Estados Unidos y el Mundo El arte del mantenimiento

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Estados Unidos y el Mundo
El arte del mantenimiento del poder1
Sobre cómo los Estados occidentales continúan manteniendo el liderazgo en las
organizaciones globales
Robert Wade
¿Estados Unidos está realmente perdiendo poder a favor de los países en desarrollo,
incluyendo China? El autor, politólogo, sostiene que el poder de Occidente, liderado por
Estados Unidos, es aún predominante. Presenta cinco estudios de caso para fundamentar su
posición.
Sin mayor cooperación [en respuesta a las amenazas compartidas, como cambio climático y
las tensiones que surgen entre las potencias emergentes y en declive], el mundo del siglo XXI
puede llegar a verse como la Europa del siglo XIX, con grandes potencias rivales, a gran
escala
•
Timothy Garton Ash, 2012
Alto funcionario de la ONU: “Deberían las organizaciones internacionales hablar con una
misma voz sobre cómo administrar la crisis financiera global?”
Embajador europeo: “Creo que sí”
•
Comunicación personal, 2012
Robert Wade es profesor de economía política de la London School of Economics, ganador
del Premio Leontief de economía en 2008, y autor de Village Republics: Economic Conditions
for Collective Action in South India (Cambridge University Press, 1988, 2007)
Challenge, vol. 56, no. 1, January/February 2013, pp. 5–39.
© 2013 M.E. Sharpe, Inc. All rights reserved. Permissions: www.copyright.com
ISSN 0577-5132 (print)/ISSN 1558-1489 (online)
DOI: 10.2753/0577-5132560101
1
Título original: “The Art of Power Maintenance”, disponible en:
http://ccs.ukzn.ac.za/files/The%20Art%20of%20Power%20Maintenance.pdf
Traducción hecha por Maité Llanos para Conectas
No queremos que la UNCTAD sea una competencia intelectual para el FMI y el Banco
Mundial
•
Alto delegado de EEUU que negocia el mandato de cuatro años de la
UNCTAD, Doha, Abril 2012
Usualmente se dice que la economía mundial ha entrado en una nueva fase, multipolar y
que evoluciona rápidamente (Zoellick, 2010). Ciertamente, durante la última década muchos
países en desarrollo y en transición han crecido más rápido que los países desarrollados. Los
países de ingresos medios (incluyendo a India y China) crecieron 6% anual o más entre 2005
y 2010, mientras que los países de altos ingresos crecieron 2% o menos. No hay precedentes
de una brecha de crecimiento de este tipo, a favor de los países en desarrollo.
También suele decirse que los países en desarrollo han traducido este aumento de su peso
económico, en una mayor influencia en las organizaciones de la gobernanza global. Por
ejemplo, el foro de los Ministros de Finanzas del G7 se expandió en 1999 al G20, incluyendo
a 11 países en desarrollo y en 2008, el grupo de Finanzas del G20 fue elevado a Jefes de
Gobierno del G20. Los órganos de coordinación global como el Foro de Estabilidad
Financiera (FEF) se expandieron para incluir a los Estados del G20 y se les dio un mandato
más fuerte, tal como ejemplifica el cambio de nombre de FEF a Consejo de Estabilización
Financiera. Ciudadanos de los países del G20 asumieron altos cargos en organizaciones
globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial. También se dice
que las largas negociaciones sobre la “representación” en 2008-2010 resultaron en
importantes cambios en los porcentajes de votación en el Banco Mundial para los países en
desarrollo y en transición.
Un importante economista del Goldman Sachs de Londres acuñó la sigla - BRICs (s en
minúscula) – para abarcar a cuatro de los mayores países en desarrollo (Brasil, Rusia, India y
China). Entonces “los siglados” países comenzaron hablar entre sí, sumaron a Sudáfrica para
crear los BRICS (con S mayúscula) y realizaron reuniones ocasionales a nivel oficial y
ministerial, incluyendo una cumbre de líderes políticos en Marzo de 2012 en Nueva Dehli. En
ese encuentro debatieron sobre la creación de un banco de inversiones de los BRICS, similar
al Banco Mundial. Otra sigla -BASIC- también se creó para englobar a los mismos países
emergentes menos Rusia, que es vista como No emergente.
La alarma que esto provocó en las capitales del G7 fue recogida en un cable revelado por
Wikileaks. Este provenía de un alto funcionario de EEUU vinculado en el proceso del G20, en
enero de 2010. En él decía: “Es notorio cómo el grupo de los países del BASIC se coordina
estrechamente en los foros internacionales, impidiendo por turnos las iniciativas de
EEUU/UE y poniendo a disputar a EEUU y UE entre ellos.” Al mismo tiempo, el recelo de que
Estados Unidos esté perdiendo su posición predominante en el emergente orden global, se
ha apoderado del público americano. En 2011 sólo 36% de los encuestados dijo que la
globalización económica era un hecho positivo, mucho menos que el 60% que lo sostenía en
2001.
En otras palabras, el orden de la gobernanza global “unipolar” (más allá del bloque
comunista) descripto por Philip Stephens en Financial Times como “Ser parte de occidente
en algún momento significó hacer lo que Washington decía” - es historia, o por lo menos es
lo que comúnmente se cree.
Sin embargo, los relatos más comunes sobre China y sobre otros países en desarrollo
emergentes, como potencias que desafían a Estados Unidos y a otros principales Estados
occidentales, resulta ser una exageración en ambos extremos. A excepción de China, los
países en desarrollo continúan siendo pesos livianos en términos de su participación en el
PBI global. Estados Unidos continúa por lejos siendo la mayor economía, perdiendo algo de
su preponderancia en el PBI en las últimas tres décadas. Con 4.5 % de la población mundial,
representa casi 23% de la tasa del PBI mundial a tipo de cambio oficial y más de 19% del PBI
mundial al tipo de cambio de paridad del poder adquisitivo (PPA).2 China, con 19.4% de la
población mundial y siendo la segunda mayor economía, está muy por detrás, con 9,4% y
13,5% del PBI mundial y del PPA, respectivamente. Rusia e Indonesia están por debajo del
3% de ambas medidas; Brasil está por debajo del 3% en la medición de PPA, pero levemente
sobre 3% en la medida de tipo de cambio. Por el contrario, Japón está más allá del 5% en
ambos y Alemania más del 5% en la medida del tipo de cambio oficial (Reissen y Turkish,
2012)
Otra parte de este argumento, es que Estados Unidos y otros Estados occidentales
continúan estableciendo la mayor parte de la agenda de la gobernanza global económica y
financiera, mientras que los grandes países en desarrollo han tenido un liderazgo
insignificante hasta ahora. Por ejemplo, un estudio sobre más de cincuenta innovaciones
transnacionales de la última década y media, encontró una pronunciada brecha de
gobernanza entre norte y sur. Las innovaciones incluían organizaciones públicas, privadas e
híbridas, tales como redes intergubernamentales (ej, en finanzas y contabilidad), órganos de
arbitraje (ej, Panel de Inspección del Banco Mundial), órganos multisectoriales (ej,
Fundación Global para la Erradicación de la Poliomielitis), y regulación voluntaria (ej,
Consejo para la Administración Marina)
[M]uchos programas cuentan con la participación del Sur y sirven a los intereses del
Sur, [pero] ninguna de las innovaciones de la gobernanza transnacional aquí
reunidas puede ser descripta como una iniciativa liderada por el Sur. Por el
contrario, los actores del Norte han liderado las innovaciones institucionales:
Estados, ONGs, corporaciones y organizaciones internacionales. Mientras que
algunas de las instituciones innovadoras (ej. La Comisión Mundial sobre Represas…)
han intentado cuidadosamente garantizar la participación del sur, y muchos de los
programas tienen políticas que atienden al Sur, el liderazgo del Sur continúa siendo
limitado (Hale and Held 2001, el énfasis es propio).
El orden mundial emergente podría ser descripto como una combinación de “incorporación
hegemónica”, como en el pasado, protegida por reglas institucionales establecidas en el
momento de la creación de las organizaciones globales durante el período de la hegemonía
occidental, y una nueva “multipolaridad sin multilateralismo”. El resultado es generalmente
un callejón sin salida – muy lejos de la elevada cooperación interestatal necesaria para
enfrentar los problemas globales cada vez más urgentes3. Parece como si, a nivel global,
hubiéramos vuelto a la situación de Estados Unidos antes de 1870s, cuando las empresas
forestales privadas de California, talaban sin límites las sequoias gigantes. Hicieron falta John
Muir y una campaña, para persuadir a las autoridades políticas federales, para que se usara
el poder estatal a fin de proteger a los árboles y limitar la búsqueda del lucro, en pos del
interés público. ¿Qué coalición global podría ser hoy lo suficientemente poderosa para
actuar de la misma forma en pos de los bienes comunes que sostienen a la civilización
humana y al resto de la ecología humana – particularmente, para cambiar las reglas
institucionales y hacer que esto sea posible?
Este ensayo describe cinco estudios de caso “de la aldea” de las políticas globales para
2
Sobre la distinción entre tipo de cambio y tipo de cambio de paridad del poder adquisitivo, ver Wade
2011c
3 ver más Wade 2011a. Sobre G20 ver Vestergaard and Wade 2012a, 2012b
mostrar cómo los estados occidentales han conseguido mantener su posición de liderazgo
global, incluso luego de 2008 y del inicio de la larga recesión de las economías occidentales,
aún con el aumento de las críticas del Sur.
El primer caso muestra cómo, en 2009, los Estados occidentales liderados por GB y EEUU
marginaron a la Asamblea General de Naciones Unidas en su rol en el debate sobre la crisis
financiera global y sus impactos, para dejar el tema en manos de organizaciones
interestatales dominadas por Occidente. El segundo caso muestra como, en 2012 y por el
mismo motivo, Occidente casi consiguió evitar que la UNCTAD (Conferencia de Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo) analizara la crisis financiera global y la larga recesión.
