El derecho a la no discriminación en la política. Un análisis de la

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El derecho a la no discriminación en la política. Un análisis de la
configuración de género en las listas partidarias.
Nélida Archenti y María Inés Tula
Abstract
La ley de cuotas de género sancionada en 1991 para incrementar la representación política de las
mujeres en el Congreso de la Nación se puso en práctica por primera vez en 1993 y, muy poco tiempo
después, se adoptaron medidas semejantes en otros distritos en el ámbito provincial. Los análisis
cuantitativos muestran el rápido impacto de esta medida en la representación política, sin embargo, los
partidos políticos como organizaciones que tienen el monopolio de la representación y la función de
seleccionar a sus candidatos todavía cumplen mínimamente con lo que dictamina la ley. El análisis de
la aplicación de la misma resulta un ejemplo interesante para observar la lucha de las mujeres por
mejorar las condiciones de su eficacia y frenar, de este modo, ciertas conductas y prácticas arraigadas
en el interior de los partidos políticos tendientes a evitar cumplir con la legislación o hacerlo en su
mínima expresión. Este trabajo se propone analizar la configuración de género presente en las listas
partidarias oficializadas en las elecciones legislativas de 2007. Por un lado, se analizarán las listas de
renovación de la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y, por otro lado, las de diputados
provinciales de la provincia de Buenos Aires. Esto permitirá reconstruir las configuraciones
predominantes en las listas y evaluar la incidencia de esta variable en el éxito electoral de las mujeres.
NÉLIDA ARCHENTI
Licenciada en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Profesora Titular en la Carrera de Ciencia
Política e Investigadora del Instituto Gino Germani (UBA). Temas de investigación: Género y política
en América Latina, representación política, leyes de cuotas. Publicaciones: Igualdad de Derechos,
Igualdad de Oportunidades, Igualdad de Ejercicio, Instituto de la Mujer, Santiago de Chile (en
coautoría); Actualidad del pensamiento sociopolítico clásico, EUDEBA (en coautoría); Situación de
la Mujer en la sociedad argentina: formas de organización en Capital Federal. Fundación Friedrich
Naumann. Compiladora de Mujeres y Política en América Latina. Sistemas Electorales y Cuotas de
Género, Heliasta. Autora de capítulos en libros publicados por Hans Huber Publishers, Nueva Visión,
Fundación Friedrich Ebert, Emecé, Heliasta y artículos en revistas científicas de Argentina, Brasil,
México, España, Portugal y Venezuela.
MARIA INES TULA
Licenciada en Ciencia Política, Universidad de Buenos Aires. Magister en Ciencia Política,
Universidad de San Martín. Investigadora del CONICET y profesora en la Carrera de Ciencia Política
y Derecho (UBA). Publicaciones: Compiladora de Mujeres y Política en América Latina. Sistemas
Electorales y Cuotas de Género, Heliasta. Ha publicado varios artículos sobre elecciones, sistemas
electorales y partidos políticos en revistas científicas nacionales e internacionales. Recientemente
coordinó dos libros: Voto Electrónico, Ariel y Aportes para la reforma política bonaerense, Prometeo.
El derecho a la no discriminación en la política, un análisis de la configuración de género en las
listas partidarias. Los casos de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires y Santa Fe en los
comicios de 2007.
Nélida Archenti
UBA
narchenti@hotmail.com
María Inés Tula
UBA/CONICET
inestula@yahoo.com
Presentado en el I Foro Interamericano de Mujeres contra la Corrupción. Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires,29 de septiembre al 1º de octubre de 2008.
2
El derecho a la no discriminación en la política, un análisis de la configuración de género
en las listas partidarias. Los casos de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires y Santa
Fe en los comicios de 2007.
Nélida Archenti y María Inés Tula(*)
Introducción
La ley de cuotas de género sancionada en Argentina, en 1991, para incrementar la
representación política de las mujeres en el Congreso de la Nación se puso en práctica por primera vez
en 1993 y, muy poco tiempo después, se adoptaron medidas semejantes en otros distritos en el ámbito
provincial. Los análisis cuantitativos muestran el rápido impacto de esta medida en la representación
política, sin embargo, los partidos políticos como organizaciones que tienen el monopolio de la
representación y la función de seleccionar a sus candidatos cumplen mínimamente con lo que
dictamina esta legislación electoral.
El análisis de la aplicación de la ley de cuotas permite observar la lucha de las mujeres por
mejorar las condiciones de su eficacia y frenar, de este modo, ciertas conductas y prácticas arraigadas
en el interior de los partidos políticos para evitar cumplir con la legislación o hacerlo en su mínima
expresión. Este trabajo se propone dos objetivos: 1) analizar la configuración de género presente en las
listas partidarias oficializadas en las elecciones legislativas de 2007 en los distritos subnacionales de la
Ciudad de Buenos Aires (CABA), Buenos Aires y Santa Fe para el cargo de diputado provincial; 2)
reconstruir las configuraciones predominantes en las listas partidarias oficializadas y evaluar la
incidencia de esta variable en el éxito electoral de las mujeres.
I. La aplicación de las leyes de cuotas en América Latina
Las leyes de cuotas para mujeres en el ámbito político comenzaron a sancionarse en la década
del ´90 en América Latina ante la baja presencia de representantes femeninas en las cámaras
legislativas. El principal objetivo fue promover una mayor participación de éstas en los procesos de
decisión a través de su ingreso en los parlamentos. Por esta razón, es que se sancionaron leyes
estableciendo un trato diferencial en el derecho al obligar a los partidos políticos (reticentes a nominar
a las mujeres como candidatas a cargos electivos) a incluirlas en sus listas partidarias.
Si bien las leyes de cuotas abrieron oportunidades institucionalizadas a las mujeres para el
pleno ejercicio de su derecho a ser representantes, cada país adoptó una modalidad particular en el
establecimiento de las cuotas, tanto a nivel nacional como subnacional, dando lugar a una diversidad
de leyes de cuotas con impactos diferenciales en la representación política. Por ejemplo, el porcentaje
establecido para que las mujeres integren las listas partidarias no respetó un criterio uniforme en todos
los países sino que varió entre un mínimo de 20% y un máximo de 50%. La decisión sobre la
“proporción de mujeres” a incluir en las listas de candidatos, no resultó de la aplicación de un
(*)
Nélida Archenti es profesora titular en la Carrera de Ciencia Política e Investigadora del Instituto Gino Germani (UBA).
María Inés Tula, es Magister en Ciencia Política, Universidad de San Martín. Investigadora del CONICET y profesora en la
Carrera de Ciencia Política y Derecho (UBA).
3
parámetro que expresara una distribución real del sexo femenino en la sociedad sino, por el contrario,
de porcentajes más bien arbitrarios que fueron acordados a través de las sucesivas negociaciones
políticas llevadas a cabo en cada lugar. Una de las claves que marcó el horizonte de esta negociación
se encontraba en la resistencia, tanto de los partidos como de la dirigencia política, a impulsar acciones
afirmativas favorables a las mujeres.
Otra diferencia importante es que en algunos países las normativas de las cuotas se limitaron a
efectuar sólo recomendaciones (tanto en las leyes como en las constituciones) para que los partidos
incluyan a mujeres en sus listas. En estos casos, cuando la norma no aparece explícitamente como
obligatoria ni prevé una sanción frente a su incumplimiento, se convierte en un texto de carácter
propositivo que no da lugar a la presentación de reclamos judiciales ni a impugnaciones a las listas. En
cambio, en los países donde la ley de cuotas es vinculante la vía judicial se convierte en el camino para
garantizar su cumplimiento (Gonzalez Roura 1998; Lázzaro 2008).
La resistencia de los partidos a abrir espacios políticos para las mujeres persistió aún bajo la
vigencia de la ley. Muchos de ellos dieron cumplimiento a los porcentajes mínimos legales ubicando a
las mujeres en los últimos lugares de las listas o en las listas de suplentes, diluyendo así el impacto de
la cuota.
Con el correr del tiempo, el diseño de las leyes de cuotas se fue perfeccionando, a partir de sus
diversas aplicaciones y experiencias. Una de las medidas más importantes, que no todas las
legislaciones contemplan, es la incorporación de un “mandato de posición” orientado a asignar lugares
mínimos en las listas (ya sea sobre la base de un sistema de alternancia, o bien, indicando lugares
preestablecidos) para evitar que las mujeres sólo sean incluidas en lugares simbólicos, con pocas
expectativas de resultar electas.
Una mirada sobre las normativas sancionadas en diferentes países de América Latina, permite
arribar a esta afirmación. Por ejemplo, en Bolivia, la ley electoral –aplicada desde 2001- incluye al
menos una mujer cada tres candidatos en las listas plurinominales. Costa Rica, incorpora un mandato
de posición legal recién en la elección de 2002, donde los lugares elegibles a ser ocupados por las
mujeres se determinan a partir de los resultados de la elección anterior. Por su parte, Honduras
establece en el artículo 81 de la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer (LIOM) del año
2000, que las mujeres deben ocupar en las boletas electorales posiciones en las que puedan resultar
electas. Estos espacios se determinan por los resultados electorales y las bancas que cada partido
político haya obtenido en los tres últimos comicios. En México, en 2002, se incorpora al código
electoral (COFIPE) un mandato de posición que establece que cada tres candidatos uno debe ser de un
género diferente. Paraguay incorpora el piso del 20% para todas las listas que compitan en la interna de
un partido y requiere que al menos uno de cada cinco candidatos sea mujer.
4
Las cuotas de género y su relación con el sistema electoral
Si bien la aplicación de las leyes de cuotas tuvo un impacto positivo significativo, es
importante aclarar, que ésta fue diferente según el país que la adoptó. La diversidad en los resultados
se debió fundamentalmente a la heterogeneidad de los contextos predominantes (culturales,
institucionales y normativos) al momento de su introducción y a las posiciones disímiles que
prevalecieron durante su puesta en marcha.
Una de las variables institucionales que ha tenido un peso decisivo en los análisis de la ciencia
política sobre la representación es el sistema electoral. En los estudios sobre género, también se
observa esta tendencia. En particular, desde que, a mediados de los ´80, los trabajos pioneros de Pippa
Norris (1985) y Wilma Rule (1987) marcaron el camino de las investigaciones que tomaron al sistema
electoral como predictor del acceso de las mujeres al legislativo.
A estos hallazgos, debe sumarse la creciente aprobación de cuotas de género en los últimos
quince años en las legislaciones electorales de muchos países de América Latina, lo que ha llevado a
considerar a las variables institucionales como factores imprescindibles para explicar y comprender el
ascenso de la participación política de las mujeres1.
Así, la combinación de las leyes de cuotas y de los sistemas electorales da lugar a contextos
institucionales estratégicos para garantizar el incremento de la presencia de las mujeres en los procesos
de decisión. De modo tal que las leyes de cuotas por sí solas no alcanzan para lograr sus objetivos si no
son acompañadas por algunos requisitos mínimos que otorguen mayores garantías para su eficacia. En
otras palabras, las cuotas aseguran la presencia de mujeres en las listas partidarias pero no
necesariamente su elección, ya que ésta depende –además del voto popular- de un conjunto de otros
condicionamientos. Y es precisamente el sistema electoral, la clave para entender el tipo de impacto
que puede ejercer la cuota de género en la representación política.
En todo sistema electoral es posible reconocer al menos cuatro elementos constitutivos: la
magnitud de distrito, la fórmula electoral, la barrera legal y la estructura de la boleta de votación
(también conocida como tipo de lista). De todos ellos, la magnitud de distrito y la estructura de la
boleta de votación son los dos elementos que inciden directamente en la aplicabilidad de las cuotas de
género porque afectan su efectividad.
La magnitud de distrito es el número de bancas que se elige en un determinado territorio. De
acuerdo con Nohlen (1994), los distritos plurinominales se clasifican en pequeños (entre dos y cinco
representantes), medianos (entre seis y diez) y grandes (más de diez). Así, cuanto más grande sea la
magnitud de distrito, mayor es la probabilidad de incluir candidatas mujeres en las listas partidarias en
la medida que hay más bancas en juego y, en consecuencia, mayores posibilidades de que éstas
1
Argentina (1991), México (1996), Paraguay (1996), Bolivia (1997), Brasil (1997), Costa Rica (1997), Ecuador (1997),
Panamá (1997), Perú (1997), República Dominicana (1997), Venezuela (1998), Colombia (1999) y Honduras (2000).
5
resulten electas siempre y cuando los partidos políticos tengan un buen rendimiento electoral y las
leyes de cuotas contemplen algún tipo de mandato de posición.
En contraposición, las circunscripciones pequeñas tienden a limitar la efectividad de las cuotas
ya que los partidos políticos suelen obtener entre uno o dos escaños en una misma circunscripción,
donde generalmente privilegian a los candidatos hombres. Así, como la mayoría de las veces, los
primeros lugares de la boleta son ocupados por hombres, éstos son los únicos que tienen posibilidades
“reales” de acceder a las bancas en perjuicio de las mujeres que suelen ocupar un lugar simbólico o de
“acompañamiento”.
Por su parte, la estructura de la boleta de votación o el tipo de lista asume las siguientes tres
variantes: listas cerradas y bloqueadas, listas cerradas y desbloqueadas y, por último, las listas
abiertas (Nohlen 1994). Se denomina “cerrada y bloqueada” cuando no hay posibilidades de modificar
la boleta electoral y debe respetarse tanto la decisión partidaria en el proceso de selección de
candidaturas como el orden adjudicado a éstas. En cambio, cuando la lista es “cerrada y desbloqueada”
se admite una movilidad de tipo “vertical” (o de reordenamiento intrapartido), al poder alterarse el
orden de los integrantes de una misma boleta partidaria. Por último, la “lista abierta” también autoriza
a los ciudadanos a una movilidad de tipo “horizontal” (o de reagrupamiento interpartido) al permitir no
sólo modificar el orden sino también incorporar candidatos de otros partidos políticos. Tanto la lista
cerrada y desbloqueada como la lista abierta producen una competencia electoral que se desarrolla en
dos planos: el externo (competencia interpartidaria) que determina cuántas bancas obtiene cada partido
político, y el interno (competencia intrapartidaria) que define quiénes ocuparán los escaños ganados
por cada agrupación.
La lista cerrada y bloqueada tiene un impacto positivo en la efectividad de las cuotas de género
en tanto impide la alteración posterior del orden de los candidatos, evitando así que se anule -en caso
de existir- el mandato de posición preestablecido por la ley de cuotas. Además, el desbloqueo de las
boletas impacta negativamente al interior de los partidos políticos desde el momento en que: a) rompe,
mediante leyes, con los acuerdos o equilibrios que se intentan preservar en el ámbito políticoinstitucional, al abrir la posibilidad de alterar un orden predeterminado2 y b) aumenta la
personalización de la campaña electoral (producto de la competencia intrapartidaria que se desarrolla
simultáneamente con la interpartidaria). En este último punto, el desbloqueo de la lista repercute
negativamente en los sectores marginales o minoritarios, dado que requieren –para competir en
igualdad de condiciones- de mayores recursos económicos y de apoyos políticos importantes.
Para concluir, la combinación de los distritos plurinominales grandes con listas cerradas y
bloqueadas favorece el acceso de las mujeres a los órganos representativos por dos razones: primero,
porque según el desempeño electoral de los partidos políticos, éstos pueden ocupar más bancas a
diferencia de lo que ocurre en los distritos medianos y pequeños donde los que tienen más
2
No solo anula la aplicación de las cuotas de género, también afecta negativamente el equilibrio territorial que promueven
algunas cartas orgánicas partidarias en la confección de las listas. Por ejemplo, la cláusula que exige que las boletas
electorales estén integradas por candidatos representativos de todas las regiones, departamentos o secciones que conforman la
provincia.
6
posibilidades son los partidos mayoritarios; segundo, porque al haber más bancas en juego, el acceso
de las mujeres depende menos de que éstas ocupen los primeros lugares de la lista.
Por otro lado, el requisito del mandato de posición en la legislación de las cuotas opera de
modo positivo en los sistemas electorales que adoptan los distritos plurinominales grandes combinados
con el tipo de lista cerrada y bloqueada. A la inversa, en los lugares donde se aplican las listas abiertas
o las listas desbloqueadas, el voto preferencial actúa alterando el orden original y puede anular los
efectos del mandato de posición.
Precisamente, por el hecho de que algunas normas no contemplan un mandato de posición, ni
instituyen un orden para garantizar una representación equilibrada de ambos sexos en las listas, las
leyes de cuotas no constituyen por sí solas una garantía de acceso a las bancas. De los once países
latinoamericanos que tienen leyes de cuotas vigentes, seis (Argentina, Bolivia, Costa Rica, Honduras,
México y Paraguay) incorporaron en sus normas algún mandato de posición.
La inclusión de un mandato de posición resultó un elemento clave para debilitar la resistencia
de los partidos políticos a aplicar la ley de acuerdo con el espíritu y la voluntad de los legisladores.
II. Las cuotas de género en elecciones subnacionales. Los casos de la Ciudad de Buenos Aires,
Buenos Aires y Santa Fe en los comicios de 2007.
Argentina fue el primer país en incorporar cuotas en su legislación nacional a efectos de
promover la participación política de las mujeres en las cámaras legislativas. La Ley Nacional de
Cuotas de Género (24.012/91), modificatoria del artículo 60 del Código Electoral Nacional, estableció
una acción afirmativa tendiente a garantizar, mediante un trato preferencial, el derecho de las mujeres a
ser representantes. En ella se establece que “las listas que se presenten deberán tener mujeres en un
mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar
electas. No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos”. Esta norma tiene como
particularidad que las cuotas establecidas operan en el régimen electoral, ya que están incorporadas al
Código Electoral Nacional, constituyendo así una medida obligatoria para todos los partidos políticos
que buscan competir en los comicios legislativos.
La reforma de la Constitución Nacional en 1994 dio un paso muy importante al incluir entre
sus artículos a las acciones afirmativas. Sin duda este reconocimiento configuró un nuevo incentivo
para que las provincias adaptaran su legislación e incorporaran las cuotas de género. A partir de la
promulgación de la ley nacional y de la modificación de la Constitución Nacional, se sancionaron
normas similares en la mayor parte de los distritos del país, con las solas excepciones de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (donde se aplica la ley nacional hasta tanto se sancione una ley electoral
propia) y las provincias de Chubut, Entre Ríos y Jujuy.
En general, las leyes de cuotas subnacionales se inspiraron en el texto de la ley nacional,
incorporando también sus debilidades de origen. Así, algunos requisitos que posteriormente fueron
perfeccionados por las sucesivas reglamentaciones nacionales no figuraban en las normas
7
subnacionales en un principio. Nos referimos, en particular, a la incorporación de un mandato de
posición preciso, y a la ausencia de un mecanismo de suplencias donde figurase como obligatorio
mantener el sexo del candidato en caso de reemplazos o relevos. Las provincias sancionaron leyes de
cuotas entre 1992 y 2000, las mismas reproducen o superan el porcentaje mínimo de mujeres a ser
incorporado en las listas que exige la ley nacional. La decisión en la incorporación de un piso mínimo
determinado varió según cada lugar y acorde a como se fuera dando tanto la dinámica de la política
provincial como la correlación de fuerzas respectivas.
Como ya se ha mencionado anteriormente, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no posee una
ley especial que reglamente las acciones afirmativas de género. Desde 1993 (cuando la CABA todavía
no había adoptado su autonomía) hasta la actualidad ha regido supletoriamente la ley nacional 24.012
junto con sus sucesivos decretos reglamentarios (379/93, 1246/00 y 451/05). Sintéticamente, la
legislación establece: a) que las listas de candidatos deben tener como mínimo un 30% de mujeres; b)
su obligatoriedad a través del establecimiento de sanciones frente a su incumplimiento (no
oficialización de las listas); c) la inclusión de un estricto mandato de posición por el que se garantiza a
las mujeres lugares expectables en las listas3.
Asimismo, la Constitución de la CABA, sancionada en 1996, establece en el capítulo noveno
titulado “Igualdad entre Varones y Mujeres” normativas con alto contenido de género que garantizan
en el ámbito público y promueven en el privado la igualdad real de oportunidades y trato entre varones
y mujeres y el ejercicio de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. También
dispone constitucionalmente un mandato de posición de género para las listas de candidatos a cargos
electivos, al determinar que “no pueden incluir más del setenta por ciento de personas del mismo sexo
con probabilidades de resultar electas. Tampoco pueden incluir a tres personas de un mismo sexo en
orden consecutivo” (artículo 36).
En la provincia de Buenos Aires, la ley de cuotas 11.733 modificó el artículo 32 de la ley
5.109 (ley electoral de la provincia). La norma sostiene que las listas de candidatos deben tener un
mínimo del 30% del sexo femenino y de igual porcentaje de sexo masculino de los candidatos a los
cargos a elegir en todas las categorías y en proporciones con posibilidad de resultar electos. Este
porcentaje se aplica a la totalidad de la lista y su incumplimiento se penaliza con la no oficialización de
la boleta partidaria.
En la provincia de Santa Fe, la legislación sobre cuotas de género, prevé que toda lista de
candidatos que sea presentada en el ámbito provincial, municipal, comunal y/o para la elección de
Convencionales Constituyentes, debe estar compuesta por mujeres en una tercera parte como mínimo.
3
El decreto vigente (1246/00) establece que: “Cuando se renovaren 2 cargos, en uno de ellos deberá nominarse siempre a una
mujer. No se considerará cumplida la Ley 24.012 cuando, en el supuesto de que se renueven solamente 1 ó 2 cargos, se incluya
una sola candidata mujer ocupando el tercer término. Cuando se renovaren más de 2 cargos, debe figurar una mujer, como
mínimo, en alguno de los 3 primeros lugares” (artículo 4). “Cuando se renueve 1, 2 o más cargos, el cómputo siempre se hará a
partir del primer lugar y la lista deberá tener por lo menos 1 mujer cada 2 varones para que se cumpla el porcentaje mínimo
que exige la Ley 24.012. En las listas de candidatos no se podrá ubicar en forma contigua 3 personas de un mismo sexo hasta,
por lo menos, el lugar en que, como mínimo, se haya cumplido con el 30% establecido en la Ley 24.012” (artículo 5). En mayo
de 2005 se dictó un nuevo decreto (451/05) modificatorio de los artículos 4 y 5 del anterior 1246/00. Estas modificaciones no
afectan la aplicabilidad de las cuotas en la CABA.
