IDEA DE DIOS Visión espírita de Dios IDEA DE DIOS Visión espírita de Dios *** Las mentes abiertas y experimentadas del siglo XXI no pueden aceptar una imagen de Dios propia de la edad media, por ese motivo hay tantas personas que dudan o rechazan abiertamente su existencia. El dolor en que está inmerso el planeta es incompatible con las demandas de paz y felicidad de sus habitantes, rogativas a las que Dios parece hacer oídos sordos. El espiritismo propone una visión de Él más acorde con los deseos de justicia y progreso de la humanidad, atendiendo necesariamente a la responsabilidad personal, tanto para nuestros éxitos como para nuestros errores, que se reflejan en las sucesivas reencarnaciones del hombre. *** · 3· La idea que nos podemos hacer de Dios ha ido evolucionando a través de las edades de la humanidad, pero, sin embargo, podemos afirmar que Él ha permanecido inalterable en sus atributos. Dios no ha cambiado ni cambiará, lo que varía de una época a otra es nuestra interpretación, nuestra percepción, dependiendo de nuestro estado evolutivo cultural y moral. Para los primitivos salvajes Dios era personificado en las fuerzas de la naturaleza; el sol, la lluvia, los mares y sus tempestades. Más tarde, en las primeras civilizaciones, se le dio forma y pasiones humanas, llenando la Tierra y su cielo de deidades caprichosas y volubles como el hombre mismo. A través del auge y ocaso de las distintas dinastías y sus culturas, aparecían y desaparecían sus dioses, en ocasiones con simples cambios de nombre pero conservando sus atributos humanizados. A partir de estos dioses antropomorfos y su multiplicación, con la aparición de los dioses locales y familiares, surgen en ciertas culturas la idea de un dios único que ponga orden al universo, un dios que para ser respetado aún debía infundir temor y angustia a las personas de ser castigadas. Este dios vengativo y cruel, que parecía tener pueblos favoritos, ya era una evolución muy importante en nuestra percepción de la divinidad. Tanto en la Grecia clásica, en la Babilonia mítica, como en el Egipto faraónico surgieron intentos · 4· de adorar a un dios único, pero es la tradición judaica la que nos aporta a nuestra civilización su idea de Dios. Hemos heredado de ellos la figura del profeta como enviado de Dios que revela al pueblo los conocimientos que hasta entonces desconocía y sólo mediante revelaciones podía llegar a saber, despertando las conciencias de las gentes usando todavía el temor a su poder. Es la revelación mosaica la que inicia la transformación de esa idea, que aún necesitará de miles de años para arraigar en las personas. Cuando las mentalidades de los habitantes de esos pueblos estaban familiarizadas con ese Dios único y todopoderoso se hizo necesaria una segunda revelación que complementaba la primera: Jesús, que llegó para enseñarnos que Dios es amor, es justicia y es misericordia, y vino para pedirnos que amemos a nuestros semejantes y actuemos con benevolencia con ellos y perdonemos el mal que recibamos. Nos predicó un mundo de amor que debíamos conquistar por medio de la fe, la caridad y la esperanza, en contraposición a la crueldad reinante en la época y nos prometía una vida más feliz en su reino, que no era de este mundo. Esa era la buena nueva que Dios le envió a proclamar al mundo, su Evangelio. Ideas revolucionarias que aun no han sido comprendidas después de más de dos mil años. Cuando el cristianismo triunfó y se afianzó en el poder, se perdió su simiente, la auténtica, y la iglesia · 5· se apartó del pueblo, reforzando de nuevo la imagen de un Dios temido y vengativo, en contra de un Dios misericordioso y justo, para conseguir mantener a las gentes sencillas y sin instrucción en la sumisión, haciendo un uso fraudulento de la humildad predicada por Cristo. Con el desarrollo social y científico de la era moderna, el renacimiento del siglo XV, se produce un distanciamiento entre los poderes religiosos, inamovibles en sus dogmas, y la emergente comunidad científica que discute y razona todos los planteamientos y ya no aceptará sin discusión las opiniones de la iglesia católica, produciéndose un distanciamiento que hoy día aun parece insalvable. La ciencia moderna, en sí misma, ante la falta de pruebas materiales, no acepta un Dios creador por considerarlo fruto de la imaginación de los pueblos, mientras los obispos se resisten a renunciar a su pretendida infalibilidad, incluso en los temas científicos. Su distanciamiento de las clases populares y artesanas afianza una imagen de Dios amigo de los poderosos, muy conservador y agradecido de los rituales suntuosos de la curia romana. Con la aparición de la doctrina espírita tenemos una imagen de Dios más agradable y racional, más universalista y libre de dogmas y simbologías. Cuando Allan Kardec preguntó a los espíritus superiores << ¿Qué es Dios?