El tercer estudio de caso muestra cómo los países Occidentales, consiguieron elaborar entre
2008 y 2010 una “reforma de la representación” en el Banco Mundial, que aparentaba dar a
los países en desarrollo un incremento significativo en su porcentaje de votos, cuando en
realidad no lo hizo. El cuarto muestra cómo, en 2012, Estados Unidos mantuvo la
presidencia del Banco Mundial, a pesar de que por años, los Estados miembro manifestaron
unánimemente que las presidencias de organizaciones internacionales tales como el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) deberían estar abiertas a todas las
nacionalidades. El último estudio de caso muestra cómo los Estados del Este asiático
invitaron al FMI, dominado por Occidente, a funcionar como ejecutor de la disciplina
económica mutua en 2009-2012, a pesar que el motivo del acuerdo era escapar de las garras
del FMI.4
Occidente margina a las Naciones Unidas en la crisis financiera
Entre aquellos que se preocupan por el destino de Naciones Unidas, es ampliamente sabido
– y lamentado – que Naciones Unidas fue hecha a un lado en el comienzo de la crisis
financiera global y que se dejó al G20, FMI y Banco Mundial asumir el liderazgo en la
respuesta internacional. Jean-Pierre Bugada, jefe de comunicaciones para Francia y Mónaco
del Centro de Información Regional de la ONU dijo, la ONU “perdió el tren con la crisis
financiera” (Robert 2012).
La acusación es sólo parcialmente verdadera. Si se mira con precisión, los Estados
occidentales, liderados por GB y EEUU, hicieron todo lo posible para garantizar que la ONU
no se convirtiera en el foro para la discusión de la crisis, y el Secretario General de la ONU
los apoyó. El resultado fue algo similar a un estancamiento multilateral, tal como deseaba
Occidente. Esto es lo que sucedió.
Poco después de la crisis, a fines de 2008, Miguel d’Escoto Brockman, un sacerdote
(suspendido) nicaragüense y ex Ministro de Relaciones Exteriores, quien era presidente de la
63ª sesión de la Asamblea General de la ONU, inició un estudio desarrollado por la ONU
sobre medidas inmediatas y de largo plazo para mitigar el impacto de la crisis y sobre las
reformas necesarias a la arquitectura financiera internacional. El informe sería discutido en
una cumbre de líderes mundiales, especialmente convocada.
Esto fue un movimiento inusual, probablemente sin precedentes; los grupos de personas
eminentes son conformados por el Secretariado de la ONU, y normalmente por el propio
Secretario General. La iniciativa de Brockman se desprendía de su agenda más amplia de
revitalización de la Asamblea General, donde los países en desarrollo tienen una mayoría
natural, una agenda que él mismo anunció al inicio de su presidencia y que promovió hasta
el fin de su mandato anual. Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa si él
pensaba que el G7, G8 o G20 ayudarían a enfrentar la crisis, él respondió, “prefiero el G192”.
Al conformar el grupo de expertos sobre la crisis financiera, su objetivo mayor era el de
incrementar el poder de la Asamblea General al crear el precedente de comisiones de
4
Excepto cuando fuera indicado de otra forma, los siguientes estudios de caso se basan en entrevistas
con personas que solicitaron permanecer en el anonimato, y en la observación participante
expertos, bajo el modelo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático.
Los Estados occidentales, liderados por GB y EEUU (principal responsable de la crisis), se
opusieron a la iniciativa de la ONU. Ellos querían que el G20 y el FMI, donde tienen mucha
más influencia, estuvieran a cargo de la elaboración de una respuesta global. La ONU
debería tener como máximo un rol de observador, y la Oficina del Secretario General
concordó. La sensibilidad del Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, a la voluntad de
Occidente fue uno de sus principales activos para su contratación, luego del poco obediente
Kofi Annan.
Sin embargo, Brockman consiguió reclutar a una comisión de alto nivel presidida por el
Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.
Su nombre completo era Comisión de Expertos del Presidente de la Asamblea General de
Naciones Unidas sobre las Reformas del Sistema Monetario y Financiero Internacional,
comúnmente conocida como la Comisión Stiglitz. La comisión se dedicó a escribir un
informe.
Brockman comprendió que el proyecto debería estar alejado tanto de la oficina del
Secretario General como del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la
ONU(DAES). Estos dirían que el informe debía ser “balanceado”, entre la ortodoxia
neoliberal y visiones más heterodoxas de los miembros de la comisión. Tratarían de eliminar
los temas sensibles, tales como regulación y reforma del sistema financiero, e intentarían
evitar que el informe de la comisión brindara a los miembros de la Asamblea General,
principios y prescripciones claras para el debate.
Pero incluso Brockman no pudo anticipar la agresividad con la que la oficina del Secretario
General – alentado por asesores norteamericanos – intentaría obstruir el trabajo de la
comisión. Sin financiamiento del presupuesto general de la ONU, el presupuesto que podía
administrar discrecionalmente el presidente, no era suficiente ni siquiera para una reunión
de la comisión (billetes aéreos, hoteles y gastos). Conseguir dinero era un constante dolor de
cabeza. La mayor parte vino de los propios Estados, cuyos nombres no se hicieron públicos.
La embajadora ante la ONU de EEUU, Susan Rice, dejó en claro que el gobierno de EEUU
pensaba que el G20, y no la Asamblea General, debería ser el principal foro para el debate, e
insistió en que el proceso de la ONU no debería interferir. En los bastidores, el gobierno de
EEUU también quería impulsar el papel de liderazgo mundial del Primer Ministro Gordon
Brown antes de la Cumbre del G20, a realizarse en Londres en abril de 2009.
GB hizo todo lo posible para restringir el trabajo de la comisión. El embajador de GB ante la
ONU, Sir John Sawers, agitaba contra el proyecto junto a otros embajadores y organizaba
llamadas desde el servicio diplomático británico a casi todos los miembros de la comisión,
diciendo que deberían dejar la comisión para evitar la vergüenza personal y profesional.
Ninguno renunció, de hecho, a algunos les resultó divertido.
El informe fue debidamente presentado, y se realizó una gran conferencia de la ONU en
junio de 2009 para debatirlo, incluyendo a un pequeño número de jefes de Estado. En
vísperas de la cumbre, el presidente de EEUU Obama y sus asesores, debatían sobre si
Estado Unidos debería apoyar el documento que saldría como resultado de la conferencia. El
secretario del Tesoro Timothy Geithner dijo que Estados Unidos no debería acordar. La
embajadores Rice era tácticamente ambivalente, al decir que Estados Unidos no debía matar
la primera gran conferencia de la ONU desarrollada durante la nueva administración.
Entonces llegaron a un acuerdo. En la conferencia Estados Unidos votó aprobando el
documento, pero luego, el número dos de la delegación, John Sammis, leyó una declaración
de “aclaración” que listaba varias discrepancias sustantivas. Concluyó diciendo que la ONU
era el espacio equivocado para la discusión de la mayoría de los temas.
Finalmente, el párrafo 54 que se refiere a la creación de un grupo de trabajo para dar
seguimiento a los temas contenidos en el resultado. Para que sea útil y productivo, el
proceso del grupo de trabajo debe estar basado en las fortalezas de Naciones Unidas,
que se encuentran en su amplio mandato para el desarrollo y la amplia presencia en el
territorio. Nuestra firme opinión es que Naciones Unidas no tiene la experiencia ni el
mandato para servir como foro adecuado o para orientar un diálogo significativo sobre
una serie de temas abordados en este documento, tales como sistema de reservas,
instituciones financieras internacionales, y la arquitectura financiera global. (Sammis
2009, énfasis propio)5
GB y EEUU trabajaron duramente para garantizar que la cobertura de los principales medios
fuera despectiva de la “farsa”, “circo”, “vergüenza” de la ONU – términos que Sawers usó en
su campaña para desacreditar el esfuerzo, que fueron repetidas por los medios como
observaciones propias de los periodistas . Los ataques fueron en su mayoría ad hominem,
raramente se referían a la sustancia de los temas abordados o a la calidad del informe de la
comisión.
Los Estados occidentales, coordinados por GB y Estados Unidos, batallaron para garantizar
que la ONU no hiciera un trabajo de seguimiento, y rechazaron la propuesta de que la
comisión presentara un informe ante la Asamblea General el año siguiente. El acuerdo de
seguimiento fue el vago compromiso de establecer un “grupo de trabajo abierto”. Los
organizadores de la comisión obtuvieron la promesa del presidente que asumiría en la
Asamblea General, Dr. Ali Abdussalam Treki, de que continuaría apoyando el proyecto, pero
en cuanto asumió su cargo, abandonó la idea, y sus sucesores tampoco la retomaron.
Todo el proyecto para que la Asamblea General de la ONU tomara la iniciativa en el debate
internacional sobre la crisis financiera global se frenó. Tal como lo deseaba Occidente, el
G20 hizo el trabajo preliminar, y el FMI reasumió el rol del único foro legítimo para los
debates y negociaciones pesadas.
El embajador de GB Sawers dejó la ONU cuando concluyó la 63va sesión, para hacerse cargo
del Servicio Secreto Británico, MI6. Treki, era de Libia, y quedó claro que su motivo para no
mantener la promesa de apoyar el seguimiento, vino de la mano de hacer caso a la
.
5
La declaración incluye lo siguiente:
Sobre la gobernanza de las organizaciones financieras internacionales: “El resultado brinda miradas en
varios párrafos, incluyendo los párrafos 2, 17,43, 47 y 49, sobre gobernanza y aspectos operativos de
las instituciones financieras internacionales, y las instituciones de Bretton Woods en particular. Las
instituciones financieras internacionales tienen estructuras de gobernanza, como establecido en sus
convenios constitutivos, que son independientes de Naciones Unidas. Cualquier decisión sobre la
reforma de las instituciones financieras internacionales o de la forma en la que coordinan su trabajo son
prerrogativa de los accionistas y de sus respectivos Consejos de Administración. En consecuencia, mi
gobierno no interpreta el lenguaje de este documento como un respaldo al un rol formal de Naciones
Unidas en las decisiones que afectan las instituciones financieras internacionales o la arquitectura
financiera internacional”.
