SSTJCE, Demesa y Ramondin, Asuntos acumulados C

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SSTJCE, Demesa y Ramondin, Asuntos acumulados C-183/02 y C-187/02 P y
Asuntos acumulados C-186/02 P y C-188/02 P: AYUDAS DE ESTADO. Medidas
fiscales. Motivos nuevos. Confianza legítima. Desviación de poder. Falta de
motivación.
Marta Villar Ezcurra
Catedrática de Derecho Financiero y Tributario. USP-CEU
vilezc@ceu.es
I. DOCTRINA DEL TRIBUNAL
No es aceptable la invocación de motivos nuevos en el recurso de casación,
como lo es que la medida fiscal controvertida estaba excluida ab initio –en un
estadio anterior del razonamiento jurídico- del ámbito de aplicación del artículo 92
del Tratado y, por ende, del control de la Comisión, ni la falta de motivación de la
sentencia recurrida sobre este punto, ya que el segundo motivo está
indisociablemente unido al primero.
Es preciso recordar que permitir que una de las partes invoque por primera vez
ante el Tribunal de Justicia un motivo que no haya invocado ante el Tribunal de
Primera Instancia equivaldría a permitirle plantear al Tribunal de Justicia, cuya
competencia en materia de recursos de casación es limitada, un litigio más extenso
que aquel del que conoció el Tribunal de Primera Instancia. En el marco de un
recurso de casación, la competencia del Tribunal de Justicia está limitada a la
apreciación de la solución jurídica que se haya dado a los motivos objeto de debate
ante los jueces de primera instancia.
Cuando se ejecuta una ayuda sin notificación previa a la Comisión, de modo que
es ilegal en virtud del artículo 93, apartado 3, del Tratado, el beneficiario de la
ayuda no puede, en este momento, depositar una confianza legítima en la legalidad
de la concesión de dicha ayuda.
Un acto adolece de desviación de poder cuando existen indicios objetivos,
pertinentes y concordantes de que dicho acto ha sido adoptado con el fin exclusivo
o, al menos, determinante de alcanzar fines distintos de los alegados.
II.
ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES
(STJPI 6.3.02, Diputación Foral de Álava y otros/Comisión, As.Ac. T-127/99, T-129/99 y T-148/99,
Rec. p. II-1275 -Demesa-; STJPI 6.3.02, Diputación Foral de Álava y otros/Comisión, As. Ac. T­
92/00 y T-103/00, Rec. p. II-1385 -Ramondin- ; STJCE 1.6.1994, Comisión/Brazzelli Lualdi y otros,
As. C-136/92, Rec. p. I-1981; STJCE 28.5.1998, Deere/Comisión, As. C-7/95, Rec. p. I-3111;
STJCE 10.4.03, Hendrickx/Cedefop, As. C-217/01, Rec. p. I-3701; STJCE 22.11.01, Países
Bajos/Consejo, As. C-110/97, Rec. p. I-8763; STJCE 21.6.01, Moccia Irme y otros/Comisión, As.
Ac. C-280/99 P a C-282/99 P; Rec. p. I-4717; STJCE 15.10.02, Limburgse Vinyl Maatschappij y
otros/Comisión, As. Ac. C-238/99 P, C-244/99 P, C-247/99 P a C-252/99 P y C-254/99 P, Rec. p. I­
8375).
Las sentencias que se comentan resuelven recursos de casación contra las
sentencias dictadas por el Tribunal de Primera Instancia el 6 de marzo de 2002 y
1
recuerdan la doctrina jurisprudencial dictada a propósito de los motivos invocados,
sin aportar novedad al respecto.
III.
SUPUESTOS DE HECHO
Los dos asuntos se encuadran en el marco de los litigios suscitados por la
aplicación de las normas comunitarias europeas sobre el control de ayudas de Estado
incompatibles con el mercado común, a determinadas medidas fiscales aprobadas
por las Diputaciones Forales vascas, medidas que favorecieron la instalación de una
fábrica de refrigeradores en Álava por parte de Demesa y el establecimiento en
dicha provincia de la planta de fabricación de cápsulas para precintar botellas de
vinos y espumosos, propiedad de la empresa Ramondín.