>> respondieron con gran claridad y · 6· concisión: <<Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas>>. A diferencia de aquellos caminos tortuosos y oscuros que la idea de Dios tuvo que atravesar hasta nuestros días, hemos encontrado en los libros que conforman la codificación kardeciana, especialmente en “El Evangelio según el espiritismo” y “El cielo y el infierno o la Justicia Divina según el espiritismo” y en todo el capítulo II de “La Génesis”, una visión de Dios más completa, racional, consoladora, esperanzadora y sublime, que nos libera definitivamente de todas aquellas concepciones dogmáticas. El espiritismo aporta su visión de Dios en un camino intermedio entre ciencia y religión, explicando en qué y porqué se complementan ambas, con razonamiento y lógica para hacernos comprender que no están tan distantes como parece sus opiniones. Para que los científicos comprendan la realidad de la creación del Universo es suficiente con que apliquen el axioma “todo efecto proviene de una causa” y su consecuencia lógica “todo efecto inteligente tiene una causa inteligente”. Con sólo escrutar el cosmos y darnos cuenta de su belleza y perfección , tanto en lo ínfimo como en lo gigantesco, habremos de aceptar que las fuerzas que mantienen el equilibrio de los mundos y las galaxias, las leyes físicas, las leyes químicas, la vida y sus expresiones, no pueden haber sido fruto de una casualidad, de un azar, pues la complejidad que tenemos · 7· a nuestro alcance en todas las facetas, especialmente de la vida orgánica e inteligente, es materialmente imposible de crearse por sí sola con esa perfección. La ciencia opina que las leyes que rigen el Universo son puramente mecánicas y que se han originado por sí solas, pero esas fuerzas son efectos que deben poseer alguna causa. Nadie dice que ellas constituyan la divinidad. Un ejemplo: un péndulo se mueve con automática regularidad, la fuerza que lo hace mover es material y exenta de inteligencia, pero ¿de qué serviría el péndulo si una inteligencia no hubiese combinado, calculado y distribuido el empleo de esa fuerza para lograr que se mueva con precisión? ¿Podemos decir que no existe inteligencia porque no está a la vista? La existencia del reloj confirma la existencia del relojero. “Dios no se muestra, pero afirma su existencia por sus obras”. El Génesis. Cap. II ítem 6 La religión no nos da una explicación convincente de las cualidades de Dios y eso lo hace poco creíble en un tiempo en que necesitamos comprender y saber para aceptar. La reencarnación, la ley de causa y efecto ( Karma ), las penas y recompensas futuras, la justicia divina, al ser explicadas por el espiritismo nos presenta una imagen ·8· de Dios más cercana y benevolente, al entregarnos el infinito y la eternidad para progresar y disponer de nuestro libre albedrío , pudiendo decidir nuestro futuro bajo la responsabilidad de nuestros actos. No nos está permitido, en nuestro actual estado evolutivo, adentrarnos en la naturaleza íntima de Dios. Para comprender a Dios nos falta el sentido que sólo se adquiere con la completa depuración del espíritu. No podemos penetrar su esencia, pero, por razonamiento, podemos conocer mejor sus atributos: -Dios es la inteligencia suprema y soberana. Si fuese limitado en algún aspecto podríamos imaginar un ser más inteligente que Él, y éste sería Dios. La inteligencia de Dios, que abarca el infinito, ha de ser infinita. -Dios es eterno. Si hubiese tenido un comienzo habría surgido de la nada, pero la nada no existe ni puede crear cosa alguna. Dios está fuera de la concepción terrestre de tiempo. -Dios es inmaterial. Su naturaleza difiere de lo que llamamos materia, pues de lo contrario estaría sujeto a sus cambios. Al no comprender todavía su esencia, el hombre lo representa conforme a su inteligencia limitada, dándole forma y atributos humanos. -Dios es todopoderoso. Si no poseyera el poder supremo podríamos imaginar otro ser más poderoso y ese a su vez sería Dios. · 9· -Dios es soberanamente justo y bueno. Cuando una cualidad es infinita, no puede existir la cualidad contraria, capaz de disminuirla. Dios no puede ser bueno y malo, y como sus obras dan testimonio de sabiduría, bondad y previsión, concluimos por aceptar que Dios es infinitamente bueno. La bondad infinita lleva implícita la justicia infinita y soberana. -Dios es infinito en sus perfecciones. No podemos imaginar a Dios limitado en una sola de sus cualidades, ni estas pueden aumentar o disminuir pues ya no sería perfecto, y ya no sería Dios. -Dios es único. La unidad de Dios es producto de su perfección infinita y absoluta. Dios no puede ser superado en nada por otro ser. Dios es la base sobre la que reposa el edificio universal, es el faro que ilumina el Universo entero, y su luz es la única que puede guiar al hombre en la búsqueda de la verdad. Nuestra razón empequeñece cuando intentamos comprender a Dios, cómo actúa, cómo sabe de nosotros, cómo nos cuida, cómo puede estar en todas partes cumpliendo lo que dijo Jesús “Nosotros estamos en Él, como Él está en nosotros”. “Dios existe, no dudemos un solo instante de ello. Es infinitamente justo y bueno, esa es su esencia. Su acción todo lo abarca, así lo entendemos. No desea más · 10· que nuestro bien por eso debemos confiar en Él: eso es lo principal”. - Allan Kardec El resto puede esperar hasta que seamos dignos de comprenderlo. Disponemos de la eternidad para conseguirlo. Jesús Valle Centro espírita Manuel y Divaldo Reus - Tarragona · 11· Allan Kardec Centro Espírita Manuel y Divaldo www.cemyd.com cemyd@cemyd.com