Estados Unidos y el Mundo El arte del mantenimiento del poder1 Sobre cómo los Estados occidentales continúan manteniendo el liderazgo en las organizaciones globales Robert Wade ¿Estados Unidos está realmente perdiendo poder a favor de los países en desarrollo, incluyendo China? El autor, politólogo, sostiene que el poder de Occidente, liderado por Estados Unidos, es aún predominante. Presenta cinco estudios de caso para fundamentar su posición. Sin mayor cooperación [en respuesta a las amenazas compartidas, como cambio climático y las tensiones que surgen entre las potencias emergentes y en declive], el mundo del siglo XXI puede llegar a verse como la Europa del siglo XIX, con grandes potencias rivales, a gran escala • Timothy Garton Ash, 2012 Alto funcionario de la ONU: “Deberían las organizaciones internacionales hablar con una misma voz sobre cómo administrar la crisis financiera global?” Embajador europeo: “Creo que sí” • Comunicación personal, 2012 Robert Wade es profesor de economía política de la London School of Economics, ganador del Premio Leontief de economía en 2008, y autor de Village Republics: Economic Conditions for Collective Action in South India (Cambridge University Press, 1988, 2007) Challenge, vol. 56, no. 1, January/February 2013, pp. 5–39. © 2013 M.E. Sharpe, Inc. All rights reserved. Permissions: www.copyright.com ISSN 0577-5132 (print)/ISSN 1558-1489 (online) DOI: 10.2753/0577-5132560101 1 Título original: “The Art of Power Maintenance”, disponible en: http://ccs.ukzn.ac.za/files/The%20Art%20of%20Power%20Maintenance.pdf Traducción hecha por Maité Llanos para Conectas No queremos que la UNCTAD sea una competencia intelectual para el FMI y el Banco Mundial • Alto delegado de EEUU que negocia el mandato de cuatro años de la UNCTAD, Doha, Abril 2012 Usualmente se dice que la economía mundial ha entrado en una nueva fase, multipolar y que evoluciona rápidamente (Zoellick, 2010). Ciertamente, durante la última década muchos países en desarrollo y en transición han crecido más rápido que los países desarrollados. Los países de ingresos medios (incluyendo a India y China) crecieron 6% anual o más entre 2005 y 2010, mientras que los países de altos ingresos crecieron 2% o menos. No hay precedentes de una brecha de crecimiento de este tipo, a favor de los países en desarrollo. También suele decirse que los países en desarrollo han traducido este aumento de su peso económico, en una mayor influencia en las organizaciones de la gobernanza global. Por ejemplo, el foro de los Ministros de Finanzas del G7 se expandió en 1999 al G20, incluyendo a 11 países en desarrollo y en 2008, el grupo de Finanzas del G20 fue elevado a Jefes de Gobierno del G20. Los órganos de coordinación global como el Foro de Estabilidad Financiera (FEF) se expandieron para incluir a los Estados del G20 y se les dio un mandato más fuerte, tal como ejemplifica el cambio de nombre de FEF a Consejo de Estabilización Financiera. Ciudadanos de los países del G20 asumieron altos cargos en organizaciones globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial. También se dice que las largas negociaciones sobre la “representación” en 2008-2010 resultaron en importantes cambios en los porcentajes de votación en el Banco Mundial para los países en desarrollo y en transición. Un importante economista del Goldman Sachs de Londres acuñó la sigla - BRICs (s en minúscula) – para abarcar a cuatro de los mayores países en desarrollo (Brasil, Rusia, India y China). Entonces “los siglados” países comenzaron hablar entre sí, sumaron a Sudáfrica para crear los BRICS (con S mayúscula) y realizaron reuniones ocasionales a nivel oficial y ministerial, incluyendo una cumbre de líderes políticos en Marzo de 2012 en Nueva Dehli. En ese encuentro debatieron sobre la creación de un banco de inversiones de los BRICS, similar al Banco Mundial. Otra sigla -BASIC- también se creó para englobar a los mismos países emergentes menos Rusia, que es vista como No emergente. La alarma que esto provocó en las capitales del G7 fue recogida en un cable revelado por Wikileaks. Este provenía de un alto funcionario de EEUU vinculado en el proceso del G20, en enero de 2010. En él decía: “Es notorio cómo el grupo de los países del BASIC se coordina estrechamente en los foros internacionales, impidiendo por turnos las iniciativas de EEUU/UE y poniendo a disputar a EEUU y UE entre ellos.” Al mismo tiempo, el recelo de que Estados Unidos esté perdiendo su posición predominante en el emergente orden global, se ha apoderado del público americano. En 2011 sólo 36% de los encuestados dijo que la globalización económica era un hecho positivo, mucho menos que el 60% que lo sostenía en 2001. En otras palabras, el orden de la gobernanza global “unipolar” (más allá del bloque comunista) descripto por Philip Stephens en Financial Times como “Ser parte de occidente en algún momento significó hacer lo que Washington decía” - es historia, o por lo menos es lo que comúnmente se cree. Sin embargo, los relatos más comunes sobre China y sobre otros países en desarrollo emergentes, como potencias que desafían a Estados Unidos y a otros principales Estados occidentales, resulta ser una exageración en ambos extremos. A excepción de China, los países en desarrollo continúan siendo pesos livianos en términos de su participación en el PBI global. Estados Unidos continúa por lejos siendo la mayor economía, perdiendo algo de su preponderancia en el PBI en las últimas tres décadas. Con 4.5 % de la población mundial, representa casi 23% de la tasa del PBI mundial a tipo de cambio oficial y más de 19% del PBI mundial al tipo de cambio de paridad del poder adquisitivo (PPA).2 China, con 19.4% de la población mundial y siendo la segunda mayor economía, está muy por detrás, con 9,4% y 13,5% del PBI mundial y del PPA, respectivamente. Rusia e Indonesia están por debajo del 3% de ambas medidas; Brasil está por debajo del 3% en la medición de PPA, pero levemente sobre 3% en la medida de tipo de cambio. Por el contrario, Japón está más allá del 5% en ambos y Alemania más del 5% en la medida del tipo de cambio oficial (Reissen y Turkish, 2012) Otra parte de este argumento, es que Estados Unidos y otros Estados occidentales continúan estableciendo la mayor parte de la agenda de la gobernanza global económica y financiera, mientras que los grandes países en desarrollo han tenido un liderazgo insignificante hasta ahora. Por ejemplo, un estudio sobre más de cincuenta innovaciones transnacionales de la última década y media, encontró una pronunciada brecha de gobernanza entre norte y sur. Las innovaciones incluían organizaciones públicas, privadas e híbridas, tales como redes intergubernamentales (ej, en finanzas y contabilidad), órganos de arbitraje (ej, Panel de Inspección del Banco Mundial), órganos multisectoriales (ej, Fundación Global para la Erradicación de la Poliomielitis), y regulación voluntaria (ej, Consejo para la Administración Marina) [M]uchos programas cuentan con la participación del Sur y sirven a los intereses del Sur, [pero] ninguna de las innovaciones de la gobernanza transnacional aquí reunidas puede ser descripta como una iniciativa liderada por el Sur. Por el contrario, los actores del Norte han liderado las innovaciones institucionales: Estados, ONGs, corporaciones y organizaciones internacionales. Mientras que algunas de las instituciones innovadoras (ej. La Comisión Mundial sobre Represas…) han intentado cuidadosamente garantizar la participación del sur, y muchos de los programas tienen políticas que atienden al Sur, el liderazgo del Sur continúa siendo limitado (Hale and Held 2001, el énfasis es propio). El orden mundial emergente podría ser descripto como una combinación de “incorporación hegemónica”, como en el pasado, protegida por reglas institucionales establecidas en el momento de la creación de las organizaciones globales durante el período de la hegemonía occidental, y una nueva “multipolaridad sin multilateralismo”. El resultado es generalmente un callejón sin salida – muy lejos de la elevada cooperación interestatal necesaria para enfrentar los problemas globales cada vez más urgentes3. Parece como si, a nivel global, hubiéramos vuelto a la situación de Estados Unidos antes de 1870s, cuando las empresas forestales privadas de California, talaban sin límites las sequoias gigantes. Hicieron falta John Muir y una campaña, para persuadir a las autoridades políticas federales, para que se usara el poder estatal a fin de proteger a los árboles y limitar la búsqueda del lucro, en pos del interés público. ¿Qué coalición global podría ser hoy lo suficientemente poderosa para actuar de la misma forma en pos de los bienes comunes que sostienen a la civilización humana y al resto de la ecología humana – particularmente, para cambiar las reglas institucionales y hacer que esto sea posible? Este ensayo describe cinco estudios de caso “de la aldea” de las políticas globales para 2 Sobre la distinción entre tipo de cambio y tipo de cambio de paridad del poder adquisitivo, ver Wade 2011c 3 ver más Wade 2011a. Sobre G20 ver Vestergaard and Wade 2012a, 2012b mostrar cómo los estados occidentales han conseguido mantener su posición de liderazgo global, incluso luego de 2008 y del inicio de la larga recesión de las economías occidentales, aún con el aumento de las críticas del Sur. El primer caso muestra cómo, en 2009, los Estados occidentales liderados por GB y EEUU marginaron a la Asamblea General de Naciones Unidas en su rol en el debate sobre la crisis financiera global y sus impactos, para dejar el tema en manos de organizaciones interestatales dominadas por Occidente. El segundo caso muestra como, en 2012 y por el mismo motivo, Occidente casi consiguió evitar que la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) analizara la crisis financiera global y la larga recesión. El tercer estudio de caso muestra cómo los países Occidentales, consiguieron elaborar entre 2008 y 2010 una “reforma de la representación” en el Banco Mundial, que aparentaba dar a los países en desarrollo un incremento significativo en su porcentaje de votos, cuando en realidad no lo hizo. El cuarto muestra cómo, en 2012, Estados Unidos mantuvo la presidencia del Banco Mundial, a pesar de que por años, los Estados miembro manifestaron unánimemente que las