8
Agrega, además, que la ubicación de las mujeres debe realizarse en forma intercalada y/o sucesiva en
la totalidad de las candidaturas titulares y suplentes, con posibilidades de resultar electas, cualquiera
sea el sistema electoral que se aplique (artículo 1 de la Ley 10.802/92). No son oficializadas por el
Tribunal Electoral de la provincia las listas que no cumplen con este requisito. El decreto
reglamentario 358/93 incorpora una tabla en la que se especifica el concepto de “cantidad mínima”.
Este decreto, así como el 439/97 de la provincia de Buenos Aires, reproduce la lógica del
decreto presidencial 379/93 para cargos nacionales. Todos presentan una tabla anexa que establece el
número mínimo de candidatas que deben incluirse en las listas en función del número de cargos a
renovar en un distrito.
El problema de estas tablas estriba en que cuando el cálculo matemático no da como resultado
un número entero –sino decimal- la reglamentación redondea el número de mujeres que debe
entenderse como mínimo para la asignación de bancas en cada caso. Como se observa en la Tabla 1, la
decisión de redondear hacia arriba (cuando los centésimos equivalen a 50 o son mayores a este
número) o hacia abajo (cuando los centésimos son inferiores a 50) determina que en un tercio de los
casos la cuota efectiva o de facto resulta inferior al porcentaje establecido por la ley de cuotas.
A nivel nacional el decreto 1246/00 derogó al 379/93 y estableció que en todos los casos el
redondeo debía hacerse hacia el dígito superior.
Tabla 1: Provincia de Santa Fe. Decreto Reglamentario 358/93.
Cargos
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
Tercera Parte
0,66
1
1,33
1,66
2
2,33
2,66
3
3,33
3,66
4
4,33
4,66
5
5,33
5,66
6
6,33
6,66
7
7,33
7,66
8
8,33
8,66
9
9,33
Cantidad Mínima
1
1
1
2
2
2
3
3
3
4
4
4
5
5
5
6
6
6
7
7
7
8
8
8
9
9
9
Cuota efectiva
25%
28%
30%
30%
31%
31%
31%
32%
32%
9
Posteriormente, el decreto 1745/93, modificatorio del 358/93, estableció que cuando algún
partido político se presente por primera vez o renueve un solo candidato (o no renueve algún
candidato), se considerará que la cantidad de cargos es igual a uno (1) y, en este caso particular, resulta
indiferente colocar una mujer o un hombre. Pero aclara que, para los siguientes lugares de la lista,
deben incluirse regularmente una (1) mujer cada dos (2) varones, hasta cubrir la tercera parte como
mínimo dentro del número total de cargos. Si, en cambio, el partido político renueva dos (2) cargos, al
menos uno de los dos candidatos propuestos debe ser mujer.
Tabla 2: Legislación de género en la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires y Santa Fe
Distrito
Legislación
24.012 (1991)
Decretos 379/93,
Ciudad de Buenos
Aires
Buenos Aires
Santa Fe
Cuota
Legal
%
30
Decretos 1246/00
(deroga 379/93) y
451/05
30
Constitución
CABA (1996)
30
11.733 (1995)
Decreto 439/97
10.802 (1992)
Decretos 358/93 y
1745/93
(modificatorio de
358/93)
Cuota Efectiva
Anexo A Decreto 379/93
En los casos en que la
aplicación matemática de este
porcentaje determinare
fracciones menores a la unidad,
el concepto de cantidad mínima
será la unidad superior –
Anexo 1 Decreto 1246/00
--
30
Anexo 1 Decreto 439/97
33
Anexo Decreto 358/93
Mandato de Posición
“Será indiferente colocar en el
primer puesto a mujer o
varón, pero en los siguientes
lugares de la lista se incluirán
regularmente UNA (1) mujer
por cada DOS (2) varones”
(Dec 379/93, art.4)
“Cuando se renueve UNO
(1), DOS (2) o más cargos,
el cómputo siempre se hará a
partir del primer lugar y la
lista deberá tener por lo
menos UNA (1) mujer cada
DOS (2) varones”
(Dec.1246/00, art.5)
“Tampoco pueden incluir a tres
personas de un mismo sexo en
orden consecutivo.” (art. 36).
“Cuando algún partido
político o alianza se
presentara por primera vez,
renovará un candidato o no
renovará candidatos… la
cantidad de cargos es igual a
uno (1). En este caso será
indiferente colocar en el
primer puesto a mujer o
varón, pero en los siguientes
lugares de la lista no se
incluirán más de dos (2)
candidatos seguidos del
mismo sexo” (Dec.439/97,
art.4)
“cuando algún partido político
se presente por primera vez o
renueve un solo candidato (o
no renueve algún candidato),
se considerará que la cantidad
de cargos es igual a uno (1).
En este caso será indiferente
colocar en primer lugar a
mujer o varón pero en los
siguientes lugares de la lista,
se incluirán regularmente una
(1) mujer cada dos (2)
varones” (Dec.1745/93, art.7)
10
Mujeres y representación política en los órganos legislativos subnacionales.
En virtud del sistema federal argentino, cada una de las provincias puede adoptar su propio
diseño institucional legislativo y elegir su sistema electoral para la elección de autoridades. Los
sistemas electorales utilizados para la integración de la Cámara de Diputados, presentan una gran
variedad dada la combinación de sus diferentes atributos. La Tabla 3 muestra la heterogeneidad
presente en los tres distritos que se estudian en este trabajo.
Tabla 3: Cámara de Diputados y representación
(según la normativa electoral vigente a octubre de 2007)
Distrito
Ciudad de Buenos Aires
Buenos Aires
Tamaño
Legislatura
60
92
Renovación
Parcial
Parcial
Forma de
Magnitud de
Representación
Distrito
Distrito Unico
30/1
Por Sección
6/2, 11/3, 14/1,
(8)
15/1, 18/1
Distrito Unico
50/1
Santa Fe
50
Total
Fuente: Archenti y Tula (2008)
Siglas: SCM: Sistemas Constitutivos de Mayorías, CyB: Cerrada y Bloqueada.
Fórmula
Electoral
D´Hondt
Cociente
Barrera
Legal
Sin piso
S/Cociente
Tipo de
Lista
CyB
CyB
SCM
3%
CyB
A grandes rasgos, la actual Legislatura de la CABA reproduce en términos generales las normas
funcionales del entonces Concejo Deliberante, con algunas pequeñas diferencias: a) la cantidad de
miembros de la Legislatura puede aumentarse en proporción al crecimiento de la población a través de
la aprobación de una ley votada por los dos tercios de sus miembros (artículo 68); b) los legisladores
sólo pueden ser reelectos por un período consecutivo (artículo 98)4 y c) hasta tanto no se reglamente
una ley electoral propia de la Ciudad, se aplica: 1) el sistema electoral prescripto por el Código
Electoral Nacional para la elección de la Cámara de Diputados, con la excepción del uso de la barrera
legal del 3% (Dictamen del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires del año 2000).
En la provincia de Buenos Aires, el poder legislativo es bicameral. La Cámara de Diputados
está compuesta por 92 miembros y la Cámara de Senadores por 46. Los legisladores duran cuatro años,
renovándose cada cámara por mitades cada dos (artículos 70 y 78 CP/94). Tanto, los diputados como
los senadores se eligen directamente por representación proporcional (cociente electoral a los restos
5
más numerosos) en ocho secciones electorales plurinominales de tamaño variable .
4
La constitución admite una sola reelección inmediata. Para volver a ocupar una banca, si el legislador ya ha sido reelecto,
debe dejar pasar un período o intervalo legislativo.
5
La actual ley electoral provincial 5.109 establece tres etapas para la asignación de bancas: 1-una primera en la
que se adjudica a cada fuerza política tantos escaños como números enteros resulten de la división entre sus
propios votos y el cociente. Este último se determina dividiendo el número total de sufragios por el número de
candidatos que se eligen en esa oportunidad, sin computar los votos en blanco y nulos; 2- si quedaran bancas por
asignar, la ley establece otorgar una banca más a cada partido político (de los que lograron superar el cociente, el
resto queda fuera del reparto) según sus residuos ordenados de mayor a menor; 3- si después del segundo paso,
todavía quedan escaños vacantes, la ley establece que deberá actuarse “hasta completar la representación con los
candidatos de la lista que obtuvo mayor número de sufragios en la elección”. Este tercer eslabón no considera los
votos adjudicados ni los residuos sobrantes, sino que privilegia a la fuerza política mayoritaria, otorgándole las
bancas que no fueron asignadas en las dos etapas previas. Para observar cómo opera esta fórmula electoral se
recomienda leer el trabajo de Varani (2005) sobre la integración de los Concejos Deliberantes en el ámbito
municipal.
11
Tabla 4: Provincia de Buenos Aires. Circunscripciones electorales
Sección
Senadores
Diputados
I- Primera
8
15
II- Segunda
5
11
III- Tercera
9
18
IV- Cuarta
7
14
V- Quinta
5
11
VI- Sexta
6
11
VII- Séptima
3
6
VIII- Capital
3
6
Partidos o Departamentos que integran las secciones
Campana, Escobar, General Las Heras, General Rodríguez, General San
Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, Luján, Malvinas Argentinas,
Marcos Paz, Tres de Febrero, Mercedes, Merlo, Moreno, Morón,
Navarro, Pilar, San Fernando, San Isidro, San Miguel, Suipacha, Tigre,
Vicente López.
Baradero, Bartolomé Mitre, Capitán Sarmiento, Carmen de Areco, Colón,
Exaltación de la Cruz, Pergamino, Ramallo, San Nicolás, San Pedro,
Zárate, San Andrés De Giles, San Antonio de Areco, Rojas, Salto.
Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Brandsen, Cañuelas,
Ensenada, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lanús, Lobos,
Lomas de Zamora, Magdalena, La Matanza, Presidente Perón, Punta
Indio, Quilmes, San Vicente.
Alberti, Ameghino, Bragado, Carlos Casares, Carlos Tejedor,
Chacabuco, Chivilcoy, General Arenales, General Pinto, General
Viamonte, General Villegas, Hipólito Yrigoyen, Junín, Leandro N. Alem,
Lincoln, Nueve De Julio, Pehuajó, Rivadavia, Trenque Lauquen.
Ayacucho, Balcarce, Castelli, Chascomús, Dolores, General Alvarado,
General Belgrano, General Guido, General Lavalle, General Madariaga,
General Paz, General Pueyrredón, Tandil, Las Flores, Loberia, Maipú,
Mar Chiquita, Monte, La Costa, Pinamar, Villa Gesell, Necochea, Pila,
Rauch, San Cayetano, Tordillo.
Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Coronel Dorrego, Coronel Pringles,
Coronel Rosales, Coronel Suárez, Daireaux, General Lamadrid, Gonzáles
Chaves, Guaminí, Juárez, Laprida, Monte Hermoso, Patagones,
Pellegrini, Puan, Saavedra, Salliquelo, Tornquist, Tres Arroyos, Tres
Lomas, Villarino.
Azul, Bolívar, General Alvear, Olavarría, Roque Pérez, Saladillo,
Tapalqué, Veinticinco de Mayo.
La Plata
A diferencia de otras provincias, donde la renovación por mitades se efectúa sobre el total de la
cámara legislativa, en Buenos Aires se utiliza un peculiar sistema para renovar parcialmente a los
diputados y senadores: se alternan las secciones electorales (y se evita, de este modo, la disminución
del tamaño de la magnitud del distrito). Por ejemplo, para los comicios provinciales de 2007, se
eligieron diputados de las secciones I, IV, V y VII; en 2009 corresponde al resto: II, III, VI y VIII.
En 1996, se sancionó la primera constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde
entonces, el poder legislativo es ejercido por una Legislatura unicameral (en reemplazo del viejo
Concejo Deliberante) compuesta por 60 miembros que se renuevan parcialmente cada dos años. Sus
diputados son elegidos en distrito único (plurinominal grande) por el voto directo, no acumulativo
conforme al sistema proporcional (artículos 68 y 69).
En la provincia de Santa Fe, el Poder Legislativo es ejercido por una Legislatura Bicameral. La
Cámara de Diputados se compone de cincuenta miembros (artículo 32 CP), duran cuatro años en sus
funciones y pueden ser reelectos. La elección de los diputados es directa, conformando la provincia un
solo distrito, a tal efecto. Corresponden veintiocho (28) diputados al partido que obtenga mayor número
de votos, y veintidós (22) a los demás partidos, en proporción a los sufragios que hubieren obtenido
(artículo 32 CP y artículo 18 ley provincial 12.367/2004). Para la distribución de cargos entre las
minorías se adopta el sistema de representación proporcional, método D'Hondt (3%) del padrón
electoral del distrito (artículo 1 de la ley provincial 9.280/1983). Para la integración de las listas, los
12
partidos políticos, frentes o alianzas deben incluir como mínimo a un candidato por departamento
(artículo 32 CP).
La Cámara de Senadores está compuesta por 19 senadores, uno por cada uno de los
departamentos que integran la provincia (artículo 36 CP). Duran cuatro años en el ejercicio de sus
mandatos y pueden ser reelectos. Ambas cámaras, se renuevan completamente cada cuatro años
(artículo 38 CP).
Tabla 5: Mujeres en la Cámara de Diputados (1991-2005 y 2007)
TL
Distrito
1991
Mujeres en
1991
(pre cuotas)
% de Mujeres
sobre total
Cámara
TL
2005
Mujeres en
2005
(post cuotas)
% de
Mujeres
sobre total
Cámara
30
37
TL
2007
Mujeres
en 2007
% de
Mujeres
sobre total
Cámara
28
35
Buenos Aires 92
7
8
92
28
92
26
Ciudad de
---60
22
60
21
Buenos Aires
Santa Fe
50
2
4
50
17
34
50
16
32
Fuente: Archenti y Tula (2008).
Nota: 1) En Santa Fe, los datos de 2005 corresponden a la conformación de la legislatura para el período 2003-2007, 2) La
legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se creó en 1996.
Siglas: TL: Tamaño Legislatura.
La Tabla 5 muestra cómo, más allá de los diferentes sistemas electorales empleados en cada
distrito y las modificaciones adoptadas en la legislación provincial sobre las cuotas, el balance es –a
grosso modo- positivo en tanto y en cuanto elevó el porcentaje de mujeres en las tres legislaturas. En
efecto, si se compara a las legislaturas tomando como parámetro un período previo a la introducción de
las cuotas (1991) y otros dos correspondientes a varias renovaciones legislativas posteriores a su
sanción (2005) y (2007), se verifica su impacto positivo en la representación política.
La configuración por género en las boletas de votación.
Sin embargo, y a pesar del reconocimiento actual sobre la importancia de las acciones
afirmativas de género para incrementar la participación política de las mujeres, este corpus normativo
no resulta suficiente para garantizar la equidad real en el ejercicio de la representación. Tampoco
resulta suficiente el hecho que el distrito presente condiciones institucionales altamente favorables para
las mujeres. La posibilidad de ejercer el derecho a representar se vincula al accionar de los partidos
políticos, los que por medio del monopolio estratégico de la selección de sus candidatos y su ubicación
en las listas partidarias, son las instituciones que condicionan en última instancia las posibilidades de
los candidatos de ocupar lugares expectables o salidores.
La realidad muestra que los partidos políticos continúan manteniendo una postura reacia a la
integración del sexo femenino cumpliendo a rajatabla la mínima exigencia legal en sus boletas
electorales. La vigencia de esta costumbre constituye en los hechos un serio obstáculo para el ingreso
equitativo de hombres y mujeres en el órgano legislativo y, a su vez, traiciona los principios
13
constitucionales de igualdad de trato entre sexos que se busca incentivar con la inclusión de las
acciones afirmativas. En este sentido, el rendimiento electoral de las mujeres está fuertemente
condicionado por la interpretación y aplicación que los partidos políticos efectúan de la normativa de
género.
Basta con dar una mirada a los resultados electorales para observar cómo los partidos políticos
tienden a adoptar una actitud minimalista frente al cumplimiento de la legislación de género. Es decir,
las boletas de votación se confeccionan incorporando a las mujeres en las cantidades y posiciones que
la ley electoral establece como mínimas y necesarias para oficializar una lista partidaria.
Si bien el análisis de los datos electorales señala que durante el período en estudio el
porcentaje de mujeres electas aumentó significativamente para los tres casos seleccionados, el análisis
de las listas partidarias muestra que, a la hora de armar sus listas, los partidos políticos continúan
presentando resistencias a incorporar a las mujeres usando criterios de equidad para ocupar los
distintos lugares de la boleta, especialmente los primeros puestos.
En general, los partidos tienden a elegir una determinada configuración de género y a repetirla
en toda la extensión de la lista. También, mayormente, esta configuración de género tiende a coincidir
con el mínimo establecido por la ley. En las Tablas 6, 7 y 8 se observan las posiciones ocupadas por
hombres (H) y por mujeres (M) en las listas oficializadas de los partidos que ganaron bancas en las
elecciones de renovación de 2007 para la Cámara de Diputados de los tres distritos en estudio. Por
último, cabe destacar que la preferencia por una u otra de las configuraciones de género en el armado
de las listas partidarias no está asociada a la ubicación de los partidos políticos en el arco ideológico.
La Tabla 6 presenta la configuración por género de las listas oficializadas de los partidos que
ganaron bancas en las elecciones legislativas de la CABA en 2007.
Tabla 6: Listas oficializadas de los partidos que ganaron bancas. Configuración por
género en CABA 2007
MD=30
Posición
Propuesta
Republicana
Diálogo por
Buenos
Aires
Frente para
la Victoria
Frente Más
Buenos
Aires
Coalición
Cívica
Movimiento
Socialista de
los
Trabajadores
Partido
Buenos
Aires para
Todos
1
H
H
H
M
M
M
H
2
H
H
H
H
H
H
H
3
M
M
M
H
M
H
M
4
H
H
H
M
H
M
H
5
H
H
M
H
M
H
H
6
M
M
M
H
H
H
M
7
H
H
H
M
H
M
H
8
H
H
H
H
M
H
H
9
M
M
M
H
H
M
M
10
H
H
H
M
M
H
H
11
H
H
H
H
M
H
M
14
12
M
M
M
H
H
M
H
13
H
H
H
M
H
H
H
14
H
H
H
H
M
H
M
15
Mujeres
electas
M
M
M
H
H
M
H
5
1
1
1
1
1
Ninguna
15
5
3
3
2
1
1
Bancas
ganadas
Fuente: Elaboración propia sobre datos del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires.
Nota: La tabla presenta los datos correspondientes a las primeras quince posiciones que equivalen al mayor
número de bancas obtenidas por un partido en esa elección (PRO 2007).
En estas elecciones se observa el predominio de dos configuraciones que se repiten: Hombre,
Hombre, Mujer (HHM) y Mujer, Hombre, Hombre (MHH). La ordenación HHM es el diseño que
cumple estrictamente con el mínimo legal para que la lista sea oficializada (una mujer cada dos
varones, ver Tabla 2). Es decir, incluye el menor número de mujeres en las posiciones menos
favorables que la ley permite; en la medida que las candidatas son ubicadas en los lugares de la lista
que el mandato de posición legal establece como los lugares mínimos (3º, 6º, 9º, etc.). La segunda
ordenación preferida por los partidos –MHH- claramente favorece más a las mujeres, en la medida que
éstas son ubicadas en lugares con mayor probabilidad de resultar electas (1º, 4º, 7º, etc.). Sin embargo,
y sin desmerecer sus ventajas, si esta configuración se mantiene para toda la lista (o al menos en sus
lugares expectables) reproduce, en términos cuantitativos, el mínimo que la ley de cuotas establece:
una mujer cada tres posiciones.
Tabla 7: Listas oficializadas de los partidos que ganaron bancas.
Configuración por género en la provincia de Buenos Aires 2007.
Posición
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Mujeres
Electas
Bancas
Ganadas
FPV
H
H
M
H
H
M
H
H
M
H
2
8
SECCION I
MD=15
CC UNA
M
H
H
M
H
H
M
H
H
M
M
H
M
H
M
M
H
H
M
H
1
1
3
2
PRO
H
H
M
H
H
M
H
H
H
M
0
2
SECCION IV
MD=14
FPV
CC
UCR
H
H
H
H
M
H
M
H
M
H
H
M
H
M
H
M
H
M
H
H
H
H
M
M
M
H
H
H
H
H
3
1
0
9
3
2
FPV
H
H
M
H
H
M
H
H
M
H
1
5
SECCION V
MD=11
CC
UNA
H
H
H
H
M
M
H
H
M
M
H
H
H
M
M
H
H
H
M
M
1
0
3
2
PRO
H
M
H
H
H
M
H
H
M
M
0
1
SECCION VII
MD=6
FPV
CC
H
H
H
H
M
M
H
M
H
H
M
H
1
0
4
2
Fuente: Elaboración propia sobre datos de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires.
Nota: La tabla presenta los datos correspondientes a las primeras diez posiciones, excepto para la VII sección
donde se eligen 6 diputados.
15
Esta tabla presenta la configuración por género adoptada por las distintas fuerzas políticas que
compitieron en 2007 en las cuatro secciones electorales de la provincia de Buenos Aires que renovaban
diputados. Este dato resulta importante porque, al no tratarse de un único distrito (como ocurre tanto en
la Ciudad de Buenos Aires como en Santa Fe), el armado de las boletas electorales debe adaptarse a
cada circunscripción electoral y a las negociaciones políticas que deba hacer cada partido a fin de
lograr un mejor desempeño electoral. Por ello, no necesariamente un mismo partido político respeta un
formato determinado en la configuración de género de las listas que oficializa en cada sección.
