SEGUNDA SEMANA TEMA: DESARROLLO SISTEMÁTICO DE LA PRUEBA EN EL ÁMBITO DEL PROCESO CIVIL PRESENTACIÓN El tema de la prueba procesal resulta de trascendental importancia en la decisión final a expedirse en un determinado proceso civil, razón por la cual es necesario determinar con claridad cuáles son los posibles objetos de prueba, quién es aquel que ha de ofrecerla en el proceso, cual es la valoración que de aquella ha de llevar a cabo el juzgador, y finalmente como colofón de todo esto, es forzoso comprender cual es la función que tiene la prueba en el proceso. 123 Sub Tema 1: EL OBJETO DE LA PRUEBA PRESENTACIÓN Dado que lo que se prueba en un proceso son principalmente hechos, deviene en necesario determinar que hechos son aquellos que serán objeto de prueba, pues caso contrario nos enfrentaríamos a la necesidad de probar absolutamente todo lo que afirmamos, con lo cual se lle g aría a la imposibilidad práctica de tramitar un proceso. PREGUNTAS GUÍA: ¿Por qué es necesario determinar el objeto de la prueba? ¿Cuáles son los posibles objetos de prueba en un proceso? 124 GARCIMARTÍN MONTERO, REGINA "LOS POSIBLES OBJETOS DE PRUEBA". EN: EL OBJETO DE LA PRUEBA EN EL PROCESO CIVIL, CEDECS EDITORIAL S.A., BARCELONA, 1997. 1 LOS HECHOS 1.1. ¿Qué es un hecho? Si consideramos como objeto de la prueba las afirmaciones que han realizado las partes acerca de los hechos, debemos delimitar también lo que se ha de entender por hecho. La dificultad de establecer un concepto de hecho deriva de su amplitud. Una posibilidad sería una definición de tipo negativo; es cuestión de hecho en el proceso todo aquello que no es cuestión de derecho; sin embargo, como veremos más adelante la distinción entre hecho y derecho no deja de ser controvertida. Por otra parte resulta prácticamente imposible hacer un elenco exhaustivo de los supuestos en los que nos encontramos ante cuestiones de hecho. Sin embargo, es importante señalar que no caracteriza necesariamente al hecho el pertenecer a la realidad material, puesto que existen circunstancias que a pesar de no tener entidad material son objeto de prueba en el proceso: la intención, el conocimiento que una persona tiene de un determinado hecho, la culpa, etc. Tampoco es imprescindible que el hecho sea una realidad de una duración fácilmente determinable, sino que, aunque no constituyan hechos concretos, también pueden ser probadas actividades o situaciones en la medida en que constituyen un estado o una sucesión de hechos o actos susceptible de ser constatado'. El Tribunal Supremo considera cuestiones de hecho la posición o situación de un local o de una finca (STS de 24 de septiembre de 1986 —RA 4785-), la existencia de prórroga de una obligación (STS de 28 de marzo de 1985 —RA 1218-), la determinación de si un lugar litigioso es vía de uso público o privado (STS de 11 de julio de 1989 —RA 5599-) o la existencia o inexistencia de un contrato (STS de 8 de noviembre de 1989-RA 7860-). 125 Por tanto, en principio, cualquier realidad material o inmaterial puede ser considerada un hecho a efectos de su capacidad para ser objeto de prueba, con independencia de que posteriormente se deba analizar si reúne los requisitos de legalidad, posibilidad, etc, que permiten que realmente llegue a ser objeto de prueba en el pleito'. 1.1.1. La distinción entre hecho y derecho. La distinción en el proceso entre ios hechos y el derecho se podría presentar como una tarea relativamente sencilla en el ámbito extraprocesal, puesto que en principio se debería considerar fuente de derecho todo lo recogido en nuestro ordenamiento como tal (artículo 1 CC), aún con las dificultades que ofrece esta enumeración, al encontrarse dentro de la ley civil. Siguiendo este criterio, todo aquello que no sea fuente de derecho en dicho artículo ha de entenderse que forma parte de la questio facti. Sin embargo esta cuestión carece de la simplicidad que a primera vista pudiera tener; no debemos olvidar que la distinción entre hecho y derecho es hasta cierto punto un mero artificio, puesto que al fin y al cabo la propia existencia del derecho no deja de ser un hecho'. No obstante, tradicionalmente se habla dentro del ámbito del proceso de cuestiones de hecho como contrapuestas a las cuestiones de derecho, otorgándoles a unas y otras distinto tratamiento. Ante la imposibilidad de diferenciar claramente el ámbito del derecho y el de los hechos, esta distinción viene a ser un círculo vicioso en el que ambos elementos se limitan mutuamente. Es más, existe una zona que se podría considerar "fronteriza" entre las cuestiones de hecho y las de derecho, que estaría constituida por los conceptos jurídicos indeterminados 2 DEVIS ECHANDIA califica los hechos en cinco grupos: conductas humanas, hechos de la naturaleza, cosas u objetos materiales o aspectos de la realidad material, la persona humana y los estados o hechos psíquicos o internos del hombre, vid. Teoría...,t. 1, cit., p. 158 y ss. BOBB/O, N., Fatto normativo, en Enciclopedia del Diritto, t. XVI, p. 988 y ss y PIZZORUSSO, A., Suite distinzione fra accertamento dei fatti ed applicazione delie norme giuildiche, en Studi i.n onore di Tito Carnacini, t. 11, vol. 1, Milán, Giuffré, 1984, p. 629. 126 o la calificación jurídica del hecho, en estos casos, la inclusión dentro de las cuestiones de hecho o de derecho es casi arbitraria. Es en el ámbito del proceso donde la tan discutida separación entre la cuestión de hecho y la de derecho adquiere mayor relevancia y complejidad, lo que ha llevado a la doctrina a negar la posibilidad de una distinción rígida entre ambos`', pero a pesar de las dificultades que sin duda existen se hace necesario al menos un intento de determinación de ambos campos, puesto que el tratamiento que la ley les otorga es totalmente diverso'. En el pleito, en materia probatoria, la distinción tiene interés a la hora de concretar el material que debe ser aportado al proceso por los litigantes y por el juez. Todo aquello que corresponda al juez, estará sustraído a contradicción de las partes y no podrá ser objeto de prueba; por el contrario, los datos cuya aportación al proceso ha dejado la ley en manos de las partes, únicamente pueden ser llevados por éstas a la litis y, para poder ser tenidos en cuenta por el juez, como regla general habrán de ser probados'. DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t.1, cit., p. 185; GALLARDO RUEDA, A., Trascendencia actual de la diferenciación "ius" — "factum", en B1MJ, 1948, n°70, p.6; GUASP,J., La prueba..., cit., p.41; SERRA DOMINGUEZ, M., Comentarios a la Reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil (coordinados por CORTES DOMINGUEZ, V), Madrid, Ed. Tecnos, 1985, p. 843 y844 y SILVA MELERO, V, La prueba procesal,t.l, cit.; p. 52. 5 GUASP, J., Juez y hechos en el proceso civil, Barcelona, Bosh, 1943, p.11. DENTI señala incluso que la distinción entre hecho y derecho depende en gran medida de los criterios que existan en cada ordenamiento; de este modo, en los países del civil law, esta delimitación se establece en función de la posibilidad de que el asunto debatido sea revisable en casación, y en los del common law, según su determinación competa al juez o al jurado. JOLOWICZ también señala cómo un examen del estado de la cuestión en derecho comparado, pone de manifiesto la relatividad de cualquier criterio, por ejemplo, la calificación jurídica de los hechos en Francia se considera cuestión de hecho y en Inglaterra cuestión de derecho. Vid. DENTI, V, Cientificidad de la prueba en relación principalmente con los dictámenes periciales y la libertad de apreciación del juzgador, en RDPI, 1972, p. 283 y 284 y JOLOWICZ, J.A., L'expert, le témoin et le juge dans le procés civil en droits francais et anglais, en Revue lnternationale de Droit Comparé, 1977, n°11, p. 287. 6 En este sentido, SENTIS entiende que incluso la distinción entre hecho y derecho es un artificio impuesto legalmente; de modo que ambos aparecen unidos a lo largo de todo el proceso y en determinados casos —por ejemplo, en la redacción de la sentencia- la ley exige su separación. Vid. La prueba ..., cit.,p. 311 y ss. 127 Tradicionalmente se habla de un cierto reparto de tareas en el proceso, de modo que a las partes corresponde probar los hechos y al juez conocer el derecho, según aparece recogido en el clásico aforismo da mihi factum Babo tibi ius, si bien esta distinción tan tajante y simplista no se da en el proceso mas que en términos muy generales. No estamos ante compartimentos estancos ya que a menudo, como señala DIEZPICAZO', en la "historia" que las partes presentan al juez los aspectos e hecho y de derecho aparecen entremezclados y los hechos no están exentos de valoraciones jurídicas, debido a que son tenidos en cuenta desde el punto de vista de las normas. Incluso admitiendo que el bagaje utilizado por el juez a la hora de dictar sentencia pueda reducirse en último término a cuestiones de hecho y de derecho, tampoco se puede admitir de manera incondicional que las cuestiones de derecho estén reservadas al juez y las de hecho a las partes, puesto que una primera aproximación a lo que sucede en el proceso nos lleva a encontrar múltiples excepciones, dado que ni a la parte corresponde probar siempre todos los hechos, ni el campo del derecho está reservado al juez sin fisuras. Estas dificultades han llevado a la doctrina a buscar otros criterios para delimitar en el proceso lo que debe ser objeto de prueba y lo que corresponde aportar al juez como consecuencia de su obligación de conocer al derecho. De este modo CALAMANDREI 8 distingue, dentro de los instrumentos que el juez utiliza para su razonamiento, entre juicios abstractos, de contenido general, y juicios concretos, de contenido singular; los primeros están constituidos por normas jurídicas y máximas de experiencia, los segundos por acontecimientos históricos. Dos diferencias existen, según el mismo autor, entre ambas clases de juicios: la primera es la diversa función de unos y otros en la cadena de silogismos que da lugar a la sentencia, puesto que los juicios abstractos formarían siempre parte de la premisa mayor de un silogismo y los juicios concretos de la menor; y la segunda el modo en que el juez puede procurárselos, ya que DIEZ-PICAZO, L., Experiencias jurídicas..., cit. p. 217. 8 CALAMANDREI, P., La genesi logica della sentenza civile, en Studi sul processo civile, vol. 1, Padua, Ed. Cedam, 1930, p.47 y ss. 128 tendría plena libertad para adquirir los juicios abstractos, mientras que en los juicios concretos estaría limitado a los que le propongan las partes. El propio autor nos advierte del error que supondría identificar los juicios abstractos con la cuestión de derecho y los concretos con la cuestión de hecho, puesto que no sucede así necesariamente9. La utilidad de la distinción entre hechos y derecho, al menos a los efectos del presente trabajo, consiste en saber qué datos pueden y deben ser probados por las partes y cuáles han de ser aportados al proceso por el juez, estando exentos de prueba. En este sentido, parece evidente que, sea cual sea el criterio que se proponga, resulta difícil encontrar uno que se adapte sin excepciones al proceso civil actual. Tanto si entendemos que es materia reservada al juez el material que forma la premisa mayor en el silogismo que da lugar a la sentencia, y a las partes la premisa menor, como si consideramos que el juez aporta el derecho y las partes los hechos, siguen existiendo casos que no encajan ni en una ni en otra distinción. Es lo que sucede, por ejemplo, con la costumbre o el derecho extranjero, ambos forman parte de la premisa mayor en la sentencia, y no son hechos sino fuente de derecho 10 , y sin embargo han de ser probados por las partes. Lo mismo sucedería con las máximas de experiencia, que aunque no son derecho, suministran conocimientos de carácter general y son utilizadas por el juez a la hora de aprecia los hechos. Para CALAMANDREI, las máximas de experiencia serían, junto con las normas jurídicas, el otro elemento que compone los juicios abstractos que forman parte de la premisa mayor; sin embargo, cuando estas máximas son especializadas han de ser llevadas al proceso por las partes, constituyendo el objeto de la prueba pericia!. Tampoco resulta 9 No podemos dejar de resaltar que así como CALAMANDREI acude a la sentencia como silogismo para intentar superar las dificultades que nos ofrece la distinción entre hecho y derecho, GUASP entiende que es precisamente esta idea sobre la formación de la sentencia -acertada pero excesivamente simple- la que ha llevado al error de intentar lograr una nítida distinción entre los hechos y derechos. Vid. GASP, Juez y hechos..., cit, p.11 10 Como analizaremos más adelante, la doctrina no se cuestiona la naturaleza jurídica de la costumbre y el derecho extranjero, que sin lugar a dudas son derecho; pero sí pone de manifiesto que cuando se habla de ambos como cuestión de hecho en el proceso, es solamente a efectos de tratamiento que en el mismo reciben. 