Historia urbana, tipolog a y arquitectura El caso de la Zona Alameda José Ángel Campos Métodos y Sistemas Este artículo relaciona la investigación histórica de un sitio de la ciudad de México con la arquitectura existente en ese lugar, considerando que la vida cotidiana se da cobijada por las edificaciones que delimitan el espacio público. Estos ejemplos de una arquitectura considerada como menor no podemos aislarlos para su estudio y revaloración. Su presencia ha sido posible por las condiciones que el desarrollo de la ciudad le plantea. Así, el contenido de este trabajo va de los antecedentes prehispánicos de la zona conocida como Alameda, hasta su desarrollo urbano de los últimos años; con una breve cita de esa arquitectura de patrimonio no monumental que aún puede encontrarse ahí. This article relates the historical research of location in Mexico City regarding the existing architecture within it, considering that everyday life is sheltered by the edifications limiting the public space. Such examples of an architecture considered to be minor, can’t be isolated for its study and assessment. Its presence has been plausible due to the conditions that the city development sets forth. Therefore, the contents of this paper comprise from the pre Hispanic background of the zone known as “Alameda” to its urban development of the last years; with a brief quotation of the that monumental patrimony architecture which can still be found on site. La manera en que la ciudad se desarrolla y se transforma está definitivamente vinculada con la producción arquitectónica. Una y otra se entrelazan para influirse y determinarse mutuamente. La arquitectura materializa a la ciudad y la ciudad delimita las condiciones de la arquitectura. Este es el sentido del trabajo que hemos realizado en el área de la Alameda de la ciudad de México con los objetivos tanto de reunir algunos datos de su historia urbana como de mostrar las calidades de una arquitectura que generalmente no es considerada en los estudios de esta disciplina: la arquitectura menor, la que envuelve la cotidianeidad de los habitantes de un barrio, armando con su presencia un entorno de fácil apropiación. Aceptada esta idea se puede considerar ese contexto como parte del sentido de comunidad de sus habitantes, y al reconocerlo como parte de su identidad en una ciudad que en los tiempos actuales de fragmenta cada vez más, obliga a promover su preservación como patrimonio de la ciudad. Iniciaremos este documento con un recorrido histórico por las calles y plazas de este barrio y luego de revisar algunas de sus transformaciones más importantes, expondremos nuestras observaciones sobre ciertos ejemplos de la arquitectura del lugar para evidenciar esas calidades poco valoradas. 45 Investigación y Diseño ÉPOCA PREHISPÁNICA Acabado de reparar su templo [...] y cegada gran parte de la laguna [...] habló Huitzilopochtli: [...] ‘Dí a la congregación Mexicana que se dividan los señores cada uno con sus parientes, amigos y allegados, en quatro barrios principales tomando en medio la casa que para mi descanso habéis edificado, y cada parcialidad edifique en su barrio a su voluntad’. La zona que en los últimos estudios urbanos del Centro Histórico de la ciudad de México se conoce como Centro Alameda y tiene una historia que se remonta al tiempo del primer desarrollo de México Tenochtitlan. Se trata de un proceso de seis siglos que marca de un modo particular la condición que hoy mantiene este lugar. Al momento en que llegan los aztecas al valle en 1325 y se asientan en un pequeño islote dentro de la laguna que pertenecía al señorío tecpaneca de Tezozómoc, nuestro sitio de trabajo no estaba incluido. En realidad el primitivo islote donde se funda la ciudad tendría la extensión de unas cuantas manzanas alrededor del actual Zócalo. Así, una vez ganado terreno al lago y habiendo controlado las inundaciones de agua salada, el Códice Ramírez cita: Estas “parcialidades” son las que señala el Códice Mendocino (figura 1). Estos acontecimientos los podemos ubicar alrededor de 1375, de tal modo que para 1521, durante el reinado de Moctezuma II, la ciudad incluía cuatro barrios más el barrio de Tlatelolco, comunicados con las riberas de la laguna y sus pueblos por las calzadas de Tlacopan, Iztapalapa, Xochimilco y la del Tepeyac. Dice Sonia Lombardo1 “que Moyotlán era el sector Figura 1. “La fundación de México Tenochtitlan”, Códice Mendocino, Anónimo, ca. 1549. Sonia Lombardo, Desarrollo urbano de México Tenochtitlán según fuentes históricas, ���� ��� ���, Departamento de Investigaciones Históricas, México, 1973. 