En estos comicios en particular, el Frente para la Victoria, es el partido que ganó en las cuatro
secciones y obtuvo la mayor cantidad de diputados 26 sobre 46, de los cuales sólo 7 son mujeres. En
sus listas se observa la misma configuración para las cuatro circunscripciones: Hombre, Hombre,
Mujer (HHM) reservando los lugares 3º, 6º y 9º al sexo femenino.
Por su parte, el resto de los partidos políticos no tuvo un comportamiento homogéneo en el
armado de sus listas. A pesar que la ley no establece un mandato de posición preciso, las candidaturas
femeninas ocupan en todos los casos un lugar en alguna de las tres primeras posiciones de las boletas,
pero en la mayoría de los casos son relegadas al tercer puesto. Cabe destacar que, al ser incluidas en el
tercer lugar, las candidatas de los partidos políticos que obtuvieron pocas bancas (una o dos) tienen
pocas o nulas probabilidades de acceder a la Legislatura.
Las excepciones son la Coalición Cívica (sección I y IV), UNA (sección I) y PRO (sección V)
que incluyeron candidatas en el primero y segundo lugar; pero sólo en la CC de la I sección encabezó
una mujer.
Tabla 8: Listas oficializadas de los dos partidos que ganaron bancas.
Configuración por género en la provincia de Santa Fe 2007.
Elecciones 2007
MD=50
Posición
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Lista 0501
Frente Progresista Cívico y
Social
H
H
M
H
M
H
H
H
M
H
M
H
H
M
H
H
H
M
H
M
Lista 0500
Frente para la Victoria
H
H
M
H
H
M
H
M
H
H
H
M
H
H
M
H
M
H
H
H
16
H
M
21
H
H
22
H
H
23
M
M
24
H
H
25
H
M
26
M
H
27
H
M
28
9
7
Mujeres Electas
28
22
Bancas Ganadas
Fuente: Elaboración propia sobre datos extraídos de http://www.santa-fe.gov.ar/elecciones/index1.html y
http://tribunalelectoral.santafe.gov.ar/resulprov.php
Nota: La tabla presenta los datos correspondientes a las 28 primeras posiciones que equivalen al mayor número
de bancas que un partido político, frente o alianza puede obtener.
En Santa Fe, sólo dos fuerzas políticas lograron ocupar bancas. El Frente Progresista Cívico y
Social obtuvo el 44,57% de los votos, en segundo lugar, el Frente para la Victoria con el 37,21% y
muy lejos con apenas el 2,71% la Unión Cívica Radical que no llegó a superar el piso exigido por ley
para participar del reparto de bancas. Así la nueva composición de la legislatura quedó conformada por
28 bancas para el FPCyS y 22 para el FPV.
La presencia de mujeres en las listas partidarias se limita a cumplir con lo que la legislación
dictamina para respetar las cantidades mínimas. En este caso el mandato de posición pierde relevancia
en la medida que el sistema electoral asigna un número de bancas fijo al partido que obtiene la mayoría
de los votos (28) y 22 a la segunda fuerza siempre y cuando ningún otro partido político (u otros
partidos políticos) superen el piso legal previsto. Si esto ocurriera, el mandato de posición resulta
importante para todos los partidos políticos que no obtengan el primer lugar en la votación dado que el
reparto de escaños se efectúa según el sistema de representación proporcional (que toma como base la
cantidad de sufragios que obtiene cada fuerza política y no a través de una asignación fija). Así,
cuando las segundas y terceras fuerzas políticas son relevantes y compiten por los 22 lugares restantes,
las probabilidades de acceso de las mujeres a la Legislatura dependerán del lugar que ocupen en la
boleta, es decir, cuanto más cercana a las primeras posiciones estén “ellas”, mayores probabilidades de
éxito tendrán en ocupar una banca. Según el decreto 358/93 si un partido político obtiene 28 bancas,
debe haber 9 mujeres en la boleta; si logra 22, exige 7. Tanto la lista del FPCyS como la del FPV se
ajustaron al mínimo exigido por la ley
Conclusiones
Este trabajo describe el efecto positivo que tienen las leyes de cuotas para incrementar
rápidamente la representación política de las mujeres en los órganos legislativos. Como se ha señalado,
las leyes de cuotas sancionadas en los ´90 en Argentina y también en varios países de América Latina,
a nivel nacional y subnacional, han sido eficaces a la hora de cumplir con sus objetivos. Cabe señalar
que la combinación de las cuotas de género con distintos arreglos institucionales, tales como los
sistemas electorales con listas plurinominales y fórmulas electorales proporcionales junto con un
mandato de posición preciso contemplado por la legislación electoral, resulta determinante a la hora de
17
evaluar el éxito de esta acción afirmativa en aumentar cuantitativamente la presencia de las mujeres en
las legislaturas.
Por otro lado, el análisis de la composición de las listas partidarias también es un indicador del
modo en que los partidos políticos asimilaron los principios de equidad de género que las acciones
afirmativas buscan garantizar a través de las leyes de cuotas. Según el modo en que los partidos
distribuyen sus candidaturas las posibilidades de acceso de las mujeres serán mayores o menores. En
otras palabras, si la configuración de género que adoptan las boletas de votación se ciñe estrictamente
al cumplimiento de la ley, o si existe una voluntad política que de lugar a una distribución más
equilibrada de los primeros lugares entre hombres y mujeres.
El análisis de los casos aquí presentados muestra que tanto en la Ciudad de Buenos Aires como
en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires los partidos políticos continúan haciendo una
interpretación minimalista de la legislación de cuotas privilegiando su cumplimiento burocrático.
La interpretación minimalista se refiere al escaso número de mujeres que ocupan lugares
salidores en las boletas electorales. Los dirigentes partidarios, al armar sus listas, aplican el número
mínimo de mujeres que la ley dispone como un deber ser convirtiendo, de este modo, el piso mínimo
legal en un techo máximo.
El cumplimiento burocrático de la ley se vincula con el mandato de posición, es decir, con los
lugares de la lista donde las mujeres son ubicadas. La ley de género establece ciertas posiciones
mínimas a ser ocupadas por el sexo femenino, y esto constituye un requisito para la oficialización de la
lista. En general, estas posiciones mínimas son siempre definidas en términos relativos entre los sexos
como, por ejemplo, una mujer cada dos varones y los partidos políticos tienden a acatar este mandato y
a reproducirlo en forma burocrática a lo largo de toda la lista.
Para finalizar, cabe señalar que si bien la ley de cuotas ha tenido en los tres distritos un efecto
positivo al aumentar la representación de las mujeres en los órganos legislativos, se observan pocos
avances cuando se analiza la integración de las listas partidarias. En este caso, el accionar de los
partidos políticos, a través del diseño de las listas partidarias y la selección de candidatos, permanece
como un condicionante importante de las posibilidades de las mujeres para acceder a las legislaturas.
18
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20
PARIDAD DE MUJERES Y VARONES EN LOS LUGARES DE DECISIÓN
Silvia AUGSBURGER
Dos elementos relevantes que producen el desequilibrio entre los hombres y las
mujeres. Primero, las responsabilidades familiares que no se comparten equitativamente ni hay
equidad en la posición socioeconómica, pues persiste la remuneración desigual por trabajo de
igual valor; y segundo, que los procesos de toma de decisiones continúan mayoritariamente, en
manos de los hombres.
Las mujeres han traspasado la barrera del ámbito privado al que fueron recluidas en el
pasado. Es un dato irrefutable que las mujeres han alcanzado iguales niveles de formación que
los hombres y también, que participan en forma creciente en la producción de bienes y
servicios.
En el ámbito político, la ausencia de las mujeres en la adopción de decisiones implica
un déficit democrático incompatible con una verdadera democracia. Si en el proceso de toma de
decisiones no está presente el 52 % de la sociedad se corre el riesgo de ignorar los
planteamientos, puntos de vista e intereses de la mitad de la sociedad. Ese déficit sólo puede ser
superado con un reparto más equilibrado de las responsabilidades públicas y privadas y una
presencia más igualitaria de mujeres y hombres en los órganos de decisión política.
La conformación de una democracia plural debe centrar su quehacer en torno al
ejercicio de la plena ciudadanía de todas las personas, pero especialmente de las mujeres, dada
su histórica negación. El contenido de esta ciudadanía se expresa tanto en el ejercicio de los
derechos individuales y colectivos, como en el desarrollo de su autonomía, la expresión y
representación de sus intereses y demandas.
Son claros los logros obtenidos en materia legal por las mujeres en el Parlamento donde
representan hoy el 40%, pero aún falta lograr que los derechos consagrados en esa legislación
lleguen a todas y todos en la realidad. Para ello es necesario participar también en el ejecutivo,
en el judicial y en todos los organismos de gobierno que deben brindar las herramientas para
efectivizar esos derechos.
Es evidente, a 17 años de la sanción de la Ley de Cupos, que los avances en la
participación de las mujeres a nivel del Poder Legislativo no se han trasladado a los otros
poderes del Estado, el Ejecutivo y el Judicial, mostrando así la necesidad de incorporar acciones
positivas como el cupo en estos ámbitos; además de aumentarlo al 50% donde ya lo tenemos.
La paridad constituye
una profunda renovación del funcionamiento democrático
incorporando la visión y la historia singular de las mujeres y es al mismo tiempo, una respuesta
al derecho de plena ciudadanía de todas y todos. La cantidad no garantiza que inmediatamente
se tome en consideración la igualdad en todas las áreas, pero es sin embargo, una condición de
la transformación política, es decir de las decisiones que conciernen a los seres humanos.
Debemos ser parte de una nueva historia, de una nueva construcción democrática sobre la base,
no sólo de reconocer a los iguales sino de hacerlos iguales.
Las mujeres cambian la política, no a causa de su sexo biológico, sino a causa de una
larga historia hecha de luchas, anonimatos, silencios, de vidas más atadas a lo privado que a lo
público. Si avanzamos en el camino de la paridad, estaremos avanzando en un camino donde el
mundo político se parezca al mundo.
SILVIA AUGSBURGER
Nacida en Rosario (Santa Fe) en 1962. Bioquímica. Facultad de Cs. Bioquímicas y
Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario.
CARGOS EN REPRESENTACIÓN POLÍTICA
•
Presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y
Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario. 1986 - 1988
•
Consejera Directiva por el Claustro Estudiantil de la Facultad de Ciencias Bioquímicas
y Farmacéuticos de la Universidad Nacional de Rosario. 1986 - 1988
•
Consejera Superior por el Claustro Estudiantil de la Universidad Nacional de Rosario.
1988 – 1990
•
Subsecretaria de Asuntos Asistenciales y Relaciones con el Medio de la Facultad e
Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario. 1994 –
1997.
•
Concejala de la Ciudad de Rosario. 1997-2001 / 2001-2005
•
Diputada Nacional por la Provincia de Santa Fe – Período: 2005 -2009, Presidenta del
Bloque Partido Socialista
CARGOS PARTIDARIOS
•
Secretaria De la Juventud en el Orden Provincial desde 1990 a 1992 del Partido
Socialista Popular.
•
Secretaria de la Juventud en el Orden Nacional desde 1992 a 1994 del Partido Socialista
Popular.
•
Secretaria de la Mujer en el Orden Nacional desde 1996 a 2002 del Partido Socialista
Popular.
•
Miembra de la Mesa Directiva Nacional del Partido Socialista desde septiembre de
2002
PROYECTOS DE LEY MÁS IMPORTANTES PRESENTADOS SOBRE EL TEMA DE
IGUALDAD DE GÉNERO
Programa Nacional de Prevención y Asistencia a las víctimas de delitos sexuales y de
Trata de Personas y Explotación Sexual.
Participación igualitaria de varones y mujeres en los órganos de decisión.
Ratificación del Protocolo facultativo de la convención para la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer.
Procedimiento de Atención del Aborto no punible
Despenalización y Legalización del Aborto
Ley del Nombre de las Personas
ESPACIOS DE REPRESENTACION COMO DIPUTADA NACIONAL
Integra actualmente las Comisiones de:
-
EDUCACIÓN
-
FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
-
VIVIENDA
FORO INTERAMERICANO DE MUJERES CONTRA LA CORRUPCION
29-30 de Septiembre a 1° de Octubre de 2008
PARIDAD DE MUJERES Y VARONES EN LOS LUGARES DE DECISIÓN
Silvia AUGSBURGER
Dos elementos relevantes que producen el desequilibrio entre los varones y las mujeres.
Primero, las responsabilidades familiares y domésticas que no se comparten equitativamente ni
hay equidad en la posición socioeconómica, pues persiste la remuneración desigual por trabajo
de igual valor; y segundo, que los procesos de toma de decisiones continúan mayoritariamente,
en manos de los varones.
Es un dato irrefutable que las mujeres han alcanzado iguales niveles de formación que
los varones y también, que participan en forma creciente en la producción de bienes y servicios.
La participación de la mujer en el empleo remunerado no agrícola es del 40% aproximadamente
desde el año 2000, llegando en 2006 al 42,4%1. A pesar del incremento de la participación de la
mujer en el mercado laboral son pocas las que llegan a los puestos de decisión. Un estudio
realizado por FIEL mostró que para 14.880 cargos ejecutivos sólo el 11% era ocupado por
mujeres, para el período 2004-20052.
Las mujeres han traspasado la barrera del ámbito privado al que fueron recluidas en el
pasado, sin embargo persisten las desigualdades y ello se debe a que los cambios no llegaron a
la familia, al mundo privado. Así se expresa en un reciente informe de la unidad Mujer y
Desarrollo de la Cepal “Caminos hacia la equidad” (2004): “El vínculo constitutivo de la
desigualdad es el que atañe a las dos esferas básicas de la vida: la pública y la privada; una de
las explicaciones más consistentes para explicar porqué persisten las desigualdades laborales,
sociales y políticas radica en el hecho de que los cambios no han llegado al mundo de la familia,
por lo que la autonomía obtenida por las mujeres está siendo pagada en el ámbito individual, sin
el aporte de las políticas públicas. Las mujeres han superado sus ataduras excluyentes con el
mundo doméstico, pero no han sido eximidas de esa responsabilidad”.
Dicho de otro modo, los varones no han hecho hasta el momento cambios equiparables
a los esperados en relación a los que hicieron las mujeres. Tal es la fuerza de la ideología de
género, esa que hace que la expansión de la participación de las mujeres en el mundo público
1
Elaboración de SIEMPRO en base a datos de la EPH-INDEC, citado en “Objetivos de Desarrollo del
Milenio. Informe País 2007”, Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Octubre 2007.
2
FIEL ( Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas). El mapa económico de la mujeres
argentinas (1998-2006)-Relevamiento de 2300 empresas que representan el 40 % del PBI-
no haya sido acompañada hasta ahora por una equivalente de parte de los varones en las tareas
del hogar y la crianza de los hijos. La inequidad de género parece subsistir en las prácticas de la
esfera privada mucho más de lo que se logró eliminar en la esfera pública, poniéndole el techo a
esta última.
En el ámbito político, la ausencia de las mujeres en la adopción de decisiones implica
un déficit democrático incompatible con una verdadera democracia. Si en el proceso de toma de
decisiones no está presente el 52 % de la sociedad se corre el riesgo de ignorar los
planteamientos, puntos de vista e intereses de la mitad de la sociedad. Ese déficit sólo puede ser
superado con un reparto más equilibrado de las responsabilidades públicas y privadas y una
presencia más igualitaria de mujeres y hombres en los órganos de decisión política.
La conformación de una democracia plural debe centrar su quehacer en torno al
ejercicio de la plena ciudadanía de todas las personas, pero especialmente de las mujeres, dada
su histórica negación. El contenido de esta ciudadanía se expresa tanto en el ejercicio de los
derechos individuales y colectivos, como en el desarrollo de su autonomía, la expresión y
representación de sus intereses y demandas.
Son claros los logros obtenidos en materia legal por las mujeres en el Parlamento donde
representan hoy el 40%, pero aún falta lograr que los derechos consagrados en esa legislación
lleguen a todas y todos en la realidad. Para ello es necesario participar también en el ejecutivo,
en el judicial y en todos los organismos de gobierno que deben brindar las herramientas para
efectivizar esos derechos.
La forma como se vive la ley y los derechos en la práctica cotidiana es la ciudadanía
realmente existente. No alcanza entonces con sancionar leyes sino que es necesario también
implementar políticas y crear las condiciones necesarias para hacerlas efectivas y estas
cuestiones atañen al ámbito de los poderes ejecutivos y judiciales. Por ejemplo, a casi 15 años
de la sanción de la ley de violencia doméstica en 1994, aún no se ha logrado una atención
adecuada de las mujeres y sus hijos, ni siquiera se les garantiza el patrocinio jurídico gratuito,
condición necesaria para el acceso a la justicia. Podríamos mencionar infinidad de ejemplos
como la desigualdad o carencias en el acceso a los métodos anticonceptivos; la imposibilidad de
acceder al aborto legal; el maltrato y la revictimización que soportan las víctimas de delitos
sexuales, a pesar que en todos los casos hay legislación que consagra derechos.
Es evidente, a 17 años de la sanción de la Ley de Cupos, que los avances en la
participación de las mujeres a nivel del Poder Legislativo no se han trasladado a los otros
poderes del Estado, el Ejecutivo y el Judicial, mostrando así la necesidad de incorporar acciones
positivas como el cupo en estos ámbitos; además de aumentarlo al 50% donde ya lo tenemos.
La paridad constituye
una profunda renovación del funcionamiento democrático
incorporando la visión y la historia singular de las mujeres y es al mismo tiempo, una respuesta
al derecho de plena ciudadanía de todas y todos. La cantidad no garantiza que inmediatamente
se tome en consideración la igualdad en todas las áreas, pero es sin embargo, una condición de
la transformación política, es decir de las decisiones que conciernen a los seres humanos.
Debemos ser parte de una nueva historia, de una nueva construcción democrática sobre la base,
no sólo de reconocer a los iguales sino de hacerlos iguales.
Pero no es sólo un problema de números, es un problema de contenidos, de cómo se
hace política y qué temas forman parte de la agenda.
En el orden legislativo, se sancionó en 1985 la Ley 23.179, que aprobó la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, que data de1979.
También en el ‘85 se modificó el régimen de patria potestad, otorgándola de manera conjunta al
padre y a la madre, y en el ’87 se posibilitó el divorcio vincular, colocando a ambos cónyuges
en situación de igualdad jurídica.
Estos avances en materia legal se profundizan e incrementan sustancialmente a medida
que crece la participación de las mujeres en el Parlamento que han presentado iniciativas en pos
de los derechos de las mujeres y luchado por su sanción. Así desde 1993 en adelante podemos
citar numerosos logros: la ratificación de convenios de la OIT relacionados al trabajo de las
mujeres y la Ley de Protección contra la Violencia Familiar en 1994; la ratificación de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
en 1996; la integración de las amas de casa al sistema integrado de jubilaciones y pensiones en
1997; la reforma al Código Penal en el capítulo de Delitos contra la Integridad Sexual en 1999;
la Ley de Cupo Sindical Femenino y la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable en
2002; la Ley del llamado Parto Humanizado en el 2004; la incorporación de métodos de
anticoncepción quirúrgica en la ley de salud reproductiva; la ley nacional de educación sexual;
la ratificación del Protocolo de la CEDAW en 2006; la ley contra la trata de personas en 2008
son algunos de los últimos logros.
Una encuesta3 acerca de la corrupción y la cuestión de género, realizada en el área
metropolitana a 600 personas a fines de 2007 informa que “las mujeres son genéricamente
percibidas como algo menos corruptas que los hombres en la función pública, al tiempo que
relativamente más afectadas por la corrupción”.
Sin embargo esa percepción de que las mujeres son menos corruptas que los varones no
es empíricamente demostrable, es una creencia. “Un reciente estudio del Instituto de Estudios
para el Desarrollo de la Universidad de Sussex, Inglaterra, comprueba que el vínculo entre
corrupción y varones esta relacionado no con una esencia masculina o femenina, sino con la
operación de complejas redes montadas y gestionadas por varones que lideran organizaciones
desde el sector público y privado. En otras palabras, no se trata de que las mujeres sean menos
corruptas, sino de que al estar excluidas de esas redes tienen menos oportunidades de practicar
la corrupción.”4
La encuesta citada informa también que las mujeres denuncian la corrupción más que
los varones aunque son menos escuchadas.
Ellas denuncian más: un 50% afirma que las mujeres denuncian los hechos de
corrupción en igual medida que los hombres y otro 41% que lo hace más frecuentemente que
ellos.
Pero son menos escuchadas: el 50% sostiene que frente a una denuncia en una oficina
pública las mujeres son tan tenidas en cuenta como los varones, un importante 34% cree que se
las tiene en cuenta comparativamente menos que al sexo opuesto. Más marcada aún es esta
apreciación si se trata de una denuncia en comisaría. En este caso un 44% percibe que las
mujeres son menos tenidas en cuenta que los varones, mientras un 39% cree que son tratadas de
igual modo.
La consulta también indagó la opinión acerca de si Argentina es machista y dónde se
expresaría ese machismo, arribando a la siguiente conclusión: existe un reconocimiento de
existencia de discriminación explicitada en la dificultad de acceder a los ámbitos
tradicionalmente asignado a los varones (paradigmáticamente reflejado en el ámbito laboral) y,
se percibe además una discriminación en la respuesta ofrecida por el espacio público a las
demandas femeninas en tanto se consideran “menos escuchadas”.
3
Graciela Romer y Asociados, Consultora en Opinión Pública y Comunicación, La cuestión del género y
la corrupción, Documento de Trabajo N° 2, Septiembre 2007.
4
Citado por Gruenberg Christian, Director del programa de Transparencia de CIPPEC, en artículo Más
mujeres ¿menos corrupción?.
La corrupción relacionada con los temas de género o que afecta principalmente a las
mujeres, por ejemplo la trata de personas o algunas cuestiones del aborto clandestino, las
plantean las mujeres políticas5 y con su participación intentan ponerlo en la agenda. Los temas
de género los toman las mujeres, los varones en el mejor de los casos acompañan pero sin duda
son las mujeres las que toman la iniciativa, estudian y elaboran propuestas y estrategias para
lograr cambios. Por otra parte las mujeres denuncian más que los varones la corrupción pero
también son menos escuchadas que ellos porque tienen menos poder y están desvalorizadas o
discriminadas en la sociedad.