El asunto Demesa trae su origen de la suscripción, el 13 de marzo de 1996, de un
contrato de colaboración entre la empresa Daewoo Electronics Co. Ltd. y las
autoridades vascas, en virtud del cual esta empresa se comprometió a instalar una
fábrica de frigoríficos en el País Vasco. Como contrapartida, las autoridades
autonómicas vascas apoyarían este proyecto concediendo una serie de subvenciones.
La empresa citada constituyó entonces Demesa, como sociedad española y filial al
100% de Daewoo Electronics Co. Ltd., obligada a redactar un plan empresarial cuya
aprobación por las autoridades autonómicas era condición sine qua non para la
aplicación efectiva del contrato. Este plan, que abarcaba el período 1996-2001, fue
presentado a las autoridades autonómicas en septiembre de 1996 y preveía una
inversión de 11.835.600.000 pesetas (aproximadamente 71 millones de euros) y la
creación de 745 puestos de trabajo. En virtud del acuerdo 737/1997, de 21 de
octubre, la empresa obtuvo un crédito fiscal del 45% previsto en la Norma Foral
22/1994. En junio de 1996, la Asociación Nacional de fabricantes de
Electrodomésticos de Línea Blanca (ANFEL) presentó una denuncia ante la
Comisión Europea reprochando al Reino de España haber concedido una ayuda a
Demesa en forma, en particular, de medidas fiscales. En este mismo sentido, el
Conseil Européen de la construction d´appareils domestiques (CEDED) presentó
igualmente una denuncia ante la Comisión.
Tras el procedimiento oportuno, la Comisión adoptó su Decisión calificando de
ayuda de Estado incompatible con el mercado común el crédito fiscal concedido a
Demesa e instando a España a retirar los beneficios derivados de tal ayuda, por
haber sido puesta ilegalmente a disposición de su beneficiario. Interpuesto el recurso
ante el Tribunal de Primera Instancia al objeto de solicitar la anulación total o
parcial de la Decisión de la Comisión, este Tribunal dictó sentencia el 6 de marzo de
2002, desestimando “los recursos del territorio de Álava y de Demesa en la medida
en que tenían por objeto la anulación de la Decisión impugnada por lo que se refiere
al crédito fiscal del 45%”, declarando “la inadmisibilidad de los recursos de la
Comunidad Autónoma del País Vasco y de Gasteizko Industria Lurra, S.A., en la
medida en que tenían por objeto obtener la misma anulación” y condenando a cada
parte a cargar con sus propias costas.
Es importante mencionar que en los apartados 144 a 170 de la sentencia
Demesa, el Tribunal de Primera Instancia desestimó las alegaciones impugnatorias
de la Decisión, declarando que la Comisión había considerado correctamente que las
medidas eran selectivas, ya que las autoridades de Álava disponían de un cierto
2
poder de decisión sobre la concesión del crédito fiscal y éste sólo había beneficiado
a empresas que hubieran invertido al menos 2.500 millones de pesetas. Asimismo, el
Tribunal de Primera Instancia negó que la medida estuviera justificada por la
naturaleza o la economía del sistema fiscal. De otro lado, conviene destacar que en
los apartados 233 a 239, el Tribunal de Primera Instancia declaró que los
beneficiarios no podrían invocar fundadamente el principio de protección de la
confianza legítima en relación con el crédito fiscal.
Muy parecido es el supuesto que promovió el conflicto en el caso Ramondín.
Los hechos se remontan a 1997, año en que la empresa Ramondín S.A., sociedad
española especializada en la fabricación de cápsulas para precintar botellas de vino,
champaña y otras bebidas de calidad y establecida en Logroño, decidió trasladar sus
instalaciones industriales a una localidad situada en el territorio Histórico de Álava,
en el País Vasco. A tal efecto, constituyó una nueva sociedad, Ramondín Cápsulas,
S.A., capital en un 99,8% de Ramondín S.A., estando previsto que se haría cargo de
todas las actividades de Ramondín, S.A. Con arreglo al acuerdo 738/1997 de la
Diputación Foral de Álava, de 21 de octubre, Ramondín, S.A. obtuvo un crédito
fiscal del 45% previsto en la Norma Foral 22/1994. Ramondín Cápsulas, S.A.
obtuvo también, como empresa de nueva creación, la reducción en la base imponible
del impuesto sobre sociedades prevista en la Norma Foral.