1 46 Investigación y Diseño Figura 2. Reconstrucción ca. 1521, por A. Caso Betancourt y Sonia Lombardo. sur oeste de México Tenochtitlan y sus límites eran: por el norte, la calzada de Tacuba, hoy Avenida Hidalgo y calle de Tacuba; y por el oeste las calles de Tres Guerras o Iturbide”. Tomando como base los trabajos y planos de Antonio Alzate, 1789, Alfonso Caso, 1956, Agustín Avila Méndez, 1974 y María Dolores Morales, 1978, Andrés Lira elabora un plano de barrios indígenas de la ciudad de México del que nosotros hacemos una reconstrucción para nuestra zona (figura 2), y donde observamos que muestra gran similitud con el de Sonia Lombardo elaborado en 1973. Como podremos ver, la estructura general de la zona mantiene en la actualidad algunos rasgos de esta conformación original: el espacio abierto de lo que fue una plaza prehispánica, la definición de algunas calles que siguieron la subdivisión del suelo de chinampas y la dirección de algunas vías de agua o acequias, además de la ubicación de algunas edificaciones coloniales que bien pudieron hacerse sobre los restos de ciertos edificios importantes de aquella época: templos, palacios o casas de caciques. Uno de los aspectos al que no se ha dado suficiente importancia es el ordenamiento urbano prehispánico, es decir, a la precisa definición de predios, calles, vías de agua, acequias, puentes y demás elementos del espacio urbano indígena. Un estudio cuidadoso que nos permite conocer este ordenamiento es el de Edward E. Calnek,2 pues este investigador llega a sus conclusiones examinando los planos que formaban parte de los archivos judiciales en algunos litigios de tierras. Con dichos datos, Calnek nos presenta una reconstrucción parcial de los distritos de chinampas, superpuesta a un mapa moderno (casualmente, una parte significativa de nuestra zona de estudio) (figura 3). De este modo, reafirmamos que en nuestra zona de estudio permanecen, además de los espacios abiertos señalados y la localización de edificios significativos, una traza definida aún antes de la colonización española. Volviendo al recorrido histórico diremos que una vez conquistada la ciudad de México Tenochtitlan y establecida la primera traza colonial que llegaba sólo a los límites oriente de nuestra zona, los cuatro campa o divisiones Edward E. Calnek, “Conjunto urbano y modelo residencial en Tenochtitlán”, en: Ensayos sobre el desarrollo urbano de México. ��� ��������, núm. 143, Secretaría de Educación Pública, México, 1974. 2 47 Investigación y Diseño Figura 3. Reconstrucción parcial de los distritos de chinampas, por Edward E. Calnek. originales, perduraron en la ciudad colonial como “parcialidades”, a las que correspondía una jurisdicción religiosa. De tal modo, Moyotlán pasó a ser San Juan. Y si como dice Sonia Lombardo3 “la Iglesia Católica continuó, de manera general, la organización que existía desde la época prehispánica” es por ello que se han conservado hasta nuestros días los lugares que ocupaban los centros comunales de los campa. Conviene aquí destacar una condición de nuestra zona que de algún modo también va a marcar su desarrollo. Tal como lo argumenta Andrés Lira,4 Hernán Cortés (o Alonso García Bravo, que era su representante, geómetra o persona versada en geometría y medición de terrenos, y que había llegado al Nuevo Mundo con la armada de Pedrarias Dávila) trazó la capital de la Nueva España en los límites del núcleo central, de tal modo que: se consideraban propias del derecho común, a los indios se les destinaban lugares y disposiciones especiales, propias para gente de parcialidades. Son, pues, dos personajes principales los que halla Lira: la ciudad (española), por una parte y las parcialidades de indios de México, con sus pueblos y barrios, por otra. ÉPOCA VIRREINAL Definidas así las cosas desde la Conquista, esta condición no se modifica sino hasta el siglo XIX. Moyotlán pasa a ser parte de la parcialidad de San Juan y ahí se asientan diversas instituciones virreinales: el Hospital Real y el Colegio de San Juan de Letrán, que se registran ya en el plano de Juan Gómez de Transmonte de 1628. En esta imagen y en el biombo pintado por Diego Correa de 1690 se pueden observar algunos de los rasgos a que nos he- los barrios indígenas se segregaron del centro para dar sitio a los conquistadores y pobladores españoles. A estos se referían disposiciones que 3 ibidem. Andrés Lira, Comunidades indígenas frente a la ciudad de México, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, Conacyt, México, 1983. 