2011ko abenduaren 26a Gaur egungo informazioa ಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊಊ Actualidad informativa 26 de diciembre de 2011 Decálogo de la protección laboral para 2012 Tras años de dedicación al sector de la prevención de los riesgos laborales, Pastor EPPS, empresa dedicada a la distribución y comercialización de equipos de protección, ha elaborado un Decálogo con el objetivo de conseguir una adecuada política de protección laboral para las empresas y reducir así el índice de accidentes en el trabajo. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales 31/95, del 8 de noviembre marcó las recomendaciones y obligaciones necesarias en la utilización de medios de protección para reducir la siniestralidad y minimizar los riesgos en el trabajo. Aunque el índice de siniestralidad laboral se ha reducido un 11% en el último año, según datos el último informe del Ministerio de Trabajo e Inmigración, aún queda mucho camino por recorrer en la mejora de la seguridad en el trabajo. Por ello, desde Pastor EPPS quiere aportar una serie de recomendaciones sobre la prevención de los riesgos laborales y accidentes en el trabajo, mediante la creación de un Decálogo de la Protección Laboral, con el que concienciar al trabajador de la importancia de minimizar los riesgos y que favorezca la adopción de las medidas necesarias para continuar reduciendo los riesgos a los que se expone el trabajador en la jornada laboral. 1. Toda empresa debe ser consciente de los posibles riesgos laborales, evaluarlos y aportar las soluciones más beneficiosas tanto para la compañía como para el trabajador. 2. Saber comunicar e instruir al operario sobre posibles riesgos laborales y sus medidas preventivas es necesario, haciéndole participe en la selección de los equipos de protección individual o colectiva a utilizar. 3. La selección de los equipos debe ser proporcional al nivel de riesgo con el que el trabajador realizará sus tareas, es decir, el exceso o defecto en la protección puede hacer que aumente o disminuya los efectos de un accidente laboral, a la vez que favorece la comodidad, seguridad y la productividad del trabajador. 4. Los equipos de protección individual deben estar totalmente adaptados a la morfología del trabajador, lo que los hará más seguros y cómodos y redundará en su uso. 5. Un equipo de protección atractivo favorece su utilización e implementación en los trabajadores y potencia la imagen corporativa de la compañía. 6. La calidad es prioritaria a la hora de elegir equipos de protección laboral, en contraste con a la política de los low-cost. No olvidemos que estamos hablando de la salud de las personas. 7. Disminuir el riesgo de los posibles accidentes laborales a través de los EPI no suple la búsqueda permanente de otras opciones que eviten, disminuyan o minimicen los factores de riesgo. 8. El conocimiento profundo por parte del trabajador del uso de su equipo potencia la imagen de protección del trabajador y de la empresa. 9. La verdadera razón de ser de los equipos de protección (EPI) es su obligada utilización. 10. Las compañías, al poner a disposición de los trabajadores de forma gratuita los equipos de protección individuales, están demandando al operario su adecuada utilización, ya que su correcto uso protege el mejor activo de las empresas: su Equipo Humano. En palabras de Fernando Pastor, director de Pastor EPPS, “todavía es muy necesaria una labor de concienciación y formación en el entorno laboral, con el objetivo de que se asuma plenamente la cultura de la seguridad en el trabajo”. En este sentido, el máximo responsable de la empresa hace hincapié en el hecho de que “solo de esta manera se llegará a minimizar los riesgos asociados al trabajo y a utilizar el equipo de protección adecuado a cada trabajo”. ARTÍCULOS TÉCNICOS DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES Los riesgos psicosociales y la organización del trabajo La constante evolución del mercado laboral ha traído consigo una serie de cambios que han ampliado el abanico de riesgos que pueden afectar a la salud de los trabajadores. La mayor parte de ellos vienen derivados de la organización del trabajo y afectan de