www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) 1.- LA RELACIÓN JURÍDICA NUEVA SURGIDA DEL HECHO INTERNACIONALMENTE ILÍCITO La responsabilidad es una de las consecuencias, la más normal, del hecho internacionalmente ilícito. En cuanto tal, supone la existencia de una relación nueva entre el sujeto al que se atribuye la violación de una obligación jurídico-internacional y el sujeto o los sujetos (un Estado, varios Estados, una O.I., etc.) cuyo derecho subjetivo resulta lesionado a raíz de dicha violación. Partiendo de la distinción adoptada por la C.D.I. entre normas primarias (las que imponen a los Estados determinadas obligaciones) y normas secundarias (las que determinan las consecuencias jurídicas del incumplimiento de las obligaciones establecidas en las normas primarias), el tema de la responsabilidad internacional por el acto ilícito caería en el ámbito de estas últimas. Por otro lado, esa relación nueva en que consiste la responsabilidad internacional supone la concurrencia de dos situaciones jurídicas objetivas: - una activa, representada por el derecho subjetivo lesionado otra pasiva, representada por las nuevas obligaciones del sujeto responsable derivadas de la violación de la obligación impuesta por la norma primaria y que suelen concretarse en el deber de reparar (sin excluir por ello otras posibles expresiones de la responsabilidad) Estas situaciones jurídicas diferentes fueron consideradas por RIPHAGEN al proponer como art. 1 de la 2ª parte del proyecto de la C.D.I. sobre responsabilidad de los Estados un texto según el cual: “El hecho internacionalmente ilícito de un Estado crea obligaciones para ese estado y derechos par otros Estados...” En el art. 40 del proyecto de la C.D.I. se distinguen, entre los derechos que pueden ser objeto de lesión: - - los nacidos de un tratado para cada uno de los Estados partes los nacidos de una decisión de un tribunal internacional o de un órgano internacional distinto de éste para los Estados beneficiarios los nacidos de un tratado para terceros Estados - - los nacidos de una norma de D.I. consuetudinario para los Estados vinculados por dicha norma los de “todos los demás Estados”, en la medida en que éstos pueden considerarse Estados lesionados, en el supuesto de que el acto internacionalmente ilícito constituya un crimen internacional En todo caso, y según se desprende del art. 36.2 del proyecto, las nuevas relaciones entre el Estado lesionado y el Estado autor no hacen desaparecer la relación básica creada por el ilícito, por lo que las consecuencias jurídicas derivadas de éste se entienden sin perjuicio del deber que pesa sobre el Estado autor de cumplir la obligación que ha sido violada. 2.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO Teniendo en cuenta que el Estado, sujeto por excelencia de las relaciones de responsabilidad internacional actúa a través de individuos o conjunto de individuos, el problema de la atribución al Estado de un hecho internacionalmente ilícito – originador en cuanto tal de su responsabilidad internacional- se conecta básicamente a la calidad o no de órganos del Estado predicable de las personas autoras del hecho, así como a las condiciones en que tales personas actúan. A) POR HECHOS DE SUS ÓRGANOS Es un principio básico el de que, por regla general, se atribuyen al Estado los hechos de sus órganos o agentes en tanto que integrantes de la organización estatal. Este principio aparece reconocido de antiguo por la jurisprudencia internacional. Así, en los 7 laudos dictados en 1901 en relación con las reclamaciones de súbditos italianos residentes en el Perú por daños sufridos durante la guerra civil peruana, se afirma como principio de D.I. universalmente reconocido “... que el Estado es responsable de las violaciones del derecho de gentes cometidas por sus agentes”. Dada la capacidad del Estado para autoorganizarse, por órganos o agentes del Estado se entenderán aquellos que tengan tal condición según el D. interno (art. 5 del proyecto de la C.D.I.). Es lógico, por otra parte, que sólo se consideren hechos del Estado desde el punto de Página 1 de 1 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) vista del D.I. los realizados por personas que actúan en calidad de tales órganos, sin que quepa atribuirles los realizados por personas a título puramente privado o “sin apariencia alguna de actuación oficial”, aunque a veces puede resultar difícil probar que el hecho se realizó en esa calidad privada (lo que excluiría la existencia de un hecho del Estado) y no en la calidad de órgano aunque actuando fuera de la competencia propia (lo que no dejaría de hacer el hecho atribuible al Estado). La conducta por la cual cabe declarar al Estado internacionalmente responsable puede consistir, bien en un hecho instantáneo, bien en una cadena de hechos constitutiva de un proceso en el cual suelen intervenir varios órganos del Estado. En este caso, la acción ulterior de autoridades superiores a aquella que realizó un acto inicial de violación del D.I. puede evitar aún que el resultado se frustre. Ello a llevado a algunos autores a hacer la incorrecta generalización e que el Estado no sería responsable sino por los hechos de los órganos superiores, sin tener en cuenta que los órganos subordinados son susceptibles de hacer definitiva la violación de la obligación internacional. El art. 6 del proyecto de la C.D.I. considera por ello atribuible al Estado todo hecho de un órgano suyo “cualquiera que sea su posición, superior o subordinada, en el marco de la organización del Estado”. La responsabilidad del Estado por hechos de órganos subordinados viene confirmada por diversas decisiones de Comisiones