129 fácil de encajar en ninguno de estos esquemas el supuesto del hecho notorio, el cual es claramente una cuestión de hecho y puede estar exento de prueba; por otra parte, si la propia notoriedad del hecho es discutida, el hecho puede llegar a ser probado, aun cuando, en ocasiones, forme parte de la premisa mayor en la sentencia". Las dificultades teóricas y prácticas con las que tropieza cualquier intento de distinguir hechos y derecho, así corno las múltiples excepciones que encontramos en cualquier criterio diferenciador hacen que se pueda afirmar que nos encontramos ante una distinción que no es consecuencia de la naturaleza del hecho y de la norma jurídica, sino que viene impuesta por intereses relacionados con la actuación de los sujetos del proceso. Por tanto, si bien la diferenciación entre hechos y derecho puede ser de utilidad, habremos de tener siempre presente que nos encontramos ante una distinción que no es rígida, puesto que conoce de excepciones e incluso de categorías que reciben un tratamiento intermedio12. Llegado este momento, se impone una precisión terminológica, puesto que no solamente los hechos en sentido estricto componen el material fáctico que puede ser objeto de prueba en el proceso, sino que éste también está formado por máximas de experiencia, en algún caso normas jurídicas, etc. Sin embargo, habitualmente y para mayor simplificación se habla solamente de hechos, englobando en dicha expresión todas las materia que en el proceso pueden entenderse comprendidas dentro de las llamadas cuestiones de hecho. También se ha realizado así en este trabajo, por lo que conviene recordar que al analizar los requisitos y las características del hecho objeto de la prueba, se habrán de entender incluidos también todos aquellos datos que no constituyen propiamente hechos, pero que en el proceso reciben su mismo tratamiento a efectos de prueba. 11 Es el caso de la STS de 4 de diciembre de 1948 (RA 1431), EN LA CUAL EL Tribunal Supremo deduce la existencia de intimidación como vicio del consentimiento en una de las partes contratantes como consecuencia de la situación de terror en la que "pública y notoriamente" se encontraba la población de Alcoy. En este caso la notoriedad, a pesar de ser un hecho concreto forma parte de la premisa mayor de la sentencia. 12 Este sería el caso, como veremos más delante de los supuestos de prueba del derecho extranjero o de la costumbre. 130 Un caso dudoso es el de aquellos hechos que tienen directa relación con la existencia de la ley: la aprobación de la ley, su derogación... es dec ir, los llamados hechos normativos 13 . No se puede negar que estas situaciones constituyen hechos, del mismo modo que, como hemos señalado anteriormente, también es un hecho la propia existencia de la norma jurídica. Sin embargo, dentro del concepto de hecho como contrapuesto a derecho que se maneja en el ámbito del proceso, parece lógico considerar cuestiones de derecho —a efectos de su tratamiento procesal- a los llamados hechos normativos, dada su inseparable conexión con la norma jurídica en sí. De admitir la postura contraria se llegaría al absurdo de considerar que la parte debe probar los hechos que dan lugar a la aplicación de la norma, pero aunque la propia existencia de la ley deba ser probada ante el juez, luego se presume que éste conoce su contenido. Cabe concluir a este respecto que la noción de derecho —y por ende la obligación de su conocimiento que atañe al juez- se extiende también a todos aquellos actos que son presupuesto de la propia existencia de la norma, como son su promulgación, publicación o derogación. Incluso en el caso de que la entrada en vigor dependiera de un hecho distinto de la publicación de la norma, tal hecho no necesitaría ser probado por las partes y el juez debería procurarse su conocimiento". Por esta razón, discrepamos con la postura que sostiene que cuando la existencia de la ley sea discutida se daría cierta interferencia entre el hecho y el derecho y que en estos casos sería necesario aportar prueba, aunque de no darse ésta, podría ser averiguado por el juez15. Existen dos supuestos en los que la distribución entre hecho y 13 BOBB10, N., Fatto..., cit., en Enciclopedia del Diritto, t. XVI, p. 994. 14 MICHELI, G.A., lura novit curia, en RivDPC, 1961,p.595. 15 COUTURE, E.J., Fundamentos de Derecho Procesal Civil, Anos Aires, R,. Depalma Editor 1958, p.220. Creemos que el autor parte de una premisa errónea como es el considerar que "la propia existencia o inexistencia de la ley, que es en sí misma derecho, puede derivar en un tema de hecho", no deja de parecer extraño que la existencia de cierta discusión acerca de la norma transforme la cuestión de derecho en cuestión de hecho. 131 derecho resulta especialmente problemática; se trata de los casos de la interpretación y la calificación jurídica. A. Interpretación La interpretación de las normas jurídicas en la sentencia, es tarea que corresponde a los jueces y que se incluye dentro de la aplicación del derecho; así se puede deducir del artículo 3.1 CC, dedicado a regular la interpretación de las normas jurídicas. que el legislador ha situado dentro del Capítulo dedicado a su aplicación16. La interpretación es una labor necesaria para poder realizar la subsunción del supuesto de hecho en la norma correspondiente. Esto es debido a que la ley no puede recoger todos los supuestos que se pueden llegar a producir en la realidad —tarea que sería a todas luces imposible-, sino que lo que hace es establecer normas 16 La S TC 141/82 de 13 de octubre afirma: "la interpretación y aplicación razonada de la legalidad es función que corresponde a los órganos de la jurisdicción ordinaria"; vid, también STC 351/93 de 29 de noviembre y ATC 1210/88 de 7 de noviembre. Numerosa jurisprudencia del Tribunal Supremo se pronuncia también en este sentido, señalando que la labor interpretativa corresponde al juez de instancia: SSTS de 30 de diciembre de 1922 (CL t. 157 n'78), 22 de diciembre de 1941, (RA 1399), 14 de octubre de 1958 (RA 3092), 23 de enero de 1960 (RA 113), 17 de octubre de 1961 (RA 3306), 30 de marzo de 1962 (RA 1638), 12 de diciembre de 1962 (RA 4819), 17 de abril de 1964 (RA 1947), 7 de febrero de 1964 (RA 633), 23 de octubre de 1965 (RA 4605), 26 de febrero de 1970 (RA 1013), 30 de abril de 1971 (RA 2406), 16 de abril de 1975 (RA 1718), 6 de julio de 1978 (RA 2751), 9 de junio de 1980 (RA 2401), 10 de noviembre de 1981 (RA 4470), 27 de noviembre de 1981 (RA 4674), 10 de noviembre de 1982 (RA 6536), 6 de junio de 1983 (RA 3290), 26 de junio de 1983. (RA 3286), 23 de marzo de 1984 (RA 1432), 10 de abril de 1984 (RA 1955), 5 de octubre de 1984 (RA 4758), 10 de octubre de 1984 (RA 4768), 7 de noviembre de 1988 (RA 1210), 18 de marzo de 1991 (RA 2265) y 30 de mayo de 1991 (RA 3948). Ello no obsta para que los litigantes puedan en sus escritos proponer la interpretación de la norma que consideran más conveniente, como señala el ATC 353/92 de 24 de noviembre: "tanto en los procesos ordinarios como en los constitucionales la prueba debe versar sobre hechos y lo que por la parte promovente del recurso se pretende acreditar no es una cuestión de hecho (...) sino que se intenta la determinación del alcance espacial que sobre el régimen de protección quepa atribuir a la normativa en cuestión, que, si bien, como se indica, no puede ser objeto de prueba, puede ciertamente requerir la correspondiente indagación interpretativa de las normas vigentes aplicables". 132 generales, agrupando los hechos por categorías según posean unas determinadas características'''. Es el juez quien debe fijar el contenido de los conceptos establecidos en la ley, que en algunos casos vienen más determinados que en otros; según el grado de concreción del concepto, la labor interpretativa del juez será más o menos necesaria. De este modo es en el caso de los llamados conceptos jurídicos indeterminados donde la función interpretadora del juez adquiere mayor relevancia. Sin embargo, no cabe duda de que el juez cuando deba aplicar una norma que contiene un concepto jurídico indeterminado se encuentra ante una situación de mera aplicación del derecho 18 . El concepto jurídico indeterminado sería, simplemente, un caso en el que la ley ha establecido de manera más difusa las categorías de hechos a los cuales se ha de aplicar la norma jurídica19. 17 CALAMANDREI, R, La genesi..., cit, p. 19. DEL VECCHIO señala que precisamente ésta es una de las características de la norma, si se limitara a recoger todos los supuestos posibles sería un enunciado de hechos y no una norma jurídica; vid. DEL VECCHIO, G., Filosofía del Derecho, Barcelona, Bosch, 1935 (Adiciones por L. Recasens Siches), p. 480 y ss. 18 La STS de 28 de abril de 1964 (RA 2653), en el orden contencioso-administrativo, establece que el concepto jurídico indeterminado requiere un proceso de subsunción en el caso concreto en que se aplique, "es decír, se trata de un supuesto normal de aplicación del Derecho, sometido sin traba alguna, por eso precisamente, a la función jurisdiccional, encargada de velar por la recta aplicación de la Ley al mundo de los hechos". Vid, en el mismo sentido, STS de 22 de julio de 1982 (RA 4829). 19 GARCIA DE ENTERRIA distingue dentro del concepto jurídico indeterminado, tres zonas : una de certeza positiva, otra de certeza negativa y una tercera a la que denomina zona intermedia o de incertidumbre o "halo" del concepto. En la zona de certeza positiva es clara la posibilidad de subsunción de un hecho dentro del concepto jurídico indeterminado, del mismo modo que tampoco ofrece problemas la exclusión en la zona de certeza negativa. Es en la zona de incertidumbre donde corresponde al juez determinar sí se puede producir o no producir la subsunción. Vid. GARCIA DE ENTERRIA, E., y FERNANDEZ., T.R., Curso de Derecho Administrativo, I Madrid, Ed. Civitas, 1993, p. 447. En realidad, el esquema propuesto por este autor para el concepto jurídico indeterminado valdría también para todos los conceptos utilizados por la ley; lo que sucedería es que el llamado "halo" o zona de incertidumbre se reduciría inversamente al grado de determinación de los conceptos. 133 A pesar de que el Tribunal Supremo ha admitido que la subsunción de los hechos en el concepto jurídico indeterminado constituye un supuesto de aplicación del derecho, existe una jurisprudencia desigual que en algunos casos viene, inexplicablemente, a considerar su aplicación como una cuestión de hecho, es lo que sucede con los conceptos de dolo, conducta culposa, relación de causalidad, buena o mala fe o temeridad 20 . También es necesario tener en cuenta que la función interpretadora del juez no se limita sólo a la norma jurídica, sino que se extiende a lo pactado por las partes, ya que lo acordado tiene entre los contratantes 20 Estos conceptos se consideran cuestión de hecho en las SSTS de 23 de Octubre de 1930 (RA 1212), 4 abril de 1932 (RA 991), 8 de abril de 1962 (RA 2762) 23 de noviembre de 1968 (RA 5042), 6 de marzo de 1969 (RA 1176), 23 de octubre de 1984 (RA 4971), 30 de junio de 1986 ( RA 4403), 4 de julio de 1986 (RA 4409), 12 de junio de 1987 (RA 4294), 24 de abril de 1991 (RA 3024) y 6 de julio de 1993 (RA 6108); como cuestión de derecho se refieren a ellos las SSTS de 27 de septiembre de 1985 (RA 4447), 26 de noviembre de 1985 (RA 5901), 26 de febrero de 1986 (RA 859), 15 de octubre de 1992 (RA 7823) y 23 de diciembre de 1992 (RA 10685). En estas sentencias, las distintas nociones que se manejan aparecen consideradas como un concepto jurídico que se apoya en la valoración de unas conductas de hecho determinadas, pero aún partiendo de la misma base, llegan a conclusiónes distintas en cuanto a su naturaleza jurídica. En ocasiones, el Tribunal Supremo distingue, dentro de un mismo concepto, unos aspectos que pueden considerarse cuestión de hecho y otros cuestión de derecho, como en el caso de la STS de 6 de marzo de 1989 (RA 1996), que afirma que la existencia de culpa o negligencia es cuestión de hecho y que sin embargo, es cuestión de derecho la suficiencia o deficiencia del elemento causal, la existencia de relación o enlace entre la acción u omisión y el efecto; lo mismo dispone la STS de 26 de octubre de 1981 (RA 3965); también la STS de 8 de febrero de 1955 (RA 342) señala: ''si bien el concepto de dolo es una calificación jurídica, la determinación de su existencia en los negocios jurídicos con la consecuencia de la nulidad es (...) una cuestión de hecho" y en el mismo sentido se pronuncia la STS de 26 de noviembre de 1985 (RA 5901). En relación con la buena fe, la STS de 6 de julio de 1993 (RA 6108) afirma: "la buena fe, como tal valoración de conductas que en cuanto al ejercicio de derechos establece el art. 7 es cuestión de hecho de la libre apreciación del juzgado de instancia, en cuanto a la existencia del supuesto fáctico, aunque como tal 'máxima de experiencia", permite al tribunal de casación su revisión si el concepto jurídico deducido resulta erróneo". 