No sabemos cuánto más o menos corruptas son las mujeres respecto de los varones pero
sí tenemos la certeza que para lograr la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, es
imprescindible la participación de las mujeres en las decisiones en todos los ámbitos de poder.
Por si sola la paridad en el acceso a cargos de representación no genera igualdad política. Sin
embargo, es una estrategia que nos ha ayudado y mucho a empujar la rueda hacia delante.
5
Mujeres políticas en el sentido más amplio, es decir mujeres que participan políticamente en alguna
organización social, profesional, sindical, ong,, no necesariamente en partidos políticos.
Análisis preliminar sobre la relación entre el clientelismo, la pobreza y el género
Christian Gruenberg y Victoria Pereyra Iraola
CIPPEC
Resumen
Los estudios sobre el clientelismo de las últimas cinco décadas se han llevado a cabo
sobre el supuesto de que el clientelismo es neutral al género, y que por lo tanto afecta de la
misma manera a varones y mujeres. Desde esta perspectiva todo lo que se puede observar y
decir sobre la conexión entre el clientelismo
y los varones, resulta
perfectamente
generalizable a las mujeres.
En este contexto epistemológicamente androcéntrico, el fenómeno del clientelismo ha sido
analizado intensa y metódicamente
desde diversas disciplinas como la antropología, la
sociología, la ciencia política y la economía. Pero a pesar de la extensa literatura producida
sobre el tema, la perspectiva de género permanece excluida. El presente estudio
busca
abordar este punto ciego en la investigación social sobre el clientelismo.
Existe consenso entre las distintas disciplinas que estudian el clientelismo sobre la idea de
que se trata de una relación de dominación. El clientelismo se basa entonces en una relación
asimétrica de poder a través de la cual una persona (patrón o mediador) controla las
necesidades de otra persona (cliente) gracias a un mayor poder, estatus y
acceso a los
recursos públicos. En el mismo sentido, la desigualdad de género se configura
sobre
relaciones desiguales de poder entre varones y mujeres.
En el marco de esta ponencia1 intentaremos responder preliminarmente la siguiente pregunta:
¿qué efectos produce la intersección de dos sistemas de dominación como el clientelismo y
las relaciones de género?
Para responder a esta pregunta vamos a analizar el impacto del clientelismo en la gestión del
Plan Jefes y Jefas Hogar Desocupados y el Programa de Empleo Comunitario.
1
La presente ponencia es una versión preliminar de un documento de políticas de CIPPEC que será
publicado en Octubre de 2008. Por favor no citar.
Curriculum Vitae
Christian Gruenberg es miembro fundador del Colectivo para la Diversidad (COPADI).
Estudió derecho y políticas públicas en la Universidad de Buenos Aires, Universidad de Chile y
en la Escuela de Gobierno de Harvard. Durante los últimos 10 años ha trabajado con ONGs y
gobiernos en estrategias de control de corrupción en más de 15 países de América Latina y
Europa del Este. Publicó artículos, manuales y libros sobre políticas de transparencia y control
de la corrupción en el financiamiento político, en el diseño y gestión de programas sociales; y
en procesos de contrataciones públicas. Exdirector de Transparencia Internacional Argentina
y del Programa Anticorrupción de Poder Ciudadano (1996-2003). Actualmente dirige el área de
Transparencia del Centro de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
Victoria Pereyra Iraola
Coordinadora del Programa de Transparencia, CIPPEC.
Lic. en Relaciones Internacionales, Universidad de San Andrés. Maestría en Diseño y Gestión de
Políticas y Programas Sociales, (FLACSO), tesis en curso. Ha sido consultora para el Instituto del
Banco Mundial y Oxfam GB, y en proyectos para la Comisión Europea, Open Society, Fundación
Tinker, entre otros, en temas de evaluación de políticas públicas, transparencia y rendición de
cuentas.
1. Clientelismo, pobreza y género
1.1. El clientelismo desde múltiples perspectivas
Durante los últimos 50 años el complejo fenómeno del clientelismo has sido extensamente
estudiado por la antropología, la sociología, la ciencia política y recientemente por la
economía2.
Sin embargo, a pesar de las diferencias epistemológicas, metodológicas y
conceptuales la mayoría de la literatura parece estar de acuerdo en que se trata de una forma
de vínculo particularista, producido a partir de criterios personalizados entre una persona con
mayor poder, estatus o recursos (el patrón), quien aprovecha su influencia para dar protección,
servicios o favores a otras personas (clientes) que los reciben intercambiando con el patrón
asistencia, servicios personales, prestigio social o apoyo político electoral. Entre ambos
personas (patrones y clientes) pueden aparecer
los denominados mediadores, los cuales
desarrollan una especie de intermediación entre los servicios, bienes, favores provenientes del
patrón y la fidelidad, asistencia, servicios personales, otorgamiento de prestigio o apoyo
político- electoral que fluyen desde el cliente.
2
Para una introducción al estudio del clientelismo ver: Stokes, S. (2007) “Political Clientelism”. En
Boix, C. Stokes, S. (2007) “Handbook of Comparative Politics”, Oxford University Press.
En el marco de nuestro estudio nos vamos a concentrar en el fenómeno del clientelismo como
una relación de dominación3 en un marco social de violencia estructural4. En este contexto, la
conclusión más común es que la práctica del clientelismo
se da con más intensidad en
condiciones institucionales de marcada inequidad, exclusión social y desempleo5. Desde este
punto de vista existe una fuerte correlación entre pobreza y clientelismo. Para Auyero6, en
contextos de profundo deterioro de las condiciones materiales de existencia, las prácticas
clientelares funcionan como verdaderas redes de resolución de problemas de sobrevivencia
material a través de la mediación política personalizada. Así, esta especie de clientelismo,
comúnmente llamada clientelismo político, se construye sobre la base de la extorsión y de
arreglos particularistas7 que obstaculizan la implementación de cualquier política social basada
en un enfoque de derechos.
Se pueden identificar tres características fijas del clientelismo político. Estamos hablando de
una relación desigual donde patrones, mediadores y clientes cuentan con desiguales recursos
económicos, prestigio y poder. Es una relación personalizada, cara a cara, donde no operan ni
tienen validez las reglas universales. Y por último, se trata de una relación informal y difusa;
informal porque no existe autoridad formal ante la cual se pueda hacer exigible lo pactado, y
difusa porque los términos de la relación están definidos de un modo vago y ambiguo. Existen
dos tipos de clientelismo8, con un número extenso de variantes y combinaciones entre estos dos
extremos; el clientelismo denso: con explicitación de que la entrega es a cambio de determinada
contraprestación, y el clientelismo institucional o fino: donde el intercambio no es explícito. Sin
embargo, es muy difícil encontrar estos tipos en estados puros. Es muy probable que en el
3
Auyero describe el clientelismo político como un fenómeno “que se nutre de la violencia estructural”,
en Auyero, J. (2004) “Clientelismo Político: las caras ocultas”, Capital Intelectual, Buenos Aires.
4
Nuestro análisis sobre la violencia estructural se basa en el concepto desarrollado por Johan Galtung.
Desde este punto de vista la violencia estructural es invisible, se inserta en la estructura social, es
normalizada por instituciones estables y por la experiencia regular de las personas y de las
organizaciones. Así, el clientelismo, la pobreza, la discriminación y otras manifestaciones de la violencia
estructural se vuelven parte del devenir rutinario de nuestra sociedad. De esta manera el clientelismo se
normaliza y es aceptado sin cuestionamientos como “la política de los pobres”. Ver Galtung. J. (1969);
and Winter, D., and Leighton, D. (2001) “Structural violence”. En Christie, D. Wagner, V., Winter, D
(Eds.) “Peace, conflict, and violence: Peace psychology in the 21st century” New York: Prentice-Hall.
5
Ver James Robinson and Thierry Verdier, "Political economy of clientelism,", working paper.
(University of Berkeley, 2001).
6
Para profundizar el estudio del clientelismo desde el punto de vista que los clientes tienen de la red
clientelar, recomendamos leer: Javier Auyero, “La Política de los pobres: las prácticas clientelistas del
Peronismo.”, 2001, Ediciones Manantial, Buenos Aires.
7
Los arreglos particularistas implican el intercambio de bienes privados. En términos muy generales, se
podría pensar en una escala de “publicidad” o “universalidad” en la asignación de programas y servicios sociales. En
un extremo se ubican los bienes particularistas o privados, los cuales se caracterizan por generar la exclusión y la
rivalidad entre las personas seleccionadas para consumirlos y las que no fueron elegidas. En el otro extremo de la
escala se ubican los bienes o programas públicos, los cuales son de acceso universal porque no generan exclusión ni
rivalidad entre las distintas personas que los consumen. En este contexto, el clientelismo está asociado a la
manipulación y el control de bienes particularistas.
8
Ver Gay,R. “Between clientelism and universalism, reflection of popular politics in urban Brasil”, pag.
67, en Auyero, J. y otros, ¿Favores por votos?, 1997, Ed. Losada, Buenos Aires.
marco de relaciones clientelares que se desarrollan a largo plazo, pasen alternativamente de lo
denso a lo fino y viceversa.
El clientelismo denso es aquel donde se realiza un intercambio
explícito de votos o apoyo
político por bienes y materiales tangibles de primera necesidad. En este tipo de relación, el
patrón toma conocimiento de la demanda del cliente (medicamentos, vestimenta, alimentos,
material de obra, etc.) para luego obtener recursos e intercambiarlos con el cliente.
En clientelismo institucional (o fino) no aparece explicitado el intercambio sino que se trata de
un intercambio implícito en donde el recurso intercambiado es la inclusión como beneficiario
de un programa social. Se trata de una verdadera práctica institucional formalizada a través del
aparato burocrático del Estado a nivel local, sostenido desde el Estado central a través de leyes
y
acciones políticas formales.9 Otro aspecto novedoso del clientelismo institucional es la
incorporación de
prácticas de cogestión y el reconocimiento de los derechos económicos,
sociales y culturales.
Esta contradicción, entre las prácticas clientelares y
una mayor
participación cívica y el reconocimiento de derechos, se resuelve a través de un marco legal
ambiguo, donde la cogestión opera sólo
formalmente y los derechos sociales se vuelven
inexigibles a través de un discurso retórico sin consecuencias en la práctica.
1.2. El clientelismo desde la perspectiva de los derechos humanos
La pobreza es un fenómeno multidimensional que genera tres tipos de exclusión: económica,
cultural y política. Cualquier respuesta institucional para enfrentar la pobreza debe incorporar
una estrategia para atacar cada uno de estos tres tipos de exclusión10.
En América Latina, y en Argentina en particular, la respuesta institucional ha sido
tradicionalmente el clientelismo político. A la exclusión económica - es decir, la falta de bienes
privados (ingreso y consumo) y bienes públicos (servicios sociales y seguridad social) -, el
clientelismo responde a través de una serie de relaciones recíprocas pero verticales por medio de
las cuales se intercambian de manera particularista bienes divisibles y de primera necesidad. A
la exclusión cultural - basada principalmente en la discriminación y falta de acceso a bienes y
espacios culturales -, el clientelismo ofrece cohesión social a través de redes de pertenencia que,
aunque marcadamente jerárquicas y excluyentes con aquellos que no siguen las reglas, ofrecen
un espacio compartido y una membresía que permite a las personas organizar sus vidas y darles
sentido. Finalmente, frente a la exclusión política - caracterizada por instituciones de baja
calidad, autoritarias y discriminatorias -, el clientelismo ofrece poder para movilizarse en época
electoral, capacidad para articular demandas e inclusive participar en elecciones.
9
Trotta, M., “Las metamorfosis del clientelismo político”, p.119, 2003, Editorial Espacio, Buenos Aires.
Para analizar el clientelismo desde la perspectiva de los derechos humanos seguimos el trabajo de
SCHNEIDER A. and ZUNIGA/HAMLIN, R. Governance hybrids: Pro-Poor, Rights-Based Approaches in
Rural Peru. IDS Working Paper 240, England, 2005.
10
Resumiendo: las redes clientelares, aunque basadas en relaciones de dominación y
marcadamente desiguales, ofrecen, frente a la exclusión de la pobreza, beneficios materiales de
primera necesidad, cohesión social y participación política.
Desde esta perspectiva, cualquier estrategia para atacar el problema de la pobreza debe ser
capaz de entregar una mejor alternativa que la respuesta del clientelismo. Es el caso de una
estrategia basada en derechos. Este abordaje considera a la pobreza no como la privación de
ingreso, sino como la privación de capacidades11. La realización de los derechos humanos
implica la posibilidad de desarrollar plenamente las capacidades de cada persona. Si bien el
clientelismo ofrece soluciones a corto plazo frente a la exclusión económica, cultural y política,
en el largo plazo reproduce la pobreza y las relaciones de dominación. Una estrategia basada en
derechos, en cambio, ofrece una serie de respuestas con potencial para transformar las causas de
la pobreza. Frente a la exclusión económica, la estrategia basada en derechos promueve la
redistribución y la asignación de bienes y servicios sociales en base a criterios universales, no
particularistas. Frente a la exclusión cultural, el principio de ciudadanía garantiza y respeta la
identidad y la diversidad de las personas, sea esta étnica, sexual, de raza, religiosa, política o de
género. Finalmente, frente a la exclusión política, la creación y funcionamiento de canales
institucionales transparentes y participativos promueven la inclusión política y la cohesión
social.
En resumen, mientras el clientelismo ofrece una solución al corto plazo, reproduce la pobreza y
la desigualdad en el largo plazo, la estrategia basada en derechos aspira a transformar las
estructuras de poder que generan y reproducen la pobreza.
Finalmente, si bien no existe entre los organismos internacionales, los gobiernos, ni las ONGs
una definición consensuada
derechos humanos;
sobre cuáles son los
atributos esenciales de un enfoque de
en términos generales podría afirmarse
agregarían más valor
al
diseño e implementación de
que aquellos
atributos que
políticas contra el clientelismo
consistirían fundamentalmente en:
1. abordar las causas económicas, políticas y sociales que promueven y reproducen el
clientelismo;
2. reconocer que los grupos marginados son titulares de derechos que obligan al Estado;
3. oponerse explícitamente a la impunidad, el abuso de poder, la discriminación y la
violencia;
4. abordar la violencia de género y el racismo, y promover explícitamente los derechos
humanos de mujeres y otros grupos discriminados por su género, identidad, raza, etnia,
ideas, cultura, etc.;
11
Ver SEN A. Development as Freedom. Random House, NY, 1999.
5. promover el empoderamiento de las víctimas del clientelismo a través de la
participación, la rendición de cuentas y el acceso a la información.
6. utilizar explícitamente las normas, los estándares y los principios del sistema
internacional de los derechos humanos
1. 3. El clientelismo desde la perspectiva de género12
La mayoría de los emprendimientos científicos y culturales considerados y aceptados cómo
válidos han sido llevados a cabo en esferas sociales dominadas por los varones. En este
contexto, las ciencias físicas y
sociales se han
desarrollado desde una epistemología
positivista, la cual ha sido influenciada por fuerzas sociales y culturales caracterizadas por ser
patriarcales, elitistas, heterosexistas y racistas13 .
Sin embargo, durante los últimos 30 años las teorías feminista, post-estructuralista, postcolonialista y posmoderna han buscado visibilizar, desnaturalizar y transformar las relaciones de
poder opresivas que sufren las mujeres, pero también otros grupos marginados: homosexuales,
lesbianas, indígenas, negros, etc.
Desde esta nueva perspectiva la desigualdad de género deja su marca en el diseño y en la
operación de las instituciones públicas. Así, en
ambientes institucionales que refuerzan las
diferencias de género y la autoridad patriarcal14 las mujeres no lograr tener suficiente poder
para desafiar la corrupción ni las prácticas clientelares. En consecuencia, las mujeres pueden
ser víctimas de formas especiales de corrupción y clientelismo basadas en la desigualdad de
género, como el abuso sexual de las mujeres pobres como condición para poder recibir o
permanecer en un programa social.
2. La intersección15 entre dos sistemas de dominación: el clientelismo y las
relaciones de género
12
Esta sección está basada en Gruenberg, Ch. (2008) “Integrating human rights into the anti-corruption
agenda: challenges, possibilities and opportunities. International Council on Human Rights Policy.
Geneve.
13
Para una excelente antología sobre este tema ver: Hesse Biber, S. And Yaiser, M. (2004) “Feminist
perspectives on social research” Oxford University Press.
14
En el marco de este estudio entendemos por patriarcado al sistema de dominio masculino sobre la
esfera pública y privada, utilizado para perpetuar los privilegios de los varones y la subordinación de las
mujeres. El patriarcado se basa en la desigualdad de género y hace aparecer el poder del varón y sus
privilegios como normales y naturales, antes que producidos y construidos socialmente
15
Patricia Hill Collins ve la intersección de sistemas de dominación como una “matriz de dominación”,
donde los distintos sistemas de dominación basados en la raza, la clase, el género y la sexualidad están
interconectados y se entrecruzan simultáneamente. Ver: Weber L. (2004) “A conceptual framework for
understanding race, class, gender, and sexuality”, in Hesse Biber and Yaiser (2004)
En la primera parte de nuestro estudio remarcamos el hecho de
que existe consenso
entre las diversas disciplinas que estudian el clientelismo sobre la idea de que se trata
de una relación de dominación. El clientelismo se basa entonces en una relación
asimétrica de poder a través de la cual una persona (patrón o mediador) controla las
necesidades de otra persona (cliente) gracias a un mayor poder, status y acceso a los
recursos públicos.
En el mismo sentido, las relaciones
de género se configuran
sobre relaciones
desiguales de poder entre varones y mujeres. Así, desde esta perspectiva, las relaciones
clientelares y las de género reflejan el patrón común de las relaciones de dominación:
un sujeto de acción, el otro objeto de la misma; uno siempre arriba, otro siempre abajo;
uno que es quien hace, el otro que es a quien le hacen16.
En este contexto, intentaremos responder a la siguiente pregunta: ¿qué efectos produce
la intersección de dos sistemas de dominación como el clientelismo y las relaciones
de género?
Para responder a esta pregunta vamos a analizar el impacto del clientelismo en el
campo de la gestión de programas sociales focalizados. Con este fin, el estudio se
centrará en los relatos de las víctimas del clientelismo en la gestión del Plan Jefes y
Jefas de Hogar Desocupados (PJH) y del Programa de Empleo Comunitario (PEC)17. El
acceso a la “voz” de las víctimas del clientelismo lo haremos a través de sus propias
denuncias y de las declaraciones testimoniales que son parte de los expedientes18 de
clientelismo investigados por la Unidad Fiscal para Investigaciones de Delitos contra la
Seguridad Social (UFISES).
Así, esta segunda sección del estudio se divide en dos partes: en la primera hacemos
una breve descripción del diseño y funcionamiento de la UFISES, y en la segunda parte
vamos a analizar los principales hallazgos sobre la muestra de los 5,000 casos de
clientelismo investigados por la UFISES.
2.1. La Unidad Fiscal para Investigaciones de Delitos contra la Seguridad Social
(UFISES)
16
Ver Auyero, J. (1997) “Favores por Votos”. Losada, Buenos Aires.
Es importante remarcar que el PJH concentra el 88% de las denuncias, mientras un 4 % de denuncias
están asociadas al PEC.
18
Se tratan de 5,000 expedientes de casos de clientelismo y corrupción en la gestión del PJH y PEC. Para
el estudio de los 5,000 casos se realizó una muestra aleatoria de 500 casos, los cuales fueron analizados
estadística y cualitativamente.
17
La gran mayoría de los programas sociales en la Argentina no incluyen instancias formales
especializadas de rendición de cuentas.
Sin embargo, se registran ciertos avances para
promover la rendición de cuentas en el marco de la implementación del PJH y otros programas
gestionados desde el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
En el marco de estos
programas funciona una Comisión de Tratamiento de Denuncias de los Programas de Empleo
(CODEM). La CODEM19 recibe reclamos y denuncias a través de cuatro canales:
i.
Telefónicamente: a través de un Call Center.
ii.
Por escrito: correo postal o por derivaciones internas de otras áreas del
Ministerio.
iii. Personales: de aquellas personas que se acercan a la Comisión.
iv. Otros: la CODEM puede intervenir en casos de los que toma conocimiento a
través de la prensa u otras formas de difusión.
Los reclamos y denuncias son directamente realizados ante las oficinas de la CODEM20 o por
medio de las oficinas de Gerencias de Empleo y Capacitación Laboral (GECAL) presentes en
las provincias en todo el país.
Las denuncias hacen referencia a irregularidades en los
siguientes casos, entre otras cuestiones: a) el otorgamiento del beneficio del programa, b) el
incumplimiento de requisitos, c) la eventual aparición de gestores o intermediarios, d) el
incumplimiento de las contraprestaciones, e) faltas graves cometidas por los organismos
ejecutores en perjuicio de los beneficiarios. Las denuncias, las cuales también pueden ser
anónimas, son ingresadas al sistema mediante un programa informático que las clasifica en las
siguientes categorías: 1) extorsión, 2) corrupción, 3) beneficiarios sin requisitos, 4) inscripción
irregular, 5) consejos consultivos, 6) contraprestación irregular, 7) proceso de pago irregular y
otros. Por extorsión se comprende a aquellas denuncias que refieren a la exigencia de una suma
de dinero o de una contraprestación no establecida por la reglamentación del programa para
permitir su acceso al beneficio o para su continuidad. La tipología corrupción comprende a
aquellas denuncias donde el sujeto activo de las conductas extorsivas es un funcionario público.
Cuando estas denuncias implican un delito, la CODEM transfiere las mismas a la Unidad Fiscal
Investigación de la Seguridad Social (UFISES), la cual investiga el caso y lo trata bajo la
jurisdicción del Código Procesal Penal de la Nación. De los distintos tipos de denuncias
señalados más arriba, sólo 4 son considerados como delitos y derivados a la UFISES:
i.