4 48 Investigación y Diseño mos referido: la acequia que va definir la calle de, hoy, Artículo 123, y que se prolongará por Venustiano Carranza y luego 16 de Septiembre hasta llegar al Zócalo; el Colegio de San Juan de Letrán, el Hospital Real de los Indios y el Convento de Monjas de San Juan de la Penitencia; los “caños de San Juan” como titula Diego Correa al arroyo que lleva agua de Chapultepec al lugar donde luego se construirán los arcos del acueducto que rematarán en el Salto del Agua. Pedro de Arrieta nos presenta una imagen similar en un enorme plano de 1.95 x 1.60 metros, que se conserva en el Museo Nacional de Historia y que “gracias a haber sido elaborado por arquitectos en 1737, hizo que se dibujaran los edificios importantes con sus fachadas, así como la distribución de patios y jardines en la forma como eran en realidad”, dice Sonia Lombardo5 (figura 4). Un concepto importante que estuvo detrás de la ordenación de nuestro lugar de trabajo surgió en el siglo XIV y se concretaba en una traza que definía la idea de dos repúblicas, la de indios y la de españoles; Sin embargo, esta traza se alteró desde muy temprano por la relación intensa entre indígenas y españoles y por el surgimiento de “una cada vez más abundante e inquieta población mestiza”, dice Andrés Lira.6 Un ordenamiento que reflejaba esta separación era la existencia hasta 1782 de curatos y vicarías así como de parroquias de indios y parroquias de españoles. En el plano de José Antonio de Alzate y Ramírez de 1772 (figura 5) se ubica, el curato de San Joseph, que corresponde a nuestra zona y que en un plano anónimo de 1768 se especifica en su leyenda principal como: “plano en que se comprende el Curato de Indios intitulado de S.S. Joseph situado en esta ciudad de México...”. Volviendo al tema de la forma en que el sitio se estructura vale señalar que al inicio del siglo XIX se presenta una condición diferente que impactará la conformación urbana al mo- Figura 4. Sección del plano de Pedro de Arrieta, 1737. Sonia Lombardo, Atlas Histórico de la Ciudad de México, Conaculta/����, Smufit Cartón y Papel de México, volúmenes I y II, México, 1996. 5 6 Ibidem. 49 Investigación y Diseño mento de la promulgación del nuevo régimen constitucional español de 1812 que dicta la desaparición de la diferencia entre indios y españoles dotando, a los primeros de todos sus derechos, anulando la “protección a la que estaban sujetos”. Entre 1813 y 1814 se ordenó la extinción de las repúblicas de indios para sustituirlas por ayuntamientos constitucionales, sin embargo, los problemas que planteó este régimen de igualdad no alcanzaron a resolverse en la práctica, pues dicha constitucionalidad fue abolida por orden del virrey Félix María Calleja en diciembre de 1814. Dice Andrés pañola, un mundo aparte y bien complicado en su interior”. De ahí la intención de prolongar el orden, limpieza y libre circulación de la ciudad española invadiendo las tierras indígenas, que se muestra con amplia evidencia en los planos de Ignacio Castera elaborados a partir de 1793 y cuyo título del primero dice claramente que “Demuestra Su Centro Principal y Barrios, Formado Para Fixar El Termino De Estos y Establecer El Buen Orden De Su Limpia”. En 1794 Castera presenta el que se ha considerado como el primer plano regulador de la ciudad de México (así lo llamó Francisco Figura 5. Sección del “Plano de la Ymperial México con la nueva distribución de los territorios Parroquiales…” de José Antonio Alzate y Ramírez, 1772. Lira7 que “al restablecerse en 1820 el orden constitucional, (el de la Constitución de Cádiz) había ya una preparación mayor entre los hombres que pregonaban la necesidad de implantar el nuevo orden de cosas”. Los vaivenes de estas políticas se pueden ver reflejados en diversos planos. Comenta María Dolores Morales8 que el escenario de los pueblos de indios “representaba un orden coherente en cuanto distinto y a veces opuesto al de la ciudad es7 de la Maza en su estudio de 1954 sobre este autor) y de este modo el virrey, segundo conde de Revillagigedo, al darse cuenta del obstáculo que representaban los barrios para lograr implantar una ciudad circulacionista, como dice María Dolores Morales, adopta la propuesta de Castera (figura 6). Sin embargo, Sonia Lombardo también demuestra que estas ideas sobre la nueva imagen de la ciudad “no surgían en México de las necesidades populares sino fue Ibidem. María Dolores Morales, La Expansión de la Ciudad de México (1858-1910) en “Atlas de la Ciudad de México, Fascículo núm. 3”; ���/El Colegio de México; Plaza y Valdés; México, 1988. 