y podrá formular teorÃ−as. Otra función distinta será la del
ingeniero social encargado de aplicar los conocimientos obtenidos a determinados fines.
Cabe criticar a este camino, indicando si es posible pensar en que pueda existir la ciencia por la ciencia, de
forma especial si hablamos de la sociedad como objeto de estudio. La ciencia es siempre para la práctica y
en este caso la distinción queda con poco valor.
• Distinción ente el sociólogo como cientÃ−fico y el sociólogo como hombre. El cientÃ−fico deberá ser
éticamente neutro, evitando que sus juicios morales al introducirse en la investigación disminuyan su
calidad, procurando «la liberación de los prejuicios que es ante todo un ideal al que hay que aspirar
activamente, mas no un estado mental de fácil acceso».
• Dejar explÃ−citas las valoraciones, prescindiendo todo lo posible de ellas. En un planteamiento de este
tipo se acepta que dejar de lado las valoraciones es un objetivo inalcanzable, por eso el investigador
procurará ponerlas de manifiesto si cree que no puede evitarlas, al igual que hará con los métodos
utilizados para conseguir los resultados. De esta manera, otros investigadores pueden fácilmente aceptar o
rechazar nuestros hallazgos. La solución no está, por tanto, en descartar los valores poseÃ−dos, sino en
«disponer u ordenar las proposiciones que de ellos se deriven en términos que permitan la
comprobación objetiva siguiendo las normas establecidas por la ciencia».
Al señalar este tercer planteamiento como el más adecuado insistimos en que es inalcanzable lograr en las
ciencias sociales al neutralidad ética.
Los valores de la ciencia
Los valores que tiene el investigador limitan e alcance de sus conclusiones, le quitan generalidad a su estudio.
De manera que todo lo que sea prescindir de algunos valores —implÃ−citos o expresos— es ganar en
generalidad y amplitud en el estudio. La ciencia sin valores alcanzarÃ−a el máximo grado de generalidad,
pero no se realizarÃ−a por la ausencia de motivaciones. Entre estos dos extremos ha de moverse el
cientÃ−fico social.
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De todas maneras, debemos tener presente la existencia de lo que podrÃ−amos llamar valores de la ciencia
social: la verdad, la razón y la libertad.
La ciencia debe ser guiada por un código ético estricto que le ayude en su servicio a la verdad y a la propia
sociedad. La investigación sociológica no puede estar al margen de este criterio general, debe moverse, por
consiguiente , dentro de ciertos lÃ−mites, como nos indica el Código à tico de la Asociación Americana
de SociologÃ−a. «El estudio de la sociedad, por ser el estudio de los seres humanos, imponen la
responsabilidad de respetar la integridad, de fomentar la dignidad y de mantener la autonomÃ−a de tales
personas».
PRINCIPIOS QUE DEBEN GUIAR LA INVESTIGACIÃ N SEGÃ N EL CÃ DIGO Ã TICO DE LA
A.S.A
• Objetividad. Los sociólogos deben mantener la objetividad cientÃ−fica.
• Integridad. Los sociólogos deben aceptar sus propias limitaciones y no deben malinterpretar sus propias
limitaciones.
• Inviolabilidad de los sujetos. Los sociólogos deben respetar la inviolabilidad y la dignidad de las persona a
la que estudian.
• Protección de los sujetos. Los sujetos de investigación no den sufrir daño personal.
• Preservación de lo confidencial. Cuando asÃ− lo pidan los sujetos, no se revelarán identidades o
información personal.
• Distorsión de los resultados. Los sociólogos deben presentar sus datos y resultados completos y sin
distorsión: no se admite que los patrocinadores distorsionen los resultados.
• Se debe reconocer la colaboración. Se debe dar reconocimiento a quienes cooperan en la investigación.
• Dispositivos de investigación. Los apoyos financieros han de hacerse desde el conocimiento público: hay
que rechazar los apoyos no éticos.
1º GAP grupo B
Trabajo jueves 2-10-97
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