19
20
Corrupción
Ver: www.trabajo.gov.ar/programas/sociales/jefes/codem.htm
Para ver en detalle el circuito de denuncias: www.sigen.gov.ar/documentacion/res_se_121-03.asp
ii.
Extorsión
iii. Inscripción irregular
iv. Contraprestación irregular
La UFISES es la unidad del Ministerio Público de la Nación encargada de todos los casos
relacionados con delitos implicados en la adjudicación, distribución e implementación de los
planes sociales. El origen de la UFISES está asociado a una exitosa investigación sobre un
fraude de 20 millones de dólares a la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES)
a través de la asignación de jubilaciones falsas21. La ANSES es un organismo descentralizado
del Ministerio de Trabajo que administra los fondos de jubilaciones, pensiones y asignaciones
familiares, y el Fondo Nacional de Empleo. El impacto y los resultados de esa investigación
llevaron a la creación de la UFISES, a través de un convenio firmado (mayo de 2002) entre la
Procuración General de la Nación y la Administración Nacional de la Seguridad Social, con el
objetivo de optimizar la coordinación de las áreas de investigación preventiva y judicial de
ambas instituciones y la creación de mecanismos institucionales que permitan mejorar la
eficiencia en la persecución y represión de los delitos contra el sistema público de reparto y los
recursos previsionales.
La UFISES siguió adelante con las investigaciones sobre cobro
indebido de jubilaciones y pensiones y, 6 meses después de su entrada en funcionamiento, en
medio de numerosas denuncias de clientelismo en la gestión del plan JJH, se amplió su
competencia para poder investigar irregularidades en la gestión de ese plan social.
La UFISES recibe tanto las denuncias que le transfiere la CODEM como las que formulan
denuncias directamente los particulares (en persona y por teléfono) y desarrolla investigaciones
propias de oficio.
Presentada una denuncia a la UFISES, ésta la notifica a los Consejos
Consultivos, en primera instancia, y a Municipios para corroborar los datos. Asimismo, realiza
entrecruzamientos entre listados de beneficiarios de distintos planes sociales con la nómina de
empleados municipales, policías provinciales y otros funcionarios públicos en busca de
irregularidades.
2.2. ¿Quién denuncia?
El análisis preliminar de los casos permite determinar que un 41% de las denunciantes son
mujeres, mientras los varones representan un 20% del total de las denuncias22.
21
Para conocer el caso en más detalle ver: www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-27616-2003-11-02.html
Los datos muestran un 23 % de denuncias bajo la categoría “no especifica”, la cual no permite
identificar el sexo de la persona que denuncia. Se trata de una categoría que figura en la fichas que
resumen el caso de cada uno de los expedientes. Para indagar más sobre la categoría “no especifica” es
necesario analizar individualmente cada uno de los expedientes. Se trata de un trabajo de análisis que se
está llevando a cabo a la fecha de elaboración de este documento preliminar. Así, el 6% de denuncias bajo
22
Una primera explicación de este fenómeno estaría asociada a la sobre-representación de la
mujer dentro del grupo de las personas en situación de pobreza y también al fenómeno de la
feminización de la pobreza. Aunque estos dos conceptos suelen usarse intercambiablemente, se
trata de dos conceptos definitivamente distintos. Mientras la idea de sobre-representación se
refiere al nivel de pobreza de un grupo determinado en un momento dado, la idea de la
feminización de la pobreza sugiere que hay un sesgo de género en la evolución de la pobreza a
lo largo del tiempo. Así, mientras el primer concepto opera como una “fotografía” de un estado
de situación en un tiempo dado, el segundo es una “película” sobre la dinámica de un proceso.
En los últimos años el concepto de feminización de la pobreza se ha difundido ampliamente
entre académicos, políticos y ONG; lo que ha servido para destacar que la pobreza es una
experiencia de género. Sin embargo no deja de ser un término controvertido y carente de
suficiente sustento empírico23.
Un reciente estudio comparado sobre 8 países de América Latina demuestra que en Argentina y
México se
registra
un aumento en la sobre-representación y en la feminización de la
la categoría de “no corresponde” reflejan casos que estaban bajo la categoría ‘no especifica”, los cuales
luego de ser analizados a través del expediente se pudo verificar que se trataban de denuncias iniciadas
por instituciones. La tendencia hasta ahora sugiere que el 23% de las denuncias bajo la categoría “no
especifica” se trasladarán a la categoría de “no corresponde” por tratarse de instituciones (banco,
municipio, etc.).
23
Para ver en profundidad las ventajas y los problemas del uso de este concepto: Chant, S. (2006) “How
Can we Make the 'Feminisation of Poverty' More Policy Relevant? Towards a ‘Feminisation of
Responsibility and Obligation’?” UNFPA/GTZ.
pobreza24. En concreto, la sobre-representación se verificaría en el padrón del PJH compuesto
(aprox.) en un 70% por mujeres25.
Una segunda explicación, directamente asociada a la primera, estaría vinculada al hecho de
que el PJH se ha implementado en ambientes institucionales dominados por varones y bajo
formas de autoridad patriarcales pero sin incorporar la perspectiva de género26. Desde este
punto de vista, la práctica del clientelismo político en un programa social focalizado
mayoritariamente en mujeres e insensible a las desigualdades de género produciría un impacto
diferenciado entre varones y mujeres. La combinación de todos estos factores
explicaría en
parte el registro de una mayor tasa de denuncias por parte de las titulares mujeres del PJH.
2.3. ¿Quién es denunciado?
El análisis preliminar de los datos sobre las personas denuncias diferenciadas por sexo muestra
que un 33% de las personas son varones, un 27 % son mujeres y un 13 % de ambos sexos. La
mayoría de varones denunciados confirmaría el hecho del papel dominante que juegan los
varones en la gestión de los programas sociales a nivel municipal a través de las distintas
instituciones involucradas (los consejos consultivos, los municipios, las GECALs, etc.) y en los
movimientos sociales.
Por otro lado, la alta tasa de mujeres denunciadas podría estar relacionado con la participación
central que tienen algunas mujeres en las redes clientelares, reproduciendo los modos de
dominación política a través de
identidades de género tradicionales, las cuales tienden a
reforzar las desigualdades de género27.
24
Ver Madeiros M, y Costa, J. (2006) “Poverty among women in Latin America: Feminization or overrepresentation? Working paper #20, Internacional Poverty Centre, UNDP
25
Golbert, L. (2006) “Aprendizaje del Plan Jefes y Jefas de Argentina” CEDES, Reunión de expertos
CEPAL.
26
Pautassi, L. (2003) “Beneficios y beneficiarias: análisis del Programa Jefes y Jefas de Hogar
Desocupados de Argentina”, en Valenzuela, M. (ed.) “Políticas de empleo para superar la pobreza.
Argentina” Lima, OIT, 2004. Ver también Garzón de la Roza, G. (2005) “Continued struggle for
survival: how plan jefes y jefas affected poor women’s lives in greater buenos aires, 2002-2005”. Tesis de
Maestría, Georgetown University.
26
Para ver en profundidad el papel de la mujeres en las prácticas clientelistas: Auyero, J.(2001) ”La
política de los pobres: las prácticas clientelistas del peronismo” Ediciones Manantial,
3. Conclusión
El objetivo general de este estudio se enmarca
con una corriente de investigación28 que
argumenta que el análisis de género incluido hasta el momento en las políticas contra la
pobreza y en los programas sociales focalizados en particular ha sido ingenuo, limitado e
inconsistente.
Por otro lado, el objetivo particular del estudio busca problematizar la
intersección de las
relaciones
programas sociales
de género con las relaciones clientelares en la gestión de
focalizados.
Los resultados preliminares, aunque limitados, son relevantes y tienen implicancias prácticas
para activar y promover un debate público sobre la necesidad de incluir nuevos arreglos
institucionales para poder abordar las prácticas clientelares en la gestión de programas sociales
desde la perspectiva de género.
28
Ver Molyneux, M. (2007) “The chimera of success: gender ennui and the changad internacional policy
environment”, en Cornwall, A. (edits) (2007) “Feminisms: contradictions, contestations and challenges
in development” Zed Books.UK.
Tema: El Género, la Corrupción y los
Partidos Políticos
Lic. Adriana T. de Lucio
Buenos Aires, 29 de septiembre - 1° octubre de 2008.
Este Foro nos invita a pensar en la relación género y corrupción en referencia a, en este caso, la
vida política de las mujeres, sus logros y los obstáculos que el sistema, los partidos y la cultura
políticas implementan para limitar su empoderamiento y el pleno desarrollo de sus capacidades.
Una acepción de corrupción es: Vicio o abuso en costumbres, incomodar, fastidiar, irritar. A lo
largo de la historia, las mujeres siempre estuvimos presentes en las grandes luchas y movilizaciones
sociales, pero, llegado el momento del reparto de beneficios, nuestro esfuerzo y participación fue
minimizado.
Al día de hoy ¿Las mujeres realmente logramos conquistar un espacio propio y diferenciado en la
escena pública? ¿Las estructuras sociales y el imaginario popular tienen conciencia del cambio de
rol o perpetúan mitos y prejuicios?
Considero que la causa central de esta problemática es el predominio del sistema patriarcal en la
esfera privada y su transferencia a las prácticas y discursos en la escena pública.
El sistema patriarcal es multidimensional invade todos los espacios e instituciones, de modos
abiertos y subliminales, porque es auspiciado y sostenido por mujeres y varones.
.
Adriana Teresa de Lucio
Licenciada en Ciencia Política, U.B.A. Diploma de Honor.
Trabajo en el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del G. C. B.A.
2004 / 2006 Ad Honorem - Ciencia Política- CBC – U.B.A.
Soy miembro de la Red Argentina de Ciencia Política de la Asociación Civil Mariano Moreno.
Integro la Red No a la Trata.
2007 Primer Congreso Internacional de Relaciones del Trabajo U.B.A.. “Nuevas Perspectivas en el
mundo actual de las relaciones del trabajo”
2007 I Congreso Argentino-Latinoamericano de DDHH "Una mirada desde la Universidad"
Argentina.
2007. I Coloquio Internacional y V Coloquio Nacional de la Red de Estudios de Género del
Pacífico Mexicano. “Violencia Familiar: Experiencias y Acciones Preventivas”. México.
2006 VIII Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres III Congreso Iberoamericano de Estudios
de Género. Córdoba.
2006 I Seminario Internacional Derechos Humanos, Violencia y Pobreza. La situación de niños y
adolescentes en América Latina Hoy. Brasil
2006. VII Simposio Internacional sobre América Latina y el Caribe: el impacto de la crisis del ciclo
neoliberal, el rol de los Estados, sus transformaciones y las modalidades de inserción internacional
de la región. CEINLADI, U.B.A y Universidad de Brasilia.
2006. I Jornadas de Ciencia Política. USAL.
2006. Foro de Psicoanálisis y Género. VIII Jornadas Internacionales de Actualización. APBA.
2006 Congreso Argentino de Estudios de Migraciones y Políticas Migratorias y de Asilo.
2006. II Seminario Provincial “Las Mujeres en el Siglo XXI”, Chaco.
Foro Interamericano de
Mujeres contra la
Corrupción
Fundación Mujeres en Igualdad
Tema: El Género, la Corrupción y
los Partidos Políticos
Lic. Adriana T. de Lucio
Buenos Aires, 29 de septiembre - 1° octubre de
2008.
Introducción.
A las americanas del Sud
… “Americanas: os ruego por la patria que desea ser libre, imitéis estos ejemplos de heroísmo, y
coadyuvéis a esta obra con vuestros esfuerzos: mostrad el interés que tenéis en la suerte futura de
vuestros hijos, que sin duda serán desgraciados, si la América no es libre: y mientras el soldado
sacrifica su vida, el magistrado su quietud, y el político se desvela por la salud pública, haced
resonar por todas partes el eco patético de vuestra voz, repitiendo la viva exclamación que hacía
en nuestra época una peruana sensible: ¡¡¡LIBERTAD, LIBERTAD sagrada, yo seguiré tus pasos
hasta el sepulcro mismo!!!, y al lado de los héroes de la patria mostrará el bello sexo de la
América del Sud el interés con que desea ver espirar el último tirano, o rendir el supremo aliento
antes que ver frustrado el voto de las almas fuertes”.
Bernardo de Monteagudo Gaceta de
Buenos Aires, diciembre 20 de 1811
Este Foro nos invita a pensar en la relación género y corrupción en referencia a, en este caso, la
vida política de las mujeres, sus logros y los obstáculos que el sistema político implementa para
limitar su empoderamiento y el pleno desarrollo de sus capacidades. Una de las acepciones de
corrupción es: Vicio o abuso en costumbres. A lo largo de la historia, las mujeres siempre
estuvimos presentes en las grandes luchas y movilizaciones sociales, pero, llegado el momento
del reparto de beneficios, nuestro esfuerzo y participación fue minimizado.
Al día de hoy ¿Las mujeres realmente logramos conquistar un espacio propio y diferenciado en
la escena pública? ¿Las estructuras sociales y el imaginario popular tienen conciencia del
cambio de rol o perpetúan mitos y prejuicios? Considero que la causa central de esta
problemática es el predominio del sistema patriarcal en la esfera privada y su transferencia a las
prácticas y discursos en la esfera pública.
Antecedentes de la Ley 13.010
Hacia fines del siglo XIX, las sufragistas anglosajonas demandaron la igualdad del derecho de
sufragio, tal como lo habían logrado los varones como producto del proceso de industrialización.
Ellas, como ellos, eran trabajadoras, operarias en las incipientes fábricas. En nuestro país, las
primeras lideresas, aparecen hacia el comienzo del siglo durante la gesta independentista.
Posteriormente Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla, Albina Van Praet de Sala entre otras,
presentan demandas representativas de las mujeres de clase media y alta, su discurso no llegó a
las mujeres de las clases populares. Ellas veían al hombre como a un igual, un complemento,
nunca a un adversario o enemigo. En ese período, en muchos países, las primeras generaciones de
mujeres universitarias, algunas devenidas en dirigentas o militantes ejercieron funciones de
liderazgo, entre ellas, Cecilia Grierson, Elvira Rawson de Dellepiane, Elvira López o Alicia
Moreau de Justo en Argentina. Los partidos socialistas, en general, tuvieron una actitud más
abierta hacia las mujeres y algunos se pronunciaron por la igualdad de derechos desde el siglo
XIX como el de Argentina, que permitió que varias mujeres, en distintas instancias, ascendieran a
puestos de dirigencia, como Gabriela Laperriere de Coni y Alicia Moreau de Justo quien llegó a
ser su Presidenta. Lo cierto es que, los partidos políticos han sido y continúan siendo espacios
fundamentalmente concentrados en manos de los hombres, resabio de la división de tareas y
esferas entre mujeres y varones, las mujeres en el espacio privado, los hombres, en el público. La
inserción de la mujer en la vida institucional argentina es producto del voto femenino, a partir de
la sanción de la ley 13010, en septiembre de 1947, alentada por el peronismo desde su campaña
electoral de 1946. No fue el primer proyecto para otorgar derechos políticos a la mujer. En 1927,
en San Juan, el gobernador Cantoni, otorgó el voto femenino por ley, y en 1934, la Dra. Ema
Acosta accedió a una diputación. Antes de 1947 fueron presentadas una variada cantidad de
iniciativas que, no resultaron exitosas. Entre ellas, la del Dr. Alfredo Palacios en 1915, basado en
estudios de la Dra. Dellepiane, de la agrupación femenina "Juana Manuela Gorriti", solicitaba
los derechos civiles de la mujer, y las iniciativas de 1919, 1922, 1925 y 1929. En 1926, la ley
11357 derogó las disposiciones de las Siete Partidas y las Leyes de Toro, impuestas por los
españoles en el Nuevo Mundo, reglaron las relaciones entre los sexos durante 400 años. La Ley
Sáenz Peña en 1912, decretó la obligatoriedad del sufragio, para los varones. Numerosas
asociaciones reclamaron desde entonces el derecho al voto, entre ellas la Asociación Pro
Derechos de la Mujer (1918) conducida por Elvira Rawson de Dellepiane, en la que participaron
maestras, profesionales, filósofas, más allá de sectarismos políticos,
el Partido Feminista
Nacional, dirigido por la Dra. Julieta Lanteri de Renshaw, quien intenta enrolarse y se presenta
como candidata a diputada en el simulacro de elecciones de 1920, el mismo día en que se realizó
el comicio para elegir diputados nacionales. En los escrutinios femeninos que, no se sumaron a
los totales, ganaron los socialistas. En 1932 surgen la Asociación Argentina del Sufragio
Femenino y las Damas Patricias, reunieron más de cien mil firmas de adhesión a su pedido de
sufragio femenino, no alcanzaron la meta, tampoco lo logra el Consejo de Mujeres de la
República Argentina. En 1936, Victoria Ocampo conduce la Unión de Mujeres Argentinas junto a
María Rosa Oliver y Susana Larguía, un desacuerdo con las mujeres comunistas determina su
renuncia en 1938. Éstas articulaban el feminismo con la lucha de clases, Victoria consideraba que
la política debía estar al servicio de la lucha feminista. En algunos países latinoamericanos el
sufragio femenino fue el resultado de manipulaciones demagógicas, en otros, la culminación de
largas luchas libradas por las mujeres. En 1929 Ecuador fue el primer país latinoamericano que
le dio el voto a las mujeres, seguido por Brasil y Uruguay en 1932, Cuba en 1934, Argentina en
1947, la mayoría lo hizo en los ’40 y ’50, el último, Paraguay en 1961.
Sanción de la Ley 13.010
Alicia Moreau de Justo fue una de las más esclarecidas luchadoras políticas por los derechos de la
mujer, en 1919 redactó los objetivos de la Unión Feminista Nacional, pero se opuso en 1947 a la
sanción de la ley 13.010 de sufragio femenino, por considerarla una maniobra oportunista del
régimen peronista. Para la mujer común de aquellos tiempos, la política era "cosa de hombres" y
la miraba con indiferencia. Cuando en 1947 el proyecto del voto femenino fue presentado en el
Congreso Nacional hubo voces a favor y en contra. Apocalípticas críticas, sugerían que el
sufragio de las mujeres implicaría el abandono del hogar e incomodidades por su condición
femenina. En septiembre de 1947 se sancionó la ley 13010 por la presión y el interés especial de
Perón y Eva Duarte. El voto femenino permitió la inserción de las mujeres en la vida institucional
argentina. Se realizó un censo nacional para relevar la cantidad de mujeres que integrarían el
padrón electoral, la Libreta Cívica las habilitó para emitir su voto. Las nuevas ciudadanas
estrenaron su derecho político en las elecciones presidenciales de noviembre de 1951.
Concurrieron a las urnas por adhesión e identificación con la figura de Eva Duarte. La sanción
de la ley 13010 satisfizo el deseo de las organizaciones feministas y de mujeres, aunque no
significó, en general, la adquisición de una conciencia política, tampoco modificó las condiciones
de vida de las mujeres. La ley originó la creación de la Rama Femenina del Partido Peronista que
pretendió convertirse en un organismo autónomo, de y para mujeres. Facilitó la incorporación de
candidatas mujeres en las listas de diputados y senadores. Fue el único partido que lo hizo en las
elecciones de 1951, obtuvo 6 senadoras y 15 diputadas. Hasta entonces las mujeres no habían
tenido el derecho a elegir ni a ser elegidas. Este movimiento pretendió liberar a la mujer, al
proporcionar el acceso a los derechos políticos, no lo logró, porque la estructura de los partidos
políticos es autoritaria y machista. Las nuevas ciudadanas estrenaron su derecho político en las
elecciones presidenciales de noviembre de 1951. Eva votó en su cama en el Policlínico de
Avellaneda. El sufragio femenino amplió el caudal electoral de Perón, quien ostentaba un vasto
apoyo en las clases obreras y populares, por sus políticas de inclusión social. Las mujeres votaron
por adhesión al liderazgo de Eva con quien se identificaban, por la falta de cultura política, por la
dependencia de las opiniones masculinas, también como respuesta al pedido de Eva para que las
mujeres votaran por Perón. El Partido Peronista Femenino fue oficialmente creado el 26 de julio
de 1949. Las delegadas afiliaban, adoctrinaban, brindaban elementos para mejorar el nivel de
vida. Las diputadas accedieron a sus bancas el 4 de junio de 1952. La conservadora revolución de
septiembre de 1955 provocó temor a la pérdida de los derechos políticos adquiridos, a la actividad
política partidista. El nuevo régimen pretendió que las mujeres volvieran a la pasividad, pero los
medios de comunicación y las circunstancias internacionales enviaban mensajes para la
participación de las mujeres en el espacio público. En 1956 se creó la Asociación por los
Derechos de la Mujer cuyo objetivo fue la equiparación efectiva entre ambos sexos, en el orden
político, económico, social y cultural de acuerdo a los postulados de la Carta de las Naciones
Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 1974 María Estela Martínez de
Perón, ascendió a la Presidencia de la Nación, por la muerte de su esposo, el Presidente Juan
Domingo Perón. En 1976 fue derrocada.
Como respuesta a las atrocidades de la dictadura
militar, surgió un grupo de mujeres, madres y abuelas sin preparación política, quienes
conformaron el único movimiento de resistencia. El 30 de abril de 1977, formaron "las Madres
de Plaza de Mayo". Este movimiento representó el quiebre más importante en el rol de la mujer
en las últimas décadas, generando un nuevo tipo de liderazgo femenino en la Argentina. La vuelta
de la democracia en 1983, resultado de la derrota argentina en la Guerra de las Malvinas,
desbordó a la ciudadanía hacia la participación. El 30% del padrón estaba afiliado. Los distintos
partidos políticos incluyeron mujeres en cargos legislativos e institucionales. Cuando el
presidente Raúl Alfonsín creó la CONADEP, Comisión Nacional por la Desaparición de
Personas, incluyó a mujeres entre los notables. Algunas de ellas, surgidas de nóveles
movimientos sociales inauguraron una nueva modalidad de liderazgo político. Ascendieron hasta
chocar contra un “techo de cristal” infranqueable por falta de experiencia y estructura política
cuando debieron enfrentar a los tradicionales aparatos de poder político. ¿Está el pueblo
argentino en condiciones de ser gobernado por una mujer? Resultan innegables los avances
logrados por las mujeres en la vida pública, aunque no ha logrado todavía un plano de paridad
con el hombre. Las causas son múltiples, la tradición heredada, la cultura política tradicional, el
prejuicio, el sistema patriarcal, dominante y hegemónico, en los ámbitos privado y público.
