MEMORIAS DEXA GUERRA CIVILESP AfíOLA DESDE MITAD DE FEBRERO DE 1938 HASTA EL DÍA EN QUE ME HICIERON PRISIONERO DE GUERRA EL 2 DE ABRIL DEL MISMO AflO. JOSEP CABALLé TEIXIDó 1-4 Aventuras y peripecias durante la guerra civil españla 1936-39 Reanudo estos relatos en el año 1979 trabajando en la C. Nuclear de Aseó Debíamos estar amediados de Febrero del año 1938 que al pasar con el tren por delante de mi pueblo (Vinebre) unas ganas locas de estar en él para ver a mi familia y amigos, una ansia incontenible de ver a mi novia se apoderaron de mi, que me prometí a mi mismo que si paraba en Mora la Nueva me bajaría de él y me llegaría a mi pueblo. Era un tren militar con el que veníamos desde Puebla de Hijar (Pro.Zaragoza) donde montamos llegando con camiones desde Castelleras (Teruel) en el cual habíamos pasado un par de semanas allí concentrados, la mayor parte de soldados bisemos, que aún no habíamos recibido el bautismo del frente. Pues bien al llegar a Mora la Nova el tren paró y yo me hice la siguiente reflexión aquí me bajo, si el mando no me ve me largo a mi pueblo andando 12 km., dejo el fusil y otros enseres a compañeros del tren, luego de parar un dia en casa, cojo otro tren y voy siguiendo al mió preguntando en las estaciones a los jefes si habían seguido adelantando hasta llegar a la provincia de Ciudad Real a donde según decían Íbamos. Asi de sencillo lo miraba entonces. Ah. La juventud que fácil lo ve todo. Así que por la tarde aún de día llegué a casa con el natural asombro de todos pues nadie me esperaba, varios meses sin ver a mi familia, a mi novia, (que al cabo de cinco años seria mi mujer) era mucho tiempo desde primeros de Agosto de 1937. La ilusión, alegría, emoción sentidos en aquellas breves horas contemplados desde esa lejanía del tiempo, pues cuando escribo eso han pasado 42 años ¡parece algo irreal! como si fuera otro yo al que le pasaba todo aquello. Al día siguiente ya de noche cogi el único tren que entonces tenían allí, el correo que salía de Pueblo de Hija. Ahora la ilusión se había truncado con las despediadas por una especie de abatimiento, pero pronto en el tren me desperté a la realidad y tenía que estar bien activo pues todo dependía de lo que hacía y a la suerte, para que aquella pequeña travesura saliera bien. Lleguó el tren a Mora la Nova, bajé del tren pregunté al Jefe de estación por el tren militar del día anterior y me dijo que había seguido hasta Reus. Llegamos a Reus a la misma pregunta y contestación que había seguido hasta Tarragona. En esta ciudad lo mismo, diciendome que siguió hasta Valencia con lo que el programa no había variado. Paré la marcha en la estación esperando saliese algún tren, pero luego me dijeron que aquel día no saldría ninguno mas debido a unos bombardeos que había efectuado la aviación franquista, hacía pocas horas en los depósitos de gasolina la vía del tren también fue afectada. Cuando clareó el día fui a un control de carretera para ver si pasaba algún camión que fuese hacia la capital del Túria ya se asomaba, como fantasmas con el nuevo día los restos de edificios calcinados por el fuego y la metralla de los aviones fascistas, como apenas había visto ninguno no dejó de impresionarme seriamente. Pasó por fin un camión que me invitó a si quería ir con ellos y hacia allá me fui llegando a Valencia en las primeras horas de la tarde. Pregunté donde estaba la delegación de nuestras Brigadas en donde fui debidamente atendido, esplicándome luego que les comuniqué el objeto de aquel viaje, que el tren de que les hablaba, (ellos hicieron las averiguaciones), estando en Tarragona recibió una contraorden de que tenía que volver atrás por el mismo camino que había venido. Les dije que a mi me interesaba ir donde estaban mis compañeros del tren, que según me dijeron se iban a integrar en el frente de guerra con el grueso de la Brigada Miraron si salia algún coche o camión hacía allá pero al no salir ninguno lo mas sensato es que me fuera hacia Albacete, en donde teniamos nuestro cuartel general y allí me informarían lo que debía hacer. En Valencia en aquella época marzo o febrero del 38 se vivia aún bien estaba muy a la retaguardia y los estragos de la guerra no se habían dejado sentir demasiado. Casi no conocía nada de ella pues si pasé antes dos veces por ahí apenas si nos dejaron unas horas libres, pero la encontraba bonita y atractiva incluso me pasó por la mente el pasar unos días y allí, pero me faltaba experiencia y dinero, pues cuando salí de casa no les quise pedir del que les mandaba, confiando en que al llegar a la Brigada me pagarían, hay que tener en cuenta que cada diez dias nos pagaban puntualmente a razón de diez pesetas día. Cuando hablabas en aquellas breves horas con soldados de mi Brigada o de otras Internacionales y les explicabas lo que buscabas con tanto afán casi te miraban con un poco de compasión, pues algunos de ellos se iban a pasar uos días de permiso en sitios agradables, incluso Paris y otras ciudades el extrangero. Era ya de madrugada cuando cogí el tren que iba hacia Albacete, pero al igual que la noche anterior desde Aseó a Tarragona tampoco cogí billete pues tenía que ahorrar las pocas pesetas que tenía. Al buscar asiento miré de buscar un vagón donde hubiera muchos soldado para mezclado con ellos pudiera pasar desapercibido por el rebisor, cosa que conseguí ya que en aquel vagón la mayor parte eran soldados que venían de hospitales ya recuperados y todos en una expedición. Pasó el rebisor que iba pidiendo el billete aquí y allá, yo, con los ojos semicerrados le oía acercarse pero como de todos aquellos soldados se hacía cargo un oficial, al pasar junto a mi debió pensar que también debía formar parte de aquella expedición y además al verme dormido pasó de largo y no pasó nada. Llegamos a Albacete me fui al Cuartel General y allí busqué una oficina o despacho donde me indicaron que debía hacer, ya que la excusa que ponía de haber perdido el tren (tanto en Valencia como aquí) era, que al llegar a Mora me bajé del tren me encontré con mi familia y absorto en explicarnos nuestras cosas y estar un poco apartados de la estación no nos dimos cuenta que el tren se iba, y que luego siguiendo su pista allí estaba para que me mandaran a mi Brigada. Casos como el mió o parecidos debían pasar muy amenudo, pues apareció en el semblante de los que estaban en aquella oficina una sonrisa entre incrédula i burlona, y empesaron a preguntarme y preguntarme, perdirme el carnet de las Brigadas por si tenía allí apuntada alguna falta, pero no, no había nada que los hiciera sospechar de mi, menos mal que al ser comunicado mi caso a un jefe superior resultó ser un alemán conocido mío de tiempo atrás en Madrigueras cuando estaba de Furriel. Como allí me porté muy bien con todos, hice muy buenas amistades y ésta era una de ellas. En seguida me preguntó lo que necesitaba y al enterarse de todo les todos que nadie les confiase en nada de mí, pues siempre había dado pruebas de lealtad y honradez en todo, luego fueron apareciendo algunos conocidos mas dando pruebas de alegría al verme. Le expuse otra vez, lo que me pasaba y lo que yo quería ir donde estaba mi Brigada me contestó haría lo posible por complacerme y consultó y miró y al final me aconsejó, como buen amigo mió, que lo mejor seria cogiera un autobús que salía al atardecer hacia Madrigueras y me fuera allí pues desde allí era mas fácil mandarme hacia la Brigada cuando saliese una expedición, pues desde aquí era imposible mandarme a mi solo. La proposición no podía ser mas buena, pero yo tenía mis escrúpulos y volver a aquel pueblo donde tenia tantas amistades con aquella excusa me llenaba de vergüenza. Sentía vergüenza al pensar que algún me echase en cara el que después de haber estado mas de cinco meses enchufado en aquel pueblo, enchufe que a nadie tenía que agradecer volviera allí sin haber estado en el frente, y no es que yo temiera que alguien me lo dijera, es que me lo decía a mi mismo. Pensando en todo esto había llegado sin apenas darme cuenta en el patio desde donde salía el autobús dentro del mismo cuartel, casi era ya la hora de salir y no sabía que hacer, cuando de pronto vi al lado mió un soldado que luego resultó ser alemán y lo que son las casualidades de la vida estaba en la misma situación que la mía. Apenas entendía español pero comprendí que tampoco quería ir a Madrigueras, así que dejamos marchar el coche y luego supe que el bajó del tren, (del mismo que iba yo) en Reus para ir al labavo pero al ir a cogerlo ya había marchado hacia Tarragona. Expusimos el plan que teníamos entendiéndonos con dificultad al principio, para ir poco poco hacerlo mejor. Así que empezamos a movernos por las oficinas y despachos como personajes importantes, pues no lo era menos que teníamos la pretensión de que nos llevasen hasta donde estaba la XI Brigada Internacional. Me acuerdo que al entrar en una oficina si hablaban en extrangero allí se las entendía mi compañero, (es que la mayor parte de ellos dominaban varias lenguas) si lo hacían en español me tocaba a mi. Así pasamos mas de un día hasta que por fin nos hicieron un salvo conducto firmado por el Teniente Coronel (parece que entonces yo era general, no estoy muy seguro) Mángala, uno de los jefes principales, sino el principal de las Brigadas, en el cual cualquier autoridad tanto civil como militar estaba obligada a darnos comida o bien lo que nos fuera preciso durante la marcha que íbamos a emprender, avisándonos de que aquella madrugada nos personásemos entre las dos y las tres en la estación de ferrocarril en donde teníamos que poner de acuerdo con el jefe de estación mediante una consigna y el cual nos indicaría el tren militar que teníamos que coger. Recuerdo con anécdota que aquella noche cenamos en los comedores de nuestras Brigada, bien y bastante, pero lo curioso fue que en aquella mesa coincidimos cinco de nacionalidad diferente, o sea, un alemán, un inglés, un francés, un holandés o escandinavo de esto no estoy muy seguro, y un español que era yo. No debían ser raros esas coincidencias donde había tantos de naciones tan diferentes. Poco dormimos aquella noche pues a las dos ya estábamos en la estación, nos pusimos en contacto con el Jefe el cual nos dijo que pronto llegaría el tren militar que procedía de Valencia y dirección Madrid, pero que solo llegaba a Villacaños (prov. Toledo) había que hacer trasbordo ya que quedaban muchos kilómetros de vía en esta provincia y en la misma de Madrid ocupadas por las fuerzas de Franco. Nosotros teníamos que ir a Quintanar de la Orden en donde nos dirían el lugar exacto en que se aliaba nuestra Brigada. Llegó el tren lleno de soldados y sin consultar nada más nos montamos en él, de la nuestra Brigada no había nadie, no pudimos ver mucho el paisaje pues la mayor parte la pasamos de noche; una estación importante recuerdo como mucho de comunicaciones era Alcázar de San Juan, y tal como nos habían previsto en Villacaños moría el tren y de allí con un camión militar nos fuimos hasta Quintanar de la Orden. Cuando llegamos allí era casi hora de comer y enseguida al entrar en el pueblo nos topamos con una cocina militar, entramos y preguntamos si allí podíamos comer, pero el Sargento de cocina se lió con nosotros (era de una Brigada Mixta) diciéndonos algunas tonterías que allí no era una fonda y cosas por el estilo así que tuve yo que hacerme el hombre importante, sin serlo, sacando a relucir cosas que habíamos oído contar a otros, y al final le enseyé el salvoconducto. La cosa cambió en el acto y lo que en un principio nos era regateado, luego nos era ofrecido en abundancia y sin esperar las obras tal como se nos dijo en un principio. Hablamos luego con el comandante y le expusimos nuestro caso, diciéndonos que nuestra Brigada se aliaba en Almadón por lo menos eso había oido, ya nos disponíamos a mirar si hallábamos algún medio para trasladarnos allá, cuando al comandante se le ocurrió telefonear a Albacete para que aclararan el asunto. De allí contestaron que nos fuéramos tan pronto como nos fuera posible para allí que allí nos aclararían el caso. Pocas horas pasamos en Quintanar mas nos fuimos a un control de carreteras a esperar si alguien pasaba en dirección a Albacete; allí estuvimos buen rato, y otro recuerdo anecdótico fue que íbamos charlando los dos un chapurreado que nadie entendía, así que como los guardias de asalto se hacían al contemplar como yo dibujaba un mapa de España para señalarle la posición en que nos encontrábamos - Te das cuenta ese debe ser un ruso y el otro a lo mejor un alemán y en cambio como saben dibujar el mapa de España. Era una época en la cual había mucho analfabetismo a nuestra patria y aquello producía admiración. Pasó por fin una furgoneta que al ser parada resultó ser un inglés perteneciente a la XV Internacional que se dirigía a Albacete y que con mucho gusto nos llevaría allá. Rectas sin fin por aquella Mancha tan ancha, hasta que llegamos entrada la noche. Fuimos informados diciéndonos que en la estación hubo una confusión, pues no era el tren que tomamos el nuestro, así que al dia siguiente fuésemos allí y ya el Jefe de estación nos avisaría, presentándonos a él. Así lo hicimos y esta vez el tren en el que subimos era todo de soldados reclutas de la quinta del 40 creo y que a nuestro lado parecían unos crios y eso que al fin y al cabo les llevábamos solo tres o cuatro años, pero no se notaban mucho incluso en la manera de vestir, ellos venían de la zona del centro y me parece que iban hacia Catalunya. Los oficiales tuvieron que saber quienes éramos pues para subir con aquel tren tenía que ser algo muy especial. El Jefe de la estación aclaró estos puntos y además nos dijo donde debíamos bajar o sea en la estación de Sagunto. También nos enteramos de que nuestra Brigada actuaba por la prov. de Teruel. Y después de pasar otra vez por Valencia llegamos a Sagunto y bien entrada la tarde donde nos apeamos los dos ilusos, pues no otra cosa se nos podía decir de dos soldados que acín no había estado en ningún frente de guerra y que ahora que tenían ocasión de reunir por unos días de él por lo menos sin ningún riesgo buscaban afanosamente la Brigada. Seguimos la aventura, muy pronto nos situamos en el control de la carretera que iba hacia Teruel y pronto también pasó, un camión que pasando por Segosbe nos llevó hasta Barracas, pueblo creo de la provincia de Castellón lindante con la de Teruel. Había cerrado la noche hacía mucho rato, creo que era domingo aunque en nada nosotros lo notábamos, pero sí un frío intensísimo muy diferente este clima del que se disfrutaba en el litoral valenciano; allí estábamos en un sitio solitario e inhóspito, tiritando de frío, pues soplaba un viento racheado del norte acompañado de cuando en cuando por ráfagas de una nieve granulada, especie de granizo que era capaz todo junto de desanimar a cualquiera, pero nosotros nos sentíamos fuertes y decididos a todo y lo raro era que siempre nos poníamos de acuerdo sin conocernos siquiera. Donde dirigirnos si todo estaba cerrado ya a oscuras? sin embargo en un extremo del pueblo vimos unas lucecitas lo que intuimos que aquello debía ser una cocina militar. No nos engañamos llegamos alli y ya habían cerrado, eran solo cuatro o cinco en aquel momento, nos presentamos y pedimos hablar con el jefe de cocina el cual después de oírnos ordenó se nos sirviera una buena cena, rociada con un vino bien aceptable, después hablamos de dormir y en eso que no tenían sitio adecuado para complacernos, pero allí muy cerquita había unos pajares (pallises) en donde se podía dormir bien calientes pues estaban llenos de paja y abierta la puerta. Nos dirigimos al mas cercano, encendimos una cerilla para orientarnos con cuidado y miramos el sitio en donde nos podíamos meter haciendo con los pies un agujero y meternos con el vestidos; ya nos íbamos a meter haciendo un poco de barrera cuando nos sorprendieron unas voces que nos pedían no les hiciésemos nada pues eran padre e hijo, que como iban de camino se habían metido para descansar. Les tranquilizamos diciéndoles podian estar tranquilos pues de nuestra parte no debían temer nada y pasamos una noche bien tranquila pese a todo. Una vez salió el sol nos pusimos en movimiento, con la incógnita de no saber a rumbo fijo, el camino que debíamos seguir pues debíamos orientarnos por lo que nos contaban soldados y oficiales de otras Brigadas, los cuales habían oido algo de una Brigada tan famosa como lo era nuestra XI Internacional. Desayunamos bien y luego a la carretera a buscar un control en donde algún conductor nos llevase hacia la zona de Mora de Rubielos, en donde según nos decían podían saber algo de la Brigada. Aquí sí que después de tantos años pierdo un poco la pista de nuestras andanzas sólo hay un medio de hacerlo más seguro y es urgar en las cartas que mandaba de cualquier sitio y muy amenudo a la que más tarde sería mi mujer. De todas formas seguiré la narración un poco a tientas quizás, pero sin salirme del camino que Íbamos trazando. Se que cogimos otro camión que nos otro camión que nos llevó hasta un parque móvil situado en medio de un espeso bosque, que allí, (y siempre haciendo uso de nuestro salvoconducto) nos atendieron muy bien, comida abundante y con un coche marchamos hasta cerca de Mora de Rubielos, que unos kilómetros los hicimos andando con un viento de cara glacial, y esto que lucía el sol y que una vez llegados al pueblo no sabían exactamente donde se hallaba la Brigada solo rumores y rumores. En ésta población me hizo gracia e ilusión ver en el dintel de una casa esculpidas en la piedra unas letras, asegurando que allí habían vivido los famosos "Amantes de Teruel". De esta población nos trasladamos a otro pueblo, (Alíanos, quizá) en donde nos dieron cena y como en la casa en donde hacían el control los guardias nos aseguraron que podíamos dormir tranquilos que ellos preguntaban a los conductores de camiones o coches si sabían algo y que ya nos avisarían y así pasamos la noche sin averiguar nada seguro. El día siguiente seguimos buscando y siempre bien tratados por donde andábamos incluso cuando teníamos que ir a buscar a las autoridades civiles para que nos ayudaran siempre éramos bien atendidos Otro caso muy chocante igual a otros parecidos, llegamos aun pueblecito donde la intendencia estaba en la panadería y allí había el horno en aquella época una de las cosas que nos hacía mas ilusión y al mismo tiempo teníamos mas necesidad era el pan, y si este era tierno mejor. Como decía llegamos a la trabona, controlada, cosa natural, por el ejército y allí había un trajín enorme de soldados de diferentes brigadas y de todos tipos, casi todos iban de paso, en desbandada venían del frente abandonado pues según decían habían sido rotas las líneas. Pedían pan y otros comestibles pero les contestaban de mil maneras, que si eran unos cobardes al abandonar el frente que si eran unos fascistas por no saber luchar, que si esto y lo otro, en fin se les hechaba en cara todos los mares de la guerra como si ellos fueran los únicos responsables, al final les daban algo, era vergonzoso llegamos nosotros, nos presentamos, y como si fuéramos hombres privilegiados nos trataron con toda amabilidad y que cogiéramos todo el pan que nos hiciera falta además de otras provisiones, a los que nos miraban asombrados de cómo éramos tratados les decían que tomaran ejemplo de nosotros y de nuestra Brigada, o sea unos "héroes"; muchas veces recordando aquéllo me he dicho aquello de "Gana fama y échate a dormir". Aunque con la incertidumbre lógica, no lo pasábamos mal, y así aquella noche al ir a pasarla en un control de carretera aún no nos habíamos quedado dormidos nos despertó la voz de uno de los que estaban de guardia diciéndonos que allí había un camión que pertenecía a nuestra Brigada. Como dormíamos vestidos bajamos a la carretera en donde soplaba un aire que helaba hasta la respiración y allí encontramos un camión bien cubierto con un toldo y en el cual iban ocho soldados todos extranjeros casi todos ellos alemanes. No nos conocíamos sólo uno se acordaba haberme visto en Madrigueras, no obstante fuimos bien acogidos y como la mayoría hablaban bien el castellano nos explicaron donde se encontraba la Brigada que aquellos dias estaba defendiendo mas posiciones tomadas al enemigo en un pueblecito llamado Segura de Baños, había bastante lucha y la aviación y artillera faciosa no paraba de bombardear y ametrallar aquellas posiciones. Ellos venían de buscar provisiones de boca y era tal el frió que hacía que al ir a cortar una naranja con la navaja no podía clavarse pues parecían un pedazo de hielo. Aquélla noche tenían progrado ir a dormir a Aliago en donde además de cocina militar había un hospital montado en un viejo caserón. Llegamos allí a altas horas de la noche, comimos algo, pues lo que es nosotros, los dos aventureros, habíamos cenado hacía unas cuantas horas, y luego nos acostamos. En una sala grande había preparadas bastantes camas una simple colchoneta con unas mantas y ya servía; no había ningún herido ni nadie allí, así que cada cual podía coger las mantas que quisiera, yo dormía aquella noche desnudo y con ocho mantas encima. Nos despertamos ya bien salido el sol en un día claro y frío, hasta el extremo que al ir a lavarme en una fuente que había delante de nuestra cocina en plena calle, como tenía costumbre de ponerme desnudo de cintura arriba con el lavado de cabeza comprendido, resultó que al ir a peinarme después de secarme me encontré con que el peine se enredaba con el pelo y no pasaba qué sucedía?, sencillamente se había helado el agua en el pelo y luego tuve que ir a la vera de la lumbre de la cocina para su deshielo. Después de desayunar emprendimos la marcha, no sabía donde íbamos, no conocía el terreno, solo se que hacia el mediodía paramos en un pueblecito donde algunos de los que venían en el camión habían estado antes, o sea que conocían al alcalde y demás, y allí aún no había llegado a notarse la escasez de alimentos, compramos a este buen hombre, un corderito el cual fue muerto por el mismo y luego asado por su mujer y familia, quedando tan bueno que aquello parecía mas un pequeño banquete y mas en aquella época, tan tierno y cocido en casa, y regada esta comida con un tintorro de buena graduación. Después de tan reconfortante comida seguimos nuestro camino y entre lo que me acuerdo de aquella tarde se que me le grabaron en la mente el nombre de dos pueblecitos en que llegamos aún con sol, eran Martin del Rio y Parras del Rio Martin, de donde era hijo un señor que vivía en mi pueblo, donde se había casado. No pudimos pasar mas adelante de estos pueblos, pues nos dijeron que la carretera estaba cortada por lo que no podíamos comunicarnos por allí con nuestra Brigada. Así que hicimos marcha atrás y como ya empezaba a oscurecer y pasábamos cerca del pueblo donde habíamos comido, decidimos volver allí para cenar y pasar la noche. Otra vez a ver al alcalde comprarle otro corderito, que eran mas que medianos, nos arreglaron una buena cena y aún cuando no habíamos hecho la total digestión del primero nos engullimos el segundo. Como mascaban y tragaban aquellos camaradas, y yo en aquel tiempo que tenía 21 años no me quedaba a la zaga, al contrario quizá les superaba. Dormimos en el pueblo y al levantarnos ya teníamos preparado el almuerzo fuerte y abundate para los que siempre nos quedaba "un budell buit" y mas ligero para los otros. Después de despedirnos seguimos la marcha, y así como íbamos acercándonos al fin de nuestro viaje cambiaba el paisaje en lo referente al arte una impresión de que estabas en guerra. Veías algún destacamento, encontrabas algua batería antiaérea, de cuando en cuando oías o veías algún avión, te ibas encontrando con camiones o algún coche militares, presagiando que nos acercábamos al final de nuestro viaje, o de nuestra aventura llegando por fin mediada la tarde donde estaba la XI Internacional. Que decepción me llevé al llegar a este ansiado final. Nada mas llegar y ver como unas cazas enemigos venían derechos hacia el sitio donde nos encontrábamos ametrallando todo lo que veían tenía movimiento; rápidos nos tiramos del camión en la primera trinchera que daba a la carretera. No sabía en realidad lo eran trincheras al natural, quedándome sorprendido de que aquella donde me adentré era mucho mas alta que yo con una especie de banqueta a unos treinta centímetros del suelo que debía ser para poner los pies cuando se tenía que disparar. Llegaron rápidos los Sturas ametrallándonos me tire instintivamente al suelo en la estreca trinchera sorprendido y miedoso a la vez, luego me di cuenta que con lo profundo que eran aquellas trincheras era casi imposible estando tendido que te dieran las balas, otra cosa hubiera sido que lo hubiesen hecho con bombas me admiraba y esto me daba mas ánimos al ver cerca de mi otros soldados extrangeros, que al pasar los aviones encima de nosotros en vez de estar tendidos, estaban derechos mirando sus evoluciones y haciendo unos comentarios que aunque no los entendía debían de ser alegres, pues no paraban de reírse. Pasó después de un buen rato el peligro y cuando iba a despedirme de mi compañero alemán no lo hallé, por ningún sitio, así que después de haber ido con el durante siete u ocho días no pudimos despedirnos. Menos mal que en aquellos breves dias que estuvimos en aquellas posiciones volvimos a encontrarnos lo cual nos alegró muchísimo. Pregunté donde estaba el mando de la Brigada y me señalaron un montículo cerca del pueblo abandonado en el que me parece había un pequeño castillo y un refugio en donde estaban metidos los del Estado Mayor. En el camino y através del campo encontré algunos muertos lo que me impresionó profundamente. Eran los primeros que veía. Al presentarme tuve la suerte de toparme con un conocido alemán con el que nos hicimos buenos amigos en Madrigueras, el cual estaba en el Estado Mayor. Le expliqué mi situación y enseguida me propuso me quedara allí que estaría muy bien. Al pensarlo mas tarde y ahora al escribir esto no entiendo porqué no acepté; quizá una de las cosas que mas pudieron influir en ello era ese purito de amor propio y poder decir a mis compañeros, ya he vuelto, no me he camuflado. Así que me arregló unos papeles para presentarlos al capitán de la Compañía del cuarto batallón donde destinaron a ellos y allá que me fui; la noche no era