manera especial a un sector en concreto, el de los servicios. Como resultado de estas transformaciones han surgido los llamados factores psicosociales, es decir, una serie de riesgos que aún tienen un carácter emergente pero que son capaces de hacer peligrar la salud de los trabajadores. Ante el aumento de la prevalencia de este tipo de enfermedades se hace necesario prestar mucha más atención a las labores de prevención en temas como los dolores de espalda o el estrés. De hecho, se considera que alrededor de un tercio de los trabajadores de la Unión Europea consideran que sufren estrés laboral. Aunque hasta hace unos años no era considerado como una patología capaz de alterar la productividad de los empleados, actualmente se conoce a ciencia cierta que el estrés provoca pérdidas de salud física y psíquica que pueden desembocar en un daño en la salud de los trabajadores. El gran reto al que nos enfrentamos es, sin lugar a dudas, cómo evaluar y llevar a cabo una planificación preventiva sobre los riesgos psicosociales ya que existe una gran dificultad para cuantificar y analizar objetivamente este fenómeno. Con el fin de seguir profundizando en estos aspectos tan relevantes a la hora de hablar de la salud de los trabajadores, OSALAN organizó las segundas Jornadas de Riesgos Psicosociales y Organización del Trabajo que han tenido lugar en Bilbao el 24 y 25 de noviembre. Estas jornadas han conseguido que el conocimiento y la experiencia de los ponentes ayuden a las empresas a trabajar en alternativas para poder mejorar el proceso de prevención de estos riesgos y la adopción de medidas adecuadas a cada situación. La difusión y la sensibilización entre todos los actores implicados sobre este tipo de riesgos psicosociales forma parte de la visión estratégica de OSALAN para actuar de forma más intensa sobre esta problemática. Estamos convencidos de que la prevención de estos riesgos debe convertirse en un asunto de máxima relevancia para todo el sector. En esta ocasión la organización del trabajo y su repercusión en la prevención de riesgos laborales fue una de las temáticas centrales a abordar por los principales expertos en la materia, especialmente porque esta es una de las causas centrales que desencadenan la aparición de los factores psicosociales. Algunos de los puntos de vista que se trataron durante los dos días que duró el encuentro fueron los resultados de la Encuesta Europea de condiciones de vida y trabajo, la organización del trabajo y su impacto en la siniestralidad y la prevención de riesgos laborales en las empresas vascas, o la relación entre la organización del trabajo y los riesgos psicosociales. Además, y para no solo reflexionar sino dar paso más en la búsqueda de posibles soluciones, una de las jornadas se dedicó exclusivamente a analizar el punto en el que se encuentran los riesgos psicosociales dentro de la empresa y cuáles son las estrategias que se tiene previsto adoptar para enfrentar esta problemática. Así, en las dos mesas redondas se debatieron sobre las consecuencias médicas de los riesgos psicosociales en las personas trabajadoras o los casos prácticos su evaluación y control. Por parte de OSALAN se presentó su programa de riesgos psicosociales y drogodependencias. La elección de estos temas, viene a complementar los asuntos tratados en las primeras jornadas celebradas en Barakaldo el 28 y 29 de octubre de 2010: el síndrome del quemado y la violencia que, tanto física como psíquicamente, emana en algunas ocasiones de los jefes, compañeros de los jefes, clientes o personas externas y que afecta de forma especial a áreas del tercer sector como la docencia o la sanidad. A través de estos encuentros, se pretende, principalmente, concienciar tanto a empresarios como a los propios trabajadores y a los profesionales que hacer frente a estos riesgos debe ser un objetivo común. Además, aunque muchas veces los de tipo psicosocial no sean tan tangibles o visibles como el resto, existen y es preciso sacarlos a la luz, sobre todo porque son generadores de enfermedades y porque el nuevo concepto de salud no solo busca evitar que surjan este tipo de dolencias, sino encontrar el bienestar físico, psíquico