presidencias de organizaciones internacionales tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) deberían estar abiertas a todas las nacionalidades. El último estudio de caso muestra cómo los Estados del Este asiático invitaron al FMI, dominado por Occidente, a funcionar como ejecutor de la disciplina económica mutua en 2009-2012, a pesar que el motivo del acuerdo era escapar de las garras del FMI.4 Occidente margina a las Naciones Unidas en la crisis financiera Entre aquellos que se preocupan por el destino de Naciones Unidas, es ampliamente sabido – y lamentado – que Naciones Unidas fue hecha a un lado en el comienzo de la crisis financiera global y que se dejó al G20, FMI y Banco Mundial asumir el liderazgo en la respuesta internacional. Jean-Pierre Bugada, jefe de comunicaciones para Francia y Mónaco del Centro de Información Regional de la ONU dijo, la ONU “perdió el tren con la crisis financiera” (Robert 2012). La acusación es sólo parcialmente verdadera. Si se mira con precisión, los Estados occidentales, liderados por GB y EEUU, hicieron todo lo posible para garantizar que la ONU no se convirtiera en el foro para la discusión de la crisis, y el Secretario General de la ONU los apoyó. El resultado fue algo similar a un estancamiento multilateral, tal como deseaba Occidente. Esto es lo que sucedió. Poco después de la crisis, a fines de 2008, Miguel d’Escoto Brockman, un sacerdote (suspendido) nicaragüense y ex Ministro de Relaciones Exteriores, quien era presidente de la 63ª sesión de la Asamblea General de la ONU, inició un estudio desarrollado por la ONU sobre medidas inmediatas y de largo plazo para mitigar el impacto de la crisis y sobre las reformas necesarias a la arquitectura financiera internacional. El informe sería discutido en una cumbre de líderes mundiales, especialmente convocada. Esto fue un movimiento inusual, probablemente sin precedentes; los grupos de personas eminentes son conformados por el Secretariado de la ONU, y normalmente por el propio Secretario General. La iniciativa de Brockman se desprendía de su agenda más amplia de revitalización de la Asamblea General, donde los países en desarrollo tienen una mayoría natural, una agenda que él mismo anunció al inicio de su presidencia y que promovió hasta el fin de su mandato anual. Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa si él pensaba que el G7, G8 o G20 ayudarían a enfrentar la crisis, él respondió, “prefiero el G192”. Al conformar el grupo de expertos sobre la crisis financiera, su objetivo mayor era el de incrementar el poder de la Asamblea General al crear el precedente de comisiones de 4 Excepto cuando fuera indicado de otra forma, los siguientes estudios de caso se basan en entrevistas con personas que solicitaron permanecer en el anonimato, y en la observación participante expertos, bajo el modelo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Los Estados occidentales, liderados por GB y EEUU (principal responsable de la crisis), se opusieron a la iniciativa de la ONU. Ellos querían que el G20 y el FMI, donde tienen mucha más influencia, estuvieran a cargo de la elaboración de una respuesta global. La ONU debería tener como máximo un rol de observador, y la Oficina del Secretario General concordó. La sensibilidad del Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, a la voluntad de Occidente fue uno de sus principales activos para su contratación, luego del poco obediente Kofi Annan. Sin embargo, Brockman consiguió reclutar a una comisión de alto nivel presidida por el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz. Su nombre completo era Comisión de Expertos del Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre las Reformas del Sistema Monetario y Financiero Internacional, comúnmente conocida como la Comisión Stiglitz. La comisión se dedicó a escribir un informe. Brockman comprendió que el proyecto debería estar alejado tanto de la oficina del Secretario General como del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU(DAES). Estos dirían que el informe debía ser “balanceado”, entre la ortodoxia neoliberal y visiones más heterodoxas de los miembros de la comisión. Tratarían de eliminar los temas sensibles, tales como regulación y reforma del sistema financiero, e intentarían evitar que el informe de la comisión brindara a los miembros de la Asamblea General, principios y prescripciones claras para el debate. Pero incluso Brockman no pudo anticipar la agresividad con la que la oficina del Secretario General – alentado por asesores norteamericanos – intentaría obstruir el trabajo de la comisión. Sin financiamiento del presupuesto general de la ONU, el presupuesto que podía administrar discrecionalmente el presidente, no era suficiente ni siquiera para una reunión de la comisión (billetes aéreos, hoteles y gastos). Conseguir dinero era un constante dolor de cabeza. La mayor parte vino de los propios Estados, cuyos nombres no se hicieron públicos. La embajadora ante la ONU de EEUU, Susan Rice, dejó en claro que el gobierno de EEUU pensaba que el G20, y no la Asamblea General, debería ser el principal foro para el debate, e insistió en que el proceso de la ONU no debería interferir. En los bastidores, el gobierno de EEUU también quería impulsar el papel de liderazgo mundial del Primer Ministro Gordon Brown antes de la Cumbre del G20, a realizarse en Londres en abril de 2009. GB hizo todo lo posible para restringir el trabajo de la comisión. El embajador de GB ante la ONU, Sir John Sawers, agitaba contra el proyecto junto a otros embajadores y organizaba llamadas desde el servicio diplomático británico a casi todos los miembros de la comisión, diciendo que deberían dejar la comisión para evitar la vergüenza personal y profesional. Ninguno renunció, de hecho, a algunos les resultó divertido. El informe fue debidamente presentado, y se realizó una gran conferencia de la ONU en junio de 2009 para debatirlo, incluyendo a un pequeño número de jefes de Estado. En vísperas de la cumbre, el presidente de EEUU Obama y sus asesores, debatían sobre si Estado Unidos debería apoyar el documento que saldría como resultado de la conferencia. El secretario del Tesoro Timothy Geithner dijo que Estados Unidos no debería acordar. La embajadores Rice era tácticamente ambivalente, al decir que Estados Unidos no debía matar la primera gran conferencia de la ONU desarrollada durante la nueva administración. Entonces llegaron a un acuerdo. En la conferencia Estados Unidos votó aprobando el documento, pero luego, el número dos de la delegación, John Sammis, leyó una declaración de “aclaración” que listaba varias discrepancias sustantivas. Concluyó diciendo que la ONU era el espacio equivocado para la discusión de la mayoría de los temas. Finalmente, el párrafo 54 que se refiere a la creación de un grupo de trabajo para dar seguimiento a los temas contenidos en el resultado. Para que sea útil y productivo, el proceso del grupo de trabajo debe estar basado en las fortalezas de Naciones Unidas, que se encuentran en su amplio mandato para el desarrollo y la amplia presencia en el territorio. Nuestra firme opinión es que Naciones Unidas no tiene la experiencia ni el mandato para servir como foro adecuado o para orientar un diálogo significativo sobre una serie de temas abordados en este documento, tales como sistema de reservas, instituciones financieras internacionales, y la arquitectura financiera global. (Sammis 2009, énfasis propio)5 GB y EEUU trabajaron duramente para garantizar que la cobertura de los principales medios fuera despectiva de la “farsa”, “circo”, “vergüenza” de la ONU – términos que Sawers usó en su campaña para desacreditar el esfuerzo, que fueron repetidas por los medios como observaciones propias de los periodistas . Los ataques fueron en su mayoría ad hominem, raramente se referían a la sustancia de los temas abordados o a la calidad del informe de la comisión. Los Estados occidentales, coordinados por GB y Estados Unidos, batallaron para garantizar que la ONU no hiciera un trabajo de seguimiento, y rechazaron la propuesta de que la comisión presentara un informe ante la Asamblea General el año siguiente. El acuerdo de seguimiento fue el vago compromiso de establecer un “grupo de trabajo abierto”. Los organizadores de la comisión obtuvieron la promesa del presidente que asumiría en la Asamblea General, Dr. Ali Abdussalam Treki, de que continuaría apoyando el proyecto, pero en cuanto asumió su cargo, abandonó la idea, y sus sucesores tampoco la retomaron. Todo el proyecto para que la Asamblea General de la ONU tomara la iniciativa en el debate internacional sobre la crisis financiera global se frenó. Tal como lo deseaba Occidente, el G20 hizo el trabajo preliminar, y el FMI reasumió el rol del único foro legítimo para los debates y negociaciones pesadas. El embajador de GB Sawers dejó la ONU cuando concluyó la 63va sesión, para hacerse cargo del Servicio Secreto Británico, MI6. Treki, era de Libia, y quedó claro que su motivo para no mantener la promesa de apoyar el seguimiento, vino de la mano de hacer caso a la . 