Los manuscritos iluminados - TALLER5-HISTDISENO7A-B

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Los manuscritos iluminados
El origen de este fue en gran parte a la
invención del “libro”, es decir cuando se
cambiaron los rollos de papiro por
códices elaborados a partir de la unión
de sus hojas. La iluminación de libros
fue una de las formas artísticas más
importantes hasta el siglo XVI. En los
principios de la Edad Media la mayoría
de los pintores de miniaturas eran
monjes que trabajaban en los scriptoria
de los monasterios al lado de escribas,
que también eran monjes.
Los iluminadores pertenecían a los
gremios de pintores o de aquellos que se
dedicaban al comercio de libros.
Algunos escribas comenzaron a firmar
sus textos en el siglo VI; sin embargo,
no sobrevive ninguna firma de
iluminadores antes de los siglos VIII y
IX. En algunos casos, el escriba y el
iluminador podían ser la misma persona.
Generalmente, varios iluminadores
compartían la decoración de un libro.
Las diferentes fases de trabajo de una misma miniatura eran llevados a cabo por varios
miembros de un mismo taller, como en una empresa editorial: el maestro era responsable de
la parte más complicada y determinante del trabajo, como la composición; a los aprendices
se les confiaba el trabajo más mecánico, que consumía mayor tiempo y que requería menos
experiencia, como la preparación de los colores o el refuerzo en tinta del dibujo preliminar.
Algunas veces las hojas separadas de un códice que aún no era unido se daban a diferentes
pintores para decorar.
Así la especialización del trabajo en la elaboración de un libro creó distintas disciplinas.
Estaban quienes unían las páginas de los códices, quienes mezclaban los colores, quienes se
encargaban de la composición y dibujo de las figuras, quienes pintaban con colores las
figuras, quienes hacían la filigrana y el ornamento decorativos, quienes les daban su
acabado lustroso a las miniaturas, etc. Durante el proceso de escribir, este dejaba espacios
en blanco para las ilustraciones y en los márgenes del libro describía en una nota qué
escenas debían pintarse; es decir dejaba instrucciones para el iluminador, incluso le decía
qué colores debían emplearse en la miniatura.
En los manuscritos se pintaban diversos motivos, como figuras de animales, monstruos,
caracteres humanos. Las letras iniciales de los textos frecuentemente se decoraban,
generalmente con una escena relacionada con el texto. Las decoraciones más ambiciosas
cubrían un cuarto, la mitad o hasta una página completa. Los iluminadores copiaban otras
miniaturas o se apoyaban en manuales sobre decoración de libros.
Al principio de la decoración, el libro se encontraba en hojas separadas. Una vez que la
escritura del manuscrito había sido completada, el proceso de pintura empezaba con la
aplicación de los colores básicos y el delineado del dibujo. Después se aplicaban las
sombras y los tonos más oscuros, luego los blancos que creaban efectos lumínicos. Los
colores eran pigmentos vegetales o minerales molidos, que se integraban con clara o yema
de huevo, azúcar o cera de oído.
Técnicas
La ilustración fue un complejo y frecuentemente
costoso proceso. Fue usualmente reservada para
libros especiales: una Biblia de altar, por
ejemplo. La gente rica a menudo tenía
maravillosos "Libros de Horas" ilustrados, que
contenían plegarias apropiadas para distintos
momentos del día litúrgico.
A principios de la Edad Media, la mayoría de
los libros eran producidos en monasterios, para
uso propio o para regalo. Sin embargo, el
comercio de los textos comenzó a crecer en las
grandes ciudades, especialmente en París, Italia y los Países Bajos, y para finales del Siglo
XIV había una significativa industria que producía estos manuscritos, con detalles de la
heráldica del comprador, etcétera. Sobre el final de este período, muchos de los manuscritos
ilustrados eran pintados por mujeres, principalmente en París.
Imágenes
Cuando el texto estaba completo, el ilustrador ponía manos a la obra. Diseños complejos
eran planeados, probablemente sobre tablas de cera, que era el bloc de bosquejos de la
época. El diseño era entonces trazado o dibujado sobre el papel vitela (posiblemente con la
ayuda de alfileres u otras marcas, como en el caso de los Evangelios de Lindisfarne).
Muchos manuscritos incompletos sobrevivientes de la mayoría de los períodos, nos dan una
idea de cuáles eran los métodos que se usaban para producirlos.
En otros tiempos, la mayoría de los manuscritos
no tenían imágenes. En los principios de la Edad
Media, los manuscritos tendían a ser libros con
mucha ilustración, o manuscritos para estudiar con
la mayor parte de sus iniciales decoradas. Para el
período Románico había muchos manuscritos
decorados o iniciales historiadas, y manuscritos
esencialmente para estudio que a menudo
contenían algunas imágenes, pero casi nunca en
color. Esta tendencia intensificada en el período
gótico, cuando la mayoría de los manuscritos
tenían al menos algunas decoraciones, y una
proporción mucho más grande tenía imágenes de
algún tipo. Los libros del período gótico en
particular tenían muchos bordes elaboradamente
decorados, una página gótica debía contener
importantes áreas y tipos de decoración: una
miniatura en el enmarcado, una inicial historiada
comenzando un pasaje del texto, un fino
enmarcado. A menudo distintos artistas trabajaron
en distintas partes de la decoración de un mismo libro.
Pinturas
La paleta del artista medieval era sorprendentemente amplia:
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