Proceso de redemocratización.
En las primeras décadas del siglo XX, las mujeres lucharon por el acceso a sus derechos, a la
educación, a la participación política, al voto. Las sufragistas establecieron relaciones de apoyo
mutuo
trascendiendo las fronteras nacionales.
Hacia los años ‘70 /80 surgieron cuantiosos
movimientos de mujeres, adquirieron fuerza y visibilidad, se desarrollaron aprovechando las
oportunidades que ofrecieron los sistemas políticos e institucionales, mejorando
sus recursos
organizativos. Ampliaron sus acciones colectivas, diseñaron nuevas visiones del mundo con el
convencimiento de superar situaciones injustas y antidemocráticas, dentro de una estructura
delimitada por un sistema político, un sistema electoral discriminatorios. Las mujeres se
movilizaron, midieron actores políticos e institucionales, definieron estrategias y alianzas para
lograr sus objetivos. Presionaron a favor de sus intereses para incidir en las decisiones políticas,
esas que se toman en concentrados círculos localizados en la cima de la administración pública y
en los espacios de interacción e interlocución que establece el gobierno con distintos actores
privados, sociales, gremiales y políticos pre seleccionados. Esas decisiones están condicionadas por
los recursos, visibilidad y la fuerza de los distintos actores en juego y concernidos en las políticas.
El grado de organización, las características de los liderazgos y la capacidad de definir de manera
autónoma la propia identidad, condicionan la calidad de la participación en esos círculos áulicos de
decisión. La estabilidad de los logros obtenidos depende de la coyuntura política y de factores
estructurales, institucionales y culturales, el grado de modernización económica, la cultura política,
la estabilidad Institucional, el proceso de reforma del Estado, la posición y el protagonismo político
de las mujeres en la sociedad. Las Conferencias convocadas por las Naciones Unidas en los ’90,
abrieron espacios de debate que afectaron a los gobiernos nacionales. La constitución de un campo
de acción en torno a la discriminación de género permitió el reconocimiento de las mujeres como
sujetos políticos. Mujeres del campo popular, diversos movimientos, grupos de mujeres políticas y
funcionarias de Estado, instituciones y organizaciones conformaron y compartieron este espacio, a
veces, coincidieron en sus planteos sobre la situación de las mujeres. Estos heterogéneos espacios
de acción, canalizaron antagonismos y competencias. Las mujeres debieron empoderarse para
participar en espacios mayores de debate público y coordinación social.
Estatus político de las mujeres.
Al salir de las dictaduras, las mujeres asumieron que sus derechos no eran respetados ni siquiera
en democracia. El sistema político, los sistemas electorales, la organización y estructura de los
partidos políticos, sus liderazgos eran impermeables a la presencia y protagonismo de las mujeres y
atentaban contra la implementación de acciones positivas para una efectiva participación femenina
en el espacio político y la generación de una masa crítica considerable capaz de revertir la situación
de vulnerabilidad del colectivo de mujeres. Restituida la democracia en 1983, las
mujeres
protestaron contra la discriminación de género, por ello construyeron un movimiento de mujeres
con capacidad de presión sobre un Estado considerado como interlocutor válido para el logro de los
objetivos de género. Así diseñaron alianzas para acceder a los ámbitos de toma de decisión para la
construcción de relaciones de igualdad, en un proceso de búsqueda para alcanzar la paridad
real. Las leyes regulan el derecho, reproducen usos y costumbres validados por la sociedad,
benefician y perjudican a ciertos sectores, expresan la brecha entre la igualdad formal, sustentada en
constituciones y leyes y la desigualdad real en la vida cotidiana. Sólo la convicción colectiva
produce nuevas prácticas sociales. Las crisis de participación y representación padecidas por los
partidos políticos, agrietaron el casi monolítico sistema de representación androcéntrico haciendo
lugar a la lucha de las mujeres por su derecho a tener derechos dentro de un proceso de ampliación
de la democracia. Los movimientos sociales y ciudadanos, llenaron el vacío de liderazgo político
que dejaron los partidos tradicionales. Esta ola democrática permitió a las votantes mujeres expresar
y desempeñar sus propias preferencias políticas (no las de sus maridos). Aparecen en este nuevo
escenario democrático como votantes con poder de decisión, como líderes políticas y como
organizadoras políticas de movimientos sociales.
La lucha por la ley de cuotas para la inclusión de un piso mínimo del 30% de mujeres en las listas
de candidatos nacionales a diputados, llevó cerca de siete años de dura lucha. Participación implica
inclusión efectiva de los actores sociales en el sistema político, en la representación y en la
adopción de decisiones. La inclusión de las mujeres en los espacios es testigo de un giro visible
hacia
la “feminización de la política”. La tendencia a la feminización de la democracia
latinoamericana pareciera ser permanente. Cuatro factores alientan y ayudan a predecir el continuo
crecimiento del liderazgo político femenino: dos antecedentes estructurales son la 1- tendencia
modernizadora en la preferencia de los votantes de la región (favorable a las mujeres) y 2- y la
transición demográfica, 3- compromiso de la comunidad internacional, reflejada en la Declaración
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, firmada por los líderes mundiales en el año 2000, y 4- la
crisis política de la región abre espacios para la participación de la mujer en la política. La
participación femenina en distintos espacios sociopolíticos nacionales, durante los últimos años,
creó nuevas representaciones de lo femenino en el imaginario colectivo, resignificando los papeles
tradicionales contribuyendo a la ciudadanización de las mujeres y a la democratización de la
familia y la sociedad. La participación efectiva de la mujer en la esfera pública es un fenómeno
relativamente reciente en el continente latinoamericano. Recién durante la década de los ’90 la
representación de las mujeres ingresó en la agenda política de los gobiernos. Hubo importantes
avances en favor de una representación equitativa por razón de género pero persisten obstáculos
político-electorales que dificultan la inclusión de la mujer en los puestos de toma de decisiones. En
América Latina, el sistema de cuotas resulta un mecanismo clave para la promoción y el acceso
real de las mujeres al mundo de la política y para reducir la asimetría de género en la
representación política. Los porcentajes mínimos de las cuotas en la región oscilan entre el 20 y el
40% en las elecciones legislativas. Las cuotas en el continente aumentaron considerablemente la
presencia de mujeres en los parlamentos, partiendo de un promedio del 9% en 1990 en la Cámara
Baja, llegando al 15% en el año 2003 y en el Senado, pasaron del 5% en 1990 al 12.6% en el
2003. Un adelanto general en las capacidades y oportunidades para las mujeres generaron cambios
de actitud acerca de la participación de las mujeres en la política, así como la consolidación de
instituciones democráticas en la mayoría de los países, crearon un clima favorable para que ellas
accedieran a puestos de poder en números nunca antes vistos. Hoy las mujeres representan
alrededor del 13 % de los miembros de las dos cámaras en América Latina, si se incluye a América
del Norte y el Caribe, la cifra sube al 15.4 %, a principios de la década del ’90 el porcentaje era del
10%. Doce países latinoamericanos adoptaron las leyes de cuotas, estableciendo un piso mínimo
del 20 al 40 % para la participación de candidatas mujeres en las elecciones nacionales. En
promedio, estas leyes de cuotas incrementaron
en 5 puntos el porcentaje de la participación
femenina en el Congreso. Mujeres de diferentes partidos políticos y orientaciones ideológicas
construyeron alianzas políticas para provocar cambios en los problemas que afectan a las mujeres.
En Argentina, el porcentaje femenino en la Cámara de Diputados llega al 27%, cuando
en
Paraguay es sólo del 3%. La diversidad de las instituciones electorales propias de cada país
produce variaciones enormes propiciando o limitando el éxito de las leyes de cuotas para
incrementar el número de mujeres en los parlamentos. Diversos factores coadyuvaron al logro de
la sanción en 1991, de la Ley 24.012, de cupos. Fueron, el clima democrático que se respiraba, el
rol clave desarrollado por algunos sectores de mujeres en contra y durante la dictadura, el ingreso
masivo de las mujeres a los partidos políticos, convirtiéndose en el grueso de la militancia. Esa
movilización facilitó los contactos entre diferentes fracciones de mujeres, políticas, de
organizaciones sociales y otros ámbitos quienes descubrieron intereses y reivindicaciones comunes
permitiendo la eliminación de prejuicios mutuos. La Ley Nº 24.012 fue aprobada debido a la fuerte
presión de las mujeres políticas apoyadas por el heterogéneo movimiento de mujeres, articulado por
encima de sus diferencias, en un momento de profunda crisis económica por hiperinflación y,
dentro de ese explosivo contexto, la demanda de la ley de cupos, aparecía como un tema menor,
como “un capricho de las chicas”. En la discusión parlamentaria se apreció la heterogeneidad de
las posiciones, muchas de ellas conservadoras o demagógicas. La jurisprudencia relacionada a las
acciones positivas
era contradictoria, media biblioteca consideraba
que respondía al espíritu
constitucional de real igualdad de oportunidades, para la otra media, rompía ese mismo principio de
igualdad. Frente a estas disquisiciones, el poder ejecutivo dictó una reglamentación que
especificaba como ejecutar el ordenamiento en cada caso, acorde al número de bancas a cubrir.
Las mujeres y la década de los 90.
La existencia de mujeres en puestos de toma de decisión no conduce necesariamente a la
introducción de cambios en las leyes y políticas a favor de sus congéneres. El cambio exige una
presencia femenina que tenga real poder
más allá de un título o un puesto. Los años ’90
testimonian el progreso logrado por el liderazgo femenino en América Latina, efecto de las leyes de
cuotas que facilitaron una mayor presencia de mujeres en los diversos ámbitos de la actividad
política. En Argentina, el 27 % de mujeres en la Cámara de Diputados aparece como la más alta
proporción de Latinoamérica, en el año 1991, apenas alcanzaban al 6 %. En los ´90 la participación
de las mujeres en los consejos legislativos municipales y estatales se incrementó en muchos países,
pero su acceso a las más altos niveles ejecutivos, alcaldes/ intendentes y gobernadores, continúa
bajo. Algunos/as analistas y activistas sostienen que las oportunidades de ejercer el poder para las
mujeres, son mayores en el ámbito local que en el nacional, puesto que la competencia es menos
fuerte y la política se centra en la provisión de servicios sociales. Quizás esa sea la razón por la cual
en las elecciones del 2007, por primera vez, una mujer fue elegida gobernadora de una provincia,
pequeña, se trata de Fabiana Ríos en la Pcia. de Tierra del Fuego, también sorpresivamente varias
mujeres fueron elegidas intendentas en diversos municipios del país, algunas de ellas, en el
conurbano bonaerense, derrotando a viejos líderes zonales. Una buena gestión en el nivel local
puede servir como trampolín para incursionar posteriormente en la política nacional. El avance de
las mujeres en dirección al sillón presidencial ha sido escaso. En Panamá, Mireya Elisa Moscoso
fue la segunda mujer electa para este cargo en América Latina, después de Violeta Chamorro en
Nicaragua (1990-96). Isabel Perón en Argentina (1974-76)1 y Lidia Guelier en Bolivia (1979-80)
fueron Jefas de Estado sin votación de por medio. En el 2006 lo logró Michelle Bachelet en Chile y
el 28 de octubre de 2007, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.
Proyecto de la Ley de Cupos.
En Argentina hubo una fuerte interrelación entre el movimiento de mujeres y las legisladoras, a
pesar de la crisis de representatividad y de legitimidad de los partidos políticos. Se produce el
acercamiento del movimiento al Estado como innegable actor central en los juegos de poder, a pesar
de su debilitamiento. Cuando se especuló sobre la cuestión de la representación por cupos, se pensó
en la generación de una masa crítica de mujeres en el Parlamento para articular las postergadas y
heterogéneas demandas de género. Todavía no se logró porque las mujeres son débiles dentro de los
partidos, carecen de autonomía, su acceso y ascenso a los cargos y a las listas electorales depende
de negociaciones con/ entre varones, quienes suelen elegir a sus incondicionales. En general
aquellas pocas que logran acceder a los lugares decisorios raramente contribuyen a la incorporación
de otras mujeres y al empoderamiento colectivo. Las mujeres que llegan a las legislaturas no
responden necesariamente a las demandas específicas de las mujeres.
La producción y
reproducción de formas oligárquicas dentro de los partidos políticos dificulta la autonomía de las
mujeres, la representación paritaria resulta imprescindible para obtenerla y profundizar y ampliar la
democracia. La relación con otros grupos de mujeres en encuentros internacionales instó a las
argentinas a la búsqueda de un mecanismo legal de acción positiva hacia la igualdad real de las
mujeres en el campo político. La toma de conciencia de las mujeres políticas sobre sus condiciones
de discriminación en el sistema político, en los partidos políticos y en las instituciones de gobierno,
en todas las áreas y niveles, la visualización de su carencia de poder real las condujo a una
feminización de posiciones, a cambiar sus discursos y a la generación de nuevas prácticas. En este
estado de situación, las cuotas actúan como una punta de lanza para provocar transformaciones
culturales profundas y ampliar el proceso de democratización e inclusión social. Evaluada la grosera
subrepresentación de las mujeres en el legislativo cuando conforman el 52% del padrón electoral
llevó a muchas mujeres a pensar diversas estrategias de empoderamiento colectivo de género y,
hacia noviembre de 1989, la senadora Margarita Malharro de Torres representante de la UCR de
Mendoza, presentó un proyecto de reforma del Código Electoral, imperativo para todos los
partidos políticos, los cuales debían integrar un mínimo del 30% de mujeres en sus listas de
candidatos electivos con posibilidades de ser electas. Días después un grupo de mujeres diputadas
de diferentes partidos presentaron un proyecto similar por el cual ninguna lista partidaria podría
incluir más del 70% de personas del mismo sexo, alternando 2 candidatos de un sexo con 1 del otro.
El proyecto fue recibido con beneplácito por las mujeres de los partidos quienes veían en él, el
instrumento para superar su postergación. En septiembre de 1990 el proyecto de Malharro de
Torres fue debatido en la Cámara de Senadores y aprobado por abrumadora mayoría, con la
oposición de 2 senadores del PJ, revirtiendo un inicio desfavorable, dado que el dictamen de
comisiones había sido negativo. Cuentan sus allegadas que,
cuando la ley fue finalmente
sancionada, la Senadora Malharro expresó “no saben lo que hicieron”. La movilización de las
mujeres, su abrumadora presencia en el recinto y la presión que ejercieron desde los palcos, dieron
vuelta la votación de aquellos senadores que originalmente se habían opuesto al proyecto. Dicha
participación expresó la fuerza del colectivo de mujeres, desconocida hasta entonces, dando origen
al inicio de un trabajo posterior articulado y transversal de las mujeres de todos los partidos
políticos, quienes comenzaron a bregar por los intereses inherentes al género, poniéndolos, a veces,
por encima de la lealtad y obligaciones partidarias. Posteriormente fundaron la Red de Feministas
Políticas, que tuvo una destacada participación en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del
Caribe, que se desarrolló en San Bernardo, Pcia. de Bs. As., Argentina, evento que permitió
publicitar y sensibilizar las temáticas de género a un nivel masivo y público.
El 6 de noviembre de 1991, 2 años exactos después de su presentación, la ley fue sancionada en
Diputados. La ley era mejorable, pero las mujeres privilegiaron su rápida sanción sobre una
potencial calidad y/o indefinida postergación. Llamativamente los polos del espectro político, la
Unión de Centro Democrático y el Movimiento al Socialismo votaron en contra. Fue decisivo el
compromiso del presidente Menem para la sanción de la ley de cupos, cuando ordenó a sus
representantes que dieran el quórum necesario. En 1992 el presidente Menem firmó el Decreto
Reglamentario de la Ley 24.012 que determinaba el lugar de las candidatas mujeres en las listas.
Dicha reglamentación fue un avance importante pero no afectó la práctica partidista tradicional.
En la elección de Diputados Nacionales de 1993 se implementó la Ley de Cuotas por primera vez.
Muy pocas listas respetaron el cupo femenino. Los partidos violaron la ley en todos los distritos y
la Justicia Electoral no reconocía que las cuotas fueran de orden público. Los partidos políticos
aceptaron el 30% de participación femenina en la conformación de las listas, pero, no en la
representación efectiva, las mujeres estaban en la cola y como suplentes. Llegado el momento de
ejecutar la ley, todos los partidos presentaron resistencias. En todas las provincias, las violaciones
eran sistemáticas y reiteradas. Las impugnaciones y las acciones judiciales simultáneas presentadas
por las mujeres resultaron una práctica novedosa y desesperada para lograr el cumplimiento de la
ley. Las victorias y los rechazos dependían de las apreciaciones y discrecionalidad de los tribunales
electorales locales. Las únicas que podían impugnar legalmente esos atropellos, eran las propias
víctimas, las candidatas. Ante este estado de situación, las mujeres se organizaron. Se comunicaron
con todas las candidatas de todos los partidos que violaban la ley, en todos los distritos. Se
organizaron operativos simultáneos en contra de 213 listas en todo el país. Se armó una solidaria
red de información con los datos precisos de conformación de las listas de los partidos políticos.
Las candidatas presentaron amparos preventivos, los que fueron rechazados en la totalidad de los
casos por los jueces electorales, quienes, por otro lado, tampoco oficializaron las listas y las
devolvieron a los partidos políticos, para que las rehicieran de acuerdo a la ley. Así surgieron los
primeros fallos de los tribunales y de la Corte Suprema, dando a la Ley 24.012, el carácter de orden
público. Argentina fue el primer país de la región en implementar las cuotas en 1991. Entre 1991 y
el 2000, 12 países latinoamericanos, lo imitaron. En mayo de 1995, las legisladoras de la región se
reunieron en el Parlamento Latinoamericano (PARLATINO) en San Pablo para discutir la
experiencia de las cuotas en Argentina y en otras partes del mundo. Estas leyes deben su
aprobación, en ciertos casos, al apoyo brindado por algunos Jefes de Estado. En 1994 se sancionó
la reforma de la Constitución Argentina. El movimiento de mujeres tuvo un 30% de referentes en la
constituyente, de ese modo pudieron introducir ordenanzas a favor de las mujeres en los textos,
reduciendo los cuestionamientos a la ilegalidad de la ley de cuotas, que, para sus detractores
afectaba la igualdad formal ante la ley. La reforma constitucional de 1994 planteó la discusión
sobre la igualdad / desigualdad de la ley de cuotas. Explícitamente el art 37 decretaba el principio
de “igualdad de oportunidades verdaderas entre mujeres y hombres para el acceso a los cargos
electivos y partidarios” principio que sería garantizado por medio de acciones positivas en la
regulación política de los partidos y en el régimen electoral. Las acciones positivas previas a la
nueva Constitución, entre ellas, la ley de cuotas, debían ser progresivas, no pueden conculcarse y
durarían el tiempo legalmente establecido. El Art 75 inciso 22 de la Constitución estableció la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, obligando al Congreso a legislar
y promover medidas de acción positiva para garantizar el efectivo ejercicio de los derechos de
ciudadanía. La inclusión de estos textos fue un logro, el producto de la unión del movimiento de las
mujeres y las 80 representantes. El triunfo de la movilización de las mujeres autoconvocadas se
basó en el consenso de la mayoría de la opinión pública. Los avances cuantitativos y cualitativos
estimulados por la ley de cuotas, son innegables pero limitados, toda vez que las cúpulas partidarias
están dominadas por varones quienes designan a las y los candidatos que integrarán las listas
partidarias. Esta ley produjo algunas modificaciones interesantes. Alrededor de un 30% de mujeres
integra la Cámara de Diputados Nacional, fenómeno que a su vez produjo cambios en su estética,
estilos, contenidos de las campañas y el tenor de la agenda y las leyes que se sancionaron desde
entonces, muchas de las cuales contemplan las necesidades diferenciales de las mujeres y otros
sectores minoritarios y/o excluidos. En el año 1995 la reforma constitucional habilitó un marco
legal, jurídico y político insoslayable. Todas las listas presentaron mujeres, al menos en cada tercer
lugar. En la elección de 1997 las mujeres fueron integradas a las listas de candidatos para brindar
una imagen más limpia y transparente de la política, de los políticos y de los partidos, habida cuenta
del inicio de un alto nivel de cuestionamiento a los mismos, por la profundización de la brecha entre
representantes y representados, por la percepción de altos niveles de corrupción, por la defensa
corporativa de intereses particulares en oposición a los intereses generales de la población. En 1996
se dictó la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, la más progresista del continente y uno de
los cuerpos normativos más avanzados del mundo. Es el resultado del esfuerzo, lucha y
compromiso del movimiento de mujeres de Argentina sustentado en la cooperación regional,
internacional y en los mandatos de los tratados y conferencias del sistema O.N.U. que obligan a los
Estados a cumplir con los compromisos contraídos. Estos logros son el producto de las
articulaciones
entre las organizaciones con las mujeres políticas, más allá de la pertenencia
partidaria. La Constitución reconoce a las mujeres como ciudadanas plenas de derechos, dentro de
una ciudadanía plural donde hombres y mujeres son tomados en cuenta como individuos
heterogéneos con diferentes intereses y necesidades. Esta Constitución pretende una verdadera
igualdad de género en cada campo, establece mecanismos para alcanzar una democracia paritaria y
esgrime acciones positivas para alcanzar la igualdad de oportunidades y trato para las mujeres y los
hombres en la vida pública y privada. No se busca homogeneidad sino igualdad y el derecho a
“ser diferente”. Esta Constitución contiene perspectiva de género, la convención constituyente
resolvió utilizar un lenguaje no-sexista al escribir el texto definitivo y obliga al gobierno a
incorporar la perspectiva de género en su ordenamiento público, en los programas y políticas
públicas y ejecutar las acciones positivas establecidas, aunque, más allá de las buenas intenciones y
la legislación vigente, esa pretendida igualdad, es formal y sólo incipiente en la realidad. El proceso
de redemocratización iniciado en 1983 estimuló avances colectivos hacia la igualdad real entre
varones y mujeres, muchos derechos jurídicos e instrumentos políticos existentes en la nueva
Constitución se deben a la integración de mujeres comprometidas con el género, en las comisiones
redactoras, a la aplicación de experiencias propias y ajenas y al aprovechamiento de información
actualizada de la legislación comparada sobre la materia. La búsqueda de la igualdad implica la
necesidad de establecer un trato desigual que considere las diferencias entre las y los no iguales.