oscura pues lucía la luna, el frió apretaba me presenté y nada me objetaron, ni me conocían ni yo a ellos, me dieron algo de cenar y me señalaron unos barracones cubiertos con chapa en donde ya estaban durmiendo los de mi compañía Otra decepción pues al llegar a ellos vi que estaban abarrotados hasta el punto que en la misma puerta los había acostados; pedí que me hicieran un poco de sitio sin conocer ni preguntar quienes eran y todo lo mas que pude conseguir fue acurrucar la cabeza y el cuerpo bajo cubierto y las piernas al raso, teniendo que arroparlas lo mejor que pude con una manta; menos mal que a pocos metros había una gran hoguera encendida para los que hacían guardia y allí me arrimaba cuando el frío me entumecía los pies. Al día siguientes cuando nos llamaron para formar y pasar lista encontré a mis compañeros y de lo que les entregué cuando me bajé del tren en Mora la Nova nada o casi nada, era natural con tanto ajetreo que tuvieron que soportar y así lo comprendí, no podía enfadarme por ello, además era la Guerra. Y allí ingresé de una forma efectiva, podríamos decir, como verdadero soldado del ejército de la República, pues aunque de hecho ingresé en él a mediados de Agosto de 1937 pasaron cerca de ocho mese hasta que me dieron fusil, municiones etc. (Salvo aquellos pocos dias que estuvimos concentrados en Casteljeras). Y al darme el fusil me dijeron, aún debe estar caliente pues ayer mataron con metralla al que lo poseía. Y aquí termina esta pequeña aventura histórica y real, de resultas de querer pasar unas horas con mi familia. Debíamos estar aún en el Febrero de 1938. Recuerdos de la primera guerra civil española 1936-39 Corría la segunda quinzena del mes de marzo del año 1938, estábamos descansando en unos bancales de olivo y almendros junto al monte y en el término de Batea. Aquella mañana llena de luz y con un tiempo muy bueno nos llamaron a formar después del breve desayuno. Nos llamó la atención que a nuestra compañía que pertenecía al cuarto Batallón de la 11 Internacional la llamaran de una forma tan precipitada; todos nos preguntábamos cual sería la causa y pronto nuestra curiosidad se vio satisfecha. Fue el Capitán quien nos puso en antecedentes de lo que pasaba y luego lo hizo el "Comisario Político" mas ampliamente y tomando la postura mas que de juez la de un fiscal acusador. Se trataba ni mas ni menos que de acusar a tres compañeros de pueblos de la provincia de Lérida del delito de alta traición al Ejército Popular de la República. Oída su argumentación y una vez invitados a que diéramos nuestro veredicto se empezó por pedir la opinión de los camaradas (en éstas Brigadas nos decíamos camaradas) extrangeros, que allí había muchos, y éstos influenciados por las palabras de nuestro Comisario contestaron unánimemente que se los condenaba a ser fusilados. Mal cariz tomaban las cosas para aquellos muchachos que hacía poco habían sido mandados al frente, pues aunque eran de tres o cuatro quintas anteriores a la mía, pertenecían a servicios auxiliares debido a algún defecto físico. Allí estaban delante nuestro, espantados al máximo, cosa natural en aquéllas circunstancias y que la falta de que eran acusados con tanta severidad consistía en que habían escrito a sus casas y en sus cartas se lamentaban de que en la retirada que se había hecho del frente de Aragón, ante el empuje de las tropas franquistas, no hubieran podido llegar a sus casas por diversas causas y confiando que otra vez no sería así. Claro que aquello era una indiscreción grave el escribirlo y mas sabiendo que todas las cartas pasaban por la censura militar, por lo cual aquellos soldados al escribir aquello daban muestra de ser muy apocados y un poco tontos, pues por muchas ganas que uno tuviese de ir a ver a sus familias había que tener mucho cuidado en manifestarlo de la forma que lo hicieron ellos en sus cartas. Cuando se nos preguntó a los españoles que diéramos nuetra opinión y en particular a los catalanes que allí éramos bastantes, yo no pude aguantarme más y dije lo que a mí me parecía justo, o sea que aquellos tres camaradas que allí eran juzgados mas que enemigos de la República daban la impresión de ser unos pobres diablos, bastante tontos y si me apuraban algo retrasados mentales, otros fueron de la misma opinión con lo cual allí se armó una acalorada discusión. Volvió a hablar el Comisario rebatiendo lo que yo había dicho de que para el eran bastante listos como lo demostraban lo bien escritos que estaban las cartas lo que para él eran signo de que eran incluso inteligentes. (En aquellos tiempos había mucho analfabeto y el redactar bien una carta era signo de ésto). Volvimos a discutir parecía ahora que nuestros compañeros extrangeros ya no estaban tan firmes en su decisión con lo cual fue fácil llegar pronto a un acuerdo. Recuerdo que hice la propuesta de que si tenían que ser castigados podían ser mandados a un batallón disciplinado por unos días y con aquello quedaban mas que castigados, pues consistía en cavar unas horas al día y sacar la tierra, la cuestión era salvar el pellejo. La propuesta fue aceptada y así aquellos atribulados soldados se escpaban de momento de una muerte rápida y criminal. Cosas de la guerra. DESDE MI PRESENTACIÓN A LA BRIGADA EN SEGURA DE BAñOS (TERUEL) HASTA QUE ME HICIERON PRISIONERO DE GUERRA. No fueron muy agradables los tres o cuatro días primeros que pasé con la 11 B.I. en el frente, los consideraba así porqué aún no había conocido ninguna de las graves calamidades de la guerra , pero luego por lo que oí contar a otros resultaba que no fue mala ni mucho menos. El suministro de víveres iba bien, con lo cual la comida no faltaba, y las penalidades que pasábamos eran soportables. No hacíamos gran cosa y como el enemigo no nos podía ver ya que una pequeña sierra nos tapaba hacía que el fuego de fusilería y ametralladoras fuera nulo, no así el de artillería que de cuando en cuando una batería que tenían emplazada nos soltaba unas tandas de obuses que silvando sobre nuestras cabezas explotaban en el valle con un estruendo ensordecedor. Las incursiones de la aviación ya apenas se dejaban ver, pero con todo nuestra situación era incómoda pues temíamos que de un momento a otro se metiera un fregado por allí y nos viéramos envueltos en él. De pronto nos dijeron que teníamos que marcharnos de allí y fuimos reemplazados por otra Brigada; estas marchas si se hacían con camiones aún se podían hacer con todo y tener muchos mas riesgos, principalmente por la aviación pues eran muchas las veces que tenias que tirarte rápido de los camiones para no ser ametrallados. Estos días las marchas se hicieron mas que nada andando y algunas por la noche para sí correr menos riesgo de la aviación, se que recorrimos por aquellos parajes hasta unos kilómetros hasta que por fin vinieron camiones, muchos camiones a buscarnos y atravesando buena parte de la provincia de Teruel nos llevaron a descansar a un sitio montañoso pero en donde había un amplio vallado, era Puerto Escandon distante pocos kilómetros de la capital esta otra vez en manos de los facciosos que la reconquistaron en Enero. Allí pasamos unos días agradables, el clima, pese a estar en pleno invierno pese a la altura sobre el nivel del mar, se mantenía bonancible, y eso que el mes de Enero fue de los mas crudos que se recordaban. Por el día lucía el Sol, no hacía viento y por la noche aunque caía escarcha, no bajaba mucho el termómetro pudiendo dormir tranquilamente dentro de las pequeñas chozas o barracas que nos hacíamos con ramas de pino. Lo mas agradable de aquellos días eran los ratos libres que tenías aprovechados algunos para hacer visitas a amigos y conocidos de otros Batallones y de la misma Brigada que estaban acampados cerca;en momentos como aquellos en que a la muerte no se le daba ni mucho menos la importancia como en tiempos normales; te complacía saber de fulano y sótano y las peripecias que habían pasado, si pasábamos largos ratos contándonos muchas cosas sin apenas dar importancia a lo inseguro del mañana. Allí encontré a Celestinon Girones. Pasados ocho o diez días tranquilos en que no fuimos molestados por nadie salvo un par de que nos dio la aviación al pasar unos "cazas" encima de nosotros cuando estábamos cada Batallón reunidos en ejércitos de teórica, pero que en realidad no nos bombardearon y la cosa no pasó de un susto. Al fin vinieron otra vez los camiones a buscarnos, hacia donde allí epezaron las conjeturas y las burlas, pues nadie sabía donde íbamos. Se qie atravesamos mucha parte de la prov. y entre algunos pueblos que me recuerdo figuran Utrillos. Albacete "el Luchador" (entonces) "del Arzobispo", antes y después, Andorra esto etc. Lo que sí me acuerdo bien es que varias veces tuvimos que bajar de los camiones porqué la aviación nos ametrallaba; ya por el camino se empezó a rumorear que nos llevaban al frente del Aragón roto por la parte de Belchite (prov.Zaragoza) para tapárnoslo pues habían roto el frente. Creo que pasamos también por Flijar y por allí entramos a ésta provincia por la Zaila adelante metiéndonos por unos llanos que hay mas adelante. Esto era el segundo día de la marcha pues parece habíamos pasado la noche aún en la provincia de Teruel. Así como íbamos acercándonos mas al frente las tropas dispersas de diferentes Brigadas se hacían mas compactos, primero encontrábamos soldados sueltos, luego en grupos para tornarse mas adelante en una hilera casi continua . Nos decían que el frente de Aragón estaba roto por varios sitios y se entrañaban y admiraban a la vez al ver que otras tropas mas "valerosas" fueran a parar al enemigo. Esta situación aunque entonces no me daba perfecta cuenta debía influir en nuestro estado de ánimo. Cuando llegamos al término de nuestro viaje no se veía a nadie eran unos llanos delante de Belchito, y aunque el pueblo no se veía se decía estaba detrás de unas lomas que se veían al final del terreno. Allí nos preparamos para pasar la noche; era una noche casi agradable, el frío apenas se dejaba sentir y hacía luna. Nuestra cena fue en frío, rancho en frío como decíamos, y antes de hacerse de noche habíamos cavado unos hoyos individuales pensando que al día siguiente podían sernos útiles. También se montaron las guardias correspondientes, lo mismo que unas patrullas para explorar el terreno; yo formé parte de una de ellas recordando que nos adentramos por aquellos terrenos desconocidos y solitarios alegremente y sin tomar ninguna precaución hasta wur un sargento nos avisó que fuéramos mas cautos que lo que hacíamos era muy peligroso. Dormimos poco aquella noche y nuestros mandos parece estaban muy preocupados debido a que allá a lo lejos en la colina toda la noche se oía el rodar de camiones y otros vientos de guerra y no con las luces apagadas, al contravío, lo que demostraba que no les preocupaba que nosotros nos enterásemos de sus movimientos preparándose para seguir la ofensiva al dia siguiente. Así lo debió entendenter nuestro mando, al igual de las pocas o nulas posibilidades que teníamos para frenarnos, pues apenas clareaba el día se presentaron otra vez los camiones que el día anterior nos habían traído para subir rápidamente en ellos y evacuar aquella zona donde estábamos irremisiblemente perdidos. Los conductores o bien parte de ellos estaban nerviosos o llenos de pánico por lo que apenas subías a los camiones salían algunos disparados como flechas, tal fue así, que el nuestro apenas habíamos recorrido unos 30 kilómetros nos dimos cuenta que dábamos extraviados. Nos paramos en un control que había en Flijar, preguntamos si habían pasado por allí camiones como el nuestro y nos dijeron que no luego nos enteramos que habíamos equivocado la carretera y que nuestro punto era por la parte de Beniceite. Así que nos fuimos atrás otra vez hasta llegar hasta La Zaila, pero debido a que hacía rato que la aviación enemiga andaba zumbando por todos lados, bombeando y ametrallando aquí y allá despiadadamente. Cuando llegamos a la Zaila, mas bien unos metros antes de llegar para coger otra carretera vimos un bombardeo que venia rápido hacia nosotros, apenas tuvimos tiempo de tirarnos del camión cuando las bombas zumbaban encima de nosotros, cayendo algunas tan cerca que nos levantaban del suelo tendidos como estábamos. Después de las explosiones entró el humo y la polvareda mirábamos en derredor nuestro levantando un poco la cabesa viendo un espectáculo que en otro momento lo había dejado helado pero que en aquellos momentos no le dabas o no podías darle la importancia que tenia. Casas destrozadas con muebles y otros enseres esparcidos por las calles, entre la gente civil no había bajas debido a que las habían abandonado a tiempo, me llamó la atención ver cerca de mí un camión plantado casi verticalmente apoyadas las ruedas delanteras en el balcón de una casa que se había salvado del bombardeo. Cuando ésto nos parecía había pasado nos levantamos y nos encontramos que nuestro camión ya no estaba y que muchos de los que habían venido con el tampoco aparecían, y que a lo lejos igual que un trueno continuo se veían el retumbar de los camiones mezclado con el estampido de las bombas de aviación. Instintivamente me adentro en el pueblo parándome delante de una casa que tenía una fachada con aspecto de pertenecer a gente acomodada, había unos un trajín muy grande entre soldados que entraban y salían de ella, estos últimos cargados con algo que habían "saqueado". La curiosidada pudo mas en mí y entré en ella, pero la reacción que aquello me produjo (años mas tarde comprendí que estaba fuera de lugar) mas en aquellos momentos el robo o el saqueo casi son cosas naturales; mas bien, no se les puede aplicar este calificativo como en tiempo normal, esto era lo mismo que matar un hombre o mil nadie decía que era un crimen, es decir que con decir estábamos en guerra todo quedaba dispensado. Al ser la primera vez que yo me encontraba en una trance de este índole no pude reprimir que la reacción de honradez que llevaba dentro de mí saliera a flote y cometí la "quijotada" de echar en cara a un grupo de cinco o seis que no conocía y que encontré en la primera habitación que entré que lo que estaban haciendo estaba muy mal, que aquéllo era un robo y otras cosas mas, que los soldados de la República luchábamos por ideales mas nobles etc.etc.. Al verme tan enfadado con el fusil en la mano, con un aspecto diferente al suyo pues llevaba un uniforme de las B.I. se quedaron parados me miraron entre asombrados y temerosos que casi con excusas se fueron, hacía otra habitación, o bien otra casa? no lo se pero es muy posible. De repente vino a mi pensamiento la realidad de la situación y que yo no teniendo que coger nada allí no tenía nada que hacer con el peligro que si venían los aviones aquello era muy peligroso, salí a la calle de allí a la carretera viendo que había al lado mismo un refugio, me bajé unos escalones y me encontré que estaba ocupado por más de una docena de soldados conocidos algunos y desconocidos los mas. Los aviones continuaban haciendo incursiones, ahora nos bombardeaban allí y cosa rara me sentía (dentro del peligro), tan tranquilo que incluso saqué aguja e hilo y me puse a coser unos calcetines, parecíamos comprender la situación real. Pero esta rápidamente la manifestó pues los acontecimientos ahora se aceleraban, se oían ahora además del bramar de los cañones, el repiquetear de las ametralladoras como también la fuselería, la cosa se ponía seria de verdad, salíamos a la puerta y la evacuación de toda clase de veículos era constante. Se me ocurrió una idea, y porque no cavábamos una pequeña trinchera a los dos lados de la carretera para defenderla ? Era una idea propia de la juventud inexperta pues de ponerla en práctica nos hubieran freído en menos que canta un gallo. Pronto pareció un camión que se paró delante nuestro, unos soldados que iban arriba y a los que conocí y que me conocieron a la vez nos dijeron que llevaban todo el material de oficianas y archivos de nuestra Brigada, asegurándonos que detrás noquedaba nadie más ya que el enemigo andaba pisándoles los talones. Me invitaron a ir con ellos y como movido por un resorte de un salto subí al camión y conmigo tres o cuatro mas al tiempo que el camión emprendía una marcha vertiginosa; apenas habíamos andado una docena de kilómetros cuando aparecieron por aquellos llanos y de cara a nosotros unos diez tanques de los grandes lo que nos causó una tremenda impresión. Nos pararon pidiendo explicaciones y al enterarse de la misión que tenían de llevar el material de Estado Mayor a Caspe nos dejaron pasar no sin antes advertirnos que para esa misión íbamos demasiados tios. Seguimos carretera adelante, ahora por todos lados y a lo lejos se veían incendios, explosiones, bombardeos de objetivos que nada tenían de militar pero que eran arrasados sin piedad dando al paisaje una visión dantesca; por dos veces tuvimos que tirarnos del camión y tendernos en las cunetas y así pasamos por Esca tan rápidos hacia Caspe, pero no contábamos con el control que había en el puente de Chipriona; allí paraban atodo el mundo y para no conprometer a los que iban con el camión los añadidos bajamos también exigiéndonos entregásemos el armamento y nos fuéramos al pueblo donde se reorganizarían las Brigadas. En el pueblo había un abigarramiento de soldados de muchas Brigadas y de todas edades, allí teníamos intercambios de impresiones siendo el tema siempre el mismo, que pasará?, comimos de nuestra reserva pues de momento no dimos con ninguna cocina y a media tarde cuando nos habíamos juntado cinco soldados que pertenecíamos a las B.I. nos fuimos a la comandancia del pueblo decididos a que nos dieran armamento y probisiones y buscar nuestra Brigada para incorporarnos a ella. Recuerdo que entramos en las oficinas un suizo y yo muy dicharachero él y empezó a hablar en francés; había allí dos o tres oficinistas catalanes que entendían dicha lengua y como yo permanecía callado me tomaron por alemán, no era la primera vez, se hablaron entre ellos en catalán diciendo. -A estos ya les podemos dar los fusiles pues son valientes y que se vayan al frente siendo lo mas probable que allí mueran. No quise intervenir en su diálogo, pero la verdad es que no me hizo mucha gracia dicho comentario, así que nos dieron fusibles para todos municiones y rancho en frío en gran cantidad y nos fuimos. En las afueras del pueblo tuvimos un cambio de impresiones deciendo que nos iríamos andando hacia Caspe, pero como la aviación no paraba en sus bombardeos por aquéllas carreteras lo mejor sería dejarlo para la noche. Cuando empezó a oscurecer vimos como cerca de allí se formaban largas colas de hombres maduros y vestidos de paisanos con platos y cucharas en la mano comprendimos que pertenecían a una nueva quinta y que se preparaban en recibir la cena. Indagamos y en efecto eran de la quinta del 29 y algunos nos parecían casi viejos cuan tan solo nos llevaban ocho años. Nosotros ya nos consideramos unos veteranos y como tales no nos pusimos a la cola sino que fuimos delante de todos directo a las perolas a coger con el plato el rancho caliente. Después tal y como habíamos quedado nos disponíamos a marcharnos hacia caspe cuando el suizo empezó a protestar y a decir que aquello era una locura el marchar de noche y andando pues nos podíamos perder, así es que tanto insistió que nos convenció y nos quedamos a dormir en una pequeña cueva. Una vez el sol salió al dia siguiente decidimos marchar y andando y en camión llegamos a Caspe, en donde estando aún en sus afueras nos sorprendió un violento bombardeo, tumbados en tierra parecía tal como lo habíamos experimentado otras veces que cada bomba que explotaba cerca te levantaba medio palmo cuando en realidad solo debía ser unos milímetros escasos. Me sentía sereno y aunque pasaban rápidos pensamientos por un momento llegabas también a pensar pero sin espanto que si una caía encima de ti no quedaba ni rastro. Pasó este, y miramos de orientarnos cogimos la carretera que iba hacia Alcamir y así andamos unos cuantos kilómetros hasta que casi anochecía cuando llegamos a un pequeño pueblo o control en donde nos paramos para pasar la noche. No llegamos a dormirnos cuando paró un camión que iba hacia Caspe diciendo a los del control que pertenecían a la 11 B.I., al oír esto salíamos de donde estábamos acostados y fuimos a hablar con ellos, diciéndonos que iban a buscar la cena en esta población para llevarla al frente donde estaba el grueso de la Brigada, como nosotros les dijimos que les esperásemos pues a la vuelta nos recogerían. Nos volvimos a acostar y al cabo de un buen rato se presentó otra vez camión nos invitan a subir y como llevaban varias perolas llenas de carne asada y frita nos ofrecieron que podíamos comer lo que quisiéramos. No nos hicimos rogar mucho comiendo carne en abundancia encontrándola muy apetitosa. Ya que aún se conservaba caliente. Entre los los tres o cuatro que iban en la caja del camión había un conocido mío, el cual le pedía me explicara como estaba la situación allá en el frente; él fue muy sincero con migo y me dijo que la Brigada se hallaba cerca de Beniceite, que todo estaba desorganizado; faltaba mas de la mitada de la tropa y mandos y que en lo poco que se había combatido en aquel sector habían habido muchas bajas. En una palabra debido a la falta de conexión y apoyo aquello era una calamidad. Reflexioné con rapidez lo consulté con mis compañeros y consideramos que presentarnos a la Brigada en esas condiciones mas que una temeridad era una locura por lo tanto decidimos bajar en Alcañiz bajo cualquier pretexto y como no iban en el camión ningún oficial eso nos facilitaba mas nuestra decisión, así que llegando a las afueras de Alcañiz por el otro lado del Guadalupe avisamos que queríamos bajar pues nos apremiaba ir de vientre y que lo haríamos cerca en donde no había casas. La noche era muy oscura y al bajar nos olvidamos de decirlo al suizo pero éste estaba atento así que nos preguntó donde íbamos, le contestamos que era lo que nos apremiaba y el rápidamente se echó manos al cinturón aflojándolos para hacer la misma operación que nosotros. Nos alejamos unos cuantos metros del camión los bastantes para que dentro de aquella oscuridad lo perdiésemos de vista y así estuvimos un buen rato hasta que oímos que arrancaba. Otra vez solos, que debíamos hacer ahora? por de pronto consideramos que quedaros en aquella orilla para pasar la noche no era prudente, así que desandamos unos centenares de metros aprovechando el rio otra vez subimos una pendiente y allí cerca de la carretera buscamos donde pasar la noche. Esta y desde hacía bastante tiempo continuaba siendo templada por lo que al encontrar unas olgadas cuevas nos metimos dentro y pronto quedamos profundamente dormidos. No duró mucho este sueño tan tranquilo ya que pronto nos despertó el ruido que hacían toda clase de vehículos a motor evacuando un frente insostenible coches, motos, camiones, cañones, etc. desfilaban por allí a unos pocos metros, todos nos despertamos comentando lo acertados que habíamos estado al no seguir adelante. Marcharíamos nosotros también optamos por quedarnos por lo menos hasta que se hiciese de día, tumbándonos otra vez. El ruido no cesaba mas bien iba en aumento así que poco pudimos dormir. Así como la noche iba desapareciendo dejando paso a la tenue claridad de un nuevo día que nacía, el rumor se iba apagando hasta que cesó totalmente, sólo se oían ahora voces humanas, cuando de pronto estalló en la otra orilla un ruido en sordecedor, que pasaba?, sencillamente que las tropas nacionales o facciosas habían llegado a Alcañiz. Veíamos que en la vanguardia iban las tanquetas y italianas y no vimos mas porqué ahora sí, nos pusimos en marcha, atrás como todo el mundo. Hacia donde iba la gente? preguntamos, nos respondían que dirección Gandera y asi formamos parte de este gran cortejo de gente de todas las clases y edades que se forman cuando se evacúan ciudades y pueblos por los civiles y frentes y posiciones por los militares. La gente civil desde luego que la evacuación no fue total, pero los que se marchaban casi iban con lo que llevaban encima, se lo dejaron casi todo, muchos seguros que volvieron sobre sus pasos, otros siguieron atrás Dios sabe donde llegaron; algunos se llevaron algún borriquillo o animal de labranza, pero solo con la albada y la "Saria" plebido a que por los caminos que pasábamos sin carro no podía ir. Como no nos pisaban los talones ni mucho menos el enemigo, el "viaje" transcurría bastante distraído, divertido incluso entre tanta juventud de ambos deseos. Alguno pasado de cuando en cuando para contemplar algún combate aéreo entre nuestros escasos cazas y los mas numerosos y mejor de todos de los nacionales, pero que en realidad eran alemanes estos combates que eran seguidos con toda atención por nosotros siempre solían tener el mismo final, la huida de los cazas supervivientes republicanos, no por cobardía, sino por inferioridad manifiesta. Algunas pequeñas anécdotas sin mucha trascendencia por el camino, como el caso de llegar en grpo en una pequeña masia y al preguntar a su dueño si tenía pan por casualidad por vemoles, nos dijo que si el día antes había amajado y cocido un buen puñado de ellos, así que nos vendió uno a cada uno de los del grupo, este acto era muy de agradecer en aquellos momentos. Llegamos al final de la provincia de Teruel para adentrarnos en la mía o sea la de Zaragoza, atrás habían quedado pueblos como Mazaleón, Calaceite y sentías cierta emoción porque te ibas acercando a las tierras de tus comarcas, incluso a tu pueblo. Serían entre cuatro y cinco de la tarde cuando llegamos a Gandesa después de una marcha de un buen puñado de kilómetros sin apenas descansar, pero cuando se es joven se resisrte mucho. Antes de entrar en el pueblo había un fuerte control compuesto esta vez por fuerzas de cazabineros que al frente de un capitán exigían a todo el mundo las armas que llevaban, al ir a pasar nuestro pequeño grupo también nos las pidieron pero les contestamos que en nuestra Brigada lo primero que nos enseñaron era que el arma nunca la debíamos de entregar salvo en casos muy especiales. Aquello ocasionó una fuerte discusión pero al saber a que Brigada pertenecíamos parece les imponía cierto respeto y por fin nos dijeron que hiciésemos lo que nos pareciese mas conveniente. Dejamos el