mixtas de conciliación como las instituidas en virtud del art. 83 del Tratado de Paz con Italia de 1947. Es indiferente la pertenencia del órgano a cualquiera de los poderes clásicos (legislativo, ejecutivo, judicial) o el carácter internacional o interno de las funciones del órgano (art. 6), superándose así la vieja tesis de que el Estado sólo es responsable por los hechos de los órganos encargados de las relaciones exteriores. En la doctrina del D.I. hay unanimidad en cuanto a la posibilidad de considerar como hecho del Estado la conducta de cualquiera de sus órganos independientemente del poder al que pertenezca. El principio de responsabilidad del Estado por hechos de sus órganos tanto ejecutivos como legislativos y judiciales se da por sentado en toda una serie de decisiones internacionales, en muchas de las cuales se valoran conjuntamente desde el punto de vista del D.I. las actuaciones concurrentes de órganos de distinta naturaleza y rango. Además de responder por los hechos de sus órganos stricto sensu actuando en el marco de sus competencias, el Estado responderá también: a) Por la conducta de entidades públicas territoriales u otras entidades que estén facultadas por el D. interno del Estado para ejercer prerrogativas del poder público (art. 7 del proyecto de la C.D.I.): corporaciones locales, provincias, regiones, cantones, CCAA, bancos oficiales, ciertas empresas públicas autorizadas para ejercer funciones de policía, etc. El principio de la responsabilidad internacional del Estado por hechos de dichas entidades ha sido reconocido por la jurisprudencia internacional. Con respecto a la responsabilidad internacional del Estado federal por hechos de sus Estados miembros, y dándola por supuesta en un plano general, la cuestión de si se trata de una responsabilidad directa (por hechos propios) o indirecta (por hechos de otros sujetos) del Estado federal dependerá en cada caso de la propia estructura federal (posesión o no de personalidad jurídica independiente por parte de la entidad federada, capacidad o no de la misma para contraer por su propia cuenta ciertas obligaciones internacionales, etc.) b) Por la conducta de órganos puestos a disposición del Estado por otro Estado o por una O.I. la solución lógica de que sea en este caso responsable de los hechos del órgano en cuestión el estado a cuya disposición, en cuyo provecho o bajo cuya autoridad se pone, y no el Estado o la O.I. que presta el órgano o agente, aparece avalada por la doctrina y la jurisprudencia. A sensu contrario, la responsabilidad del Estado queda en principio descartada en los casos de actuación en su territorio de órganos de otro Estado o de una O.I. que actúen en calidad de tales (representantes oficiales de Estados extranjeros, funcionarios de bases militares extranjeras, Fuerzas de pacificación de la ONU, etc.), salvo que dicho Estado hubiera de responder por los hechos de sus propios órganos al mostrar estos una intolerable pasividad con ocasión de hechos perjudiciales para terceros Estados o súbditos extranjeros causados por el Página 2 de 2 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) órgano del Estado u Organización operante en su territorio. c) Por la conducta de órganos propios que actúen excediéndose de su competencia con arreglo al D. interno o contraviniendo las instrucciones concernientes a su actividad. Tras una practica inicial fluctuante en que no faltan alegatos de irresponsabilidad del Estado, la práctica estatal y la jurisprudencia se orientan ya desde finales del siglo XIX hacia la admisión del principio de la atribución al Estado de los hechos ultra vires o no autorizados por sus órganos o agentes. La jurisprudencia, aunque con diversos matices, confirma el principio. Así mismo, salvo contadas excepciones los autores consideran atribuible al Estado todo hecho ultra vires. Algunos hablan en este caso de una responsabilidad subsidiaria del Estado, otros, como KELSEN y VERDROSS prefieren hablar de responsabilidad por falta ajena, asimilando así el supuesto al de la responsabilidad indirecta e incluso al de la responsabilidad por hechos de particulares. Otros, en fin, descartan la responsabilidad estatal en los supuestos de hechos ultra vires de órganos subalternos y de incompetencia manifiesta del órgano. Con buen acuerdo la C.D.I. propugna considerar atribuibles al Estado, sin excepción, los hechos aquí contemplados, basándose en la idea de seguridad que debe presidir las relaciones internacionales así como en el hecho de que, de seguirse el criterio contrario se le daría al Estado una escapatoria para sustraerse a su propia responsabilidad. B) POR HECHOS DE LOS PARTICULARES Los comportamientos de los particulares no se considerarán como hechos del Estado salvo en el supuesto de que actúen de hecho por cuenta del Estado o ejerzan de hecho prerrogativas del poder público en defecto de las autoridades oficiales (art. 8 proyecto C.D.I.), según ha expresado el T.I.J. en la sentencia de 1980 relativa al personal diplomático y consular de los EEUU en Teherán. En cuanto a los comportamientos de los particulares en sentido estricto, la regla general es la no atribución de los mismos al Estado, lo que no significa que el Estado no pueda resultar responsable por su pasividad o falta de diligencia en la prevención o represión de tales comportamientos, en cuyo caso, el Estado no estaría asumiendo como suyos los hechos de los particulares, sino respondiendo internacionalmente por sus propios hechos en cuanto constitutivos de la violación de una obligación internacional de vigilancia y protección (eje. Laudo de 1925 sobre el caso de las reclamaciones británicas en la zona española