Por denuncia del Presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja ante la
Comisión de las Comunidades Europeas, se inició por esta institución un
procedimiento contra el Estado español respecto a las ayudas fiscales concedidas a
Ramondín, S.A. y Ramondín Cápsulas, S.A., por las autoridades vascas, que
concluyó mediante Decisión, por la que se calificaba la reducción de la base
imponible del Impuesto sobre Sociedades concedida a Ramondín, S.A., de ayuda de
Estado incompatible con el mercado común respecto de la parte de ayuda que, en
aplicación de las normas sobre acumulación de ayudas, excediera del 25% en
equivalente neto de subvención, para las ayudas de finalidad regional en el País
Vasco. En la misma Decisión se ordenaba al Reino de España que adoptase todas las
medidas necesarias para retirar los beneficios derivados de las ayudas controvertidas
y, en su caso, que las recuperase de los beneficiarios. Interpuesto el recurso ante el
Tribunal de Primera Instancia al objeto de solicitar la anulación de la Decisión de la
Comisión, éste emitió sentencia el 6 de marzo de 2002, por la cual se desestimaron
los recursos y se condenó en costas a las partes recurrentes. En los apartados 23 a
65, expuso como fundamentación que la Comisión había calificado correctamente el
crédito fiscal como una medida de carácter selectivo que no estaba justificada por la
naturaleza y la economía del sistema fiscal. Desestimó el motivo invocado de
desviación de poder por parte de la Comisión, al haber examinado la medida desde
el punto de vista de las ayudas de Estado, en vez de haber propuesto medidas de
armonización con arreglo a los artículos 95 CE y 97 CE, tal y como se argumenta en
los apartados 84 y 85 de la sentencia.
Como puede apreciarse en ambos casos, la Comisión calificó los incentivos
como ayudas de Estado ilegales y ordenó su recuperación.
IV. TIPO DE PROCEDIMIENTO
3
Las sentencias del TJCE objeto de atención, resuelven en sentido desestimatorio,
diversos recursos de casación promovidos contra las sentencias dictadas en primera
instancia por el Tribunal de Justicia de Primera Instancia, con fecha ambas de 6 de
marzo de 2002.
Mediante sus recursos de casación, Daewoo Electronics Manufacturing España,
S.A. (Demesa) y el Territorio Histórico de Álava – Diputación Foral de Álavasolicitaron la anulación de la sentencia del Tribunal de Primera Instancia de 6 de
marzo de 2002, Diputación Foral de Álava y otros/Comisión (asuntos acumulados
T-127/99 y T-129/99, Rec. p. II-1275), por la que dicho Tribunal anuló parcialmente
la Decisión 1999/718/CE de la Comisión, de 24 de febrero de 1999, relativa a la
ayuda estatal concedida por España a favor de Daewoo Electronics Manufacturing
España, S.A. (Demesa) (DO L 292, p. 1) y desestimó en lo demás sus recursos de
anulación dirigidos contra dicha Decisión, recursos que el TJCE resuelve en los
asuntos acumulados C-183/02 P y C-187/02 P, mediante sentencia de 11 de
noviembre de 2004, desestimando los recursos y condenando en costas a las partes
demandantes, cargando la Comunidad Autónoma del País Vasco con sus propias
costas.
De igual modo, mediante sus recursos de casación, Ramondín S.A. y Ramondín
Cápsulas, S.A., así como el Territorio Histórico de Álava –Diputación Foral de
Álava- solicitaron la anulación de la sentencia del Tribunal de Primera Instancia 6
de marzo de 2002, Diputación Foral de Álava y otros/Comisión (asuntos
acumulados T-92/00 y T-103/00, Rec. p. II-13859) por la que dicho Tribunal
desestimó sus recursos de anulación contra la Decisión 2000/795/CE de la
Comisión, de 22 de diciembre de 1999, relativa a la ayuda estatal ejecutada por
España a favor de Ramondín, S.A. y Ramondín Cápsulas, S.A. (DO L 318, p. 36),
recursos de casación que el TJCE resuelve en los asuntos acumulados C-186/02 P y
C-188/02 P, mediante sentencia de 11 de noviembre de 2004, desestimando los
mismos e imponiendo costas a las partes demandantes. Los motivos de anulación de
la sentencia recurrida en que las partes recurrentes fundamentaron los recursos se
concretan en la existencia de desviación de poder, falta de motivación de la
sentencia sobre este punto, calificación errónea de las medidas fiscales
controvertidas como ayudas de Estado incompatibles con el mercado común y falta
de motivación de la sentencia recurrida sobre este punto, existencia de desviación de
poder y falta de motivación de la sentencia recurrida sobre este punto.
La Abogado General Sra. Juliane Kokott presentó el 6 de mayo de 2004 unas
únicas conclusiones al entender que ambos recursos planteaban, fundamentalmente,
los mismos problemas jurídicos.
V. FUNDAMENTOS JURÍDICOS
En el asunto Demesa, el Tribunal desestima la alegación de vulneración al
principio de confianza legítima invocado de parte, pues “es preciso recordar, por una
parte, que, habida cuenta del carácter imperativo del control de las ayudas estatales
que con arreglo al artículo 93 del Tratado efectúa la Comisión, las empresas
beneficiarias de una ayuda sólo pueden, en principio, depositar una confianza
legítima en la validez de la ayuda cuando ésta se conceda con observancia del
procedimiento que prevé dicho artículo, y, por otra parte, que, en circunstancias
4
normales, todo agente económico diligente debe poder comprobar si ha sido
observado dicho procedimiento” (apartado 44). “En particular, cuando se ejecuta
una ayuda sin notificación previa a la Comisión de modo que es ilegal en virtud del
artículo 93, apartado 3, del Tratado, el beneficiario de la ayuda, no puede, en ese
momento, depositar una confianza legítima en la legalidad de la concesión de dicha
ayuda” (apartado 45). Tiene además en cuenta que el Tribunal de Primera Instancia
constató en la sentencia recurrida que las partes no negaban que el crédito fiscal del
45% había sido establecido sin notificación previa, infringiéndose lo dispuesto en el
artículo 93, apartado 3 del Tratado y dedujo fundadamente que no cabía acoger la
argumentación basada en el principio de protección de la confianza legítima.
En cuanto a los motivos basados en la calificación errónea de la medida fiscal
controvertida como ayuda de Estado incompatible con el mercado común y en la
falta de motivación sobre este punto, el Tribunal los inadmite, considerando que se
trata de un nuevo motivo no invocado ante el Tribunal de instancia, recordando al
efecto jurisprudencia reiterada sobre la limitación en el marco de un recurso de
casación, a la apreciación de la solución jurídica que se haya dado a los motivos
objeto de debate ante los jueces de primera instancia.
Respecto a la invocación de la existencia de desviación de poder y falta de
motivación sobre este punto, no se acepta por tratarse de un motivo nuevo que se
trata de hacer valer en un recurso de casación.
Por lo que respecta a la sentencia dictada en el asunto Ramondín, sobre los
motivos basados en el error de Derecho cometido por el Tribunal de Primera
Instancia al no haber reconocido la desviación de poder por una parte, y en la falta
de motivación de la sentencia impugnada sobre este punto, la sentencia trae a
colación que el Tribunal de Primera Instancia recordó certeramente que un acto sólo
adolece de desviación de poder cuando existen indicios objetivos, pertinentes y
concordantes de que dicho acto ha sido adoptado con el fin exclusivo o, al menos,
determinante de alcanzar fines distintos de los alegados (apartado 44), analizó y
evaluó las alegaciones y argumentos de las partes recurrentes, estimando que no
aportaban ningún indicio objetivo que permitiera concluir que el verdadero objetivo
perseguido por la Comisión con la adopción de la Decisión impugnada era obtener
la armonización fiscal (apartado 45) y efectuó una apreciación de los hechos, lo que,
“salvo en caso de desnaturalización de los elementos de prueba aportados ante él, no
constituye una cuestión de derecho sujeta, como tal, al control del Tribunal de
Justicia” (apartado 46).