5 La declaración incluye lo siguiente: Sobre la gobernanza de las organizaciones financieras internacionales: “El resultado brinda miradas en varios párrafos, incluyendo los párrafos 2, 17,43, 47 y 49, sobre gobernanza y aspectos operativos de las instituciones financieras internacionales, y las instituciones de Bretton Woods en particular. Las instituciones financieras internacionales tienen estructuras de gobernanza, como establecido en sus convenios constitutivos, que son independientes de Naciones Unidas. Cualquier decisión sobre la reforma de las instituciones financieras internacionales o de la forma en la que coordinan su trabajo son prerrogativa de los accionistas y de sus respectivos Consejos de Administración. En consecuencia, mi gobierno no interpreta el lenguaje de este documento como un respaldo al un rol formal de Naciones Unidas en las decisiones que afectan las instituciones financieras internacionales o la arquitectura financiera internacional”. Sobre el control de capitales: “el párrafo 15 también menciona restricciones temporales de capital y moratoria de deudas como mecanismos para enfrentar la escasez de reservas extranjeras. Estados Unidos no condona el uso del control de capitales. Si se usan, el control de capitales y moratorias de deudas sólo deberían ser tomados como último recurso, en una base temporal y excepcional, como posible respiro para una reforma económica más comprehensiva y en concordancia con los acuerdos y marcos multilaterales y bilaterales existentes. “Los países que pasan por problemas en su balanza de pagos necesitan mantener la confianza de los inversores y las continuas entradas de capital para promover el desarrollo. Sin embargo, la experiencia muestra que el control de capitales y medidas similares socavan la confianza de los inversores, reducen los ingresos de capital, y son ineficaces para corregir las crisis de pagos. A pesar de ser un posible paliativo, tienden a retrasar las reformas políticas y económicas necesarias, mientras que levantan el costo del capital para las empresas nacionales pequeñas y medianas que son críticas para la generación de empleo. También imponen altos costos administrativos de ejecución” (Sammis 2009). inteligencia de EEUU y GB, para no tener el mismo destino que el resto del gobierno de Muammar Gaddafi. Un reducido número de países en desarrollo y la delegación de la UE que no deseaba asumir la responsabilidad pública de matar el seguimiento de la conferencia, mantuvo el proceso de la Asamblea General vivo, pero con “respiración asistida”. El debate continuó en el Consejo Económico y Social, al que se destinaron algunos temas, para que presentara recomendaciones a la Asamblea General. Algunas organizaciones no pertenecientes a la ONU también ayudaron; por ejemplo, la Fundación Friedrich Ebert (una fundación alemana social-demócrata) que financió una serie de diálogos de expertos sobre temas relevantes. Algunos pocos e intrépidos países en desarrollo lentamente reconstruyeron el caso, para que la Asamblea General tuviera un rol modesto en la evaluación de algunos asuntos específicos (tales como la volatilidad de los precios de las commodities y mecanismos mejorados para la resolución de las deudas soberanas). Dada la existencia de una fuerte regla que requiere el seguimiento formal de cualquiera de las grandes conferencias de la ONU, el proyecto no pudo ser completamente abandonado. Pero también hubo otra pelea en torno a la presentación del informe ante la Asamblea General. Estados Unidos y GB querían asegurarse de que se realizara una única vez, en un evento organizado para garantizar que sus conclusiones fueran a apoyar los argumentos de Occidente. El co-facilitador europeo de la Asamblea General, proveniente de San Marino, quien fue designado por el desinteresado presidente que estaba al mando en 2012 para consultar a los estados miembros sobre este tema, elaboró un esquema junto a la Oficina del Secretario General para llevar a cabo una única reunión de dos días, un “Debate temático de alto nivel sobre el Estado de la Economía Global” que sería la vidriera para los jefes del FMI, dominado por occidente, del Banco Mundial, de la Organización Mundial del Comercio, y de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), junto con otras conocidas eminencias. Los co-facilitadores presentarían el informe, y todo el proyecto afortunadamente habría acabado. No salió exactamente como esperado. El debate temático de alto nivel, fue realizado en Mayo de 2012, casi tres años después de la conferencia inicial de junio de 2009. Fue, por su diseño, un evento de bajo perfil que atrajo poca cobertura de prensa. Los co-promotores (Ban Ki Moon y el actual presidente de la Asamblea General) no consiguieron atraer a ninguno de los líderes de las principales organizaciones fuera de la ONU. Con pocas excepciones, la participación de Jefes de Estado y de gobiernos, fue de pequeños países en desarrollo. Algunos, como el presidente de Albania, incluso tuvo el “mal gusto” de elogiar al presidente de la 63va sesión, quien había hecho todo eso posible. Pero aún si estuvo degradada, la conferencia afirmó que sus conclusiones deberían brindar insumos para más seguimiento del informe de la ONU, garantizando que el debate temático de alto nivel no enterrara el asunto. Los eventos aquí relatados muestran un conflicto en torno a las reglas institucionales establecidas por los padres fundadores de las instituciones de Bretton Woods (incluyendo el Banco Mundial y el FMI) en 1945. Los fundadores se aseguraron que los acuerdos de relación entre la ONU y las organizaciones de Bretton Woods difirieran en un aspecto importante de los acuerdos de relación entre la ONU y otras agencias de la ONU (como la FAO y la UNESCO). Mientras que la Asamblea General puede “hacer recomendaciones” a otras agencias, no puede hacer recomendaciones a las instituciones de Bretton Woods – porque los fundadores sabían que las organizaciones de Bretton Woods serían mucho más importantes para los Estados Occidentales, que las otras agencias. Occidente casi consigue marginar a la UNCTAD en 2012 Cuando la UNCTAD fue establecida en 1964 en Ginebra como una especie de think tank de los países en desarrollo, dichos países sostenían que debía tener mandato para asuntos financieros por el estrecho vínculo entre finanzas y comercio. Los estados occidentales dijeron, “sobre nuestros cadáveres”; las finanzas son para nosotros y nuestras organizaciones. Este punto muerto se rompió en el último minuto cuando Ted Heath, entonces presidente de la Cámara de Comercio Británica (luego Primer Ministro) fue a Ginebra para la última ronda de negociaciones y se reunió con uno de los líderes del sector de los países en desarrollo, un argelino que había sido su compañero de estudios en Oxford. Fueron a una sala privada y surgieron con un compromiso apropiado: la UNCTAD podría ocuparse de la “cuenta invisible” de las balanzas de pago vinculadas al comercio; la contabilidad invisible incluía las finanzas. Occidente acordó con cierta reticencia. En la década del 2000, a través de sus Informes sobre Comercio y Desarrollo anuales y otras publicaciones, la UNCTAD produjo constantes análisis empíricos sobre temas de la economía global, ofreciendo generalmente “segundas opiniones” en relación a aquellas del FMI y del Banco Mundial y de los principales Estados Occidentales. Antes y más enérgicamente que el FMI, sus publicaciones advertían sobre los riesgos de la narrativa predominante de la “Gran Moderación”. Hacían hincapié en la creciente fragilidad financiera derivada de la interacción entre la alta deuda privada y los índices de PBI y los altos déficits de cuenta corriente en relación al PBI en las principales economías occidentales, y para países con superávits externos, la ausencia de incentivos para reducirlos (Wade 2009a, 2009b, 2011a, 2011b). No dudó en señalar las políticas gubernamentales desestabilizadoras, incluyendo aquellas de los gobiernos occidentales. Durante la mayor parte de la historia, los Estados occidentales y de las instituciones internacionales dominadas por Occidente han ignorado a la UNCTAD o la trataron con el fastidio que genera una mosca. Los Estados Occidentales tienen menos influencia en la UNCTAD que en la mayoría de las organizaciones internacionales, ya que su presupuesto proviene del presupuesto general de la ONU. Esto significa que los Estados Occidentales tienen menos capacidad para usar los pagos financieros condicionales, y hacer que la ONU diga lo que ellos quieren que diga, como lo hacen con PNUD y las organizaciones de Bretton Woods, entre otras. Sin embargo, la gobernanza de la UNCTAD requiere que los ministros de sus países miembro aprueben el mandato cuatrienal y el programa de trabajo para los siguientes cuatro años. En los preparativos de la 13ª conferencia cuatrienal ministerial que se desarrollaría en Doha en Abril de 2012, los Estados occidentales hicieron un esfuerzo concertado para que la UNCTAD dejara de trabajar sobre temas globales macroeconómicos y financieros. Como un alto representante de EEUU declaró en una de las últimas sesiones de negociación en Doha, “No queremos que la UNCTAD sea una competencia intelectual para el FMI y el Banco Mundial”. Otro delegado occidental dijo que mientras que la UNCTAD se había adelantado en temas importantes en el pasado, el FMI ya la había “alcanzado”, por lo tanto ya no era más necesario que la UNCTAD continuara trabajando sobre la macroeconomía global y la crisis financiera. Los estados occidentales conformaban el Grupo B, dividido en el grupo de la Unión Europea (UE) y el grupo JZ, donde JZ se refiere a los países no europeos miembro de la OCDE, incluyendo Japón, Estados Unidos, Canadá, Australia, Noruega, Nueva Zelanda, Suiza y algunos otros (el grupo es conocido bajo la sigla JUSCANZ, que se pronuncia “juice-cans”). Para las negociaciones en la UNCTAD, el grupo JZ lideró a los Estados Occidentales y dentro de este, la delegación de EEUU lideraba desde atrás, mientras que la delegación suiza, conducía desde el frente (siendo Suiza el coordinador oficial del grupo). El equipo de la UE acordó con JZ en la mayoría de los temas. Los países en desarrollo se agruparon en el llamado G77 + China (G77+C). Cuando las negociaciones sobre el mandato llegaron a Ginebra en enero de 2012, el G77+C, conducido por su coordinador (Tailandia) jugó un juego acomodaticio y moderado para no parecer la parte difícil. La delegación tailandesa fue apoyada por otros “moderados”, incluyendo Indonesia, Etiopía, Túnez, Marruecos y otros. Sus críticos los describen, despectivamente, como “el G77 amigo del JZ”. Pero algunos países en desarrollo dedicaron tiempo a las negociaciones previas a Doha. Mientras que las negociaciones avanzaban y los países occidentales cerraban filas, un grupo duro de países del G77 surgió y resistió la mayoría de las concesiones que hizo el coordinador tailandés. Fueron descriptos por algunos moderados como “la línea dura” e incluía a Bolivia, Perú, Egipto, Argelia, Irán (coordinador del grupo asiático) y Zimbabue (coordinador del grupo africano). Estos ayudaron a bloquear al negociador acomodaticio tailandés, para que no hiciera más concesiones al Grupo B. China influyó bastante desde los bastidores; se inclinó más hacia “la línea dura” que hacia los “moderados”, pero estaba más preocupada por mantener el consenso dentro del G77/C. Se le prestaba mucha atención a lo que decía esta delegación, incluso si había que leer entrelineas. Brasil y Sudáfrica estaban poco involucrados hasta la