Sobre el control de capitales: “el párrafo 15 también menciona restricciones temporales de capital y
moratoria de deudas como mecanismos para enfrentar la escasez de reservas extranjeras. Estados
Unidos no condona el uso del control de capitales. Si se usan, el control de capitales y moratorias de
deudas sólo deberían ser tomados como último recurso, en una base temporal y excepcional, como
posible respiro para una reforma económica más comprehensiva y en concordancia con los acuerdos y
marcos multilaterales y bilaterales existentes.
“Los países que pasan por problemas en su balanza de pagos necesitan mantener la confianza de los
inversores y las continuas entradas de capital para promover el desarrollo. Sin embargo, la experiencia
muestra que el control de capitales y medidas similares socavan la confianza de los inversores, reducen
los ingresos de capital, y son ineficaces para corregir las crisis de pagos. A pesar de ser un posible
paliativo, tienden a retrasar las reformas políticas y económicas necesarias, mientras que levantan el
costo del capital para las empresas nacionales pequeñas y medianas que son críticas para la generación
de empleo. También imponen altos costos administrativos de ejecución” (Sammis 2009).
inteligencia de EEUU y GB, para no tener el mismo destino que el resto del gobierno de
Muammar Gaddafi. Un reducido número de países en desarrollo y la delegación de la UE
que no deseaba asumir la responsabilidad pública de matar el seguimiento de la
conferencia, mantuvo el proceso de la Asamblea General vivo, pero con “respiración
asistida”. El debate continuó en el Consejo Económico y Social, al que se destinaron algunos
temas, para que presentara recomendaciones a la Asamblea General. Algunas
organizaciones no pertenecientes a la ONU también ayudaron; por ejemplo, la Fundación
Friedrich Ebert (una fundación alemana social-demócrata) que financió una serie de diálogos
de expertos sobre temas relevantes. Algunos pocos e intrépidos países en desarrollo
lentamente reconstruyeron el caso, para que la Asamblea General tuviera un rol modesto en
la evaluación de algunos asuntos específicos (tales como la volatilidad de los precios de las
commodities y mecanismos mejorados para la resolución de las deudas soberanas).
Dada la existencia de una fuerte regla que requiere el seguimiento formal de cualquiera de
las grandes conferencias de la ONU, el proyecto no pudo ser completamente abandonado.
Pero también hubo otra pelea en torno a la presentación del informe ante la Asamblea
General. Estados Unidos y GB querían asegurarse de que se realizara una única vez, en un
evento organizado para garantizar que sus conclusiones fueran a apoyar los argumentos de
Occidente.
El co-facilitador europeo de la Asamblea General, proveniente de San Marino, quien fue
designado por el desinteresado presidente que estaba al mando en 2012 para consultar a los
estados miembros sobre este tema, elaboró un esquema junto a la Oficina del Secretario
General para llevar a cabo una única reunión de dos días, un “Debate temático de alto nivel
sobre el Estado de la Economía Global” que sería la vidriera para los jefes del FMI, dominado
por occidente, del Banco Mundial, de la Organización Mundial del Comercio, y de la
Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), junto con otras
conocidas eminencias. Los co-facilitadores presentarían el informe, y todo el proyecto
afortunadamente habría acabado.
No salió exactamente como esperado. El debate temático de alto nivel, fue realizado en
Mayo de 2012, casi tres años después de la conferencia inicial de junio de 2009. Fue, por su
diseño, un evento de bajo perfil que atrajo poca cobertura de prensa. Los co-promotores
(Ban Ki Moon y el actual presidente de la Asamblea General) no consiguieron atraer a
ninguno de los líderes de las principales organizaciones fuera de la ONU. Con pocas
excepciones, la participación de Jefes de Estado y de gobiernos, fue de pequeños países en
desarrollo. Algunos, como el presidente de Albania, incluso tuvo el “mal gusto” de elogiar al
presidente de la 63va sesión, quien había hecho todo eso posible. Pero aún si estuvo
degradada, la conferencia afirmó que sus conclusiones deberían brindar insumos para más
seguimiento del informe de la ONU, garantizando que el debate temático de alto nivel no
enterrara el asunto.
Los eventos aquí relatados muestran un conflicto en torno a las reglas institucionales
establecidas por los padres fundadores de las instituciones de Bretton Woods (incluyendo el
Banco Mundial y el FMI) en 1945. Los fundadores se aseguraron que los acuerdos de
relación entre la ONU y las organizaciones de Bretton Woods difirieran en un aspecto
importante de los acuerdos de relación entre la ONU y otras agencias de la ONU (como la
FAO y la UNESCO). Mientras que la Asamblea General puede “hacer recomendaciones” a
otras agencias, no puede hacer recomendaciones a las instituciones de Bretton Woods –
porque los fundadores sabían que las organizaciones de Bretton Woods serían mucho más
importantes para los Estados Occidentales, que las otras agencias.
Occidente casi consigue marginar a la UNCTAD en 2012
Cuando la UNCTAD fue establecida en 1964 en Ginebra como una especie de think tank de
los países en desarrollo, dichos países sostenían que debía tener mandato para asuntos
financieros por el estrecho vínculo entre finanzas y comercio. Los estados occidentales
dijeron, “sobre nuestros cadáveres”; las finanzas son para nosotros y nuestras
organizaciones. Este punto muerto se rompió en el último minuto cuando Ted Heath,
entonces presidente de la Cámara de Comercio Británica (luego Primer Ministro) fue a
Ginebra para la última ronda de negociaciones y se reunió con uno de los líderes del sector
de los países en desarrollo, un argelino que había sido su compañero de estudios en Oxford.
Fueron a una sala privada y surgieron con un compromiso apropiado: la UNCTAD podría
ocuparse de la “cuenta invisible” de las balanzas de pago vinculadas al comercio; la
contabilidad invisible incluía las finanzas. Occidente acordó con cierta reticencia.
En la década del 2000, a través de sus Informes sobre Comercio y Desarrollo anuales y otras
publicaciones, la UNCTAD produjo constantes análisis empíricos sobre temas de la economía
global, ofreciendo generalmente “segundas opiniones” en relación a aquellas del FMI y del
Banco Mundial y de los principales Estados Occidentales. Antes y más enérgicamente que el
FMI, sus publicaciones advertían sobre los riesgos de la narrativa predominante de la “Gran
Moderación”. Hacían hincapié en la creciente fragilidad financiera derivada de la interacción
entre la alta deuda privada y los índices de PBI y los altos déficits de cuenta corriente en
relación al PBI en las principales economías occidentales, y para países con superávits
externos, la ausencia de incentivos para reducirlos (Wade 2009a, 2009b, 2011a, 2011b). No
dudó en señalar las políticas gubernamentales desestabilizadoras, incluyendo aquellas de los
gobiernos occidentales.
Durante la mayor parte de la historia, los Estados occidentales y de las instituciones
internacionales dominadas por Occidente han ignorado a la UNCTAD o la trataron con el
fastidio que genera una mosca. Los Estados Occidentales tienen menos influencia en la
UNCTAD que en la mayoría de las organizaciones internacionales, ya que su presupuesto
proviene del presupuesto general de la ONU. Esto significa que los Estados Occidentales
tienen menos capacidad para usar los pagos financieros condicionales, y hacer que la ONU
diga lo que ellos quieren que diga, como lo hacen con PNUD y las organizaciones de Bretton
Woods, entre otras.
Sin embargo, la gobernanza de la UNCTAD requiere que los ministros de sus países miembro
aprueben el mandato cuatrienal y el programa de trabajo para los siguientes cuatro años. En
los preparativos de la 13ª conferencia cuatrienal ministerial que se desarrollaría en Doha en
Abril de 2012, los Estados occidentales hicieron un esfuerzo concertado para que la UNCTAD
dejara de trabajar sobre temas globales macroeconómicos y financieros. Como un alto
representante de EEUU declaró en una de las últimas sesiones de negociación en Doha, “No
queremos que la UNCTAD sea una competencia intelectual para el FMI y el Banco Mundial”.
Otro delegado occidental dijo que mientras que la UNCTAD se había adelantado en temas
importantes en el pasado, el FMI ya la había “alcanzado”, por lo tanto ya no era más
necesario que la UNCTAD continuara trabajando sobre la macroeconomía global y la crisis
financiera.
Los estados occidentales conformaban el Grupo B, dividido en el grupo de la Unión Europea
(UE) y el grupo JZ, donde JZ se refiere a los países no europeos miembro de la OCDE,
incluyendo Japón, Estados Unidos, Canadá, Australia, Noruega, Nueva Zelanda, Suiza y
algunos otros (el grupo es conocido bajo la sigla JUSCANZ, que se pronuncia “juice-cans”).
Para las negociaciones en la UNCTAD, el grupo JZ lideró a los Estados Occidentales y dentro
de este, la delegación de EEUU lideraba desde atrás, mientras que la delegación suiza,
conducía desde el frente (siendo Suiza el coordinador oficial del grupo). El equipo de la UE
acordó con JZ en la mayoría de los temas.
Los países en desarrollo se agruparon en el llamado G77 + China (G77+C). Cuando las
negociaciones sobre el mandato llegaron a Ginebra en enero de 2012, el G77+C, conducido
por su coordinador (Tailandia) jugó un juego acomodaticio y moderado para no parecer la
parte difícil. La delegación tailandesa fue apoyada por otros “moderados”, incluyendo
Indonesia, Etiopía, Túnez, Marruecos y otros. Sus críticos los describen, despectivamente,
como “el G77 amigo del JZ”. Pero algunos países en desarrollo dedicaron tiempo a las
negociaciones previas a Doha. Mientras que las negociaciones avanzaban y los países
occidentales cerraban filas, un grupo duro de países del G77 surgió y resistió la mayoría de
las concesiones que hizo el coordinador tailandés. Fueron descriptos por algunos moderados
como “la línea dura” e incluía a Bolivia, Perú, Egipto, Argelia, Irán (coordinador del grupo
asiático) y Zimbabue (coordinador del grupo africano). Estos ayudaron a bloquear al
negociador acomodaticio tailandés, para que no hiciera más concesiones al Grupo B.