En la medida en que las partes recurrentes se limitaron a cuestionar esta
apreciación de hechos por medio de aseveraciones, sin presentar ningún indicio de
que el Tribunal de Primera Instancia desnaturalizase las pruebas aportadas ante él y
teniendo en cuenta que, en cualquier caso, no cabe alegar que, de la existencia de
denuncias de empresas competidoras el Tribunal de Primera Instancia debió deducir
que los fines perseguidos por la Comisión eran distintos de los alegados, el TJCE
resuelve desestimando el motivo basado en la existencia de desviación de poder. A
más de ello, afirma que la mera existencia de denuncias de esta índole no permite
inferir tal suposición. Respecto a la motivación, el TJCE entiende que ésta resulta
suficiente habida cuenta de la argumentación presentada ante el Tribunal de Primera
5
Instancia, que no contenía referencia alguna a la supresión de una serie de medidas
fiscales de una lista elaborada por un grupo creado en el seno del Consejo.
En cuanto a los motivos referidos a la calificación errónea de las medidas
fiscales controvertidas como ayudas de Estado incompatibles con el mercado
común, y, por otra, a la falta de motivación de la sentencia recurrida sobre este
punto, la argumentación del TJCE, comienza recordando que “permitir que una de
las partes invoque por primera vez ante el Tribunal de Justicia un motivo que no
haya invocado ante el Tribunal de Primera Instancia equivaldría a permitirle
plantear al Tribunal de Justicia, cuya competencia en materia de recursos de
casación es limitada, un litigio más extenso que aquel del que conoció el Tribunal de
Primera Instancia. En el marco de un recurso de casación, la competencia del
Tribunal está limitada a la apreciación de la solución jurídica que se haya dado a los
motivos objeto de debate ante los jueces de primera instancia” (apartado 60). En la
medida en que no se alegó en primera instancia que las medidas fiscales
controvertidas estén excluidas, como tales, del ámbito de aplicación del Derecho en
materia de ayudas de Estado, ni que el artículo 92 del Tratado sólo comenzase a
aplicarse a las disposiciones de Derecho tributario a partir de las conclusiones del
Consejo Ecofin de 1 de diciembre de 1997 sobre política fiscal y la Comunicación
de la Comisión de 10 de diciembre de 1998 relativa a la aplicación de las normas
sobre ayudas estatales a las medidas relacionadas con la fiscalidad directa de las
empresas, la sentencia inadmite este nuevo motivo así como el basado en la falta de
motivación, indisolublemente unido al primero.
En efecto, el TJCE considera que el territorio Histórico de Álava se refirió a los
objetivos de política económica de la medida de reducción de la base imponible en
el marco del debate sobre la selectividad de ésta, es decir, en el estadio del debate
relativo a la calificación de dicha medida como ayuda de Estado incompatible con el
mercado común a efectos del artículo 92 del Tratado, por lo que la alegación
formulada en el marco del recurso de casación constituye un motivo nuevo
presentado por primera vez en el marco del recurso de casación.
VI. COMENTARIO CRÍTICO
Aunque la aplicación de las normas sobre el control de las ayudas de Estado se
ha intensificado en lo que a la materia fiscal se refiere a raíz de la aprobación en
1997 del Código de Conducta sobre la fiscalidad de las empresas, el Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas ya había tenido ocasión de afirmar con
anterioridad que una deducción fiscal concedida a determinadas empresas constituye
una ayuda estatal, pues coloca a los destinatarios en una situación económica más
favorable que otros contribuyentes (STJCE 15.3.1994, Banco Exterior de España
contra el Ayuntamiento de Valencia, C-387/92, Rec. 1994, p. I-0877, apartado 14).
En efecto, el concepto comunitario de ayuda es un concepto amplio que da cabida a
cualquier beneficio específico concedido por el Estado o mediante fondos estatales a
una empresa o grupo de empresas, en la medida en que afecte a los intercambios
comerciales otorgando una ventaja competitiva a la empresa beneficiaria que falsee
o amenace falsear la competencia.
