Reg.: A y S t 222 p 35-40. Santa Fe, 11 de setiembre de 2.007. VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la Caja Forense de la Segunda Circunscripción Judicial contra la resolución 283 de fecha 24 de mayo de 2006 dictada por la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de la ciudad de Rosario, en autos caratulados "FORNELLS, Hugo -Sucesión- (Expte. 101/99)" (Expte. C.S.J. Nº 580, año 2006); y, CONSIDERANDO: 1. Conforme surge de las constancias de autos, mediante resolución 283 de fecha 24 de mayo de 2006, la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de la ciudad de Rosario declaró operada la caducidad de la instancia del recurso de apelación deducido por la Caja Forense contra el auto 2085 de fecha 19.11.1997 dictado por el Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial N° 10 de Rosario, imponiendo las costas del incidente de perención a la apelante al haber resultado vencida en su planteo (art. 251 C.P.C. y C.). Contra dicho pronunciamiento, interpone la perdidosa recurso de inconstitucionalidad tachándolo de arbitrario por no reunir las condiciones mínimas necesarias para satisfacer el derecho a la jurisdicción que acuerda la Constitución provincial y por resultar contrario a derechos y garantías de raigambre constitucional como lo son: el derecho de propiedad y el debido proceso. Se agravia de lo resuelto por la Sala en lo que respecta a: 1) la caducidad de la instancia, por cuanto -afirma- la cuestión resulta accesoria de una causa sucesoria que no puede -técnicamente- caducar; y 2) la imposición de costas de segunda instancia a la Caja Forense, cuando las cuestiones relativas a aportes y honorarios se encontrarían libres de costas y exentas de todo gravamen atento a lo normado por el artículo 28 de la ley 6767. Manifiesta que la situación procesal resuelta afecta la sustancial, atento a que lo decidido "desnuda el tratamiento de otras cuestiones importantes que quedarían irremediablemente firmes como son aquellas que desarmonizan el sistema recaudatorio; se admite la transferencia de bienes en apartamiento a las reglas del artículo 34 de la ley de aranceles; y se vulneran los principios inherentes a las transacciones y en particular aquellos relativos al artículo 851 del Código Civil (...) consagrando el efecto relativo de los contratos, con relación a las partes, sus herederos y sucesores universales, siendo inoponible a esta Caja Forense todo convenio para quienes la transacción es un acto ajeno, que no los puede perjudicar ni lo pueden invocar salvo los casos de los arts. 1161 y 1162, todos del Código Civil" (cfr. f. 30). En lo tocante al primer punto -caducidad de instancia en materia sucesoria-, se agravia de los razonamientos vertidos por la Alzada respecto a la posibilidad de que las cuestiones incidentales relativas a los trámites universales sean susceptibles de caducar, remarcando la recurrente que la sucesión como tal no es pasible de ser declarada caduca. Afirma, en tal sentido, que si el asunto principal no puede estar sujeto a caducidad, no podría perimir lo accesorio, atento a que los incidentes serían meras instancias accesorias carentes como tales de autonomía procesal. Consecuentemente, sostiene, tratándose el presente de un incidente, el mismo habría de seguir la misma suerte del principal por aplicación del artículo 240 del Código Procesal Civil y Comercial. Todo lo cual -concluye- implicaría la vigencia de la instancia. En segundo lugar, se queja de la cuestión relativa a la imposición de las costas del proceso en segunda instancia a la Caja Forense. Asevera haber cuestionado en autos la inteligencia del artículo 251 del Código Procesal Civil y Comercial -relativo a las cuestiones causídicas-, considerando que el decisorio atacado sería contrario a los derechos y garantías tutelados en disposiciones de orden constitucional, y en particular a la interpretación del artículo 28 inciso "e" de la ley 6767, que exime de costas a los asuntos relativos a honorarios profesionales. Continúa efectuando un análisis, en relación a las pautas y criterios de interpretación aplicables al caso concreto, de