64 Joaquín F. Prida •en otro caso la renuncia pedida, sin participárselo y entenderse con él para proceder de común acuerdo. Pero no era el acuerdo, sino la discordia, lo que el Gobierno francés perseguía; y para que la discordia fuese "inevitable, necesitaba pedir y pidió que se tuviesen por no dictadas las órdenes de Roma; que monseñor Geay permaneciera en su puesto y no saliese de su diócesis para justificarse ante los Tribunales pontificios; que, en una palabra, abandonara el Papa derechos y deberes inseparables de su misión y pusiese su autoridad á los pies de un Gobierno tan respetuoso con las órdenes de M. Jaurés, como desconsiderado con el Jefe del catolicismo. Al lamentable incidente promovido por el prelado de Laval, vino á unirse, de modo muy estrecho, el incidente análogo originado por la con<ducta de monseñor Le Nordez, Obispo de Dijon. Perturbadas las conciencias católicas en dicha diócesis por la descon^ •fianza que inspiraba el prelado á los fieles, llegaron las cosas al punto de negarse los ordenandos á recibir de manos de aquél las órdenes sagradas, y de abandonar el Seminario diocesano los alumnos que en él se preparaban para el ejercicio de las funciones sacerdotales. Ante hechos de tal naturaleza, dispuso el Papa que el Obispo de Dijon suspendiera la colación de órdenes, y más tarde le dirigió, por medio del Nuncio, repetidas invitaciones, cada vez más apremiantes, para que se presentase en Roma á dar explicación de sus actos y á justirficarse de las acusaciones que comprometían su prestigio. En lo primero, es decir, en el acuerdo de suspender la colación de •órdenes, obedeció inmediatamente monseñor Le Nordez; pero en lo segundo, esto es, en lo tocante á trasladarse á Roma, aplazó un día y otro el cumplimiento de la voluntad pontificia, y de igual modo que el Obispo -de Laval, dio cuenta de ella al Gobierno francés, buscando en éste una .protección anticanónica contra los mandatos del Papa. La reclamación diplomática siguió entonces á la incipiente rebeldía -del prelado (i). El Presidente del Consejo excitó el celo de M. Delcassé •para que protestase de la supuesta y nueva violación del Concordato; y M. Delcassé, dócil á las advertencias de su jefe, hizo redactar una nota parafraseando las palabras de aquél y afirmando que ni en el fondo ni en la forma era admisible la actitud del Romano Pontífice, ni la de su representante, el Nuncio monseñor Lorenzelli. En el fondo, decía la nota del Ministro francés, no puede admitirse •que la Santa Sede pueda por sí sola, sin acuerdo con el poder civil, dictar medidas que tienden á disminuir las prerrogativas de un Obispo, so(i) Posteriormente, monseñor Le Nordez acudió á Roma, sometiéndose por completo á la autoridad pontificia, y más tarde siguió su ejemplo el Obispo de Laval.