134 fuerza de ley (artículo 1091 CC) 21 ,siempre y cuando se respeten las condiciones establecidas en el artículo1255 CC. Por tanto, también en la interpretación de los contratos estará vedada la actividad probatoria de los litigantes, puesto que es una labor que no les corresponde a ellos, sino el juez. DANZ 22 a este respecto señala que el juez al interpretar las afirmaciones utilizadas por las partes no determinada lo que éstas pretendían en el momento del acuerdo —lo que sí constituiría una cuestión de hecho y sería objeto de prueba- sino que a lo pactado le otorga el significado que tendría "normalmente" y "según la experiencia"; únicamente se concede eficacia a la intención de los contratantes en los casos en que exista dolo, error o una circunstancia similar por la que se pretenda destruir la eficacia del ne g ocio jurídico, sólo en estos supuestos la intención de las partes es una cuestión de hecho que deberá ser probada. B. Calificación jurídica La calificación jurídica viene a ser el punto en el que confluye la interpretación de la norma con el resultado de la prueba acerca de los hechos aportada por las partes. En ocasiones la calificación jurídica aparece ya en la ley, pero esto sucede con escasa frecuencia y normalmente será el propio juez quien, a la vista de las circunstancias que concurren en los hechos probados, deberá realizar la calificación jurídica del supuesto planteado23. 21 La STS de 23 de marzo de 1984 (RA 1432) afirma: " La tarea interpretativa de las declaraciones negociables viene encomendada al arbitrio del Juzgador de instancia, cuya valoración ha de prevalecer en tanto no presente resultados reñidos con la lógica ". Vid. en el mismo sentido SSTS de 30 de octubre de 1922 (CL t. 157 n° 78 ), 22 de diciembre de 1941 (RA 1399 ), 7 de febrero de 1964 (RA 633 ), 23 de octubre 1965 (RA 4605), 26 de febrero de 1970 (RA 1013), 16 de abril de 1975 (RA 1718), 9 de junio de 1980 (RA 2401), 6 de junio de 1983 (RA 3290), 10 de abril de 1984 (RA 1955), 5 de octubre de 1984 (RA 4768), 18 de marzo de 1991 (RA 2265), 4 de noviembre de 1994 (RA 8373), 16 de noviembre de 1994 (RA 8873), 24 de junio de 1995 (RA 4984), 4 de diciembre de 1995 (RA 9195) y 8 de julio de 1996 (RA 5664). 22 DANZ, E., La interpretación de los negocios jurídicos, Estudios sobre la cuestión de derecho y la cuestión de hecho, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado,1931, (Trad. W. Roces), p. 53 y ss. 23 CALAMANDRE1, P, La genesi..., cit, p. 23. 135 Se puede afirmar que en la calificación jurídica coexiste un elemento de derecho con otro de hecho: el elemento de derecho es la interpretación de la norma jurídica que ha realizado el juez, el elemento de hecho es el aportado por las partes y en el que se ha basado el juez para otoraar una u otra calificación. Los problemas que se puedan presentar con la calificación jurídica, se puede reducir, en último término a un problema de interpretación de la norma aplicable. El elemento interpretativo sería, como ya hemos analizados en el epígrafe anterior, una cuestión de derecho, que como tal correspondería exclusivamente al juez de forma que no puede recaer sobre él actividad aprobatoria. Por el contrario, sí son objeto de prueba los hechos sobre los que recae una calificación jurídica determinada 24 . La calificación jurídica como cuestión de derecho ha sido una materia tratada en numerosas ocasiones por nuestro Tribunal Supremo, que ha señalado en constante jurisprudencia que el juez no tiene por qué estar vinculado a la calificación que las partes otorguen a los hechos y por tanto puede ser alterada sin que constituya vicio de incongruencia25 1.1.2. Momento de creación del hecho Los hechos que se le presentan a! juez en el pleito forman parte de una historia ya sucedida, por esta razón, las cuestiones de hecho que son probadas en el pleito pertenecen siempre al pasado. 24 25 SCHÓNKE, A., Derecho Procesal Civil, cit., p. 201 y ss. La STS de 25 de abril de 1985 (RA 1811) señala: "Los jueces y tribunales tienen potestad para calificar los actos y contratos que se someten a su consideración, sin vinculación a las definiciones jurídicas de las partes, siempre que se respete la causa de pedir (los hechos y la solución jurídica que lógica y razonablemente éstas postulen) y que su calificación no incida en flagrante error jurídico o conclusión absurda o irrazonable". Representativas de esta línea jurisprudencial son también las SSTS de 7 de mayo de 1927 (CL t. 175 n°22), 29 de abril de 194 (RA 1317), 27 de septiembre de 1962 (RA 3786), 8 de junio de 1967 (RA 3270), 3 de febrero de 1984 (RA 574), 20 de mayo de 1985 (RA 2401), 31 de mayo de 1985 (RA 2835), 12 de noviembre de 1985 (RA 582), 10 de mayo de 1986 (RA 2717), 7de noviembre de 1986 (RA 6218), 18 de marzo de 1988 (RA 2219), 16 de marzo de 1989 (RA 2154), 13 de abril de 1989 (RA 2154), 19 de abril de 1990 (RA 2731), 25 de marzo de 1993 (RA 2239) y 10de junio de 1993 (RA 5407). En el mismo sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional en sentencia 88/92 de 8 de julio. 136 Los hechos pasados constituyen el objeto de la prueba por antonomasia; pero ni siquiera todos los hechos pasados pueden probarse, sino que la actividad probatoria ha de recaer sobre aquellos que están contenidos en los escritos alegatorios del proceso. Esto supone que los hechos acaecidos con posterioridad a ese momento —aunque en el momento en que se practica la prueba sean ya hechos pasados-, no son susceptibles de prueba, ya que así fuera se estaría permitiendo la prueba sobre datos nuevos, no conocidos por la contraparte en el momento de efectuar las alegaciones y proponer prueba 26 . La exclusión de estos hechos ya pasados pero sucedidos después de los actos alegatorios del proceso , requiere una particular atención por parte del juez en el momento procesal en que se produce la práctica de la prueba, ya que es entonces cuando cabe introducir datos nuevos por esta vía, por ejemplo a través de una pregunta realizada al testigo sobre un acontecimiento producido con posterioridad el momento en que se realizaron las alegaciones. Lógicamente si ni siquiera todos los hechos pasados pueden ser objeto de prueba, mucho menos los presentes o futuros. Si los hechos presentes son aprobados en alguna ocasión, esto es únicamente en la medida que se trata de acontecimientos ya producidos que permanecen en el tiempo, por ejemplo, un supuesto de ruina de un edificio que ha sido denunciado en la demanda y que, persistente en el momento del proceso, es objeto de una prueba pericial o de un reconocimiento judicial. Sin embargo, DEVIS ECHANDIA27 considera que los hechos futuros pueden ser en determinados supuestos objeto de prueba, y propone como ejemplo el supuesto del cálculo del lucro cesante por 26 Vid. STS de 17 de febrero de 1992 (RA 1261): "si los pleitos deben fallarse según la situación de hecho y de derecho en que estaban las partes y las cosas objeto de ellos al presentarse la demanda, claro es que no puede darse relevancia ni valor jurídico a los hechos posteriores a la demanda, ni en consecuencia, en el presente caso, a transmisiones efectuadas de locales del inmueble construido sobre el terreno a que afecta la controversia con posterioridad a la presentación de la expresada demanda"; vid. también STS de 27 de marzo de 1951 (RA 1002). 27 DEVIS ECHANDIA, H, Teoría..., t.1, cit., p. 160. 137 actividades futuras. Pero en realidad, aquí no nos encontramos ante la prueba de un hecho futuro, sino ante hipótesis o previsiones que se realizan acerca del mismo. En todo caso podrán probarse los hechos pasados en los que pretendamos buscar un fundamento para esas previsiones; pero imposible probar un hecho que no existe en la realidad y ni tan siquiera se sabe si se llegará a producir. 1.1.3 El llamado hecho negativo Muy frecuentemente, las proposiciones que se le presenten al juez tendrán forma de afirmaciones positivas, pero también puede suceder que lo afirmado por la parte tenga un contenido negativo, como sería, por ejemplo, alegar que la contraparte no ha efectuado el pago del precio de una compraventa. La cuestión de la prueba del hecho negativo es en el fondo un problema que afecta a la carga, aunque esta discusión en ocasiones se ha venido a trasladar erróneamente al ámbito del objeto de la prueba28 . Resulta insostenible la afirmación según la cual ningún hecho negativo puede ser probado; si es cierto que normalmente la prueba del hecho negativo resulta más fácil que la de un hecho positivo, pero esto no nos puede conducir a la precipitada conclusión de que no cabe la prueba del hecho negativo. En muchas ocasiones las aseveraciones de carácter negativo encierran una de tipo positivo 29 , de este modo, cuando lo que se trata de probar es la ausencia de una cualidad determinada es suficiente con probar que la persona, objeto o hecho en cuestión poseen la cualidad contraria, así la prueba de la inexistencia de buena fe se podrá acreditar probando que existió mala fe, la ausencia de diligencia mediante la prueba de la negligencia, etc. A menudo también será posible la prueba 28 Según DEVIS ECHANDIA este error tiene su explicación histórica en una mala interpretación de la doctrina romana, que se generalizó en la Edad Media, y que quedó plasmada en los principios el incumbit probatio qui dicit non qui negat y per rerum natura factum negantis probatio nulla est, que en un origen se referían al demandado que se opone a la demanda limitándose a negar sus hechos. Vid. Teoría..., t. 1., cit., p. 207. 25 GUASP, J., Comentarios..., cit., p. 369. 138 a través de la coartada: un hecho positivo incompatible con el hecho negativo afirmado; con lo cual se podrá acreditar, por ejemplo, que una persona no estaba en un momento determinado en cierto lugar si se prueba que se encontraba en un sitio distinto. En ambos supuestos la prueba resulta relativamente sencilla puesto que en el fondo se reconducen a situaciones de prueba de un hecho positivo". La jurisprudencia del Tribunal Supremo tiende de su mayoría a afirmar que la regla incumbit probatio el qui dicit, non qui negat, no tiene carácter absoluto3 ' ; si bien como regla general, admite la prueba del hecho negativo para aquellos supuestos en que sea posible la contraprueba mediante coartada32. Sin embargo, pueden existir otros casos en el que el hecho negativo puede fácilmente ser objeto de prueba aun no existiendo un hecho positivo contrario; son, por ejemplo, aquellos en que la ausencia o inexistencia de un hecho, siendo duradera en el tiempo, es susceptible de ser percibida sensorialmente. Nada impediría -desde el punto de vista del objeto de la prueba- la práctica de una prueba de reconocimiento judicial dirigida a acreditar la ausencia de ruidos en un lugar determinado, la inexistencia de una acequia de riego en una finca", la falta de 30 BONNIER, E. Tratado teórico y práctico de las pruebas en Derecho Civil y en Derecho Penal, Madrid, Ed. Reus 1929 (Trad. J. Vicente y Caravantes), p. 47; COUTURE, E. J., Fundamentos ..., cit., p. 246 y MARTINEZ SILVA, C., Tratado de las pruebas judiciales, Buenos Aires, Ed. Atalaya, p. 36 y 37. 31 La STS de 8 de marzo de 1991 (RA 2200) señala que "si bien es cierta la vigencia de la conocida regla "incumbit probatio el qui dicit, non qui negat", la misma no tiene un valor absoluto y axiomático", vid, también SSTS de 4 de marzo de 1933 (RA 1525), 20 de febrero de 1943 (RA 289), 3 de enero de 1948 (RA 6), 24 de diciembre de 1960 (RA 4107) y 18 de octubre de 1966 (RA 4442). 32 Así lo afirma la STS de 5 de noviembre de 1993 (RA 8612) según la cual "los hechos positivos para la parte contraria proyectan sobre esta la obligación de su prueba"; en el mismo sentido se pronuncia la STC 48/84 de 4 de abril y las SSTS de 13 de julio de 1892 (CL t. 72 n° 17), 26 de enero de 1922 (CL t. 155 n° 27), 29 de febrero de 1932 (RA 929),20 de febrero de 1943 (RA 298), 8 de octubre de 1984 (RA 4765) y 30 de octubre de 1992 (RA 8354). 33 Vid. STS de 17 de junio de 1947 (RA 774), que señala como resultado probatorio que de la prueba de reconocimiento judicial practicada se puede apreciar que en la finca "no existía la acequia de riego". 139 permeabilización de la cubierta de un edificio 34 , una prueba pericia! que demuestre que no hay grietas en un edificio, etc. Existen otros supuestos cuya prueba sin duda sería mucho más difícil, como puede ser la ausencia de pago —no existe un hecho positivo contrario, ni puede ser percibido sensorialmente- pero incluso en este caso, no existe ningún obstáculo a que tal hecho, o mejor dicho, la ausencia del mismo, sea objeto, por ejemplo, de prueba de confesión35. Por consiguiente, creemos que los casos en que la prueba del hecho negativo reviste mayor dificultad, no es cuándo la alegación negativa revista un alto grado de indeterminación 36 , sino en aquellos supuestos en que no sea posible la percepción sensorial del hecho. Tan determinada —o indeterminada- es la declaración de que no hay caudal en una acequia como la de que no se ha realizado un pago, pero la primera es una realidad visible y la segunda no. Sin embargo, siendo teóricamente posible la prueba el hecho negativo, no hay duda de que en muchos casos la inversión de la carga de la prueba soluciona las dificultades que dicha prueba podría ocasionar. Esta es la postura sostenida por nuestro Tribunal Supremo, que afronta la cuestión del hecho negativo tratando de evitar que se convierta en la forma de abocar a la parte contraria a una probatio diabólica. En estos casos, la solución más practica es la de trasladar la carga de la prueba a la parte que ha realizado una afirmación de tipo positivo, pero sin que eso quiera decir que el hecho negativo no puede ser probado37. 