y social del trabajador. El caso de Miguel ilustra cómo se utiliza el despido por causa objetiva para quitarse de en medio a trabajadores que han perdido la salud trabajando. Pedro tiene en la actualidad 38 años y lleva 11 años trabajando como barrendero en Petrer (Alicante), recientemente sufrió un accidente mientras se desplazaba con su moto de un lugar de trabajo a otro, un golpe que le provocó una lesión en el tobillo. Inicialmente se le reconoce como accidente laboral, pero luego se le da de alta y la mutua pretende derivarle al sistema público. El trabajador acude al Gabinete de Salud Laboral de CCOO en el País Valencià que consigue, tras mucho esfuerzo, que se reconozca el accidente como laboral. Miguel tiene un esguince en el tobillo con rotura de ligamentos y otras complicaciones médicas. “Finalmente –explica Silvia Catalán, técnica del Gabinete de Salud Laboral de CCOO País Valencià– el trabajador se reincorpora a su trabajo tras un periodo de baja con un informe médico en el que se señala que ‘padece una limitación para ta reas que requieran bipedestación o marchas prolongadas y que podría necesitar de tratamiento quirúrgico si persisten las dolencias’. La empresa no realiza la preceptiva evaluación de su salud tras su incorporación, ni se toma ninguna decisión de adaptación o cambio de puesto de trabajo que facilite su recuperación. Simplemente se le pone a trabajar otra vez en el mismo puesto de barrendero, con una jornada donde la mayor parte del tiempo ha de estar de pie, y las molestias vuelven”. Desde el Gabinete de Salud Laboral se solicita un cambio de puesto y la respuesta de la empresa no es negativa en un principio: “Nos dicen que van a venir los responsables de Castellón –la empresa tiene la sede social en ese municipio– para ver qué otro puesto puede ocupar el trabajador”, explica Catalán. La empresa empleadora es una compañía que contrata con los municipios las tareas de limpieza, la gestión de residuos y otras tareas como el montaje y desmontaje de escenarios, traslado de muebles del ayuntamiento, etc. Mientras tanto, al trabajador se le indica que en ese plazo (cinco días) o bien se sienta en una silla en la oficina toda su jornada laboral o se coge una semana de vacaciones. El trabajador opta por esto último y cuando retorna al puesto de trabajo se encuentra con el despido por ineptitud sobrevenida. Con el acompañamiento del sindicato recurre el despido ante el juzgado de lo social que falla a favor de la empresa, dando por buena la argumentación de la misma. Por un lado la empresa argumenta, tal y como recoge la sentencia, que “no puede mantener a un trabajador especialmente sensible en un puesto de trabajo incompatible con sus características físicas”, obviando totalmente que dichas características físicas han variado sustancialmente a causa de un accidente laboral. A continuación la empresa afirma que “no se puede recolocar al demandante en tanto que no tiene carné de conducir, ni estudios o especialización para realizar tareas administrativas”. “No es cierto –señala Silvia Catalán– que la empresa no disponga de otros puestos de trabajo que no exijan estar de pie toda la jornada. Concretamente dispone de un puesto de trabajo en la cuadrilla que gestiona el Ecopark, lugar donde se clasifican los residuos, otros 4 o 5 puestos de trabajo en la cuadrilla que trabaja para el Ayuntamiento en el montaje y desmontaje de escenarios y otras tareas de intendencia y otros 4 o 5 puestos de trabajo en la cuadrilla de las tardes que repasa, conduciendo un motocarro, el trabajo realizado por los barrenderos durante la mañana, por si ha habido alguna bolsa olvidada o algún incidente similar”. “Además, en el momento de ser despedido el trabajador dispone del carné de ciclomotor que le permitiría conducir el motocarro. Y eso es obvio para todos –empresa, abogados y jueces– porque el accidente in itínere que sufrió Miguel se produjo en el momento en el que conducía un ciclomotor”. Otro caso de despido por ineptitud sobrevenida nos llega del Gabinete de Salud Laboral de La Rioja. Se trata de un mecánico de la multinacional Crown Bevcan, división España, en el centro de Agoncillo (La Rioja). El