La acción afirmativa es una acción específica en una materia determinada, en los órdenes públicos,
en la actividad privada, en las organizaciones e instituciones sociales y políticas. Son proyectos
operativos con un término fijo y resultados pre definidos. Las políticas de la igualdad se refieren a
acciones concretas en un cierto espacio del Estado que apunta a mejorar oportunidades en áreas o
sectores específicos y expresa la forma como el Estado enfrenta el problema de la desigualdad de un
modo integral. Siguiendo la tónica nacional e internacional respetuosa de los derechos de las
mujeres, las leyes provinciales fueron avanzando en el mismo sentido, por la presión de las mujeres
locales - apoyadas por las nacionales - conscientes de sus derechos y de la fuerza asumida en la
lucha nacional y en la interrelación con otros grupos en diversos espacios continentales e
internacionales. Si bien resulta importante que 22 de 24 distritos electorales hayan dictado sus
propias leyes de cupos, aparece un problema, la repetición acrítica de la ley nacional sin tomar en
cuenta las especificidades de los sistemas electorales locales, fenómeno que en la mayoría de los
casos resulta limitante para el efectivo empoderamiento de las mujeres en el ámbito político. La
integración de mujeres en las listas partidarias con posibilidades de ser elegidas depende de su
poder dentro del propio partido y del peso y apoyo social que su nombre concite.
Habida cuenta de los “baches” en la ley de cupos original y debido a la presión de las mujeres, en el
2001, el entonces presidente De la Rúa, dictó el Decreto Nacional 1246/2000 reglamentando
nuevamente la Ley 24.012, resolviendo las dudas anteriores, mejorando su redacción y decidiendo
sobre la primera elección de 3 senadores por provincia. El art 12 establecía un piso mínimo del 30%
de mujeres. Las mujeres que ocupan cargos públicos tienen la enorme responsabilidad de revertir la
histórica discriminación que han padecido y sigue padeciendo el colectivo de las mujeres. Una
democracia sin la efectiva participación de la mujer resulta una democracia incompleta,
inacabada, porque vulnera uno de los principios constitucionales básicos, el derecho a la igualdad y
a la no discriminación por razón de sexo. La pobreza y la desigualdad están íntimamente
relacionadas con las mujeres, en el subcontinente y en el país, aunque, en la actualidad, las mujeres
son más educadas, tienen más años de estudio que los varones. Si se mantiene esta tendencia y
cambia la percepción sobre el rol de la mujer en la sociedad, superando los tradicionales patrones
culturales excluyentes, la brecha existente entre hombres y mujeres podrá reducirse paulatinamente.
El perfil del liderazgo de las mujeres está cambiando.
En el pasado, la mayoría de las mujeres que alcanzaban puestos de poder eran las esposas, viudas,
hijas o hermanas de hombres prominentes. Sus carreras políticas estaban atadas a las reputaciones
de los parientes y no siempre a sus propios méritos. Su principal función dentro de la política era el
rol de agentes de sus esposos. Hacia finales de los ’90 aún cuando una cantidad importante de
mujeres en la política proviene de familias políticas, un número cada vez mayor de mujeres logró
insertarse y avanzar por sus propios méritos.
Otro factor que incrementa las oportunidades de las mujeres, es el cambio de la actitud pública
hacia el liderazgo femenino, desde las propias mujeres y la sociedad. Las encuestas revelan que la
opinión pública en América Latina es favorable a que las mujeres desempeñen cargos políticos
porque son percibidas como más honestas, más preocupadas por los pobres y más democráticas.
Asimismo la mayoría considera que el sexo de un candidato no es determinante en la decisión de a
quién votar en las elecciones. Estos cambios en la actitud pública alentaron a los partidos políticos a
incluir un mayor número de mujeres en sus listas de candidatos y ayudó a convencer a los jefes de
partidos que impulsar a las mujeres hacia el poder ayuda a ganar, más que a perder votos. Los
partidos políticos, dominados por varones, en estos años de democracia fueron incapaces de
resolver los problemas y demandas sociales abriendo la posibilidad que la gente piense que las
mujeres pueden provocar el cambio. Por otro lado, en muchos casos, las mujeres para acceder a los
puestos decisorios debieron adoptar los modelos masculinizados y patriarcales de hacer política.
Este tipo de liderazgo identifica lo femenino, asocia a las mujeres con su rol maternal, con la
familia, negando su subjetividad, el objetivo subliminal es disciplinar y domesticar a las mujeres
para que continúen en ellos. Los planes sociales son machistas y reproducen los roles tradicionales.
Cristina Fernández de Kirchner opera políticamente siguiendo patrones masculinos, quiere el
poder, quiere ejercer el poder y que se le reconozca. Cristina Fernández de Kirchner cree en la
fuerza de las ideas, en la militancia, más que en la identificación de género. Otro tipo de liderazgo
femenino en la política argentina es el modelo desarrollado por Elisa Carrió y Gabriela Michetti.
Ambas asumen su condición de mujer, se hacen cargo de algunas reivindicaciones feministas
protegidas desde una mística religiosa. La relación de las mujeres y los partidos políticos parece ser
de agua y de aceite. Las mujeres necesitan entender qué sucede en las estructuras partidarias, la
percepción generalizada de las mujeres políticas es que los partidos no son neutrales ni igualitarios
como instrumentos democráticos para ambos sexos. Las dificultades son la constante,
independientemente del comportamiento individual y del tipo de liderazgo que se ejerza.
El
espectro de liderazgos es muy amplio, desde Margaret Thatcher y Condoleezza Rice, varones
encapsulados en el cuerpo de mujeres a modelos más feminizados y comprometidos con causas
sociales como Hillary Clinton, Angela Merkel, o Ségolène Royal. Todas representan una camada de
mujeres fruto de las luchas de los movimientos feministas y accedieron a los máximos puestos de
decisión. Michelle Bachelet, se abrió paso en Chile con un discurso y una forma de hacer política
nueva y transformadora. Analistas y activistas han pronosticado, desde hace mucho tiempo, que la
presencia de una masa crítica de mujeres en los niveles de poder generaría iniciativas de leyes y
políticas para el avance de la posición del colectivo de las mujeres en relación a la gestación de
oportunidades económicas y sociales. Hasta cierto punto, estas expectativas se han visto realizadas.
En la década de los ‘90, las alianzas entre mujeres legisladoras introdujeron una selección de
medidas políticas para mejorar la vida de la población femenina, en algunas materias, aunque, el
progreso no ha sido parejo para todos los problemas. Las mujeres se unieron frente a ciertos temas y
en cuanto a las cuotas, pero siguen estando divididas en otras cuestiones sustanciales, por propias
convicciones así como por compromisos partidarios. La sola presencia femenina en cargos de
poder no implica que automáticamente se decreten políticas favorables a los intereses de las
mujeres, intereses que a su vez son disímiles acorde a la heterogeneidad de realidades y necesidades
femeninas. Introdujeron nuevos temas de discusión y políticas en la agenda, pero no siempre logran
establecer coaliciones para establecer cambios durables. Las mujeres son conminadas a priorizar su
lealtad política a sus partidos, mentores y distritos dentro del partido. Pocas de ellas son electas
desde una plataforma de derechos de la mujer. Cuando los intereses del partido contradicen los
intereses de las alianzas de las mujeres, la mayoría de ellas votará del lado de sus partidos. Nunca
antes se había visto tantas mujeres en puestos de liderazgo como ahora, sin embargo los más altos
círculos del poder continúan siendo un dominio masculino, fenómeno que conduce a muchas
mujeres a estar en favor de las cuotas como la única forma de penetrar los círculos de toma de
decisiones. Cuando el sistema de cuotas funciona, el camino se abre para las mujeres,
permitiéndoles esquivar los canales masculinos tradicionales de reclutamiento y ascenso para llegar
a la cumbre. La corta experiencia demostrada por el sistema de cuotas, expresa que la presencia
femenina por sí sola, no cambia la naturaleza del poder. Las mujeres pueden ocupar puestos altos y
tener títulos formales, pero las reglas de la política permanecen inalterables. Pocas ejercen un poder
sustancial, aún cuando ocupan lugares de alto rango al nivel de toma de decisiones. En la década de
los ‘90 muchos partidos políticos de la región adoptaron cuotas para sus elecciones internas, entre
ellos, el Partido Justicialista, 30 % en las listas partidarias y 25 % para los puestos internos de
liderazgo y el Frente Grande, el 40 %. La real inserción de las mujeres en el poder requiere de
profundos cambios culturales que apenas empiezan a cristalizarse. Los actores políticos enfrentan un
importante desafío, es una rareza que una mujer encabece una institución androcéntrica como la
presidencia. En Latinoamérica el sistema de autoridad es tradicional, jerárquico, y afecta los
comportamientos. Existe igualdad formal, hombres y mujeres militan en igual proporción en
partidos políticos y resulta que sólo un bajo porcentaje de mujeres resultan candidatas. Los partidos
políticos discriminan a las mujeres, se produce una brecha con ese 50% que está en la base de la
militancia y en ese número reducido de mujeres que llega a incorporarse a las directivas o a ser
candidatas. Se impone la necesidad de modificar la Ley de Partidos Políticos. El factor cultural
aparece como uno de los temas de fondo que amenaza contra la efectiva participación femenina en
cargos de representación pública.
El techo de cristal, la cima del poder, sólo se abre ocasionalmente para incorporar una que otra
mujer, siempre que no perturben el rol hegemónico de los hombres, no generen problemas y, no
intenten cambiar el statu quo al interior de los partidos, en cuanto a las relaciones de género. Tanto
Isabel Perón como Violeta Chamorro, carecían de experiencia y de una carrera política propia,
ejercieron un liderazgo político limitado, producto de circunstancias coyunturales, terminada su
gestión de gobierno, se retiraron de la función pública. Diferente fue la trayectoria de Eva Perón.
Accedió al mundo de la política como esposa del Presidente en momentos en que las mujeres
argentinas no podían votar pero ejerció un fuerte liderazgo personal.
Su participación en la
campaña por el voto femenino fue limitada aunque jugó un papel decisivo en el ingreso masivo de
las mujeres al Partido Peronista y al mundo de la política en la Argentina. En 1951 tuvo la
“audacia” de querer ser candidata a la vicepresidencia, pero debió retirar su nombre ante la
oposición de las fuerzas armadas.
Pueden distinguirse tres modalidades en relación a las listas electorales:
En las listas cerradas y bloqueadas, el/la elector/a vota por una lista de candidatos/as definida por
el partido y no se puede alterar el orden interno de la misma. Los escaños obtenidos se distribuyen
siguiendo el orden preestablecido por el partido. Las listas cerradas y bloqueadas, siempre que
aseguren una distribución coherente por razón de género, favorecen la inclusión de las mujeres en
las asambleas legislativas. Asumen perfectamente el objetivo de los cupos mínimos para favorecer
la representación femenina. Por su parte, las listas abiertas y no bloqueadas dejan en manos de la
ciudadanía la responsabilidad de escoger a las mujeres para los puestos de toma de decisiones. A
priori podríamos pensar que estas listas abiertas resultarían positivas porque las elites de los
partidos, dominadas por varones, ya no reproducirían la situación de exclusión de la mujer en
política, para que ello ocurra, es necesario propiciar profundos cambios en la cultura política
dominante, para evitar la perpetuación de prácticas históricas y cristalizadas en el imaginario social
colectivo. En un sistema de listas abiertas y/o desbloqueadas, disminuye relativamente el poder
del aparato partidario en la designación directa de los candidatos, pero la competencia es de doble
vía, externa, entre partidos e intrapartidaria en relación al orden de las candidaturas y las efectivas
posibilidades de resultar electo/a. Los candidatos de un mismo partido compiten entre sí por las
preferencias de los votantes. El número de votos obtenido individualmente por cada candidato/a
determina quién gana un escaño. Las mujeres, debido a su histórica invisibilidad en política, son
menos conocidas y disponen de menos recursos y apoyos, hecho que retroalimenta y perpetua su
desventaja en relación a sus compañeros varones. Las listas abiertas y desbloqueadas acentúan el
protagonismo de los líderes consolidados presentes en la arena política en detrimento de las mujeres
recién llegadas.
Sistema electoral
¿Qué sistema electoral, mayoritario o proporcional favorece la representación femenina? En líneas
generales, las cuotas funcionan mejor en los sistemas de representación proporcional que en los
mayoritarios. Las razones son: 1- Magnitud o tamaño de los distritos electorales. Se refiere al
número de escaños asignados al mismo. Se distinguen entre los uninominales o plurinominales. En
los primeros, se elige un solo diputado, en los segundos, se escogen diputados/as para dos o más
escaños. Los sistemas de representación proporcional se caracterizan por mayores magnitudes de
distrito, es decir, circunscripciones plurinominales, que a su vez se derivan en mayores magnitudes
de partido. Por su lado, las circunscripciones uninominales suelen coincidir con sistemas
mayoritarios. La experiencia demuestra que un mayor número de escaños en juego, por distrito,
favorece la representación femenina. Cuanto más grande sea la magnitud del distrito, mayor
proporcionalidad se obtendrá y, mayores serán las probabilidades que un partido consiga un número
mayor de escaños en dicha circunscripción, es decir, mayor magnitud del partido. Si los partidos
disponen de varios escaños, tendrán más incentivos para incluir en sus listas a mujeres y éstas,
dispondrán de más opciones para ser elegidas. En las circunscripciones pequeñas se reduce
drásticamente la efectividad del sistema de cuotas, por lo general, un partido ganará uno de dos
escaños en juego y, por el sistema de listas cerradas, es muy probable que dos hombres ocupen los
dos primeros lugares, lo que significa que, aun cuando una mujer ocupe el tercer lugar de la lista,
sus probabilidades de ser electa son muy escasas. Cuando el distrito es uninominal, magnitud igual
a uno, es decir, hay una sola banca en competencia, la estrategia partidista varía notablemente. Los
partidos sólo pueden optar a esa banca y por este motivo designan a la persona que creen que tiene
mayores posibilidades para ganar las elecciones y, casi siempre, las cúpulas prefieren designar a
hombres en lugar de mujeres. En los sistemas electorales de listas cerradas, las leyes de cuotas
deben incluir un requisito de ubicación, para que los partidos no concentren a las mujeres al final de
las listas, negándoles la posibilidad real de salir electas. La Ley de Cupos de Argentina establece un
piso del 30 % de mujeres entre los candidatos de las listas de los partidos y que sean asignadas en
puestos elegibles, lo que significa que el tercero, sexto, noveno candidato de la lista debe ser de
sexo femenino. El sistema de cuotas obtiene mejores resultados cuando los/as legisladores/as son
elegidos/as por lista cerrada. En el sistema de listas cerradas en Argentina, cada partido controla la
ubicación de sus candidatos/as en las listas partidarias, los/as votantes eligen un partido, con su voto
refrendan la selección y decisión partidaria pre existente. La cantidad de votos recibida por cada
partido determina el número de candidatos/as electos/as de la lista, por lo que las y los candidatos
de un mismo partido hacen campaña colectiva durante las elecciones para maximizar la cantidad de
votos de su partido. Por el contrario, en el sistema de listas abiertas, quienes votan, seleccionan
candidatas/os
individuales y no a la lista completa de los partidos, ejerciendo un voto de
preferencia. El número de votos obtenido individualmente por cada candidato/a determina quién
gana un escaño. Este sistema involucra una fiera competencia al interior de cada partido por los
votos preferenciales, además de la competencia general entre los partidos. Este sistema electoral, a
la fecha, perjudica, actúa en contra de las candidatas mujeres, porque son menos conocidas y
cuentan con menos recursos para financiar sus propias campañas. Cuántos más escaños estén en
juego en un distrito, mayores son las probabilidades de que las candidaturas en puestos más bajos
puedan ser electas. De modo que, cuanto más grande sea un distrito, más oportunidades tienen las
mujeres de ser elegidas. La implementación de las cuotas en el sistema político tuvo efectos
positivos, aunque no solucionan por completo el problema de la subrepresentación de las mujeres
en los parlamentos. El carácter obligatorio de la cuota, la distribución proporcional de las candidatas
en las listas, las listas electorales cerradas y bloqueadas, el sistema electoral de representación
proporcional y la magnitud de las circunscripciones electorales, son variables que incrementan las
posibilidades de las mujeres para acceder a un cargo público electivo. Otras variables influyentes
favorecen/ obstaculiza la inclusión de la mujer en la política. El tamaño de las asambleas
representativas podría ser esencial ya que condiciona el número de escaños a asignar entre las
distintas circunscripciones. Cuanto mayor sea el número de bancas a repartir, más oportunidades
tendrán las mujeres para salir electas en una determinada circunscripción, así lograrían mayor
visibilidad y presencia en los parlamentos. Hemos dicho que en los últimos años, la presencia de
mujeres en el congreso favoreció la sanción de leyes que beneficiaron al colectivo, aunque a la
fecha, el incremento del número de parlamentarias no implica necesariamente la conformación de
una masa crítica que permita distinguir efectos positivos sobre la producción legislativa relativa al
género. Por otro lado, las mujeres habitualmente son constreñidas a las comisiones legislativas
asociadas a los roles de género, socialmente impuestos.
Siglo XXI. Las mujeres en la política.
En 1999 surgió la pregunta si la sociedad argentina votaría a una mujer en las elecciones
presidenciales. La respuesta fue negativa debido al modelo femenino de las figuras públicas,
funcionarias y cercanas al poder, surgidas durante el menemismo, quienes aparecían pendientes de
la moda, modificadas por las cirugías plásticas, más cercanas a la frivolidad que a la prudencia
esperable en quienes ejercen cargos de responsabilidad. Tuvieron alta exposición mediática, no se
lucieron en sus puestos y en muchos casos quedaron sospechadas de ilícitos o irregularidades. El
electorado argentino suele ser conservador, persisten prejuicios negativos en contra de las mujeres
que compiten por cargos electorales. Algunos atributos favorecen a las mujeres en campaña, su
inteligencia, la belleza física, la imagen es crucial. Deben “ser” mujeres aunque hagan cosas de
varones. Para algunos analistas el vendaval de mujeres en la política nacional y provinciales, en la
Argentina, es producto del "que se vayan todos" de los años 2001 y 2002. Los ejemplos se repiten y
el fenómeno se expande. Las mujeres coparon las listas y las fórmulas. La política las acepta. La
cuestión de género está ausente en la agenda de las dos principales candidatas., más allá de la
retórica, abstraen las especificidades de género en las cuestiones sociales. En las elecciones de junio
de 2007 en la Ciudad de Bs. As., varias mujeres se presentaron a la competencia eleccionaria para
los cargos de Jefe y Vicejefe de Gobierno y legisladores, varias de ellas encabezaron, secundaron y
participaron en las listas de los partidos, pero, los temas de género no figuran en la mayoría de las
agendas políticas, aunque hay candidatas con ideas y propuestas. El 51,9 % de mujeres y el 48,1 %
de los varones entre 2.573.731 electores/as optaron entre 18 fórmulas para el ejecutivo y 22 listas
para la Legislatura. Tres mujeres aspiraron a ocupar la Jefatura de Gobierno, 6 disputaron la
vicejefatura porteña. A las mujeres les resulta complicado participar en política y conciliarla con
la vida y las demandas familiares, aunque también sucede en algunas profesiones que
requieren mucha dedicación. La campaña electoral presidencial 2007 propuso una innovación en
el sistema político argentino, por primera vez 3 mujeres compitieron por el ejecutivo nacional, 2 de
ellas, con importantes posibilidades de acceder a la primera magistratura. La fragmentación de la
hegemonía, dejó a la vista a caudillos en competencia por el poder e incapaces de formar una
alianza, liberando espacio a la emergencia de mujeres como candidatas. La ciudadanía manifiesta
“desinterés” por la política tradicional, pero no cuestiona las candidaturas femeninas. Las 2
candidatas con mayores posibilidades representan la política clásica, utilizan los mismos procederes
y estrategias que los varones, por lo que no habría un voto decisivo de género. Cristina Fernández
de Kirchner es percibida como la ‘esposa de…’, quien llega a la candidatura porque ‘su marido’ la
ubica, más allá de sus capacidades particulares, personifica la continuación del modelo. Cristina
Fernández de Kirchner no es feminista, quiere el poder, sin cuestionamientos de género. Su forma
de operar reproduce los patrones masculinos. Quiere ejercer el poder y que se le reconozca. Elisa
Carrió siempre mantuvo una posición opositora, en algunos momentos usa su condición de mujer
para expresar que está planteando algo diferente. Ambas intentan que su género no sea un
impedimento para llegar al poder. La campaña electoral está “feminizada” por el sólo hecho de
tener candidatas mujeres con preparación intelectual y experiencia para ejercer el poder. En esta
competencia se presentaron 3 mujeres entre 14 candidatos a la presidencia de la Nación. La
oposición fragmentada y debilitada incrementó sus posibilidades de ganar la carrera por la
presidencia permitiendo que Argentina tenga por primera vez una presidenta mujer electa, un
acontecimiento sin precedentes, exceptuando el gobierno de María Estela Martínez de Perón, quien
no asumió por el voto popular.