8 50 Investigación y Diseño Figura 6. “Plano de la Ciudad de México para que con arreglo a el nuevo alineamiento de calles…” por Ignacio Castera, 1794. una imposición ideológica favorable a los intereses económicos y políticos de la Metrópoli, sin tomar en cuenta que en la Nueva España era otra la realidad vigente”.9 La ciudad que realmente existía es levantada por Diego García Conde en 1793 y al ser este un Teniente Coronel de Dragones, registra con precisión militar los ocho cuarteles, e incluye listas que indican las calles y callejones de cada uno de estos. Este plano es ejecutado con calidad excepcional, pues estuvo a cargo del director de grabado de la real Academia de San Carlos, y constituye una obra maestra de cartografía (figuras 7 y 8). Del plano de Castera cabe destacar el cuadrado que proyecta rodeando a la ciudad para recolectar el agua que surten las acequias del interior de la misma. En cada esquina del cuadrado se proponen plazas y sólo se rompe en su lado poniente (el norte del plano se ubica a la izquierda) para incluir el convento de San Diego, el Hospicio de Pobres y la cárcel de la Acordada. También debe observarse 9 que queda fuera el Paseo Nuevo, o Paseo de Bucareli, que había sido proyectado por el mismo Castera, inaugurado en 1775. Este paseo había significado un gasto considerable en infraestructura para el gobierno de la ciudad y una confrontación importante con los propietarios indígenas del ejido de la Candelaria Atrampa, que ya antes habían rechazado la implantación de un Jardín Botánico en ese lugar (figura 9). Parece que el arreglo a que llegaron los originales propietarios con el virrey Revillagigedo, cerca de 1790, fue donar una parte de sus terrenos para construir ahí la real Fábrica de Tabaco “por ser esta una fuente importante de trabajo”, comenta Sonia Lombardo10. Esto, aunado a las obras que Castera propone para llevar adelante su plan, permite suponer que la Fábrica de Tabaco actuó como un elemento que inició la revaloración de nuestra área de estudio. Sin embargo, la pertinencia del Plan de Castera y la decisión con que abordó las diversas obras de apertura de calles, limpieza de acequias, Sonia Lombardo, La ciudadela. Ideología y estilo en la arquitectura del siglo ����, ����, México, 1980. 10 Ibidem. 51 Investigación y Diseño su sustitución y a Castera, que no alcanzara a ver más materializaciones de sus propuestas. Las transformaciones sin embargo continuaron después de su muerte y puede decirse que hasta la mitad del siglo XIX obedecieron a su proyecto. Otras aperturas y ampliaciones realizadas a partir del plano de Castera fueron las de la Calle Ancha, hoy Luis Moya desde Arcos de Belén hasta la calle del Sapo, el callejón de la Chiquihuitera, hoy Buen Tono, la que permitiría comunicar el Colegio de las Vizcaínas con la Fábrica de Tabaco, hoy Delicias y Márquez Sterlig. Y ya en los límites al sur de nuestra zona de estudio y de los planos de Castera, se abrió en 1805 el callejón de Nava, hoy primer tramo de Río de la Loza, para comunicar la calzada de la Piedad, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, con el callejón de Pajaritos, hoy Doctor Valenzuela y que ahora prolonga la calle López hacia el sur. La importancia de Castera en el desarrollo de la ciudad no se limita, por supuesto, a las acciones de nuestra área de estudio pues tuvo vinculación con obras que abarcan toda la ciudad como: nivelación, ubicación de atar- Figura 7. “A Plan of the City of Mexico by Lt. Col. Count Don Diego García”, 1824. empedrado, construcción de puentes, etcétera, dejan ver claro que también tenía detrás una visión empresarial, pues él mismo especuló con los predios, invirtiendo su propio capital para realizarlas, lo que le retribuyó ganancias incalculables. En 1798, siguiendo el Plan de Castera, se prolongó la calle de Victoria al poniente para llegar al Paseo de Bucareli, formándose las calles del Sapo y primera y segunda del Paseo Nuevo y que al cruzar lo que será después Balderas, amplía su sección como paseo arbolado, donde ahora se encuentra la avenida Morelos, tal vez en recuerdo de que este prócer fue mantenido preso por Calleja en el edificio de la Fábrica de Tabaco, convertido en aquellos años en cuartel. La apertura de la calle de Revillagigedo, que antes de la aprobación del proyecto de Castera formaban dos tramos rectos que iban de la Alameda hasta la calle de Paseo Nuevo, es la que generó mayor disgusto a los miembros del Ayuntamiento de la ciudad. Ello le costó a Revillagigedo ser enjuiciado y Figura 8. Superposición del Plano de Diego García Conde sobre la traza actual. 52 Investigación y Diseño Figura 9. “Plano del terreno destinado para Jardín Botánico”, Anónimo, 1789. jeas, empedrados, banquetas, acueductos, cañerías, fuentes, caminos, calzadas, calles, paseos, puentes, y limpia en los cuatro puntos cardinales y al exterior de los límites que él había considerado en sus planos. Y para nuestro caso, esta última actividad de Castera resulta importante pues en la zona se ubicaban múltiples basureros menores y tiraderos, mismos que tratarán de ser eliminados a través de sus propuestas. de San Juan de la Penitencia, de las plazuelas de las Vizcaínas, el Tecpan y otras calles, lo que además llevó a ampliar el callejón de San Antonio, hoy Ernesto Pugibet. En el mismo año se propone el barrio de Nuevo México, limitado por las calles de Nuevo México, hoy Artículo 123, San Juan, hoy Eje Central, Salto del Agua y Bucareli (figura 10) (lo que llevaría a regular lo que aún permanecía en aquellos años del barrio indígena). En 1853 se alineó la primera calle de Revillagigedo en su esquina con Calvario (hoy Av. Juárez). En el mismo año se regularizó la plaza SIGLO XIX Una vez que se logró la independencia de México, las nuevas autoridades continuaron usando el plano citado, al menos hasta la mitad del siglo XIX. Entre 1821, año de la consumación de la Independencia, y 1855, se producen diversas acciones. En 1831 se realiza la apertura de la calle de Escondida (hoy Ayuntamiento) desde San Juan (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) hasta la Plaza de San Juan, comunicando la parroquia de San José. En 1848 se inicia la construcción del Mercado de San Juan en la plaza, luego llamado de Iturbide (representado en una litografía de Casimiro Castro de 1850) para reunir en un sólo lugar los puestos del convento de monjas Figura 10. Superposición del “Croquis del Barrio de Nuevo México, situado al S.O. de la Ciudad” por Cayetano Basave, 1848, sobre la traza actual. 53 Investigación y Diseño de las corporaciones civiles y eclesiásticas. Una consecuencia inicial es la apertura del callejón de Dolores para comunicar con la calle de San Juan de Letrán (hoy Eje Central) que implicó afectar el Colegio de San Juan de Letrán y el antiguo Hospital Real. El proceso de transformación de nuestra área parece detenerse en la segunda mitad del siglo XIX. Los agitados acontecimientos nacionales parecen ejercer su influencia para esta situación: la instauración del Imperio y las luchas entre conservadores y liberales luego de la restauración de la República, hasta la llegada de Porfirio Díaz al poder. Sin embargo, su larga gestión dictatorial no tuvo impacto directo en el sitio pues con su gobierno más bien se propició el crecimiento de la ciudad hacia las periferias: la fundación de colonias como la Santa María, la de los Arquitectos, la Guerrero, Morelos, la Limantour, la San Rafael, la de la Teja, la Juárez, la Roma, la Hidalgo y otras. Ello va a traer como consecuencia que la ocupación de los predios y calles abiertas en nuestra zona sea sumamente lenta o francamente se detenga en algunos puntos, abandonando algunas de las acciones emprendidas (figura 12). Figura 11. Plano de la Colonia Francesa, AHCM, rescatado por Regina Hernández Franyuti. de San Juan y las calles que la rodeaban y se abrieron las nuevas calles de una colonia denominada Francesa del Paseo Nuevo (figura 11). Como puede entenderse, esta serie de acciones tuvieron como límite los muros de los edificios religiosos, sus jardines y huertos. Por ello resulta muy importante para la zona la declaración de desamortización de los bienes Figura 12. Superposición del plano “Memoria municipal de 1901. Plano de la Ciudad de México…” por Ignacio de la Barra, sobre la traza actual. 54 Investigación y Diseño Figura 13. “Plano de la ampliación de las calles de San Juan de Letrán…Hoja 1”, Arq. Carlos Contreras, 1933. Figura. SIGLO XX la ciudad representado por un Jefe del Departamento del Distrito Federal, lo que perduró hasta 1997. El ejercicio de este poder puede verse aún reflejado en nuestra zona en diferentes aspectos. En estos años, 1930-32, se inicia la promulgación de planes económicos que intentarán la modernización del país. Al final de la gestión del General Abelardo Rodríguez en 1934, se estructura el primer Plan Sexenal que será la base de la campaña presidencial del general Lázaro Cárdenas. Así, en 1933 se promulga la primera Ley de Planificación y Zonificación del Distrito Federal y de ahí derivan los primeros “planos reguladores” con el fin de “activar a la ciudad y prepararla para recibir a la industria”, dice Gerardo G. Sánchez Ruiz.11 Cabe destacar la autoría del arquitecto Carlos Contreras en estos planes, que influirán incluso hasta los años sesenta y tendrán una consecuencia sustancial en nuestra zona al llevarse a cabo la ampliación de las calles de San Juan de Letrán y 1ª y 2ª de Niño Perdido, para formar hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, desde Avenida Juárez hasta Dr. Liceaga, Para explicar estos fenómenos hay que pensar que por una parte la apertura de colonias encauzará el poblamiento hacia la periferia de la antigua ciudad, propiciando incluso el abandono de esta por las familias de mayores recursos; pero estos movimientos migratorios hay que confrontarlos con la situación política del país. La Revolución Mexicana había modificado, al menos temporalmente, la estructura social que existía y generado una nueva clase que pronto se expresará en nuevas y diferentes aspiraciones. Y además, una nueva forma de gobierno establecerá nuevas políticas como ejercicio de su poder. Sin que debamos dejar de considerar la situación internacional que, como recordamos, fue sumamente conflictiva en la segunda década del siglo XX. Refiriéndonos expresamente a la forma de gobierno hay que anotar que en 1928 se eliminó el Ayuntamiento Constitucional de México, para iniciar lo que se llamó la Regencia, es decir, el Presidente de la República gobierna Figura 14. “Trazo de las calles de López entre Juárez y Victoria”, Departamento del Distrito Federal, 1934. Gerardo G. Sánchez Ruiz, La ciudad de México en el periodo de las regencias, 1929-1997. Universidad Autónoma Metropolitana, Gobierno del Distrito Federal, México 1999. 11 55 Investigación y Diseño y la apertura de las calles de Dolores y López en 1934. Además de la ampliación de Río de la Loza en 1940 (figuras 13, y 14). Esto, como veremos más adelante, detonará una arquitectura que tiene como rasgo más importante su coherencia dentro del nuevo entorno generado por las obras de modernización urbana que se realizaron en este tiempo. Los objetivos de estas acciones fueron la redistribución de actividades para propiciar la ampliación comercial del Centro hacia esta zona y la mejoría del sistema circulatorio para permitir el intercambio con la periferia. La consecuencia de ello en nuestra zona implica la aparición de nuevas tipologías y nuevos usos del suelo, sobre todo en las lotificaciones generadas al demoler los antiguos edificios sobre San Juan de Letrán y sobre la calle de López, lo cual revisaremos al final de este artículo. En 1940 se decreta el segundo Plan Sexenal, que para nuestro caso deriva en un “Proyecto de Planificación para la Zona Centro” que se aprueba con muchas críticas en 1950 y del que muy poco se lleva a cabo. El “proyectazo”, como se le denominó, sólo se concretó posteriormente en la ampliación del Paseo de la Reforma hasta Peralvillo, “por fortuna para los restos de la ciudad colonial y para los habitantes de la ciudad” dice Gerardo Sánchez Ruiz.12 A partir de ese periodo y hasta 1966 toma a su cargo la ciudad el llamado “regente de hierro”, Ernesto P. Uruchurtu, quien poca consulta realizó con los organismos que coordinaban la planeación de la ciudad. Una acción inicial de su gobierno fue la ampliación de Av. Arcos de Belén donde luego se ubicaría el nuevo edificio del Registro Civil en la década siguiente. Un “Plan de Regeneración del Barrio del México Viejo” expuso José Iturriaga en 1964 y si bien no fructificó, sí generó una vuelta a contemplar el valor del centro de la ciudad. Posteriormente a este se lleva a cabo una obra que sí impactará en nuestra zona: en 1969 se inaugura la línea 1 del Metro, ubicando dos estaciones en el área: “Balderas” y “Salto del Figura 15. La Avenida Constitución (calle Dolores) en el Proyecto de Renovación y Revitalización Urbana del Núcleo de la Ciudad de México, 1970. INV. 12 Idem. 56 Investigación y Diseño Agua” con su correspondiente equipamiento, mobiliario y edificios que aprovechan los terrenos expropiados para la estación. A causa de la necesidad de desviar el tránsito vehicular que