control y seguimos adelante metiéndonos en el pueblo; todo estaba muy animado repartiendoso muchos por las cercanías, bancales y algunas huertas; nosotros nos fuimos también allí encontrando una cabana hecha de obra y desabitada creyendo era muy apropiada para pasar la noche allí. Asi que cenamos con lo que disponíamos y nos acostamos durmiendo tranquilamente. Amaneció y nos levantamos, pronto todo se puso en movimiento como el tiempo seguía bueno en todas partes había gente, la gran mayoría soldados de todas las Brigadas, todo revuelto, desorganizado, confiando poner orden y organización en aquella confusión y desmoralizamiento. Lo primero en que piensas siempre es en la comida, así que como allí no podías confiar ni en ninguna intendencia ni cocina pues aún no las había como tampoco en comprar comida en el pueblo, salvo vino y almendras, fuimos a la casa de la que saliese y casualidad que topamos con una mujer de las que evacuaba gallinas por asfixia en la "Saría" de su borrico y no tuvo otro remedio que venderlas de lo contrario se le hubiesen echado a perder, por lo que les compramos un par que nos comims asadas en una casuela. También tomamos la decisión de entregar el fusil con las municiones pendando que solo era una carga muy pesada levarlo siempre encima y no sabiendo hasta cuando, asi que fuimos al control les hablamos de entregar el armamento y que tomaran nota de ello. Allí nos dijeron algunas palabras que nos molestaron refiriéndose a lo del día anterior a lo que contestamos que si todos hubiesen hecho como nosotros, no se habría perdido tanto armamento ya que nosotros nunca lo tiramos, y asi quedó la cosa. Así como iba avanzando la mañana mas se iba animando el ambiente, aquella extensa vega que se extendía en las cercanías de Gandesa estaba invadida de gente, como siempre la inmensa mayoría soldados, unos que andaban nerviosos y medio locos huyendo hasta de su sombra; habían estado en el frente sin ningún apoyo y las tropas de Franco bien organizados, (esta esa la verdad aunque nos doliera el reonocerlo) habían hecho verdaderos estragos entre ellos. Otros que se habían visto separados de us brigada o Compañía andaban desorientados y por poco que se descuidasen eran casados como se casa en el monte, pero si por los diversos y numerosos controles que se habían montado por puntos estratégicos de aquella compañía. Eran casados como decía por las diversas Brigadas de choque que tan malparadas estaban en aquellos momentos, como eran "Lister" el "Campesino" y las cinco Brigadas Internacionales, algunos los incorporaban a ellas, otros espantados se resistían, y otros se escapaban tan pronto podían. En cuanto a nosotros si alguien se quería meter con señales nuestro carnet de la X: Internacional bastaba, casi era una especie de talismán en aquellos momentos, lo que si preguntábamos era si nos podían dar noticias de ella. Ya era mas de media tarde cuando nos dijeron que se estaba reorganizando en Casbera de Ebro y enseguida nos fuimos para allá encontrándolos a la entrada del pueblo. Nos presentamos allí tuvimos satisfacciones por encontrarnos de nuevo con muchos amigos y conocidos pero también mucha pena al enterarnos de que algunos ya estaban muertos. Como allí tenían una cocina nos dieron una abundante cena, tabaco y otras provisiones y citándonos para la mañana siguiente en que marcharíamos en camiones a reforzar la Brigada que estaba mas adelante. Así que después de cenar dimos una vuelta por el pueblo y buscando al mismo tiempo un sitio para dormir, encontrando allí cerca donde estaban los camiones una casa en donde un matrimonio ya entrado en años nos invitaron a que si queríamos dormir allí tendría que ser en el suelo pues la casa aún no estaba terminada y le faltaban las camas. Aceptamos bien gustosos y tan profundo debía ser el sueño que al amanecer no oimos ni a los camiones ni a los que se marchaban de nuestra Brigada. Quedamos sorprendidos y hasta contrariados cuando al abrir la puerta de la casa vimos que a pocos metros donde la noche anterior estaba tan animado todo estaba solitario y pelado; como nadie sabia que estábamos en aquélla casa siete u ocho, nadie nos llamó; podíamos dar fe que no lo habíamos hecho adrede y alguien nos dijo que se habian ido apastar el dia en dirección Gandesa y nada mas. Otra vez estábamos desorientados, así que estudiamos nuestra situación y al final viendo que las cosas no andaban claras y quizá influidos por el ambiente, en que continuamente veíamos como era continuo el desfile de soldados que se iban hacia atrás ilusionados en llegar a us casas en su gran mayoría muy lejanas, optamos también nosotros por que no intentar lo mismo. El que estaba mas cerca era yo y era el que ponia mas reparos es que consideraba que aquello era una especie de fuga o de deserción y me dolía mucho el fracaso, pero al final me convencieron, organizando la marcha hacia nuestros hogares siendo elegido el punto elegido para pasar el Ebro, bajo mi criterio, la barca de Aseó. Subimos a lo alto de un montículo y desde allí cortaríamos derecho hacia la barca, evitando las carreteras e incluso los caminos y en caso de encontrar algún control non decir a la Brigada que petenecíamos sino mas bien a una de miseta. No habíamos andado media hora por aquellos cerros cuando en el fondo una "sacomada" en los últimos bancales vimos tiendas de campaña, algunos vehículos y personal comprendiendo por las señales que aquello era un hospital en campaña. Aceleramos mas para pasar desapercibidos cuando oímos voces diciendo que nos acercásemos; tuvimos unos momentos de duda pero por fin decidimos bajar allá. Encontramos un par de docenas de personas en aquel pequeño hospital montado sobre la marcha, entre médicos, practicantes alguna enfermera, que nos alegraba la vista, y ayudantes, no había aún heridos. Un médico extrangero que estaba al frente de aquello nos preguntó al llegar adonde Íbamos y de que Brigada éramos, salimos del paso de lo primero con la excusa de que íbamos perdidos y que pertenciamos a tal Brigada Mixta que teníamos noticia se organizaba por allí cerca. Nos preguntaron si habíamos comido y les dijimos la verdad que no y enseguida nos convidaron a hacerlo, y apenas empezamos a hacerlo cuando salió de una de aquellas tiendas un muchacho prácticamente que al vernos se fue directamente a uno de nosotros llamándolo y abrazándole con efusión, resultando que eran amigos desde hacía mucho tiempo. El capitán médico se interesó aquel encuentro y como oía que hablaban de la XI Brigada preguntó mas y tuvimos que confesar que allí había habido un error pues nosotros pertenecíamos a dicha Brigada. Una lección que aprendí de este encuentro, fue que cuando llegamos allí y decir que éramos de una Brigada Mixta, dicho capitán nos dijo que allí necesitaban un hombre o dos que estuviesen algo tocados para ayudarles en trabajos ligeros, pues me quedé asombrado al ver que casi todos se ofrecieron alegando diversas dolencias, luego al aclarar lo de la Brigada resultó que ellos también eran de la nuestra, así que lo mejor sería que una vez comidos nos fuéramos otra vez hacia Corbera que allí por la noche vendría alguien a recogernos. I Prometimos lo haríamos así y cogiendo la carretera íbamos andando poco a poco hacia allá cuando en una parada que hicimos hablamos sobre nuestra situación llegando a la conclusión que al único que tenía probalidades de llegar a casa era yo, los demás quedaban muy lejos y era muy arriesgado, animándome todos a que no desaprovechase esta ocasión tan oprotuna. Me dejé convencer y allí mismo nos despedimos tomando unos senderos mas apartados del hospital.Que suerte sería la mía como saldría de la aventura. Al marcharme solo el sol ya empezaba a bajar, serían las cuatro mas órnenos de la tarde y ya habíamos pasado de la mitad del mes de Marzo y empezé a andar al principio no muy convencido pero luego al acariciar la idea de poder estar unas horas o bien unos días en mi casa se fue haciendo mas firme mi decisión y así crucé una carretera que iba desde Camposines hasta Fatarella llegando pronto a la que va de Venta de Composines hasta Aseó; aquello ya empezaba a hacérseme mas familiar incluso llegaba a ver el terreno allá a lo lejos en la otra orilla del Ebro del término de mi pueblo, aunque parecía no tener mucha importancia se notaba que aquello causaba bastante emoción. Seguía carretera adelante cuando topé con unos conocidos de Asco que iban hacia su casa con el carro después de hacer su jornada en el campo, enseguida nos saludamos y les planteé mi propósito de ir hacia su pueblo y pasar la barca o bien ellos mismos me podían pasa pues siempre habían tenido "llaud" y "muleta". Me dijeron que lo sentían mucho pero era tal la vigilancia que había de día y de noche que era imposible pasar por allí por lo que me aconsejaban no lo hiciese porqué me devolverían al puesto de partida. Quedé convencido y otra vez desanimado por lo que decidí volver atrás, pero como la tarde tocaba casi a su fin deteminé buscarme un sitio en donde pasar la noche y mañana decidir. Como en esta parte de la provincia de Tarragona hay por las fincas muchos "massos"miré de encontrar alguno que me agradase y antes que oscureciese; no me fue difícil así que pronto di con uno que tenía un piso y un corral en la parte de atrás. Me acerqué a el viendo señales de que hacía poco su dueño había estado allí, como la puerta estaba cerrada trepé por la pared del corral y de allí me metí en una ventana dando a una salita en dónde había el fuego, como yo llebaba muy poca cosa en el makuto miré si había algo de comida encontrando en un pequeño armario unas patatas, una cebolla, un poco de arroz que con aceite y sal lo cocí todo en una cazuela con lo que conseguí una cena estupenda; y para que el dueño no se enfadara mucho si es que viniera al otro día y se encontrara sin la comida le puse en su lugar unos cuantos cigarros pensando que si era fumador le agradaría mas que toda aquella comida y mucho mas ya que el tabaco en aquel tiempo era casi genero imposible. En el silencio de la noche y antes de acostarme oí unas campanadas a lo lejos, y reconocí eran las del reloj de Vinebre daban las 10 de la noche con lo cual se avisaron en mu tantos recuerdos .. Y llegó el nuevo día, uno ya no pensaba en lo que podía ocurrirle, solo pensaba en lo del momento y veía por cada día que pasaba que la guerra se ponía mas difícil para nosotros, aún no estabas del todo convencido que la íbamos a perder, era tan amargo pensar en eso que mirabas de no pensar en eso. Así que me lavé un poco comí un poco de pan que me quedaba y me puse en marcha de cara a la carretera y en dirección a Composines. Aún no había andado veinte pasos cuando en medio de aquel paisaje tranquilo poblado de olivos, almendros y algunas viñas empezaron a salir soldados unos corriendo otros andando igual que los conejos cuando huyen de los cazadores en el monte; todos seguían la misma dirección hacia el este que es donde encontrarían pronto el Ebro. Estaba al borde mismo de la carretera cuando me senté en un marge y me puse a pensar que sí todo el mundo se marchaba hacía atrás porque diablos yo tenía seguir solo para delante.Acertó a pasar alguno por donde estaba reflexionando y al preguntarles porqué todos abandonaban el frente me contestaban que no había tal frente que aquello era el caos y que no había manera de parar a los fascistas o sea todo estaba desorganizado y las Brigadas deshechas. Pensé un buen rato lo que iba a resolver cuando me sacaron un par de chavales que se acercaron a mí convenciéndome no fuera adelante y que ellos pensaban llegar a sus casas fuese como fuese en la provincia de Barcelona.Dudé aún unos momentos pero por fin me uní a ellos saltando "marges" y lo que fuese yendo en linea recta hacia el rio también, pero como el apetito empezaba a molestarnos con bastante intensidad les propuse ya que el rio estaba bastante lejos porqué no nos acercábamos a una masía de las que estaban habitadas para ver si nos podían vender algo de comida; estubieron conformes,y al acercarnos a una oímos el cacarear de unas gallinas prueba de que estaba habitada. En efecto llegamos allí, llamamos y una señora se asomó a la ventana preguntando que queríamos, era de Aseó y estaba allí junto con su marido desde hacía unos días por el miedo a la aviación, le dijimos si nos podía hacer algo de comida pagando lo que fuese y al saber de dónde yo era y de mi familia que conocía, nos dijo nos haría algo de lo que tenía que no era por cierto gran cosa pero que nos sacó el apetito. Luego le explicamos nuestro proyecto y como por la barca era imposible pasar nos prometió que al mediodía iría a Aseó y desde allí pasaría a Vinebre para hablar con mi familia. Cumplió su palabra y cuando volvió por la tarde nos contó que había hablado con mi familia quedando que al atardecer fuéramos a un punto determinado del Ebro delante de les " Font-juanes" donde mi padastro, hombre ducho en el oficio de navegar por el rio, ya que de mas joven había sido propietario de dos "llauds" nos vendría a buscar con una "muleta". El marido de aquella mujer nos sirvió de guía a través de aquellos montes y barrancos, cosa que agradecimos mucho, y el sol ya estaba escondiéndose cuando llegamos al punto convenido. Hicimos la señal convenida y enseguida apareció al otro lado del río mi tío que nos dijo que esperásemos un poco, no era prudente aún con tanta claredad, y como si brotasen de la misma tierra aparecieron aquí y allá varios soldados que habían llegado a la orilla y no sabían como pasar el río. Por aquellos días fueron varios los ahogados debido a que no conocían como las gastaba el Ebro como tampoco el sitio mas adecuado para pasarlo a nado, de todas formas el río era caudaloso en aquella época del año como también las aguas eran frías por mucho sol que hiciese durante el día no las templaba. Se acercaron a nosotros y nos pidieron por favor sí los podíamos pasar con la barquita, estaban nerviosos como es natural y les sosegué, contestándoles haríamos todo lo posible y así fue cuando llegó mi tio le expliqué la situación subiendo todos en la "muleta" en total una docena o mas, él como decía era buen timonel y aunque el agua llegaba al mismo borde de la barandilla llegamos sin novedad a la otra orilla. Allí hablamos un rato sobre la situación de controles y demás y pronto al ponernos en camino tuvimos que separaros pues era mejor cojieran caminos de benadura que no caminos grandes. Hay que tener en cuenta que algunos era hasta de provincia de Gerona. Antes de llegar a Vinebre ya había anochecido y como las luces de las calles estaban apagadas no me conoció nadie, de los demás muy agradecidos nos habíamos despedido, pues aunque les habíamos invitado a pasar la noche en casa nadie quiso hacerlo, así que entré en casa muy contento e ilusionado de poder llegar a ella de aquella manera inesperada; apenas hacía un mes y medio que había pasado un día en ella y a mi me parecía un año Los mas Íntimos pues no se debia hacer mucha publicidad de mi estancia pues se habían dado casos de algunos que fueron los guardias a sus casas y mandarlos a su Brigada, también había muchos casos de que cuando podían llegar a sus casas se escondían, o bien les escondían sus familiares temerosos de que las postrimerías de la guerra les pudiera pasar algo, ( eso creían muchos por entonces),o bien se escondían en casas del campo o "masos". Nunca a mí se me ocurrió, ni incluso mi familia llegó a imaginarse tal cosa i no porqué ftiese mas valiente que otros ni mucho menos sino simplemente porqué consideraba que teníamos que cumplir con un deber en defender un régimen elegido libremente por pueblo español, si habían habido muichos fallos ya era otra cuestión. Así que considerando la cosa como normal tal como estaban las cosas, me pasé quatro días en casa descansando, el último salí por el pueblo y me enteré que un primo hermano mío que pertenecía a la 13 B. Internacional se encontraba igual que yo en el pueblo, fui a hablar con él y quedamos en marchar al día siguiente hacia donde?, por rumores sabíamos que estas Brigadas se encontraban volviendo a organizar por la parte de Gandesa y hacia allí nos dirigiríamos. Cogimos en Aseó un camión, después de despedirnos de la familia y novia, y cosa rara o normal según como se mire, nunca se me ocurrió el pensar que nunca mas volvería, es decir que podía haber muerto en aquella gerra fraticida, asi que me marché un poco triste y dolorido, pero sereno y con cierta moral hacia lo desconocido. Llegamos a Mora de Ebro y allí hicimos averiguaciones en donde estaban con certeza nuestras Brigadas, la mía me dijeron por Batea y la suya no me acuerdo exactamente pero me parece mas al sur. Esperando estábamos a la salida puente cuando pasó un camión que al pararse en el control reconocí al chofer y a dos que iban arriba, todos alemanes, luego me enteré que entre ellos habían algunos que los habían cogido cerca de la frontera queriendo marcharse de España desmoralizados y cansados de luchar por una causa que la consideraban perdida, teniendo en cuenta que por entonces el apoyo alemán e italiano a la España franquista se hacía con todo descaro desnivelando aquella guerra criminal. Hablé con ellos, todos eran de la 11 B. así que me marché con ellos hasta Batea que es donde estaba el alto mando, cuando llegué allí me presenté y me dijeron que allí sólo había una especie de oficinas por lo que me indicaron en donde estaba la Brigada; ésta estaba acampada a 3 o 4 Km., de la población en una " rraconada" de olivos y almendros y par allí me fui. Al llegar pregunté por mi compañía y una vez que la encontré al presentarme ( yo no daba mucha importancia a este acto, pero mas tarde supe que mas de uno lo pasó muy mal) alegremente a ella como si de cumplir una misión viniera me hicieron varias preguntas, pero dio la coincidencia que el que me las hacía era un teniente alemán el que en Madrigueras le llamábamos cariñosamente el "tanque", por la mole humana que era. Como yo traía un certificado del médico de mi pueblo conforme había estado en casa enfermo de gripe, lo cual me habían aconsejado hiciese reposo a bromear conmigo dando a entender que eran muchos los enfermos de gripe como yo y así me incorporé otra vez a mi Brigada. Que misión tendría encomendada allí acampada?. Nadie lo sabía, como tampoco nosotros sabíamos exactamente a quantos kilómetros estaba el frente, pero como la juventud no se entretiene mucho a pensar allí pasamos unos días bastante tranquilos, nos acercábamos a finales del mes de Marzo de aquel 1938. Al cabo de unos días marchamos de allí a establecernos a orillas de un pequeño río llamado Algar que separa Aragón de Cataluña. Allí a pocos metros del cruce cabamos unas pequeñas trincheras esperando acontecimientos, siendo visitados de cuando en cuando por la aviación enemiga que no paraba de bombardear toda aquella zona. Y así llegamos al final que se avecinaba a pasos agigantados. Se oían ya de cerca los cañonazos, los morteros, las ametralladoras prueba de que pronto muy pronto el frente se iba a plantar delante de nuestras narices. Otro día nos dijeron que abandonásemos aquellas pequeñas trincheras y nos subiéramos a lo alto del cerro y allí hiciéramos las nuevas trincheras, aquello era mas razonable pues en caso de tener que evacuar podíamos hacerlo sin tener que arrastrar unos peligros innecesarios. Un par de días estuvimos en aquella nueva posición, el primer día oyendo el tronar casi continuo de cañones aviones, y toda clase de armas un poco lejanos aún, por la noche calma, calma que siguió por la mañana del nuevo día, lo cual nos estrañó e intrigó bastante pareciendo un Presagio de lo que iba a ocurrir mas tarde o sea al revés del dicho aquel "después de la tempestad viene la calma" aquí pasó que después de la calma viene la tempestad y así fue. Aún no había mediado la tarde cuando del cerro que teníamos enfrente pero en dirección diagonal o sea a ambos lados de la carretera que viene de Maella empezaron a deslizarse grupos muy numerosos de tropas enemigas, eran de infantería y según decían de "regulares" es decir que había muchos moros. Acompañaba a este despliegue de tuerzas un fuego infernal y aunque no abanzaban en la dirección que estábamos nosotros las balas silbaban por encima de nuestras cabezas de una forma constante, y aunque llevábamos casco mas de una vez agachábamos la cabeza instintibamente pues el silbido parecía rozaba las orejas. Empezamos a disparar nosotros también y aquel breve espacio que duraron aquellos disparos fueron los únicos que tuve la suerte de hacer en aquella guerra; sí ahora comprendo que fue una gran suerte la que tuve ya que además los hicimos de tan lejos que el capitán de la Compañía nos dijo que parásemos de disparar ya que aquélla distancia era imposible hacer blanco contando que las balas llegasen allí. Y hablado de la suerte, en aquellos momentos y mientras estuve por el frente nunca rehusé el ir a disparar ni nunca me pasó por mi mente esconderme para así evitar que por mi parte ocasionase bajas al enemigo muy al contrario aunque no era un hombre con instintos belicosos, en aquel tiempo mi ilusión era poder ganar aquella maldita guerra fuera como fuese, pero mi destino hizo que yo no tuviera apenas que intervenir en ella y a lo largo de mi vida esto me ha complacido mucho y parece que incluso mi conciencia ha quedado muy tranquila. Sigamos la narración; cuando el Capitán nos dio la orden de no disparar más y el olor a ña pólvora ya se había disipado poco tiempo nos estuvimos en aquella trinchera, éramos testigos impotentes contemplando como aquéllas tropas que hacía una hora habían irrumpido con gran griterío en el valle arrasaban sin cesar como sí los disparos que les hacían nuestros compañeros que estaban a su altura no fueran dirigidos a ellos. De pronto llega el rumor de que avanzaban tan fácilmente debido a que las posiciones que teníamos a nuestra derecha y enfrente de ellos fueron evacuadas y de seguir su avance peligrábamos de vernos cercados. El mando lo debió interpretar así pues al poco rato nos dieron la orden de repliegue estas órdenes por lo poco que estuve en el frente me di cuenta de que no era necesario las repitieran dos veces, así que avanzada la tarde cogimos a campo-través la dirección de Batea a dónde llegamos ya oscurecido, y en vez de entrar en el pueblo nos quedamos unos grupos en sus afueras en donde pasamos la noche. Lo que a mi me extrañaba es que no hubiese mas coordinación es decir que no hubiesen puesto unos controles nuestra Brigada para indicarnos el sitio exacto en donde teníamos que concentrarnos y allí reorganizarnos. Pasamos la noche tranquilos y ya el sol hacía rato había salido cuando empezamos a movernos y lo hizimos con rapidez debido a que sin apenas darnos tiempo a plegar las mantas hicieron su aparición un par de escuadrillas de cazas alemanes tipo "Sturas" que haciendo su clásica cadena, o sea ametrallar en picado sembraban el desconcierto y el pánico entre nuestras tropas.Marcharon los aviones y el grupo de 15 o 20 que formábamos empezábamos a buscar el gruesos de las fuerzas concentrándonos que éstas al amanecer se habían marchado carretera adelante en dirección al frente. De todas formas muchos al igual que nuestro grupo quedaban por aquí y por allá y algunos de seguro tomaron las de Villadiego, no había control ni orden otra vez, y en cuanto a la gente civil del pueblo estaban completamente desorientados, muchos no sabían que partido tomar, de seguro que este era el primer pueblo de la provincia de Tarragona que estaba en peligro de caer en manos de las tropas franquistas y el nerviosismo era patente. Claro que nosotros en aquellos momentos tan dramáticos para aquella gente civil no reparábamos mucho en su situación ni prestamos mucha atención a ello, así que nos agrupamos para canbiar impresiones y una vez estar bien seguros de que los nuestros estaban carretera adelante tomamos este camino también nosotros convencidos que este era nuestro deber. Algunos se quedaron y serían cerca de mediodía cuando nos pusimos en marcha, traíamos con nosotros una ametralladora rusa que iba sobre ruedas tipo "Maxims"y por la carretera nos cruzamos con algún que otro coche que parábamos para enteramos con certeza de donde estaba nuestra Brigada. Mas de una vez nos paramos para descansar al borde de la carretera o bien en la cuneta cuando se presentaba la aviación, entonces teníamos un cambio de impresiones en seguir adelante o paramos; decidimos por lo primero y por fin mediada la tarde arientados por alguien dejamos la carretera y nos adentramos por el monte y pronto encontramos entre la maleza a grupos de soldados pertenecintes a los nuestros. Dimos con mas mandos y con parte de una intendencia que nos suministró comida la cual nos vino muy bien ya que este día habíamos casi ayunado. Como hablábamos fuerte nos advirtieron que no lo hiciéramos pues el enemigo debía andar muy cerca entre aquellos barrancos llenos de pinos y matorrales, los mas veteranos lo olían con el olfato, es decir que los mas como no veíamos el peligro estábamos casi despreocupados; por aquellos andurriales debían haber miles de hombres y que raro apenas se oía un pequeño ruido, ni un tiro nada,que presagiaba aquel silencio? pronto lo supimos. Apenas hacia tres cuartos de hora que habíamos llegado, despachando en cuatro dentelladas parte del pan y carne en frió que nos habían dado nos dijeron que abanzásemos por un sendero para situarnos mas adelantados, y además del fusil traía la caja con cintas para la ametralladora y al marchar me encontré con un viejo conocido al que no había visto desde hacía tiempo. Fueron unos breves momentos los suficientes para que al dar la vuelta no los vi se debieron meter por una de aquellas espesuras, no podían andar lejos iba a mirar cuando de repente desde aquellas mismas espesuras pero mas hondas salieron como bomitados con una violencia que me dejó clavado, centenares, miles quizas de obuses de pequeño calibre, después supe que eran lanzados por las famosas baterías italianas a las que llamábamos "la loca". Reaccioné rápidamente y como me encontraba en un pequeño bancal solo me resguardé detrás de una enorme roca, pues aquello ya se asemejaba a una lluvia de metereolitos leido en algún libro, estallaban por todos lados a tres o cuatro metros así como explotaba uno en el bancal haciendo un pequeño hoyo de un par de palmos por tres o cuatro de diámetro, como el ruido era muy intenso no me di cuenta de si zumbaba a mi lado la metralla, lo que sí se es que me puse encima de mi cabeza la caja de las municiones, podía ser una temeridad pero pensaba la chapa es fuerte y puede aguantar metralla. De pronto paró aquel infernal ruido de explosiones y aún no te habían descansado los oídos cuando empezó la fusilería a disparar con tal intensidad que aquello se convirtió pronto igual que el zumbido de las abejas de docenas de enjambres. Solo allí no veía a nadie ni oía siquiera, no había que hacer, cuando se me ocurrió subirme a lo alto de un pequeño montículo que había detrás de mí y ver lo que pasaba. Al subirme tenía que hacerlo por una pared de unos 25 metros muy empinada y allí iban a dar muchas de aquellas balas que tanto se asemejaban al pasar con el zumbido de las abejas. Si pasé o no miedo creo que ni me enteré, casi no tenía tiempo de pensar, todo sucedía rápido, veloz diría, y cuando he pensado después, incluso ahora cuando escribo, en aquéllas escenas es cuando he sentido mas miedo. Las balas como decía llobían en derredor mío y no me atribulé en aquellos momentos, tenía que pasarlos yo y no podía elegir,así que llegué a lo alto y cual sería mi sorpresa al ver que allí habían unos grandes refugios que se construyeron a principios de la guerra, con nidos de ametralladoras y demás; solo llegar y se me planta un oficial extrangero de mi Brigada todo nervioso y jadeante, empleaba un lenguaje un poco brusco y amenazador creyendo que había abandonado el frente, llebaba pistóla y en momentos así muchas veces se hacía uso de ella pero yo llebaba también mi fusil cargado y dispuesto a todo, pero oh calamidad en aquel momento llegaba un muchacho sargento que nos conocimos en Madrigueras trabando buena amistad y que precisamente fue el único que se llamaba Caballé igual que yo siendo además del Uruguay en pocas palabras le expliqué mi situación, diciéndome él que estaban recogiendo el material mas valioso de transmisiones, cuerpo al que pertenecían, me dijo además que aquello se abandonaba rápidamente . El oficial se calmó y me invitó a que buscase mí grupo, cosa que me pareció razonable, así que me dispuse a bajar por el mismo sitio donde había subido hacía pocos momentos. Las balas continuaban lloviendo y ahora sí que pensé un poco en que alguna podía darme, pero no fue así y me coloqué al mismo sitio detrás de la roca mirando de cuando en cuando sí veía nada, transcurriendo unos minutos que me parecía horas, el fuego de fusilería ya no era tan intenso pero seguían disparando, se oían cantar mas las ametralladoras y acerté a mirar por mi derecha donde había un pequeño barranco que terminaba por lo que vi en la carretera en donde había un camión parado cuando oí un cañonazo tremendo y un obús caía muy cerca del camión. Como movido por un resorte el camión mas que ponerse en marcha por la carretera voló por ella y acto seguido vi muchos soldados corriendo hacía atrás, aquello pensé no podía ser mas que otra retirada y me acerque más a la carretera desde lo alto del barranco aún, los soldados seguían pasando corriendo y grité a unos que pasaban mas cerca preguntando que pasaba, contestándome que se abandonaba aquel frente o sea se hacía la retirada. No esperé mas en cuatro saltos me planté en la carretera y me uní a los demás, dejamos ésta y nos metimos por entre montes y tierras de cultivo alejándonos lo mas rápidamente posible de aquel infierno. El cañón seguía tronando lanzando sus obuses ora delante de nosotros ora detrás ninguno nos alcanzó hasta que al cabo de unos largos minutos cesó de hostigarnos. Respiramos ya tranquilos así como íbamos alejándonos mas y mas, pero en fondo nos sentíamos apesadumbrados por tener que siempre huir y siempre para atrás. Caía lentamente la noche de quel I o de Abril de 1938 en que sería el último que pasaba en el ejército republicano; cuando cerró la noche estábamos en la carretera a unos kilómetros de Villalba deis Ares, paramos allí extrañándonos que este pueblo estubiese tan iluminado y lleno de jolgorio, confirmándonos que ya algunos temíamos, acababa de ser conquistado por las tropas de Franco. Eramos muchos los reunidos quizas 150 entre ellos varios oficiales y un capitán por cierto muy valiente, alemán; allí discutimos lo que podíamos hacer yo les propuse que suponiendo que estábamos cercados cosa muy probable, lo mejor sería marchar aquella noche por una de aquellas vaguadas que de seguro iban a parar todas al mismo sitio, el río Ebro, aunque era de cerca no conocía el terreno pero aquello no podía fallar. No aceptaron mi proposición alegando era peligroso en una noche tan cerrada por lo que nos tumbamos por aquellos bancales y a esperar el nuevo día. Llegó éste y al igual que desde hacía cierto tiempo amaneció raso y con un sol esplendido, rápidamente nos pusimos a marchar en dirección Este y formábamos una buena columna y seguíamos recto, cruzando montes y caminos, olivos, almendros, viñas, siempre directos, cuando al salir de un bosquecillo y llevar un par de horas de camino vimos clavada en un montículo a 300 m. de donde estábamos la bandera de los nacionales, es decir la roja y gualba, giramos la vista mas a nuestra izquierda y un poco mas alejada vimos otra. Mucha impresión nos causó el ver que estábamos copados pero no sentimos ningún miedo ni temor, ahora bien la reacción fue muy diferente entre los componentes de aquella columna pues mientras que a los extranjeros no les costó ni cinco minutos el tomar una decisión y con ellos algunos pocos de españoles al grueso de la fuerza nos costó mucho mas . Se agruparon unos cuarenta o cincuenta y decididos cogieron un sendero que iba precisamente hacia donde estaba la primera bandera, nosotros nos quedamos pensativos mirando como se alejaban cuando aparecieron por aquel sendero en direción contraria una docena de soldados franquistas de las tropas regulares. Se cruzaron se miraron y cada cual siguió su camino, comprendimos que no se metieron con los nuestros por llevar una inferiridad numérica muy notable, y desaparecieron de nuestra vista deseándoles tuvieran suerte . En cuanto a nosotros nos metimos dentro de un bosquecillo y discutimos la situación en que nos encontrábamos llegando a la conclusión que podíamos elegir; primero, mirar de cruzar aquel cerco que aún no estaba muy consolidado, segundo, entregarnos a aquellas fuerzas que andaban por allí y tercero, esperar acontecimientos y sí podíamos llegar a la noche marcharnos entre aquellos barrancos que nos tendrían que llevar forzosamente al Ebro, tal como había propuesto la noche anterior. También me vino a la memoria la advertencia que hice a un grupo de oficiales estando en aquella posición delante del río Algas, oyendo como oíamos durante toda la tarde el fuego de fusilería i ametralladoras que avanzaban unos desde la parte de Alcañiz y otros desde Caspe tenía la convicción que nos harían una gran bolsa sí llegaban a unirse en Gandesa, y así fue allí nos encerraron a unos cuantos miles de hombres los que componíamos la 35 División formada por la 11,13 y 15 Brigadas Internacionales como creo que algunas mas. En aquella situación nos hallábamos faltos de moral, pues no podía ser de otra manera el andar tantos días siempre abandonando posiciones y terrenos sin apenas resistir ni luchar, yo pensaba que la guerra la teníamos perdida y que poco tiempo duraría, pensando así casi todos por no decir todos los que allí estábamos, claro que había la cuestión de nuestras familias pero con quel tren no pasarían muchos días sin que cogieran mi pueblo. Temiendo lo peor o sea que nos hicieran prisioneros rompimos todo lo que podía comprometernos tal como el carnet de la sindical a la que pertenecíamos, la mayoría de los que nos llamaron a filas teníamos el de la C. N. T , al revés de los que ingresaron voluntarios que casi todos eran del partido comunista, también rompí el de las B.I. y esperamos. De cuando en cuando alguno se marchaba después de toma su resolución y así estábamos cuando oímos dos tiros y dos balas silbaron por encima de nuestras cabezas o por encima de las copas de los pinos, alguien nos gritó que nos entregásemos que nada nos pasaría, rápidamente tomamos una decisión unos se marcharon a través del bosquecillo y los demás salimos a un bancal que había delante de aquel bosque con el ánimo de entregarnos. Miramos y vimos unos bancales mas arriba comos dos moros nos estaban apuntando, eran solo dos y nuestro grupo lo componíamos 30 o 40 así que si nosotros hubiésemos querido escaparnos de aquellos dos arriesgando la vida de seguro lo hubiésemos hecho, eso no quiere decir que otros habrían salido de otros lugares y nos hubieran cazado como conejos. Pero no era esto nuestro propósito convencidos como estábamos de que la guerra iba a durar poco. Por lo tanto allí en el medio del bancal tiramos nuestras armas y municiones y nos entregamos como prisioneros de guerra. No pasamos por vejaciones quizá por ser tantos nosotros y además había sido la de aquellos días una batalla muy suave. Sí mientras había estado en el ejercito de la República por estar en guerra un hombre solo tiene el valor de un número, ahora siendo prisioneros en nuestra propia nación, los valores humanos que allí nos respetaban aquí nada de nada, casi casi éramos rebajados a la condición de animales de escaso valor. Esto ocurría el día 2 de Abril de 1938 entre las montañas de la Fatarella y Pobla de Manaluca. MEMORIAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA DESDE EL 2 DE ABRIL DE 1938 EN QUE ME HICIERON PRISIONERO HASTA QUE ME DIERON LA LIBERTAD EL DÍA 5 DE OCTUBRE DE 1938. Josep Caballé PRISIONERO DE GUERRA Aquella luminosa mañana del día 2 de Abril de 1938 amaneció presajiando un día espléndido pero para mí, igual que para muchos, podía ser uno de los mas señalados de mi vida. Apenas empezó a clarear cuando los cien y pico de tropa oficiales del maltrecho ejército republicano que habíamos acampado la noche anterior al lado de la carretera a un par de Kilómetros de Villalba deis Ares nos pusimos en pié y casi instintivamente nos pusimos en marcha en dirección Este o sea por donde el sol iba pronto a asomarse. La tarde anterior las tropas de los nacionales habían ocupado entre otros éste pueblo y sí me hubieran hecho caso la noche anterior y habríamos hecho este camino. íbamos a la aventura no sabiendo a quien encontraríamos, pero estábamos sino miedosos, sí un tanto preocupados y desmoralizados, casi creíamos que nuestro enemigo estaría a orillas del Ebro sí es que no lo habrían pasado. Apenas habíamos andado un par de horas cuando los que iban en cabeza hicieron un alto muy brusco, que pasaba? sencillamente que a menos de quinientos metros a derecha e izquierda en lo altos de dos montículos había dos banderas platadas, eran la roja y gualda perteneciente a la España nacionalista. No porqué ya nos lo temíamos nos produjera mucha extrañeza pero sí recuerdo que el impacto fue mayúsculo y el revuelo que se armó bastante notable. Creo que nadie perdió la serenidad ni demostró estar espantado, pero como movidos por un resorte todos los soldados extrangeros que iban con nosotros ya que todo el grupo pertenecíamos a la 11 Internacional, se agruparon a un lado y después de un pequeño cambio de impresiones acordaron seguir adelante siguiendo el sendero que iba hacia una de las banderas. No menos de cincuenta componían el grupo que se fueron alejando de nosotros apenas sin despedirse ya que en aquellos momentos sobraban ciertas cosas y costumbres; durante unos minutos estubimos pendientes de ellos y la emoción creció cuando vimos que de lo alto de donde estaba la bandera bajaban armados ocho o diez soldados que por el atuendo supimos que eran del cuerpo de regulares. Pronto se cruzaron, creemos no medió palabra entre ellos se miraron de reojo y dispuestos ha hacer uso de las armas si alguno de ellos hubiera hecho cualquier tontería. Debido a que los nuestros eran mas numerosos siguieron sin ser molestados y así los perdimos de vista al adentrarse en la espesura del monte, llegaron donde se proponían? o sea a reunirse con nuestro ejército saliendo del cerco en que estábamos metidos? nunca lo supimos. Allí quedábamos setenta u ochenta hombres que de momento no sabíamos que hacer pues si bien la gran mayoría sino la totalidad éramos afectos y entusiastas del bando republicano, también era verdad que nos sentíamos desmoralizados que la guerra la teníamos perdida creyendo no podía durar ya mucho tiempo. Con este pensamiento nos pusimos a discutir que íbamos a hacer y la mayoría optamos a esperar y metidos en un bosquecillo sí podíamos llegar a la noche era partidario de seguir barranco abajo hasta llegar al río tal como propuse la noche anterior. De cuando en cuando bien individualmente o bien en grupos pequeños algunos tomaban la decisión de marcharse hasta que a media mañana quedábamos un grupo de cuarenta o cinquenta. El sol calentaba ya que por la estancia en la sombra de aquellos pino se hacía agradable cuando de pronto sonaron dos tiros cerca de allí oyendo como las balas zumbaban por encima de los pinos al mismo tiempo que alguien nos gritaba " paisa paisa " el saludo de los moros invitándonos a que saliésemos y nos entregásemos decidiendo hacerlo así aunque a última hora unos pocos agazapados se escabulleron y se marcharon por otro lado. Al salir del bancal ellos, solo dos moros, nos apuntaban con sus fusiles diciéndonos tirásemos todo el armamento y subiéramos hacía donde ellos estaban, así lo hicimos y al llegar allí estaban, alegres y contentos imaginándose conseguir un buen botín brilládoles los ojos de codicia, nos pedían que les entregásemos todo lo que pudiera tener cierto valor pues en la parte republicana aunque los alimentos escaseaban mas, los soldados al cobrar mucho mas que los de la otra zona ( 10 pts. unos y 0.50 pts. los otros ) teníamos objetos prohibidos para ellos, como relojes, plumas estilográficas así como muchas cosas de por el estilo. Llevaban prisa temerosos de que vinieran otros y tuvieran que repartirse el botin, así que casi solo se llevaron lo que buenamente les quiso entregar o bien ellos muy sagaces en el robo le cogían algo que asomaba por el bolsillo o el makuto. Recuerdo que a mí me dijeron que les abriera este y al comprobar que no había nada apetecible querían tirase el bloc de cartas que traía mas aquel papel era rojo y que Franco ya me daría papel; les repliqué que aquel papel era blanco y muy blanco, ( ya sabía el sentido que le daban al decir rojo ) y que en la España nacional se podía escribir con él. Varias veces repetimos lo mismo hasta que al fin me lo quedé. Vigilados por ellos seguimos camino hacía atrás encontrando pronto un pequeño puesto de mando o control en donde habían mezclados moros y españoles, allí un buen grupo que al vernos se lanzaron hacía nosotros ávidos de pillarnos lo que aún nos podía quedar después del primer saqueo. Nos mandaron luego en dirección a un pueblo que se veía ya cerca que no era otro que la Pobla de Masaluca, último pueblo de nuestra provincia lindando con la de Zaragoza. Siempre venía alquien por el camino a hacernos preguntas y antes de entrar en el pueblo nos tuvieron allí un buen rato, ya éramos allí un buen grupo, mas de 70 y allí fuimos testigos de un suceso que nos hizo comprender lo criminal de aquella guerra. Allí nos pregntaban sin tomar nota de donde éramos, a mí un sargento moro me preguntó sí era alemán con mucha insistencia debido a mi complexión robusta y algo rubio, tuve que demostrarle que era español y mas aún de cerca de donde estábamos; cuando se encontraban con algún extrangero lo apartaban enseguida y se lo llevaban, después supimos que en cualquier sitio le pegaban un par de tiros en la cabeza y allí lo dejaban como si fuera un animal dañino. Nos impresionó mucho cuando nos enteramos de eso al ver que allí no se respetaba ninguna ley, y mas teniendo en cuenta que aquel día y el anterior se había avanzado sin apenas tener bajas, que quiere decir que no estaban nerviosos ni excitados. Aquello no era otra cosa que un crimen de guerra. Sobre las dos de la tarde de aquel radiante mes de Abril entramos en el pueblo, metiéndonos un grupo de unos 30 en los bajos de una casa, los demás en otras pues iban llegando mas prisioneros. Ya éramos prisioneros, y sí había alguno que se decía pasado corría la misma suerte que nosotros, estábamos privados de libertad, hasta cuando?. Avanzada la tarde nos dieron algo de comida caliente y a falta de plato con un bote vacío de consevas, un cazo pequeño a cada uno de arroz con un poco de carne un chusco con un vasito de vino y aquélla frugal comida que nos sirvió para todo un día fue de las que encontré y comí mas a gusto de toda mi vida. Menos mal que en la entrada de aquella casa había un montón de aceitunas, igual habían 30 sacos, que debido al fuerte frío que hizo aquel invierno se habían helado y ahora estaban secas por lo que no se podrían por mucho tiempo que estuviéramos allí amontonadas, pues aquellas aceitunas nos aliviaron mucho en las horas que el gusanillo del hambre empezaba a roer. De agua teníamos en abundancia ya que allí temamos una cisterna llena. Al siguiente día nos sirvieron desayuno comida y cena, raciones pequeñas pero buena, la dueña de la casa, una señora entrada en años y viuda salió un par de veces de la casa y al pasar por donde estaba entramos en conversación diciéndole que era de Vinebre lo que ella me agradeció con unos puñados de almendras que repartí con los compañeros mas íntimos. El día 5 a primeras horas nos vinieron a buscar con camiones para ser trasladados a Zaragoza y nunca se ha borrado de mi memoria el espectáculo escalofriante que se ofreció a nuestros ojos. En la carretera que va desde Villalba deis Ares a Gandesa allí tirados en la cuneta estaban los cadáveres de dos o tres docenas, quizas mas, pertenecientes a los extrangeros que habían cogido prisioneros y en vez de tratarles como tales les trataron como criminales. Llegamos a Zaragoza y por la tarde nos metieron en un campo o cuartel, creo de San Gregorio, pasando allí la noche; a la mañana siguiente al levantarnos y pasearnos por el campo. Todo el vallado por tela metálica nos encontramos con vendedoras y vendedores de bocadillos que cambiabas con algo que habías salvado, ya que dinero no teníamos, alguna navaja, tijeras, reloj, incluso ropa, o bien antes lo vendías a los típicos traficantes que merodeaban en los campos de concentración escoltas, guardias retirados o gente civil que se dedicaban a aquellos quehaceres; claro que se aprovechaban pues además te coaccionaban diciéndote que sí no se lo vendías mas adelante te lo quitarían al ingresar en el campo de concentración. El día 7 nos embarcaron en un tren de carga un cargamento de unos 600 hombres, todos prisioneros de guerra, pero que había allí de todo, unos pasados, otros crecidos, en fin había muchas clases de prisioneros, no sabíamos cual era nuestro destino así que nos acomodamos lo mejor que pudimos los 40 hombres mas un par de escoltas en cada vagón con las puertas cerradas hasta de se hizo de día y salió el sol en que habrieron una puerta para airearnos y poder ver el paisaje. Seguimos dirección Plasencia-Prov. Cáceres. Seguiré ahora con unos apuntes hallados y escritos en aquella época: " Tan pronto como amaneció a través de la ventanilla con reja de nuestro vagón de carga empezamos a ver unas llanuras inmensas, llenas de alegre verdor prueba de que la tierra estaba bien cultivada, a pesar de las dificultades inmensas que la guerra ocasionaba a los campesinos. La impresión que nos produjo fue muy agradable. Andábamos aún por terrenos aragonese y aunque el terreno pareciese monótono ( comparado con el de mi pueblo en la procincia de Tarragona tan lleno de arboleda ) . Tenía mucho de encanto en esa época del año; estábamos en el mes de Abril, en plena primavera en que los sembrados estaban en todo su verdor. Seguimos nuestro camino adentrándonos en la provincia de Logroño. El terreno ofrecía las mismas características que el aragonés. Kilómetros y mas kilómetros de llanuras, siempre con el mismo verdor alterado de cuando en cuando con manchas de verdor mas intenso debido a que en ellos se cultivaban hortalizas con abundancia de árboles frutales. Esto casi siempre era anuncio de que por allí había algún pueblo o aldea. Además la proximidad del Ebro era la causa de que se vieran extensas zonas de regadío. También perdía el terreno su monotonía por la aparición de cuando en cuando de algún viñedo. Pasamos Logroño que nos pareció su capital muy simpática con sus casa llenas de ventanales con vidrieras y así llegamos a la pro. de Burgos en donde el terreno nos parecía mas fértil hasta llegar a Miranda de Ebro. Era al aterdecer de día 7 pareciéndonos una hermosa población con el encanto de poder sentir continuamente el rumorear de la aguas del Ebro que pasan por el medio de la ciudad. Allí nos suministraron comida y por primera vez desde que empezó la guerra hacía cerca de dos años comí unas excelentes sardinas en conserva con marca gallega. Y seguimos ya oscurecido nuestra ruta, pasando medio dormidos por Burgos en donde no pudimos apreciar nada de esta ciudad tan famosa y renombrada, no tan solo por su preciosa catedral, sino también por constituirse en ella el primer Govierno Nacionalista. Amaneció el día 8, llanuras y mas llanuras. Pasamos por la provincia de Patencia y allá en la lejanía se divisaban montañas algunas de ellas cubiertas con el blanco manto de la nieve. Otros montículos ya aparecían mas cercanos pero seguían dominando las llanuras, y así nos fuimos adentrándonos en la provincia de Valladolid pasando por la capital. Esta parece se la mas grande de todas las que hemos atravesado hasta el final de nuestro viaje, como asimismo bastante bella. Para dar una idea de lo llano que era el terreno en los centenares de Km. que hemos recorrido bastará decir que solo atravesamos cinco pequeños túneles y todos ellos cerca de Miranda del Ebro (Burgos ) con otros luego ya entrados en la provincia de Cáceres. También es de notar para mí la forma en que los campesinos labran la tierra en estos parajes. Siempre de un arado tiran como mínimo un par de animales, llegando algunas veces hasta cuatro y seis haciendo unos surcos muy profundos y en su mayoría tirados por bueyes. Yo como campesino que soy no comprendo como no plantaban en tantos kilómetros y kilómetros ni un solo árbol, aunque solo fuese para resguardarse bajo ellos de los ardientes rayos solares en verano en estas tierras tan resecas. Hay costumbres y rutinas en cada tierra... Una vez pasada la estación de Valladolid se ofreció ante nosotros un paisaje magnifico; andamos muchos kilómetros en medio de un espeso bosque de pinares y entre ellos se veían muchas y bonitas casas o villas. ! Que saludable debía resultar vivir en ellas ¡. Y seguimos adelante que a mi entender podrían dar mucho mas rendimiento con otros cultivos. Algún riachuelo de cuando en cuando, poca agua, y también algunos especies de lagos que ofrecian cierta curiosidad. Pasamos por Medina del Campo que se ve que es un pueblo de cierta inportancia, y llegamos al mediodía del día 8 de Abril a la tan nombrada en los últimos años ciudad de Salamanca Cierto es que desde un tren de carga no pueden apreciarse los valores de todo lo que vamos dejando tras de nosotros, pero la verdad Salamanca nos pareció así como íbamos pasando un poco lejos ya, como un pueblo cualquiera de agricultores; no se veían edificios como habíamos visto en Logroño, Valladolid, Zaragoza, etc. Pero yo creo que tiene de buenos. También allí nos volvieron a suministrar comida consistente en dos excelentes latas de sardinas media tableta de chocolate y dos chuscos para cada uno; siguiendo luego por esta provincia hasta llegar a la de Cáceres en Extremadura. El terreno cambiando aunque no muy montañoso ofrecía muy amenudo pronunciados desniveles y una cosa nos lamo poderosamente la atención. Había oído decir como también lo había leído muchas veces que por estas comarcas existían grandes extensiones de encinares pero nunca me figuré que pudieran ser de tanta magnitud. Se veían extensiones grandísimas en los llanos y en los montes cubriéndolo todo con este color verde oscuro tan característico de esos árboles y siguiendo las ondulaciones del terreno. Verdaderamente ofrecía un aspecto admirable con el verde césped bajo sus ramas con toda clase de ganado pastando en él. Antes de entrar en la provincia de Cáceres la naturaleza ofrecía un cambio muy brusco; las llanuras habían quedado atrás, ahora, después de atravesar varias provincias con terreno llano el terreno se asemejaba al de mi pueblo y comarca. Un paisaje hermoso de veras va perfilándose poco a poco, en algún picacho aún se ve nieve a pesar del fuerte sol de primavera que hacía. Por todas las montañas, por sus laderas y barrancos manaba agua muy limpia que de paso regaba las hierbas del monte y sus praderas conservando el alegre verdor. Todo eso entrando en la provincia de Cáceres y saliendo de la de Salamanca continuando con grandes manchas de encinares como asimismo diversas clases de árboles frutales, cabe destacar de estos como muy numerosos los cerezos, como asimismo los olivos y las viñas. En la frescura de estas tierras, se veía pastar toda clase de ganados desde el vacuno, en cantidad como yo no había visto nunca pasando por el lanar, cabrio etc. para terminar con el de cerda puede el mas numeroso y el que tiene mas fama por abundar entre ellos los de raza negra. Era bien entrada la noche cuando llegamos a nuestro punto de destino por lo menos temporalmente, era una grande y simpática población llamada Plasencia, y aunque solo la pudimos apreciar al bajar del tren y pasar por el centro de ella, nos causó muy buena impresión con sus casas muy bonitas. Directamente sin pararnos nos llevaron a las afueras de la ciudad donde estava la Plaza de Toros encerrándonos en ella; eran las once de la noche del día 8 de Abril. Al día siguiente cuando nos levantamos desde las ventanas con rejas podíamos contemplar Plasencia que queda mas baja que nosotros.¡Contemplar!, he aqui una palabra que al pronuciarla hace nacer en nosotros muchas ilusiones y mas de un suspiro, suspiros, ilusiones y deseos cuando contemplamos también a esas lindas muchachas que vemos como se pasean por la cercana carretera, también te los causan el mirar el hermoso paisaje que desde aquí se divisa. Todo eso nos es posible contenplarlo y nada mas, esperando ansiosos el día, confiamos no muy lejano en que todo esto lo podamos precenciar como mejor plazca y con verdadera libertad. Hasta aquí he anotado unos apuntes que tenía escritos de aquella época y que pueden diferir en algo de lo que yo recordaba. El día 8 de Abril de 1938 llegamos por fin a nuestro destino, era una bonita e importante población de la provincia de Cáceres llamada Plasencia, cunatos Km. habíamos recorrido desde que nos hicieron prisioneros en la provincia de Zaragoza?, no lo se exactamente pero creo no bajaron de mil recorriendo además de parte de esta provincia la de Zaragoza, Logroño, Burgos, Valladolid, Salamanca y Cáceres. Cuando bajamos del tren ya era mas de media mañana atravasamos andando la población vigilados por los escoltas compuestos por soldados de las quintas mas viejas franquistas y cosa rara, solo hacía unos días que eramos prisioneros y nos parecía ya tan lejos el tiempo en que estábamos libres aunque fuese en el frente. Mirábamos con asombro y envidia a la gente que se movía libremente por las calles coincidiendo las miradas cuando divisábamos alguna mora atractiva y bien compuesta de las que allí abundaban. Directamente nos llevaron a la plaza de toros que por espacio de cinco meses y medio sería mi domcilio habilitado en campo de concentración. Debido que las tropas nacionales en sus grandes abances por aquellos días hacían enormes bolsas en que cogían muchos prisioneros teniendo que habilitar para campos de concentración edificios de todas clases. A mí me tocó una plaza de toros que quizas por aquello de que cuando se es joven todo se supera, no me fue del todo mal y comparándolo mas tarde, así como te ibas enterando con cualquier otro nos dimos cuenta que a su lado el nuestro era un paraíso. Los tres o quatro primeros días nos Uebaban la comida en perolas desde la cocina de un cuartel de infantería que había en la población así que comíamos lo mismo que los soldados, pero debido a que llebábamos hambre atrasado la encontrábamos insuficiente y allí sí que veías escenas dignas de ser filmadas en cualquier película cómica de calidad. Llegamos allí sin platos vasos ni cucharas por lo que de momento nos dieron un plato y un vaso para dos, y una cuchara a cada uno; la comida se componía de dos platos diferentes, vino y postres por lo que tenías que juntarte cuatro para que en un plato te pusieran la ración de cuatro, sea sopa o legumbres y en el otro el cocido con carne. Bueno, pues resultaba que te ponías a comer una cucharada uno cucharada otro y aunque todos teníamos buen apetito por no decir otra cosa, si te juntabas cuatro que te conocías y que conserbabas los principios de educación y respeto no pasaba nada; pero mirando en derredor tuyo veías otros que no se portaban con iguales modales sino que aceleraban el ritmo de llevarse la cuchara desde el plato a la boca una barbaridad y claro, solo que hubiera uno en el grupo los demás tenían que hacer lo mismo produciéndote aquella situación un tanto grotesca una hilaridad que te hacía olvidar de los momentos penosos y tristes en que te encornabas. Nos dieron una colchoneta un cabezal, una sábana y una manta a cada uno y nos dijeron que nos acomodásemos en el cobertizo que hay encima de las gradas de la Plaza, era bastante ancho para que cabiera la colchoneta y aún quedase un pasillo de mas de un metro; por la mañana después de tocar diana recogíamos la cama colgámabos la sábana y la manta y a pasar el día como podíamos. Al principio uno de los principales quehaceres por lo menos todo el que se preciara un poco de limpio y gustarle la higiene era ir a la caza del piojo; sí, digo piojos, pues no había nadie que estuviese libre de ellos. Los empecé a conocer en el frente cuando aún era soldado de la República y en este tiempo se fueron multiplicando de una forma asombrosa, claro que los que teníamos cuidado casi los llegamos a eliminar totalmente, pero había casos extremos en que algunos de no haber recibido ayuda la hubiesen pasado mal pues estos vichitos eran tan ávidos a chupar la sangre que el que se acobardaba estaba listo. Luego así como el buen tiempo fue afianzándose al ir muy ligeros de ropa y nos lavábamos muy a menudo estos asquerosos insectos fueron desapareciendo de una forma general, al cabo de unos días la cosa fue organizándose lo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que nuestra expedición fue la primera en habilitar aquella Plaza como Campo de Concentración. Se montó una cocina en los corrales que nos preparaban una comida sabrosa y mas que suficiente hasta el punto que los mismos soldados que venían a hacer las guardias nos decían que la que les daban en el cuartel era muy inferior a la nuestra; ya todos teníamos platos pero comíamos de dos en dos por aquello de no mezclar los dos platos que te daban. Como la ración de pan era mas que suficiente nos encontramos que al cabo de unos días el hambre había desaparecido que no es lo mismo que decir el apetito que a las horas de la comida siempre lo teníamos, para algo éramos jóvenes. De todas mareras casi siempre sobraba algo en las perolas. Con el asunto de la comida resuelto, en aquellos tiempos ya teníamos ganada la baza principal, luego venía el tratamiento humano. Dejando a parte muchos escrúpulos de tipo moral que al pricípio pesaban mucho en la mayoría de nosotros nos acomodamos poco a poco al tratamiento que nos dispensaban aunque añorando siempre la libertad. No eran malos ni mucho menos los mandos que teníamos en ese campo, en el tiempo que estuve allí nunca vi pegar a nadie, todo lo mas algún tipo de sanción que reconocíamos ser necesaria porqué hay gente de toda clase y algunos con la cara mas dura que el mismo cemento. Con lo que oímos contar mas tarde de otros Campos en donde llegaron a matar prisioneros a garrotazos por el solo hecho de cualquier tontería nosotros estábamos en la gloria. Después de desayunar hacíamos según los días una hora de gimnasia, otros instrucción, teníamos un servicio de limpieza y por la noche otro de imaginarias que se hacia rotativo, luego tenías libre toda la mañana, salvo un rato para izar la bandera y otro al atardecer para arriarla; como pasabas tantas horas muertas o libres ? cada cual a su manera, unos se tumbaban y paseaban muchos ratos así, otros te lo organizabas de manera que no te aburrieras, y los demás la mayor parte del tiempo jugando a las cartas y a lo que fuese pero sin dinero, ya que era muy raro encontrar a alguien que lo tuviese. Te distribuías el tiempo un rato para charlar otros jugando a lo que fuese desde juegos de hombres jóvenes o mas bien de chiquillos pues algunos de esos juegos eran mas propios de uno cuando está en la adolescencia. Para completar el cuadro nos dieron a cada uno una bata a rayitas iguales a las que teníamos cuando de pequeños íbamos a la escuela, también unas alpargatas y así podíamos guardarnos la ropa de soldados para cuando saliéramos de allí. Como ya íbamos de cara al verán podíamos ir ligeros de ropa hasta el punto que algunos solo iban con la dichosa bata que a los que éramos de cierta estatura nos quedaba mucho mas alta de las rodillas y al hacer la instrucción y dar la media vuelta rápidos enseñaban el trasero y lo que colgaba de delante para regocijo de todos. Me acuerdo que yo me apañé de una colchoneta unos calzoncillos nuevos que si bien eran rústicos servían a las mil maravillas. También cantábamos mucho generalmente por la tarde formados en el centro de la plaza desde el " Cara al sol hasta él Legionario " , en total solían ser cinco canciones que estos días también cantábamos por la mañana o simplemente cuando teníamos visita de alguien importante. Muchas veces nos poníamos detrás de las rejas de las ventanas que daban a la carretera que pasaba a unos cien metros para ver pasear a la gente y según que horas eran solo unas muchachas, que luego supimos eran las prostitutas de la población, muy alegres que incluso, en aquellos tiempos nos parecía un poco atrevido, se levantaban las faldas y nos dejaban ver incluso las nalgas que esto a nosotros no solo nos alegraba sino que nos enloquecía. Una nota curiosa y que parecerá rara e incluso increíble si uno no vivió aquellos tiempos es de que son capaces las propagandas, incluso de hacerlo tragar y creer las cosas mas inveriosímiles; como era el caso de que a nosotros los de bando republicano no solo nos llamaban rojos sino que éramos unos demonios y como tales para la gente mas sencilla e inculta debíamos incluso llebar cola. De seguro que todo debían ser exageraciones pero el caso es que muchas veces cuando estábamos agachados en cuclillas en las zanjas abiertas que servían para hacer nuestras necesidades al estar en la parte de fuera de la Plaza que daba al monte pero que se veía desde la carretera, eran bastantes los curiosos que nos miraban. Claro que también se acercaban por allí el ganado vacuno que pastaba y no creo que les influyera la propaganda. Pero que esta influyera hasta límites insospechados se lo diré que éramos muchos los de nuestro bando que llegamos a creernos al principio de la guerra que los del bando franquista mataban a todos los jóvenes de 18 años para arriba en los pueblos, que conquistaban en sus avances. En los apuntes que tengo de aquella época veo que al hablar de aquel terreno de Extremadura lo encuentro muy extraño ( " parece una paradoja" ) que en pleno verano con un sol ardiente de pronto se levantaba un viento fuerte, huracanado y al mismo tiempo frío seco que duraba todo el día con su noche y tenías que amarrar bien las sábanas y la manta de lo contrario se te las llevaba y mas de uno tenía que salir corriendo detrás de ellas despertando a otros si es que podían dormir. En los cinco meses y pico que allí estuvimos aunque la vida parecía de lo mas aburrida e insípida siempre pasaban cosas y anécdotas con las que se podrían llenar muchas páginas pero algunas por llegar ya borrosas a mi memoria y otras por creer que ofrecen poco interés las paso de largo, no obstante trataré de apuntar alguna que apunté y otras que recuerdo frescas aún. Encuentro que apunté que en aquellos terrenos abundaban las cigüeñas, biéndose sus enormes nidos en lo alto de los numerosos campanarios y conventos que allí abundaban, águilas, buitres etc. en el aire, como también las serpientes, alacranes, dragones y otros que bienen a visitar nuestro espacioso domicilio. Que al cabo de un mes aquella Plaza que un principio nos parecía tan extraña ahora nos resulta muy familiar y hasta acogedora; anotaba también el efecto indefinible que te causaba el ver salir a algunos que eran llamados unos avalados que iban a sus casas, sí no entraban en las quintas, otros para incorporarse a los cuarteles y mas de uno de allí al frente para luchar al lado de los que hasta hacía poco eran sus enemigos y algunos los menos se los llevaban la guardia civil reclamados por tener denuncias contra ellos; de que tenían que responder, de acusaciones que se les hacía generalmente desde sus pueblos por haber intervenido que en este lado eran delictivos y en el otro no. Algunos, luego supimos que fueron incluso condenados a muerte y ejecutados. Algunas veces venian gente civil a los que se les había matado algún familiar por solo tener ideas diferentes y buscaban con ansia a sus ejecutores o asesinos, como quiera llamárseles, de justicia o de venganza y nos hacianformar todos pasando por delante de tí mirándote con detenimiento. No eran muy agradables aquellas formaciones pues sí bien te considerabas limpio de haber cometido ningún crimen o atropello, quien te libraba de tener un parecido físico con el que buscaban en caso de ser confundido el susto nadie te lo habría quitado. Otra cosa que nos llamaba mucho la atención y nos causaba bastante envidia es que frecuentemente nos visitaba el capellán del cuartel de Plasencia. Era éste un cura joven de agradable y simpático aspecto vestido con pantalón caqui tirado, en mangas de camisa, con correaje y las dos estrellas de deis puntas con el grado de teniente nos resultaba al principio un poco raro al verle pues hacía cerca de dos años que no veíamos ninguno en la zona republicana y la imagen que conservábamos de ellos era tan diferente , aquellos con sotana y este tan elegante, y la envidia de que hablaba nos la producía al verle siempre que venia, rodeado de cinco o seis chabalas de la gente bien del pueblo. Encuentro contado el 18 -7-1938 que por fin desde hace bastantes días parece que hayamos entrado de lleno en pleno verano, ahora el calor es sofocante menos mal que tenemos una cisterna en la Plaza que la llenan continuamente con una cuba tirado por un mulo y nosotros podemos gastar el agua que precisamos; para aliviar el calor cogemos una lata grande nos la echamos encima de la cabeza y ya está. Apenas a caído una gota de agua desde que estamos aqui. Gran revuelo se armó el día 25 de Julio festividad de San Jaime. Algunos amigos me llaman y me enseñan el periódico siempre había alguien que tenía algo de dinero y se lo hacía traer de la ciudad cuando iba el cocinero o el carrero al suministro era el "Hoy" de Badajoz y me parece solo costaba 10 céntimos. Al verle enseguida vi a que era devido aquel gran revuelo; sencillamente las tropas republicanas acababan de dar un golpe de mucha transesdencia pero que solo sirvió que la carnicería de la guerra civil fuese mas acusada aún en una palabra, aquella noche atrabesaron el Ebro por varios puntos entre ellos uno delante de mi pueblo, Vinebre. A todo el mundo cogió de sorpresa, una admirable sorpresa, para nosotros, pero la verdad es que nunca creí que a la altura que se encontraba la guerra por entonces no creía cambiase en mucho su curso. De tods maneras los comentarios que se hicieron durante unos días eran como se puede imaginar de la mas entusiasta, incluso nos dábamos cuenta que la cosadebía ir en serio, porqué hacía muy poco que había pasado por allí mucho material de gerra de todas clases hacía el frente de Extremadura donde creían iban a atacar los republicanos y rápidamente lo volvieron a sacar del Ebro. Por el diario y por referencias de algún soldado que había estado allí sabías las batallas que allí se libraban pasados los primeros días y una vez repuestos de su sorpresa las Tropas nacionales en que empezaron los contraataques por un lado y otro, un verdadero desastre. Allí nosotros privados de libertad, suspirando por los muestros pero a su vez con un egoísmo natural, pero que no dejaba de ser egoísmo, casi nos alegrábamos de estar allí y no en el campo de batalla. Otra cosa que nos traía muy preocupados a la mayoría era el no saber nada de nuestras novias, familiares y amigos, no había manera de comunicarnos hasta que por fin, al cabo de tres meses de estar prisioneros nos dieron unas hojas que las podríamos llenar con pocas palabras y dirigirlas al Presidente de la Cruz Roja Internacional donde se cuidarían de remitirla a nuestros familiares mas íntimos. En efecto al cabo de pocos días tuve noticias de mi madre y mi novia en una carta que me mandaban por Francia y a través de unos buenos amigos que allí teníamos pero que yo no me acordaba de su dirección. Estas cartas no las entregaban a media mañana hora en la cual todo el mundo estaba pendiente de que su nombre fuese leído, aquellos eran los monentos que esperábamos con mas ilusión y ahora después de tantos años aún me acuerdo que la emoción que sentías y sentí al recibir la primera carta era algo imposible de explicar. Se tienen que vivir momentos de aquella intensidad para llegar a comprenderlos. Seguían saliendo compañeros ya amigos avalados unos y otros los menos con malos informes para las cárceles; ya nos habían hecho declarar a todos, a algunos les exigían y apretaban bastante, conmigo fueron mas bien benévolos remarcándome mucho sí conocía a alguien que pudiera avalarme par salir cosa que me guardé mucho de decirlo aún conociendo a unos señores de Aseó que de seguro lo hubieran hecho muy gustosos. Me preguntaba y al mismo tiempo temía el que una vez fuera tuviera que coger el fusil y luchar contra mis antiguos compañeros de la zona republicana. Uno de los mayores problemas que teníamos los que ya sabíamos donde mandar alguna carta era la falta total de dinero en la gran mayoría para comprar sellos de correo. No nos daban ningún dinero y de Francia mis amigos no me podían mandar, no tenían relaciones diplomáticas; suerte que algunos tenían algún dinero y nos compraban algún "chusco" cuando traían calentitos, que sí bien no te hacía ninguna gracia al venderlos a los que como yo teníamos siempre buen apetito tampoco esa es la verdad estabas en situación de hambre ni mucho menos. La Plaza se iba vaciando, ahora ya no quedábamos ni la mitad de los que entramos pero el día 30 de Agosto entraron nada menos que 500 soldados prisioneros en las batallas del Ebro. El revuelo que se armó, la exitación y el nerviosismo fueron enormes, todo era preguntar; querer saber como estaban por allá, mirar de encontrar algún conocido o bien de pueblos vecinos y durante unos días no se habló de otra cosa sino de lo que estaba ocurriendo en la otra zona. Lo que sí nos sorprendió y admiró a los que éramos un poco observadores es que creyendo encontrar a unos soldados desmoralizados y destrozados después de cinco meses de no estar con ellos nos encontramos con algo muy diferente, hablando en términos generales incluso muchos estaban entusiasmados con la idea de volver allá. Esta idea se les metió en la cabeza cuando al cabo de pocos días de haber ingresado en el Campo nos comunicaron que en un día y horas determinadas se iban a abrir las ventanillas de la oficina para apuntar a los que quisieran regresar a la Zona Republicana ( Roja, según ellos ). Aquella noticia hubiese sido sensacional por lo insólita si no hubiese sido que ya sabíamos algo por haber leído aquellos días en el periódico, se trataba nada menos que de hacer un canje de prisioneros entre las dos zonas. Esta noticia dio mucho que hablar y discutir porqué algunos, y yo entre ello, éramos de la opinión de que aún con mas ansias enormes de volver a la Zona en donde teníamos todo, aunque dejamos aparte nuestros ideales, de que no había unas garantías suficientes de credebilidad para exponerte así. La pregunta que nos hacíamos era de que sin no venía una comisión internacional con garantías suficientes no podíamos fiarnos. No obstante se abrieron las ventanillas y cosa sorprendente, fueron precisamente los que apenas hacía un par de semanas habían llegado los que se apuntaron en su mayoría, en cambio de los que ya nos considerábamos veteranos apenas hubo quien lo hizo. Que pasaba pues, que a nosotros nos habían convencido y nos habíamos vuelto franquistas? nada de eso, lo que si era cierto es que debido al buen tratamiento que nos dispensaban nos habíamos acomodado a la idea de estar allí por un lado y por el otro a que como decía la noticia no nos merecía crédito. Y así fue en efecto en aquella Plaza se apuntaron unos cuantos, creo no llegaron ni de mucho en la mitad, pero hubo Campos de concentración en donde eran tratados muy malamente que tuvieron que cerrar pronto las ventanillas al ver las interminables colas que se hicieron, claro aquello era una bofetada muy fuerte para el régimen franquista que veía como la gran mayoría de prisioneros estaban a favor del régimen republicano y en caso de que hubiera habido garantías como minimo las tres cuartas partes nos habríamos apuntado y eso que allá la guerra se perdía. Hubo campos que se tomaron represlias y a muchos que se apuntaron les hicieron pagar cara su osadía en contra de todas las leyes humanas. De todas maneras ese canje no llegó a realizarse nunca, había una desproporción enorme de prisioneros de una Zona a la otra siendo como es natural tal como marchaba la guerra mucho mas numerosos los de la Zona Republicana. En los pocos días que estuvimos en Plasencía desde la llegada de nuestros compañeros nuevos junto a ellos se quebró de una forma muy visible la tranquilidad y la armonía que reinaba entre los veteranos de la Plaza, incluso con los mandos, nadie quitaba nada a nadie y nos ayudábamos en todo lo que podíamos. En cambio con su llegada todo cambió, parecía como sí la mayor parte llevasen una sobredosis de excitación que hassta cierto punto podía tener algo de cierto, viniendo como venían de aquel infierno del Ebro. Ese cambio tan brusco infuyó en la vida cotidiana que llevábamos y aunque en ese corto tiempo que empezábamos a hacer nuevas amistades no dio tiempo a que se hicieran profundas porqué pronto fuimos trasladados a otro Campo que era por donde pasaban todos los prisioneros de guerra antes de ser mandados a los Batallones de Trabajadores, era el Campo de Concentración de Miranda de Ebro en la provincia de Burgos. En los cinco meses y pico que estuvimos en la Plaza nunca vi a nadie que nos pegara ni amenazarnos seriamente, no quiero decir que estuviéramos tampoco mimados, pero en los pocos días que estuvimos con los del Ebro vimos un día como el alférez ayudante, hombre de bastante edad, se ponía tan exitado que arreaba con su bastón a unos prisioneros de los nuevos. Una semana después de llegar esos prisioneros salió la primera expedición hacía Miranda compuesta por 48 de los veteranos era el 5 de Septiembre. El tiempo dio un brusco cambio, pues después de un verano caluros y en extremo seco ahora se ha vuelto frío y lluvioso, y por fin el día 13 de Septiembre salimos otra expedición en la que iba yo. Al marcharnos comprendimos que a los que estaban de jefes del Campo les causó mucha emoción pues al despedirnos no podían ocultarla ya que mas de una lágrima corría por sus mejillas al tiempo que nos daban consejos pensando en sus hijos que también andaban por esos mundos de Dios. Incluso salimos de allí recomendados colectivamente, caso que debía ser insólito por lo que luego supimos y la guardia civil que nos custodiaba hasta entregarnos en Miranda de Ebro tenía orden no solamente de tratarnos amablemente sino también de protegernos si alguien se quería meter con nosotros, como ocurrió solo llegar a esta población y entrar en el Campo de Concentración donde unos " cabos de vasa " ya enarbolaban los bastones o varas para déjalos caer sobre las costillas de alguno de los nuestros solo por alguna tontería como el salirse de la fila y arrimarse un poco para echar una meada; Intervinieron nuestros guardias y se guardaron muy bien de golpear a nadie y mas teniendo en cuenta que estos cabos de vasa eran solo unos prisioneros de guerra igual que nosotros, lo que si eran llamados unos verdaderos renegados. La vida en Miranda de Ebro era muy diferente a la de Plasencia, aqui era una especie de mar a donde iban a desembocar ríos y afluentes de todas las partes de la España nacional en donde había Campos de Concentración, así que esn este campo éramos un grupito inadvertido que nos metieron en un barracón en donde había unas literas abajo y otras arriba, lo único que nos diferenciaba en algo de los demás era que al llevar la blusa que nos dieron en Plasencia nos tenían al principio un poco de miramiento. Se explica esto si tenemos en cuenta que los " cabos de vasa " las llevaban con la diferencia que las de ellos era de un azul fuerte igual que las de los tratantes de ganado y la nuestra era a rayas como la de los colegiales, así que tan pronto como se dieron cuenta que no éramos mas que otros, no hubo miramientos. Nos levantábamos por la mañana a la hora de la diana te daban el desayuno, luego en una explanada te hacían formar, para izar la bandera y allí formados de cuatro o seis mil hombres antes de romper la formación y mirar de llevarse de tres a cuatro cientos de ellos para los diversos trabajos del campo, cocina y limpieza principalmente. Esta operación debía llevarse con sigilo y astucia de lo contrario cuando iban a hacer el corte se producía una verdadera estampida lo cual era graciosos y cómico ver ponerse en movimiento una masa tan grande de personal casi era el rato del día que disfrutaba mas al ver correr detrás de nosotros o bien otros a aquellos esbirros que cuando se enfadaban blandían sus largos bastones en las costillas de los infortunados que estaban a su alcance. Desde luego que esto era mas distraído en muchos aspectos que en Plasencia, deprimeras estábamos en campo abierto solo cocado por una alambrada, el Campo era muy grande pero lo que se dividaba desde allí era inmenso debido a que las montañas quedaban muy lejos. A pocos metros de nosotros pasaba la línea férrea que iba hacía el país vasco, ( no hay que olvidar que Mirana es un nudo de comunicaciones ferroviarias muy importante ). Y cuando pasaa un tren de viajeros siempre estos se asomaban para saludarnos teniendo en cuenta que la mayoría de estos viajeros eran vascos y tenían sus simpatías muy expresivas hacía nosotros los prisioneros, lo cual nos encantaba. En un extremo del Campo había un riachuelo afluente del Ebro o bien era un pequeño brazo o remanso de éste porqué el agua creo apenas corría, encima de él estaba montado un andamiaje que servía para ir a hacer nuestras necesidades. Consistía en unos tablones con departamentos de madeta a una altura de metro y medido en donde había un agujero bastante grande en que uno se agachaba para hacer sus evacuaciones en una hilera de unos 25 con un pasillo delante de un metro de ancho, llegando a ese entarimado suspendido en el río a una altura de mas de una docena de metros por unas pasarelas y aguantando este armatoste unos pilares mas o menos firmes. Lo gracioso del caso solía ser a primeras horas de la mañana después de tocar diana cuando nos agolpábamos una gran multitud para cumplir con una misión tan necesaria como es cagar. Los había que les apremiaba tanto que se ponían nerviosos en gran manera al ver todos los agujeros ocupados y colas delante de ellos, sí, te hacía mucha gracia, porqué no era por suerte de los que tuviera alguna vez estando allí, diarrea, cuando veías que vigilaban y apremiaban incluso con palabras a algunos que les costaba mas de lo normal en hacer sus evacuaciones y te reías al presenciar estos actos. Sí alguno no podía aguantar mas no tenía otro remedio que bajar a la orilla del río o donde pudiera hacerlo escondido. No lo