34 STS de 22 de mayo de 1995 (RA 4090). 35 La RDGRN de 20 de febrero de 1985 (RA 1562) considera que la declaración del interesado acreditaba perfectamente un hecho negativo, como es que el interesado no haya vuelto a contraer matrimonio. También la STS de 22 de mayo de 1995 (RA 4086) considera suficientemente probado un hecho negativo (que un arquitecto no había dirigido una obra determinada) con base en los datos obrantes en autos, acreditados mediante prueba documental y de confesión. 36 Así lo sostiene parte de la doctrina, vid. BONNIER E., Tratado..., cit., p. 47; DEVIS ECHANDIA H.. Teoría... t. I, cit., p. 213: ROSENBERG, L., La carga de la prueba, Buenos Aires, EJEA, (Trad. E. Krotoschin), p. 295 y SCARDACCIONE, A., Le prove, Turín, UTET, 1965, p. 78. 37 La STC 140/94 de 9 de mayo, citando la STC 48/84 de 4 de abril sostiene que como concreción del principio de igualdad, se puede afirmar que "no puede 140 '.40190~~11 I 1.2 Presupuestos del hecho objeto de prueba 1.2.1. Presupuesto positivos A. Posibilidad a. La posibilidad del hecho La posibilidad de que haya acaecido el hecho objeto de prueba produce ciertas consecuencias procesales, especialmente en el ámbito probatorio. Un hecho, para poder ser considerado objeto de prueba, ha de ser posible; cuando no suceda así, aunque no existe ninguna norma en la ley que lo exija expresamente, el juez podrá denegar la actividad probatoria que se proponga al respecto". Hecho imposible es distinto de medio de prueba imposible. La imposibilidad del medio de prueba se refiere a la práctica, de este modo medio de prueba imposible sería por ejemplo, aquel que recae sobre una materia inexistente. La imposibilidad del hecho objeto de prueba y la del medio de prueba nos conducen a un mismo resultado: que nada puede aportar al proceso la actividad probatoria. Sin embargo, existe una diferencia entre ambos supuestos, y es que el medio imposible implica que la prueba no se podrá llegar a practicar, por ejemplo, llamar a declarar a un testigo que ha muerto. Si lo imposible es el objeto de prueba ésta sí se puede practicar pero o imponerse con carácter necesario la prueba de los hechos negativos cuándo es más simple la prueba del acto positivo contrario por parte del otro litigante", pues esta prueba imposible o diabólica es susceptible de causar indefensión, al no poder justificar procesalmente las circunstancias relativas a sus derechos e intereses legítimos". En el mismo sentido, vid. STC 138/92 de 13 de octubre y SSTS de 30 de noviembre de 1943 (RA 1295), 23 de septiembre de 1986 (RA 4782), 13 de diciembre de 1989 (RA 8828), 29 de enero de 1991 (RA 344) y 1 de febrero de 1995 (RA 1219). 38 MARTINEZ SILVA, C., Tratado..., cit., p. 45 y ss. El autor entiende que la no regulación del hecho imposible no es sino fruto de la cautela del legislador, totalmente digna de elogio. En realidad, como veremos más adelante, la denegación de la prueba sobre un hecho imposible, puede subsumirse sin dificultad en los supuestos regulados en los artículos 565 y 566 LEC. 141 bien no conducirá a ningún resultado o éste será inaceptable, como puede suceder. a modo de ejemplo, cuando se pregunta en confesión si el confesante estuvo en el mismo momento en dos sitios distintos. El efecto procesal que producen ambos supuestos de imposibilidad en último término es el mismo: que el juez ha de rechazar la prueba propuesta por su inutilidad. Muy distinta de la posibilidad es la idea de verosimilitud; la posibilidad alude a la realidad de un hecho, mientras que la verosimilitud se refiere a la mera apariencia de ser verdadero o real. Por esta razón, la inverosimilitud de un hecho por sí sola no debería llevar nunca a la no admisión de la prueba". A diferencia de la posibilidad, la verosimilitud es totalmente irrelevante a efectos de prueba. Se ha señalado acertadamente que el hecho imposible no es lo contrario del hecho notorio, sino que se trata de conceptos que se sitúan en dos planos distintos`". La idea de notoriedad se refiere a la difusión del conocimiento de un determinado hecho; la posibilidad, a su aptitud de existir. Por tanto, la notoriedad se podría aplicar al hecho imposible igual que a cualquier otro tipo de hechos, de manera que puede existir un hecho notoriamente imposible o notoriamente posible. b. Los distintos tipos de posibilidad La principal controversia que suscita el estudio del hecho imposible es la dificultad de determinar cuándo se puede hablar de imposibilidad de un hecho. No se deben confundir los hechos posibles con el modo habitual de sucederse los acontecimientos, de ahí la prudencia con que ha de actuar el juez. 39 CALAMANDRE1, R, Verdad y verosimilitud..., cit., en Estudios..., vol. III, cit., p. 348; GESTO, B., La pertinencia y utilidad de las pruebas, Pamplona, Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra, 1991, p. 57; ORDOÑO ARTES, C., Aspectos generales..., cit, p. 54 y SCHÓNKE, A., El ámbito de la práctica de la prueba en el proceso civil, en ADC, 1950, t. III, fasc. II, (Trad. V. Fairén), p. 317. En opinión de FENECH, la inverosimilitud de un hecho es una circunstancia que hace todavía más necesaria su prueba, puesto que requiere que se destruya esa apariencia de imposibilidad. Vid. FENECH, M., Derecho Procesal Penal, 1., Barcelona, Ed.Labor, 1952, p. 724. 40 STEIN, E, El Conocimiento..., cit., p. 36. 142 Se podría distinguir entre dos tipos de imposibilidad: la física y la metafísica 41 . En ambos casos la imposibilidad supone transgredir una máxima de experiencia; sin embargo, la imposibilidad metafísica implica una carencia absoluta de posibilidad de que el hecho suceda; constituyen ejemplos de este tipo de imposibilidad que un padre sea más joven que su hijo que una persona pueda encontrarse al mismo tiempo en dos lugares diferentes, etc. Ene estos casos, el hecho no puede acaecer con independencia del lugar o momento en que nos encontremos, de la evolución de la ciencia o de cualquier otro factor. El otro tipo de imposibilidad es la llamada física o natural, en este caso, nos encontramos ante un concepto relativo, cuya determinación depende de distintos factores como pueden ser el avance de la técnica o de las circunstancias de tiempo y lugar en que se sitúa el hecho42. La imposibilidad física, a diferencia de la metafísica, no excluye totalmente que el hecho pueda suceder, sino que más bien hace referencia a la dificultad de que tal hecho se produzca. Por esta razón puede admitir diversos grados; se podría decir que los distintos grados de imposibilidad del hecho dependen de la falibilidad de la máxima de experiencia a la que contradicen. Así, por ejemplo, es mucho más fácil que se dé un hecho contrario a la máxima d experiencia según la cual las personas, cuando están nerviosas, tartamudean, que no uno opuesto a aquella por la que sabemos que la mantequilla se derrite con el calor. 41 DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. 1, cit, p. 318. El autor sigue la clasificación propuesta por FENECE!, el cual distingue entre imposibilidad metafísica, física y ordinaria o común; la primera es la que se opone al principio de contradicción, la segunda a "las leyes naturales o físicas que rigen de manera constante la naturaleza" y la tercera a "las normas aceptadas como constantes y regulares que rigen el curso ordinario de las cosas" (vid. Derecho Procesal Penal, cit., p. 723 y ss.); sin embargo, DEVIS ECHANDIA señala, creemos que con acierto, que únicamente la prueba del hecho metafísicamente imposible ha de ser rechazada de plano por el juez, en los otros dos casos la imposibilidad no habrá de ser obstáculo necesariamente para que la prueba sea admitida; por esta razón consideramos que, a efectos de prueba, no reviste ningún interés la distinción entre imposibilidad física e imposibilidad ordinaria o común. 42 BENTHAM, J., Tratado de las pruebas judiciales, t. II, Buenos Aires, EJEA, 1959, (Trad. D. Bravo y Destovett), p. 160 y ss; CALAMANDREI, P., Verdad y verosimilitud..., cit., p. 324 y CARNELUTTI, E, La prueba civil, cit., p. 17. 143 Por consiguiente, se puede observar que la noción de imposibilidad del hecho abarca desde la carencia absoluta de posibilidad de que el hecho se produzca, hasta la mera dificultad, en cuyo extremo nos encontraríamos con aquellos acontecimientos que, en cierto modo, se salen del curso normal de la naturaleza, los cuales, según BONNIER43, ni siquiera merecen el calificativo de imposibles; por consiguiente el carácter de extraordinario de un hecho no ha de ser obstáculo para que éste pueda ser objeto de prueba. c. Efectos procesales de la imposibilidad del hecho Las consecuencias que produce la imposibilidad de un hecho en el ámbito probatorio, dependen del tipo de imposibilidad ante el que nos encontremos. En el caso de la imposibilidad metafísica, parece claro que la postura del juez ha de ser la de inadmitir la prueba". Como ya señalamos anteriormente, no existe ninguna norma en la ley que así lo exija de modo expreso, pero en este caso el rechazo de la prueba propuesta se puede fundamentar legalmente en la aplicación del artículo 566 LEC. Este artículo dispone la no admisión de todas aquellas pruebas que el juez considere inútiles, y es evidente que reviste esta característica la dirigida a demostrar que ha sucedido un hecho que no se ha podido producir. Por tanto, aunque el hecho reúna las restantes cualidades que lo hacen pertinente: haber sido alegado, ser discutido, etc., estaría sobradamente justificada la denegación de la prueba por su inutilidad45. Pero además, en los casos en que el hecho es metafísicamente imposible, no sólo la prueba ha de ser rechazada por el juez, sino que además ha de considerarse excluido de la controversia. Esto supone que una eventual admisión de las partes del acaecimiento del hecho no tendría ninguna relevancia, ni debería ser tenida en cuenta por el juez46. 43 BONNIER, E., Tratado..., cit., p. 82. 44 DE LA OLIVA, A., Derecho Procesal Civil, (con FERNANDEZ, M. A.), t. 11, cit., p. 310, DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. I, cit., p. 318. 45 ORDOÑO ARTES, C., Aspectos generales..., cit., p. 54. 45 FONT SERRA, E., La prueba de peritos en el proceso civil español, Barcelona, Ed. Hispano Europea, 1974, p. IX (Introducción). 144 Cuando la imposibilidad no sea metafísica, el carácter relativo de la imposibilidad del hecho hace que la postura del juzgador ante la prueba deba ser mucho más cauta. En este caso, como antes señalábamos, la imposibilidad supone dificultad de que el hecho se produzca; por tanto, el juez habrá de ponderar los distintos factores que concurren en el caso concreto y en función de los mismos, admitir o denegar la prueba". Sin embargo, ante la duda, probablemente la postura más correcta sea la de admitir la prueba, puesto que la experiencia demuestra que, a menudo, hechos en un principio eran considerados imposibles, se han convertido en habituales al cabo del tiempo gracias al progreso de la ciencia. En todo caso, si el juez concluye que la prueba ha de ser denegada a causa de la imposibilidad del hecho cuya acreditación se pretende, nos encontraríamos —al igual que en el caso anterior- ante un supuesto de prueba inútil. B. Legalidad Otro de los requisitos de tipo positivo que ha de reunir el hecho para ser objeto de prueba es que tal hecho constituya un supuesto de prueba permitida por la ley". Se trata de hechos que, aun siendo aptos en principio para constituir objeto de la actividad probatoria, son excluidos de toda prueba por una disposición legal. Al igual que sucedía con la posibilidad, también en relación con la legalidad, cabe distinguir entre la aplicación de este requisito al hecho objeto de prueba y al del medio de prueba utilizado. Por tanto, un supuesto distinto del de las prohibiciones de objeto de prueba sería aquel en que la ley excluye el uso de un determinado medio de prueba ya sea en un determinado proceso, ya sea en relación con un hecho concreto. En estos supuestos, no puede hablarse propiamente de prohibición de prueba49 , puesto que se permite la actividad probatoria 47 DEVIS ECHAND1A, H., Teoría..., t. 1, cit., p. 318. 48 Es lo que algunos autores han denominado "imposibilidad legal del hecho" (GESTO, B., La pertinencia..., cit., p. 58 y ss) o"hecho legalmente indemostrable" (FENECH, M,, El proceso penal, Madrid, AGESA, 1982, p. 120), este autor pone de ejemplo, en el ámbito penal, el artículo 461 CP, en relación con la exceptio veritatis en el delito de injurias. 49 DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. 1, cit., p. 205. 145 acerca del hecho en cuestión, se trata simplemente de una limitación en los medios probatorios que pueden ser utilizados por los litigantes. Ejemplos de limitación de los medios de prueba en nuestra legislación son los artículos 1237 CC, 51 CCo o 2 LRC, o en relación con algunos procesos especiales los artículos 1579 o 1644 LEC. Es necesario determinar qué entendemos por legalidad del hecho objeto de prueba. La legalidad puede ser entendida en sentido amplio, considerando como tal todo hecho que se ha constituido en objeto de prueba de manera contraria a la ley. Según esta concepción, se podría defender que es objeto de prueba ilegal, por ejemplo, el que contraviene a lo dispuesto en los artículos 565 y 566 LEC, es decir aquél que no haya sido alegado, que sea admitido, que no tenga relación con el asunto debatido, etc.; también se podría considerar prueba ilegal la que vulnera las normas aplicables a los procesos especiales o a cada medio de prueba concreto, como pueden ser una confesión sobre hechos no personales del confesante, un documento que tiene por objeto hechos que requieren una prueba pericia! o la prueba, en un proceso especial, de un hecho ajeno a los que pueden ser debatidos en ese tipo de juicio. Esta noción de la legalidad del objeto de prueba, aunque es válida, resulta inútil al ser demasiado amplia, puesto que prácticamente todo el objeto de la prueba podría ser estudiado desde la perspectiva de la Por esta razón, consideramos que es más conveniente optar por un concepto mucho más restringido de la legalidad; entendiendo que constituyen supuestos de objeto de prueba ilícito únicamente aquellos en que la ley prohibe de manera expresa y para cualquier tipo de proceso la 50 Alguna sentencia se refiere a la prueba ilícita en este sentido, es decir, aludiendo a la que no respeta las normas procesales referentes al objeto de la prueba; es el caso de la STS de 10 de junio de 1992 (RA 5118), que señala que cabe rechazar la prueba propuesta, entre cosas razones porque "se trataría de una prueba ilegal de acuerdo con el artículo 6.3 del Código Civil, pues se estaría intentando practicar una prueba sobre hechos no debatidos en el juicio al haber sido admitidos, por lo que no puede ser objeto de prueba, tanto porque así lo establecen con carácter general los artículos 565 y 566 de la Ley de Enjuiciamiento Civil como de manera mucho más concreta para la confesión judicial lo ordena el art. 581 de la mencionada Ley Procesal Civil". Vid. también STS de 28 de junio de 1995 (RA 5314). 146 actividad probatoria sobre un hecho, aunque reúna los requisitos exigidos con carácter general para ser objeto de prueba: relevancia, carácter controvertido, haber sido alegado, etc. Por consiguiente, la legalidad del objeto de la prueba no se refiere a que el hecho sea lícito o no lo sea, ni a que cumpla los requisitos procesales para ser objeto de prueba, ni a que la actividad probatoria se haya llevado a cabo conforme a derecho, sino a que la ley no prohiba que sobre ese hecho pueda recaer actividad probatoria. Por otra parte, el término "prueba ilícita" tradicionalmente se viene aplicando a los supuestos de prueba contraria al artículo 11.1 LOPJ, es decir, aludiendo a aquellas pruebas obtenidas vulnerando derechos fundamentales o libertades públicas. Sin embargo, esta norma no constituye una limitación directa en el objeto de la prueba, sino que se trata de una disposición referente al modo de obtención de la prueba que sólo indirectamente redunda en el objeto. No se prohibe que el hecho sea probado, pero sí los métodos inconstitucionales de obtención de dicha prueba. Por consiguiente, el artículo 11.1 LOPJ se puede considerar excluído de los supuestos de ilegalidad del objeto de la prueba51. Desde este punto de vista, los únicos casos en que se puede hablar de objeto de prueba ilícito, son las prohibiciones de investigación sobre materias concretas, y aquellos en que la ley fija el modo de producirse de determinados hechos: las presunciones iuris et de jure. a. Prohibiciones de investigación de un hecho determinado El primer grupo al que hemos aludido es el de aquellos supuestos en que la ley prohibe que un determinado hecho sea objeto de prueba en el proceso. 51 Se pronuncia en este sentido, con anterioridad a la LOPJ, la STC 114 /84 de 29 de noviembre que señalaba que no existe ninguna norma que permita la denegación de la prueba obtenida vulnerando derechos fundamentales, desechando a este fin el articulo 566, ya que el mismo permite rechazar la prueba "con base en su contenido y no por las circunstancias que hayan podido presidir la forma de su obtención". La jurisprudencia posterior menciona siempre la vulneración de los derechos fundamentales en relación con la "obtención" de la prueba: STC 64/86 de 21 de mayo y SSTS de 29 de enero de 1991 (RA 455), 31 de enero de 1991 (RA 508), 23 de octubre de 1991 (RA 7355) y 13 de marzo de 1992 (RA 2088). 147 Se ha podido entender que constituía un supuesto de prueba prohibida la antigua redacción del artículo 141CC según el cual no estaba permitida la investigación de la paternidad de los hijos ilegítimos, y cuya redacción actual corresponde a la modificación introducida por la ley de 13 de mayo de 1981 52 . Sin embargo, tal norma no podía ser considerada propiamente como una prohibición del objeto de prueba, sino más bien del proceso en sí mismo, puesto que la limitación no se refiere de modo exclusivo a la prueba. Por tanto, consecuencia de la aplicación de esta norma sería la no admisión de la demanda correspondiente, al no admitirse la demanda no existe objeto probatorio". En la actualidad, la regulación concerniente a los secretos oficiales constituye prácticamente la única materia sobre la cual puede estar limitada la actividad probatorias'. 52 El artículo 141 CC disponía: "Fuera de los casos expresados en los número 1° y 2° del artículo anterior, no se admitirá en juicio demanda alguna que, directa ni indirectamente, tenga por objeto investigar la paternidad de los hijos ilegítimos en quienes no concurra la condición legal de naturales". 53 Vid. MARTINEZ CALCERRADA, L., La discriminación de la filiación extramatrimonial, Madrid, Ed. Montecorvo, 1977, p. 363 y SERRA DOMINGUEZ, M., El derecho a la prueba en el proceso civil español, en Libro homenaje a Jaime Guasp, Granada,Ed. Comares, 1984, p. 568; éste último comienza afirmando que nos encontramos ante una prohibición del objeto de la prueba, para luego matizar su postura concluyendo que la disposición legal tiende a la inadmisión de la demanda, no de la prueba. 54 FERNANDEZ ENTRALGO, J., Prueba ilegítimamente obtenida, en La Ley, 1990, 1, p. 1189. En contra se pronuncia PICO I JUNO Y quien sostiene que no se trata de una prohibición de prueba, ya que entiende que el juez habrá de decidir si procede que la actividad probatoria se practique o no se practique, la prohibición se haría valer tan solo en el caso de que el juez considere que se solicita la práctica de la prueba con el fin de conocer la materia calificada como secreta; vid. El derecho a la prueba en el proceso civil, Barcelona, J. M;. Bosch Editor, 1996, p. 190. Sin embargo, creemos que la ley es clara en su prohibición y no admite interpretaciones que dejen su apreciación al arbitrio del juez. En este sentido se pronuncia la sentencia del Tribunal de Conflictos Jurisdiccionales 14 de diciembre de 1995 (La Ley, 8 de enero de 1996), que señala que la competencia para valorar si cabe informar sobre una materia determinada corresponde al Ministerio de Defensa y no al juez. En opinión de MONTERO tampoco esta solución sería favorable, ya que puede ser que quienes acaben siendo aparte en el proceso decidan si una materia ha de entenderse reservada o no reservada; vid. La prueba..., cit., p. 96. 148 La ley no regula claramente cuáles son las consecuencias de que una materia sea clasificada como secreta 55 . Tampoco existe una práctica jurisprudencial que pudiera ilustrarnos acerca de los criterios a seguir en la aplicación de esta normativa. Sin embargo, cabe citar la STS de 12 de marzo de 1992 (RA 2442) que considera que fue correcta la postura de lo testigos al negarse a declarar sobre materias relacionadas con los Fondos reservados, que constituyen secreto oficia156. 55 La regulación acerca de secretos oficiales está contenida en la Ley 48/1978 de 7 de octubre que modifica la de 5 de abril de 1968, de secretos oficiales y su Reglamento de 20 de febrero de 1969. El artículo 8 de la Ley establece: "Las calificaciones de secreto o reservado, hechas con arreglo a los términos de la presente Ley y de las disposiciones que reglamentariamente se dicten para su aplicación determinarán, entre otros, los siguientes efectos: A) Solamente podrán tener conocimiento de las "materias clasificadas" las personas debidamente facultadas para ello y con las formalidades y limitaciones que en cada caso se determinen. (...)". Afectan también a esta materia distintas disposiciones de carácter reglamentario y Tratados Internacionales suscritos por España —Acuerdo con Italia de 2 de diciembre de 1983, Decreto de 18 de marzo de 1976, Orden de 17 de diciembre de 1971, etc. 56 La sentencia alude al artículo 417 LECr que "excusa de la obligación de prestar declaración testifical a los funcionarios públicos en los casos en que violaren el secreto que por razón de sus cargos estuvieren obligados a guardar o cuando obrando por obediencia debida no estuvieren autorizadas por superior jerárquico". A pesar de que la sentencia acude al secreto profesional para fundamental su decisión, no estimamos que sea la vía correcta ya que, si bien es cierto que habitualmente serán funcionarios públicos los que tengan conocimiento de estas materias -y en consecuencia la obligación de guardar secreto-, la ley prevé también la posibilidad de que cualquier otra persona, y no sólo funcionarios, tenga acceso a dicha información, señalando que también a aquélla le afecta el deber de guardar secreto. Así lo establece el artículo 9.1 de la ley 9/68 de 5 de abril de secretos oficiales: "La persona a cuyo conocimiento o poder llegue cualquier "materia clasificada" conforme a esta Ley, siempre que le conste esta condición está obligada a mantener el secreto (...)"; también el artículo 9.2 "Cuando una "materia clasificada" permita prever que pueda llegar a conocimiento de los medios de información, se notificará a éstos la calificación de secreto o reservado". De la ley se deduce que la prohibición establecida tiene carácter general, se dirige a cualquier persona que pueda llegar a conocer un secreto oficial; esto implica que no se trata de un supuesto de secreto profesional ya que no afecta a personas concretas, sino a hechos concretos, por lo que se puede considerar como un caso de prohibición en el objeto de la prueba. Además, lo que se prohibe es la difusión de la información por cualquier medio, es decir, no se trata de una restricción que 149 b. Presunciones íuris et de íure Otro supuesto de prueba prohibida por la ley es el de las presunciones iuris et de jure, reguladas en el artículo 1251 CC, las cuales tienen la peculiaridad de excluir toda prueba sobre los hechos que la ley favorece con este tipo de presunción, por io que en ese caso se trata más bien de un supuesto de prohibición de prueba a través de la determinación legal de los hechos. La prohibición absoluta de actividad probatoria en este caso ha hecho que se haya puesto en entredicho la naturaleza jurídica de las presunciones iuris et de jure, considerando que no se trata en realidad de verdaderas presunciones sino de disposiciones legales a través de las cuales se da una fijación de hechos, por esta razón se han considerado a menudo ajenas al ámbito probatorio e incluso al derecho procesal 57 ; motivo por el cual se ha llegado a discutir la conveniencia de que la ley utilice para estos casos el término "presunción58". se aplique sólo en relación con algún medio de prueba concreto, sino que puede afectar a cualquiera de ellos. Por esta razón, los hechos que no pueden conocerse a través de la prueba testifical a causa del secreto profesional, pueden ser objeto de otro medio de prueba siempre que no impliquen la declaración de la persona obligada a guardar secreto; sin embargo, en el caso que nos ocupa, sería inadmisible cualquier medio de prueba que se proponga al respecto. Conviene también mencionar la actual regulación de los Fondos reservados —que mantiene el carácter secreto de esta materia-, contenida en la ley 11/95 de 11 de mayo, cuyo artículo 3 establece: "Toda la información relativa a los créditos destinados a gastos reservados , así como la correspondiente a su utilización efectiva, tendrán la calificación de secreto de acuerdo con las leyes vigentes en materia de secretos oficiales". 57 FURNO, C., Teoría de la prueba legal, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1954 (Trad. S. González Collaco), p. 170; GUASP, J., Comentarios..., cit, p. 378 y MUNÑOZ SABATE, L, Técnica probatoria. Estudios sobre las dificultades de prueba en el proceso, Barcelona, Praxis, 1967, p. 90. 