iba por Av. Chapultepec, donde se hacen las excavaciones del túnel del Metro, se amplía definitivamente la Av. Dr. Río de la Loza para ligarla con Av. Fray Servando, demoliendo las construcciones que todavía impedían dicha acción. Una iniciativa que siguió a aquel “Plan de Regeneración” que citamos, fue presentada en 1970 por el Instituto Nacional de la Vivienda, con acciones de gran impulso alrededor de un primer anillo y un eje al que se le denominaría Constitución, el cual pasaría por la calle Dolores al lado poniente del Palacio de Bellas Artes y entrando en nuestra zona, formando un segundo anillo exterior (figura 15), según lo ha rescatado Gerardo Sánchez en su estudio.13 A partir de 1976, con el gobierno de José López Portillo y la regencia de Carlos Hank González, se propone la refuncionalización del Centro Histórico y de la ciudad en su conjunto. Para ventaja de los promotores de este plan, en 1976 se produce a unos metros del Zócalo y la Catedral Metropolitana el fortuito hallazgo de la escultura monumental conocida como la Coyolxauhqui, lo que lleva a las obras arqueológicas y de remodelación del área llamada del Templo Mayor y a la formación de un nuevo Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de México. El Programa de recuperación y restauración no incluyó en sus limites a nuestra zona, sin embargo, el traslado de múltiples actividades que se localizaban en el primer perímetro de dicho Centro Histórico, estableció nuevas condiciones para el segundo, aunque la medida que más lo impactó y que formó parte de estos objetivos de refuncionalización de la ciudad 13 fue el Proyecto de los Ejes Viales en 1978; una idea que varias veces había sido planteada y aplazada hasta esa fecha. A partir de esas obras es claro que los papeles que desempeñaba nuestra zona serán modificados induciendo actividades selectas, más cercanas al comercio y los servicios, que a la vivienda, y ello sin considerar la transformación del intercambio y vinculación de habitantes y población flotante de nuestra zona. Esto último propiciará la emigración de los más antiguos pobladores y el deterioro de los espacios de habitación. ÚLTIMOS AÑOS Un acontecimiento trascendental se produjo dramáticamente: los sismos de septiembre de 1985 afectaron gran cantidad de edificaciones antiguas y recientes, modificando sustancial- Figura 16. Una de las propuestas del Proyecto Alameda, 1998. Idem. 57 Investigación y Diseño inicia en 1998 lo que será el nuevo Hotel del Prado (hoy Hotel Sheraton), que corresponde al muchas veces aplazado Proyecto Alameda, origen de múltiples desacuerdos y fuertes polémicas (figura 16). Con el programa “Échame una manita” de rescate del perímetro “A” del Centro Histórico se estableció la prohibición de que hubiera vendedores ambulantes en esa área, cuya consecuencia ha sido su desplazamiento hacia nuestra zona, en la que aún permanecen, no sólo alrededor de las estaciones del metro sino en muchos puntos más, condición que ha ido en aumento dada la crítica situación de nuestra economía actual. Figura 17. ARQUITECTURAS mente un sector fundamental del sitio. Las manzanas delimitadas entre Avenida Juárez, Bucareli, Independencia y el Eje Central Lázaro Cárdenas, no serán más lo que fueron hasta antes de esta contingencia. En la ultima década del siglo XX, la construcción de la línea 8 del metro inaugurada en 1994 tendrá cierto impacto en los limites de nuestra zona: se regenera el Eje Central Lázaro Cárdenas modificando banquetas, arbolado, paradas de autobuses, puestos periódicos, anuncios y mobiliario urbano, además de la construcción de salidas de usuarios, un edificio de oficinas en la estación San Juan de Letrán, y los túneles de transferencia de la estación Salto del Agua. En el mismo periodo se produce la remodelación de la banqueta sur de Avenida Juárez, dándole un ancho considerable buscando establecer algunos puntos de permanencia de peatones; se instalaron bancas, arbolado y mobiliario, tratando de paliar la aridez de esta área por haberse detenido casi toda acción de demolición de los edificios dañados por los sismos, y que permanecían en pie y abandonados, y porque de los nuevos proyectos sólo se Finalmente, revisaremos algunos ejemplos de la arquitectura de esta zona, que como ya mencionamos, tienen una calidad que es preciso reconocer. No se trata de obras paradigmáticas Figuras 17 y 18. Edificios en la esquina de López y Artículo 123 Fotografías de 2001. 