China influyó bastante desde los bastidores; se inclinó más hacia “la línea dura” que hacia
los “moderados”, pero estaba más preocupada por mantener el consenso dentro del G77/C.
Se le prestaba mucha atención a lo que decía esta delegación, incluso si había que leer
entrelineas. Brasil y Sudáfrica estaban poco involucrados hasta la cumbre del BRICS (Brasil,
Rusia, India, China, Sudáfrica) de marzo de 2012, cuando altos funcionarios y políticos,
finalmente resolvieron prestarle atención a la forma en la cual la UNCTAD estaba siendo
marginada.
El procedimiento fue que el presidente del Comité Negociador (embajador de Lesoto) puso
en la mesa un texto de negociación, basado en los documentos de posición de los diferentes
grupos y en los borradores del secretariado de la UNCTAD. Delegados de los dos grupos
occidentales lo trataron de la forma en la que niños traviesos ponen palitos a las ruedas de
una bicicleta en movimiento. No se les escapó ninguna frase, palabra o coma. Mientras que
presentaban eliminaciones y revisiones, y el G77 hacía contra propuestas, el borrador fue
inflándose a lo largo del día. Finalmente, fue abandonado sólo tres semanas antes de la
conferencia de Doha y reemplazado por un “texto destilado” del presidente. Este texto, con
las enmiendas de los días subsecuentes, fue la base del documento discutido en Doha.
El G20 es un motivo importante por el que el G77+China se mostraron tan inseguros sobre lo
que querían. Desde que el G20 fue ascendido a nivel de jefes de Estado en 2008, los grandes
países en desarrollo en el G20 tendieron a darle prioridad a su membresía en el G20 y
estuvieron menos propensos a la conformación de una posición común del G77. En ese
entonces, sólo algunos pocos de los grandes países en desarrollo enviaron a sus Ministros de
Economía al encuentro de la UNCTAD – el claro motivo era que el G20 había llamado a
último momento a una reunión de Ministros de Economía en México en una fecha que
justamente chocaba con la reunión ministerial en Doha, programada hacía mucho tiempo.
Sin embargo, unas semanas antes de la reunión ministerial de Doha, una carta abierta
producida por un grupo de 65 ex funcionarios del secretariado de la UNCTAD junto a algunas
organizaciones de la sociedad civil, sacaron el tema de la sala cerrada de negociaciones y lo
volvieron un asunto público, alertando a los países del G77+C sobre lo que estaba pasando,
en el proceso de fortalecer a la “línea dura”, y preocupados por el tono cada vez más
absurdo de las negociaciones. En el momento de la conferencia ministerial en Doha, algunos
de los principales países en desarrollo estaban preparados para pelear bajo la bandera del
G77+C, a pesar de que Indonesia, quien asumió la coordinación del grupo luego de Tailandia,
estaba ansioso por ser tan moderado como lo había sido Tailandia.
Las negociaciones de Doha se quebraron repetidamente en la línea Norte-Sur, y hasta el
último momento parecía como si, por la primera vez desde la UNCTAD VI en 1983 (la sexta
conferencia ministerial cuatrienal), no habría consenso para el mandato de la UNCTAD XIII.
Justo unos días antes del inicio de las negociaciones de Doha, la Cumbre de las Américas
terminó por la primera vez sin una declaración de consenso debido a las diferencias
insalvables entre Norte y Sur. Doha parecía que iba a repetir el resultado de la Cumbre de las
Américas.
Uno de los temas clave era el párrafo del borrador que le daba a la UNCTAD el rol de
“contribuir con el trabajo de las Naciones Unidas para abordar las causas profundas y los
impactos de la crisis financiera y económica global”.
Occidente objetó el trabajo de la UNCTAD sobre “causas profundas” (que podían apuntar a
Occidente); quería que la UNCTAD se limitara a los “impactos sobre los países en
desarrollo”. El texto acordado fue el compromiso de que la UNCTAD debería “continuar ….
investigando y analizando las perspectivas y, el impacto sobre países en desarrollo en temas
de comercio y desarrollo, a la luz de la crisis económica y financiera global”. Los grupos
occidentales evaluaron que al poner “países en desarrollo”, ellos podrían mantener a la
UNCTAD en silencio en relación a su rol en la crisis.
Otro quiebre Norte-Sur se dio en torno a las frases “estado propiciador” y “estado efectivo”.
El mandato de la UNCTAD desde la conferencia ministerial de cuatro años atrás, realizada en
Accra, había ratificado la idea del “estado propiciador” como una prescripción para que la
UNCTAD ayudara a:
Los países en desarrollo … a promover estrategias de desarrollo que sean compatibles
con sus condiciones específicas dentro del marco de un estado propiciador, que es un
estado que despliega sus recursos administrativos y políticos para la tarea del
desarrollo económico, enfocando eficientemente sus recursos humanos y financieros.
[NB: Estas palabras muestran un escepticismo codificado sobre la validez universal del
Consenso de Washington.] Este tipo de estado también debería velar por una
interacción positiva entre los sectores público y privado.
Occidente intentó reemplazarlo en el nuevo mandato con una frase en la que decía que la
UNCTAD debería promover “un estado eficaz, que trabaje con el sector privado, el sector sin
fines de lucro y otros sectores”, para “ayudar a forjar una estrategia de desarrollo coherente
y brindar el ambiente propicio para la actividad económica productiva”.
Él texto final fue un compromiso que no menciona ni “estado eficaz” ni “estado propicio”.
Sólo habla de un “ambiente propicio” y los grupos de Occidente lo consideraron otra
victoria.
Los estados occidentales también objetaron cualquier mención en el mandato de Doha a
varios temas en los que la UNCTAD estaba habilitado a trabajar según el mandado previo de
Accra de 2008: temas tales como “espacio político”, “políticas macroeconómicas y de
desarrollo”, “coherencia sistémica”, y “coherencia regional financiera y monetaria”. De
hecho, Occidente decía, “No queremos que la UNCTAD debata cualquiera de estos temas
debido a que la UNCTAD no tiene competencia para hacerlo. Estos temas son para el G20 y
FMI”.
Uno de los puntos de fricción de Doha fue en qué medida el plan de trabajo (Mandato de
Accra) debería continuarse, o bien intensificarse, a través del nuevo Mandato de Doha. Los
grupos occidentales dijeron que el Mandato de Doha debería “construirse sobre” el
Mandato de Accra. El G77+C dijo que “construirse sobre” podía ser interpretado de modo
que el mandato de Accra en sí podría ser reemplazado – y se podrían abandonar los asuntos
conflictivos. En cambio, el G77+C quería que el texto dijera: “reafirmar y construir sobre”
Accra.
En las últimas horas de negociación, el embajador suizo, quien lideraba las negociaciones
para el Grupo B, dijo que podría aceptar “reafirmar y construir sobre” si el G77+C alivianaba
la forma de redacción de los párrafos sobre el embargo de EEUU a Cuba y el asunto
Israel/Palestina. No esperaba que el G77+China estuviera de acuerdo. Pero cinco minutos
más tarde, el delegado cubano entró y dijo que él y el delegado de EEUU habían acordado
una forma de redacción para el párrafo sobre Cuba; y poco después apareció el delegado
Palestino diciendo que él y el representante israelí habían acordado una forma de redacción
sobre el párrafo Israel/Palestina. Por lo tanto, el embajador suizo comprendió que debería
aceptar “reafirmar y construir sobre” Accra.
Para ese momento, China, Brasil y Sudáfrica eran los conductores del G77 e hicieron
acuerdos con JZ y UE. A las 5 a.m. del último día – con una conferencia de prensa
programada para las 10 a.m. - finalmente se acordó por consenso un mandato y plan de
trabajo para los próximos cuatro años. El resultado representa un empate entre Norte y Sur,
pero por lo menos le da al secretariado bastante margen de maniobra para continuar
trabajando en temas globales macro y para presentar “segundas opiniones” a las emitidas
por FMI y Banco Mundial, si la secretaría así lo desea.
No obstante, el mandato y el programa de trabajo, son de hecho de importancia secundaria,
en relación a la prolongada agonía de las negociaciones. El principal problema es el del
personal. ¿Quién será nominado director de la División de Estrategias sobre Globalización y
Desarrollo, bajo cuya órbita se prepara el Informe sobre Comercio y Desarrollo, cuando el
actual director se retire a fines de 2012? ¿Quién va a ser designado secretario general
cuando el actual (de Asia) termine su mandato en 2013? Y lo mismo para el secretario
general adjunto (de un Estado miembro de la UE). En base a la regla tradicional de rotación
regional, ya comenzó la búsqueda de un nuevo secretario general de África.
Si los estados occidentales consiguen poner a las personas “correctas” en estos puestos
clave, ni siquiera el compromiso del mandato de Doha le dará a la organización bastante
protección, y podrá ser encarrillada en los temas aprobados por Occidente, como un
ambiente favorable para las Inversiones Extranjeras Directas(IED), fuerte protección a la
propiedad intelectual, buena gobernanza, juventud y género y estará lejos de articular
argumentos heterodoxos sobre la macroeconomía global y las estrategias nacionales de
desarrollo que no están entre las preferencias de los Estados Occidentales. En los meses
posteriores a la conferencia de Doha (fines de 2012, momento en el que se escribe este
texto), la UNCTAD perdió su impulso en la medida que el G77 volvió a aletargarse, los grupos
de UE y JZ nuevamente le dieron la espalda; y el secretario general, con el fin de su mandato
en vista, dejó de involucrarse. Esta es una suerte de victoria para Occidente.
