2 pd Viernes, 2 de marzo de 2007 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO PENSAMIENTO El profesor Manuel Jiménez ha traducido y actualizado la «Fenomenología del espíritu» Un nuevo Hegel G. W. F. Hegel Fenomenología del espíritu Edición y traducción de Manuel Jiménez Redondo Pre-Textos, Valencia, 2006 Rocío Garcés Todos aquellos que hemos pasado por la Facultad de Filosofía durante los cuarenta años que van desde 1966 hasta el 2006, nos las hemos tenido que ver, más tarde o más temprano, con la aridez de la jerga hegeliana. Ver tida al español por Wenceslao Roces, en la única edición disponible de la Fenomenología del espíritu de Fondo de Cultura Económica. Atravesar esa enmarañada selva con éxito se convertía en la prueba vocacional de si a uno realmente le iba o no la filosofía. Ante nosotros se abría un gran abismo entre las corrientes posmodernas que proliferaban a nuestro alrededor y el hieratismo del sistema de la ciencia hegeliano. Descifrar el ensamblaje de ese inmenso edificio construido por la razón, en el que la filosofía, el ar te, la religión, la política, la moralidad, el derecho o la historia, encajaban con una precisión de relojero, nos causaba un asombro proporcional al tamaño de nuestra ignorancia. Du- ❙❙❙ La magnífica introducción y la sección de comentarios permiten ahondar en las fuentes del texto y señalan la vigencia de este clásico de la filosofía rante esos años asistimos a muchas muertes: la del arte, el sujeto, la historia, la política e incluso la de la realidad, sin presentir que todos esos epitafios estaban ya escritos entre las líneas de esta obra culminante del idealismo alemán. La editorial valenciana Pretextos junto a la ingente labor de traducción y edición del catedrático de Filosofía de la Universitat de València, Manuel Jiménez Redondo, han hecho posible que salga a la luz, después de cuarenta años, una segunda versión, enriquecida y actualizada de la Fenomenología del espíritu. Acontecimiento editorial que coincide con el segundo centenario de su publicación (1807-2007). El profesor Manuel Jiménez Redondo es ya conocido por su infatigable pasión traductora. Si bien comenzó por introducir al público hispano en las primeras obras del filósofo alemán J. Habermas, cuando todavía era un desconocido entre nosotros, no se arredró ante la posibilidad de hacer una versión más inteligible de la obra Ser y tiempo, de M. Heidegger. Su traducción permanece inédita, por motivos ajenos a su voluntad, pero sí que ha sido publicada su versión española del curso que Heidegger impartió en Friburgo, en 1928/29, Introducción a la filosofía (Cátedra, 1999). El principio hermenéutico que orienta su trabajo como traductor es el de la claridad: traer al castellano aquello que se dice en alemán pero de tal modo que resulte lo más familiar posible para el lector, al que, además, no se le exige ser un especialista en la materia. Los lectores habituales de textos filosóficos nos hemos malacostumbrado a la extrañeza que produce la traducción, casi literal, de las estructuras de la lengua alemana en nuestra lengua vernácula (recuerdo la incomprensible ver- LEVANTE-EMV FILÓSOFO. Hegel (1770-1831) en un retrato de Schlesinger. sión de Gaos de la llamada de la conciencia, la «retrovocación que prevoca», en su traducción de Ser y tiempo). Esta percepción adviene de golpe cuando al vivir en Alemania descubres cómo la lengua de Hegel o de Heidegger es empleada con naturalidad en las situaciones de la vida cotidiana. Y, entonces, comprendes que, pese al inhabitual punto de vista que la filosofía adopta de modo ejemplar en estos dos autores, las cosas se podrían decir de otra manera. Junto al esfuerzo por decir las cosas de otra manera, esta nueva edición de la Fenomenología del espíritu cuenta con una magnífica introducción, con un detallado sistema de epígrafes y con una larga sección de comentarios, que, por un lado, permiten ahondar en las fuentes del texto y, por otro lado, señalan la vigencia de este clásico de la filosofía. Una vitalidad que se deja entrever en el empeño de Hegel por mostrar la legitimidad de las estructuras de la conciencia moderna en su plena madurez, tanto en su desarrollo