Arriba y abajo Sección: Sociedad Autor: Marina Zunino / Técnica Superior en Seguridad e Higiene en el Trabajo marinazunino_71@yahoo.com.ar Desde los comienzos de la civilización, el hombre tuvo que apelar a su inteligencia para hacer que sus tareas se tornaran más fáciles de realizar. De esta manera comenzó la invención de todo tipo de herramientas y máquinas. Uno de sus problemas fue levantar por encima de su cabeza piezas mucho más grandes y pesadas que él mismo. Primero aparecieron las rampas, pero estas necesitaban de una gran superficie para que el trabajo no se complicara. Entonces, se utilizaron elementos para izar. Al principio, las roldanas ayudaban a sacar agua de los pozos y elevar herramientas pequeñas; no obstante, a medida que los elementos fueron más grandes, el problema se profundizó. Aunque hay antecedentes de montacargas manuales desde la antigüedad (el propio Arquímedes realizó uno de los prototipos que se conocen), recién a mediados del siglo XVIII, comenzaron a construirse los antecesores directos de los ascensores que conocemos hoy en día. Estos se impulsaban a través de un sistema de grúas, pero no eran demasiado seguros. Cuando en Nueva York se edificaron los primeros edificios altos, llegar al último piso suponía un verdadero ejercicio de fortaleza, paciencia y buena salud. Elisha Otis, al inventar el freno, revolucionó el mercado, y el uso del ascensor se estandarizó. Este freno impedía que, por medio de ruedas dentadas, el ascensor cayera al vacío. El invento fue presentado en la Exposición del New York Crystal Palace, y el público quedó impresionado al ver que, aunque se cortara la cuerda que sostenía el ascensor, este quedaba trabado y no caía. Nueva York crecía hacia arriba, y los ascensores se movían incansables dentro de los nuevos gigantes de hormigón y acero (la mayoría de ellos manufacturados por la Otis Brothers & CO.). Con el tiempo, estos ascensores fueron mejorando, sobre todo, en el área de seguridad. Al desarrollarse la electricidad, dejaron de ser simples máquinas mecánicas para convertirse en elementos esenciales en la construcción de edificios por más altos que estos fueran. El ascensor que se encuentra en la Torre BurjKhalifa en Dubái recorre la mayor distancia del mundo: 504 metros (algo así como cinco cuadras hacia el cielo). El mecanismo en sí mismo es simple: una cabina, un contrapeso que hace que el motor no se esfuerce al trabajar, una máquina impulsora, un sistema de frenado y un sistema de control. Hoy los ascensores cuentan con una serie de sistemas de seguridad, por ejemplo, enclavamiento de puertas que impide su apertura accidental, sistemas extras de paracaídas y frenado, finales de carrera (la electricidad se interrumpe pasado un límite), dispositivos de parada, luces y timbres de emergencia, sistemas de excesos de carga que no permiten que el ascensor se mueva si el peso es excesivo. Por supuesto que con los adelantos tecnológicos no solo existen ascensores con puertas que se abren en forma automática (invento de mediados del siglo XX), sino que, además, se le han agregado todo tipo de elementos que facilitan el confort durante el viaje (pantallas LED, música funcional, etc). En la ciudad de Buenos Aires, la instalación, el cuidado y el mantenimiento rige según el Código de Edificación y, especialmente, la Ordenanza N.º 49.308/95, donde se describe la “Conservación de Ascensores, Montacargas, Escaleras Mecánicas, Guarda Mecanizada de Vehículos y Rampas Móviles”. Allí se indica que los propietarios del inmueble ceden la conservación a profesionales inscriptos y habilitados por la Ciudad. En un lugar visible, debe constar una tarjeta donde el responsable indique que efectuó cada uno de los servicios de mantenimiento adecuado para el aparato. Estos son: limpieza del cuarto de máquinas, los motores, los generadores, los tableros, los controles, el techo de cabina, los huecos, las poleas; lubricación de mecanismos; verificación correcta del funcionamiento de contactos eléctricos, sistemas de enclavamiento de puertas, interruptores de seguridad, frenos, sistemas de alarma, guías de peso y contrapeso; constatación del estado de tensión de los cables, los amarres, los controles de maniobra, los paragolpes y los operadores de puertas; control de las cerraduras; etcétera1. Si, de todos modos, se quiere conservar la silueta y mantenerse saludable ahora que se acerca el veranito, recomendamos optar por la escalera, previa consulta con el médico, por supuesto, sobre todo, si vive en el piso veinte. 1 Decretos complementarios Código de Edificación: http://www.cedom.gov.ar/es/legislacion/normas/codigos/edificanc/index19.html