cumbre del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) de marzo de 2012, cuando altos funcionarios y políticos, finalmente resolvieron prestarle atención a la forma en la cual la UNCTAD estaba siendo marginada. El procedimiento fue que el presidente del Comité Negociador (embajador de Lesoto) puso en la mesa un texto de negociación, basado en los documentos de posición de los diferentes grupos y en los borradores del secretariado de la UNCTAD. Delegados de los dos grupos occidentales lo trataron de la forma en la que niños traviesos ponen palitos a las ruedas de una bicicleta en movimiento. No se les escapó ninguna frase, palabra o coma. Mientras que presentaban eliminaciones y revisiones, y el G77 hacía contra propuestas, el borrador fue inflándose a lo largo del día. Finalmente, fue abandonado sólo tres semanas antes de la conferencia de Doha y reemplazado por un “texto destilado” del presidente. Este texto, con las enmiendas de los días subsecuentes, fue la base del documento discutido en Doha. El G20 es un motivo importante por el que el G77+China se mostraron tan inseguros sobre lo que querían. Desde que el G20 fue ascendido a nivel de jefes de Estado en 2008, los grandes países en desarrollo en el G20 tendieron a darle prioridad a su membresía en el G20 y estuvieron menos propensos a la conformación de una posición común del G77. En ese entonces, sólo algunos pocos de los grandes países en desarrollo enviaron a sus Ministros de Economía al encuentro de la UNCTAD – el claro motivo era que el G20 había llamado a último momento a una reunión de Ministros de Economía en México en una fecha que justamente chocaba con la reunión ministerial en Doha, programada hacía mucho tiempo. Sin embargo, unas semanas antes de la reunión ministerial de Doha, una carta abierta producida por un grupo de 65 ex funcionarios del secretariado de la UNCTAD junto a algunas organizaciones de la sociedad civil, sacaron el tema de la sala cerrada de negociaciones y lo volvieron un asunto público, alertando a los países del G77+C sobre lo que estaba pasando, en el proceso de fortalecer a la “línea dura”, y preocupados por el tono cada vez más absurdo de las negociaciones. En el momento de la conferencia ministerial en Doha, algunos de los principales países en desarrollo estaban preparados para pelear bajo la bandera del G77+C, a pesar de que Indonesia, quien asumió la coordinación del grupo luego de Tailandia, estaba ansioso por ser tan moderado como lo había sido Tailandia. Las negociaciones de Doha se quebraron repetidamente en la línea Norte-Sur, y hasta el último momento parecía como si, por la primera vez desde la UNCTAD VI en 1983 (la sexta conferencia ministerial cuatrienal), no habría consenso para el mandato de la UNCTAD XIII. Justo unos días antes del inicio de las negociaciones de Doha, la Cumbre de las Américas terminó por la primera vez sin una declaración de consenso debido a las diferencias insalvables entre Norte y Sur. Doha parecía que iba a repetir el resultado de la Cumbre de las Américas. Uno de los temas clave era el párrafo del borrador que le daba a la UNCTAD el rol de “contribuir con el trabajo de las Naciones Unidas para abordar las causas profundas y los impactos de la crisis financiera y económica global”. Occidente objetó el trabajo de la UNCTAD sobre “causas profundas” (que podían apuntar a Occidente); quería que la UNCTAD se limitara a los “impactos sobre los países en desarrollo”. El texto acordado fue el compromiso de que la UNCTAD debería “continuar …. investigando y analizando las perspectivas y, el impacto sobre países en desarrollo en temas de comercio y desarrollo, a la luz de la crisis económica y financiera global”. Los grupos occidentales evaluaron que al poner “países en desarrollo”, ellos podrían mantener a la UNCTAD en silencio en relación a su rol en la crisis. Otro quiebre Norte-Sur se dio en torno a las frases “estado propiciador” y “estado efectivo”. El mandato de la UNCTAD desde la conferencia ministerial de cuatro años atrás, realizada en Accra, había ratificado la idea del “estado propiciador” como una prescripción para que la UNCTAD ayudara a: Los países en desarrollo … a promover estrategias de desarrollo que sean compatibles con sus condiciones específicas dentro del marco de un estado propiciador, que es un estado que despliega sus recursos administrativos y políticos para la tarea del desarrollo económico, enfocando eficientemente sus recursos humanos y financieros. [NB: Estas palabras muestran un escepticismo codificado sobre la validez universal del Consenso de Washington.] Este tipo de estado también debería velar por una interacción positiva entre los sectores público y privado. Occidente intentó reemplazarlo en el nuevo mandato con una frase en la que decía que la UNCTAD debería promover “un estado eficaz, que trabaje con el sector privado, el sector sin fines de lucro y otros sectores”, para “ayudar a forjar una estrategia de desarrollo coherente y brindar el ambiente propicio para la actividad económica productiva”. Él texto final fue un compromiso que no menciona ni “estado eficaz” ni “estado propicio”. Sólo habla de un “ambiente propicio” y los grupos de Occidente lo consideraron otra victoria. Los estados occidentales también objetaron cualquier mención en el mandato de Doha a varios temas en los que la UNCTAD estaba habilitado a trabajar según el mandado previo de Accra de 2008: temas tales como “espacio político”, “políticas macroeconómicas y de desarrollo”, “coherencia sistémica”, y “coherencia regional financiera y monetaria”. De hecho, Occidente decía, “No queremos que la UNCTAD debata cualquiera de estos temas debido a que la UNCTAD no tiene competencia para hacerlo. Estos temas son para el G20 y FMI”. Uno de los puntos de fricción de Doha fue en qué medida el plan de trabajo (Mandato de Accra) debería continuarse, o bien intensificarse, a través del nuevo Mandato de Doha. Los grupos occidentales dijeron que el Mandato de Doha debería “construirse sobre” el Mandato de Accra. El G77+C dijo que “construirse sobre” podía ser interpretado de modo que el mandato de Accra en sí podría ser reemplazado – y se podrían abandonar los asuntos conflictivos. En cambio, el G77+C quería que el texto dijera: “reafirmar y construir sobre” Accra. En las últimas horas de negociación, el embajador suizo, quien lideraba las negociaciones para el Grupo B, dijo que podría aceptar “reafirmar y construir sobre” si el G77+C alivianaba la forma de redacción de los párrafos sobre el embargo de EEUU a Cuba y el asunto Israel/Palestina. No esperaba que el G77+China estuviera de acuerdo. Pero cinco minutos más tarde, el delegado cubano entró y dijo que él y el delegado de EEUU habían acordado una forma de redacción para el párrafo sobre Cuba; y poco después apareció el delegado Palestino diciendo que él y el representante israelí habían acordado una forma de redacción sobre el párrafo Israel/Palestina. Por lo tanto, el embajador suizo comprendió que debería aceptar “reafirmar y construir sobre” Accra. Para ese momento, China, Brasil y Sudáfrica eran los conductores del G77 e hicieron acuerdos con JZ y UE. A las 5 a.m. del último día – con una conferencia de prensa programada para las 10 a.m. - finalmente se acordó por consenso un mandato y plan de trabajo para los próximos cuatro años. El resultado representa un empate entre Norte y Sur, pero por lo menos le da al secretariado bastante margen de maniobra para continuar trabajando en temas globales macro y para presentar “segundas opiniones” a las emitidas por FMI y Banco Mundial, si la secretaría así lo desea. No obstante, el mandato y el programa de trabajo, son de hecho de importancia secundaria, en relación a la prolongada agonía de las negociaciones. El principal problema es el del personal. ¿Quién será nominado director de la División de Estrategias sobre Globalización y Desarrollo, bajo cuya órbita se prepara el Informe sobre Comercio y Desarrollo, cuando el actual director se retire a fines de 2012? ¿Quién va a ser designado secretario general cuando el actual (de Asia) termine su mandato en 2013? Y lo mismo para el secretario general adjunto (de un Estado miembro de la UE). En base a la regla tradicional de rotación regional, ya comenzó la búsqueda de un nuevo secretario general de África. Si los estados occidentales consiguen poner a las personas “correctas” en estos puestos clave, ni siquiera el compromiso del mandato de Doha le dará a la organización bastante protección, y podrá ser encarrillada en los temas aprobados por Occidente, como un ambiente favorable para las Inversiones Extranjeras Directas(IED), fuerte protección a la propiedad intelectual, buena gobernanza, juventud y género y estará lejos de articular argumentos heterodoxos sobre la macroeconomía global y las estrategias nacionales de desarrollo que no están entre las preferencias de los Estados Occidentales. En los meses posteriores a la conferencia de Doha (fines de 2012, momento en el que se escribe este texto), la UNCTAD perdió su impulso en la medida que el G77 volvió a aletargarse, los grupos de UE y JZ nuevamente le dieron la espalda; y el secretario general, con el fin de su mandato en vista, dejó de involucrarse. Esta es una suerte de victoria para Occidente. Los Estados Occidentales mantienen la amplia mayoría de votos en el Banco Mundial, aunque parezca que no En un discurso de Abril de 2010, el presidente del Banco Mundial Robert Zoellick (2010) señaló que el avenimiento de una “nueva economía global multipolar, que evoluciona rápidamente” requiere reformas fundamentales del propio Banco Mundial, incluso en el balance de poder entre países desarrollados y países emergentes. Poco después, el Banco Mundial presentó una serie de claras propuestas de amplio alcance para la “reforma de representación”, a ser aprobada por el Consejo de Administración, siendo la culminación de las negociaciones iniciadas años atrás. La reforma de la representación tiene varios componentes, de los cuales el principal y más conflictivo fue la reforma de los votos que daría a los países en desarrollo y en transición (DTCs por sus siglas en inglés) mayor poder de voto en el consejo administrativo del Banco (Vertergaard y Wade 2012c). Los miembros del consejo aprobaron las propuestas en las reuniones realizadas en la