Los Estados Occidentales mantienen la amplia mayoría de votos en el Banco Mundial,
aunque parezca que no
En un discurso de Abril de 2010, el presidente del Banco Mundial Robert Zoellick (2010)
señaló que el avenimiento de una “nueva economía global multipolar, que evoluciona
rápidamente” requiere reformas fundamentales del propio Banco Mundial, incluso en el
balance de poder entre países desarrollados y países emergentes. Poco después, el Banco
Mundial presentó una serie de claras propuestas de amplio alcance para la “reforma de
representación”, a ser aprobada por el Consejo de Administración, siendo la culminación de
las negociaciones iniciadas años atrás. La reforma de la representación tiene varios
componentes, de los cuales el principal y más conflictivo fue la reforma de los votos que
daría a los países en desarrollo y en transición (DTCs por sus siglas en inglés) mayor poder de
voto en el consejo administrativo del Banco (Vertergaard y Wade 2012c).
Los miembros del consejo aprobaron las propuestas en las reuniones realizadas en la
primavera boreal de 2010, del Banco Mundial y del FMI, y el Banco las presentó bajo el lema
“Un nuevo mundo , un nuevo Banco Mundial”
El [Grupo del Banco Mundial] modernizado debe representar las realidades económicas
internacionales del siglo XXI...Estamos aumentando cada vez más la voz de los países en
desarrollo y en transición en todo el Grupo...Esta reestructuración fortalece nuestra
capacidad para continuar apoyando a los miembros más pequeños y pobres, y demuestra
que una voz mayor para los países emergentes y en desarrollo conlleva mayores
responsabilidades en la solvencia financiera del Grupo del Banco Mundial.
La verdad es que la nueva distribución de votos está sólo un poco más en sintonía con la
distribución del peso económico, que en el pasado, pero es mucho menos que el cambio
que el Banco Mundial anuncia.
La reforma de la representación estuvo orientada por varios objetivos claros. Uno, era la
“paridad” entre DTCs y países desarrollados. El segundo era la alineación del derecho a voto
con el relativo peso económico de los países. Un tercero era proteger a los países de bajos
ingresos de la pérdida de su derecho a voto. El resultado final es el siguiente.
Primero, la reforma de la representación y participación aumentó el porcentaje de los DTCs
de 42,6% a 47,19% y redujo el porcentaje de los países desarrollados de 57,40% a 52,81%.
En una primera mirada, la reforma de la representación y participación llevó al Banco
Mundial a estar cerca de la paridad en el poder de voto (50%) entre los países desarrollados
y en desarrollo, tal como fuera anunciado en sus objetivos. En realidad, el cambio fue mucho
más modesto, puesto que la categoría DTC incluye a varios países de altos ingresos que
podrían no estar en la categoría de países en desarrollo y que no toman préstamos del
banco. Si se incluye sólo a los países de bajos y medios ingresos – aquellos que toman
préstamos del banco – el porcentaje en del derecho a voto de los países en desarrollo
aumentó de 34,67% a sólo 38,38%, mientras que los países desarrollados (altos ingresos)
retienen más del 60%.
Segundo, en relación al objetivo de alinear el poder de voto de un país con su relativo peso
económico, este reajuste fue bastante menor.
Tan pequeños fueron los cambios en el poder de voto para la vasta mayoría de los países
que un observador exasperado describió a las negociaciones como “una búsqueda de
compromisos en el tercer punto decimal”. El resultado fue que la proporción del “porcentaje
de voto en relación al porcentaje del PBI mundial” continúa variando ampliamente de país
en país, de 0,5 (China) a 4 (Arabia Saudita) a pesar de que se declaró a menudo que el poder
de voto debería “reflejar ampliamente el poder económico” (de modo que el índice de cada
país debería ser próximo a 1). Algunos pequeños países europeos y pocos grandes DTCs
continúan teniendo un amplio y desproporcionado poder de voto, mientras que algunas
dinámicas economías emergentes, incluyendo a China, continúan estando significativamente
sub-representadas. La diferencia de ocho veces en la medida en la cual el PBI se traduce en
poder de voto, debilita la legitimidad de la gobernanza del Banco Mundial.
Tercero, a pesar de las repetidas afirmaciones en contrario, los países de bajos ingresos en
tanto que grupo (diferenciándolos de los países de ingresos medios) no ganaron casi ningún
poder de voto. Esto refleja un patrón de marginalización de los intereses de los países de
bajos ingresos en la reforma de representación y participación.
Cuarto, la reforma de la representación no pudo conseguir un acuerdo sobre los criterios
para reasignar votos en el futuro (excepto que se realice cada cinco años una revisión de los
porcentajes de votos). Por ejemplo, no queda claro si la próxima revisión de porcentajes de
2015 tendrá como su objetivo central la “paridad de poder de voto” entre los países
desarrollados como grupo y a los DTCs como grupo, o bien, cómo las contribuciones de un
país a la Asociación Internacional de Fomento (AIF, el brazo de los préstamos bonificados del
Banco Mundial) deberían reconocerse en su porcentaje en los votos en el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) (Siendo el BIRF el principal brazo de
préstamos).
Quinto, los porcentajes de voto anunciados en la reforma de representación de 2010 son
“derechos” para suscribir a un porcentaje determinado. Pero un gobierno puede no ejercer
su derecho a suscribir, especialmente porque los porcentajes deben estar acompañados de
aportes de capital. Los gobiernos tienen hasta 2015/2016 para finalizar sus suscripciones. De
modo que hasta ese momento, la distribución actual de los votos cambiará a medida que los
gobiernos decidan cuánto de su derecho a suscribir a un porcentaje será utilizado. Hasta
ahora (2012) la mayoría de los países de bajos ingresos no han suscrito a su derecho
completo y muchos no han suscrito en absoluto a un incremento; su cuota de votos de
hecho, disminuyó.
Incluso, un número de países de altos ingresos prefirió revertir su promesa de 2010 de
ejercitar “abandono voluntario” (no suscribir al total de la cuota a la que tienen derecho
para dejar más para otros). Si no cumplieran su promesa y suscribieran a cuotas aún no
asignadas, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia y Canadá habrían incrementado su
porcentaje del total de votos en un total combinado de 4.1% desde 2010. Estos países
estaban entre los principales perdedores de la reforma de representación, pero si vemos
2012 tienen más poder de voto que lo que tenían antes de la reforma del sistema de votos.
El resultado es que sólo dos años después de que fuera concluida la reforma de
representación, los modestos aumentos en el poder de voto conseguidos por los países en
desarrollo se han esfumado. Los países de altos ingresos tienen hoy 64,87% de los votos,
comparados al 65.33% de antes de 2008. Los países de bajos ingresos tiene ahora 3.31% de
los votos, comparados con el 3.45% de 2008; y los países de ingresos medios tienen
actualmente 31.81%, comparado con 31.22% de 2008. El desplazamiento total del poder de
voto de los países de altos ingresos a países de ingresos medios no es ya 3.71%, sino que es
0.46%.
Para 2015 más países de bajos ingresos pueden utilizar su derecho (si sus gobiernos están
dispuestos a pagar más dinero), por lo que tal vez no terminen teniendo una pérdida neta en
el porcentaje de votos. Tampoco hay motivos para pensar que los países ricos que
cambiaron de opinión sobre el “abandono voluntario” de repente decidan cumplir.
Estados Unidos continúa controlando el Banco Mundial
En abril 2012 el Banco Mundial eligió al Dr. Jim Yong Kim, un ciudadano de EEUU, para
reemplazar al presidente saliente Zoellick. Su designación encaja en un patrón largamente
establecido: El órgano de administración del Banco siempre elige a quien sea que nomine el
gobierno de EEUU. Igualmente, el FMI siempre elige como director a quien sea que los
europeos nominen.
Lo que vuelve la designación de Kim notable, es que va en contra del apoyo creciente a abrir
los altos puestos del Banco y del FMI al reclutamiento internacional. Los ministros de
finanzas del G20 y los jefes de gobierno han reafirmado en varias oportunidades su
compromiso con una selección transparente y basada en el mérito para los principales
cargos. Y en 2012, por primera vez, se presentaron candidatos bien calificados de países en
desarrollo, mientras que las cualificaciones de Kim eran cuestionables. ¿Cómo pudo primar
nuevamente Estados Unidos?
El presidente del Banco se elige a través del voto del consejo de directores ejecutivos, que es
el órgano que administra el día a día del Banco, con 25 miembros. Los Estados que son los
principales contribuyentes tienen sus propios asientos, y se representan sólo a ellos mismos;
los otros asientos representan a grupos de países. Los directores ejecutivos son funcionarios
públicos de sus respectivos países. Cada uno tiene un voto ponderado por la suma de las
cuotas de voto de los países que representan.
Cuando Zoellick anunció su renuncia en Febrero de 2012, el consejo ejecutivo
inmediatamente “reafirmó la importancia de un proceso transparente y basado en el mérito
con todos los directores ejecutivos capaces de postular, para luego considerar a los
candidatos”. El secretariado del G24 en Washington, una pequeña organización que
coordina las opiniones entre los países en desarrollo miembros del Banco y del FMI, se había
preparado para la apertura del concurso y había contactando a una serie de candidatos de
países en desarrollo y debatido sobre la organización de la campaña. Al final, se dieron a
conocer dos candidatos de países en desarrollo. Una era Ngozi Okonjo-Iweala, una nigeriana
generalmente conocida como Ngozi, actual Ministra de Finanzas y ex directora
administrativa del Banco Mundial. El otro candidato era el colombiano José Antonio
Ocampo, ex Ministro de Finanzas y actual profesor de economía en la Universidad de
Columbia, New York.