de Marruecos, decisión de 1925 en el asunto Janes, sentencia del TIJ de 1980 en el asunto relativo al personal diplomático y consular de los EEUU en Teherán). Con respecto a la obligación de prevención a cargo del Estado en estos casos, habrá que tener en cuenta diversas circunstancias, como la mayor o menor previsibilidad de disturbios o revueltas, la especial vulnerabilidad de los locales oficiales extranjeros, etc. En este sentido, cabría incluso llegar a plantearse la posibilidad de perfilar una responsabilidad estatal basada no tanto en las nociones de culpa o negligencia como en las de garantía y riesgo. Pero la práctica internacional en la materia tiende a basar la responsabilidad estatal en la violación de un deber internacional de vigilancia por parte de las autoridades públicas, descartando la idea de una responsabilidad automática o a todo evento por parte del Estado. C) POR HECHOS REALIZADOS POR MOVIMIENTOS INSURRECCIONALES Si los comportamientos de los particulares no pueden ser tenidos por hechos del Estado a efectos de responsabilidad internacional, tampoco podrán serlo los hechos realizados por movimientos insurreccionales (grupos insurgentes, rebeldes con estatuto de beligerancia, movimientos de liberación nacional, frentes revolucionarios ...), en su condición de entes dotados de un aparato institucional propio, distinto y paralelo al del Estado en cuyo territorio están establecidos y capaces por ello de incurrir por sí mismos en responsabilidad internacional, y ello independientemente de que el objetivo de su lucha sea crear un nuevo Estado a expensas del Estado constituido o sustituir el gobierno de un Estado por un nuevo gobierno. Este principio aparece formulado en el parr. 1 del art. 14 del proyecto de la C.D.I.: “No se considerará hecho del Estado según el D.I. el comportamiento de un órgano de un movimiento insurreccional en el territorio de ese Estado o en cualquier otro territorio bajo su administración”. Página 3 de 3 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) No obstante, el Estado no quedaría exento de responsabilidad por los hechos de sus propios órganos consistentes en dejar de cumplir las obligaciones de vigilancia, prevención y represión a su cargo en relación con la actuación de los rebeldes.. L a jurisprudencia internacional avala el principio de la no atribución al Estado de los comportamientos de movimientos insurreccionales y confirma a la vez la eventual responsabilidad estatal derivada de la omisión de la debida diligencia. Se considerará, en cambio, atribuible al Estado todo hecho de un movimiento insurreccional que resulte triunfante, esto es, que se convierta en el nuevo gobierno de un Estado o cuya acción dé lugar a la creación de un nuevo Estado. Dicha atribución viene confirmada por la jurisprudencia (laudo de 1928 de la Comisión franco-mexicana de reclamación en el asunto Pinson), por la práctica de los Estados (en relación, por ejemplo con la guerra de secesión norteamericana) y por la doctrina. 3.- LA REPARACIÓN A) LA REPARACIÓN LATO SENSU Y SUS DISTINTOS ASPECTOS La consecuencia normal del hecho internacionalmente ilícito es la responsabilidad internacional de su autor. Esta consecuencia, frente a otras posibles, como la nulidad del hecho, se conecta visiblemente con el derecho subjetivo lesionado (se es responsable frente a alguien) y en este sentido hace entrar en juego la noción del daño o perjuicio resultante para uno o varios sujetos de Derecho de la transgresión por otro de una obligación jurídica a su cargo. Ese daño causado a un sujeto de Derecho con la comisión del acto ilícito es el que en general da lugar a la obligación de reparar. Ahora bien, esta obligación de reparar en sentido lato cubre en realidad dos aspectos distintos en D.I. - la compensación del perjuicio (reparación stricto sensu: resarcimiento, satisfacción) - la cesación de la situación ilícita o vuelta a la legalidad A esos dos aspectos diferentes se refiere el proyecto de la C.D.I. en sus arts. 41 y 42 respectivamente. En su jurisprudencia, el Tribunal de La Haya a distinguido esos dos aspectos al valorar la conducta del Estado auto y decidir las consecuencias de ella. Así, en su fallo de 1980 en el asunto relativo al personal diplomático y consular de los EEUU en Teherán estableció a cargo de Irán la obligación de hacer cesar la situación ilícita que persistía y la obligación de reparar el perjuicio. b) LA REPARACIÓN Y EL DAÑO 1.- La relación de responsabilidad a que da lugar el hecho internacionalmente ilícito se ha venido concibiendo tradicionalmente como una relación de Estado a Estado, con el Estado perjudicado como único sujeto facultado para pedir reparación del daño y resarcirse consiguientemente del mismo. 2.- Aunque el factor del daño pueda entenderse englobado en el elemento objetivo del hecho internacionalmente ilícito, dicho factor cobra relevancia en cuanto desencadenante de la obligación de reparar. 3.- El daño puede consistir tanto en una lesión directa de los derechos de otro Estado como en una lesión ocasionada a un particular extranjero. Pero desde el punto de vista jurídico internacional, sólo el daño sufrido por el Estado es relevante, de modo que cuanto un Estado asume la causa de un nacional suyo perjudicado por un hecho ilícito de otro Estado, no hace sino defender su propio derecho, el derecho que le asiste de ver respetado en la persona de sus súbditos el D.I. 4.