primavera boreal de 2010, del Banco Mundial y del FMI, y el Banco las presentó bajo el lema “Un nuevo mundo , un nuevo Banco Mundial” El [Grupo del Banco Mundial] modernizado debe representar las realidades económicas internacionales del siglo XXI...Estamos aumentando cada vez más la voz de los países en desarrollo y en transición en todo el Grupo...Esta reestructuración fortalece nuestra capacidad para continuar apoyando a los miembros más pequeños y pobres, y demuestra que una voz mayor para los países emergentes y en desarrollo conlleva mayores responsabilidades en la solvencia financiera del Grupo del Banco Mundial. La verdad es que la nueva distribución de votos está sólo un poco más en sintonía con la distribución del peso económico, que en el pasado, pero es mucho menos que el cambio que el Banco Mundial anuncia. La reforma de la representación estuvo orientada por varios objetivos claros. Uno, era la “paridad” entre DTCs y países desarrollados. El segundo era la alineación del derecho a voto con el relativo peso económico de los países. Un tercero era proteger a los países de bajos ingresos de la pérdida de su derecho a voto. El resultado final es el siguiente. Primero, la reforma de la representación y participación aumentó el porcentaje de los DTCs de 42,6% a 47,19% y redujo el porcentaje de los países desarrollados de 57,40% a 52,81%. En una primera mirada, la reforma de la representación y participación llevó al Banco Mundial a estar cerca de la paridad en el poder de voto (50%) entre los países desarrollados y en desarrollo, tal como fuera anunciado en sus objetivos. En realidad, el cambio fue mucho más modesto, puesto que la categoría DTC incluye a varios países de altos ingresos que podrían no estar en la categoría de países en desarrollo y que no toman préstamos del banco. Si se incluye sólo a los países de bajos y medios ingresos – aquellos que toman préstamos del banco – el porcentaje en del derecho a voto de los países en desarrollo aumentó de 34,67% a sólo 38,38%, mientras que los países desarrollados (altos ingresos) retienen más del 60%. Segundo, en relación al objetivo de alinear el poder de voto de un país con su relativo peso económico, este reajuste fue bastante menor. Tan pequeños fueron los cambios en el poder de voto para la vasta mayoría de los países que un observador exasperado describió a las negociaciones como “una búsqueda de compromisos en el tercer punto decimal”. El resultado fue que la proporción del “porcentaje de voto en relación al porcentaje del PBI mundial” continúa variando ampliamente de país en país, de 0,5 (China) a 4 (Arabia Saudita) a pesar de que se declaró a menudo que el poder de voto debería “reflejar ampliamente el poder económico” (de modo que el índice de cada país debería ser próximo a 1). Algunos pequeños países europeos y pocos grandes DTCs continúan teniendo un amplio y desproporcionado poder de voto, mientras que algunas dinámicas economías emergentes, incluyendo a China, continúan estando significativamente sub-representadas. La diferencia de ocho veces en la medida en la cual el PBI se traduce en poder de voto, debilita la legitimidad de la gobernanza del Banco Mundial. Tercero, a pesar de las repetidas afirmaciones en contrario, los países de bajos ingresos en tanto que grupo (diferenciándolos de los países de ingresos medios) no ganaron casi ningún poder de voto. Esto refleja un patrón de marginalización de los intereses de los países de bajos ingresos en la reforma de representación y participación. Cuarto, la reforma de la representación no pudo conseguir un acuerdo sobre los criterios para reasignar votos en el futuro (excepto que se realice cada cinco años una revisión de los porcentajes de votos). Por ejemplo, no queda claro si la próxima revisión de porcentajes de 2015 tendrá como su objetivo central la “paridad de poder de voto” entre los países desarrollados como grupo y a los DTCs como grupo, o bien, cómo las contribuciones de un país a la Asociación Internacional de Fomento (AIF, el brazo de los préstamos bonificados del Banco Mundial) deberían reconocerse en su porcentaje en los votos en el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) (Siendo el BIRF el principal brazo de préstamos). Quinto, los porcentajes de voto anunciados en la reforma de representación de 2010 son “derechos” para suscribir a un porcentaje determinado. Pero un gobierno puede no ejercer su derecho a suscribir, especialmente porque los porcentajes deben estar acompañados de aportes de capital. Los gobiernos tienen hasta 2015/2016 para finalizar sus suscripciones. De modo que hasta ese momento, la distribución actual de los votos cambiará a medida que los gobiernos decidan cuánto de su derecho a suscribir a un porcentaje será utilizado. Hasta ahora (2012) la mayoría de los países de bajos ingresos no han suscrito a su derecho completo y muchos no han suscrito en absoluto a un incremento; su cuota de votos de hecho, disminuyó. Incluso, un número de países de altos ingresos prefirió revertir su promesa de 2010 de ejercitar “abandono voluntario” (no suscribir al total de la cuota a la que tienen derecho para dejar más para otros). Si no cumplieran su promesa y suscribieran a cuotas aún no asignadas, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia y Canadá habrían incrementado su porcentaje del total de votos en un total combinado de 4.1% desde 2010. Estos países estaban entre los principales perdedores de la reforma de representación, pero si vemos 2012 tienen más poder de voto que lo que tenían antes de la reforma del sistema de votos. El resultado es que sólo dos años después de que fuera concluida la reforma de representación, los modestos aumentos en el poder de voto conseguidos por los países en desarrollo se han esfumado. Los países de altos ingresos tienen hoy 64,87% de los votos, comparados al 65.33% de antes de 2008. Los países de bajos ingresos tiene ahora 3.31% de los votos, comparados con el 3.45% de 2008; y los países de ingresos medios tienen actualmente 31.81%, comparado con 31.22% de 2008. El desplazamiento total del poder de voto de los países de altos ingresos a países de ingresos medios no es ya 3.71%, sino que es 0.46%. Para 2015 más países de bajos ingresos pueden utilizar su derecho (si sus gobiernos están dispuestos a pagar más dinero), por lo que tal vez no terminen teniendo una pérdida neta en el porcentaje de votos. Tampoco hay motivos para pensar que los países ricos que cambiaron de opinión sobre el “abandono voluntario” de repente decidan cumplir. Estados Unidos continúa controlando el Banco Mundial En abril 2012 el Banco Mundial eligió al Dr. Jim Yong Kim, un ciudadano de EEUU, para reemplazar al presidente saliente Zoellick. Su designación encaja en un patrón largamente establecido: El órgano de administración del Banco siempre elige a quien sea que nomine el gobierno de EEUU. Igualmente, el FMI siempre elige como director a quien sea que los europeos nominen. Lo que vuelve la designación de Kim notable, es que va en contra del apoyo creciente a abrir los altos puestos del Banco y del FMI al reclutamiento internacional. Los ministros de finanzas del G20 y los jefes de gobierno han reafirmado en varias oportunidades su compromiso con una selección transparente y basada en el mérito para los principales cargos. Y en 2012, por primera vez, se presentaron candidatos bien calificados de países en desarrollo, mientras que las cualificaciones de Kim eran cuestionables. ¿Cómo pudo primar nuevamente Estados Unidos? El presidente del Banco se elige a través del voto del consejo de directores ejecutivos, que es el órgano que administra el día a día del Banco, con 25 miembros. Los Estados que son los principales contribuyentes tienen sus propios asientos, y se representan sólo a ellos mismos; los otros asientos representan a grupos de países. Los directores ejecutivos son funcionarios públicos de sus respectivos países. Cada uno tiene un voto ponderado por la suma de las cuotas de voto de los países que representan. Cuando Zoellick anunció su renuncia en Febrero de 2012, el consejo ejecutivo inmediatamente “reafirmó la importancia de un proceso transparente y basado en el mérito con todos los directores ejecutivos capaces de postular, para luego considerar a los candidatos”. El secretariado del G24 en Washington, una pequeña organización que coordina las opiniones entre los países en desarrollo miembros del Banco y del FMI, se había preparado para la apertura del concurso y había contactando a una serie de candidatos de países en desarrollo y debatido sobre la organización de la campaña. Al final, se dieron a conocer dos candidatos de países en desarrollo. Una era Ngozi Okonjo-Iweala, una nigeriana generalmente conocida como Ngozi, actual Ministra de Finanzas y ex directora administrativa del Banco Mundial. El otro candidato era el colombiano José Antonio Ocampo, ex Ministro de Finanzas y actual profesor de economía en la Universidad de Columbia, New York. Con demora, el gobierno de Barack Obama nombró al relativamente desconocido Kim, presidente del Darmouth College, un doctor en medicina, ex director del departamento HIV/SIDA de la Organización Mundial de la Salud, y ex director del departamento de Salud Global y Medicina Social de la Escuela de Medicina de Harvard. Su especialidad es la mitigación de las consecuencias de la pobreza en las partes más pobres del mundo. Se dice que es un amigo cercano tanto de la secretaria de Estado Hillary Clinton como del Secretario del Tesoro, Timoty Geithner, quienes tienen la voz principal para la elección de los candidatos de EEUU. Clinton primero intentó, sin éxito, tener el permiso del gobierno para anunciar como candidato para la Agencia de Desarrollo Internacional de EEUU (USAID), a quien es coautor y colega cercano de Kim en la Escuela de Medicina de Harvard, Dr. Paul Farmer. El nombramiento de Kim refleja el consenso entre los círculos políticos de EEUU, incluyendo el partido demócrata, de que el desafío para el desarrollo es mitigar la pobreza extrema y particularmente sus consecuencias para la salud, y que el Banco Mundial debería trabajar menos como un banco y más como una agencia de cooperación que trabaje junto a organizaciones de caridad como la Fundación Bill Gates y la Fundación Clinton. Esta misma noción del desafío para el