presencié pero se contaba el caso de uno que por descuido o por lo que fuera se cayó por uno de aquellos agujeros al agua. También era chocante y gracioso en lo tocante al lado opuesto de la moneda o sea lo referente a la comida. No era tan abundante ni tan buena como en Plasencia y no era de extrañar por varios conceptos, primero y principal no era lo mismo dar de comer a tres, cuatro o quinientos hombres que a cinco o seis mil con la particularidad que allá estuvimos mas de cinco meses los mismos y siempe tirando a menos debido a que iban saliendo en cambio aquí el movimiento era continuo, cada día había altas o bajas mas o menos numerosas según las expediciones que entraban de tal o cual Campo y las que salían hacía los diferentes Batallones de Trabajadores. Hay que añadir que a todo eso que los jefes del Campo de Plasencia dieron pruevas de ser honrrados a casta cabal con los suministros y ls subalternos también se portaban al mismo nivel, con lo cual los típicos chupones no tenían nada que hacer pues eran descubiertos enseguida. En cambio en Miranda no era de extrañar que haciendo honor al dicho de que " a río revuelto ganancia de pescadores " hubiera muchos que se aprovecharan de aquella situación y aunque no conocía ni sabía quienes o como se portaban los jefes era mas fácil que se cometieran chanchullos y ladronicios. Cuando tocaban fajina formábamos los de cada barracón en una misma columna de a cuatro de cara a la perola que estaba en una punta, la gente corríamos unos mas que otros para ser los primeros de coger el rancho y con el plato en la mano, como íbamos aquí individualmente o bien en parejas nos poníamos otra vez en la cola pero ahora para el reganche. En mi podía mas la vergüenza y esa especie de dignidad humana que algunos conservábamos en parte y por eso no corría para la cola ya que llegaban incluso a insultarse y pelearse, con la particularidad que sí no eras de los veinte o trenta de los primeros en cada grupo raro es que llegase el reganche. El pan te lo repartían a la hora de comer a razón de una barra, de harina blanca con un peso de medio kilo. Como el refrán que dice " no hay mal que por bien no venga " así me pasó a mi que al segundo día de estar allí me entero que había una costumbre, que era ley, consistiendo ésta en respetar a todos los heridos o accidentados que no estuvieran en el hospital pero que tenían que ir a la enfermería cada día a curarse, a que a la hora de tocar fagina podían ir tranquilamente a formar y ponerse delante del grupo a que pertenecian con la seguridad que nadie protestaba; por aquellos días yo me encontraba en esta situación debido a una herida mal curada producida en la Plaza de Plasencia jugando al fútbol donde unos íbamos algunas veces descalzos recibiendo una patada de uno que iba con botas causándome una pequeña herida que al no ser curada por no darle importancia allí en Miranda tuve que ir a la enfermería a curármela debido a que se infectó y al ir trabajando por dentro se puso el caso un poco serio que mas tarde se curó al cabo de unos meses. Bueno pues decía al llevar mas de media pierna vendada, tenía derecho hasta a cogear, cosa que yo no hacía porqué no me dolía hasta este extremo, pero sí me ponía de los primeros y derecho al reganche que nunca venía mal. Por aquéllos días había llegado al Campo un amigo de Vinebre que aunque residía últimamente en Barcelona seguíamos recodándonos, me llevaba tres o quatro quintas y también cayó prisionero, estando en el Campo la " Magdalena " de Santander de lo que ya estaba enterado, cuando llegó y nos encontramos tuvimos una inmensa alegría, que solo se comprende cuandouno ha vivido épocas como aquella. Al hablar de este amigo solo lo hacía para dar cuenta de una anécdota que me pasó con él y referente a la cola del rancho; resulta que este paisano llamado Tomás era bastante listo y con pocos excrúpulos que es lo que se tenía que ser en aquellos tiempos, y al darse cuenta de lo que pasaba con los rebajados de servicio el que hizo? pues se enrolló un trozo de tela blanca en la pierna con el pantalón arremangado y haciendo el cojo se puso a mi lado; me temía y se lo dije que sí se descubría el engaño le molerían a palos pero no pasó nada quizá a que tuvo la suerte de colocarse al cabo de dos días en la cocina de oficiales al declarar que tenía el oficio de cocinero o camarero allá en Barcelona. Tuvimos suerte los pocos días de estar en Miranda de pillar un buen tiempo apropiado a la época del año, es decir Septiembre ni frío ni calor con alguna lluvia moderada, otros lo pasaron mucho peor en invierno con el Campo lleno de nieve o bien en verano con un calor sofocante dentro de los barracones. En la plataforma que había en el centro del campo se organizaban algunas veces festejos de toda clase, unos cantaban otros hacían imitaciones quien se lucia como payaso no tocando algún instrumento ( " todo eso como es natural tenía que ser adicto al Régimen " ), también había una orquestra, y como teníamos un sacerdote con el rango de comandante de cuando en cuando nos hacía misa como también pronunciaba algún discurso o miting, mas parecido a ésto que no a un sermón. Había un micrófono con una red de altavoces montados. Un día en que debía estar este buen cura, que tenía un porte orgulloso, de mal talante, nos largó un discurso que nos dejó fríos como el marmol. Empezó hablando que debíamos estar mas que agradecidos a la España Nacional y a su Caudillo por habernos recogido llenos de miseria , hambrientos y araposos y en cambio muchos nos comportábamos como unos desagradecidos y traidores. Nos cuenta la fábula del labriego y la víbora en que una mañana de invierno sale al campo dicho labriego encontrándose con una víbora que parecía muerta por el frío, la coge y abriéndose la camisa se la pone en el pecho; al calor del cuerpo reacciona la serpiente y en vez de estarse quieta y nontenta, ! zas ¡ muerde al buen hombre y lo mata con su veneno. Pero tenedcuidado que sí vosotros queréis ser la víbora nosotros no estamos dispuestos a hacer de labreiegos y antes de que podáis mordernos cogeremos a ésta por la cabeza apretaremos fuerte y la mataremos. Esto que en aquellos momentos nos lo hubiera dicho un político o bien un militar. Tenía un pase, pero en boca de un cura y además de categoría nos llenó de triseza e indignación. El motivo de esta explosión lo comprendimos luego no era otra que debido a que al igual que se había hecho con otros Campos cuando se abrieron ventanillas para apuntar a los que querían para el canje allí en Miranda fue motivo de escándalo para los jefes. Yo mismo fui testigo unos días antes de presenciar unas colas enormes al anunciar por los altavoces que se iban a abrir dichas ventanillas en una hora determinada. Debió ser tan grande el bochorno y vergüenza que sintieron al poco rato llenos de rabia las cerraron de ahí debía venir el enfadado del cura con sus amenazas. Cada día se reclutaban dos o tres docenas de voluntarios para ir con un camión a la ciudad a cargar y descargar sacos de víveres en la estación para diversas intendencias, bien es verdad que se trabajaba de firme pero solamente el poder estar unas horas en apariencia libres y poder contemplar d cerca e incluso hablar con gente civil esto en aquellos momentos era muy importante, otra de las cosas que solo las puede comprender y sentir el que las vive. Al final de la jornada te daban una barra de pan y medía tableta de chocolate como extra y nosotros mas contentos que unas Pascuas. Un día me apunté y pude comprobarlo. En este Campo de Miranda hasta los mas ociosos tenían motivos para distraerse, siempre había novedades y una de ellas por ser la mas interesante era ese flujo y reflujo de compañeros prisioneros que cuando llegaban te interesabas por ellos preguntando a este o al otro sí habían estado por el frente tal o cual principalmente por el del Ebro, del cual te contaban muchas cosas incluso de Vinebre o de gente de allí lo cual te causaba siempre emoción. Otros te contaban que habían estado con soldados de mi pueblo y otro día vi que llegaba uno de allí lo cual me produjo la natural alegría. Así que ya éramos tres de mi pueblo, Tomás el se colocó en la cocina de oficiales y vino un día a enseñarme lo que iba sacanco de allí latas de conserva, chocolate y demás pero el muy tuno no me dio nunca ninguna, eso que me lo prometió, pero llevaba en su manera de ser mucha avaricia; el que llegó se llamaba Pepe de casa " Rafes " . Hablando de distracciones recuerdo que dos o tres noches después de Tocar Silencio como las noches eran apacibles, salimos de nuestro barracón tres o cuatro amigos con mucho sigilo para ir a " espiar " en un barracón cercano que era exclusivo para " mariquitas " , también en aquellos tiempos los había oímos decir que hacían cierto tipo de espectáculos y pudo mas la curiosidad que el miedo al peligro que corríamos de habernos encontrado al abandonar el nuestro después del silencio, de un buen arresto no nos habríamos escapado. Aunque en las dos noches que fuimos no vimos nada extraordinario, sí pasamos un buen rato mirando por unas rejillas a unos hombres muy bien parecidos que se disfrazaban algunos con prendas femeninas y tenían la gracia de las mismas mujeres artistas. A aquellos " privilegiados " les dejaban incluso conservara el cabello, a todos nos tenían siempre rapados, y esto lo toleraban los oficiales que se decía iban a menudo por la noche a ese barracón a divertirse. El día 27 de Octubre de 1937 salimos una expedición de prisioneros de Miranda de Ebro destinados al Batallón de Trabajadores n° 18, habíamos entrado el 14 de Septiembre por lo tanto estuvimos un mes y medio escasos. Antes de partir en la estación las consavidas mujeres y algunos hombres vendiendo comida y comprando sí había algo que vender entre nosotros. Los que habíamos venido de Plasencia conservábamos algunos las batas o blusas que allí nos dieron que eran muy solicitados las que estaban en buen estado por las mujeres por ser notoria la escasez de ropa por aquellos tiempos en la España Nacional. Debido a que nos prometieron que una vez llegados al Batallón nos vestirían como si fuéramos soldados, aprovechamos aquella ocasión desprendiéndonos de ellas por las que sacamos entre ocho y diez pesetas que nos fueron bien para comprar unos bocadillos y alguno hacer unos ahorrillos por lo que pudiera venir. Mas tarde nos suministraron emprendiendo luego otro viaje en un tren con vagones de carga, el itinerario no era tan largo como cundo fuimos a Plasencía ni mucho menos, pero debido a las combinaciones que se debían que hacer para dejar libre la vía a los convoyes militares, para atravesar solamente tres provincias estuvimos tres días de viaje que ya es mucho decir. Por la mañana del día 30 de octubre llegamos no me acuedo exactamente a que pueblo de la provínvia de Guadalajara en donde nos apeamos del tren nos montaron en camiones siendo tarsladados en camiones a un pueblecito de dicha provincia llamado Hontanares que estaba en la ladera de un montículo al otro lado del cual se hallaba el frente de guerra. Estre frente desde hacía mucho tiempo que estaba muy tranquilo hasta el punto que en días determinados de antemano salían de sus trincheras soldados de uno y otro bando y allí en terreno de nadie se saludaban y se intercambiaban productos que escaseaban en un lado y abundaban en el otro, por ejemplo papel de fumar y tabaco. Y pensar que en un momento determinado aquellos hombre podían matarse al dar la orden de disparar alguno de sus oficiales... Llegamos por la tarde allí y la impresión que nos produjo era de auténtica miseria, no porqué la guerra hubiera causado estragos yo que apenas había marcado sus huellas con sus bombardeos como había pasado en tantos sitios, sino porqué sencillamente era así; las casa mas bien parecían montones de piedra puestas de cualquier manera prueba de que en su construcción empleaban escasos materiales y con un reducido coste. Si el pueblo estaba compuesto de sesenta o setenta casas pocas eran las habitables en aquellos momentos debido a estar el frente tan cerca y si éste hubiese sido movido no habrían comportado la presencia de ningún civil. Nuestro aposento era la pequeña iglesia del pueblo, nos dieron ropa igual que a los soldados consistiendo en guerrera, pantalón acordonado con botones de madera por debajo de la rodilla basta el pie, unos calcetines, botas, calzoncillos, camisa , un par de pañuelos y gorro o Repís con borlita roja, en otros Batallones los distinguían de los soldados en el vestir y entre algunas cosas les obligaban a llevar un brazalete con una P. que significaba Prisionero. Nuestro Batallón era ya veterano estando formado en un principio con gente del norte de España en su gran mayoría, muchos vascos, y una cosa que me chocó bastante era que los puestos de escribientes en las prosiciones de Compañías estaban ocupados generalmente por catalanes y eso que éramos los mas vigilados con decir que en aquéllos tiempos el nuvel de analfabetos era muy bajo entre nosotros. En lo rerente a la comida tampoco podíamos quejarnos, nos daban pan suficiente al levantarnos el almuerzo a base de chocolate en vez de cafe, claro que era clarito pero había en abundancia; a medio día judías con tocino, o bien patatas con carne y alguna vez lentejas con un cazo de vino y por la noche un plato de verdura, sopa, arroz o algo por el estilo por primer plato, con pescado frito, huevos, salchicha o te, para después, también nos solían dar postre, y el que necesitaba mas comida siempre podía ir al reganche sin problemas En una palabra la cosa iba bien en este sentido. Nos habían proveído a cada uno de plato, cuhara, vaso, cantimplora, makuto, manta, sábana y colchoneta por lo que ya éramos considerados un poco mas que seres humanos. No debíamos olvidar nuestra condición de prisioneros siendo vigilados como tales con una escolta armada de fusil y compuestas siempre por soldados cuyas quintas eran de los que tenían mas edad y preferentemente hombres casados. Estos soldados-escoltas en todo el tiempo que estuvimos en el Batallón no se portaron mal con nosotros ni mucho menos, cumplían su obligación vigilarnos día y noche mas bien benévolamente y salvo en una ocasión en que trataron de pasarse tres de los nuestro al otro " lado " y les obligaron durante unos días a ponerse duros y mas tarde la cosa quedó olvidada. No era lo mismo con los mandos, hablaremos en otra ocasión de ello, aunque tampoco se les pueda decir que fueran fieras. Volviendo al Batallón al ingresar nosotros en él se quedaba con poca gente, debido a que muchos iban recibiendo avales de su pueblo o ciudad y salían en libertad o simplemente sí estos avales eran malos los metían en la cárcel. La misión que tenía en Guadalajara era el de hacer unas trincheras y fortificaciones en primera línea para matar tiempo, todo a pico y pala, y nadie creía que nunca servirían para nada por ser un frente donde no se iba a atacar, eso lo decía todo el mundo. Lo mismo que en Miranda de Ebro, otra vez la herida que tenía en la pierna, me hizo su servicio aunque involuntariamente, pues resultaba que al salir de Miranda el médico me advirtió que cada día había que curarla y tener cuidado con ella, incluso me dio vendas y pomada para que la curase yo en el viaje, no lo hice por aquello de que no dolía y en parte por perrera, por lo que al llegar allá en Hontanares e ir al botiquín me dice el médico que aquella herida la veía bastante mal y de duraría mucho en cicatrizarse, incluso alli se había formado un hoyo bastante pronunciado, suerte de tener una naturaleza muy sana sino lo hubiera pasaddo mal. Como decía debido a eso cada día tenía que ir a curarme y estaba rebajado de servicio que no aprovechaba como hacían otros que en casos como el mía se pasaban la mayor parte del tiempo tumbados, me gustaba la acción y el movimiento haciendo algunas faenas voluntariamente por ejemplo, tres días de la semana estaban obligados los vecinos de los pueblecitos mas cercanos a venir un par de ellos por turnos con sus caballerías a cortar leña al bosque y traerla a la cocina. Yo me ofrecía a ir con ellos al monte, cosa que me autorizaban y sin escolta, lo que me daba la sensación de estar libre durante un par de horas, y cogía una caballería arreada con albarda y ganchos me subía a ella ( los carros parecía no existían allí ) y al llegar al monte les decía a aquellos campesinos que me dejaron el hacha y ellos descansaran que la leña sería cortada por mi. Eran unos chaparrales muy grandes que pertenecían a señores de los nobles pero que en la guerra sí en la zona republicana a éstos se les confiscaba sus bienes, en la nacional se les incautaba; estaban llenos de encinas jóvenes es decir que los troncos raro era el que superaba el grosor de una pantorrilla. Otras veces me metía en la cocina allí también ayudaba en las faenas propias de ésta. Habría podido escribir mucho pues tenía tiempo, pero en las pocas cartas que hacía a mí familia incluía dentro unas líneas para mi novia, pues estábamos advertidos que las cartas largas no las dejarían pasar porqué daban mucho trabajo a la censura, y eran las únicas que podía hacer dando la vuelta por Francia. Como el pueblo caía casi en lo alto en el fondo de la vaguada a quinientos metros pasaba un arroyo que es donde íbamos a lavarnos la ropa y que una vez seca había que repasarla por sí faltaba algún botón o rotura, la vida no era muy envidiable que digamos, pero los había que lo pasaban peor; y en cuanto a mis compañeros cada día después del desayuno los llevaban a primera línea a cavar trincheras o bien a hacer refugios, no era el trabajo pesado porqué nadie apremiaba por no haber necesidad, lo único que al estar en primera linea se exponían a que unos disparos les dieran igual que una ráfaga de ametralladora o simplemente algún cañonazo. No era correcto ni legal esto que hacían de hacer trabajar en primera linea a los prisioneros de guerra, incluso delante de las alambradas y así se los dijo un día que visitó el frente un general, pero como el frente era muy tranquilo la cosa siguió igual. Resultaba que las lineas de los dos bandos estaban a dos, tres o quinientos metros una de otra y podía ser que un prisionero que trabajase delante de la alambrada estuviese tentado de marcharse hacía el bando republicano. Se demostró que los del ejército republicano sabían que éramos prisioneros de guerra pues aunque nos vieran trabajar allí delante o bien ir por encima de la trinchera nunca nos tiraban, en cambio sí algún oficial de alta graduación por hacer el valiente quería ir por encima de las trincheras poco tardaban en oírse el tableteo de alguna ametralladora que se cuidaba de que rápidamente se tirase al fondo de ella. Según las noticias que íbamos teniendo nos decían que la batalla del Ebro iba tocando a su fin con la victoria de los nacionales, no nos extrañaba, desde un principio a mi me pareció que aquello no podía llevar a los de mi bando por mucha que fuera mi simpatía a ninguna victoria y menos al final; la guerra, siempre he estado convencido de ello, la perdimos en el primer mes de lucha por no saber entendernos en la lucha común contra los faccioso, luego éstos se organizaron mejor y con la ayuda descarada de Hitler y Musolini y no había manera de detenerlos, y el paso del Ebro por los republicanos aunque nadie pueda negarle sus éritos de planteamiento o estrategia militar dando pruebas de una valentía que llegaba en muchos casos al heroísmo, al final solo sirvió para que allí se derramase mas sangre de los españoles que en ninguna de las otras batallas. Aquí tengo unos datos publicados en aquella época de lo que se tiró en metralla en el Ebro en una semana: Estábamos a primeros de Diciembre del año 1938, el invierno no se mostraba muy crudo aún cuando el país tenía fama de ser muy duro, cuando fuimos testigos de un triste caso que nos afectó a todos muy profundamente; se trataba de tres amigos todos ellos barberos, uno de ellos incluso era el hombre de confianza no solo de nosotros sino de los mandos de la Brigada de infantería que estaba en las trincheras en aquel sector, a todos los cuales afeitaba y cortaba el cabello. Pues bien una noche tuvieron la idea de marcharse con tanta mala suerte que debido a la niebla que había, salían por una alambrada andaron un poco y luego se metieron otra vez en ella por otro sitio en el ZigZag que solían hacer. Cogieron a dos, el otro dijeron que lo mataron con una bomba de mano o bien se escapó. A la mañana siguiente fueron fusilados delante nuestro sin hacerles juicio ni nada. En otra parte he escrito este episodio. Fueron enterrados en las fosas que les abrieron en el lugar del fusilamiento que estaba precisamente a unos metros por donde discurría el riachuelo y como era un sitio muy frecuentado por nosotros, los recuerdos tenían que ser dolorosos y violentos por lo que tuvimos una gran satisfacción al enterarnos al día siguiente que íbamos a ser trasladados de lugar. Efectivamente el día 7 de Diciembre llegaron unos autocares; sí, digo autocares, en los que nos montamos y conducidos a un valle por donde pasaba el Tajuña que era afluente del Tajo, y traía una cantidad considerable de agua. Allí encontramos ya construidas unas pequeñas chabolas que tenían por tejado unas chapas de hojalata gruesas curvadas por las de el agua o la nieve se deslizaban evitando entrase en su interior. En cada chabola nos metieron a seis hombres encontrando dentro de ellas construidas unas camas muy primitiva; consistían en unos delgados troncos de pinos y de álamos clavados en el suelo con otros atados con alambre sostenidos a una altura de medio metro del suelo para ser aislado, la cama de lahumedad, luego con una especie de trenzado tosco de lonas gruesas aguantaban el peso de la colchoneta y de los cuerpos humanos. Como estas " viviendas " daban a la pared de un pequeño monte allí no necesitaba ser tapada, estaba el fuego con una pequeña chimenea que encendíamos cada noche cuando plegábamos de la tasca. Nos turnábamos en llevar un par de cacascas cada noche al plegar el día, un par de hombres, otro día otros y encendíamos unas fogatas enormes caldeando la chapa que duraba buena parte de la noche aquella calefacción mitigando la crudeza de aquellas noches tan frías en aquel valle. Algunas veces antes de encenderse el fuego el humo invadía la choza teniendo que evacuarla para no ahogarnos. Una mañana al levantarnos nos encontramos con que había en todas ellas, y mas en las que caían mas hondas, cerca de dos palmos de agua. Había ocurrido que llovió mucho el día anterior y el agua que se había filtrado en el monte se escurría y salía por la parte baja como si fueran fuentecillas, ( nosotros le llamamos en catalán aigua-molls ) nos tuvimos que quedar aquella mañana un par de cada chavola para sacar el agua. Otra cosa que allí hacíamos y que nos dio buen resultado para no coger ni resfriados ni constipados ni nada que se le pareciese era el ir a lavarnos cada mañana al levantarnos al Tajuña; cogíamos toalla y jabón nos poníamos desnudos de cintura para arriba y nos lavábamos el cuerpo y la cabeza con aquellas heladas aguas frotándonos vigorosamente, dando un excelente resultado, no lo hacía desde luego todo el mundo, pero sí muchos. Nuestro trabajo consistía en ir cada día a ir también a primera linea que distaba tres o cuatro kilómetros a pie picando un poco o haciendo unos grandes hoyos para refugios que nunca llegarían a ser utilizados, el trabajo era soportable no nos apretaban ni mucho menos. Un día de espesa niebla fui testigo de un caso de los que contaban pasaban a menudo pero que para mí fue el único que presencié. Estando junto con los soldados entre las alambradas vimos entre la bruma como aparecía la situeta de un soldado que empezó a dar voces que no tirasen que se pasaba. Me acuerdo que era de la provincia de Albacete y que en la otra zona la guerra ya la tenían perdida. Buena parte de razón tenía pues al paso que íbamos no podía durar mucho, el frente del Ebro ya estanba liquidado y las Tropas nacionales habían empezado la campaña del Leque en la provincia de Lérida, que pronto se convertiría en la campaña de Cataluña. En los domingos íbamos por la mañana a un vecino pueblo llamado Cortes de Tajuña a oír misa, nos gustaba ir porqué aunque el pueblo pequeño veías a la gente de paisano y entre ella algunas chávalas que te alegraban la vista. Luego tenías el día libre sin alejarte mucho de aquel pequeñño campamento, hacíamos algún partido de fútbol como también aprovechávamos par lavarnos nuestra ropa. Aquí ya no estaba rebajado de todo servicio pues sí bien la herida no había cicatrizado iba mejorando y no me impedía de nada. A la hora de la cena que aunque solñía repartirse temprano en la época que estábamos, ya era bien cerrada la noche, tenían la costumbre de repartirnos la correspondencia y debía ser el día 4 o cinco de Enero 1981 cuando me llamaron que tenía carta directa de mi casa, sabía que mi pueblo había sido cogido por los nacionales (ellos decían liberado) el día Io de año pero nunca me imaginaba la carta llegase tan pronto. Aunque desde hacía días, muchos que nos escribíamos a través de Francia, al pensar que ahora podíamos hacerlo directamente me llenaba de dicha y contento. Ahora ya podía escribir directamente a mí novia como ella a mi sin necesidad de poner un papel dentro de la carta de mi madre, esto me hacía mucha ilusión. Los acontecimientos en la guerra se sucedían casi de un forma vertiginosa con el avance sobre Cataluña y contra el ejército deshecho y desmoralizado; un día era Reus y Tarragona, otro día era Valls, el Vendrell y así llegó el 26 de Enero en que entraron en Barcelona sin encontrar resistencia. Nosotros también lo celebramos, o mas bien nos lo hicieron celebrar con un día de fiesta y rancho extraordinario. Los frentes de allí seguían tranquilos, pero con todo cuando se sentían y oían disparos de fusil y ráfagas de ametralladora oyendo alguna vez como silbaban las balas. El día 13 de Febrero de 1939 abandonamos aquel lugar y llegamos a Riba de Salices. Estos pueblecitos que supongo están situados en el noreste de la provincia no se diferenciaban mucho unos de otros y aún cuando no tuve muchas oportunidades de hablar con la gente de ellos, la impresión era de bastante trabajo. Los trabajos eran duros porqué no había aún mecanización pero a diferncía de