58 Las presunciones legales absolutas serían, según SERRA DOMINGUEZ, una mera norma jurídica en la que se refleja la duda del legislador ante las distintas regulaciones posibles de un supuesto; tal duda queda plasmada en el ordenamiento. mediante el empleo del término "presunción", que aparece usado en sentido vulgar, y no en sentido jurídico. Sin embargo, DE LA OLIVA Y CARNELLI consideran justificable que se hable de presunción, aun cuando no se admita prueba en contrario ya que lo que sucede es que el legislador llega al resultado contenido en la norma 150 Por otra parte es necesario señalar que estamos ante una categoría inexistente actualmente en nuestra legislación ya que en ninguna de las presunciones legales de nuestro ordenamiento se prohibe la prueba en contrario". En todo caso, las presunciones iuris et de jure, ni tienen objeto probatorio, ni en sí mismas constituyen objeto de prueba, puesto que al formar parte de la cuestión de derecho, el juez ha de limitarse a su aplicación. Además de las presunciones, se puede producir también una fijación del hecho a través de las ficciones; no se trata de una figura jurídica que tenga una naturaleza idéntica a las presunciones iuris et de jure, sino que entre ambas existen ciertas diferencias: la ficción tiene carácter material, frente al carácter procesal de la presunción; además, la presunción supone consagrar legalmente una máxima de experiencia, mientras que la ficción no obedece necesariamente a criterios de búsqueda de la verdad 60 ; de forma que, así como la ficción finge lo falso, la presunción intenta alcanzar la verdad. jurídica a través de un razonamiento presuntivo. Vid. CARNELLI, L., Las máximas de experiencia en el proceso de orden dispositivo, en Estudios en honor de Hugo Alsina, Buenos Aires, EDIAR Sociedad Anónima Editores, 1946, p. 144 y ss. DE LA OLIVA, A., Derecho Procesal Civil, (con FERNANDEZ, M. A.), t. 11, cit., p. 405 y SERRA DOMINGUEZ, M., Comentarios... (dirigidos por ALBALADEJO, M), cit., t. XVI, vol. II, p. 612. 59 FENECH, M., Derecho Procesal Penal, cit., p. 730; MONTERO AROCCA, J., La prueba..., cit., p. 103 y SERRA DOM1NGUEZ„ M., Comentarios... (dirigidos por ALBALADEJO, M.), cit., t. XVI, vol, 11, p. 612; MELÉNDEZ PIDAL no opina lo mismo puesto que considera que encontramos un ejemplo en el art. 31 CC, que en su opinión es una presunción iuris et de jure y no una ficción legal, vid. MELENDEZPIDAL, E, Elementos de Derecho Procesal Civil, Madrid, Ed. Reus, 1935, p. 344. El artículo 31 CC establece: "La prioridad del nacimiento, en el caso de partos dobles, da al primer nacido los derechos que la ley reconozca al primogénito". 60 CARNELLI, L., Las máximas de experiencia..., cit., p. 145; ROSENBERG, L., La carga de la prueba cit., p. 191 y SERRA DOM1NGUEZ, M., Comentarios... (dirigidos por ALBALADEJO, M), cit., t. XVI, vol, 11, p. 619. El Tribunal Supremo parece admitir también esta última distinción, puesto que en sentencia de 2 de julio de 1987 (RA 5045) establece: "la ficción desempeña en el Derecho un papel tan importante como el de la hipótesis en las ciencias exactas. Una y otra son meras suposiciones que hay que admitir para legitimar determinadas 151 .11111111~..,.4- Sin embargo, ninguna de estas diferencias afecta al tratamiento que tanto las ficciones como as presunciones iuris et de jure reciben en el proceso, ya que en ambos casos lo que se da es una prohibición de prueba del hecho ya determinado legalmente. 1.2.2. Presupuestos negativos A. La notoriedad del hecho Es clásico el principio según el cual los hechos notorios están exentos de prueba: notoria non egent probatione, máxima que encuentra sus precedentes en el ámbito del derecho canónico 61 . Constituye esta materia una de las más controvertidas dentro del ámbito de la prueba; a pesar de su escasa relevancia práctica ha sido objeto de estudio en numerosas obras, sin que se pueda decir actualmente que la determinación de los efectos que produce en el proceso sea una cuestión pacífica. En España el tratamiento del hecho notorio se ha dado por vía jurisprudencial, puesto que no existe en nuestro ordenamiento ninguna disposición dedicada al hecho notorio, al estilo de! artículo 115 CPC italiano o del § 291 de la DZPO 62 . No obstante, en estos países la regulación del hecho notorio no ha puesto fin a los debates en torno a las consecuencias procesales de la notoriedad63. consecuencias en orden a la verdad científica o de la justicia o utilidad social. Sólo partiendo de una hipótesis es posible establecer en ocasiones principios y fundamentar teorías que expliquen todo un orden de hechos o fenómenos demostrados por la experiencia; y sólo aceptando una ficción se hace viable en ciertos casos establecer derechos que de otra suerte carecerían de base racional o jurídica en que apoyarse". 61 BERTOLINO, T., II notorio..., cit., p. 115 y ss. 62 El § 291 DZPO establece la exención de prueba para los hechos que son notorios para el tribunal: "Tatsachen, die bei idem Gericht offenkundig sind, bedürfen keines Beweis". Por su parte el art. 115.2 CPC italiano dispone lo siguiente. ("Puó tuttavia (II giudice) senza bisogno di prova, porre a fondamento della decisione le noziani di fatto che rientrano nella comune esperienza'). 63 En Alemania, la redacción del § 291 ZPO ha llevado a la mayoría de la doctrina a distinguir entre la notoriedad general y notoriedad en el tribunal. Vid. por todos 152 a. Características del hecho notorio La principal dificultad que ofrece la fijación de un concepto de hecho notorio es su relatividad, que hace que las normas que regulan el hecho notorio —cuando existen- adolezcan necesariamente de cierta imprecisión ante la imposibilidad de fijar un elenco de hechos que pueden considerarse exentos de prueba debido a su notoriedad". Sin duda es ésta una de las razones por la que algunos ordenamientos, entre los que se encuentra el nuestro, carecen de una norma que regule el tratamiento procesal de la notoriedad". Sin embarg o, para poder analizar los efectos que puede ocasionar SCHÓNKE, A., Derecho Procesal Civil, cit., p. 200 y GOLDSCHMIDT, J., Derecho Procesal Civil, Barcelona, Ed. Labor, 1936 (Trad. L. Prieto-Castro), p. 259; en contra se pronuncia KISCH, que opina que el § 291 se refiere únicamente a la notoriedad en el tribunal, mientras que la notoriedad en general recibiría el mismo tratamiento que en otros países en los que el tratamiento del hecho notorio se ha elaborado exclusivamente por vía jurisprudencial. Vid. Elementos de Derecho Procesal Civil, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1932, p. 196. Más discutida resulta la interpretación del artículo 115.2 CPC en el ámbito de la doctrina italiana; la ambigua expresión utilizada por dicho artículo: "nozioni di fatto che ríentrano nella comune esperienza" puede dar lugar a equívocos, lo que hace preferir por su mayor claridad la regulación contenida en la DZPO. Vid. CARNELUTTI, F., Massime di esperienza y fatti notori, en RívDPC, 1959,p., 639 y TROCKER, N., Processo civile e Costituzione, Milán, Ed. Giuffré, 1974, p. 530. 64 La STC 59/86 de mayo señala: "Es expresión consagrada la de que los hechos notorios no necesitan prueba, frase en cierto modo tautológica, pues para ser cierta se precisaría saber antes qué hechos son notorios, ya que la notoriedad es un concepto relativo e indeterminado, vario y plural, y lo mismo puede referirse a hechos procesales, que extra procesales". 65 DE LA PLAZA, M., Derecho Procesal Civil Español, vol. 1, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1942, p. 431. Esta dificultad hace también que la mayoría de las definiciones de hecho notorio propuestas por la doctrina se caractericen por una cierta vaguedad al aludir a conceptos indeterminados. De este modo, ALLORIO considera que es imposible definir el hecho notorio si no es a partir de sus efectos, es decir, a partir de la consecuencia: exención de prueba, se pueden determinar las causas, vid. Observaciones sobre el hecho notorio, en Problemas de Derecho Procesal, t. II, Buenos Aires, EJEA, 1963, p. 392. BERTOLINO, sin embargo, señala acertadamente que este criterio nos conduciría a un concepto de notoriedad demasiado amplio y por ende inexacto, ya que los hechos exentos de prueba no se agotan con los supuestos de notoriedad, por tanto se hace necesario buscar el concepto de notoriedad fuera del ámbito del proceso, vid. ll notorio..., cit., p.79. 153 el hecho notorio en el ámbito de la prueba, es necesario, a pesar de estas dificultades, realizar una delimitación del hecho notorio a través de las características del mismo. Como antes señalábamos, el hecho notorio se caracteriza en primer lugar por estar limitado, tanto en el tiempo como en el espacio. Por consiguiente, la notoriedad de un hecho habrá de determinarse en función del lugar y el momento en que se da el pleito". A diferencia del hecho imposible, en el cual hemos de tener en cuenta las circunstancias en que se produce en el momento del acaecimiento del hecho. en el hecho notorio, la notoriedad tiene interés en el momento del pleito, porque no importa tanto si el hecho se ha producido o no se ha producido —lo cual en último término siempre se podría averiguar a través de la actividad probatoria-, como si el conocimiento generalizado del hecho es tal que puede eximir de prueba. Pueden existir hechos que sean notorios a lo largo de un extenso periodo de tiempo y en gran diversidad de lugares, pero no ha de ser así necesariamente; es más, lo normal es que el hecho notorio tenga un ámbito concreto, delimitado con mayor o menor precisión en el tiempo y el espacio. De este modo, la distancia entre dos ciudades o la existencia de una autopista como medio de enlace entre las mismas puede ser notoria en el país en que se hallen esas ciudades y no serlo en otro país, lo mismo sucede con ciertos acontecimientos históricos, sólo si son de gran relevancia perdura su notoriedad con el transcurso del tiempo67. 66 CALAMANDREI, P., La definición del hecho notorio, en Estudios sobre el proceso civil, cit., p. 204; DE LA OLIVA, A., Derecho Procesal Civil, (con FERNANDEZ, M.A.), t. II, cit., p. 313; MONTERO AROCA, J., La prueba..., cit., p.49 y Derecho jurisdiccional, (con GOMEZ COLOMER, J. L. Y ORTELLS RAMOS, M.), t. ll 1 °, cit., p. 212; ORDOÑO ARTES, C., La prueba de reconocimiento judicial en el proceso civil español, Madrid, Ed. Montecorvo., 1987, p. 15 y RAMOS MÉNDEZ, F., Derecho Procesal Civil, t. 1, cit., p. 534. 67 FLORIAN cree que el hecho histórico es una categoría diferente a la de hecho notorio (vid, La regola "notoria non egent probatione" in materia penale, en la Scuola Positiva, 1929, II, p. 137 y 138). No consideramos que sea adecuada la distinción, puesto que el hecho histórico, como cualquier otro, podrá ser notorio o no serlo, pero la consideración del hecho histórico como una categoría diferente a la del notorio resulta arbitrara; BERTOLINO afirma en este sentido que se trata de una distinción inútil; vid. II notorio..., cit, p. 159. 154 La cuestión más controvertida en lo que se refiere a la relatividad del hecho notorio es el ámbito geográfico en el que se puede afirmar que existe la notoriedad de un hecho. No es indispensable que el hecho sea conocido dentro de un entorno geográfico extenso, sino que la notoriedad puede estar reducida a una determinada localidad 68 , sin embargo, es prácticamente imposible delimitar el ámbito local en que se debe dar el hecho notorio para poder ser considerado ta169. Se caracteriza también el hecho notorio por su generalidad, este requisito no se contradice con el anterior, puesto que de lo que se trata es que dentro de ese ámbito limitado en el cual el hecho es notorio, el conocimiento del mismo sea generalizado, es decir, que se conozca o pueda ser conocido por un número indeterminado de personas70. No constituye por consiguiente hecho notorio aquél que es conocido por un solo individuo aunque su testimonio sea totalmente fiable, ni podría aceptarse tampoco el carácter de notorio de un hecho que es conocido únicamente por un número muy reducido de personas". Sin embargo, no debemos confundir el conocimiento directo del hecho con su divulgación; el conocimiento directo del hecho no es 68 DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. 1, cit., p. 229. El Tribunal Supremo ha admitido en ocasiones la efectividad del hecho notorio que se circunscribía a una determinada localidad, vid. SSTS de 4 de diciembre de 1948 (RA 1431), 9 de noviembre de 1950 (RSA 1504), 10 de enero de 1979 (RA 18) y 24 de diciembre de 1988 (RA 9815). 69 Para DE STEFANO lo importante es que afecte a demarcaciones definidas a partir de criterios administrativos: puede ser el Estado, ciudad, ayuntamiento, etc; este criterio ha sido acertadamente criticado por BERTOLLINO, que lo ha tachado de arbitrario. DE STEFANO, G., Fatto notorio, en Enciclopedia del Diritto, XVI, p. 1005 y ss y BERTOLINO, T, 11 notorio..., cit., p. 205 y ss. 70 Por este motivo estimamos que no cabe hablar de notoriedad judicial, puesto que contravendría el requisito de la generalidad; si un hecho es comúnmente conocido sólo por las personas que poseen un saber determinado ya no cabe hablar de generalidad. Los hechos que obran en el proceso, no serán objeto de prueba, pero no por su notoriedad, sino por el principio de incorporación de actos procesales. En contra se pronuncia MONTERO AROCA, que entiende que son notorios judicialmente los hechos que conoce el juez por su función jurisdiccional, los cuales están exentos de prueba; vid. La prueba..., cit., p. 51. 71 DE STEFANO, G., Fatto notorio, cit., p. 1003. 