- El daño del Estado consiste, pues, ya en la lesión inmediata de un derecho o interés exclusivamente suyo, ya en un perjuicio irrogado a un nacional suyo cuya causa viene a asumir el propio Estado, pudiendo representar o no un perjuicio patrimonial: - - si se trata de un perjuicio patrimonial irrogado a un nacional del Estado, el monto de la reparación se calculará, según el propio T.P.J.I. de acuerdo con los daños sufridos por el particular si se trata de un perjuicio de carácter no patrimonial (ofensa al pabellón del Estado, hecho de autoridad realizado en el territorio del Estado y sin su consentimiento por otro Estado), surgirá un tipo de responsabilidad especial, que podrá traducirse en la llamada “satisfacción”. Página 4 de 4 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) C) LA REPARACIÓN Y LA SANCIÓN Desde que en el seno de la sociedad internacional se empieza a tomar conciencia de la oportunidad de distinguir diversos grados de responsabilidad en razón de la distinta gravedad de las violaciones del Derecho, se va afianzando el reconocimiento, junto a la consecuencia específica del ilícito internacional representado por la reparación, de aquella que supone la posibilidad de aplicar una sanción al sujeto responsable. No se trataría de dos regímenes separados o independientes, puesto que en el sistema de responsabilidad internacional los elementos compensatorios (reparación) y os elementos aflictivos (sanción) están ligados y entran en combinación unos con otros. Así, ciertos actos de coerción, como las represalias, si en algunos casos tienen un valor puramente represivo o de castigo (ejem. cuando un Estado expulsa de su territorio a súbditos de otro Estado), en otros pueden orientarse a asegurar el éxito de una acción de reparación (ejem. cuando un Estado bloquea haberes de otro para obtener la compensación que se le debe), confluyendo en este caso en la misma relación de responsabilidad aspectos reparatorios y aflictivos. bajo la determinación y el control de la comunidad internacional organizada, esto es, de las N.U., al margen del posible derecho de cada Estado a reaccionar por su propia cuenta frente a dichos hechos, dentro de los límites y condiciones establecidos por el D.I. Un caso de aplicación concurrente de acciones de sanción y de reparación bajo la autoridad de las N.U. es el de la invasión de Kuwait por Irak el 2 de agosto de 1990 y su posterior anexión, claro supuesto de agresión que daría lugar a que el C. de S. decidiera adoptar medidas de sanción económica contra el Estado transgresor (Res. 661), instar a los Estados que estaban cooperando con el Gobierno de Kuwait a ejercer un bloqueo marítimo a fin de asegurar la efectividad de aquellas medidas (Res. 665), autorizar a dichos Estados a recurrir en su caso a la fuerza armada para restablecer el status quo ante (Res. 678) y una vez que cesaron las hostilidades activas, exigir la aceptación por Irak de su responsabilidad “por las perdidas, los daños o las lesiones sufridas por Kuwait y por terceros Estados, sus nacionales y sus empresas, como resultado de la invasión y ocupación ilegal de Kuwait por Irak”, ordenando el comienzo inmediato de la restitución de todos los bienes kuwaitíes incautados por el Estado agresor y otras medidas similares, algunas reparatorias y otras de carácter más bien sancionador (Res. 686 y 687). La distinción entre reparación y sanción halla su campo más propicio de aplicación en la distinción entre crímenes y delitos internacionales, que constituye un cualificado exponente de la transformación del tema de la responsabilidad internacional, al abrir, respecto de los crímenes internacionales, no solo la posibilidad de una actio popularis para reclamar ante un tribunal internacional la declaración de responsabilidad del Estado autor (con el límite, no obstante, de lavas voluntaria de la jurisdicción internacional), sino también la posibilidad de que la comunidad internacional institucionalizada opere en el marco de las sanciones internacionales (a través de sanciones colectivas) contra dicho Estado. Por lo que respecta a las REPRESALIAS en cuanto una de las posibles respuestas coercitivas a un hecho internacionalmente ilícito, se han caracterizado, dentro de las contramedidas en general (art. 1 del Reglamento sobre el régimen de las represalias en tiempo de paz aprobado por el I.D.I.), como: La noción misma de crimen internacional presupone la posibilidad de una aplicación simultánea de medidas reparatorias y medidas de castigo preventivo, haciendo quebrar el orden de prioridad lógico (reparación, y de no obtenerse esta, sanción). El T.I.J. ha sostenido que las contramedidas: En todo caso, las sanciones a aplicar en el supuesto de crímenes internacionales deben caer - medidas de coerción, derogatorias de las reglas ordinarias del Derecho de gentes - tomadas por un Estado a resultas de hechos ilícitos cometidos en perjuicio suyo por otro Estado - con el fín de imponer a éste, por medio de un daño, el respeto del Derecho a) deben ser adoptadas como respuesta a un hecho internacionalmente ilícito y deben dirigirse contra el Estado responsable del mismo, tras la petición al Estado responsable de que cese dicho acto internacionalmente ilícito o lo repare Página 5 de 5 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) b) deben ser proporcionales internacionalmente ilícito c) deben ser reversibles al hecho En la segunda parte del proyecto de artículos, la C.D.I., al considerar la reacción de los Estados frente a un hecho internacionalmente ilícito, justifica la adopción de contramedidas ante el incumplimiento de sus obligaciones por parte del Estado autor del hecho. Sin embargo, estas contramedidas no justifican el incumplimiento de obligaciones del Estado lesionado frente a un tercer Estado, debiendo ajustarse, en todo caso, a las siguientes condiciones: 1.- No ser desproporcionadas al grado de gravedad del hecho internacionalmente ilícito 2.