desarrollo se reflejó en la reciente designación de un joven médico como administrador de USAID, cuya principal experiencia de trabajo ha sido con la Fundación Gates y que defiende a los sectores sociales y se opone a que USAID trabaje en sectores como infraestructura. Por el contrario, tanto Ngozi como Ocampo tienen una larga experiencia en desarrollo como un proyecto de transformación nacional de gran escala, incluyendo gobernanza, gestión económica, educación, salud, infraestructura, y gestión ambiental (Briscoe 2012). Ambos fueron responsables por el establecimiento de las políticas económicas y financieras de sus países, condujeron negociaciones intergubernamentales, y administraron grandes organizaciones, lo que no es el caso de Dr. Kim. Una de las críticas más fuertes a Kim vino de un ex economista del Banco Mundial y actual profesor de desarrollo de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard, Land Pritchett. Haciendo la distinción entre desarrollo nacional y desarrollo humano (mitigación de hambrunas, pandemias, violencia en muchas partes del mundo donde el desarrollo nacional ha fracasado), Pritchet dijo, “la nominación de [Kim], parece ser una intromisión del mundo del desarrollo humano en una de las principales instituciones para el desarrollo nacional. Por el contrario, la candidata apoyada por muchos países africanos, Ngozi Okomjo-Iweala, ha sido Ministra de Finanzas de Nigeria y directora administrativa del Banco Mundial …. [Ella] es del mundo del desarrollo nacional, más que del desarrollo humano. Lo que asombró al mundo del desarrollo es que el Presidente Obama parece no saber cuál es la diferencia” (2012). Los candidatos recorrieron el mundo buscando apoyos. Kim tenía grandes recursos y un fuerte apoyo del gobierno y del Tesoro, y se aseguró de tener el apoyo de los gobiernos involucrados en la nominación, incluso antes de que se reunieran con los otros candidatos (principalmente del gobierno Japonés, que tiene el segundo mayor porcentaje de votos en el consejo). Pero, más allá de firmar algunos artículos en periódicos sobre su propuesta para el Banco Mundial (que tenían todas las características de haber sido escritos por el Tesoro americano), Kim se mantuvo fuera de vista y no participó en los debates acordados con los otros candidatos. Evidentemente estaba preocupado con que quedara expuesta su falta de experiencia en finanzas y en desarrollo nacional. Los tres fueron entrevistados por los directores del Banco Mundial en Europa (ministros de gobiernos europeos). Y en los principales encuentros Ngozi y Ocampo recibieron ovaciones, lo que no sucedió con Kim. Una fuente cercana al proceso comentó: He visto algunos informes confidenciales de gobiernos europeos sobre las entrevistas que los directores europeos tuvieron con los tres candidatos a presidente la semana pasada. Claro que todos tenían visiones diferentes, pero un buen resumen sería: Okonjo-Iweala: una persona apasionada, buen conocimiento de cómo opera el Banco Mundial, pero su discurso no estaba bien preparado o estructurado. Ocampo: mejor preparado, ideas más claras sobre la dirección que daría al Banco, mucho conocimiento sobre los temas económicos. Estilo bastante académico. Kim: muy comprometido, pero limitado conocimiento fuera del área de salud, y particularmente poco conocimiento en finanzas y economía (comunicación personal, 2012). Otra fuente cercana al proceso dijo que la reacción general frente a Kim era que sería un buen miembro del consejo ejecutivo – lo que quiere decir, darle el modesto estatus de consejero. La cumbre de la Unión Africana de Jefes de Gobierno africanos dio apoyo unánime a Ngozi. Dos redes de economistas salieron en apoyo a Ocampo, una liderada por un prominente economista chino y dos economistas heterodoxos occidentales, y la otra vinculada a muchos economistas latinoamericanos. Los candidatos fueron entrevistados separadamente por los directores ejecutivos, a veces uno a uno, a veces con los directores ejecutivos de grupos. El grupo de directores ejecutivos “G11” que representa a los países en desarrollo se reunió varias veces durante el período previo a la votación en el consejo. Se comprometieron, reiteradas veces, a votar al mejor candidato según su juicio, sin importar la voluntad de EEUU. Dos días antes de la votación, el G11 se reunió por varias horas. Cerca del final realizaron una votación informal. Todos excepto uno votó a Ngozi. La excepción fue el director ejecutivo brasilero (que también representaba a Colombia) que votó por Ocampo. Luego de la votación explicó que llamaría a Ocampo y le diría que retirara su candidatura; y en este punto él también votaría por Ngozi, haciendo un voto unánime. Ocampo retiró su candidatura para darle a Ngozi más chances (Abril 13), que tendría el 100% del apoyo de los directores ejecutivos que representan a los países en desarrollo. El resultado movilizó al gobierno de Obama. Se pensó claramente en la oportunidad que significaba que Obama entrara en los libros de historia por nombrar a una mujer de un país africano que era ampliamente vista como la mejor candidata, pero no justificaba el costo de ceder el monopolio norteamericano, lo que podría ser construido fácilmente como la falta de voluntad de Obama de defender a EEUU – en un año electoral donde importantes críticos que declaraban, “Me gustaría que este presidente aprenda cómo ser un americano” y “ creo que ahora puede decirse sin equivocación – sin equivocación - que este hombre odia a este país. El está intentando – Barack Obama está intentando – desmantelar, ladrillo por ladrillo, el sueño americano.” 6 Y a pesar de que el Banco ya no es una fuente copiosa de financiamiento para la mayoría de los países en desarrollo, es una rica fuente de información, especialmente información política y económica informal. Designar a un amigo personal como presidente, es una invitación para la Secretaria de Estado y para el Secretario del Tesoro de contactarlo en cualquier momento del día o la noche para charlar sobre cómo está yendo alguna parte del mundo de la que quieran saber algo, y para sugerirle acuerdos que les gustaría que el Banco haga o no haga. Los primeros en romper filas fueron los rusos. Al día siguiente, el Ministro de Relaciones Exteriores ruso anunció desde Moscú que Rusia apoyaría a Kim. Luego otros gobiernos de países en desarrollo comenzaron a despegarse. Muy probablemente les ofrecieron acuerdos bilaterales. En varios casos implicó la promesa de designar a sus connacionales en puestos como economista en jefe, o tesorero, o jefe de la Corporación Financiera Internacional (IFC – rama de los préstamos para el sector privado del Banco Mundial) a cambio de un voto a favor de Kim. Cuando el directorio se reunió para votar (en una reunión cerrada, sólo de directores ejecutivos presentes, sin asesores, ni funcionarios del Banco), primero se realizó una votación informal para ver si había consenso, y luego la votación oficial. Esta vez los grandes países europeos oscilaron a favor de Kim. Los latinoamericanos decidieron luego de la votación informal que no tenía sentido perturbar a los americanos, entonces ellos también, apoyaron a Kim. El voto oficial fue 80% a favor del Dr. Kim, donde sólo los directores ejecutivos africanos apoyaron a Ngozi. Los africanos se mantuvieron firmes porque los Jefes de Gobierno de la Unión Africana la habían apoyado unánimemente. El comunicado oficial del Banco Mundial sobre la designación de Kim no hizo mención a la palabra “unánime” - la primera vez que un presidente no fue designado por unanimidad (incluso la designación conflictiva de Paul Wolfowitz de 2005 fue oficialmente unánime). Dentro del Banco Mundial, muchos no economistas, especialmente del área de salud y educación, saludaron la designación de Kim. Apreciaban no sólo su experiencia en salud, sino también su escepticismo sobre las agencias nacionales que trabajan con gobiernos nacionales de países en desarrollo. Él prefiere trabajar cerca de los beneficiarios esperados – organizaciones no gubernamentales y niveles menores de gobierno. Para estos funcionarios, la designación de Kim traía la promesa de innovaciones excitantes para las operaciones del Banco. Aún más, su designación resonó como un reciente contragolpe de los no economistas a la larga dominación de los economistas del pensamiento del Banco. Fueron empoderados gracias a la importancia creciente de los “fondos fiduciarios” de países occidentales, para financiar las operaciones del Banco, que tienden a promover “primero lo social, y luego lo económico”. Finalmente, Ngozi se había ganado una reputación mixta en la administración del personal durante su tiempo como directora administrativa del Banco, mientras que Kim daba la impresión de ser una gran mejora frente a Zoellick, quien era conocido por su poca voluntad para delegar y por la tendencia a denigrar a sus altos funcionarios. Sin embargo, buena parte de este “concurso” era puro teatro. Estaba predestinado que quien fuera que el gobierno de EEUU propusiera, sería la persona designada, por dos motivos. Los americanos esperaban un quid pro quo por su apoyo a la nominación europea para reemplazar al escandaloso Dominique Strauss-Kahn en el FMI en 2011, en lo que sería el apoyo europeo para el candidato americano para el Banco Mundial. Los europeos no querían arriesgar sus chances de mantener la dirección administrativa del Fondo por votar contra un candidato americano en el Banco. El segundo motivo es que la elección se enmarcaba en estrategia electoral de la administración de Obama, en una excepcionalmente 6 La primera cita es de John Sununu, ex gobernador de New Hampshire; la segunda es de Rush Limbaugh, el entrevistador del programa de radio (citado en Dowd, 2012 ) pareja carrera presidencial, donde vieron que no podrían abandonar un símbolo de la primacía americana. Habría que hacer “lo que hiciera falta” para garantizar que Estados Unidos mantuviera la presidencia del Banco Mundial. En los meses posteriores a la asunción de Kim, muchos delegados nacionales de los grandes países en desarrollo fueron nombrados en altos cargos. Jin-Yong Cai, chino, fue designado CEO de la Corporación Financiera Internacional en agosto de 2012, la primera vez que el puesto fue ocupado por un no europeo. Kaushik Basu, un indio con sede en la