nuestras tierras allí tenían mucha parte del año en que prácticamente hacían poca cosa porqué el campo no les exigía. Pocas cosas que anotar en los pocos días que allí estuvimos, sinembargo creo que fue allí cuando nos avisaron igual que en todo el territorio de la España nacional que el que tuviera monedas de plata las podía canjear pues a partir de estas fechas serían retiradas de la circulación. Día 24-2, salida de Riba de Salices en dirección a Remales donde llegamos el mismo día. Por aquéllos días ya apenas trabajábamos en primera línea, era mas bien cuestión de ir matando el tiempo. Se veía y se palpaba el final de la contienda ya que Cataluña estaba toda ocupada. El día 11-3 salimos de Remales hacía Estriegana, llegando allí también el mismo día; ahora el asunto de las provisiones de boca no iba tan bien, puede en parte a las mudanzas tan frecuentes que hacíamos de lo que se resentía las cocinas de nuestras compañías pues los suministros andaban bastante desorientados y enparte también puede lo mas importante, a que había que destinar muchas provisiones de boca a las zonas recientemente ocupadas en las que escaseaban alimentos. Día 28 de Marzo, la guerra tocaba a su fin, en aquéllos días los pasábamos cerca de Sigüenza un pueblo, importante ? de la provincia de Guadalajara cabeza de partido por donde discurría la carretera general que iba hacía Madrid en donde se hacían todos los preparativos par hacer su entrada triunfal en la capital de España; se decía que nosotros, o sea el Batallón n° 18 iba también a entrar allí no como prisioneros sino mas bien como ingenieros zapadores, ya nos habíamos alejado de los frentes aquí solo nos cuidábamos deir tapando con tierra y grava los agujeros que había en la carretera. Había mucho movimiento de tropas de todas clases por allí, incluso batallones diversos de trabajadores teniendo la satisfacción con la consiguiente alegría de toparme con amigos que me parecía una eternidad no haberles visto. Una muestra de ello era que entre muchos uno cubano llamado Castro que estuvimos juntos en la 11 Internacional en Madrigueras ( Albacete ), este hacía mas de un año y me contó que se había salvado al cogerle prisionero ( a los extrangeros como explicaba, según quien los cogía los mataban ) declarando que era de Madrid y que ahora tenía temor de que al descubrirse le pudiera pasar lo peor, le tranquilicé y estoy seguro que no le debió pasar nada. Otra cosa interesante que pasó por aquellos días fue que habitaba un cura por alió que era el reverso del que conocíamos en Miranda, nos trataba a todos no solamente de una forma bondadosa sino incluso con humildad, hasta el punto que además de hacerse muy simpático fue ganando nuestra voluntad y creo mas por el carácter que tenía que por la doctrina que predicaba. El caso es que un día empezó a hacer una campaña en favor de que si alguien estuviera sin haber sido bautizado o bien no hubiera hecho la primera comunión les invitaba a hacerlo sin forzar a nadie. Fue tanta su fuerza persuasiva que uno de nuestra Compañía andaluz y marinero de unos 21 años se le acercó expresando su deseo de que fuese bautizado. Con aquello se hizo una campaña que se aprovechó para celebrar una simpática fiesta a la que acudió un general y su Sra. para hacer de padrinos con lo que todos nos beneficiamos pues en aquella fiesta hubo comida extraordinaria. En cuanto a otros que se presentaron para hacer su primera comunión no estoy seguro sí la celebraron ese día o bien en otro en que lo hicimos la mayor parte aprovechando la cuaresma. En la iglesia del pueblo en un día determinado de los últims de la contienda ese mismo cura nos había persuadido para que cumpliéramos con este deber de cristianos que éramos, el remarcó mucho que el que no quisiera cumplir nada le pasaría, pero la inmensa mayoría optamos por cumplir por sí las moscas, no fuera que luego vinieran represalias y aunque en los mas eso de creyentes había quedado muy lejos, fuimos a confesarnos y luego a tomar la comunión en un templo lleno de fieles del pueblo y de prisioneros de guerra. Para muchos no era aquellos sino otro acto de los muchos que hacíamos desde que nos cogieron y en los que uno se dejaba ir por los acontecimientos olvidándose de momento su personalidad, sus creencias o sus ideales; en una palabra se dejaba arrastrar por la corriente. El acto fue con todo impresionante y lleno de emoción. Recuedo aún la impresión que nos causó el buen cura cuando en el sermón de aquella mañana nos dijo que oía allá en lo lejos el gozoso repicar de las campanas anunciando el final de la guerra, no dijo de la victoria como otros, y así fue tres o cuatro días después llegó este ansiado día. El día 28 de Marzo salimos de Estriégano hacía Salices de Sal de donde nos marchamos el día 30 a Villaviciosa del Tajuña para marchar al día siguiente hacia Archilla pasando por Brihuega. Este peregrinar por tierras de Guadalajara sería constante hasta que por fin el día 16-439 embarcamos en un tren en la capital en dirección a Catalunya. Nuestro prometido viaje hacía Madrid se vio truncado, no es de extrañar fue rápida su caída, mas bien su entrega, después de ser asediado y defenderse durante dos años y medio. Debido a que he encontrado otros apuntes de la época volveré atrás en las fechas para copiar lo hallado. Se refieren a cuando salimos de Miranda para incorporarnos al Batallón de Trabajadores n° 18. -Hemos pasado otra vez y esta es la tercera por Burgos y Valladolid viniendo de Miranda de Ebro. Ha variado bastante el paisaje pues se mustra mas triste por encontrarnos en otoño. De Valladolid hemos seguido hacía Aranda del Duero y me ha admirado el terreno muy fértil que hay por esta parte del Duero. Campos con extensiones grandes de remolacha y muchas patatas pues se ve que ha mucho regadío. Escrito el 28-10-1938. Seguimos también por la provincia de Soria en la cual vimos terrenos muy pobres pero tiene por lo visto buenas huertas. Cruzamos asimismo parte de la de Zaragoza según nos dicen cosa que me extrañó, viendo mucha remolacha azucarera. Entramos por fin en la de Guadalajara donde nos encontramos con grandes extensiones de terrenos muy llanos interrumpidos de cuando en cuando por algunas colínas y alguna que otra montaña. El terreno en sí nos parece pobre y triste, ningún árbol y los montes se encuentran pelados. Todo es campo para cereales y pastoreo viéndose bastante ganado. Los pueblos que hay por aquí me recuerdan los que vi en Teruel, unas cuantas piedras mal puestas y ya tienes una casa, uno o dos agujeros y sirven de ventana y balcón. Todo ese conjunto da un aire de miseria y tristeza... 31-10-1938. Desde que llegamos a esos parajes hace un sol expléndido con calor durante el día. Se ven sembrados muy primerizoa que ya empiezan a verdear dando una pincelada mas alegre al paisaje. 6-11-38. Empieza a dejarse sentir un tanto el frío debido seguramente a la proximidad de la nieve que cubre algunos picos 3-12-38. Para este viaje hemos empleado unos muy cómodos autocares de turismo, aleo verdaderamente insólito. Estas " magníficas " chavolas tienen unos encantos muy grandes pues como llueve muy amenudo, sus paredes parecen fuentes y por el tejado salta tanta aígua que no sabes donde esconderte, menos mal que por la noche hacemos buen fuego. Cuando pasamos por Alcolea 14-12-38 del Pinar hemos visto grandes extensiones de pinos, con una especie de cazuelita atada en la base del tronco donde se recoge la resina que mana de ellos de unos cortes que les hacen. Ha nevado ya un poco, casi es diaria la aparición de ella aunque en pequeños cantidades y el frío ahora es intensísimo 24-12-38. Hemos pasado esta noche la de Nochebuena la mas alegre y divertida desde hace mucho tiempo, celebrándola a nuestra manera y con escasos medios en provisiones de que disponíamos. Día 25-12-38- NADAL. Inmensa alegría tuve al tener noticias directas de mi casa al ser cojído mi pueblo por las fuerzas nacionales el 1-1-1939. Otra gran alegría hemos tenido 8-1-39 al saber la noticia de la toma de Reus y Tarragona en día de hoy 15-1-39. Hacia las tres de la tarde del día de hoy, nos sorprendió el intenso fuego de la fusilería, morteros, bombas de mano, artillería que se hacía en todo el frente, todos intrigados nos preguntábamos, que habrá pasado ? luego supimos que había sido tomada Barcelona. Toda la tarde la pasamos con un entusiasmo muy grande. 26-1-39. El tiempo se porta bien está sereno y luce un buen sol 6-2-39. El frío que se deja sentir ahora es el mas intenso del año. 25-2-39. Ahora se ven muchos sembrados con gran rebaños por estas tierras alcarrenas 13-3-39. Estos días ha hecho y sigue haciendo unos fríos muy intensos, es de los mas fuertes que nunca he sentido en mi vida. Que mal se está en esa Guadalajara con esos vientos tan helados. 19-3-39. Hoy hemos celebrado una gran fiesta con gran regocijo para todos al venir un general para apadrinar a un trabajador que se bautizaba por primera vez. Hace frío y nieva . 263-39. j Que gran día el de hoy ! Al venir a mediodía a comer al pueblo nos enteramos que las tropas nacionales habían entrado en Madrid. 28-3-39. Parecen estos días que vivimos en sueños, la emoción que uno siente es tan grande que nos parece irreal que la guerra he haya terminado. 29 y 30-3-39. -En realidad el último parte de guerra se hizo el día I o de Abril, pero ya el día 28 de Marzo consideramos que era el día que se terminó.Hoy hemos hecho una marcha ( a partir de estos días todos fueron a pie ) de 15 o 20 km. nevando durante todo el camino cosa que nos parece raro en el tiempo que estamos, y todo el camino lo hemos hecho por territorio donde hacía cuatro días no se podía pasar. Pasamos por Brihuega que está muy destruida y que se hizo famosa debido a que las fuerzas republicanas direron una soberbia paliza a los italianos que mandó Musolini en ayuda de Franco, que abandonaron el frente dominadas por el pánico, y que luego fueron reemplazadas por brigadas nacionales. 31-3-1939. El terreno es mas rico por estas riberas del Tajuña viéndose por esta parte algunos olivos y árboles frutales, también demuestra que el subsuelo debe ser abundante en aguas por la humedad del terreno saliendo agua de él en muchos sitios. Hoy al llegar a Fuentelaencina nos salió la gente del pueblo a recibirnos entranco en esa población cantando todos e l " Cara al Sol ". Menudo desencanto se llevaron muchos al saber que no teníamos categoría de soldados sino simplemente prisioneros de guerra, incluso se ve que unos llegaron a tener la desfachatez de hacer comentarios de que éramos rojos, cosa que molestó incluso a nuestros mandos que lo oyeron echádoles en cara que tan solo hacía un par de días ellos lo eran y que tengasen cuidado en hablar. Dia 2-4-1939. En este pueblo pasamos unos nueve días, escaseaba mucho el suministro, menos mal que cerca de él había unas huertas a las que cada día hacía una visita cogiendo unas ricas lechugas que me servían para adormecer el hambre, también uno de los días comimos casi bien debido a que el alcalde de Fuentelencina tuvo la gentileza de regalarnos un toro, mas que mediano, para la tropa, pero lo mejor de el se lo repartieron los oficiales y convidados, a los prisioneros llegó alguna migaja de carne, muchos huesos y caldo. -Otros apuntes detallan por donde pasamos antes de llegar a Fuentelencina y hasta GuadalajaraDía 1-4. Salida de Arenilla llegando después de una marcha de 27km. a Tendillas. Día 2-4. Salimos de este pueblo con llegada el mismo día a Fuentelencina. Día 11-4. Marchamos de esta población en donde ya habíamos hecho amistades con gente de allí debido a que nuestra Compañía estaba aposentada en el mismo centro en un caserón grande que era el Ayuntamiento. , El mismo, día llegamos a Romanónos, pasando la noche en,una casa de aspecto señorial la cual según nos contaron era propiedad del famoso conde de Romanones. Seguimos por espacio de tres días en ese agradable pueblo saliendo el día 14 en dirección a Lupianes y de allí el 15 hacía la capital Guadalajara que iba a ser el final de nuestra estancia en esa provincia en la cual hemos encontrado comarcas en las que abundan mucho los nogales. Por la capital poco hemos podido pasear solamente una calle que nos ha parecido muy bonita con buenos edificios; allí sí que nos hartamos de comer pan ya que en las panaderías había tanto como querías al módico precio de 70 céntimos el Kilo. Claro que era pan integral, o sea moreno pero que sabroso lo encontramos. Como la mayor parte andábamos escasos de dinero, ( aún no había recibido ni cinco de casa ) solo podíamos disponer de las " sobras " que equivalía a 7,50 ptas, al mes, nuestras compras solo llegaron a eso a comprar unos panes y tan contentos. El día 16 de Abril montamos en el tren en la estación de Guadalajara con meta en Cervera en la provincia de Lérida. Este viaje nos ha producido a la mayor parte gran alegría, unos porqué nos llevaba a Cataluña en donde teníamos nuestras casas y familias y otros porqué también les hacía ilusión cambiar de aires y mas hacía una región que se consideraba mas rica. Atravesamos buena parte de la provincia que en esa agradable y soleada mañana de este mes de Abril se veía en grandes extensiones cubierto por el alegre verdor de sus sembrados. Allá a lo lejos por el noroeste se veían los picachos de los montes de Somosierra cubiertos aún por la nieve, dejando por fin después de cinco meses y medio de estar en ella la provincia de Guadalajara que tan pobre nos ha parecido que es aunque tenga buenos terrenos. Antes de abandonarla y desde el tren pasamos por sitios en donde solo unos días antes era imposible hacerlo por ser Zona de guerra, ahora nos parecía una cosa rara que aquella línea pudiera circualar libremente. Sin embargo las huellas profundas de la guerra recién terminada aparecen por doquier, aquí se ven pueblos medio arrasados, árboles tronchados, caminos y carreteras llenos de agujeros, los campos abandonados, yermos, lo mismo que los cementerios y todo, todo, con las tripas al aire con hoyos de todas clases. Entramos otra vez en la provincia de Soria dejando la cuenca que vierte las aguas al Atlántico para meternos en la que las vierte en el Mediterráneo, biéndose muchas y buenas huertas con muchos frutales llenos de bellas flores en esta época. En Torralba hay un nudo de líneas de ferrocaril muy notable y seguimos entrando en la provincia de Zaragoza por Ariza con otro cruze de líneas importante. Desde que entramos en ésta provincia hasta llegar a Calatayud ( que es hasta donde pudimos ver ya que allí se hizo de noche ) se puede decir que el terreno es una serie de huertas tras huertas muy ricas, en donde los árboles frutales están por miles con toda clase de verduras entre ellos. Dava gusto el mirar aquel paisaje. Como pueblo importante destacaba Alama de Aragón. El terreno es bastante montañoso pero no con picos altos y llenos de vegetación, sino mas bien pelados en donde apenas si si hacen los tomillos pero estos valles deben ser de lo mas rico de Aragón. Se han visto algunos olivos, almendros y viñas. Serían las doce de la noche cuando llegamos a Zaragoza, habíamos salido a las 11 de la mañana de Guadalajara, pasamos un rato y seguimos direción a Lérida; amaneció cuando ya habíamos rebasado Tadiente, que nos evocaba muchos recuerdos cuando al principio de la guerra los milicianos de las columnas libertarias estaban por allí, ahora se veía muy destrozada. Luego seguimos por Sariñena que salvo algunos olivos viñas y almendros daba la impresión el terreno de la provincia de Huesca en donde nos habíamos adentrado de ser bastante mísero, ayudando a que esta impresión fuera mas viva el que la presencia de grandes extensiones no exsistía, seguramente por la falta de brazos y animales de labor; no en balde casi toda la contienda fue frente de guerra. Una vez llegados a Monzón la cosa cambia notablemente, allí ya se ven muchos regadíos, pero con todo se hace notar la falta de brazos, aunque deben ser muy fértiles estos terrenos. Tiene una importante fábrica de azúcar, ahora restaurada de los destrozos causados por los bombardeos. Seguimos adelante ahora en Tamarite de Litera, durante la guerra se hablaba mucho de estos pueblos limítrofes con Cataluña, en donde incluso se hablaba el catalán, luego Albacete de Linea, todos ellos con mucho regadío y !por fin¡ Almacellas primer pueblo de la provincia de Lérida que es lo mismo que decir catalán; hacía mas de un año ausente de él, la emoción subía de tono, tienen que sentirse uno de esta tierra para comprenderlo. El terreno rico igual que los últimos pasados, destacando varios quilómetros todos cubiertos de chopos cosa que nos llamó la atención. También hace rato que divisamos hacia el norte los Pirineos aún cubiertos de nieve. Antes de llegar ala capital el panorama es muy vistoso y alegre quilómetros y quilómetros de huertas, frutales y mas frutales de todas clases que siguen mucho rato una vez pasada la ciudad de Lérida. Uno se acordaba y compararaba con aquellos dejados hacía unos días en la provincia de Guadalajara tan pobres y semidesertícos ... Poco pudimos ver de Lérida debido a que el tren pasa por un lado de la ciudad y en la estación aunque estuvimos un buen rato no pudimos salir de ella, nos dimos cuenta de que por allí se veían buenos edificios como también que la guerra había hecho estragos en muchos de ellos. Y seguimos, ahora ya nos acercábamos al final del viaje pasando por Bell-lloch Mollerusa, que me impresionó por lo bonito que se veía,como por sus terrenos llanos y ricos con toda clase de arboleda, sigue Bell-Puig y luego mas allá Tárrega que parece una pequeña ciudad, llegando sobre las 5 de la tarde del 17 de Abril al final de nuestro viaje con tren a la histórica y simpática pequeña ciudad de Cervera. Lástima que nunca nos dejen en libertad para poder apreciar lo que hay de bueno en ellas. Pocas horas estuvimos en esa bella población ya que a la atardecer nos pusimos en marcha llegando anochecido ya a un pequeño pueblecito distante tres o cuatro kilómetros que se llamaba Grañonella. Estaba situado en lo alto de un pequeño cerro de unos 30 m. de altura ocupando toda la superficie que hay arriba dándole un curioso aspecto de castillo amurallado. Tenía un par de balsas a la entrada pero en la parte baja hechas en la tierra, sin revestimiento alguno, llenándose en parte o totalmente según la intensidad de las lluvias; una basa para beber las personas y otra para los animales.Aúnque sabía que había pueblos en los que exsistía esta costumbre porqué les faltaba el agua, no dejó de extrañarme, claro que las casas tañían cisternas para poder beber la gente. En el tiempo que hemos pasado en este pueblo aunque privados de libertad, de lo que hemos ido acostumbrádonos no lo hemos pasado mal, casi me atrevo a decir que tengo un grato recuerdo de él, como la guerra se había terminado no estábamos tan vigilados, o sea que las escoltas o guardianes estaban como antes pero no de una forma continua y si nos apetecía ir al pueblo en las horas libres no tenías que pedir permiso, claro que no podías alejarte mucho, pero respirabas con mas alegría. Un día, el 2 de Mayo de 1939 tuve una gran satisfacción al recibir la visita de un paisano de mi pueblo, Juan Monclus, me contó que había ido a Tárrega a buscar un clarinete ( él era músico ) que le habían guardado durante la guerra y que mi familia al saberlo le habían dado un encargo que muy gustoso hacía y que a mí me satisfizo plenamente. En primer lugar me habló de mi familia de mí novia y de la gente del pueblo en general, luego me entrega de parte de mi madre 75 pesetas que hacía tiempo que esperaba en vano algo de dinero que por dificultades que tenían en poder mandarme, junto o no tener el interés que debieron de tener, el caso es que fui de los últimos en recibirlo. ( Salvo los que sus pueblos no fueron ganados hasta última hora ) . Sea como sea el tener tanto dinero de golpe produce en aquellas circunstancias una alegría inmensa. Me habló luego de que se estaba preparando una gran fiesta en el pueblo para el día de la festividad de San Miguel Arcángel, diada esta en que todo el pueblo, al que se suman muchos forasteros se va en procesión a la ermita en donde seoye misa, luego se almuerza un típico almuerzo regado por buenos vinos y con la alegría muchas veces se desborda por los cuatro costados. Se hacen arcos, se engalanan las calles tirándose hojas de flores desde los balcones cuando para la procesión unafiesta simpática. Tenía el proposito de hablar con el teniente para ver si me daba unos días de permiso para ir allá cosa que le dije que desistiera de hacerlo pues siendo prisionero de guerra era casi imposible. Insistió y se fue a hablar con él, cosa que le agradecí pero no consiguió nada El tiempo que pasamos en Greñenella fue agradable, casi no hacíamos nada, dormíamos en las afueras de la población en donde habían unas "pallisas" que nos servían para dormir y al mismo tiempo pasar buena parte del tiempo en ellas. Un caso curioso que me ocurrió cuando me llegó dinero. Resultaba que el asunto de la comida hacía días que iba mal. pero por aquellos pueblos en donde se cosechaba mucho trigo el pan estaba libre asi que me compré seis panes de a kilo de golpe, creo que aún eran a 70 o bien a 80 céntimos el kilo, los metí en un saquito y los colgué en la pared encima de la cabezera del lecho de la "pallisa" y lo que son las cosas, el primer día pasaba largos ratos contemplando satisfecho aquellos panes tan soñados y casi de mirarlos se marchaba el apetito. Algún día hacíamos algunas marchas por no estar siempre ociosos, cosa que nos agradaba mucho. Una tarde fuimos de cacería, resulta que durante los años que duró la guerra no se cazaba, creo que incluso estaba prohibido debido a lo cual los conejos y perdices se havían multiplicado de manera muy notable, y nuestros mandos nos propusieron fuéramos al monte a cazar. Solo estuvimos dos o tres horas y con palos o simplemente corriendo como sí fuéramos galgos dimos muerte a siete conejos y una perdiz. Ni que decir tiene que disfrutamos. Además de la gente del pueblo tenías oportunidad de hablar algunas veces con otros que venían de vez en cuando de pueblos cercanos a visitar a sus hijos, maridos o novios que estaban con nosotros lo cual siempre nos alegraba y nos complacía. Lo que sí tenía anotado de este pueblo es que el tiempo era muy variable con días de bastante frío acompañados de otros de fuerte calor. El día 27 de Mayo de 1939 vinieron unos autocares y camiones para llevarnos hacía el Pirineo, siempre nos hacía cierta ilusión el ver nuevos terrenos, diferentes paisajes y eso de los Pirineos a mí me fascinaba, nunca había estado allí y como la época del año era la ideal para ir a pasar las "vaciones" en la alta montaña todos nos pusimos muy contentos. Salimos a las 10 de la mañana de ese día hacía Cervera de allí a Agramunt, que nos pareció debía ser una población muy bonita, pero ahora se veía bastante destruida por la guerra, los terrenos buenos con mucho regadío, viñas, almendros, olivos, sembrados, dando todo una grata impresión. Seguimos luego hasta Artesa de Segre donde paramos un buen rato notando que era una población muy pintoresca, en la cual también la guerra ha dejado huellas terribles de la destrucción. El terreno sigue siendo alegre, esa alegría que le da el verde en cien tonalidades merced a que el canal de Urgel pasa por ahí y le da mucha riqueza. Seguimos adelante haciendo de turistas, palbra en aquella época casi desconocida. Seguimos la marcha hasta Pons, nuetra próxima parada y con todo estando en el mismo pie donde empiezan los Pirineos se cosechan los mismos productos que muchos quilómetros mas abajo. No se ve tan destrozado como otros pero las fondas y comercios se ven vacíos, prueva que en tiempos normales debía haber mucha actividad. Seguimos ahor el curso del Segre hacía arriba empezando a adentrarnos en las montañas que poco a poco imponen respeto por su grandiosidad estrechado el río hasta parecer en algunos tramos que esté canalizado. El terreno cambia de fisonomía ahora ya se vuelve agreste y salvaje muchas montañas desmarcadas que son roca viva al lado de otras llenas de espesos bosques de pinos y abetos que le dan un encanto atractivo. En todo ese trayecto no encuentras ningún puente o alcantarilla entero, todo está volado la mayor parte por el ejército republicano en su retirada, todo ahora es provisional. El último pueblo importante que pasamos es Organyá famoso por sus ferias de ganado, principalmente el mular. A unos cinco quilómetros de la Seu d'Urgell hicimos parada, había allí una central hidroeléctrica con un pueblo llamado Adrall en donde nos bajamos de los vehículos para proseguir el viaje a pie durante 12 o 14 quilómetros hasta llegar a un pequeño pueblecito situado en las alturas y llamado Pallerols del Cantó en la comarca del Pallars, que cuenta con unas veinte casas y aún algunas abandonadas; todo lo mas que allí vivían un par de docenas de vecinos la mayor parte de edad avanzada. Al empezar la marcha pudimos darnos cuenta de lo bonito y atractivo de aquel paisaje, la mayor parte solo lo habíamos visto antes en fotografías o postales o bien cuadros, ahora podíamos contemplarlo al natural, unas praderas llenas de un verdor intenso unas, otras el verde era mas suave las había de diversas tonalidades pero siempre en verde con pequeños arroyos o riachuelos que bajando de las montañas iban todos a desembocar al Segre. Así como íbamos subiendo por aquella pista que debía conducirnos a Pallarais el espectáculo era mas hermoso sí cabe, en el fondo todo era verde con el río cruzando aquellos prado, luego ya adentrándonos por aquéllas montañas nos salieron a nuestro encuentro bosques y mas bosques, con unos abetos rectos y altos que te llenaban de admiración haciéndote olvidar del canasancio que aquella marcha te producía, pasabas un barranco por donde bajaba rápido un pequeño torrente de agua limpia buena y fresca para a continuación meterte en otro que era parecido a aquel. Sí mirabas a lo alto veías todas las cumbres llenas de nieve lo que aun hacía resaltar mas este paisaje tan encantador. El tiempo era bueno con sol espléndido llegando a nuestro destino cuando anochecía en este pueblecito de que hablaba llamado Pallarais, con sus casas de piedra pero bastas, mal hechas demostrando pobreza, los tejados de losas de pizarra, no faltando