Con demora, el gobierno de Barack Obama nombró al relativamente desconocido Kim,
presidente del Darmouth College, un doctor en medicina, ex director del departamento
HIV/SIDA de la Organización Mundial de la Salud, y ex director del departamento de Salud
Global y Medicina Social de la Escuela de Medicina de Harvard. Su especialidad es la
mitigación de las consecuencias de la pobreza en las partes más pobres del mundo. Se dice
que es un amigo cercano tanto de la secretaria de Estado Hillary Clinton como del Secretario
del Tesoro, Timoty Geithner, quienes tienen la voz principal para la elección de los
candidatos de EEUU. Clinton primero intentó, sin éxito, tener el permiso del gobierno para
anunciar como candidato para la Agencia de Desarrollo Internacional de EEUU (USAID), a
quien es coautor y colega cercano de Kim en la Escuela de Medicina de Harvard, Dr. Paul
Farmer.
El nombramiento de Kim refleja el consenso entre los círculos políticos de EEUU, incluyendo
el partido demócrata, de que el desafío para el desarrollo es mitigar la pobreza extrema y
particularmente sus consecuencias para la salud, y que el Banco Mundial debería trabajar
menos como un banco y más como una agencia de cooperación que trabaje junto a
organizaciones de caridad como la Fundación Bill Gates y la Fundación Clinton. Esta misma
noción del desafío para el desarrollo se reflejó en la reciente designación de un joven
médico como administrador de USAID, cuya principal experiencia de trabajo ha sido con la
Fundación Gates y que defiende a los sectores sociales y se opone a que USAID trabaje en
sectores como infraestructura. Por el contrario, tanto Ngozi como Ocampo tienen una larga
experiencia en desarrollo como un proyecto de transformación nacional de gran escala,
incluyendo gobernanza, gestión económica, educación, salud, infraestructura, y gestión
ambiental (Briscoe 2012). Ambos fueron responsables por el establecimiento de las políticas
económicas y financieras de sus países, condujeron negociaciones intergubernamentales, y
administraron grandes organizaciones, lo que no es el caso de Dr. Kim.
Una de las críticas más fuertes a Kim vino de un ex economista del Banco Mundial y actual
profesor de desarrollo de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard,
Land Pritchett. Haciendo la distinción entre desarrollo nacional y desarrollo humano
(mitigación de hambrunas, pandemias, violencia en muchas partes del mundo donde el
desarrollo nacional ha fracasado), Pritchet dijo, “la nominación de [Kim], parece ser una
intromisión del mundo del desarrollo humano en una de las principales instituciones para el
desarrollo nacional. Por el contrario, la candidata apoyada por muchos países africanos,
Ngozi Okomjo-Iweala, ha sido Ministra de Finanzas de Nigeria y directora administrativa del
Banco Mundial …. [Ella] es del mundo del desarrollo nacional, más que del desarrollo
humano. Lo que asombró al mundo del desarrollo es que el Presidente Obama parece no
saber cuál es la diferencia” (2012).
Los candidatos recorrieron el mundo buscando apoyos. Kim tenía grandes recursos y un
fuerte apoyo del gobierno y del Tesoro, y se aseguró de tener el apoyo de los gobiernos
involucrados en la nominación, incluso antes de que se reunieran con los otros candidatos
(principalmente del gobierno Japonés, que tiene el segundo mayor porcentaje de votos en el
consejo). Pero, más allá de firmar algunos artículos en periódicos sobre su propuesta para el
Banco Mundial (que tenían todas las características de haber sido escritos por el Tesoro
americano), Kim se mantuvo fuera de vista y no participó en los debates acordados con los
otros candidatos. Evidentemente estaba preocupado con que quedara expuesta su falta de
experiencia en finanzas y en desarrollo nacional.
Los tres fueron entrevistados por los directores del Banco Mundial en Europa (ministros de
gobiernos europeos). Y en los principales encuentros Ngozi y Ocampo recibieron ovaciones,
lo que no sucedió con Kim. Una fuente cercana al proceso comentó:
He visto algunos informes confidenciales de gobiernos europeos sobre las entrevistas
que los directores europeos tuvieron con los tres candidatos a presidente la semana
pasada. Claro que todos tenían visiones diferentes, pero un buen resumen sería:
Okonjo-Iweala: una persona apasionada, buen conocimiento de cómo opera el Banco
Mundial, pero su discurso no estaba bien preparado o estructurado. Ocampo: mejor
preparado, ideas más claras sobre la dirección que daría al Banco, mucho conocimiento
sobre los temas económicos. Estilo bastante académico. Kim: muy comprometido, pero
limitado conocimiento fuera del área de salud, y particularmente poco conocimiento en
finanzas y economía (comunicación personal, 2012).
Otra fuente cercana al proceso dijo que la reacción general frente a Kim era que sería un
buen miembro del consejo ejecutivo – lo que quiere decir, darle el modesto estatus de
consejero.
La cumbre de la Unión Africana de Jefes de Gobierno africanos dio apoyo unánime a Ngozi.
Dos redes de economistas salieron en apoyo a Ocampo, una liderada por un prominente
economista chino y dos economistas heterodoxos occidentales, y la otra vinculada a muchos
economistas latinoamericanos.
Los candidatos fueron entrevistados separadamente por los directores ejecutivos, a veces
uno a uno, a veces con los directores ejecutivos de grupos. El grupo de directores ejecutivos
“G11” que representa a los países en desarrollo se reunió varias veces durante el período
previo a la votación en el consejo. Se comprometieron, reiteradas veces, a votar al mejor
candidato según su juicio, sin importar la voluntad de EEUU.
Dos días antes de la votación, el G11 se reunió por varias horas. Cerca del final realizaron
una votación informal. Todos excepto uno votó a Ngozi. La excepción fue el director
ejecutivo brasilero (que también representaba a Colombia) que votó por Ocampo. Luego de
la votación explicó que llamaría a Ocampo y le diría que retirara su candidatura; y en este
punto él también votaría por Ngozi, haciendo un voto unánime. Ocampo retiró su
candidatura para darle a Ngozi más chances (Abril 13), que tendría el 100% del apoyo de los
directores ejecutivos que representan a los países en desarrollo.
El resultado movilizó al gobierno de Obama. Se pensó claramente en la oportunidad que
significaba que Obama entrara en los libros de historia por nombrar a una mujer de un país
africano que era ampliamente vista como la mejor candidata, pero no justificaba el costo de
ceder el monopolio norteamericano, lo que podría ser construido fácilmente como la falta
de voluntad de Obama de defender a EEUU – en un año electoral donde importantes críticos
que declaraban, “Me gustaría que este presidente aprenda cómo ser un americano” y “ creo
que ahora puede decirse sin equivocación – sin equivocación - que este hombre odia a este
país. El está intentando – Barack Obama está intentando – desmantelar, ladrillo por ladrillo,
el sueño americano.” 6 Y a pesar de que el Banco ya no es una fuente copiosa de
financiamiento para la mayoría de los países en desarrollo, es una rica fuente de
información, especialmente información política y económica informal. Designar a un amigo
personal como presidente, es una invitación para la Secretaria de Estado y para el Secretario
del Tesoro de contactarlo en cualquier momento del día o la noche para charlar sobre cómo
está yendo alguna parte del mundo de la que quieran saber algo, y para sugerirle acuerdos
que les gustaría que el Banco haga o no haga.
Los primeros en romper filas fueron los rusos. Al día siguiente, el Ministro de Relaciones
Exteriores ruso anunció desde Moscú que Rusia apoyaría a Kim. Luego otros gobiernos de
países en desarrollo comenzaron a despegarse. Muy probablemente les ofrecieron acuerdos
bilaterales. En varios casos implicó la promesa de designar a sus connacionales en puestos
como economista en jefe, o tesorero, o jefe de la Corporación Financiera Internacional (IFC –
rama de los préstamos para el sector privado del Banco Mundial) a cambio de un voto a
favor de Kim.
Cuando el directorio se reunió para votar (en una reunión cerrada, sólo de directores
ejecutivos presentes, sin asesores, ni funcionarios del Banco), primero se realizó una
votación informal para ver si había consenso, y luego la votación oficial. Esta vez los grandes
países europeos oscilaron a favor de Kim. Los latinoamericanos decidieron luego de la
votación informal que no tenía sentido perturbar a los americanos, entonces ellos también,
apoyaron a Kim. El voto oficial fue 80% a favor del Dr. Kim, donde sólo los directores
ejecutivos africanos apoyaron a Ngozi. Los africanos se mantuvieron firmes porque los Jefes
de Gobierno de la Unión Africana la habían apoyado unánimemente. El comunicado oficial
del Banco Mundial sobre la designación de Kim no hizo mención a la palabra “unánime” - la
primera vez que un presidente no fue designado por unanimidad (incluso la designación
conflictiva de Paul Wolfowitz de 2005 fue oficialmente unánime).
Dentro del Banco Mundial, muchos no economistas, especialmente del área de salud y
educación, saludaron la designación de Kim. Apreciaban no sólo su experiencia en salud,
sino también su escepticismo sobre las agencias nacionales que trabajan con gobiernos
nacionales de países en desarrollo.
Él prefiere trabajar cerca de los beneficiarios esperados – organizaciones no
gubernamentales y niveles menores de gobierno. Para estos funcionarios, la designación de
Kim traía la promesa de innovaciones excitantes para las operaciones del Banco. Aún más,
su designación resonó como un reciente contragolpe de los no economistas a la larga
dominación de los economistas del pensamiento del Banco. Fueron empoderados gracias a
la importancia creciente de los “fondos fiduciarios” de países occidentales, para financiar las
operaciones del Banco, que tienden a promover “primero lo social, y luego lo económico”.
Finalmente, Ngozi se había ganado una reputación mixta en la administración del personal
durante su tiempo como directora administrativa del Banco, mientras que Kim daba la
impresión de ser una gran mejora frente a Zoellick, quien era conocido por su poca voluntad
para delegar y por la tendencia a denigrar a sus altos funcionarios.