Universidad de Cornell, fue designado economista en jefe en septiembre de 2012, sólo la segunda vez que el puesto fue ocupado por un no occidental (su predecesor era chino). La historia del ascenso de Kim muestra que, a falta de un gran cambio en la distribución de votos, las cuotas de Estados Unidos y de los europeos en el Banco y en el FMI, van a ser siempre suficientes para que ellos protejan sus monopolios, siempre que sigan apoyándose entre sí. Esta historia también muestra cómo la desconfianza mutua de los países en desarrollo, les facilita a los americanos que los dividan con acuerdos bilaterales. Aún así, la buena noticia es que por primera vez en 2012 se presentaron candidatos bien calificados no americanos y que pasaron por un proceso de selección basado en el mérito. El concurso sirvió en la medida en que la selección oficial fue – sin precedentes – no “unánime” (al final, alrededor de setenta Estados votaron por la candidata No americana, en África y América Latina). La próxima vez, tal vez el gobierno de EEUU se vea obligado a hacer más tratos para retener la presidencia; pero esa próxima vez sólo será en 2022 si Kim es nombrado para un segundo mandato de cinco años. ASEAN+3 Invita al FMI a actuar como ejecutor de la cooperación regional El último caso muestra una dinámica interestatal diferente de aquella de “occidente ataca de nuevo”, en la cual la rivalidad entre China y Japón por el liderazgo regional y la desconfianza mutua los lleva a invitar al FMI, dominado por occidente, a ser quien garantice el funcionamiento de un acuerdo de cooperación regional (Grimes 2011; entrevistas del autor, 2010). El acuerdo es conocido como Iniciativa Chiang Mai (CMI sus siglas en inglés). Fue establecido en 2000 como un acuerdo para los intercambios de divisas bilaterales entre países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) más China, Japón y Corea del Sur. Buscaba brindar liquidez de emergencia a los países miembros que enfrentaran crisis monetarias – y evitar la necesidad de depender del FMI, que era visto en toda la región como un órgano que había abusado de su poder, con los préstamos de emergencia durante la crisis financiera asiática en 1997-98, a instancias del Tesoro americano. La crisis de 199798 es generalmente conocida en la región como la “crisis del FMI”. Sin embargo, desde el inicio, el CMI creó un “vínculo con el FMI” tal que un país sólo podía acceder a no más que una pequeña proporción de su línea de crédito de emergencia, luego que se incorporara a las negociaciones con el FMI por un acuerdo de stand by. En este sentido, el CMI estaba en el ámbito FMI y de su campo de poder dominado por Occidente. En 2007 los Estados miembro acordaron expandir el CMI más allá de los intercambios bilaterales de divisas y establecer un fondo de intercambio de divisas, un sistema de votación ponderado sobre los desembolsos de fondos, y una supervisión más fuerte de las economías de los miembros. También acordaron establecer una sede. Para 2009 China y Japón habían acordado contribuir con 32% del fondo cada uno, Corea del Sur 28%, dejando 20% para ser provisto por el resto de los países de Asean. El CMI fortalecido fue renombrado como Multilateralización de la Iniciativa de Chiang Mai (CMIM). El gobierno de Singapur ofreció la sede. Pero ¿qué país iría a tener la primera presidencia, y por lo tanto impartir las orientaciones? China, Japón y Asean propusieron candidatos, y ASEAN, esperó que la falta de confianza entre China y Japón allanara el camino para su candidato. Igualmente polémica fue la decisión sobre la sigla para el nombre de la sede, AMRO. “Oficina de Estudios Macroeconómicos de Asean+3”, insistían los chinos. Otros insistían con “Oficina de Macroeconomía y Estudios de Asean+3”. El primer título implica que es sólo una organización de estudios, mientras que la última con “y” entre “macroeconomía” y “estudios”, implica un rol más extenso. Los que defendían la segunda opción concebían a la “macroeconomía” como un código para la vigilancia de las economías de los miembros – incluyendo vigilancia, por ejemplo, de la economía china y de su tipo de cambio, algo que desde el lado chino no se veía muy bien. Para resumir esta larga historia, en 2010 cuando finalmente comenzó a funcionar el esquema, China puso el primer presidente y el nombre fue Asean+3 Oficina de Estudios Macroeconómicos, como querían los chinos. A los efectos de este trabajo, el punto importante es que el vínculo con el FMI continúa existiendo. China y Japón lo vieron como la única solución posible al problema del riesgo moral inherente a los préstamos de emergencia – el problema que si un gobierno sabe que va a tener préstamos de emergencia sin condiciones, puede tener un comportamiento de derroche y hacer que su propia economía entre en crisis. Para evitar este riesgo moral es necesario que los países miembro acuerden alguna combinación de (a) no dar préstamos de emergencia a un gobierno que – acuerden – se haya conducido a la crisis a si mismo (a diferencia del efecto contagio), lo que es una condicionalidad ex ante, o (b) imponer condiciones duras para los préstamos de emergencia, lo que es una condicionalidad ex post, o (c) delegar a un órgano independiente la determinación de cuáles y con qué condiciones prestar. El problema es que la imposición de condicionalidades ex ante o ex post tiene costos políticos para quien las impone. Quedaba abierta la posibilidad de que China o Japón, con sus rebosantes reservas de divisas, pudieran aprovechar la oportunidad para beneficiarse con una crisis nacional prestando secretamente con condicionalidades livianas, socavando el acuerdo colectivo y haciendo que los otros se vean como “poco colaboradores” para con el país en crisis. Por lo tanto, el CMIM continuó lanzándose a los brazos del FMI, incluso si la motivación para crear este esquema era brindarle al Este y Sudeste Asiático mayor autonomía de gobierno. Muchos funcionarios involucrados en este esquema asumieron con mucha vergüenza, que sus propios gobiernos no pudieran darse apoyo financiero mutuo de una forma independiente de Occidente, pero no veían alternativas. Aún más, cuando Corea del Sur necesitó liquidez de forma urgente a fines de 2008, fue directo al banco central de EEUU (la Reserva Federal, el Fed), evitando el CMIM – y también evitando la humillación de tener que (como en 1997) ir al FMI. Indonesia también esquivó al CMIM y fue directo a pedirle a Japón. Los dos gobiernos pueden haber temido que recurrir al CMIM pudiese indicar una pérdida de confianza del mercado. Corea no fue el único país golpeado por la crisis que buscó una línea de swap temporal con el Fed en ese momento, lo mismo hicieron varios grandes países de altos y medios ingresos. Su elección es un testimonio poderoso de la continuidad del poder estructural del banco central de EEUU y de su sistema dólar, más aún si se toma en cuenta que la economía de Estados Unidos estaba en una profunda crisis que ellos mismos habían creado. Conclusiones La gobernanza global está más fracturada y turbulenta de lo que ha estado por varias décadas. Las causas son parcialmente de corto plazo y se relacionan a la crisis financiera global y a la larga depresión, y a las tensiones generadas por las relaciones económicas interestatales, en tanto que los gobiernos intentan exportar sus desempleo a otros lugares. Las causas son también más estructurales, y se vinculan a la creciente disociación en las principales economías, entre el peso económico de los países (medido por su PBI) y sus ingresos medios, de modo que los países en desarrollo liderados por China ganan más puestos entre las principales diez economías mundiales por el PBI, mientras que sus ingresos medios continúan representando sólo una fracción de los de las economías occidentales. Esto aumenta enormemente la diversidad de intereses entre las principales diez economías si se lo compara con las décadas anteriores. Sin embargo, una segunda variable estructural, luego del PBI, tiende a contrarrestar parcialmente la emergencia del Sur en términos de PBI: los mercados de capitales. Con el dólar americano como la moneda de reserva internacional, Estados Unidos domina completamente el mercado de capitales junto con GB, Europa y Japón en la fila. Esto le da al banco central de Estados Unidos, y al gobierno de EEUU en general, un gran peso sobre otros gobiernos, especialmente en condiciones de crisis como la que se vive desde 2007-8; por ejemplo, para establecer los términos de los acuerdos de cambio de dólar del tipo que hizo el Fed con Corea en 2008, y luego, en mayo de 2010 con el Banco de Canadá, con el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, y el Banco Nacional Suizo. Todas las grandes potencias, incluyendo las pobres, se resisten a abandonar sus privilegios, como se ve actualmente en la resistencia de China de cambiar el Consejo de Seguridad de la ONU. Tampoco sorprende que los importantes Estados occidentales, muy acostumbrados a cooperar en la conducción de la gobernanza global, se resistan a ceder poder y actúen en manada en torno a Estados Unidos como su líder, en la esfera económica y financiera. Todos se ven afectados por la fuerza centrípeta del miedo sobrenatural de Estados Unidos a China, que hoy sirve como la amenaza unificadora, que en su momento fue la Unión Soviética. Este ensayo ilustró como la tensión entre Estados Unidos y otros miembros del G7, por un lado, y los recién llegados, por otro, se está jugando en las aldeas de la política global. Si, como antropólogos, definiéramos el plural de “anécdota” como “evidencia”, podemos concluir que los Estados occidentales han sido notablemente exitosos en sus esfuerzos por mantener el control de los puestos de mando. Su éxito le debe mucho a las reglas institucionales que establecieron décadas atrás, mucho antes de que se hablara del ascenso del Sur. La historia de la comisión de la Asamblea General de la ONU sobre la crisis financiera global, y la historia de la negociación del mandato de la UNCTAD para los próximos cuatro años, ilustran la capacidad que tienen los principales Estados occidentales para marginar a los organismos globales en los que no ejercen un claro control, y para mantener el debate sobre temas de su interés en los foros que controlan mejor, como el Banco Mundial y el