- Se consideran contramedidas prohibidas por el D.I.: - el recurso a la fuerza en contra-vención de la Carta de las N.U. - las medidas extremas de coacción política o económica que pongan en peligro la integridad territorial o la independencia política del Estado incurso en responsabilidad - cualesquiera comportamientos que infrinjan la inviolabilidad de los agentes, locales, archivos y documentos diplomáticos o consulares, vulneren derecho fundamentales y en general contravengan normas de ius cogens internacional 3.- Antes de la adopción de las contramedidas, el Estado lesionado debe cumplir la obligación de negociar sin perjuicio de que adopte las medidas necesarias para preservas sus derechos 4.- Si el Estado lesionado adopta contramedidas deberá recurrir a alguno de los medios previstos en al 3ª parte del proyecto (negociación, buenos oficios y mediación, conciliación, arbitraje) o a cualquier otro medio de solución de controversias vigente entre él y el Estado autor del hecho internacionalmente ilícito. 5.- Si el hecho internacionalmente ilícito ha cesado, el Estado lesionado deberá suspender las contramedidas cuando el Estado autor aplique de buena fé el procedimiento de solución de controversias correspondiente y cuando la controversia haya sido sometida a la decisión de un tribunal competente para dictar decisiones vinculantes para las partes. Esta obligación de suspender las contramedidas termina en el caso de que el Estado autor no atienda un requerimiento o mandamiento del mecanismo de solución de controversias. En conclusión, puesto que las consecuencias del hecho internacionalmente ilícito tienen especial carácter de reacción orientada al restablecimiento del equilibrio roto por ese hecho, debe regirse por la regla de la proporcionalidad, variando en naturaleza o en intensidad (hasta llegar a la sanción coercitiva) según el contenido de la obligación, la gravedad de la violación y otros factores. De entre todas las posibles consecuencias, las más normales y frecuentes son las que responden a la idea de reparación en sentido lato (ejecución tardía de la obligación, la restitutio in integrum, la satisfacción, la pena pecuniaria, etc.) dado que en función de la peculiar estructura de la sociedad internacional, la noción de responsabilidad se mueve en D.I. más en el plano de la reparación que en el de la sanción. D) LA OBLIGACIÓN MODALIDADES DE REPARAR: SUS La obligación de reparar alude a los diversos medios con que cuenta el Estado para liberarse de la responsabilidad derivada del hecho internacionalmente ilícito, y que pueden resumirse básicamente en tres modalidades: - la satisfacción la restitución la indemnización o resarcimiento Mientras que la satisfacción es la forma adecuada de reparación de los perjuicios no materiales, la restitución y la indemnización operan esencialmente en el campo de los daños patrimoniales causados al propio Estado o a particulares extranjeros. a) La satisfacción Forma particularmente adecuada para la reparación de los perjuicios no materiales (daños “morales”) ocasionados al Estado (ofensa al honor, dignidad), aunque puede concurrir con otras formas de reparación. Página 6 de 6 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) En la noción e satisfacción se incluye una seria de prestaciones como: - la adopción por el Estado culpable de medidas tendentes a evitar la repetición de la violación - la presentación de excusas - el castigo de los culpables - el pago de una suma simbólica - la verificación por una instancia imparcial internacional del carácter ilícito del hecho - etc. La satisfacción puede darse a través de varias prestaciones a la vez (disculpas, castigo de los responsables e incluso indemnización de daños y perjuicios). Tal fue el caso del Rainbow Warrior (buque ecologista hundido en 1985 en un puerto neozelandés por dos agentes del servicio de seguridad franceses). b) La restitución Es en principio la forma más perfecta de reparación en la medida en que apunta a restablecer el status quo ante, borrando todas las consecuencias del hecho ilícito (abrogación de una disposición interna contraria a D.I. y anulación de sus efectos; puesta en libertad de una persona, etc.). El art. 43 del proyecto de la C.D.I. dispone que el Estado lesionado podrá obtener del Estado autor “el restablecimiento de la situación que existía antes de haberse cometido el hecho ilícito”. Pero la restitutio in integrum es de hecho siempre imposible: lo que ha sucedido ha sucedido y ningún poder en la Tierra puede deshacerlo. Además, aparte de los múltiples casos de restitución imperfecta (ejem. devolución de bienes deteriorados durante la retención), diversas circunstancias pueden impedir (o desaconsejar) la realización de esta forma de reparar, bien por imposibilidad material (asesinato de una persona, destrucción o desaparición de bienes) o por imposibilidad jurídica (dificultad de eliminar “in toto”las consecuencias de una ley o de una medida administrativa), así como ciertos supuestos en los que por diversas causas (oposición del Estado responsable, desinterés del perjudicado al optar por una indemnización, acuerdos de las partes, etc.) no prospera esta modalidad de la reparación. En tales supuestos (los más) opera el mecanismo de la compensación o reparación por equivalencia, situado ya fuera del ámbito estricto de la restitución, siendo la forma más habitual de reparación por equivalencia la indemnización. c) La indemnización Se emplea para la reparación de daños patrimoniales, siendo la forma más común de reparación, por lo que ha sido minuciosamente analizada por la jurisprudencia internacional en sus diversos