los fines y el espíritu de la ley 6767 y de las leyes arancelarias en general, de todo lo cual deduce la obligación de efectuar los aportes correspondientes "como recaudo previo a la homologación del aporte y la necesidad de hacerlo aún antes del acto homologatorio". Invoca a tal efecto los artículos 34 y 35 de la ley 6767. Por último, concluye reafirmando la arbitrariedad del pronunciamiento por haberse soslayado la normativa aplicable para la interpretación del caso -artículos 34 y 35 de la ley de aranceles- dando razones no regladas para su apartamiento, sustentadas en conjeturas de orden dogmático y fundadas en la experiencia. 2. A su turno, la Alzada denegó la impugnación deducida, mediante resolución 661 del 10 de noviembre de 2006 (fs. 37/39), lo que motivó la presentación directa de la Caja Forense ante esta Sede (fs. 41/47v.). 3. Liminarmente, cabe señalar que si bien el auto que resuelve una caducidad de instancia -en principio- no es equiparable a sentencia definitiva, tal doctrina reconoce excepción en aquellos supuestos en que la decisión pone fin al pleito o causa un agravio de imposible reparación. En el caso, la resolución atacada -auto que declara la caducidad de la segunda instancia- importa un pronunciamiento definitivo o equiparable a tal, pues lo decidido en la instancia anterior ha asumido ejecutoria, debiendo en consecuencia tenerse por superado el mentado requisito formal exigido por el artículo 1 de la ley 7055. Superado el referido recaudo formal, cabe señalar que es menester reducir el planteo recursivo a su ámbito preciso. Por ello, los agravios esgrimidos con relación a la cuestión de fondo ventilada en el "sub lite" no pueden ser considerados por esta Corte en el examen de admisibilidad que le compete efectuar, por cuanto la materia impugnativa objeto de la presente queja se encuentra limitada -en el caso- a la caducidad de la instancia recursiva, cuestión sobre la cual deben girar los agravios constitucionales que se intentan traer ante este Cuerpo. En tal sentido, resulta acertado lo afirmado por la Alzada en el auto denegatorio respecto que "no puede dejar de señalarse que las alusiones a la salud, a la seguridad social y al principio de solidaridad y a su sostén en el sistema de aportes obligatorios de los afiliados a la Caja Forense, son ajenas a la cuestión en tratamiento y atañen a lo decidido en la instancia de grado, ya que el tema sometido a la resolución de la alzada se ciñó a la verificación de la actividad de la recurrente en orden a impulsar diligentemente la causa -cosa que no hizo- no resultando apropiado que la institución, bajo la invocación de los fines que persigue y los principios que la inspiran, reclame privilegios que la ley no prevé ni siquiera para el Estado y los incapaces (arg. art. 234 C.P.C. y C.)" (cfr. f. 38/38v.). En el "sub lite", este error en el objeto recursivo se evidencia a lo largo de todo el escrito de interposición del recurso, habida cuenta de que su sola lectura revela con toda claridad que las tachas de arbitrariedad invocadas por la quejosa se dirigen -en su mayoríaa cuestionar aspectos sustanciales resueltos en la instancia de grado, soslayando con dicho proceder la materia impugnativa a la que se encuentra circunscripta la presente causa. Delimitadas así las cuestiones sometidas al análisis de este Cuerpo, e ingresando al tratamiento de los agravios que hacen a la perención de la instancia recursiva, no puede sino concluirse que los mismos se ciñen, fundamentalmente, a cuestionar la interpretación que la Alzada efectuó en torno a los efectos de la inactividad de la quejosa en orden a impulsar diligentemente la causa en la instancia recursiva y la incidencia de tal hermenéusis en la suerte del recurso de apelación intentado. Adviértase al respecto que los Sentenciantes, frente a lo argumentado por la perdidosa en orden a que con la contestación del traslado de la expresión de agravios quedó la causa en estado de resolver de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 368 del código de rito local, sostuvieron que "teniendo en cuenta que el recurso de la entidad