Debe advertirse que por lo que se refiere a España, no sólo se han planteado
conflictos en relación a las medidas fiscales, en el caso de medidas aprobadas en el
6
País Vasco. Así, puede mencionarse la Decisión de la Comisión (31.10.2000, DO L
60, DE 1.3.2001) sobre los créditos fiscales para las inversiones extranjeras,
posibilitados por el artículo 34 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades
(modificado por la L 13/1996) y por diversas normas forales. A este respecto, la
Comisión ha venido entendiendo que en cuanto beneficien a empresas siderúrgicas
CECA establecidas en España, es incompatible con el mercado común del carbón y
del acero. El procedimiento se inició el 7 de agosto de 1997 (DO C 329, de 31 de
octubre de 1997) en relación a los créditos fiscales previstos por el artículo 34 de la
Ley del Impuesto sobre Sociedades (adoptado en los mismos términos por las
diputaciones de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa) al entender que apoya sólo a un grupo
concreto de empresas. El artículo 34 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades
permitía la deducción por inversiones en la creación de sucursales y
establecimientos permanentes en el extranjero; en la adquisición de participaciones
de sociedades extranjeras, en la constitución de filiales; en gastos de propaganda y
publicidad de proyección plurianual para el lanzamiento internacional de productos,
apertura y prospección de mercados en el extranjero; y gastos de concurrencia a
ferias, exposiciones y manifestaciones análogas, incluso las celebradas en España
con carácter internacional. Y la misma problemática presenta el actual artículo 37
del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades aprobado por Real
Decreto Legislativo 4/2004 de 5 de marzo. Es más, incluso fuera del ámbito de la
CECA tal precepto parece difícilmente compatible con las libertades comunitarias.
Las sentencias que comentamos ponen fin al conflicto que las ayudas fiscales del
País Vasco a las empresas Demesa y Ramondín provocaron respecto al
cumplimiento de las normas comunitarias sobre ayudas de Estado, confirmando el
criterio asentado en la primera instancia.
Como afirma en sus conclusiones la Abogado General Sra. Juliane Kokott,
resulta oportuno analizar los recursos de casación conjuntamente, ya que en todos se
suscitan, fundamentalmente, los mismos problemas jurídicos. En esencia, si la
Comisión y el Tribunal de Primera Instancia calificaron correctamente como ayudas
de Estado los beneficios fiscales concedidos por Álava; si la Comisión incurrió en
desviación de poder y si se ha vulnerado el principio de confianza legítima.
Las sentencias dictadas en primera instancia (Damesa y Ramondín),
consideraron que las medidas adoptadas por entidades territoriales de los Estados
miembros están comprendidas, del mismo modo que las medidas adoptadas por el
poder general, en el ámbito de aplicación de las disposiciones comunitarias en
materias de ayudas de Estado, que se refieren a todas las ayudas financiadas
mediante recursos públicos.
En consecuencia, ni en aquellas sentencias ni en las dictadas ahora por el TJCE
se cuestiona la autonomía fiscal del Territorio Histórico de Álava, reconocida y
protegida por la Constitución española, si bien dicha autonomía no dispensa del
respeto de las disposiciones del Tratado en materia de ayudas.
Se recuerda por parte del Tribunal que el carácter selectivo de las medidas
fiscales resulta de la facultad discrecional de que dispone la Diputación Foral de
Álava, que le permite modular el importe o los requisitos de concesión de la ventaja
fiscal en función de proyectos de inversión, pero también del hecho de que
7
solamente las inversiones superiores a 2.500 millones de pesetas y las empresas de
nueva creación puedan acogerse a dichas ventajas. Y se advierte, también, que ya la
Decisión de la Comisión de 10 de mayo de 1993 había declarado la
incompatibilidad con el mercado común de las ayudas fiscales a la inversión del
País Vasco (normas forales de 1988) habida cuenta además de que se concedían de
forma contraria al derecho de establecimiento (anterior artículo 52 TCE).
Así, en el asunto Ramondín según el Tribunal de Primera Instancia “la
jurisprudencia ya ha precisado que incluso intervenciones que, a primera vista, son
aplicables a la generalidad de las empresas pueden caracterizarse por una cierta
selectividad” (apartado 31); “la Diputación de Álava dispone de una cierta facultad
discrecional por lo que se refiere a la aplicación del crédito fiscal”, pues se permite
“fijar el importe de la inversión admisible” y al mismo tiempo “modular el importe
de la intervención financiera”. Está además facultada la Diputación Foral para “fijar
los plazos y limitaciones que, en cada caso, resulten de aplicación” (apartado 32). Al
“otorgar a la Diputación Foral de Álava una facultad discrecional, las disposiciones
de la Norma Foral 22/1994 relativas al crédito fiscal pueden colocar a determinadas
empresas en una situación más favorable que a otras. En consecuencia, debe
considerarse que la medida fiscal controvertida cumple el requisito de especificidad”
(apartado 33), “al limitar la aplicación del crédito fiscal a las inversiones en
inmovilizado material nuevo superiores a los 2.500 millones de pesetas, las
autoridades vascas reservaron de facto la ventaja fiscal de que se trata a las empresas
que cuentan con considerables recursos económicos” (apartado 39).
El carácter selectivo en la aplicación de la reducción en la base imponible,
resulta de la circunstancia de que sólo se aplica a las empresas de nueva creación
que inviertan 80 millones de pesetas y creen 10 empleos. La misma exposición de
motivos de la Norma Foral enuncia “objetivos que son más bien de política
industrial, entre los que específicamente se menciona el de fomentar la aparición de
nuevas iniciativas empresariales, objetivo que se concreta a continuación en las
medidas dirigidas a la categoría específica de empresas de nueva creación”
(apartado 43). La selectividad de la medida “resulta de diferentes elementos. En
primer lugar, el derecho a la reducción en la base imponible únicamente se reconoce
a las empresas de nueva creación, excluyendo de esta forma a cualquier otra
empresa del beneficio de que se trata. Además, dichas empresas de nueva creación
deberán realizar una determinada inversión (al menos 80 millones de pesetas) y
garantizar la creación de 10 puestos de trabajo como mínimo” (apartado 49).
El Tribunal rechaza las alegaciones que invocan la excepción, primero, por falta
de prueba de que el objetivo de las medidas fiscales controvertidas sea obtener
mayor nivel de ingresos fiscales, y segundo, porque aunque la presión fiscal general
en el País Vasco pueda ser superior a la que existe en el resto de España, esto no
puede demostrar que estén justificadas por la lógica interna de la medidas. Los
demandantes alegaban que el mercado en que opera Ramondín no es altamente
competitivo y que el traslado se hizo debido a la política urbanística practicada por
las autoridades de La Rioja, pues la empresa no tiene competidores en España y
muy pocos en Europa. Sin embargo, la sentencia considera que basta con una
amenaza de falsear la competencia para que se infrinja el artículo 87 TCE, pues las
ayudas refuerzan la posición financiera de la empresa beneficiaria frente a sus
competidores. También rechaza las alegaciones sobre desviación de poder de la
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Comisión –por enjuiciar supuestamente todo el sistema de ayudas del País Vascode discriminación y falta de motivación.
Las Conclusiones Generales de la Abogado General Juliane Kokott muestran
una postura poco favorable a los intereses del País Vasco, cuando afirma que “los
recurrentes no limitan su recurso de casación a determinados aspectos del motivo
basado en la infracción del artículo 87 CE que ya hubieran sido alegados, sino que
formulan un motivo nuevo ante el Tribunal de Justicia” (apartado 46) y concluye
que “por consiguiente, debe declararse la inadmisibilidad del motivo basado en la
infracción del artículo 87 CE en la versión que resulta de los escritos de
desistimiento” (apartado 47). Además, “con carácter meramente accesorio ha de
añadirse que dicho motivo, aun suponiendo que fuera admisible, sería infundado en
cuanto al fondo”, pues “según reiterada jurisprudencia, el concepto de ayuda
comprende no sólo las prestaciones positivas, es decir, las subvenciones, sino
también las intervenciones que, bajo formas diversas, alivian las cargas que
normalmente recaen sobre el presupuesto de una empresa” (apartado 49). “Las
ventajas de esta índole otorgadas por los Estados –prosigue la Abogado General- no
escapan sin más a la aplicación de las disposiciones sobre ayudas por el hecho de
pertenecer al ámbito de la política económica o de la legislación fiscal”.
En especial en la sentencia Banco Exterior de España, dictada en 1994, es decir,
antes de la concesión de los beneficios fiscales a Demesa y Ramondín, el Tribunal
de Justicia manifestó, despejando así cualquier duda, que las disposiciones fiscales
podían constituir ayudas de Estado. En ella se declaró que “una medida mediante la
cual las autoridades públicas conceden a determinadas empresas una exención
tributaria que, aunque no implique una transferencia de fondos estatales coloque a
los beneficiarios en una situación financiera más favorable que a los restantes
contribuyentes, constituye una ayuda de Estado en el sentido del apartado 1 del
artículo 92 del Tratado [actualmente artículo 87 CE]” (apartado 50). “Además, para
que el artículo 87 CE se aplique a una legislación tributaria nacional no es necesario
ningún otro acto del Consejo o de la Comisión. El hecho de que quizás la Comisión
no haya comenzado a examinar sistemáticamente las disposiciones fiscales como
posibles infracciones del artículo 87 CE hasta un determinado momento no excluye
que se evalúen los beneficios fiscales concedidos anteriormente a la luz de las
disposiciones sobre ayudas de Estado” (apartado 51).