trabajador padece un trastorno del ritmo de sueño muy grave, tras años de trabajar a turnos que incluyen nocturnidad. El servicio de prevención de la empresa hace un trabajo minucioso y realiza un estudio en profundidad del caso mediante una actigrafía que se prolonga durante 43 días. La actigrafía es un método que permite, mediante la colocación de un pequeño sensor en el brazo, valorar los periodos de reposo y actividad de la persona. El servicio de prevención concluye que, efectivamente, el trabajador no consigue descansar las horas mínimas tras el turno nocturno, mientras que su patrón del sueño es normal durante vacaciones. El médico de cabecera del trabajador emite un informe en el que explica que su paciente se está viendo obligado a consumir ansiolíticos desde hace un par de años y que ello está estrechamente relacionado con la turnicidad en sus condiciones de trabajo. El trabajador y sus representantes solicitan a la empresa una modificación del puesto amparándose en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, pero la respuesta de la empresa es el despido objetivo por ineptitud sobrevenida. Un despido que es posteriormente avalado por los tribunales. El trabajador ha presentado todos los recursos posibles hasta llegar al Tribunal Supremo alegando unificación de doctrina. Nada ha surtido efecto. Hoy el trabajador está despedido. Antes de adaptar las condiciones de trabajo o aplicar medidas preventivas colectivas que beneficien al conjunto de los trabajadores, las empresas prefieren despedir, en la mayoría de los casos. Carmen Mancheño, técnica del Gabinete de Salud Laboral de la Unión Sindical de CCOO de Madrid, explica varios casos en los que las empresas han tratado de despedir a los trabajadores tras padecer un accidente laboral o conseguir el reconocimiento de una enfermedad profesional. “Por ejemplo –explica Carmen–, tenemos el caso de una trabajadora de un servicio de ayuda a domicilio que denuncia la no adaptación de su puesto de trabajo por parte de la empresa después de haber sufrido un accidente laboral. Tras la denuncia es despedida por la empresa por ineptitud sobrevenida. La trabajadora denuncia el despido y el juez obliga a la empresa a su readmisión, pero una vez ésta se reincorpora de nuevo a su puesto de trabajo, la empresa sigue sin adaptarlo y, además, le impone una sanción por bajo rendimiento. Este hecho acaba de ser denunciado y esperamos la resolución del juez”. A veces, la Inspección sanciona a las empresas que abusan de la figura del despido por ineptitud sobrevenida. Este es el caso de una trabajadora de un comercio de alimentación que sufre un accidente mientras realizaba una tarea para la que no había recibido formación en una máquina que carecía de las necesarias medidas de protección, cortándole parte de un dedo y afectándole a los nervios de éste. Tras el accidente, la mutua se niega a darle la baja, pues el médico de empresa considera que puede realizar otras tareas, si bien le prescribe unos días de reposo. Tras el reposo, la trabajadora se encuentra con la carta de despido. Éste es denunciado y la Inspección de Trabajo sanciona a la empresa por incumplimiento grave de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. En la mayor parte de ocasiones, la labor sindical se encuentra con la férrea voluntad de la empresa de quitarse de en medio a los trabajadores que han enfermado en el tajo y que hacen valer su derecho a no vender su salud: “Una empresa del sector del mueble –relata Carmen Mancheño–, en la que habíamos conseguido que se reconociera el origen profesional de la sordera de ocho trabajadores, planteó el despido de los mismos por ‘ineptitud sobrevenida’ y conseguimos que desistiera de la idea, pero lo que nos hemos encontrado es que a los pocos días presentó un ERE de diez trabajadores y de ellos ocho eran trabajadores con reconocimiento de hipoacusia”. -Sociedad Del absentismo al presentismo’ El miedo a perder el empleo reduce las faltas injustificadas El peligro es que la ansiedad acabe por bloquear al trabajador Los expertos claman por una cultura del esfuerzo Tengo miedo a que me despidan ergo trabajo más. O bien: tengo miedo a que me despidan