Sin embargo, buena parte de este “concurso” era puro teatro. Estaba predestinado que
quien fuera que el gobierno de EEUU propusiera, sería la persona designada, por dos
motivos. Los americanos esperaban un quid pro quo por su apoyo a la nominación europea
para reemplazar al escandaloso Dominique Strauss-Kahn en el FMI en 2011, en lo que sería
el apoyo europeo para el candidato americano para el Banco Mundial. Los europeos no
querían arriesgar sus chances de mantener la dirección administrativa del Fondo por votar
contra un candidato americano en el Banco. El segundo motivo es que la elección se
enmarcaba en estrategia electoral de la administración de Obama, en una excepcionalmente
6
La primera cita es de John Sununu, ex gobernador de New Hampshire; la segunda es de Rush
Limbaugh, el entrevistador del programa de radio (citado en Dowd, 2012
)
pareja carrera presidencial, donde vieron que no podrían abandonar un símbolo de la
primacía americana. Habría que hacer “lo que hiciera falta” para garantizar que Estados
Unidos mantuviera la presidencia del Banco Mundial.
En los meses posteriores a la asunción de Kim, muchos delegados nacionales de los grandes
países en desarrollo fueron nombrados en altos cargos. Jin-Yong Cai, chino, fue designado
CEO de la Corporación Financiera Internacional en agosto de 2012, la primera vez que el
puesto fue ocupado por un no europeo. Kaushik Basu, un indio con sede en la Universidad
de Cornell, fue designado economista en jefe en septiembre de 2012, sólo la segunda vez
que el puesto fue ocupado por un no occidental (su predecesor era chino).
La historia del ascenso de Kim muestra que, a falta de un gran cambio en la distribución de
votos, las cuotas de Estados Unidos y de los europeos en el Banco y en el FMI, van a ser
siempre suficientes para que ellos protejan sus monopolios, siempre que sigan apoyándose
entre sí. Esta historia también muestra cómo la desconfianza mutua de los países en
desarrollo, les facilita a los americanos que los dividan con acuerdos bilaterales.
Aún así, la buena noticia es que por primera vez en 2012 se presentaron candidatos bien
calificados no americanos y que pasaron por un proceso de selección basado en el mérito. El
concurso sirvió en la medida en que la selección oficial fue – sin precedentes – no “unánime”
(al final, alrededor de setenta Estados votaron por la candidata No americana, en África y
América Latina). La próxima vez, tal vez el gobierno de EEUU se vea obligado a hacer más
tratos para retener la presidencia; pero esa próxima vez sólo será en 2022 si Kim es
nombrado para un segundo mandato de cinco años.
ASEAN+3 Invita al FMI a actuar como ejecutor de la cooperación regional
El último caso muestra una dinámica interestatal diferente de aquella de “occidente ataca
de nuevo”, en la cual la rivalidad entre China y Japón por el liderazgo regional y la
desconfianza mutua los lleva a invitar al FMI, dominado por occidente, a ser quien garantice
el funcionamiento de un acuerdo de cooperación regional (Grimes 2011; entrevistas del
autor, 2010).
El acuerdo es conocido como Iniciativa Chiang Mai (CMI sus siglas en inglés). Fue establecido
en 2000 como un acuerdo para los intercambios de divisas bilaterales entre países de la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) más China, Japón y Corea del Sur.
Buscaba brindar liquidez de emergencia a los países miembros que enfrentaran crisis
monetarias – y evitar la necesidad de depender del FMI, que era visto en toda la región
como un órgano que había abusado de su poder, con los préstamos de emergencia durante
la crisis financiera asiática en 1997-98, a instancias del Tesoro americano. La crisis de 199798 es generalmente conocida en la región como la “crisis del FMI”.
Sin embargo, desde el inicio, el CMI creó un “vínculo con el FMI” tal que un país sólo podía
acceder a no más que una pequeña proporción de su línea de crédito de emergencia, luego
que se incorporara a las negociaciones con el FMI por un acuerdo de stand by. En este
sentido, el CMI estaba en el ámbito FMI y de su campo de poder dominado por Occidente.
En 2007 los Estados miembro acordaron expandir el CMI más allá de los intercambios
bilaterales de divisas y establecer un fondo de intercambio de divisas, un sistema de
votación ponderado sobre los desembolsos de fondos, y una supervisión más fuerte de las
economías de los miembros. También acordaron establecer una sede. Para 2009 China y
Japón habían acordado contribuir con 32% del fondo cada uno, Corea del Sur 28%, dejando
20% para ser provisto por el resto de los países de Asean. El CMI fortalecido fue renombrado
como Multilateralización de la Iniciativa de Chiang Mai (CMIM).
El gobierno de Singapur ofreció la sede. Pero ¿qué país iría a tener la primera presidencia, y
por lo tanto impartir las orientaciones? China, Japón y Asean propusieron candidatos, y
ASEAN, esperó que la falta de confianza entre China y Japón allanara el camino para su
candidato. Igualmente polémica fue la decisión sobre la sigla para el nombre de la sede,
AMRO. “Oficina de Estudios Macroeconómicos de Asean+3”, insistían los chinos. Otros
insistían con “Oficina de Macroeconomía y Estudios de Asean+3”. El primer título implica
que es sólo una organización de estudios, mientras que la última con “y” entre
“macroeconomía” y “estudios”, implica un rol más extenso. Los que defendían la segunda
opción concebían a la “macroeconomía” como un código para la vigilancia de las economías
de los miembros – incluyendo vigilancia, por ejemplo, de la economía china y de su tipo de
cambio, algo que desde el lado chino no se veía muy bien. Para resumir esta larga historia,
en 2010 cuando finalmente comenzó a funcionar el esquema, China puso el primer
presidente y el nombre fue Asean+3 Oficina de Estudios Macroeconómicos, como querían
los chinos.
A los efectos de este trabajo, el punto importante es que el vínculo con el FMI continúa
existiendo. China y Japón lo vieron como la única solución posible al problema del riesgo
moral inherente a los préstamos de emergencia – el problema que si un gobierno sabe que
va a tener préstamos de emergencia sin condiciones, puede tener un comportamiento de
derroche y hacer que su propia economía entre en crisis. Para evitar este riesgo moral es
necesario que los países miembro acuerden alguna combinación de (a) no dar préstamos de
emergencia a un gobierno que – acuerden – se haya conducido a la crisis a si mismo (a
diferencia del efecto contagio), lo que es una condicionalidad ex ante, o (b) imponer
condiciones duras para los préstamos de emergencia, lo que es una condicionalidad ex post,
o (c) delegar a un órgano independiente la determinación de cuáles y con qué condiciones
prestar. El problema es que la imposición de condicionalidades ex ante o ex post tiene
costos políticos para quien las impone. Quedaba abierta la posibilidad de que China o Japón,
con sus rebosantes reservas de divisas, pudieran aprovechar la oportunidad para
beneficiarse con una crisis nacional prestando secretamente con condicionalidades livianas,
socavando el acuerdo colectivo y haciendo que los otros se vean como “poco
colaboradores” para con el país en crisis.
Por lo tanto, el CMIM continuó lanzándose a los brazos del FMI, incluso si la motivación para
crear este esquema era brindarle al Este y Sudeste Asiático mayor autonomía de gobierno.
Muchos funcionarios involucrados en este esquema asumieron con mucha vergüenza, que
sus propios gobiernos no pudieran darse apoyo financiero mutuo de una forma
independiente de Occidente, pero no veían alternativas.
Aún más, cuando Corea del Sur necesitó liquidez de forma urgente a fines de 2008, fue
directo al banco central de EEUU (la Reserva Federal, el Fed), evitando el CMIM – y también
evitando la humillación de tener que (como en 1997) ir al FMI. Indonesia también esquivó al
CMIM y fue directo a pedirle a Japón. Los dos gobiernos pueden haber temido que recurrir
al CMIM pudiese indicar una pérdida de confianza del mercado.
Corea no fue el único país golpeado por la crisis que buscó una línea de swap temporal con
el Fed en ese momento, lo mismo hicieron varios grandes países de altos y medios ingresos.
Su elección es un testimonio poderoso de la continuidad del poder estructural del banco
central de EEUU y de su sistema dólar, más aún si se toma en cuenta que la economía de
Estados Unidos estaba en una profunda crisis que ellos mismos habían creado.
Conclusiones
La gobernanza global está más fracturada y turbulenta de lo que ha estado por varias
décadas. Las causas son parcialmente de corto plazo y se relacionan a la crisis financiera
global y a la larga depresión, y a las tensiones generadas por las relaciones económicas
interestatales, en tanto que los gobiernos intentan exportar sus desempleo a otros lugares.
Las causas son también más estructurales, y se vinculan a la creciente disociación en las
principales economías, entre el peso económico de los países (medido por su PBI) y sus
ingresos medios, de modo que los países en desarrollo liderados por China ganan más
puestos entre las principales diez economías mundiales por el PBI, mientras que sus ingresos
medios continúan representando sólo una fracción de los de las economías occidentales.
Esto aumenta enormemente la diversidad de intereses entre las principales diez economías
si se lo compara con las décadas anteriores.
Sin embargo, una segunda variable estructural, luego del PBI, tiende a contrarrestar
parcialmente la emergencia del Sur en términos de PBI: los mercados de capitales. Con el
dólar americano como la moneda de reserva internacional, Estados Unidos domina
completamente el mercado de capitales junto con GB, Europa y Japón en la fila. Esto le da al
banco central de Estados Unidos, y al gobierno de EEUU en general, un gran peso sobre
otros gobiernos, especialmente en condiciones de crisis como la que se vive desde 2007-8;
por ejemplo, para establecer los términos de los acuerdos de cambio de dólar del tipo que
hizo el Fed con Corea en 2008, y luego, en mayo de 2010 con el Banco de Canadá, con el
Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, y el Banco Nacional Suizo.
