Los manuscritos iluminados El origen de este fue en gran parte a la invención del “libro”, es decir cuando se cambiaron los rollos de papiro por códices elaborados a partir de la unión de sus hojas. La iluminación de libros fue una de las formas artísticas más importantes hasta el siglo XVI. En los principios de la Edad Media la mayoría de los pintores de miniaturas eran monjes que trabajaban en los scriptoria de los monasterios al lado de escribas, que también eran monjes. Los iluminadores pertenecían a los gremios de pintores o de aquellos que se dedicaban al comercio de libros. Algunos escribas comenzaron a firmar sus textos en el siglo VI; sin embargo, no sobrevive ninguna firma de iluminadores antes de los siglos VIII y IX. En algunos casos, el escriba y el iluminador podían ser la misma persona. Generalmente, varios iluminadores compartían la decoración de un libro. Las diferentes fases de trabajo de una misma miniatura eran llevados a cabo por varios miembros de un mismo taller, como en una empresa editorial: el maestro era responsable de la parte más complicada y determinante del trabajo, como la composición; a los aprendices se les confiaba el trabajo más mecánico, que consumía mayor tiempo y que requería menos experiencia, como la preparación de los colores o el refuerzo en tinta del dibujo preliminar. Algunas veces las hojas separadas de un códice que aún no era unido se daban a diferentes pintores para decorar. Así la especialización del trabajo en la elaboración de un libro creó distintas disciplinas. Estaban quienes unían las páginas de los códices, quienes mezclaban los colores, quienes se encargaban de la composición y dibujo de las figuras, quienes pintaban con colores las figuras, quienes hacían la filigrana y el ornamento decorativos, quienes les daban su acabado lustroso a las miniaturas, etc. Durante el proceso de escribir, este dejaba espacios en blanco para las ilustraciones y en los márgenes del libro describía en una nota qué escenas debían pintarse; es decir dejaba instrucciones para el iluminador, incluso le decía qué colores debían emplearse en la miniatura. En los manuscritos se pintaban diversos motivos, como figuras de animales, monstruos, caracteres humanos. Las letras iniciales de los textos frecuentemente se decoraban, generalmente con una escena relacionada con el texto. Las decoraciones más ambiciosas cubrían un cuarto, la mitad o hasta una página completa. Los iluminadores copiaban otras miniaturas o se apoyaban en manuales sobre decoración de libros. Al principio de la decoración, el libro se encontraba en hojas separadas. Una vez que la escritura del manuscrito había sido completada, el proceso de pintura empezaba con la aplicación de los colores básicos y el delineado del dibujo. Después se aplicaban las sombras y los tonos más oscuros, luego los blancos que creaban efectos lumínicos. Los colores eran pigmentos vegetales o minerales molidos, que se integraban con clara o yema de huevo, azúcar o cera de oído. Técnicas La ilustración fue un complejo y frecuentemente costoso proceso. Fue usualmente reservada para libros especiales: una Biblia de altar, por ejemplo. La gente rica a menudo tenía maravillosos "Libros de Horas" ilustrados, que contenían plegarias apropiadas para distintos momentos del día litúrgico. A principios de la Edad Media, la mayoría de los libros eran producidos en monasterios, para uso propio o para regalo. Sin embargo, el comercio de los textos comenzó a crecer en las grandes ciudades, especialmente en París, Italia y los Países Bajos, y para finales del Siglo XIV había una significativa industria que producía estos manuscritos, con detalles de la heráldica del comprador, etcétera. Sobre el final de este período, muchos de los manuscritos ilustrados eran pintados por mujeres, principalmente en París. Imágenes Cuando el texto estaba completo, el ilustrador ponía manos a la obra. Diseños complejos eran planeados, probablemente sobre tablas de cera, que era el bloc de bosquejos de la época. El diseño era entonces trazado o dibujado sobre el papel vitela (posiblemente con la ayuda de alfileres u otras marcas, como en el caso de los Evangelios de Lindisfarne). Muchos manuscritos incompletos sobrevivientes de la mayoría de los períodos, nos dan una idea de cuáles eran los métodos que se usaban para producirlos. En otros tiempos, la mayoría de los manuscritos no tenían imágenes. En los principios de la Edad Media, los manuscritos tendían a ser libros con mucha ilustración, o manuscritos para estudiar con la mayor parte de sus iniciales decoradas. Para el período Románico había muchos manuscritos decorados o iniciales historiadas, y manuscritos esencialmente para estudio que a menudo contenían algunas imágenes, pero casi nunca en color. Esta tendencia intensificada en el período gótico, cuando la mayoría de los manuscritos tenían al menos algunas decoraciones, y una proporción mucho más grande tenía imágenes de algún tipo. Los libros del período gótico en particular tenían muchos bordes elaboradamente decorados, una página gótica debía contener importantes áreas y tipos de decoración: una miniatura en el enmarcado, una inicial historiada comenzando un pasaje del texto, un fino enmarcado. A menudo distintos artistas trabajaron en distintas partes de la decoración de un mismo libro. Pinturas La paleta del artista medieval era sorprendentemente amplia: