INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES (INAMU) ÁREA DE GESTIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA EQUIDAD RESUMEN EJECUTIVO INVESTIGACIÓN ACCESO DE LAS MUJERES A LOS BENEFICIOS DE LOS SEGUROS SOCIALES EN COSTA RICA: SITUACIÓN ACTUAL Y RECOMENDACIONES PARA MEJORARLA San José, Febrero-Marzo del 2002 Este estudio caracteriza las principales barreras existentes para el acceso legal y real de las mujeres a los beneficios de la seguridad social en materia de salud, pensiones y riesgos del trabajo, así como líneas de trabajo y acciones que podrían superar dichas barreras. Los componentes de la seguridad social costarricense abordados fueron los Seguros de Salud, Invalidez, Vejez y Muerte, y Régimen no contributivo de Pensiones de la Caja Costarricense del Seguro (CCSS); el régimen de capitalización individual o segundo pilar de pensiones administrado por operadoras públicas y privadas; y el Seguro de Riesgos Profesionales del Instituto Nacional de Seguros (INS). Durante los meses de febrero y marzo, se recolectaron y analizaron datos cuantitativos y cualitativas respecto al acceso a los beneficios de cada seguro con que cuentan actualmente las mujeres en el país, el acceso que deberían tener de acuerdo al marco legal, así como las prácticas inst itucionales y rutas de acceso a los seguros y sus respectivos beneficios Dado que se trata de la primera investigación enfocada al acceso de las mujeres a la seguridad social, se optó por un estudio panorámico y exploratorio que permita contar con una visión general de los problemas de acceso de las mujeres a la seguridad social, el cual justifique y posibilite futuras investigaciones que sean, a la vez, más específicas y en mayor profundidad. Las principales recomendaciones que se desprenden del estudio son las siguientes: 1. En relación con los tipos de aseguramiento, directo o contributivo, versus indirecto o familiar en salud y pensiones: Se trata de un problema que afecta particularmente a las mujeres, dado que si bien tienen un porcentaje de aseguramiento mayor que los hombres, la gran mayoría de ellas, y a diferencia de los hombres, cuya principal forma de aseguramiento es directa, son aseguradas familiares. Actualmente, sólo el 24% de estas mujeres cuentan con aseguramiento directo en salud, y 30% en pensiones, con lo cual un 15% de mujeres que trabajan en forma asalariada y un 48% que trabajan en forma independiente, cuentan con aseguramiento familiar en lugar de directo. Además de condicionar el aseguramiento a la constancia de la contribución de otra persona, el aseguramiento familiar restringe los beneficios a los que tienen acceso estas mujeres, dado que las excluye de las prestaciones en dinero del seguro de salud (incluyendo incapacidades por enfermedad y licencias por maternidad), así como de las pensiones, salvo de aquellas debido a invalidez o muerte del cónyuge o compañero, siempre que ellas demuestren dependencia económica de éste. El reto frente a esta situación es promover una ampliación del aseguramiento directo de mujeres que trabajan en forma remunerada (asalariada o independientemente). Se requiere para ello una campaña de divulgación de posibilidades y limitaciones del aseguramiento directo e indirecto, respectivamente. 2. En relación con la estratificación actual de beneficios según los tipos de aseguramiento directo: Además, es importante tener en cuenta las diferencias entre beneficios según el tipo de aseguramiento directo que se trate, diferencias que actualmente violentan el criterio de solidaridad que constitucionalmente anima al seguro de salud. En efecto: • Las trabajadoras aseguradas directas que son asalariadas recibe servicios de salud y prestaciones en dinero (derivadas de las incapacidades por enfermedad y las licencias por maternidad) • Las aseguradas directas que trabajan en forma independiente reciben, además de los servicios de salud, prestaciones en dinero, solo que en porcentajes menores a las asalariadas. • Las aseguradas directas mediante seguro voluntario que no realizan trabajo remunerado, por ejemplo amas de casa y estudiantes, aunque individualmente cotizan más que las aseguradas voluntarias que trabajan en forma independiente, reciben atención de la salud pero no prestaciones en dinero. Se trata de una estratificación de beneficios que afecta particularmente a las mujeres, dado que son las mujeres las que requieren de las licencias por maternidad, así como las que realizan el trabajo doméstico y familiar no remunerado. Son por lo tanto las personas más propensas a formar parte de las aseguradas voluntarias que no generan ingresos. Frente a esta situación caben las siguientes medidas: • En primer lugar discutir con las autoridades de la CCSS, las razones por las cuales, en lugar de mantener las cotizaciones globales de las personas aseguradas trabajadoras independientes en los niveles previos (14%), estas se redujeron en el año 2001(al 8%), justificando así la estratificación de subsidios entre personas aseguradas directas que son trabajadoras asalariadas y las que son independientes. La distinción en los montos de los subsidios de trabajadoras asalariadas e independientes es discriminatoria dentro del marco de un seguro solidario (no de capitalización individual), ya que la CCSS está sancionando a las trabajadoras independientes por la mera razón de no tener un trabajo asalariado. Idealmente, debería llevarse a cabo un diálogo con las autoridades de la CCSS en dos niveles: uno actuarial y otro de principios. • En segundo lugar cabría abordar las razones por las cuales las personas aseguradas voluntarias que no realizan trabajo remunerado, están • 3. excluidas de las prestaciones en dinero, si global e individualmente cotizan igual o más que las restantes categorías. Desde el punto de vista técnico que caracteriza el presente estudio, esta distinción de beneficios entre las aseguradas voluntarias (por lo tanto contribuyentes) es discriminatoria y parte de que el trabajo no remunerado no es, en realidad, trabajo. Paralelamente, promover una campaña de divulgación de derechos, que incluya dar a conocer beneficios según el tipo de aseguramiento directo de que se trate. Esta campaña de divulgación debería poner atención a situaciones de especial vulnerabilidad entre trabajadoras asalariadas cuya relación laboral aparece encubierta a la hora del aseguramiento que por lo tanto se realiza en forma independiente mediante el seguro voluntario. En la medida en que el mejor escenario de prestaciones es el de las trabajadoras asalariadas, estas mujeres ven afectado su acceso a las prestaciones en dinero. El estudio documenta al menos dos casos: ü Las trabajadoras domésticas, entre las cuales un tercio no cuenta con ningún tipo de seguro y otro tercio cuenta con seguro voluntario, siendo que son en realidad trabajadoras asalariadas. ü Las trabajadoras del sector público que han pasado de regímenes laborales a: contrataciones por servicios profesionales que encubren relaciones que continúan siendo laborales o que, contratando a terceros abaratan costos mediante el no pago de seguro social por parte de la empresa contratista. En este último caso, es recomendable impulsar mecanismos para el cumplimiento del Convenio 94 de la OIT. Ambas situaciones estarían explicando por qué la cobertura de los seguros entre las personas trabajadoras del sector público no alcanza el 100% sino que gira en torno al 90%. En relación a la estandarización en el acceso a los seguros de salud, pensiones y riesgos del trabajo: En relación a este punto, es necesario promover mecanismos para el cumplimiento de la obligatoriedad de los seguros de salud y pensiones entre personas trabajadoras asalariadas. El seguro de riesgos del trabajo ya cuenta con un mecanismo de cláusula social que debería estar penalizando a las personas empleadoras que evaden el aseguramiento. Sin embargo, no es claro que este mecanismos se esté realmente aplicando. La recomendación en relación a este punto es promover que se automatice el aseguramiento en los tres seguros, una vez que se accede a cualquiera de ellos en calidad de persona trabajadora asalariada. Para ello se requiere contar con una base de datos de patronos(as) única, tal como lo es actualmente el Sistema Centralizado de Recaudaciones creado en el marco de la Ley de Protección al Trabajador. 4. En relación con las licencias por maternidad, tema particularmente central para promover una mayor equidad entre hombres y mujeres: Las mujeres con licencia por maternidad reciben actualmente el total de sus salario durante los 4 meses que dura dicha licencia. Durante estos meses, son los patronos y la CCSS quienes se dividen el total del salario y beneficios sociales de estas trabajadoras. Los costos para los patronos de dichas cargas están actualmente generando un efecto “boomerang” que se refleja en despidos de mujeres embarazadas y preferencias a la no contratación de mujeres Siendo además la maternidad una función que la sociedad promueve y necesita para su reproducción, el reto es promover una redistribución de los costos que representan las licencias por maternidad, de forma tal que los patronos paguen un “premium” por cada personas trabajadora que a su vez los exonere del pago de las licencias en caso de que sus trabajadoras se embaracen. Con este criterio se podría: • Financiar las licencias de las trabajadoras asalariadas sin aumentar los costos de la licencia por embarazo de cada patrón individualmente. • Equiparar las licencias por maternidad de las trabajadoras independientes a las licencias de las trabajadoras asalariadas. Se trata de una medida que promovería una menor estratificación en los beneficios relacionados con el seguro de salud, pero también con el seguro de pensiones. Además, es necesario realizar los cálculos actuariales y comenzar a considerar medidas que permitan financiar remuneradamente las licencias por maternidad de las mujeres que realizan trabajo no remunerado, muchas de las cuales son, además, aseguradas voluntarias. 5. En relación con la universalización de los seguros sociales a las personas trabajadoras independientes En relación a este punto cabría participar en la elaboración del plan de universalización establecido en la Ley de Protección al Trabajador (LPT), considerando al menos los siguientes criterios: • Comenzar por las personas trabajadoras independientes de mayores ingresos e integrantes de colegios profesionales (como médicos y abogados). Por un lado, estas personas inyectarían recursos que serían redistribuidos entre todas las personas trabajadoras independientes, incluyendo la población informal y de menores recursos. Se trata de un argumento de solidaridad redistributiva, acorde a los principios que • • animan a la seguridad social. Por otro lado, el cumplimiento de la obligatoriedad es más sencillo de cumplir, utilizando los mecanismos con que los colegios profesionales ya cuentan para velar por el cumplimiento de requisitos para el ejercicio profesional. Aprovechar el plan de universalización para que se aborden, de una vez, los problemas en la estratificación de los beneficios existentes actualmente entre personas trabajadoras asalariadas e independientes. Considerar la particularidad de las personas trabajadoras que no reciben salarios mensualmente, como es el caso de muchas de las personas que realizan trabajo agrícola, buscando para ello mecanismos de aseguramiento más flexibles. 6. En relación con el cálculo actuarial de las pensiones del segundo pilar: Actualmente, el cálculo de las pensiones del régimen de capitalización individual, penaliza a las mujeres debido a su mayor esperanza de vida que los hombres. Frente a esta situación cabe considerar al menos dos argumentos: • Mientras nuestra sociedad lucha por aumentar la esperanza de vida de hombres y mujeres, no es razonable que el régimen de pensiones penalice una mayor esperanza de vida de las mujeres, siendo que además, • Las mujeres reciben el 70% del salario de los hombres por igual trabajo, situación que de por sí disminuye sus pensiones frente a la de los hombres. En otras palabras, para que una mujer logre una pensión similar a la de un hombre que ha realizado igual trabajo, tendrá que cotizar un porcentaje considerablemente mayor de su salario. • Finalmente, a lo largo de toda su vida y mientras las pautas culturales y mecanismos de apoyo social no hayan cambiado profundamente, las mujeres realizan un trabajo no remunerado, de cuido y atención familiar, que no les es reconocido ni por el mercado laboral, ni por el sistema de retiro. • Además, se cuenta con valoraciones técnicas ya documentadas por expertos como los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como de estudios de los sistemas que llevan más año en funcionamiento. En Costa Rica, se cuenta también con el proyecto Estado de la Nación, que en su séptimo informe correspondiente al año 2001, argumentó que un país que no trata bien a sus mujeres es un país con serios problemas de desarrollo. Por todas estas razones, parece poco acorde con los principios que animan a la seguridad social costarricense, que el régimen de capitalización individual penalice la mayor esperanza de vida de las mujeres. La solución técnica es sencilla y consiste en una modificación del cálculo actuarial que realizan las operadoras de pensiones.1 La negociación política que conllevaría dicho cambio con las operadoras de pensiones, requeriría crear una opinión pública favorable y una coalición de actores tan amplia como sea posible. 1 Birgin y Pautassi, 2001. 7. En relación con al aumento en la edad de pensión de las mujeres: Independientemente de la necesidad de tomar una o más de las medidas que se propone, no parece aconsejable abordar este tipo de reformas exclusivamente en función del criterio financiero. Sin embargo, es necesario: • Vincular estas medidas a los planes de expansión de derechos ya establecidos por ley (caso de las personas trabajadoras independientes). Asimismo, cabría hacer este debate con absoluta transparencia en materia de cálculos actuariales y situación financiera de la CCSS. De esta manera se evitarían situaciones como la relativa al fondo de salud de la CCSS, en el cual por varios años la institución ha mantenido un superávit a pesar de la inconstitucionalidad de dicha medida, explicitada por la Sala Constitucional. Finalmente, es muy difícil abordar y valorar lo adecuado de los cambios en materia de ingresos, sin al mismo tiempo abordar aspectos relativos a gastos. • Una rendición de cuentas de los resultados financieros de las medidas incluidas en la LPT, dirigidas, precisamente, a fortalecer el régimen de IVM. Estas medidas contemplan mecanismos para atacar la evasión, la subdeclaración y la morosidad, a través, por ejemplo, del control indirecto de cotizaciones y la cláusula social interna (estas últimas por medio de la cual se debe estar al día con la seguridad social para venderle al Estado, lograr exoneraciones impositivas, o realizar trámites en el registro público), así como de fuentes de financiamiento. • La equiparación en las edades de pensiones entre hombres y mujeres, debería: v El trabajo no remunerado que realizamos las mujeres. Dicho trabajo supone que a lo largo de la vida, las mujeres realizan al menos dos jornadas de trabajo. v Considerar los menores ingresos por igual trabajo que reciben las mujeres en el país, tal y como lo documenta el séptimo informa el Estado de la Nación, correspondiente al año 2001. v Alternativamente, requeriría introducir una discriminación positiva de las mujeres que compense la discriminación que sufren las mujeres, dentro y fuera del mercado laboral, tal y como lo ha resuelto la Conferencia General de la OIT, en su resolución relativa a la seguridad social, adoptada el 20 de julio del 2001. v Finalmente, como lo señala la misma resolución de la OIT, “el envejecimiento de la población en muchas sociedades es un fenómeno que está repercutiendo significativamente, tanto en los sistemas financiados por capitalización y los sistemas basados en el reparto, como en el costo de la asistencia médica. Las soluciones deben buscarse, sobre todo, a través de medidas destinadas a aumentar las tasas de empleo, en particular de las mujeres, los trabajadores de edad avanzada, los y las jóvenes, y las personas con discapacidad. Asimismo, deben encontrarse medios para obtener mayores niveles de crecimiento económico sostenible, que den lugar a un aumento del empleo productivo”. 8. En relación con el criterio para definir condiciones de acceso a los seguros de salud y pensiones en forma indirecta o familiar: • A diferencia del derecho de familia, la noción principal que orienta la elegibilidad en materia de seguros sociales indirectos o familiares, es el de la dependencia económica. Cabe llamar la atención sobre dos aspectos relacionados con la dependencia económica como criterio para el acceso a las prestaciones que tienen directa relevancia en materia del seguro de salud. Luego veremos otros aspectos referidos al seguro de pensiones: v El primero es un aspecto de filosofía o enfoque del sistema, por el cual la dependencia económica es el único criterio alternativo al de trabajador remunerado asegurado directo, para posibilitar acceso a la seguridad social y el cual se aplica en el caso de imposibilidad de contribución de las personas (tanto familiar como por cuenta del Estado). Esto tiene directas implicaciones para el trabajo no remunerado de las mujeres, que no se considera como trabajo. v El segundo aspecto es de operacionalización de la noción de dependencia económica, entendida exclusivamente la ausencia de ingresos propios. En realidad, las condiciones de vida actuales vuelven este criterio excesivamente restrictivo, dado que puede haber dependencia económica, aún cuando se cuente con ingresos propios. Este es el caso, por ejemplo, de muchas mujeres que cuentan con trabajo marginal, pero fundamental para el sostén del hogar. Actualmente, el sistema está penalizando este tipo de estrategias de sobrevivencia. v Remitiéndonos a la resolución de la OIT mencionada más arriba, uno de los desafíos del sistema de seguridad social es aumentar la base contributiva de la población. En el caso de las mujeres, esto requiere que modificar la forma en que se entiende la dependencia económica, permitiendo combinar el ingreso remunerado con el acceso a los beneficios de la seguridad social. 9. En relación con una mayor cobertura del seguro de riesgos del trabajo: El país cuenta ya con la capacidad técnica e institucional para realizar controles cruzados entre las bases de datos de patronos(as) de la CCSS y de riesgos del trabajo del INS. Combinada con la posibilidad de penalizar a las personas patronas evasoras mediante mecanismos no judiciales (debido a las cláusulas sociales ya existentes en el país), constituye una herramienta poderosa para reducir, sino eliminar, al evasión y la subdeclaración a este seguro. Recordemos que actualmente, incluso cuando una persona trabajadora es capaz de demostrar que hubo relación laboral, la fijación de riesgos perjudica la persona accidentada, dado que generalmente se realiza en base al salario mínimo. Para modificar esta situación es necesario que la base de datos del INS se cruce con la de la CCSS (SICERE) ó, idealmente, que el SICERE constituya, efectivamente, una base centralizada que contenga la información proveniente del INS. Combinada con los mecanismos de Inspección existentes en la CCSS y en el INS, esto permitirá detectar evasión de los seguros, así como subdeclaración de ingresos. 10. En relación con los riesgos que se consideran como riesgos del trabajo: La tabla que actualmente establece los riesgos más típicos y se asignan los porcentajes de incapacidad pre determinados para cada riesgo presenta limitaciones de dos tipos para las mujeres: • • Existen un conjunto de accidentes laborales frecuentemente presentados entre las mujeres, que no se encuentran tipificados como tales, tales como la disfonía, el tunel carpal, problemas ergonómicos derivados de mala posición del cuerpo, por ejemplo en maquiladoras. Asimismo, la tabla del INS se centra en accidentes físicos. Existen un conjunto de secuelas, físicas o emocionales, también especialmente frecuentes en el caso de las mujeres, derivadas del hostigamiento sexual en el trabajo, que tampoco se consideran actualmente como riesgos de trabajo. De esta manera, si una mujer necesita incapacitarse por estrés frente al hostigamiento, se recurre a la CCSS y no al INS. En el caos de producirse una incapacidad permanente, esta persona no tiene actualmente derecho a los beneficios de riesgos del trabajo, ni en términos de subsidios en dinero, ni mucho menos, en términos de rehabilitación emocional o sicológica. Para resolver ambos problemas sería necesario promover modificaciones en la, la cual no ha sido modificada desde la aprobación de la ley de riesgos del trabajo en 1982. Se trata pues de una modificación legal. 11. En general, en relación con el cumplimiento de la seguridad social: En relación a este aspecto, el estudio sugiere tres líneas de trabajo: • Conducir un estudio sobre la equidad en el acceso a beneficios de la seguridad social entre “ventanillas” de validación de derechos. Sería necesario realizar un estudio similar a la auditoría sobre la calidad de los servicios del RNC realizado reciente por la CCSS. Este estudio permitiría: v Enfocarse en las oficinas de validación de derechos de los seguros sociales considerados en este estudio (y no solo en las propias del RNC), valorando similitudes y diferencias en la aplicación de criterios entre oficinas que realizan una misma tarea. v Dar a conocer sus resultados entre la población usuaria de forma de que estas personas contribuyan a activar círculos virtuosos de cumplimiento de derechos por parte de las instituciones responsables, por ejemplo, en relación a los criterios para otorgar o v v no seguros por el Estado, al manejo del aseguramiento familiar, al tiempo para obtener beneficios, etc. Velar por la adecuada aplicación de premios y castigos no judiciales en el cumplimiento de la seguridad social, incluyendo la cláusula social contemplada en la LPT y la recientemente emitida directriz del gobierno Rodríguez en materia de cumplimiento de derechos laborales y seguridad social para la contratación administrativa con el Estado. A tales efectos es central fortalecer, aprovechar y diseñar estrategias de acceso y utilización, del SICERE. Promover una mayor divulgación de derechos. En particular, cabría distinguir entre: § Ruta de acceso a cada seguro (requisitos, procedimientos, etc.). § Beneficios correspondientes a cada seguro. § Divulgación del papel de la Contralorías de Servicios, y fortalecimiento del papel de dichas contralorías en la divulgación de a qué prestac iones tienen derecho qué tipos de personas aseguradas. 12. En relación al manejo de estadísticas desagregadas por sexo: En relación al acceso a datos que contemplen desagregación por sexo, existe un punto de partida razonable: tanto la CCSS como el INS tienen parte de sus datos con esta desagregación, e incluso muy recientemente los han puesto en sus respectivas páginas web. Lo que sería un aporte al monitoreo de las políticas por parte de entidades como el INAMU, la Defensoría, las propias Contralorías de Servicios de las instituciones, etc., sería: Desagregar información sobre personas aseguradas en los regímenes de salud según sexo y condición de aseguramiento que se presenta anualmente en los informes de la División Actuarial. Conversar con las autoridades de la CCSS la posibilidad de incluir en la EHPM una pregunta sobre aseguramiento en régimen de pensiones. Este dato se obtiene actualmente a partir de una aproximación en base al aseguramiento en salud. En el caso del INS, solicitar a las autoridades el tabular el sexo de las personas aseguradas. Actualmente, cuando se pasa de la planilla impresa con el nombre de la persona, a la base de datos electrónicas, no se inserta la variable sexo. Posteriormente, la variable sexo se tabula en el caso de las personas aseguradas que han sufrido accidentes de trabajo. Acordar principales tabulaciones de interés para el trabajo del INAMU que sean puestos en línea en las respectivas páginas web, de acuerdo con prácticas ya existentes tanto en la CCSS como en el INS.