FMI. Pueden – casi – mantener a la ONU fuera de los temas de la economía y finanzas globales, cubiertos por el Banco el FMI, apelando a los acuerdos establecidos en la fundación de las dos organizaciones en 1945, que son similares a los de otras organizaciones, excepto que la Asamblea General no puede hacerles recomendaciones – que los Estados Occidentales usan como justificación para mantener a la ONU fuera de temas donde los países en desarrollo pueden usar su mayor influencia para hacer críticas más fuertes a las políticas de los países occidentales e instituciones, tal como hacen sus representantes marginados en el FMI y el Banco. El caso sobre el éxito de Estados Unidos para mantener la presidencia del Banco Mundial ilustra los mecanismos institucionales que permiten que proteja su monopolio, aún frente al consenso normativo de que tales puestos no deberían restringirse a determinadas nacionalidades. También muestra la desconfianza entre los países en desarrollo, lo que facilita a EEUU dividirlos con acuerdos bilaterales. De hecho, los representantes de los principales países en desarrollo parecían estar fingiendo apoyar a un No americano para conseguir concesiones bilaterales de los americanos – incluyendo acceso a puestos más altos aunque no los principales. Según la mirada de China, el jefe del IFC (previamente siempre europeos) es más que suficiente premio por el momento, en su estrategia de largo plazo de construcción de su influencia paso a paso, especialmente porque el IFC trata directamente sobre inversión extranjera directa (IED) y el gobierno chino está profundamente interesado en estimular las IED en China y en ayudar a sus firmas a invertir en el exterior. El caso sobre el Banco Mundial también muestra un desplazamiento incremental del poder, no hacia los países en desarrollo en general, sino hacia los BRICS. El hecho de que Estados Unidos tuviera que negociar acuerdos bilaterales con los países del BRICS para asegurar la elección de Dr. Kim, refleja el cálculo de que tuvo que reconocer su apoyo, ofreciéndoles premios de segundo nivel. Esto es así especialmente porque quiere que los mayores y más prósperos países en desarrollo contribuyan más en el financiamiento de la Autoridad Internacional de Fomento, de modo que el Tesoro americano pueda reducir sus contribuciones sin ceder su posición dominante; su objetivo es “mismo poder por menos dinero”. La desconfianza que erosiona la cooperación entre países en desarrollo es también tema del quinto caso de estudio. Incluso la región más económicamente exitosa del mundo en desarrollo, Este y Sudeste asiático, ha podido construir una organización regional sólo lenta y dolorosamente. Los Estados del Este y Sudeste asiático aún miran de forma reflexiva a Estados Unidos y otros Estados del G7 u organizaciones dominadas por esos estados. En el caso del CMIM, la desconfianza entre China y Japón significó que los miembros tuvieran que construir el “vínculo FMI”, que restringía la capacidad de la organización para tomar decisiones sobre los recursos de manera independiente del FMI dominado por occidente, aún si uno de los motivos principales para este agrupamiento sobre intercambios externos era reducir la vulnerabilidad frente al FMI y frente a la influencia occidental. La elevación del G20 al estatus de Jefes de Estado a fines de 2008, fue un hecho útil para Occidente, porque debilita el bloque de los países en desarrollo. Los gobiernos de los principales países en desarrollo tienden a darle prioridad a su participación en la mesa principal, donde se codean con los representantes de Estados Unidos, GB, Alemania, y otros poderes occidentales. Allí, incluso tienden a acompañar al G7, o bien tienden a bloquear discusiones específicas que pueden afectar sus intereses nacionales (China sobre tasas de cambio, por ejemplo). Los estados occidentales pueden fácilmente dividirlos7. Pero hay pocos signos de que los miembros del BRICS tengan el mismo parecer sobre algunos temas. La negociación sobre el banco de los BRICS es uno de ellos. Otro signo es el que viene de un reciente encuentro del subcomité del consejo de directores ejecutivos del Banco Mundial. Representantes de GB y de EEUU se quejaban, nuevamente, sobre el muy generoso pago al personal del Banco e insistían que debían recortarse las remuneraciones del personal, para mantener la salud financiera del Banco. El representante de China respondió con una apasionada y voluble defensa de los niveles de remuneración del personal del Banco, para la sorpresa general, diciendo que China es un prestatario del Banco y que quiere sentarse en una mesa donde haya personal altamente calificado. Señaló que desde que Estados Unidos y GB dejaron de pedir préstamos del banco, dejaron de preocuparse por el deterioro en la cualificación del personal, incluso con los niveles existentes de remuneración. En todo caso, dijo, los niveles de remuneración deberían aumentarse. Los representantes indios y rusos acordaron con el representante chino. 7 En la asamblea general, no había mucho en riesgo, los países en desarrollo están más preparados para asumir una postura diferente que Occidente. Una forma de medir la influencia occidental es a través de puntaje de coincidencia en los votos, que mide la cantidad de apoyo que un estado recibe de otros estados en la Asamblea General. A fines de los 90, UE y EEUU recibían cerca del 70% del apoyo en sus posiciones sobre derechos humanos. Para 2009-10, el puntaje había caído a 40-42%. China y Rusia aumentaron su porcentaje en torno de 40 y 60% respectivamente a fines de los 90, y a alrededor de 70% actualmente. Ver Gowan y Brantner (2010). La evidencia aquí presentada sugiere que incluso un aumento modesto de la autoafirmación de algunos países en desarrollo, restringe el alcance de los mandatos globales para acuerdos sobre temas reducidos y vagos, que pueden conseguirse mejorando los problemas de coordinación del tipo del dilema del prisionero, donde las partes acuerdan sobre la naturaleza del problema. Mayores avances sobre un sistema regulatorio fuerte e integrado será bloqueado en tanto que más estados, con diferentes e ingresos medios y culturas no occidentales, afirmen diferentes intereses nacionales y creencias fundamentales en los principales foros (por ejemplo, sobre el rol económico del Estado, sobre la administración de las tasas de cambio), y mientras que los Estados occidentales se resistan a ceder un dominio establecido hace tiempo. Encontrar áreas de acuerdos interestatales donde haya divergencia sobre creencias fundamentales, es más difícil de tratar que resolver problemas de coordinación8. Incluso es dudoso que acuerdos limitados y débilmente acoplados sobre finanzas sean suficientes para evitar las crisis financieras multinacionales, que en el pasado tenían una frecuencia de cada cinco o siete años. Es también dudoso que ese tipo de acuerdos limitados puedan evitar un aumento intolerable de la temperatura para 2050 y la erosión de la capacidad biótica del planeta. La cuestión es cuántas más crisis económicas y ecológicas debemos recorrer antes de que los principales Estados, incluso el G20 o algún tipo de sustituto, actúen concertadamente para forjar sistemas regulatorios más fuertes e integrados, regional y globalmente (Vestergaard y Wade 2012b). Mientras tanto, el caso de la comisión Stiglitz subraya la responsabilidad de los medios occidentales que deberían desarrollar una investigación independiente, en lugar de repetir las opiniones de los representantes de los Estados occidentales como si fueran propias. Y es sin duda interés de largo plazo de los Estados occidentales, suavizar sus intentos- como se expresó en el segundo y tercer epígrafe – de sofocar la articulación de las visiones sobre los asuntos macroeconómicos, financieros y de comercio, diferentes a los establecidos por occidente. Mientras que continúen teniendo una posición dominante en la gobernanza global, tienen la principal responsabilidad por conducir al sistema interestatal a un lugar alejado del descripto en el primer epígrafe. Lecturas recomendadas Briscoe, J. 2012. “A Time for India to Stand Up and Be Counted.” The Hindu, March 30. Dowd, M. 2012. “Who’s on America’s Side?” New York Times, July 17, www.nytimes. com/2012/07/18/opinion/dowd-whos-on-americas-side.html. Garton Ash, T. 2012. “Can Europe Survive the Rise of the Rest?” New York Times, September 1, www.nytimes.com/2012/09/02/opinion/sunday/can-europe- survive-the-rise-of-therest.html. Gowan, R., and F. Brantner. 2010. The EU and Human Rights at the UN. London: European Council on Foreign Relations. Grimes, W. 2011. “The Asian Monetary Fund Reborn? Implications of Chian Mai Initiative Multilateralization.” Asia Policy (January): 79–104. 8 Para regímenes fragmentados y comprehensivos ver Keohane and Victor (2011). Sobre la relación creencia-acción en diferentes “niveles” de aprendizaje o participación en red, ver Spiro (1966) Hale, T., and D. Held, eds. 2011. Handbook of Transnational Governance: New Institu- tions and Innovations. Cambridge, UK: Polity Press. Keohane, R., and D. Victor. 2011. “The Regime Complex for Climate Change.” Perspectives on Politics 9, no. 1: 7–23, doi: http://dx.doi.org/10.1017/ S1537592710004068 Pritchett, L. 2012. “Why Obama’s World Bank Pick Is Proving So Controver- sial.” New Republic, April 11, www.tnr.com/article/politics/102624/why- obama%E2%80%99s-worldbank-pick-proving-so-controversial/. Reissen, H., and E. Turkisch. 2012. “Shifting Wealth: The Recalibration of Global Development.” Development Center. OECD, Paris. Robert, A.-C. 2012. “The Other UN.” Le Monde Diplomatique (English edition), June, http://mondediplo.com/2012/06/13un/. Sammis, J.F. 2009. “Statement by John F. Sammis: Alternate Head of Delegation, on the Adoption of the Outcome of the United Nations Conference on the World Financial and Economic Crisis and Its Impact on Development. June 26, 2009.” U.S. Mission to the United Nations, New York, http://usun.state.gov/briefing/ statements/2009/125814.htm. Spiro, M. 1966. “Buddhism and Economic Action in Burma.” American Anthropolo- gist 68, no. 5: 1163–73. Stephens, P. 2010. “The West Must Offer Turkey a Proper Seat at the Table.” Financial Times, June 18, www.ft.com. Vestergaard, J., and R. 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