155 necesario para la notoriedad, por tanto, puede suceder que un hecho presenciado por muy pocas personas o incluso por una sola, se transforme en notorio merced a su divulgación. Caracteriza también al hecho notorio la certeza acerca del mismo, lo cual es imprescindible para que se de el efecto procesal de la no necesidad de prueba. Es indiferente que la notoriedad sea positiva o negativa, es decir, un hecho se puede tener por notoriamente verdadero o notoriamente falso, lo importante es que el hecho notorio contenga en sí mismo la certeza'. Se puede por último mencionar una característica de tipo negativo, y es que no es necesario que el hecho sea conocido dentro del ámbito en el que se predica su notoriedad mediante un conocimiento efectivo y directo. Puede suceder en algunos casos que el hecho sea notorio porque ha sido contemplado por un gran número de personas, la llamada evidentia operis73 ; en este caso el propio acontecer del hecho o la manera en que éste se ha producido es suficiente para que de tal hecho se pueda predicar la notoriedad (como puede ser el caso de un incendio en una población que ha sido presenciado por un gran número de personas). La percepción directa del hecho no es requisito indispensable, así se podrá tener conocimiento del hecho notorio por haber sido difundido a través de medios de comunicación -que será uno de los casos más comunes-, por estar contenido en un libro, porque se ha transmitido de manera oral, etc74 . Tampoco es necesario un conocimiento efectivo, sino que para que el hecho sea notorio basta que su conocimiento sea de fácil 72 BERTOLINO, T. II notorio..., cit., p. 198 y DE STEFANO, G., Fatto notorio, cit., p. 1002. 73 BERTOLINO, R., II notorio..., cit., p. 182. 74 STEIN considera que el hecho puede devenir notorio de dos formas: o por haber sido contemplado por un gran número de personas —la menos común-, o por el modo en que el hecho se ha divulgado, a este respecto, considera que los medios más comunes de divulgación son las publicaciones oficiales, la ciencia histórica y la prensa. Vid. El conocimiento..., cit., p. 138 y ss. Sin embargo, estimamos que sería erróneo considerar que cualquier hecho que ha sido difundido por cualquiera de esos medios, por ese sólo motivo, goza ya del carácter de notorio; no se tiene conocimiento notorio de todos los hechos publicados en la prensa y mucho menos de los que aparecen en las publicaciones oficiales. 156 acceso, lo que CALAMANDREI" llama normalidad de dicho conocimiento. Sin embargo, es evidente que las circunstancias de conocimiento y de difusión del hecho influyen en la posibilidad de que el hecho llegue a ser notorio; de este modo, difícilmente alcanzará la notoriedad un hecho conocido por una sola persona y que ha sido transmitido oralmente, supuesto que en todo caso podrá ser considerado como rumor. b. Distinción de figuras afines Es necesario delimitar la naturaleza del hecho notorio para diferenciarlo en el proceso de otras figuras semejantes. El hecho notorio es distinto de la fama pública y el rumor público, la-diferencia fundamental entre estos conceptos y el de hecho notorio, es el mayor grado de incerteza que caracteriza a la fama y rumor público en relación con el hecho notorio. Además, se puede señalar otra distinción: la posibilidad de que el hecho notorio sea conocido por cualquier persona interesada, al estar asentado en unos datos objetivos, lo que no sucedería en el caso de la fama y el rumor público76. La fama y el rumor público se distinguen también entre ellos, ya que el rumor público supondría un grado aún más elevado de incertidumbre en relación con la fama pública". La incerteza a la que antes aludíamos hace que la fama y el rumor público no estén exentos de prueba en el proceso, a diferencia de lo que ocurre con el hecho notorio78. 75 CALAMANDREI, P., La definición..., cit., p. 204 y ss. 76 MONTERO AROCA, J., Derecho Jurisdiccional, (con GOMEZ COL OMER, J. L. Y ORTELLS RAMOS, M.), t. II 1°, cit, p. 213 y RODRIGUEZ VALCARCE, f., La sentencia civil: fijación de los hechos, en RDProc, 1948, p. 254 y 255. 77 DEVIS ECHANDIA, HJ., Teoría ..., t. I, cit., p. 235 y ORDOÑO ARTES, C., Aspectos generales..., cit., p. 61. 78 MUÑOZ SABATE discrepa de la doctrina mayoritaria, considerando que en el caso de la fama pública ésta constituiría una modalidad de prueba; no consideramos adecuada esta postura, ya que el hecho conocido por fama pública es tan incierto como cualquier otro hecho discutido en el proceso, constituiría un medio de determinación de los hechos absolutamente falto de fiabilidad. Vid. Técnica probatoria..., it., p.47. 157 Se diferencia también el hecho notorio del conocimiento privado del juez, aunque en este caso más que distinción se podría hablar de la absoluta irrelevancia del conocimiento privado del juez a la hora de considerar exento de prueba el hecho notorio, lo cual no sucede con los hechos que constituyen thema probandi en el pleito". En este sentido cabe afirmar que no es necesario que el juez conozca el hecho notorio para que éste no precise prueba, o lo que es lo mismo, el conocimiento del hecho por parte del juez no es requisito del hecho notorio. Lo normal es que el juez conozca el hecho notorio al ser habitualmente parte integrante de la comunidad en la que ejerce sus funciones, en cuyo caso podrá hacer uso de ese conocimiento que posee del hecho notorio". Puede también suceder que el juez no lo conozca, en este caso se habrá de procurar su conocimiento por cualquier medio que considere oportunosl ; lo mismo ocurriría cuando 79 SILVA MELERO, V, La prueba..., cit., p. 57 y STEIN, E, El conocimiento..., cit., p. 163. ALLORIO considera que en todo caso al juez puede servirle su conocimiento privado para determinar cuándo un hecho es notorio, dado que se considera que el hecho notorio lo conoce un ciudadano que posea una instrucción media y el juez se presume que la tiene, vid. ALLORIO, E., Observaciones..., cit., p. 397. Opinión discrepante es la de RAMOS MENDEZ, en su opinión si el juez no conoce el hecho notorio será necesaria la prueba de la notoriedad, vid. Derecho Procesal Civil, t. 1, cit., p. 534. La ausencia de relación entre el saber privado del juez y el hecho notorio, se refleja en la STS de 10 de enero de 1979 (RA 18): "afirmado el carácter notorio de un suceso se realiza la fijación Táctica en virtud del conocimiento, no meramente privado, que el organismo jurisdiccional tiene de esa notoriedad conforme a los brocardos notoria non egent probatione y non potest ignorad quod publice notum est". 80 La STS de 4 de diciembre de 1964 (RA 5578) admitía la posibilidad de que el juez hiciera uso de su conocimiento privado en el caso del hecho notorio, tal sentencia afirmaba: "la ubicación de las viviendas de que pudo disponer el arrendatario llegó al conocimiento del juez, no a través de las pruebas obrantes en autos sino por su condición de vecino de Cádiz, afirmación que, como queda dicho, no destruye sino robustece la realidad de los hechos". El Tribunal Supremo admite, por consiguiente, que el juez tenga en cuenta para el proceso unos hechos que conoce privadamente, pero que no necesitan de prueba al ser notorios en la localidad. 81 FENECH, M., El proceso penal, cit., p. 122 y 123 y BERTOLINO, R., II notorio..., cit., p. 237. GOMEZ ORBANJA a este respecto, pone el ejemplo de un juez que acaba de llegar a una localidad; a pesar de que no tenga conocimiento de los hechos que gozan de notoriedad local, se puede afirmar la no necesidad de prueba 158 deba decidir acerca de la impugnación de la sentencia un tribunal localizado en un lugar distinto de aquel en donde se han desarrollado los hechos. En caso contrario, de exigir corno requisito que el juez concreto conozca el hecho notorio, prácticamente en ninguna ocasión podrían admitirse los supuestos de notoriedad local ante un cambio del órgano jurisdiccional. En coherencia con lo dicho anteriormente, si el conocimiento privado del juez es irrelevante y lo fundamental es que el hecho sea notorio en el lugar en el que se desarrolla el pleito, habremos también de concluir que no puede admitirse que el juez tenga en cuenta hechos que son notorios en localidades distintas a aquella en la que se está llevando a cabo el proceso pero que él conoce privadamente. La doctrina distingue también el hecho notorio de la máximas de experiencia, estimando que existen entre ambos grandes diferencias. De este modo, se señala que el hecho notorio tiene carácter concreto frente a la máxima de experiencia que es de tipo abstracto82. Una segunda diferencia, consecuencia hasta cierto punto de la anterior, es considerar que el hecho notorio forma parte de la premisa menor y la máxima de experiencia de la premisa mayor en el silogismo que da lugar a la sentencia". Existen otras circunstancias que se de los mismos. Vid. GOMEZ ORBANEJA, E., Derecho Procesal Civil, (con HERCE QUEMADA, V.,) vol, 1, cit., p. 301. 82 CARNELLI, L., Las máximas..., cit., p. 128; DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. 1, cit., p. 233 y SERRA DOMINGUEZ, m., Comentarios... (dirigidos porALBALADEJO, M.), cit, t. XVI, vol, II, p.39. 83 CALAMANDREI, P., La definición..., cit., p.201 y ss. CARNELLI, L., Las máximas..., cit., p.128; SERRA DOMINGUEZ., M., Comentarios... (dirigidos porALBALADEJO, M.), cit., t. XVI, vol, II, p. 39 y STEIN, E., El conocimiento..., cit., p. 134. De todas maneras pudiera suceder que si lo notorio no es un hecho concreto sino una circunstancia o situación podrá también servir de premisa en la que subsumir un caso concreto. Así sucedía en la STS de 4 de diciembre de 1948 (RA 1431); el Considerando 1° afirma: "Que dada la situación de terror en que pública y notoriamente se encontraba a la sazón la población de Alcoy, como las demás de la misma zona, el requerimiento por escrito(...) al Sr. G., para la entrega, sin razón ni pretexto legal alguno de 500,000 pesetas (.), implicaba , como enseñó la experiencia de la época, la amenaza de perder inmediatamente, si no las entregaba, la vida o la limitada libertad de que disfrutaba , males ambos inminentes y cualquiera de ellos 159 han considerado que también sirven para distinguir hecho notorio y máximas de experiencia: el hecho notorio se produce en un momento dado, mientras que la máxima de experiencia es intemporal y tiene vocación de permanencia, así la máxima de experiencia es válida para casos ulteriores pero el hecho notorio se identifica únicamente con el caso concreto"; de manera similar, se puede afirmar que el hecho notorio es esporádico, pero la máxima de experiencia constituye una regla". Todos estos criterios de distinción resultan de gran utilidad a la hora de distinguir los hechos de las máximas de experiencia. Sin embargo, conviene recordar cómo en su momento señalábamos que al hablar de los hechos corno objeto de prueba, se había de entender comprendido en dicho término todo el material fáctico que puede ser objeto de prueba en el proceso; se podrían incluir, por tanto, las máximas de experiencia. La notoriedad es una cualidad que puede afectar a cualquiera de los datos que forman la cuestión de hecho, no sólo al hecho strictu sensu. De todo ello se desprende que la distinción entre hecho notorio y máxima de experiencia puede ser útil en tanto que el hecho es distinto de la máxima, pero en sí mismo, no por su notoriedad; dicho de otro modo, el hecho notorio se distingue de la máxima de experiencia porque es un hecho, no porque sea notorio. Por este motivo, la distinción entre notoriedad y máxima de experiencia es estéril, porque se trata de nociones que se sitúan en planos diferentes. más grave que el de perder una cantidad de pesetas". El Considerando 2° añade: "Que tal amenaza, por las indicadas circunstancias de lugar y situación y por las personales del señor G., fue racional y fundadamente suficiente para inspirarle el temor de sufrir inmediatamente los graves males con que se le amenazaba de no realizar los actos que se le exigían (...)". En esta sentencia, lo notorio es una situación o circunstancia en la que se encuentra la población de una localidad, al tener en cuenta que esas circunstancias afectan al individuo concreto no se está realizando sino un silogismo en el cual el hecho notorio funciona como premisa mayor. 84 BERTOLINO, R., II notorio..., cit., 260 y ORDOÑO ARTES, C., Aspectos generales..., cit., p. 63. 85 KISCH, W., Elementos..., cit., p. 200. 160 Por consiguiente, no creemos que se pueda afirmar que la notoriedad pueda predicarse únicamente del hecho 86 . Consideramos que se trata de una característica que puede aplicarse tanto a los hechos como a las máximas de experiencia o incluso al derecho. No cabe duda que es la notoriedad de los hechos la que tiene mayor importancia desde el punto de vista del derecho procesal, pero esto no nos puede llevar a negar que categorías distintas al hecho puedan ser notorias. De este modo, existen reglas de experiencia que podrían considerarse notorias, como puede ser que a determinadas horas hay atasco en las grandes ciudades o que el hielo se derrite al contacto con el calor87 . Por otra parte, la notoriedad de la máxima de experiencia puede tener efectos procesales, dado que la aportación de máximas de experiencia —cuando éstas son objeto de prueba- se realiza en el proceso a través de la prueba pericial; con lo cual, si la máxima de experiencia es notoria, puede considerarse inútil la práctica de la prueba88. También en el caso del derecho se puede afirmar la posibilidad de que exista el derecho notorio, así, por ejemplo, el contenido de una ley puede ser notorio en un determinado país debido a la polémica que ha acompañado a su creación. Lo que sucede es que la notoriedad del derecho es irrelevante dentro del ámbito probatorio, puesto que su aplicación corresponde siempre al juez —ya se considere que la norma es notoria o no lo es-. Unicamente podrá tener efectos procesales la notoriedad del derecho en los casos en que la ley exige su prueba: el 86 Postura sostenida por BERTOLINO y STEIN; vid. BERTOLINO, R., II notorio..., cit., p. 158 y 260 y ss y STEIN, F., El conocimiento..., cit., p. 134. 