58 Investigación y Diseño Figura 19. Plano actual de la zona, con los edificios de patrimonio no monumental. de vanguardia cuyas aportaciones hubieran trascendido los planteamientos de su tiempo, sino más bien obras modestas de patrimonio no monumental, como les llamó Marina Waisman14 y que en su conjunto adquieren un alto valor para la zona, más en el sentido de su vitalidad que en sentido museístico, como comúnmente se ha entendido al patrimonio arquitectónico. Siguiendo las líneas de discusión al respecto, como lo abordado en el simposio “Valoración e inventario de la arquitectura contextual no monumental” realizado en Bogotá en 1991, mostraremos con algunos ejemplos que la arquitectura que alcanza la condición de identidad para los habitantes de una zona es aquella que más que proponerse grandes aportaciones disciplinarias lleva adelante un trabajo inteligente y de manejo sólido de oficio, relacionando una acción con otra al respetar las condiciones tipológicas que establece el sitio. Estas condiciones en nuestra área se crearon a partir de la ampliación de la calle Dolores y de la apertura de la calle López. Ambas calles co- rren paralelas de norte a sur y entre ellas quedaron terrenos que fueron propicios para construir nuevos edificios de vivienda en plantas altas y comercio en planta baja a la calle. Algunos puntos siguen siendo de clara identificación por el tratamiento dado a los proyectos. Destacan los edificios que se ubican en el cruce de la calle López con la calle Artículo 123, cuatro casos donde la esquina está tratada, resaltando el nodo que reúne las fachadas, para lograr la continuidad de un paramento a otro (figura17 y figura 18). Sin embargo el caso que deseamos destacar en esta última parte de nuestras observaciones es el dado a las edificaciones situadas en la misma calle López entre las calles Victoria y Vizcaínas poniente. Se trata de un claro ejemplo donde la tipología de los lotes condicionó determinantemente el proyecto. La forma de estos lotes resultó de la escasa distancia que quedó entre la calle López y la calle Aldana que es paralela a la primera (figura 19). Ésta ya existía antes de la apertura de López y varias manzanas quedaron con lotes de dos frentes, hacia ambas Marina Waisman, La arquitectura descentrada, ������, Colección Historia y Teoría Latinoamericana, Bogotá, Colombia, 1995. 14 59 Investigación y Diseño considerable)15 en la cabecera de una manzana que se ubica en las calles López, Ayuntamiento y Aldana. El lote con el que se contó para hacer un edificio de cuatro niveles como el resto de los construidos en esa manzana, tiene 3.7 metros de frente hacia López, 17 metros hacia Ayuntamiento y cuatro metros hacia Aldana y frente a estas limitaciones el arquitecto logra una solución que se ajusta a sus colindantes y su entorno y se permite además algunos rasgos Figura 20. calles. Este hecho singular propició que todos los proyectos de edificios nuevos llegaran a soluciones similares, generando un conjunto que sorprende por su homogeneidad (figuras 20 y 21). Por último, destacaremos un interesante ejercicio llevado a cabo por el arquitecto Porfirio Alcántara (autor de proyectos urbanos de audacia Figuras 20 y 21. Edificios sobre la calle López entre Ayuntamiento y Vizcaínas poniente. Fotografías de 2001. Figura 22. expresivos que le dan un personalidad propia (figuras 22 y 23). Esta revisión histórica de nuestra zona nos permite explicar la forma como coexisten actualmente ejemplos de arquitectura del siglo XIX con obras construidas en la última década del siglo XX sin que aparezca una incongruencia en su vinculación. Sin embargo, también es claro que la zona sufre actualmente un fuerte deterioro pues el uso del suelo ha sufrido alteraciones continuas en estos últimos años, sin que los planes hayan contemplado seriamente José Ángel Campos, Para leer la ciudad, coedición UAM Xochimilco, Facultad de Arquitectura ����, México, en prensa, 2004 15 60 Investigación y Diseño Figuras 22 y 23. Edificio en López, Ayuntamiento y Aldana. Fotografías de 2001. cómo adaptar el patrimonio construido a estos cambios. La incuria, la falta de conciencia del valor de dicho patrimonio, la ambición y a veces la sobrevivencia, hace que el mismo se encuentre en serio peligro, por lo que se debe cooperar desde diversas tribunas a revertir este proceso. Boyer, Richard E., “Las ciudades mexicanas: perspectivas de estudio en el siglo XIX”; Historia Mexicana, Vol. 22, núm. 2, El Colegio de México, 1972. 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