fue concedido en relación (v. decreto 23.12.97, f. 71vta.) por lo cual, concretada la contestación de la expresión de agravios debió solicitarse y disponerse el llamamiento de autos (arg. art. 379 C.P.C.C.) lo que no ha acontecido en el caso", y, sustentando su decisión en las constancias de la causa, afirmaron que "...con posterioridad a la providencia que tuvo por contestado el traslado corrido con motivo de la expresión de agravios de la apelante (f. 103), la causa permaneció inactiva hasta que se solicitó la perención en tratamiento (f. 104), lo que corrobora que no medió impulso para poner las actuaciones en condiciones de resolver" (cfr. f. 24/24v.). Asimismo, y en miras a dar respuesta a las alegaciones de la impugnante relativas a que la instancia recursiva no podía perimir por ser accesoria de un juicio sucesorio que no puede caducar por expresa disposición del artículo 238 del Código Procesal Civil y Comercial, concluyeron que "la circunstancia de que no periman los juicios universales no significa que igual suerte deban correr los incidentes que en ellos se suscitan, pues el artículo 240 de la ley adjetiva establece que la perención también tiene lugar en los incidentes, salvo el de perención", y, consecuentemente, no habiendo efectuado la norma distinción sobre la índole del proceso en que se desarrolla la cuestión, debe considerarse que opera en todos los incidentes que posean carácter contencioso (cfr. f. 24). Tales aserciones no logran ser desvirtuadas por la recurrente en su presentación directa, ni configuran las lesiones constitucionales que alega, toda vez que, en definitiva, sus agravios remiten a cuestiones de hecho e interpretación de normas procesales, materias propias de los jueces de la causa, y que no incumbe a este Cuerpo revisar por vía del recurso de inconstitucionalidad, a menos que se demuestre que se ha incurrido en un palmario apartamiento del derecho aplicable en relación a los hechos de la causa, excepción que, de la confrontación de lo argumentado por la parte con los fundamentos brindados en la resolución impugnada, no puede entenderse que se dé en el caso (vid. en sentido análogo, A. y S., T. 55, pág. 400), revelando su impugnación la mera discrepancia con lo resuelto por los Sentenciantes de grado en cuestiones que les son propias. De igual modo, carece de entidad para franquear esta instancia extraordinaria el planteo relativo a la imposición causídica, ya que tampoco logra la interesada en su presentación directa desmerecer lo afirmado por la Alzada en el sentido que "...lo relativo a la imposición de costas carece de idoneidad para justificar la apertura de la instancia de excepción, siendo reiterado el criterio de la Corte Suprema de Justicia local -en concordancia con la Corte federal- en cuanto a que las cuestiones de esta índole constituyen, como regla, materia reservada a los jueces de la causa, no resultando susceptibles de impugnación en el recurso que regula la ley 7055 en atención a la índole procesal y accesoria que ellas revisten...", deviniendo dicho criterio "...particularmente aplicable toda vez que el agravio provendría de la pretensión de la recurrente de aplicar al caso una norma que regula un supuesto de hecho (recurso sobre honorarios) diferente al que se decidió en la Alzada (perención de la instancia de apelación de una resolución que estableció que los abogados que intervinieron se hallaban exentos del pago de los aportes de ley)...", razón por la cual "...no se advierte en qué finca la contrariedad a disposiciones de índole constitucional a que se hace referencia" (cfr. f. 38). En suma, las cuestiones que -según afirma la apelante- tildarían de arbitrario al fallo recurrido carecen tanto de sustento como de decisividad para hacer variar la suerte de la litis a favor de la quejosa, desde que sus planteos sólo trasuntan su mera disconformidad acerca de lo decidido por la Alzada en ejercicio de funciones propias, lo cual resulta inidóneo para habilitar este estadio de excepción, sin que su postulación haya logrado configurar un agravio atendible que posibilite acceder a la instancia extraordinaria prevista en la ley 7055. Por ello, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE: Rechazar la queja interpuesta. Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen. Fdo.: SPULER-GASTALDI (Ampliación de fundamentos)-GUTIÉRREZ-NETRIFernández Riestra (Secretaria) AMPLIACIÓN DE FUNDAMENTOS DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA GASTALDI: Adhiero a los fundamentos y a la solución propuesta por los señores Ministros preopinantes, y -a mayor abundamiento- creo conveniente efectuar algunas aclaraciones en lo atinente a la cuestión de la caducidad de la instancia. Sabido es que este instituto es un modo anormal de extinción del proceso, cuyo fundamento -en definitiva- radica en la presunción de desinterés que exterioriza esa inactividad, a la vez que su propósito responde a la necesidad de evitar la duración indeterminada de los juicios, como medio de proteger la seguridad jurídica. Juntamente con esto mencionado, debe hacerse hincapié en el ya conocido principio dispositivo que, en general, rige la vida y el desarrollo del proceso en materia civil y comercial. Corolario de esto, y específicamente en el orden procesal, es la concesión monopólica a las partes de la facultad de activar -y el deber de impulsar- el desarrollo del proceso, y, además, la consagración de la perentoriedad de los términos. De esta manera, toda actividad del oficio debe ser requerida por los litigantes. Efectuadas las consideraciones precedentes, y más allá del acierto o error de la solución propuesta por la Sala al tratar el tema, no puede dejar de percibirse el largo tiempo transcurrido sin que medie actividad procesal alguna de las partes destinada a impulsar el proceso -aproximadamente un año y cinco meses desde la última actuación registrada en el expediente-. En efecto, desde el último acto procesal impulsorio obrante en autos -anterior a la solicitud de caducidad- no obra ningún trámite o pedido de parte que acredite intención de proseguir con la causa hasta el dictado de la resolución respectiva, y que logre desmerecer la decisión adoptada por los Sentenciantes. En estos actuados se puede apreciar que la apelante, desde la contestación de agravios presentada por la contraparte -23 de febrero de 2001- hasta la presentación efectuada por esta última alegando la perención de la instancia -29 de julio de 2002-, ninguna actuación efectuó tendente a instar la prosecución de las actuaciones en la Alzada, por todo lo cual resulta evidente que habría dejado vencer el plazo de un año previsto por el artículo 232 del Código de rito local sin efectuar acto impulsorio alguno. Ello es así por cuanto desde la expresión de agravios -abril de 2000- hasta julio de 2002, fecha esta en que se postulara la perención de la instancia, ninguna actuación conducente, que demostrara de forma fehaciente interés en la continuación del proceso, desarrolló la hoy impugnante. Es evidente, en consecuencia, que la quejosa se desligó de la suerte del proceso, cuando -contrariamente a lo acontecido en autos- un obrar diligente implica la carga de instar el proveimiento de los escritos presentados sin dilatar "sine die" la vida del proceso, situación esta última que habría persistido si la apelada no hubiera efectuado el mencionado pedido de caducidad. Finalmente, este Tribunal no advierte qué decisividad tendría -para cambiar la suerte del proceso- la aplicación literal del artículo 368 del Código de rito, pues ello es sin mengua de la carga que pesa sobre las partes de instar el proceso a fin de obtener el dictado de la resolución pretendida. En efecto, en el caso se imponía peticionar el proveimiento del llamamiento de autos (y su correspondiente notificación, art. 62 C.P.C. y C.), cuestión que incumbe a las partes. Ello es así pues es deber de todo litigante que presenta un escrito instar su tramitación (es decir, su proveimiento), circunstancia que no aconteció en autos, atento a que la Caja Forense -como apelante- se desentendió de la suerte del mismo. Por las razones expuestas -estimo- la presente queja debe ser desestimada. Fdo.: GASTALDI- Fernández Riestra (Secretaria)