Es interesante cómo las conclusiones generales advierten de la voluntad de las
partes de no suscitar en los procedimientos de casación la cuestión de la
selectividad, pues por ello “el Tribunal de Justicia queda vinculado (…) y ya no
puede examinar en los presentes procedimientos si la calificación de medidas
selectivas contenida en las Decisiones de la Comisión y en la sentencia del Tribunal
de Primera Instancia no está viciada de errores” (apartado 38), añadiendo que
“quizás sea de lamentar, por razones de economía procesal, que esta cuestión
jurídica, cuya solución sentaría precedente para los numerosos asuntos pendientes
ante el Tribunal de Primera Instancia, no quede ya resuelta definitivamente, pero el
Derecho procesal no deja ningún margen de apreciación al Tribunal de Justicia a la
hora de admitir el desistimiento del recurso de casación. Con arreglo al artículo 118
del Reglamento de Procedimiento, en relación con el artículo 78, el desistimiento
(completo) de un recurso de casación implica automáticamente el archivo del
asunto. De lo anterior se deduce por analogía que en el supuesto de un desistimiento
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parcial el Tribunal de Justicia ya no puede juzgar el fondo del asunto en la parte
objeto de desistimiento, lo que en última instancia es expresión del principio
dispositivo” (apartado 39).
En definitiva, el interés de estas sentencias no radica tanto en la doctrina nueva –
que no lo es- dictada por el Tribunal de Justicia comunitario en los recursos de
casación, sino en la ratificación de los criterios adoptados a propósito de la
selectividad de las medidas fiscales como elemento determinante para la calificación
de las mismas como ayudas de Estado ilegales por incompatibles con el mercado
común, pese a que el TJCE no haya entrado a resolver si hubo o no error de
calificación. Desde esta perspectiva, cabe recordar que el carácter selectivo es
precisamente lo que diferencia las ayudas de Estado de las medidas generales.
VII.
RELEVANCIA PARA ESPAÑA
Con estas sentencias se confirma el criterio de la incompatibilidad de las ayudas
fiscales del País Vasco a Demesa y Ramondín, por lo que es firme la decisión del
Tribunal de declarar que España ha incumplido las reglas comunitarias en materias
de ayudas de Estado y que han de restituirse las ayudas ilegalmente obtenidas. La
cuantía se calculará comparando el impuesto efectivamente pagado y el que se
debería haber pagado si se hubiese aplicado la norma correspondiente, añadiendo los
intereses que se adeuden, tal y como se explicita en el apartado 35 de la
Comunicación de la Comisión relativa a la aplicación de las normas sobre ayudas
estatales a las medidas relacionadas con la fiscalidad de las empresas (DOCE 384/3,
de 10 de diciembre de 1998), que remite al tipo de referencia utilizado para el
cálculo del equivalente de subvención en el marco de las ayudas regionales.
En cualquier caso, como se recuerda en las conclusiones de la Abogado General
“dado que los recursos ante los órganos jurisdiccionales de la Comunidad no tienen
efectos suspensivos, todas las Decisiones en que la Comisión ordena la recuperación
de una ayuda deben cumplirse, en cualquier caso, de forma inmediata y con
independencia de la interposición de un recurso, a menos que se haya acordado
judicialmente la suspensión de su ejecución” (apartado 40).
De otro lado, se pone de manifiesto una vez más la importancia que tiene esta
forma de limitación a la soberanía fiscal de los Estados, en que consiste el sistema
comunitario de control de ayudas de Estado.
VIII.
BIBLIOGRAFÍA
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alternativa viable a la armonización fiscal”, Noticias de la Unión Europea núm. 24, 2000; ARCHEL,
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Estado en el marco del Derecho Comunitario Europeo”, Noticias de la Unión Europea núm. 196,
2001, pág. 45 y ss.; MARTÍN JIMÉNEZ, A.J.: “El concepto de ayuda de Estado y las normas
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