político, moral, social, económico, cultural, religioso, o filosófico. La Fenomenología puede subtitularse como «la ciencia de la experiencia de la conciencia». La originalidad de esta primera gran obra de Hegel reside en el despliegue temporal de esta experiencia y en el punto de vista que adopta el narrador, el fenomenólogo. Se trata del relato filosófico de un devenir: la historia de la conciencia que debe superarse a sí misma pese a la sensación de constante fracaso, de parálisis y dolor, hasta alcanzar el saber absoluto. En el libro se narra su epopeya a través de las distintas etapas de su desarrollo: (A) conciencia, (B) autoconciencia, (C) razón, espíritu, religión y saber absoluto. El lector comprende al final, que debe reconocerse en cada figura de la conciencia y aprender a pensar desde el punto de vista del saber absoluto: desde un nosotros. Pues cada cual, en su singularidad, es a la vez la totalidad del desarrollo de las formas de pensamiento. Un saber que la historia de la humanidad ha conser vado en su devenir y que, en 1806, se ha vuelto autoconsciente. La leyenda cuenta que Hegel finalizó el último capítulo de esta obra («El saber absoluto») la noche del 13 de octubre de 1806. Al día siguiente, Napoleón, encarnación del espíritu del mundo, entraba triunfante en Jena. En el Prefacio, Hegel, inspirado por esta figura histórica, nos describe con gran entusiasmo la inminencia de un nuevo amanecer; el despuntar de un relámpago que nos trae la imagen de un nuevo mundo. Hoy, podríamos resumir el siglo XX como el intento frustrado por hacer realidad ese sueño de la razón. Las diversas lecturas de la Fenomenología que surgieron en el XIX, sobre todo por parte de los hegelianos de izquierda (Feuerbach, Marx y Engels), marcaron el destino del siglo pasado. En nuestra época de post- o hipermodernidad, tras el desencanto que se deriva de desvelar los monstruos que la razón engendra cuando sueña, una nueva lectura de la Fenomenología nos puede ayudar a medir nuestra situación con los logros de la conciencia moderna, y reabrir la pregunta de si la modernidad es un proyecto inacabado, superado o una ilusión. CÓMIC Clowes retrata en sus viñetas la insatisfacción del hombre actual Vidas cruzadas Juan Campos Pocos autores actuales han hecho tanto por renovar el lenguaje del cómic como el norteamericano Daniel Clowes (Chicago, 1961). Conocido principalmente por obras como Ghost World o David Boring, Ice Haven es posiblemente su obra más destacada hasta el momento por su novísima concepción tanto estética como narrativa. Ice Haven es un pueblo americano como tantos otros en el que la vida transcurre plácidamente y sin apenas sobresaltos. El secuestro de un niño, David Goldberg, será la excusa argumental que Clowes utilice para recorrer la vida de sus distintos habitantes y mostrarnos una serie de conflictos internos que quedan ocultos tras la engañosa capa de placidez que transmiten las limpias y rectilíneas avenidas del pueblo. Así, el autor nos irá mostrando la frustración de Random, un poeta fracasado, a Vida, que sólo vive con la esperanza de ver su nombre escrito alguna vez en una revista de arte, a Violet, que suspira porque su novio venga a rescatarla de un entorno social asfixiante, al joven Charles, que ansía ver correspondido su amor por su hermanastra o a la señora Ames, que aspira a que su esposo le preste más atención a ella y menos a su trabajo. Y este recorrido lo hace de una forma muy original: a través de historias cor- Daniel Clowes Ice Haven Trad. de Roberto Falcó Miramontes Reservoir Books, Barcelona, 2006 tas independientes, semejantes a tiras de prensa, en cada una de las cuales vemos a través de los ojos de cada uno de los personajes. Clowes, además, les otorga a cada uno de ellos un particular grafismo lo que convierte Ice Haven en un gigantesco y heterogéneo puzzle en el que cada una de las piezas encajan hasta mostrarnos un completo panorama de la situación. Análisis, por tanto, lúcido e inteligente de la insatisfacción y la frustración del hombre contemporáneo, Clowes incluye también una reflexión sobre el arte en general y el cómic en particular a través del personaje de Harr y Naybors, crítico de comics y diáfano alter ego de su creador.