IGLESIA En China: "NO HAY SINO UNA SOLA IGLESIA CATÓLICA" "En China, como en cualquier otra parte, no hay sino una sola Iglesia católica", afirma monseñor Tang, obispo de Cantón, a la periodista Marlene Tuininga, de Informaciones Católicas Internacionales, luego de haber sido liberado, tras 22 años de cárcel por no haberse adherido al movimiento de una iglesia china independiente. El llamado a la reconciliación, lanzado el 18 de febrero por el Papa en Manila y dirigido a los católicos chinos, tuvo una gran resonancia en la comunidad cristiana de Hong-Kong. Traducido de inmediato al chino, fue publicado íntegramente por la prensa católica local y repartido, en forma de separatas, a viajeros que se dirigían a China Popular. Diez días más tarde, esta misma comunidad cristiana se enteró con alegría que el cardenal Casaroli, secretario de Estado que acompañó al Papa a través de las Filipinas y de Japón, se había dirigido a Hong-Kong para entrevistarse durante varias horas con monseñor Domingo Tang (Den Yiming), obispo de Cantón, liberado de la cárcel en junio último. Llegado a Hong-Kong el pasado mes de noviembre para someterse allí a una operación quirúrgica, monseñor Tang -que es jesuíta— produjo una gran impresión entre los católicos de la colonia; especialmente durante la misa de Navidad en la Catedral, donde pronunció una homilía acerca de la vocación de la Iglesia de presentarse al mundo, pobre y humilde como el Niño Jesús de Belén. Durante una conferencia de prensa convocada a toda prisa 316 al término de la conversación del 28 de febrero, el cardenal Casaroli, respondiendo en inglés a la pregunta de un periodista, precisó que "no era imposible" que el Vaticano redujese de rango diplomático su representación en Taiwán a un nivel menor, como lo han hecho los gobiernos americano y japonés. A la pregunta acerca de si el Vaticano estaba dispuesto a reconocer la Asociación Patriótica de ¡os Católicos Chinos, el secretario de Estado respondió que la Santa Sede no reconoce asociaciones Se «e con optimismo el porvenir da la Iglesia en China sino que obispos, sacerdotes, fieles. Y agregó que "la Asociación Patriótica no es una Iglesia". En los medios romanos se deja entender a este respecto que, a la alarga, se podría llegar a una solución que recuerde a aquella que aceptó la Santa Sede al celebrar el Concordato con Napoleón: se instauró un nuevo episcopado que constaba de obispos "legítimos", obispos "constitucionales" y hombres nuevos. Por su parte, monseñor Tang expresándose exclusivamente en cantones —aunque domina perfectamente el inglés, el francés y el portugués—, se contentó con declarar que él ve con optimismo el porvenir de la Iglesia en China. Monseñor Tang —quien tiene hoy 72 años— recibió su formación como sacerdote y como jesuíta en Macao, en Shanghai y en Portugal. Consagrado obispo en 1951 por monseñor Deswaziéres, obispo de Palkhoi, fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Cantón en ausencia del obispo titular de la sede, monseñor Fourquet, muerto en el exilio algunos años más tarde. Detenido en 1958, fue liberado el pasado mes de junio, al amparo —se piensa— de una situación local ligeramente más liberal que la que reina en Shanghai en donde, recordémoslo, el obispo monseñor KungPinmei, que fuera detenido en 1955, está todavía "en prisión. Algunos meses más tarde (los días 8 y 9 de octubre), con ocasión de un congreso de sacerdotes convocado bajo los auspicios de la Asociación Patriótica, ante la sorpresa de todos, monseñor Tang fue elegido obispo de Cantón. Por haber rehusado adherir a la Asociación Patriótica, per.o debido también a su gran bondad y a su valor indomable, monseñor Tang goza de un inmenso prestigio en los medios católicos chinos. Me aseguraron en Hong Kong que "si hay una persona indicada para el diálogo y para la reconciliación, esa es monseñor MENSAJE N ° 300. JULIO 1981 IGLESIA P.: ¿Pudo tener usted contac tos con otros detenidos? ¿Conoció usted