87 COUTURE distingue entre hechos evidentes y máximas de experiencia, poniendo como ejemplos de hechos evidentes que es más rápida la luz que el sonido o que la luz del día favorece la visión de las cosas y la oscuridad las dificulta; estos ejemplos, en nuestra opinión, no serían sino máximas de experiencia notorias. Vid. Fundamentos..., cit., p. 228. 88 Es posible en todo caso que reglas de experiencia que no gozan de notoriedad tampoco necesiten prueba, ya que la ley considera que debe practicarse la prueba pericial cuando "sean necesarios o convenientes conocimientos científicos, artísticos o prácticos" (son idénticas en este caso las expresiones usadas por los artículos 1242 CC y 610 LEC); es decir, la no necesidad de conocimientos técnicos específicos no implica por sí sola la notoriedad de la regla de experiencia. 161 derecho extranjero y la costumbre. Sin embargo, la aplicación del derecho requiere un conocimiento preciso de la norma, y sin duda es uy difícil que el contenido exacto de la ley llegue a ser notorio. c. La exención de prueba del hecho notorio La ausencia de regulación del hecho notorio en la legislación española hace que no exista ninguna norma que establezca sus efectos en el pleito. Sin embargo, doctrina y jurisprudencia coinciden al afirmar que la consecuencia procesal de la notoriedad de un hecho es que no necesita se probado en el pleito". La prueba del hecho notorio resultaría inútil e innecesaria, puesto que la finalidad que se persigue con la actividad probatoria —lograr la certeza positiva o negativa sobre el mismo-, ya ha sido conseguida mediante la notoriedad 90 . Por esta razón la notoriedad se perfila como una de las modalidades de fijación de los hechos en el proceso. Como ya hemos señalado antes, resulta imposible determinar a priori qué hechos pueden considerarse notorios y por tanto beneficiarse de la exención de prueba. Habrá de ser el juez quien examine cada caso concreto y decida si el hecho es notorio no lo es91. 89 DE LA OLIVA, A., Derecho Procesal Civil, (con FERNANDEZ, M.A.), t. II, cit., p. 313. También lo considera así nuestro Tribunal Constitucional, que en la sentencia 164/92 de 26 de octubre afirma: "La notoriedad constituye un mecanismo procesal de fijación de la certeza de un hecho previamente traído de forma legítima al debate procesal. Cuando el hecho es notorio no necesita ser probado, aunque no se puede excluir que en ciertos casos la notoriedad misma haya de ser fijada como cierta". 90 ALLORIO. E., Observaciones..., cit., p. 398; GOMEZ ORBANEJA E., Derecho Procesal Civil, (con HERCE QUEMADA, V.), vol. 1, cit., p. 300; MENENDEZ-P1DAL, F., Elementos..., cit., p. 345; SERRA DOMÍNGUEZ, M., Comentarios... (dirigidos por ALBALADEJO, M.), cit., t. XVI, vol., 11, p. 34 y ss; STEIN, E, El conocimiento..., cit., p. 157 y SCHÓNKE, A., Derecho Procesal Civil, cit., p. 201. En cuanto a la jurisprudencia vid. SSTS de 4 de diciembre de 1948 (RA 1431), 9 de noviembre de 1950 (RA 1504), 10 de enero de 1979 (RA 18) y 24 de diciembre de 1988 (RA 9815). 91 PICO I JUNOY afirma que una cosa es que no sea necesaria la prueba y otra que ésta no se permita, vid. El derecho a la prueba..., cit., p. 50; sin embargo, consideramos que si el juez estima que el hecho es suficientemente conocido a causa de su notoriedad cabe la inadmisión de la prueba al tratarse de un supuesto de prueba inútil. 162 La STC 59/86 de 19de mayo considera que la exención de prueba del hecho notorio no actúa igual respecto a todos los hechos en el proceso, y que parece lógico proceder con especial cautela en relación con este beneficio con los hechos fundamentales del pleito". Es cierto que la notoriedad supone una garantía acerca de la producción de los hechos, pero tampoco podemos olvidar que, al fin y al cabo, constituye un modo de determinación de los hechos atípico, distinto del propio del proceso civil, que es la prueba. Sin embargo, aunque —como señala la propia sentencia- no es habitual que toda la acreditación de los hechos más relevantes del pleito se base únicamente en la notoriedad, si así sucediera en principio no hay ningún inconveniente para que el juez los dé por fijados de cara a la sentencia". 92 Dicha sentencia dispone: "En principio, pues, no hay incorrección en la posibilidad de que el juez pueda tener en cuenta de oficio el hecho notorio. Pero si esto es fácilmente admisible en cuanto a hechos o circunstancias cualitativamente complementarias respecto del derecho o interés discutido, puede ser más discutible si el hecho pudiera afectar al fundamento mismo, básico, de la demanda o pretensión. Cierto que esto constituye una hipótesis o supuesto bastante improbable, incluso ingenuo, pues es difícil pensar que no se alegue en la demanda su hecho básico o fundante, constitutivo de la causa petendi. Pero en todo caso sería mucho más cuestionable, que el juez, apreciándolo como hecho notorio, sustituyera a la actividad de la parte, constituyéndose indebidamente en su asesor jurídico. Está justificada, pues, la precaución respecto a la prueba por notoriedad del hecho relevante y habrá siempre que discriminar por tanto, si la notoriedad se refiere al hecho relevante o a los complementarios y circunstanciales, por ser la aportación y alegación del primero una carga de la parte y un derecho de la contraria". Vid. al respecto PRIETOCASTRO Y FERRANDIZ, L., Un caso interesante de notoriedad, en Trabajos y orientaciones de 93 Así sucedía en la STS de 28 de noviembre de 1932 (RA 1318), en la que se señalaba: "el recurrente no tiene la ocupación de jornalero, sino que no ejerce oficio ni profesión alguna, viviendo con la holgura de las personas de su clase, asistiendo a espectáculos y casinos, haciendo viajes y demostrando por los signos exteriores la improcedencia de su pretensión de ser declarado pobre, es notorio que carece de las condiciones precisas para obtener el solicitado beneficio". También la STS de 27 de abril de 1945 (RA 685) afirma: "es notorio el hecho de que diariamente se efectúan infinidad de ingresos directos o indirectos en cuenta corriente por deudores del titular de la cuenta con la finalidad de extinguir deudas dinerarias, y por razón de la notoriedad del hecho no es necesario probarlo". 163 Fundamento E principal fundamento para considerar exento de prueba el hecho notorio es eminentemente práctico: el principio de economía procesal, el ahorro de esfuerzos inútiles en el proceso para probar un hecho que por sus características contiene la certeza 94 . Por otra parte, la facilidad de acceder a la información sobre el hecho notorio evita la posible situación de indefensión de la parte que no tuviera conocimiento del mismo. Erróneamente se ha afirmado en ocasiones que el hecho notorio no necesita prueba porque ya es conocido por el juez, postura que resulta insostenible95 . En primer lugar y como hemos visto con anterioridad, el hecho notorio no tiene necesariamente que ser conocido por el juez para ser considerado notorio y producir efectos como tal, lo habitual es que el juez lo conozca, pero no es requisito imprescindible, en segundo lugar, corno señala GUASP96 , este razonamiento se contradice abiertamente con la prohibición de que el juez haga uso de su saber privado en el pleito, puesto que si afirmamos que puede tener en cuenta el hecho notorio por el solo motivo de conocerlo ¿por qué no admitir lo mismo para hechos que no son notorios? Necesidad de alegación Reviste también cierto interés analizar si el hecho notorio, a pesar de estar exento de prueba, necesita ser alegado por las partes. Las consecuencias procesales son importantes, ya que de exigir la alegación, el juez estaría sometido a las partes a la hora de tener en cuenta el hecho notorio. 94 BERTOLINO, R., II notorio..., cit., p. 141; DE PINA, R. Manual de Derecho Procesal Civil, Madrid, Ed. Reus, 1936, p. 195; GUASP, J., Juez y hechos..., cit., p. 20 y SCARDACCIONE, A., Le prove.., cit., p. 32; éste último señala cómo en el hecho notorio, la valoración crítica que merece el hecho y que habitualmente realiza el juez ha sido ya llevado a cabo por la colectividad. COUTURE añade otra razón para la exención de prueba: "prestigiar la justicia, evitando que ésta viva de espaldas al saber común del pueblo", vid, Fundamentos..., cit., p. 234 y ss. 95 Opinión defendida por RAMOS MENDEZ, ya mencionada, que afirma que para estar exento de prueba el hecho notorio, habrá de ser conocido por el juez„ vid. Derecho Procesal Civil, t. 1, it., p. 534. 96 GUASP, J., Juez y hechos..., cit., p. 20. 164 STEIN 97 afirma que el hecho notorio debe ser afirmado en el proceso, puesto que es a los litigantes a quienes corresponde decidir si quieren o no quieren hacer valer en el pleito la notoriedad del hecho; esta postura es también compartida actualmente en España por la mayoría de la doctrina". El Tribunal Constitucional en la sentencia 164/92 de 26 de octubre, ya citada, parece considerar también necesaria la alegación el hecho notorio para que sea tenido en cuenta por el juez puesto que mantiene la no necesidad de prueba en el caso de la notoriedad para el hecho "traído de forma legítima al proceso"99. c'. Excepción a la exención de prueba Existe un supuesto en que o rige la máxima notoria non egent probatione, y se hace necesaria la prueba de la notoriedad de un hecho en el proceso; se trata precisamente de los supuestos en que la ley exige la prueba de la notoriedad'°°. Son casos en los que la ley permite que se pruebe la notoriedad el hecho para que se logre el efecto jurídico previsto en la norma, por consiguiente, el litigante si lo desea puede probar el hecho, pero también puede probar la notoriedad que pasa de ser causa de exención de prueba 97 STE1N, E, El conocimiento..., cit., p. 157. 98 GOMEZ ORBANEJA, E., Derecho Procesal Civil, (con HERCE QUEMADA, V. ), vol, cit., p. 300; MONTERO AROCA, J., La prueba..., cit., p. 50 y Derecho Jurisdiccional, (con GOMEZ COL OMER, J. L. Y ORTELLS RAMOS, M.), t. II 1°, cit, p. 212; ORDOÑO ARTES, C., Aspectos generales..., cit., p. 58; RODRIGUEZ VALCARCE, E, La sentencia civil..., cit., p. 257 y SERRA DOMÍNGUEZ, M., Comentarios... (dirigidos por ALBALADEJO, M.), cit., t. XVI, vol, II, p. 34 y ss. 99 Sin embargo, se pronuncia en distinto sentido una sentencia anterior, la STC 143/ 87 de 23 de septiembre que establece: "no puede admitirse que la repercusión múltiple del asunto sea un hecho que debiera haberse considerado notorio o de incontestable evidencia, y por ello, no necesitado de alegación y prueba". 100 Esto sucede en algunas normas del CCo de 1885: artículos 877 ("fuga notoria" del comerciante, en relación con la quiebra) y 893 (notoriedad de la declaración de quiebra), también se refiere a la notoriedad en materia de suspensión de pagos el CCo de 1829, entre otros, en los artículos 1010, 1027, 1046, 1049, 1057 y 1101; en el ámbito del derecho civil se exige, por ejemplo, para la posesión de estado. 165 a ser objeto de la misma, con lo cual probada la notoriedad se entiende probado el hecho mismo101. La notoriedad en este caso se probará al igual que cualquier otra circunstancia, haciendo uso, por tanto de los medios de prueba previstos en nuestra legislación. d. Prueba en contra del hecho notorio Puede suceder que uno de los litigantes no esté de acuerdo con la existencia del hecho o de la notoriedad del mismo, en cuyo caso habría que admitir la prueba en contra del hecho considerado notorio102. Caben dos posibilidades para enervar los efectos procesales del hecho notorio: una es la contraprueba del hecho tenido por notorio, la otra es probar la inexistencia de la notoriedad'. En el segundo supuesto la dificultad de la prueba es evidente, puesto que nos encontramos ante la prueba de un hecho negativo. En estos casos, la prueba de la falta de notoriedad del hecho tendría como consecuencia el dejar sin efecto la exención de prueba que comporta la notoriedad, pero no supone prueba en contra del hecho favorecido por la misma. Por consiguiente, la prueba en contra de la notoriedad, caso de prosperar, puede abrir las puertas a una nueva actividad probatoria, que sería la tendente a acreditar la existencia del hecho cuya notoriedad fue impugnada. 101 Vid. MONTERO AROCA, J., La prueba..., cit., p. 50. En contra se pronuncia DEVIS ECHANDIA, H., Teoría..., t. I. cit., p. 236, quien interpreta que en estos casos se exige no sólo la prueba del hecho, sino también de su notoriedad, por lo que llega a la conclusión de que son supuestos en los que la prueba reviste mayor dificultad de lo habitual. 102 DE LA OLIVA, A., Derecho Procesal Civil, (con FERNANDEZ, M.A.), t. II, cit., p. 314; DE STEFANO, G., Fatto notorio, cit., p. 1010 y ORDOÑO ARTES, C., La prueba de reconocimiento judicial..., cit., p. 16. 103 MONTERO AROCA, J., Derecho Jurisdiccional, (con GOMEZ COLOMER, J. L. ORTELLS RAMOS, M.) t. III°, cit., p. 213. 166 Y