y la angustia me paraliza. ¿Es el miedo un catalizador para que el empleado aumente su productividad en la empresa? Hay un dato objetivo: con la crisis, el absentismo laboral ha bajado. La cuestión es si todo es producto de la reducción del fraude, como defienden empresarios y algunos expertos, o como explican sindicatos y académicos es también porque el pánico a quedarse en la calle lleva a muchos trabajadores a ocupar su puesto incluso cuando tendrían derecho a no hacerlo. ¿El miedo nos lleva del absentismo al presentismo? Los indicadores del absentismo No existe una estadística concreta sobre absentismo injustificado. Sin embargo, los expertos utilizan varios indicadores oficiales de diversas fuentes. INE. El Instituto Nacional de Estadística publica periódicamente estadísticas sobre costes salariales, que incluyen "las horas no trabajadas". En el segundo trimestre de 2011 fueron 18,14 horas por trabajador al mes, en la línea del año anterior. Sin embargo, no solo se trata de faltas injustificadas: incluye también días libres, vacaciones, bajas por maternidad o incapacidad temporal. Encuesta de coyuntura laboral. Elaborada por el Ministerio de Trabajo, tiene un apartado sobre "horas no trabajadas según la causa". Dentro, incluye el "absentismo no justificado" que cifre en 0,2 horas de media por empleado en el segundo trimestre del año, la mitad que en 2007. Contingencias comunes. La Seguridad Social contabiliza bajas por enfermedad común, maternidad y accidente no laboral. En 2010 se registraron de media al mes 24,3 bajas por cada 1.000 habitantes. En 2007 eran 29,9. Que las faltas injustificadas al trabajo han bajado lo confirma Ricard Cayuela, vicedecano del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña y experto en psicología de empresa. “Pero otro dato objetivo es que el trabajador vuelve más estresado de las vacaciones. Y eso, en el caso de que las haya hecho. Lo cierto es que el empleado vive en un ay y eso hace que intente como sea mejorar la imagen y su rendimiento”, explica Cayuela. Miedo a perder el empleo, a quedarse sin un salario, a engrosar unas listas del paro que ya roza los cinco millones de parados. “El miedo bloquea la creatividad y el talento. Si el trabajo es una mera rutina, el miedo funciona. Si la persona ha rebajado su nivel de exigencia, también funciona. Pero si lo que deseamos es talento y creatividad, el miedo es un mal aliado. Tendríamos que diferenciar dos tipos de miedo: el sano, que es la prudencia; y el tóxico, que es el que paraliza. Posiblemente, en la época de bonanza no había el primero y ahora, en crisis, hay un exceso del segundo”, explica Pilar Jericó, directora general de Be-Up y autora de No miedo: en la empresa y en la vida (Editorial Alienta). El primer problema a la hora de poner cara al absentismo es ponerle cifras. “Cada fuente ofrecerá resultados distintos”, explica Antonio Ariza, profesor de recursos humanos en ETEA, institución universitaria de la Compañía de Jesús. Si se revisan los distintos indicativos habituales, lo cierto es que la gran mayoría se ha reducido. La Seguridad Social, por ejemplo, recoge las faltas al trabajo por enfermedades comunes. En 2010 hubo 24 bajas de este tipo por cada 1.000 trabajadores del sistema, frente a las 29,9 de 2007. En el caso de la Encuesta de coyuntura laboral, que recoge el Ministerio de Trabajo, también se reducen las faltas sospechosas: el segundo trimestre del año se contabilizaron de media por trabajador 0,2 horas de “absentismo no justificado”, frente a las 0,5 horas de 2007. Se reducen también las faltas por maternidad y se disparan las horas perdidas por culpa de expedientes de regulación de empleo. Los informes elaborados por empresas privadas son más llamativos: según la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), las faltas se han reducido por la crisis y las “no justificadas” prácticamente han desaparecido. La empresa de trabajo temporal Randstad aseguraba que el absentismo sin causa se redujo un 90% en 2009. “El miedo puede ser sin duda una motivación que hace a los empleados ir más al trabajo. En el contexto actual no me sorprende que haya gente con problemas físicos o mentales que