¿Hay un costo específico que deben pagar los liderazgos
femeninos? Muchas veces, tratando de enfrentar la debilidad que se les atribuye a las mujeres en el
poder, ellas mismas y/o sus asesores/as optan por la estrategia de limitar sus propuestas políticas, en
muchos casos empujando a un giro conservador de sus discursos y prácticas, A pesar de la
aceptación social de las candidaturas femeninas, parte de la población no acepta que gobierne una
mujer, y desde el propio mundo político se recrean estereotipos que no se disimulan, sino que se
vuelven imágenes irrecusables por repetidas, que pretenden tener peso conceptual y que develan
una naturalización y una caricaturización de los componentes de género en el debate público sobre
la gobernabilidad, a la vez que estructuran una ofensiva sostenida contra candidatas y mandatarias.
La resistencia para que una mujer pueda ser presidenta de un país es producto de la misoginia que
se encuentra en la sociedad que no acepta a la mujer como voz de autoridad. Es una cuestión
cultural, no se valora a la mujer ni sus capacidades. A las mujeres se les exige más que a los
hombres,
tienen que demostrar que son capaces. En el debate por la Ley de Cuotas, las
capacidades de las eventuales candidatas se ponen sobre la palestra. Sus detractores argumentan que
es un error de política pública, incluye a las mujeres sólo por serlo y no por sus capacidades,
dejando fuera a hombres que cumplen con los requisitos. Las barreras culturales le dan carácter
masculino al espacio público, dejando en desventaja a las mujeres, nadie pregunta qué capacidades
tienen los hombres. No hay razón por la cual las mujeres deban dar pruebas de aptitudes adicionales
que no se les exigen a los hombres. Los partidos ponen muchas barreras a la participación de las
mujeres. Las militantes hacen trabajos importantes, pero a la hora de compartir cuotas de poder,
aparecen factores culturales, mitos y estereotipos en partidos masculinos dominados por una cultura
machista que perdura.
Sexismo en el lenguaje y falta de respeto a la investidura.
Existe desigualdad de trato hacia mujeres y varones. A éstos, la prensa, la sociedad, los adversarios,
los llama por el apellido, Menem/ Duhalde/ De la Rúa, Kirchner, a la presidenta la llaman Cristina.
Le critican un estilo “soberbio o autoritario”, le exigen que le ponga una cuota 'femenina', cuando
ese rasgo en política es asociado con debilidad. La soberbia no es femenina ni masculina, pero se
aguanta menos si es mujer. Los estereotipos persisten y valoran discriminatoriamente las acciones
de mujeres y varones. C
puede ser una punta de lanza para que las mujeres sean
visibilizadas como seres capaces de dirigir, debatir y pensar un país. Caída en la imagen, campañas
de desprestigio, abierto o solapado en diferentes medios de comunicación, amenazas, creación de
clima adversos, acusaciones de falta de liderazgo mediciones de opinión manipuladas buscan
minar la autoridad de las mujeres en el ejecutivo, en puestos de poder, tienen los rasgos de un
"feminicidio político" en contra de las mujeres que accedieron al poder. Para contrarrestar la
supuesta debilidad femenina, muchas mujeres políticas exacerban el tono conservador de sus
discursos y políticas. Resultó difícil para la clase política y para las cúpulas partidarias, aceptar una
candidata mujer, en Chile en el 2005 se debió a las demandas de los y las ciudadanos/as. Desde la
llegada de Bachelet al Gobierno existen escaramuzas, tácticas y estrategias del poder masculino
para recuperar el sitial perdido. La expresión más dramática de este ambiente de revancha se
transfiere al ámbito familiar con el incremento visible de la violencia contra las mujeres y el
feminicidio. El maltrato
que reciben es similar a las descalificaciones y violencias que
cotidianamente se expresan contra la Presidenta y otras autoridades femeninas. Los analistas
políticos son los voceros del resentimiento masculino de los dirigentes de todos los partidos, a
quienes se suman los empresarios. El contenido de los mensajes es avieso, monótono y reiterativo:
debilidad, falta de ideas, falta de liderazgo, falta de decisión. De tanto reiterar, se espera que algo
quede, esperan. Conversaciones, comentarios, chistes... todo sirve para descalificar a la Presidenta y
con ella, a todas las mujeres. .El trato de los medios a las políticas mujeres, se divide en dos clases:
1- trivializan a las mujeres que se lanzan a la política poniendo el eje en su ropa, en cómo se
arreglan, en su gusto en la decoración de su casa, pretendiendo de este modo significar su
personalidad, y 2- sitúan al género como su característica más importante, deslizando así los
estereotipos más obvios para poner en cuestión la habilidad femenina para llevar adelante un
liderazgo fuerte y efectivo. Si las mujeres se muestran femeninas, son tildadas de suaves o débiles,
si se exhiben poderosas y seguras, se dirá que son duras o autoritarias, dos atributos, considerados
masculinos. Las y los periodistas que hacen uso de los estereotipos de género para fundamentar sus
análisis políticos. Cristina Fernández es una mujer de alto perfil y atractiva, los medios publican
fotos “sexies” como una forma de menosprecio, de incompatibilidad con la seriedad que implica el
rol de presidenta. Cuando la cuestión de género se articula como dimensión del debate público, del
análisis político, del lenguaje mediático y para analizar los rumbos del gobierno, implica trivializar
el modo en que se habla de las mujeres en general y de las que llegan al poder, en particular. Hoy
las mujeres que llegan a los altos cargos políticos deben ser luchadoras y combativas, tener voluntad
y carácter fuerte para enfrentar el mundo de la política, predominante e históricamente masculino.
Cristina tiene la imagen de una mujer indómita, que no se somete, presenta un modelo
identificatorio de independencia. En la Ciudad de Bs. As., Elisa Carrió gana el voto de las mujeres
que se identifican con ella porque es una mujer pensante, inteligente y luchadora, que no se queda
con el lugar que le asigna la sociedad. Las mujeres que llegan al gobierno o que se postulan a él
ponen un analizador de género muy revelador no sólo de la clase política, sino del conjunto de la
sociedad.
Mujeres presidentas ¿significa más políticas de género en las naciones?
Los objetivos políticos y las propuestas de estas “lideresas” no implica necesariamente la aplicación
de una perspectiva de género en la toma de decisiones. Más mujeres en el poder no aseguran más
políticas de igualdad de oportunidades para el resto de las mujeres. Que las candidatas a la
presidencia de Argentina cuenten con muchas mujeres en sus equipos de trabajo no asegura una
agenda completa en temas de género. La elección de C
como presidenta es un
símbolo cultural importante en un país
patriarcal en sus prácticas cotidianas y políticas. El
colectivo de mujeres está asociado a los logros de la Presidenta. Una mujer líder eficaz derriba los
estereotipos negativos, pero si fracasa puede reforzar estos estereotipos. La equidad de género es
un pilar crucial de la democracia. Una sociedad estable no puede construirse sobre la falta de
derechos del 50 % de sus integrantes. Sin embargo, los temas de género no aparecen en la agenda
política.
Doble comando.
La persistencia de la visión machista, patriarcal se debe a que es compartida, defendida y hasta
promovida por algunas mujeres. En el 2007, 2 mujeres vivieron la misma situación. Cristina y
Hillary, ex primeras damas compitiendo por la presidencia de sus países. Ambas, profesionales
exitosas, inteligentes, pero parte de la opinión mediática, difunde que el verdadero poder sigue
estando en la parte masculina de la pareja, dando lugar al concepto de "doble comando”. Tanto
Cristina como Hillary fueron bastiones para el éxito de las campañas y gobiernos de sus maridos,
revertidos los roles, parecería que ellos son la quinta columna en las carreras políticas de sus
mujeres. La participación de Bill Clinton en la campaña presidencial de su mujer erosionó sus
posibilidades de éxito, quizás por su incapacidad de dar un paso al costado pretendiendo ocupar
todo el escenario político, como en las viejas épocas. Una situación similar parecería estar viviendo
Cristina Fernández. La imagen difundida por los medios sobre la pareja de la presidenta y del ex
presidente, exhibiría una centralidad de Kirchner en la toma de decisiones de gobierno, en este
momento en manos de Cristina Fernández, centralidad que opaca las capacidades de liderazgo de la
presidenta reduciendo sus márgenes de acción y valoración positiva en la sociedad. Desde que su
Cristina Fernández llegó a la presidencia, Kirchner pretende demostrar que él es verdadero titular
del poder, el garante del orden político, su sucesora debería dedicarse a los discursos, al protocolo,
prueba de ello, sería la forma como lo llaman sus ex colaboradores, los actuales de Cristina y los
titulares de otros ámbitos de poder, “Sr. Presidente”. Quizás estas conductas en ambos matrimonios
en el más alto nivel político remedan las tradicionales prácticas de subordinación, sometimiento y
acatamiento expresado por la multidimensionalidad del patriarcado, microfísicamente anidado en
diferentes lugares, instituciones, personas, hábitos y culturas. Probamos así, la idea originaria de
este artículo que establecía que, la relación corrupción y género, en este caso analizando las
prácticas en el espacio público, representan la transferencia de la cultura patriarcal en la vida
cotidiana de las personas y que, hasta tanto no haya verdadera democracia al interior de los
hogares, difícilmente existan reales conductas democráticas en la sociedad y en la práctica
política.
Conclusiones
Esta es en América Latina, la era de las mujeres líderes. En América Latina, el sistema de cuotas
promovió el acceso real de las mujeres al mundo de la política y redujo la tradicional asimetría de
género en la representación política. Los acuerdos internacionales y
la Cuarta Conferencia
Mundial sobre la Mujer de la O.N.U., celebrada en Beijing en 1995, marcó un punto de inflexión
en la materia. Desde el inicio del proceso de redemocratización en Argentina, fueron
implementadas acciones positivas para empoderar el colectivo de mujeres y lograr su real igualdad
ciudadana. La aplicación de la ley de cupo no implicó necesariamente la conformación de la masa
crítica soñada por sus impulsoras aunque hubo avances indiscutibles, aumentó la cantidad de
mujeres en el legislativo, tal como ilustra el cuadro, aunque no podemos asegurar que también la
calidad, queda aun, un largo camino por recorrer.
Número de legisladoras en ambas Cámaras entre 1983/ 2003 conforme a la influencia de la ley de
cuotas.
Año/ Cámara
1983
1993
1995
2003
Diputados
4.70%
14.0%
27.6%
29.84%
Senadores
6.50%
14.0%
27.6%
37.14%
Muchas de las mujeres que cubren los lugares establecidos por el cupo, responden a las cúpulas
partidarias, y/o ante situaciones de conflicto de intereses entre las demandas de género y el partido,
resultan leales al partido por el cual fueron elegidas, única vía de acceso al poder político, dado que
vivimos en una democracia de partidos, relegando de ese modo, los intereses y necesidades de las
mujeres, en otros casos, se verifica un total falta de compromiso con el género. Debemos rescatar
que la ley de cupo permite instalar en las legislaturas, temas importantes para las mujeres y que, se
han logrado leyes beneficiosas para ellas, aunque, en honor a la verdad, las más sustanciosas, fueron
obtenidas en el período previo, en los ’80, cuando las cámaras estuvieron conformadas por pocas
mujeres en número, pero con un alto nivel de compromiso, “guerreras” que supieron imponer sus
convicciones, más allá de la complejidad de la situación. Este análisis retrospectivo nos permite
dilucidar que, más allá del número formal de integrantes en los legislativos, del cumplimiento del
porcentaje mínimo establecido, poco se ha logrado para el empoderamiento del colectivo. Más allá
del discurso de unidad en la voz de las líderes políticas y sociales, la realidad indica que los
avances son lentos debido a conductas personalistas y competencias inconducentes, fenómeno que
coarta todo intento legítimo de fortalecimiento y progreso, prueba de ello, es la meseta en la que nos
encontramos desde hace un tiempo, sin nuevas leyes movilizadoras- salvo alguna excepción, como
la ratificación del Protocolo de la CEDAW en marzo de 2007. Creo que la ley de cupos es uno de
los tantos “como si” de la política argentina, jugamos a un “como si las mujeres” tuvieran poder
real dentro de los partidos políticos y los centros de decisión. Las estrategias de los partidos para
atraer el voto femenino, la presión de las organizaciones de mujeres y la perseverancia de aquellas
en cargos públicos contribuyeron a la adopción de la ley de cuotas, pero los objetivos finales de la
misma, todavía no parecen en calidad y cantidad. Para que las leyes de cuotas incidan positivamente
incrementando la representación femenina en el poder legislativo, deben ser obligatorias,
imperativas, exigibles y su incumplimiento, sancionado. La representación femenina necesita que
las propias mujeres decidan participar en el proceso político, un factor relevante, es la práctica y la
experiencia otorgada por los movimientos u organizaciones de mujeres en el país, para afrontar
exitosamente una carrera política. Hasta que se produzca un cambio en la cultura política, las
listas electorales cerradas y bloqueadas en circunscripciones electorales plurinominales, en
los sistemas de representación electoral proporcional establecen las combinaciones más
propicias para la participación de las mujeres en el juego político. La implementación de
cuotas, tiene
efectos positivos, pero
no soluciona por completo el problema de la
subrepresentación de las mujeres en los parlamentos. Algunos obstáculos limitan la eficacia de
la cuota, son de tipo político-electorales, el carácter obligatorio o exhortatorio de la ley, la
distribución de las candidatas en las listas, el tipo de listas electorales, el tipo de sistema electoral, la
magnitud de los distritos electorales, etc. A la fecha. la ley de cuotas sólo se aplica en las
elecciones para los legislativos nacionales y locales. Su extensión a otras áreas, continúa siendo,
una asignatura pendiente.
Poder Ejecutivo. El Plan de Igualdad de 1998 pretendió extender los cupos a otras áreas
del quehacer institucional estatal y extra estatal. Se redactaron y sancionaron leyes pero no
se cumplen. En el gobierno de De la Rúa hubo 2 ministras sobre 12, en el de Duhalde, 3,
en el de Kirchner, 3. Desde fines de 2007 hay una gobernadora y la presidenta de la Nación y 2
ministras. Sólo la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires establece cuotas en organismos
colegiados, descentralizados y de contralor, aunque habitualmente no se cumple.
Poder judicial. Las mujeres juristas bregan para instaurar sistemas de cupos en el conservador
ámbito judicial. Ellas ocupan los niveles inferiores, persiste el techo de cristal, a pesar que
representan el 52% de las egresadas en la carrera de Derecho. Existe discriminación y no se
observan mecanismos para revertir esta situación, aunque se presentó un proyecto de ley que tuvo
media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación y establece un sistema de cuotas del 33 %.
En la actualidad 2 mujeres integran la Suprema Corte de Justicia, ¿para limpiar la imagen de
corrupción que afectaba a esa institución?
Poder legislativo. Actualmente en el Senado de la Nación existe una cuota más alta que en
Diputados. Las mujeres, no ocupan salvo excepciones, cargos importantes dentro del Congreso, en
la cúpula de los bloques o en la presidencia de las Comisiones más sustantivas, por lo tanto carecen
de poder real. La llegada de las mujeres al parlamento se da en un contexto de pérdida de poder
real, el congreso ya no es el actor político decisorio del pasado, urgencias y delegaciones de
atribuciones condujeron a la concentración del poder en manos de los ejecutivos. 2008: el 39% del
Senado son mujeres y por primera vez, las mujeres acceden al 40% de las bancas de Diputados de
la nación.
Partidos políticos. Las leyes de cuotas facilitaron el avance de las mujeres pero no garantizaron su
real participación en la toma de decisiones partidarias. Los partidos no adecuaron sus cartas
orgánicas ni implementaron acciones positivas, tampoco incorporaron el mínimo del 30% de
mujeres en sus cuerpos directivos. El establishment partidario define quienes, mujeres y hombres
participan en las elecciones, su democratización y transparencia mejoría su imagen ante la sociedad.
Ámbito no gubernamental y privado. Desde el 2002 existe una ley de cuotas sindical. Cuando se
cumple, sólo cubre apariencias. Durante un breve tiempo, la Sra. Susana Rueda integró la cúpula de
la CGT. Es reducida la participación de las mujeres en las cámaras empresariales, en los colegios
de profesionales y en las empresas. No existe legislación que establezca acciones positivas, salvo
algunos colegios de profesionales en la Ciudad de Bs. As., las reformas en los estatutos fueron
impuestas por acciones judiciales efectuadas por las propias asociadas.
Estamentos universitarios y científicos. Nunca hubo plena participación de las mujeres en los
ámbitos universitarios y científicos, ni políticas de
acción positiva promotoras de reales
condiciones de igualdad de oportunidades y trato entre mujeres y varones. Por ejemplo, en el
CONICET, comparamos entre los extremos, el nivel más bajo de la carrera es ocupado por un 72%
de mujeres, sólo el 0,4% de ellas, llega al nivel superior.
Movimientos populares autogestionados. Rol de las mujeres. La profunda crisis acaecida al
comenzar el milenio, vio nacer, crecer, desarrollarse y declinar movimientos populares
espontáneos de todo tipo. Algunos estuvieron dirigidos a la subsistencia familiar,
comunitaria y/o personal, otros vehiculizaron el descontento social y político. Las mujeres
fueron y continúan siendo la mayoría de la militancia y participación, tienen un papel
protagónico, pero, al momento de la toma de decisiones, son los hombres quienes asumen
el liderazgo y representan al colectivo.
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Valdés Echenique, Teresa ¿Revancha de los barones o nuevo pacto social? Columna
Publicada en La Nación Columna Publicada en Diario de la Sociedad Civil
Waigandt, Alejandra. Candidatas 2007: Políticas en clave de género en Artemisa
30.5.2007
Tema:
El GÉNERO, LA CORRUPCIÓN Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
Ponencia a cargo de:
Dra. Liliana Beatriz Parada – Legisladora C.A.B.A.
Es sabido que en percepción de la corrupción los partidos políticos y los parlamentos -las
instituciones con el deber de representar el interés público en la toma de decisiones- ocupan el
primer lugar. (IPC-Transparency International).
En Latinoamérica y específicamente en nuestro país esto ha llevado al descrédito -casi total- de la
clase política. Una lamentable consecuencia de ello ha sido la falta de credibilidad en la política,
como herramienta transformadora de la realidad social y la ausencia de la participación
ciudadana en la necesaria renovación de los partidos políticos.
Ese divorcio entre el decir y el hacer, nos coloca en el imaginario colectivo, tanto a las mujeres
políticas como a los varones políticos, en un lugar de cobijo para el enriquecimiento y las
prebendas, alejadas y alejados de quienes nos votaron.
Asimismo se prevé realizar un enlace con la cuestión de género desde la perspectiva del impacto
diferenciado de la corrupción en el ejercicio de la actividad política.
Se propone el análisis de la legislación vigente para describir su dinámica histórica, y su
cumplimiento, a nivel nacional y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se incluirá el punto de vista empírico; ya sea de la vida intra y extra partidaria como desde la
actividad parlamentaria; dificultades y logros. Proyectos legislativos. Reforma Política.
Con base en los puntos precedentes se espera aportar ideas para otorgar mayor transparencia en
el sistema actual político partidario y sus ámbitos de incumbencia.
Liliana Beatriz Parada
Estudios Superiores
•
ABOGACIA Y PROCURACION - Facultad de Derecho – UBA
SECTOR PÚBLICO
•
“Formulación y Evaluación de Proyectos Sociales”, de la COMISIÓN ECONÓMICA PARA
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE de las NACIONES UNIDAS (C.E.P.A.L.)
•
“Formulación, Evaluación y Gestión de Proyectos dentro del Sistema Nacional de
Inversiones Públicas”,
DIRECCIÓN NACIONAL DE INVERSIÓN PÚBLICA - MINISTERIO DE
ECONOMÍA Y PRODUCCIÓN DE LA NACIÓN
•
“Introducción a la Función Gerencial en la Administración Pública”
PROGRAMA DE
FORMACIÓN Y EDUCACIÓN PARA EL SECTOR EDUCACIÓN (PROFOR) – MINISTERIO DE
EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE LA NACIÓN.
Actividad Académica
Docencia
•
•
Facultad de Derecho – UBA Profesora Adjunta de Derechos Reales –CÁTEDRA DR. . ADROGUÉ
Facultad de Ciencias Jurídicas – Universidad del Salvador Auxiliar Docente de Derecho Civil
IV CÁTEDRA DRA. FIGUEROA
Disertaciones y Participaciones
•
Consejo de Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires " Firma de acta de
aprobación del Primer Plan Estratégico Consensuado de la Justicia de la Ciudad de Buenos
Aires"
•
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires "Jornada Corrupción: De eso no se
Habla".
•
Jornada de Reforma Política en la Legislatura de C.A.B.A
Perfil profesional
Legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2005-2009), ARI Autónomo, Bloque
Igualdad Social [ARI-Buenos Aires para todos].
Comisiones integradas ( periodo 2005-2007)
Comision de Educación Ciencia y Tecnología, - Vicepresidente 2daComision de Justicia,- VocalComision de Derechos Humanos,- VocalComision de Mujer,Infancia, Adolescencia y Juventud, -Vocal-
Año 2008.
Comision Especial Políticas Publicas para la Ciudadanía Plena, - PresidentaComision de Seguridad, -Vocal Comision de Políticas de Promoción e Integración Social, - Vocal Comision Especial de Igualdad Real de Trato y Oportunidades para Mujeres y Varones - Vocal-
Cabe resaltar la formación y gestión en los siguientes campos: Sumarios e Investigaciones
Administrativas, Armado y Control de Procedimiento en Licitaciones y Contrataciones del Estado,
Formulación y Control en la Ejecución de Proyectos de Inversión Pública y específicamente en lo
relativo a los mecanismos a implementar para la realización de
Proyectos Sociales con
Financiamiento Externo, con experiencia en los relativos al Banco Interamericano de
Reconstrucción y Fomento que integra el Grupo del Banco Mundial (BIRF) y Banco
Interamericano de Desarrollo (BID).
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