su pequeña iglesia que nadie usaba por no haber cura, al lado de la cual había su pequeño cementerio. Nos instalaron en los bajos de unas casas que lo mismo podían servir para almacén de forraje que para etablos, pero cuando se es joven en cualquier sitio se descansa y se duerme bien, estas casas la mayor parte tienen al lado de estas pallisa o almacenes unos patios descubietos todos enlosados donde trillaban la mies o bien lo hacían con palos. Este pueblecito lo mismo que los demás que vimos de montaña todos son empinados con las calles empedradas y en donde se mezclaba la ... de vacas con las de cerdos que eran limpiadas por las frecuentes lluvias, muchas torrenciales que caían casi cada día. Fue una suerte venir a estos andurriales en verano pues ahora todo estaba verde y la temperatura agradable, debíamos estar por lo menos a 1.500 m. de altitud y los calores aunque durante el día haya ratos que aprieta no molestan mucho. El agua es buena fresca y fuerte hasta el punto que la poca comida que nos dan parece que no la deja que se quede en el estómago, lo lava a fondo; suerte que quien mas quien menos todos disponemos de algún dinerillo que nos mandan nuestras familias y podemos comprarnos algo de comida. No hay, cosa natural, ninguna tienda pero venden unos panes grandes y redondos que pesan tres o cuatro quilos amasados con harina de trigo mezclada con la de centeno que nos sacan del apuro del hambre, luego abunda la leche de vaca a 30 o 40 céntimos el litro, lo mismo que unos quesos que elavoran por aquí. Al cabo de unos días de estar aquí la gente del lugar al entrar en confianza con nosotros nos ofrecieron unos potes de carne trinchada, carne de "beff' se decía, no había hueso y se la mandaban en grandes cantidades al ejército de la República desde diversos puntos del extrangero. En su retirada se dejaron un estok muy grande y los paisanos se apoderaron de él que ahora nos vendían a una peseta el pote. Era tan escasa la comida que nos daban que al medio día solo ponían unas cuantas latas de almejas o cosas por el estilo en las perolas llegando a contar hasta una docena excasa las que pescabas en el plato. Los domingos nos los dejaban libres y aunque las órdenes eran de no alejarte del pueblo te ibas por aquellas masías en donde comías por una peseta una comida rústica pero sabrosa. No hacían comida, solo era en plan de amistad y en una de ellas íbamos un amigo y yo lo cual te devolvía por unas horas el recuerdo y el ambiente familiar. Al cabo de unos días nos mandaron a trabajar en una pista que se abrió en plena guerra que empezaba en Adrall y solo llegaba a un par de quilómetros pasado Pallars en plena montaña con unos bosques muy espesos y grandes; con el pico y la pala íbamos a picar pero nadie exigía demasiado o sea que aquel trabajo no mataba a nadie, claro que la comida que nos daban tampoco era para hacer mucha fatiga. Lo bonito y agradable era que sí tenías calor en cualquier sitio había verdaderas cascadas y saltos de agua muy fresca que te lo hacía pasar al momento poniéndote un rato debajo de un chorro. En estas espesuras que se asemejan a lo que deben ser las selvas hay árboles y arbustos muy variados, se ven muchos nogales como también algunos avellanos por lo que abundan las ardillas que ves como van buscando su fruto aunque esté tierno. Un día fuimos de cacería, no vimos apenas nada, se decía que podía haber algún oso pero que va, pero aprovechamos el día para hacer turismo, que bellos paisajes vimos así como subíamos por las montañas, picachos, que se levantaban aquí y allá, algunos pertenecientes a Francia y cubiertos de nieve, un panorama atractivo en gran manera, si mirabas a lo alto montañas y mas montañas con sus cumbres cubiertos de nieve, si contemplabas las hondonadas veías el verdor intenso de la hierba con algunos huertos, pocos frutales y sí muchos prados en donde pastaban las vacas y allá a lo lejos se veía la Seu d'Urgell con todo su valle fantástico respetado por riachuelos que bajaban de las montañas a desembocar al Segre. Ese día lo pasamos admirablemente, no faltando la emoción de que algunos se perdieran en la espesuras de los bosques pero que por fin los encontramos y no pasó nada. Al lado de nuestra vivienda había unos huertecillos y en uno de ellos recuerdo venía algunos días una chávala de unos veinte años, no era muy atractiva pero era la única joven que había en el pueblo tanto en uno como en otro sexo, solo había gente madura y niños hasta la edad de 10 o 12 años. Como decía esta joven venía a hacer faenas duras porqué decía no tenía padre y esperaba que las cosas se normalizasen para ir hacía Barcelona donde había estado de sirvienta, nosotros al verla nos alegrábamos y había que ver lo amables que nos mostrábamos no dejando que cavara no con la azada ni con la horca. El tiempo que tenía libre buena parte la empleaba escribiendo casi cada día o bien día sí día no a la novia, luego una cada semana a mi madre como también a la familia y amigos. El día 29 de Junio salimos a las seis de la mañana, era el día de San Pedro y cargados cada cual con lo suyo emprendimos la marcha a través de pistas primero hechas en la guerra, donde encontramos muchas chavolas llenas aún de material bélico, no se había aún a recuperarse, nos adentramos luego por espesos bosques sin caminos ni senderos que a nosotros los jóvenes nos hacía mucha ilusión sí no hubiera sido que el calor y la pesada carga que llevábamos no empezase a dejarse notar. Subíamos montañas para luego volverlas a bajar de vez en cuando en el fondo nos hallábamos con unas praderas de un intenso verde corriendo por ellas el agua que iba derritiéndose de la nieve que había en las cumbres. Pocas veces paramos y debía ser mediodía cuando después de excalar una cumbre en la que apenas había árboles por la altura que tenía al llegar a lo mas alto nos encontramos con un paisaje maravilloso, el sol era el mismo que abajo pero allí ya no molestaba estaba toda una gran planicie cubierta de hierba que al descansar para comer nos tendimos sobre ella con una sensación de bienestar que entraba por todos los poros de la piel que era una delicia; no había necesidad de buscar la sombra pues allí soplava una brisa que parecía un sueño. Lástima que estuviéramos poco tiempo con lo bien que se estaba. Luego era la vista la que disfrutaba de lo lindo contemplando aquel paisaje que yo nunca había visto; crestas de montañas que se levantaban cerca pero que no tapaban a las que se iban alejando mas y mas en todas las direcciones la mayor parte cubiertas por ese manto de blacura de esas nieves algunas perpetuas y que miradas de cerca tienen color amarillento como lo pudimos comprovar muy tarde cuando subimos un pequeño monte cubierto de esta clase de nieve. Sentí una sensción un poco extraña pero muy agradable al pisar aquella nieve y cogerla con las manos para llevártela a la boca y comer y beber de aquella nieve que se nos antojaba podía ser cualquier helado. Nunca había tocado nieve en pleno verano ni nunca mas lo he vueto a hacer. Antes de empezar el descenso que nos llevaría a la vertiente del Noguera-Pallaresa dejando la que vierte sus aguas al Segre miré una vez mas todo aquel paisaje inolvidable y vi a lo lejos una montaña cubierta de nieve de forma singular era cónica casi perfecta pero mas grande que las otras, me quedé un rato contemplándola como fascinado, me dijeron que era Canigó y la mayor parte de los picos que se veían a su izquierda como los que estaban a nuestro frente pertenecían a Francia. Ahora ya íbamos bajando en nuestra ruta en dirección a Roni, pueblecito situado en la ladera de una montaña a uno o dos quilómetros encima de RIALP cuya población importante comparada con esos pueblos pequeños que hay por allí está bañada por el Noguera-Pallaresa. Seguimos por entre espesos bosques de abetos y uno de ellos nos quedamos de repente paralizados, horrorizados mejor diría, pues ante nuestros ojos aparecía un espectáculo por mi, igual que para muchos nunca visto, aquella parte del bosque estaba materialmente sembrada de cadáveres pertenecientes a soldados suponíamos del Ejercito Republicano, cuantos había ? , puede que cien o doscientos o bien varios centenares, el caso es que allí estaban tirados como animales cualquiera, tres meses terminada la contienda. No estaban descompuestos y se les veía vestidos debiendo ser esa conservación a que al estar en una zona muy alta y en la parte de aubacs, o sea en donde apenas daba el sol se conserbaban tanto tiempo. Casi insensibles pasamos por su lado una vez uno se acostumbra, pensando mas tarde en lo terrible que son las guerras en que matándose tanta gente, nadie se atreve a decir que aquello son crímenes. Serían las seis de la tarde cuando llegamos a nuestro nuevo destino, habíamos andado todo el día, salvo claro está los ratos que pasábamos para descansar y alli nos metieron en dos o tres casuchas durmiendo cada cual en el sitio que mejor le parecía pues no disponíamos de cochonetas ni nada parecido. Hasta aquí lo escribí en los ratos libres cuando trabajaba en la Central Nuclear de Aseó hasta el 30 de Junio de 1981. Cuando reanudo esta narración ha pasado mucho tiempo, estamos ya en 1996 y uno se asombra y se admira de que con el proposito de hacerlo en casa ya jubilado y sin haber perdido mi afición a la escritura haya pasado tanto tiempo. Como decía llegamos a un pequeflo pueblo en la falda de una montaña llamado Romi ( algunos apuntes son de una pequeña libreta que siempre llevé conmigo, no hacía comentarios en ella porqué al se prisionero de gerra caso de haberme registrado me hubiera podido acarrear algún disgusto ), en el fondo discurría el río Noguera Pallaresa ya al lado del río había un pueblo que considerábamos importante en aquella época llamado Rialb; en el que llegamos vivia muy poca gente y cuando escribo esto consultando la Gran Geografía Comarcal de Catalunya veo que en el 91 vivían 8 personas. Llegamos allí el día 29 de Junio de 1939 sobre las seis de la tarde, habíamos hecho una gran caminata ya que salimos de Pallerols del Cantó a las 6,30 de la mañana, estuvimos hasta el día 10 de Julio y en todo este tiempo no hacíamos ningún trabajo, algunos ejercicios pero seguíamos acusando en los Suministros de Intendencia desde que se terminó la guerra una flojedad muy acusada, pero al disponer muchos de algún dinerillo que las familias nos mandaron podías llenar mas o menos el estómago con pan de centeno muy sabroso que se elaboraban por aquellos terrenos de unos cuatro kilos, después fabricaban pequeño quesos caseros de varias clases y aún encontrabas algunos A aquella mujer le pregunté si tenía algún hijo y me contestó que sí, y que en aquel tiempo lo tenía por esos mundos de Dios como yo, lo cual aproveché para decirle sí desearía que se encontrase como yo y demás; la mujer se serenó y encajó la advertencia hasta el punto que no solo se suavizó sino que creo que algunas lágrimas asomaron a sus ojos y se marchó. Decía que el día 16 hicieron baile en el pueblo, solo de oír la música una emoción recorría nuestro cuerpo no la había oído desde que había marchado de Madrigueras en Enero de 1938 y con cierta ilusión fuimos muchos los que nos asomamos al local para entrar pero los que nos hacían de guardianes nos cerraron el paso, tenían orden de que los prisioneros no podíamos entrar. Nosotros íbamos con el mismo uniforme que los soldados, un traje sencillo y pobre al tono de la época que vivíamos, en nuestra compañía nunca nos marcaron, y creo era a todo el Batallón 18, con una T. que quería decir Trabajadores o un P. que significaba prisioneros, éramos un caso aparte, pero nos pelaban al cero o al uno, y eso nos distinguía. Me choca que cuando escribo eso está bastante de moda en que jóvenes destacados en el cine, los deportes etc. no solo se lo cortan sino que incluso se lo afeitan, vivir para ver, entonces era una afrenta. Siguen mis notas diciendo que mi primera visita a una población decente desde hacía mucho tiempo era a la Seu d'Urgell, nos dieron una tarde o bien un día para poder hacerlo y como solo distaba 4 km. para nosotros eso solo era un pequeño paseo y decía: Verdad que una vez terminada la guerra habíamos paseado por Guadalajara pero el paseo fue breve, no obstante nos encanto con sus buenos edificios y no estar castigada por la guerra aquí hemos estado varias horas casi diría libres y decía bonita y simpática esta pequeña ciudad, con buenos comercios lo mismo que edifidios grandiosos y calles que te invitaban a pasear por ellas; en aquel tiempo los coches eran escasísimos. Me hizo mucha impresión el de encontrarte y mezclarte con gente que vestía con decoro acostumbrado durante tanto y tanto tiempo a vivir...( no se como calificarlo ) pero casi podríamos decir semisalvaje; Hora sería que terminase eso! ¡ Que ilusión la de poder vivir en casas como personas que somos ! ¿Llegaría pronto ese día?...Escribía el 18-7-39. Un viaje bastante largo, muy largo el que emprendimos el día 21 para terminar el 23 . Salimos por la mañana del día 20 de Alas llegando al poco rato a La Seu en donde nos reunimos tode el Batallón. Todo el día estuvimos en ella y aunque hacía pocos días tuve ocasión de conocerla ahora al volver otra vez me ratifiqué en mí primera impresión, además me convencí de que en tiempo normal debía de teneer mucho movimiento ahora se nota que faltan muchos vecinos, mucha gente. potes de a kilo de Carne de Bef que las "Intendencias de la República habían abandonado en su retirada precipitada hacía Francia y los paisanos habían encontrado, y les sirvió en aquellos momentos tan difíciles para comer y vendernos a nosotros por el precio de una peseta. Como decía el día 10 de Julio salimos de Romí sobre las 5 de la tarde con dirección a la inversa es decir hacía Pallerols en donde llegamos ya de noche y descansamos para salir muy de mañana hacía Alas pueblecito situado a la derecha de la Seu d'Urgell en donde llegamos a las 3 de la tarde del día 11. Pasamos por Adrall, Castellciutat y la Seu siempre por pistas y carreteras y naturalmente andando como decía a Alas situado en la orilla del Segre. Otro corte en mi narración, ( y sigo en castellano por dos motivos, primero por expesarme mejor, el catalán no nos fue enseñado en la escuela, aunque en las cartas si lo hago si se que me entienden y segundo porqué toda la narración está escrita con esa lengua, ) y ahora ya estamos en el Febrero de 1998, un salto de un par de años y confío estsa vez llegar a contar aunque sea brevemente lo mas interesante vivido en aquel Batallón de Trabajadores n° 18 desde el 11 de Julio de 1939 hasta el 5 de Octubre del mismo año en que fui licenciado para irme a casa. Esta última narración voy a hacerla casi exclusivamente por lo que encuentro anotado en la pequeñita libreta y muy vieja que llevaba siempre encima y que escribía con lápiz ya que el tintero y la pluma con que escribía las cartas resultaba incómodo hacerlo sobre la marcha. Así es que encuentro que nuestra llegada a Alas no es el día 11 de Julio sino el día 14 y mi primera impresión fue: Antes decía que nos arrastrábamos por la carretera llegando cada uno a su hora, no todos juntos, yo sería sobre las 4 de la tarde de aquel 14 de Julio; y decía que este pueblo era muy diferente de los otros en que habíamos estado en el Pirineo. Tiene ricas y amplias huertas ya que se halla en las orillas del Segre por los montes aún se ven manchas mas o menos grandes de nieve en cambi aquí el calor aprieta, menos mal que estos días no trabajamos. Seguía escribiendo que en ningún sitio había encontrado una gente tan avara y despiadada, a lo mejor ha sido mi primera impresión debido en parte a que al llegar y encontrarme delante de un huerto no pude aguantarme y cogí una lechuga, el verde me tentaba, me vio una mujer que era la dueña y comenzó a insultarme, cosa lógica en tiempos normales pero aquellos no eran normales; hacía tres meses que la guerra había terminado y el hambre se dejaba notar en todas partes. Por la mañana del día 21 montamos en camiones que nos llevaron a Lérida. Ese día fue el último como prisionero de guerra en que vimos la nieve cerca en pleno verano. Sigo diciendo que de Artesa de Segre hasta Lérida terrenos variados, buenos y malos pero una vez teacercabas a Balaguer y hasta la capital las huertas y plantaciones de frutales eran continuos. Entramos en Lérida ( por entonces y durante muchos años se decía así, no Lleida como ahora ) por los Campos Elíseos que son una especie de jardines y paseos hasta bonitos. Pasamos el Segre y entramos en la ciudad por la Rambla que és una vía buena, el frente de guerra estuvo allí mucho tiempo, hizo estragos y las huellas aún son palpables; seguimos hasta la estación de ferrocarril que nos pareció muy grande y solitaria, era mediodía y estuvimos hasta las 10 de la noche en que un tren con vagones de carga (como no, era lo habitual) nos llevó hasta Irún. En Lérida al estar varías horas nos dieron semi-libertad, es decir que cada cual aunque con disimulo fue a donde le dio la gana y como cerca de la estación había unos campos de ciruelas la mayor parte aprovechamos para hartarnos de ese fruto que luego trajo sus consecuencias pues aunque ya estaban maduras en aquellas horas eran calientes y las diarreas no se hicieron esperar. En Lérida debo anotar un caso insólito que me pasó, un sargento me dio un buen cachete, o sea un clatellot, en catalán. Resulta que me adentré como todo el mundo en la ciudad y en un punto céntrico que me paré para contemplar los edificios se me acerca un sargento de nuestra compañía sin darme cuenta, me pregunta que hago allí y le contesto que igual que los demás, paseando un poco, me dice que nadie tenía permiso para marcharse de la estación y me largó un clatellot como decía. Había por allí bastante público que al ver aquello, no intervinieron como es natural en el tiempo que vivíamos pero su mirada era de absolutodesprecio hacía aquel sargento que al igual que muchos no eran mas que unos chusqueros y casi analfabetos. Decía un caso insólito porqué tuve la suerte que en los 19 meses que estuve como prisionero de guerra nunca había recibido un solo golpe ni lo recibí después hasta el final; tuve suerte, mucha suerte porqué había campos de concentración en general, el nuestro de Plasencia por lo que supe después en que los castigos corporales eran una cosa corriendo y no pegaban solo con la mano sino que se valían de bastones, varas, fustas etc. hasta dejar los heridos e incluso llegaron a ocasionar la muerte, verdaderos crímenes de guerra. Como decía a las 10 de la noche montamos en el tren y al amanecer ya estábamos en Tardíenta donde vimos el gran canal todo destruido por la guerra, en esa población el frente de guerra duró mucho tiempo. Seguíamos adelante por terrenos míseros de la provincia de Huesca y de Zaragoza hasta llegar a las proximidades de la capital en que el terreno se veía rico y lleno de verdor. Bastantes kilómetros pasada Tarragona sique el terreno con las mismas características hasta que llegamos a los terrenos de cereales en los que una vez recogidos estos aparecen desnudos con los rastrojos. Es que llama la atención es que no ves ni un árbol ni una casa de campo todo lo mas cuando aparecen algunas pinceladas de verde con algunas huertas allí es prueba de que hay agua algún pequeño afluente del Ebro. A unos 80 km. de Tarragona llegamos a Tudela una rica población navarra en donde cruzamos el famoso puente de la canción sobre el río Ebro. Mas adelante Castejón en donde dejamos la línea que va hacía Miranda de Ebro y seguímos la que para en Pamplona. En este terreno navarrés se ve que se cosecha mucho trigo y todo tipo de cereales, además en los sitios que abunda el agua hay ricas huertas y frutales. Antes de llegar a Pamplona pasamos por debajo de un a cueducto que parece muy antiguo con un centenar de arcos. Pasamos Pamplona sin detenernos igual que en Zaragoza o sea que bajarnos del tren nada de nada pero nos pareció ver unos edificios muy buenos; el terreno ya varía mucho, la monotonía característica de los terrenos de cereales con ricos trigales ( eso quiere decir que debían ser muy tardíos ) ya alterna con algunas montañas suaves y con valles llenos de verdor. Por fin estos se hacen dueños del paisaje y a diferencia de los que acabamos de dejar en los Pirineos de Lérida, aquí todo es verdor, y como he dicho todo es suave con una belleza tranquila en los modulados montes y que amplios valles que se pueden cultivar en toda su extensión, muchísimo mas altos sus agudos picos con esa belleza casi diríamos mas salvajes con nieves eternas en algunas y sus laderas cubiertas de espesos bosques. Se ven pueblos muy bonitos con casas que a nosotros nos parecen chalets pintorescos para veranear en ellos, pero no todas las casas tienen este aspecto, pero el impacto que nos producen es que tienen una fuerza de atracción para vivir temporadas en ellos, nuestra vista se nos iba contemplándolos. Ya llegando a la provincia de Guípuzcua esos pueblos llenos de encantos y al mismo tiempo quedas admirado por la actividad que se respira en ellos, hay mucha industria y a los que como es mi caso apenas habíamos salido de nuestro pueblo, nos llenaba de asombro y admiración. Anoté varias poblaciones como Zumárraga, Ozmairtegua, Earaín, Tolosa etc. ( son escritas correctamente? ) todas ellas enclavadas en estos riquísimos valles de una belleza algo fantástica, formidable. En Alsázua el tren cambió de máquina por una eléctrica lo cual en aquella época nos pareció muy avanzado y moderno. Los maizales son extensos aunque las parcelas suelen ser pequeñas, desapareciendo todos los cereales suplantados por los pastos, pequeñas huertas y frutales en general manzanos con bosques de robles y castaños lo cual hace que lo verde es perenne. El tren con la máquina eléctrica parece mas rápido no puede desarrollar toda su velocidad sí tenemos en cuenta que el terreno es muy accidentado, los túneles parecen interminables llegando por fin a una ciudad hermosísima, nos parecía algo leído en nuestra niñez, una ciudad encantada, estábamos en San Sebastian, debían ser sobre las 10 de la noche y la guerra no había hecho estragos en ella. Paramos un buen rato en la estación pero no pudimos visitarla y al subir otra vez al tren pasamos por el puerto y al ver los barcos y el mar después de tanto tiempo la emoción subió de tono, haste te hacía olvidar que éramos unos pobres prisioneros de guerra. Ya de muy joven había oido hablar y leido bastante de esta cosmopolita ciudad, hay que tener en cuenta que era antes de la 2a República, la ciudad de veraneo y de moda de la nobleza y realeza de España. Aunque la visión general fue de noche y montados en un tren de carga la ilusión de contemplarla fue muy grande. Al cabo de poco rato llegamos a Irún que parecía una población desierta y dormida, no por lo intempestivo de la hora, cerca de las doce de la noche, pero sí tenemos en cuenta que era sábado y en el mes de Julio no debía este ser el motivo, este debía ser que Irún fue muy castigado per la recién guerra terminada, estaba muy destrozada y ruinosa y para colmo había poca luz medio a oscuras; oímos decir de Irún que antes de la guerra era una floreciente ciudad con mucha actividad teniendo en cuenta que era paso fronterizo con Francia. Hay el puente internacional que une con Hendaya. Pasamos la noche allí y a la mañana siguiente cambiamos de tren, este de vía estrecha "F.C. del Bidasoa" y en marcha hassta Elizondo un pueblo del norte de Navarra en el pintoresco Valle de Bastan. En todo ese trayecto de vía transcurre al lado del río Bidasoa que muchas veces sirve de Frontera con Francia y los paisajes siguen siendo de una belleza que encanta y sobresaliendo de los cultivos los maizales que no hay necesidad de regarlos debido a que la lluvia es generosa. Serían las 12 del mediodía cuando llegamos al bonito pueblo de Elizondo con abundancia de casas tipo chalet característicos del pais muy agradable a la vista y dan la sensación de ser muy confortable. Al poco rato de llegar nos pusimos en marcha hacia otro pueblo que dista 2 o 3 km. del mismo Valle y se llama Irurita ya con muchos ánimos de quedarnos en el. Este pueblo es mas pequeño pero también atrativo y lleno de encanto, y a esperar que clase de trabajo nos darán, era la tarde del 23 de Julio de 1939. Las notas que mas o menos voy transquibiendo son cortas por dos motivos, uno el que si no las hacías en el trabajo cuando plegabas apenas tenías ocasión de hacerlos en nuestro dormitorio sin luz eléctrica y el otro según comentarios no te podías fiar de escribir pues éramos aún prisioneros de guerra y te exponías a que fuesen leídos y mal interpretados. Calor muy fuerte nos hace en este terreno norteño donde parecía al llegar que cada día tenía que llover. El verano también se hace sentir aquí lo que es bueno para que los abundantes maizales vayan madurando; trabajando en un camino que se adentra en las montañas con pico y pala, el trabajo es casi un pasatiempo 28-7-39. Un caso pintoresco es que vamos de pareja escampados nuestra Compañía a lo largo de mas o menos medio km., nuestros guardias que son soldados de edad nunca nos dicen nada para el trabajo sí a ellos no les aprietan y sin sentarnos pasamos las horas sin esforzarnos pero cuando viene algún mando es curioso tanto sí se asoma por, uno o bien por otro lado enseguida corre la voz, es una contraseña que se dice "AGUA" y en breves segundos estamos alertados de que hay "moros en la costa" como suele decirse y nos ponemos en movimiento; de todas formas se respeta que en cada pareja solo es obligado que trabaje uno a la vez, es decir que si el pico lo hace el de la pala descansa y viceversa; de todas formas nunca el trabajo nos agobia. El rancho que nos dan no está mal y de cuando en cuando algunos hacemos a la hora de comer alguna pequeña hoguera bien disimulada dentro del maizal y nos asamos alguna panolla que nos saben a gloria. Algunos campesinos se quejaron a nuestro mando que les comíamos panoUas. Como no pudieron coger a nadie este les contestó que el maiz era para las gallinas y el no tenía de ellas sino hombres y que comían rancho. Como la mayor parte dispiníamos de algún direro sí nos apetecía podíamos comprar algo de comida principalmente pan que no estaba racionado. Una novedad para nosotros es que hay abundantes y buenas carreteras y todas alquitranadas.