a otros cristianos? R.: Muy poco. En total pasé entre siete y ocho años solo en una celda. Durante el resto del tiempo, sobre todo durante la revolución cultural, compartí mi celda con uno o dos "criminales". No ví más que a un solo cristiano: un sacerdote a quien di la absolución. P.: Pero, permítame que insista, ¿cómo pudo usted resistir? Obispo Tang: 22 anos en prisión Tang. Posee la confianza de todos". A pesar de su salud aún vacilante, monseñor Tang aceptó recibir a Marlene Tuininga, nuestra enviada especial a Hong Kong. Es la primera entrevista concedida a un periodista extranjero por el obispo chino después de su liberación. Pregunta: Monseñor Tang, usted fue detenido y encarcelado en 1958. ¿Por qué motivos? Respuesta: La acusación principal que se adujo en mi contra fue el hecho de haber yo rehusado a adherir al movimiento lia mado de "triple autonomía" —movimiento precursor de la "Asociación Patriótica"— creado por el gobierno en 19521953. A juicio de las autoridades, esta era una razón suficiente para detenerme. Durante el transcurso de los interrogatorios aparecieron otras causas de acusación: yo había organizado la Legión de María en mi diócesis; yo me habi'a opuesto a la reforma agraria —ésta, en la época, significaba también la ejecución de los propietarios de las tierras—; yo había manifestado reservas respecto de la participación de China en la guerra de Corea y además se me acusó de toda clase de delitos imaginarios. P.: ¿Debió presentarse usted ante algún tribunal? MENSAJE N ° 300, JULIO 1981 R.: No. No hubo ningún proceso como tampoco juicio alguno. Simplemente fui enviado a prisión. P.: Y usted permaneció allí 22 años. ¿Cómo pudo usted resistir? ¿Cómo pasaba usted los días? R.: Leyendo y escribiendo y haciendo ejercicios corporales. Me daban libros de propaganda marxista y papel suficiente para escribir mis "confesiones". Por R.: Debido a mi indestructi ble optimismo. Siempre tuve confianza en Dios. En verdad, la fe es lo que me salvó. Recé mucho, teniendo cuidado que no se diesen cuenta. P.: ¿Cómo fue tratado? R.: Bien. Nunca fui golpeado. Se sabía que yo era sacerdote. Además, en términos generales, los prisioneros eran bien tratados. P.: ¿Guarda usted algún rencor? R.: ¿Cómo podría guardarlo? Soy cristiano. Los guardias eran 'En total pasé entre siete y ocho años solo en una celda". cierto que jamás tuve una Biblia, ni libros u objetos religiosos. hombres a quienes se pagaba para que hicieran-su trabajo. Además, entre ellos hay quienes se convirtieron en mis amigos. P.: Durante todos estos años, ¿cuáles fueron sus contactos con el exterior? ¿Pudo recibir visitas y correspondencia? P.: ¿Cómo supo usted que sería liberado? R.: Mi único contacto con el exterior era la lectura del diario del partido comunista, el Renmin Ribao. Esto formaba parte del adoctrinamiento, como los cursos que infundía a intervalos regulares el altoparlante de la prisión. No recibí correspondencia alguna. En cuanto a visitas, no pude recibirlas sino justo antes de mi liberación. R.: Como en todas las prisiones. Comía más bien mal: dos veces al día una escudilla de arroz con algunas legumbres, a veces pescado, en raras ocasiones carne. Un día me di cuenta que mi régimen había mejorado. Después recibí visitas de magistrados y de otros funcionarios que procuraron hacerme confesar mis "crímenes". Negué todo. 317 IGLESIA En Hong-Kong y Taiwán pude comprobar, en enero pasada, la impresión que dejó monseñor Tang entre sus compañeros sacerdotes por su fe y buen espíritu, después de tan larga prisión. Como él, la mayoría de los sacerdotes que no adhirieron a la nueva "Iglesia china" de los años 50 pasaron 20 ó 25 años de cárcel y hoy, ya liberados, trabajan como obreros o campesinos en diferentes lugares. La Compañía ha ubicado vivos a unos 70 jesuítas. Una excepción es monseñor Tang que, después de liberado, fue "elegido" obispo de Cantón por las autoridades locales. Monseñor Kiong, arzobispo de