Todas las grandes potencias, incluyendo las pobres, se resisten a abandonar sus privilegios,
como se ve actualmente en la resistencia de China de cambiar el Consejo de Seguridad de la
ONU. Tampoco sorprende que los importantes Estados occidentales, muy acostumbrados a
cooperar en la conducción de la gobernanza global, se resistan a ceder poder y actúen en
manada en torno a Estados Unidos como su líder, en la esfera económica y financiera. Todos
se ven afectados por la fuerza centrípeta del miedo sobrenatural de Estados Unidos a China,
que hoy sirve como la amenaza unificadora, que en su momento fue la Unión Soviética.
Este ensayo ilustró como la tensión entre Estados Unidos y otros miembros del G7, por un
lado, y los recién llegados, por otro, se está jugando en las aldeas de la política global. Si,
como antropólogos, definiéramos el plural de “anécdota” como “evidencia”, podemos
concluir que los Estados occidentales han sido notablemente exitosos en sus esfuerzos por
mantener el control de los puestos de mando. Su éxito le debe mucho a las reglas
institucionales que establecieron décadas atrás, mucho antes de que se hablara del ascenso
del Sur.
La historia de la comisión de la Asamblea General de la ONU sobre la crisis financiera global,
y la historia de la negociación del mandato de la UNCTAD para los próximos cuatro años,
ilustran la capacidad que tienen los principales Estados occidentales para marginar a los
organismos globales en los que no ejercen un claro control, y para mantener el debate sobre
temas de su interés en los foros que controlan mejor, como el Banco Mundial y el FMI.
Pueden – casi – mantener a la ONU fuera de los temas de la economía y finanzas globales,
cubiertos por el Banco el FMI, apelando a los acuerdos establecidos en la fundación de las
dos organizaciones en 1945, que son similares a los de otras organizaciones, excepto que la
Asamblea General no puede hacerles recomendaciones – que los Estados Occidentales usan
como justificación para mantener a la ONU fuera de temas donde los países en desarrollo
pueden usar su mayor influencia para hacer críticas más fuertes a las políticas de los países
occidentales e instituciones, tal como hacen sus representantes marginados en el FMI y el
Banco.
El caso sobre el éxito de Estados Unidos para mantener la presidencia del Banco Mundial
ilustra los mecanismos institucionales que permiten que proteja su monopolio, aún frente al
consenso normativo de que tales puestos no deberían restringirse a determinadas
nacionalidades. También muestra la desconfianza entre los países en desarrollo, lo que
facilita a EEUU dividirlos con acuerdos bilaterales.
De hecho, los representantes de los principales países en desarrollo parecían estar fingiendo
apoyar a un No americano para conseguir concesiones bilaterales de los americanos –
incluyendo acceso a puestos más altos aunque no los principales. Según la mirada de China,
el jefe del IFC (previamente siempre europeos) es más que suficiente premio por el
momento, en su estrategia de largo plazo de construcción de su influencia paso a paso,
especialmente porque el IFC trata directamente sobre inversión extranjera directa (IED) y el
gobierno chino está profundamente interesado en estimular las IED en China y en ayudar a
sus firmas a invertir en el exterior.
El caso sobre el Banco Mundial también muestra un desplazamiento incremental del poder,
no hacia los países en desarrollo en general, sino hacia los BRICS. El hecho de que Estados
Unidos tuviera que negociar acuerdos bilaterales con los países del BRICS para asegurar la
elección de Dr. Kim, refleja el cálculo de que tuvo que reconocer su apoyo, ofreciéndoles
premios de segundo nivel. Esto es así especialmente porque quiere que los mayores y más
prósperos países en desarrollo contribuyan más en el financiamiento de la Autoridad
Internacional de Fomento, de modo que el Tesoro americano pueda reducir sus
contribuciones sin ceder su posición dominante; su objetivo es “mismo poder por menos
dinero”.
La desconfianza que erosiona la cooperación entre países en desarrollo es también tema del
quinto caso de estudio. Incluso la región más económicamente exitosa del mundo en
desarrollo, Este y Sudeste asiático, ha podido construir una organización regional sólo lenta
y dolorosamente. Los Estados del Este y Sudeste asiático aún miran de forma reflexiva a
Estados Unidos y otros Estados del G7 u organizaciones dominadas por esos estados. En el
caso del CMIM, la desconfianza entre China y Japón significó que los miembros tuvieran que
construir el “vínculo FMI”, que restringía la capacidad de la organización para tomar
decisiones sobre los recursos de manera independiente del FMI dominado por occidente,
aún si uno de los motivos principales para este agrupamiento sobre intercambios externos
era reducir la vulnerabilidad frente al FMI y frente a la influencia occidental.
La elevación del G20 al estatus de Jefes de Estado a fines de 2008, fue un hecho útil para
Occidente, porque debilita el bloque de los países en desarrollo. Los gobiernos de los
principales países en desarrollo tienden a darle prioridad a su participación en la mesa
principal, donde se codean con los representantes de Estados Unidos, GB, Alemania, y otros
poderes occidentales. Allí, incluso tienden a acompañar al G7, o bien tienden a bloquear
discusiones específicas que pueden afectar sus intereses nacionales (China sobre tasas de
cambio, por ejemplo). Los estados occidentales pueden fácilmente dividirlos7.
Pero hay pocos signos de que los miembros del BRICS tengan el mismo parecer sobre
algunos temas. La negociación sobre el banco de los BRICS es uno de ellos. Otro signo es el
que viene de un reciente encuentro del subcomité del consejo de directores ejecutivos del
Banco Mundial. Representantes de GB y de EEUU se quejaban, nuevamente, sobre el muy
generoso pago al personal del Banco e insistían que debían recortarse las remuneraciones
del personal, para mantener la salud financiera del Banco. El representante de China
respondió con una apasionada y voluble defensa de los niveles de remuneración del
personal del Banco, para la sorpresa general, diciendo que China es un prestatario del Banco
y que quiere sentarse en una mesa donde haya personal altamente calificado. Señaló que
desde que Estados Unidos y GB dejaron de pedir préstamos del banco, dejaron de
preocuparse por el deterioro en la cualificación del personal, incluso con los niveles
existentes de remuneración. En todo caso, dijo, los niveles de remuneración deberían
aumentarse. Los representantes indios y rusos acordaron con el representante chino.
7
En la asamblea general, no había mucho en riesgo, los países en desarrollo están más preparados para
asumir una postura diferente que Occidente. Una forma de medir la influencia occidental es a través de
puntaje de coincidencia en los votos, que mide la cantidad de apoyo que un estado recibe de otros
estados en la Asamblea General. A fines de los 90, UE y EEUU recibían cerca del 70% del apoyo en
sus posiciones sobre derechos humanos. Para 2009-10, el puntaje había caído a 40-42%. China y Rusia
aumentaron su porcentaje en torno de 40 y 60% respectivamente a fines de los 90, y a alrededor de
70% actualmente. Ver Gowan y Brantner (2010).
La evidencia aquí presentada sugiere que incluso un aumento modesto de la autoafirmación
de algunos países en desarrollo, restringe el alcance de los mandatos globales para acuerdos
sobre temas reducidos y vagos, que pueden conseguirse mejorando los problemas de
coordinación del tipo del dilema del prisionero, donde las partes acuerdan sobre la
naturaleza del problema. Mayores avances sobre un sistema regulatorio fuerte e integrado
será bloqueado en tanto que más estados, con diferentes e ingresos medios y culturas no
occidentales, afirmen diferentes intereses nacionales y creencias fundamentales en los
principales foros (por ejemplo, sobre el rol económico del Estado, sobre la administración de
las tasas de cambio), y mientras que los Estados occidentales se resistan a ceder un dominio
establecido hace tiempo. Encontrar áreas de acuerdos interestatales donde haya
divergencia sobre creencias fundamentales, es más difícil de tratar que resolver problemas
de coordinación8. Incluso es dudoso que acuerdos limitados y débilmente acoplados sobre
finanzas sean suficientes para evitar las crisis financieras multinacionales, que en el pasado
tenían una frecuencia de cada cinco o siete años. Es también dudoso que ese tipo de
acuerdos limitados puedan evitar un aumento intolerable de la temperatura para 2050 y la
erosión de la capacidad biótica del planeta. La cuestión es cuántas más crisis económicas y
ecológicas debemos recorrer antes de que los principales Estados, incluso el G20 o algún
tipo de sustituto, actúen concertadamente para forjar sistemas regulatorios más fuertes e
integrados, regional y globalmente (Vestergaard y Wade 2012b).
Mientras tanto, el caso de la comisión Stiglitz subraya la responsabilidad de los medios
occidentales que deberían desarrollar una investigación independiente, en lugar de repetir
las opiniones de los representantes de los Estados occidentales como si fueran propias. Y es
sin duda interés de largo plazo de los Estados occidentales, suavizar sus intentos- como se
expresó en el segundo y tercer epígrafe – de sofocar la articulación de las visiones sobre los
asuntos macroeconómicos, financieros y de comercio, diferentes a los establecidos por
occidente. Mientras que continúen teniendo una posición dominante en la gobernanza
global, tienen la principal responsabilidad por conducir al sistema interestatal a un lugar
alejado del descripto en el primer epígrafe.
Lecturas recomendadas
Briscoe, J. 2012. “A Time for India to Stand Up and Be Counted.” The Hindu, March 30.
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Garton Ash, T. 2012. “Can Europe Survive the Rise of the Rest?” New York Times, September
1, www.nytimes.com/2012/09/02/opinion/sunday/can-europe- survive-the-rise-of-therest.html.
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Grimes, W. 2011. “The Asian Monetary Fund Reborn? Implications of Chian Mai Initiative
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8
Para regímenes fragmentados y comprehensivos ver Keohane and Victor (2011). Sobre la relación
creencia-acción en diferentes “niveles” de aprendizaje o participación en red, ver Spiro (1966)
Hale, T., and D. Held, eds. 2011. Handbook of Transnational Governance: New Institu- tions
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Zoellick, R. 2010. “The End of the Third World?” Address delivered before the Wood- row
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