aspectos. Tiende, en cuantitativamente: principio, a cubrir - lo debido por equivalencia - el resarcimiento de los daños sufridos que no hayan sido reparados por el pago en efectivo La reparación debe regirse por la regla de la proporcionalidad, lo que significa que debe ajustarse en lo posible a la entidad del daño, esto es, que no sea inferior ni superior a éste. Como elementos a tener en cuenta a la hora de ponderar en cada caso la forma y el grado de responsabilidad internacional, pueden señalarse, entre otros: - la naturaleza y circunstancias de la violación de la obligación - el origen y contenido de la obligación violada - el carácter principal o “coadyuvante del comportamiento” - la calidad del órgano responsable - la injerencia del ingrediente doloso Una aplicación de esa regla de la proporcionalidad en el supuesto de la restitución en especie podría justificar el sustituir ésta por otra forma de reparación. En este sentido, el apartado c) del art. 43 del proyecto de la C.D.I. establece que el Estado autor quedará liberado de la obligación de restituir cuando ello le suponga “una carga totalmente desproporcionada en relación con la ventaja que se derivaría para el Estado lesionado de la obtención de la restitución en especie en vez de la indemnización”. El que la reparación deba cubrir en lo posible todo el perjuicio ha llegado a la jurisprudencia a incluir en ella: - la indemnización del lucro cesante - el pago de intereses - el resarcimiento por daños extrapatrimoniales En relación con el lucro cesante y los intereses, el art. 44.2 del proyecto de la C.D.I. Página 7 de 7 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) viene a corroborar una práctica bien establecida al prever que la indemnización, que cubrirá todo daño económicamente valorable sufrido por el Estado lesionado “podrá incluir los intereses y, cuando proceda, las ganancias dejadas de obtener”, y en lo que se refiere a los daños extrapatrimoniales, se establece como una forma apropiada de satisfacción, en caso de vulneración manifiesta de los derechos del Estado lesionado, la indemnización de daños y perjuicios correspondiente a la gravedad de esa vulneración. No se han solido conceder, en cambio, reparaciones de tipo punitivo (penas pecuniarias) ni se han admitido el resarcimiento de daños indirectos (aquellos cuya conexión causal con el hecho generador de la responsabilidad es remota o poco clara). En cuanto a la primera, cabe citar la negativa de la Comisión mixta EEUU/Alemania en su opinión en el caso del Lusitania (1923) a otorgar una indemnización de carácter ejemplar, o sea, con una finalidad específica de castigo a una nación soberana. En cuanto a lo segundo, es de evocar el fallo de la comisión mixta EEUU/Venezuela en el caso Dix (1903), que negó que en un supuesto de apoderamiento de ganado de un súbdito norteamericano por un grupo revolucionario venezolano, pudieran incluirse en la indemnización daños tales como haber tenido que vender a pérdida el ganado restante. Finalmente, hay que señalar que el propio proyecto de artículos dispone que, además de las consecuencias adjetivas que acarrea como todo hecho internacionalmente ilícito, un crimen internacional entraña unas consecuencias jurídicas especiales (art. 51): 1ª.- La primera la que afecta a la relación entre los Estados autor y lesionado al establecer que el derecho de un Estado a obtener una restitución en especie o una satisfacción no está sujeto a las limitaciones previstas para los hechos internacionalmente ilícitos (art. 52). 2ª.- La segunda establece unas obligaciones para los demás Estados (consecuencias colectivas mínimas de un crimen internacional, art. 53): - deber de no reconocimiento de la legalidad de la situación creada - deber de no prestar ayuda ni asistencia que permita al Estado autor del crimen internacional mantener la situación creada - deber de cooperar con otros Estados tanto en el cumplimiento de las obligaciones anteriores como en la aplicación de las medidas encaminadas a eliminar las consecuencias del crimen 4.- CAUSAS DE EXONERACIÓN Y MODIFICACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL La responsabilidad internacional resulta de la violación por un sujeto de D.I. de una obligación internacional a su cargo en virtud de una regla jurídico-internacional. Cuando en atención a circunstancias especiales otra regla jurídicointernacional descarta la antijuricidad de un hecho que de otro modo sería ilícito, quedan obviamente excluidas las consecuencias negativas resultantes para el sujeto al cual se atribuye el hecho en cuestión (ejem. la legítima defensa definida en la Carta de las N.U. en tanto que excepción a la prohibición general del recurso a la fuerza enunciada en la propia Carta). Bajo esta óptica, es posible decir que la exoneración de la responsabilidad internacional resulta del hecho de que, en ciertas circunstancias excepcionales, el comportamiento del Estado (o en su caso de otro sujeto del D.I.) se ve exento de la tacha de ilicitud. La C.D.I. se ha manifestado en el sentido expresado al manifestar que “toda circunstancia que excluya la ilicitud de un hecho tiene necesariamente el efecto de excluir la responsabilidad”. Así, un hecho de un Estado que esté en principio en contradicción con una obligación internacional contraída por él respecto de otro Estado, pero que haya sido realizado en aplicación de “una medida legítima según el D.I. contra este otro Estado” a consecuencia de un hecho internacionalmente ilícito de este último, pierde, en razón de tal circunstancia excepcional la tacha de ilicitud, al no quedar el Estado obligado a obrar de forma distinta de cómo lo hizo, resultando en consecuencia exonerado de responsabilidad. Ello no quita que pueda concebirse la existencia de circunstancias que, excluyendo la responsabilidad, no excluyen a la vez la ilicitud del hecho. Como causas de exclusión de la ilicitud, y por ende, de exoneración de la responsabilidad internacional, la C.D.I. recoge: Página 8 de 8 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) 1.