Shanghai, y otros arzobispos, por ser tales, están condenados a prisión perpetua. Con la relativa apertura del Continente en estos últimos años, varios sacerdotes chinos han podido entrar a visitar a sus parientes y han empezado a ubicar a los antiguos sacerdotes "reformados". Con sorpresa están constatando que, a pesar de las apariencias, muchos de ellos han permanecido fieles al Papa, aunque sin contacto alguno con Roma durante más de dos décadas. Con temor y circunspección han explicado, a quienes los han contactado, que ellos prefirieron continuar celebrando la Eucaristía y asistiendo a los fieles, sin desviarse de la doctrina, en vez de ir a la cárcel y dejar a la Iglesia sin sacerdotes. Ahora se trata de reconstruir —no sin dificultades, después de tantas heridas— la única Iglesia católica chine. Renato Hevia Comenzaron a dejar abierta la puerta de mi celda, lo que me permitió pasearme en los corredores siempre solo. P.: Usted fue liberado el 5 de junio de 1980. ¿Qué pasó ese día? R.: Me llevaron al obispado donde el gobierno habi'a organizado una gran reunión de algunos centenares de personas. Allí había sacerdotes, laicos católicos y también protestantes. P.: Ese día usted debe haber descub ,rto un mundo muy cambiado. R.: Sí. Yo me enteré enton-, ees que durante mi detención mi madre y mis dos hermanos habían muerto aquí en HongKong. Pero pude volver a encontrarme con mi cuñada, mis sobrinos y mis sobrinas. Supe también que hace diez años sacerdotes y fieles de Macao —de 318 donde soy originario—, creyéndome muerto, celebraron una misa de réquiem en recuerdo mío. ¡Constaté también que, por las mismas razones, ya no figuraba en la lista de miembros de la Compañía de Jesús! P.: Durante los cuatro meses que precedieron a su llegada aquí, ¿pudo usted reanudar sus actividades episcopales? R.: No en seguida: yo había olvidado el ritual de la misa. Pero al cabo de algunas semanas pude celebrar en la catedral, la cual había sido reabierta por las autoridades poco tiempo antes de mi liberación, tres misas cada domingo en las que participaban trescientos católicos en total. P.: ¿Cuántos sacerdotes volvió a encontrar en su diócesis? R.: De los 37 sacerdotes con que contaba la diócesis de Cantón en 1957 hoy quedan 15, de los cuales tres están en un campo de trabajo. Dos de mis sacerdotes vinieron a reunirse conmigo aquí a Hong-Kong para ponerse al día en materia litúrgica. P.: Durante su detención algunos sacerdotes hicieron lo que usted rehusó hacer: adhirieron a la Asociación Patriótica. ¿Qué piensa usted? R.: Mi papel no es condenarlos. Pienso que tienen ya bastantes dificultades de conciencia. De todos modos, en China como en cualquier otra parte, no hay sino una sola Iglesia católica. A pesar de las presiones del gobierno, la fe de los cristianos chinos es muy fuerte. En China hemos sufrido tan a menudo por la fe... Tengo confianza en nuestra cristiandad. P.: Para usted, monseñor, ¿qué sería necesario para que los católicos chinos pudiesen vivir su fe plenamente? R.: Lo primero que se debe hacer es restablecer las relaciones con el gobierno. Trabajamos para ello. Por el llamado que el Papa lanzó en Manila, por la visita que el cardenal Casaroli me hizo aquí, el Vaticano dio el primer paso. Ahora esperamos la respuesta del gobierno. Sólo después de retomar el contacto es que podremos eventualmente entendernos con los miembros de la Asociación Patriótica. Este es un asunto que debe arreglarse al interior de la Iglesia, entre cristianos. Es cierto que está de por medio la cuestión de Formosa. Pero tengo confianza en el cardenal Casaroli respecto de la solución de este problema. No hay que tener prisa. El problema viene de tan lejos, que será necesaria de una y otra parte mucha buena voluntad. P.: Monseñor, usted está en Hong-Kong desde el mes de noviembre. ¿Desea usted volver pronto a su diócesis? R.: Por ahora es difícil decirlo. Estoy todavía en tratamiento médico, • MENSAJE N° 300, JULIO 1981