vaya a trabajar e incluso piden el alta voluntaria para no faltar. No quieren estar en el punto de mira si la empresa recorta personal”, dice Ariza. El problema, apunta, es que el miedo puede ser un revulsivo a corto plazo, pero a largo plazo será negativo. “Hay que lograr que la motivación del empleado se base en aspectos positivos. Si no, no habrá implicación”, advierte el experto. “El presentismo no implica productividad. Que un trabajador ocupe su puesto no significa que cumpla sus objetivos”, coincide Beatriz Cordero, directora de relaciones institucionales de la empresa de trabajo temporal Randstad. Aun así, Cordero discrepa con que la bajada del absentismo esté plenamente relacionada con el miedo. “Hay personas que simplemente son ahora más conscientes de que hay que arrimar el hombro. Antes si tenían un resfriado, no iban al trabajo. Ahora saben que no tienen compañeros que hagan su trabajo porque la empresa está en mal momento, y acuden”, dice. Según un estudio de esta empresa, “el 42% de los empleados afirma que ha aumentado su productividad debido a la crisis”. Los españoles de entre 45 y 65 años han sido los que más han subido su productividad, el 46,15%. Los jóvenes entre 18 y 24 años son el grupo con menor incremento, el 41,12%. 24 de cada 1.000 empleados cogió baja por enfermedad en 2010; 29,9 en 2007 En la misma línea se mueve Javier Blasco, director jurídico y de prevención de riesgos laborales de Adecco. El absentismo, dice rotundo, por supuesto que ha bajado. Las faltas al trabajo por enfermedades habituales se han reducido porque “los trabajadores que antes tenían una gripe y se quedaban en casa ahora hacen el esfuerzo de ir a trabajar”. Algo que valora como un cambio positivo. “Desgraciadamente, muchos lo hacen por miedo. Me gustaría pensar que hay algo más allá: que se está produciendo un cambio de mentalidad”, cuenta. “Las personas deberían ir a trabajar porque aprecian y valoran su trabajo, no por miedo a ser despedidos. Nuestro país necesita un cambio cultural que haga que el esfuerzo sea valorado”, considera. España, defiende Blasco, “es uno de los países donde más fácil es conseguir una baja”. Dice que es por diversos motivos: desde un sistema sanitario masivo a convenios colectivos perversos, impulsados por sindicatos que han favorecido “aberraciones”, como compensaciones en incapacidades temporales que hacen “que no se anime al empleado de baja a reincorporarse”, critica. También cree que el miedo debería quedar en un segundo plano Leopoldo Abadía, exprofesor del IESE famoso por sus explicaciones de la crisis al alcance de todos. “En general, sí que hay miedo, pero me daría mucha pena que trabajásemos más por miedo. Lo que sí es verdad es que todos queremos trabajar mejor”, señala. El miedo. Ese potente revulsivo, no solo para ir al trabajo. En el miedo basan sus creencias muchas religiones. Y el miedo ayuda a las empresas a vender más, según explica Martin Lindstrom, autor del libro Así se manipula al consumidor (Gestión 2000). “El miedo es un persuasor potente y no cabe duda de que vendedores y anunciantes lo saben y no temen explotarlo al máximo”, dice. Con el miedo, las grandes marcas nos venden desde antidepresivos hasta agua embotellada o sistemas de alarma, aunque no los necesitemos. Explotan el miedo a los gérmenes (y cita la cantidad de empresas que hicieron su agosto con la gripe A), el miedo al fracaso o la culpa. “Nadie es más vulnerable al miedo y a la culpa que las madres, en particular las primerizas”, pone como ejemplo. Las empresas, apunta, usarán ese miedo para que compren, desde cremas y juguetes educativos a productos supuestamente nutritivos o pañales de última generación. Incluso productos que, muchas veces, nunca utilizarán. Que un operario ocupe más su puesto no significa que rinda más Las empresas, señalan los sindicatos, usan esas mismas armas para que sus empleados acepten condiciones laborales peores, denuncian los sindicatos. “El 75% de los trabajadores presenta estrés, debido sobre todo a unas deficientes condiciones ambientales de trabajo; el 87% reconoce tener una carga mental alta, y el 71% siente inseguridad respecto a las condiciones de su