- las contramedidas legítimas según el D.I. (represalias ...) 2.- el consentimiento del Estado perjudicado 3.- la fuerza mayor y el caso fortuito 4.- el peligro extremo 5.- el estado de necesidad 6.- la legítima defensa Estado de necesidad y legítima defensa Recogidas en los arts. 33 y 34 del proyecto de la C.D.I. Se han invocado con frecuencia por los estadistas para justificar el recurso a la fuerza por sus gobiernos. De ahí que la doctrina haya recogido estas causas con reservas y sujetas a estrictas condiciones. El consentimiento del Estado perjudicado Es condición básica que el mismo no esté viciado por la coacción, el error o el dolo. No podrá servir de causa de exoneración de responsabilidad si la obligación violada dimanase de una norma de ius cogens internacional. Si el consentimiento interviene a posteriori de la realización del hecho, equivaldría (en los supuestos que fuera operativo) a una renuncia del Estado a su derecho a la reparación o a la acción conducente a obtenerla. El T.I.J. en la sentencia del proyecto Gabcikovo-Nagymaros ha reconocido que el Estado de necesidad es causa de exclusión de la ilicitud de un hecho contrario al D.I. y ha destacado su carácter excepcional estimando que las condiciones para su ejercicio recogidas en el proyecto de la C.D.I. sobre la responsabilidad de los Estados reflejan el D.I. consuetudinario. Queda por resolver la cuestión de la eventual responsabilidad del Estado autor respecto de un tercer Estado. La excepción de la legítima defensa debe aceptarse con los condicionamientos estrictos (respuesta a una agresión actual, carácter provisional, subordinación al control del C. de S., etc.) con que aparece configurada en el art. 51 de la Carta de las N.U. Fuerza mayor Ha sido expresamente reconocida como posible causa de exoneración de responsabilidad internacional por el Tribunal Permanente de Arbitraje, en su fallo sobre la indemnización de guerra de Turquía a Rusia. Por lo demás, es preciso advertir que si en todos estos supuestos queda excluida la ilicitud del hecho, puede subsistir la obligación del Estado autor de indemnizar al Estado perjudicado por los daños resultantes, si bien por un concepto distinto del de la responsabilidad por hecho ilícito. Como manifestaciones características de esta causa de exoneración en D.I. se han citado, entre otros, los casos de penetración, sin autorización del Estado territorial, de buques de guerra extranjeros en aguas sujetas a su jurisdicción buscando refugio en situaciones de peligro inminente. Finalmente, aparte de las causas de exclusión de la ilicitud, y por ende, de exoneración de la responsabilidad citados, existen diversas circunstancias que dejando la ilicitud y la responsabilidad en pie, son susceptibles de intervenir en cada caso para modificar la responsabilidad, bien en sentido atenuante, bien en sentido agravatorio. La C.D.I. recogió la doble figura de la fuerza mayor y el caso fortuito en el art. 31 de su proyecto, caracterizándola bajo el supuesto de que el hecho de un Estado contrario a una obligación internacional a su cargo “se debió a una fuerza irresistible o a un acontecimiento exterior imprevisible ajenos a su control ...”. El peligro extremo Ha sido anunciada por la C.D.I. en el sentido de que la licitud de un hecho de un Estado “quedará excluida y el autor del comportamiento que constituya el hecho de ese Estado no tenía otro medio, en una situación de peligro extremo, de salvar su vida o la de personas confiadas a su cuidado”, salvo que dicho Estado haya contribuido a que se produjera la situación de peligro extremo (art. 32). 6.- EL REGIMEN PARTICULAR DE LA RESPONSABLIDAD POR ACTOS NO PROHIBIDOS POR EL D.I. Se suele hablar de responsabilidad objetiva para designar aquel tipo de responsabilidad que resulta de la realización de actividades en principio no prohibidas aunque potencialmente generadoras de daños. Ello nos llevaría a distinguir en el plano de la responsabilidad internacional, dos planos: - el común de la responsabilidad por hecho ilícito - el excepcional de la responsabilidad sin hecho ilícito o por riesgo Página 9 de 9 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) Algunos autores, como QUADRI, niegan la existencia de este segundo tipo de responsabilidad, basando el deber de reparar el eventual daño derivado de actividades lícitas no en la idea de responsabilidad sino en la más aséptica de garantía. La mayoría en cambio lo admite, reconociéndolo en sectores como la exploración espacial, la utilización de la energía nuclear o actividades susceptibles de afectar al medio ambiente, si bien se suele advertir que la teoría de la responsabilidad por riesgos es aplicable hoy por hoy no como principio general de responsabilidad, sino en ciertas condiciones y circunstancias bien definidas por convenios internacionales. El proyecto de artículos de la C.D.I. sobre este tipo de responsabilidad se aplica “a las actividades no prohibidas por el D.I. que se realicen en el territorio de un Estado o que de alguna otra manera estén bajo la jurisdicción o control de dicho Estado y que entrañen un riesgo de causar, por sus consecuencias físicas, un daño transfronterizo sensible” entendiendo por tal riesgo “aquel que implica pocas probabilidades de causar un daño catastrófico y muchas posibilidades de causar otro daño sensible”, lo cual significa que quedan fuera las actividades que en su funcionamiento normal causan daños transfronterizos y aquellas otras con muy pocas posibilidades de causar daños sensibles”. Lo cierto es que las reglas y principios de D.I. relativos a este nuevo tipo de responsabilidad distan de estar bien establecidos y requieren más precisos desarrollos. Tales reglas suelen contenerse, además en convenios particulares y adolecen, por tanto de un alcance restringido. Ese especial énfasis puesto en el riesgo, lleva a la C.D.I. a destacar la idea de prevención, hasta el punto de que el proyecto de artículos se asienta sobre el principio de que en el ejercicio de su libertad de acción los Estados “adoptarán las medidas necesarias para prevenir o minimizar el riesgo de causar un daño transfronterizo sensible”. Unas veces estas reglas se limitan a estipular una cooperación en el campo de la prevención de eventos dañosos, otras abordan específicamente la cuestión de la reparación de los daños. Por otra parte, esta obligación de prevención está basada en la regla de la diligencia debida, que establece el deber de adoptar todas las medidas necesarias para prevenir o minimizar el riesgo. Por otra parte, mientras que algunas de estas reglas se refieren básicamente a la responsabilidad internacional (ejem. las contenidas en los convenios sobre actividades espaciales), otras se centran en al responsabilidad civil con arreglo a un D. interno aplicable (ejem. muchas sobre utilización pacífica de la energía nuclear o contaminación transfronteriza), sin que falten soluciones híbridas que ponen en concurrencia los dos planos de la responsabilidad de D.I. y de la responsabilidad de D. interno (sobre todo en el campo del D. del Mar), lo que provoca a veces ambigüedades y complicaciones. Además, y según el propio proyecto, el Estado de origen tiene la obligación de informar antes del inicio de la actividad a los Estados que puedan resultar afectado por ella. Consciente de las dificultades que presenta este ámbito de la responsabilidad por riesgo, la C.D.I. decidió prescindir de su tratamiento en la elaboración de su proyecto sobre la responsabilidad de los Estados, inscribiendo en su agenda el tema de la “Responsabilidad internacional por las consecuencias perjudiciales de actos no prohibidos en el D.I.”. En sus trabajos en torno a este tema se ha puesto especial énfasis en el riesgo ambiental causado por la actividad humana. Precisamente al centrarse los trabajos de la C.D.I. en la espera de las consecuencias perjudiciales de los actos no prohibidos, salta al primer plano la idea de daño o perjuicio, lo que serviría para distinguir las obligaciones de que se traga aquí de aquellas que se derivan de actos ilícitos, en la medida en que, mientras que todo acto ilícito entrañaría una obligación de reparar, un acto no prohibido sólo entrañaría tal obligación si causase un perjuicio. Podemos situar a las normas relativas al tema que nos ocupa en la esfera de normas primarias, lo cual significa que el régimen de la responsabilidad por actos no prohibidos no menoscaba la universalidad de la responsabilidad por ilicitud, al moverse ambos regímenes en planos diferentes, aunque complementarios. Se puede sostener que el D.I. consuetudinario no ofrece suficiente protección frente a las consecuencias dañosas de ciertas actividades (ejem. utilización con fines pacíficos de Página 10 de 10 www.uned-derecho.com LECCION 26.- LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL (II) la energía nuclear) que resulten inevitables, y que esa laguna no puede cubrirse sino por vía convencional o, en general, a través de la enunciación de nuevas normas primarias de obligación. En este sentido, se suele advertir en la doctrina que la teoría de la responsabilidad por riesgo (es decir, por actos no prohibidos que entrañen riesgos excepcionales) sería hoy por hoy aplicable sólo en los supuestos cubiertos por convenios internacionales. Ello no deja de ser cierto, y en tal sentido los Estados se esfuerzan por regular esta materia a través de regímenes convencionales cada vez más abundantes y minuciosos, que incluyen reglas de prevención e incluso de reparación, comprendiendo ésta en su caso la obligación de indemnizar a las víctimas de los accidentes. En el seno de la C.D.I. se ha encarecido la necesidad de seguir avanzando en un desarrollo progresivo del D.I. en este ámbito a través, sobre todo, de nuevos tratados internacionales. Ello, no obstante, no supone desconocer el valor, en el D.I. general, del principio de utilización no lesiva del territorio, el cual implica la necesidad de compatibilizar la libertad de acción del Estado en el marco de su soberanía territorial con los intereses dignos de protección jurídica de otros Estados. Dicho principio, expresado por el tribunal encargado de dirimir el litigio que oponía a EEUU y Canadá en el asunto de la Fundición de Trail en el laudo de 1941, ha sido objeto de una más reciente formulación contenida en el principio 21 de la Declaración de Estocolmo. También aparece reiterado en otras importantes declaraciones de intención como la Carta de derechos y deberes económicos de los Estados adoptada por la A.G. de las N.U. en su resolución 3281 (XXIX) o en la Declaración de Rio sobre medio ambiente y desarrollo e 1992. Con todo, se está en general de acuerdo en que no es posible atribuir un valor absoluto a un principio tan genérico, siendo imprescindible la existencia de una serie de normas casuísticas, que se inscriben en el intento de desarrollar el D.I. en esta materia, en el doble plano de la prevención y de la reparación. Página 11 de 11