trabajo”, señala un informe del Observatorio de Riesgos Psicosociales del sindicato UGT. Un problema en auge, dicen, no solo por “la nueva concepción del trabajo”, con ritmos más altos y exigentes, sino también “por las propias condiciones provocadas por la crisis: incremento del desempleo y del trabajo precario, de los horarios de trabajo, inseguridad en los ingresos, deterioro en las condiciones laborales...”, describe. Según diversos estudios, apunta la organización sindical, el estrés y la violencia en el trabajo pueden representar posiblemente alrededor del 30% de los costos totales de las enfermedades y accidentes a escala mundial. En cuanto a si los trabajadores están dispuestos a asumir una precarización de sus empleos, Cordero, de Randstad, lo ve de una manera más optimista: “La gente lo que busca es trabajo. No creo que se pueda hablar de trabajo precario. Mientras se cumpla la ley de contratación, a lo mejor es que simplemente hay personas que están dispuestas a cambiar un trabajo indefinido por un contrato temporal con perspectivas”, defiende. Josep, de 31 años, hubiera aceptado cambiar de contrato y lo que hiciera falta. Los últimos meses en los que acudió a su puesto de trabajo, hizo jornadas dobles, trabajó dos semanas sin descanso y renunció incluso a cobrar horas extra. Todo en una cadena de esfuerzos para evitar ser despedido dentro del plan de ahorro que preparaba su empresa, en el sector de la comunicación. No le sirvió de mucho. “Al final me despidieron. Y para decidir quién se marchaba, solo miraron la cuestión económica, no la calidad de nuestro trabajo. Despidieron a los que salía más barato despedir”, se queja. ¿Se arrepiente de haber cedido sus derechos laborales? “No, porque me encantaba mi trabajo. A pesar de todo, quería conservarlo”, confiesa. Gloria, exjefa de recursos humanos de una pyme, lo tiene muy claro: “El miedo no hace a un trabajador más rentable. Rotundamente no. Los trabajadores que he visto trabajar mejor son los que lo hacen con más libertad. Tener miedo está reñido con la eficiencia y la creatividad”. Gloria dice que en época de bonanza las cosas van bien; las dificultades llegan con la crisis. Ella defiende la libertad del empresario para tomar decisiones. “La empresa es el empresario y el proyecto es suyo. Steve Jobs decía que recordaba perfectamente la primera vez que despidió a alguien y cómo se sintió, pero que después pensó que si quería un equipo excelente era lo que tenía que hacer”. También defiende la importancia de la libertad como base para la creatividad Google. Según explica una portavoz en España del gigante de Internet, la compañía se esfuerza mucho en potenciar el “bienestar del empleado”, para lo que se centran en dos áreas: “El espacio que se le deja para desarrollarse profesionalmente (tomar decisiones, pensar localmente en proyectos...) y en segundo lugar incluir medidas de bienestar corporativo, encaminadas a que se encuentre a gusto en la empresa y a que pueda conciliar su vida profesional con la personal”, señalan. Si el trabajador no puede acudir a su puesto, el teletrabajo puede ser una opción para que no pierda el día, por ejemplo. Los horarios flexibles, las áreas “de esparcimiento” e incluso “las actividades lúdicas” pueden ayudar a la empresa a que sus empleados sean más productivos, aconseja la firma. A cambio, exigen una alta productividad. No hay que rendirse. La conclusión llega después de escuchar a Pep Font, psicólogo del Centro de Alto Rendimiento (CAR). Font habla de rendimiento, no de rentabilidad. De reto y no de amenaza. De incentivar y no de presionar. “El miedo paraliza, provoca errores por pasividad o por impulsividad. La ansiedad que te provoca el reto te activa. Cuando se trabaja en situación de amenaza no se logra que el trabajador dé lo mejor de sí mismo”, explica Font. Aunque no siempre es fácil: “Proceder por amenaza es fácil, proceder por rendimiento es difícil”. ERLAZIONATUTAKO ESTEKAK ___________________________________________________________________________ ENLACES RELACIONADOS 26 de diciembre de 201 Euskadi registró hasta octubre 28.523 accidentes laborales con ... 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